TBI Timados en Kiev

Fraude Contra el Movimiento Obrero

TBI Timados en Kiev

[copiado de http://www.bolshevik.org/ukrscandal/Fraude%20Contra%20el%20Movimiento%20Obrero.htm ]

22 de agosto 2003

La Tendencia Bolchevique Internacional (TBI) es una de las numerosas organizaciones de izquierda burladas por una banda de artistas estafadores en Kiev, quienes fraudulentamente posaron como parte integrante de diversas tendencias políticas internacionales.

El jueves 14 de agosto una organización oponente con base en Gran Bretaña nos suministro una fotografía tomada en uno de sus encuentros internacionales. Nosotros reconocimos a una de las tres personas fotografiadas por el miembro británico de la organización oponente, pero fuero tomadas otras dos que resultaron ser el líder y miembro de la dirección de nuestro grupo Ucraniano. La otra organización también manifestó que eran el líder y miembro de la dirección de su grupo.

Procedimos a intercambiar información y fotografías con diversas tendencias izquierdistas que sospechábamos que podrían haber sido atacadas. No estamos en libertad de mencionar el nombre de dichas organizaciones porque mucha de la información que nos otorgaron fue recibida confidencialmente. Nosotros esperamos que la identidad de la mayoría de los grupos involucrados sea revelados en un futuro cercano.

Hemos establecido, más allá de cualquier duda, que la misma colección de personas se presentaban a sí mismas a múltiples grupos, cada una con una afiliación internacional. Hemos creado una lista de estos jugadores que hemos hasta ahora identificado, con sus fotografías.

Aspectos de este fraude fueron ya hechos públicos por dos organizaciones. El 26 de julio el ejecutivo del Partido Socialista de Gran Bretaña(PSGB), disponible en Internet desde el 6 de agosto, reporta que la trampa fue hecho con la intención de obtener fondos para la operación de Kiev del Comité por una Internacional Obrera (CIO- la organización internacional del Partido Socialista de Inglaterra y Gales, liderada por Peter Taaffe). Sin embargo el PSGB no ha producido todavía evidencia concluyente.

El significado que tiene la declaración del CIO sobre la cuestión (fechada el 5 de agosto y añadida la minuta del 26 de Julio del PSGB, y también distribuida a través de la lista de e mail “Leftist Trainspotters”) reclama que ni la dirección internacional de la CIO ni los lugartenientes de la Comunidad de Estados Independientes se encuentran involucrados, y anuncian la suspensión del Comité Nacional y del Comité de la Ciudad de Kiev, quedando pendiente una investigación.

Un Poco de Historia

Un grupo que se llamaba a si mismo: “Juventud Marxista Revolucionaria” de Ucrania nos escribió en 1999. Un miembro de la dirección de la TBI los visitó tiempo después en dicho año y quedo impresionado por la aparente comprensión del Trotskismo y su interés en discutir cuestiones programáticas de importancia. A él le llamo particularmente la atención la narración de aquellos de cómo una minoría de su grupo local recientemente abandonaron su grupo integrarse a Poder Obrero/ Liga por una Internacional Comunista Revolucionaria, porque no estaban de acuerdo con nuestra posición de apoyo militar a la “línea dura” de los Estalinistas Soviéticos en su confrontación en Agosto de 1991 con Boris Yeltsin. La “JMR” convencidamente firmo un acuerdo con nuestra posición con relación al golpe y muchas otras cuestiones políticas.

Dos de estos operadores, Zakhar Popovich y Boris Pastukh, visitaron nuestra organización británica en el 2000. Pastukh, quien originariamente se nos presentó como Alexander Sherbakov, fue presentado como el líder del grupo. Es claro ahora que adicionalmente de liderar “nuestro” grupo ucraniano, el también era el “líder” de al menos dos grupos rivales.

Mientras en Gran Bretaña, Popovich Y Pastukh participaron en unas series de reuniones educacionales y de la sección. Ellos aparecían ser políticamente agudos, honestos y dedicados. Un camarada de la dirección de la TBI hizo otra visita a Kiev, y entonces dos de dichos líderes participaron de nuestra conferencia internacional en octubre de 2001, reuniéndose con la dirección de la TBI y una parte de nuestra militancia. La conferencia concluyó con una “fusión” entre la TBI y el JMR. Desde entonces, cinco camaradas diferentes de la TBI visitaron Kiev, y otro timador Ucraniano, Oleksander Zvorsky, paso tres semanas en nuestra sección Alemana.

En el ultimo año estábamos bastante preocupados acerca del letargo en la traducción de nuestros materiales al Ruso y al Ucraniano, su fallas en producir alguna propaganda substancial, y la marcada ausencia de documentos internos con perspectiva política. Sin embargo éramos muy conscientes de la pobreza desesperante que aqueja a Ucrania y atribuíamos la falta de actividad de nuestra supuesta sección en las dificultades que significa sobrevivir en un país devastado económicamente.

Entonces determinamos actualizar la actividad de nuestra “sección” Como primer paso enviamos a una camarada de la dirección en una visita de cuatro semanas con el mandato de conocer el problema e iniciar un revisación en el aspecto organizativo. Ella fue apabullada por lo que parecía ser un crónico funcionamiento Menchevique y un bajo compromiso militante. Cuando ella expresó estos temas con la “dirección,” ellos aparentaron estar un poco avergonzados y pretendieron aceptar sus propuestas de reorganizar el grupo de trabajo. Nosotros anticipamos que si ellos no mejoraban rápidamente su funcionamiento, una seria lucha política era inevitable.

En retrospectiva hubo muchos incidentes que podrían habernos alertados, si hubiéramos sospechado. Hubo muchas precauciones que debimos haber tomado, y ciertamente habernos movido más rápido para haber estrechado lo que aparentaba ser una organización bastante disfuncional. Sin embargo no puede haber garantía absoluta que se pudiera tomar en contra de una complicada (y bien organizada) conspiración llevada a cabo por criminales inteligentes y con un buen respaldo de cultura marxista, particularmente si su operación es aislamiento por el lenguaje y la geografía. Nosotros aprenderemos de esta experiencia, y continuaremos trabajando para extender el TBI internacionalmente, pero no esperamos ser capaces de evitar todos los riegos.

Dos miembros de nuestro grupo putativo de Kiev le comento a uno de nuestros camaradas que se habían contactado posprimera vez a través de una compañía amateur de actuación. Esto puede ser verdad, sin embargo ya no son más amateurs. Les hemos dado a estas personas alguna ayuda material–muy modesta para los estándares occidentales, pero significativa en Ucrania. Nuestro subsidio ostensiblemente pagaba la renta en un pequeño apartamento que sería usado como cuartel político. Nosotros creemos que otras organizaciones también estarían financiando las mismas premisas.

La motivación primaria por este timo era presumiblemente la obtención de ganancias materiales, pero debemos asumir que la policía política de Ucrania conocía esta charada, y compartían toda información que se colectaba con las otras agencias de inteligencias.

“Un Amplio Espectro”

En nuestro artículo sobre la “fusión” del 2001, reportábamos:

“La JMR proviene de un circulo de adolescentes de Kiev quienes, en 1989, obtuvieron una copia de la Revolución Traicionada de León Trotsky, y descubrieron que contenía una gran riqueza y era políticamente relevante para los eventos que estaban teniendo lugar alrededor de ellos, como las fuerzas de la restauración capitalista ganaron en el Estado Obrero degenerado soviético . Del agrupamiento original, un amplio espectro de organizaciones izquierdistas, todas criticas del estalinismo, y en la mayoría de los casos, identificándose a sí mismos como Trotskistas reaparecieron en Ucrania.”

1917 Nº 24, 2002.

El “amplio espectro” de la organización virtual estaba mas cercana relacionada que lo que nos imaginábamos

Como otros grupos involucrados. Nosotros creímos en estos pequeños ladrones y nos sentimos traicionados. Pero es imposible no ver el lado cómico. El guión fue La Décima Segunda Noche se encuentra con la Vida de Brian, como si estos personajes, bajo el pretexto de la sección ucraniana de uno de nuestros oponentes, ásperamente nos denuncia y entonces, como “nuestro” grupo, indignadamente proclama la critica de ser una pura invención

Nosotros recibimos ocasionales actualizaciones en “nuestras” relaciones con varios oponentes no existentes en Kiev. Muchas veces “nosotros” estábamos aptos para iniciar discusiones políticas promisorias con “ellos”, pero rápidamente “ellos” se vuelven hostiles y se rehúsan a hablar. Nosotros somos aconsejados de acciones por parte de los servicios de seguridad contra varios oponentes imaginarios, y en el periódico acosamiento de “nuestros” camaradas. No hay necesidad de decir, que estamos interesados y somos compasivos, y ofrecemos el consejo que podamos.

Una pregunta sin responder: Oleg Vernik y la CIO

La extensión de toda la operación no esta totalmente clara, pero Oleg Vernik, quien fue presentado a un representante de la TBI en Kiev en 2001 como ex líder de la CIO en Ucrania, es claramente una figura central. Pastukh lo describía como un elemento izquierdista desencantado con el CIO, y un contacto potencial para la TBI. Mas tarde Patskuh reportaba que Vernik se había alejado de la política.

De hecho Vernik se mantuvo altamente activo, contribuyo en las páginas web de la CIO y los promocionaba en sitios de internet. Un artículo sobre la privatización de la industria azucarera en el periódico Ruso del CIO,Vanguardia de Izquierda (Nº 49, 8 de mayo de 2003) esta firmado por Oleg Vernik. El obtiene el crédito con un articulo en el sitio Web del PSGB, y esta incluido como el secretario de un sindicato independiente de Kiev llamado “Protección del Trabajo”. La representante de la TBI que recientemente visitó Kiev fue hospedada en el mismo piso que Vernik, que esta figurando como Vitaliy, nuestro “manejador de la oficina” y “organizador”

Esperamos con mucho interés la explicación de la CIO de como ellos pudieron permanecer enteramente ignorantes de las actividades de Oleg Vernik, dado su alto perfil y la considerable capacidad de la CIO con respecto a la lengua Rusa.

Parece bastante posible que Vernik, Pastukh, entre otros, una vez hayan tenido, e incluso quizás retengan, en cierta manera en una forma atenuada y degenerada, un motivo político para su actividad. Pero ello son tan altamente corruptos y cínicos que solo pueden servir como un instrumento de los enemigos del movimiento obrero.

Boris Pastukh, el “líder” del falso grupo Ucraniano de la TBI (entre otros) exhibió un bello reloj con la figura del hombre fuerte de Libia Muammar al-Kadaffi durante un encuentro social la ultima noche en nuestra conferencia internacional del 2001. El manifestó que amigos de la Juventud Socialista de Ucrania (un afilado de Sheila Torrence, de la tendencia Realista ortodoxa) se lo habían dado a el tiempo atrás.

Nosotros recientemente nos cruzamos con un aviso de Internet colocados por Oleg Vernik y Boris Pastukh fechado el 11 de junio de 2001 anunciando los preparativos para un “campamento de verano en Crimea para los hermanos de Libia(sic), Ucrania, Rusia, Bielorrusia, y Moldavia” y propagandizando su propio sitio Web como www.GreenBook.da.ru ( El Libro Verde es para Kadaffi el equivalente del Libro Rojo de Mao) este sitio Web parece que se ha desvanecido, pero sugiere que estos rufianes están en la búsqueda de un pescado más grande para freír.

Es poco consolador saber que somos los únicos de haber sido estafados. Ni tampoco es un gran consuelo recordar los semi-precentes históricos, tal como Roman Malinovsky, el espía zarista que se transformo en un miembro del Comité Central del Partido Bolchevique y cabeza de la fracción Bolchevique en la Duma, o Mark Zborowski (Etiene), el agente de la GPU que era el principal lugarteniente de León Sedov en París y el arquitecto de su asesinato, y subsecuentemente el representante de Trotsky en Europa.

No podemos permitir que estos gángsteres desacrediten el Trotskismo en la ex Unión Soviética. Personas serias pueden no tener hesitación en exponer esta clase de estafas. Ser victimizadas pero mantenerse en silencio es facilitar fraudes futuros. Es por su puesto vergonzoso ser tomado, pero tenemos una responsabilidad de hacer lo que podamos para exponer a estos delincuentes al movimiento obrero.

FUERA DE MEDIO ORIENTE LOS EEUU/ONU

FUERA DE MEDIO ORIENTE LOS EEUU/ONU

LA LOCURA IMPERIALISTA

[Copiado de http://www.bolshevik.org/espanol/imperialism%20run.html ]

Publicado en 1917 # 25, 2003

El “Nuevo Orden Mundial” proclamado por el mayor de los Bush después de la caída del Muro de Berlín en 1998, fue marcado por un coro de brutales guerras neo-coloniales. Bajo la “Pax Americana”, los EEUU reclaman para sí mismos el destino permanente, de supremacía indesafiable sobre toda región del planeta. El papel de Washington como policía global es para mantener a salvo el capitalismo norte-americano en el mundo, frecuentemente a expensas de sus rivales imperialistas. Pero el mundo es muy grande y complejo para el poder beligerante de los EEUU para mantener el control eficazmente.

La consigna central levantada por la Tendencia Bolchevique Internacionalista en protesta contra la ultima agresión liderada por los EEUU, ha sido: ” Defender a Irak contra el ataque imperialista. Hoy solamente un puñado han acordado con esta perspectiva, pero el crecimiento de la militancia anti-imperialista entre la juventud, y particularmente en los sectores del movimiento obrero organizado en el centro capitalista, puede crear las condiciones para ir mas allá de la protesta pasiva, y organizar luchas de masas que traigan a casa la guerra y haga imposible los negocios. Estas acciones pueden alcanzar desde manifestaciones de masas, marchas y sentadas; hasta ocupaciones y bloqueos a edificios gubernamentales, a impedir la carga de material bélico y, concluir, con huelgas generales políticas. Si se llevan a cabo agresivamente y en una mayor escala, movilizaciones de esta clase pueden dramáticamente cambiar el terreno político, hacer temblar la auto- confianza de la clase dominante, y crear una crisis social mayor con dimensiones potencialmente revolucionaria.

El reimpreso de abajo es una versión abreviada de la declaración de la TBI de octubre 22 de 2002.-

La proclamación de George W. Bush en la asamblea general de la Naciones Unidas manifestando que los Estado Unidos “no tienen problema con el pueblo iraquí “, fue una señal que la potencia militar más poderosa del mundo muy pronto se lanzaría en una expedición, y que miles, tal vez decenas de miles de civiles iraquíes serían asesinados. Los jets norteamericanos y británicos han estado bombardeando las instalaciones iraquíes por una década, mientras los EEUU iniciaban un embargo que bloqueaba las maquinas de diálisis, las incubadoras, los equipos de tratamiento de agua, como así también comida y medicinas. Las sanciones han matado aproximadamente un millón quinientos mil iraquíes, pero no ha desalojado a Saddam Hussein. Por ello, Washington ahora ha optado ” cambiar el régimen ” vía la conquista militar.

Saddam Hussein es un dictador sanguinario que ha masacrado miles de iraquíes y ha aplastado brutalmente a toda la oposición política. En otras palabras, el típico aliado de EEUU del Tercer Mundo. Los americanos han sostenido monarquías feudales en Arabia Saudita, Marrueco, Kuwait, Qatar, Bahrein, Jordania y los Emiratos Árabes Unidos, como asimismo a las dictaduras militares de Egipto y Argelia. El súbito entusiasmo de ” liberar” a Irak y llevando la ” democracia” a sus ciudadanos es claramente un ejercicio cínico de las relaciones públicas.

La razón originaria de ir por Irak, es que uno de los agentes de inteligencia de Saddam, supuestamente se reunió con Mohamed Atta ( el supuesto líder del terrorífico ataque del 11 de septiembre) en Praga unos pocos meses antes. Cuando la historia fue desestimada, la Casa Blanca comenzó a alertar sobre los peligros de que Irak tuviera armas químicas, biológicas y nucleares. Pero Scott Ritter, el ex Infante de Marina de los EEUU que encabezaba la misión de la Naciones Unidas para inspeccionar el programa de armas en Irak hasta 1998, considero que no era viable que Irak tuviera armas operacionales ni ” armas de destrucción masiva”, o la manera de obtener las mismas.

Para sostener este caso, la banda de Bush señala que Saddam uso gas venenoso contra los soldados iraníes y contra los kurdos en los 1980. ¿Por qué ellos no mencionan que el programa de “armas de destrucción masiva ” fue lanzado, como lo fue la red de Osama Bin Laden con asistencia Norte Amercana? En 1980, poco después de tomar el poder, Saddam obtuvo luz verde desde Washington para atacar la República Islámica de Irán. Los Estados Unidos proveyeron apoyo logístico y de inteligencia para apoyar a Irak durante los 1980 cuando el brutal conflicto se desató. Hussein esperaba que derrotando a Irán podría transformar a Irak en la potencia dominante en la rica zona petrolera del Golfo Pérsico.

Washington no quería ni que Irak o Irán ganaran, y busco la manera de prolongar el conflicto que sangró a Irán, y por lo tanto la influencia de la “Revolución Islámica” del Ayatolá Komeini. Sin embargo parecía que los iraquíes iban ganando, entonces los EEUU proveyó en forma encubierta apoyo a Irán, pero a través de todo el conflicto los militares iraquíes se hallaban bajo presión de los más numerosos y altamente motivados iraníes. Los EEUU ayudo a Saddam a desarrollar el programa de armas químicas y biológicas para equiparar las matanzas.

” El programa de bio-armas iraquíes que George W Bush desea erradicar tuvo la ayuda al comienzo del Tío Sam hace dos décadas…”

La CDC ( El Centro para el Control de Enfermedades en Atlanta) y una compañía de muestras biológicas, American Type Culture Collection, despachó toda clase de bacterias que Irak usó para producir armas, incluyendo amtrax, la bacteria que produce la toxina del botulismo, y los gérmenes que ocasionan la gangrena. Irak obtuvo asimismo muestras de otros patógenos mortales, incluido el virus del Nilo.

” Las transferencias se sucedieron en los 1980, cuando los Estados Unidos apoyaron a Irak en su guerra contra Irán. Ello fue detallado en 1994 por un reporte de la comisión de bancos del Senado y en 1995 le siguió una carta del Centro de Control de Enfermedades al Senado”.

Prensa asociada 2 de octubre.

El 27 de marzo de 1984, el New York Times reportaba que Donald Rumsfeld, actual Secretario de Defensa, había visitado Bagdad como emisario de Ronald Reagan y se reunió con el hoy ministro de Relaciones Exteriores de Irak, para discutir acerca de la guerra de Irak- Irán y sobre otros temas. El mismo articulo informa que las Naciones Unidas había determinado que Irak había usado ” armas químicas, en la forma de bombas ” en Irán. Las armas incluían ” gas mostaza y otros agentes que atacan el sistema nervioso”. Los EEUU nunca se habían preocupado por esto, ni por las noticias que en 1988 las fuerzas de Saddam habrían matado a 5000 civiles kurdos con gas venenoso en la ciudad de Halabja. Solamente en 1990, cuando las tropas norte americanas se preparaban para invadir Irak, los EEUU expresaron su alarma acerca de las” armas de destrucción masiva que poseía Saddam y amenazaron con represalias si los iraquíes se atrevían a usarlas.

Bajo una gran presión de los EEUU e Inglaterra, en septiembre los iraquíes aceptaron permitir nuevamente el ingreso de inspectores de armas de las Naciones Unidas en su país. Esta fue la mayor concesión, como fue ampliamente reconocida ” que los espías norte americanos trabajaron en forma encubierta y en equipos con los inspectores de armas de las Naciones Unidas ” ( New York Times, 7 de enero de 1999) Washington estaba claramente irritado por la respuesta de aceptación por parte de Saddam, ya que la misma complicaba las relaciones públicas de los preparativos de la guerra. Entonces los EEUU, respaldada por Inglaterra, lanzo una contrapropuesta con una serie de condiciones que fueron inaceptables para Bagdad, y así obtuvo el pretexto para un ataque. Esta fue la misma táctica usada contra los Servios en las negociaciones de ” paz” de Rambouillet en 1999, cuando los EEUU demandaron a los yugoslavos a garantizar a las tropas de la OTAN de libre paso en todo su territorio. Cuando Belgrado lo rechazo, comenzaron los bombardeos.

“LIBERAR” A IRAQ: UNA COLONIA PETROLERA DE EEUU

Luego de la Segunda Guerra Mundial, los EEUU presionaron por la disolución de las posesiones coloniales remanentes de sus rivales europeos. La postura ” anti-colonial ” de Washington creó oportunidades para las corporaciones norte americanas para moverse en territorios que previamente estaba vedado para ellos, mientras tanto en forma simultánea agitaba su ” imagen” democrática” en la competencia ideológica con la URRSS para obtener el corazón y las mentes de las masas coloniales. Pero la Unión Soviética no esta más, y la Casa Blanca parece haber llegado a la conclusión que la alta tecnología militar puede permitir una ocupación indefinida de Irak y de sus ricos pozos petroleros con bajo riesgo:

” En la fase inicial, Irak será gobernada por un comandante militar norte americano – tal vez el Gen. Tommy R.Franks, comandante de las tropas de los Estados Unidos en el Golfo Pérsico….

” Hasta ahora se ha asumido que los disidentes iraquíes de dentro y fuera del país habrán de formar gobierno, pero no esta claro cuando tomaran el control total.

“Hoy es la primera vez que la administración ha discutido l o que sería una larga ocupación por las fuerzas de la coalición lideradas por los Estados Unidos.

New York Times , 11 de octubre

Preguntado que sucedería si la presión norte americana ocasionara un golpe contra el Presidente Hussein, un alto oficial, respondió: “Eso sería bueno”. Pero el oficial sugirió que los militares norte americanos podrían entrar de todas maneras para asegurar el país, no solo para eliminar las armas de destrucción masiva, sino también, para evitar la anarquía después de la partida del Sr. Hussein”

-Idem

Entonces, toda las palabras de ” democracia” y “libertad” se derrumban, ya que se reemplaza la dictadura militar iraquí por una norte americana. Saddam Hussein es un dictador vicioso, pero al menos bajo su régimen, las regalías del petróleo iraquí en los ´80 sirvieron para fundar un programa significativo de modernización y un considerable desarrollo industrial ( la mayor parte destruido por ataques militares del imperialismo). Bajo la ocupación de los EEUU la riqueza natural de Irak fluirá a los tenedores de acciones de los carteles internacionales petroleros. Los imperialistas no se preocupan por la calidad de vida de los sujetos neo- coloniales- ellos ofrecen escuadrones de la muerte, no reforma agraria.

El Pentágono considera a Afganistán como el modelo para conducir las futuras guerras coloniales, porque la combinación de sustitutos nativos junto al poder aéreo de los EEUU derrotaron al Talibán con pocas bajas norteamericanas. Los miles de civiles afganos muertos durante la campaña de bombardeo y los consiguientes ” operativos de limpieza” fueron catalogados como meros ” daños colaterales. Para aquellos que sobrevivieron, la vida es inclusive peor bajo los ” Señores de la Guerra” que bajo el talibán reaccionario, y hay poca posibilidad de que pueda mejorarse en un futuro cercano. En los primeros instantes de la victoria el Presidente Bus h habló grandiosamente de un ” nuevo plan Marshall” para reconstruir el país devastado, pero termino enviándole 300 millones de dólares, mucho menos que un quinto de lo que gasta los EEUU actualmente todos lo meses para mantener una guarnición en Afganistán.

Irak, a diferencia de Afganistán, posee valiosos recursos y fácil de explotar, por ello, los EEUU anticipan una ocupación larga y lucrativa:

” Por mas tiempo que los socios de la coalición administren Irak, ellos esencialmente podrán controlar la segunda reserva petrolera del mundo, cerca del 11 por ciento del total. Un alto funcionario dijo que el programa de las Naciones Unidas de petróleo por comida será expandido para ayudar a financiar la estabilización y la reconstrucción.”

New York Times ,11 de octubre.

Si todo marcha conforme al plan, después de Irak, el próximo blanco puede ser Arabia Saudita, el único país que tiene más petróleo. Los EEUU ya poseen varias bases militares en el este de Arabia Saudita, ostensiblemente para salvaguardar el reino del ataque iraquí. Pero las cosas no siempre marchan de acuerdo al plan pre concebido, como los EEUU lo descubrió en Vietnam en los ´60. Mas recientemente en Somalia en 1993 y en El Líbano una década antes, la resistencia de ” terroristas ” locales resulto en un retiró ignominioso de las fuerzas norte americanas. Este revés evidentemente no ha sido olvidado:

“Richard Armitage, el Vice Secretario de Estado, la semana pasada decidió incluir al Hezbollah libanés ( en la lista de los EEUU sobre organizaciones ” terroristas”). Con una vaga referencia se manifestó con relación a los 291(sic) soldados norte americanos muertos en el ataque suicida a la base de los Infantes de Marina de los EEUU en Beirut ( en 1983), el anunció “ellos están en la lista, su tiempo llegara, no hay dudas acerca de ello. Ellos tienen una deuda de sangre con nosotros”

Independent (Londres) 11 de septiembre

Armitage considera que no hay ninguna ” deuda de sangre”, cuando 17.000 libaneses ( la mayoría civiles) fueron asesinados durante la invasión, apoyada por los EEUU, por parte de Israel. Pero lo conductores del camión de la Jidah islámica que hizo volar a las tropas imperialistas fuera del Líbano tienen una opinión diferente. En ese tiempo escribimos que los revolucionarios deben ” defender toda acción militar por parte de los oprimidos contra el imperialismo, dejando de lado el carácter político de quienes hayan lanzado la misma”

DOCTRINA MILITAR DE LOS EEUU: PRIMER GOLPE NUCLEAR

Los Estados Unidos ha repudiado su compromiso de nunca usar armas nucleares contra potencias no nucleares, y ahora aprueba el uso de armas nucleares de carácter táctico contra los refugios subterráneos, concentraciones de tropas y otros blancos no especificados. Esto lleva a incentivar a países que no posean ” armas de destrucción masiva ” a obtener una. Si Saddam hubiese tenido unas pocas ojivas nucleares, y la capacidad de transportarla, Bush hubiese tomado una posición menos agresiva.

La aseveración del derecho de los norte americanos a tomar una acción preventiva contra cualquier país que Washington decida que esta intentando desarrollar armamento nuclear, químico y biológico esta complementada con el retiro de los EEUU de las convenciones internacionales existentes limitando el uso y la destrucción de dichas armas. La mayoría de dichos acuerdos fueron celebrados originariamente por la política norte americana para evitar y mantener las ventajas de los EEUU. Hoy la Casa Blanca los rechaza como un atentado a la soberanía norte americana, junto con el Protocolo de Kyoto sobre alarma global, la Corte Criminal Internacional y el Tratado anti balístico.

El rol imperial que juega EEUU en el tercer mundo incluye la amenaza de prevenir sobre cualquier otro país que se acerque a la paridad militar. En reporte del 20 de septiembre ante el Congreso, Bush proclamo: ” nuestras fuerzas serán lo suficientemente fuerte para disuadir adversarios potenciales de intentar una carrera militar con la esperanza de sobrepasar o igualar el poderío de los Estados Unidos”. Con la intención de tomar el control de las reservas petrolíferas del Golfo Pérsico, esto es dirigido a las rivales de los EEUU de Europa y Japón. En el número de septiembre de Foreign Affairs, Michael Hirsh califico directamente a la nueva política como “neo- imperialismo”:

” La creencia sostiene que la aseveración unilateral de los EEUU como un poder sin rival, significara no sólo ganando la guerra sobre el terror, pero preservando el dominio norte americano indefinidamente, sin compromiso alguno para la mayor parte del sistema internacional o las demandas diplomáticas de otras naciones. Apoyado principalmente por la derecha anti-distensión que data por lo medos de los 1970, los hegemonistas de Bush sienten que por mucho tiempo los EEUU han sido el Gulliver global, atado sobre el piso por los Liputuenses – las normas e instituciones del sistema global. Ellos se sienten que han vindicado el poder de los EEUU por el colapso de la Unión Soviética en 1991 y del Talibán una década más tarde…”

Jay Bookman del Atlanta Journal -Constitution, describió a la doctrina Bush como ” plan permanente de la dominación militar y económica de los EEUU en cada región del globo “, a través de la expansión de la presencia militar en el globo ” El continua narrando sobre la guerra pendiente en Irak:

” Es intención de demarcar por parte de los Estado Unidos como un imperio global, tomando la responsabilidad y la autoridad como policía planetario. Esto sería la culminación de un plan de 10 años o más para llevarlo a cabo, por parte de aquellos que creen que los Estado Unidos debe tomar la oportunidad de dominación global, incluso si ello significará transformarnos en ” imperialistas norte americanos!” que siempre nuestros enemigos expresaron que éramos.

Una vez que ello se entienda, otros misterios se resolverán por sí solos. Por ejemplo porque la Administración siempre pareció despreocupada acerca de una estrategia de salida una vez que Saddam haya sido volteado?”

” Porque nosotros no nos iremos. Habiendo conquistado Irak, los Estados Unidos crearan bases militares permanentes en ese país, para poder dominar el Medio oriente, incluyendo el vecino Irán”

Atlanta Journal– Constitution , 29 de septiembre.

EL CRAC EN EL COLOSO

Contrariamente a los teóricos antiglogabizadores que platican acerca de la supuesta impotencia del gobierno en encarar el inexorable proceso de integración económica global, la actual campaña de los EEUU contra Irak demuestra que el poder económico, como asimismo el militar es últimamente ejercido por naciones- estados

Francia y Alemania están abiertamente en contra por la intención de los norte americanos de controlar la producción petrolera de Medio Oriente. Todavía a esta altura EEUU es muy poderosa para desafiarla abiertamente. Cuando los miembros del Partido Socialista propusieron que Francia usara el veto en el Consejo de seguridad para bloquear el apoyo de la ONU a un ataque a Irak, el ministro de relaciones exteriores francés, Dominique de Villepin respondió: ” Si Francia utilizara el veto, esto nos privaría de influencia y capacidad para ser parte del juego internacional( New Yorks Times, 9 de octubre) El ” juego” es dividir el petróleo iraquí después de la liberación

Fuentes gubernamentales, dicen que temen – las concesiones existentes al margen- que Francia pueda ser dejada de lado en los despojos de la guerra si no apoya la guerra y muestra una presencia militar significante. Si llega la guerra, Francia esta determinada a que se le asigne el rol más prestigioso en la lucha que el que le fuera asignado en la de 1991, o sea la Guerra del Golfo, cuando su principal rol fue ocupar territorios defendidos livianamente. Negociaciones se han desarrollado entre la empresa estatal TotalFina Elf y los EEUU acerca de la redistribución de las regiones petroleras entre las mayores compañías del mundo.

” Los intereses predatorios de Washington sobre el petróleo iraquí es claro, cualquiera que sea las motivaciones en la guerra. El reporte de la Política Nacional de Energía de los EEUU del 2001- conocido como el “reporte Cheney ” después que el autor fuera el vicepresidente Dick Cheney , fue uno de los más ricos petroleros norte americano – demando la prioridad en facilitar a los EEUU el acceso a las reservas del Golfo Pérsico.

Observer – Londres- 6 de octubre.

Los cálculos mercenarios sobre el futuro de Irak son tan transparente que incluso el New York Times ( 9 de octubre) admitió: ” La idea que los norte americanos anhelan el petróleo es el motivo determinante para la guerra con Irak es la opinión persistente en las semanas recientes ” A pesar del acompañamiento en el aniversario del 9/11 y la no-barrera a la propaganda pro- guerra en los medios de comunicación, hay poco entusiasmo por atacar a Irak entre los norte americanos. Saddam es simplemente no es visto como una amenaza por millones de obreros que están mas preocupados acerca de la predica de trabajo y de los fondos de pensión. En este punto, sin embargo, la resistencia activa esta confinada en la universidad. La actitud prevaleciente pareciera que fuera que Bush puede tener su guerra si él quiere, pero será mejor que no haya bajas norte americanas ni un impacto económico negativo. Si las cosas comienzan a marchar mal, la oposición interna por una aventura fallida puede montarse muy rápidamente.

La Casa Blanca esta preocupada acerca de que se amplié el escepticismo público acerca de la ” amenaza” de Irak y se ha ordenado a las agencias de inteligencias de los EEUU que monten una campaña para respaldar sus campañas de relaciones publicas. Esto ha sido causante de resentimiento:

“Básicamente, la información cocinada esta siendo trabajada en pronunciamientos de alto nivel, y hay muchas personas no felices acerca de la inteligencia, especialmente entre los analistas de la CIA, dice Vincent Cannistraro, el ex jefe de contra- inteligencia de la CIA”

Guardian – Londres- 9 de octubre

Elementos importantes de la burguesía norte americana han expresado su visión acerca que la postura de la Casa Blanca ” de ir solos” sobre Irak es innecesaria y precipitado. Brent Scowcroft, el consejero nacional de seguridad de George Bush( padre), hizo publico sus reservas en el Wall Street Journal del 15 de agosto. Otros han disentido incluso el Gral. Wesley Clark – un ex comandante de la OTAN-, el Gral. Anthony Zinni, el ex jefe de las fuerzas militares de EEUU en el Medio Oriente y George Tenet, el director de la CIA. Ellos no objetan la toma del petróleo iraquí, pero piensan que se podría hacer más decorosamente con apoyo internacional. Hay riesgos asociados a las guerras calientes, es concebible que Bush Jr. y su banda puedan detener la invasión si obtienen una nivelación en la influencia en la región con amenazas solamente.

El BLANCO DE BUSH: IZQUIERDA, LOS TRABAJADORES Y LAS MINORIAS

El patrioterismo imperialista va de la mano con el ataque a los derechos democráticos en el interior. Desde las listas negras de conocidos activistas anti- bélicos, a arrestos preventivos de manifestantes pacifistas, a la creación de cuerpos gubernamentales de informantes, la Administración Bush esta usando el terrorismo para un asalto total a las libertades civiles. La xenofobia oficial golpea duramente a las minorías, inmigrantes y trabajadores indocumentados, especialmente aquellos que provienen del Medio Oriente. Pero el movimiento obrero organizado es el blanco más importante en el manejo de la ” seguridad nacional”.

Usando el supuesto pretexto de la ” emergencia nacional”, la Administración Republicana quiere destruir los derechos colectivos de 170.000 trabajadores estatales, para poder hacer nombramientos en el nuevo departamento de Seguridad Interior .Si ellos logran lo que se proponen, su próximo paso será tratar de nivelar para abajo otros empleados federales, y cuya onda expansiva alcanzara pronto a los trabajadores de los diferentes estados y municipales. Mientras tanto la Casa Blanca esta participando, junto a compañías navieras y un numero mayor de detalles, en un ataque cuidadoso y detallado al Sindicato de los Trabajadores Portuarios. En octubre 14 el articulo de David Bacon, un muy conocido periodista de asuntos sindicales, observó:

” A pesar del hecho que ellos mismos han cerrado los portones de sus propias terminales, la Administración Bush obtuvo de un Juez federal la orden que el sindicato trabajara bajo el viejo contrato de trabajo, sin interrupción, por 80 días.

“El informe legal de la Administración manifiesta el comienzo de una alarmante nueva filosofía a ser defendida en la acción, que ha sido elaborada por el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld . Este sostiene que toda carga comercial puede ser considerada de importancia militar, pero no justamente bienes específicos que puedan ser usados militarmente en el extranjero. Cualquier detención en los puertos, por ende, puede ser considerado como una amenaza a la seguridad nacional. El Departamento de Defensa de los EEUU aumenta constantemente el listado de productos comerciales para que alcancen los requerimientos que abarcan desde:” Materias primas, implementos médicos, partes y componentes de reemplazo, como así también las necesidades diarias de nuestras fuerzas armadas, son justamente unas cargas típicamente militares que no se hallan etiquetadas como carga militar.

Esto es equivalente a proponer de facto la militarización de los puertos – los cuales serán amenazados la propia existencia del sindicato de trabajadores portuarios. Un ataque exitoso en su poderoso e histórico sindicato militante, podría ser la señal para un ataque generalizado sobre los otros sindicatos, justamente como sucedió con la victoria sobre Yugoslavia y Afganistán le monto el escenario a Bush para llevar el terror a Irak. La defensa del sindicato de los trabajadores portuarios y las asociaciones de trabajadores estatales en el ámbito federal, es de vital importancia e interés para todos los obreros americanos. Los socialistas en el movimiento obrero norte americano debe buscar demostrar el vinculo entre los ataques a las libertades democráticas y derechos sindicales en casa, con los ataques a Irak y a la semicolonias en el exterior. De cara a un eminente asalto a Irak, los obreros con conciencia de clase en los países imperialistas deben procurar utilizar todas las armas de la lucha de clases, incluyendo las acciones de huelga política, para descarrilar el camino de la guerra de su propia clase dominante.

POR EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO- NO AL SOCIAL-PACIFISMO

Varias organizaciones seudo- marxistas, como la Tendencia Socialista Internacional y el Comité por una Internacional Obrera (CIO), abogan el anti-imperialismo en la letra fina de alguna de sus propagandas, pero concentran su actividad practica en la creación de coaliciones amplias ( policlasistas) bajo el programa de “Paremos la Guerra”. Los inevitables resultados en política seria alimentar las ilusiones populares en el imperialismo ” progresivo”. El número de septiembre de la publicación del CIO”Socialismo Hoy”, por ejemplo, sugieren que los Demócratas uno de los partidos mellizos del racismo y la guerra imperialista de los EEUU, debería oponerse vigorosamente a Bush:

” Los oportunistas miopes, carecen de coraje político para advertir a los obreros de EEUU las repercusiones desastrosas con relación a la guerra de Irak. Ellos no dan ninguna dirección en movilizar a las masas en oposición al ataque militar preventivo que ocasionaría bajas norte americanas y tendría consecuencias sangrientas para el pueblo de Irak y las naciones que la rodean

Es difícil pensar en nada mas ridículo que los auto- proclamados socialistas denunciando a políticos imperialistas por no proveer un liderazgo en la lucha contra la agresión imperialista. La maquina bélica imperialista solamente puede ser seriamente resistida, si la clase obrera esta imbuida en la compresión de sus intereses históricos son antagónicos a los de su clase dominante, y el rumbo de su destino esta unido con las masas oprimidas de las semi- colonias.

La idea de construir simplemente un movimiento para demandar que los imperialistas ” Paren la Guerra”, no se fija en el hecho que las guerras acaban por diferentes razones- algunas en victoria y otras en derrota. Los pacifistas se oponen a la guerra en general, pero los Marxistas toman lados en conflictos entre los predadores imperialistas y sus victimas. Los revolucionarios quieren la derrota del imperialismo en sus guerras de agresión contra los pueblos oprimidos. por esta razón nosotros rechazamos la ecuación simplista de Saddam Hussein es igual a George Bush, expresado por los anarquistas como ” una plaga a ambos en sus casas ” . En defensa de Irak los marxistas no dan apoyo político a Saddam Hussein, pero nosotros insistimos que la tarea de destruir el régimen opresivo del Partido Baath, pertenece a los obreros irradies y los oprimidos, no a los imperialistas.

La tarea de los Marxistas es trazar el camino de los horrores de la pobreza, brutalidad y explotación que es endémico al capitalismo. El primer paso es reconocer que el eje central de la lucha por la liberación humana no es a través de la línea de la nacionalidad, religión, sexo o etnocentrismo, sino más bien a través de las clases sociales. Los explotadores y sus verdugos tienen intereses que son diametralmente opuesto a de los obreros y los oprimidos. Los obreros norte americanos tiene mas cosas en común objetivamente con los trabajadores iraquíes que con Dick Cheney, Rumsfeld, Bush y su clase. Un fracaso de los agresores imperialistas de los EEUU en Irak significaría un fortalecimiento en las posiciones del movimiento obrero norte americano, de la misma manera que la transformación de Irak en un protectorado norte americano se debilitaría.

El proletariado multi racial norte americano es potencialmente un poderosísimo aliado de la clase obrera y los oprimidos de las semicolonias. Por ello oponiéndose al imperialismo norte americano, los marxistas combaten también al anti- norte americanismo – la ideología de los demagogos nacionalistas de los rivales imperialistas de EEUU y en las semicolonias. La liberación social de los oprimidos y las masas explotadas del medio oriente, América latina, África, y Asia, esta íntimamente conectada a la lucha por la revolución socialista en el corazón del imperialismo. Esta es la perspectiva con los cuales los partidos obreros e internacionalistas deben ser construidos en cada país, incluyendo en los estado Unidos, la fortaleza de la reacción imperialista. Es simple, no hay otra manera de avance para la humanidad en esta época de guerras y revoluciones.

La LRCI EN LA ARGENTINA

La LRCI EN LA ARGENTINA:

“El borde desafilado de la critica revolucionaria

[La presente carta fue enviada a Poder Obrero el 30 de marzo de 2002. Copiado dehttp://www.bolshevik.org/espanol/La%20LRCI%20%20EN%20LA%20%20ARGENTINA.html ]

Al Editor:

El movimiento obrero internacional tiene vital interés en el dramático desarrollo de los sucesos en la Argentina. En la discusión acerca de la Asamblea Constituyente con los camaradas de Poder Obrero en su reunión pública en Londres el 21 de marzo, fue sugerido que debería escribir para vuestra clarificación

Desde el comienzo de la presente crisis política en la Argentina en Diciembre, Poder Obrero ha levantad o en forma intermitente la convocatoria para una especie de asamblea constituyente, mientras simultáneamente abogaba por la creación de consejos obreros, y un partido revolucionario y un gobierno obrero. Los revolucionarios levantan la consigna de asamblea constituyente en situaciones donde las masas de la clase obrera tiene ilusiones en el electoralismo burgués – típicamente después de un periodo de dictadura derechista. Pero en la Argentina ha venido funcionando u n régimen democrático burgués por casi 20 años, y hay un gran enojo hacia la totalidad del espectro político del establishment capitalista. En este caso, la campaña por una asamblea constituyente solo puede crear ilusiones populares.

Es enteramente posible que en algunos puntos los reformistas, los burócratas sindicales o los propios peronistas puedan levantar ellos mismos la propuesta de asamblea constituyente, o alguna otra forma de truco parlamentario, para contener la lucha de las masas dentro de los marcos de la ” democracia” capitalista. En este caso, seria necesario que los revolucionarios procuraran exponer el contenido reaccionario de tales demandas y contraproponer la necesidad de órganos proletarios de doble poder.

Pero en el documento datado el 21 de diciembre de 2001, el Secretariado Internacional (SI) de la LRCI ( Liga por una Internacional Comunista, liderada por el Poder Obrero) toma una aproximación diferente, y propuso que si la burguesía buscara escapar de sus dificultades con nuevas elecciones:

 ” Los revolucionarios deberían discutir por una elección que nombrara diputados para una asamblea constituyente soberana. En dicha elección seria vital para los delegados obreros, delegados de los pobres de la ciudad y del campo, de luchar y asegurarse que no serían dominadas por los políticos corruptos de las oligarquías rivales.”

La posición fue tácticamente cambiada en un documento de la LRCI del 19 d enero del 2002, intitulado ” La Lucha contra el continuismo de Duhalde”, en el que agudamente critica toda clase de participación en cualquier clase de formaciones policlasistas:

 …” la consigna por asambleas obreras y comités (coordinadoras) es crucial en la actual situación. Tiene que avanzar en todas las luchas que sucedan en el próximo periodo, ya sean parciales, locales, regionales y nacionales. Dado la actual situación la consigna de asambleas populares o cuerpos policlasistas similares, llevan al peligro de abandonar a los obreros y abrirse a otras clases y a demagogos populistas.…

 “La confusión de los centristas esta representada en la confusión que tiene de los encuentros de masas con los órganos de carácter soviético, compuesto por delegados: y se representa a la asamblea constituyente como la base de un gobierno obrero”

Todo ello era una explicación de su temprana confusión sobre el uso de dicha demanda. Pero entonces, en el numero de febrero de Poder Obrero, la demanda asamblea constituyente reaparece en el medio de un largo documento del Secretariado Internacional de la LRCI ( de la Rebelión a la Revolución, 28 de enero) . En ese momento se le daba una visión más izquierdista como” asamblea constituyente soberana y revolucionaria”, pero todavía estaba afectado por el significado de responder a la ” continuidad de las movilizaciones de masas en el cual la clase media jugo un rol preeminente, mientras la clase obrera organizada… no ha entrado en la escena política de una manera organizada” la asamblea constituyente de Poder Obrero esta claramente proyectada como un arreglo burgués

“Las masas populares- a pesar de su desilusión con todos los partidos y políticos mantienen todavía ilusiones democráticas

“Mucha gente demandó nuevas elecciones porque el gobierno Duhalde retiró el llamado de elecciones para marzo. Cualquier otra crisis política para Duhalde levantaría el tema de la ilegitimidad de su Administración en términos de un mandato popular”

Pero en el mismo momento, el documento sugiere: ” Para hacer tal asamblea deberá responder a la voluntad popular y necesitará la intervención y el control de las organizaciones obreras y los órganos de democracia popular…” la idea de llamar a una asamblea parlamentaría burguesa bajo el control obrero es un ejemplo clásico de lo que Trotsky llamaba “confusión cristalizada”

La tarea clave de los trotskistas en Argentina hoy, es luchar para forjar una dirección revolucionaria basada en un programa proletario de independencia política de todas las alas de la burguesía. La influencia del peronismo ( nacionalismo burgués popular) dentro del movimiento obrero argentino no puede ser combatido con intento de asambleas constituyentes como el camino hacia un gobierno obrero. Esto solo puede crear confusión y ayudar a impulsar un estadio de derrota.

Su apoyo a la demanda de asamblea constituyente aparece estar vinculado con la prosecución del Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS). Parece que la adaptación al PTS ha provocada una confusión política alrededor de más cosas que justamente la cuestión de la asamblea constituyente. En la página cinco del numero de febrero (2002) de Poder Obrero, en el medio de una entrevista con un miembro del PTS, hay un recuadro llamando a la creación de un partido revolucionario con influencia real en Argentina. Esto sugiere que para realizar este objetivo, el Partido Obrero, el Movimiento al Socialismo (MAS), y también extendido al Movimiento Socialista de la Trabajadores(MST), deberían combinar fuerzas y lanzar un nuevo partido político con un programa revolucionario conforme a la actual situación.

En la pagina ocho del mismo numero, el documento del secretariado Internacional de la LRCI, llama al PTS para poner en marcha los elementos fundamentales de la estrategia revolucionaria y llama a todas las fuerzas militantes de la clase obrera y popular, que marchen juntas en la creación de un partido obrero revolucionario de masas. Todavía para cubrir el flanco izquierdo, el S.I. de la LRCI también alarma contra los ” reagrupamientos” de todos aquellos que se llaman ” revolucionarios” o ” trotskistas”, en algo que podría:

“ser mucho peor porque esto llevaría a los revolucionarios derecho al oportunismo. Tal fusión puede solamente realizarse por lo menos bajo un programa revolucionario. Esto no reforzara las fuerzas revolucionarias pero fatalmente puede debilitarlas. Será probado que un bloque podrido (sic) se quebrará al primer desafió serio de dicho borde desafilado de la estrategia revolucionaria precisamente cuando más es necesaria”

Es duro que el PTS no sea el único que este deseando el borde desafilado de la critica revolucionaria en la búsqueda de un frente podrido.

Saludos fraternales

Alan

Por el IBT [Bretaña]

Arquivo Histórico: Vern-Ryan e a Revolução Boliviana

Comunicamos aos nossos leitores a publicação de três importantes documentos históricos, escritos entre 1952 e 1954 por Sam Ryan e Denis Vern, militantes da filial de Los Angeles do SWP (Socialist Workers Party) norte-americano. A “fração Vern-Ryan”, como ficaram conhecidos, foi a única voz a criticar, à época, a posição oportunista do Partido Obrero Revolucionario boliviano (POR) ante a revolução deflagrada a partir de abril de 1952, bem como a conivência com a mesma por parte dos órgãos dirigentes da Quarta Internacional, já então sob direção pablista.

Tais documentos são de grande importância histórica na luta contra o revisionismo que dominou o movimento trotskista, ainda que possuam falhas e insuficiências. Sua tradução para o português foi realizada pelo Reagrupamento Revolucionário a partir da versão em inglês disponível na publicação da Liga pelo Partido Revolucionário (LRP/EUA), “Bolivia: The Revolution the ‘Fourth International’ Betrayed” (1987). Acesse:

      Reagrupamento Revolucionário n. 06

      É com alegria que anunciamos a nossos leitores o lançamento da nova edição da revista Reagrupamento Revolucionário. Disponível em formato PDF ou com nossos militantes. Boa leitura!
       

      Reagrupamento Revolucionário n. 06
      Download (PDF)

      Balanço das Jornadas de Lutas de 2013

      Panfleto do RR no Fórum de Lutas do Rio de Janeiro

      A greve dos educadores do Rio de Janeiro

      Sobre o fim da greve da educação

      A posição do PSTU ante o golpe militar no Egito

      Da experiência com o estalinismo ao trotskismo

      Debate com a FT (LER-QI) sobre a Líbia e a Síria

      Traduções inéditas de artigos de Leon Trotsky: O que é um “jornal de massas”? e Lutando contra a corrente.

      Balanço das Jornadas de Lutas de 2013

      Questão negra, Black Blocs e classe operária
      Um Balanço das Jornadas de Lutas de 2013 e Algumas Posições na Esquerda
       
      Rodolfo Kaleb, janeiro de 2014
       

      No último ano, o Brasil da “Pax Petista”, com a relativa estabilidade política da última década, simplesmente ruiu diante de nossos olhos. A ideia oportunista de que o governo burguês liderado pelo PT, mesmo em meio a uma crise econômica internacional, caminhava tranquilamente com sua agenda capitalista foi abalada por uma onda de choque. Protestos massivos que tinham como pano de fundo a precarização dos serviços públicos e o aumento dos custos de vida, além do repúdio contra a violência policial – talvez os maiores na história do nosso país em termos de abrangência nacional – chegaram ao auge em junho e se prolongaram em muitas cidades, como no Rio de Janeiro, pelos meses seguintes.

      Para aqueles ativistas que lutam por uma mudança revolucionária em nossa sociedade – e consequentemente não acreditam no caminho da aliança com a classe dominante e nem que os esquemas eleitorais e reformistas possam trazer as transformações das quais precisam os trabalhadores e a juventude – faz-se necessário um estudo atento das principais tendências na esquerda que se reivindicam revolucionárias e de como estas se posicionaram diante dos desafios conforme eles foram se apresentando no último ano. A luta para a construção de uma corrente revolucionária só pode avançar com um debate franco e aberto entre as diferentes concepções na esquerda. Esse artigo apresenta nosso balanço sobre algumas das questões políticas centrais e é complementado por dois pequenos artigos que lidam com análises da conjuntura [1].
       
      De certa forma, ninguém estava completamente preparado para lidar com este grande processo de lutas. Surpreendidos, os diversos setores da burguesia demoraram até se reorientar. Nas primeiras semanas de protestos, no começo de junho, o terror estava estampado nas faces dos governos e da imprensa capitalista, chocados ao verem pela primeira vez, em muito tempo, a juventude enfrentar sem medo suas polícias, seus carros blindados e outras forças de repressão. Inicialmente exigiram uma criminalização sem piedade de todo o movimento, até perceberem que isso não era o suficiente e passarem a combinar a repressão com a difusão de ideologias pacifistas e despolitizantes, para tentar deformar o caráter originalmente progressivo dos protestos [2].
       
      Essas lutas demonstraram várias coisas, dentre elas que o governo petista, com sua poderosa força de repressão, seu controle sobre muitos sindicatos e sua retórica “desenvolvimentista” não é nem tão forte e nem tão acreditado como poderia parecer. Para muitos jovens, essas jornadas representaram também um primeiro contato com as organizações de esquerda e com o conjunto dos movimentos sociais. Nesse sentido, tais jornadas significaram essencialmente a ruptura de um consenso político que vinha marcando profundamente as gerações posteriores ao fim da ditadura: o consenso neoliberal, do individualismo pautado no “crescer na vida” e na desilusão com a política, reduzida aos joguetes palacianos dos parlamentos e seus bastidores.
       
      Mas as lutas também tiveram muitas limitações: seus triunfos foram muito parciais, já que apenas pequenas melhorias foram conseguidas, basicamente a redução dos preços das passagens (e ainda assim sob financiamento estatal). Além disso, um forte sentimento antipartido, fruto de anos de desilusão com a “política oficial”, deixou a vanguarda isolada, dificultando a disputa desses jovens que se tornaram ativos na luta (alguns dos quais acabaram por aderir frouxamente a idéias anarquistas). Um dos principais motivos limitadores é que, apesar da heroica luta da juventude e dos setores populares, eles não tinham em sua crista a classe social que tem ao mesmo tempo o interesse e o poder para derrotar os governos capitalistas: o proletariado.
       
      O “Dia Nacional de Lutas” e a CSP-Conlutas
       
      Durante a maior parte do período de junho e julho, a classe trabalhadora não interviu enquanto força política organizada, mas sim diluída entre outras classes, em manifestações e protestos de rua – mesmo que boa parte dos jovens que lotaram ruas e avenidas fossem trabalhadores. O primeiro momento em que a classe trabalhadora saiu às ruas fazendo uso de seus métodos de luta históricos (greves, piquetes, bloqueios de rodovias, etc.) foi o dia 11 de julho, o “Dia Nacional de Lutas” que seria repetido de forma anêmica no dia 30 de agosto.
       
      É importante compreender que tais métodos apresentam possibilidades muito mais poderosas para golpear os governos e os patrões contra os quais os protestos de massas estavam direcionados. Sem eles, o máximo que as manifestações podem fazer é uma demonstração de força contra os símbolos do capitalismo e suas forças policiais. Para arrancar as demandas avançadas e derrotar os governos, são necessárias formas de luta que atinjam o coração da besta capitalista. Discordamos daqueles que se recusaram a participar das mobilizações do “Dia Nacional de Lutas” e consideraram-no meramente um “fiasco” da burocracia. Apesar dos limites de tais ações, não se pode menosprezar o fato de que em 11 de julho e em 30 de agosto a classe trabalhadora realizou (apesar das amarras e armadilhas da burocracia sindical) demonstrações significativas de seu poder social.
       
      Os setores da classe trabalhadora com tradição de luta e sindicatos com vida interna (mesmo que controlados por governistas e pelegos) visivelmente queriam tomar parte nas batalhas que vinham se dando nas ruas. Mas os burocratas que dominam os principais sindicatos brasileiros foram um empecilho monstruoso que efetivamente preveniu que ela se pusesse à frente das poderosas manifestações de junho e julho. Apenas após os atos diminuírem e os ânimos de protesto se acalmarem um pouco, foi que se convocou o “Dia Nacional de Lutas”, de forma conjunta (e propositalmente tardia) pelas centrais sindicais brasileiras (CUT, Força Sindical, UGT, CTB, CGTB, CSP-Conlutas e outras). A maior parte dos seus dirigentes claramente buscou manter a mobilização contida a um nível “aceitável” para o governo do PT. Em muitas categorias importantes, não houve greve ou agitação. Paralelamente, as centrais alinhadas diretamente com o governo, CUT e CTB, tentaram transformar o dia 11 em um dia de apoio velado ao governo Dilma e sua promessa vazia de “ouvir a voz das ruas”.
       
      A maioria dos sindicatos está nas mãos de carreiristas pró-capitalistas, que destroem as possibilidades de uma luta bem organizada e consciente, minam a confiança e desanimam o proletariado, além de semearem ilusões nos governos burgueses (e têm feito isso por décadas). Para manterem suas posições privilegiadas, os burocratas precisam impedir uma luta destemida dos trabalhadores. Os revolucionários atuam nos sindicatos não como um fim em si (até porque estes são atualmente bastante burocratizados e reúnem apenas uma parcela minoritária da classe trabalhadora). Eles adentram os sindicatos como um meio para chegarem ao conjunto do proletariado. Seus interesses são distintos das práticas institucionalizadas dos burocratas da CUT, Força Sindical, e demais. Durante uma situação explosiva como a que vivemos, um partido revolucionário de trabalhadores teria buscado intervir com a proposta de uma greve geral contra os governos e os patrões.
       
      Enquanto defendesse demandas imediatas sentidas pelos trabalhadores, um partido revolucionário também apontaria a necessidade de os proletários construírem seu próprio governo; tentaria popularizar demandas que vão além dos limites do capitalismo, como o reajuste imediato de salários de acordo com o aumento do custo de vida, o direito a um salário mínimo para todas as necessidades essenciais (como calculado pelo DIEESE – R$ 2.761 em novembro de 2013) e redução progressiva das horas de trabalho (sem redução de salário) até acabar com o desemprego; impulsionaria organização dos trabalhadores contra a repressão policial, formando autodefesas baseadas nos sindicatos; realizaria uma campanha implacável de denúncia contra todos os burocratas que traem e freiam as mobilizações; chamaria o movimento operário a se colocar na vanguarda do combate contra cada caso de opressão racial, machista ou homofóbica; proporia soluções radicais para questões que afligem o povo trabalhador, como é a questão da moradia nas grandes cidades, por exemplo, defendendo o direito de confisco de todos os imóveis fora de uso pelos trabalhadores que precisam.
       
      Dirigida majoritariamente por um partido que se reivindica revolucionário (o PSTU), a CSP-Conlutas se coloca em oposição de esquerda ao governo Dilma. Poder-se-ia esperar dessa central um papel chave em desmascarar todos os burocratas que apoiam o governo do PT e se fazem de aliados dos trabalhadores. A CSP-Conlutas teve, de fato, um papel de destaque em muitos estados nas ações do dia 11 de julho (e mais ainda no dia 30 de agosto, quando as demais centrais em grande parte boicotaram a luta) apesar do seu peso pequeno no movimento sindical brasileiro.
       
      Entretanto, sua política passou muito longe de orientar adequadamente os trabalhadores contra os burocratas. A direção da CSP-Conlutas não apoiou as promessas vazias feitas por Dilma em seu pronunciamento televisivo de 21 de junho. Mas caiucompletamente na armadilha “de esquerda” que promove a burocracia, que é a ideia de que seria preciso pressionar o governo para que ele passe a defender os trabalhadores e “mude o país” para melhor:
       
      “Se o governo não demonstra nenhuma intenção de resolver os problemas, a tarefa é aumentar a mobilização. Este é o desafio do momento… É hora de parar o Brasil inteiro para cobrar do governo uma mudança de rumo no país e o atendimento das reivindicações dos trabalhadores. Este é o caminho.” (Ênfase nossa).
       
      — Nota da CSP-Conlutas, 26 de junho de 2013. Disponível em:
       
      “Precisamos parar as privatizações (a começar com o fim dos leilões das reservas de petróleo) e reverter as que já formam feitas, recuperar o patrimônio público que foi entregue para empresas privadas a preço de banana. Sem isso não há soberania nem futuro para o país. O governo precisa parar de dar dinheiro público para as grandes empresas, para que haja recursos para financiar as políticas públicas que melhorem a vida do povo.” (Ênfase nossa).
       
      — Nota da CSP-Conlutas, 1º de julho de 2013. Disponível em:
       
      Essa forma de colocar a questão, que está absolutamente naturalizada no discurso dos dirigentes da CSP-Conlutas, contém um problema gravíssimo, que desorienta os trabalhadores se levarmos em conta uma perspectiva revolucionária. É claro que o proletariado exige o atendimento de reivindicações que são feitas aos governos burgueses nas lutas e os revolucionários devem participar em todas as mobilizações por reformas e melhorias parciais. Mas isso é muito diferente de exigir do governo burguês uma “mudança nos rumos do país” que “melhore a vida do povo”. Os revolucionários não pedem que o governo burguês “passe a favorecer os trabalhadores”. Isso é uma ilusão e/ou uma enganação. Ao contrário, é essencial explicar pacientemente que um governo baseado nas instituições do Estado burguês jamais poderá servir aos proletários.
       
      Por sinal, esse tipo de “estratégia” (“Este é o caminho”) baseada em falsas exigências (falsas, pois não podem jamais ser alcançadas cobrando-as do governo do PT) vai contra a luta por um “governo dos trabalhadores” contra ambos o PT e a oposição de direita, que a CSP-Conlutas diz reivindicar. Ou é preciso derrotar o governo burguês do PT quando a classe trabalhadora estiver suficientemente madura e consciente, ou deve-se apostar em pressioná-lo a “mudar sua política econômica” a favor da classe operária. Não é possível apontar os dois caminhos, mas a direção da CSP-Conlutas frequentemente passeia entre essas duas perspectivas opostas pela raiz. Fazendo isso, auxilia a tese dos burocratas governistas e semigovernistas do “governo em disputa”, a ideia de que se pressionarmos o governo ele pode de alguma forma passar a favorecer os trabalhadores. Essa lógica coloca a CSP-Conlutas no papel de “conselheira de esquerda” do governo burguês.
       
      A CSP-Conlutas é um setor minoritário do movimento sindical brasileiro e não poderia sozinha realizar um movimento capaz de abalar seriamente o governo petista. O que se poderia exigir dela enquanto entidade é, durante as lutas, a realização de uma campanha implacável de denúncia do governo e dos burocratas governistas, com absoluta clareza a respeito das tarefas dos trabalhadores. Como vimos, durante os dias 11 de julho e 30 de agosto isso não foi realizado. Apesar de algumas críticas aos governistas no jornal do PSTU e em alguns folhetos da entidade, prevaleceu o clima de um dia de “unidade de todas as centrais” para cobrar do governo uma “mudança de rumo” na sua pauta econômica (do qual a CSP-Conlutas nada destoou). Assim, no momento em que a classe proletária protagonizou as maiores ações organizadas nos últimos anos, ficou clara a incapacidade do PSTU de fazer da CSP-Conlutas uma alternativa concreta ao sindicalismo governista, pois tal partido coloca a central sindical que dirige no caminho do reformismo e de uma pauta dentro dos marcos do governo petista.
       
      A questão negra entre sangue e fogo
       
      A opressão sofrida pelos negros brasileiros também se revelou de forma dramática nas lutas do último ano. A perseguição policial preferencial aos negros e nordestinos deixa uma fila de mortos. Amarildo, pedreiro negro detido pela polícia no dia 14 de julho por ser considerado “suspeito” de envolvimento com o tráfico de drogas (sem nenhuma “evidência” para além da cor de sua pele e do local onde morava), foi torturado com choques elétricos até a morte e seu corpo ocultado pelos policiais da UPP (Unidade de Polícia Pacificadora) da Rocinha. Impossível esquecer também o assassinato dos moradores na chacina da Favela da Maré durante um protesto no dia 24 de junho, no auge das manifestações de rua. Ao longo dos meses, agressões, assassinatos e desrespeitos contra a população pobre e negra se seguiram um após o outro por parte da polícia, expressando nitidamente como o Estado burguês racista acha que a vida dessa camada da população não possui valor algum.
       
      Rodrigo Pimentel, o aclamado autor do livro e filme Tropa de Elite e atual comentarista de segurança da Rede Globo, deixou clara essa posição em uma de suas colocações: “O Fuzil AR-15 deve ser utilizado em guerra, em operações policiais em comunidades e favelas. Não é uma arma para se utilizar em área urbana”. Para a burguesia brasileira e seus porta-vozes, é natural usar armas de guerra nas áreas em que vive a população negra. A polícia que mata na favela é a mesma que reprime no asfalto, porém na favela as balas não são de borracha.
       
      O racismo é uma das características históricas do capitalismo em nosso país, e está presente em praticamente todos os aspectos da vida do brasileiro, inclusive na superexploração dos proletários negros (expressa no trabalho informal, na flexibilização dos direitos trabalhistas, no pagamento de salários mais baixos, etc.). A posição dos revolucionários não pode ser de indiferença com relação ao racismo, ou de nada ter a oferecer aos negros além do “programa geral para os trabalhadores”.
       
      Devemos combater ativamente todas as manifestações de opressão e tomar uma postura ativa de defesa dos que são mais oprimidos pelo capitalismo. Essa posição vai ganhar para a luta anticapitalista uma camada significativa dos proletários e semiproletários negros e nordestinos que sentem na pele a opressão do Estado da forma mais intensa e tem um interesse objetivo na sua destruição. Por essas condições, não temos dúvidas que serão os negros e as mulheres trabalhadores que estarão à frente da revolução proletária brasileira – mas esse entendimento não parece ser compartilhado por muitos na esquerda que pouco tocaram na questão do racismo durante as lutas do ano passado.
       
      Nós do Reagrupamento Revolucionário defendemos ativamente que os “Fóruns de Lutas” que surgiram em algumas capitais buscassem integrar não só a juventude, mas também a classe trabalhadora e, principalmente, seu setor mais explorado. O momento era propício para soldar, sob a liderança do proletariado, uma unidade entre todos os oprimidos que se chocam com os interesses do capitalismo e dos governos burgueses. Sob uma liderança e um programa proletários, tal unidade apresenta possibilidades extraordinárias para derrotar o capitalismo e o racismo. Como dissemos em nosso artigo Marxismo e Questão Negra no Brasil (maio de 2012):
       
      “O fim do racismo no Brasil, a plena integração do negro à sociedade, não é possível sem o fim do capitalismo. Mas esta não é uma relação de mão única: a luta da população negra contra sua forma de opressão também contribuirá para fortalecer a luta de classes do proletariado em geral. Logo, é necessário combinar as demandas da população negra contra a opressão, principalmente seu setor majoritário que se encontra no proletariado, com as demandas objetivas do conjunto da classe trabalhadora e sua luta pelo socialismo”.
       
      — Disponível aqui.
       
      Algumas vezes a mídia corporativa insistiu em caracterizar os jovens que tomaram as ruas ao longo das jornadas de lutas como os filhos privilegiados da “classe média”, que não tinham muito do que reclamar (basta lembrarmos do comentário de Arnaldo Jabor, “especialista” em asneiras da Rede Globo). Se a condição de classe dos primeiros contingentes a tomarem as ruas, antes da explosão que tomou o país de cabo a rabo, era em grande parte de filhos de setores menos pauperizados da classe trabalhadora e dos estratos inferiores da pequena-burguesia (o que o senso comum costuma chamar de “classe média”), esse quadro mudou severamente de meados de junho em diante.
       
      Um amplo setor daqueles jovens que enfrentaram corajosamente as forças de repressão eram trabalhadores precarizados, advindos das periferias e favelas, que vivem de um salário de fome. Isso foi demonstrado por uma pesquisa realizada na manifestação de 20 de junho no Rio de Janeiro, segundo a qual a média era de manifestantes com mais de vinte anos, escolarização de nível médio, trabalhando e com renda familiar entre dois e três salários mínimos [3].
       
      Grande parte dessa juventude integra a classe trabalhadora, porém não tomou as ruas como tal. Não possuem consciência de seus interesses de classe e estiveram muitas vezes confundidos pelo lixo nacional-pacifista que era propagado pela grande mídia burguesa com o intuito de desmobilizar as lutas. Certamente, esses trabalhadores também não reconhecem em seus sindicatos um instrumento de luta, pois estes são ou inexistentes na prática (entidades fantasmas controladas por uma camarilha interessada no recolhimento do imposto sindical) ou pró-patronais, chegando mesmo a delatar aos patrões qualquer trabalhador que se interesse em organizar lutas. Estes casos são ainda mais comuns com as empresas de trabalhadores terceirizados, que são em maioria negros e cujos “direitos” são praticamente inexistentes.
       
      É essencial buscar formas de organizar essa juventude proletária pauperizada que estava presente de forma dispersa nas lutas. Uma demanda essencial é que os sindicatos integrem e organizem os trabalhadores terceirizados de suas categorias e ramos. Num nível mais alto de mobilização, seria possível a organização desses trabalhadores por locais de moradia e de trabalho, conforme apontamos enquanto perspectiva no Fórum de Lutas do Rio de Janeiro [4].
       
      Mais do que salários melhores (pauta quase que exclusiva do “sindicalismo de resultados”), é central colocar o combate ao racismo, à violência policial e às mil formas de discriminação e opressão em primeiro plano para mobilizar tal setor, expressando tal combate em âmbitos que não só o do trabalho (que deve incluir demandas como igual salário para igual trabalho e efetivação com plenos direitos de todos funcionários terceirizados), mas também lutando de forma firme e intransigente pelo fim da polícia que os extermina cotidianamente nas periferias e favelas; na defesa de um transporte público, gratuito e de qualidade; livre acesso à educação via fim do vestibular e estatização das universidades privadas; dentre outras demandas.
       
      A coragem e disposição para lutar dessa juventude proletária precarizada ficou evidente no ano passado. Tal setor tende a continuar protagonizando atos de combatividade nas lutas que esse ano promete, contra a barbárie que os megaeventos (Copa e Olimpíadas) tem perpetrado nas favelas e periferias e também nos canteiros de obras. Mas para que tal energia seja canalizada de maneira produtiva para a luta, é necessário integrar tal camada aos setores já organizados do proletariado, buscando despertar sua consciência de classe e sua identidade operária, baseando-se em um programa socialista. Apenas assim poderão transcender o beco sem saída de tomar as manifestações como um fim em si (como muitos fizeram) e sua desconfiança em relação à construção de um partido de trabalhadores revolucionário (já que os partidos em geral foram associados ao jogo sujo da política parlamentar).
       
      O Black Bloc e a “respeitabilidade” burguesa
       

      Um dos assuntos que mais se destacou ao longo dessa jornada de lutas de 2013 foi certamente o surgimento em peso de adeptos da tática Black Bloc, que deixou atônitos os porta-vozes da burguesia (que fizeram de tudo para criminalizá-los) e os social pacifistas da esquerda. Apesar de bastante heterogêneos em sua composição, os Black Blocs são quase sempre jovens que rejeitam a organização partidária como princípio, associam-se vagamente com o anarquismo e se organizam para se proteger dos ataques da polícia ou mesmo buscar o enfrentamento com os repressores. Suas ações variam entre a defesa contra as investidas policiais (montando barricadas nas ruas, por exemplo), até ataques contra alvos identificados como símbolos do capitalismo – vitrines de lojas e bancos e prédios institucionais. 

      Talvez a faceta mais clara do papel e do caráter reacionário da burocracia sindical tenha vindo à tona quando, no dia 11 de julho no Rio de Janeiro, os bate-paus a serviço dos dirigentes da CTB atacaram violentamente e empurraram para o cordão policial o grupo do Black Bloc e outros setores radicalizados no protesto convocado pelas centrais. Enquanto uma juventude combativa se confrontava com o aparato policial do governador assassino Sergio Cabral (aliado de Dilma, PT e PCdoB), esses verdadeiros “capatazes da burguesia dentro do movimento operário” tomaram o lado da polícia.

       
      Nossa atitude com relação aos Black Blocs é, antes de tudo, de defesa incondicional de seus membros contra a repressão policial. Estamos ao seu lado contra os ataques que sofrem das polícias e dos burocratas por serem um setor radicalizado das manifestações. Defendemos a libertação imediata de todos os ativistas presos e a queda dos processos e o fim dos órgãos de repressão e espionagemestabelecidos pelos governos no decorrer das lutas, como foi a CEIV (Comissão Especial de Investigação de Atos de Vandalismo) de Cabral. Os representantes do capital é que são os verdadeiros bandidos!
       
      Mas, apesar de ser fácil para um militante combativo simpatizar com o sentimento por detrás desses ataques simbólicos à propriedade burguesa, na prática tais ações são de fato puramente simbólicas, deixando intacto o verdadeiro poder capitalista por detrás de tais símbolos. Elas ainda expõem de forma desnecessária estes ativistas jovens a possíveis prisões e indiciamentos, uma vez que a correlação de forças atual as torna isoladas frente ao poderoso aparato repressivo do Estado.
       
      Além disso, somos opostos à ausência de estratégia revolucionária na concepção do Black Bloc. Embora em algumas ocasiões seus membros tenham realizado ações heroicas de resistência contra a polícia e ajudado a proteger manifestantes despreparados, não tem nenhum projeto que aponte para a necessidade de ligação com o proletariado para que este esteja à frente das massas oprimidas e muito menos uma perspectiva de governo direto dos trabalhadores. Não colocam a centralidade da classe proletária, se deixando levar pelo espontaneísmo e por uma perspectiva imediatista de “ação direta” sem estratégia.
       
      Tal tática é, em última análise, uma expressão de ira da juventude oprimida contra os poderes estabelecidos, mas que carece completamente de um norte estratégico, que possa de fato antagonizar o poder do capital. E sem isso, não será possível triunfar sua revolta contra os inimigos que são a polícia e os capitalistas. Não é o suficiente fazer a polícia recuar, é necessário destruí-la como instituição; de nada serve o esforço de quebrar as vitrines dos bancos e das grandes empresas, o que é necessário é expropriar os capitalistas; isso só pode ser feito pela força do proletariado imbuído de um programa revolucionário.
       
      Ademais, por mais que tenha sido positivo o Black Bloc ter recolocado na agenda a questão da autodefesa contra as forças de repressão, é fundamental que essa seja submetida e organizada através de um controle democrático das assembleias de luta, para evitar ações aventureiras que possam acabar sendo desastrosas para os próprios manifestantes. Defendemos que as autodefesas devem ser prioritariamente organizadas ao redor da classe operária, que tem a estrutura necessária para garantir que elas transcendam a improvisação e o espontaneísmo, que são fraquezas constantes do Black Bloc. Um controle democrático também coloca a autodefesa enquanto uma responsabilidade coletiva dos manifestantes, evitando assim o aventureirismo individualista.
       
