¡Carrillo Esquirol!

Líder PCE cruza piquete de huelga de Yale

¡Carrillo Esquirol!

[Traducido de Workers Vanguard No. 184, 2 de diciembre de 1977. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 6, julio de 1978.]

La visita de diez días a los Estados Unidos del dirigente del Partido Comunista de España (PCE) Santiago Carrillo, del 14 al 23 de noviembre [de 1977], se planeó como una gira de estreno “eurocomunista”. Fue el primer jefe de un partido comunista de Europa occidental a “quien se le permitió entrar a los EE.UU. desde el comienzo de la guerra fría. Así, su viaje fue considerado como un gran suceso por la prensa europea, indicando que Washington ya no considera al PCE y sus aliados como “prohibidos”. Se esperaba, decía el New York Times del 15 noviembre, que Carrillo utilizara la ocasión “para presentar su imagen de comunista con mentalidad democrática e independiente de Moscú”.

En recompensa por este indicio de tolerancia por parte del gobierno del Partido Demócrata, el líder del PCE elogiaría la campaña de “derechos humanos” de Jimmy Carter cuyo blanco fundamental es la Unión Soviética. Concretamente, después del desaire que le dio el Kremlin a Carrillo este mes durante la celebración oficial soviética del 60 aniversario de la Revolución de Octubre, era de esperarse que se hicieran comparaciones poco gratas entre la represión de disidentes en la Rusia de Brezhnev y el aclamado “intercambio libre de ideas” en la América de Carter. Y al proveer la ocasión para una fiesta de propaganda anticomunista él iba a dar una prueba concreta de su confiabilidad como lacayo laboral de la burguesía imperialista.

Carrillo jugó su rol con aplomo, codeándose con profesores liberales, llevando a cabo discusiones privadas con el poderoso Council on Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores), elogiando a Jimmy Carter y al rey Juan Carlos de España, tranquilizando a los inversionistas norteamericanos y dándoles señas a los socialistas en casa. Dio toda muestra posible de “moderación” y efectivamente demostró que el PCE no representa una amenaza al dominio capitalista. Pero la prueba más dramática de la lealtad de Carrillo a la burguesía, la cual pronto se convirtió en un escándalo internacional, fue probablemente algo que él no esperaba.

Al cruzar los piquetes de los obreros en huelga en la Universidad de Yale, bajo protección de recios policías, Santiago Carrillo le aclaró al mundo entero que él no es un comunista sino un esquirol miserable. No un dirigente revolucionario del proletariado sino un falso dirigente y un impostor. Sus palabras de fidelidad al “pluralismo democrático” y a los “derechos humanos” en definitiva constituyen una apología del capitalismo; en la práctica resultan en los desmanes de un rompehuelgas. Así, cuando este falso “comunista” decidió manifestar su desprecio por la clase obrera, los miembros del sindicato, el American Federation of University Employees (AFL-CIO) Local 35., en la séptima semana de huelga lo abuchearon y le silbaron, dándole la recepción merecida de todo esquirol.

Con las manos en la masa

Carrillo fue atrapado en el acto por reporteros y fotógrafos de las agencias de prensa y los periódicos más importantes. Informes sobre el incidente en la línea de piquete se publicaron en el New York Times, el Times de Londres y Le Monde de París; informaciones fueron enviadas por la UPI, AFP, Reuters y las agencias de prensa alemana y española. Revistas importantes como Time, L’Espresso de Italia y Manchete de Brasil, hicieron un reportaje del acontecimiento mientras AFP y UPI distribuyeron fotografías de este acto de traición de clase de Carrillo.

Pero mientras la prensa burguesa tenía sus propias razones reaccionarias para regocijarse del apuro del más reciente Chubb Fellow [catedrático de honor] de Yale, los intentos miserables de Carrillo de difamar a los manifestantes como anticomunistas es una calumnia transparente. Presentes entre los piquetes estaban más de 50 huelguistas además de militantes de la Spartacist League (SL) y del Partido Comunista norteamericano. Es más, a Carrillo le resultaría muy difícil tachar de anticomunistas las declaraciones ampliamente reportadas del dirigente del sindicato local, Vincent Sirabella; fue característico el informe de la UPI que citaba a Sirabella diciendo, “Me sorprendió enormemente que viniera. Como comunista debería de tener alguna solidaridad con la lucha mundial de los trabajadores.” En el International Herald Tribune del 16 de noviembre esta información fue acompañada por una fotografía de Carrillo atravesando la línea de piquete donde se puede leer claramente un cartel de la Spartacist League que decía “Esquirol en huelga de Yale”.

Otros artículos de prensa mostraron lo mismo. El New York Times de la misma fecha presenta la justificación de Carrillo en romper la huelga: “EI movimiento obrero norteamericano no ha hecho nada para promover la democracia en España.” El dirigente sindical, informa el New York Times, replicó “[denunciando] al señor Carrillo por atravesar la línea de piquete y dijo que las palabras del comunista español eran ‘una excusa débil de la acción más atroz que un supuesto partidario de los trabajadores podía cometer’. El señor Sirabella también se burló de la ‘ironía de acostarse con el dueño de casa capitalista’.”