      Uma organização revolucionária buscaria dialogar com essa juventude radicalizada que compõe os Black Blocs, oferecendo a perspectiva estratégica do bolchevismo, a importância de construir um partido disciplinado de luta contra a “democracia” dos ricos e preparação revolucionária dos trabalhadores em oposição aos burocratas e reformistas. Como colocou o revolucionário norte-americano James P. Cannon certa vez com relação ao anarquismo (e se aplica também aos Black Blocs):
       
      “Isso pode parecer uma contradição em termos, mas se não fosse pelo anarquismo dentro de nós enquanto indivíduos, nós não precisaríamos da disciplina de uma organização. O partido revolucionário representa uma unidade dialética de opostos. Por um lado ele é, de fato, a fusão dos instintos rebeldes de indivíduos com o reconhecimento intelectual de que sua rebelião só pode ser efetiva se eles estiverem combinados e unidos em uma única força de ataque, que apenas uma organização disciplinada pode fornecer.”
       
      Carta a Myra Tanner, 29 de julho de 1955. Disponível em:
       
      A posição de vários setores da esquerda com relação aos Black Blocs também foi notória do seu nível de adaptação à “respeitabilidade” burguesa. O Deputado Estadual Marcelo Freixo do PSOL (“queridinho” de muitos setores da esquerda no Rio de Janeiro), defendeu o cumprimento da “Lei e Ordem” burguesa. Segundo uma entrevista de Freixo publicada no jornal O Dia, o deputado defende a prisão de qualquer ativista que fizer “depredação”:
       
      “Não dá para concordar com quebra-quebra e claro que a polícia tem que prender quem estiver depredando o patrimônio público ou privado. A polícia tem que agir dentro do que a lei determina. O que está sendo questionado não é o cumprimento da lei por parte da polícia, mas o contrário, o descumprimento dela.”
       
      — Reportagem do jornal O Dia, 18 de julho de 2013. Disponível em:
       
      Essa posição escandalosa, entretanto, foi recebida com um espantoso silêncio por parte de todos os setores do PSOL, inclusive aquelas correntes autoaclamadas revolucionárias que se consideram da “ala esquerda” desse partido (como a CST e a LSR/CWI), que jamais se manifestaram publicamente sobre isso e seguem vendo em Freixo uma “alternativa” para o PSOL. Essa mesma “ala esquerda” do PSOL também apoiou Freixo com entusiasmo nas últimas eleições municipais em 2012. Naquela época, essas correntes também ficaram caladas diante de afirmação de Freixo, em rede de televisão, que “dependendo da situação”, poderia sim cortar ponto de trabalhadores municipais em greve. Assim como antes, fingem que não veem as posições reacionárias de seu candidato para poderem se manter na sua aba, posicionamento que só faz aprofundar a desconfiança e repúdio dos novos lutadores em relação a partidos de esquerda.
       
      A polêmica do PSTU com o Black Bloc
       
      Uma posição sectária (e ao mesmo tempo oportunista) com relação aos Black Blocs foi desenvolvida pelo PSTU. O partido realizou uma série de polêmicas públicas com os Black Blocs que reverberaram por toda a esquerda. Mas os argumentos dessa polêmica não vêm do arsenal do marxismo revolucionário:
       
      “Nós, do PSTU, não temos nenhum apreço por essas instituições [bancos, empresas e lojas que tiveram suas vitrines quebradas]. Muito pelo contrário. Mas, consideramos que esses métodos não enfraquecem os grandes empresários. Ao contrário, lhes dão um argumento para jogar a opinião pública – e muitos trabalhadores – contra as manifestações e, assim, preparar a repressão. Sua ‘ação direta’ é típica de setores de vanguarda, descolados das massas, que terminam por fazer o jogo da direita, justificando a repressão.”
      (…)
      “Os ‘Black Blocs’, porém, têm uma ação distinta [da simples defesa contra os ataques da polícia]. Entram nas passeatas e, sem que tenha havido qualquer deliberação por parte dos manifestantes ou dos grupos que organizaram o protesto, atacam de forma provocativa a polícia, que reage, sistematicamente, reprimindo e muitas vezes acabando com as mobilizações. Agem como provocadores da repressão policial, tendo sido responsáveis, muitas vezes, por acabar com várias passeatas. Foi o que aconteceu no Rio de Janeiro, nas últimas manifestações pelo ‘Fora Cabral’.”
       
      Boletim do PSTU Rio de Janeiro, 27 de julho de 2013. Disponível em:
       
      Em primeiro lugar, chama atenção o vocabulário do PSTU. Os membros do Black Bloc seriam “provocadores da repressão policial” e “responsáveis, muitas vezes, por acabar com várias passeatas”. Como já afirmamos, não temos acordo com os métodos espontaneístas e aventureiros dos Black Bloc, que podem levar a ações desastrosas em momentos de correlação de força desfavoráveis, tendo um desfecho negativo para esses manifestantes. Mas o PSTU tende a simplificar a questão, como se tivessem sido os Black Blocs os responsáveis pela repressão brutal que ocorreu na maior parte das manifestações do ano passado.
      Diferente do que dá a entender o PSTU, a polícia não precisou de nenhuma “justificativa” para atacar brutalmente e mesmo assassinar lutadores e manifestantes no último ano: sua repressão era sistemática tanto em atos pacíficos quanto em protestos radicalizados. Responsabilizar o Black Bloc pela reação truculenta da polícia é uma piada de mau gosto. Fazer isso é confundir quem são os oprimidos e quem são os opressores da história, é limpar a ficha da polícia, pois sua ação seria aparentemente “justificada” pelos “provocadores”. Na concepção do PSTU, os Black Blocs não seriam manifestantes que utilizam táticas radicalizadas, mas indivíduos aparentemente infiltrados nas lutas, que “entram nas passeatas” e “se aproveitam das mobilizações”.A polêmica do PSTU com o Black Bloc não é uma discussão a respeito dos melhores métodos de resistência para a classe trabalhadora e a juventude, e sim uma “crítica que poderia ser (com alguns retoques) publicada por um socialdemocrata. Os Black Blocs não são criticados centralmente pela inadequação ou insuficiência de suas políticas, e sim porque vão contra a “opinião pública”, quer dizer, as concepções pacifistas atuais predominantes na população, que rejeitam qualquer resistência organizada contra as forças policiais. Ora, a primeira tarefa de um partido revolucionário é justamente combater esse tipo de “opinião pública” (inclusive entre os trabalhadores) que se preocupa mais com algumas vitrines quebradas do que com a fúria assassina da polícia contra a juventude.

       

      Um autêntico partido revolucionário não viraria os olhos para o fato de que a radicalização da juventude (da qual o Black Bloc é apenas uma das formas assumidas) é uma expressão contraditória de um desejo de se levantar contra o sistema capitalista. Desejo esse que, apesar de partir de um impulso progressivo, carece de um guia de ação, de métodos adequados e de um programa revolucionário. Ao contrário, os revolucionários buscariam dialogar com esses jovens sobre a necessidade de aliança com o proletariado e sobre a importância de construir um partido trotskista. Não se faz isso dizendo que tais jovens são provocadores e culpados pela reação policial.

      Mas se podemos criticar a postura hostil do PSTU em relação aos jovens do Black Bloc, o mesmo não se pode dizer da sua caracterização generosa dos cães de guarda da burguesia, chamados de “trabalhadores uniformizados” ou “trabalhadores da segurança”, que esse partido tem repetido dezenas de vezes ao longo dos anos. O PSTU também revelou (no boletim distribuído por sua regional no Rio de Janeiro) que sua postura com relação ao Black Bloc tinha muito a ver com sua adaptação (de longa data) às instituições do Estado burguês:

       
      “Não é através da ação de grupos conspiradores, sem vínculos com as lutas reais da classe trabalhadora e sua própria auto-organização, que o capitalismo irá conhecer seu fim. Além disso, o enfrentamento com a polícia não pode ser uma estratégia em si (como pensam os Black Blocs), e sim uma necessidade que por vezes é colocada para a militância quando a classe trabalhadora e a juventude são atacadas covardemente pelo aparelho policial nas manifestações. E mais: queremos dividir a polícia, trazer uma parte dela para o campo dos trabalhadores. Isso foi fundamental para o processo revolucionário na Rússia, por exemplo.”
       
      “Nós do PSTU queremos tornar as passeatas cada vez maiores. Queremos atrair a classe trabalhadora para estar junto à juventude nesta luta. Sem os trabalhadores, nossa luta contra Cabral, Paes e Dilma não tem a menor chance de ser vitoriosa. O permanente enfrentamento com a polícia dificulta o crescimento do nosso movimento, e pior, facilita a criminalização dos movimentos sociais. Cedo ou tarde, a mídia vai jogar a opinião pública contra as manifestações e vai abrir caminho [para] mais repressão.”
       
      Nota do PSTU Rio de Janeiro, 06 de agsoto de 2013. Disponível em:
       
      É verdade que o enfrentamento com a polícia não é “uma estratégia em si”. Mas tampouco enfrentar a polícia é algo a ser feito “por vezes”, somente quando os trabalhadores são atacados. Na verdade, um dos pontos essenciais do marxismo revolucionário é a necessidade de “esfacelar” a máquina estatal burguesa, cujo esqueleto são as forças de repressão. O que o PSTU não diz é que a destruição da polícia é uma tarefa estratégica para os trabalhadores, embora nem sempre seja tático entrar em confronto com ela.
       
      Os trabalhadores devem entrar na luta preparados para vencer. Não é tático entrar em uma briga de vida ou morte quando o inimigo está mais forte. O melhor nessa situação é resistir tanto quanto possível e preparar as forças para uma investida futura, sem jamais perder de vista que é necessário derrotar e desmembrar o aparato repressor burguês. O PSTU se “esquece” de mencionar esse aspecto. É verdade que o “enfrentamento permanente” com a polícia, quando as condições não o permitem, não é nada vantajoso para os trabalhadores e a juventude. Os que defendem ações aventureiras devem ser combatidos. Mas isso não tem nada a ver com a maioria dos confrontos de resistência contra a violência policial que testemunhamos no último ano, que são não apenas quase que inevitáveis ante a ação brutal das forças de repressão, mas expressão do direito dos manifestantes de se defenderem dessa violência.
       
      O receio do PSTU é de que, se houver mais enfrentamento com a polícia, “a mídia vá jogar a opinião pública contra as manifestações” e “abrir caminho para mais repressão”. A lógica dessa frase é de que não se deve enfrentar a polícia porque isso joga a opinião pública contra as manifestações. Se o PSTU está esperando o momento em que a imprensa capitalista vai apoiar um enfrentamento dos oprimidos contra o Estado burguês, então vai ficar esperando eternamente. Mas na verdade, a grande parte da população passou longe de acreditar no discurso da imprensa. Ao contrário, percebiam muitas de suas mentiras descaradas para criminalizar os Black Blocs e os demais manifestantes.
       
      Em outras ocasiões, nós já polemizamos com o PSTU sobre a questão de rachar as forças de repressão [5]. De um ponto de vista revolucionário, dividir as forças armadas da burguesia é importante para esfacelaressas forças em meio a uma conjuntura revolucionária. Rachar o aparato repressivo é um passo para abolir toda a sua estrutura num contexto de luta pelo poder. Nada tem em comum com a proposta levantada pelo PSTU de “desmilitarização” da polícia ou com seus esquemas para que ela se torne um órgão de “defesa dos interesses da população”. Também jamais vai acontecer tal racha sem que seja em uma situação revolucionária, na qual os trabalhadores montem destacamentos baseados em suas organizações de luta, que devem ser o núcleo das suas forças contra os policiais da classe dominante. O autor do texto do PSTU afirma que ganhar a polícia foi “fundamental para o processo revolucionário na Rússia, por exemplo”. Talvez ele devesse estudar melhor a mais importante revolução da história contemporânea. Um dos seus líderes centrais, Trotsky, relatou:
       
      “Entretanto, a palavra de ordem geral é desarmar os faraós [apelido dos policiais russos]. A polícia é o inimigo feroz, inexorável, odiado e odioso. A questão da conciliação nem se coloca. Eles são agredidos ou abatidos.
       
      História da Revolução Russa, 1930. Disponível em:
       
      O que nos diz o PSTU é que, para “dividir a polícia, trazer uma parte dela para o campo dos trabalhadores” deve-se evitar se confrontar com esse aparato repressor da burguesia. Ora, numa futura situação revolucionária, rachar os aparatos de repressão não é uma tarefa deslocada do enfrentamento dos trabalhadores contra tais forças, e sim um elemento complementar. Dizer para os trabalhadores e para a juventude que não se deve enfrentar a polícia porque “queremos ganhar uma parte dela” é depositar expectativas nas instituições da classe dominante e não na ação direta do proletariado. Quando isso é colocado num momento de confrontos com a polícia em defesa do direito de livre manifestação, como foi o caso, só serve para semear a passividade nas massas.
       
      Uma posição desse tipo fica diretamente oposta à realidade dos jovens trabalhadores precarizados que enfrentam cotidianamente a repressão policial nas favelas e periferias e se dispõem ao enfrentamento nas manifestações. Esta disposição deve ser organizada ao redor da classe proletária e preparada coletivamente com o máximo de profissionalismo, superando o espontaneísmo do seu conteúdo atual. Criticar tal disposição de luta e resistência sob o argumento de que atrapalha ganhar os policiais, joga a opinião pública contra os protestos ou acaba sendo “responsável pela repressãosó serve para fortalecer ilusões pacifistas e repelir instintos combativos.
       
      Por um partido revolucionário de trabalhadores!
       
      Em todos os aspectos das lutas que discutimos neste artigo, pontuamos invariavelmente a necessidade central de um partido revolucionário de trabalhadores. Como ficou claro, esse não é um partido para administrar o capitalismo, mas sim para liderar o proletariado e os oprimidos na luta pela derrota dos governos da burguesia e pela construção do seu próprio poder, aniquilando as estruturas do capitalismo e do seu Estado. O trabalho para construir esse partido não é simples e envolverá um esforço árduo e consciente do melhor da vanguarda comunista, ao longo de anos, para reagrupar os revolucionários, hoje dispersos, e tornar as ideias do trotskismo conhecidas pelas massas.
       
      Muitos militantes que se reivindicam anarquistas rejeitam a importância de uma vanguarda, dizendo que as massas não precisam de líderes. No vocabulário trotskista, vanguarda não significa adoração cega ou aparelhamento burocrático, e sim liderança de ideias. E disso as massas certamente necessitam. A ideologia burguesa, que naturaliza nos oprimidos sua posição social e a suposta inevitabilidade da sua condição é um obstáculo mais poderoso do que qualquer polícia. E também as variantes enganadoras que são difundidas pela burocracia sindical e pelas correntes reformistas e centristas precisam ser confrontadas. Ao buscar fazer isso, um grupo necessariamente está chamando os trabalhadores a se somarem à sua posição. O partido nada mais é que uma forma disciplinada e potencializada de batalhar para que a classe trabalhadora chegue a posições revolucionárias.
       
      A divisão dos partidos e organizações que se reivindicam revolucionários é frequentemente alvo de queixas. Mas poucas vezes os ativistas que fazem essa reclamação realmente analisam as diferenças entre os grupos para julgar se são triviais ou se são diferenças de perspectiva que exigem uma batalha para atrair os militantes comprometidos para posições corretas contra posições oportunistas. Os revolucionários lutam para fazer o movimento avançar o máximo possível, mas têm consciência de que enquanto as posições revolucionárias forem minoritárias, os líderes do movimento serão, na melhor das hipóteses, correntes reformistas que provavelmente irão trair e desviar as lutas. Sem travar uma batalha política e teórica contra as posições oportunistas com o objetivo de ganhar os militantes e grupos subjetivamente comprometidos com a revolução, as posições revolucionárias jamais alcançarão uma hegemonia entre o proletariado e a juventude. Para nós do Reagrupamento Revolucionário essa é uma tarefa prioritária.
       
      NOTAS
       
      [1] Os dois artigos complementos serão publicados em breve.
       
      [2] A análise do Reagrupamento Revolucionário sobre essa questão pode ser lida em Revolta de Massas no Brasil, de junho de 2013.
       
      [3] Pesquisa disponível, na forma de infográfico, em:
       
      [4] Conferir, por exemplo, o panfleto distribuído na assembleia do dia 30 de julho de 2013.
       
      [5] Conferir O Vermelho Deles e o Nosso, de agosto de 2011.

      Debate com a FT (LER-QI) sobre a Líbia/Síria

      Os rebeldes na Líbia e na Síria e a posição revolucionária 

      Rodolfo Kaleb, janeiro de 2014

      Em um artigo de 2013 lidando com os desenvolvimentos da guerra civil que se desenrola há quase três anos na Síria, no qual critica diferentes posições políticas na esquerda, a Liga Estratégia Revolucionária – Quarta Internacional (seção brasileira da Fração Trotskista) destacou, com uma nota de rodapé, o seguinte aspecto referente à guerra imperialista lançada contra a Líbia no ano de 2011:

      “Algumas correntes de origem espartaquista criticam a possibilidade de alianças tático-militares com os setores rebeldes na Líbia, não por embelezar Kadafi como uma direção ‘anti-imperialista’, mas por considerar que a intervenção militar imperialista configurava uma guerra de opressão nacional, motivo pelo qual os revolucionários supostamente deveriam se localizar no campo militar oposto a essa intervenção com um programa político independente. Essa lógica erra porque não considera que, mesmo tendo sido o levante das massas contra Kadafi desviado e controlado pelas direções burguesas aliadas ao imperialismo, seguia sendo sob essa base – por ter sido a protagonista de ações espontâneas de massa – que seria mais fecunda a luta política para colocar de pé um setor de vanguarda da classe trabalhadora com uma política independente das distintas frações burguesas.”

      A crise Síria e a necessidade de uma política revolucionária, 25 de setembro de 2013.
      http://www.ler-qi.org/A-crise-Siria-e-a-necessidade-de-uma-politica-revolucionaria

      É um pouco óbvio para os que acompanham nossas publicações que essa crítica, apesar de não sermos nominalmente citados, é dirigida a nós, assim como possivelmente a outros grupos de “origem espartaquista”. No nosso caso, isso deve dizer respeito ao fato de que reivindicamos que nas décadas de 1960 e 1970, a Liga Espartaquista dos Estados Unidos foi o grupo que melhor representou a continuidade da estratégia e do programa do trotskismo após a destruição da Quarta Internacional pelo revisionismo pablista. Posteriormente, a Liga Espartaquista (e sua corrente internacional) evoluiu cada vez mais para se tornar o que é hoje: uma seita burocratizada, realizando capitulações recorrentes tanto ao stalinismo quanto ao imperialismo [1].

      Nós polemizamos diretamente com a LER-QI (FT) em nosso texto sobre a Líbia em 2011 e discutimos ativamente sobre o assunto com sua militância no Rio de Janeiro. Não temos conhecimento de outras críticas (ao menos não da mesma profundidade) escritas sobre a LER-QI por qualquer outra corrente de “origem espartaquista”. Mas, deixando de lado o fato de que tal crítica poderia ter sido feita de forma mais direta e clara a nós e outros grupos, o parágrafo faz inicialmente uma descrição justa da posição que adotamos na guerra imperialista contra a Líbia em 2011, ocasião em que criticamos a posição adotada pela FT [2]. Aproveitamos então para dar continuidade a tal polêmica, esclarecendo melhor alguns pontos. 

      O caráter da guerra na Líbia

      A LER-QI questiona o fato de que consideramos que “a intervenção militar imperialista configurava uma guerra de opressão nacional”. Afirmamos que na Líbia se deu, cerca de um mês após o início da guerra civil interna, no qual se confrontavam os rebeldes de um lado e o exército de Kadafi de outro, uma investida imperialista em larga escala, liderada por França, Inglaterra e Estados Unidos, no qual os imperialistas adotaram o lado dos rebeldes e se coordenaram com eles para impor sobre a população da Líbia os seus interesses. Não conseguimos entender o que a LER-QI quer dizer com tal questionamento. Ela não faz nenhuma tentativa séria de demonstrar porque a guerra não seria (a partir de 20 de março de 2011, com o início dos bombardeios de auxílio aos rebeldes) uma guerra de caráter imperialista.

      A LER-QI não nega que a intervenção aconteceu, pelo contrário: diz se posicionar contra ela. Concorda que eram potências imperialistas atacando (em colaboração com os rebeldes) buscando derrubar a ditadura de Kadafi para impor seus próprios interesses. Como se deve chamar uma intervenção na qual as potências capitalistas atacam o governo de uma nação oprimida (por mais tirano que seja tal governo) para derrubá-lo? Para nós, isso se chama uma guerra imperialista contra uma semicolônia moderna. Todas as formulações anteriores da FT parecem apontar para isso:

      “Os imperialismos, legitimados como ‘apoiadores’ dos rebeldes pela política da CNT, esperaram longos meses até que esta direção tivesse legitimidade suficiente, para então armar as milícias controladas pela direção burguesa. O resultado não tardou. David Cameron e Nicolas Sarkozy marcharam triunfantes por Benghazi ao lado da CNT tendo sido ‘como heróis’…”.

      “A dialética existente na Líbia é que apesar de haver caído uma ditadura sangrenta, isso não se transformou em uma vitória para as massas, posto que está sendo capitalizado pelos imperialismos e pelo CNT. Esta conclusão é a derivação do fato de que não se pode separar a queda da ditadura da maneira como ela se deu. E não aconteceu a partir da ação independente das massas, mas sob o apoio da OTAN. A derrubada de uma ditadura não pode ser considerada em si um ‘tremendo triunfo para as massas’, se quem se beneficia são os imperialismos.” 

      Até quando a LIT-PSTU seguirão insistindo em seus erros?1º de outubro de 2011. Ênfase nossa.
      www.ler-qi.org/spip.php?article3146

      Nesse caso, os imperialistas contaram com o apoio de uma força militar nativa, forjada sob a liderança do reacionário Conselho Nacional de Transição líbio, que foi o exército rebelde. Isso não apaga o fato de que os bombardeios aéreos imperialistas, os veículos aéreos não-tripulados, o apoio técnico e treinamento militar oferecido aos rebeldes – tudo isso foi central para que triunfasse a aliança entre rebeldes e imperialistas. Em dado momento, a LER-QI chegou a elaborar uma descrição dos rebeldes que achamos excelente para explicar o papel por eles cumprido: “tropas terrestres” do imperialismo.

      “A preponderância da ação imperialista não foi um ‘detalhe’, como quer fazer parecer a LIT: ela negou a possibilidade de uma atuação independente das massas, fazendo com que os ‘rebeldes’ atuassem enquanto ‘tropa terrestre’ da intervenção aérea das potências, seguindo seus planos…”.

      “Não basta, agora e tardiamente, alertar sobre o CNT. É preciso entender a mudança da situação, que ora favorece grandemente a burguesia imperialista. Subestimar com o papel da OTAN como ator fundamental da queda de Kadafi ajuda a alimentar ilusões de que os inimigos dos povos oprimidos podem atuar em favor de seus interesses.” 

      A LIT acha progressista a “unidade de ação entre as massas e o imperialismo” na Líbia? 1º de setembro de 2011.
      http://www.ler-qi.org/A-LIT-acha-progressista-a-a-unidade-de-acao-entre-as-massas-e-o-imperialismo-na-Libia

      De fato, a intervenção imperialista não foi um “detalhe”. A OTAN foi o “ator fundamental” na queda do governo ditatorial de uma nação oprimida. Como é possível então questionar que ocorreu uma guerra de opressão imperialista contra a Líbia? Para nós, essa situação “parece-se muito” com uma guerra desse tipo. Em outros casos de guerra dos imperialismos contra uma semicolônia, nas quais estes tinham o mesmo objetivo de derrubar um governo ditatorial, mas para seus próprios interesses, a LER-QI tomou corretamente o lado do governo da nação oprimida, como foi o caso da guerra contra o Iraque em 2003. Nessa ocasião, a LER-QI compreendeu que “o ponto de partida do programa revolucionário é definir que a guerra do Iraque é uma clara guerra de agressão imperialista contra uma nação oprimida”. E definiu sua linha da seguinte forma:

      “Neste tipo de guerras, os revolucionários nos localizamos no campo militar dos países semicoloniais, independentemente do caráter do regime que os governe porque o triunfo do país imperialista significará duplas correntes para o povo da nação semicolonial, e padecimentos piores ainda do que com sua ditadura doméstica. No caso do Iraque nos localizávamos pela derrota militar do imperialismo norte-americano e de sua coalizão, apesar do caráter reacionário e ditatorial de Saddam Hussein.” 

      O movimento anti-guerra e a guerra/ocupação do Iraque, junho de 2005. Ênfase nossa.
      http://www.ler-qi.org/spip.php?article551

      Os imperialistas sempre contam (em maior ou menor escala) com o apoio de setores da burguesia nativa, que é uma classe essencialmente reacionária. No Iraque, por exemplo, o imperialismo norte-americano contou com o apoio de grande parte da burguesia curda (os esquadrões “Peshmerga”), e estas forças acabaram tendo popularidade devido ao histórico de opressão de Saddam Hussein contra o povo curdo e tentaram se apresentar como “libertadores”. Isso não deve mudar o fato de que os revolucionários se localizaram no campo militar oposto ao imperialismo (e àqueles que o apoiaram), ao mesmo tempo em que denunciariam a opressão e os crimes de Saddam Hussein contra a classe trabalhadora e o povo curdo, e suas décadas de colaboração com o imperialismo.

      Quando se trata da Líbia, entretanto, a LER-QI utiliza o fato do que antes chamou de “tropas terrestres do imperialismo” terem certo apoio popular (e também na esquerda oportunista) para se esquivar de tratar a situação como um caso de guerra imperialista. Como já argumentamos em nossa polêmica anterior, o fato de não haver unanimidade na esquerda (como houve no caso do Iraque) e de partidos dos quais a FT busca constantemente se aproximar (como o PO argentino) terem apoiado a “revolução” dos rebeldes líbios aumentou a pressão para que a ela tomasse uma posição dúbia e vacilante, evitando a caracterização óbvia de que se tratou de uma guerra de opressão imperialista. Caracterização essa que, conforme a LER-QI deixou claro em 2005, em relação ao Iraque, não deixa dúvidas para qual deve ser a tarefa dos revolucionários, “independentemente do caráter do regime” da nação sob ataque imperialista.

      Dessa forma, a nossa crítica a LER-QI sempre se baseou no fato de que, apesar de reconhecer o papel decisivo do imperialismo na dinâmica dos acontecimentos na Líbia (ao contrário do que fizeram o PSTU e outras correntes, que simplesmente taparam os olhos para isso e adotaram uma caracterização oportunista de “revolução” liderada pelo CNT em colaboração com a OTAN), a LER-QI não tomou as posições políticas compatíveis com a situação que por vezes ela própria descreveu. Agora ela está tentando fazer malabarismos teóricos ao dizer que não teria se tratado de uma guerra de opressão imperialista, para justificar o fato inexplicável de que não tomou a posição de defesa militar (mantendo o combate político contra) do governo da nação oprimida, que se confrontava, apesar de seus interesses originais, com o imperialismo e sua “tropa terrestre”. [3]

      (Para mais detalhes no que diz respeito a quais táticas e palavras de ordem os revolucionários poderiam usar para, ao mesmo tempo em que combatiam os imperialistas e rebeldes, lutar contra a ditadura de Kadafi, recomendamos a leitura de nossa polêmica anterior e também dos demais materiais reunidos no livreto “Líbia e a Esquerda”, que contém também declarações e polêmicas com outros grupos). 

      Os vaivéns na caracterização do movimento rebelde na Síria e Líbia

      Quando tomamos o lado contrário à intervenção imperialista e seus lacaios rebeldes na Líbia, não estávamos indo contra nenhum “levante das massas contra Kadafi”. É certo que os rebeldes tinham certo apoio popular, mas esse exército nada tem a ver com essa imagem que os morenistas (PSTU e cia.) e outros revisionistas tentaram criar. Ademais, Kadafi também tinha grande apoio popular, como demonstrou em atos massivos na capital e isso em nada afeta nossa linha de oposição estratégica contra ele. A LER-QI está inadvertidamente aceitando a caracterização dos oportunistas social-imperialistas quando nos critica dizendo que, por defendermos um combate aberto contra os rebeldes em face à sua ação coordenada com o imperialismo, estaríamos nos enfrentando com “a base”, dentre a qual seria supostamente “mais fecunda” a luta para a construção de uma vanguarda revolucionária.

      A LER-QI acredita, tal qual os oportunistas que ela criticou (principalmente o PSTU), que a base de apoio do Conselho Nacional de Transição líbio era de alguma forma progressista. Como apontamos em nossos artigos anteriores sobre o assunto, é fundamental diferenciar possíveis ilusões que tenham surgido na população a respeito das promessas de democracia dos elementos e ações concretos realizados pelos que compunham o exército dos rebeldes: os atos brutais de racismo perpetrados, a coordenação com a intervenção da OTAN, a confiança nas potências imperialistas, e a tomada do poder por setores da burguesia escudados em um fundamentalismo religioso grotesco.

      É importante lembrar que nossa defesa militar do regime da nação oprimida no caso líbio diz respeito ao seu confronto com os veículos aéreos não-tripulados e os aviões de bombardeio das potências imperialistas, as tropas do aparato rebelde (armados pela OTAN) e os especialistas militares imperialistas. Frente, por exemplo, às perseguições que o regime de Kadafi realizou contra populações civis desarmadas e movimentos de trabalhadores independentes, nos posicionamos ao lado destes últimos, assim como mantemos nossa oposição política intransigente a tudo que tal ditador representava politicamente: acreditamos que este devia ser derrubado pelo proletariado, e não pelas potências imperialistas e seus lacaios locais.

      Mas os rebeldes líbios não eram parte de um “levante de massas” (como a LER-QI considera que ocorria, mesmo reconhecendo que foi “desviado” pelos interesses imperialistas). A mesma indecisão da LER-QI pode ser visto no caso da Síria (onde a intervenção imperialista ainda não aconteceu):

      “Contra aqueles que veem o regime de Assad como progressista e anti-imperialista e afirmam que não está reprimindo uma luta popular, mas defendendo-se da tentativa dos EUA e Israel de derrotá-lo, sustentamos que na Síria há em curso uma luta legítima contra um regime ditatorial que estourou em março de 2011 como parte do processo mais geral da ‘primavera árabe’.”

      “Este levantamento popular tem profundas motivações democráticas e sociais. Ante a repressão brutal de Assad, o levantamento popular se militarizou, e ainda que persistam elementos da rebelião que sacudiu o regime, sobretudo os conselhos locais que organizam a vida cotidiana em cidades sob controle da oposição ou a Coordenação de Comitês Locais surgida no início dos levantamentos, os que estão ocupando o centro da cena no plano militar são organizações como o Exército Sírio Livre, que atua patrocinado pela Turquia, e em última instância conta com o apoio do imperialismo norte-americano.” (Ênfase nossa) 

      — Abaixo a ditadura de Assad, fora Israel e o imperialismo da Síria, 30 de maio de 2013.
      http://www.ler-qi.org/Abaixo-a-ditadura-de-Assad-Fora-Israel-e-o-imperialismo-da-Siria

      Duas coisas se misturam aqui. Em primeiro lugar, está a crítica correta às correntes stalinistas e nacionalistas terceiro-mundistas que apoiam Assad e consideram seu regime “anti-imperialista” e “progressivo”. Porém, não é verdade que a guerra civil na Síria consiste apenas em uma luta entre Assad e um “levante popular” que “se militarizou”. Não se deve confundir os protestos por democracia que aconteceram na Tunísia, no Egito e mesmo (em um primeiro momento) na Síria, sob o contexto da “Primavera Árabe”, ou o ódio justo do povo contra Assad, com a formação de um exército sob a liderança de setores burgueses e a guerra que há anos se desenrola no país.

      Uma vez estabelecido enquanto força beligerante dirigida pelo CNS, o Exército Livre Sírio é um conjunto de milícias que, apesar de heterogêneo, é um aparato armado controlado pela burguesia. A luta dos rebeldes associados ao ELS não pode ser confundida ou considerada parte de uma “luta legítima contra um regime ditatorial”, mas um desvio de qualquer anseio realmente progressivo contra Assad. Mesmo os Comitês Locais de Coordenação, que a LER-QI afirma representarem atualmente a persistência dos “elementos da rebelião que sacudiu o regime” inicialmente, integram há tempos o CNS, estando submetidos à sua direção burguesa e pró-imperialista. O mesmo vaivém pode ser visto no parágrafo que destacamos no começo deste artigo. Apesar de ter sido “desviado e controlado pelas direções burguesas aliadas ao imperialismo”, seguia havendo um suposto “levante das massas” contra Kadafi.

      A LER-QI também concede que os trabalhadores se localizem no campo militar dos rebeldes:

      “Apoiar consequentemente a luta de todos que querem derrubar Assad passa por colocar abertamente que não, os trabalhadores e o povo não podem ter nenhuma confiança nestes setores [o CNS e a direção do Exército Livre Sírio], ainda que se localizem em seu campo militar, pois caso a ditadura síria caia rapidamente trairão aqueles que lutaram em nome de melhores condições de vida e libertação do jugo da burguesia local e imperialista.” (ênfase nossa).

      Abaixo a intervenção imperialista na Síria! 3 de setembro de 2013.
      http://ler-qi.org/Abaixo-a-intervencao-imperialista-na-Siria

      Os revolucionários chamam os trabalhadores a defender um lado militar numa guerra sempre que isso implica defender seus interesses. Defendemos direitos democráticos sob ataque no caso de um golpe reacionário contra a democracia burguesa; defendemos os Estados operários deformados contra tentativas contrarrevolucionárias de restauração capitalista; defendemos as nações oprimidas contra o imperialismo e seus lacaios, como foi o caso da Líbia em 2011 (defesa da qual a LER-QI vergonhosamente se absteve ao não tomar o lado do regime da nação subjugada).

      Tomamos essas posições não como fins em si mesmos, mas como forma de avançar a luta pela revolução socialista. Porém, é do interesse dos trabalhadores (seria uma vitória parcial) ver derrotados os imperialismos numa guerra contra uma nação oprimida ou contra um Estado operário deformado, mesmo que isso não signifique de imediato um triunfo revolucionário. Mas qual é o interesse dos trabalhadores em ver um triunfo militar dos rebeldes na Síria? Se a LER-QI rejeita a falácia morenista da “revolução democrática” [4], por que concorda em estar do lado militar de uma investida contra Assad que visa, na “melhor” das hipóteses, apenas reconstruir a ditadura da burguesia?

      Essas são perguntas que LER-QI não tem como responder sem cair em contradição. De fato, se sabe que os rebeldes, caso vençam a guerra civil, “rapidamente trairão aqueles que lutaram em nome de melhores condições de vida e libertação do jugo da burguesia local e imperialista”, então porque considera que os trabalhadores podem se localizar no seu campo militar? Isso muito se parece com a receita morenista, que sabe que as investidas de movimentos burgueses resultarão na manutenção da ordem capitalista e em traições, mas mesmo assim os apoia. Em 2011 na Líbia, os trabalhadores tinham algo a ganhar ao lutar contra o bloco OTAN/rebeldes: iriam impedir uma opressão e exploração ainda maior do seu país (e poderiam aproveitar isso para preparar a luta decisiva pela revolução proletária contra Kadafi). O que os trabalhadores sírios tem a ganhar tomando o lado militar do exército rebelde? Substituir um regime ditatorial por outro igualmente repressor para os trabalhadores? (ou existe alguma confiança nas supostas credenciais democráticas da corja burguesa do CNS?).

      Na Síria, os revolucionários tem o dever de defender os trabalhadores e populações civis atingidas tanto por Assad e quanto pelos rebeldes, e de preparar um movimento proletário contra ambos essas forças burguesas. Não aconteceu ainda na Síria um ataque imperialista que levasse os revolucionários a tomar o lado militar daqueles que se opuserem a tal intervenção. Porém, é inegável que as tropas do ELS são aspirantes diretas a “tropas terrestres” das potências imperialistas [5]. Os revolucionários não podem estar “no campo militar” dos rebeldes, e tampouco estar em “alianças tático-militares” com eles (como a LER-QI hoje defende que era possível na Líbia). A séria ameaça de intervenção imperialista na Síria no fim de 2013 deveria ter deixado isso ainda mais claro!

      Ao contrário, para lutar por uma saída revolucionária na Síria, é preciso chamar os trabalhadores que apoiem os rebeldes a romperem imediatamente com tal movimento e não lhe prestar nenhum auxílio em seus intuitos reacionários. Na guerra civil que se desenrola, a luta dos rebeldes é para derrubar Assad para manter a Síria submetida ao imperialismo: não é um movimento amplo com intenções progressivas (e onde seja possível o debate) no qual os revolucionários influiriam para oferecer um rumo anticapitalista, mas sim um exército controlado por cúpulas burguesas.

      A raiz dessa posição vacilante da LER-QI é a sua caracterização flutuante dos movimentos rebeldes que surgiram Líbia e na Síria. Vimos acima que os rebeldes na Líbia teriam, na opinião anterior da LER-QI, cumprido o papel de “tropas terrestres” das potências imperialistas. Mas, em sua nota de crítica dirigida a nós, a LER-QI defende a “possibilidade de alianças tático-militares” com esses mesmos rebeldes em meio a uma intervenção imperialista. Imaginamos que nenhum militante da LER-QI defenderia “alianças tático-militares” com “tropas terrestres” do imperialismo, e nem achamos que essa foi a intenção de tal declaração. Tal absurdo flui do fato de que ora os rebeldes são caracterizados como um aparato militar burguês (que pode colaborar com o imperialismo), e ora como algum tipo de força popular lutando contra a ditadura, ainda que sua liderança seja burguesa. 

      A LER-QI e a construção do partido revolucionário na Líbia e na Síria

      Enquanto o PSTU tem toda uma teoria revisionista para basear sua posição de apoiar qualquer força que tenha popularidade contra um regime burguês (por mais reacionária que seja tal força), a LER-QI fica perdida em cima do muro, balançando entre a dúvida acerca do caráter imperialista que o conflito líbio assumiu e um impulso oportunista de conceder estar “no campo militar” de um movimento tão embelezado entre setores da esquerda. Nós defendemos também a formação de um movimento proletário “independente das distintas frações burguesas”. Mas diante de uma intervenção imperialista (que também segue um risco no caso da Síria), uma tarefa central de um movimento como esse seria esmagar o imperialismo e suas “tropas terrestres”, ainda que para isso fosse necessário lutar ao lado das tropas leais ao regime em determinado momento.

      A Fração Trotskista parece acreditar que defender possíveis “alianças tático-militares” com os rebeldes na Líbia e conceder que os trabalhadores podem “se localizar no campo militar” deles na Síria contribui para a construção do partido revolucionário. De fato, ela diz que as correntes que, como nós do Reagrupamento Revolucionário, tomaram o lado militar do regime líbio contra o bloco da OTAN/rebeldes, erraram porque foram contra a base em meio a qual “seria mais fecunda a luta política para colocar de pé um setor de vanguarda da classe trabalhadora com uma política independente das distintas frações burguesas”.

      Essa posição da LER-QI parte de um objetivismo desastroso no que diz respeito à construção da vanguarda revolucionária. De que forma a política trotskista de defesa da nação oprimida atrapalha a construção do partido revolucionário e por que essa intenção “seguia sendo”, apesar de tudo que se desenvolveu no país, supostamente “mais fecunda” entre a base de apoiadores dos rebeldes? Concretamente, discordamos que a base social dos rebeldes, politicamente pró-imperialista e sem qualquer delimitação de classe, pudesse ser considerada o sujeito social de uma revolução socialista, ou fértil para a construção do partido revolucionário.

      Em linhas gerais, as posições trotskistas podem ter certa impopularidade temporária. Muitos poderiam achar que defender militarmente Kadafi ou Assad (no caso de intervenção na Síria) contra o imperialismo seria capitular ao tirano. Muitos não compreendem que não queremos que esses ditadores sejam derrubados pelos rebeldes, justamente porque defendemos que eles devem ser derrubados por uma revolução proletária autêntica. O PSTU, com o método que lhe é característico, não poupa acusações de “capitulação ao ditador” a todos aqueles que não seguem a sua cartilha objetivista da “revolução síria”, supostamente uma “revolução socialista inconsciente”.

      Enquanto nós não sabemos as condições específicas nas quais o partido revolucionário será construído na Líbia ou na Síria, o que sabemos com toda certeza é que esse partido não será forjado por aqueles que temem a impopularidade temporária ou capitulam às ilusões de setores da população aceitando que estes tomem o lado dos rebeldes. Nem esse partido será construído se abstendo da tarefa leninista de tomar o lado da nação oprimida contra uma intervenção do imperialismo (ao mesmo tempo em que se mantém as denúncias e o combate político contra seu regime).

      Além do mais, não se deve subestimar as possibilidades da política marxista. Na Líbia atual, onde os imperialistas e seus aliados nativos obtiveram sucesso em derrubar o regime (sob o aplauso de muitos revisionistas), a situação não poderia ser mais desesperadora para a classe trabalhadora [6]. O fator objetivo da derrota é terrível para os trabalhadores líbios, mas muitos poderiam se lembrar de uma organização de vanguarda que alertasse de antemão para o fato de que a vitória militar dos rebeldes não levaria a nenhuma conquista democrática ou social, muito pelo contrário.

      Quando esse prognóstico se demonstrasse acertado, isso iria aumentar significativamente a autoridade dos revolucionários. Apesar dos seus graves erros em não tomar o lado militar do regime líbio na guerra contra a OTAN e em confundir os rebeldes como parte de um “levante de massas” legítimo, a LER-QI estava correta na época ao expor aqueles oportunistas que consideraram a vitória imperialista uma “tremenda vitória revolucionária”. Os trabalhadores líbios iriam querer entender porque agora ela está reivindicando a “possibilidade de alianças tático-militares” com os rebeldes que os tem massacrado desde que chegaram ao poder. 

      NOTAS

      [1] Para nossas diferenças com a SL e sua recente capitulação ao imperialismo norte-americano, conferir A Liga Espartaquista Apoia as Tropas Americanas no Haiti, de 15 de fevereiro de 2010.

      [2]Conferir PSTU, Fração Trotskista e a defesa da Líbia contra o Imperialismo, de novembro de 2011.

      [3] Cabe ressaltar que, em dois artigos mais recentes, escritos após termos preparado a versão inicial desta polêmica, a LER-QI buscou se esquivar dessa posição reafirmando abstratamente a necessidade de defender as nações oprimidas no caso de ataques imperialistas. Está claro que sua falta de firmeza na caracterização do conflito líbio e sua posição dúbia – de não ter tomado o lado militar de uma nação que foi brutalmente atacada por várias forças imperialistas e que teve reforçada as “duplas correntes” que oprimem seu povo – tem gerado algum mal estar interno.

      Nesses artigos mais recentes, a LER-QI tenta recuperar certo ar ortodoxo e fala ostensivamente em defender as nações oprimidas e também em combater os imperialistas e seus aliados “rebeldes” na Líbia, mas mantém toda a nebulosidade ao falar da estratégia de derrotar Kadafi sem deixar claro que, frente à investida da OTAN, havia se tornado uma tarefa revolucionária defender a vitória militar de suas tropas, que apresentaram resistência ao ataque imperialista.

      Conferir Os marxistas frente à guerra civil e o caso sírio e As guerras de nossa época e a política dos revolucionários, ambos de dezembro de 2013. Disponíveis em:

      http://www.ler-qi.org/Os-marxistas-frente-a-guerra-civil-e-o-caso-sirio

      http://www.ler-qi.org/As-guerras-de-nossa-epoca-e-a-politica-dos-revolucionarios 

      [4] Para o leitor não familiarizado com a tradição morenista, recomendamos a leitura de nossa polêmica com a CST (PSOL) sobre a Síria, Movimento dirigido pela oposição burguesa ou “revolução democrática”?

      Também nossa polêmica com a FT, Fração Trotskista (LER-QI) e sua ruptura incompleta com o morenismo.

      [5] Para mais sobre as posições do Reagrupamento Revolucionário sobre a guerra civil que se desenrola na Síria e a ameaça imperialista, conferir O Conflito Sírio e as Tarefas dos Revolucionários e Acerca dos recentes eventos na Síria,

      [6] Na ocasião, nós do Reagrupamento Revolucionário publicamos a nota “Derrota para os Trabalhadores na Líbia. Combater o Governo do Conselho Nacional e o Imperialismo!

      Postagem de Fim de Ano

      Seguindo a tradição, todo final de ano publicamos um material histórico de Estímulo à Determinação e à Vontade Revolucionária de nossos militantes, leitores e simpatizantes. Para a atual ocasião, foram escolhidos os seguintes textos do revolucionário russo Leon Trotsky, traduzidos para o português pelos nossos militantes. 

        Lucha fraccional y dirección del partido

        Lucha fraccional y dirección del partido

        James P. Cannon dio el siguiente discurso a un pleno del Comité Central del SWP el 3 de noviembre de 1953 después de terminada la lucha fraccional contra la fracción de Cochran-Clarke, asociada internacionalmente con Michel Pablo. Ha sido traducido de Fourth International (noviembre-diciembre de 1953). Después fue publicado en inglés en Speeches to the Party. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 27, Diciembre de 1996.

        Todos reconocemos, camaradas, que hemos llegado al final de una larga lucha fraccional en el partido. No queda ahora sino resumir los resultados.

        Esta ha sido una lucha fraccional larga, y no llegó a su conclusión definitiva sino hasta que maduró completamente. A la minoría cochranista se le dio todo un año para que llevara a cabo su trabajo y organización fraccionales subterráneos en el partido. Un año entero. Finalmente los jalamos a lo abierto; y durante cinco meses tuvimos una discusión intensa en la que incluso se publicaron más boletines internos que en la gran lucha de 1939-40. Luego vino el plenario de mayo y la tregua que los cochranistas firmaron, pero no respetaron.

        Después hubo cinco meses más de lucha, durante los cuales los cochranistas desarrollaron sus posiciones hasta su conclusión lógica, y se mostraron en acción como una tendencia anti-partido y anti-trotskista. Organizaron una campaña de sabotaje a las actividades y los fondos del partido, la cual culminó en el boicot organizado a nuestra reunión del XXV aniversario. Después vino este plenario de noviembre, en el que los líderes cochranistas fueron acusados de traición y suspendidos del partido. Y ese es el fin de la lucha fraccional en el SWP.

        Dada esta historia, nadie puede decir con justicia que fuimos impacientes, que algo se hizo apresuradamente, que no hubo discusión libre y amplia, que no hubo abundantes pruebas de deslealtad antes de que se apelara a la disciplina, y sobre todo, nadie puede decir que la dirección titubeó al dejar caer el hacha cuando llegó el momento. Ese era su deber. Los derechos de una minoría en nuestro partido democrático nunca han incluido, y nunca incluirán, el derecho a ser desleal. En el SWP no hay cabida ni lugar para rompehuelgas.

        * * *

        Unificaciones y escisiones

        Trotsky observó alguna vez que las unificaciones tanto como las escisiones son métodos para construir el partido revolucionario. Como la experiencia lo ha demostrado, esa es una observación profundamente verdadera. El partido que llevó la Revolución Rusa hacia la victoria fue el producto de la escisión con los mencheviques en 1903, de varias unificaciones y escisiones en el camino, y de la unificación final con Trotsky en 1917. La combinación de escisiones y unificaciones hizo posible el partido de la victoria en la Revolución Rusa.

        En nuestra experiencia, hemos visto el mismo principio en acción. Comenzamos con una escisión de los estalinistas. La unificación con los musteístas en 1934 y después con el ala izquierda del Partido Socialista fueron grandes hitos en la construcción de nuestra organización. Pero estas unificaciones no fueron más importantes, y más bien están en un mismo plano con la escisión de los sectarios de izquierda en 1935 y de los revisionistas de Burnham en 1940, y hoy con la escisión de los nuevos revisionistas. Todas estas acciones han sido parte del proceso de construcción del partido revolucionario.

        Sin embargo, esta ley que Trotsky formuló, de que tanto las unificaciones como las escisiones son igualmente métodos para construir el partido, es verdadera sólo bajo la condición de que tanto la unificación como la escisión sean motivadas adecuadamente. Si no están adecuadamente motivadas y adecuadamente preparadas, pueden tener un efecto perjudicial y desorganizador. Les puedo dar ejemplos de eso.

        La unificación de la Oposición de Izquierda bajo Nin en España con el grupo oportunista de Maurín, a partir de la cual se formó el POUM, fue uno de los factores decisivos en la derrota de la Revolución Española. La disolución del programa del trotskismo en aras de la unificación con un grupo oportunista le robó al proletariado español ese programa claro y dirección decidida que pudieron haber sido la diferencia en la Revolución Española de 1936.

        Por otro lado, las escisiones en la organización trotskista francesa antes de la Segunda Guerra Mundial — hubo varias, pero ninguna motivada apropiadamente — contribuyeron a la desmoralización del partido. Nuestra buena fortuna ha sido que nosotros no hemos llevado a cabo falsas unificaciones ni falsas escisiones. Nunca hemos tenido una escisión que al día siguiente no haya lanzado al partido hacia adelante, precisamente porque la escisión estuvo preparada apropiadamente y motivada apropiadamente.

        El partido no estaba listo para una escisión cuando se reunió nuestro plenario en mayo pasado. La minoría en ese momento no había de ningún modo extendido sus concepciones revisionistas hasta la acción de tal manera que convencieran a todos y cada uno de los miembros del partido de que estas eran ajenas a nosotros. Por esa razón hicimos grandes concesiones para evitar una escisión. A través del mismo razonamiento, dado que todo estaba claro y todo estaba maduro en noviembre, hicimos la escisión aquí, sin el menor titubeo. Y si, en los recuerdos de la lucha, le dan crédito a la dirección del partido por su paciencia y su tolerancia en la larga lucha, no olviden agregar que merece el mismo crédito por la acción decisiva y resuelta que se tomó en este plenario para llevar las cosas a una conclusión.

        * * *

        La escisión de 1940

        Creo que sería útil para nosotros si comparamos esta escisión, que consideramos que es un progreso y una contribución al desarrollo del partido revolucionario en los Estados Unidos, con la escisión de 1940. Hay semejanzas y diferencias. Son semejantes en tanto que el asunto básico en ambas era el revisionismo. Pero el revisionismo de 1940 no fue de ningún modo tan profundo y definitivo como el revisionismo del que nos hemos escindido ahora. Burnham, es verdad, había abandonado el programa del marxismo, pero lo hizo de forma abierta sólo en las últimas etapas de la lucha, cuando se quitó la máscara. Y Shachtman no lo siguió completamente. Shachtman, hasta el punto de la escisión, no revisó abiertamente nuestro programa respecto a la Unión Soviética, lo cual era el asunto central en disputa.

        El dejó la cuestión abierta, e incluso declaró en uno de sus últimos documentos que si los imperialistas atacaran a la Unión Soviética él saldría en su defensa. En cuanto al tercer líder, Abern, nunca cedió nada al revisionismo en la teoría. Todavía se consideraba a sí mismo un trotskista ortodoxo, y pensaba que la lucha por entero era en torno a la cuestión de la organización. Estaba gravemente equivocado, pero la lucha definitiva entre el trotskismo ortodoxo y el revisionismo no fue en absoluto tan definida ni tan profunda en 1940 como lo es esta vez. Eso se mostró por el hecho de que cuando Burnham llevó su revisionismo hasta su conclusión lógica y de plano abandonó el movimiento un par de meses después, Shachtman y Abern recularon.

        Ambas escisiones, ésta y la de 1940, son semejantes en tanto que las dos eran inevitables. Las diferencias en cada caso habían madurado hasta el punto en que no podíamos hablar el mismo lenguaje ni vivir en el mismo partido. Cuando los shachtmanistas nos dieron su llano ultimátum y demandaron que se les permitiera tener su propio periódico, su propia revista, su propia expresión pública, sólo estaban expresando su profunda convicción de que tenían que hablar en un lenguaje diferente al nuestro, de que concienzudamente no podían hacer circular lo que escribíamos en nuestra prensa sobre líneas ortodoxas. Y como nosotros no podíamos tolerar eso, la escisión era inevitable.

        * * *

        La presente escisión es diferente a la de 1940 en cuanto a que es más definitiva. No hay un solo miembro de este plenario que contemple tener relaciones posteriores en el mismo partido con los rompehuelgas de la pandilla de Pablo-Cochran. No hay ninguna duda a este respecto. Es una certeza absoluta que desde ayer a las once de la mañana, cuando salieron del salón —no con un portazo, sino con una sonrisilla— se fueron para siempre. Lo más que podemos esperar es que miembros individuales que hayan sido atrapados en la contracorriente regresen con la corriente al partido, uno por uno, y desde luego serán recibidos. Pero por lo que respecta a la médula principal de la fracción minoritaria, ellos han roto para siempre con nosotros. El día en el que fueron suspendidos del partido, y relevados de toda obligación para con él, fue probablemente el momento más feliz de sus vidas.

        Los shachtmanistas, por otro lado, continuaron durante mucho tiempo protestando que querían tener unidad. E incluso seis o siete años después de la escisión, en 1946 y 1947, de hecho tuvimos negociaciones de unificación con los shachtmanistas. En algún momento a comienzos de 1947 hicimos un acuerdo de unificación con ellos, lo cual ilustra la observación que hice de que la escisión de 1940 no fue de ninguna manera tan definitiva y final como la escisión de ahora. Terminamos para siempre con Pablo y el pablismo, no sólo aquí sino también en el campo internacional. Y nadie va a consumir un minuto de nuestro tiempo con negociaciones acerca de algún compromiso o cualquier tontería de ese tipo. Estamos en guerra con este nuevo revisionismo, que vino a florecer completamente en la reacción a los eventos sucedidos después de la muerte de Stalin en la Unión Soviética, en Alemania Oriental y en la huelga general en Francia.

        Diferencias en las escisiones

        Hay diferencias entre las dos escisiones en otros aspectos, que son muy importantes y más favorables para el partido. Primero, el tamaño de la escisión. En 1940 los shachtmanistas no tenían menos del 40 por ciento del partido y una mayoría en la organización juvenil. Contando a los jóvenes, que no eran miembros del partido con voto, era casi una escisión por la mitad. Este grupo se lleva un 20 por ciento a lo más. Esa es una diferencia.

        Una segunda diferencia es que la escisión de 1940 fue una escisión del cuadro de dirección por la mitad. No fue solamente el deshacerse de unas cuantas personas sin las cuales se podía operar fácilmente. Durante años el núcleo político central en la dirección central del partido habían sido Burnham, Shachtman y Cannon. Ellos se llevaron dos de tres. Tenían la mayoría en el Comité Político (CP) del partido, tal y como estaba constituido hasta el comienzo de la lucha en septiembre de 1939. Tuvimos que reorganizar al Comité Político en el plenario de octubre de 1939 para establecer el gobierno de la mayoría en el CP.

        Shachtman y Burnham no eran de ninguna manera simples adornos en el Comité Político. Ellos eran los editores de la revista y del periódico, y hacían prácticamente todo el trabajo literario. Había una división del trabajo entre ellos y yo, en la que yo me encargaba de lo concerniente a la organización y a la dirección sindical, la administración y las finanzas —y todo el resto de quehaceres de los que como regla general a los intelectuales no les gusta ocuparse— y ellos se encargaban de la mayor parte de los escritos. Y cuando estaban en la línea correcta escribían muy bien, como ustedes saben.

        Así que en 1940 hubo una escisión real, no sólo en la dirigencia política sino también en los cuadros activos. En el momento de la escisión hubo mucha aprensión por parte de algunos de nuestros camaradas. ¿Qué diablos haríamos sin estas fuerzas intelectuales de primer grado, escritores eficientes, etc.? Y ellos por su parte estaban jubilosos y tenían la profunda convicción de que nunca íbamos a poder recuperarnos, porque se llevaron a todos los escritores.

        Pues de prácticamente todos los camaradas que ahora están en la dirección del partido y hacen todo el trabajo del cuadro de dirección, muy pocos eran siquiera miembros del Comité Nacional en ese tiempo. Los que eran miembros estaban apenas en sus primeras experiencias y no tenían aún reconocimiento como escritores, oradores y políticos. El camarada Dobbs, por ejemplo, que venía del movimiento de masas, había estado en Nueva York sólo un par de meses. Algunos otros camaradas, que eran miembros plenos o alternos del Comité Nacional, no se habían considerado a sí mismos o no habían sido considerados de hecho como miembros del cuadro político dirigente del partido. En 1940, la escisión del cuadro de dirección fue justo por la mitad.

        * * *

        Y luego había un tercer aspecto de la escisión de 1940. La oposición pequeñoburguesa salió del partido con la mayoría de los jóvenes, quienes, como decía el camarada Dobbs, tienen más energía. Estaban confiados de que con su dinamismo y su habilidad para saltar y correr, con su concepto de un “partido de campaña”, y con sus escritores, pronto demostrarían que podían construir un partido más grande, mejor y más rápidamente —y en cualquier otro sentido al estilo californiano— que nosotros. Nosotros no estábamos de acuerdo, pero esa es la manera en que comenzaron.

        Y no olviden que casi a la siguiente semana empezaron con su nuevo partido. Lo llamaron el “Workers Party” [Partido Obrero] y sacaron un nuevo periódico semanal y una revista que nos robaron. Durante un período considerable pensaron que eran nuestros rivales en la lucha por la lealtad de la vanguardia de los obreros en este país. Eso es lo que confrontábamos en 1940. Nosotros tuvimos que tomar a nuevos cuadros de camaradas hasta entonces inexpertos, y empujarlos a lugares de responsabilidad en el Comité Político y en la prensa, y comenzar su entrenamiento para la dirección en el fuego de la lucha.

        El partido sigue su marcha

        La escisión de 1953 es bastante diferente en varios aspectos. En primer lugar, ya mencioné el tamaño. Es mucho más pequeña. Segundo, el cuadro no está ahora escindido por la mitad, como podría parecer a algunos cuando ven estos nombres: Cochran, Clarke, Bartell, Frankel, etc. Son gente talentosa; eran parte del cuadro, pero no una parte indispensable. Hemos tenido cinco meses de experiencia de la “escisión fría” desde el plenario de mayo para probarlo. Durante todo ese período los cochranistas no hicieron ningún trabajo partidista constructivo para nada. Bajo la inspiración del Gran Dios Pablo, dedicaron todos sus esfuerzos exclusivamente al fraccionalismo, a la obstrucción del trabajo partidista y al sabotaje de las finanzas del partido. ¿Y qué se vio como resultado? En los cinco meses que pasaron desde el plenario de mayo hemos visto que esta gente no es indispensable de ninguna manera para el trabajo literario del partido, para el trabajo político del partido, para el trabajo organizativo del partido, ni para el sostenimiento financiero del partido.

        Durante cinco meses el partido ha seguido su marcha sin ellos y a pesar de ellos. La escisión del cuadro resultó ser no más que una astilla. Lo probamos durante cinco meses en una escisión fría antes de que lo confrontáramos finalmente en una escisión caliente, y por eso lo sabemos. No ocurrirá absolutamente ninguna desorganización en la dirección, nadie va a andar a las carreras para ver quién va a llenar los lugares que dejaron estos ex trotskistas convertidos en revisionistas. Los lugares ya están llenos, llenos a desbordar, por así decir. Todo marcha bien. Esa es la experiencia de la escisión fría que se prolongó desde mayo.

        * * *

        En tercer lugar, nadie puede imaginar que estas personas siquiera se atrevan a contemplar la idea de lanzar un nuevo partido y un periódico de agitación. Primero que nada, no creen en su propia capacidad para construir un partido. Segundo, no creen en la capacidad de nadie para construir un partido. Y en tercer lugar, no creen en un partido revolucionario de vanguardia. Así que no nos van a confrontar con un partido rival que diga ser la vanguardia trotskista y el núcleo de un futuro partido de masas de la revolución.

        A lo que apuntan, en sus propios planes más optimistas, es a formar un pequeño círculo de propaganda que publique una pequeña revista en la que observen, analicen y expliquen las cosas para beneficio de los “elementos políticos sofisticados”, es decir, los estalinistas y los “progresistas” en la burocracia charra sindical. Críticos marginales, observadores, analistas y abstencionistas; ése es el tipo de oposición que nos presentarán. Ningún partido rival.

        No van a ser un obstáculo para nosotros en nuestra lucha como partido en las campañas electorales porque no creen en las campañas electorales. En el período inicial después de la escisión con los shachtmanistas, ellos solían presentar sus propios candidatos en contra de nosotros en Nueva York y otros lugares; y en general trataban de competir con nosotros, su partido contra el nuestro. Eso no será el caso con los cochranistas. Si queremos tener cualquier debate con esta gente, creo que vamos a tener que ir a cazarlos a dondequiera que se estén escondiendo. Y en algunos lugares eso va a ser una propuesta difícil, especialmente en Detroit y San Francisco.

        * * *

        Una prueba para la dirección

        Una lucha de fracciones es una prueba para la dirección. La lucha de fracciones es parte del proceso de construcción del partido revolucionario de masas; no toda la lucha, pero una parte de ella.

        Algunos camaradas, especialmente los que trabajan en organizaciones de masas, que quieren ocuparse todo el tiempo con su trabajo constructivo y que se molestan e irritan ante las disputas, riñas y peleas fraccionales, tienen que aprender que no pueden tener paz en el partido si no pelean por ella. La lucha fraccional es una manera de obtener paz.

        Como ustedes saben, el partido disfrutó de solidaridad y paz interna durante todo ese período entre 1940 y 1951. Once años —descontando esa pequeña escaramuza con Goldman y Morrow que no fue gran cosa— once años de paz y vida interna normal. Esta “paz larga” llevó al partido a través de la guerra, el juicio y el encarcelamiento de los dieciocho, el boom de la posguerra y el primer período de la cacería de brujas [macartista]. Esa solidaridad y paz interna no cayó del cielo. No nos fue “dada”. Peleamos por ella y la aseguramos en la batalla fraccional con la oposición pequeñoburguesa en los ocho meses de septiembre de 1939 a abril de 1940.

        Toda lucha fraccional seria, cuando es conducida apropiadamente por una dirección consciente, se desarrolla en etapas progresivas: tiene un comienzo, una etapa intermedia y un fin, y en cada etapa de la lucha la dirección es puesta a prueba. Sin una dirección consciente, el fraccionalismo puede devorar y destruir a un partido. El fraccionalismo sin cabeza, a veces incluso la menor fina, puede hacer pedazos al partido. Hemos visto pasar esto más de una vez. Todo depende de los dirigentes, de su conciencia. Tienen que saber cómo y cuándo comenzar una lucha fraccional, cómo conducirla, y cómo y cuándo terminarla.

        * * *

        Las dos primeras etapas de la lucha contra los revisionistas-liquidacionistas en el SWP —el comienzo y la etapa intermedia— ya han quedado atrás. Ahora viene el final. Después tendremos tiempo de sobra para reflexionar sobre las experiencias de las dos primeras etapas. Creo que sería un mal consejo y más que una pérdida de tiempo, en esta etapa de la acción final al terminar la lucha, el comenzar a recordar y a examinar cuántos errores se cometieron y quién cometió este o aquel error, etcétera.

        Lo esencial es que el cuadro de dirección del partido en su conjunto vio el problema a tiempo, se hizo cargo de la situación y la expuso abiertamente para ser discutida en forma libre durante cinco meses. Luego, en el plenario de mayo, le ofrecimos una tregua a la minoría para darle una oportunidad de reconsiderar su curso o para establecer las cuestiones con mayor claridad en una discusión objetiva. Después, cuando los cochranistas rompieron la tregua, pasamos cinco meses de “escisión fría”, y finalmente le pusimos fin en el plenario.

        Todo eso fue hecho exitosamente, sin desorganizar o desmoralizar al partido. Eso es lo esencial. Podemos dejar para después los recuerdos, los exámenes o los análisis de si éste o aquél cometió un pequeño error aquí o allá. Eso no cuenta ahora. El tercer punto es lo que cuenta ahora, cómo terminar la lucha fraccional. Y aquí, de nuevo, se trata de una cuestión de dirección.

        * * *

        La cuestión del partido

        La dirección es el problema por resolver de la clase obrera de todo el mundo. El único obstáculo entre la clase obrera del mundo y el socialismo es el problema por resolver de la dirección. Eso es lo que significa “la cuestión del partido”. Eso es lo que el Programa de transición quiere decir cuando declara que la crisis del movimiento obrero es la crisis de la dirección. Eso significa que hasta que la clase obrera resuelva el problema de crear el partido revolucionario, la expresión consciente del proceso histórico que pueda dirigir a las masas en lucha, la cuestión seguirá sin resolverse. Es la cuestión más importante de todas: la cuestión del partido.

        Y si nuestra ruptura con el pablismo —como lo vemos ahora claramente— se reduce a un solo punto y se concentra en un solo punto, es ese: es la cuestión del partido. Eso nos parece claro ahora que hemos visto el desarrollo del pablismo en acción. La esencia del revisionismo pablista es el echar abajo aquella parte del trotskismo que es hoy su parte más vital: el concepto de la crisis de la humanidad como la crisis de la dirección del movimiento obrero resumida en la cuestión del partido.

        El pablismo no sólo aspira a echar abajo al trotskismo, sino que aspira a echar abajo aquella parte del trotskismo que Trotsky aprendió de Lenin. La mayor contribución de Lenin a su época entera fue su idea y su lucha resuelta por construir un partido de vanguardia capaz de dirigir a los obreros en la revolución. Y no limitó su teoría a los confines del tiempo de su propia actividad. Fue hacia atrás hasta 1871, y dijo que el factor decisivo en la derrota de la primera revolución proletaria, la Comuna de París, fue la ausencia de un partido de la vanguardia marxista revolucionaria, capaz de dar al movimiento de masas un programa consciente y una dirección resuelta. Y lo que convirtió a Trotsky en leninista fue su aceptación de esta parte de Lenin en 1917.

        Esto está inscrito en el Programa de transición, ese concepto leninista del papel decisivo del partido revolucionario. Y eso es lo que los pablistas están tirando por la borda, en favor del concepto de que las ideas de algún modo se van a filtrar dentro de la burocracia traidora, los estalinistas o los reformistas, y de alguna u otra manera, “en el día del cometa”, la revolución socialista se realizará y se llevará a su conclusión sin un partido marxista revolucionario, es decir leninista-trotskista. Esa es la esencia del pablismo. El pablismo es la sustitución de un partido y un programa por un culto y una revelación.

        * * *

        El cuadro de dirección

        El problema del partido tiene otro aspecto. El problema del partido es el problema de la dirección del partido. Pienso que justo tan ciertamente como el problema del partido es el problema que la clase obrera tiene que resolver antes de que la lucha contra el capitalismo pueda ser victoriosa definitivamente; así también el problema del partido es el problema de la dirección del partido.

        No se puede construir un partido revolucionario sin el programa. Todos lo sabemos. Con tiempo, el programa creará al partido. Pero es aquí donde viene el papel de los dirigentes conscientes, para ahorrar tiempo. El tiempo es “de lo esencial” en esta época en la que los años cuentan por siglos. Es ciertamente difícil construir un partido sin una dirección, sin cuadros. De hecho, no se puede.

        Vean lo que ha pasado en el mundo, vean las experiencias del último cuarto de siglo, en un país tras otro, donde los escritos y enseñanzas de Trotsky estaban disponibles, donde se conocía el programa, ¿qué es lo que ven? Donde no había líderes para construir el partido, donde carecían de cuadros, el partido no fue gran cosa. Por otro lado, aquellos partidos que sacaron líderes capaces de trabajar juntos como un cuadro permanecieron firmes y sólidos, y prepararon conscientemente su futuro.

        El cuadro de dirección juega, en relación con el partido, el mismo papel decisivo que el partido juega con relación a la clase. Quienes tratan de romper los cuadros de los partidos trotskistas históricamente creados, como hacen los pablistas en un país tras otro, en realidad aspiran a destruir a los partidos y a liquidar al movimiento trotskista. Nótese: dije “tratan” y “aspiran”, no dije “lo están logrando”. No lo lograrán. Los partidos trotskistas liquidarán a los liquidacionistas, y el SWP tiene el alto privilegio histórico de poner el ejemplo.

        * * *

        Dado el programa, la construcción de cuadros de dirección es la clave para la construcción de partidos revolucionarios; y aquélla requiere un grado aún mayor de conciencia y un diseño más deliberado que esta última. Desde luego, cada partido en cada generación desde el Manifiesto comunista ha tenido algún tipo de dirección. Pero ha habido muy poca conciencia acerca de su selección, y por esa razón, entre otras, el problema real queda por resolverse. Las experiencias del pasado a este respecto son ricas en lecciones sobre el tema de qué es lo que no debe hacerse.

        La generación actual de la vanguardia revolucionaria, que tiene el beneficio de Lenin y Trotsky, ahora tiene la suprema obligación de examinar los trágicos errores del pasado a este respecto, para evitarlos y para reemplazar métodos azarosos por una teoría consciente y un diseño deliberado en la construcción de los cuadros de dirección.

        Tipos de dirección

        El primer tipo de dirección de partido, y tal vez el peor, que hemos visto y conocido, incluso en la IV Internacional, es la dirección no planeada de talentosas estrellas individuales que tiran en sentidos opuestos, desperdiciando sus energías en rivalidades personales, riñendo por tonterías, e incapaces de organizar una división de trabajo con sentido. Esa ha sido la trágica experiencia de muchas secciones de la IV Internacional, en particular de la sección francesa. No sé cómo estén las cosas en Francia ahora, pero si sé que la sección francesa de la IV Internacional no se convertirá jamás en un partido de verdad hasta que aprenda a disciplinar a sus estrellas individuales y las haga trabajar juntas.

        Un segundo tipo de dirección es la dirección de una camarilla. En cada dirección dé camarilla hay una cierta coordinación, una cierta organización y división del trabajo; y a veces se ve bien, mientras dura. Pero una camarilla se mantiene unida por asociaciones personales —lo que Trotsky, que odiaba las camarillas, llamaba “amiguismo”— y por ese mismo hecho contiene un defecto fatal: puede ser destruida por disputas personales. Este es el destino inevitable de toda camarilla política.

        No hay tal cosa, y no puede haberla, como una camarilla permanente, no importa cuáles buenos amigos y compañeros estén reunidos en un círculo estrecho y exclusivo, y se digan a sí mismos: “Ahora tenemos todo en nuestras manos y vamos a hacer que las cosas marchen bien.” Los grandes vientos y olas de la lucha de clases golpean una y otra vez a esta pequeña camarilla. Surgen cuestiones. Se desarrollan dificultades y fricciones personales. Y luego vienen las disputas y las riñas personales, luchas fraccionales sin ningún significado y escisiones sin sentido, y la camarilla termina en el desastre. El partido no puede ser dirigido por una camarilla. Por lo menos, no por mucho tiempo.

        * * *

        Hay un tercer método de dirección del que sólo me di cuenta, lo confieso francamente, después de cumplir sesenta años. Se trata de la dirección de un culto. Debo de admitir que viví sesenta años en este mundo antes de tropezarme con el hecho de que hay tal cosa como cultos políticos. Comencé a restregarme los ojos cuando vi cómo operaban los johnsonistas [los apoyadores de C.L.R. James, cuyo nombre de partido era Johnson] en nuestro partido. Vi un culto ligado a una sola persona, una especie de mesías. Y pensé, “Caray, nunca se está demasiado viejo para aprender algo nuevo.”

        Un culto requiere una base de tontos irreflexivos. Pero eso no es todo. Para que un culto exista, no es suficiente que un dirigente tenga seguidores personales —todo dirigente tiene en mayor o menor grado influencia personal— sino que un dirigente de culto tiene que ser él mismo un cultista. Tiene que ser un megalomaníaco que recibe revelaciones fuera del dominio de la realidad. El dirigente megalomaníaco de un culto es susceptible a brincar en cualquier dirección en cualquier momento, y todos los cultistas lo seguirán automáticamente, como los borregos siguen al que lleva el cencerro, incluso hasta al matadero.

        Eso es lo que pasó con los johnsonistas. El culto siguió a Johnson, no sólo por su teoría de la Unión Soviética, otra gente tiene esa teoría; mucha gente en el mundo tiene esa teoría acerca del “capitalismo de estado”. Los johnsonistas eran seguidores cultistas personales de Johnson como si fuera un mesías; y cuando él finalmente dio la señal de brincar fuera de este partido por razones que sólo él sabía, pero supuestamente por alguna ofensa personal que él se imaginó y de la cual ellos no tenían conocimiento alguno y de la cual apenas se habían enterado; todos ellos se fueron del partido a la misma hora, hora estándar del Este. Eso es un culto. El culto pablista, como cualquier otro, es capaz de saltar en cualquier dirección en cualquier momento en que el líder tenga una revelación. No se puede confiar el partido de la vanguardia obrera a un culto o a un líder cultista.

        Hay un cuarto método de dirección que ha sido muy común. Lo he visto bastante en mí tiempo: la dirección de la fracción permanente. Esto es algo ante lo cual tenemos que estar en guardia, porque acabamos de pasar por una muy severa lucha fraccional y en el curso de esa lucha nos hemos unido muy estrechamente. Es absolutamente necesario que la dirección vea claramente lo que es una fracción temporal, cuáles son sus propósitos legítimos, cuáles son sus límites y los peligros de una fracción que se endurece hasta la permanencia.

        * * *

        Endurecimiento de fracciones

        No hay mayor abominación en el movimiento político de los obreros que una fracción permanente. No hay nada que desmoralice más eficientemente la vida interna de un partido que una fracción permanente. Alguien podría decir: la experiencia de Lenin contradice eso. ¿Acaso no organizó él una fracción en 1903, la fracción bolchevique, y acaso no permaneció firmemente como fracción dura hasta la revolución? No completamente. La fracción de Lenin —que rompió con los mencheviques en 1903, y después tuvo negociaciones con ellos y en varios momentos se unificó con ellos en un solo partido, y sin embargo permaneció como fracción— solamente era una fracción en su forma externa.

        En esencia, el núcleo del Partido Bolchevique de la Revolución de Octubre fue la fracción bolchevique de Lenin. Era un partido. Y la prueba de que era un partido y no una fracción exclusiva de Lenin es que había diferentes tendencias dentro de la fracción bolchevique. Había bolcheviques de derecha y de izquierda. A veces algunos de ellos polemizaron abiertamente con Lenin. Los bolcheviques incluso tuvieron escisiones y reunificaciones entre ellos mismos. Lenin no consideró a la fracción bolchevique como algo que iba a guardar para sí mismo toda su vida como una corporación cerrada.

        En los días decisivos de 1917 cuando sacó sus Tesis de Abril, él mostró que su concepto era realmente el de un partido al unirse con Trotsky, lo cual fue de una importancia extrema. Esa fue una acción de partido. Y algunos meses después, cuando Zinoviev y Kamenev, los colaboradores más cercanos de Lenin, se desviaron en la insurrección, él se combinó con Trotsky para aplastarlos. La fracción de Lenin era en realidad un partido.

        * * *

        Hemos visto fracciones que crecieron a partir de una lucha separada, que cristalizaron y se endurecieron, y se mantuvieron incluso después de que las cuestiones que les dieron origen ya no existían. Eso sucedió en el viejo Partido Comunista.

        Su cuadro de dirección, en su conjunto, era una fusión de gente con diferentes antecedentes. Estaban los neoyorquinos y algunos otros que salieron del Partido Socialista, cuya experiencia había sido en el campo del socialismo parlamentario, campañas electorales, etc.; una agrupación puramente “política”. Ruthenberg, Lovestone, etc., representaban estos antecedentes. Había otra tendencia en el partido representada por los “occidentales”: aquellos que tenían antecedentes sindicalistas, antecedentes de trabajo en el movimiento sindical, en huelgas y en la “acción directa” de la lucha de clases. Foster, Bill Dunne, Swabeck, yo mismo, etc., representábamos este origen.

        Naturalmente formamos diferentes tendencias —cada una en parte correcta y en parte equivocada— y desde el comienzo siempre había escaramuzas entre ellas. Finalmente, estas tendencias se endurecieron hasta formar fracciones. Luego, después de varios años de experiencia, aprendimos los unos de los otros y las verdaderas diferencias se redujeron. Pero las formaciones fraccionales permanecieron. Una y otra vez las dos fracciones se ponían de acuerdo en qué había que hacer, se ponían de acuerdo en todas las resoluciones para la convención, y sin embargo las fracciones todavía continuaban existiendo.

        La degeneración del fraccionalismo

        En tales circunstancias las fracciones degeneraron en pandillas que luchaban por el poder, y la degeneración del Partido Comunista fue facilitada en gran medida por ello. La Comintern debió habernos ayudado a unificar a los cuadros; pero en cambio incitó las llamas del fraccionalismo para pescar en río revuelto y crear su propia fracción estalinista. Fueron tiempos amargos. Yo comencé a rebelarme en contra de ese tipo estéril de lucha, e hice varios intentos —esto fue años antes de que fuéramos expulsados del partido por trotskismo— hice varios intentos por romper las formaciones fraccionales, que políticamente no tenían ningún sentido. Varios de nosotros rompimos y nos alejamos de la pandilla de Foster, formamos una agrupación aparte y nos unimos con un grupo que Weinstone había escindido de los lovestonistas, con la misma rebelión en contra del fraccionalismo pandillerista sin sentido. Formamos una “agrupación intermedia” con la consigna: “Disolver las fracciones.”

        Durante un par de años dimos una pelea para disolver a las fracciones en el partido. Pero a esas alturas tanto los lovestonistas como los fosteristas se habían endurecido tanto en el espíritu de la pandilla y la camarilla, que fue imposible hacerlo. Eso contribuyó a la degeneración del Partido Comunista, porque las fracciones permanentes se convierten en camarillas y excluyen a todos los demás. Si sucede que una fracción permanente obtiene el control de la dirección del partido y dirige al partido como una fracción, forzosamente va a excluir a otros de ocupar cualquier posición real en la dirección. Por ese mismo hecho obliga a los otros a organizarse en contracamarillas y contrafracciones, y ya no hay un cuadro único en la dirección del partido. Lo vimos suceder en el PC. Tenemos que aprender algo de esa experiencia.

        * * *

        En nuestro partido, basados en nuestras experiencias y estudios, hemos tenido un concepto de la dirección no como una serie de estrellas individuales sin coordinación; ni como una camarilla; ni —por dios— como un culto; ni como una fracción permanente. Nuestro concepto de la dirección es el de un cuadro de dirección.

        Es un diseño consciente en el que se ha trabajado durante años y años. Un cuadro de dirección, en nuestro concepto, tiene las siguientes características básicas: consiste en personas que están unidas primero que nada por el programa, no sobre cada cuestión particular que surge en el trabajo diario, sino sobre el programa básico del trotskismo. Ese es el comienzo.

        La segunda característica es que el cuadro de dirección es una selección inclusiva y no exclusiva. No tiene una lista de miembros fija, sino que deliberadamente deja la puerta abierta todo el tiempo para incluir a gente nueva, para la asimilación y desarrollo de otros, de tal manera que el cuadro de dirección se esté ampliando de forma flexible en número y en influencia constantemente.

        Nuestro cuadro tiene otra característica. Construye el Comité Nacional como una representación ampliamente democrática del partido. No sé cómo se construye la dirigencia en otros partidos, pero a nuestro partido no lo dirige exclusivamente un grupo de trabajo político central en Nueva York. La dirigencia, siempre lo enfatizamos, no es el Secretariado. No es el Comité Político. No es el Comité de Redacción. Es el plenario. El plenario incluye al Secretariado, al Comité Político, al Comité de Redacción, además de los camaradas dirigentes de todos los distritos del partido.

        Una dirección verdaderamente representativa

        Estos representantes distritales, como ustedes saben, no son designados en Nueva York y ascendidos mediante maniobras especiales. Todos sabemos cómo hacer ese tipo de cosas y deliberadamente nos abstenemos de hacerlo. Los dirigentes centrales nunca interfieren con las deliberaciones de las comisiones de nominación en las convenciones del partido. Los representantes distritales son escogidos libremente por los delegados de sus distritos y confirmados por la comisión de nominación. Realmente representan sus seccionales o comités locales, y cuando se sientan en un plenario tenemos una representación realmente democrática del partido entero. Esta es una de las razones por las cuales nuestros plenarios tienen tal autoridad de mandato en el partido.

        Cuando el plenario se reúne, podemos decir que somos la dirección, porque realmente lo somos. Es una pequeña convención cada vez que tenemos un plenario del Comité Nacional. Eso es parte de nuestro programa deliberado de construir una dirección representativa que esté controlada democráticamente.

        * * *

        Una tercera característica de nuestro concepto del cuadro, sobre el cual trabajamos todo el tiempo de manera deliberada y consciente, es cultivar entre las personas dirigentes la habilidad de trabajar juntos; de no ser estrellas individuales; no ser sabelotodos que se convierten en problemas ellos mismos sino gente que encaja en una maquinaria: que trabaja con otros, que reconoce los méritos y respeta las opiniones de otros, que reconoce que no hay persona que no sea importante, que todo aquél que está por el programa y es enviado por su seccional o comité local al Comité Nacional tiene algo que contribuir. La tarea de los dirigentes centrales del partido es abrirle la puerta, averiguar qué es lo que puede hacer, y ayudarlo a entrenarse a sí mismo para hacerlo mejor en el futuro.

        La habilidad para trabajar juntos es una característica esencial de nuestro concepto del cuadro de dirección, y la siguiente característica es la de una división del trabajo. No es necesario que uno o dos sabihondos lo sepan todo y hagan todo. Es mucho mejor, más firme y más seguro, si hay una amplia selección de personas, cada una de las cuales contribuyen en algo a las decisiones y se especializa en el trabajo para el cual está calificada, y coordina su trabajo con otras personas.

        Debo decir que estoy muy satisfecho con la manera en que el cuadro de dirección de nuestro partido ha evolucionado y se ha desarrollado en el período desde que comenzó la lucha abierta con los revisionistas Pablo-Cochran. Creo que le han dado al movimiento mundial una demostración modelo de un grupo fuerte de personas, de varios talentos y experiencias, que aprenden cómo coordinar sus esfuerzos, cómo dividirse el trabajo, y cómo trabajar colectivamente de modo que la fuerza de cada uno se convierta en la fuerza de todos. El resultado es una máquina poderosa que combina los méritos de sus miembros individuales para obtener un poder multiplicado.

        * * *

        Y no sólo es que se combinen los méritos y se obtenga algo bueno de ellos. A veces también se puede obtener algo bueno y resultados positivos de una combinación de fallas. Eso también sucede con un cuadro adecuadamente organizado y coordinado. Ese pensamiento me lo expresó Trotsky en una carta. Lo que les digo aquí no es sólo lo que yo he visto, experimentado y pensado en mi propia cabeza. No es sólo nuestra experiencia, sino una buena dosis de instrucción personal de Trotsky. Él se hizo la costumbre de escribirme muy a menudo después de descubrir que yo estaba dispuesto a oír y que no me ofendía por una crítica amigable.

        El consejo de Trotsky

        Me aconsejaba todo el tiempo acerca de los problemas de la dirección. Incluso en un pasado tan remoto como 1935 y 1936, en la lucha con los musteístas y los oehleristas, nos dio ese consejo. Siempre se refería a Lenin, cómo Lenin había conformado su cuadro. Él decía que Lenin tomaba a un hombre que tenía el impulso para la acción, con olfato para las oportunidades y tenía una tendencia a apresurarse, y lo balanceaba con un hombre un poco más cauteloso; y el arreglo entre los dos producía una decisión balanceada, que redundaba en beneficio del partido.

        Me dijo, por ejemplo, en una carta en la que me aconsejaba ser muy cauteloso y no hacer una planilla exclusiva para el Comité y no eliminar a personas que tenían algunas fallas que a mí no me gustan especialmente, como el titubeo, la tendencia a conciliar, y en general la falta de decisión: él dijo que Lenin solía decir acerca de Kamenev que era un vacilante por naturaleza, en el momento de la decisión siempre tendía a “ablandarse”, a vacilar y a conciliar. De hecho, Kamenev pertenecía a la fracción de los bolcheviques conciliadores en el período de 1907 a 1917, con una tendencia hacia la conciliación con los mencheviques, pero permaneció en el Partido Bolchevique.

        Y Lenin —como Trotsky me lo explicó— solía decir: necesitamos a Kamenev en el Comité Central porque su tendencia a titubear y a conciliar es un reflejo de una cierta tendencia de ese tipo en las bases del partido, y de la cual queremos mantener una medida a la vista. Cuando Kamenev habla sabemos que hay un cierto sentimiento del mismo tipo en el partido que tenemos que tomar en consideración. Y aunque no aceptamos los titubeos y el conciliacionismo de Kamenev, vamos despacio y la tomamos en cuenta, porque cuando nos movamos queremos llevarnos a todo el partido con nosotros. Si plantea demasiadas objeciones, nos detenemos un momento y dedicamos un poco más de tiempo a la educación de las bases del partido para asegurarnos de que las bases estarán sólidas.

        * * *

        Nuestra fuerza está en la combinación tanto de nuestras fallas como de nuestras virtudes. Tomado en su conjunto, eso es lo que llamo el concepto de cuadro de dirección. Durante el año pasado este cuadro se había convertido en una fracción, esto es, la gran mayoría del cuadro. Nos hemos involucrado en una lucha fraccional. Pero, ¿para qué se organizó ese cuadro como una fracción? No fue todo el cuadro; fue la mayoría, pero no todo. No incluyó a los camaradas de Buffalo y Youngstown: había algunas diferencias ahí al principio, pero fueron prácticamente eliminadas en el curso de la lucha; las decisiones de este plenario son todas unánimes. Pero en el comienzo, la mayoría del cuadro se conformó como una fracción: se reunía por sí sola, tomaba sus propias decisiones, etcétera.

        Sin embargo, esta fracción no se formó con el propósito de tener una fracción. No se formó como una combinación permanente de buenos muchachos que se quedarían juntos para siempre y no dejarían que nadie se les uniera. No es una pandilla, ni un clan, ni una camarilla. Es simplemente una organización político-militar formada con un cierto propósito. Pero, ¿cuál era ese propósito? El propósito era derrotar y aislar a la fracción revisionista de Pablo-Cochran. Ese objetivo ha sido cumplido.

        Disolución de la fracción mayoritaria

        Siendo ese el caso, ¿cuál es el deber de esta fracción ahora? ¿Nos vamos a quedar juntos en recuerdo de los “viejos tiempos”, y formar una especie de “Gran Ejército de la República” [organización de veteranos del ejército de la Unión de la Guerra Civil de los Estados Unidos]: los únicos que pueden usar cintillas, pedir privilegios especiales y honores? No. El deber de esta fracción ahora es decir: “La tarea ha sido terminada, la fracción ya no es necesaria y la fracción debe ser disuelta en el partido.” La dirección del partido pertenece a partir de ahora a los cuadros en su conjunto, reunidos en este plenario. Todos los problemas, todas las cuestiones a discusión, deben ser llevadas directamente a las seccionales del partido.

        Quiero comenzar esta nueva etapa de vida partidaria anunciando aquí, en nombre de la fracción mayoritaria del Comité Nacional, su decisión unánime: la fracción mayoritaria que fue formada para los propósitos de la lucha, habiendo cumplido su tarea, se disuelve aquí en el partido.

        Empate mexicano

        Empate mexicano 

        [Extracto de Workers Vanguard No. 131, 29 de octubre de 1976. Traducido en Spartacist No. 11, diciembre de 1982]

        Aunque las elecciones presidenciales mexicanas enjulio de este año instalaron, de acuerdo a lo previsto, a José López Portillo, el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), sempiternos gobernantes del país, ellas tuvieron, sin embargo, algunas características interesantes. Por primera vez en décadas una lista oposicional de izquierda, cuyo candidato (Valentín Campa) es miembro del Partido Comunista Mexicano (PCM), recibió un apoyo significativo.

        Más aun, la lista formada por iniciativa estalinista incluía a un partido autoproclamado trotskista y contaba con el apoyo de otros dos, todos ellos asociados con diferentes fracciones del así llamado “Secretariado Unificado de la IV Internacional” (S. U.). La aguda polémica triangular entre estos grupos es de especial interés debido a que México es la principal arena donde los representantes de todas las tendencias internacionales competidoras del S. U. se han enfrentado…

        El más antiguo de los autoproclamados grupos trotskistas, sin embargo, el Partido Obrero Revolucionario (POR) posadista, ha concentrado su actividad principal en saludar al “gobierno revolucionario” del ex presidente Luis Echeverría y luego en votar por López Portillo del PRI. Como resultado, el POR no ha logrado nada, mientras que desde 1972 dos grupos afiliados al S. U. han crecido y han conseguido ganar influencia en un sector de los estudiantes radicalizados. Se trata del Grupo Comunista Internacionalista (GCI), y la Liga Socialista (LS) originada de una escisión del GCI en 1972.

        El GCI estaba asociado con la Tendencia Mayoritaria Interacional (TMI) del S.U. dirigida por Ernest Mandel, mientras que la Liga Socialista era el afiliado local de la Fracción Leninista-Trotskista (FLT) dirigida por el Socialist Workers Party (SWP) norteamericano. En forma característica, la GCI se orientó hacia la búsqueda permanente de una “nueva vanguardia de masas” de la juventud influenciada por el castrismo, y la LS intentó implantarse en un medio académico más tranquilo.

        Sin embargo, el año pasado hubo una revuelta espectacular en la LS en la cual la dirección pro SWP fue tumbada por agentes y partidarios del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) argentino, hasta ese entonces el segundo grupo de la FLT. Luego de la ruptura de la LS a finales de 1975 y principios de 1976, la FLT también se escindió internacionalmente, y los partidarios del PST se aproximaron de nuevo a la mayoría mandelista.

        Para echar a los denominados “profesores marxistas” – los dirigentes pro SWP de la LS – el grupo apoyado por el PST formó la Tendencia Militante (TM), capturó la mayoría de la Liga, eligió un nuevo comité central y forzó un nuevo reglamento organizativo. Bajo estas reglas estrafalarias, los miembros fueron reinscritos como candidatos por un período de “prueba” de un mes para mostrar su “activismo”, resultando en una purga política burocrática de estilo estalinista clásico. Luego, en la forma típica del S.U., la dirección depuesta, ahora llamándose la Fracción Bolchevique Leninista (FBL), se declaró “fracción pública” y empezó una lucha en la prensa pública. La TM denunció a los antiguos dirigentes por estar estancados en un propagandismo abstracto, anunciando que iría a las masas…

        PST /TM: estalinismo y frentepopulismo 

        Para la Tendencia Militante, un giro hacia las masas significó la capitulación ante el PCM estalinista, la mayor organización de izquierda en el país. A mediados de 1975, el PCM había celebrado un gran mitin en la Ciudad de México en el cual los dirigentes comunistas llamaron por una “Coalición de Organizaciones de Izquierda”. Casi inmediatamente después de tomar control de la Liga Socialista a fines del año pasado, la nueva dirección partidaria del PST publicó un “programa electoral conjunto PCM-LS” de 17 puntos.

        Parecía sorprendente que el PCM hubiera decidido formar un bloque con un partido supuestamente trotskista (sobre todo dado que en 1940 el PCM organizó un atentado contra la vida de Trotsky antes de que éste fuera finalmente asesinado por un agente de la GPU). Pero el PCM busca salir del aislamiento en el que se encuentra y aparentemente está dispuesto, por el momento, a formar cualquier tipo de bloque electoral posible.

        La pregunta más interesante es explicar porqué una tendencia llamada trotskista buscaría un acuerdo electoral con un partido estalinista. ¿Es que la lucha amarga de los últimos 50 años entre el trotskismo y el estalinismo no ha representado la batalla entre la lucha de clases y la colaboración de clases – entre la revolución y la contrarrevolución? ¿Qué programa conjunto podría unir tales elementos contradictorios?

        Después de ver a sus aliados mexicanos golpeados a culatazos con medios organizativos por sus socios de bloque internacional (en la FLT), el SWP contraatacó levantando preguntas reveladoras sobre la coalición de la Tendencia Militante con el PCM. El dirigente del SWP Joseph Hansen escribió una carta (25 de octubre de 1975) al Comité Político de la Liga Socialista notando que la plataforma electoral conjunta sólo serviría para encubrir otras diferencias. “Por ejemplo”, decía, “¿defiende el PCM el camino parlamentario? ¿la ‘coexistencia pacífica’?” ([SWP]Internal Information Bulletin, marzo de 1976).

        La explicación del comportamiento oportunista de la TM es que ésta no tiene nada que ver con el trotskismo (como tampoco el SWP) y por eso no tuvo ningún problema en formar un bloque con los estalinistas. De hecho, la TM se regocijó en él. Sobre el punto que preocupaba a Hansen – “la coexistencia pacífica” – no sólo la defendía el PCM, sino que apareció en la versión final del programa electoral conjunto en enero, por supuesto con una vaga aclaración formal por la TM…

        SWP/FBL: ¡sinvergüenzas!

        Los argumentos más “ortodoxos” contra la participación de la Tendencia Militante en un bloque frentepopulista han emanado de la Fracción Bolchevique Leninista apoyada por el SWP. En un artículo titulado “¿Es que el PC mexicano ya no es una organización estalinista?” (retraducido de Intercontinental Press, 10 de marzo de 1976), la FBL ataca a la TM por una afirmación en el programa electoral de la Coalición que se refiere a los “objetivos socialistas” y el “método revolucionario” de los firmantes.

        La plataforma de la Coalición, en efecto, declaró abiertamente que el PC mexicano ya no es una organización estalinista y que se había convertido en revolucionario. Confrontado por el portavoz de la FBL sobre esta aseveración, el principal dirigente de la Tendencia Militante gritó ante una multitud presente en una reunión electoral por la candidatura de Campa que “¡El Partido Comunista es más revolucionario que Uds.!” El periódico de la TM continuaba:

        “No queremos educar a las masas, porque entonces nuestra tarea sería convertirnos en buenos profesores del marxismo. Nuestra tarea es de proponer soluciones concretas a problemas concretos … Por lo tanto, preferimos defender un programa de luchá de clases, aunque no sea el nuestro, y obtener la unidad que have el trabajo de masas más factible … “

        – citado en [SWP] Internal Iriformation Bulletin, julio de 1976.

        A las acusaciones de haber traicionado el marxismo al firmar un documento llamando por la “coexistencia pacífica”, la TM respondió alegremente que “la política exterior es el problema que menos le interesa a las masas en este momento” (Ibid.) (¡!).

        Frente a estas desvergonzadas porquerías antimarxistas, no le queda difícil a la FBL darse aires ortodoxos. Pero la TM pudo devolver algunos de los ataques. Si el programa de la Coalición de la Izquierda es verdaderamente reformista, entonces la Liga Socialista (Tendencia Militante) debería ser expulsada del S.U., anotó – sabiendo perfectamente que para el SWP y sus aliados, proponer este paso de evidente propiedad hubiera significado tumbar todo el inesfable castillo de naipes del S.U.

        Más aun, dijo el dirigente de la TM Ricardo Hernández, cómo pueden votar por Campa (como lo hicieran tanto la LCI como la FBL) y al mismo tiempo declarar que la Coalición es frentepopulista, y por lo tanto Campa es un candidato “no de una organización ‘clasista’ sino del colaboracionismo de clases” (“Respuesta a un ensayo sobre el sectarismo”, citado en Ibid.). Un punto logrado, dado que el SWP/FLT/FBL denuncian repetidamente las capitulaciones de la TMI ante frentes populares para luego darse la vuelta y  ¡votar ellos mismos por los candidatos del frente popular!

        La situación mexicana ilustra en escala menor la amarga polémica triangular que actualmente have trizas al S.U. El hecho de que la Tendencia Militante partidaria del PST pudiera pasar de la seudoortodoxia de la FLT sobre el frente popular a una alianza colaboracionista de clases en cosa de unas semanas, nos dice mucho del carácter reformista de la FLT. Y el hecho de que el grupúsculo más derechista (en México e internacionalmente) pueda pasar, casi sin esfuerzos, de la minoría internacional a un arreglo con la mayoría, dice muchísimo sobre la naturaleza no principista de todas las fracciones.

        Ahora ha nacido un nuevo PRT [Partido Revolucionario de los Trabajadores], durante un congreso de fusión en la “Aula Miguel Enríquez” en la Universidad Nacional de México. Las mil personas presentes en la reunión, según se informa, nombraron a Mario Roberto Santucho, el dirigente asesinado del PRT/ERP argentino, presidente honorario del congreso. Dado el descarado rechazo por la ex Tendencia Militante de la oposición trotskista a los frentes populares, y los métodos abiertamente estalinistas, es completamente apropiado que la unificación se consuma bajo los auspicios simbólicos de Enríquez y Santucho, dos dirigentes de grupos centristas organizados por el S.U. que se convirtieron en renegados. Cuando Santucho y su PRT abandonaban al S.U. denunció a “la IV Internacional” compuesta de “aventureros contrarrevolucionarios” y basada en una “tradición difícilmente redimible”. Dentro de poco escucharemos, sin duda, palabras similares por algunos de los más intrépidos renegados del trotskismo en el PRT mexicano…

        Arquivo Histórico: reagrupamentos revolucionários da iSt

        Anunciamos a nossos leitores as novas atualizações em nosso Arquivo Histórico (Trotskismo Pós-Segunda Guerra Mundial). Estes são dois materiais escritos na década de 1970 por organizações que estavam em processo de aproximação (e que terminaram por se fundir) com a então revolucionária tendência Espartaquista internacional (iSt). Eles representam verdadeiros exemplos da tática comunista de reagrupamento revolucionário na luta pela construção do partido trotskista.

        Da experiência com o Estalinismo à escolha pelo Trotskismo

        Da experiência com o Estalinismo à escolha pelo Trotskismo 

        Pedro Abreu, novembro de 2013
        Minha trajetória política no movimento estudantil não é das mais usuais. Iniciei a minha militância no final de 2010, me aproximando do stalinista Partido Comunista Revolucionário (PCR), do qual permaneci próximo, em sua periferia política. Ajudei inclusive a construir sua frente estudantil na UFRJ, o Movimento Correnteza, e participei do seu bloco no Congresso Nacional de Entidades de Base da UNE (CONEB) em 2011, com a tese “Rebele-se na UNE”. Apesar dessa proximidade, nunca ingressei formalmente nas fileiras desse partido, apesar de ter participado por um tempo de uma série de reuniões internas da sua juventude, a União da Juventude Rebelião (UJR). Por dois anos militei ao redor desse grupo, até que o meu amadurecimento político me obrigou a um distanciamento.
        Apoiando os mentirosos da burguesia nas eleições…
        Hoje, já distante do grupo, posso analisar com calma suas traições ao marxismo-leninismo. Este ano, por exemplo, tivemos mais um congresso da União Nacional dos Estudantes (UNE) e o PCR, um dos principais componentes da Oposição de Esquerda da entidade, voltou a falar em suas publicações da crescente insatisfação dos jovens com a direção majoritária (composta por grupos aliados do governo e liderados pela UJS/PCdoB) e a busca pelo novo, claramente apresentando a si próprio como uma alternativa aos governistas.

        Panfleto distribuído pelo PCR nas eleições de 2010

        O PCR tenta convencer a juventude brasileira de que a UNE passará por uma mudança qualitativa se esse partido obter a maioria da sua direção. Porém, por trás de todas as palavras de ordem combativas, e de uma fachada revolucionária, esse partido apoia eleitoralmente muitos dos mesmos governantes que o PCdoB apoia. Exemplos disso não são difíceis de encontrar: basta voltarmos à ultima eleição presidencial, em 2010, quando o PCR apoiou a candidatura de Dilma Rousseff afirmando em um panfleto distribuído nas ruas pelos seus militantes que “o voto em Dilma é o voto contra a direita”. Mais escandaloso foi o chamado: “Vote em quem luta com os trabalhadores. Vote Dilma 13!” [1]
        Qualquer dirigente do PCR falará ainda hoje que esse apoio se justifica para impedir a oposição de direita de retornar ao poder, mas claro: omitem o fato de que apoiar a candidatura do PT era apoiar todos os partidos que estavam naquela coligação, entre eles o PMDB de Sarney, o PP de Maluf, o PR de Crivella, entre outros partidos reacionários, que incluíam em suas legendas desde filhotes da Ditadura Militar até líderes religiosos, passando também por caudilhos remanescentes do coronelismo. Também se deve lembrar que, ao se fazer essa dicotomia de “apoiar a esquerda para impedir o retorno da direita”,esquece-se do caráter de classe das candidaturas, o que leva a juventude e a classe trabalhadora à conclusão errada de que pode existir algum setor burguês “de esquerda” ou “progressista”. E como os companheiros do PCR adoram se declarar marxistas-leninistas, gostaria de apresentar uma citação de Lenin sobre qual deve ser a posição dos revolucionários sobre as coalizões e partidos burgueses:
        Nós falamos e nós provamos que todos os partidos burgueses, todos os partidos salvo o Partido Revolucionário da classe trabalhadora, são mentirosos e hipócritas quando falam de reformas. Nós tentamos ajudar o proletariado a ganhar até a menor melhoria concreta possível (econômica ou política) para a sua situação material, sempre pontuando que nenhuma reforma pode ser durável, sincera ou séria se não for apoiada nos métodos revolucionários da luta de massa…” (minha ênfase) [2]
        Mas ao invés de se apoiar nos “métodos revolucionários da luta de massa”, o PCR insiste em escolher dentre os “mentirosos e hipócritas” da burguesia na esperança de que isso irá frear a reação da direita ou possibilitar reformas.
        Voltando à afirmação do PCR: será que é verdade que Dilma “luta com os trabalhadores”? Ano passado, durante as greves das universidades federais, longe de lutar com os trabalhadores, o governo do PT fez todo o possível para destruir a greve, ameaçando cortar ponto dos grevistas e se recusando a negociar com o movimento até o último momento. Se pensarmos no levante de massas que vimos em junho e julho desse ano, o que fez o governo do PT para atender às demandas da classe trabalhadora? Nada além de promessas vazias de reforma política, que mais serviram para tentar desviar o foco da população das ruas para a via parlamentar. Além disso, a direção nacional do PT reforçou o seu apoio a Sérgio Cabral, governador do Rio de Janeiro e responsável por mais de 37 mil remoções de famílias trabalhadoras.
        Através do estudo, compreendi que um dos pontos essenciais do legado do trotskismo era o seu combate às alianças e apoios do estalinismo com relação à burguesia, desde as chamadas “frentes populares” nos anos trinta até hoje.
        … e também na Universidade
        Longe de ser um caso isolado, essa política de adequação se mostra rotineira na política do PCR. Ainda na periferia política desse grupo, experimentei isso pessoalmente pela primeira vez em 2011, nas eleições para Reitor da UFRJ, quando, sem em nenhum momento consultar a sua base, o Movimento Correnteza declarou apoio à candidatura pró-governo de Carlos Antônio Levi, apoiada também pelo antigo reitor, Aloísio Teixeira (responsável pela aplicação do REUNI na UFRJ).
        O raciocínio desse apoio era evitar a eleição de uma chapa associada à oposição de direita. O PCR sabia desde aquele momento que Levi continuaria com o programa de conciliação com o Governo Federal e suas medidas privatizantes da Universidade e, uma vez eleito, o novo reitor fez de tudo para cumprir esse papel, com destaque especial para a tentativa de privatização do Hospital Universitário através da Empresa Brasileira de Serviços Hospitalares (EBSERH). Mesmo após esse e outros casos onde essa reitoria foi contra os interesses dos estudantes e da juventude trabalhadora, o Movimento Correntezanunca voltou atrás publicamente no seu apoio a ela.
        Uma mudança qualitativa da UNE só seria possível com uma mudança similar na consciência dos estudantes e para isso é necessária uma liderança revolucionária, que seja capaz de mobilizar a juventude com um programa capaz de derrotar o capitalismo. Longe disso, o PCR representa uma liderança que, apesar de um discurso de esquerda, invariavelmente capitula ao “menor dos males” que aparece dentro do parlamento burguês. Uma liderança que, ao invés de acreditar na força da sua base, se limita ao vê-la como forma de alcançar novos cargos de direção. Aos tantos companheiros honestos que hoje lutam para fazer valer o programa da Tese “Rebele-se”, faço o seguinte questionamento: vale a pena sacrificar a sua juventude para colocar na liderança da UNE uma organização que vai continuar dando apoio eleitoral aos governos e reitorias que todos os dias massacram jovens como vocês?
        Encontro-me hoje convencido de que a juventude precisa de uma organização capaz de liderar suas lutas, uma organização para a qual “revolucionário” não se limite a uma letra “R” na sigla. Por isso saí do Movimento Correnteza, por isso hoje não participo do bloco “Rebele-se na UNE”. Minha formação política me levou a entender a importância do programa revolucionário e à clareza de que o PCR não possui esse programa.
        A “teoria” que embasa o PCR
        Central para a história e o programa do PCR é Enver Hoxha, que era a figura central do antigo governo estalinista na Albânia, que rompeu com a União Soviética depois que Kruschev chegou ao poder em 1956. O PCR considera Hoxha como um símbolo de “ardor revolucionário em defesa do marxismo-leninismo” [3]. Ao mesmo tempo, os militantes da UJR adotam como símbolo a figura de Che Guevara, a quem o Jornal A Verdade chamou de “símbolo do guerrilheiro heroico” [4], e comemoram a resistência do “Socialismo” na ilha caribenha, exaltando a liderança de Fidel Castro como um “líder revolucionário”. Qual o problema disso? Bem, Hoxha não apenas repudiava o governo da URSS (considerado “revisionista” após a morte de Stalin), mas tinha também uma opinião diferente da do PCR sobre os líderes cubanos. Ele escreve em seu livro “Imperialismo e a Revolução” (de 1978):
        “Em sua intervenção, a União Soviética arrasta também seus aliados, ou melhor, seus satélites. Nós o constatamos concretamente na África, onde os social-imperialistas soviéticos e seus mercenários cubanos interferem a pretexto de ajudar a revolução. Trata-se de uma mentira. Sua intervenção não passa de uma ação colonialista objetivando ocupar mercados e submeter povos.”
        “É o caso da intervenção da União Soviética e dos mercenários cubanos em Angola. Eles absolutamente não tinham nem tem em vista ajudar a revolução angolana, mas sim cravar suas unhas nesse país africano que havia conquistado certa independência após expulsar os colonialistas portugueses. Os mercenários cubanos são o exército colonial que a União Soviética enviou para conquistar mercados e posições estratégicas nos países da África Negra, para passar de Angola a outros Estados, para que os social-imperialistas soviéticos também possam criar um império colonial moderno.”
        “Sob a máscara da ajuda à libertação dos povos, a União Soviética e seu mercenário, Cuba, intervêm em outros países com exércitos equipados com canhões e metralhadoras, supostamente para construir o socialismo, que não existe nem na própria União Soviética nem em Cuba. Esses dois Estados burguês-revisionistas entraram em Angola para ajudar uma camarilha capitalista a tomar o poder, contrariamente aos objetivos do povo angolano, que lutou para libertar-se dos colonialistas portugueses.” (minha ênfase) [5]
        É um mistério para mim como pode o PCR continuar reivindicando o líder albanês e continuar defendendo os castristas cubanos, e que Cuba é “Socialista”, visto que Hoxha, a quem dizem seguir, considerava Cuba um país “burguês-revisionista”. Se não existe problema nenhum nisso, significa que para os redatores do Jornal A Verdade, Castro ser um “mercenário de um exército colonial” não é um impedimento para ser um “líder revolucionário”. Pior que essa contradição em si, é o fato que observei durante o período que passei na periferia desse partido: essas questões teóricas simplesmente não são conhecidas pela imensa maioria da militância do próprio partido!
        Por sinal, apesar de que Cuba nunca foi “socialista”, e nem os castristas são revolucionários, era fundamental defender militarmente os soviéticos e cubanos em Angola contra os imperialistas. Essa posição vergonhosa de Hoxha (ignorada pelos militantes do PCR) é uma capitulação ao imperialismo. Ela também desmente a ideia de que o regime da Albânia era um contraponto principista à política externa pró-imperialista dos burocratas chineses com os quais Hoxha rompeu.
        Defender Cuba contra o imperialismo e contra a burocracia
        Qual seria a posição dos revolucionários sobre Cuba, ou mesmo sobre o antigo regime na Albânia? Em ambos os países ocorreram revoluções que expropriaram a burguesia, mas onde a classe operária foi isolada do controle do estado por uma burocracia estalinista. Essas revoluções foram realizadas não pela classe trabalhadora e sim por exércitos rurais da pequena-burguesia que, incapazes de criar um estado próprio e forçados pela conjuntura, criaram um Estado operário deformado que foi capitalizado por burocratas.
        A contrarrevolução capitalista triunfou na Albânia no começo dos anos 1990, mas em Cuba a burguesia ainda não foi capaz de restaurar o capitalismo pela derrubada do Estado operário deformado. A burocracia cubana deforma a economia socializada da ilha, pondo-a em risco. Vimos isso claramente na demissão de meio milhão de trabalhadores públicos no início de 2011. Essa demissão em massa foi feita para “dinamizar” a economia, abandonando setores menos rentáveis para os interesses dos burocratas. Mas desamparou muitos proletários, e outros tinham que se empregar em trabalhos por conta própria ou nos estabelecimentos privados que penetram no país. Os castristas também elogiam e apoiam a todo tipo de governos burgueses pelo mundo, inclusive o governo brasileiro. Isso impede que as conquistas e o prestígio da revolução cubana possam ser usados para a revolução internacionalmente. E o regime de partido único e congressos controlados de antemão pela mesma cúpula rouba dos trabalhadores o poder de criar uma democracia proletária forte e eficaz. Assim, os burocratas do PC preparam o terreno para a perda das conquistas da revolução. [6]
        A tarefa dos revolucionários para Cuba, portanto, é lutar pela derrubada da burocracia pela classe operária, mas ao mesmo tempo, deve-se defender o Estado operário deformado de ataques do imperialismo ou tentativas de restauração capitalista – não por acreditar, como faz o PCR, na liderança cubana, e sim para defender as conquistas da classe trabalhadora, que seguem existindo. Os revolucionários querem que a burocracia caia, mas pelas mãos dos trabalhadores cubanos e não pela burguesia de Miami. Após ler clássicos de Trotsky, como “A Revolução Traída”, além de outros materiais [7], adotei uma política revolucionária para os Estados operários deformados que ainda existem.
        Conclusão
        Enquanto militante do movimento estudantil, não me importei por um tempo com essas questões teóricas. Porém, conforme avancei na minha formação marxista me convenci da necessidade de uma organização que propusesse a construção de um partido revolucionário com um programa coerente. Também estava convencido de que o estalinismo não só existia (diferentemente do que o PCR insiste em repetir [8]), mas também que nada mais era que uma degeneração do marxismo-leninismo, o qual foi defendido e continuado por Leon Trotsky. Mas ao olhar para a maior organização que se reivindica trotskista no Brasil, o Partido Socialista dos Trabalhadores Unificado (PSTU), vi um partido que cometia inúmeras traições à classe operária, como se recusar a defender Cuba contra o imperialismo (apoiando inclusive a jornalista pró-ianque Yoani Sanchez), defender os fantoches do imperialismo na Líbia e fazer uma frente eleitoral com o PCdoB em Belém [9]. Por sorte, vim a encontrar em uma pequena organização de propaganda o programa revolucionário que eu tanto buscava: essa organização é o Reagrupamento Revolucionário (RR). Hoje, como militante do RR, integro a luta pela construção do Partido Revolucionário, ainda inexistente, porém tão necessário hoje como fora nos tempos de Lenin.
        Notas
        [1] Retirado de panfleto distribuído pelo PCR durante a campanha de Dilma Rousseff à Presidência da República do Brasil em 2010 – https://archive.org/download/VoteDilma/voteDilma.jpg
        [2] Retirado de
        A tradução para o português foi feita por mim.
        [3] Esse apoio é visível no texto “ENVER HODJA: Ardor Revolucionário em Defesa do Marxismo-Leninismo” disponível no site do PCR – http://pcrbrasil.org/enver-hodja/
        [4] Extraído do jornal do PCR, A Verdade – “Che e Fidel: uma amizade revolucionária” –
        [5] Extraído de “O Imperialismo e a Revolução” postado no Marxist Internet Archive –
        [6] Para mais informações sobre Cuba sugiro a leitura dos seguintes documentos:
        Sugiro também a leitura do seguinte documento sobre a Coreia do Norte, que assim como Cuba também é um estado operário deformado que sobreviveu à queda da URSS:
        [7] Especialmente o artigo do Reagrupamento Revolucionário sobre a Coréia do Norte, citado na nota acima, foi muito importante no meu convencimento de um programa consistente para essa questão.
        [8] Os dirigentes do PCR com quem tive contato afirmam que não existe Estalinismo, assim como as variantes que reivindicam, como o Castrismo ou o Hoxismo também não existem. Para esse partido, após Lenin não existiu nenhum outro teórico que fez qualquer contribuição nova para o Marxismo, existindo apenas aqueles que, segundo o PCR, são “discípulos fiéis de Lenin” e “aqueles que distorcem o Marxismo-Leninismo”.
        [9] Para aqueles que desejam saber mais sobre essas posições oportunistas, sugiro os seguintes textos:
        As Ações do PSTU em Comparação às Tarefas da IV Internacional –
        PSTU, Fração Trotskista e a Defesa da Líbia contra o Imperialismo
        A Frente de Belém (PSOL-PSTU-PCdoB) na Lógica do Morenismo –
        Nosso arquivo histórico sobre o morenismo (corrente reivindicada pelo PSTU e considerada como centrista pelo RR) –

        O fim da greve da educação no Rio de Janeiro

        Um comentário sobre o fim da greve da educação no Rio de Janeiro 
        Leandro Torres, novembro de 2013
        Há algumas semanas chegou ao fim umas das mais importantes greves que o Rio de Janeiro vivenciou nos últimos tempos. Importância essa tanto pelo caráter do movimento grevista em si, que em muitos sentidos extrapolou questões especificamente salariais e apresentou importantes questionamentos políticos, quanto pelo amplo apoio popular que recebeu – expresso de maneira efetiva em das grandes passeatas com mais de 50 mil pessoas cada, incluindo atos de solidariedade em São Paulo e deflagrações de greves análogas em outros estados e municípios. Os pormenores dessa greve nós analisamos e debatemos em nossa declaração de outubro, “Por um programa de ação para derrotar os ataques de Paes e Cabral!”. Cabem aqui algumas considerações sobre a forma como ela acabou e algumas outras questões.

        Ao longo dos mais de dois meses de duração, ambas as greves das redes estadual e municipal vinham se enfraquecendo. Isso podia ser visto, por exemplo, nas assembleias que aprovaram o fim da greve. A da rede estadual contou com cerca de 300 educadores, em um universo de cerca de 85 mil. Já a da rede municipal contou com pouco mais de 2 mil, de um total de 40 mil educadores. Esses números não podem ser ignorados, principalmente no caso da rede municipal, que chegou a contar com assembleias de 20 mil educadores (metade da categoria em reunião) no começo da greve – números estonteantes para os padrões recentes do movimento sindical brasileiro. Por mais que expressem um desgaste da greve, esses números estão longe de serem um fator determinante em compreender o potencial dessa greve (desperdiçado pelas ações da liderança do sindicato).
        Desde o início, quando as assembleias ainda eram enormes, a liderança do SEPE, composta em sua maioria por diretores ligados ao PSOL (com destaque para a corrente Insurgência, antigos Enlace e CSOL) e ao PSTU, queria terminar o movimento com conquistas rebaixadas através de falas que enfatizavam os “riscos” da continuidade da greve. A base dos educadores, entretanto, se mostrou muito mais combativa do que seus atuais líderes, garantindo repetidas vezes a continuidade da greve através do voto nas assembleias. O esvaziamento das assembleias mais recentes não pode ser visto como algo “natural”, uma “prova” de que tinha chegado a hora de terminar a greve, mas sim como um reflexo do beco sem saída no qual a direção colocou a categoria. É fato, por exemplo, que a assembleia que encerrou a greve foi esvaziada porque muitos viram no acordo firmado pela direção em Brasília uma clara indicação de rendição por parte dos seus atuais líderes.
        Portanto, ante tudo isso, a postura da direção do SEPE não pode se entendida como outra coisa senão uma grande traição. E corretamente foi assim compreendida por amplos setores da base, incluindo muitos que votaram pelo fim da greve. Tanto que nas últimas assembleias de ambas as redes, realizadas após o término da greve, foram aprovadas moções de repúdio ao acordo assinado pela direção com os ministros do STF!  Essa traição foi demonstrada na tentativa de minar as forças da greve, sufocando-a ao não unificar as duas redes em um só comando de greve, ao não organizar um fundo de greve para resistir ao corte de ponto, e ao marcar em separado muitos atos e também assembleias. A isso pode-se acrescentar ainda as muitas ações denunciadas pela caravana de grevistas que foi à Brasília junto com os diretores para a reunião no STF, que apontam como que a direção do SEPE atuou no sentido de enfraquecer o movimento:
        “A direção do SEPE Central não acatou a decisão em Assembleia do Estado da participação do Comando de Greve na mesa de negociação do STF. Além disso, a categoria não pôde decidir sobre quais diretores participariam da reunião, tendo sido informada apenas após a chegada em Brasília. O roteiro colocado pela direção sequer incluiu o STF no ato realizado em Brasília, ficando essa mesma direção, a todo o tempo, preocupada em deixar a categoria distante fisicamente do local da reunião. A organização dos ônibus foi feita de tal forma, que boa [parte] deles foram vazios mesmo tendo pessoas querendo ir. Os ônibus foram alugados, inclusive, para saírem de Brasília antes do termino da audiência no Supremo [Tribunal Federal]! Isto impossibilitou que a categoria, que enfrentou cerca de quarenta horas de viagem e arcou com todas despesas de alimentação, pudesse receber os informes imediatamente ao término da audiência. Por fim, a negociação realizada levou em conta apenas as punições arbitradas pelos executivos estadual e municipal e não a pauta das duas redes.”
        ― Transcrição do panfleto distribuído na assembleia do dia 24 de outubro, disponível em http://goo.gl/do9piO.
        O acordo firmado em Brasília foi a consumação dessa postura traidora. Mesmo com a “desculpa” que tal acordo seria posteriormente submetido às assembleias, a direção tê-lo assinado implicou compactuar com uma covarde chantagem: ou a categoria aceitava a proposta e encerrava a greve, ou seria considerada responsável por demissões, processos administrativos e multas milionárias ao sindicato (com os quais os governos ameaçavam caso o acordo não fosse aceito)! Aceitando os termos do governo, incluindo o parco reajuste salarial oferecido e a promessa da criação de Grupos de Trabalho para “avaliarem” (num futuro incerto) as demais demandas da greve, a categoria dos profissionais de educação teria “assegurada” a “conquista” de não ter seu sindicato destruído por multas milionárias e grevistas demitidos ilegalmente. Em troca de aceitar toda a pauta dos governos municipal e estadual, e cedendo vergonhosamente às ameaças ratificadas pelo ministro do STF, a direção da categoria se comprometia a encerrar a greve na assembleia seguinte, sem absolutamente nenhuma demanda concretizada (e inclusive aceitando a imposição da reposição de todas as horas paradas durante a greve).
        Além disso, o acordo assinado pela direção contém, em seu preâmbulo, uma aula de ideologia burguesa da pior espécie, repetindo a ladainha de que a greve prejudica os estudantes “(…) porquanto a controvérsia quanto aos direitos pretendidos pelas partes propicia um ambiente de incerteza e insegurança de negativa repercussão social aos alunos da rede estadual de ensino, a reclamar uma eficaz e rápida resolução pelo Poder Judiciário”. No parágrafo seguinte, afirma que há uma possibilidade de acordo capaz de beneficiar ambos os trabalhadores e o governo: “Há uma nítida zona de acordo possível (zone of possible agreement) capaz de beneficiar ambas as partes, o que permite a deflagração do processo de mediação”. Essa é mais uma típica manobra do judiciário para criar uma aparência de que “todo mundo sai ganhando” enquanto na verdade favorece os governos à custa dos trabalhadores. Embaixo dessas frases espúrias, encontram-se as rubricas dos dirigentes do SEPE! Os termos do acordo estão disponíveis em http://goo.gl/dzkNIu.
        Se não fosse o desserviço prestado desde o início pela direção do SEPE, muito provavelmente a greve poderia ter passado por cima das manobras do STF e continuado de forma combativa e mobilizada, com a rede estadual (e a FAETEC) se fortalecendo a partir da grande mobilização da rede municipal, e ambas se fortalecendo a partir do amplo apoio popular que vinham recebendo nas ruas. Diferente do que defenderam os burocratas à frente do SEPE, havia sim condições para se arrancar vitórias verdadeirase seguir a luta por um projeto de educação radicalmente distinto daquele imposto por Costin e Risolia a mando dos interesses do grande capital.
        Se a categoria, ainda que por uma margem de votos muito apertada, decidiu por terminar a greve, não foi tanto por falta de vontade ou disposição de luta, mas pela falta de expectativa diante da postura destrutiva da direção do SEPE tomada desde o início da greve, responsável por dividir a categoria e semear esperanças de conciliação com os governos – ao que ainda se somou a arapuca armada em Brasília e da qual essa direção foi cúmplice, por ter aceitado todo o jogo de cena e as ameaças do alto mandatário da justiça dos patrões. Aqui cabe um parêntese. Ao fim da greve, o PSTU, setor minoritário da direção do SEPE, buscou se desvencilhar do setor majoritário, composto pelo PSOL, diante do acordo tão claramente espúrio e nocivo firmado pelo SEPE em Brasília. Conforme comentado em seu balanço:
        “O SEPE tem muitos problemas sim. Os diretores do SEPE que são militantes do PSTU, apesar de serem muito reconhecidos pela categoria, não foram parte da chapa que venceu as últimas eleições proporcionais. Os companheiros do PSOL que dirigem o sindicato conhecem muito bem nossas críticas e diferenças, porque elas são públicas.”
        Uma greve que entrou para a história, Opinião Socialista #471
        Entretanto, ao longo da greve não se viu nenhuma crítica pública do PSTU ao setor majoritário da direção do SEPE, fosse nas páginas do Opinião Socialista ou nas assembleias e atos da categoria. Claramente o PSTU não é nenhum tipo de “oposição” à direção majoritária do SEPE, mas sim um colaborador dela. Nem mesmo nesse próprio artigo de “balanço” o PSTU criticou a direção pelo acordo com o STF, pois apesar de reconhecer que ele foi “ruim”, afirma que foi resultado do “enfraquecimento da greve” e da pouca “adesão da categoria” ao fim da luta (como se isso não tivesse nenhuma relação com as ações traidoras da direção, que são “esquecidas” pelo artigo). Conforme muitos educadores combativos comentaram ao longo dos meses de paralisação, nunca se viu a direção do sindicato tão unificada! Unificação essa firmada não no sentido de fortalecer o movimento, mas de pôr rédeas nele e torná-lo mais fácil de ser manobrado, para permitir um acordo rápido com os governos e cantar uma “vitória histórica” – mesmo que baseada em nenhuma conquista concreta.
        Portanto, repudiamos de forma veemente o papel de vítima que o PSTU tentou tomar para si após as ultimas assembleias, nas quais foi hostilizado, junto com resto da direção do sindicato, por cartazes, faixas e palavras de ordem de setores mais combativos da categoria (veja-se, por exemplo, a nota do dia 25 de outubro http://www.pstu.org.br/node/20109). Esse partido, junto com o PSOL, tem sim uma responsabilidade direta pela derrota da greve – que hipocritamente tenta também apresentar como “vitória histórica”.
        Entretanto, não podemos deixar de repudiar também a postura assumida por alguns setores que atuam na categoria (alguns dos quais se reivindicam como anarquistas), de igualar a direção à entidade e defender a dissolução do sindicato. E, ainda pior, a postura de alguns militantes de endossarem e comemorarem o ataque realizado por um hacker ao site do SEPE (ataque esse que sequer sabe-se se foi um ato irresponsável de algum militante da esquerda ou uma provocação de nossos inimigos de classe!).
        Por mais que sindicatos não sejam necessariamente um instrumento suficiente para que a classe trabalhadora tome em suas mãos o controle da sociedade, eles cumprem sim um papel importante de aglutinação e espaço de experiência política para os trabalhadores, tendo servido como instrumentos muito avançados em algumas ocasiões históricas. Igualar o instrumento à sua direção traidora é uma cegueira sectária que ignora o atual nível de consciência da maior parte dos trabalhadores. E pior ainda é comemorar ataques a esse instrumento, que deveriam ser empregados contra nossos inimigos de classe, e não contra os adversários políticos nas fileiras do proletariado. Principalmente se levarmos em conta que a classe dominante recentemente tentou caçar o registro sindical do SEPE (e o conseguiram por um breve momento) e já criaram até um “substituto” chapa-branca e fantasma, a “UPPE” (sugestivamente semelhante à sigla UPP).
        Muitas lições podem e devem ser tiradas dessa greve, tais como a necessidade da classe trabalhadora confiar apenas nas suas próprias forças, e não na justiça dos patrões (responsável pelo “acordo”/chantagem) ou no parlamento (que aprovou a contra-reforma do PCCS de Paes/Costin); a necessidade das lutas irem além do corporativismo tacanho e se ligarem a causas mais amplas; a compreensão do papel da PM e das demais forças policiais, como a Guarda Municipal e a Polícia Civil, que sitiou a cidade para que os lacaios de Paes aprovassem o PCCS e que atacou e prendeu tantos lutadores nesses últimos meses; a necessidade dos trabalhadores organizarem comitês de autodefesas para resistir aos cães da burguesia e proteger suas mobilizações de rua; e, principalmente, a experiência feita com o oportunismo dos setores que compõem a direção do SEPE, em especial o PSOL e o PSTU.
        Para cristalizar essas lições e levá-las adiante, acreditamos ser necessária a formação entre os educadores e demais trabalhadores de uma corrente revolucionária combativa. Orientado pelo programa marxista anticapitalista, tal corrente deve se opor de forma firme ao oportunismo de uns e ao sectarismo de outros. A greve pode ter acabado, mas a luta deve seguir – nas ruas e no Congresso do SEPE: contra o PCCS de Paes/Costin, pela liberdade e anistia de processos dos presos políticos que atuaram ombro a ombro com os educadores e por uma educação radicalmente diferente, que esteja a serviço dos interesses da classe trabalhadora. Não tem arrego!

        Respuesta a David James

        Respuesta a David James

        por Ted Grant

        Primavera de 1949

        [Copiado de OBRAS COMPLETAS DE TED GRANT · VOLUMEN I. ]

        El texto del compañero David James (Algunas notas sobre la cuestión del estalinismo, febrero 1949), tendrá utilidad si nos ayuda a afrontar de lleno la nueva situación en las zonas controladas por el estalinismo y a reorientar las perspectivas. Sin embargo, hay ciertos peligros inherentes a este documento que, si no se contrarrestan, podrían llevar a la capitulación ante el neoestalinismo. Su debilidad básica reside en que David abstrae y contrapone mecánicamente el Estado como un reflejo directo de una clase y considera que todos los conflictos que surgen en la sociedad son un reflejo inmediato y directo de clases antagónicas, lo que le lleva a la conclusión errónea de que las luchas dentro de la burocracia estalinista deben reflejar, necesaria y directamente, intereses antagónicos de clase.

        El método marxista se basa en un análisis de clase de la sociedad pero no termina ahí. Es necesario a partir de este punto considerar todas las corrientes e interacciones que se dan en la definición de una clase concreta. Al tratar de Yugoslavia y de China, es necesario en primer lugar tener claro lo esencial: sin la existencia de Rusia como un Estado obrero deformado, y sin el debilitamiento del imperialismo mundial como resultado de la guerra, Europa del Este habría adoptado un modelo totalmente diferente. Estos acontecimientos sólo pueden explicarse sobre la base de la supervivencia de Rusia con sus formas de propiedad nacionalizada y de la supervivencia del estalinismo al mando de una Rusia enormemente fortalecida como resultado de la guerra. Esto es lo que llevó a la extensión de la revolución de un modo estalinista y deformado a otros países.

        James ataca la debilidad fundamental de la postura del Secretariado Internacional de la Cuarta Internacional (SI) al señalar su fracaso a la hora de hacer un análisis de clase de los Estados de Europa del Este. Para poder analizar la naturaleza de un partido, un movimiento, un Estado o un grupo social, se debe partir de su base de clase, que al mismo tiempo se apoya en determinadas relaciones de propiedad, aun cuando puedan existir contradicciones entre ese mismo partido o Estado y la clase a la que pretenden representar.

        Sobre la naturaleza de clase de los Estados de Europa del Este, estamos de acuerdo con el compañero James. Pero precisamente aquí está la cuestión: una vez se ha definido la naturaleza de clase de un Estado, hay que tener en cuenta toda una serie de factores intermedios y superestructurales a la hora de determinar nuestra política hacia ese partido o Estado determinado. Un escueto análisis de clase no sirve de guía. Pueden existir, por ejemplo, diferentes variedades de Estados burgueses —fascista, democrático burgués, dictadura bonapartista, etc.—, y las diferencias entre ellos son de gran importancia para determinar nuestra actitud. La actitud de los revolucionarios hacia el Estado obrero bajo la dirección de Lenin, difería profundamente de su actitud hacia el Estado obrero bajo la dirección de Stalin.

        El compañero James escribe:

        “El Partido Comunista Revolucionario (RCP) estaba en posición de atacar las inconsistencias del SI [Secretariado Internacional de la Cuarta Internacional] y así lo hizo. Habíamos llegado a la conclusión de que los regímenes en la URSS y los Estados satélites eran básicamente idénticos, considerábamos este enfrentamiento [Tito-Stalin] como una crisis dentro del propio estalinismo y no entre Estados de diferente carácter social. Señalábamos que en la práctica el SI se había visto obligado a reconocer esto, aunque no lo admitió. Ahí, sin embargo, nos detuvimos. Después de haber expuesto las inconsistencias del SI —una tarea nada difícil— no conseguimos hacer una caracterización de clase del movimiento de Tito. Decimos que es un enfrentamiento entre dos burocracias estalinistas o dos sectores de la burocracia. Pero cuando Trotsky hablaba de la posibilidad de tal acontecimiento, fue cuidadoso al describir las líneas de clase en las que se rompería: hablaba de la ‘fracción de Butenko’1 (fascista burguesa) y la ‘fracción de Reiss’ (internacionalista proletaria). Esta era una conclusión necesaria desde su posición de que la burocracia no es una clase sino una casta, cuya evolución está determinada por la lucha de influencias de las dos clases decisivas de la sociedad. Nosotros nos movemos en el mismo terreno y debemos preguntar: ¿Tito representa una tendencia capitalista u obrera? Al no conseguir hacer esta pregunta nosotros mismos abandonamos el criterio de clase, renunciamos al método marxista y por lo tanto aseguramos que no comprenderemos los acontecimientos”.

        El error que comete aquí el compañero James es asumir que una vez se ha decidido la base de clase, los problemas son sencillos y que todas las tendencias que se manifiestan deben ser un reflejo directo de los intereses de clases opuestas. Pero basta con que se pregunte a sí mismo: ¿a qué clase representa Stalin en la lucha contra Tito? ¿Y a qué clase representa Tito cuando ya ha aceptado por definición que la base de clase de los regímenes es “básicamente idéntica”? ¿Existe una lucha entre la clase obrera yugoslava y la clase obrera rusa? Obviamente aquí hay algo que está equivocado.

        En primer lugar queremos ocuparnos de la referencia de James a Trotsky con respecto a esto. Es cierto que Trotsky mantenía que los diferentes sectores de la burocracia tenderían a reflejar intereses de clase: una fracción estaría con el proletariado y la otra con la burguesía. Butenko se pasó al lado de los fascistas en Italia. Él no representaba ningún grupo social dentro de Rusia, sino que era simplemente un caso aislado sin raíces. Reiss representaba al ala proletaria y por eso se veía a sí mismo dentro de la Cuarta Internacional. Trotsky visualizó el desarrollo de fuertes corrientes procapitalistas, así como de fuertes corrientes proletarias en un momento de crisis, y que provocarían una división en la burocracia debido a la presión de fuerzas de clase. La diferenciación que esperaba, particularmente durante la guerra, no tuvo lugar pero Trotsky dio argumentos que iban mucho más allá de explicar qué fuerzas están representadas en la lucha dentro de la burocracia o, como en la discusión actual, entre dos burocracias obreras diferentes. En este punto nos referiremos a Ucrania.

        El Viejo señalaba que en la Ucrania posterior a la purga de los trotskistas y bujarinistas, nueve de cada diez funcionarios estalinistas al frente de los departamentos del gobierno en la república nacional eran encarcelados, exiliados y ejecutados. ¿Representaban una clase diferente a la de Stalin? ¡Por supuesto que no! Ellos reflejaban la presión y el descontento de las masas ucranianas contra la opresión nacional de la burocracia Gran Rusa. La burocracia oprimía a las masas ucranianas no sólo por ser trabajadores y campesinos, sino también por ser ucranianos. De ahí la lucha por la liberación nacional en Ucrania. Pero este hecho no se limitaba a Ucrania: la burocracia rusa oprimió a todas las repúblicas nacionales de Rusia. El ambiente generalizado de odio contra las tendencias centralizadoras burocráticas del chovinismo Gran Ruso centrado en Moscú afectaba, de uno u otro modo, a los funcionarios de estas repúblicas. Según escribió el coronel Tokaev en The Sunday Express, durante la guerra hubo insurrecciones nacionales en Crimea, el Cáucaso y en algunas otras repúblicas nacionales. Después de la guerra, la burocracia gran rusa castigó esta ‘deslealtad’ desterrando a poblaciones enteras de algunas de las repúblicas nacionales de Crimea y de otras zonas, disolviendo repúblicas, incluso violando la constitución de Stalin, como una advertencia contra la desafección en otras repúblicas y nacionalidades.

        Ésta es la analogía con Yugoslavia. En la purga en Ucrania, Trotsky demostró que éste no era un caso de diferentes clases en liza, sino de diferentes naciones oprimidas por la burocracia. Los estalinistas ucranianos no representaban ni a la fracción de Butenko, ni a la fracción de Reiss. Lo que querían era más autonomía y control para los ucranianos (es decir, para ellos mismos) sobre los destinos de su república nacional. El hecho de que una lucha nacional de este carácter tenga lugar después de una revolución proletaria indica simplemente lo mucho que ha retrocedido la revolución bajo el dominio estalinista. Permítannos añadir aquí que Lenin, con su clarividente política nacional, avanzó sorprendentemente la posibilidad de enfrentamientos entre diferentes nacionalidades incluso después de la abolición del capitalismo. Las culturas y las aspiraciones nacionales permanecerán mucho tiempo después de que haya tenido lugar la revolución proletaria, incluso a escala mundial, y constituirán un importante problema en la transición al socialismo.

        Se puede decir que en Yugoslavia y en Europa del Este Stalin ha intentado llevar a cabo la misma política burocrática que en las repúblicas rusas. La única diferencia es que en Yugoslavia la burocracia rusa no tiene un control firme sobre la maquinaria estatal como tenía en los otros Estados satélites. Esto se debía, por supuesto, al hecho de que mientras que en los otros países la entrada del Ejército Rojo fue la que aplastó al Estado burgués y precipitó el movimiento de las masas, en Yugoslavia Tito tenía una base de masas y construyó una maquinaria que él controlaba, incluso bajo el dominio alemán. El Ejército Rojo ayudó en la liberación de Belgrado pero sin duda Tito tenía una base mucho más popular entre las masas que otros líderes en el resto de Estados satélites. A los ojos de los yugoslavos, su liberación del imperialismo alemán se consiguió bajo la dirección de Tito y del PC yugoslavo. De este modo, el intento de Stalin de subordinar totalmente Yugoslavia a la burocracia de Moscú se encontró con la resistencia de los burócratas locales, que confiaban en que tendrían el apoyo de las masas. A diferencia de esto, los regímenes de los otros Estados satélites sentían la necesidad de apoyarse en la burocracia de Moscú por temor a las dificultades internas en caso de conflicto.

        Stalin tuvo dificultades para aplicar en Yugoslavia una solución ucraniana, e incluso una solución pseudo independiente como en Polonia, donde circula un chiste sobre Cyrankiewicz que dice que telefonea al Kremlin para saber si puede tomarse la noche libre para ir al cine. Los intentos de Stalin de intervenir en Yugoslavia acabaron por primera vez con el arresto de sus títeres y no viceversa. Fue como si los estalinistas ucranianos hubieran obtenido sus propias fuerzas del Estado y respaldo de las masas, separados y lo suficientemente poderosos como para oponerse a la MVD rusa. Sobre esa base, podrían haber resistido las exigencias de una subordinación completa a la burocracia de Moscú.

        Esto explica por qué Trotsky consideró la cuestión nacional lo suficientemente importante como para plantear la reivindicación de una Ucrania soviética socialista independiente. A primera vista, esta idea parecería entrar en conflicto con la estrategia de la unificación de toda Europa en unos Estados Unidos Socialistas. Desde un punto de vista puramente pedante parecería que el enemigo de las masas ucranianas y Gran Rusas es el mismo y que la tarea es tan simple como unificar su lucha por el control en un Estado unificado. Pero sólo con encontrar las bases de clase no se obtiene la respuesta. La base de clase de los burócratas ucranianos no es diferente de la de los burócratas rusos. Pero entran en conflicto ente sí y el sector triunfante ejecuta salvajemente al otro.

        Del mismo modo, está claro que el simple hecho de que Tito salga, por ahora, victorioso no le convierte en un trotskista más inconsciente que a los burócratas ucranianos.

        El gobierno del proletariado se expresa indirectamente a través de la dictadura de la burocracia estalinista. Para que la Unión Soviética regrese a unas bases sanas, es necesaria una nueva revolución, una revolución política. Las bases económicas seguirán siendo las mismas aunque, por supuesto, las consecuencias sociales provocarán cambios profundos en todo el plan, la división de los ingresos, de la cultura, etc. Como en el caso de Francia, donde un régimen de autocracia burguesa requería una revolución antes de que pudiera convertirse en una democracia burguesa, en Rusia, será necesaria una revolución para transformar el régimen totalitario burocrático en un régimen verdaderamente democrático. La revolución política en Francia provocó cambios profundos en sus consecuencias sociales —una división diferente de los ingresos, un desarrollo más libre de las fuerzas productivas, de la cultura, etc.—. Pero la estructura fundamental del sistema seguía siendo la misma. Igual en Rusia, las bases de clase permanecerán pero la superestructura cambiará. En esto estamos de acuerdo con James, ¿pero en el caso de Yugoslavia?

        Lo que fue un proceso inconsciente en las primeras etapas de la degeneración estalinista de Rusia, es un proceso semiconsciente o incluso consciente en Yugoslavia. El régimen de Tito es muy similar al régimen de Stalin durante el período de 1923-28. Después de la experiencia de Rusia, está claro que donde no exista democracia, donde no se tolere la oposición, donde exista un régimen totalitario, los acontecimientos seguirán el mismo patrón que en Rusia. No es precisamente una cuestión de la psicología de Tito o de Stalin, sino de los intereses despiadados de las diferentes tendencias que existen dentro de la sociedad.

        El Estado, como una formación superestructural especial que se sitúa por encima de la sociedad, tiende por necesidad a formar un grupo con hábitos de pensamiento, utilizado para dirigir, con privilegios en la educación y la cultura. La tendencia es cristalizar una casta con una visión propia, diferente de la clase a la que representa. Esto se acentúa allí donde el Estado se hace cargo de los medios de producción porque el único estrato dirigente de la sociedad es la burocracia. Por algo Marx y Lenin insistieron en la necesidad de las masas de retener el control del Estado o semiestado, porque sin este control se introducen nuevas tendencias y corrientes con su propio desarrollo independiente.

        El que alguien asumiera teóricamente (apartando de momento a los regímenes de Stalin de las relaciones mundiales y de las contradicciones sociales internas) que esta casta podría mantenerse indefinidamente (la estimación modesta de un dirigente estalinista siberiano era de mil años), no llevaría a una reducción de las contradicciones sociales o a la indolora disolución del Estado en la sociedad. Todas las leyes de la evolución social, del desarrollo de las clases y las castas en la sociedad, hablan en contra de esta idea. Lejos del desarrollo en dirección al comunismo, tal sociedad, si dependiera de la voluntad de la burocracia, se convertiría inevitablemente en un Estado esclavo con una jerarquía de castas, tal y como la visualizaba Jack London en su retrato de la oligarquía en El talón de hierro.

        El socialismo no surge automáticamente del desarrollo de las propias fuerzas productivas. Si fuera simplemente una cuestión del cambio automático en la sociedad una vez desarrolladas las fuerzas productivas, la revolución no habría sido necesaria en los cambios de una sociedad a otra. Como se ha explicado muchas veces, la nacionalización de las fuerzas productivas por sí sola no elimina todas las contradicciones sociales, de otro modo existiría el socialismo en Rusia. Una vez que la burocracia tiene intereses propios nunca renunciará voluntariamente a su posición privilegiada. Un nuevo desarrollo de las fuerzas productivas simplemente creará nuevas necesidades y abrirá nuevos horizontes a la burocracia para disponer de la plusvalía. Esto ya se ha visto en el desarrollo de la burocracia como una casta cada vez más rapaz y parasitária, en lugar de menos, con los avances registrados en la economía rusa durante el último período. Aquí no estamos tratando las inevitables rebeliones por parte de las masas, ni las contradicciones engendradas por la mala gestión burocrática que generan explosiones, etc. Todo este problema requiere una mayor elaboración.

        La degeneración de Rusia no fue accidental. Donde el proletariado tiene el control, su posición en la sociedad determina su conciencia y determina la evolución de esa sociedad en dirección a la liquidación del Estado y el establecimiento del comunismo; donde la burocracia tiene el control, su posición en la sociedad determina su conciencia y determina la evolución de esa sociedad, no hacia su liquidación voluntaria y hacia el comunismo, sino hacia su propio reforzamiento. Las condiciones determinan la conciencia. Los métodos, la organización, la perspectiva y la ideología de Tito y Mao son los mismos que los de los estalinistas rusos: no hay centralismo democrático, sino todo lo contrario, se basan en la burocracia totalitaria. La crítica de la Kominform del “terror turco” en el PC yugoslavo está bien fundada. Todo lo que Tito pudo responder a la acusación de que la discusión para el congreso del partido fue una farsa, de que nadie se atrevía a oponerse a la resolución del Comité Central, o ni siquiera a votar en contra por temor a un arresto inmediato, de que existía una dictadura en el partido y en el país, fue comparar la crítica de la Kominform con la que hizo la Oposición de Izquierdas en el Congreso del PCUS de 1927.

        La descripción de la situación fue casi literal, excepto que en Rusia en 1927 había más democracia de la que hay actualmente en Yugoslavia. Al menos antes de su expulsión la Oposición pudo exponer su postura ante el Congreso, además Stalin no había perfeccionado y desarrollado completamente toda su técnica totalitaria de represión. Aún existía la fracción de Bujarin, etc, en el partido. Stalin todavía no tenía ni idea de qué camino iba a tomar. Tito ha asumido el mando de la organización, la ideología y la técnica de dominio bonapartista.

        La única diferencia entre los regímenes de Stalin y Tito es que éste último aún está en sus primeras etapas. Existe una semejanza extraordinaria entre el primer arrebato de entusiasmo en Rusia, donde la burocracia introdujo el primer Plan Quinquenal, y el que existe hoy en día en Yugoslavia.

        Mientras que Stalin sólo puede gobernar a través de un terror cada vez más desenfrenado, Tito, por ahora, probablemente mantiene el apoyo de la gran mayoría de la población de Yugoslavia. Pero esta no es una diferencia fundamental, es una cuestión de tiempo y de experiencia de las masas.

        Si en la actualidad la diferencia entre el nivel de vida de la burocracia y el de las masas de Yugoslavia (igual que en Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, etc., no lo olvidemos) es incomparablemente más pequeña que en Rusia hoy, es porque después de los levantamientos en los que han participado las masas sería imposible introducir inmediatamente grandes desigualdades.

        Como diría la burocracia, “el socialismo todavía no se ha conseguido”, es decir, su dominio completo e ilimitado todavía no ha cristalizado; su modo de existencia aún no ha alcanzado una posición lo suficientemente estable; y además, sobre la base de una economía atrasada (excepto en Checoslovaquia), las fuerzas productivas no son todavía suficientes para servir a las necesidades de una economía en expansión, junto con un lujo exagerado del estrato al mando. Esto requirió en Rusia un desarrollo tremendo de la economía antes de que se establecieran las bases para una diferenciación que ha aumentado de manera continúa con el desarrollo de la propia economía.

        Así, se puede predecir que en Yugoslavia, a través de la industrialización del país superando el penoso nivel que actualmente tienen las fuerzas productivas, la diferenciación entre la burocracia y las masas se desarrollará en líneas similares. Si Tito o cualquier otro individuo intentara detener este proceso, en estas condiciones, sería eliminado de una u otra forma, igual que lo fueron los viejos bolcheviques en Rusia. Su destino no fue accidental. La casta burocrática necesitaba gente que no se basara en el proletariado, sino en un nuevo estrato. Las “teorías” de Tito son la esencia de la camarilla bonapartista del Kremlin, quien le educó y entrenó. Incluso con su uniforme de mariscal, refleja servilmente la ideología y los métodos de sus tutores. El gobierno personal, todo el método de la burocracia yugoslava, posiblemente con más exactaitud que el resto de Estados europeos, refleja la misma adulación bizantina y el mismo método del Kremlin. A diferencia de Stalin en 1927, Tito tiene un modelo establecido, por lo que es más probable que la diferenciación y los excesos que necesariamente siguen a un Estado dictatorial autocrático se produzcan con mucha más rapidez.

        Entre Tito y Stalin no existen en principio diferencias. De hecho, quizá uno de los episodios más divertidos de esta lucha sea el espectáculo de Tito levantando la bandera del “socialismo en un solo país” y los estalinistas levantando la bandera del “internacionalismo”. No hay nada en la perspectiva de Tito que demuestre que sólo la victoria del proletariado en los países desarrollados pueda resolver los problemas de las masas rusas y yugoslavas mediante la división internacional del trabajo y la interrelación de las economías; nada que demuestre que Tito intenta establecer la democracia y el control obrero. De hecho, no deja de alabar lo que Stalin está haciendo en Rusia. Todas sus acciones y declaraciones (y pedimos a James que recuerde esto) reflejan los intereses de una burocracia bonapartista. Su “amor por los uniformes espléndidos” no es sólo un “inconveniente”, es sintomático de su régimen. Él refleja mucho más que Stalin en 1927 el dominio personal, la dictadura de la burocracia en un solo individuo.