La noche siguiente Carrillo debía hablar en la facultad de derecho de Vale. La sala fue cambiada (debido a razones de seguridad) a otro lugar al cual se podía llegar a través de túneles, permitiéndole así al líder del PCE pasar por debajo de los piquetes. Esta vez la protesta fue aún mayor, y contaba con la presencia de corresponsales de la Associated Press, Time, Newsweek, los diarios italianos La Republica (radicales) y Avanti (socialista), el matutino madrileño Diario 16 y equipos de la televisión española (RTVE) e italiana (RAI). Como en la conferencia de prensa, periodistas de Workers Vanguard y del Daily World del PC norteamericano estuvieron presentes en la línea de piquetes pero no entraron. Los sucesos y su contexto se reportaron en el semanario italiano L’Espresso (27 de noviembre):

“Al llegar a los Estados Unidos Carrillo se esperaba cualquier cosa menos un desafío por la izquierda. Pero este país está lleno de todo tipo de sorpresas. Así que el miércoles por la tarde, mientras el líder español pronunciaba su conferencia en la Universidad de Yale, el espectáculo que se presentó a los ojos de muchos italianos presentes les recordó curiosamente escenas similares en casa.

‘“Llegando de todo Connecticut, de Massachusetts, de Nueva Jersey y de Nueva York, pequeños grupos de trotskistas, espartaquistas, comunistas de la vieja tradición estalinista, veteranos de la Brigada Lincoln que habían combatido en España y militantes sindicales llevaron carteles y gritaron consignas en contra de él. Con todo esto, un observador extranjero pudo imaginarse que se trataba de una tentativa de grupos normalmente marginales que trataban de destacar sus demandas aprovechándose de un acontecimiento de mayor relieve. Pero no fue así por dos razones. En primer lugar el viaje de Carrillo no provocaba el menor interés en América y nadie se había enterado de ello; [y en segundo lugar] tan pronto llegó Carrillo, cometió un error que le saldría caro en el balance de su gira norteamericana…

“Así, el martes por la mañana, cuando Carrillo se dirigía al edificio donde iba a dar su primera conferencia de prensa, encontró los piquetes de huelga que le invitaban a no entrar. En este momento Carrillo, después de algunas palabras abstractas de solidaridad, hizo la siguiente declaración: que su misión diplomática tenía una envergadura que sobrepasaba cuestiones locales; que los sindicatos norteamericanos son notoriamente derechistas y ligados al sistema; que los obreros norteamericanos no habían hecho nada por la guerra de España; que los sindicatos apoyaron a la guerra en Vietnam. etc…. Pero esto no fue el punto subrayado por la prensa local, empezando por los moderados. Fue el hecho de que Carrillo había cruzado físicamente el piquete.”

[Mientras L’Espresso vio el asunto en forma irónica, y la prensa burguesa norteamericana mal disimulaba su regocijo ante los azares de este eurocomunista rompehuelgas, la prensa española poco menos que se alzó en armas a la defensa de éste, su embajador de buena voluntad eurocomunista. Así pues hubo una extraña coincidencia no sólo de periódicos normalmente favorables al PCE (Mundo Diario) sino también de la prensa que en otras ocasiones ha atacado fuertemente a Carrillo y su partido, como El País o Cambio 16. El tema común de todos los informes fue el anuncio (o en algunos casos la insinuación cobarde) de un complot montado por “la AFL-CIO anticomunista”, la CIA y ¿por qué no? también la KGB, con el propósito de impedirle al líder del PCE de hablar en los Estados Unidos. Mientras Interviu se queja de los alentados al honor de “don Santiago”, Triunfo defiende su “derecho” de atravesar un piquete de huelga con el “argumento” de que “el movimiento laboral norteamericano no había hecho nada para promover la democracia en España”, y por último, Cambio 16 se hace eco de la afirmación infame hecha por Carrillo de cómo los sindicatos norteamericanos “están más a la derecha que la derecha española”.]

[Cualquiera ligeramente familiarizado con las luchas del poderoso movimiento sindical norteamericano no puede menos que reaccionar airadamente ante esta muestra de chovinismo y estupidez. Pero, no es de extrañar, después de todo, ésta no es sino la extensión del viejo truco de identificar a los sindicatos con sus direcciones reformistas, identificando a éstas con la más derechista de todas. Pero, aún en esta perspectiva dicha afirmación no deja de ser menos criminal. La derecha española de Francisco Franco, que ahogaría en sangre a los batallones obreros de la República: la derecha española de las bandas de Guerrilleros de Cristo Rey, que hoy persiguen y asesinan los militantes proletarios; la canalla fascista asesina de Atocha — ¡todos están para este traidor reformista “a la izquierda” del movimiento obrero norteamericano! Para Carrillo la línea divisora no es la línea de clase sino la nacionalidad, y se alza en defensa de los representantes más funestos de “su” burguesía como Fraga, pantalla “respetable” de los fascistas, y Suárez/Juan Carlos, administradores del régimen semibonapartista heredado del régimen franquista.

[¿Cómo explicar esta preocupación por la buena fama de Carrillo? De hecho, si uno lee el reportaje sobre el incidente de Yale aparecido en la prensa burguesa española, casi recibiría la impresión de que ésta estuviera bajo el control de elementos filocomunistas. Pero en realidad, hay una razón más profunda para la gran prominencia periodística de las CC.OO. y el excelente trato recibido por Carrillo y Cía. Y ella es el importante papel desempeñado por éste en el período actual como control y freno del movimiento obrero. Dada la línea dura presentada por Washington a la entrada de los PC al gobierno de países europeos occidentales, el embajador eurocomunista está “convencido de que tenía que aprovechar la oportunidad de Yale para vender la mercancía eurocomunista” (Cambio 16, 4 de diciembre). Pero el posible comprador no es la clase obrera americana; no, toda ella ha sido identificada con sus dirigentes reformistas anticomunistas y dada por perdida. ¿Quién es entonces el posible interesado? La respuesta es muy clara: “Carrillo y el eurocomunismo han sido examinados por los sesudos cerebros de Yale, Harvard y Hopkins, de donde salen los asesores presidenciales y donde quién más quién menos está encantado de prestar un servicio a la Casa Blanca que todavía no está en plan de tomarse unas copas públicamente con los eurocomunistas” (Interviú, 1-7 de diciembre). Acciones como la ocurrida en Yale no son sino las señales claras de un aspirante a Noske o Ebert dirigidas precisamente a convencer a ese sector de la burguesía de la seriedad de sus proposiciones. Tratando de disculpar a “don Santiago” Interviú escribe que “La tradición americana [léase proletaria] convierte en un crimen de lesa política [léase traición de clase] el atravesar una línea de piquete de huelga.” El esquirol de nombre Carrillo ha hecho su elección y decidido en favor de la burguesía: su desdén por el proletariado norteamericano anuncia ya sus futuras traiciones a los obreros españoles.]

Justificando lo injustificable

La traición de Carrillo en la huelga de Yale lo persiguió durante todo su viaje. En su discurso del miércoles, se informó que Carrillo aclaraba sin convicción: “Hubiera preferido no hablar bajo tales circunstancias, pero lo hacía para cumplir un compromiso” (El País [Madrid], 18 de noviembre). En la Universidad de Harvard el 22 de noviembre, se le preguntó en la conferencia de prensa cómo se le había recibido en los Estados Unidos. El líder del PCE contestó:

“Yo diría que este ‘rojo’ que soy, como ha indicado algún periódico americano, ha encontrado una recepción  verdaderamente amistosa y calurosa en este sector [las universidades].”

Luego se verificó la siguiente discusión:

WV: Sr. Carrillo, yo creo que en la Universidad de Yale  Ud. recibió una bienvenida no tan amistosa por parte de los huelguistas cuando cruzó la línea de piquete. Quiero saber — hablo en nombre de Workers Vanguard que es un periódico trotskista, nosotros estuvimos allí y nos enfrentamos con Ud. cuando cruzó esa línea…

Carrillo: Ah, ¿Uds. estaban allí?

WV: Sí, pero al otro lado de la línea que Ud.

Carrillo: Ah, lo que no había era obreros.

WV: Había muchos obreros en ese piquete, e incluso el Partido Comunista de EE.UU. Ud. ha visto las noticias que salieron en los periódicos y quiero saber, de todas la declaraciones que se hicieron, si nos puede dar Ud. un solo indicio de anticomunismo en esa línea de piquete. Porque nosotros no vimos ningún rasgo de anticomunismo allí.

Carrillo: Yo estaba convencido de que en ese piquete que crucé, había muy pocos huelguistas, y que en cambio había bastante gente que había vendo de Nueva York….  En ese piquete también estaba un tesorero del Partido Comunista de EE.UU…. y había también algún miembro de una organización llamada espartaquista, pero muy pocos obreros de Yale.”

Carrillo también Justificó su acción de rompehuelga declarando que las actividades docentes se desarrollaron normalmente en Yale, que el domingo anterior el dirigente sindical (Sirabella) “dio su consentimiento para que yo realizara mi programa en Yale”, que había hecho una declaración de apoyo a la huelga, que no había piquetes después de su conferencia de prensa y que “ese piquete fue una manipulación política para impedir que un líder comunista, eurocomunista, hablara en Estados Unidos.” En respuesta, el periodista de WV denunció este montón de calumnias y distorsiones:

“En cuanto a la línea de piquete, ha habido otros piquetes en Yale. Ayer 26 obreros de esa universidad fueron detenidos. En segundo lugar, ellos han hecho piquetes para otros oradores, por ejemplo del Partido Demócrata. Y tercero, no fue para evitar que Ud. hablase en Estados Unidos. Nosotros apoyamos su derecho de hablar en este país. Fue para impedir que cualquiera cruzara la línea de piquete. Y esta ha sido la posición firme de ese sindicato. No hubo ninguna manipulación.”

Esa misma noche Carrillo fue confrontado de nuevo sobre su actividad de esquirol por un militante de la SL durante la sesión de discusión después del discurso pronunciado por el líder del PCE en Harvard: “Nosotros de la tendencia espartaquista internacional comprendemos que el piquete de huelga es la línea entre los patrones y los obreros. Ud. dejó claro que no quería perturbar a los patrones. ¿Cómo justifica Ud. ese atropello?” Carrillo contestó con las mismas calumnias de antes: “He leído en el Wall Street Journal, exactamente lo que Ud. ha dicho…. El piquete estaba compuesto en su mayoría no de obreros sino de miembros de los partidos cuyos nombres podría mencionar, que… querían impedirle a un comunista el hablar en Yale”; etc. Pero esta vez, agregó algo nuevo: “Estoy convencido de que lo que pasó en Yale ha sido una manipulación política contra el eurocomunismo, probablemente por parte de la CIA y también de la KGB.”

Esta acusación increíble demuestra que si Carrillo hoy se adhiere al eurocomunismo como su propia etiqueta reformista de traición de clase, él seguramente no ha olvidado sus lecciones de la escuela estalinista de falsificación y calumnias. Hace exactamente 40 años este mismo burócrata rompehuelga tachaba de putsch a la heroica insurrección de los obreros barceloneses dirigidos por los “trotskos” y “anarcos” “al servicio de Franco”.

Respecto a la acusación de Carrillo de que el sindicato anteriormente había autorizado sus actividades, WV le pidió al responsable del Local 35, Sirabella, que comentara sobre esto. Él contestó:

“Nosotros le enviamos un télex aproximadamente dos semanas antes de su llegada a Yale, informándole de la huelga y pidiéndole que no viniera bajo ninguna circunstancia…. Durante todo el período transcurrido entre el envío del télex y cuando erigimos el piquete el martes por la mañana, no hubo contacto alguno entre él, sus seguidores o sus compañeros y nuestro sindicato. Absolutamente ninguno.