        Los acontecimientos en Yugoslavia resumen de manera asombrosa las fases por las que ha pasado la burocracia estalinista, incluso hasta el punto del oportunismo con relación a los campesinos, seguido de medidas aterradoras contra los kulaks y los pequeños propietarios en las ciudades. Ya se han celebrado los primeros juicios “sabotaje”, en los que Tito carga la responsabilidad de las deficiencias del plan sobre los hombros de sus oponentes. Del mismo modo tenemos el modelo de los juicios “confesión” rusos a una escala menor. Las conocidas líneas de la policía estatal estalinista son evidentes. Las diferencias son superficiales pero los rasgos fundamentales son los mismos.

        La “inclinación” de Tito hacia el asesinato de trotskistas no es sólo una consecuencia dolorosa. ¿Por qué asesina trotskistas? ¿Por qué llevan el odiado nombre de León Trotsky? Obviamente porque representan al proletariado; porque luchan por la democracia obrera, por unas verdaderas elecciones, por el internacionalismo, por todos los principios básicos del programa del comunismo internacional frente al absolutismo burocrático. Aquí no se trata de haber asesinado a sus oponentes y después adoptar el programa de aquellos a los que se ha martirizado. Trotsky ya respondió a aquella capa de viejos bolcheviques que defendían esta posición cuando capitularon después de que Stalin introdujera el Plan Quinquenal (originalmente propuesto por la Oposición de Izquierdas) e iniciara un movimiento contra los kulaks y los elementos capitalistas. La Oposición de Izquierdas demostró cómo Stalin aniquiló a la oposición y después tomó prestado su programa, que puso en práctica de una forma distorsionada. Y no por ello concluyeron que Stalin era un leninista inconsciente. Ellos advirtieron de que no era sólo cuestión de lo que se había hecho, sino de quién lo estaba haciendo, cómo se había hecho, en qué interés de quién y por qué razones. ¡Ésa era la cuestión decisiva!

        Los acontecimientos demostraron que no fueron los que capitularon ante Stalin, sino Trotsky, quien estaba en lo cierto cuando dijo que el estalinismo, a pesar de la introducción de los planes quinquenales, no podría llevar a Rusia hacia el socialismo. Kámenev, Zinóviev, Rakovski, Bujarin y otros capitularon en vano. Al final pagaron con sus vidas porque no podían reconciliarse con la camarilla bonapartista.

        El giro de Stalin en 1927 y su ataque a la burguesía de la ciudad y del campo, aunque recibió el apoyo entusiasta del proletariado, estaba dictado por los intereses de auto conservación de la burocracia. Como explicaba Trotsky, la burocracia rusa quería el control del Estado para sí misma y no quería compartirlo con la burguesía, ni ver limitada por la burguesía su posición en la disposición de la plusvalía producida por el proletariado. Pero su ataque a la burguesía no llevó a una democracia más libre y amplia para el proletariado; ni a la reducción de la diferencias entre los burócratas y el proletariado. Por último, no evitó la introducción de la esclavitud en Rusia.

        De la misma forma, Tito sin duda tiene el apoyo de las masas yugoslavas en su lucha contra la burocracia rusa. En la lucha por la consecución del Plan Quinquenal, el ala bolchevique dio un apoyo crítico a la burocracia contra la burguesía. Del mismo modo, la Cuarta Internacional debe apoyar críticamente a la burocracia yugoslava porque su lucha representa un paso adelante progresista, porque ayuda a debilitar a la burocracia rusa y, sobre todo, porque apoyamos el principio del derecho de autodeterminación. De la misma manera, habríamos apoyado la lucha de los estalinistas ucranianos contra la burocracia rusa y una vez que hubieran conseguido el derecho de autodeterminación, recomendaríamos a la Ucrania independiente que se uniera en una federación con Rusia.

        Sin embargo, ni podemos ni debemos capitular ante estos acontecimientos, ni tener ilusión alguna en los motivos, los objetivos y los métodos de la burocracia yugoslava. Del mismo modo que la lucha contra la burguesía no convirtió a Stalin en un trotskista, consciente o inconsciente, Tito tampoco es un trotskista inconsciente porque haya roto con el Kremlin y utilice argumentos correctos sobre la cuestión nacional y el derecho de autodeterminación.

        Para él este período no es una etapa hacia el socialismo: es una etapa hacia la consolidación de su gobierno. Su objetivo es el “socialismo” siguiendo el modelo de Rusia. Mientras que la burocracia juega un papel relativamente progresista al desarrollar las fuerzas productivas sobre la base de la propiedad nacionalizada, preparan la base material para el futuro. Al mismo tiempo, las contradicciones sociales aumentarán. La burocracia dejará de jugar un papel relativamente progresista en las condiciones actuales, para jugar un papel totalmente reaccionario. Las fuerzas opresoras del Estado, lejos de marchitarse, se reforzarán. Las tareas del proletariado yugoslavo son similares a las del proletariado ruso, búlgaro y checo.

        ¿MATERIAL PARA LA CUARTA INTERNACIONAL?

        Del hecho de que la revolución —y sin duda es una revolución lo que está teniendo lugar en China— salte por encima de las “necesidades más internas del país” y no sea simplemente una creación de Moscú, el compañero James saca la conclusión de que Mao, por lo tanto, debe ser un trotskista inconsciente.

        “Las tendencias entonces son las siguientes. El SI tiene una postura pro Tito y neoestalinista. La postura del RCP es mucho más difusa pero al menos podemos decir que sitúa a Stalin y a Tito en el mismo lugar y considera el derrocamiento de ambos esencial para el avance socialista. Veamos cómo superan la prueba de un nuevo acontecimiento: la victoria del estalinismo en China.

        “La actitud neoestalinista la superará. Como señalé antes, parece que la revolución yugoslava no ha sido impuesta por Moscú, sino que parece haber surgido de las necesidades más recónditas del país, pero en el caso de China no hay ninguna duda. Claramente, la revolución es ante todo un asunto natural, consecuentemente Mao, al igual que Tito, es un verdadero revolucionario, un ‘trotskista inconsciente’, apto para ser reclutado para la Cuarta Internacional. (Sin duda el SI está preparando una carta en estas líneas.) Por otro lado, si el SI insiste en considerar que el régimen estalinista chino, igual que Yugoslavia, está degenerado, nos enfrentamos de nuevo a la pregunta: ‘¿cuál es el origen de esta pronta degeneración?’

        “La postura del RCP, por otro lado, colapsa de manera definitiva. Ni haciendo un gran esfuerzo de imaginación se puede concebir la China roja como una creación rusa. Si consideramos que Mao, lo mismo que Tito, es tan malo como Stalin, debemos reconocer que las características que nos hacen adoptar esta actitud son inherentes a la revolución. Es decir, no es un Estado obrero degenerado, sino un Estado de clase burocrático, esto es, llegamos a la postura de Schachtman”.

        Es una perogrullada para el movimiento marxista, que David James sin duda aceptará, que no se debe tomar un fenómeno de forma aislada, sino en el contexto de su origen, las leyes del movimiento y la perspectiva. Pero una cosa es aceptar esto en palabras y otra aplicarlo. En realidad James dice que en China se está produciendo una revolución, por lo tanto, es igual que la Revolución de Octubre. Mao está dirigiendo esta revolución, por tanto, Mao es un leninista o un trotskista chino. Los estalinistas chinos están dirigiendo la revolución, por tanto, ¿para qué necesitamos la Cuarta Internacional?

        El desarrollo de la degeneración estalinista en Rusia se puede explicar por los acontecimientos mundiales anteriores, por el fracaso de la revolución en Occidente, etc. Del mismo modo, los acontecimientos en China sólo pueden explicarse por la existencia de un Estado obrero fuerte en Rusia pero degenerado; por la debilidad del imperialismo mundial, al que le resultó imposible intervenir en China de una manera efectiva, como sí hizo en 1925-27; por la decadencia interna de la sociedad china y por la historia y los acontecimientos del movimiento estalinista chino.

        Que una revolución que lleva a la nacionalización de la propiedad y al reparto de la tierra comience entre el campesinado y no entre la clase obrera es un hecho sin precedentes en la historia del marxismo. ¿Cómo se explica esto?

        Paradójicamente, este movimiento campesino es una ramificación de la derrota de la revolución de 1925-27. Con la derrota del proletariado, los estalinistas chinos transfirieron su base del proletariado al campesinado. Se alejaron de las ciudades y encabezaron una guerra campesina. Toda su base social, la psicología de su dirección, que llevaba en las montañas y en las zonas rurales más de veinte años, se alejó de la clase obrera y de su perspectiva. La psicología de este grupo estaba necesariamente determinada por sus condiciones de vida. El núcleo original que formaba la dirección y la composición de este movimiento, estaba compuesto por una pequeña proporción de militantes ex obreros, bandidos, ex campesinos, aventureros e intelectuales. En ese sentido, era un agrupamiento bonapartista clásico. Y después se fusionó en un ejército.

        Incluso en el amanecer de la guerra campesina, en un momento en que los estalinistas seguían un rumbo ultraizquierdista y los vínculos con las ciudades todavía no se habían roto completamente, la inevitable psicología de un ejército bonapartista se estaba extendiendo por todo el ambiente. La Komintern y la dirección china, que por entonces aún no estaba totalmente degenerada veían este proceso, incluso sus filas inferiores, con un cierto recelo.Por esa época, por ejemplo, se formaron “sindicatos” en los llamados distritos “soviéticos”. Isaacs, en su libro La Tragedia de la Revolución China escribió lo siguiente:

        “Pero el carácter de estos sindicatos, cualquiera que sea su número, era tan dudoso que incluso el centro sindical del partido en Shangai tenía queja. En su informe de 1931 hablaba de la presencia de ‘comerciantes y campesinos ricos’ en los sindicatos. Al año siguiente, dirigió una dura carta a los funcionarios del sindicato en Kiangsi en la que les acusaban de admitir a ‘campesinos, sacerdotes, comerciantes, capataces, campesinos ricos y terratenientes’, mientras ‘por otro lado, sectores considerables de trabajadores agrícolas, culíes [nombre que se da en los países asiáticos a los sirvientes indígenas], empleados y artesanos eran excluidos de la militancia con distintos pretextos’. Los compañeros del partido encargados de este trabajo eran acusados de ser ‘desdeñosos e insolentes con los trabajadores’. La carta describía a los sindicatos como ‘antiproletarios, que representan los intereses de los terratenientes, campesinos ricos y empresarios”.

        El compañero James pasa por alto la relación de las clases, grupos y castas en la sociedad. Es un hecho indudable, por ejemplo, que en 1923 Trotsky, que era popular en todo el Ejército Rojo y entre las masas, podía haber organizado un golpe con el ejército, arrestado a Stalin y a los demás y tomado el control de la maquinaria estatal. Eastman, que nunca comprendió el proceso, castigó lastimeramente a Trotsky por ser tan inocentón. ¿Por qué no lo hizo? La razón era que el ejército, después de llegar al poder, habría ejercido un peso específico propio en la sociedad. Su casta de oficiales podría haberse imbuido de la idea de que ellos eran los amos. No habría evitado la degeneración bonapartista, simplemente habría tomado una forma diferente. Si Trotsky hubiera intentado resistir el proceso de degeneración, o habría sido prisionero de la casta de oficiales, o habría sido destituido. Trotsky intentó basarse en la conciencia y en el control del proletariado como la única fuerza que podría llevar a una sociedad sin clases. Sabía que de otro modo los trabajadores habrían sido espectadores y el ejército el factor decisivo, lo cual habría tenido consecuencias fatales para el desarrollo de la revolución.

        Por eso toda la cuestión planteada por el compañero James sobre si la degeneración es inherente desde el principio a la revolución no viene al caso. Es una cuestión precisamente de la psicología, de la conciencia del movimiento del proletariado que se necesita para la revolución socialista. ¿Debemos considerar que David no ve la necesidad de la participación consciente del proletariado para crear un Estado obrero sano?

        La revolución china comienza con una deformación bonapartista, no porque sea inherente a las necesidades de la revolución, sino todo lo contrario: por las circunstancias sociales específicas nacionales e internacionales que hemos tratado aquí.

        La historia de China está recorrida por numerosas guerras campesinas, y lo que normalmente habría ocurrido es que la dirección, al entrar en las ciudades, se fusionaría con la burguesía, dando lugar a un desarrollo capitalista clásico. Como dice el marxismo, el movimiento campesino debe encontrar una dirección en las ciudades, bien en la burguesía o en el proletariado. Cuando es en la burguesía, tenemos por supuesto un proceso capitalista; cuando es el proletariado el que toma la dirección, tenemos la revolución socialista. En China nos encontramos con una variante peculiar de este último caso, en la que el movimiento campesino tiene una dirección centralizada en forma de partido estalinista, que tiene sus raíces en Moscú. Basándose en el campesinado, entra en las ciudades no con el objetivo y la perspectiva de un genuino partido comunista, sino con el objetivo de establecer su podermaniobrando entre las clases. Y lo hace transfiriendo su base social al proletariado, no como el representante directo del proletariado, como haría un Partido Bolchevique, sino de una manera bonapartista.

        En el pasado, el bonapartismo siempre ha representado una tendencia que, aunque vinculada a la burguesía, se eleva por encima de las clases, maniobraba entre la burguesía, la pequeña burguesía y el proletariado, algunas veces basándose en este último e incluso golpeando a la clase dominante. Es bien conocido que en Rusia, en los primeros días del dominio de la burocracia como camarilla bonapartista, basándose en la economía de un Estado obrero, se equilibró y maniobró entre los kulaks, los nepistas y los trabajadores. En el Estado capitalista, en cierto sentido, la socialdemocracia, que se basaba en la clase obrera, tendía a oscilar entre los trabajadores y la burguesía, dependiendo de las presiones sociales del momento. Si no jugaron un papel realmente independiente, fue porque en última instancia dependían de la burguesía. Aunque el bonapartismo burgués vira entre las clases y las enfrenta, en última instancia, representa a la burguesía porque sus beneficios y privilegios nacen de la institución de la propiedad privada. Esto no significa que no sea una carga extremadamente gravosa para la burguesía en cuanto a sus imposiciones y demandas.

        El estalinismo es una forma de bonapartismo que se basa en el proletariado y en la propiedad estatal, pero difiriere tanto de un Estado obrero como el fascismo o el bonapartismo burgués ifieren de la democracia burguesa, que es la expresión más libre de la dominación económica y el gobierno de la burguesía. El estalinismo, basándose en el proletariado puede, en ciertas circunstancias, equilibrarse entre clases opuestas con el fin de fortalecerse para sus propios fines. Hemos visto cómo lo hizo en Europa del Este y ahora se está desarrollando un proceso similar ante nuestros ojos en China. Mientras que para la tendencia marxista revolucionaria sería imposible formar una coalición con la burguesía, precisamente debido a la necesidad de garantizar la movilización independiente de las masas en la lucha por su derrocamiento, Stalin no necesita estas inhibiciones.

        El estalinismo propone formar una coalición en unas condiciones donde la burguesía está hecha añicos, intenta contraponer a la burguesía frente al peligro de un proletariado insurgente. De este modo, la coalición que los estalinistas están proponiendo en China no significará la victoria, ni siquiera la supervivencia, de la burguesía. Será utilizada para conseguir un margen de maniobra para la organización de una maquinaria estatal bonapartista y estalinista, en las líneas de Moscú: no un Estado o semiestado como imaginaban los marxistas para la organización libre de las masas, sino una maquinaria estatal separada y aparte de las masas, totalmente independiente y elevada sobre ellas como un instrumento de opresión.

        Es evidente que el movimiento chino consigue su viabilidad de las “contradicciones más recónditas de la economía”. Sin embargo, mientras que una verdadera dirección trotskista revolucionaria, en un país atrasado, sacaría su fuerza del proletariado y arrastraría a las masas tras de sí, Mao se apoya en el campesinado; y no sólo se basa en la pasividad del proletariado en esta etapa, sino que reprime despiadadamente a cualquier proletario que se atreva a tomar medidas contra la burguesía sobre la base de la acción de clase independiente. En una etapa posterior, Mao se apoyará en el proletariado cuando lo necesite para enfrentarse a la burguesía, sólo para traicionarlo después y reprimirlo implacablemente. En este punto sería mucho más correcto decir que Mao, como Tito, es un estalinistaconsciente, que adopta conscientemente muchas de las maniobras bonapartistas que Stalin se vio obligado a adoptar empíricamente.

        Mientras que los ejércitos del Kuomintang se han desvanecido bajo el programa agrario revolucionario y bajo la propaganda de los estalinistas ’tierra para el campesino’ una cosa está clara: el programa de propaganda de Mao no se ha dirigido a la movilización revolucionaria del proletariado y la organización de los sóviets; ni se ha dirigido al derrocamiento del régimen del Kuomintang en las ciudades a través de la iniciativa consciente y el movimiento de los trabajadores. Todo lo contrario: su política consiste en aplastar de manera implacable cualquier movimiento en esta dirección. Esta negativa a movilizar a las masas no es accidental, sino que expresa el miedo a un movimiento de masas en las ciudades en esta etapa. Nada ilustra mejor la diferencia entre el trotskismo y el estalinismo que este hecho. Existe un abismo insalvable entre el marxismo, que se basa en el movimiento consciente de las masas, sobre todo del proletariado, y el estalinismo bonapartista, que maniobra entre las clases y utiliza los instintos revolucionarios de las masas en interés de esta nueva casta.

        El régimen de Mao seguirá el patrón de los otros regímenes estalinistas. Después de consolidarse se convertirá en una dictadura policiaco-militar similar al régimen ruso. Los signos ya son visibles.

        El compañero James afirma que cuando decimos que Mao seguirá los pasos de Stalin y que será, si cabe, mucho más bárbaro, reducimos todo a la cuestión de su “psicología desprovista de cualquier base social”. No es una cuestión de las inclinaciones individuales de Mao; es precisamente una cuestión de la psicología del ejército chino y, después, de la burocracia civil. El totalitarismo incontrolado ha demostrado lo que puede hacer en la Rusia estalinista. En China, mucho más atrasada que Rusia, donde la vida y la libertad siempre se han tomado a la ligera, las contradicciones sociales tendrán las mismas consecuencias que en Rusia, con una diferencia: las tradiciones de la barbarie asiática se impondrán a la barbarie estalinista. Si Mao no cumple la función que la casta civil y militar triunfante le exija, será destituido y cualquier otro Bonaparte ocupará su lugar.

        El hecho de que en las montañas y en las zonas rurales, los generales y los oficiales hayan llevado siempre una vida sencilla y austera no es relevante en este caso. Napoleón pasó por una fase similar en el ejército revolucionario de Francia pero una vez en el poder, hasta el último de los de “espléndidos uniformes”, como se consideraba a sí mismo, se rodeó de pompa y de privilegios. Los observadores burgueses, comentando la diferencia entre la corrupta y sobornable administración del Kuomintang y su casta de oficiales, y la administración razonablemente sencilla y honesta del ejército y los territorios controlados por los rojos, señalaron que era cuestión de tiempo que los rojos tomaran posesión de las ciudades del norte y el sur de China. Sobre una base agraria menor no se produciría una gran diferenciación social. Debemos repetirlo: no es una cuestión de la “psicología” de individuos desprovistos de base social, sino de la perspectiva y psicología necesarias de un grupo social en la sociedad.

        ¿OTRO TITO?

        El hecho de que Mao tenga una genuina base de masas independiente del Ejército Rojo ruso, con toda probabilidad proporcionará por primera vez una base independiente para el estalinismo chino, que dejará de descansar directamente sobre Moscú. Con Mao, al igual que ocurrió con Tito, a pesar del papel del Ejército Rojo en Manchuria, el estalinismo chino está desarrollando una base independiente. Debido a las aspiraciones nacionales de las masas chinas, a la lucha tradicional contra la dominación extranjera, a las necesidades económicas del país y, sobre todo, a la poderosa base en un aparato del Estado independiente, el peligro de un nuevo Tito en China es un factor que preocupa a Moscú. Los partidarios de Tito ya han pronosticado la probabilidad de tal acontecimiento, debido a la similitud con el movimiento en Yugoslavia.

        En Manchuria, donde los rusos tienen el control del ferrocarril Oriental Chino y bases en Port Arthur y Dairon, ya han situado al frente de los mismos a su títere Li-Li San. Desacreditado funcionario estalinista que aplicó la política ultraizquierdista de Stalin en el “tercer período” a principios de los años treinta y oponente tradicional de Mao, Li-Li San ha sido designado como una marioneta fiable para el control de Manchuria. Resulta significativo que haya pasado años de exilio en Rusia. El Kremlin espera mantener una base mediante el control de Manchuria, que anteriormente tenía la mayor parte de la industria china. En Sin-Kiang, Stalin ha establecido una base de apoyo negociando con el gobierno burgués del Kuomintang.

        Sin embargo, la subordinación de la economía china en beneficio de la burocracia rusa, con los intentos de situar al frente a títeres que se subordinarán totalmente a Moscú —en otras palabras, la opresión nacional de China—, creará las bases para un enfrentamiento con el Kremlin de gran magnitud y significado. Mao, con un aparato del Estado poderoso e independiente, con la posibilidad de maniobrar con los imperialistas de Occidente (que buscarán negociar con China por el comercio e intentar romper el vínculo entre Pekín y Moscú) y con el apoyo de las masas chinas como el líder triunfal contra el Kuomintang, tendrá poderosos puntos de apoyo frente a Moscú.

        Todos los esfuerzos de Stalin para intentar impedir este proceso tenderán a acelerar e intensificar el resentimiento y los conflictos. Sin embargo, que Mao rompa con Stalin, no le convertirá en un trotskista. Nosotros daremos apoyo crítico a Mao frente a Stalin, como en el caso de Tito, pero contra ambos continuaremos defendiendo la posición marxista internacionalista.

        El último punto, el más oportuno, es sobre la cuestión del papel de la Cuarta Internacional. “Mientras tanto”, dice el compañero James, “los estalinistas están ‘estableciendo’ una revolución en la que los trotskistas están jugando un papel apenas perceptible. Evidente, las referencias de Grant a la perversión estalinista del marxismo y al papel venidero de los trotskistas, tienen un significado puramente ritual, derivado de una concepción previa del estalinismo que el propio Grant ha abandonado”.

        Y una vez más, después de citar World News and Views, donde Mao dice: “La revolución de las grandes masas populares, dirigida por el proletariado…”, James comenta: “Si esto es cierto, debemos apoyarla, con críticas, pero abandonando cualquier idea de un papel independiente para los trotskistas chinos”. Si la revolución estaba dirigida por el proletariado ¿por qué apoyarla con ‘críticas’? ¡Sin críticas compañero! Deberíamos unirnos a las filas de Mao.

        Pensamos que hemos demostrado la deformación de la revolución china y sus raíces. Apoyamos las medidas progresistas que los estalinistas adopten, de la misma forma que las apoyamos en Finlandia y Polonia, pero advertimos de la inevitable corrupción que surgirá debido al dominio de la burocracia. De este modo, el papel de los trotskistas chinos está claro: apoyan, aclaman, las medidas progresistas introducidas y al mismo tiempo explican la necesidad de los sóviets, del control democrático de las masas, etc., y se oponen a cualquier medida reaccionaria adoptada contra las masas en interés de la burocracia. La suya no es una tarea fácil. La Oposición ha sido prácticamente liquidada en Rusia, ¿quiere decir esto que los trotskistas en Rusia no tienen ningún papel? Depositamos nuestra fe en el trotskismo chino, no como un mero ritual, sino porque tenemos fe en el futuro del socialismo.

        Irán: La historia se venga (introducción)

        SWP/SU: Seguidismo criminal

        Irán: La historia se venga (introducción)

        Traducido de Spartacist (edición en Inglés) Nos. 27-28, Invierno de 1979-80. Esta versión fue impresa en Spartacist en español no. 8, agosto de 1980.

        El artículo que reproducimos a continuación apareció por primera vez en Workers Vanguard No. 239, 14 de septiembre de 1979. Revela la capitulación criminal del Secretariado Unificado (S.U.) ante la reaccionaria “Revolución Islámica” dirigida por los mulahs en Irán al mismo tiempo que 14 miembros de la filial del S.U. se estaban pudriendo en las cárceles de Jomeini esperando su ejecución. Desde la primera aparición de este artículo, han ocurrido varios sucesos importantes que exigen un comentario — la crisis de la embajada norteamericana en Irán, la crisis internacional precipitada por la intervención militar soviética en Afganistán, y la escisión del S.U. resultando en la formación del “Comité Paritario” juntando a la Fracción Bolchevique (FB) del aventurero político Nahuel Moreno y la Organisation Communiste Internationaliste (OCI) reformista de Pierre Lambert.

        La persecución de la filial iraní del S.U., el Partido Socialista de los Trabajadores (HKS), en agosto-septiembre formó parte de la respuesta del régimen de Jomeini al creciente descontento y resistencia de las masas. Una vez más se vio a manifestantes de izquierda desfilar en Teherán, los trabajadores sin empleo organizaban protestas combativas y, lo que representaba una amenaza aun mayor para Jomeini, las minorías nacionales (especialmente los kurdos) se alzaban en rebelión. Fue en este contexto que a fines de octubre, Jomeini incitó a sus partidarios a tomar la embajada norteamericana, tomar como rehenes a su personal y exigir la devolución del sha. Mediante esta espectacular diversión política, el reaccionario fanático religioso podía una vez más aparecer ante el pueblo iraní como el enemigo del odiado sha y del imperialismo norteamericano. De hecho, la toma de la embajada fue un intento de fortalecer su régimen, ideado específicamente para asegurar el triunfo de Jomeini en el referéndum a realizarse poco después, convirtiéndolo en el todopoderoso faghi (Führer), o sea el líder supuestamente escogido por alá para gobernar el pueblo de Irán. La naturaleza fundamentalmente diversionista de la toma de la embajada fue reconocida por los izquierdistas de los Fedayín en Irán e incluso por los mandelistas europeos en el S.U.

        Pero no por el SWP. Lanzándose a la defensa del recién elegido imam, declararon que “Jomeini tiene hoy la máxima autoridad en el país como dirigente antiimperialista” (Militant, 28 de diciembre de 1979). Por lo tanto, según el SWP, toda crítica de Jomeini, incluso desde la izquierda, era proimperialista. Esta vieja metodología estalinista fue resucitada en el número del 17 de diciembre de la Intercontinental Press, publicada por el SWP, en un artículo titulado, “How the Left Responded to Carter’s War Drive”. Las calumnias más increíbles del artículo son dirigidas a la Spartacist League, a la cual acusa de “haber tomado cada vez más posiciones declaradamente proimperialistas y racistas” porque revelamos los crímenes de Jomeini contra los oprimidos de Irán y llamamos por una revolución obrera en Irán.

        Como demostrábamos en nuestra respuesta, “Why They Lied for Khomeini” (Workers Vanguard No. 246, 28 de diciembre de 1979), los argumentos del SWP no son sino la otra cara de la ideología imperialista liberal. En la óptica del SWP, si Jomeini es culpable de los crímenes por los que le denunciamos, si las masas iraníes sufren bajo el yugo del oscurantismo religioso, entonces esto serviría únicamente para justificar la sujeción del pueblo iraní a los “derechos humanos” mediante el envío de los marines estadounidenses. Los comunistas rechazamos este silogismo liberal imperialista. Nosotros dijimos: “Jomeini más loco que el sha pero, ¡Fuera manos de Irán!” Bajo el pretexto de combatir el chauvinismo imperialista, el SWP niega la realidad social del atrasado Irán capitalista: el chador se convierte en un símbolo de la “liberación” de la mujer y no de su esclavitud en los países islámicos; la autoflagelación del ritual chiita, practicada durante el mes sagrado de Moharram y presenciada por millones a través de la televisión, es una abierta invención del Wall Street Journal. Al pretender que la hostilidad contra el Irán de Jomeini en los EE.U.U. no es sino una creación de los medios de comunicación imperialistas, el Militant salvaría a Irán de una invasión norteamericana mediante su propia manipulación de los medios de información. Los marxistas entendemos que la fuerza social de la reacción clerical hoy día en Irán es el resultado del atraso económico impuesto sobre esa región por el imperialismo y que las masas serán emancipadas de las cadenas del oscurantismo religioso solo sobre los cimientos económicos de la revolución proletaria.

        Asimismo, el HKS también aclamó la toma de la embajada. Fueron liberados 10 de los 14 militantes encarcelados del HKS. Entretanto, el HKS se escindió, entre los elementos pro SWP, fundamentalmente estudiantes formados en los EE.UU., y los centristas mandelistas, principalmente derivados de estudiantes iraníes en Europa. La cuestión que precipitó la escisión fue la insistencia por la dirección pro SWP del HKS en presentar candidatos para la Asamblea Islámica de Expertos en agosto pasado contra la voluntad de la mayoría del grupo que se inclinaba por el boicot.

        Si la toma de la embajada renovó momentáneamente las credenciales de Jomeini como “antiimperialista”, la invasión soviética a Afganistán desenmascaró completamente esta imagen fraudulenta. Hoy en día el presidente de los EE.UU. solicita servilmente el apoyo del imam con miras a una jihad conjunta contra la Rusia atea. Quizás Carter propondrá que los rehenes de la embajada sean incorporados al ejército iraní y enviados a combatir contra los soviéticos en el Khyber. Jomeini, por su parte, ha jurado su “apoyo incondicional” a los tribalistas antisoviéticos afganos y, de hecho, les ha suministrado ayuda material desde el principio.

        Al apoyar al clerical-reaccionario Jomeini, la izquierda no sólo estaba hipnotizada por su apoyo de masas, sino que creía además que su antagonismo al Occidente seguramente arrancaría Irán de las manos de los EE.UU. Pero como lo prueba Afganistán, los conflictos entre la profundamente conservadora casta sacerdotal islámica y sus señores imperialistas sólo pueden tener un carácter superficial y pasajero. Enfrentándose con la polarización de Guerra Fría vinculada con la posibilidad de revolución social en el Oriente, los mulahs se unirán siempre con el imperialismo contra el estado obrero degenerado soviético.

        Los entusiastas seudotrotskistas de Jomeini o niegan todo esto o se unen al ayatolá en el lado anticomunista de las barricadas. Mientras que el SWP defiende la acción soviética en Afganistán, niega al mismo tiempo que la insurgencia feudalista anticomunista se basa en el oscurantismo islámico. Y en lo que se refiere a la ofensiva antisoviética de Carter, el SWP intenta eludir la cuestión rusa, declarando que “no se trata de la intervención soviética”.

        El inestable “Comité Paritario” ha seguido a Jomeini al campo de la contrarrevolución imperialista, apoyando a las fuerzas reaccionarias islámicas en Afganistán. En el caso de los lambertistas, esto representa la culminación de su estalinofobia socialdemócrata datando de largos años atrás. Para los morenistas, su posición era consistente con su identificación con el nacionalismo bonapartista tercermundista, aun en sus manifestaciones anticomunistas más reaccionarias. Mientras se hizo pasar por una oposición de izquierda dentro del S.U., la FB de Moreno estuvo incluso más entusiasmada que el SWP con la “revolución islámica” de Jomeini. La Fracción Bolchevique aclamó la revolución de los mulahs persas y criticó al bloque mandelista/ SWP por minimizar su importancia histórico-mundial:

        “El Secretariado Unificado se ha visto desmentido en forma categórica, teórica y política por la revolución iraní, que representa el ejemplo más espectacular de un auge en los últimos años…”

        “… la revolución iraní una vez más cambia el epicentro de la revolución mundial al mundo colonial.”

        — ”Declaration and Platform of the Bolshevik Faction”, International Internal Discussion Bulletin [del SWP norteamericano], Vol. XVI, No. 3, Julio de 1979

        Para el pretendido “imam” trotskista argentino, Jomeini (como Perón) no es sino otro caudillo “progresista antiimperialista” cuyas instituciones corporatistas, según dice Moreno, pueden servir de base para el dominio “proletario”. Ahora a raíz de la crisis en torno a Afganistán, los morenistas han llevado su fe en la misión histórico-mundial de la revolución de los mulahs persas ¡hasta el punto de llamar por su extensión a los pueblos fronterizos de la Unión Soviética!

        Los centristas mandelistas zigzaguean entre sus llamadas traidoras, desde un punto de vista de clase, por la retirada de las tropas soviéticas (actuando así como furgón de cola de los eurocomunistas) y el reconocimiento a regañadientes de que Afganistán sí plantea la cuestión de la defensa militar de la URSS contra el imperialismo. La respuesta inicial del International Marxist Group británico fue de exigir, “¡Tropas soviéticas fuera de Afganistán!” en nombre del derecho a la autodeterminación nacional. ¡Y eso como si el derecho democrático a la autodeterminación nacional tuviera preeminencia sobre la derrota de la contrarrevolución feudalista o la defensa militar de la Unión Soviética! El órgano de la sección estrella francesa del S.U., Rouge, cambia su política sobre Afganistán cada semana, a veces tomando dos líneas distintas en el mismo número. Pero, si por ahora abjuran de su demanda derrotista por la retirada del Ejército Rojo, los mandelistas europeos todavía condenan la intervención soviética. En neto contraste, nosotros reconocemos que la. Intervención soviética abre la posibilidad para la liberación social de los pueblos de Afganistán y es una respuesta defensiva plenamente justificada a la actual campaña de guerra del imperialismo estadounidense.

        Articulo de 14 de septiembre de 1979

        On the recent events on Syria

        On the recent events on Syria

        September 3, 2013

        In recent days the disposition of the imperialist powers to launch a military assault on Syria has changed, the official reason based on accusations the Assad regime had used chemical weapons against the forces of the Free Syrian Army and the general population. With John Kerry making clear the US’s determination to proceed regardless of the UK’s decision to not support its latest military gambit, we reiterate our position published on September 2012

        “[…] class conscious workers of all countries should demand Imperialists: Hands off Syria! Any intervention into a country historically oppressed by the imperialists will only be to intensify the exploitation of the oppressed nation’s workers. If the imperialists were to intervene military to support the Syrian National Council , we will militarily side with the historically oppressed nation, even if lead by Assad’s forces, supporting the defeat of the imperialists and their domestic supporters.”

        O golpe militar no Egito e a posição escandalosa do PSTU / LIT

        Oportunismo e confusão cristalizada
        O golpe militar no Egito e a posição escandalosa do PSTU / LIT
         
        Por Rodolfo Kaleb, outubro de 2013
         

        As posições tomadas pela Liga Internacional dos Trabalhadores (LIT) e pelo seu partido principal, o PSTU brasileiro, diante dos últimos acontecimentos da luta de classes no Egito são marcadas por incoerências e graves desvios em relação ao marxismo – indo de posições politicamente oportunistas até a negação de fatos concretos. O que não tem sido inconsistente, entretanto, é o oportunismo característico das correntes morenistas ao longo de sua história em cada canto do mundo – desde encarar policiais brasileiros como trabalhadores até semear ilusões no exército burguês egípcio, pode-se facilmente ver muitos paralelos entre aquelas políticas do PSTU praticadas em casa com as que propõe internacionalmente.

        Os eventos no Egito são de conhecimento geral e estamparam todos os noticiários, de forma que não precisamos nos alongar sobre seus detalhes. A queda de Mubarak e a eleição de Mohamed Morsi, candidato da Irmandade Muçulmana, em junho de 2012 não foram fruto da destruição do regime ditatorial anterior, mas de uma transição controlada cuja intenção era acalmar as massas, que não alterou os pilares que sustentaram por tanto tempo a ditadura. Isso explica em parte a insatisfação crescente com o governo de Morsi, pois ele não foi capaz de corresponder a diversos anseios que mobilizaram aqueles que lutaram pela queda do regime que o precedeu. A isso se somou ainda a sua própria política, marcada por contínuos ataques à classe trabalhadora, pela corrosão dos salários por uma galopante inflação, pela repressão a opositores políticos e por tentativas de implementação da Sharia (conjunto de leis derivadas de interpretações do Islã). A crescente insatisfação levou dezenas de milhões às ruas em protesto, inclusive com a deflagração de diversas greves operárias ao longo de todo o seu governo.
        Praça Tahir (Cairo) tomada por manifestantes
        comemorando a queda de Morsi [abc.net.au]
        Frente à incapacidade do governo da Irmandade Muçulmana em manter a ordem burguesa no país, e para evitar que ele pudesse ser retirado do poder pelas massas egípcias, a cúpula do Exército (que não foi removida do comando em 2012 e havia concordado a contragosto com um governo civil) derrubou Morsi através de um golpe. Assim, as lideranças do aparato repressivo do Estado deram fim à breve (e limitada) experiência democrático-burguesa. Algumas semanas depois do golpe essas lideranças iniciaram uma brutal repressão policial contra militantes de várias organizações opositoras, sobretudo o partido do ex-presidente, assassinando centenas e prendendo tantos outros.
         
        Mas essa interpretação aparentemente óbvia do ocorrido não foi unanimidade dentro da esquerda. O motivo foi que uma grande confusão se produziu entre alguns partidos e organizações pelo fato da ação do Exército ter recebido amplo apoio popular em um primeiro momento, com as massas que haviam tomado as ruas tendo não só chamado por uma intervenção militar, mas comemorado o atendimento de seu chamado. Vejamos como a LIT/PSTU analisou cada momento desse processo.
         
        Antes de tudo, o PSTU encarou a queda de Morsi pelas mãos da cúpula do Exército como uma grande “vitória”. O título de um de seus primeiros artigos após a destituição proclamou: “Morsi caiu! Grande vitória da mobilização do povo egípcio!”. Aqui está a primeira grande confusão propagada pelo PSTU:
         
        “Estamos diante de uma imensa vitória das massas, que a entendem e a festejam como tal nas ruas e praças de todo o país.”
        “É uma vitória porque o elemento determinante da derrota de Morsi foi a colossal mobilização das massas. Com este fato, o regime militar, embora não destruído, sai claramente debilitado, à medida que os militares viram-se obrigados a sacrificar outro governo servil a seus interesses, primeiro o de Mubarak e agora o de Morsi…”.
        ― “Morsi caiu! Grande vitória da mobilização do povo egípcio!”, 4 de julho de 2013. Disponível em: http://www.pstu.org.br/node/19547
         
        Nessa declaração o PSTU faz parecer que a derrubada de Morsi foi uma ação dos trabalhadores, ou melhor, das “massas”. Essas “massas”, para as quais o PSTU não fornece nenhuma caracterização de classe, de programa político e de liderança, teriam debilitado o Exército, supostamente enfraquecido pela troca de governo.
         
        Enquanto a manifestação do dia 3 de julho (uma das maiores da história e que carecia precisamente de consciência de classe entre os trabalhadores) foi de fato uma poderosa demonstração de força que colocou os militares em um impasse, a substituição de governo que estes realizaram (a “queda de Morsi”) não poderia ter sido classificada enquanto nenhum tipo de “vitória”. Foi fruto de uma jogada dos militares, como o PSTU não pôde negar. Mas afinal, que conquista ou garantia tal manobra trouxe para os trabalhadores egípcios? O PSTU separa a “queda de Morsi” (que seria uma “vitória”) das forças que de fato o substituíram – a cúpula dos generais do Exército burguês, que se antecipou para evitar uma saída que pudesse colocar em risco as estruturas do Estado. Não apresenta, assim, nenhum elemento concreto que confirme que o golpe militar trouxe benefícios para os trabalhadores e oprimidos em geral.
         
        O próprio PSTU reconheceu, principalmente quando começou a repressão, o quão desastrosa para os trabalhadores havia sido a manobra bem sucedida do Exército:
         
        “Ao jogar esta cartada, puderam se apresentar e ser vistos por amplos setores de massas como ‘amigos’ e ‘guardiões’ das aspirações do povo.”
        “Infelizmente, conseguiram usurpar a vitória das massas, para manter o controle do processo posterior a Morsi e poder arbitrar a conformação do novo governo. Pela falta de uma direção revolucionária com peso de massas, o povo terminou confiando na saída que o Exército ofereceu para aplacar a mobilização popular.”
        ― “Egito: Nenhuma confiança no novo governo fantoche dos militares e do imperialismo!”, 26 de julho de 2013. Disponível em:
         
        “O Exército, apoiando-se no grande prestígio obtido com a população, por haver derrotado Morsi, e no ódio desta contra a Irmandade Muçulmana, começou a desatar uma repressão desenfreada e completamente desproporcional contra os militantes da Irmandade.”
        ― “Os militares não atacam só a reacionária Irmandade Muçulmana, mas todo o povo”, 20 de agosto de 2013. Disponível em: http://www.pstu.org.br/node/19932
         
        Nessas outras declarações, produzidas bem depois do golpe, o PSTU já reconhece de forma mais clara que Morsi foi derrubado não pelas massas, mas sim pelos dirigentes do Exército, e que estes agiram com o intuito de formar um novo governo que desse conta de melhor reprimir as mobilizações, “usurpando” assim o suposto protagonismo popular na derrubada de Morsi, mas contando com a confiança e apoio inicial das massas.
         
        Iludido por esse apoio popular, o PSTU disse desde o início (e insiste até hoje) que se tratou de uma “vitória”. Diferentemente, marxistas devem buscar entender os motivos que levaram as massas a confiarem na cúpula do Exército burguês, dando passagem para que esta assumisse o poder e reprimisse as mobilizações. No lugar de reproduzir as ilusões populares, devemos ter clareza de que o banho de sangue ocorrido no Egito foi fruto da ausência de um partido operário revolucionário, que pudesse se colocar enquanto uma alternativa para a classe trabalhadora e as massas oprimidas e liderá-las no caminho de destruição do Estado burguês – ao invés do caminho da confiança naqueles que são justamente os maiores protetores desse Estado e do sistema capitalista no qual ele se assenta e o qual ajuda a reproduzir.
        Mesmo após a brutal repressão desencadeada contra
        os partidários de Morsi, o PSTU não fez um balanço
        sério de sua posição [barenakedislam.com]
        Assim, a pergunta fundamental que deve ser feita é: a queda de Morsi foi uma vitória das massas que enfraqueceu o Exército e o Estado burguês, ou uma manobra do Exército para “desatar a repressão” e preservar tal Estado? Para o PSTU foram as duas coisas ao mesmo tempo, algo impossível na prática. A repressão “desproporcional” (haveria uma repressão “proporcional” que se justificasse?) foi a única “conquista” da “vitória” aclamada pelo PSTU. Justamente porque o facínora Morsi foi derrubado pelos seus padrinhos militares, que queriam uma repressão mais aberta, nada além disso poderia ter sido esperado. Era necessário ter alertado as massas egípcias do perigo mortal que as esperava, e chama-las a organizar uma resistência proletária baseada em autodefesas e greves, capaz de garantir a integridade de suas forças.
         
        O PSTU fez o canto da sereia. Antes de a violência começar de forma desenfreada, disse que os militares destituírem seu fantoche era uma “concessão democrática” do Exército e não uma maneira de acentuar a repressão:
         
        “Um dos fatores, o mais imediato, é que, como se sabe, frente às grandes mobilizações que derrubaram Mubarak e Morsi, em vez de reprimir e orquestrar um banho de sangue, como se espera de um regime militar contrarrevolucionário, os militares se viram obrigados a se reacomodar e a fazer concessões democráticas, ao ponto de destituir seus dois últimos governos.”
        ― “Egito: Nenhuma confiança no novo governo fantoche dos militares e do imperialismo!”, 26 de julho de 2013.
         
        Aliás, fez pior: afirmou, no mesmo texto, que o Exército da burguesia estaria satisfazendo as aspirações populares:
         
        “Quando os militares, frente à mobilização das massas, deram um ultimato a Morsi e lhe anunciaram que se em 48 horas não cumprisse com as reivindicações do povo iriam derrubá-lo, a posição dos revolucionários e sua localização não podia mudar, porque o ‘golpe’ dos militares não significava um retrocesso, como seria se envolvesse a mudança de um regime democrático-burguês para uma ditadura. Nesse caso, tratava-se de um ‘golpe’ nos marcos do mesmo regime militar e ainda que o Exército estivesse derrubando o governo pela força, estava satisfazendo a principal reivindicação do movimento de massas naquele momento: derrubar Morsi.”
         
        Na cabeça dos dirigentes do PSTU, não importa a maneira como é derrubado um governo, desde que tenha apoio popular (mesmo que apenas inicial) essa derrubada seria progressiva e boa. Confunde completamente uma derrubada progressista de Morsi com uma queda arquitetada pelo Exército burguês para atacar todos os setores em luta. Na  lógica objetivista segundo a qual a queda de Morsi (seja qual for a sua dinâmica e seus sujeitos) é necessariamente uma vitória, o PSTU confunde revolução com reação. Ele deixou nua essa lógica ao tentar “explicar” a sua contradição:
         
        “Para a LIT-CI, como temos afirmado em outras declarações, este é verdadeiro conteúdo dos fatos e do processo como um todo. É muito importante ter isto em mente, pois é natural que existam dúvidas e confusões, sobretudo a partir da forma como ocorreu a deposição final de Morsi: um golpe do Exército.” (ênfases no original).
         
        “A intervenção militar que, no meio das mobilizações, concretizou a destituição de Morsi, embora seja a contradição e não a essência do processo, não é um elemento de menor importância, pois a partir dele se instalou um novo governo no Egito. E, consequentemente, entrou em ação todo um novo plano político, orquestrado pelos militares, que mantém o mesmo objetivo das classes dominantes e do imperialismo desde a queda de Mubarak: derrotar a revolução.”
         
        “Mas o fato primeiro e mais importante é que, independentemente da forma, a queda de Morsi (como a de Mubarak) é uma enorme vitória revolucionária das massas egípcias, que com sua ação enfraquecem os militares e também o imperialismo norte-americano, que sustenta esse regime há mais de 30 anos.” (ênfase nossa).
         
        Em outras palavras, apesar de ter sido “orquestrado pelos militares” para “derrotar a revolução”, essa queda de Morsi foi (pasmem!) uma “enorme vitória revolucionária” que “enfraquece os militares e o imperialismo”. Seria difícil ser mais confuso. O cerne aqui é que para o PSTU, toda a dinâmica concreta da queda do ex-presidente da Irmandade Muçulmana não faz parte da “essência”. Seria um fator secundário, já que a “essência” (por quais motivos?) foi de uma “vitória”, “independentemente da forma” que tenha tomado.
         
        Essa lógica não é nova. É a mesma que os dirigentes morenistas adotaram na Líbia em 2011, quando um Exército rebelde (dirigido pela burguesia, apoiado e armado pelo imperialismo) derrubou o ditador Kadafi. Foi uma “vitória”, independentemente do fato concreto de que foi comandada e dirigida pelos imperialistas. Isso não é marxismo, e sim um “otimismo” estúpido e objetivista que ignora a realidade para saudar a queda de um governo burguês qualquer que tenha sido a dinâmica do processo. Se o PSTU estivesse no Egito, só teria servido para confundir os trabalhadores, ao dizer que uma “vitória” havia conquistado uma “concessão democrática” do Exército, e que este estava satisfazendo uma demanda do povo. Em poucos dias as massas egípcias pagariam de forma amarga por tais ilusões açucaradas.
         
        No decorrer da repressão do Exército, o PSTU desenvolveu outra posição que faz arrepiar os cabelos. Depois de misturar os interesses do Exército com os interesses da classe trabalhadora na “queda de Morsi”, também cumpriu o papel de legitimar a repressão contra a Irmandade Muçulmana. Que a Irmandade Muçulmana é uma organização reacionária em praticamente todos os sentidos é inquestionável, assim como também é inquestionável que os revolucionários devem rechaçar todo e qualquer interesse desse partido em fazer voltar o governo de Morsi. O golpe deve ser combatido com um programa proletário, que aponte a necessidade de um governo direto dos trabalhadores para acabar com a exploração e a opressão da burguesia. Mas os revolucionários tem um interesse ativo em impedir os ataques do Exército burguês contra as manifestações de rua e outras lutas, inclusive as da Irmandade Muçulmana, pois uma vez que a repressão contra tal organização seja legitimada pelas massas, cria-se legitimidade para que ela seja aplicada a um leque cada vez maior de grupos opositores – incluindo possíveis revolucionários. O PSTU diz concordar com isso:
         
        “No entanto, o fato de que estejamos contra as manifestações da Irmandade Muçulmana, não significa que vamos respaldar qualquer medida repressiva do Exército ou da polícia, pois suas medidas obedecem aos interesses de seus comandantes e não há porque confiar neles.”
        ― “Os militares não atacam só a reacionária Irmandade Muçulmana, mas todo o povo”, 20 de agosto de 2013.
         
        Mas logo em seguida se contradiz. Sem nunca explicar como tamanha repressão pôde ter sido uma consequência direta da “vitória” que proclamou, o PSTU é contra defender ativamente os direitos de manifestação e expressão da Irmandade contra o terror policial. Deixa claro que acha positiva a repressão de direitos da Irmandade Muçulmana, mesmo sabendo que essa repressão é feita pelas mãos do Exército:
         
        “Enquanto a Irmandade continuar chamando seus partidários a sair às ruas para retomar o poder, isto é, a ir na contramão da ação da ampla maioria do povo e da conquista que representa ter derrubado Morsi, não estamos a favor de defender seus direitos de expressão nem de manifestação.”
        Idem.
         
        Para defender a “conquista” que teria sido a derrubada de Morsi pelos militares, que afinal teriam cumprido a “vontade do povo”, o PSTU é levado a apoiar pelo menos algumas das medidas repressivas do Exército contra a Irmandade. Longe de qualquer simpatia política pelos reacionários islâmicos e mantendo um combate político contra eles, os revolucionários defendem as organizações e partidos reprimidos pelo governo militar, inclusive seu direito de manifestação e expressão. Fazer isso não implica apoiar a volta de Morsi e nem o programa político da Irmandade Muçulmana, mas simplesmente se colocar, de fato, em oposição à reação militarista – e deixar claro que, se alguma força deve derrotar os reacionários fundamentalistas da Irmandade Muçulmana, esta é o proletariado organizado em torno de um programa revolucionário.
         
        Em suma, o PSTU não defende consistentemente sequer os direitos democráticos e cria ilusões no Exército ao fazer confusão entre seus interesses em derrubar Morsi e os interesses dos trabalhadores. Essas posições não estão desassociadas de uma política de colaboração de classes. Exatamente um dia antes da queda de Morsi, o PSTU chamava para que todos que fossem contra o presidente se unissem em sua derrubada, inclusive setores da burguesia (como o movimento do liberal burguês de El Baradei):
         
        “No marco deste combate contra um regime bonapartista, é necessário aplicar uma política de ampla unidade de ação contra o regime militar e seus governos. Esta unidade de ação, realizada a partir da mais completa independência política do movimento operário e das organizações revolucionárias, deve incluir a todos os setores democráticos e opostos ao regime militar, desde as organizações e frentes de luta jovens como Tamarod, até os partidos patronais e a Frente Nacional de Salvação de El Baradei e Amr Musa.”
        ―“Milhões tomam as ruas no Egito”, 2 de julho de 2013. Disponível em:
         
        Ao defender a derrubada de Morsi em conjunto com os partidos patronais, o PSTU propunha um processo que não poderia jamais significar uma vitória contra o capitalismo e o imperialismo. Ela tinha plena consciência disso, de que seria uma “vitória” somente no seu esquema de “revolução democrática”.
         
        Como explicamos em outros materiais [1] a estratégia morenista de “revolução democrática” pressupõe que a revolução socialista é necessariamente precedida por uma revolução “inconscientemente socialista” liderada por setores não-revolucionários e sem o protagonismo da classe proletária. Ao encarar que a mudança de regime deve se dar na forma de uma “revolução democrática”, que se transformaria quase que magicamente em socialista, os morenistas se colocam em um campo político muito distante daquele do trotskismo e da estratégia da revolução permanente, constituindo-se enquanto um obstáculo à necessidade da revolução proletária para esmagar o Estado burguês.
         
        Pode-se ver que não interessava para o PSTU (como ainda não interessa hoje) uma estratégia clara de independência da classe trabalhadora, precisamente porque nunca lhe preocupa quem dirige a derrubada do governo, ou com qual política. Isso seria sempre um fator secundário, que não está na “essência” do processo. O PSTU pautava a luta comum e a colaboração de todos que se opusessem ao regime e, portanto, uma “estratégia” de colaboração de classe com setores burgueses. Esse objetivo sujo foi alcançado, de certa forma, quando o PSTU defendeu a mesma “unidade” com o próprio Exército na derrubada do presidente da Irmandade Muçulmana. Os resultados sanguinários dessa “vitória” estão diante dos nossos olhos. Mesmo agora, os morenistas da LIT criam ilusões em um futuro governo de Assembleia Constituinte, ou seja, um governo da burguesia, ao levantarem a demanda de “Eleições imediatas para a Assembleia Constituinte livre e soberana, sem participação de militares e da Irmandade, para assumir o poder!”.
         
        O PSTU exclui de tal governo a Irmandade Muçulmana e os militares, mas não a burguesia enquanto classe, e pede que ele “assuma o poder”. Em outros momentos, é claro, fala que só um governo proletário resolveria a situação dos trabalhadores, que só um partido revolucionário pode defender tais interesses, etc. Mas tais afirmações são pura maquiagem para dar um tom “de esquerda” à política fundamentalmente democrático-burguesa que essa corrente levanta na prática. Fala do socialismo e da revolução proletária como fins sem nenhuma relação concreta com a sua política imediata, que é de unidade com a burguesia para derrubar o governo do momento, para poder falar de “vitória revolucionária” enquanto outro governo burguês se constitui e os trabalhadores seguem sofrendo ataques. Para os trabalhadores egípcios, a política da LIT/PSTU é um beco sem saída.
         
        NOTAS
         
        [1] Para a compreensão da estratégia morenista de “revolução democrática”, confira: A Frente de Belém (PSOL-PSTU-PCdoB) na Lógica do Morenismo (agosto de 2012) e O Morenismo e a Posição da CST na Síria (outubro de 2012).

        Arquivo Histórico: Seção Chinesa e SWP contra o Pablismo

        Anunciamos a nossos leitores as novas atualizações em nosso arquivo de Documentos Históricos (Trotskismo Pós-Segunda Guerra). Estes documentos tem como tema a luta do Socialist Workers Party (Partido dos Trabalhadores Socialistas – SWP) dos Estados Unidos e da Seção Chinesa da Quarta Internacional contra a direção revisionista encabeçada por Michel Pablo.

        A greve dos educadores do Rio de Janeiro

        A greve dos educadores do Rio de Janeiro
        Por um programa de ação para derrotar os ataques de Paes e Cabral!
        Outubro de 2013

        Prolonga-se por mais de dois meses a greve dos profissionais da educação do Rio de Janeiro, tanto os do estado, quanto (exceto por um breve intervalo) os do município. Os governos Paes e Cabral jogam duro, se recusando a aceitar as demandas dos grevistas e usando massivamente a repressão policial contra os educadores e seus apoiadores. Em resposta, dezenas de milhares de jovens aderiram à luta dos educadores, e popularizaram-se nos protestos palavras de ordem como “Preste atenção trabalhador, Sérgio Cabral mandou bater em professor!”e “Não acabou, tem que acabar: eu quero o fim da polícia militar!”. Esses slogans revelam que a categoria rompeu com a lógica meramente sindical e está em sintonia com demandas mais gerais que tem marcado os massivos protestos que tomam a cidade desde junho, mesmo que tenham diminuído em tamanho. Sintonia essa que não se viu nas recentes greves dos ecetistas (funcionários dos Correios) e dos bancários, por exemplo.

        Como uma das grandes pautas das manifestações de junho era justamente por educação pública de qualidade (além de transporte, saúde, moradia, etc.), é compreensível que essa luta em específico tenha feito as ruas da cidade verem novas marchas gigantescas, com a solidariedade de diferentes setores a uma histórica greve (há 20 anos a rede municipal não via uma mobilização dessas proporções). Assim, em grande parte como reflexo do processo de lutas que vivemos desde junho, o que poderia ser apenas um embate em torno do plano de carreira e salários (que permanece como uma questão central) tornou-se também um confronto de grandes proporções contra os governos do PMDB (ambos apoiados pelo PT) e a polícia, motivado por uma compreensão dos educadores que não bastam melhores salários frente às péssimas condições de trabalho atuais e aos projetos de privatização e precarização da educação.

        Para vencer: ir além da rotina sindical!

        Esse movimento dos educadores é dirigido pelo SEPE-RJ (Sindicato Estadual dos Profissionais da Educação) e tem extrapolado o clima ameno com os qual se conduz a maior parte das greves recentes. Os dois últimos protestos, por exemplo, contaram com mais de 50 mil pessoas e terminaram em confrontos entre a polícia e setores radicalizados da juventude. No último (15/10), foram feitos mais de duzentos presos políticos e os cães de guarda da burguesia recorreram até mesmo ao uso de armas letais, ferindo ao menos dois manifestantes.

        Diante de uma situação como essa, não se pode ter a menor ilusão nos métodos rotineiros com os quais a burocracia sindical brasileira tradicionalmente manobra as greves. É preciso um programa de ação para expandir e radicalizar as lutas em oposição aos governos capitalistas. Liminares e ações judiciais podem ganhar tempo (como foi o caso com a anulação da aprovação do PCCS de Paes na justiça, já revogada). Mas não será através desses métodos que a greve vai triunfar. Em primeiro lugar, não podem continuar ocorrendo assembleias e protestos divididos dos educadores das redes municipal e estadual (ambos organizados pelo SEPE-RJ), ainda que reivindiquem ante instâncias diferentes. Do lado do inimigo, está clara a unidade dos governos Paes e Cabral para tentar derrotar os professores, ameaçando o corte de ponto, demissões e agredindo-os fisicamente.

        Essa unidade dos governos também se expressa a um nível mais geral de projeto para a educação pública, defendido pelos respectivos secretários de educação de cada um (Costin e Risolia) e em sintonia com os ditames de órgãos como o Banco Mundial e o FMI. Contra tal unidade, é preciso garantir de imediato a plena unificação das greves, que também deve incluir os profissionais em greve das escolas técnicas da rede FAETEC.

        Embora tenham demandas diferentes, os trabalhadores devem pactuar uma unidade, para impedir que um dos setores se retire da greve e deixe o outro sozinho (como já aconteceu no meio dessa greve com a saída momentânea dos educadores municipais em setembro). Todas as manifestações e assembleias podem ser realizadas de forma conjunta. A única coisa que explica a continuidade dessa divisão parcial é o apego da direção do SEPE-RJ (composta majoritariamente por setores da esquerda do PSOL e também pelo PSTU) aos métodos recuados da burocracia sindical, que se tornaram rapidamente insuficientes diante da conjuntura intensa em que nos encontramos.

        Além disso, há plenas condições políticas para impulsionar um amplo movimento de comitês de apoio à greve nas universidades (sobretudo entre os estudantes) e uma luta conjunta com outras categorias, como é o caso dos petroleiros que estão em uma greve nacional greve essa que também extrapola questões salariais, se opondo à privatização do pré-sal (a venda do Campo de Libra).

        Entendemos que a solidariedade de classe entre os proletários precisa ir além de moções e falas de apoio. Até agora tem se mostrado grande disposição e solidariedade por vários setores populares que vem aderindo aos protestos de rua convocados pela greve dos professores. Esse apoio precisa ganhar uma forma orgânica através de comitês de ação com representantes eleitos pelas bases que possam unir a luta dos profissionais da educação aos estudantes, petroleiros e demais movimentos sociais para coordenar um combate unido contra os patrões e os governos. Essa unidade é fundamental para garantir a derrota dos nossos inimigos e a conquista das demandas dos educadores, como um Plano de Carreira, Cargos e Salários digno, melhores condições de trabalho (como a construção de mais escolas pra reduzir a relação professor/aluno) e o questionamento os projetos educacionais baseados nos interesses dos patrões.

        Nenhuma ilusão em Beltrame! Por autodefesas proletárias contra a repressão!

        No dia 12 de outubro, no período de intervalo entre dois massivos protestos de rua, a liderança do SEPE-RJ publicou uma nota em sua página na internet reportando uma reunião com o comandante da Polícia Militar do Rio de Janeiroe informando que também se encontraria com o Secretário de Segurança do estado. Segundo a nota, os dirigentes do SEPE pediram para que tais indivíduos “intercedessem junto ao governador” para que ele negociasse com os grevistas:

        “Em audiência com o secretário de estado de Segurança, José Mariano Beltrami, marcada para a segunda-feira (dia 14 de outubro), às 15h, a direção do Sepe irá reafirmar a solicitação ao secretário para que ele também interceda junto ao governador Sérgio Cabral e ao prefeito Eduardo Paes para que as negociações entre estas autoridadese a categoria em torno das reivindicaçõesdos educadores estaduaise municipais voltem a ser colocadas na mesa e, desta maneira, possamos chegar, de forma democrática, a uma solução para o atendimento dos itens constantes nas respectivas pautas de reivindicação.”
        NOTA DO SEPE, 12 de outubro de 2013

        Essa nota é sintomática dos instintos passivos dos líderes do SEPE-RJ nesse momento crítico. Tanto o comandante da PMERJ quanto Beltrame são responsáveis diretos pela violência contra os professores e pelas prisões e ataques contra os manifestantes. Eles são os chefes da polícia que torturou e matou Amarildo e nada disso é mencionado na nota! Ambos foram escolhidos a dedo por Cabral para cumprir seus planos assassinos. Apenas a intensificação da luta poderá forçar Paes e Cabral a aceitar as demandas da greve e é nisso que os profissionais da educação devem depositar suas energias. Essas “solicitações” absolutamente descabidas só servem para gerar ilusões.

        Além disso, a ideia de que é possível “chegar de forma democrática a uma solução” em nada corresponde à situação real. Não existem “acordos de cavalheiros” entre opressores e oprimidos em questões importantes, como a atual luta tem demonstrado. Ou Cabral e Paes serão forçados pela luta dos educadores e de seus apoiadores a aceitar suas demandas, ou então irão esmagar-nos com sua repressão e ameaças.
        Confrontos com a polícia tem marcado
        praticamente todos os atos da greve
        Ao invés de perder tempo com esses pedidos inúteis para que os agentes de Cabral e Paes intercedam por nós, o que é urgente e necessário é estabelecer autodefesas dos trabalhadores e da juventude, para resistir com todos os meios acessíveis à truculência da polícia. Essas autodefesas devem ser controladas pelas assembleias de base dos educadores. Não pode haver espaço para ilusões pacifistas nesse momento. Uma moção pela formação da autodefesa chegou a ser aprovada em uma recente assembléia da rede municipal, mas se depender da direção, que sequer tem organizado um fundo de greve para o caso do corte de ponto ocorrer, certamente isso não passará de letra morta. A linha “pacifista” da direção do sindicato foi colocada de maneira clara na mesma nota do dia 12:

        “A diretoriado sindicato deixou claro queo comportamento dos profissionais da educação que participarãodo ato seguirá as tradições das manifestações organizadas pelo Sepe em maisde trêsdécadas de atuação da entidade na defesados direitos dos profissionais das escolas públicasdo Rio de Janeiro e da luta  por uma educação públicade qualidade. Durante todos esses anos, sempre realizamos nossas atividadesde forma pacífica, com músicas e palavras de ordem, de acordo com as maneiras que  entendemos serem mais eficientes para garantir os direitos dos profissionais da educação das escolas públicas do Rio de Janeiro.”

        “Músicas e palavras de ordem” são úteis, e talvez em muitas ocasiões ao longo dessas “mais de três décadas” tenham sido o máximo que era possível fazer contra a repressão. Mas essa não é a situação atual. Quando os professores estão sendo alvos dos policiais da burguesia em praticamente todos os seus protestos, semana após semana, e quando há disposição para resistir entre eles e seus apoiadores, existem outras formas de luta que precisam vir à tona. A direção do sindicato segue congelada nos anos de calmaria, acuada pela campanha de difamação e criminalização dos movimentos sociais promovida de forma raivosa pela mídia empresarial.

        Aliás, a formação da autodefesa é a melhor forma de fazer também uma crítica produtiva aos Black Blocs, os jovens radicalizados que vem se enfrentando com a polícia nas manifestações. Uma autodefesa proletária mostraria a força que pode ter a ação de resistência disciplinada e  coordenada da classe trabalhadora com a juventude, e seria muito superior às ações isoladas dos Black Blocs, feitas de forma improvisada e desvinculada do controle democrático da categoria e de uma estratégia proletária.

        Um setor da direção do SEPE-RJ (notadamente o PSTU) faz críticas aos Black Blocs que colocam neles a culpa pela repressão policial, como se a polícia não tivesse também reprimido manifestações em que não havia Black Blocs Rejeitamos esse tipo de “crítica” e reiteramos que os Black Blocs só tem se configurado enquanto a única forma minimamente organizada de resistência (e não é à toa angariado ampla simpatia entre os educadores) porque o grosso das organizações da esquerda não tem movido uma palha nesse sentido. Apesar de defendermos os praticantes da tática Black Bloc contra a repressão policial, acreditamos ser urgente uma alternativa classista e submetida ao controle democrático das assembleias, na forma de comitês de autodefesa.

        Pela libertação de todos os presos políticos!

        O SEPE-RJ deve também encabeçar uma ampla campanha pela libertação de todos os presos nas manifestações, e pela queda de todos os processos contra os lutadores. Ninguém fica para trás! Junto com essa luta, é preciso apontar como norte a dissolução de todos os órgãos de repressão e o fim das polícias! Uma polícia que existe para matar o povo negro e pobre e para bater em trabalhador não merece existir, e nem sequer pode ser “reformada”, como alguns defendem através do slogan de “desmilitarização”.

        Questionar o capitalismo e sua lógica de precarização

        A greve inclui demandas relativamente avançadas, que vão além de exigências econômicas mínimas da categoria e incluem um questionamento do projeto de educação que vem sendo imposto nos últimos anos. Esse tom mais político da greve se expressa de forma mais clara na palavra de ordem “Fora Cabral, vá com Paes!”, inclusive incluída em adesivos do sindicato e estendida à Costin/Risolia. Alguns ativistas acreditam que fazer dessas palavras de ordem demandas concretas da greve atrapalha a luta, pois não seriam aceitas pelos governantes. Mas discutir e levantar demandas que vão além dos interesses básicos e imediatos dos profissionais da educação é algo fundamental, nem que seja enquanto um norte estratégico.

        O motivo pelo qual Paes/Costin estão insistindo tão pesadamentena aprovação do seu ataque em forma de “plano de carreira”, por exemplo, é porque essa é uma medida central no processo de flexibilização das normas trabalhistas dos educadores e para manter e aprofundar a desigualdade absurda entre seus salários e condições de trabalho dependendo do seu regime de contratação. Essa lógica é intrínseca ao sistema capitalista em que vivemos, que precisa reduzir custos com os serviços públicos e dividir os trabalhadores para garantir a “eficiência” e a “ordem”. Cabral/Risolia, por sua vez, já fecharam dezenas de escola públicas. Essas ações não são apenas “políticas de governo”, mas a própria lógica da precarização do ensino público para abrir cada vez mais espaço para a educação privada e para um projeto educacional mercadológico e “meritocrático”.

        Por esse motivo, nossa luta não pode ser apenas contra Cabral e Paes (e seus asseclas do PT e do PCdoB), nossos inimigos mais imediatos. Tampouco devemos nos limitar a demandas econômicas mínimas. É importante também questionar abertamente todo o sistema que está por trás desses ataques, levantando demandas que relacionem nossas necessidades mais sentidas com a luta contra a ordem burguesa. Se as demandas dos educadores que questionam abertamente o capitalismo serão ou não atendidas dependerá da conjuntura em que vivemos. O que podemos dizer com certeza é que não poderão ser realizadas pelos governos patronais como Cabral e Paes, e exigem o estabelecimento de um governo direto de trabalhadores sobre os escombros do atual regime.

        A greve deve arrancar dos governos aquilo que a luta dos educadores for capaz de impor nesse momento, mas levantar demandas que preparam os trabalhadores da educação para suas tarefas históricas não “atrapalha” a luta. Pelo contrário, esclarece por quais metas devemos combater. Não devemos nos contentar com o mínimo e não devemos exigir apenas o mínimo, porque nesse caso conseguiremos praticamente nada.

        É preciso lutar por salário igual para trabalho igual entre todos os educadores: chega de diferenciação por regime de contratação. Nenhuma escola a mais pode ser fechada, nenhum educador pode ser demitido! Se Cabral diz que não tem como manter as escolas, que abra todas as contas públicas e veremos que o motivo é que o dinheiro dos impostos é usado para financiar seus aliados multimilionários, enquanto a educação pública perece. O mesmo vale para Paes com seu plano de precarização das condições de trabalho. Os educadores, funcionários e pais de alunos podem gerir o sistema educacional de forma muito melhor que esses senhores, e garantindo uma educação, salários e condições de trabalho dignas. Devemos lutar pelo controle e administração das escolas por conselhos de educadores e pais de alunos, de forma independente dos governos, pois apenas assim esses constantes e renovados ataques à educação pública cessarão.

        Nós do Reagrupamento Revolucionário, munidos de um profundo sentimento de solidariedade pela luta em curso, temos buscado intervir nas manifestações chamando atenção para o programa e as medidas que pontuamos ao longo deste texto. Lutamos também pela construção de um partido revolucionário de trabalhadores, a ferramenta essencial para garantir uma mobilização do proletariado que, orientada pelo programa do marxismo, seja capaz de ir além das conquistas parciais e destruir de vez o capitalismo.
        Ato unificado em defesa da educação (07/10)

        El verdadero testamento de Leon Trotsky

        El verdadero testamento de Leon Trotsky

        por Ernest Mandel

        [A pesar de este documento fundamentalmente correcto sobre las predicciones de Trotsky después de la Segunda Guerra Mundial, tenemos un profundo desacuerdo con el papel general de Ernest Mandel en la crisis del trotskismo y de la Cuarta Internacional y de ninguna manera defendemos su legado. Para una crítica más elaborada de sus cambios de programa oportunistas y carácter político, vea: Génesis del pablismo (1972) y Ernest Mandel: un centrista para toda época (1978).]

        1 de agosto, 1948

        Copiado de:
        http://www.marxists.org/espanol/mandel/1948/verdadero_testamento_trotsky.htm

        Aquellos que no legan nada a la posteridad no corren el riesgo de ver disputarse su herencia. Tan sólo una herencia importante atrae a los falsificadores de testamentos, tanto en las novelas policíacas como en la vida política. El hecho de que durante estos últimos meses los más diversos órganos, desde el Libertaire, anarquista, hasta el vulgar periódico sensacionalista France-Dimanche, hayan presentado documentos burdamente falsificados como si fueran probable o indudablemente el testamento de León Trotsky, significa, ante todo, un testimonio del inmenso capital político que hoy representa la herencia del viejo dirigente revolucionario asesinado.

        Por otra parte, la opinión pública oficial intenta constantemente anexionar los nombres gloriosos de los jefes más representativos del movimiento revolucionario a su sórdida lucha contra este mismo movimiento. Trotsky no ha podido escapar a esta suerte, que Marx y Lenin habían conocido antes que él. Hoy, las dos alas de la intelligentsiaque se doblegan bajo la presión de las potencias materiales dominantes en estos momentos, el ala stalinizante y el ala ”democrática”, intentan, ambas, investirse con la autoridad de Trotsky en su lucha contra el movimiento trotskista internacional. Esta maniobra no hace más que indicar la autoridad creciente de que goza la obra del dirigente revolucionario, que domina por completo el pensamiento de nuestra época, así como el peligro potencial que representa para las clases dominantes y sus agentes el movimiento revolucionario vivo, pese a su aparente debilidad material.

        Política internacional y lucha de clases

        El socialismo científico parte de la lucha de clases para explicar la realidad social y su desarrollo histórico. Trotsky nos ha legado obras maestras de análisis político precisamente porque supo desvelar el mecanismo de la lucha de clases que determina, en último análisis, todos los tumultuosos acontecimientos de nuestra época. Los historiadores y los periodistas pequeñoburgueses han asimilado, desde hace tiempo, la técnica del método marxista para poner en claro, como dicen con una placidez conmovedora, ”tal o cual aspecto de la realidad social”. Pero cuando se trata de aplicar rigurosamente este mismo método al conjunto de la actualidad inmediata, su pensamiento tropieza invariablemente con su propia naturaleza social. La segunda guerra mundial, igual que la primera, la ven como una lucha entre ”el bien y el mal”, o, lo que viene a ser, lo mismo, entre ”los pueblos que aman la paz y la libertad” y el ”militarismo (totalitarismo) ávido de expansión”. Ya antes de que haya estallado, la tercera guerra mundial adquiere para ellos el mismo aspecto.