“Ahora, después de haber cruzado nuestro piquete… de haber dado su conferencia de prensa, y de haberse visto en aprietos por nuestro piquete, compuesto primordialmente por miembros de nuestro sindicato -habían otros grupos, claro… eso no es nada nuevo- entonces, sí es verdad que alguien salió del edificio… y dijo que Carrillo quería hablar con nosotros. [Nosotros le dijimos:] ‘Es demasiado tarde, el daño ya está hecho. El cruzó nuestro piquete, él es una rata, él es un esquirol y desde este momento no hay nada que hablar con él’.

“Le dijimos que el senador McGovern, el Secretario de Trabajo Marshall, Golda Meir, y mucha otra gente no vinieron en circunstancias similares. Organizamos piquetes también cuando vino el alcalde de Newark Gibson, del Partido Demócrata; organizamos piquetes también cuando vino John Lindsay [antiguo alcalde de Nueva York]…

“Ese es el pecado imperdonable -especialmente cuando viene de un llamado dirigente comunista- el cruzar un piquete, porque el piquete de huelga es sacrosanto. En mi experiencia de los años treinta, él señala la diferencia entre los amigos de los trabajadores y los enemigos de los trabajadores.”

El hecho de que muchos políticos del Partido Demócrata respeten los piquetes, por supuesto no los convierte en los “amigos del trabajador” que ellos dicen ser. La primavera pasada incluso el rey Gustavo de Suecia se negó a cruzar un piquete de los obreros de la metropolitana de San Francisco. Pero el hecho de que el “eurocomunista” Carrillo no mostró ningún escrúpulo en hacer gala de su desprecio de la línea de batalla en la guerra de clases nos revela la verdad sobre sus credenciales “revolucionarias”.

El eurocomunismo al desnudo

Durante todo su viaje Carrillo se preocupó por presentarse como “razonable” y por mostrar su buena voluntad hacia el imperialismo norteamericano. Según se informa, Carrillo dijo a los estudiantes de Yale: “Si hoy me encuentro hablando aquí, eso se debe esencialmente a la política de derechos humanos del presidente Carter que ha hecho posible esta visita” (L’Espresso, 27 de noviembre). Él garantizó que “los inversionistas americanos en España no tienen por qué preocuparse” si el PCE entra al gobierno, y citó al primer ministro español Adolfo Suárez, quien calificó de ejemplar la conducta del PCE. Carrillo devolvió el cumplido, diciendo que: “La monarquía está jugando un papel positivo en el restablecimiento de las libertades democráticas” (New Haven Journal Courier, 17 de noviembre).

Después de asegurarle al imperialismo norteamericano de la actitud “responsable” de los eurocomunistas en su discurso en Yale, en Harvard se concentró en presentar sus posiciones sobre la dictadura del proletariado. El libro de Carrillo Eurocomunismo y estado es un rechazo completo del leninismo y del marxismo sobre la cuestión del estado,  sacando de la tumba a cualquier basura socialdemócrata y mal citando a Engels, divulgando el pacifismo más vulgar, declarando que la democracia no tiene carácter de clase y comprometiéndose a apoyar el parlamentarismo (burgués). Pero en su discurso en Harvard, fue aún más allá, llamando al nacionalismo norteamericano y al “empeño democrático” del auditorio, en su gran mayoría compuesto por liberales anticomunistas.

Los eurocomunistas, dijo él, al rechazar la dictadura del proletariado, rechazan asimismo el derecho del partido de dictar los gustos en “cuestiones íntimas” como el arte y el amor. Respecto a la defensa de la Unión Soviética en una guerra contra los Estados Unidos, dijo que nadie tendría el tiempo suficiente para tomar partido en una guerra entre las “superpotencias”. En los Estados Unidos, agregó, con su gran tradición de respeto a la libertad (!), el socialismo podría triunfar pacíficamente. Y para coronar esta presentación miserable del reformismo filisteo, cuando fue desafiado por un militante espartaquista durante la discusión a confrontar el concepto de la dictadura del proletariado como fue presentado por Marx, Lenin y Trotsky, y no la deformación por Stalin de este concepto marxista fundamental, su única respuesta fue: “Si Uds. [los espartaquistas] quieren la dictadura del proletariado en los Estados Unidos y el pueblo americano está de acuerdo, lo pueden tener.”

En Yale el Partido Comunista primero reaccionó con vergüenza al acto de rompehuelga de Carrillo, enviando dos militantes al piquete con carteles que apenas se podían leer. La tarde siguiente llegó en gran número, con un comunicado de prensa del dirigente del PC Gus Hall declarando: “Una huelga es una huelga y un esquirol es un esquirol, no importa quien sea o como se presente…. Las acciones de Santiago Carrillo no se pueden defender. Santiago Carrillo cruzó aquella línea de clase al ignorar el piquete de huelga en Yale.” Luego hubo una declaración oficial del partido vinculando el cruce del piquete por el líder del PCE a la “difamación del socialismo soviético” (Daily World, 19 de noviembre), así como una serie de artículos en la prensa del PC. Pero aun cuando el Partido Comunista estadounidense se encontró en la rara posición de defender la línea de clase, por lo menos en palabras (en contraste con su acción de rompehuelga en la huelga de los profesores en Nueva York de 1968 y su reclutamiento activo de esquiroles durante la huelga de los mineros del carbón en la Segunda Guerra Mundial), éste tampoco había olvidado sus engaños estalinistas: una foto de la UPI de Carrillo cruzando el piquete fue recortada en el Daily World para eliminar los carteles de la Spartacist League.

Tanto los estalinistas pro-Moscú como los “eurocomunistas” no tienen nada que ofrecerles a los obreros más que traiciones. Durante la Guerra Civil española, el Partido Comunista bajo las órdenes de Stalin fue el defensor descarado de la santidad dé la propiedad privada contra los intentos de la clase obrera de formar sus propias milicias y echar a los patrones. En los años 30 lo hicieron asesinando a Andrés Nin, Camilo Berneri y a muchos dirigentes anarquistas y trotskistas; hoy Carrillo lo hace elogiando la cruzada antisoviética de “derechos humanos” lanzada por Jimmy Carter en búsqueda del rearmamento moral del imperialismo norteamericano. Brezhnev juega a lo mismo con la conferencia de Helsinki, aunque trata de obtener un mejor arreglo dado que él, a diferencia de Carrillo, tiene un formidable poder estatal que lo respalda.

El dirigente del Partido Comunista español dice que el socialismo puede llegar a Europa occidental a través de las urnas; todo lo que se necesita es que la clase obrera se comporte, una vez más, “responsablemente”. Ella tiene que aprender a “cumplir’ su “compromiso” como lo hizo Carrillo -¡al cruzar la línea de clase! El ofrece al PCE como gendarme del proletariado y mientras el incidente del piquete en Yale causó cierto embarazo, fue también una garantía inequívoca de confiabilidad para la burguesía. En contraste, los trotskistas defendemos el piquete de huelga; nosotros no abandonamos nuestra responsabilidad de defender aún al estado obrero degenerado soviético contra el imperialismo; y llamamos a todos los estalinistas y “eurocomunistas” por su nombre: esquiroles. Ese es el mismo papel que jugaron los Gus Hall y Santiago Carrillo en la Guerra Civil española: rompehuelgas de la revolución.

O Conflito Sírio e as Tarefas dos Revolucionários

O Conflito Sírio e as Tarefas dos Revolucionários 

Leandro Torres
Setembro de 2012

Há cerca de 18 meses se iniciou um conflito armado envolvendo o regime da Síria, que é chefiado por Bashar Al-Assad e o partido Ba’ath. O regime construído pelo clã familiar Assad, como outros representantes históricos do Ba’ath (como o antigo regime de Sadamm Hussein no Iraque) se baseia largamente no tripé secularismo, regime ditatorial e discurso nacionalista. Contra o caráter ditatorial do regime, tiveram início alguns protestos em março de 2011. Tais protestos foram em grande parte motivados pela influência das mobilizações da chamada “Primavera Árabe”. Também devem ser levados em conta os efeitos da crise econômica mundial no país, destacadamente o desemprego e a alta no preço dos alimentos.

Desde o início, tais protestos foram brutalmente reprimidos. Contrariando as expectativas do regime, isso só fez se intensificarem as mobilizações de rua. Passado algum tempo, começaram a ocorrer ataques a prédios governamentais e, após mais de um ano de conflito, os protestos de rua se intensificaram, a oposição ganhou corpo e criaram-se organizações de liderança que incluem até mesmo um braço armado próprio. 

Em algumas cidades, principalmente Homs, a oposição organizada conseguiu uma correlação de forças favorável, ainda que não tenham obtido seu controle. Nos locais onde a oposição armada e os protestos de rua contra o regime têm se mostrado mais intensos, as tropas de Assad, junto a grupos paramilitares que o apoiam (as chamadas “shabiha”), têm perpetrado verdadeiros massacres como forma de represália, levando a um alto número de mortes.


Conselho Nacional Sírio: núcleo da oposição organizada

Ao longo desses meses de conflito, os setores organizados em oposição a Assad se unificaram. O Conselho Nacional Sírio (CNS) é a coalização que congrega mais setores da oposição, entre eles os chamados Comitês Locais de Coordenação e o grupo armado “Exército Livre da Síria”. As principais lideranças do CNS possuem um longo histórico de participação em partidos e grupos de oposição (como a Irmandade Muçulmana), alguns legais e outros clandestinos, desde antes do conflito. Portanto esse Conselho representa uma coalizão anti-Assad bastante ampla. A maioria de seus líderes encontra-se há algum tempo exilada em países vizinhos, principalmente no Líbano, e é por isso chamada de “oposição no exílio”. Além disso, muitos deles possuem laços estreitos com setores da burguesia síria e, principalmente, com representantes de potências imperialistas.

O braço armado do CNS, o “Exército Livre da Síria”, é formado por dissidentes das forças armadas do governo, mas relatos afirmam que tais dissidências não afetaram gravemente as mesmas, que ainda mantêm sua cadeia de comando unida em defesa de Assad e de seu regime. Segundo tais relatos, não foram oficiais ligados ao comando das tropas que romperam com Assad, mas sim do ramo técnico – indício de que as forças armadas mantém sua coesão apesar das rupturas [1]. Além disso, o ELS (cujos comandantes encontram-se exilados na Turquia) tem encontrado grande dificuldade para se tornar um corpo bem estruturado, tanto em termos organizativos quando no que tange a treinamento e equipamentos. Não obstante, suas tropas vêm recebendo armas dos governos da Turquia, Quatar e Arábia Saudita [2], integrantes do chamado “Amigos da Síria” – um bloco de governos árabes anti-Assad, com participação das potências imperialistas.

Já os Comitês Locais de Coordenação, importante fator no conflito, permanecem ainda cercados de certo mistério, uma vez que parte considerável de sua organização se dá de forma clandestina. Desde cedo, eles têm atuado largamente em transmitir notícias do conflito através de seu site (lccsyria.org), mas também possuem envolvimento na convocação e organização dos protestos de rua que têm ocorrido em algumas das grandes cidades. Seus representantes são jovens militantes, muitos dos quais já participavam de algum tipo de grupo de oposição antes do conflito armado ter início. O caráter de tais atos de rua tem sido abertamente pacífico, em um claro intuito de se diferenciar da oposição armada e também de evitar a repressão direta do regime de Assad – o que não tem se provado uma tática eficaz. Os Comitês não são uma organização centralizada nacionalmente, mas sim a soma de diversas células autônomas espalhadas pelo país [3].