        Resulta significativo de la profunda degeneración del movimiento obrero oficial el que este último haya abandonado también el criterio de la lucha de clases, no sólo en sus juicios sobre la política internacional, sino incluso en sus esfuerzos por justificar su propia línea táctica, considerablemente tortuosa. Si queremos reducir a un denominador común la interpretación actual de la política por parte de los stalinianos, los socialdemócratas y los múltiples grupos de centristas de derecha o de ”izquierda”, podemos decir que operan, igual que la burguesía y la pequeña burguesía, con la noción de ”lucha entre potencias” como factor determinante y predominante en los conflictos sociales [1]. Según los stalinianos, los progresos de las fuerzas progresivas se miden, esencialmente, por la expansión territorial, estratégica y económica de la URSS y de su glacis. Los socialdemócratas, grosso modo,aplican el mismo teorema, invertido: los progresos de la ”democracia” se miden por el retroceso del ”totalitarismo staliniano”. Hay que admitir que los stalinianos aplican su teorema con mayor consecuencia en las ideas; y, además, no sufren tanto como los socialdemócratas de una mala conciencia crónica. Sin embargo, en la práctica, la diferencia es negligible. Estas dos fuerzas políticas esenciales del movimiento obrero actual presentan las luchas sociales en el mundo como una función del progreso o el retroceso del partido ”americano” o del partido ”ruso”. Las distintas variedades de centristas aplican criterios idénticos, y si es cierto que algunas de ellas se abstienen de elegir sus posiciones en función de este criterio, ello se debe, la mayoría de las veces, como en el caso de los shachtmanistas [2], a que consideran que el campo de la democracia imperialista es ”ineficaz” frente a la ”amenaza staliniana”.

        La IV Internacional, siguiendo los ejemplos que Trotsky le ha legado, aborda de un modo fundamentalmente distinto el análisis de la política internacional. Para ella, son las contradicciones sociales las que, en última instancia, determinan las contradicciones internacionales, y no a la inversa. Las mismas grandes potencias, tratadas como entidades por la opinión pública oficial y por la larga ristra de sus seguidores en el movimiento obrero, lejos de llevar a cabo una política determinada por ”el ansia de poder”, se revelan movidas por contradicciones internas inherentes a su sistema social. Para ella, tanto el expansionismo imperialista de los Estados Unidos como el expansionismo staliniano de la URSS son indicios de la crisis social que sacude a esos sistemas. En la mayoría de los países del mundo, las contradicciones sociales, al haber alcanzado un grado de exacerbación sin precedentes, precipitan unas crisis políticas constantes en las que se injertan las contradicciones internacionales sin quitar a las primeras su carácter predominante.

        Dos métodos de análisis fundamentalmente distintos se ponen a prueba a través de los resultados opuestos en que desembocan. La jauría de los periodistas pequeñoburgueses, partiendo de criterios formales, superficiales y formalistas, consideró, en 1940, que la guerra de Finlandia era una prueba de la consolidación de la alianza entre Hitler y Stalin: el ”frente único internacional de los agresores” se había consolidado, según decían, sobre los campos de nieve ensangrentados. En base al análisis correcto que realizó Trotsky de aquellos acontecimientos, no era difícil llegar a la conclusión diametralmente opuesta de que la invasión de Finlandia era un reflejo defensivo de Stalin derivado de su miedo a un ataque hitleriano. Los acontecimientos que siguieron disiparon toda duda en cuanto a la validez de esta segunda conclusión. Hoy hemos asistido a una experiencia similar. El golpe de Pragaconstituía, para los stalinófobos profesionales, la prueba definitiva de la estabilización del stalinismo, de su impulso hacia el dominio mundial, de la aproximación de la guerra, etc. Ni por un instante hemos dejado de oponer a este pronóstico impresionista una perspectiva basada en un análisis de las fuerzas sociales en presencia: los esfuerzos de la burocracia staliniana por estabilizar su glacis no eran más que una etapa en la vía de la conclusión de un compromiso con Wall Street: este compromiso era absolutamente inevitable para Stalin, debido a su debilidad interior y a las contradicciones que desgarraban a la burocracia staliniana. Hoy, una vez más, nadie puede dudar ya de cuál ha sido el método que se ha revelado justo en vista a los resultados obtenidos.

        El empuje instintivamente revolucionario del proletariado

        Trotsky no sólo nos ha transmitido el método marxista, aplicado magistralmente a los problemas de nuestro tiempo. También nos ha legado el resultado fundamental de este análisis, una característica fundamental de nuestra época: la contradicción entre el empuje instintivamente revolucionario del proletariado y el carácter profunda y abiertamente contrarrevolucionario de su dirección tradicional.

        Innumerables críticos, que reflejan todos los colores del arco iris político, han sometido esta tesis central de Trotsky y del programa de la IV Internacional a una crítica violenta desde el final de la guerra.

        Examinemos, ante todo, el segundo término de esta tesis. Los stalinófilos (Bataille Socialiste en Francia, Nenni en Italia, etc.), por un lado, y los stalinófobos (centristas tipo Marceau Pivert, shachtmanistas, ultraizquierdistas de distintas especies, anarquistas, etc.), por otro, se esfuerzan ambos por demostrar, a la luz de los acontecimientos de la posguerra, la acción revolucionaria de la dirección staliniana en relación a la burguesía; los primeros atribuyéndole un carácter progresivo, y los segundos caracterizando esa revolución como bárbara y reaccionaria (la noción de revolución reaccionaria no representa, para ellos, ninguna contradicción). Un análisis mínimamente serio de los acontecimientos nos permitirá juzgar esta crítica en lo que vale. En ningún momento de su historia se ha encontrado el capitalismo tan cerca de su hundimiento total en las tres cuartas partes del planeta como durante los meses cruciales de 1944-45. Nunca ningún movimiento político, incluido el fascismo, ha contribuido hasta tal punto, objetivamente, a impedir este hundimiento como lo hace en esos momentos el stalinismo. Si se contempla el increíble grado de descomposición que aún hoy, al cabo de tres años, sigue caracterizando a la mayoría de los países capitalistas, se comprende que Roosevelt, actuando como dirigente consciente de su clase, llegara, en Teherán y en Yalta, a un acuerdo con Stalin que permitió la liquidación en frío de la guerra mundial. ¿Quién puede sorprenderse de que la burocracia staliniana pidiera y obtuviera una compensación por este gigantesco servicio rendido al imperialismo? Nunca hemos descrito a la burocracia soviética, como tampoco a la burocracia reformista, como una servidora altruista o ideológica del imperialismo. Tampoco tiene nada de extraordinario el que estacompensación, que, para la burocracia reformista, tomaba la forma de privilegios dentro del aparato de estado burgués, tomara, para la burocracia staliniana, dada su naturaleza social, la forma de una expansión territorial o dezona de influencia. Que en la etapa siguiente el imperialismo desee apoderarse nuevamente de las posiciones que antes ha tenido que abandonar para salvar lo esencial es algo que tampoco representa, en lo más mínimo, ningún fenómeno imprevisto. Se le puede dar al asunto tantas vueltas como se quiera; en el plano mundial, el carácter contrarrevolucionario del stalinismo es más evidente de lo que lo fue nunca el carácter contrarrevolucionario de la socialdemocracia alemana después de 1918.

        En lo que se refiere al primer término de la tesis trotskista, nos encontramos igualmente con una crítica simétrica por parte de los agentes stalinianos y de los stalinófobos más histéricos. Los primeros, para justificar la política staliniana, nos cuentan que ”el proletariado se ve arrastrado por la descomposición del capitalismo”; que, al haberse modificado su composición social, no puede ya triunfar sin el apoyo de todas las clases medias; que, por esta razón (?), la estrategia leninista no es ya aplicable, y que hay que aplicar la táctica de la ”nueva democracia”, etc. [3] Los segundos, para explicar la base de masas de que sigue gozando el movimiento staliniano en la mayoría de los países, afirman ”que el retroceso de la conciencia obrera” se refleja en ”la incomprensión” de los trabajadores respecto al problema staliniano. Tanto los unos como los otros consideran que la tesis trotskista ha sido contradicha por los acontecimientos, ”ya que no se ha producido la repetición a gran escala de octubre de 1917”.

        En realidad, Trotsky jamás predijo victorias proletarias como resultado de la guerra; y menos aún la posibilidad para el proletariado de liberarse de su dirección tradicional desde el inicio de la oleada revolucionaria de posguerra. Al contrario, en sus últimos escritos, especialmente, repitió una y otra vez que, indudablemente, la primera oleada revolucionaria sería dirigida aún por los stalinianos. Encontramos esta predicción, claramente formulada, en su último artículo, inacabado, publicado en el número de octubre de 1940 de la revista Fourth International como traducción literal de un texto dictado en ruso por dictáfono:

        ”¿No se colocarán los stalinianos en cabeza de una nueva oleada revolucionaria, no podrán arruinarla como hicieron en España y, antes, en China? No es en absoluto admisible considerar como excluida semejante posibilidad, por ejemplo en Francia. La primera oleada de la revolución ha conducido a menudo, o, mejor dicho, siempre, al apogeo a aquellos partidos de izquierda que aún no se habían desacreditado por completo durante el período precedente y que tienen tras ellos una imponente tradición política, etc.”

        Lejos, pues de oponerse al esquema de Trotsky, los acontecimientos que se han desarrollado a partir de 1943 han confirmado el empuje instintivamente revolucionario de los trabajadores, pese a la presencia de los dirigentes stalinianos, que han condenado al fracaso esta primera oleada de esfuerzos revolucionarios. El argumento de que el hecho de que los obreros hayan seguido a su dirección staliniana demuestra que su empuje no era revolucionario es un mero juego de palabras. Es evidente que el empuje instintivamente revolucionario del proletariado se opone a la postración de la clase y no se identifica en absoluto con un empuje conscientemente revolucionario. Precisamente hemos insistido, en nuestra argumentación, en que, aunque los obreros siguieran aún a su dirección tradicional, realizarían actos objetivamente revolucionarios: intentos de tomar en mano las fábricas y el poder. Será un pésimo revolucionario aquel que se deje engañar por la forma de la acción de las masas y no sepa reconocer el empuje instintivamente revolucionario de las masas en la lucha de los partisanos yugoslavos y griegos, con sus comités, su sistema igualitario de ditribución, su combate encarnizado contra sus propias burguesías; en la comuna de Varsovia y sus decisiones sobre la milicia obrera y el control obrero; en el movimiento de masas en Francia y en Italia, con el armamento de los trabajadores y la ocupación de las fábricas; en los potentes movimientos en Extremo Oriente: la insurrección de la flota en la India, los comités de Indochina, Indonesia, Corea y otras partes, siempre acompañados por un armamento de las masas. ¿Y quién no será capaz de ver este empuje en la espléndida acción que acaban de desencadenar los obreros italianos — ¡qué espanto! en defensa de un jefe staliniano por el cual, según aconsejan los más astutos de nuestros críticos, no habría que mover un dedo…—, ocupando las fábricas, tomando a los burgueses como rehenes, eligiendo verdaderos soviets, ocupando estaciones y emisoras, de modo totalmente espontáneo, sin ningún director de orquesta, venga de donde venga? El que todo el período en que hemos entrado con el fin de la segunda guerra mundial sea un período que se caracterice por este empuje del proletariado es algo que permite enfocar la posibilidad objetiva de la construcción del partido revolucionario como nueva dirección de los trabajadores. Es, en realidad, esta conclusión la que resume la tesis de Trotsky.

        El célebre ”dilema” de Trotsky

        Es sobre este punto que nuestros adversarios y críticos de todo color vuelven una y otra vez a la carga, en filas cerradas, oponiendo a esta conclusión la célebre cita de Trotsky, utilizada también por los falsificadores de la GPU:

        ”Si esta guerra provoca, tal como creemos firmemente, una revolución proletaria, ésta conducirá inevitablemente al derrocamiento de la burocracia en la URSS y a la regeneración de la democracia soviética a un nivel económico y cultural infinitamente más alto que en 1918. En este caso, la cuestión de si la burocracia staliniana es una clase o una excrecencia del estado obrero quedará automáticamente resuelta. Quedará claro para todo el mundo que, en el proceso de desarrollo de la revolución mundial, la burocracia soviética no habrá sido más que un tropiezo episódico.

        Si se admite, sin embargo, que la guerra actual no provocará la revolución, sino la decadencia del proletariado, entonces queda aún otra alternativa: un nuevo ocaso del capitalismo monopolista, su fusión más íntima con el estado y la sustitución de la democracia, allí donde siga existiendo, por un régimen totalitario. La incapacidad del proletariado para tomar en sus manos la dirección de la sociedad podría conducir, efectivamente, en estas condiciones, al crecimiento de una nueva clase explotadora a partir de la burocracia bonapartista fascista. Esto sería, según todos los indicios, un régimen de decadencia que indicaría el ocaso de la civilización.”

        Para comprender correctamente el sentido de esta cita, hay que añadir la explicación que da de ella el propio Trotsky en su artículo ”Todavía y una vez más sobre la naturaleza de la URSS”: [4]

        ”He intentado demostrar, en mi artículo “La URSS en guerra”, que la perspectiva de una sociedad de explotación, no obrera y no burguesa, o colectivismo burocrático, es la perspectiva de derrota y de decadencia total del proletariado internacional…”

        En otros términos, Trotsky precisa, en esta segunda cita, que aquello que ha planteado en la primera no es un pronóstico a corto o largo plazo, sino una hipótesis histórica que debe entenderse de este modo: o bien el proletariado dará prueba de su empuje instintivamente revolucionario, y entonces se abrirá un período de luchas revolucionarias en el que podrán forjarse nuevas direcciones revolucionarias; o bien permanecerá pasivo y se dejará reducir a esclavitud, y entonces hay que reconsiderar el conjunto del análisis marxista del capitalismo, etc.

        Para nosotros, no existe duda alguna en cuanto a que este análisis haya demostrado ser totalmente válido a la luz de los acontecimientos. Gilles Martinet, el teórico de la capitulación ante el stalinismo, piensa de otro modo. Según él, admitir la ”posibilidad teórica” del colectivismo burocrático constituye ya una revisión del marxismo; y convierte a Trotsky, en cierto modo, en el padre espiritual de Burnham [5]. Martinet no se da cuenta de que su objeción no va contra Trotsky, sino contra Marx, que fue el primero en plantear el dilema ”socialismo o barbarie”. El contenido de la cita de Trotsky no es ni más ni menos que una precisión de este viejo dilema de Marx. Dado que el capitalismo se encuentra en plena descomposición y que el socialismo no puede instaurarse más que a través de la acción revolucionaria del proletariado, Trotsky plantea, de forma absolutamente correcta, que si el proletariado permaneciera pasivo durante todo un período histórico triunfaría la barbarie. Y añade: pronto tendremos ocasión de verificar este aparente dilema; podremos ver si el proletariado permanece pasivo hasta el fin de la guerra, etc. Para cualquier persona de buena fe queda claro que Trotsky basaba su perspectiva en una total confianza en la capacidad de lucha revolucionaria del proletariado, confianza que se ha justificado por entero. En cambio, Martinet, que ha perdido la confianza en esa capacidad, trata de demostrar, contra toda evidencia, que la burocracia es una etapa necesaria en el camino al… socialismo. Tras haber justificado de este modo el papel de la burocracia, le da la vuelta a esta acusación y la gira contra Trotsky al estilo típicamente casuista de los jesuitas, los cuales descubren una ”justificación” de la religión en un dilema científico de este tipo: o bien lograremos, a la larga, producir la materia viva en el laboratorio, o bien tendremos que admitir que en su producción intervienen fuerzas supranaturales.

        La crítica de los stalinófobos vuelve a presentarse fielmente simétrica respecto a la crítica stalinófila. Según ellos, la cita de Trotsky ”encierra” las posibilidades revolucionarias del proletariado en los límites del capitalismo. Esto es lo que nos cuenta Hal Draper en el número de diciembre de 1947 de la revista New International. De acuerdo con este autor, la tendencia hacia el socialismo existió, bajo una forma utópica, antes de la existencia del capitalismo. Bajo el capitalismo, esta tendencia recibió su forma científica. Tenemos todos los motivos para afirmar, concluye el autor, que conservaría esta misma forma en una nueva sociedad de explotación — el ”colectivismo burocrático” —, ya que ahí la cuestión estaría en luchar por la democracia política, y, al estar concentrados los medios de producción en manos del estado, la conquista del estado por las masas significaría la revolución socialista. Nos cuesta creer que el autor de esta nueva teoría siga reclamándose del marxismo.

        Igual que en el caso de Martinet, sus reproches a Trotsky están en realidad dirigidos a Marx y al Manifiesto comunista. Toda la teoría marxista se basa en el hecho de que el capitalismo prepara las condiciones objetivas y subjetivas para el socialismo. La destrucción del capitalismo en una sociedad bárbara de un nuevo tipo no puede concebirse más que como destrucción de estas premisas. Se trataría de un régimen de decadencia de la civilización, de estancamiento y descomposición de las fuerzas productivas, de decadencia de las masas como esclavas totalitarias, rechazadas, sin duda, cada vez más, del proceso de reproducción. Es evidente que si partimos de la hipótesis de que el proletariado se demostrará incapaz de aprovechar la descomposición del capitalismo para instaurar el socialismo, en momentos en que se reúnen las mejores condiciones para la resolución de esta tarea, constituye entonces una total utopía contar con la capacidad de los eventuales esclavos totalitarios para la construcción de una sociedad sin clases.

        Estos razonamientos podrán parecerle al lector escasamente interesantes. Sin embargo, no sólo implican un juicio de la mayor importancia sobre las perspectivas de futuro de la humanidad, sino también un juicio definitivo sobre la actividad de los revolucionarios. Es evidente que tanto Martinet como Draper cuentan con la posibilidad (por no decir la probabilidad) de que el capitalismo desaparezca sin que una revolución proletaria le haya dado el golpe de gracia. Martinet coloca el signo ”más” ante el nuevo régimen; Draper el signo ”menos”. Ambos se ven obligados, de este modo, a revisar las bases fundamentales del socialismo científico. Y, para completar este paralelismo realmente notable, tanto Martinet como Draper terminan sus ”críticas” con un intento de ridiculizar lo que ellos llaman. nuestra ”fe” en el proletariado. Su propia perspectiva está contenida en la esperanza, enteramente vana, de que la burocracia abandone, un buen día, sus privilegios, ”cuando la sociedad esté madura para el socialismo integral”, así como de que ”el maravilloso sueño socialista” no se extinga en la sociedad de los esclavos.

        La naturaleza social del stalinismo

        Hemos ido topando constantemente, hasta este punto, con el problema del stalinismo. ¿Quién podría sorprenderse de ello? Puesto que todos nuestros críticos, desde los falsificadores de la GPU hasta los virtuosos moralistas delLibertaire, relacionan todos nuestros pecados con el pecado original de nuestra posición sobre la cuestión rusa,tanto la lógica como la experiencia justifican aún más el que les devolvamos la tesis opuesta: como ellos han dejado desde hace tiempo de basar su política cotidiana concreta en la capacidad revolucionaria intacta del proletariado mundial, ¡por eso pueden dedicarse a placer a la gimnasia gratuita de sus distintas ”teorías” sobre la cuestión rusa!

        Para que un programa sea coherente, es preciso que cada una de sus partes pueda reconducir al criterio fundamental. El criterio de clase aplicado a la política internacional no permite negar el hecho de que en la mayoría de los países europeos y asiáticos las aspiraciones revolucionarias del proletariado se hayan traducido en su adhesión al movimiento staliniano. La actitud de la vanguardia revolucionaria ante este movimiento debe reflejar, pues, el hecho contradictorio de que las dos tendencias fundamentales de nuestra época, el empuje instintivamente revolucionario del proletariado y la política abiertamente contrarrevolucionaria de su dirección, se hayan concentrado, por así decirlo, durante toda una época en el interior de los mismos partidos. Este fenómeno pierde su carácter extraño y paradojal a partir del momento en que se considera al stalinismo como reflejo de la realidad rusa actual, la cual, a su vez, combina los productos de la revolución más audaz de la historia con los de la más abyecta contrarrevolución. La contradicción que nuestros adversarios se esfuerzan por descubrir entre nuestra caracterización del stalinismo y nuestras perspectivas revolucionarias es una contradicción material, objetiva, que vive en los acontecimientos del tiempo presente, y que en vano se intentará hacer desaparecer negándola de palabra.

        Si, por otra parte, se considera el stalinismo como una fuerza social extraña al proletariado — como representante de la vieja o de una hipotética nueva clase dominante — no se podrá escapar a la conclusión de que laincomprensión del proletariado mundial ante esta fuerza social enemiga representa por fuerza un grave indicio de degeneración de esta clase. Por esto la posición de nuestros adversarios y críticos no carece tampoco de lógica, aunque sea la lógica del desaliento y de la postración. No se puede combinar un análisis social del stalinismo con la comprensión del empuje instintivamente revolucionario del proletariado más que si se parte de la hipótesis de que la burocracia soviética aún no ha cortado el cordón umbilical que la vincula con la clase obrera. Por repugnante que parezca esta hipótesis en vista de los crímenes monstruosos del stalinismo, sigue siendo, sin embargo, la única que es compatible a la vez con los supuestos generales de la teoría marxista y con los supuestos sociológicos, políticos e ideológicos del fenómeno staliniano. Es ahí, por lo demás, donde se concreta, también en el plano IDEOLÓGICO, la contradicción fundamental inherente al stalinismo.

        Mientras éste siga basándose en una FALSIFICACIÓN del leninismo, no habrá en el mundo fuerza material capaz de impedir que los mejores militantes comunistas de la juventud comprendan la VERDADERA naturaleza del leninismo y rompan con Stalin. Esta experiencia se repite todos los días, tanto en los países en que los PC poseen una amplia base de masas como en aquellos en que el stalinismo constituye, por el momento, la ideología oficial. No es por casualidad que en estos países la lucha contra el trotskismo, que, sin embargo, resulta casi siempre inexistente como fuerza organizada, ¡esté permanentemente a la orden del día en todas las escuelas de cuadros stalinianas! La historia del joven PC albanés, que pronto publicaremos, aportará una nueva prueba de ello. Demuestra cómo veinte años después de la victoria de Stalin, en un país completamente desprovisto de toda tradición marxista, en unas condiciones de control militar del aparato staliniano, toda una generación de jóvenes dirigentes comunistas se ve conducida, en base a su instinto de clase y a una enseñanza marxista falsificada, recibida de la misma escuela staliniana, a una ruptura completa con la política y los métodos de organización del stalinismo. ”Entonces se nos acusaba de trotskismo”, nos ha dicho uno de ellos, que acaba de integrarse a las filas de la IV Internacional. ”Nosotros, ignorando qué era el trotskismo, protestábamos vehementemente. Hoy he comprendido que entonces éramos efectivamente trotskistas sin saberlo…”

        ¡Cómo podrían tales palabras dejar de llenarnos de confianza en la suerte de nuestro movimiento! Sí, el stalinismo destila fatalmente desviaciones trotskistas mientras no rompe íntegramente con militantes obreros, con la tradición obrera, con la terminología y los escritos básicos del marxismo. Cuando se celebró nuestro congreso mundial [6], nuestros críticos detuvieron el cronómetro de la historia y declararon que ”las previsiones de Trotsky en cuanto a la inestabilidad de la burocracia han demostrado ser erróneas”. Tres meses más tarde, el asunto Tito rinde justicia, espectacularmente, al profundo análisis que hizo Trotsky de las fuerzas centrífugas en la burocracia. La pesada losa totalitaria sigue ocultando al mundo el profundo proceso de desafección de la joven vanguardia comunista rusa respecto al stalinismo. Los aficionados a las fechas fijas harían bien, sin embargo, en comprender el sentido de la lección que los acontecimientos acaban de darles. Esté cerca o esté lejos, llegará el día en que se manifieste también la verdad respecto a la acentuada fermentación política en el seno de la vanguardia obrera rusa. Ese día, millares de jóvenes comunistas rusos descubrirán que son ”trotskistas sin saberlo”.

        La construcción del partido revolucionario

        La herencia ideológica que Trotsky nos ha dejado se nos muestra, pues, como un todo coherente en el que se interpenetran inseparablemente la conciencia lúcida de las tendencias a la descomposición de la sociedad contemporánea, la definición objetiva de las fuerzas revolucionarias, las únicas que pueden invertir la orientación de la humanidad hacia la barbarie y dirigirla hacia el socialismo, el estudio científico de las condiciones subjetivas necesarias para la victoria revolucionaria, estudio en el que se integra la comprensión de la naturaleza exacta de la dirección traidora del proletariado. Pero el conjunto monumental de estas concepciones no fue nunca otra cosa, para Trotsky, que un medio de facilitar la ACCIÓN revolucionaria, de darle objetivos claros e históricamente justificados. No hay nada tan extraño a Trotsky como el fatalismo, el abstencionismo político o la pasividad. Tanto en el caso de la burda falsificación de la GPU como en el de la ”interpretación” más sutil de Martinet o de los shachtmanistas de las ideas de Trotsky, el espíritu que se pretende imputarle se manifiesta ya de entrada como un fraude, porque refleja la profunda desmoralización de sus auténticos autores, en total contradicción con la inquebrantable SALUD REVOLUCIONARIA de que Trotsky dio prueba hasta su último aliento.

        Aquí se nos presenta de nuevo nuestro viejo conocido, el hombre del cronómetro misteriosamente sincronizado con el movimiento de la historia, queriendo demostrarnos, apoyándose en pruebas, que hemos fracasado en esta tarea de construcción. Esperaba unos resultados espectaculares que Trotsky, que todos nosotros le habíamos anunciado en un plazo demasiado limitado, y ahora se siente decepcionado. Junto con él se nos presenta todo el enjambre de las moscas del carruaje, y cada una de ellas nos zumba en el oído la exposición de su panacea particular para resolver este problema crucial. Hace quince años estaban los componentes del ”Sex-Bel”, hoy olvidados. Ahora están nuestros amigos de la ASR, que nos explican que hay que dejar de lado temporalmente el programa integraly disolverse en un movimiento centrista más amplio (y, por lo demás, inexistente); Martinet, que nos presenta las sutilezas de la política de ”frente popular” como vía de salida; los shachtmanistas, que nos convocan para ”reagrupar todas las fuerzas socialistas no reformistas y antistalinianas” mediante una táctica de centrismo universal; y los más ingenuos, que explican, sinceramente, que bastará con modificar nuestra posición sobre la cuestión rusa para obtener resultados positivos. Por desgracia para nuestros sabios consejeros, ellos mismos han intentado construir partidos a su manera y han fracasado lamentablemente.

        Para juzgar correctamente lo que se ha logrado hay que dejar de lado todo criterio de tiempo proporcionado a una vida humana en el juicio de los períodos históricos. Solemos hablar del ”crecimiento orgánico” del movimiento socialdemócrata a finales del siglo XIX. Sin embargo, pasaron casi quince años entre el hundimiento de la Liga de los Comunistas de Marx y la construcción de la Asociación General de los Trabajadores Alemanes de Lassalle. La resurrección del movimiento obrero francés como fuerza organizada no se produjo sino veinte años después de la caída de la Comuna.

        A su vez, la resurrección del movimiento revolucionario después de 1914 adquiere hoy, a la luz de la historia, una forma muy distinta a la que vieron sus contemporáneos. En realidad, las masas que afluyeron a las secciones de la III Internacional eran masas INSTINTIVAMENTE REVOLUCIONARIAS, cuyo grado de CONCIENCIA COMUNISTA no difería más que cuantitativamente del actual. La dirección de aquellos partidos era, en el mejor de los casos, una dirección centrista en cuyo seno el número de elementos realmente bolcheviques era sin duda menor al de los actuales militantes de la IV Internacional. Por otro lado, la fusión que LA REVOLUCIÓN RUSA OPERÓ en un momento dado entre la vanguardia revolucionaria internacional y las amplias masas no era, después de todo, más que APARENTE. Los años que siguieron lo demostraron irrefutablemente. Hubo que volver a empezar, que definir una vez más el programa, que educar a nuevos cuadros, que penetrar nuevamente entre las masas; y ello en un período de profunda reacción. ¿Quién podrá sorprenderse de que esta tarea exija para su solución más tiempo que el previsto hace dos décadas?

        En 1939, al comienzo de la guerra, nuestro movimiento se reducía, en todos los países, a pequeños grupos aislados de intelectuales, emigrados o ilegales, o, en el mejor de los casos, semiactivos. Podemos hoy darnos cuenta del progreso que ha tenido lugar desde entonces. No está cifrado en ningún número sensacional de adherentes. Pero se concreta en Inglaterra, en China, y en múltiples países de América Latina, donde, tras largos años de desconcierto, nuestro movimiento ha cambiado su vieja piel por una piel nueva, ha liquidado los círculos cerrados y los grupos de intelectuales dilettantes, ha penetrado en los sindicatos y en las fábricas, ha empezado a reagrupar efectivamente a la vanguardia de los TRABAJADORES en la modesta escala en que tal trabajo es posible dadas las condiciones existentes en esos países. Se concreta en Francia y en Italia en la joven generación de DIRIGENTES OBREROS TROTSKISTAS que asciende, la primera en su especie desde el origen de nuestro movimiento. Se concreta en la India y en los Estados Unidos, donde los cuadros trotskistas, con años de experiencia de lucha, se han convertido en verdaderos dirigentes de masas en determinados sectores. En todas partes está ahora nuestro movimiento anclado en su clase, se desarrolla con ella, su destino se confunde con el del proletariado, al que acabará por conducir a su destino histórico. Este camino es más largo que el previsto, pero es el único camino posible. Este es el verdadero testamento de Trotsky: durante toda nuestra época, sacudida por crisis revolucionarias, los jóvenes cuadros de la IV Internacional deberán encontrar, a través de las múltiples y sucesivas experiencias de lucha, la vía de penetración y conquista de las masas. Y hemos empezado ya a ejecutar este testamento.

        Notas:

        [1] No carece de interés observar que la guerra civil española fue la primera ocasión en que se verificó esta profunda modificación en el método de enjuiciamiento del movimiento obrero oficial. Según los stalinianos y los socialdemócratas, no había ninguna guerra civil, sino ”una guerra de defensa del pueblo español contra los agresores fascistas”. Los ultraizquierdistas, por su parte, consideraban que aquella guerra era ”el ensayo general de la guerra imperialista”, y que ”uno y otro campo representaban los dos futuros campos de la guerra mundial”. Nuestro movimiento, por el contrario, analizaba los acontecimientos como expresión de la guerra civil entre el proletariado y la burguesía española, y no concedía al factor de la intervención extranjera, de modo totalmente correcto, más que una importancia absolutamente secundaria.

        [2] Es decir, partidarios de Max Shachtman, que, en 1940, encabezó, junto a Burnham y Abern, una fracción de la sección norteamericana de la IV Internacional que cuestionaba el carácter obrero del estado soviético, el planteamiento de ”defensa de la URSS”, etc. Los textos con que Trotsky intervino en contra de esta fracción están contenidos en En defensa del marxismo (Fontamara, Barcelona, 1977). La evolución de Shachtman tras escindirse de la sección norteamericana de la IV Internacional acabó conduciéndolo al ala extrema derecha de la socialdemocracia norteamericana. (N. del T.)

        [3] Véase, por ejemplo, el artículo de Gilles Martinet ”De Trotsky á Burnham”, en Revue Internationale.

        [4] Texto incluido en En defensa del marxismo, cit.

        [5] James Burnham encabezó, con Shachtman y Abern, la fracción de la sección norteamericana de la IV Internacional que cuestionó el carácter obrero del estado soviético, la ”defensa de la URSS”, etc. Cf. En defensa del marxismo, cit. Unos años después de esta polémica, Burnham publicó el libro The managerial revolution exposición trivilializada de la tesis, principalmente ex- puesta por Bruno Rizzi, según la cual el sistema soviético es distinto tanto del capitalismo como del socialismo. Burnham, tras abandonar el trotskismo, evolucionó hacia la extrema derecha, llegando a colaborar con el movimiento maccarthysta, con Humphrey, etc. (N. del E.)

        [6] Segundo congreso mundial de la IV Internacional, celebrado en abril-mayo de 1948.

        O que é um “Jornal de Massas”?

        O que é um “Jornal de Massas”? 

        Leon Trotsky, 30 de Novembro de 1935
        Publicado em A Crise da Seção Francesa (1935-36) 

        Escolhemos esse documento inédito em português para abrir a página de Outros Documentos Históricos em nosso Arquivo. Confira também nossa página de Documentos Históricos (Trotskismo Pós-Segunda Guerra Mundial). Algumas notas explicativas foram adicionadas entre colchetes.

        Aos membros do Grupo Bolchevique-Leninista [partidários da Quarta Internacional na França]: 

        Eu acabei de saber que minha carta ao Secretariado Político sobre o novo “jornal de massas” [“Giro para as Massas!”] foi lida para a assembleia geral. Eu só posso ficar feliz caso ela tenha sido bem sucedida em esclarecer um pouco a situação. Eu me dirigi primariamente ao Secretariado Político na esperança de que a questão poderia ser resolvida sem uma nova discussão sobre os fundamentos decididos na última conferência nacional. Mas aconteceu que os impulsionadores de La Commune [o autoaclamado “jornal de massas” organizado por Pierre Frank e Raymond Molinier], depois de terem preparado sua empreitada fora da organização, e de fato contra ambas as organizações nacional e internacional, decidiram provocar uma discussão depois do fato consumado. Nessas circunstâncias, talvez fosse de algum valor que eu expandisse de maneira mais precisa as críticas e sugestões contidas em minha carta ao Secretariado Político. 

        1. O que é um “jornal de massas”? A pergunta não é nova. Pode-se dizer que toda a história do movimento revolucionário tem sido perpassada por discussões sobre o “jornal de massas”. É o dever elementar da organização revolucionária tornar o seu jornal político o mais acessível possível para as massas. Essa tarefa não pode ser efetivamente resolvida exceto em função do crescimento da organização e de seus quadros, que devem pavimentar o caminho para as massas pelo jornal – já que não basta, é claro, chamar uma publicação de “jornal de massas” para que as massas realmente o aceitem.

        Mas, muito frequentemente, a impaciência revolucionária (que facilmente se transforma em impaciência oportunista) leva à seguinte conclusão: as massas não vem até nós porque nossas ideias são complicadas demais e nossas palavras de ordem avançadas demais – ou seja, deve-se jogar fora alguns entulhos. Basicamente, isso significa: nossas palavras de ordem devem corresponder não à situação objetiva, não à relação de classes analisada pelo método marxista, mas a observações subjetivas (e extremamente superficiais e inadequadas) sobre o que as “massas” podem e não podem aceitar. Mas quais massas? A massa não é homogênea. Ela se desenvolve. Ela sente a pressão dos eventos. Ela aceitará amanhã o que não aceita hoje. Nossos quadros vão desbravar o caminho com crescente sucesso para nossas ideias e palavras de ordem, as quais vão se mostrar corretas porque são confirmadas pela marcha dos eventos e não por observações subjetivas e pessoais. 

        2. Um jornal de massas se distingue de uma publicação teórica ou de uma revista de quadros não pelas palavras de ordem, mas pela maneira com a qual são apresentadas. A revista de quadros elabora para seus leitores todas as etapas da análise marxista. O jornal de massas apresenta apenas seus resultados, baseando-se ao mesmo tempo na experiência imediata das próprias massas. É muito mais difícil escrever de forma marxista para as massas do que escrever para os quadros.

        3. Vamos supor por um momento que o GBL [Grupo Bolchevique-Leninista] consentisse em “simplificar” nosso programa, renunciando às palavras de ordem do novo partido e da Quarta Internacional, renunciando às criticas implacáveis aos socialpatriotas (chamando-os pelo nome), renunciando às críticas sistemáticas contra a Esquerda Revolucionária e especialmente de [seu dirigente Marceau] Pivert. Eu não sei se um jornal como esse se tornaria, com a ajuda de uma varinha mágica, um jornal de massas. Eu duvido. Mas ele iria certamente se tornar um jornal partidário do SAP [grupo centrista alemão] ou de Pivert. A essência da corrente de Pivert é precisamente essa: aceitar as palavras de ordem “revolucionárias”, mas não retirar delas as conclusões necessárias, que são um rompimento com Blum e Zyromsky [dirigentes da socialdemocracia francesa], a criação de um novo partido e de uma nova Internacional. Sem isso, todas as palavras de ordem “revolucionárias” se tornam nulas e vazias. No presente estágio, a agitação de Pivert é um tipo de ópio para os trabalhadores revolucionários. Pivert quer ensinar-lhes que alguém pode ser a favor da luta revolucionária, da “ação revolucionária” (pegando emprestada uma frase muito em voga) e, ao mesmo tempo, permanecer em bons termos com a escória chauvinista. Tudo depende do seu tom, percebe? É o tom que faz a música. Se o tigre rosnasse o som de um pinguim, todo o mundo ficaria encantado. Mas nós, com nossa linguagem rude, devemos dizer que os líderes da Esquerda Revolucionária estão desmoralizando e prostituindo a consciência revolucionária.

        Eu lhes pergunto: se vocês renunciassem às palavras de ordem que são ditadas pela situação objetiva, e que constituem a própria essência do nosso programa, em que nos distinguiríamos dos seguidores de Pivert? Em nada. Seríamos apenas pivertistas de segunda-mão. Mas se as “massas” tivessem que decidir entre os pivertistas, elas prefeririam os de primeira-mão aos de segunda. 

        4. Eu vou tomar o apelo impresso em “La Commune– órgão de ação (?) revolucionária (?)”. Esse documento nos provê uma demonstração impressionante (não planejada por seus autores) de algumas das ideias expressadas acima. “La Communevai falar a linguagem das fábricas e dos campos. Ele vai falar da miséria que lá reina; ele vai expressar suas paixões e sua inflamação para a revolta”.

        Esta é uma intenção bem eloquente, embora as massas conheçam perfeitamente bem sua miséria e seus sentimentos de revolta (que são contidos pelo aparato patriótico que tem a ajuda dos pivertistas). O que as massas podem exigir de um jornal é um programa claro e uma orientação correta. Mas precisamente sobre essa questão o apelo é inteiramente silencioso. Por quê? Porque ele quer conciliar mais do que expressar. Ele aceita a receita (centrista) do SAP: ao buscar a linha de menor resistência, não dizer o que é do que é. O programa da Quarta Internacional? Isso é para “nós”, para os sabichões da liderança. E as massas? E quanto às massas? Elas podem se contentar com um quarto, ou mesmo um décimo do programa. A essa mentalidade nós chamamos de elitismo, de um tipo ao mesmo tempo oportunista e aventureiro. É uma atitude bastante perigosa, camaradas. Não é a atitude de um marxista.

        Nós encontramos no apelo, depois da frase citada, uma grande quantidade de reminiscências históricas: “É aos filhos e netos da Croix-Rousse [cidade de um levante operário em 1831], àqueles que levantaram as barricadas de junho de 1848, aos comunardos de 1871, que La Commune fala”, etc. (seguido de uma retorica típica de uma Madeleine Paz). Eu não sei, honestamente, se as massas em revolta precisam de reminiscências literárias e uma retórica oca disfarçados de programa.

        Mas é aí que a parte mais importante começa: “La Commune não vai se misturar à multiplicidade de tendências no movimento dos trabalhadores”. Que desprezo soberano pela “multiplicidade” de tendências existentes! O que isso significa? Se todas as tendências são erradas ou insuficientes, então os trabalhadores devem ser ensinados a distinguir entre elas. As massas devem ser chamadas a se juntar à corrente correta para combater as falsas. Mas não, os impulsionadores de La Commune, de certa forma como [o romancista pacifista] Roman Rolland, colocam-se “acima da batalha”. Tal procedimento é absolutamente indigno de marxistas.

        Depois disso, uma quantidade grande de nomes é proclamada com o objetivo de especificar, ainda que não muito, o caráter completamente vago do novo jornal. Eu retiro o meu próprio nome, que La Commune reivindica sem a menor justificativa. Estando entre os vivos, eu posso ao menos me defender. Mas e os demais, nossos naturais professores, os verdadeiros líderes do socialismo revolucionário? Infelizmente, eles estão indefesos. O apelo traz os nomes de Marx e Blanqui. O que isso significa? Eles querem criar uma nova “síntese” entre marxismo e blanquismo? Como irão as massas se desembaraçar da combinação desses dois nomes? Um pouco adiante, encontramos Lenin. Mas os stalinistas também o reivindicam. Se vocês não explicarem às massas que vocês são contra a tendência stalinista, eles irão preferir L’Humanité [jornal dos stalinistas franceses] a La Commune. Essa combinação de nomes não explica nada. Ela só aumenta e aprofunda a ambiguidade.

        E aqui está o ponto mais alto: “La Commune é lançada por militantes que pertencem a várias tendências com o objetivo de trazer à tona o surgimento de um grande exército de comunardos”. O que isso significa, esse bando desconhecido de “várias tendências” anônimas, indeterminadas? Quais tendências estão envolvidas? Por que elas (ainda desconhecidas) estão agrupadas fora e contra as outras tendências? O propósito de criar um “grande exército de comunardos” é eloquente. Mas é necessário não esquecer que esse exército, uma vez criado (1871), sofreu uma terrível catástrofe porque àquele magnífico exército faltava um programa e uma liderança.

        A conclusão: o apelo poderia ter sido escrito por Marceau Pivert (em colaboração com Madeleine Paz) exceto por um ponto – o nome do autor das linhas. Mas quanto a mim, eu repito, eu me oponho implacavelmente a esse apelo equivocado e antimarxista. 

        5. A aderência do GBL à SFIO [Seção Francesa da Internacional Operária, socialdemocrata] provou-se absolutamente correta. Foi um passo adiante. O Congresso de Mulhouse foi o ponto mais alto da influência bolchevique-leninista na SFIO. Era necessário entender que o limite das possibilidades dentro do Partido Socialista estava sendo atingido (ao menos para os adultos). Era necessário utilizar a autoridade recém-ganha para influenciar elementos novos e virgens para fora do Partido Socialista, cuja composição social é terrível. Foi essa sugestão que eu expressei em uma carta publicada em um boletim interno do GBL (No. 6, carta de 10 de junho), e que eu recomendo aos camaradas que seja relida em conexão com a presente carta. Passando por Paris [a caminho da Noruega], eu encontrei vários camaradas, especialmente alguns dos futuros promotores de La Commune, que estavam em forte oposição à ideia de uma nova linha. Esses camaradas adquiriram um gosto pela sua atividade nos círculos reformistas e centristas e esperavam ser capazes de progredir mais e mais. Isso foi um erro. Tempo e força foram desperdiçados sem frutos, ao invés de se disputar a juventude, cuja orientação era mais correta porque se dirigia aos trabalhadores jovens fora do Partido Socialista.

        Então vieram as expulsões [dos trotskistas e de outras correntes] de Lille. Eu, por minha parte, considerei-as um ato de libertação, porque elas expressaram a realidade: a impossibilidade de atividades futuras frutíferas nas colunas da SFIO, especialmente com a aproximação da guerra e a fusão com os stalinistas. Parecia que o fato das expulsões havia sido tão eloquente que nos pouparia a necessidade de qualquer discussão sobre qual rumo tomar. Era necessário abrir uma ofensiva contra os que nos expulsaram, não como “divisionistas” (essa é a ladainha de Pivert), mas primariamente como os valetes do imperialismo francês. Era necessário ao mesmo tempo criticar Pivert abertamente, já que ele havia tomado o lugar de Zyromsky em encobrir a ala esquerda da Frente Popular. Era necessário desenvolver um programa de comitês de ação, para se opor à colaboração com  os [liberais burgueses] Radicais, e proclamar abertamente a necessidade de preparar um novo partido para salvar o proletariado e a sua geração mais jovem. Ao invés disso, o grupo Commune buscou acima de tudo as simpatias da Esquerda Revolucionária através de manobras pessoais, por combinações íntimas e acima de tudo através da abdicação das nossas palavras de ordem e das nossas críticas aos centristas. Marceau Pivert declarou a dois ou três meses atrás que a luta contra o “trotskismo” era o sinal de uma tendência reacionária. Mas agora ele próprio, levado pelas pessoas do SAP, representa essa tendência reacionária. A Esquerda Revolucionária se tornou o obstáculo mais imediato e mais nocivo ao desenvolvimento de uma vanguarda revolucionária. Isso é o que deve ser dito abertamente e em todo lugar, ou seja, especialmente em um jornal de massas. Mas o grupo Commune foi tão longe em seu romance com os Pivertistas, que somos forçados a perguntar se esses camaradas ainda estão conosco ou se eles passaram para as posições centristas. Isso é o que se consegue quando se joga os princípios na bagagem e se adapta mais tempo do que é necessário ao aparato reformista e aos valetes centristas. 

        6. Nós podemos perguntar: e Révolution? Também não é o jornal de nossa tendência. Entretanto, nós participamos nele. Isso é correto, mas Révolution é o jornal de uma organização que todo o mundo conhece – os Jovens Socialistas. O jornal é liderado por duas tendênciasque estão se aproximando e que devem inevitavelmente fundir. O caráter progressivo da Juventude Socialista Revolucionária é determinado precisamente por esse fato: que eles estão girando em direção aos bolcheviques-leninistas, e não em direção à Esquerda Revolucionária. (A aderência episódica do camarada Zeller à Esquerda Revolucionária, depois de tudo que aconteceu, foi um erro cuja responsabilidade deve ser compartilhada com o grupo Commune). 

        Révolution é um jornal com vida e em movimento, que pode se tornar o jornal da juventude proletária. Para cumprir essa tarefa, entretanto, Révolution não deve cair nas sombras da confusão de La Commune, mas sim concretizar a sua posição – ou seja, aceitar definitivamente as palavras de ordem dos Bolcheviques-Leninistas. 

        7. La Verité [“A Verdade”, o projeto de jornal dos trotskistas franceses] é uma absoluta necessidade. Mas ele deve se libertar das influências centristas que resultaram no apelo do La Commune. La Verité deve estabelecer o seu caráter intransigente de luta. O alvo mais importante das suas críticas deve ser a corrente de Pivert, que é oposta ao leninismo e assim tornou-se, por sua própria caracterização, uma tendência reacionária. 

        8. Eu não quero analisar nesta carta os métodos extraordinários empregados pelo grupo Commune em relação à sua própria tendência nacional e internacional. É uma questão muito importante, no entanto secundária em comparação com a questão do programa e da bandeira.

        Eu acredito, caros camaradas, que vocês tem as melhores oportunidades diante de vocês. Vocês vão finalmente colher os frutos dos seus esforços até agora, mas sob uma condição: que vocês não permitam uma confusão de tendências, de ideias ou de bandeiras; que vocês pratiquem a intransigência leninista mais do que nunca e orientem-se aberta e vigorosamente em direção ao novo partido e à Quarta Internacional.

        L. Trotsky

        Letter to the IG on the Ukraine Scandal

        Letter to the Internationalist Group on the Ukraine Scandal

        [The following letter  to the Internationalist Group from the International Bolshevik Tendency was sent on August 28, 2003]

        To the Internationalist Group

        Dear comrades

        We hope that the IG will collectively reconsider its mistaken decision not to participate in a proposed joint statement on the Ukrainian fraud.

        We are sure that all participants are willing to consider any reasonable suggestions to meet any specific concerns you mighthave, and it would also be possible to attach any clarifications to your signature.

        Such a joint statement will not constitute a propaganda bloc, but a bloc to defend the working-class movement against criminal scum. It will focus on a single simple defense issue—without analysis, without social program, without propaganda. It will be made explicit that there are crucial differences between the signatories, and indeed, each organization is likely to present its different specific views on these matters elsewhere in its own name.

        A joint statement on this issue, all proportions guarded, is in line with the bloc between Trotskyist and even liberals around the Dewey Commission in the 1930s to defend Trotsky from Stalinist calumny, or joint defense materials on the Minneapolis Trial in the 1940s. It would be of a piece with blocs supported by the Spartacists in their healthy period in the 1960s and 1970s against Healyite thuggery (see Marxism vs Ultraleftism, SWP Education for Socialists Series, January 1974), or against false accusations against Joseph Hansen and George Novack as accomplices in the murder of Trotsky (see http://www.marxists.org/history/etol/document/swp-us/verdict.htm), or to establish the truth regarding the Lambertistes’ accusation that their Hungarian leader, Varga, was a police agent. Our proposition is entirely within that tradition.

        What is necessary in this situation is a joint statement on the core facts of the scam, issued by a list of the competing groups involved, and translated into a variety of languages. This would carry more weight and authority than individual statements, would attract more attention, and would permeate the workers’ movement more extensively and more quickly. All this is most particularly true in the countries of the former Soviet Union. A joint statement can make a palpable difference.

        Your absence from such a joint statement would be a bad sign. It would represent a continuity not with the Trotskyism of Trotsky, Cannon and the healthy period of the Spartacist tendency, but with the degenerating later Spartacists who, in the interests of drawing the sharpest lines between themselves and the rest of the workers’ movement and of sealing their membership off from the influences of rivals, too often fail to draw a line between the workers’ movement and the bourgeoisie. Their practice shows that the tactics of defense blocs and united fronts are not at present open to them. We hope you do not share this approach.

        Failure to join in such a statement suggests a fear of the SL’s continuing accusations that there is a fraternity of different groups in an “anti-Spartacist” bloc. It would be unfortunate if taunts like that were to prevent your doing what is best to defend the interests of the workers’ movement.

        Of course various enemies will always misrepresent revolutionaries, and any blocs we advocate or enter into are particularly likely to attract such misrepresentations. Our stance on the united front and the French Turn in the 1930s was the occasion for Stalinist misrepresentation of the relationship between Trotskyism and social democracy. Our stance on the beating of Ernie Tate in the 1960s and on the smears against Joseph Hansen et al in the 1970s were occasions for Healyite misrepresentation of the relationship between the Spartacists and the Pabloites. But we did not then and we should not now allow ourselves to be prevented from drawing the class line by the likelihood that we will be misrepresented.

        Certainly Stalinist and Healyite misleadership in the past attempted to use such misrepresentation of various temporary blocs and united fronts to mobilize their more backward supporters against Trotskyism, and certainly the Spartacist misleadership today may try the same thing. But the best SL supporters will not be impressed by such demagoguery. Subjective revolutionaries will be impressed instead by even modest measures that genuinely tend to protect the workers’ movement from these gangster con artists.

        We hope you reconsider your decision on this matter. In any case we will continue to co-operate with you on this issue to the extent we are able.

        Yours for a principled defense bloc

        Samuel T. (Trachtenberg)
        for the International Bolshevik Tendency

        Selected Related Links

        CWI Leadership’s Role in Ukrainian Fraud: “No Innocent Explanation”
        International Bolshevik Tendency, March 8, 2004

        A Band of Political Impostors and Swindlers in Ukraine
        League for the Fourth International, August 27, 2003

        Open Letter to the Committee for the Workers’ International
        League for the Revolutionary Party, October 2, 2003

        Ukraine: rogue CWI group deceives international left
        League for the Fifth International, August 22, 2003

        Cast List
        from the IBT web site

        Acerca dos recentes eventos na Síria

        Nos últimos dias a disposição das potências imperialistas para lançar uma investida militar na Síria se alterou, com a desculpa oficial de que o regime de Assad teria usado armas químicas contra as forças do Exército Livre da Síria e a população em geral. Ante as declarações de John Kerry (Secretário de Estado de Barack Obama) deixando clara a determinação dos EUA em seguir adiante independente da decisão da Inglaterra em não apoiar a empreitada militar, reiteramos nossa posição publicada em setembro de 2012:

        “[…] os trabalhadores com consciência de classe em todos os países devem dizer Imperialistas: tirem as mãos da Síria! Pois uma intervenção desse tipo em um país que já é subordinado ao capital imperialista só faria intensificar a exploração do proletariado em uma nação oprimida. Se os imperialistas intervierem militarmente para apoiar o CNS/ELS, nossa atitude no conflito será tomar o lado militar da nação oprimida, desejando a derrota (ainda que pelas mãos do governo Assad) dos imperialistas e de seus apoiadores nativos.”

        Confira a declaração na íntegra: O Conflito Sírio e as Tarefas dos Revolucionários.

        Ernest Mandel: un centrista para toda época

        Ernest Mandel: un centrista para toda época

        Traducido de Spartacist (en inglés) No. 25, verano de 1978. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 7 (1979). Una versión abreviada de este artículo se repartió en una conferencia en Nueva York el 4 de mayo de 1978, en la que Mandel habló sobre la crisis económica mundial.

        Ernest Mandel es un académico de izquierda de clase internacional, que vuela de continente en continente dando conferencias y concediendo entrevistas, autor prolífico de libros y artículos, una “estrella” cuyos puntos de vista son buscados ansiosamente por revistas de última moda y hasta por los más prestigiosos y pretenciosos periódicos burgueses. Quizás sea el más conocido de la hermandad de economistas que se reclaman de la tradición marxista, y más próximo al leninismo ortodoxo que un Sweezy o Bettelheim. Es, finalmente, el mismísimo retrato del intelectual comprometido, corriendo de las aulas de Louvain o de la “Universidad Libre” de Berlin a reuniones del “Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional” del que es el principal vocero, o a conferencias con funcionarios de planificación en La Habana. Para los medios de comunicación burgueses y los gobiernos imperialistas Ernest Mandel es la personificación de la “amenaza trotskista”, la bestia negra que debe ser detenida en las fronteras por la policía secreta o excluida por leyes rnacartistas.

        Dejando aparte los brotes periódicos de histeria reaccionaria contra una “Cuarta Internacional terrorista” Mandel goza de buena fama ante una gama bastante amplia del espectro político, que abarca desde liberales declarados hasta descarados estalinistas. Esto es tan diametralmente contrario al oprobio y a la persecución que sufrieron León Trotsky y los comunistas cuartainternacionalistas de su época que uno tiene que preguntarse el porqué. Si este hombre es el enemigo Irreconciliable de todos los regímenes de dominio de clase burgués o de opresión burocrática existentes en todo el orbe, el defensor intransigente del auténtico marxismo y leninismo contra todo matiz de revisionismo, un denunciante furibundo de los que traicionan la causa del proletariado: ¿cómo se explica, entonces, que no sea objeto de odio universal? La respuesta es sencilla: Ernest Mandel no es un trotskista sino un embustero. Quienes han acudido a este acto a escuchar a un verdadero bolchevique-leninista deben exigir el reembolso del precio de la entrada.

        En realidad, aunque sabe perfectamente lo que es la intransigencia bolchevique y puede escribir una polémica ortodoxa  tan fácilmente como producir apologías oportunistas, durante el último cuarto de siglo Ernest Mandel ha luchado contra una perspectiva y un programa trotskista en todas las coyunturas cruciales. Ha utilizado su mente ágil y su impresionante erudición para urdir un disfraz “teórico” revisionista para cada moda radical pequeñoburguesa: el poder estudiantil, la “lucha armada” de las guerrillas campesinas, el frentepopulismo. Durante los años 60 cuando el “poder estudiantil” estaba en su apogeo se enredó con todo gusto con la Nueva Izquierda. En vez de subrayar que el proletariado era todavía la clave escribió que las luchas obreras habían sido “compradas” bajo el “neocapitalismo”, y sus partidarios lanzaban la consigna de la “universidad roja”. Cuando el “Che” Guevara era el héroe de los recintos universitarios Mandel lejos de insistir en la necesidad de un partido proletario de vanguardia para dirigir las luchas de las masas trabajadoras, se volvió un guerrillero de salón y ordenó a sus seguidores adherirse a la “Internacional” guerrillerista de Castro, la abortada OLAS.

        Hoy en día corre nuevamente tras las últimas modas europeas, el frentepopulismo y el eurocomunismo. Pata Trotsky la oposición proletaria-revolucionaria al frente popular constituía la clave de la estrategia revolucionaria en esta época, y “el mejor criterio para diferenciar el bolchevismo del menchevismo”; en cambio los mandelistas en, Francia se negaron a calificar de frente popular a la Unión de la Izquierda y, temerosos de quedarse “aislados”, siguieron a la cola de las masas al reivindicar el voto por los candidatos de ésta. Y mientras los eurocomunistas, se enredan en la campaña antisoviética de Jimmy Carter por los “derechos humanos”, Mandel dice, que “confía y espera” que traidores reformistas empedernidos como el líder del PC español, Santiago Carrillo —quien atravesó un piquete de huelga en Yale para demostrar su agradecimiento al Departamento de Estado por dejarle  visitar América— “volverán al camino del marxismo revolucionario”.

        Aún aquellos relativamente poco familiarizados con el trotskismo pueden darse cuenta fácilmente que este hombre tiene poco que ver con los valientes militantes de la Oposición de Izquierda cuyo jefe fue asesinado por orden de Stalin en 1940. Pues, si los espontaneístas del poder estudiantil, los guerrilleros guevaristas y el frente popular pueden encauzar la lucha revolucionaria, ¿entonces para qué se necesitan partidos trotskistas? Y de hecho, si los reformistas estalinianos del PC pueden “volver” al marxismo revolucionario, Trotsky estaba totalmente equivocado al considerar que la Comintern se había pasado definitivamente al lado de la burguesía después de que Stalin permitió el ascenso de Hitler al poder en 1933, sin ningún impedimento. Así, la fundación de la Cuarta Internacional cinco años más tarde habría sido, en el mejor de los casos, un error tremendo.

        “Las muchas caras y ondas largas de Ernest Mandel”

        En Nueva York Mandel hablará de la crisis económica mundial. Precisamente es en la materia de economía donde él ha ganado renombre como intérprete y divulgador de Marx en el período del capitalismo monopolista. Su obraTeoría económica marxista es el libro más leído en su género, y Mandel tiene cierta aureola de innovador teórico, debida por ejemplo a su nueva elaboración (en su libro El capitalismo tardío) de las teorías de “onda larga” del economista ruso Kondratiev. Con frecuencia Mandel parece ortodoxo comparado con otros economistas seudomarxistas, tal como Paul Sweezy quien deforma la teoría marxista del valor para justificar su teoría tipo Nueva Izquierda del capitalismo monopolista libre de crisis; o como Charles Bettelheim, quien elabora una nueva definición del capitalismo para justificar el dogma maoísta de que la URSS es “social-imperialista”. Pero en realidad los escritos económicos de Mandel son ahijados de sus apetitos políticos; constituyen el más puro impresionismo revestido de jerga marxistoide.

        Un ejemplo basta: ¿por qué sacó a relucir nuestro “teórico”, las “ondas largas” de Kondratiev? (Según su tesis, el periodo entre 1945 y 1966 fue una “larga fase de crecimiento rápido de la posguerra”, durante la cual la política contracíclica ―supuestamente eficaz— del estado capitalista, habría hecho imposible la repetición de un nueva craque estilo 1929. En contraste, actualmente nos encontramos ―dice él― en una curva descendente en la que las luchas económicas de los obreros topan contra la sed de ganancias de los patronos. Ahora, en primer lugar Mandel no aporta ningún dato económico para respaldar sus aseveraciones: no existen tales cifras para el siglo XIX; no hace caso, intencionadamente, del boom de mediados y fines de los años 20, a fin de poder mostrar todo el período de entreguerras como una onda descendente; y el famoso “boom de la posguerra” es un mito ― siendo muy desigual internacionalmente, con muchos altibajos.

        El origen deja teoría de Mandel de las ondas largas se encuentra en el plano político, no económico. Es un truco deshonesto y objetivista con el propósito de excusar el que durante los años 60 él descartaba a la clase obrera de los países imperialistas como fuerza revolucionaria. En esa época no se refería al “capitalismo tardío” sino al“neocapitalismo” basado en una “tercera revolución industrial de la automatización y la energía nuclear”. En su texto, Introducción a la teoría económica marxista, Mandel afirma: “la fase neocapitalista que estamos viviendo actualmente es la de una expansión a largo pino del capitalismo”. Esto contradice directamente la tesis leninista de que la época imperialista es una de decadencia de las fuerzas productivas ― “la agonía del capitalismo” como lo llamaba Trotsky en el título del programa de fundación de la Cuarta Internacional.

        ¿Y cuáles son las implicaciones de tal expansión a largo plazo? Mandel escribe:

        “El ciclo a largo plazo que empezó con la Segunda Guerra Mundial, y en el cual todavía nos encontramos… ha sido caracterizado por el contrario, por la expansión, y es debido a ésta expansión que ha aumentado el margen de negociación y discusión entre la burguesía y la clase obrera. Se ha creado la posibilidad de fortalecer el sistema sobre la base de hacer concesiones a los obreros… colaboración estrecha entre una burguesía en expansión y las fuerzas conservadoras del movimiento obrero, y se sustenta fundamentalmente por la tendencia ascendente del nivel de vida de los trabajadores.”

        Introducción a la teoría económica marxista (1967)

        ¡Imagínese cual sería hoy día la acogida de tales bobadas, aún en el medio radical pequeño burgués! Mandel se vería obligado a abandonar la escena entre carcajadas. Pero, en aquel entonces era un tema popular de todas las teorías de una “nueva clase obrera” y, como siempre, nuestro economista “marxista” se agarró a lo que estaba de moda para elaborar una teoría derivada de una impresión superficial.

        En cuanto a la voluntad de los patronos de “comprar” a los obreros, basta recordar la brutalidad con que la burguesía norteamericana reprimió la huelga del metal de 1959 para echar por tierra esta pretensión.

        Pero la teoría de Mandel es más que una distorsión de los hechos: es un intento a justificar la traición. El caso más concreto es su propia actitud traidora durante la huelga general belga de 1960-61 (un suceso que según su esquema de “neocapitalismo” no debiera haber ocurrido nunca). Mandel editaba un periódico, La Gauche, que pretendía ser la voz de una amplia franja de izquierda del Partido Socialista Belga (similar al grupo alrededor delTribune  en Inglaterra hoy), sirviéndose del patrocinio de André Renard, uno de los principales burócratas sindicales. La Gauche estaba proponiendo un programa de “reformas estructurales”, incluyendo la abolición de la “loi unique” (el programa de austeridad antiobrero del gobierno demócrata cristiano), nacionalización de la industria eléctrica, planificación económica gubernamental, control sobre los monopolios, reducción del presupuesto militar a la mitad, etc. En otras palabras, un programa de reformas socialdemocráticas sumamente modesto.

        Al desarrollarse una huelga general contra la loi unique, cuando los obreros reclamaban en asambleas masivas “¡Abajo el gobierno Eyskens!” La Gauche de Mandel escribió el 24 de diciembre de 1960: “Los obreros temen que si el gobierno cae durante la presente crisis social, el Partido Socialista Belga entrará en un nuevo gobierno de coalición….” Esto, decía, sólo sería aceptable si, “(1) el nuevo gobierno abandonase la loi unique, (2) si se conservasen los puntos esenciales de las reformas estructurales como política del gobierno.” Así, en nombre de “reformas estructurales” ¡Mandel anunciaba su aceptación de un gobierno burgués de coalición!

        Pero no se paró en eso. El 1º de enero de 1961 La Gauche puso un titular enrojo: “¡Organicemos la marcha sobre Bruselas!” Por desgracia, Mandel se había adelantado a su mentor Renard, quien no estaba dispuesto a provocar un enfrentamiento con el gobierno Eyskens. A la semana siguiente La Gauche argumentaba en contra de la concentración de fuerzas en un solo sitio y momento, y preconizaba una táctica de guerrilla; y el 14 de enero Mandel se sintió obligado a una claudicación miserable:

        “Nos han reprochado el haber lanzado la consigna de la marcha sobre Bruselas… ya que no ha sido asumida por los dirigentes, nos sometemos, pero señalamos que cuando apareció nuestra convocatoria la semana pasada, no había ninguna indicación al respecto.”

        Es verdad, por supuesto. Si Mandel hubiera sabido que Renard estaba rotundamente opuesto a la marcha nunca hubiera lanzado la consigna.

        Otro de los temas que tocará Mandel durante su gira son los sucesos de mayo de 1968 en París. Lo que no va a mencionar, sin embargo, es cómo su teoría del “neocapitalismo” le condujo a proponer un programa instando a las masas trabajadoras ¡a no luchar por el poder estatal! En ese momento había diez millones de obreros en huelga, amenazando romper el control burocrático del PC y los sindicatos. Sin embargo, como “todavía no hay una vanguardia lo suficientemente influyente, organizada y unificada a la izquierda del PC, que pueda conducir a las masas a una victoria inmediata” ―escribía Mandel― “aquí es donde la estrategia de las reformas estructurales, ‘las consignas transitorias’, asumen toda su validez.” (Militant, 14 de junio 1968). Para los trotskistas las consignas transitorias son parte del programa que “inalterablemente conduce a una conclusión final: la conquista del poder por el proletariado”. Mandel, sin embargo, proclamaba que “las masas no pueden tomar el poder” y por lo tanto, reivindicaba “reformas estructurales” (control obrero de la producción, abrir los libros, acabar con el secreto bancario), medidas que en explícito no eran presentadas como un reto al dominio capitalista sino sólo como “garantías”.

        En los años 70 Mandel ya no hablaba de “neocapitalismo”, y pronto descubrió que la larga onda del boom de la posguerra” ya estaba en una fase descendente. Lo que había cambiado, sin embargo, no era la situación económica. Las condiciones económicas en Francia en 1968 y durante el “otoño caliente” de Italia de 1969 eran similares a las de principios de los 60. Lo que sucedió es que en el mayo francés los exponentes de una vanguardia estudiantil, a los que Mandel antes iba siguiendo, descubrieron a la clase obrera. A medida que los grupos maoístas/sindicalistas iban creciendo, los mandelistas amenazados por su izquierda, dieron marcha atrás y empezaron el seguidismo tras “una nueva [luego ‘amplia’] vanguardia de masas” incluyendo a obreros radicalizados. El pronóstico económico actual de Mandel, aunque superficialmente más ortodoxo que sus contorsiones “neocapitalistas” no está en realidad más cerca del trotskismo. Es simplemente una justificación para correr tras la combatividad espontánea de los obreros y para negarse a plantear la totalidad del programa de transición.

        La medida del hombre: como Mandel se volvió pablista

        Hace más de 25 años que Ernest Mandel rompió con el trotskismo, en una época de gran crisis en la Cuarta Internacional que condujo a la escisión de 1953 y a la consiguiente destrucción de esta como el partido mundial de la revolución socialista. La causa de este golpe terrible al trotskismo mundial fue el liquidacionismo pablista, y a pesar de un paso indeciso inicial oponiéndose a esta corriente revisionista, Mandel pronto se rindió y sirvió de  abogado defensor para los liquidacionistas. Esta claudicación reveló un aspecto clave de su carácter: cobardía política, que es incompatible con la condición de dirigente revolucionario. Desde entonces Mandel ha sido en lo esencial una prostituta intelectual, una pluma de alquiler para la manía del momento dentro de la izquierda. Esto es lo que explica su amplia popularidad, puesto que hace suyo lo que esté en boga para esa temporada. Pero el precio de esta popularidad es una negativa constante a proporcionar una conducción revolucionaria: “decir la verdad a las masas, por amarga que sea.”

        A finales de los años 40 los partidos estalinistas de Europa occidental, particularmente en Italia y Francia, fueron capaces de extender y consolidar su influencia como resultado del importante papel que jugaron en la resistencia a la ocupación nazi. Las fuerzas de la Cuarta internacional, que habían sido enormemente debilitadas por los asesinatos, tanto por los estalinistas como por los fascistas durante la Segunda Guerra Mundial, estaban en gran parte marginalizadas del movimiento obrero. Al mismo tiempo, el inicio de la guerra fría condujo a un endurecimiento de la línea del Kremlin, en tanto que la aparición de estados obreros burocráticamente deformados en Europa del Este y China llevó a los empiristas a sacar la conclusión de que quizá se podría empujar los estalinistas a girar hacia la izquierda.

        Fue bajo estas circunstancias que las presiones del aislamiento diezmaron a la Cuarta Internacional. La corriente revisionista que apareció estaba encabezada por Michel Pablo, jefe del Secretariado Internacional. En enero de 1955, en un artículo titulado “¿Adónde vamos?” Pablo desarrolló su tesis de “guerra-revolución” según la cual era inminente una Tercera Guerra Mundial entre los EE.UU. y la URSS, y el movimiento obrero de Europa occidental estaría subordinado a esta dinámica. Aún más, bajo la presión de las masas, escribió Pablo, “Los Partidos Comunistas conservan la posibilidad bajo ciertas circunstancias de delimitar a grandes rasgos una orientación revolucionaria.” Por lo tanto, en vista de la posible aparición de situaciones revolucionarias antes de que la vanguardia trotskista pudiera reunir suficientes recursos, Pablo preconizó una política de “entrismo sui generis” según la cual las secciones de la Cuarta Internacional entrarían en los partido de masas estalinistas y socialdemócratas con la perspectiva de permanecer en ellos durante largo tiempo para presionar a los reformistas hacia la izquierda.

        Este programa privó  la Cuarta Internacional de su razón de ser. En consecuencia, surgieron  en muchas secciones los primeros brotes de rechazo del esquema de Pablo. Cuando los dirigentes de la sección francesa rehusaron seguir la receta del “entrismo profundo” en el Partido Comunista, Pablo les desconoció como dirección, una decisión burocrática digna de un pequeño Stalin. Cosa interesante, la primera oposición al pablismo fue un documento escrito por Ernest Germain (el nombre de partido de Mandel), luego conocido como las “Diez Tesis”. A primera vista esto no era sino una reafirmación de verdades evidentes sobre la política contrarrevolucionaria del estalinismo. En realidad, aunque hacía malabarismos para no atacar a pablo por nombre propio, era un ataque velado al programa propuesto en “¿Adónde Vamos?”. La décima tesis de Germain afirmaba:

        “Es precisamente porque la nueva ola revolucionaria contiene en embrión la destrucción de los partidos estalinistas como tales por lo que hoy deberíamos estar más cerca de los trabajadores comunistas. Esta sólo una fase de nuestra tarea fundamental: construir nuevos partidos revolucionarios.”

        Mandel/Germain, sin embargo, no fue capaz de lograr que el Secretariado Internacional, dominado por Pablo, adoptase sus tesis. No teniendo ganas de una lucha fraccional ―aun cuando estuviese en peligro la existencia misma de la Cuarta Internacional― sucumbió ante las presiones de Pablo. Después, Germain se convierte en el secuaz del perentorio secretario general contra la mayoría de la dirección de la sección francesa (PCI), que había apoyado sus “Diez Tesis”, ahora abandonadas por él. En respuesta a esta cobarde traición, Favre-Bleibtreu, portavoz de los antipablistas franceses escribió a Germain en julio de 1951:

        “Siempre disfrutamos muchísimo leyendo tus documentos, cuyo nivel cultural, riqueza imaginaria y de estilo nos recuerda que tú sigues siendo el escritor más brillante de la Internacional. Pero esta lectura confirma mi creencia de que te hace falta una calidad, la más necesaria para todo dirigente: firmeza de sus ideas políticas.

        “Hoy ofreces magnánimamente a la dirección del PCI un remanso de paz ‘en las filas de la mayoría de la Internacional’ donde tú mismo te refugiaste, sin gloria, después de unos intentos irresolutos de resistencia a las manifestaciones revisionistas de Pablo. Perdónanos por no seguirte por ese camino, ya que para nosotros la Internacional no se construye con maniobras, y sobre todo no con tus irrisorias maniobras.

        “Camarada Ernest Germain, renuncia a tus maniobras de diversión, renuncia a tu doble juego chaquetero pueril e irresponsable, expresa y defiende tus ideas como nosotros las defendemos.”

        ― Traducido de Spartacist (edición francesa) No. 7, otoño de 1974.

        No cuesta mucho imaginarse la amargura de estos camaradas, quienes fueron botados de la Internacional, cuando el erudito “dirigente” Mandel se deshizo bajo la más mínima presión. Pero el daño que sufrieron a causa de  esta perfidia no puede compararse al crimen perpetrado contra los trotskistas chinos, entonces prisioneros en las cárceles del régimen estalinista de Mao Tse-tung. Este relato de atropellos está documentado en una carta de Peng Shu-tse, dirigente de la sección china de la Cuarta Internacional, al dirigente trotskista norteamericano James P. Cannon en diciembre de 1953. Peng se asombró primero cuando, algún tiempo después de llegar a Europa se enteró de que Pablo consideraba al partido de Mao centrista y proclamaba que Mao había asumido las tesis centrales de la teoría trotskista de la revolución permanente. Si se considera que Peng había sido obligado a huir de China ante los golpes de la represión estalinista, se comprende fácilmente que le costó bastante tragar esto.

        Igualmente difícil de pasar fue la declaración de Pablo sobre China adoptada por el Comité Ejecutivo Internacional (CEI) en junio de 1952. “Lo peor” ―escribía Peng― “es que nadie puede encontrar en esa resolución una perspectiva para los trotskistas chinos.” Los que apoyaban la resolución, informaba a Cannon, propugnaban la disolución de la sección china para unirse al Partido Comunista. Pero el colmo fue cuando Peng presentó su informe ante el plenario del CEI en noviembre de 1952 sobre la represión de los trotskistas chinos por Mao. Pablo replicó que la masacre no era un acto deliberado sino un error y una excepción. En mayo de 1953 Peng presentó para la consideración del CEI una petición de ayuda internacional por parte de los trotskistas chinos y una carta abierta al régimen de Mao protestando por los asesinatos y encarcelamientos. Pablo accedió a publicar la primera, pero después la suprimió.

        En cuanto a la carta abierta, Germain, ya para entonces lacayo de Pablo, informó a Peng (quien era miembro del CEI y del Secretariado Internacional hasta que Pablo lo depuró) que ella debería haber expresado un apoyo total al régimen de Mao, ensalzando sus logros revolucionarios, y sólo entonces haber mencionado los hechos relativos a la persecución. A causa de la oposición de Peng al régimen de Pekín por estalinista, Mandel/Germain le denunció como “sectario sin remedio” y se negó a hacer circular la carta abierta en la Internacional. Los trotskistas chinos, decía el revisionista Germain eran “refugiados de una revolución”.