O CNS certamente é um bloco diversificado, porém é inegável que ele possui um caráter de classe burguês, que acaba sobressaindo sobre as possíveis diferenças internas e determinando seu programa político geral. Ele é decisivamente comprometido a defender a ordem burguesa do capitalismo sírio. Um de seus diversos “braços” deixa claro tal caráter de classe. Criado em 8 de março, o “Conselho Sírio de Negócios” se auto define como “uma ampla coalizão de empresários e empresárias que decidiram tomar uma firme posição contra o regime de Assad e oferecer um forte comprometimento em assegurar a estabilidade financeira para uma transição segura para fora de seu regime.” [4]. Sendo um grupo opositor cuja política se define pelos interesses de setores da burguesia síria, o CNS também se demonstra fundamentalmente pró-imperialista. Apesar de hipocritamente afirmar entre seus princípios a “proteção da independência e da soberania nacional, e a rejeição de intervenção militar estrangeira, o Conselho declarou em junho que:

“… urge ao Conselho de Segurança da ONU convocar uma reunião de emergência para discutir os fatores que levaram ao massacre ocorrido [em Homs] na presença dos observadores das Nações Unidas… O CNS declarou que considera a comunidade internacional primariamente responsável por tomar decisões que poderiam proteger o povo sírio. Uma dessas decisões seria levar à frente uma resolução do Capítulo 7 [da Carta das Nações Unidas] que permitiria o uso da força para proteger o povo sírio dos crimes do regime de Assad.”

CNS Demanda Por Intervenção Urgente da ONU e Declara 3 Dias de Luto, Disponível, em inglês, em:

Requisitar que seja aplicado ao país o capítulo 7 da “Carta das Nações Unidas” e chamar a ONU para que faça “uso da força” significa nada menos do que pedir por uma intervenção armada no país. Uma intervenção desse tipo daria abertura para que as potências imperialistas utilizassem suas forças militares para derrubar Assad, mascarando a ação como uma “intervenção humanitária” no estilo da que vimos acontecer na Líbia, e que terminaria por fortalecer a dominação do capital imperialista no país.

A ameaça de uma intervenção armada do imperialismo

Entretanto, imersos em uma complicada crise econômica e ainda arcando com os custos de guerras ou ocupações lançadas contra outros países semicoloniais, os imperialismos norte-americano e europeu não atenderam de imediato a esses chamados do CNS.

O próprio presidente da comissão de observadores da ONU enviada para investigar o massacre ocorrido na cidade de Houla, o brasileiro Paulo Pinheiro, reiterou em diversas entrevistas que “A Síria não uma Líbia”, afirmando também que “O Exército da Síria tem 300 mil homens. Só para você ter uma ideia, este é o número das Forças Armadas Brasileiras, só que nós somos 200 milhões de pessoas.” [5]. Por essa declaração, fica claro que uma intervenção imperialista geraria altos custos, humanos e financeiros,  os quais os Estados imperialistas até esse momento, apesar de tomarem diplomaticamente a defesa da oposição síria, tiveram receio de lançar devido aos seus riscos políticos e militares. Além da questão militar, há de se levar em conta que “a Síria não é uma Líbia” também no que diz respeito às suas reservas naturais. O país não possui o mesmo potencial de extração de petróleo e outras matérias primas que tanto aguçam os apetites imperialistas, fazendo com que uma intervenção direta não apresente o mesmo tipo de retorno financeiro do que o visado na Líbia.

Outro fator importante são as relações comerciais que o regime de Assad mantém com a Rússia e a China. A Rússia, por exemplo, possui importantes contratos de fornecimento de equipamento militar que rende lhe enormes lucros. Consequentemente, tais países vetaram sistematicamente resoluções de sanções econômicas e outras posturas mais agressivas contra seu parceiro comercial no Conselho de Segurança da ONU, bloqueando a possibilidade de uma intervenção “legal” [6]. Esse impasse tem limitado a ONU a enviar missões de observação, enquanto os “Amigos da Síria” cuidam de providenciar suporte ao CNS por debaixo do pano.

Assim, sem um apoio financeiro e militar direto do imperialismo e com um “Exército Livre” em grande parte mal articulado e mal treinado frente a uma poderosa e ainda coesa máquina estatal, o CNS não obterá uma vitória semelhante àquela que o “Conselho Nacional de Transição”, apoiado pela intervenção armada da OTAN, atingiu na Líbia contra o regime ditatorial de Kadaffi. Não à toa, mesmo passado mais de um ano do início do conflito, a ditadura de Assad se mantém firme no poder, enquanto o CNS/ELS tem logrado amargas derrotas. Mas independente da momentânea indisposição do imperialismo para uma agressão armada contra a Síria, os trabalhadores com consciência de classe em todos os países devem dizer Imperialistas: tirem as mãos da Síria! Pois uma intervenção desse tipo em um país que já é subordinado ao capital imperialista só faria intensificar a exploração do proletariado em uma nação oprimida. Se os imperialistas intervierem militarmente para apoiar o CNS/ELS, nossa atitude no conflito será tomar o lado militar da nação oprimida, desejando a derrota (ainda que pelas mãos do governo Assad) dos imperialistas e de seus apoiadores nativos.

Nenhum apoio à oposição burguesa do CNS e ao seu “Exército Livre”!

Frente ao impasse no conflito e às dificuldade enfrentadas pela oposição liderada pelo CNS, a ONU tem buscado sistematicamente firmar acordos para uma transição compactuada, que retire Assad do poder, mas mantenha os principais pilares econômicos e militares de seu regime intactos [7].

A luta do CNS contra Assad se pauta por um programaburguês, onde as alas da burguesia síria nele representadas se enfrentam com Assad em busca de um regime que melhor atenda às suas  necessidades. Sob o manto da luta pela democracia e buscando demagogicamente se apoiar nas aspirações justas daqueles que têm tomado as ruas desejando uma vida melhor, o CNS e a “oposição no exílio” nada mais buscam do que uma forma mais eficaz, a seu ver, de explorar o proletariado sírio. Aproveitam-se de um clima generalizado de protestos pró-democracia na região para evitar que a classe trabalhadora tome consciência de seus interesses objetivos e vá além do domínio do capital.

A empreitada liderada pelo CNS não é pela “democracia”, mas sim pela gestão do Estado burguês e pelo atendimento de seus interesses próprios enquanto fração da classe dominante, não importando tanto se isso se dará sob uma máscara democrática ou ditatorial. Portanto, as investidas políticas e militares do CNS contra o governo Assad não merecem o menor apoio ou simpatia por parte do proletariado. Elas estão a serviço de um projeto igualmente explorador e submetido às burguesias imperialistas, não obstante a sua demagógica fachada de “luta pela democracia”.

O caráter armado do conflito não impõe a defesa de algum dos campos armados em luta, mas apenas a obrigação de combater politicamente ambas as frações dessa disputa onde somente estão em jogo os interesses estreitos da burguesia síria. A tarefa atualmente posta na Síria é a criação de movimento da classe trabalhadora que se contraponha aos interesses da burguesia e tome para si a defesa da democracia e do socialismo.

Portanto, não obstante o caráter altamente reacionário e violento do regime de Assad, os “rebeldes” do “Exército Livre” comandado pelo CNS não merecem nenhum apoio por parte do proletariado sírio e dos revolucionários. Tampouco o merecem os “Comitês Locais”, aparentemente mais à esquerda que a “oposição no exílio” à frente do CNS. Os “Comitês”, ao estarem organizando massivos protestos de rua, poderiam apresentar um caráter progressivo apenas se fossem instrumentos que atuassem de forma independente da burguesia. Mas ao integrarem o CNS, submetendo-se ao seu programa, acabam indo a reboque deste e de seus projetos – tal qual os “rebeldes” armados.

As tarefas colocadas para os revolucionários

Uma luta consequente em torno da democracia e da libertação nacional da Síria implica, necessariamente, o choque com os interesses do capital nacional e imperialista, que foram os responsáveis pela manutenção do regime ditatorial por tantos anos. Uma transição pactuada ou dirigida pelo CNS, mesmo que esse seja encabeçado por elementos burgueses que se opõem ao regime de Assad, tratará de manter a exploração da classe trabalhadora e a continuidade de uma série de aparatos repressivos, que permanecerão voltados contra o proletariado – a única classe que realmente representa uma ameaça aos seus interesses.

Encaramos assim, que a tarefa colocada para os revolucionários na Síria é de intervir em todos os protestos de rua pró-democracia que tenham um caráter mais à esquerda, buscando convencer a juventude e demais elementos que se inspiram nos “Comitês Locais de Coordenação” de que o CNS e seus braços auxiliares não são capazes de garantir uma verdadeira democracia, além de buscar prioritariamente expandir esse convencimento ao proletariado.

Concretamente, se faz necessário proteger os protestos de rua contra os massacres de Assad, através da urgente organização de comitês de autodefesa dos trabalhadores. A defesa dos protestos contra os ataques do ditador é uma medida básica para garantir o direito da classe trabalhadora e outros setores oprimidos de se reunir, discutir política e lutar contra o governo. Mas essa defesa deve ser feita com os métodos independentes do proletariado, e combinada com uma campanha implacável de denúncia contra o CNS, e de sua meta proimperialista, como parte de uma luta mais ampla para ganhar o proletariado sírio para um programa de ruptura com o capitalismo.

Está na ordem do dia começar a construção de uma organização revolucionária dos trabalhadores da Síria. Este partido deverá ser o núcleo de uma luta verdadeiramente revolucionária dos trabalhadores do país, capaz de pautar a luta pelo fim do capitalismo através do enfrentamento aos efeitos da crise econômica sobre os trabalhadores sírios, visando uma melhoria radical das suas condições de vida, tornando o proletariado a classe dominante. Um partido que lute pela construção de uma revolução socialista, e não de uma variante do regime burguês.

Opressão nacional e religiosa

Duas outras questões importantes impõem-se ainda no conflito sírio e merecem grande atenção dos revolucionários. Elas dizem respeito a formas específicas de opressão que acabam por dividir a luta dos trabalhadores em marcos sectários e, consequentemente, são instrumentalizadas pela burguesia no intuito de se fortalecer enquanto classe dominante.

Na síria existem diversas seitas ligadas ao credo islâmico. A elite governante é largamente ligada à facção alauíta, um subgrupo dos muçulmanos xiitas que são minoria no país (cerca de 10% da população), e defensores de uma forma de governo mais próxima da laicidade. Já o CNS é majoritariamente composto por muçulmanos sunitas, seita que congrega a maior parte da população. Através da Irmandade Muçulmana, uma das maiores forças dentro do Conselho, este acaba se ligando à defesa fundamentalista de que a legislação do país esteja de acordo com a Sharia, um código de leis dentro do islã – uma posição intrinsicamente reacionária [8].