        Como si ya no fuera bastante esconder y por ende disculpar la represión maoísta ―alabando el régimen estalinista como revolucionario, calumniando a sus propios camaradas y negándose a protestar o aún anunciar la persecución y hasta asesinato contra ellos― Pablo y Cía. también dieron instrucciones a Peng de no informarles sobre esta caza de brujas a un grupo de trotskistas vietnamitas que volvían a su país para incorporarse al partido de Ho Chi Minh. Pero Ho mismo era responsable del asesinato del líder trotskista vietnamita Ta Thu Thau y de muchos otros militantes de la Cuarta Internacional que acaudillaron el levantamiento de agosto de 1945 contra la restauración del régimen colonial en Indochina. El grupo de emigrados vietnamitas volvieron a su país ignorantes de la represión estalinista que se estaba llevando a cabo en China ―que indudablemente hubiera menguado su entusiasmo por la táctica pablista de “entrismo profundo”― y de ellos no se oyó más.

        Peng escribió en su carta que él había considerado a Mandel/Germain como “uno de los jóvenes dirigentes con más porvenir dentro de nuestro movimiento” aunque “también había anotado su falta de profundidad de análisis al enfocar varios problemas, su tendencia impresionista, su disposición titubeante y transigente manifestada con frecuencia en importantes problemas, y su facilidad para modificar sus propias posiciones.” Fueron estas últimas características ―el impresionismo y la cobardía― las que condujeron a Mandel a los brazos de Pablo y le destruyeron como dirigente político. Pero esto fue más que una tragedia personal. Fue un factor primordial que permitió a Pablo apretar aún más la garra burocrática que tenía sobre la Cuarta Internacional y finalmente destruirla. La avergonzada capitulación política de Mandel facilitó la victoria del revisionismo pablista sobre una Cuarta Internacional débil y desorientada: la destrucción política del partido revolucionario mundial fundado por Trotsky. Y saboteaba directamente la urgentemente necesaria defensa de los trotskistas chinos, que aún hoy siguen pudriéndose en las cárceles de Mao (si es que aún no han muerto).

        Por culpa de sus debilidades personales Mandel se volvió no sólo un revisionista sino un traidor al movimiento trotskista.

        No solamente el programa revisionista pablista significó la liquidación de la lucha por construir una vanguardia trotskista, sino que pronto se expresó en la práctica en una serie de capitulaciones políticas ante el estalinismo. Cuando el 17 de junio de 1953 la clase obrera de Berlín Oriental se levantó en contra de sus gobernantes burocráticos ―en primer lugar contra el ejército de ocupación ruso― las ondas de choque abarcaron a toda Europa. El escritor Bertold Brecht, viejo miembro del Partido Comunista, acuñó un epígrafe lleno de amarga ironía y resignación: según las autoridades, “el pueblo habría perdido la confianza del gobierno y sólo podría recobrarla a través de un esfuerzo redoblado. ¿No sería más fácil si el gobierno disolviera al pueblo y eligiera un nuevo?” ¿Cuál fue la respuesta del Secretariado Internacional de Pablo a este suceso, el primer intento, fracasado, de una revolución política en el bloque soviético? Sacó un comunicado reclamando la “verdadera democratización de los Partidos Comunistas” ―es decir, la auto reforma burocrática― y se abstuvo, deliberadamente, de llamar por el retiro de las tropas soviéticas (Quatrieme Internationale, julio de 1953).

        Tres años más tarde Pablo/Mandel y Cía. repitieron su capitulación ante el Kremlin, esta vez volviéndoles la espalda a los obreros húngaros que se levantaron contra la odiada policía secreta y el ejército ruso. Comparando desfavorablemente este intento de revolución proletaria antiburocrática con Polonia, estos “trotskistas” fraudulentos escribieron que la ausencia de una dirección política “producía exactamente estos fallos y peligros” que Polonia había evitado “gracias al papel dirigente jugado por… la tendencia de Gomulka… una tendencia centrista que no obstante está evolucionando hacia la izquierda…” (Quatrieme Internationale, diciembre de 1956). Nuevamente la perspectiva era la de presionar a la burocracia, apoyando a un ala en contra de otra, y no de movilizar a los obreros alrededor de un partido trotskista.

        A principios de los años 60, sin embargo, los ojos de los pablistas se volvieron hacia el llamado “Tercer Mundo”, y en particular hacia los pequeñoburgueses nacionalistas Ben Bella (Argelia) y Castro. Reconociendo que la burguesía cubana había sido expropiada como clase con las nacionalizaciones de octubre-diciembre de 1960, los pablistas fueron más lejos y dieron su apoyo político a la dirección de Castro. En esto, Pablo, Mandel y Cía. Fueron secundados por el SWP norteamericano, que en 1953 había rechazado, tardía pero firmemente, las consecuencias liquidacionistas del pablismo. El SWP elaboró un documento (“Hacia la pronta reunificación del movimiento trotskista”) en marzo de 1963 que proclamaba: “En su evolución hacia el marxismo revolucionario, el Movimiento 26 de Julio [castrista] sentó una pauta que ahora sirve de ejemplo para varios países.” Este fue el documento de fundación del “Secretariado Unificado” ahora encabezado por Mandel.

        En otro documento de esa época el dirigente del SWP Joseph Hansen escribía que Cuba era un estado obrero “al que le faltaban todavía las formas de gobierno democrático proletario”. Efectivamente, le faltaban las formas… y la esencia. De hecho, Castro y Guevara lo probaron sin lugar a dudas cuando encarcelaron a los trotskistas cubanos en 1963. La obra de Trotsky, La revolución permanente, fue prohibida y las planchas del libro fueron destruidas en la prensa. Guevara, el favorito del S.U., hasta sugirió que los trotskistas eran agentes yanquis, haciendo notar que habían tenido influencia durante mucho tiempo en la ciudad de Guantánamo (cerca de la base estadounidense). Y sin embargo, simultáneamente Mandel estaba entrevistándose con Guevara en el Ministerio de Industrias y aconsejando “a mi amigo ‘Che’” sobre política económica. ¿Y qué aconsejaba al futuro “guerrillero heroico”? ¿Es que quizá “luchaba por la democracia obrera” en los pasillos del poder? No, en absoluto. He aquí lo que escribía Mandel en la revista del ministerio de Guevara, Nuestra industria:

        “Cuanto más subdesarrollada sea la economía de un país… más sabio es, en nuestra opinión, reservar el poder de las decisiones sobre las inversiones más importantes y los temas financieros a las autoridades centrales.”

        ― Traducido de “Mercantile Categories in the Period of Transition”, en Bertram Silverman y otros, Man and Socialism in Cuba

        Esto constituye una apología descarada de la “planificación” económica totalmente irracional de la burocracia cubana, en la que las decisiones estaban tan centralizadas que todo lo decidía el líder máximo desde el timón de su jeep.

        La represión estalinista no perturbó a los pablistas. Parecía que nada les inquietaba. Así cuando Castro lanzó su famosa diatriba rabiosa contra el trotskismo en el Congreso Tricontinental de La Habana en 1966, el dirigente del S.U. Hansen escribió que:

        “… por mucha satisfacción que les produjera a los dirigentes de los PCs derechistas, [este ataque] fue considerado por todo elemento de vanguardia con algún verdadero conocimiento del movimiento trotskista, en el mejor de los casos como una identificación equivocada del trotskismo con la secta rara de J. Posadas; y en el peor caso, sólo como un eco tardío de las viejas calumnias estalinistas, cuyo propósito permanecía completamente oscuro.”

        International Socialist Review, noviembre-diciembre de 1967

        Para los militantes proletarios que estaban encerrados en las cárceles de Castro el propósito de este ataque no era oscuro en absoluto. Sin embargo, los defensores del estalinismo cubano en el S.U. tenían razón en un punto. Al denunciar el trotskismo Castro dirigía su fuego no contra ellos sino contra quienes llaman por la revolución política para derrocar su régimen bonapartista y remplazarlo por el régimen democrático de los soviets. Cualquier intento de igualar la política capituladora del S.U. con este programa marxista ―defendido únicamente por la tendencia espartaquista internacional― es un caso claro de identificación errónea. Si la acusación es de trotskismo, entonces Ernest Mandel puede declarar con conciencia tranquila: “¡Soy inocente!”

        De la guerra de guerrillas al frente popular

        A finales de los años 60 el foco principal de la búsqueda de los mandelistas por un atajo a la fama y a la buena fortuna fue el movimiento castrista en América Latina. Así, en una resolución aprobada en el “Noveno Congreso Mundial” del S.U., se decía sin rodeos:

        “Aún en el caso de países que serán entre los primeros a vivir grandes movilizaciones y conflictos de clases en las ciudades, la guerra civil adoptará las múltiples formas de lucha armada, en las que el eje principal durante todo un período será la guerra de guerrillas rural…”

        ― “Proyecto de resolución sobre América Latina”, en el International Information Bulletin [del SWP norteamericano], enero de 1969

        La primera tarea de los militantes del S.U. en Latinoamérica sería pues: “(a) integración en la corriente revolucionaria histórica representada por la Revolución Cubana y la OLAS….” Esto es en esencia la misma perspectiva liquidacionista planteada a principios de los años 50 por Pablo; sólo el destinatario de la adulación política y de las capitulaciones había cambiado de dirección.

        Mandel, como es su costumbre, fue más circunspecto al expresarse sobre el guerrillerismo que los exaltados, superguevaristas como Livio Maitan. Pero en cuanto a la continuidad de la metodología pablista, Mandel habló a las claras; en un artículo sobre “El lugar del Noveno Congreso Mundial en la historia de la Cuarta Internacional” (1969) escribió:

        “La situación comenzó a cambiar en el curso de los años 60, y fue el mayo francés el que reveló más claramente este cambio…. El Noveno Congreso Mundial buscó hacerlo patente ante todo el movimiento revolucionario Internacional.

        “El rasgo más notable del cambio es la aparición de una nueva vanguardia revolucionaria a escala universal que ha escapado completamente al control de los aparatos estalinistas y reformistas y que se organiza autónomamente. Los primeros signos importantes de este nuevo fenómeno se remontan bastante tiempo atrás: al “Movimiento 26 de Julio”, que dirigió la lucha guerrillera que derrocó la dictadura de Batista independientemente del PC y de todas las organizaciones tradicionales de la izquierda cubana….

        “Este giro no es sólo un giro hacia la creación de organizaciones independientes, capaces de servir como polo de atracción para los militantes de la nueva vanguardia, que no son ni reformistas ni estalinistas, y que buscan reagruparse nacional e internacionalmente. También implica un cambio de énfasis en cuanto a las principales formas de actividad del movimiento. En este sentido tiene tanta importancia como el giro esbozado por el Tercer Congreso Mundial, pero a un nivel mucho más avanzado en la construcción de la Internacional.”

        El Tercer Congreso de la Cuarta Internacional fue cuando Pablo elaboró por primera vez sus planes de “entrismo profundo” en los partidos de masas estalinistas y socialdemócratas. Mandel sigue:

        “En el Tercer Congreso Mundial se trataba de romper con una actividad esencialmente aislada y de integrarse en el movimiento de masas revolucionario. En el Noveno Congreso Mundial se trataba de romper con una práctica esencialmente propagandística, es decir, centrada en la crítica de las traiciones y errores de las direcciones tradicionales… y de pasar a una fase en la que fuésemos capaces de tomar iniciativas revolucionarias, dentro del movimiento de masas.”

        ― Ernest Mandel, La longue marche de la révolution (1976)

        En ambos casos el fondo de la “táctica” era la capitulación ante las fuerzas de clase ajenas. El SWP norteamericano criticaba el “giro guerrillero” del “Noveno Congreso”, pero sólo porque él buscaba unirse a los liberales que se oponían a la guerra de Vietnam. Por su parte, las “palomas” del Partido Demócrata no estaban dispuestas a subir a la tribuna junto con partidarios del “terrorismo” en Latinoamérica. Los mandelistas no pudieron, sin embargo, sacar partido de su maniobra. La OLAS de Castro no hizo nunca nada por organizar “dos, tres, muchos Vietnam” después del fracaso de Guevara en Bolivia. Y los dos grupos principales del S.U. metidos en la lucha guerrillera desertaron: los bolivianos para unirse en masa al ELN castrista y el PRT argentino separándose de Mandel y Cía. en 1973.

        Como cada vez se ponía más claro que no había un atajo guerrillero hacia el poder en La Paz o en Santiago. Los partidos comunistas pro-Moscú resucitaron sus estribillos de la “vía pacífica”. En Chile el vehículo fue la Unidad Popular (UP), un frente popular de los comunistas y socialistas con pequeños partidos burgueses, encabezado por Salvador Allende. Mientras tanto, en Europa, tras el ascenso obrero y juvenil de 1968-1969 los reformistas trataban de salirle al paso a una radicalización masiva con implicaciones revolucionarias. Su respuesta fue una nueva oleada de frentes populares: la Unión de la Izquierda francesa, la estrategia del PC italiano de un “compromiso histórico”.

        La experiencia chilena fue crucial. En cierto sentido era un puente entre el guerrillerismo de finales de los años 60 y el frentepopulismo de los 70. Era también ―y esto es lo más importante― el campo de batalla sobré el que se desarrolló el drama del frente popular hasta su amargo final. La “vía pacífica” terminó en un baño de sangre. La responsabilidad de los estalinistas y socialdemócratas, que predicaban la confianza en el cuerpo de oficiales y en la burguesía “democrática” es evidente. Pero tampoco el Secretariado Unificado de Ernest Mandel tiene las manos limpias. Primero sus simpatizantes chilenos aclamaron la victoria electoral de Allende en 1970. Luego, un año más tarde. El mismo S.U. promulgó una declaración “unánime” en la que se calificaba a la UP de frente popular, y que hasta declaraba:

        “Es preciso mantener una completa independencia respecto a la coalición de frente popular. Los revolucionarios no pueden participar en una coalición así ni siquiera ofreciéndole apoyo electoral. (Los marxistas revolucionarios pueden, en ciertas situaciones, votar por un candidato obrero pero no por un candidato de un frente que incluye partidos pequeñoburgueses y burgueses).”

        Intercontinental Press, 21 de febrero de 1972

        En realidad, durante las elecciones chilenas de septiembre de 1970, sólo la tendencia espartaquista internacional defendía esta política. Más aún, nunca desde entonces se ha negado el S.U. a votar por los candidatos de frentes populares. Pero esta curiosa declaración indica que no ignoran la línea ortodoxa trotskista sobre los frentes populares… sólo que se oponen a ella. En cualquier caso, ninguno de los varios grupos partidarios del S.U. en Chile llevó a la práctica esta línea. Y en septiembre de 1973, luego del golpe sangriento de Santiago, en un “Proyecto de resolución política” de la mayoría mandelista del S.U., se invertía el veredicto anterior sobre la UP, y declaraba:

        “… desde el principio, ésta se diferenciaba de un Frente Popular clásico por el hecho de que declaraba abiertamente su intención de entrar en el camino del socialismo, y que se apoyaba abiertamente en el movimiento obrero organizado.”

        International Internal Discussion Bulletin [del SWP norteamericano], octubre de 1973

        Esta confusión intencional, cuyo propósito era encubrir el fallo total del S.U. de presentar una alternativa revolucionaria a Allende y Cía., pronto fue repetida en Europa. En Francia en 1973, la LCR mandelista promovía el votar por los candidatos de la Unión de la Izquierda en el segundo (decisivo) turno de las elecciones parlamentarias; en 1974 apoyaba el voto en el segundo turno por el candidato único del frente popular a la presidencia (Mitterrand); en 1977 pedía votar por las listas de la Unión de la Izquierda (que incluía candidatos de los Radicales de Izquierda burgueses) en el segundo turno de las elecciones municipales, y con la minimísima cubierta de ortodoxia aconsejaba la abstención sólo allí donde la lista estaba encabezada por un radical.

        Igualmente, en Italia la sección del S.U. presentó candidatos en la lista de Democrazia Proletaria (DP) en las elecciones parlamentarias de junio de 1976. Aunque ubicándose a la izquierda del programa del Partido Comunista, de coalición con la Democracia Cristiana, la DP abogaba por un frente popular estilo chileno con los pequeños partidos republicanos y laicos de la burguesía. Y en Portugal, los discípulos de Mandel no sólo se unieron a un frente, el FUT, que apoyaba y tenía el vista bueno de un ala del Movimiento de las Fuerzas Armadas, sino que en las elecciones presidenciales de junio de 1976, el superestrella mandelista Alain Krivine aconsejaba votar por Otelo de Carvalho, ¡un general del cuerpo de oficiales burgués!

        De ser las doncellas del Kremlin en los años 50, e hinchas de los castristas en los 60, estos empedernidos renegados del trotskismo se habían vuelto un grupo de presión de izquierda a los frentes populares de los 70.

        Etiquetas

        Cuando se formó el Secretariado Unificado en 1963, las dos partes contratantes se pusieron de acuerdo en que “lo pasado, pasado”, y las diferencias sobre China. El “entrismo profundo” y otras cuestiones debatidas fueron declaradas fuera de discusión. Sin embargo, con las primeras indicaciones de una radicalización de masas todas las viejas diferencias surgieron de nuevo, alineándose el SWP y sus satélites contra Mandel y sus amigos (la vieja guardia de lugartenientes de Pablo). El resultado fue una lucha de fracciones en el seno del S.U. que duró de 1969 a 1977, con fuertes polémicas públicas entre la minoría reformista encabezada por el SWP y la Tendencia Mayoritaria Internacional (TMI) centrista. Cuando en 1977 la TMI abrió el paso a la disolución de las fracciones al abandonar su previo apoyo al guerrillerismo guevarista, lo hizo con el sobreentendido de que los documentos fraccionales serían relegados a la categoría de “material histórico”.

        Así aunque existe una verdadera aproximación entre los apetitos políticos de la ex-TMI y del SWP durante este período de frentes populares, el S.U. sigue siendo un bloque podrido. No es sorprendente por tanto, que Mandel proponga periódicamente abandonar totalmente su falsa “Cuarta Internacional” en favor de grupos polimorfos de la “extrema izquierda” amplia. Estas criaturas perversas unirían a virulentos maoístas antisoviéticos con seudotrotskistas y sindicalistas espontaneístas, teniendo como única base política posible el deseo de presionar a la izquierda al frente popular más grande de los partidos obreros tradicionales. Así Mandel afirmaba en una entrevista con una revista de izquierda española a finales de 1976:

        “En mi opinión el futuro del movimiento revolucionario está en un tipo de agrupaciones más amplias de las que se definen como trotskistas. Agrupaciones que se unifican, no obstante, con secciones de la IV Internacional.”

        Topo Viejo, noviembre de 1976

        Pocos meses antes Mandel había emitido el mismo concepto en una conversación con el ala izquierda del PSU francés, encabezada por el mismísimo Michel Pablo. Cuando le preguntaron si la LCR no estaba más cerca de algunos grupos italianos maoístas-sindicalistas que del SWP norteamericano, Mandel respondió:

        “… el verdadero debate no versa sobre etiquetas, el marco organizativo, los estatutos, las relaciones humanas o referencias a un barbudo llamado Leon Trotsky…

        “¿Qué importan las etiquetas? Si en la arena política encontráramos fuerzas políticas que estuvieran de acuerdo con nuestra orientación estratégica y táctica, y a quienes les causaran repudio sólo el nombre y la referencia histórica, nos deshaceríamos de éstos en 24 horas.”

        Politique Hebdo, 10-16 de junio de 1976

        Otro dirigente de la izquierda del PSU, Yvan Craipeau, antiguo trotskista él también, respondió que no bastaba cambiar de etiquetas: era preciso renunciar también al concepto leninista de partido.

        ¿Les sirven este tipo de maniobras a los malabaristas del S.U. para llegar a la “nueva vanguardia” de manera efectiva y ganar hegemonía sobre ella? Sólo tenemos que echar una breve mirada atrás para observar los resultados de tales intentos en el pasado. El arquetipo de tal grupo centrista en el pasado próximo es el MIR chileno, un grupo castrista organizado en 1965 con la participación activa de la sección del S.U. dirigida por Luis Vitale. Efectivamente se abandonaron todas las “etiquetas” (Cuarta Internacional, trotskismo, revolución permanente, Estados obreros deformados o degenerados). Pero sobre la base de un programa impreciso “a la izquierda del PC” el World Outlook (17 de septiembre de 1965) del S.U. declaraba que el MIR era “el partido marxista-leninista más importante que se haya formado jamás en Chile…”

        Menos de dos años después, sin embargo, la dirección del MIR comenzó una depuración sistemática de todos los “trotskistas”, que pronto abarcó a Luis Vitale y a otros destacados dirigentes de la organización. Impertérritos, los mandelistas europeos (junto con el expulsado Vitale) siguieron alabando su creación centrista, y fue en parte para no “aislarse” del MIR que la TMI adoptó una posición de “apoyo crítico” a la UP. La comisión latinoamericana de la LCR francesa protestó contra la antes citada resolución sobre Chile del S.U. de diciembre de 1971 a causa de sus críticas blandas al MIR, pretendiendo que éste tenía “una posición absolutamente clara sobre la cuestión de la revolución permanente” y señalando “la influencia de posiciones trotskistas” (International Internal Discussion Bulletin [SWP], febrero de 1973). Los mandelistas criticaron a su propia organización fraternal en Chile como peor que el MIR, ya menudo han recaudado grandes sumas de dinero para los castristas mientras dejaban a sus camaradas pidiendo limosnas.

        Pero el ejemplo clásico de grupo “amplio”,  “abarcando trotskistas”, con el que sueña Mandel es el POUM español, nacido en 1935 de la fusión de la Izquierda Comunista (encabezada por Andrés Nin) y el Bloque Obrero y Campesino de Joaquín Maurín. También ellos abandonaron las etiquetas y adoptaron posiciones ambiguas sobre la naturaleza de la Rusia de Stalin, el frente popular y otras cuestiones cruciales. La respuesta de Trotsky fue romper todo lazo político con el renegado Nin y llamar a una lucha preventiva en el seno de la Cuarta Internacional contra adictos del POUM y de otros conglomerados centristas similares. Con sus múltiples vacilaciones, esta amalgama inestable se convirtió en el peor enemigo de la revolución proletaria en España, escribió Trotsky. Y sería ésta, precisamente, la suerte de los productos de los “reagrupamientos” oportunistas de Mandel si lograran obtener un apoyo de masas.

        Objetivismo y capituladores

        En los últimos dos años la mayor novedad en la izquierda europea ha sido la aparición de la corriente eurocomunista. Como se podía esperar de Mandel, siempre dispuesto a pegarse a lo que está en boga, el líder del S.U. vio este desarrollo como un proceso que podía llevar a la conversión de viejos estalinistas como Santiago Carrillo en leninistas. En la segunda parte de la entrevista del Topo Viejo arriba citada, Mandel se refiere a la contradicción entre “el aspecto positivo y el negativo” del ascenso del eurocomunismo:

        “Los compañeros dirigentes del Partido Comunista, especialmente sus cuadros obreros, deberán asumirla [esta contradicción] y resolverla; y espero y confío que sean capaces de resolverla positivamente, en el sentido de que vuelvan a la senda del marxismo revolucionario.

        “El eurocomunismo es una política de transición. Aunque nadie sabe hacia dónde o hacia qué. Quizá representa una transición hacia la reabsorción de los partidos comunistas por parte de la socialdemocracia, cosa en mi opinión poco probable, pero no totalmente excluible. Quizá sea una transición hacia un nuevo estalinismo. Y también, ¿por qué no? puede ser una transición, por parte de los cuadros obreros del Partido, hacia un reencuentro con el marxismo revolucionario, con el leninismo.”

        Topo Viejo, diciembre de 1976

        Así volvemos de nuevo al pablismo cosecha 1950. Viendo a los “compañeros dirigentes” del PC como potencialmente recuperables para la revolución. Así, una vez más, partidos trotskistas independientes y una auténtica Cuarta Internacional forjados en la lucha contra el estalinismo, la socialdemocracia y todas las variedades del centrismo, se consideran superfluos (son meras “etiquetas” que se descartan en el curso de maniobras organizativas). Pero debiera ser evidente hasta para aquellos poco familiarizados con los diversos grupos que se reclaman del trotskismo que hay algo fundamentalmente pervertido en un “trotskista” que no quiere construir ni partidos trotskistas ni una internacional trotskista. El diagnóstico de esta enfermedad es liquidacionismo pablista, y Ernest Mandel es uno de sus principales portadores.

        El revisionismo político de Mandel está estrechamente unido a su teoría económica, marcada por un objetivismo fundamental. A principios de los años 50 argumentaba que “la relación de fuerzas se ha inclinado decisivamente a favor del campo anticapitalista.” Así alineándose con los partidos pro-soviéticos los pablistas creyeron que estarían bien ubicados para apoderarse de la dirección de los movimientos revolucionarios de masas que inevitablemente se generarían en el seno de los PC. Al mismo tiempo argumentaba Mandel-Germain que la restauración del capitalismo en la URSS “ya no está en la esfera de la posibilidad” a corto plazo (“Ocaso y caída del estalinismo”, resolución presentada al “Quinto Congreso Mundial” pablista. Quatrieme Internationale, diciembre de 1957).

        A mediados de la década del 60, el objetivismo mandeliano aseguraba que el capitalismo “no experimentará nuevas crisis como la de 1929” (Temps Modernes, Agosto-septiembre de 1964). Por lo tanto, bajo el lema del “neocapitalismo” el programa transicional se transformó en una marabunta de “reformas estructurales anticapitalistas”. Este objetivismo está en el meollo de su visión. Así la primera frase de su Introducción a la teoría económica marxista dice: “En última instancia, todo paso adelante en la historia de la civilización fue logrado por un aumento en la productividad del trabajo.” Comparen esto, por ejemplo, con el Manifiesto Comunista, que declara con la misma brevedad: “La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de luchas de clases.”

        Uno de los mejores ejemplos del objetivismo político-económico de Mandel es su carta de enero de 1953 a Jean Paul Sartre, escrita bajo el efecto de la Revolución China:

        “Para nosotros la naturaleza de un período no se determina en primer lugar por la dirección del movimiento de masas sino por su extensión…. Nunca en la historia del capitalismo ha habido un período durante el cual, en toda la tierra, el número de participantes, la violencia y la extensión del movimiento de masas haya sido tan considerable como hoy. Esta es la razón por la que consideramos el periodo actual como un período eminentemente revolucionario.

        “… A escala mundial la relación de fuerzas está evolucionando de una manera cada vez más desfavorable para el capitalismo.”

        La longue marche de la révolution

        En otra parte hemos señalado las semejanzas entre el objetivismo económico de Mandel y el de Bujarin, con las “ondas largas” de aquel como versión más general de los “períodos” del imperialismo de éste. Trotsky escribió en 1928, en su respuesta al proyecto escrito por Bujarin del programa de la Comintern estalinizada (basado en la afirmación de un “Tercer Período” de crisis final del capitalismo) una polémica que destruye totalmente el objetivismo servil de Ernest Mandel:

        “En tanto que, cuando las premisas objetivas están maduras, la clave de todo el proceso histórico pasa a manos del factor subjetivo, es decir, del partido. El oportunismo, que vive consciente o inconscientemente bajo la sugestión de la época pasada, se inclina siempre a menospreciar el rol del factor subjetivo, es decir, la importancia del partido revolucionario y de su dirección. Esto se hace sentir en las discusiones que se produjeron acerca de las lecciones del octubre alemán, del comité anglorruso, y de la revolución china. En todas esas ocasiones, como en otras menos importantes, la tendencia oportunista siguió una línea política que contaba directamente con las ‘masas’ y, por consiguiente, olvidaba los problemas de la dirección revolucionaria. Esta manera de abordar la cuestión, en general, falsa desde el punto de vista teórico, es particularmente funesta durante la época imperialista.”

        La Internacional Comunista después de Lenin

        Arquivo Histórico: Portugal 1975-76

        Convidamos nossos leitores a conferirem a nova publicação do nosso Arquivo Histórico. Em sequência aos artigos postados anteriormente sobre a luta de classes em Portugal em 1974, acrescentamos este boletim, também publicado em português pela então revolucionária Liga Espartaquista, de dezembro de 1976. Os artigos que compõem o boletim apareceram em Workers Vanguard entre 1975 e 1976 e dão continuidade às posições programáticas e debates sobre a revolução portuguesa.


        Eleições fingidas em Portugal (16 de abril de 1975) / Extrema direita portuguesa sonda o ambiente nas eleições (27 de abril de 1976) / Não há escolha nas presidenciais Candidato das forças armadas ameaça os trabalahdores portugueses (30 de maio de 1976) / Confrontado pela Spartacist League Diretor do República defende o fura-greves Carvalho (11 de junho de 1976) / Eleito presidente o general “da lei e da ordem” O PC em apuros nas eleições portuguesas (25 de junho de 1976).

        Panfleto do RR no Fórum de Lutas do Rio de Janeiro

        Superar as direções governistas e oportunistas: Por um programa anticapitalista e luta proletária independente dos burocratas!

        Este panfleto foi distribuído pelo Reagrupamento Revolucionário na assembleia do Fórum de Lutas do Rio de Janeiro no dia 30 de julho.

        Após as “Jornadas de Junho” terem sacudido o Brasil, milhares de jovens seguem mobilizados nas principais capitais do país. Depois dos protestos terem levado mais de um milhão de pessoas às ruas de norte a sul, conseguimos a redução das passagens de ônibus e de outros transportes públicos em dezenas de cidades, além da aprovação de passe livre estudantil em Goiânia (GO) e de “tarifa zero” em Paulínia (SP). Mas isso ainda é muito pouco frente ao grande potencial apresentado pelas mobilizações atuais – principalmente porque em muitos lugares a redução será custeada com os impostos arrancados do suor dos trabalhadores.

        Apesar das nossas vitórias serem ainda muito parciais, depois da redução das passagens os protestos diminuíram, voltando a ser contados em alguns milhares. No último dia 11 de julho, muitos esperavam uma mudança significativa, com a entrada em cena da classe trabalhadora. É inegável que muitos trabalhadores, principalmente os mais jovens, tem desde o início estado presentes nas ruas, mas só no dia 11 é que eles apareceram enquanto uma força política organizada, enquanto classe.

        Entretanto, no lugar da necessária greve geral que parasse todo o país e colocasse patrões e governantes contra a parede, o que vimos foi um “Dia Nacional de Lutas” bem mais fraco. No Rio de Janeiro, poucas categorias fizeram greve e as marchas pelo Brasil tiveram um tamanho muito aquém do potencial do nosso proletariado. Para piorar, a próxima convocação de um dia de ações coletivas da classe trabalhadora é apenas para o dia 30 de agosto, daqui a mais de um mês!

        Essa situação é fruto de dois fatores principais. O primeiro, é que a maior parte das categorias dos trabalhadores de nosso país encontra-se sob a influência de burocratas que estão há anos encastelados nas direções dos sindicatos e das centrais principais (CUT, CTB, Força Sindical, UGT e NCST) e que defendem o atual governo do PT e da burguesia. Por isso, esses senhores fizeram de tudo para evitar uma mobilização forte, com greves combativas e antigovernistas, capaz de ferir os lucros e abalar os governos. Um exemplo de quão comprometidos estão os burocratas com a defesa dos governos burgueses foi dado pelo PCdoB (que dirige a CTB), que participou da agressão contra militantes combativos no protesto de 11 de julho no Rio de Janeiro (o que gerou a aprovação de uma moção de repúdio na assembleia do Fórum de Lutas do Rio de Janeiro do último dia 16, que termina com a frase “Abaixo o PCdoB, polícia de Cabral!”). [Leia aqui a declaração do Fórum: http://goo.gl/HqKSpJ].

        Outro obstáculo é que as principais forças que se reivindicam de oposição aos setores governistas – o PSTU e as correntes do PSOL preferiram um acordo de comprometimento com as direções pelegas das grandes centrais sindicais ao invés da construção de um calendário de lutas independente. No dia 11/7, a CSP-Conlutas e a Intersindical não fizeram nenhuma crítica séria à burocracia pelega. Insistindo nessa posição de uma “unidade calada”, essas forças políticas de oposição ao governo não fazem nada para antecipar as mobilizações do proletariado organizado, ou para garantir que o dia 30/8 seja um dia de disputar os trabalhadores para longe do governismo. Ao contrário, se limitam à construção da mobilização que foi acordada com os dirigentes pelegos, marcada para tão longe na esperança de que até lá as coisas se acalmem, não havendo mais pressão nas bases dos sindicatos para que se concretize uma união direta entre a classe trabalhadora, a juventude combativa e os demais setores oprimidos.

        Enquanto os governistas e os oportunistas não forem superados através da mobilização dessas bases que eles atualmente influenciam, a classe trabalhadora continuará tendo uma atuação tímida nesse importante ascenso de lutas que vivemos. Para que isso mude de forma consciente, é fundamental a construção de uma organização revolucionária do proletariado, para que os trabalhadores, junto com todas as massas oprimidas, sejam capazes de concretizar suas demandas contra a exploração, o machismo, o racismo e todas as outras questões que nos vandalizam diariamente.

        É necessário um programa anticapitalista claro para orientar essas massas contra seus inimigos, sobretudo em eixos como: transporte público, gratuito e de qualidade via estatização das empresas de transporte sem indenização; taxação progressiva dos lucros dos empresários para financiar saúde, educação e moradia para a população trabalhadora; redução da jornada de trabalho sem redução de salários para combater o desemprego; aumento salarial de acordo com o aumento dos preços; pela extinção da polícia racista e pela democratização da mídia através da expropriação dos oligopólios de imprensa; abaixo o Estatuto do Nascituro e a “Cura Gay”; liberdade para os lutadores presos e anistia dos processados; esclarecimento sobre o desaparecimento de Amarildo Dias!

        ***

        Com o relativo enfraquecimento dos protestos a nível nacional, é necessário nesse momento que aqueles que permanecem na luta orientem seus esforços para a construção de uma estrutura e de uma pauta de lutas que facilitem a tarefa de derrotar os governos quando as mobilizações ressurgirem com força. As assembleias do Fórum de Lutas do Rio de Janeiro tem sido importantes ao serem um espaço onde as diversas organizações envolvidas nas manifestações, além de centenas de militantes independentes, se reúnem para discutir e deliberar sobre as lutas em sua cidade.

        Mas a sua estrutura de assembleia deliberativa aberta a todos demonstrou uma clara limitação e desgaste: quando um número muito grande de pessoas participa (que é o que todos desejamos e trabalhamos para que se concretize) se torna quase impossível um debate rico entre os diversos projetos e táticas apresentados no calor das lutas. A confusa assembleia com cerca de três mil pessoas que ocorreu no Largo São Francisco foi um exemplo disso e apontou a necessidade de uma forma diferente. Além disso, tal estrutura não possui uma ligação orgânica com a classe trabalhadora do Rio de Janeiro.

        Defendemos uma estrutura baseada nos locais de trabalho, nos locais de estudo e nas favelas e ocupações urbanas. A partir de assembleias periódicas nesses espaços, seria possível uma discussão muito mais profunda sobre as necessidades específicas de cada setor e dos diversos projetos que propõem mudanças em nossa sociedade. E para manter a unidade das lutas, tais assembleias deveriam eleger representantes (que possam ser substituídos a qualquer momento pelas assembleias que os elegeram), para se reunirem em um Fórum Unificado de Lutas, onde os representantes discutiriam e votariam as demandas do movimento e formariam comissões para organizar as manifestações, greves, piquetes, etc.

        Apenas com uma estrutura assim poderemos garantir uma real democracia, que se ligue diretamente com os trabalhadores a partir de seus locais de trabalho e que não crie brechas para que apenas as pessoas com maior disponibilidade de tempo decidam os rumos das mobilizações atuais. Algo assim seria um poderoso instrumento para toda a região metropolitana do Rio de Janeiro e seria de enorme vantagem quando as lutas ressurgirem com peso, além de poderem espalhar o exemplo para outras cidades. Portanto, é urgente que lutemos por tal estrutura e não deixemos nossas energias se dispersarem em formas de organização sem vínculos diretos com a classe trabalhadora e sem uma estrutura democrática de representantes eleitos pela base.

        Leia a declaração política do Reagrupamento Revolucionário sobre as “Jornadas de Junho”: goo.gl/572nd

        Reagrupamento Revolucionário n. 05

        É com alegria que anunciamos a nossos leitores o lançamento da nova edição de nossa revista Reagrupamento Revolucionário. Disponível em formato PDF ou com nossos militantes. Boa leitura!
         
        Reagrupamento Revolucionário n. 05

         Revolta de Massas no Brasil

        Fração Trotskista (LER-QI) e sua ruptura incompleta com o morenismo

        Debate com o PSTU sobre as “delegacias da mulher”

        O SWP britânico e o feminismo

        Sobre marxismo e “feminismo”

        PCO, Altamirismo (Partido Obrero) e as frentes populares

        A LBI capitula ao chavismo nas eleições venezuelanas

        Por um movimento estudantil classista na UFRJ

        Arquivo Histórico: Contrarrevolução no Bloco Soviético

        Chamamos a atenção de nossos leitores para a publicação de novos materiais em nosso Arquivo Histórico. São três artigos publicados no início da década de 1990 pela então revolucionária Tendência Bolchevique Internacional (TBI) acerca da contrarrevolução capitalista que a destruiu os Estados operários deformados do Bloco Soviético.
        Com o tempo, pretendemos aumentar nossa coletânea de artigos históricos sobre o assunto. Recomendamos também a leitura da nossa própria síntese acerca da questão: Uma Explicação Marxista Sobre o Fim da URSS (Abril de 2009).

        Outros materiais históricos já disponíveis sobre o mesmo tema: Teses Sobre o Solidariedade Polonês (1986) / O Colapso da RDA (1990) / A Contrarrevolução Triunfa na URSS (1991) / Entendendo a Rússia Direito (1994)

          Brazil: down with the coup government!

          Brazil: down with the coup government!
          Fight Temer’s attacks, no support for the PT or its satellites!

          Originally published in Portuguese in June 2016

          At the dawn of May 12, Brazil’s President Dilma Rousseff (Workers Party, PT) was temporarily removed from office and will now be judged by the Senate under the authority of the Supreme Court, her conviction being almost certain. The fate of the country is increasingly conducted by the Judiciary’s “black-cloaked ministers”, who receive exorbitant incomes and are not accountable to anyone, since they have not even been elected by the population. It is very clear that the articulated action of the Supreme Courts, the Federal Police and the Public Ministry has taken increasingly authoritarian traits. This judicial coup must be stopped: we cannot let it be consolidated through the reaffirmation of  the Supreme Court and co.’s superpowers!

          The new de facto government of Michel Temer (Brazilian Democratic Movement Party, PMDB) has already made its intentions very clear: to make the working class pay for the capitalist crisis. Surely Rousseff and the PT were already fulfilling the same role. Soon after the 2014 election’s second round, she signed she would rule with the same neoliberal program as Aécio Neves / PSDB (Brazilian Social Democracy Party). Therefore, Revolutionary Regroupment is against the class-colaborationist attempt to turn the mobilizations against Temer into a campaign for the return of Rousseff to power. Due to a number of factors, the PT was not being capable of implementing attacks on the scale and speed required by the big capitalists. Temer and his PSDB and DEM (Democrats) allies immediately started making huge cuts in social programs, the budget for public education and public health, and intend to privatize absolutely everything they can, which may include charging for access to the public health system. It is worth remembering that Rousseff, by proposing and then sanctioning the “Anti-terror” Law, guaranteed legal instruments to massacre any serious attempt of resistance by the workers and the oppressed. Faced with this scenario, it is urgent to organize the struggles against Temer’s attacks, but with no support for the PT and its satellites!

          We need a national united front to defeat the attacks!

          For several months, while Rousseff was still in office, the PT did all it could to prevent a real popular mobilization against the impeachment and that could threaten the austerity measures of its own government. The CUT and the CTB (union federations led by bureaucrats loyal to Rousseff’s government) did not organize any political strike of the working class. The “Popular Brazil Front” – built by the PT, PCdoB (Communist Party of Brazil) and other pro-Rousseff forces, despite having organized big street demos, did it in a way that prevented any criticism against Rousseff’s austerity measures, restricting them to acritical rallies, many of which were actually musical concerts with pro-PT artists. The “Fearless People Front” – led by the MTST (Homeless Workers’ Movement) was integrated by large sectors of the PSOL (Socialism and Freedom Party); and not only its reformist leadership, the Unidade Socialista, but also groups on its “left bloc” such as USec’s Insurgência and the CWI/LSR. They organized some street demos against the impeachment, while also raising criticisms towards Rousseff’s government. But they quickly became reduced to an appendix of the “Popular Brazil Front”, with the leaders of the Fearless People Front putting aside any criticism of the PT during the common activities they organized. There were a few progressive initiatives like the “Socialist Left Front” (in Rio de Janeiro), but it has become a propaganda bloc, consisting of meetings among left groups which revolve around programmatic discussions, instead of mobilizing the working class for struggle against the impeachment and the austerity measures. What is necessary at the present moment is a united front of struggles, capable of uniting the working class and the radical youth around the slogans Defeat Temer’s attacks! Defend our jobs, wages, labor and social rights!

          Reject “democratic” capitalist solutions! For a revolutionary workers’ government!

          In this critical moment, the bourgeois “democratic” illusions that certain left groups have spread are not admissible – such as the proposals for “General Elections” (PSTU/IWL; MES/Movimento; LSR/CWI) or for a “Constituent Assembly” (MRT/Left Voice/Trotskyist Fraction; Esquerda Marxista/IMT). It is simply not possible to make use of the bourgeois elections to transform society in the interests of working people. Neither a Constituent Assembly on a capitalist basis would be able to make the structural changes necessary for workers. The political perspective that should be defended by revolutionaries during the struggles against Temer’s attacks is that of a revolutionary worker’s government, in order to clearly differentiate themselves from the reactionary “anti-corruption” mobilizations, the utopian class-collaboration project of the PT and the illusions that the workers’ problems can be solved within the limits of capitalism.

          Revolutionary Regroupment strives to build a revolutionary party that fight for the following demands:

          No more lay-offs! For the reduction of working hours without loss of pay, allowing the return of laid-off workers and the creation of jobs for the unemployed. The capitalists are the ones who must pay for the crisis of their system!

          Put a halt to the effects of growing inflation! We demand immediate raise of wages according to the rise of prices and also a minimum wage that meets the basic needs of the working family, currently calculated at R$ 3,725!

          Down with the Outsourcing Bill! For the integration of outsourced workers to the regular staff of the companies to which they provide work, with full rights and wage equality! Against sexism and racism, fight for equal pay for equal work!

          Down with the reform of Social Security and the cuts on the budget of social programs! Tax the big fortunes to fund social security, housing, transportation and education!

          – No more oil auctions and the destruction of Brazil’s state-owned oil company Petrobras! For the full re-nationalization of Petrobras and the expropriation without compensation and under workers’ control of the foreign oil companies!

          Down with religious interference on women’s rights! For the legalization of abortion, with the guarantee of free and safe procedure by the public health system!

          Down with the ‘super authority’ of the Judiciary! For the right of the people to elect the judges and other positions of responsibility! No more privileges for the corrupt political caste: that all elected members of parliament receive only the average wage of a worker!

          Land for those who want to live and work on it! Expropriation of the land and estate of large capitalist owners for the benefit of the population!

          Down with Rousseff’s Anti-terror Law! For the dissolution of the Military Police and other repressive forces! To protest is not a crime! For the right to self-defense! Drop all charges against those who fight the injustices of capitalism! Immediate freedom to Rafael Braga, homeless black worker imprisoned during the 2013 mass protests!

          See also:

          Statement on Brazil
          Fight against the impeachment! Fight Dilma’s government and its austerity measures!
          April 2016

          Revolta de Massas no Brasil

          Por autodefesas combativas e liderança proletária nas lutas:

          Revolta de Massas no Brasil 

          23 de junho de 2013

          Nas últimas duas semanas, centenas de milhares de pessoas tomaram as ruas de diversas cidades do Brasil em um levante como há muito não se via. Tudo começou com manifestações nas principais capitais do país organizadas contra o aumento das passagens de ônibus, destacando-se a atuação em São Paulo do Movimento Passe Livre (MPL). A brutalidade policial com que essas manifestações foram reprimidas – que incluiu tiros de borracha, bombas de gás lacrimogêneo e até mesmo alguns casos de uso de munição letal – não gerou o resultado esperado e fez com que ainda mais pessoas fossem às ruas. Dessa forma, o que começou com protestos relativamente pequenos contra o aumento na tarifa de ônibus se transformou em uma rebelião de proporções nacionais, com milhões tomando as ruas.

          Um dos fatores responsáveis pelo crescimento do movimento é o aumento galopante do custo de vida provocado pelo retorno da inflação aos bolsos dos trabalhadores. E combinado a ele está toda a opressão e exploração que tem acompanhado a preparação para os grandes eventos esportivos que serão sediados no Brasil. Estes acarretaram muitas remoções de moradias populares nas cidades onde ocorrerão os jogos e a especulação imobiliária gerou um assombroso aumento dos preços dos alugueis e imóveis. No Rio de Janeiro, a resistência contra a remoção da “Aldeia Maracanã” se tornou um símbolo dessa situação, mas foi derrotada. E na esteira de toda a repressão às tentativas de resistência, vem a imposição da “Lei Geral da Copa”, que torna greves e manifestações ilegais durante a realização de tais eventos.

          Os “megaeventos” também geraram gastos públicos bilionários com estádios, enquanto as condições públicas de saúde e educação acessíveis à população trabalhadora são muito distantes da imagem de “Brasil Potência” apregoada pela propaganda oficial do governo brasileiro. Assim, a luta contra o preço dos transportes foi apenas o estopim, que combinado à indignação frente à violência policial, gerou a explosão de raiva popular que presenciamos no momento.


          O risco de transformação da revolta em despolitização nacional-pacifista


          A popularização do movimento ficou evidente quando, no último dia 17 de junho, uma marcha histórica levou cerca de 130 mil manifestantes às ruas do Rio de Janeiro. Nesse mesmo dia, milhares ocuparam o teto do prédio do Congresso em Brasília, outros tantos marcharam em direção ao estádio “Mineirão” em Belo Horizonte, e muitos mais lotaram mais uma vez as avenidas e ruas de São Paulo. No Rio de Janeiro houve uma batalha contra a PM, insuflada por todo o ódio acumulado após anos de repressão brutal, e que fez parte do efetivo policial ter de recuar sob uma chuva de pedras e se refugiar no prédio da Assembleia Legislativa, que por pouco não foi ocupado pelo mar de gente que se colocou ao seu redor.

          Diante desse vertiginoso crescimento, houve mudanças importantes na dinâmica do movimento. As organizações e partidos de esquerda, que deram um grande impulso ao movimento em seu início, quando a questão das passagens de ônibus ainda era a pauta central, foram secundarizadas pela entrada em cena de muitas massas que nunca haviam se posto em luta. Essa massa de gente é largamente composta de setores com ideias vagas ou deformadas de quem são os seus verdadeiros inimigos e de como combatê-los. As classes dominantes, através de seus instrumentos midiáticos, policiais e governamentais, resolveram adotar uma nova estratégia para conter e controlar a explosão de ira.

          Os grandes conglomerados brasileiros de imprensa, que antes criminalizavam sem perdão todos os protestos, pedindo mais policiais e mais repressão, mudaram nitidamente de tática após os atos continuarem aumentando. Esses instrumentos burgueses passaram a tentar orientar as manifestações para que elas adquirissem um tom absolutamente inócuo e despolitizado, alterando drasticamente a forma como tratavam as notícias dos protestos. Os oligopólios de notícias passaram a buscar sistematicamente destruir o conteúdo originalmente progressivo das manifestações, e para isso estabeleceram duas divisões fundamentais ao falar do assunto: a primeira, entre o que chamam de uma “minoria de vândalos”, contraposta a uma maioria “pacífica”; e a segunda, entre os partidos de esquerda, contrapostos ao “povo”.

          A imprensa burguesa condena repetidamente em seus telejornais os atos de radicalidade contra a polícia e os prédios de governo, os bancos e etc., taxando-os de “vandalismo” e “baderna”. Ao mesmo tempo, elogia sentimentos de amor ao Brasil, de “paz” e de harmonia com a ordem, e coloca o questionamento da “corrupção” em abstrato e o uso da bandeira brasileira como os maiores símbolos de tudo que vem ocorrendo. Assim, desviam o foco da ira popular dos alvos iniciais (os empresários, os governos e os símbolos físicos de seu poder) e tentam transformar os protestos num grande misto de festa verde-amarela, pacifismo e despolitização.

          Enquanto nós não reivindicamos ações individuais de violência sem critério, consideramos absolutamente justos os ataques direcionados contra alvos opressores, como sedes do poder de Estado e também a polícia, especialmente quando partem de um movimento de massas amplo. Esse tipo de ação, ao contrário do que retrata a mídia, contou com apoio de grande parte dos manifestantes e, muitas vezes, era uma forma espontânea de defesa contra os ataques brutais da repressão policial. Defendemos os “vândalos” contra os verdadeiros assassinos – as forças de repressão do Estado.

          A outra investida ideológica da burguesia tem sido insuflar os sentimentos de “partidofobia”, um ódio irracional a todo e qualquer tipo de partido político, que procura principalmente igualar os partidos da classe trabalhadora com todo o mal que existe na política institucional. Assim, já nas marchas do dia 17 de junho, isso fez com que houvesse atos de hostilidade àqueles que carregavam bandeiras vermelhas e começaram a surgir sentimentos tipicamente manipulados pela direita, como “nossa bandeira é a bandeira do Brasil”.

          Os governos também se reorientaram. Após ficar claro que o movimento continuaria crescendo e as marchas se multiplicando, os prefeitos de várias cidades anunciaram a revogação do aumento da passagem. Às vésperas do segundo grande ato nacional, que ocorreu no dia 20 de junho, os governos do Rio de Janeiro e de São Paulo anunciaram quase que simultaneamente que as tarifas retornariam ao preço anterior, mas a diferença seria paga aos empresários com dinheiro público.

          Em um misto de comemoração pela vitória parcial, mas manutenção do sentimento de repúdio contra as variadas injustiças sociais do nosso país, uma multidão ainda maior saiu às ruas. No Rio de Janeiro estima-se que o número de pessoas nas ruas passou de um milhão. Porém, foi uma marcha muito diferente das outras.

          A revogação do aumento fez com que certo vazio programático tomasse conta dos protestos. Os setores da esquerda organizada tinham clareza de que a luta deveria continuar até que o aumento fosse revogado de forma que as empresas não recebessem um centavo de verba pública. Mas as organizações da juventude e da classe trabalhadora se tornaram rapidamente minoritárias nas ruas.

          Dessa forma, ao invés de uma ampliação da pautas para combater o aumento dos custos de vida e atacar os lucros da burguesia, o que se viu foi que, cada vez mais cooptados pelo discurso veiculado pela mídia, milhares trajavam roupas brancas em prol da “não violência”, além de carregarem a bandeira brasileira e entoarem o hino nacional. A mídia havia conseguido em grande medida impor às manifestações um tom ideológico de caráter nacional-pacifista e antipartido, sem demandas progressivas claras, e com palavras de ordem vazias e abertas à manipulação por setores da burguesia, como “abaixo a corrupção”.

          Essas operações ideológicas não significaram uma interrupção do uso das forças de repressão. Nos grandes protestos do dia 20 de junho, o terror policial atingiu níveis extremos contra toda e qualquer expressão de resistência. No Rio de Janeiro se repetiram relatos de uso de munição letal, além da presença nas ruas de batalhões de choque e dos odiosos “Caveirões” – os veículos blindados da polícia que atuam no extermínio da juventude pobre e negra das favelas. Além disso, fica cada vez mais notória a presença de agentes infiltrados que buscam desestabilizar os protestos com atos de violência, tanto destinados a “justificar” a repressão policial, quanto a atacar as organizações sindicais e partidárias, expulsando-as das marchas.

          Diante das mudanças, o que fazer?

          A classe dominante atua em duas frentes. Através dos governos e da imprensa ela busca influenciar as manifestações para que se tornem politicamente vazias e propícias a manipulação: buscam impedir que surjam demandas ou lideranças proletárias, baseadas em uma pauta que ataque os lucros dos patrões. Ao mesmo tempo, mantém intensa repressão policial contra os setores radicalizados das massas que atacam alvos governamentais ou resistiam à violência policial, e também infiltram agentes nas manifestações para atacar diretamente os partidos de esquerda e os sindicatos.

          A esquerda que participa das lutas dos oprimidos e explorados não estava à altura de influenciar as enormes marchas e isso ocorreu principalmente pelo caráter extremamente heterogêneo e múltiplo que elas assumiram ao crescer. O sentimento antipartido que tomou conta de muitos que estão saindo às ruas parte da desilusão com os partidos da ordem e da burguesia, mas está se voltando contra os “partidos em geral”, inclusive aqueles que sempre estiveram presentes nas lutas populares e operárias. Esse sentimento foi claramente instrumentalizado pela burguesia e pela mídia corporativa para atacar as organizações do proletariado e cooptar os protestos.

          Essas novas tendências que surgem precisam de uma firme resposta da classe trabalhadora e de suas organizações. O conteúdo atual das manifestações tem sido largamente influenciado por sentimentos que podem fazer retroceder a luta. Está em aberto o rumo que tomará esse movimento. Exatamente por isso, é necessário reorientar a insatisfação popular com um programa aberta e claramente proletário e, portanto, antiburguês. Só existe uma alternativa para que essa enorme força social que foi liberada nas ruas não seja dirigida pela burguesia: que a classe trabalhadora entre em cena enquanto uma força política organizada.

          Isso se faz colocando os sindicatos em peso nas ruas, garantindo a todo custo o direito de expressão das organizações e partidos da classe trabalhadora, onde quer que estejam, e realizando ações exemplares como greves e piquetes com programas classistas. Dessa forma o proletariado se mostrará enquanto uma alternativa à massa confusa, entre a qual muitos são trabalhadores precários e de categorias sem sindicatos.

          Um “Dia Nacional de Luta” já vem sendo articulado por algumas entidades sindicais, como a CSP-Conlutas, para o próximo dia 27 de junho. Mas essa iniciativa deve ser urgentemente expandida para o máximo número possível de sindicatos e não se limitar a apenas um dia de paralisações, mas se estender enquanto durarem os protestos.

          A melhor forma de organizar a inserção em peso do proletariado nas manifestações e de derrotar os rumos que a burguesia tenta estabelecer é através da realização de assembléias em cada empresa e fábrica, bem como nas escolas e universidades onde os alunos se solidarizem com a luta dos trabalhadores, para discutirem pautas locais e gerais. Desde cada local de trabalho, estudo e também de moradia (principalmente nas periferias e favelas) devem ser eleitos delegados com mandatos revogáveis, que propiciem uma unificação através de assembleias regionais e nacionais. Erguendo-se enquanto força organizada, a classe trabalhadora seria capaz de direcionar a revolta de todos os explorados e oprimidos contra a classe dominante e realizar uma profunda transformação social.

          O maior obstáculo para isso são os burocratas que estão à frente dos sindicatos, que os mantém fortemente adormecidos diante de uma gigantesca manifestação popular. Prova clara disso é que poucos sindicatos tem estado presentes com colunas próprias nos protestos. O engessamento dessas entidades, após anos sob o controle de direções que se limitam a lutas corporativas e econômicas, tem feito com que até o momento a classe trabalhadora (enquanto força organizada) esteja à margem de tudo que vem acontecendo.

          É por esse motivo que se faz extremamente atual a luta pela formação de um partido revolucionário de trabalhadores. Uma organização desse tipo lutaria por um programa socialista e proletário nos sindicatos e nas ruas, buscaria influenciar a classe trabalhadora para que esta liderasse as classes médias e dirigisse toda a revolta popular contra seus verdadeiros inimigos: os patrões e os governos.

          Ao mesmo tempo em que lutasse por reformas que interessam ao proletariado, um partido revolucionário apontaria a necessidade de um governo direto de trabalhadores, sobre as ruínas do atual Estado, para garantir os interesses centrais dos explorados e oprimidos. Isso é exatamente o que a burocracia sindical impede que aconteça, seja por conta de seus setores que possuem rabo preso (financeira e/ou ideologicamente) com os patrões e o Estado, seja por conta daqueles que se pautam um programa oportunista, que é socialista nas palavras e reformista na prática.

          Ataques ao movimento dos trabalhadores: uma questão de vida ou morte

          Na última marcha unificada (20 de junho), no Rio de Janeiro, em São Paulo e em algumas outras cidades, a esquerda formou um “bloco vermelho” para evitar as hostilidades presenciadas nos atos anteriores, e garantir que pudesse erguer claramente suas bandeiras e entoar suas palavras de ordem. Compuseram esse bloco os partidos e grupos da classe trabalhadora, militantes de federações sindicais, entidades estudantis e também membros do MST, num esforço de garantir seu direito democrático de expressão política.

          No protesto do Rio de Janeiro, bandos bem organizados, armados com paus, pedras e bombas caseiras, atacaram o “bloco vermelho”. O mesmo se repetiu em São Paulo e em algumas outras capitais. Desde o início, esse bloco reacionário tinha a intenção de atacar fisicamente a esquerda e os sindicatos. Eles parecem ser um misto de agentes policiais infiltrados, fascistas, lumpens e criminosos pagos para se juntarem à turba provocadora. Em São Paulo já foi comprovada a presença de ao menos dois grupos de skinheads fascistas e o uso de armas típicas da polícia, como spray de pimenta e bombas de efeito moral.

          O objetivo desses bandos é claramente pautado pelos interesses mais reacionários, destila ódio contra o proletariado e suas organizações de classe – os partidos e sindicatos. No protesto, eles buscaram forçar os partidos e sindicatos a baixarem suas bandeiras vermelhas, perseguiram militantes com símbolos revolucionários ou mesmo vestidos em roupas vermelhas e cantaram slogans de ódio como forma de agredir o proletariado e suas organizações e incitar as massas contra eles.

          Não se deve confundir o sentimento antipartido das massas, que é fruto de uma identificação ingênua de todo e qualquer tipo de partido com a corrupção burguesa e as injustiças sociais, com este bando de mercenários e arruaceiros mantidos pela polícia e por grupos fascistas. Eles buscam se aproveitar do baixo nível de consciência das manifestações para confundi-las e lança-las contra o movimento proletário; não são pessoas comuns, movidas por ignorância e que deveríamos disputar politicamente, e sim um pequeno grupo de agentes preparados para o confronto a qualquer custo. Existe uma diferença entre a falta de consciência de classe daqueles que vestem a bandeira verde e amarela, e a corja que vai às ruas com bombas caseiras e barras de ferro para agredir o proletariado organizado.

          Por isso mesmo, enquanto achamos que o convencimento e o debate político se faz muito necessário para elevar o nível político baixíssimo das massas, não achamos que seja possível nenhum tipo de “diálogo” com esses bandos assassinos. Devemos responder na mesma altura! Os partidos e organizações agredidos, os sindicatos, o movimento sem-terra, etc. precisam se organizar em frente única para garantir sua autodefesa.Nesse momento, não pode haver a menor concessão a expectativas socialpacifistas: se não se preparar para se defender fisicamente contra esses bandos violentos reacionários, os trabalhadores serão incapazes de se manter nesse movimento, pois serão repetidamente vencidos pelas colunas da reação e a burguesia poderá cada vez mais controlar o movimento e dirigi-lo para objetivos inócuos ou mesmo reacionários. Infelizmente, foram poucos os grupos que até agora falaram em autodefesa. Já nós, nos pautamos pela tradição combativa do proletariado revolucionário e de seus líderes históricos, um dos quais afirmou que:

          “Para poder lutar, é preciso conservar e reforçar os instrumentos e meios de luta: as organizações, a imprensa, as reuniões, etc. O fascismo os ameaça, direta ou indiretamente. Ainda é muito fraco para lançar-se à luta direta pelo poder; mas é bastante forte para tentar abater as organizações operárias, pedaço a pedaço, para temperar seus grupos nesses ataques, para semear nas fileiras operárias o desalento e a falta de confiança em suas próprias forças. Mais que isso, o fascismo encontra auxiliares inconscientes em todos aqueles que dizem que a ‘luta física’ é inadmissível e sem esperanças, e que reclamam de Doumergue o desarmamento de seus guardas fascistas. Nada é tão perigoso para o proletariado, especialmente nas condições atuais, que o veneno açucarado das falsas esperanças. Nada aumenta tanto a insolência dos fascistas quanto o brando ‘pacifismo’ das organizações operárias. Nada destrói tanto a confiança das classes médias no proletariado quanto a passividade expectante, a ausência de vontade para a luta.”

          ― Leon Trotsky. “Aonde vai a França?”, 1934.

          Apesar da derrota humilhante sofrida pela esquerda do Rio de Janeiro no dia 20 de junho, a turba de reacionários estava em nítida minoria. Se houvesse um bloco classista bem organizado e sem ilusões socialpacifistas, o resultado certamente teria sido outro. Se a única resposta que dermos aos que querem nos agredir forem os cantos de “sem violência”, o proletariado será facilmente esmagado. É uma questão de vida ou morte – trata-se de nossas cabeças, de garantir nosso direito de ir às ruas, que é nosso meio natural, com nossas bandeiras e símbolos de luta. Está na ordem do dia formar a autodefesa da classe trabalhadora e de suas organizações partidárias, sindicais e de todas as organizações de luta contra a opressão! É necessário estabelecer destacamentos bem preparados que revidem com todos os meios necessários a estes ataques reacionários!

          A primeira tarefa do proletariado, para que este possa ter qualquer perspectiva à frente, é garantir seu direito de levantar suas bandeiras, de discutir sua política e de apresentar suas organizações. As piores derrotas são aquelas sem luta. E foi praticamente isso que se viu nesses ataques. Em determinado momento, os próprios partidos de esquerda, numa vã esperança de acalmar seus inimigos, aceitaram baixar e esconder suas bandeiras vermelhas. Ao menos no Rio de Janeiro, onde estivemos, foi nesse momento que o bando reacionário se sentiu ainda mais confiante e atacou com todas as forças o movimento dos trabalhadores. Vimos uma minoria violenta bem preparada derrotando os trabalhadores e estudantes classistas em número muito superior porque estes não se organizaram para se defender. Isso não pode se repetir!

          No Rio de Janeiro, o “bloco vermelho” foi expulso do ato, sendo forçado a ir para frente da marcha e dispersar na altura do prédio da Prefeitura, onde teve que se desfazer para fugir dos ataques. Depois disso, quando o resto da marcha chegou à Prefeitura, entrou em ação a PM, a Tropa de Choque e o BOPE – que reprimiram brutalmente os manifestantes. Cenas horripilantes se seguiram, como o uso de munição letal, chuva de bombas de gás, a invasão da emergência de um hospital onde havia manifestantes feridos sendo socorridos e o cerceamento de dois prédios da UFRJ, onde muitos haviam se refugiado. Prisões ocorreram aos montes e confrontos se espalharam por toda a extensão do centro da cidade, com um enorme aparato repressivo sendo posto em uso. A expulsão dos sindicatos e partidos de trabalhadores da manifestação os privou por completo de qualquer influência nos eventos que se seguiram e nos quais poderiam ter cumprido um papel importante na resistência aos ataques policiais.

          O rumo das atuais manifestações não está decidido. Se a participação e liderança do movimento dos trabalhadores não forem garantidas, não haverá nenhuma saída progressiva. O primeiro passo para desfazer a confusão antipartidária das massas é derrotar o bando reacionário que nos quer expulsar a força das manifestações. Acreditamos que também é necessário que o movimento operário estabeleça demandas claras e busque reorganizar suas forças em meio à massificação sem um conteúdo político claro que tem tomado as ruas.

          O ovo da serpente mostrou que está sendo gestado. Ou ele é destruído, como heroicamente os trabalhadores brasileiros fizeram em 1934 (ao desmantelarem um comício fascista da Ação Integralista Brasileira, no que ficou conhecido como a “Revoada das Galinhas Verdes”) ou ele irá chocar. Apenas uma determinação revolucionária orientando o proletariado será capaz de arrastar as massas confusas e as classes médias para longe de ideologias reacionárias.

          Por um programa proletário revolucionário!

          Houve uma mudança na composição e nível de esclarecimento político com relação a protestos anteriores e as manifestações de massa que seguem acontecendo diariamente pelo Brasil não podem, nesse momento, ser definidas nem como intrinsecamente progressivas nem como intrinsecamente reacionárias. Seu caráter definitivo ainda não foi definido e, portanto, deve ser disputado. Para isso, devemos evitar dois tipos de atitudes.

          Uma delas é adotar uma postura passiva de apoiar acriticamente manifestações extremamente heterogêneas e sem conteúdo político claro, onde se misturam elementos de variados interesses de classe e políticos. Outra é simplesmente descartar tais protestos como “ações fascistas de massa”. Os grupos fascistas ou de extrema-direita não tem força para tanto, muito pelo contrário: são menores que a própria esquerda. Eles estão avançando por sua organização superior, pelo apoio que tem recebido de agentes infiltrados da polícia e, principalmente, pela passividade do proletariado. Eles não possuem influencia significativa nesse momento. Tentam se apoiar nos sentimentos de repulsa das massas aos partidos políticos em geral, mas nenhum grande partido de direita ou fascista está nesse momento liderandoas massas. Ambas as atitudes, a de matiz “otimista” e a de matiz “pessimista”, relegam os revolucionários à passividade. Nenhuma delas é capaz de oferecer um guia de ação claro para intervir no processo sem cair em um oportunismo completo produzido por tais fatalismos.

          As táticas para levar a classe trabalhadora organizada à posição de vanguarda da revolta de massas devem combinar uma intervenção nas manifestações em que ela esteja preparada para lutar pela consciência do restante da população (erguendo suas bandeiras e palavras de ordem) e uma reorganização dos seus próprios fóruns e formas de luta tradicionais, como os piquetes e as greves.

          É preciso mais do que nunca um programa revolucionário coerente para orientar os trabalhadores. Esse programa deve claramente delimitar os proletários de todas as forças burguesas, combatendo politicamente tanto o governo do PT com os empresários, quanto a oposição de direita – ambos responsáveis diretos pela repressão policial assassina que temos testemunhado. Tendo em vista que o aumento do custo de vida é um dos grandes fatores que tem mobilizado as massas, esse programa proletário independente deve se pautar pelas demandas de reajuste automático dos salários de acordo com o aumento do custo de vida; redução da jornada de trabalho (sem redução de salários) para combater o desemprego; e efetivação dos trabalhadores terceirizados em igualdade de condições!

          Quanto à questão dos transportes públicos, onde apenas uma vitória parcial foi alcançada através da revogação dos aumentos, devemos defender a estatização dos transportes, sem indenização para os patrões, a gratuidade das passagens e o controle dos trabalhadores sobre as empresas! Apenas essa expropriação com passagem gratuita poderá garantir que nem mais um centavo de dinheiro dos impostos arrancados dos trabalhadores seja transferido para as mãos da máfia dos transportes.

          Já a demanda de “tarifa zero” subsidiada pelos impostos, defendida por muitos grupos (inclusive pelo Movimento Passe Livre de São Paulo) é uma forma de manter a propriedade privada das empresas de transportes e de transferir dinheiro público para os grandes empresários. Por isso não reivindicamos essa demanda, e sim que as empresas sejam expropriadas das mãos da burguesia.

          Também devemos lutar pela liberdade imediata de todos os presos nas manifestações e pela queda de todos os processos! Essa campanha deve vir acompanhada de demandas pela destruição da polícia racista e assassina que persegue os trabalhadores das favelas e periferias e que tem perseguido sem limites a população nos últimos dias. Para levantar com coerência essas demandas, devemos também pautar a expulsão dos policiais do movimento sindical – policiais não são trabalhadores, e sim braços armados do governo e dos patrões! 

          Essas demandas apontam necessidades básicas essenciais (apenas algumas das tantas de que carece o proletariado brasileiro) e que o governo burguês do PT, e a burguesia em geral, não aceitarão. As demandas que apresentamos devem ser defendidas não no contexto de reformar o governo, ou apenas cobrar para que ele invista mais em setores sociais, mas com a perspectiva de um governo direto de trabalhadores, baseado nas organizações de luta do proletariado, forjado através de uma revolução que derrube o governo dos capitalistas e seus lacaios.


          Essa perspectiva é dificultada pelas muitas traições dos dirigentes petistas e seus aliados, além das demais organizações da esquerda oportunista que não combatem consistentemente ou capitulam aos governos capitalistas. Tais oportunismos desmoralizaram o proletariado e deixaram-no sem confiança em suas forças e sem consciência dos seus interesses de classe. Exatamente por isso, nós do Reagrupamento Revolucionárionos colocamos na luta pela construção de um partido revolucionário de trabalhadores capaz de defender uma orientação correta. Essa é a única garantia de que no momento propício, o proletariado esteja imediatamente à frente de uma revolta popular, e possa canalizar a raiva contra os verdadeiros inimigos da população trabalhadora. 

          Que o proletariado, com suas bandeiras vermelhas, tome as ruas e delas expulse os bandos reacionários! Forjar um partido revolucionário dos trabalhadores para liderar essa e as próximas lutas!

          Reformism vs. Reformism in the CPUSA

          Reformism vs. Reformism in the CPUSA: Divorce in the Family

          [First printed in 1917 West #1, Spring 1992]

          The Communist Party USA appeared on the verge of splitting at its 25th national convention in Cleveland, Ohio, held in December 5-8 against the dismal background of counterrevolution in the Soviet Union. Actually, there were two conventions: the official one, held on the 6th floor of the Sheraton hotel under the bureaucratic control of Gus Hall (backed up by armed Cleveland police), and a counter-convention of the oppositional grouping calling itself the Initiative, many of whose members had been excluded from the official convention. The Initiative met across the street in Room 211 of the Cleveland Convention Center, under the leadership of prominent party members Charlene Mitchell, James Jackson, Carl Bloice, and Barry Cohen. Comrades of the International Bolshevik Tendency spent several days at the two conventions distributing our 1917 Supplement “Counterrevolution Triumphs in USSR” and arguing for a revolutionary Trotskyist alternative to the politics of both the majority and the minority

          Not surprisingly, both factions have utterly failed to address the causes of the downfall of Soviet Stalinism. At a public forum in Cleveland on August 3, 1991, before the failed coup, chairman Gus Hall simply blamed the Soviet crisis on “Gorbachev’s errors.” When confronted by questions from the floor as to why the CPUSA lied and covered up for the bureaucracy and Stalin’s crimes, such as the execution or murder of virtually the entire Bolshevik leadership of 1917, Hall responded, “We’ve made mistakes, too.”

          Speaking before a special meeting of the party’s National Committee on September 8, 1991, Hall elaborated:

          “The system is not to blame. If one believes that the crisis of socialism is not systemic, in other words, not inherent in the socialist system itself, then you have to look for the cause of the crisis in human error.”

          At the convention itself, he would repeat yet again that:

          “The crisis of socialism is mainly caused by wrong, anti-socialist policies. The system itself is based on inherently humanitarian precepts.”

          Hall had faced a rebellion in the National Committee, which at the September 8 meeting ended up condemning the failed Soviet coup:

          “The National Committee states its strong condemnation of the attempted coup as adventuristic, unconstitutional and illegal…. We reject the formulation to ‘neither condemn nor condone’ the attempted coup, and deplore all public statements which give the impression of sympathy for the coup or its aims.”

          That “impression of sympathy” had emanated from the lips of none other than Hall himself. The National Committee vote was thus a slap in the face for the Hall apparatus. But Hall’s cohorts backed away from support of the failed coup for other reasons as well. They were unable to maintain this stance because it would have totally alienated the liberal Democratic Party milieu.

          For its part the Initiative grouping, despite its rebellion against Hall’s bureaucratic leadership, has responded to the crisis of Stalinism with nothing but vague social-democratic sentiments, and shows no signs of breaking with the CPUSA’s reformism. According to the October 21, 1991, “Initiative to Unite and Renew the Party” after which the grouping was named:

          “The ability to make corrections, innovations and adjustments is the sign of a living movement. It is the hallmark of a party that is relevant and able to contribute to the further development of the movements for peace and international solidarity, labor rights, equality, political empowerment and democracy….

          “While the 1992 election campaign is in full swing, we have not laid an adequate basis for our convention to adopt an electoral policy.”

          This oppositional document, widely circulated within the party prior to the convention, was reportedly endorsed by over 900 party members, or roughly one third of the entire membership of the CPUSA. Of the roughly 600 delegates at the split convention, about a third supported the Initiative. Unfortunately, it would seem that outside of their organizational concerns, the main political problem for this grouping is deciding which 1992 Democratic Party presidential candidate to back.

          The general mood of the delegates at the convention was one of disillusionment and disgust as they watched their party drift into irrelevance, and possibly out of existence in the near future. While the former Soviet Union was being declared dead by the counterrevolutionary nationalist regimes of the various republics, the delegates sat and listened to a three-and-a-half-hour speech by Gus Hall, in which he claimed that in the Leninist tradition:

          “Factionalism and the development of organized trends in the Communist Party are incompatible with its democratic functioning. The institutionalization of factional trends by the application of such concepts as proportional representation and minority/majority positions in leadership runs contrary to the nature of the Party—it violates the basic organizational principle of collective process.”

          This is Stalinism, not Leninism. All the way from its formation until 1921, factional rights were recognized and vigorously exercised in the Bolshevik party. The only condition was that factional groupings carry out the decisions of the majority if they lost a vote. The 1921 ban was implemented in a situation of crisis. Even in that situation it was intended only as a temporary, emergency measure. It is not in its proposals for democratic functioning and factional rights that the Initiative breaks with Lenin, but rather in the reformist politics it shares with Hall.

          In counterpoint to Hall, Dr. Herbert Aptheker, a leader of the Initiative, revealed to the convention that:

          ”The main source of the collapse that Comrade Hall describes—not only in the USSR but in every party of Eastern Europe—lies not in socialism, but rather in the distortions and vitiation of the essential nature of the Party as conceived by Marx and Engels and Lenin into an organization eaten up by bureaucracy, tyranny authoritarianism, repression and finally human annihilation.”

          “….the collapse, the present crisis of the world of socialism, rests fundamentally upon the Stalinization of Lenin’s party.”

          The so-called crisis of socialism is indeed the crisis of Stalinism, not socialism. But for decades Dr. Aptheker, author of The Truth About Hungary, a pack of lies which whitewashed the brutal suppression of the Hungarian workers attempted political revolution of 1956, was a fervent supporter of Stalin’s every move. It is hardly credible when people like this suddenly “discover” that Stalinism is undemocratic. Moreover, Aptheker and the other Stalinist “critics” of Stalinism uniformly fail to go beyond this obvious truth. Stalinism destroyed every semblance of workers’ and party democracy for a reason: it was the only way to enforce betrayals of the working class on a generation of communists who knew a better way, that of Lenin and Trotsky, and were accustomed to fighting for it.

          Using a variety of tried and true Stalinist tactics, Hall prevailed at the convention. According to people in the Initiative, those who signed the Initiative document (including 40 percent of the outgoing National Committee) were excluded from the elections. The new National Committee reportedly has no members of the leadership from New York and Northern California, the two largest locals in the country, which were heavily represented in the Initiative grouping. One delegate came out saying, “He’s acting like Ceausescu.”

          The CPUSA has never had any qualms about calling the police on its leftist opponents, but this time Hall descended to a new low by using the cops against his own membership. Armed Cleveland police were used to keep out the numerous delegates sympathetic to the Initiative whose credentials had been rejected on various pretenses. There were police milling around the convention throughout the four days. One senior party member became so ill at the sight of the police in her convention that she refused to enter. Such sentiments are entirely legitimate, but Hall’s action was only a logical extension of longstanding CPUSA practices

          NO SYMPATHY WHEN THE BITER GETS BIT

          It is hard to feel too much sympathy for those in the Initiative grouping who profess outrage at Hall’s heavy-handed tactics and violations of workers’ democracy—now that they are on the receiving end. These people are up to their ears in complicity with use of the very same sort of tactics against others in the workers’ movement. As James Cannon, one-time CP leader and founder of American Trotskyism, once said, nobody cries when the biter gets bitten. To mention only a few recent and local examples: Bay Area CP honcho and Initiative supporter Kendra Alexander threatened to sic her goons on the Labor Militant group, who had setup a lit table in front of Finn Hall during the fall, 1991 Northern California CP convention. A CP goon “Franc” attacked one of our comrades at Chris Hani’s summer 1991 press conference at UC Berkeley. Another of our comrades was physically threatened outside an October 1991 forum featuring Initiative leader Carl Bloice.

          What held the CPUSA together for so long? First of all, it was residual loyalty to the Soviet oligarchy and the illusion that this gave them some connection to “actually existing socialism.” Secondly, no matter how adverse the relationship of class forces in the US, they could always rely on the political and financial support of the Stalinist bureaucracies in the Soviet Union and Eastern Europe. Five thousand subscriptions to their paper in the Soviet Union, along with other perks that came with being the designated franchisee of the Soviet Stalinist bureaucracy, didn’t hurt. These benefits have been cut off. No more summer camps on the Black Sea, no more scholarships to the Institute of Marxism-Leninism, no anything! Part of what makes the current factional struggle so messy is the question of who will control the party’s accumulated assets: buildings, bookstores, etc. This is particularly true in Northern California, where the opposition is in the majority and some party property is held in the name of the regional organization rather than the national organization. Fundamentally, though, and regardless of the outcome of these disputes, with the demise of the Stalinist bureaucracies both factions will be forced to rely on the correctness or their programs and the quality of their leadership in the working class. In other words, they’re in serious trouble.

          Since the mid-1920s, the CPUSA has supported and covered up for every crime of the Stalinist bureaucracy— not only crimes of repression, but gross betrayals of the working class. For the proletarian internationalism of Lenin and Trotsky, the Stalinists substituted “socialism in one country,” which rationalized the class-collaborationist selling out of revolutions around the globe in a futile effort to gain peaceful coexistence with imperialism. If these betrayals left any doubt, the internal collapse of the system they were supposed to protect, coupled with the tremendous damage to the class-consciousness of Soviet workers who have been taught to identify socialism with Stalinism, has completed the practical refutation of this reactionary theory. Trotsky explained over 50 years ago that the Stalinist bureaucracy, despite the fact that it was at times forced to defend collectivized property with its own authoritarian methods would, unless overthrown by the working class, become ever more the organ of the world bourgeoisie in the workers’ state and eventually plunge the country back toward capitalism. The bureaucracy, in following first Gorbachev and now succumbing to Yeltsin is proving him right.

          Both the CPUSA majority and the Committees of Correspondence, as the opposition is now called, are tied to their Stalinist past, and they both support the capitalist Democratic Party. At both conventions, many delegates wore Jesse Jackson’s 1988 presidential campaign T-shirts. Both factions continue to wallow in the Democratic Party swamp. Both have publicly announced, for instance, their intention to participate in the Mayor’s March on Washington.

          There is an alternative to all of this. Stalinism has reached a dead end, but Leninism lives on. The revolutionary tradition of Bolshevism was maintained by Leon Trotsky and the Left Opposition. Trotskyists gave their lives resisting the Stalinist perversion of Leninism, yet remained implacable defenders of the gains of 1917. Though many pretenders to the name of Trotskyism today have abandoned or blunted key aspects of the Leninist/Trotskyist program, the International Bolshevik Tendency carries on the politics that made the October Revolution.

          Histeria imperialista sobre Afganistán

          Histeria imperialista sobre Afganistán

          ¡Viva Ejército Rojo! 

          Traducido de Spartacist (edición en Inglés) Nos. 27-28, Invierno de 1979-80. Esta versión fue impresa en Spartacist en español no. 8, agosto de 1980. Importantes críticas adjunta.

          El gobierno norteamericano habla como si estuviera a punto de lanzar la Tercera Guerra Mundial sobre la cuestión de Afganistán – o al menos en forma sustitutiva en torno a los Juegos Olímpicos. En su discurso presidencial sobre el “estado de la Unión” este año, Jimmy Carter amenazó abiertamente con un enfrentamiento nuclear con la Unión Soviética en el Golfo Pérsico. Debido a que la URSS acudió en ayuda de sus aliados en Kabul, Washington se imagina que el ejército soviético se apoderará de los yacimientos petrolíferos en Irán y Arabia Saudita y que Brezhnev el torpe fomentará la revolución entre los kurdos, turkomanes y por encima de todo los baluchis. Eso es un disparate evidente pero el presidente norteamericano lo cree. De veras.

          Detrás del actual delirio de Guerra Fría en Washington está el deseo imperialista fundamental de echar abajo las conquistas sociales de la Revolución de Octubre rusa. No obstante, en comparación con la situación de hace 20 años, la posición internacional de los EE.UU. se ha debilitado mucho mientras que el papel de sus aliados imperialistas ha aumentado mucho. El final de la hegemonía estadounidense fue señalado por la Nueva Política Económica de Nixon, anunciada el 15 de agosto de 1971, que destruyó las bases del sistema monetario internacional del capitalismo en la postguerra. Ahora los EE.UU. se encuentran con la indiferencia de Europa Occidental y Japón cuando llaman por boicots económicos contra Irán y la Unión Soviética. No cabe duda de que Carter es capaz de arrojar al mundo entero en un holocausto nuclear, pero queda por verse si él está en condiciones de movilizar al pueblo a escala nacional o a los aliados imperialistas en el exterior para proseguir en los hechos una nueva Guerra Fría.

          El despliegue efectivo de miles de tropas soviéticas a Afganistán constituye una humillación tremenda para el imperialismo norteamericano. El alto mando ruso observaba mientras el Irán de Jomeini se deslizaba en un caos casi total, mientras los portaviones estadounidenses desfilaban en el Mar de Omán, mientras el gobierno de Kabul aliado con la URSS se veía amenazado de una jihad (guerra santa) islámica reaccionaria. Viendo la parálisis de Washington frente a la situación iraní, los burócratas del Kremlin aprovecharon la oportunidad para aplastar el levantamiento de los mulahs y los kanes afganos y mientras tanto extendieron su perímetro de defensa unos centenares de kilómetros por el flanco este de Irán.

          La opinión antisoviética alrededor del mundo – desde la Casa Blanca hasta la Gran Sala del Pueblo en China, desde las neocolonias “no alineadas” como Zambia hasta los Partidos Comunistas de España e Italia – lanzó injurias contra el “expansionismo soviético” que supuestamente “había pisoteado la soberanía e integridad nacional de Afganistán”. La prensa imperialista se puso en pie de guerra, haciendo todo lo posible para crear simpatía por los “combatientes por la libertad” que enfrentaban con palos y piedras y cantos de “alá akbar” a sofisticados tanques y aviones. Pero en el choque militar entre los soldados soviéticos que respaldan al Partido Demócrata Popular de Afganistán (POPA) y las fuerzas feudales (y prefeudales) respaldadas por el imperialismo, los marxistas se ponen al lado de las fuerzas que representan el progreso social; ahora encabezadas por los tanques rusos. Es por esta razón que la tendencia Espartaquista internacional ha proclamado a toda voz: ¡Viva Ejército Rojo! ¡Extender conquistas sociales de la Revolución de Octubre a pueblos de Afganistán!

          Aun si esta incorpora el país al bloque soviético – lo cual sería un paso adelante enorme comparado con las actuales condiciones de Afganistán – hoy día eso solamente podría ser como un estado obrero burocráticamente deformado. Sólo partidos trotskistas armados con el programa de la revolución permanente pueden conducir las masas coloniales a su liberación total – por medio de una revolución política proletaria en la URSS vinculada a revoluciones socialistas desde Irán hasta los centros imperialistas. ¡Pero la liberación de las masas afganas ya ha comenzado!

          Otra vez la Guerra Fría

          El pretexto de la presencia de tropas soviéticas en Afganistán fue utilizado por el presidente norteamericano Carter y su consejero de “seguridad nacional” Zbigniew Brzezinski con el fin de poner por obra su retórica de “derechos humanos” antisoviética. Washington está organizando un boicot de trigo contra la Unión Soviética con la esperanza de fomentar el descontento social. He aquí el mensaje de Carter/Brzezinski para el pueblo soviético: ¡Muéranse de hambre por los “derechos humanos”! Pero dudamos que las masas soviéticas, que sobrevivieron el sitio de Leningrado por Hitler, responderán favorablemente a este chantaje por parte de los dirigentes imperialistas norteamericanos.

          Y la alimentación está lejos de ser el arma más poderosa. Las mentiras piadosas de Carter sobre SALT (Discusiones sobre la Restricción de Armas Estratégicas) pertenecen a la historia ahora que los EE.UU. emprenden una campaña masiva de armamentos. Ahora en el oeste de los EE.UU. habrá un extraño sistema subterráneo masivo para transportados proyectiles móviles MX, concebidos como arma de primer ataque. Carter exigió que los aliados del OTAN, incluyendo Alemania Occidental, aceptaran 572 proyectiles nucleares dirigidos a la URSS y comprometió a los EE.UU. a aumentar sus gastos militares en un 5 por ciento anualmente durante los próximos cinco años. Todo esto ocurrió antes de la crisis afgana!

          Ahora la palabrería de la “distensión”, SALT, etcétera con la cual los imperialistas buscan negociar el desarmamiento del estado obrero degenerado soviético ha sido desechada. Naturalmente esta farsa diplomática contrarrevolucionaria no habría llegado hasta tal punto si no fuera por las ilusiones pacifistas de colaboración de clases por parte de la burocracia del Kremlin.

          Dando otro paso en su campaña belicista, Washington envió al secretario de “defensa” Harold Brown a Pekín para intensificar la alianza antisoviética de los EE.UU. y China, que ya ha sido sometida a prueba dos veces en el terreno militar: durante la invasión sudafricana a Angola y luego con la invasión china a Vietnam. Ahora el Pentágono quiere que los estalinistas de Pekín suministren armas a los rebeldes reaccionarios afganos a través de Pakistán, un cliente mutuo. Con una franca belicosidad inusitada, el brindis de Brown en un banquete oficial llamaba a China a unirse al imperialismo norteamericano “con acciones complementarias en el campo de defensa así como en la diplomacia”.

          Los rusos por fin están hartos del cargamento nuclear del OTAN, de la “modernización” del arsenal de China, los proyectos para un comando de “despliegue rápido”, la conscripción militar y el presupuesto estratosférico del Pentágono. En una reunión en Moscú con el presidente de la Asamblea Nacional francesa Jacques Chaban-Delmas, Brezhnev, según se informa, advirtió que Rusia “no toleraría” el armamento nuclear de Pekín por los EE.UU., declarando: “¡Créame, después de la destrucción de los sitios nucleares chinos por nuestros proyectiles, no habrá mucho tiempo para que los norteamericanos escojan entre la defensa de sus aliados chinos y la coexistencia pacífica con nosotros!”.

          Ya que Carter ha hecho de los rusos el blanco de su furor desenfrenado de Guerra Fría – la anulación de los pactos de “distensión”, el bloqueo de aviones de la Aeroflot y del trigo contratado; el intento por algunos controladores aéreos de Nueva York de hacer estrellar un avión soviético que llevaba al embajador de la URSS en Washington – el ultimátum de Brezhnev parece eminentemente razonable.

          En realidad, para un sector extenso de la opinión pública, Washington está actuando como un perro rabioso que se ha escapado de la cuerda. George Kennan, uno de los arquitectos célebres de la primera Guerra Fría, sin duda expresa el sentimiento de una parte considerable de la burguesía cuando amonesta contra las “estridentes advertencias públicas” de Carter de acción militar:

          “No puedo recordar ningún ejemplo en la historia moderna donde tal colapso de comunicación política y un tal triunfo de sospechas militares desenfrenadas como las que hoy día marcan las relaciones soviéticas-norteamericanas no han terminado, al final, en un conflicto armado.”

          New York Times, 1 de febrero de 1980

          Por su parte, el Kremlin todavía busca una acomodación con elementos “realistas amantes de la paz” de la burguesía imperialista. Cualesquiera que sean las respuestas defensivas rusas al delirio de Guerra Fría de Carter, la burocracia estalinista rusa sigue aferrada a la “coexistencia pacifica” con el capitalismo mundial. Pero su “coexistencia pacifica” no traerá la paz. Como declaró el dirigente trotskista norteamericano James P. Cannon durante la Guerra de Corea:

          “La lucha de clases de los trabajadores, fusionándose con la revolución colonial en una lucha común contra el imperialismo, es la única verdadera lucha contra la guerra. Los estalinistas que predican otra cosa son unos mentirosos y engañosos. Los obreros y los pueblos coloniales tendrán la paz cuando tengan el poder y utilicen su poder para ganársela y hacerla por sí mismos. Este es el camino de Lenin. No hay otro camino a la paz.”

          The Road To Peace (1951)

          Clamor sobre Afganistán

          Hoy día en Afganistán el imperialismo estadounidense se ha confabulado con los defensores del precio de novia y el velo, de la usura y la servidumbre, y la miseria perpetua. La victoria de los insurgentes islámicos en Afganistán sería la perpetuación de la esclavitud feudal y prefeudal. Por esa razón hemos reivindicado la victoria militar del régimen nacionalista de izquierda del PDPA. Ahora el despliegue directo de las tropas soviéticas y la confirmación de los vínculos imperialistas de los rebeldes islámicos cambia los términos del conflicto. Ya que los dirigentes estalinistas del Kremlin, por razones defensivas, han tomado por una vez una postura genuinamente roja se plantea directamente la defensa de la URSS misma. Y los trotskistas permanecemos en nuestros puestos.

          Se ha dado mucha importancia al “derecho a la autodeterminación” de los afganos – una cuestión entenebrecida (y subordinada a las cuestiones primordiales de clase) ya que Afganistán es un estado y no una nación. Pero si este, según Carter, “pueblo islámico ferozmente independiente” está al punto de sufrir una opresión nacional horrorosa a manos de los soviéticos, ¿cómo se explica el dije Moscú pudo emplear tropas musulmanas de la Asia Central soviética? Evidentemente porque saben que las condiciones de la Asia Central soviética son con mucho superiores a las del Afganistán infestado de mulahs. En particular, la posición de la mujer constituye un índice clave del progreso social. Como ha reconocido el New York Times (9 de febrero de 1980), “Fue el otorgamiento de nuevos derechos a las mujeres por parte del gobierno revolucionario de Kabul que empujó a los hombres musulmanes ortodoxos de las aldeas pashtunes de este de Afganistán a empuñar las armas.” Al afgano le costó toda una vida ahorrar el precio de novia, o se endeudó para toda la vida con los prestamistas que cobraban créditos usurarios y daban a los mulahs su parte en donativos. Representaba para la mujer la esclavitud y para el hombre sin medios la inaccesibilidad de relaciones sexuales con mujeres.

          Desde un punto de vista militar la intervención soviética puede o no haber sido acertada, aunque de todos modos oponerse a los insurgentes reaccionarios islámicos apoyados por el imperialismo es, desde luego, profundamente justo. No cabe duda de que los revolucionarios en este conflicto tomamos el lado del Ejército Rojo. Es más, aunque innecesario en términos militares, sería una respuesta natural por parte de los jóvenes de izquierdas en todo el mundo el deseo entusiasta de alistarse en una brigada internacional para luchar contra los rebeldes reaccionarios vinculados con la CIA.

          Sin embargo, en forma escandalosa, la mayor parte de la izquierda de los países occidentales armoniza con Carter o los maoístas, viejos perros falderos del Pentágono, aplauden el embargo imperialista de trigo y piden a los EE.UU. que aumenten la ayuda a los insurgentes islámicos. Su histeria antisoviética llega a tal extremo que en Frankfurt (Alemania Occidental) se unieron a los ultraderechistas afganos en un intento de matar a puñaladas a un dirigente de la Trotzkistische Liga Oeutschlands (sección de la TEI) el pasado 25 de enero. Hasta presuntos trotskistas como el IMG (sección inglesa del Secretariado Unificado) se unen al clamor imperialista. Estos sacaron su periódico con el titular “Tropas soviéticas fuera de Afganistán”. Sus camaradas de la LCR francesa oscilan de una semana a otra entre oposición a los mulahs y oposición al ejército soviético. Y el SWP norteamericano finge que “la intervención soviética no es la cuestión clave” y que es mentira denominar a las tribus “rebeldes musulmanes”. Mientras tanto, el “Comité Paritario”, seudoizquierdista de los morenistas y lambertistas ¡llama por apoyo militar a los reaccionarios afganos e incluso por extender la “Revolución Islámica” a la Unión Soviética!

          Una de las causas de la confusión vergonzosa de estos seudoizquierdistas y de su apoyo directamente contrarrevolucionario a los rebeldes respaldados por los imperialistas es que todos ellos apoyan al movimiento análogo del vecino Irán – el régimen teocrático cerical-feudalista de Jomeini. Pero en Afganistán la CIA y Jomeini están en el mismo lado de las barricadas, y el apoyo masivo del Ejército Rojo al régimen de Kabul en contra de la sublevación tribal islámica respaldada por los EE.UU. y Pakistán plantea la cuestión Russa a quemarropa.

          Al darle apoyo militar incondicional al ejército soviético y a las fuerzas del POPA, la tendencia espartaquista de ninguna manera presta confianza política a la burocracia del Kremlin ni a sus aliados nacionalistas de izquierda en Afganistán. Sólo una revolución política proletaria en la URSS puede restaurar auténticamente el Ejército Rojo y el estado soviético a su misión revolucionaria e internacionalista. Sólo el derrocamiento de los estados imperialistas por las clases trabajadoras, bajo la dirección de un partido trotskista de vanguardia, puede poner las bases para el orden socialista mundial que podrá sacar a las regiones profundamente oprimidas y atrasadas como Afganistán fuera de su miseria, aislamiento y oscurantismo, estableciendo una genuina igualdad social de todos los pueblos.

          Apéndices

          ” El problema con la consigna ” Viva el Ejército Rojo en Afganistán” es que falló en distinguir entre el apoyo político y militar. El Ejército Soviético ( que oficialmente no se llama Ejército Rojo” desde 1946) es el brazo militar de la burocracia del Kremlin. Las políticas para el ejército son los de la burocracia. Su rol, por lo tanto, es contradictorio, como de la burocracia misma. En cuanto a que el ejército Ruso defienda la Unión Soviética contra el imperialismo ( y este fue por ende el propósito de ir a Afganistán), estamos militarmente de su lado. Si destruye estructuras sociales opresivas y las reemplazan con la propiedad colectivizada en las áreas bajo su control ( y esta fue indudablemente una de las probabilidades de la intervención soviética), apoyaremos dichas medidas. Pero apoyar acríticamente al Ejército Soviético ( ej. vivarlo) nos pondría en la posición de tenernos que disculpar cuando los estalinistas se acomoden al status quo social o realicen una cobarde retirada. Y, no es sorprendente, que esto es lo que exactamente han hecho en Afganistán.

          “….LE, deliberadamente avanza en esta formulación angular a cara de la ola de anti- sovietismo que estaba arreciando en los EEUU. Loable como este impulso pudo haber sido visto , no hay nada alrededor acerca del hecho que tomándolo literalmente dicha consigna y por si mismo, la misma puede llevar a adoptar políticamente el rol Soviético en Afganistán.

          “…El llamado por ” La Victoria Militar del Ejercito Soviético” corresponde a la situación concreta en Afganistán, porque nos coloca del lado soviético en la batalla, pero sin responsabilizarnos por las traiciones de los Estalinistas”

          1917 Nº 5, invierno 1988-89

          ***********

          ” La cuestión de ” vivar” a las tropas Soviéticas es de 1939, durante la lucha histórica fraccional en el Partido Socialista de los Trabajadores de los EEUU, contra la oposición revisionista, liderada por Max Shachtman, quien no deseaba defender a la USSR. Shachtman tenía una agenda diferente que sus contemporáneos de la LE, pero él comparte sus mismos intereses en borrar la línea entre apoyo político y militar a la USSR en conflictos con estados capitalistas. Es así que aquel preguntó: si la USSR continuaba siendo aún un Estado Obrero, “por qué la mayoría no propone en vivar el avance del Ejército Rojo en Polonia..” como lo hicieron los revolucionarios en los días de Lenin. En respuesta, Trotsky explicó bastante claramente porque la Cuarta Internacional no propuso “vivar” al Ejército Rojo de Stalin:

          ” Lo nuevo en la situación (comparado a 1920) es la bancarrota de la Tercera Internacional, la degeneración del estado Soviético, el desarrollo de la Oposición de Izquierda, y la creación de la Cuarta Internacional…Y todos estos eventos explica suficientemente porque hemos cambiado radicalmente nuestra política hacia el Kremlin, incluyendo su política militar”

          En defensa del Marxismo

          -1917 Nº 7, invierno 1990

          Ningún “apoyo crítico” al frentepopulismo

          Respuesta a nuestros opositores

          Ningún “apoyo crítico” al frentepopulismo

          Traducido de Spartacist (edición en inglés) Nos. 27-28, Invierno de 1979-80. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 8 (agosto de 1980).

          Durante la primera conferencia delegada de la tendencia espartaquista internacional, se llevó a cabo una discusión sobre la cuestión de la política electoral revolucionaria hacia los partidos obreros participantes en coaliciones de frente popular. A continuación reproducimos una versión editada de las presentaciones y sumarios de los camaradas Jan Norden y James Robertson.

          Presentación por Norden

          Camaradas, la cuestión de la política electoral de los bolcheviques hacia el frente popular ha sido presentada por el Secretariado Unificado como una cuestión puramente táctica, y nosotros hemos sido reconocidos durante estos años por nuestra tesis de que ésta es una cuestión central estratégica, especialmente durante el periodo actual.

          Hay una cita de una carta de Trotsky a la sección holandesa donde dice que el frente popular “es la principal cuestión de la estrategia de clase proletaria en esta época” y “el mejor criterio para diferenciar el bolchevismo del menchevismo” [“The Dutch Section and the International”, en Writings of Leon Trotsky (1935-36)]. Como notarán Uds., distintas frases de esta citación aparecen una y otra vez en nuestra prensa. Esta noche sólo quisiera mencionar dos puntos que aparecen en la misma cita clave. Uno es el hecho de que Trotsky arremete no sólo contra aquellos que apoyan directamente al frente popular, sino también a todos aquellos que “presentan esta cuestión como una maniobra táctica o aún técnica, a fin de poder regatear sus mercancías a la sombra del Frente Popular”. Y en segundo lugar, que él presenta como “el ejemplo histórico más grande del Frente Popular”, Rusia de febrero a octubre de 1917. He allí donde se encontrará el precedente bolchevique sobre esta cuestión.

          Ahora bien, tenemos muy poco tiempo, así que quisiera concentrarme en los puntos fundamentales. Y creo el más importante a señalar es que el dar apoyo electoral a los llamados “partidos obreros del frente popular” es, en realidad, una política de apoyo crítico ―mal llamado “apoyo crítico”― a los frentes populares por parte de los reformistas y centristas que se reclaman de la tradición trotskista. En otras palabras, quieren dar “apoyo crítico” al frente popular sin cruzar la línea de clase en forma abierta, directa e innegable, así que dan “apoyo crítico” a los partidos obreros del frente popular. En efecto, esta política llama a los obreros a poner una formación política burguesa en el gobierno. Exige votar por los partidos de masas del frente popular. En muchos casos hasta el 95 por ciento de todos los votos por el frente popular son votos por los partidos obreros del frente popular. Este fue el caso de Chile en 1970, de Francia a principios de los años 70 y, en el ejemplo clásico, de España, donde Trotsky se refería constantemente al componente burgués del Frente Popular como “la sombra de la burguesía”. Y, como dijo Trotsky de la política frentepopulista del POUM, “No puede haber crimen más grave que la coalición con la burguesía en un período de revolución socialista.” [“No greater crime”, en The Spanish Revolution (1931-39)].

          Ahora bien, para justificar esta política, los oportunistas frecuentemente esgrimen varios argumentos sofisticados esencialmente para negar que el frente popular es, en realidad, una formación política burguesa. Los mandelistas negaron que la Unión de la Izquierda francesa o el gobierno de la Unidad Popular encabezado por Allende en Chile fueran frentes populares, a fin de llevar a cabo su política de votar por los partidos obreros del frente popular. Recurren también a otro argumento, y es que el frente popular es fundamentalmente lo mismo que un partido laborista socialdemócrata en el poder, especialmente en un país imperialista. Al pasar por alto el carácter de clase capitalista del frente popular, les están diciendo a los trabajadores: “Miren, esta gente forma parte de nuestra clase y Uds. pueden exigirles todo. Ellos, por supuesto, son traidores y tratarán de negar las justas reivindicaciones de los trabajadores, pero en términos históricos pueden ir más allá de los límites del capitalismo para aplastar al fascismo, poner fin a la guerra imperialista, etc.” Este es el argumento empleado; pero en realidad el frente popular, por ser una formación burguesa, por ser su programa necesariamente el de los elementos más “moderados”, que son los componentes burgueses del frente popular, no puede ir más allá de los límites del capitalismo. Y al ayudar a poner en el poder al frente popular, aquellos que otorgan apoyo electoral a sus candidatos comparten la responsabilidad de colocar una barrera a la revolución y promover el triunfo de la reacción. Para nosotros es, pues, una cuestión central y no simplemente una maniobra táctica secundaria.

          Esta ha sido una diferencia constante durante los últimos años entre nosotros y el Secretariado Unificado y entre nosotros y varios centristas. Pero ha adquirido especial importancia de nuevo a la luz del proyecto de unificación entre la tendencia espartaquista internacional y el Revolutionary Workers Party de Sri Lanka. En esta proyectada unificación, el terreno donde hay más discrepancias expresadas y pendientes es, según nosotros, precisamente sobre si jamás puede ser principista y correcto el dar apoyo electoral a partido alguno del frente popular. El camarada Robertson señaló en su carta al camarada Samarakkody la importancia central de plantear los criterios de clase y no simplemente criterios de tipo “progresista contra reaccionario”. Y en una carta suplementaria que escribí con el camarada Sharpe, acentuamos la importancia central que tiene para los trotskistas el que toda táctica electoral debe expresar el principio marxista fundamental de la independencia política del proletariado. Así que no quiero volver a esos puntos, sino hacer un par de observaciones adicionales.

          La primera es sobre Rusia de 1917. Muchas veces aquellos que reivindican el apoyo electoral a los partidos obreros burgueses participantes en el frente popular citan el ejemplo de la consigna bolchevique, “Abajo los diez ministros capitalistas”. También es el caso del RWP, y pienso que este ejemplo es frecuentemente presentado como un argumento en contra de nosotros debido a un malentendido ―o, quizás, una tergiversación intencional― de lo que queremos decir al declarar que en un frente popular la contradicción al interior de los partidos obreros burgueses ha sido suprimida. A fines de los años 30, el entonces camarada Shachtman escribió un artículo sobre las elecciones españolas donde expresó muy claramente nuestro punto de vista al respecto. Dijo que cuando los partidos obreros entraron en el frente popular, “en términos políticos, se presentaron ante las masas en un mismo partido con la burguesía” [“The Spanish Elections and the People’s Front”, New Militant, 14 de marzo de 1936]. Subrayó y enfatizó esto. La consigna de los bolcheviques en 1917 era que si los mencheviques y los social revolucionarios de izquierda rompiesen con sus aliados burgueses en el Gobierno Provisional y con el cuerpo de oficiales de las FF.AA., y si formasen un gobierno basado en el Soviet, entonces los bolcheviques los apoyarían contra la reacción ― pero sólo entonces. Y eso expresa con exactitud nuestra política de oposición condicional a estos partidos reformistas y centristas en un frente popular: les decimos que si Uds. rompan con el frente popular, entonces podríamos considerar una política de apoyo crítico a su candidato, pero no antes.

          Bien. La segunda observación es que ésta no fue una política constante de los bolcheviques. Cuando los mencheviques y Kerensky se pusieron a la cabeza de la reacción y de la represión reaccionaria, de julio a fines de agosto, los bolcheviques no propugnaron esta política. (1) [Los bolcheviques tampoco utilizaron esta táctica luego de obtener una mayoría en el Soviet de Petrogrado, a partir de mediados de septiembre.] Como dijo un camarada, “Cuando los comunistas tenemos un respaldo mayoritario entre los trabajadores o en los soviets, estamos incondicionalmente opuestos a coaliciones electorales con nadie.”

          La tercera observación es la siguiente, camaradas: cuando Uds. van a votar o les dicen a los obreros que hacer al momento de votar, no se trata simplemente de una cuestión electoral. De esto saldrá un gobierno. Y un gobierno de frente popular burgués en un momento de ascenso de la clase obrera es un billete de entrada para el fascismo, es una receta de guerra imperialista. Si Uds. no les han advertido a los obreros de antemano que elegir al frente popular significa esto, Uds. son cómplices en el resultado. La tarea clave de los marxistas es preparar al proletariado para rechazar a los falsos amigos y reconocer a sus verdaderos enemigos.

          Ahora bien, la Rusia de 1917 no era un caso de parlamentarismo burgués, pero [la cuestión de las coaliciones, del frentepopulismo, era de todas maneras una cuestión central. Y] si los bolcheviques hubieran vacilado ―bueno, en realidad, ellos sí claudicaron una vez y en otra casi lo hicieron― pero si ésa hubiera sido la política predominante, no hubiera habido Revolución de Octubre. (2)

          Bien, dos puntos en forma rápida. Se dice frecuentemente que los trotskistas en los años 30 en Francia no tenían nuestra política. Indudablemente se comentará este punto durante la discusión. Pero quisiera llamar la atención a la forma en que Trotsky formulaba la cuestión en 1921 en sus mensajes al partido francés [ver “On the United Front”, en The First Five Years of the Comintern, Tomo 2]. Dijo que si (de nuevo lo presenta como condición preliminar) los Disidentes consentían en romper el Bloque de Izquierda con la burguesía, entonces podríamos hablar de tácticas de frente unido con el Partido Comunista. Pero sólo bajo esas condiciones.

          Y al final, explícitamente sobre el RWP: lo que encontramos más inquietante y lo que constituye una posible abertura en su propia política, es la contradicción entre su línea, o sea su línea declarada, de querer dar apoyo electoral a los partidos obreros del frente popular por un lado, y por otro el haber tomado el paso necesario para todo bolchevique de votar en contra del gobierno burgués del frente popular. Ahora bien, pueden haber cuestiones de táctica, pero para todo verdadero bolchevique o trotskista era obligatorio el voto que derribó el gobierno de coalición de Bandaranaike [del Sri Lanka Freedom Party y el Lanka Samasamaja Party ex-trotskista] en 1964. Y consideramos ese acto valioso uno que podemos defender, uno que hemos reclamado como nuestro en algunos de los documentos preparatorios de esta conferencia. Consideramos ese acto en contradicción con sus posiciones actuales, o con aquellas expresadas en su última carta sobre el tema.

          Presentación por Robertson

          En 1966, en representación de la Spartacist League de los Estados Unidos, intenté hacer una declaración a una conferencia internacional [la Conferencia de Londres del Comité Internacional de Healy], una declaración comparable en su falta de popularidad a la que el camarada Edmund [Samarakkody] acaba de hacer (risas). Confiamos que la secuela sea cualitativamente diferente (risas). Ahora sería el momento apropiado para revelar el codicilo secreto a los artículos del acuerdo preparado en Sri Lanka hace un par de meses. Acordamos entregar al RWP los nombres de nuestros oportunistas si ellos nos daban los nombres de sus sectarios (risas).

          Bien, mis comentarios pueden ser subsumidos en forma general bajo el título de “Coalicionismo electoral y los comunistas”, como yo lo llamo. Primero quisiera tocar un punto que tiene que ser debatido en el Comité Ejecutivo Internacional entrante, pero me gustaría delinear un punto de vista en una o dos frases. Como les es perfectamente claro a todos los que han escuchado al camarada Samarakkody, en todo sentido subjetivo [él expresó] una hostilidad y oposición intensas a los gobiernos de frente popular en Sri Lanka. El punto en cuestión reside en realidad en la relación entre el LSSP-R, ahora el RWP, y el LSSP. Fue declarado en forma explícita que la razón por la cual el RWP se arrepintió, alrededor de 1972, de su voto que contribuyó a la caída del gobierno de frente popular fue que ellos querían en ese entonces dirigirse nuevamente al LSSP.

          Ahora bien, en cierto sentido la experiencia del frentepopulismo en Sri Lanka ha sido químicamente pura como no lo fue ni en Chile, ni España, ni Francia. Porque el frente popular en Sri Lanka tuvo la posibilidad de prolongarse más y más hasta disiparse por su propio impulso sin ser desplazado por los generales contrarrevolucionarios o los fascistas internos o extranjeros. El Sri Lanka Freedom Party está, al momento por lo menos, desacreditado; pero el Partido Comunista está fuertemente dañado y el LSSP es un cadáver ― ¡está muerto! Su base sindical está desintegrada, ha perdido la juventud, las mujeres; los tamiles lo odian como un partido chauvinista de la nación opresora. Y el LSSP-R, hoy RWP, se ató al LSSP ―que es un cadáver― se le ve como una escisión de izquierda del LSSP pero todavía dentro de su órbita ―parte de “los viejos” del LSSP― lo mejor de la canalla. ¿Adónde se han ido los elementos subjetivamente revolucionarios de Sri Lanka? Me veo obligado a informarles que en Ceilán, donde los trotskistas solían ser preponderantes sobre los estalinistas, son los estalinistas los que han ganado por el momento. La juventud de los partidos estalinistas, atraída por el maoísmo, rompió con ellos y constituyó los cuadros fundadores del JVP [Janatha Vimukthi Peramuna ― Frente de Liberación Popular]. Bien, sabemos que el JVP no es sino los frentepopulistas con fusil, muy parecidos a los miristas de Chile. Pero sucede que tienen unos 20.000 jóvenes, hombres y mujeres, que son militantes ceilaneses más o menos revolucionarios subjetivamente. No hay ningún joven, mujer o tamil rondando al hedor a muerte del LSSP. El JVP tiene la fama en Sri Lanka de oposición intransigente al frente popular. Ellos tienen 20.000 miembros, el RWP tiene 20 miembros, y ni una mujer ni un tamil. Esta es una cuestión que debe ser considerada en el Comité Ejecutivo Internacional.

          No hay nada de especial, inventivo o extraordinariamente creativo marxísticamente en la posición defendida por la TEI. Estamos intentando simplemente aplicar al movimiento moderno la experiencia bolchevique desarrollada, sobre todo tal como se expresó en el período de febrero a octubre de 1917. Y ni tan tarde como en 1917; básicamente [nuestra política] se remonta a los escritos de Luxemburgo sobre el coalicionismo en la Segunda Internacional a principios del siglo. Por supuesto al Socialist Workers Party norteamericano le gusta señalar que el coalicionismo no es el frentepopulismo a menos que los estalinistas estén presentes en la coalición. Alrededor de 1905 Uds. pueden encontrar una posición muy parcial de Lenin, cuando los bolcheviques luchaban todavía por un partido obrero unido en Rusia. A Shachtman en su último período, cuando ya era un anticamarada, le gustaba citar una de estas posiciones: “Bueno, donde los bolcheviques están en la mayoría nos opondremos al Partido Cadete. Donde los mencheviques estén en la mayoría, los bolcheviques apoyarán lealmente a los miembros cadetes de la Duma.” (3) Esto, junto con la cuestión organizativa entre otras, indica que la evolución de la fracción bolchevique de revolucionarios socialdemócratas en el Partido Bolchevique de comunistas fue un proceso de toda una década.

          Para terminar, déjenme asustarlos con algo que se me acaba de ocurrir. Si no tuviéramos esta política de oposición a los frentes populares ya todo apoyo electoral a cualquier ala de un frente popular, creo que nuestro lugar estaría en el ala izquierda de la mayoría mandelista del SU [de su Internacional 2 ½]. Pero somos gente seria y tenemos toda intención de llevar hasta el final la lógica de nuestra posición.

          Sumario por Norden

          Los camaradas del RWP o más precisamente el camarada Samarakkody en sus cartas a la Spartacist League/U.S., reproducidas en nuestro boletín interno, ha dicho que el frente popular es un gobierno biclasista. No hay gobiernos biclasistas. Como dijo Trotsky, “un hombre a caballo no es un bloque entre el hombre y el caballo”. Una clase está al mando, y en el frente popular es la burguesía. En segundo lugar, para aquellos que se oponen sinceramente al frentepopulismo, el apoyo electoral a los partidos obreros del frente popular no es una táctica. Es el seguidismo camuflado de táctica.

          Trotsky tenía una expresión feliz sobre táctica. Decía, “No basta con tener una espada. Hay que afilarla. No basta con afilar la espada. Hay que saber manejarla” [“On the United Front”]. Las tácticas deben explotar las contradicciones. Así los centristas les dicen a los partidos obreros del frente popular: “¡Rompan con la burguesía! ¡Rompan con los heraldos del fascismo y la guerra imperialista! Si rompen, les brindaremos nuestro apoyo ― y si no, ¡les apoyaremos de toda forma!” ¡Esa no es ninguna táctica! Nosotros estamos a favor de las tácticas.

          Un camarada mencionó que en las elecciones parlamentarias francesas en 1936 [uno de los grupos franceses que se reclamaban del movimiento por la IV Internacional] mantuvo candidatos trotskistas en los distritos donde el candidato del PC o del PS retiró su candidatura en favor de un radical. Esta es una táctica concebible, que no implica necesariamente el apoyo crítico a los partidos obreros del frente popular. De hecho, la posición de los trotskistas franceses en 1935 fue precisamente esta. Llamaron a presentar candidatos en tales circunstancias, y no dieron apoyo crítico a ninguno de los partidos del frente popular. Se trató de las elecciones municipales de 1935. (4)

          Buscamos formas de expresar nuestra oposición al frentepopulismo de manera que le dé eficacia táctica. Así en una elección llevada a cabo en el Canadá hace algún tiempo, formulamos por primera vez la táctica de la oposición condicional. (5) Con tanto afán la perseguimos que fuimos en busca de un parlamentario del NDP en Thunder Bay, Canadá, para ver si estaba dispuesto a votar contra la coalición.

          Nuestras tácticas deben expresar nuestra estrategia. Nuestra estrategia es la oposición al frentepopulismo. Un camarada ha hecho una buena pregunta retórica: “¿Qué se hace cuando sólo hay un candidato del frente popular? No se puede ni siquiera distinguir entre los candidatos obreros y burgueses del frente popular, porque son los mismos”. (6) Además, en el parlamento no se puede votar por las resoluciones de los partidos obreros del frente popular porque sólo hay una resolución: la del gobierno, y es el gobierno del frente popular ― a favor o en contra.

          Esta es la realidad, porque lo que las masas enfrentan en la lucha diaria es un frente popular. Es un gobierno burgués, no una hidra.

          Otra objeción frecuente a nuestra política de oposición proletaria al frente popular es la acusación de que ésta ayuda a la derecha. Pero hasta el momento en que estamos listos a derrocar al gobierno existente, toda clase de oposición al frente popular en el poder es expuesta al ataque de ayudar a la derecha. Piensen en las jornadas de mayo en Barcelona.

          Ahora quisiera decir algo sobre una pequeña investigación histórica que estoy haciendo sobre la cuestión del frente popular en los años 30. El GBL francés (Groupe Bolchévik-Léniniste) en las elecciones de 1936 tenía la posición de apoyar a los socialdemócratas o estalinistas en aquellas circunscripciones donde no presentó candidatos propios. Luego de la Segunda Guerra Mundial, esto fue tomado hasta cierto punto como un precedente. Está muy lejos de ser el único precedente en la historia del movimiento trotskista. En 1942, el POR (Partido Obrero Revolucionario) chileno presentó un candidato para la presidencia en oposición al frente popular. Y en 1948 los trotskistas italianos se opusieron a todo voto por el frente popular ― por lo que les criticó Pablo.

          ¿Cuál fue, entonces, la situación en 1936? En primer lugar, nadie prestó la más mínima atención a esta cuestión. En el boletín interno de la GBL francesa hay una frase sobre su política electoral ―y dos páginas de discusión en un boletín posterior― en comparación con más de cien páginas sobre la ruptura con el grupo de Molinier. Ni se menciona la política de la GBL en los números de Lutte Ouvrière posteriores a junio de 1936. A esta cuestión no le dieron importancia. Ni siquiera estoy seguro de que Trotsky haya sabido cual era la política de la GBL; es posible, pero no queda claro. Estuve leyendo los documentos en los archivos [de Trotsky en Harvard University], y se ve que Trotsky marca todo con grandes letras, poniendo puntos de exclamación triples cada vez que Vereecken abre la boca. Pero no hay ninguna anotación en su copia [del boletín interno de la GBL sobre la política electoral].

          ¿Por qué? La razón es que la verdadera política de los trotskistas franceses ―y la política fundamental de Trotsky en ese entonces― era “¡No el Frente Popular sino comités de acción!” He aquí lo que el Comité Central [de la GBL] le dijo a un partidario de votar por todos los candidatos del frente popular: “Hay que entender la totalidad de la moción del CC sobre las elecciones. Es lo siguiente: debemos explicarles a los proletarios que su destino no será decidido en el terreno parlamentario. Los llamamos a luchar por la revolución en otro terreno y es por eso que las cuestiones de retirar candidatos tienen un aspecto absolutamente secundario” [GBL, Bulletin Intérieur No. 14, 24 de abril de 1936]. Trotsky pensó que iba a haber una revolución ― “La Revolución Francesa Ha Comenzado”, ¿recuerdan? Y su política era “Soviets en todas partes” ― eso es lo que dijo el primer número de su periódico en junio de 1936. Y así hicieron los trotskistas franceses ― su principal consigna fue, “No al cretinismo electoral”; no se puede aplastar a los fascistas en el parlamento, hay que tener milicias obreras. Y pusieron manos a la obra, formando milicias obreras. Esa fue su verdadera política.

          En segundo lugar, creo que hay una explicación de porqué tenían lo que en nuestra opinión era una política equivocada, o sea, el llamar a votar por los partidos obreros del frente popular. En Francia todas las tres fracciones del partido francés tenían una línea blanda frente al Partido Socialista ― donde habían estado y que no querían abandonar [y esto influyó en su política para con el frente popular (7)]. Inmediatamente después dela formación del Frente Popular en mayo de 1935, Trotsky envió una carta al Secretariado Internacional arguyendo que luego del pacto entre Stalin y Laval, los bolcheviques-leninistas no podían permanecer más en el SFIO y tenían que prepararse para una existencia independiente [“Es necesario un nuevo giro”, en Escritos de León Trotsky (1934-35), Tomo VI, Vol. 2]. Molinier sostuvo que sería un crimen abandonar el Partido Socialista. Pero todas las tres fracciones del partido francés estaban rogando a ser readmitidas en el Partido Socialista luego de su expulsión. Les costó seis meses la mera aprobación de una resolución por una política agresiva hacia el Partido Socialista (8). Ese es el contexto ― no era solamente Molinier, sino todas las fracciones del partido francés, quienes tenían una línea blanda hacia el frente popular.

          Quiero enfatizar adonde lleva todo esto. A España. Una de las cosas que me llamaron la atención en mi investigación fue como todo en los periódicos trotskistas norteamericanos, franceses y belgas durante 1936-37 trataba de España. No hay casi nada en los periódicos franceses sobre Francia luego de junio de 1936. Y todas las fracciones del partido francés, además de Vereecken y Sneevliet, pensaron que Trotsky tenía una posición sectaria sobre España y que el Secretariado Internacional tenía una política criminalmente sectaria sobre España, porque el S.I. reivindicaba la formación de un partido bolchevique independiente en España y decía que la política de Nin de apoyo al frente popular era un crimen. Casi todos en Europa, con la excepción del Secretariado Internacional, pensaron que Trotsky estaba equivocado. (A propósito, Shachtman tuvo un papel directivo en el Secretariado Internacional en este período.) Trotsky tuvo que llamar al orden no sólo al grupo Molinier, sino a sus propios partidarios por haber publicado artículos alabando al POUM (9). Vereecken dijo que la gente que apoyaba la posición de Trotsky en España era “una banda de aventureros y arribistas”.

          Hay una lógica en todo esto: porque su política era una de apoyo crítico a los partidos obreros del frente popular, porque tenían una línea blanda hacia el frente popular, ellos dijeron ―bueno, el POUM entró en el frente popular, desafortunadamente eso fue un error, pero un error no es un crimen. Y esto llevó a la situación siguiente: En España habían dos grupos trotskistas en 1937 ―uno que apoyaba a Trotsky y al Secretariado Internacional, y otro dirigido por un camarada Fosco que apoyaba a Molinier y Vereecken. Durante las jornadas de mayo de 1937, el grupo del S.I. publicó el famoso volante que decía “Por un gobierno revolucionario, tomad el poder”. El grupo molinierista no publicó ningún volante porque no querían contraponerse al POUM y al Frente Popular. Pues ellos sabían, habiendo hablado con los dirigentes del POUM, que el POUM iba a llamar a los obreros a retirarse porque su insurrección amenazaba al gobierno de frente popular (10) Le dieron “apoyo crítico” al partido obrero del frente popular al actuar de rompehuelgas de una revolución en potencia. Eso es, en última instancia, de lo que se trata. Así que ya hemos tenido esa experiencia. No es sólo el POUM, los frentepopulistas declarados, quienes traicionan, sino también los centristas que tratan de reducir cuestiones de principio a meras tácticas y quienes pueden terminar apoyando la peor traición.

          Sumario por Robertson

          Hay un problema con calificar de Oehlerista la posición de la TEI sobre los frentes populares; es decir, se considera, al menos vulgarmente, que ser derechista es más astuto que ser de izquierdas. Pues, hay una dificultad en tomar la Segunda Internacional como una abstracción. La Segunda Internacional dio a luz, de 1917 a 1919, una Internacional Comunista relativamente loable. Cabe presumir que uno debía tener algo que ver con eso antes de y durante este período. Pero la Segunda Internacional en el período de los años 20 era moribunda, derechista y en su mayor parte [abiertamente] en los brazos de la burguesía. Sin embargo, la Gran Depresión, el auge del fascismo y el giro derechista de la Internacional Comunista precipitaron un nuevo desarrollo de izquierdas dentro de los partidos de la Segunda Internacional a principios de los años 30. Es equivocado tener una táctica invariable hacia el Partido Socialista durante estos tres períodos como harían algunos camaradas. No sólo sería indiferente ante la cuestión de la oportunidad revolucionaria en contra de la traición, ni siquiera es inteligente.

          Entonces, con respecto al JVP, se trata de cómo se percibe al JVP y no de lo que es. Se le ve al JVP en esa isla como una oposición combativa, aunque insurreccional, que lucha en serio. Lo hemos comparado con el MIR chileno, que no es, por supuesto, ninguna alabanza al JVP ― ellos preparan simplemente una versión nueva del frente popular. Pero, según la evidencia con que contamos, se ve al LSSP-R ―ahora el RWP― como nada más que la extrema izquierda ―con un espinazo principista― del viejo LSSP. Y el hecho es que el trotskismo en Ceilán, que solía ser predominante entre los obreros, hoy es sobrepasado por un factor de millares.

          El camarada Norden hizo una excelente investigación sobre una situación muy confusa en la sección francesa a mediados de los años 30. Ante estas complicaciones, yo tomé una ruta distinta. La organización trotskista norteamericana estaba entera, un portavoz principal de Trotsky, y obraba bajo condiciones puramente parlamentarias en ese período. Así que escogí a los trotskistas norteamericanos como modelo de lo que Trotsky y la IV Internacional querían decir [en forma general] en ese entonces.

          El frentepopulismo existió en los Estados Unidos a fines de la década de los 30 en la forma de las candidaturas de Roosevelt para presidente y de La Guardia para alcalde de Nueva York. En 1936 los burócratas sindicales, los socialdemócratas, los estalinistas y los demócratas burgueses inventaron un partido obrero nuevo, el American Labor Party. Este partido fue creado con el objeto de atraer unos cientos de miles de votos claves en el estado de Nueva York al campo Demócrata. Frente a este experimento y toda candidatura del PC y del PS después de la escisión, los trotskistas mantenían una oposición central e implacable en nombre de la oposición al frente popular y todo partido que apoyara al frente popular. Tanto fue así que hasta ese entonces los trotskistas habían pasado por alto la política electoral. Pero enfrentados con la cuestión del frente popular, el SWP se vio obligado a presentar por primera vez candidaturas propias a fin de subrayar su oposición electoral al frentepopulismo. Y ellos eran los porta voces de Trotsky.

          NOTAS

          (1) Como escribió Trotsky, “La consigna ‘El poder a los Soviets’ suponía, para lo sucesivo, el levantamiento armado contra el Gobierno y aquellas pandillas militares que éste tenía detrás. Pero hubiera sido a todas luces absurdo provocar la insurrección con el lema ‘El Poder a los Soviets’ cuando esos Soviets empezaban por no querer ese poder.” (La historia de la Revolución rusa, Tomo II, “Los bolcheviques y los sóviets”).

          (2) Antes del regreso de Lenin a Rusia en abril, Pravda bajo la dirección de Kamenev y Stalin asumió una política de apoyo condicional al gobierno de coalición de Lvov (el notorio apoyo “en tanto que…”). Lenin tuvo que llevar a cabo una lucha encarnizada contra tal política, considerándola una diferencia de principios. Y en octubre, Zinoviev y Kamenev se oponían a tomar el poder sin una coalición con los mencheviques y los social revolucionarios, quienes a su vez estaban atados a un “frente popular” con Kerensky, Kornilov y los Cadetes. Una vez más Lenin amenazó con la escisión. Lejos de dar cualquier apoyo político, por crítico que sea, a la coalición, la estrategia de Lenin desde abril hasta la insurrección de Octubre fue precisamente la de luchar por el derrocamiento del frente popular por los soviets.

          (3) En 1957 Shachtman se preparaba a liquidar su Independent Socialist League en la socialdemocracia norteamericana. Para justificar la entrada a un partido que apoyaba a los Demócratas, él remarcó que en 1906 Lenin era partidario de mantener la unidad con los mencheviques, aun cuando los mencheviques querían formar un bloque con los Cadetes burgueses en las elecciones a la Segunda Duma del Estado. En el artículo citado por Shachtman, “Party Discipline and the Fight against the Pro-Cadet Social-Democrats” (Collected Works, Tomo 11), Lenin declara que, “La admisión de bloques con los Cadetes es el toque final que marca definitivamente a los mencheviques como el ala oportunista del partido obrero.” Lenin llamaba a “la lucha ideológica más amplia y sin tregua” contra “estas tácticas vergonzosas de bloques con los Cadetes”. Sin embargo, añadía Lenin, si la posición menchevique llegara a ser la línea del partido, “todos nosotros, como miembros del Partido, debemos actuar como un sólo hombre. Un bolchevique en Odessa debe poner en la urna una papeleta llevando el nombre de un Cadete aunque le enferme. Y un menchevique en Moscú debe poner su voto sólo con los nombres de socialdemócratas aunque su alma clame por los Cadetes.”

          (4) La otra mitad de su política “electoral” era llamar a una movilización obrera el día de la votación para dispersar una manifestación reaccionaria fijada para tal día (La Vérité, 10 de mayo de 1935).

          (5) En 1974, cuando el New Democratic Party socialdemócrata se presentaba en una coalición tácita con los liberales, escribimos: “La Spartacist League reivindica una política de oposición condicional al NDP en las elecciones actuales hasta que el NDP repudie su práctica previa de entrar en coaliciones tácitas con los liberales…. Militantes sindicales canadienses deben emprender la lucha para que sus sindicatos exijan que el NDP repudie su práctica previa de coalicionismo como requisito para obtener el apoyo del movimiento laboral en las elecciones. Sólo aquellos candidatos del NDP que repudien y prometan votar en contra de la ‘coalición de pasillos’ NDP-Liberal deberán recibir el apoyo sindical en los comicios actuales. Mientras el NDP sigue dependiendo de los sindicatos para apoyo financiero y electoral, su práctica de coalicionismo socava el mismo principio de la acción política obrera independiente” (véase “NDP Must Break With Liberals”, Workers Vanguard No. 47, 21 de junio de 1974)

          (6) Esto fue la situación en las elecciones de febrero de 1936 en España, donde el Frente Popular presentó una lista única; así fue también cuando Allende se presentó como candidato para la presidencia chilena en 1970, y Mitterrand para la presidencia francesa en 1974. La respuesta de los partidarios de votar por los partidos obreros del frente popular es de inventar distinciones artificiales. En las elecciones francesas de 1974, la OCI (Organisation Communiste Internationaliste de Pierre Lambert) llamó a votar no por Mitterrand, candidato de la Unión de Izquierda, sino por Mitterrand, primer secretario del Partido Socialista, una organización obrera. El PS, sin embargo, le había retirado de su cargo de primer secretario con el fin preciso de hacer más aceptable como candidato del frente popular a este antiguo político burgués de larga trayectoria.

          (7) Por ejemplo, La Vérité del 2 de noviembre de 1934 tenía un titular de primera plana, “¿Frente Popular? Sí, pero de lucha”. Y otra vez, luego de las elecciones municipales, “El Frente Popular debe actuar” (La Vérité, 31 de mayo de 1935).

          (8) Véase “The Mass Paper” de Erwin Wolf (un panfleto escrito bajo el seudónimo de Nicolle Braun, traducido en The Crisis of the French Section [1935-36] por León Trotsky).

          (9) Por ejemplo, Lutte Ouvrière del 15 de agosto de 1936 decía que, “Sólo el POUM de todos los partidos tradicionales está levantando consignas conmensurables con la situación y de contenido clasista.”

          (10) Ver Los Amigos de Durruti, los trotsquistas y los sucesos de mayo, Frank Mintz y Miguel Peciña (Madrid, 1978).

          Novidades em Outros Idiomas

          Chamamos a atenção de nossos leitores para duas novidades: a publicação em espanhol de nossa polêmica com a UIT (Unidade Internacional dos Trabalhadores) acerca da guerra civil na Síria (de outubro de 2012) e a publicação do segundo número de nosso jornal em inglês. Acessem, respectivamente, através dos links abaixo:

          • Polémica con la Unidad Internacional de los Trabajadores acerca la guerra civil en Siria, originalmente publicada en portugués en octubre de 2012 El morenismo y la posición de la UIT en Siria

          Eleições do DCE da UFRJ

          Por um movimento estudantil classista na UFRJ: Nenhum 
          apoio àqueles que capitulam a governos e reitorias!

          Durante os dias 11, 12 e 13 de junho ocorrem na Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ) as eleições para a nova gestão do “Diretório Central de Estudantes Mário Prata”. Reproduzimos a seguir duas notas originalmente postadas em nossa página no Facebook sobre o tema.

          As eleições para o DCE da UFRJ acontecem num momento em que é mais do que nunca necessário discutirmos, enquanto movimento estudantil, uma perspectiva de luta que possa realmente derrotar o projeto do governo Dilma/PT de uma educação superior a serviço dos grandes empresários. Esse governo quer uma educação cada vez mais privada (alimentando com altíssimas mensalidades e dinheiro público os empresários que fazem do direito que é educação uma mercadoria); cada vez mais precarizada (com muitos funcionários terceirizados, em sua maioria negros e mulheres, sem direitos ou voz na universidade); e em que as faculdades públicas são um privilégio para poucos, para dizer o mínimo. Nos últimos dez anos, vimos um aprofundamento de uma política capitalista para a educação. Os filhos dos trabalhadores ainda são uma pequenina minoria no ensino superior.


          A grande greve da educação no ano passado mostrou que há muita disposição dos estudantes e trabalhadores em não aceitar de boca fechada essa situação. Mas se o movimento não estiver armado com um projeto político, vigor e determinação de uma liderança resoluta, muita luta pode acabar em pouco resultado. A greve conseguiu conquistas, mas ficou aquém das possibilidades precisamente porque lhe faltava uma estratégia para impor uma derrota, ainda que não definitiva, ao governo. Acreditamos que apenas através de uma estratégia claramente classista é que o movimento estudantil atingirá a vitória em torno de suas demandas mais centrais e será capaz de garantir de fato a tão alardeada educação pública, gratuita e de qualidade.

          Ao escolher o nosso DCE, estamos escolhendo lideranças para as lutas que virão. Nosso critério de posicionamento nessas eleições não pode se pautar por posições isoladas aqui ou ali, ele deve ter como critério fundamental a presença de uma estratégia minimamente consistente de aliança com os trabalhadores dentro e fora da universidade. Entretanto, nenhuma das três chapas que se apresentaram contém tal estratégia. Isso se torna evidente, por exemplo, na sua incapacidade de levantar como princípio a oposição à participação, apoio ou voto nas reitorias e governos que nos reprimem e que nos atacam.

          A Chapa 1, “Mãos à Obra”, fala muito de ação, e promete lutar por conquistas para os estudantes. Mas muitos desses senhores (dentre os quais se incluem líderes do PT e PCdoB/UJS) são defensores do governo Dilma, que realiza os maiores ataques contra os estudantes e trabalhadores, dentro e fora da UFRJ. É uma chapa comprometida com a defesa do plano de precarização do REUNI, uma chapa que considera que o PROUNI e o FIES (isenções fiscais milionárias para universidades privadas em troca de pouquíssimas vagas) é um bom projeto para a educação brasileira; se vitoriosa, essa chapa irá transformar o DCE em uma simples agência de propaganda do governo federal. Indivíduos comprometidos com a defesa do governo não são capazes de defender os estudantes e trabalhadores contra a EBSERH, medida do governo que avança a privatização dos Hospitais Universitários, nem contra os inúmeros cortes de verba da educação pública ou a transferência de recursos públicos para os conglomerados da educação privada. A Chapa 1 mente quando diz defender os estudantes e trabalhadores. Estão mesmo é do lado dos governos que atacam sem piedade os protestos operários e estudantis. Não passam de capachos do governo dentro do movimento estudantil e por isso merecem repúdio e nenhuma confiança de qualquer estudante que esteja preocupado com uma educação de qualidade.

          Já as chapas 3, “Prepara, que agora é hora!” e 2, “De que lado você samba?”, apesar de não serem parte do governo federal e se declararem como oposição a ele e à reitoria da UFRJ, não foram capazes de se colocar enquanto uma alternativa consequente ao projeto governista-empresarial. Vamos a elas.

          A Chapa 3 é composta por vários grupos políticos, dentre os quais um dos componentes da atual gestão do DCE, o coletivo “Nós não vamos pagar nada”. A chapa também inclui companheiros de diversas correntes do PSOL e independentes, a UJC/PCB e o Movimento Correnteza. Na sua composição, algumas coisas saltam aos olhos. O Movimento Correnteza, grupo impulsionado pelo PCR com independentes, prestou apoio ao reitor da UFRJ na “eleição” desproporcional que o elegeu: o mesmo reitor que reprime os estudantes do alojamento, implementa os ataques do governo na UFRJ e que quer a provação da EBSERH. Esses companheiros já falaram em diversas ocasiões que se deve disputar o uso de verbas do REUNI (num contexto de resignação ao mesmo), ao invés de buscar derrotar esse projeto nas lutas; os senhores do PCR também votaram no governo federal em 2010; um panfleto de sua autoria na época, dizia para votar em Dilma porque ela “luta com os trabalhadores” (!). O restante da Chapa 3, é claro, mantém absoluto silêncio sobre esse papel de um dos seus componentes principais. Alguns membros da chapa dizem que foi feita uma “autocrítica” dessas posições criminosas, mas onde? Em salas fechadas e reuniões de cúpula? Tendo em vista o histórico do Movimento Correnteza, não podemos acreditar nem um pouco em tal mea culpa.

          Essa complacência dos outros grupos da Chapa 3 com as traições do Correnteza não surpreende. Todos os coletivos que compõe a chapa apoiaram a candidatura a prefeito de Marcelo Freixo/PSOL nas últimas eleições municipais. Mas quando Freixo buscava aliados patronais para formar uma candidatura (flertou com Fernando Gabeira e mesmo com o jogador/político Romário), não disseram uma vírgula. Quando Freixo falou em rede aberta de televisão que “dependendo da situação” poderia sim cortar ponto de trabalhadores públicos que estivessem em greve (um dos métodos preferidos de repressão da burguesia), todos esses coletivos da Chapa 3 fingiram que não tinham ouvido e continuaram a apoiá-lo sem ressalvas. Portanto, essa chapa já nasceu mostrando que não tem coerência para combater o governo, a reitoria e seus pelegos da Chapa 1, pois é incapaz de colocar a classe trabalhadora no centro de seu programa.

          A Chapa 2 é outro dos fragmentos da atual gestão do DCE, que se dividiu. Ela é composta pela Juventude do PSTU e independentes (e às vezes se sente confortável em se considerar a “chapa da ANEL”, embora esta entidade inclua outras forças políticas minoritárias que não a integram). A Chapa 2 faz críticas acertadas tanto aos governistas traidores da Chapa 1 quanto à aliança do coletivo “Pagar nada” com o capitulador Movimento Correnteza.

          Mas, apesar de ter sido abandonada pelos seus antigos companheiros de gestão, que preferiram uma aliança com os que votam no reitor e no governo, a Juventude do PSTU tentou ter uma plataforma conjunta com os grupos que formaram a Chapa 3. Primeiro tentaram isso através de uma negociação de cúpula sobre o número de cadeiras da futura gestão e depois pelo chamado a uma “convenção democrática”. Como eles mesmos puseram em seu material, “Até o último momento, nós da Chapa 2 – ‘De que lado você samba?’, propusemos uma chapa unitária da esquerda, através da realização de uma Convenção de Chapa Ampla e Democrática, mas infelizmente, o convite foi recusado”

          Logo, o fato da Juventude do PSTU estar saindo em uma chapa própria não decorre de uma oposição visceral à alianças espúrias, como a Chapa 2 vem tentando fazer parecer. A Chapa 2 não é o fruto de um rompimento político consciente com aqueles que abrem mão da independência do movimento estudantil, por mais que ela tenha atraído alguns estudantes independentes através desse discurso. E não poderia ser de outra forma, pois nela também se faz ausente uma estratégia clara de independência de classe e um norte de aliança operário-estudandil.

          Essa insuficiência da Chapa 2 fica mais clara se olharmos para o histórico do grupo que a impulsiona. Nas últimas eleições municipais, na cidade de Belém do Pará, a Juventude do PSTU compôs uma chapa para prefeito que incluía o PCdoB/UJS, que eles acusam (com razão) de serem os maiores coveiros do movimento estudantil brasileiro. Mas quando lhes convém, como nessa ocasião de Belém, eles participam da mesma campanha conjunta, deixando de lado a independência de classe! Não é à toa que a classe trabalhadora não figura como elemento central do programa da Chapa 2 (que praticamente nem fala de trabalhadores em seus materiais e campanhas).

          Por esses motivos, o Reagrupamento Revolucionário não está apoiando nenhuma das chapas da atual eleição. Diferente de outras ocasiões, onde reivindicamos um voto crítico em chapas que, mesmo com um programa insuficiente, se baseavam em um marco de classe, vemos que no presente processo eleitoral nenhum dos setores chegou sequer perto de um programa centrado na classe trabalhadora, ficando todos eles limitados a demandas recuadas e circunscritos a um setorialismo estudantil.

          Certamente estaremos lado a lado dos companheiros das chapas 2 e 3 nas lutas em curso (como a batalha contra o aumento das passagens dos transportes e contra a EBSERH) e nas que virão pela frente. Mas dizemos fraternalmente que nenhuma das duas levantou de forma consequente a bandeira da independência a governos e reitorias, o que passa por defender um programa que seja claramente classista. Por isso, para além das eleições, seguiremos no dia a dia defendendo um programa que inclua os seguintes eixos:
          • Por uma posição classista no movimento estudantil: defender uma aliança estratégica com os trabalhadores efetivos e terceirizados, dentro e fora da universidade, para derrotar os ataques do governo do PT e dos patrões!
          • Lutar levantando a perspectiva do fim do vestibular/ENEM para acabar com esse funil racial e social! Livre acesso já!
          • Estatizar as universidades privadas sem indenização, sob controle dos estudantes e trabalhadores! Chega de mensalidades!
          • Pela efetivação sem barreiras de todos os terceirizados, com igualdade de salários e direitos!
          • Formar comissões de estudantes e trabalhadores para defender os negros, mulheres e LGBT contra a opressão na universidade e arredores! Creches, bandejões e alojamentos gratuitos, sob demanda!
          • A educação só poderá ser realmente livre num mundo socialista!
          (11 de junho de 2013)

          Apêndice 
          Nota de esclarecimento ao movimento estudantil da UFRJ

          Por conta do processo eleitoral de nosso DCE, tem circulado boatos sobre o posicionamento do Reagrupamento Revolucionário frente as chapas dos setores de oposição ao governo (“2 – De que lado você samba?” e “3 – Prepara, que agora é hora”). Alguns desses boatos afirmam que o RR estaria chamando voto ou mesmo compondo a Chapa 3; outros, que estaria apoiando a Chapa 2.

          Aqueles que nos conhecem, sabem que somos avessos à prática (infelizmente corriqueira na esquerda) de formar blocos oportunistas baseados em acordos programáticos que buscam um menor denominador comum. Nesse sentido, afirmações de que estaríamos COMPONDO uma chapa com grupos com os quais possuímos diferenças viscerais não passam de um mal entendido ou de uma difamação intencional.

          Deixamos claro a tod@s @s militantes combativ@s da UFRJ que: não estamos compondo nenhuma das atuais chapa; nenhum militante ou simpatizante do RR entregou CRID para as chapas; ainda não definimos qual posição tomaremos em termos de votos (que, no caso de votarmos em alguma, seria certamente um voto crítico); assim que definirmos nossa posição em relação à atual eleição, ela será amplamente divulgada, tanto em nosso blog (http://reagrupamento-rr.blogspot.com.br), quanto no dia a dia por nossos militantes e simpatizantes.

          Concluímos reiterando que repudiamos a disseminação de boatos e calúnias entre a esquerda e alertamos a tod@s @s companheir@s honest@s do movimento estudantil da UFRJ que não reproduzam informações duvidosas sem antes checá-las.

          Saudações,

          Reagrupamento Revolucionário.
          (29 de maio de 2013)

          Statement on Brazil

          Statement on Brazil
          Fight the Impeachment! Fight Dilma’s government and its austerity measures!

          Originally published in Portuguese in April 2016

          The following statement was originally published in Portuguese on April 11th, as an abridged version of a broader article published on March 23rd. It was written before President Dilma Rousseff (PT) was temporarily removed from office on May 12th (she will still be judged by the Senate and the Supreme Court). On June 1st we published a second statement on the tasks faced by the working class regarding the interim government of Vice President Michel Temer (PMDB) and the attacks he has been launching against labor rights, public services and social programs with the aid of the former right wing oppositional parties (PSDB, DEM and others). It summarizes our position to fight Temer’s government, with no support to the PT or its satellites.

          Dilma deserves to be judged for her crimes against the working class, such as her attacks on labor rights, her complicity with the repression against the workers’ movement, the handing over of the country’s natural resources to imperialism etc. The same is true about former President Lula. But that can only be achieved through working class struggle to stop and revert government attacks. This Impeachment process is a maneuver of the right-wing oppositional parties PSDB and DEM, as well as sectors of the PMDB (the Vice President’s party) to gain full control over the Executive office. They want to profit from Dilma and the PT government’s complete demoralization and crisis. If Dilma is removed by them, this will not be beneficial to the working class and wouldn’t change the succession of attacks unleashed against us. On the contrary, the attacks would be intensified. Revolutionary Regroupment says NO to this Impeachment, not due to sympathy towards the PT, but for considering that this process is a smoke screen created by the right-wing opposition in order to benefit from the enormous popular dissatisfaction with Dilma’s government, which is to a great extent a product of the attacks the government has conducted against the population, attacks which the proponents of the Impeachment want to deepen.

          For a workers united front against the austerity measures!

          The central task for the working class in the current situation is the creation of a workers’ united front independently from both the right-wing opposition and Dilma’s government, capable of uniting several ongoing struggles around the following axis: Fight Dilma’s “austerity” measures! No cuts to public health and education! No removal of labor rights and no lay-offs! Down with the “Anti-terror” Law, which is an attempt to criminalize the workers’ movement and the left! The bosses must pay for their crisis! Fight the right-wing opposition and its Impeachment maneuver! Such a united front would mean working class mass action. The left groups and parties that want to take part in it would have complete freedom to express their ideas and criticize each others’ political views.

          Enough of political blocs with government forces!

          Many groups on the left, including most internal currents of the PSOL (Socialism and Freedom Party), such as USec‘s “Insurgência” and the CWI section (LSR), as well as the Stalinist PCR are taking part in political blocs dominated by pro-government forces, such as the “Fearless People‘s Front”. While claiming to be “For democracy” and against the Impeachment, those blocs include the PT, the PCdoB and the bureaucratic leaders of CUT, CTB and UNE (the trade union federations and the national students’ organization that support Dilma’s government). They are an obstacle for the creation of an effective united front dedicated to organizing and strengthening the resistance against Dilma and the rest of the bourgeoisie’s austerity. On several occasions, the “Fearless People‘s Front” puts aside any critique of the government and adapts itself to the position of the government forces, such as the PT-led “Popular Brazil Front”. At this crucial moment, the last thing the workers need is to be tied to the pro-government forces. We call upon all the militant ranks of these mass organizations to break from such blocs of class collaboration and fight for workers’ unity in opposition to all bourgeois forces.

          The error of the “Oust Dilma, oust them all!” slogan

          Ideally, we are for “ousting them all”, in the sense that we want to remove all the representatives of the bourgeoisie from power. But to raise such slogan in the current situation, in which the only concrete possibility of “ousting Dilma” is the consolidation of a right-wing PMDB-PSDB government, won’t help workers’ interests. To raise such a demand shows indifference towards its concrete results. It of course would be completely different if instead the threat against Dilma came from the working class. The “Oust Dilma, oust them all!” slogan, raised by the Morenoite PSTU (LIT-CI), by the also Morenoite CST (PSOL internal tendency and section of UIT), as well as by some Anarchist groups does not prioritize defeating Dilma’s attacks through the mobilization of the working class, but instead emphasize removing her from power in a moment when the working class won’t be able to do it – only the right-wing opposition will. Such position derives from the false logic that Dilma’s fall, independently on how it occurs, would give room to a “weaker” government, meaning some kind of victory to the working class. We do not wish to help the right-wing opposition, which is growing stronger and stronger. Dilma’s fall by the hands of the right-wing opposition would only give place to a government that would attack us even harder.

          No to “general elections” – What we need is a revolutionary workers government!

          We also reject demands for new “general elections”, which many groups on the left such as the PSTU (LIT-CI) and the MES (PSOL internal tendency and section of Movimento) have been raising. From the point of view of the workers’ interests, bourgeois elections are a dead-end. As a rule, the bourgeoisie only massively invests in and supports those campaigns that are willing to defend its class interests. The workers don’t have a say on matters that really affect their lives: how their workplace should be managed, who should pay for the economic crisis, should labor rights be removed etc. Bourgeois elections are merely a “chance” that the population has to choose their executioners. During periods of low ebb, it is possible to use the elections as a platform to denounce capitalism. But it is not acceptable to rise the demand for “general elections” at the current moment, when what is required is a relentless struggle against the austerity measures. Sometimes those groups say that the elections they fight for would be different – “controlled by the workers” or some variant of that. But it doesn’t change their confusion. If the working class had enough power to enforce “elections” of this kind on the ruling class, then we could as well build our own government. The MRT (Trotskyist Fraction – Left Voice network) slogan for a “Constituent Assembly convened by the workers” suffers from the same problem. The agitation that needs to be done is for a revolutionary workers’ government which can meet our social and democratic interests. Although it is not possible to implement such government immediately, we must patiently explain its necessity while fighting to build a broad united front of struggle. Revolutionary Regroupment strives to build a revolutionary party that fight for the following demands:

          • No more lay-offs! We must demand the reduction of working hours without loss of pay, allowing the return of laid-off workers and the creation of jobs for the unemployed. The capitalists are the ones who must pay for the crisis of their system!
          • Open the files to reveal the fortune that the big capitalists and bankers continue to make while the cost of the crisis is thrown at us!
          • To halt the effects of growing inflation we demand immediate raise of wages according to the rise of prices and also a minimum wage that meets the basic needs of the working family, currently calculated at R$ 3,725!
          • Down with the Outsourcing Bill! For the integration of outsourced workers to the regular staff of the companies to which they provide work, with full rights and wage equality! To fight sexism and racism we demand “Equal pay for equal work”!
          • Down with Dilma’s reform of Social Security, which plans to increase working time and reduce the payments!
          • No more oil auctions to international companies! Stop the attacks on Brazil’s state-owned oil company Petrobras! We demand the full re-nationalization of Petrobras and the expropriation without compensation of the foreign oil companies under workers’ control!
          • Down with the “Anti-terror” Law, which is meant to be used against social movements! For the dissolution of the Military Police and other repressive forces! For the right to demonstrate, a democratic right increasingly curbed by capitalist governments! Drop all charges against those who fight the injustices of capitalism!
          • Down with churches’ interference with women’s rights! For the legalization of abortion and the guarantee of free and safe procedure by the public health system!
          • Down with the super authority of Judge Sergio Moro and the Judiciary! For the right of the people to elect the judges and other positions of responsibility! No more privileges for the corrupt political caste: that all elected members of parliament receive only the average wage of a worker!
          • Land for those who want to live and work in it! Expropriation of the land and estate of large capitalist owners for the benefit of the population!

          See also:

          Brazil: down with the coup government!
          Fight  Temer’s attacks, no support for the PT or its satellities!
          June 2016

          FT (LER-QI) e sua ruptura incompleta com o morenismo

          Fração Trotskista (LER-QI) e sua ruptura incompleta com o morenismo
          Sobre blocos oportunistas e “instrumentos desafinados” pablistas
           
          Por Rodolfo Kaleb, maio de 2013
           
          A Fração Trotskista – Quarta Internacional (FT-QI) é a organização internacional impulsionada pelo PTS argentino e da qual a LER-QI é a seção brasileira. Ao longo dos anos, ela se moveu para a esquerda com relação às suas origens na corrente política ultraoportunista de Nahuel Moreno, da qual se separou em 1988. A FT-QI desenvolveu gradualmente uma crítica à tradição morenista, desassociando-se formalmente do legado de Moreno, assim como de muitas de suas posições.
          Devido à completa confusão que prevaleceu dentro do movimento trotskista, Moreno se alinhou em certo momento dos anos 1950 com as forças antirrevisionistas que combatiam a destruição da Quarta Internacional por Michel Pablo. Mas o morenismo refletiu historicamente uma variante particularmente à direita do pablismo.
           
          Impactados pela enormidade das tarefas históricas colocadas diante das pequenas forças do movimento trotskista, os pablistas originais buscaram substitutos em movimentos e lideranças oportunistas e traidoras do movimento de massas. Eles esperavam que as “forças objetivas”, auxiliadas pela sua ação, fossem tornar esses agrupamentos aptos para as tarefas da revolução socialista. Isso os levou a inúmeras capitulações a essas mesmas forças, na esperança de “empurrá-las para a esquerda”. Se afastando da concepção leninista clássica, de que as organizações oportunistas são um dos maiores empecilhos para que o proletariado atinja sua consciência de classe, os pablistas passaram a ver tais forças como “instrumentos desafinados”, que apenas precisavam de uma “afinação” (promovida pelos pablistas) para que levassem a classe trabalhadora a uma vitória revolucionária.
           
          Ao longo das décadas, a corrente de Moreno também se adaptou a muitos movimentos maiores que temporariamente tinham apoio das massas, desde o movimento peronista na Argentina, passando por correntes stalinistas como os maoístas e castristas nos anos 60, várias frentes populares na Europa e na América Latina, até os movimentos contrarrevolucionários que restauraram o capitalismo nos países do bloco soviético. Essas práticas oportunistas receberam uma racionalização por Moreno, que ressuscitou uma variante da teoria etapista de “revolução democrática” (e não apenas nos países de desenvolvimento capitalista tardio, mas de uma forma geral) [1].
           
          A renúncia à teoria morenista da “revolução democrática” permitiu que a FT-QI se distanciasse de algumas políticas mais à direita de Moreno, mas ela reteve o seu impulso essencialmente pablista sobre a questão do partido. Enquanto não apoia heróis pablistas típicos, como fez Moreno em seu tempo, a FT-QI aparentemente redirecionou seus esforços para a tentativa similarmente utópica de “afinar” os “instrumentos desafinados” que são os próprios pablistas, morenistas e outras correntes revisionistas.


          Argentina: uma frente “revolucionária” de capitulação ao centrismo
           
          Desde 2011, a LER-QI vem convidando os morenistas do PSTU (a maior corrente que reivindica o trotskismo no Brasil) a formar uma frente para concorrer às eleições burguesas. Ela tem feito recorrentes chamados pela construção, no Brasil, de uma frente nos mesmos moldes da que o PTS (principal seção da FT-QI) compôs na Argentina em 2011. A LER-QI fez a seguinte descrição dessa frente eleitoral:
           
          “Na Argentina, ano passado, a esquerda classista se unificou numa frente eleitoral a partir do elemento central da independência política dos trabalhadores diante de todas as frações burguesas. A partir de um chamado firme do PTS (Partido de los Trabajadores Socialistas) ao PO (Partido Obrero) e às demais organizações que se colocam no campo da independência de classe, organizou-se a FIT ― Frente de Esquerda dos Trabalhadores (FIT em castelhano), integrada pelo PTS, PO e IS (Esquerda Socialista), que contou posteriormente com o apoio do PSTU argentino (da mesma tendência internacional do PSTU)…
           
          “Este é um exemplo de primeira ordem para os revolucionários brasileiros, e acreditamos que deveria ser do interesse dos militantes do PSTU, pois aqui podemos ver sem sombras de dúvida como uma frente eleitoral principista ― classista e revolucionária ― pode ser constituída em base a princípios, programa, táticas e estratégia proletária, contribuindo efetivamente ― ainda que minoritariamente ― para constituir uma vanguarda forjada na independência de classe e na preparação para a luta revolucionária, não apenas em luta política contra os capitalistas, mas também contra as organizações e partidos reformistas ou centro-esquerdistas, ou seja, partidos que se dizem de esquerda, mas primam pela conciliação entre frações burguesas e as massas…”
           
          O Mau Exemplo que Vem de Belém, julho de 2012. Disponível em:
           
          A FT-QI sustenta que o PO argentino (associado ao dirigente Jorge Altamira), assim como o PSTU brasileiro, é uma corrente centrista, entendendo-a enquanto um obstáculo na luta para que o proletariado e os oprimidos em geral adquiram uma consciência revolucionária. Apesar dessa caracterização, a FT-QI busca se aliar programaticamente com essas correntes maiores e, no caso da FIT argentina, apresentou os revisionistas como fazendo parte de uma iniciativa supostamente “principista – classista e revolucionária”, como capazes de defender “princípios, programa, táticas e estratégia proletária”, e “contribuindo efetivamente para constituir uma vanguarda forjada na independência de classe e na preparação para a luta revolucionária”. Será mesmo?
           
          A Fração Trotskista diz combater a posição oportunista do Partido Obrero de apoio a candidaturas de colaboração com a burguesia. O PO apoiou, por exemplo, a candidatura burguesa de Evo Morales na Bolívia em 2005 (como a própria FT-QI denunciou na época). Mas se é assim, como o PO poderia supostamente “constituir uma vanguarda forjada naindependência de classe e na preparação para a luta revolucionária”? Os altamiristas teriam modificado suas posições e feito autocrítica de suas capitulações? De forma alguma.
           
          Para a Fração Trotskista, o papel supostamente “revolucionário” cumprido pela FIT não seria abalado pelos seus componentes centristas, o que inclui também a corrente morenista Esquerda Socialista (IS). Mas os fatos são como crianças teimosas. Nas eleições de 2011, Jorge Altamira, principal dirigente do PO e candidato a presidente pela Frente, concedeu uma entrevista a um jornal argentino no qual falou sobre a FIT da seguinte maneira:
           
          “[Entrevistador] Quais são as expectativas que tem a Frente de Esquerda e dos Trabalhadores (FIT) para essas eleições?
           
          “[Altamira] Nossa expectativa é conseguir um bloco de esquerda no Congresso Nacional e modificar com ele a agenda política e social do país, e desenvolver uma perspectiva de poder.” (ênfase nossa)
          “[Entrevistador] Quais são as medidas que impulsarão no caso de se tornarem governo?
           
          “[Altamira] Pôr fim à intervenção oficial na ANSES [Administração Nacional de Seguro Social] para que seja dirigida por representantes eleitos por aposentados e trabalhadores. Desse modo, acabaria seu esvaziamento forçado para pagar a dívida externa e financiar a fuga de capitais. Também estabelecer um salário mínimo igual ao custo do gasto familiar e acabar com o trabalho precário — este último assegurando o convênio coletivo à atividade. Outro ponto é renacionalizar o petróleo, que é a única forma de fechar a porta à saída de recursos para os acionistas do exterior e o grupo de ‘amigos’ instalado na YPF-Repsol, e terminar com o esgotamento das reservas comprovadas de combustíveis. Derrubar os impostos ao consumo (IVA) e financiar o Estado com impostos diretos.”
           
          Blaquier y los K, outubro de 2011. Disponível, em espanhol, em:
           
          A concepção de Altamira de usar uma frente eleitoral de esquerda para desenvolver uma “perspectiva de poder” por dentro do Estado burguês e “modificar a agenda política e social do país” não era uma exceção pontual, um mero descuido. O candidato a presidente da FIT não via a frente segundo a tradição bolchevique de campanhas eleitorais ― tribunas de denúncia do caráter de classe da democracia burguesa e do capitalismo, espaço de propaganda contra as ilusões de que mudanças sociais significativas podem se dar através das eleições burguesas. Pelo contrário, ele reproduziu uma contradição típica do discurso centrista ao defender um programa de grandes reformas por dentro do Estado burguês.
           
          E diante dessa posição de Altamira e do PO, onde ficou a FT-QI? Não vimos, nos inúmeros elogios que a LER-QI fez à FIT desde 2011, nenhuma consideração a respeito desse desvio político do candidato a presidente da Frente. No mesmo artigo citado anteriormente, além de considerar a FIT como “revolucionária” e possuindo uma “estratégia proletária” (por dentro do Estado burguês?), a LER-QI afirmou que “A FIT realizou uma grande e exemplar campanha eleitoral em 19 estados do país”. É esse o conceito da LER-QI de uma “campanha exemplar”? Essa concepção certamente é bastante diferente do legado comunista de Lenin e Trotsky. As Teses do Segundo Congresso da Internacional Comunista defenderam que:
           
          “(11) A tribuna do Parlamento burguês é um desses pontos de apoio secundários. Não se pode invocar contra a ação parlamentar a qualidade burguesa da instituição mesma. O Partido Comunista entra nele não para desenvolver uma ação orgânica, mas para solapar do interior a máquina governamental e o Parlamento.”
          “(14) A campanha eleitoral em si mesma deve ser conduzida não no sentido da obtenção do máximo de mandatos parlamentares, mas no sentido da mobilização das massas a partir das palavras de ordem da revolução proletária.”
           
          Em uma ocasião posterior não relacionada, a FT-QI criticou o PO por sua posição de que a vitória eleitoral de uma coalizão de esquerda pudesse representar uma perspectiva de poder para os trabalhadores. Na Grécia, onde o PO alimentou ilusões de que um governo da organização de esquerda Syriza seria um “governo de trabalhadores” eleito pelo voto por dentro do Estado burguês, o PTS apontou que:
           
          “Ao não existirem organismos das massas na luta que tendam a criar um duplo poder, este chamado do PO apela à vontade da direção da Syriza para que ‘impulsione’ um governo de trabalhadores, o qual, longe de combater o reformismo e pacifismo, fortalece as ilusões parlamentaristas alimentadas por esta centro-esquerda.”
          “O chamado a um eventual ‘governo de esquerda’ encabeçado pela Syriza, longe de contribuir para que setores dos trabalhadores e jovens avancem para tirar as conclusões de que o único programa para enfrentar o ajuste é um programa anticapitalista e revolucionário, alimenta as ilusões de que é possível uma saída parlamentar e pacífica à crise, sem enfrentar as instituições imperialistas como a UE nem atacar os interesses dos capitalistas.”
           
          Los revolucionarios y la cuestión del ‘gobierno de izquierda’, junho de 2012. Disponível, em espanhol, em:
           
          No entanto, quando Altamira e o PO cometeram o mesmo oportunismo em casa, na Argentina, a Fração Trotskista não estava propriamente numa posição onde mantinha as mãos livres para criticá-los, mas sim conformando a própria frente a que Altamira se referia. E então esse mesmo oportunismo foi considerado como parte de uma “campanha exemplar” que contribui para a “preparação da luta revolucionária”. Na verdade, alimentou as mesmas “ilusões de que é possível uma saída parlamentar e pacífica à crise”.
           
          A Fração Trotskista poderia objetar que não tem nenhum compromisso com o que Altamira escreveu ou disse na imprensa, como principal porta-voz e candidato de sua frente conjunta, mesmo quando falando em nome da FIT. Mas levadas em consideração as devidas proporções, como isso se distingue das afirmações do PSTU brasileiro, por exemplo, de que na sua frente de Belém (com PSOL e PCdoB) eles mantinham sua “total independência”? Na época, a LER-QI afirmou que isso era “o direito de espernear” e zombou do PSTU dizendo que “chamam isso de ‘autonomia’ ou ‘independência’ do partido”.
           
          Outros pontos no programa da FIT também representaram uma capitulação do PTS aos seus companheiros de viagem. Quando mencionou a conjuntura internacional, o programa da FIT proclamou:
           
          “Na Líbia, a intervenção da OTAN tem como objetivo evitar a queda revolucionária de Kadafi e trata de intervir nesse país para conter o conjunto do processo desatado na região. Chamamos a apoiar o triunfo dessas revoluções que sacodem o mundo árabe. Diferenciamo-nos claramente dos falsos esquerdistas que apoiaram a intervenção imperialista da OTAN. Como também denunciamos os supostos anti-imperialistas como o castro-chavismo que fazem causa comum com os ditadores que massacram seus povos.” (ênfase nossa)
           
          Declaración programática del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, agosto de 2011. Disponível, em espanhol, em:
           
          O próprio PTS teve uma posição traiçoeira na Líbia, ao não defender na prática tomar o lado da nação oprimida (sem nenhum apoio político ao seu governo ditatorial burguês) contra a OTAN e seus aliados locais. Mas pelo menos o PTS não defendeu o triunfo da suposta “revolução” dos rebeldes aliados com a OTAN (a “tropa terrestre” dos imperialistas, como os classificou na época). [2] Já no programa da FIT, assinado e defendido pelo PTS, onde foram parar as suas críticas (ainda que inconsistentes) às posições dominantes na esquerda internacional de apoio aos rebeldes que recebiam auxílio direto da OTAN? Qual a importância de escrever dúzias de polêmicas contra essas correntes centristas maiores se, quando se tornam aliados de bloco, o PTS deixa de lado as suas visões para defender a mesma posição de apoio a uma “revolução” financiada, armada e com auxílio direto da intervenção militar da OTAN, ao mesmo tempo em que cinicamente diz ser “contra o imperialismo”?
           
          Outros pontos do programa da Frente eram deliberadamente vagos, com o objetivo de abarcar as posições bastante divergentes dos seus componentes, como o que chama “Por um governo dos trabalhadores e do povo, imposto pela mobilização dos explorados e oprimidos”. É muito fácil proclamar a necessidade de um “governo de trabalhadores” – qualquer oportunista pode fazer isso dando a esse termo seu próprio significado, como já apontava Trotsky no Programa de Transição. Mas como esse governo seria construído e estabelecido? Em uma revolução em duas etapas, com uma primeira etapa “democrática”, como sugerem os morenistas? Ou ganhando assentos no parlamento burguês, como sugere o Partido Obrero? Ao defender a mesma proposição de “governo dos trabalhadores” lado a lado com o PO e os morenistas, a FT-QI ajudou a confundir a classe trabalhadora e a sua vanguarda.
           
          A Fração Trotskista parece gostar de acreditar que, ao compor a FIT, estava diminuindo a distância entre si e PO. Em certo sentido tem razão, mas essa convergência não se dá sob um programa revolucionário, mas sob um acordo oportunista. A construção da FIT não foi o resultado de uma evolução à esquerda do PO, ou dos morenistas da Esquerda Socialista para convergir com o programa do PTS, mas sim de uma combinação sem princípios entre os programas desses grupos que, ao considerarem que seu bloco conjunto era “revolucionário”, estão implicitamente afirmando que suas divergências não são tão relevantes.
           
          Os trotskistas, em sua luta pelo resgate dos princípios que tornaram possível a Revolução de Outubro, viam a necessidade fundamental de combater o centrismo e de manter contra ele uma intransigência programática, para o que é necessário manter as mãos livres. Ao defender que a FIT possui uma “estratégia revolucionária” apesar do caráter oportunista reconhecido de seus componentes, e ao apresenta-la muitas vezes de forma acrítica, a FT-QI está blindando o caráter oportunista do PO e IS diante da vanguarda da classe trabalhadora. E faz isso porque considera que essa Frente pode vir a ser um substituto suficiente (ainda que não perfeito) para o partido revolucionário.
           
          Embora algumas vezes, perante a vanguarda, a FT-QI faça críticas corretas a essas organizações revisionistas, quando se dirige a um público mais amplo ela as deixa de lado em prol da ilusão de que é possível defender um programa político “revolucionário” em conjunto tais organizações. Assim, a Fração Trotskista secundariza, diante da perspectiva de uma união com os oportunistas, o papel de denunciar o centrismo que desvia o proletariado de uma consciência revolucionária. Por trás da sua Frente “revolucionária” se escondia a disposição da FT-QI em encobrir e colaborar com os centristas na sua esperança inócua, como nós demonstraremos, de aperfeiçoar tais “instrumentos desafinados” para a revolução.
           
          FIT: um bloco oportunista com os “instrumentos desafinados”
           
          Os companheiros da seção simpatizante da FT-QI na Alemanha, a Revolutionary Internationalist Organisation (RIO), disseram que a FIT não era um projeto de longa duração, e que também não implicava nenhum compromisso estratégico entre os seus integrantes:
           
          “Outra característica importante para a formação da FIT é a questão de frentes eleitorais como uma frente única temporária baseada em acordos parciais em uma situação concreta, em oposição a projetos de longo prazo baseados em acordos mais profundos em termos de programa, estratégia e prática. A FIT não é de forma alguma um projeto que foi designado em termos de um alinhamento de longo prazo do PTS com o PO, mas sobre a necessidade concreta de uma frente única dos trabalhadores contra a repressão burguesa…”.
           
          The Electoral Campaign of the FIT in Argentina, julho de 2011. Disponível, em inglês, em:
           
          Não é necessariamente oportunista que organizações da classe trabalhadora (desde que em oposição a quaisquer representantes da burguesia) combinem suas forças para lutar contra restrições legais antidemocráticas para concorrer às eleições, ou para o propósito limitado temporário de organizar um voto de protesto contra os partidos e coalizões capitalistas. Mas isso não pode ser feito ao custo de minimizar a plena exposição de desacordos públicos entre tais correntes, e nem apresentando a frente com um programa político comum, ou como algum tipo de alternativa “revolucionária” portadora de uma estratégia que possa levar a classe trabalhadora à vitória, como foi feito pela Fração Trotskista. Vejamos o que disse o PTS vários meses depois das eleições argentinas terem sido encerradas:
           
          “Por outro lado, nos vemos obrigados a insistir que não apenas defendemos com todas as nossas forças a continuidade da FIT, como também temos sido consequentes impulsionadores de dar um novo salto, lançando uma grande revista da Assembleia de Intelectuais, Docentes e Artistas em apoio à FIT, a medida mais audaz para produzir um novo impacto no cenário político nacional que transcenda os marcos do acordo eleitoral e a publicação de declarações comuns.”
           
          Propuestas concretas para avanzar, março de 2012. Disponível, em espanhol, em:
           
          Apesar de a FIT ter sido uma frente eleitoral nas eleições argentinas de 2011, o PTS adotou a sua bandeira para muito além desse período. O partido passou a ter uma seção do seu site voltada exclusivamente para discutir sobre a Frente e até hoje ela continua sendo propagandeada nos setores do movimento onde ele atua. Mais significativamente, a FIT manteve colunas próprias em protestos de rua e também tem emitido declarações conjuntas, elaboradas nas suas reuniões. No Brasil, a LER-QI continua defendendo a FIT como o grande “exemplo a ser seguido” de como realizar uma campanha “revolucionária”. Nós não sabemos quanto os companheiros alemães sabem sobre a FIT, mas a sua caracterização em muito difere das próprias ações das demais seções da FT-QI.
           
          Já que a FIT claramente não era apenas uma associação temporária sem compromisso programático para burlar a legislação eleitoral antidemocrática da Argentina (que na prática impede pequenos grupos de lançarem candidatos), qual era o seu verdadeiro propósito do ponto de vista da Fração Trotskista?
           
          O PTS buscou uma forma de se conectar ao Partido Obrero (não é segredo para ninguém que a Esquerda Socialista, um grupo menor que o PTS, era um fator insignificante na FIT) esperando estabelecer um esquema no qual o PO, como parte da Frente, transcenderia as suas posições centristas e seria capaz de defender uma perspectiva revolucionária:
           
          “O que é seguro é que se apresentará a oportunidade de aproveitar a tribuna eleitoral para nos dirigirmos aos trabalhadores descontentes com o governo, levantando um programa operário e socialista que responda às demandas dos trabalhadores e do povo pobre, e uma perspectiva revolucionária. Apostamos que a Frente de Esquerda e dos Trabalhadores esteja à altura dessa nova realidade.”
           
          La nueva militancia obrera, los cambios en la clase trabajadora y el PTS, dezembro de 2012. Disponível, em espanhol, em:
           
          Os dirigentes do PTS acreditavam estar realizando uma manobra com o objetivo de aproximar o Partido Obrero das suas próprias concepções: influenciar o PO, que era a maior organização da FIT, a cumprir um papel “revolucionário” uma vez que estivessem associados. Esse tipo de impulso pablista, que faz concessões programáticas ao centrismo (como o PTS fez) para apostar na capacidade dos revisionistas de evoluírem até posições revolucionárias, foi certamente o que orientou a atuação do PTS.
           
          Para os trotskistas, um programa revolucionário só pode ser defendido consistentemente por um partido proletário de vanguarda que se aproprie de forma crítica das mais importantes experiências históricas da classe trabalhadora, ou seja, um partido capaz de recuperar o programa marxista e atualizá-lo, em oposição a todas as variantes do oportunismo. A ideia de que uma formação oportunista pode simplesmente ser forçada a conclusões genuinamente trotskistas pela pressão das massas, ou mesmo pela pressão de pretensos “revolucionários”, é uma concepção pablista. Isso foi explicado resumidamente pelo trotskista norte-americano James P. Cannon na época do seu rompimento com Pablo:
           
          “Se o nosso rompimento com o pablismo, como nós agora vemos claramente, for resumido a um ponto e puder ser concentrado em um ponto – esse ponto é a questão do partido. Isso nos parece claro agora conforme nós temos visto o desenvolvimento do pablismo na prática. A essência do revisionismo pablista é o abandono daquela parte do trotskismo que é hoje a sua parte mais vital – a concepção da crise da humanidade como a crise de liderança do movimento proletário resumida à questão do partido.
           
          “O pablismo busca não apenas destruir o trotskismo; ele busca destruir aquela parte do trotskismo que Trotsky aprendeu de Lenin. A maior contribuição de Lenin a toda sua época foi sua compreensão e sua luta determinada para construir um partido de vanguarda capaz de liderar os trabalhadores na revolução. E ele não confinou sua teoria à sua própria época de atividade. Ele voltou a 1871 e disse que o fator decisivo na derrota da primeira revolução proletária, a Comuna de Paris, foi a ausência de um partido de vanguarda marxista revolucionário capaz de dar ao movimento de massas um programa consciente e uma liderança resoluta. Foi a aceitação por Trotsky dessa contribuição de Lenin em 1917 que fez de Trotsky um leninista.
           
          “Isso está escrito no Programa de Transição, esse conceito leninista do papel decisivo do partido revolucionário. E é isso que os pablistas estão jogando pela janela a favor de uma concepção de que as ideias vão de alguma forma se filtrar para dentro das cabeças da burocracia traidora, dos stalinistas ou dos reformistas, e de que de uma forma ou de outra, no ‘dia de São Nunca’, a revolução socialista vai ser realizada e levada adiante sem um partido marxista revolucionário, isto é, leninista-trotskista. Essa é a essência do pablismo. Pablismo é a substituição do partido e do programa por uma fé e uma crença mística.”
           
          Lucha fraccional y dirección del partido, novembro-dezembro de 1953.
           
          A Fração Trotskista irá responder que ela não capitula aos stalinistas, socialdemocratas ou ao nacionalismo burguês, como fazem tradicionalmente os pablistas e morenistas, e que não está negando a necessidade de um partido revolucionário para a vitória do socialismo. Mas o exemplo da FIT demonstrou que a FT-QI tem plena disposição para capitular ao “trotskista” Partido Obrero. E não apenas sobre a Líbia ou sobre a questão de um “governo de trabalhadores” por dentro do Estado burguês, mas na questão mais importante de todas – que é o papel do partido. Se não está negando aberta e formalmente o papel do partido, a FT-QI está fazendo isso na prática, ao atribuir um papel revolucionário a um bloco com os centristas nada regenerados do PO.
           
          Dizer que uma Frente como a FIT era “revolucionária” não é um mero equívoco, ou um “erro” infeliz. É dizer que essa Frente centrista pode cumprir o papel que na realidade pertence a um partido revolucionário. Ao considerar a FIT como uma frente “revolucionária”, a FT-QI está compartilhando da concepção pablista segundo a qual a vanguarda revolucionária pode utilizar “instrumentos desafinados” para armar programaticamente a classe trabalhadora para a conquista do poder.
           
          O PTS responderá que não está se liquidando dentro da FIT, como fazem os pablistas. Talvez não organizativamente. Mas também nem todas as variantes do pablismo pregaram o desaparecimento organizativo de seus grupos. O que sempre está presente é o liquidacionismo programático, a atribuição de capacidades revolucionárias a uma força que não a classe trabalhadora liderada pelo seu partido de vanguarda. É isso que a Fração Trotskista está fazendo com relação a esse Frente, que não é nem um partido revolucionário, e nem revolucionária sob qualquer ponto de vista.
           
          Diferentemente da atitude do PST e da FT-QI, Trotsky foi bem enfático ao discutir com a seção francesa da Quarta Internacional o significado de blocos oportunistas como o que a FIT representa:
           
          “A ideia de uma ‘paridade de formações’, isto é, de tendências, é inerentemente absurda e depravada. As tendências não são iguais em números; mas o que é mais importante são os diferentes valores ideológicos e políticos das tendências. Há tendências certas e erradas, progressivas e reacionárias. Aventureiros, para quem nada é sagrado, podem muito bem se acomodar junto à todas as possíveis tendências. Mas marxistas são obrigados a combater impiedosamente as tendências sem princípios e a não fazer alianças com elas em uma base comum. A paridade de tendências significa a paridade entre o marxismo, o centrismo, o aventureirismo, etc.”
           
          The Crisis of the French Section, L. Trotsky, 1935-36.
           
          Apesar de insistirem ingenuamente que a FIT era um agrupamento de curto prazo para barrar a legislação eleitoral, os companheiros alemães da RIO nos ofereceram (sem ter sido sua intenção) uma visão bastante eloquente do que era o programa da FIT, e mostram como o papel do partido foi deixado de lado por essa Frente:
           
          “A única coisa que o programa [da FIT] não faz é mostrar um caminho claro para a revolução socialista, em termos de uma estratégia concreta para a construção de um partido revolucionário. De fato, ele nem mesmo faz menção à necessidade de um partido revolucionário … Essa discrepância entre as demandas de um programa transitório e a ausência de referência a um partido revolucionário, e nesse sentido a ausência de referência a uma estratégia revolucionária clara, só pode ser explicada pelas grandes diferenças entre as forças na Frente, especialmente o PO e o PTS, em termos da construção de um partido e o papel da auto-organização das massas, que também podem ser vistas claramente pela atuação diferente de ambos na campanha eleitoral.”
          “Em conclusão, o programa não é de forma alguma perfeito, mas estabelece uma boa base para uma unificação temporária das forças contra uma ameaça concreta (a reforma eleitoral). Não é um programa 100% revolucionário, mas, como dito antes, essa frente não é de longo prazo, mas uma solução temporária para um problema concreto, que também pode mostrar as diferenças entre os membros da frente e assim ajudar o PTS a adquirir um perfil mais claro contra o PO no que diz respeito à auto-organização das massas e a construção de um partido revolucionário.”
           
          Para uma frente considerada tão entusiasticamente como “revolucionária”, é interessante que a “única coisa” ausente do seu programa tenha sido exatamente o que há de mais importante: “mostrar um caminho claro para a revolução socialista” e uma “estratégia concreta para a construção de um partido revolucionário”. Também é difícil de acreditar, tendo em vista o que expusemos acima, que a constituição da FIT tenha ajudado o PTS a se diferenciar do PO.
           
          Ora, nenhuma organização revolucionária é perfeita. Todas cometem erros e desvios. A questão é sua capacidade de corrigi-los e avançar. Mas o que quer dizer que o programa da FIT não era “100% revolucionário”? Um programa político não pode ser 80% ou 60% revolucionário (que é o que a descrição dos companheiros alemães deixa a entender).
           
          A caracterização de um partido ou de um agrupamento como revolucionário é qualitativa, e não quantitativa. Diz respeito à sua capacidade de armar a classe trabalhadora com o programa e a estratégia revolucionários para a vitória contra a burguesia e seu Estado, apesar de eventuais erros. O que pode ser entendido a partir do fato de que, por um lado, a Fração Trotskista considerou a FIT como “socialista”, “revolucionária”, “constituída em base a princípios, programa, táticas e estratégia proletária” — ou seja, considerou-a capaz de cumprir tal propósito — e, de outro, que o programa dessa frente não fazia nenhuma menção à necessidade de um partido revolucionário? Somente uma coisa (para aqueles que quiserem enxergar). Que na prática, a FT-QI sustentou a posição de que essa Frente poderia cumprir um papel revolucionário sem nenhuma menção à questão do partido. Essa concepção entende o partido revolucionário como um elemento dispensável, facultativo – substituível por um bloco oportunista.
           
          A Fração Trotskista não tem como objetivo, dentro da FIT, esclarecer e ganhar os militantes e trabalhadores de base do Partido Obrero para uma perspectiva de oposição aos seus dirigentes oportunistas, e sim de pressionar a direção altamirista na expectativa de que ela possa cumprir o papel de uma liderança revolucionária. Se não fosse essa a sua intenção, por que aceitaria fazer importantes concessões programáticas ao PO em uma plataforma conjunta, e consideraria essa frente com Altamira como “revolucionária”? Isso é uma tentativa de se aproximar da direção do Partido Obrero, não de esclarecer os militantes do PO sobre o oportunismo da sua direção.
           
          É claro que a Fração trotskista não está plenamente satisfeita com a FIT. Ela quer construir um partido conjunto com o PO, como já deixou claro em mais de uma declaração. Através da FIT, podemos ter uma medida de qual é o padrão “revolucionário” (repleto de capitulações a um centrismo à sua direita) que a FT-QI estaria disposta a estabelecer. Por ora o Partido Obrero rejeitou tais propostas. Mas um partido resultante de uma fusão como essa não seria um genuíno reagrupamento dos revolucionários em oposição ao centrismo de suas direções, mas uma “FIT permanente” com Altamira e seu legado de traições aos interesses da classe trabalhadora – e o PTS servindo como seu advogado de esquerda.
           
          Às vezes, os dirigentes da FT-QI deixam a entender que estão realizando apenas uma “manobra” através da qual estão conseguindo pressionar, ou mesmo atrair, os centristas do PO para uma posição mais à esquerda. Membros mais conscientes da Fração Trotskista deveriam estar se perguntando se, ao invés de influenciar os oportunistas a adotar posições “revolucionárias”, eles próprios não estão sendo puxados para posições cada vez mais oportunistas. Nos seus esforços para se adequar a essas organizações em uma Frente ou um partido conjunto, a máscara vai acabar se tornando o verdadeiro rosto.
           
          Blocos com “instrumentos desafinados” vs. reagrupamento revolucionário
           
          O motivo pelo qual é possível enxergar através das intenções da FT-QI, é porque a FIT não foi nem a primeira e nem a segunda ocasião em que ela afirmou que, se as correntes centristas à sua direita estiverem unidas com ela própria (mesmo que sem nenhum balanço de seus oportunismos prévios) elas podem, da noite para o dia, passar a cumprir um papel “revolucionário”.
           
          Em 2007, por exemplo, a FT-QI lançou um “Chamado Internacionalista” assinado por todas as suas seções, onde chamava certas organizações – o PSTU brasileiro (LIT), o PO argentino (CRQI) e o POR boliviano – a “fazer uma campanha conjunta por três pontos fundamentais” em oposição ao governo Chávez na Venezuela. Esses pontos eram:
           
          “(A) Contra as falsas nacionalizações de Chávez, lutar por uma nacionalização sem indenização de todas as indústrias estratégicas, sob controle e gestão operária; (B) Lutar por um partido operário independente, para que a classe trabalhadora comece a pensar na vida política nacional contra todas as variantes do reformismo e do nacionalismo burguês; (C) A perspectiva de um governo operário, camponês e do povo pobre como única via real para dar passos rumo à resolução das principais demandas operárias, camponeses e populares, contra toda falácia de ‘socialismo do século XXI’.”
           
          La tarea de la izquierda ante el proyecto de Chávez, março de 2007. Disponível, em espanhol, em:
           
          Novamente, a proposta não era por uma frente única, unidade de ação por um objetivo de luta, da qual os revolucionários participariam sempre que possível. A Fração Trotskista estava chamando essas organizações centristas maiores para lutarem junto com ela por programa transitório (“nacionalização sem indenização de todas as indústrias estratégicas, sob controle e gestão operária”) e por um “governo operário, camponês e do povo pobre” – ou seja, por um bloco programático.
           
          Esse “chamado internacionalista” era bastante diplomático. Ele não continha nenhuma crítica àqueles a quem a FT-QI propôs a campanha. Não denunciou, por exemplo, que o PSTU brasileiro não luta ativamente por um programa transitório no seio da classe trabalhadora ou que sua teoria da “revolução democrática” subordina o proletariado a “variantes do reformismo e do nacionalismo burguês”; nem tampouco que em momentos chave do passado ambos o PO argentino e POR boliviano abandonaram a luta por um governo dos trabalhadores em troca de uma ou outra variante da burguesia “anti-imperialista”, algo que certamente repetirão no futuro.
           
          Esse tipo de “manobra” só tem como resultado prestigiar os centristas aos olhos da vanguarda da classe trabalhadora. Isso só cumpre o papel de desorientar sobre a natureza do centrismo. Se a Fração Trotskista tivesse cumprido nessa ocasião o papel de denunciar o fato de que as organizações a quem propõe essa campanha cruzam repetidamente a linha de classe, o próprio chamado não faria sentido. A Fração Trotskista estaria, no mínimo, pedindo para que esses centristas que se encontram à sua direita rejeitassem todo o seu longo histórico de capitulações. Diferente do que parece esperar a Fração Trotskista, nenhuma dessas correntes irá simplesmente repudiar sua trajetória e passar a cumprir um papel “revolucionário”, mesmo que num bloco conjunto com ela.
           
          Se há alguma coisa de consistente nessas tentativas da FT-QI, é a sua disposição em tentar criar blocos oportunistas para substituir o papel de um partido revolucionário. Se os pablistas clássicos buscavam “afinar” “instrumentos desafinados” que já existiam, a FT-QI busca se associar a estes instrumentos, criando um bloco ainda mais “desafinado” perante as tarefas revolucionárias.
           
          Um dos maiores testes políticos para uma seção da FT-QI até hoje, a crise argentina de 2001-2002, não foi exceção nas tentativas utópicas de criar blocos oportunistas com os “instrumentos desafinados”. Com o enorme clamor popular pela queda do presidente burguês, ao mesmo tempo em que faltava às massas trabalhadoras precisamente um programa claro e a preparação para defender uma solução revolucionária, a posição do PTS foi propor um “bloco de esquerda” para atuar conjuntamente com centristas de direita e reformistas:
           
          “Para impulsionar essas tarefas e um programa como o que propomos nessas páginas, é preciso buscar unir a esquerda em um bloco. Mas nem toda esquerda está disposta a lutar por uma saída desse tipo. Para pôr um exemplo recente, na marcha à Praça do Congresso convocada pela CGT de Moyano, o PC se opôs acirradamente a que a coluna da esquerda fosse encabeçada pela bandeira de ‘greve geral até que se vão’. Os companheiros do MST e do PO cederam. Por isso marchamos separados. O PC está comprometido com a cúpula dirigente da CTA e a Frente Contra a Pobreza, que mostrou toda a sua impotência nos atuais acontecimentos. Não querem nenhuma saída de fundo por fora desse regime de engano e miséria porque pretendem reformas cosméticas. Propomos ao MST, se decidir se separar do PC-IU, e ao PO formar um bloco da esquerda, operário, socialista e revolucionário para intervir em comum no processo atual.”
           
          Expropiar a los expropiadores, dezembro de 2011. Disponível, em espanhol, em:
           
          Mesmo sem entrar na discussão sobre o programa levantado pelo PTS nesse mesmo artigo (que defendeu substituir o governo burguês por uma Assembleia Constituinte para criar uma “democracia muito mais ampla”, em que as massas “fariam muito mais rapidamente sua experiência”), vemos aqui mais uma demonstração de como a FT-QI defendeu que os oportunistas poderiam ser parte de um “bloco da esquerda, operário, socialista e revolucionário”.
           
          Quando a classe trabalhadora argentina mais precisou de um partido revolucionário, o objetivo principal da FT-QI não foi trabalhar para construir um de forma independente dos oportunistas em geral, mas sim apostar em um bloco oportunista com eles, para tentar utilizar “instrumentos desafinados” para cumprir tarefas revolucionárias. Trotsky defendeu que “Para levar a cabo eficazmente” todas as tarefas revolucionárias “são necessárias três condições: o partido, o partido, e uma vez mais o partido.” (A revolução espanhola e as tarefas dos comunistas, janeiro de 1931). Para a FT-QI, era necessário, acima de tudo, um bloco com os centristas e reformistas.
           
          Alguns companheiros da FT-QI sustentam que através das “manobras” como a FIT, estão apenas lutando para construir um partido revolucionário o mais rápido possível. Verificar as possibilidades de fusão com outras organizações é uma tarefa fundamental para que os pequenos grupos trotskistas possam se desenvolver. Mas isso deve se dar ao mesmo tempo em que se trava uma batalha contra todas as concepções oportunistas. Não se combate seriamente o centrismo do PO, por exemplo, encobrindo as posições dúbias de Altamira, ou dizendo que este pode cumprir um papel revolucionário. Essa tarefa de combater seriamente o centrismo, a Fração Trotskista abandona quando quer se apresentar para a classe trabalhadora sob a mesma bandeira das organizações oportunistas.
           
          O partido mundial da revolução socialista não será reconstruído em colaboração com o centrismo. Em alguns momentos, a Fração Trotskista tem o mérito de se opor à colaboração de classes com os setores da burguesia com os quais muitos na esquerda flertam e consideram “anti-imperialistas”, “objetivamente revolucionários”, “progressivos” ou coisas do gênero. Mas isso não tem nenhum valor se ela está a serviço de um projeto de construção de partido que não é independente desses grupos centristas e, por vezes, cumpre o papel de blindar os seus oportunismos sob o rótulo de “revolucionário”.
           
          A história da construção da Quarta Internacional está repleta de exemplos de como é possível se aproximar de organizações centristas jovens e instáveis e ganha-las para o programa revolucionário. Isso foi feito sem capitular ao centrismo, e sem dizer que este podia simplesmente passar a cumprir um papel revolucionário sem um rompimento claro e aberto com seu programa prévio. Tanto o PSTU brasileiro quanto o PO argentino são grupos centristas consolidados, com uma trajetória de várias décadas de traições aos interesses da classe trabalhadora. É extremamente improvável, para dizer o mínimo, que esses grupos, com sua atual liderança, possam ser ganhos como um todo para o programa revolucionário. Mas mesmo se isso fosse possível, certamente não aconteceria através da postura “diplomática” dos chamados da FT-QI e nem nas ilusões nutridas no caráter “revolucionário” de frentes como a FIT. Como nós explicamos em outra ocasião:
           
          “Os revolucionários não são indiferentes ao fato de que as organizações centristas (como o PSTU), e mesmo partidos reformistas, possuem contradições internas, muitas à esquerda, e que podem ser resolvidas ganhando largas frações de tais grupos para uma política revolucionária. Mas essa ruptura precisa se dar em algum momento e somente os revolucionários podem cumprir o papel de separar os militantes honestos que são atraídos inadvertidamente para organizações engessadas e aqueles que já estão conscientemente presos a políticas centristas ou ao aparato burocrático do partido… Mas o PSTU em si, como partido que existe hoje, afasta os militantes honestos das concepções genuinamente revolucionárias, ao invés de aproximá-los delas.”
           
          “A liderança da LER-QI possui sérias ilusões no PSTU (e em sua direção) se compreende que esse partido pode ser influenciado por ela e simplesmente passar a cumprir um papel progressivo na luta pela construção da vanguarda comunista. Como em todas as épocas, os revolucionários devem saber separar os elementos mais avançados daqueles que simplesmente se adaptaram ao ritmo ou ao aparato conservador dos partidos centristas.”
           
          O Vermelho Deles e o Nosso, agosto de 2011. Disponível em:
           
          FT-QI: uma ruptura incompleta com o morenismo
           
          Para aqueles que têm alguma familiaridade com a tradição morenista, fica patente a proximidade que a FT-QI ainda mantém com esta no que diz respeito à questão de como construir o partido. O impulso da FT-QI por construir blocos com correntes oportunistas (“instrumentos desafinados”) que estejam à sua direita tem equivalentes diretos nessa tradição. Nesse sentido, sua estratégia de construção de partido está muito mais próxima do morenismo do que da perspectiva trotskista de reagrupamento revolucionário. Moreno, que expunha de forma muito mais descarada o seu oportunismo, explicou da seguinte forma o seu método:
           
          “Concretamente, é preciso formar por meio de acordos com centristas e grupos progressivos um partido centrista de esquerda legal que nos permita chegar melhor à vanguarda operária.”
           
          El Golpe Gorila de 1955, meados de 1956. Disponível, em espanhol, em:
           
          Desde o início de sua militância, Moreno e seus colaboradores próximos construíram os mais diversos blocos oportunistas com outros grupos nacionais e internacionais, que raramente duraram muito. [3] Entretanto, em fins dos anos 50, quando ainda estava alinhado ao Comitê Internacional anti-pablista, Moreno racionalizou na forma de uma teoria o seu oportunismo acerca da construção do partido, tal qual fizera antes ao elaborar a estratégia semi-etapista da “revolução democrática”. Aos blocos que visava construir com os oportunistas à sua direita, Moreno passou a chamar de “Frente Única Revolucionária”. Essa racionalização, junto à estratégia da “revolução democrática”, pavimentou sua reunificação temporária com o Secretariado Internacional pablista em 1963, seguindo os passos do SWP norte-americano.
           
          O documento que contém tal racionalização de forma mais clara são as chamadas “Teses de Leed”, ou “Teses Sobre a Frente Única Revolucionária”, apresentadas em 1958, em uma conferência do Comitê Internacional (ocorrida na cidade inglesa de Leed). Delineando uma análise quase igual à dos pablistas do Secretariado Internacional, Moreno alegou que o ascenso revolucionário de então produziria uma crise nos aparatos e organizações oportunistas da classe trabalhadora, que rachariam e dariam origem a “forças revolucionárias inconscientes” (termo de Moreno). Devido a sua fraqueza, Moreno previa que as forças trotskistas revolucionárias não seriam capazes de absorver tais tendências de imediato. Propôs então que se formasse “unidades de ação revolucionária” com tais forças, alçando-as à direção das massas ao buscar responder às “necessidades revolucionárias mais urgentes” destas. Conforme resume o próprio documento:
           
          “O importante é compreender que a Frente Única Revolucionaria significa toda uma nova estratégia geral que se sintetiza na necessidade de que nossas organizações trotskistas nacionais assumam a tarefa obrigatória de organizar a ação comum das tendências revolucionarias que surjam da crise dos aparatos no movimento de massas, para postular com redobradas forças o direito e a necessidade de que haja uma direção revolucionária do movimento de massas, e para ajudar essas tendências a se elevarem verdadeiramente a atuarem enquanto uma direção revolucionária.”
           
          Tesis Sobre El Frente Unico  Revolucionario, N. Moreno, 1958. Disponível, em espanhol, em:
           
          Obviamente, em momentos de crise e de conflitos internos nas organizações centristas, os trotskistas buscam intervir de forma a promover um reagrupamento de forças revolucionárias – muitas vezes, possível apenas com um setor dessas organizações, que precisam rachar para tal. Entretanto, as forças com as quais Moreno visava reagrupar nesse momento de crise (e com as quais passou a buscar se reagrupar mesmo em momentos de calmaria) eram, na sua própria definição, “centristas de esquerda ou ultraesquerdistas”. Forças que “não se elevaram à compreensão da necessidade de nosso programa”, mas que supostamente, mesmo “com todas as suas limitações e erros levarão o movimento de massas a posições revolucionárias”.
           
          Portanto, Moreno claramente propunha algo que na prática era idêntico à ideia pablista de “afinar” “instrumentos desafinados” – porém, no lugar de uma dissolução organizativa (“entrismo sui generis”), colocava a formação de um bloco oportunista (“Frente Única Revolucionária”).
           
          Sem dúvidas é aí que reside o impulso da FT-QI de formar blocos com grupos “trotskistas” à sua direita. Nesse artigo buscamos apresentar de maneira aprofundada o aspecto prático que esse impulso assume na Argentina, através das ações da maior seção da FT-QI. Entretanto, a vontade do PTS de se amalgamar com o PO (que já gerou alguns chamados públicos para discussões de fusão que não apresentavam nenhum balanço sério das diferenças entre ambas organizações) se expressa não só a nível nacional, mas é também generalizado para outras seções da FT-QI, constituindo assim uma verdadeira estratégia centrista de construção de partido. Em uma resolução adotada em seu último congresso, o PTS apontou como tarefa:
           
          “3) Ratificar o chamado discutido pelos grupos da FT de colocar de pé um Movimento por uma Internacional da Revolução Socialista – que para nós é a Quarta Internacional – em base a um Manifesto Programático. Este chamado está dirigido tanto aos setores da vanguarda operária e da juventude, como à ala esquerda dos operários de Huanuni, como às organizações da esquerda trotskista, em particular a plataforma Y do NPA e a Coordenadoria pela Refundação da Quarta Internacional (CRCI a qual pertence o Partido Operário da Argentina), com quem esperamos abrir discussões que nos permitam confluir nesta tarefa de dimensões históricas.” (nossa ênfase)
           
          XIII Congresso do PTS, abril de 2013. Disponível em:
           
          Diante da crítica que fazemos à sua política com relação aos grandes grupos centristas, algumas vezes companheiros da LER-QI (que no Brasil buscam aplicar uma lógica semelhante em relação ao PSTU) respondem verbalmente às nossas críticas com acusações de “sectários” ou mesmo de “puristas”. Trotsky explicou que uma organização revolucionária se distingue de uma organização centrista pelo seu “cuidado atento aos princípios, clareza de posição, consistência política e integralidade organizacional” (Dois Artigos sobre o Centrismo, 1934). Temos com ele pleno acordo nesse aspecto.
           
          O nosso suposto “sectarismo” não seria por uma recusa em participar sempre que possível da luta de classes, dos sindicatos, de frentes únicas, das eleições burguesas (para propaganda revolucionária) ou de qualquer arena onde a classe trabalhadora esteja em luta; mas simplesmente por nos opormos a considerar “revolucionária” uma frente programática contendo partidos “trotskistas” que já realizaram grandes desserviços à causa da luta pela reconstrução da Quarta internacional e, consequentemente, pela revolução socialista. Durante a construção da Quarta Internacional, Trotsky fez uma descrição bastante relevante do papel do centrismo:
           
          “… A nova Internacional não pode se formar de outra forma que não seja na luta contra o centrismo. A intransigência ideológica e a frente única flexível são, nessas condições, duas armas para buscar um mesmo fim.”
          “O centrista, nunca certo da sua posição e métodos, detesta o princípio revolucionário: chamar as coisas do que são; ele se inclina a substituir os princípios políticos por combinações pessoais e pequenas diplomacias organizativas.”
           
          “O centrista mantém sempre uma dependência espiritual com grupos à direita, é induzido a cortejar a boa vontade do mais moderado, a manter silêncio sobre as falhas oportunistas dele e a blindar suas ações diante dos trabalhadores.”
          “… É precisamente nesse plano que se deve agora golpear com princípios o centrismo. Para realizar esse trabalho com sucesso, é essencial conservar as mãos livres; isso significa não apenas manter uma completa independência orgânica, mas também uma intransigência crítica com relação às ramificações mais ‘de esquerda’ do centrismo.”
           
          Two Articles on Centrism, fevereiro/março de 1934. Disponível, em inglês, em:
           
          Por não ter sido capaz de absorver tal lição, a ruptura da FT-QI com o morenismo não pode ser tida como completa nem revolucionária. Ela certamente foi progressiva em muitos aspectos, mas ela apresenta nítidos resquícios do oportunismo morenista em alguns pontos centrais, como no que diz respeito à construção de um partido revolucionário. [4]
           
          Concluímos com a seguinte citação de uma das organizações que, de um ponto de vista programático, foi predecessora do Reagrupamento Revolucionário. Ela condensa uma das linhas divisórias que nos separa da FT-QI e de outras organizações aparentemente “ortodoxas”:
           
          “Nos últimos quinze anos o movimento fundado por Leon Trotsky sofreu uma profunda crise teórica, política e organizativa. A manifestação superficial dessa crise foi o desaparecimento da Quarta Internacional como uma estrutura significativa. O movimento consequentemente foi reduzido a um grande número de pequenos grupos … Políticos superficiais esperam superar a crise por uma fórmula organizativa – ‘unidade’ de todos pequenos grupos que queiram se unir em torno de um programa de denominador comum. Essa proposta obscurece e, na verdade, agrava as causas políticas e teóricas fundamentais dessa crise. … A Quarta Internacional não irá renascer através da adaptação ao revisionismo pablista: somente com uma luta teórica e política contra todas as formas de centrismo é que o partido mundial da revolução socialista pode finalmente ser estabelecido.”
           
          Rumo ao Renascimento da Quarta Internacional, junho de 1963. Disponível em:
           
          NOTAS
           
          [1] Para uma análise crítica da estratégia morenista da “revolução democrática” (ou “revolução de fevereiro”), conferir estes artigos, disponíveis respectivamente em:
          [2] Para uma crítica dessa posição de “neutralidade” ante a invasão imperialista, conferir:

          [3] Para citar o que talvez seja um dos exemplos mais conhecidos, entre fins de 1979 até meados de 1981, Moreno formou um grupo internacional com Pierre Lambert. Extremamente instável, o bloco se desfez rapidamente com ambos os lados trocando acusações de “oportunismo”. Antes disso, Moreno havia rompido com Comitê Internacional em 1963, para se reunificar com os pablistas do Secretariado Internacional, tal qual estava fazendo o SWP norte-americano. Para mais detalhes sobre o bloco com Lambert, formado após a saída de Moreno do Secretariado Unificado, confira os seguintes dois artigos disponíveis em nosso Arquivo Histórico em espanhol:
          [4] Encaramos que outro ponto central que demonstra a insuficiência dessa ruptura reside na ausência de um balanço crítico, por parte da FT-QI, das posições traidoras que o morenismo adotou diante das contrarrevoluções no Leste Europeu, durante meados da década de 80. Em geral essas posições se resumem no fato do morenismo ter apoiado politicamente os diversos movimentos restauracionistas, como o “sindicato” Solidariedade. A esse respeito, sugerimos a leitura dos seguintes materiais, disponíveis em nosso Arquivo Histórico em Português (mais alguns serão adicionados em breve):

          Arquivo Histórico: Bolívia + Degeneração Espartaquista

          Chamamos a atenção de nossos leitores para publicação de novos materiais em nosso Arquivo Histórico. Os dois primeiros artigos foram escritos pela então revolucionária Liga Espartaquista e tratam da revolução boliviana de 1971 e das posições de outras correntes que reivindicavam o trotskismo na época. Os outros dois tratam da degeneração burocrática da Liga Espartaquista e foram escritos pela Tendência Bolchevique: 

          REVOLUÇÃO BOLIVIANA DE 1971

          DEGENERAÇÃO DA LIGA ESPARTAQUISTA

          Sobre as “delegacias da mulher” e a emancipação das mulheres trabalhadoras

          Debate com o PSTU

          Sobre as “delegacias da mulher” e a emancipação das mulheres trabalhadoras

          Maio de 2013

           
          Reproduzimos a seguir a intervenção (reconstruída a partir de anotações) de um militante do Reagrupamento Revolucionário realizada em um fórum aberto do Partido Socialista dos Trabalhadores Unificado (PSTU) no Rio de Janeiro, em 15 de março de 2013. A atividade, intitulada “A Origem do Machismo e suas Consequências nos Dias Atuais”, contou com a presença de cerca de cem pessoas. Depois da intervenção, incluímos um comentário lidando com as respostas que recebemos das companheiras e companheiros do PSTU no dia do evento.

          Intervenção
           
          Eu sou militante do Reagrupamento Revolucionário. Eu concordo com a afirmação de que todas as formas de opressão contra as mulheres devem ser ativamente combatidas pela esquerda. O meu grupo acredita que a luta pela emancipação da mulher é estratégica para o sucesso de uma revolução socialista.
           
          De fato, a igualdade básica para as mulheres só é possível derrubando o Estado dos patrões e estabelecendo um governo direto dos trabalhadores, capaz de oferecer emprego de qualidade e com salário igual para todas; capaz de socializar o trabalho doméstico; e de assegurar direitos democráticos como a legalização do aborto. Mas um governo como esse não pode ser erguido sobre as bases do atual Estado burguês. É necessário derrubar os seus pilares, um dos quais é a polícia e as forças armadas. Nesse sentido, eu acredito ser necessária uma polêmica com os companheiros do PSTU.
           
          Na semana do Dia Internacional da Mulher Trabalhadora, o PSTU defendeu, entre outras demandas, “Abertura de mais delegacias da mulher, com funcionamento 24 horas e policiais qualificados para o atendimento a vítimas”. A abertura de mais delegacias implica a contratação e treinamento de mais policiais, e também a compra de mais equipamento para a polícia, que vão estar a disposição do Estado para reprimir os movimentos da classe trabalhadora. Nós acreditamos que qualquer reforço no aparato de Estado dos patrões, como o que é proposto nessa medida, atrapalha estrategicamente a luta pela liberação das mulheres trabalhadoras.
           
          Nós sabemos que muitas vezes as mulheres trabalhadoras não tem outra opção a não ser recorrerem à polícia. E é claro que não temos nenhuma compaixão pelos agressores machistas e estupradores que atentem contra a integridade das mulheres e acabem eventualmente atrás das grades. Mas eu acredito que revolucionários não podem estabelecer como uma de suas demandas algo que irá reforçar o aparato armado que defende o que é, em última análise, a causa principal do machismo e da opressão às mulheres.
           
          As trabalhadoras nas greves reprimidas, as estudantes presas e processadas da USP, as militantes de esquerda e do movimento popular, assassinadas e agredidas pela polícia, as mulheres que vivem nas favelas, todas sabem que a polícia não é sua amiga. É por um reforço dessa mesma polícia que o PSTU está inadvertidamente chamando com essa palavra de ordem. Os policiais, inclusive as policiais mulheres, estão do outro lado da barricada da luta de classes.
           
          O papel de uma organização revolucionária é mostrar que essa polícia é um órgão que vai contra os interesses das mulheres trabalhadoras e também não é capaz de protegê-las efetivamente. Os marxistas devem explicar para os proletários que eles devem buscar a sua própria proteção, inclusive contra o Estado, e estimular experiências de autodefesa baseadas nos sindicatos, nas organizações que se interessem pela defesa das mulheres e que sejam compostas pelos partidos de esquerda.
           

          Nós sabemos que nem sempre isso é possível na nossa atual conjuntura, e não propomos que as mulheres aceitem caladas a opressão de seus agressores particulares. Mas não iremos propor um reforço do instrumento que mantém essa opressão de uma forma geral e que será um obstáculo também quando as trabalhadoras e trabalhadores estiverem prontos para tomar suas vidas em suas próprias mãos. Ao propor um reforço do Estado burguês e ao apresentar um crescimento de delegacias e policiais como se fosse algo bom para as proletárias, o PSTU está prestando um desserviço à causa da emancipação da mulher trabalhadora.

          Comentário Posterior
           
          Por Rodolfo Kaleb
           
          No debate, nós recebemos uma variedade de respostas de militantes do PSTU através de suas intervenções. Cyro Garcia, que é o atual presidente estadual do PSTU do Rio de Janeiro, classificou nossa posição como uma “incompreensão” que deixaria as mulheres jogadas à própria sorte. Afirmou ainda que, na atual conjuntura, é necessário exigir do Estado a defesa das mulheres trabalhadoras. Que em uma conjuntura mais favorável, no futuro, será possível que os próprios trabalhadores organizem sua proteção.
           
          O dirigente do PSTU separa a situação presente (na qual se justificaria um reforço do aparato policial) e uma situação futura, indefinida, na qual fariam sentido nossas demandas de construir autodefesas dos trabalhadores baseadas nos sindicatos.
           
          Não pareceu existir na fala de Cyro a compreensão de que existe uma relação entre o que defendemos hoje e a situação que encontraremos amanhã. Pedir hoje que as forças policiais sejam reforçadas faz com que amanhã, quando houver uma possibilidade concreta de enfrenta-las abertamente, elas estejam mais fortes. Isso sem contar com o fato de que durante todo esse período elas significarão mais repressão e perseguição contra os lutadores de todos os movimentos sociais.
           
          Diferente da lógica do PSTU, Marx defendia que “Os comunistas combatem pelos interesses e objetivos imediatos da classe operária, mas mesmo no movimento do presente, também representam e se encarregam de seu futuro.” (Manifesto do Partido Comunista).
           
          Em sua fala de encerramento, a companheira Marília Macedo (candidata a vice-prefeita pelo PSTU nas últimas eleições municipais), nos respondeu reconhecendo que existe certa contradição em defender uma medida que fortalece o aparato policial, mas disse que essa contradição não era irreconciliável e ofereceu o seguinte argumento: esse fortalecimento quantitativo do aparato policial do Estado burguês iria, no futuro, sob uma correlação de forças mais favorável, ser atenuado pela possibilidade de que esses “trabalhadores fardados” fossem devidamente ganhos para a luta revolucionária.
           
          O marxismo e a experiência histórica nos ensinam que uma revolução proletária não pode triunfar sem destruir o aparato armado do Estado burguês, que deve imediatamente ser substituído pelos trabalhadores armados e seus próprios órgãos democráticos de poder. Esses ensinamentos têm sido comprovados repetidamente ao longo das décadas pelas revoluções triunfantes e, pela negativa, pelas muitas vezes em que a classe trabalhadora foi derrotada. Para vencer como classe, os trabalhadores não podem contar com a polícia e as forças armadas da burguesia; pelo contrário, essas são seus inimigos.
           
          É claro que, em situações revolucionárias, é necessário rachar o exército burguês ― o que significa ganhar os soldados não comprometidos com a burguesia para o lado do proletariado. Mas isso é muito diferente de acreditar que mais soldados armados pela burguesia pode ser algo bom para a classe trabalhadora, cujas lutas cotidianas contra a classe dominante seriam reprimidas com mais vigor. Sem contar que existe uma diferença fundamental entre rachar as Forças Armadas (Exército, Marinha e Aeronáutica) – que em épocas de intensa crise social incorporam muitos proletários recrutados em um período curto de tempo (e muitas vezes contra sua vontade) – e rachar as forças policiais compostas por profissionais que voluntariamente decidem pelo serviço de repressão. Mais polícia nas ruas definitivamente não é algo bom para a classe trabalhadora!
           
          ***
           
          Apesar da contradição flagrante com a tradição marxista, o PSTU tenta esboçar alguma lógica em sua posição. Como deixou clara a fala da companheira Marília, o PSTU acredita que em algum momento será possível ganhar os policiais para a causa revolucionária. Essa crença (sem fundamento na experiência histórica do proletariado) deriva do fato de que esse partido vê os policiais enquanto trabalhadores, com a “pequena diferença” de que sua função primordial é manter a ordem burguesa! [1]
           
          O PSTU defende a presença de “sindicatos” de policiais na CSP-CONLUTAS e apoia “greves” da Polícia Militar por “melhores condições de trabalho” (ou seja, para reprimir melhor), ignorando a experiência concreta dos trabalhadores, que em suas lutas são brutalmente reprimidos e até mesmo assassinados por esses “companheiros” da polícia.
           
          Mas ainda assim, tal posição não justifica porque deveríamos apoiar a expansão das “delegacias da mulher”, tendo em mente que essas delegacias vão significar mais “companheiros policiais” aptos para repressão das lutas proletárias. Mesmo considerando que o PSTU estivesse sendo sincero em suas intenções (oportunistas) de querer ganhar a polícia para um programa socialista, o que ele está fazendo não é buscar romper policiais de uma instituição reacionária, mas sim se adaptando aos interesses reacionários de fortalecer a polícia como instituição.
           
          ***
           
          Algumas outras falas de militantes do PSTU ao longo da atividade refletiram uma percepção mais geral (e confusa) de que o reforço do aparato policial não só seria uma garantia de proteção para muitas mulheres, mas também ajudaria estas a se sentirem mais confiantes. Segundo essa percepção, isso poderia se refletir até mesmo em uma maior adesão de mulheres aos sindicatos e às lutas em geral.
           
          Nós não duvidamos que muitas mulheres tenham a ilusão de que estão mais seguras com o fortalecimento da polícia na forma de “delegacias das mulheres”. É exatamente isso que o Estado burguês quer que acreditem. E as companheiras e companheiros do PSTU compartilham dessa crença. Mas será que ela é verdadeira? Não se trata aqui de uma tentativa tola de simplificar a realidade. Sabemos que por ser um aparato armado da burguesia, a polícia realiza também um trabalho de perseguição a criminosos comuns que, se não controlados, afetam a própria lógica do funcionamento do sistema. Também devemos apontar, porém, que a polícia “mostra serviço” principalmente quando é chamada a defender ricos e poderosos, tanto em seus interesses particulares quanto nos seus interesses comuns de reprimir e espionar os movimentos sociais. Mesmo quando atende as mulheres da classe trabalhadora, a polícia frequentemente incorre em discriminação de classe, raça ou orientação sexual. Mulheres pobres e da classe trabalhadora são tratadas com pouco caso e com preconceito quando recorrem à polícia.
           
          Mais delegacias especializadas poderiam fornecer a uma mulher trabalhadora proteção apenas em certo nível individual e momentâneo/imediato. Mas a tarefa principal dessa polícia permaneceria oposta aos interesses das mulheres trabalhadoras. A expansão dessas delegacias (que é o que demanda o PSTU) teria um alto custo para as lutas da classe trabalhadora: haveria mais policiais prontos para atuar em ações de repressão. É inadmissível que um partido que se diz trotskista acredite que mais polícia nas ruas significa um avanço na luta contra o machismo. Se acreditamos que o principal sustentáculo do machismo é o sistema capitalista, nenhum fortalecimento no poder armado desse sistema pode avançar a luta contra a opressão à mulher.
           
          Gostaríamos de chamar as companheiras e companheiros do PSTU a uma reflexão. Esses mesmos policiais da “delegacia da mulher”, que podem vir a oferecer algum tipo de proteção ocasional a uma mulher oprimida, estariam com toda certeza aptos a participarem de ataques contra o movimento de massas, incluindo lutas diretamente ligadas à emancipação das mulheres (indo de lutas pela legalização do aborto a lutas pela separação entre Estado e igrejas).
           
          Com seu treinamento e equipamento, eles estariam a postos para reprimir protestos de rua, greves e ações radicalizadas sempre que necessário. Como companheiras do PSTU, que frequentemente tomam parte em ações como essas (e frequentemente sofrem repressão pela polícia) podem “se sentir mais seguras” sabendo que há mais delegacias, policiais e equipamentos de coerção a disposição do Estado burguês?
           
          ***
           
          Cyro Garcia também disse em sua intervenção que nossa posição de ser contra a proliferação de “delegacias da mulher” é o mesmo que ser contra as leis que combatam o machismo e a homofobia, deixando a entender que não faz o menor sentido sermos contra a “aplicação” das leis de proteção à mulher, como a Lei Maria da Penha.
           
          Em primeiro lugar, nós defendemos as legislações que criminalizem ataques homofóbicos e machistas. Por volta de um ano atrás, distribuímos um panfleto para cerca de cem pessoas presentes em uma plenária estadual da ANEL-RJ (dentre os quais muitos eram militantes da juventude do PSTU) e no qual tal questão estava incluída. Um dos pontos do panfleto explicava claramente nossa posição de apoio a essas leis, ao mesmo tempo em que explicávamos que sua aprovação não vai resolver definitivamente o problema.
           
          “Outro ponto problemático é a insuficiência da defesa da lei que criminalizaria a homofobia (PLC 122). Embora a lei possa representar um avanço, ela seria aplicada pelo mesmo Estado burguês homofóbico, e não resolveria o problema. Por isso, ao lado de defender essa bandeira, que é a obrigação da ANEL, a entidade também deveria defender a formação de comitês de estudantes e trabalhadores nas universidades e escolas para vigilantemente defender os GLBT contra a opressão e ataques. Isso também iria mostrar que os GLBTs não precisam depender da polícia (que frequentemente também é bastante homofóbica) para se defenderem. Mas esta demanda fundamental está ausente da propaganda da Direção Majoritária da ANEL, assim como da sua prática.”
           
          Polêmica com a Direção Majoritária da ANEL, 21 de março de 2012. Disponível em:
           
          As leis de proteção contra a violência à mulher ou aos homossexuais não nos dão nenhuma garantia, mas elas podem ajudar a inibir opressores individuais, e fornecem um forte argumento legal em casos de agressão. Mas não daremos aos capangas armados da burguesia nenhuma legitimidade para expandir suas forças sob a desculpa de que querem “defender as mulheres” ou “aplicar a Lei Maria da Penha”. E muito menos pedimos por tal expansão. Acreditamos que a defesa das mulheres só será realmente efetiva quando os movimentos sociais em massa tomarem para si essa tarefa. A força organizada do proletariado é a única que possui, ao mesmo tempo, o interesse objetivo e a capacidade de proteger as mulheres e combater todas as outras formas de opressão sofridas pelos trabalhadores.
           
          ***
           
          A posição do PSTU encontra contradições dentro das suas próprias formulações. O PSTU se opõe, por exemplo, à instalação de Unidades de Polícia Pacificadora (UPP) nas favelas cariocas. O partido aponta que é uma mentira que tais unidades policiais estão lá para proteger a população contra as organizações traficantes ou contra a criminalidade em geral:
           
          “Longe de ser uma medida contra o crime e em favor das populações pobres, a política de ocupação militar das comunidades do Rio faz parte de uma estratégia de militarização das favelas e de criminalização da pobreza, com o único objetivo de controlar aquelas áreas para garantir a tranquilidade para a Copa e os Jogos Olímpicos. A população carente continuará no fogo cruzado entre traficantes e a polícia, enquanto lhes são negados serviços básicos como saúde, educação, saneamento e a mais básica infraestrutura urbana.”
           
          Ocupação da Rocinha pela polícia não vai resolver o problema da segurança, 16 de novembro de 2011.
           
          Mas o que acontece com esse discurso no caso das “delegacias das mulheres”? Sabemos que as duas questões não são exatamente a mesma coisa. Mas será que o mesmo Estado burguês que usa o “combate ao crime” como mero pretexto para instalar unidades policiais nas favelas poderia, ao instalar mais “delegacias da mulher”, estar sendo verdadeiro quando diz fazer isso para “proteger as mulheres contra a violência”? O apoio do PSTU a essa demanda deixa a entender que sim.
           
          Vamos levar essa analogia ainda mais além. É possível que um policial impeça um crime comum em uma favela. Esse evento, que nada teria a ver com os motivos determinantes da sua presença ali, não faz com que mudemos nossa atitude de denunciar a UPP como um aparato racista de defesa dos interesses de exploração dos trabalhadores das favelas (majoritariamente negros) e de criminalização da pobreza.
           
          Pensemos, por exemplo, no caso do Haiti. Não é possível negar que as tropas brasileiras que invadiram o país em 2008 a convite do imperialismo podem, em algum momento, ter prestado eventualmente algum tipo de papel mínimo em realizar resgates de pessoas da catástrofe decorrente do terremoto de 2010. Essas tropas também podem ter feito distribuição de alimentos, de remédios, etc. Porém, essencialmente elas atuam na repressão do povo haitiano, no controle imperialista sobre o país e, em última instância, sua ocupação atrapalha o desenvolvimento político do proletariado Haitiano. As tropas brasileiras reprimem os trabalhadores famintos que, em atitude de desespero, saqueiam os supermercados, por exemplo. Jogam bombas nos estudantes que protestam na Universidade de Estado do Haiti. Recebem com tiros e cassetetes os trabalhadores da organização sindical Batay Ouvriye, quando estes saem às ruas para lutar por uma vida minimamente digna.
           
          Se olharmos para a realidade como um todo, e não para casos isolados, o papel dessas tropas só pode ser considerado reacionário. E, por tudo isso, o PSTU demanda (com razão) a retirada das tropas brasileiras do Haiti, reconhecendo o papel nefasto que eles cumprem na luta de classes daquele país – independente de uma ajuda pontualmente prestada. Defendemos remédios, alimentos, médicos e todo auxílio possível ao Haiti. Mas não vamos chamar pelo reforço das tropas imperialistas sob o argumento de que são elas que vão suprir esse auxílio. Pelo contrário, somos por sua expulsão pelas massas haitianas! [2]
           
          Será que não falta um pouco de coerência aqui? Por mais que “delegacias da mulher” possam prestar algum atendimento pontual e individuala mulheres trabalhadoras, elas fazem parte da mesma estrutura social repressora que ataca brutalmente os protestos do proletariado e dos oprimidos, inclusive as mulheres. Chamar por mais “delegacias da mulher” significa chamar pela expansão dessa mesma estrutura.
           
          Nós certamente defendemos a expansão de casas de abrigo, do atendimento médico e psicológico gratuito e de qualidade para as mulheres vítimas de violência e outras medidas que o Estado seja forçado a garantir. Mas pedir por mais delegacias, por mais que pudesse representar algum auxílio individual a algumas mulheres, entra em contradição e cria mais obstáculos para uma luta consequente pela emancipação feminina, a qual exige lutar contra o capitalismo. Sustentamos o que dissemos no dia da atividade do PSTU: “Ao propor um reforço do Estado burguês e ao apresentar um crescimento de delegacias e policiais como se fosse algo bom para as proletárias, o PSTU está prestando um desserviço à causa da emancipação da mulher trabalhadora”.
           
          NOTAS
           
          [1] Para um debate com o PSTU sobre o caráter de classe da polícia, sugerimos o artigo “O Vermelho Deles e o Nosso”, de agosto de 2011. Disponível em:
           
          [2] Para um debate mais profundo sobre o Haiti, sugerimos o artigo “A Liga Espartaquista apoia as tropas americanas no Haiti!”, de fevereiro de 2010. Disponível em:

          Arquivo Histórico: Década de 1950

          Convidamos nossos leitores a conferirem as novas publicações de nosso Arquivo Histórico. Estes artigos abordam temas variados e foram publicados na década de 1950 pelos setores da Quarta Internacional que, nessa década, resistiram à destruição do movimento trotskista pelo revisionismo pablista.

          1 6 7 8 9 10 25