Como consequência do conflito entre tais seitas, os “rebeldes” ligados ao CNS vêm perpetrando atos de  perseguição religiosa contra membros de outros credos nas cidades onde têm atingido maior expressão, visando impor uma supremacia sunita [9]. A minoria cristã presente no país, por exemplo, tem demonstrado amplo apoio à Assad, alegando medo de que um provável governo sunita libere uma onda de perseguição religiosa [10]. Como esses senhores do CNS podem ser “defensores da democracia”, ou diferentes de Assad, se sequer defendem uma Constituição laica? Isso só reforça o papel reacionário que as religiões tendem a cumprir no contexto da luta de classes. Elas obscurecem a consciência do proletariado enquanto classe e o dividem em grupos opostos com base em marcos alheios aos seus interesses objetivos, que acabam por aproximá-los da burguesia e apagar suas diferenças de interesses, fortalecendo assim o capital. Por isso é fundamental que os revolucionários ensinem aos trabalhadores que eles são irmãos de classe independente de qualquer credo e que seu único inimigo verdadeiro é a burguesia, garantindo a segurança daqueles que têm sido atacados por conta de sua crença. E mais do que isso, os revolucionários devem combater as diversas formas de ideologias obscurantistas propagadas pelas religiões, uma vez que apenas uma compreensão materialista da realidade é capaz de levar a um programa político coerente e correto.

Há também uma opressão de caráter nacional na Síria. Uma parte da população se identifica enquanto um grupo nacional à parte, os curdos. Estes sistematicamente tiveram sua nacionalidade negada através de um processo de assimilação forçada, que buscou e continua a buscar a supressão da sua identidade através da proibição da sua língua e de outras manifestações culturais próprias.

Devido à existência de tal opressão, as próprias lideranças burguesas da oposição curda à Assad deixaram o CNS em 6 de abril, por não se sentirem contempladas dentro da hierarquia de decisões do Comitê [11]. Tais lideranças, assim como os demais setores burgueses, não merecem confiança do proletariado, pois só estão interessadas em manter a exploração econômica dos trabalhadores curdos, o que reforça a necessidade de uma via classista para assegurar uma democracia real no país, que seja capaz de acabar com essa opressão nacional.

Para ganhar a confiança dos trabalhadores curdos da Síria, é fundamental que os revolucionários lutem por seus direitos nacionais, ao mesmo tempo em que lutam para que estes tenham os mesmos direitos e condições sociais que os demais trabalhadores sírios. Mas essa batalha deve se dar em conjunto com uma denúncia dos interesses do nacionalismo burguês, que são antagônicos aos dos trabalhadores.

A atualidade da Teoria da Revolução Permanente

A incapacidade da oposição burguesa à ditadura de Assad de garantir o estabelecimento de uma democracia verdadeira, que contemple os direitos nacionais da minoria curda, que garanta a liberdade religiosa aos diferentes credos e também um Estado laico, e que rompa com a dominação imperialista sobre o país, demonstra a enorme atualidade da Teoria da Revolução Permanenteformulada por Leon Trotsky:

“Para os países de desenvolvimento burguês retardatário e, em particular, para os países coloniais e semicoloniais, a teoria da revolução permanente significa que a solução verdadeira e completa de suas tarefas democráticas e nacional-libertadoras só é concebível por meio da ditadura do proletariado, que assume a direção da nação oprimida e, antes de tudo, de suas massas camponesas.”

A Revolução Permanente, Leon Trotsky. Disponível em:

“Para os partidos revolucionários dos países atrasados da Ásia, América Latina e África, a compreensão clara da relação orgânica entre a revolução democrática e a revolução socialista internacional é uma questão de vida ou morte.”

90 Anos do Manifesto do Partido Comunista, Leon Trotsky. Disponível em:

A vinculação estrutural da débil burguesia síria ao imperialismo faz com que essa seja incapaz de garantir direitos democráticos e de independência nacional frente ao capital imperialista. A burguesia síria, inclusive os seus setores organizados no CNS, não só não deseja uma “revolução democrática”, como objetivamente não pode se dedicar a uma. Como já afirmamos, uma transição do regime de Assad dirigida pelo CNS ou qualquer outro setor burguês não daria conta de resolver nenhum dos problemas democráticos e nacionais da Síria, pois para isso seria necessário um ataque feroz a muitos dos pilares do capitalismo no país: a submissão ao capital imperialista, a opressão nacional aos curdos, a opressão aos diferentes credos religiosos e a democratização do acesso à terra.

Para os países que se industrializaram de forma extremamente tardia, em um cenário de integração a um mercado capitalista mundial, a força social que mantém tais resquícios de arcaísmo no país é uma burguesia nacional organicamente vinculada ao capital imperialista e dele dependente.

Cabe ao proletariado, portanto, implementar tais tarefas democráticas e nacional-libertadoras. A derrubada do regime sírio só  vai ser capaz de solucionar as tarefas democráticas e nacionais pendentes no país se significar também a derrubada da classe burguesa, que permitiu a um tirano como Assad governar durante tanto tempo. Caso contrário, a esperança dos trabalhadores sírios não será materializada em conquistas democráticas e sociais, mas desviada para um pântano de ilusões no CNS, e as massas oprimidas serão enganadas pelos novos candidatos a tiranos, que tratarão de logo de garantir a sua dominação do país e a satisfação dos seus interesses burgueses.

Expropriar a burguesia e construir um governo direto dos trabalhadores é a única saída viável para garantir uma democracia real na Síria, conectando a luta democrática com a luta pelo socialismo de forma direta e ininterrupta.

NOTAS

[1] Intervenção militar na Síria será catastrófica. O Globo, 2 de junho de 2012.

[2] Munição para a guerra civil síria. O Globo, 14 de junho de 2012.

[3] Coalition of Factions From the Streets Fuels a New Opposition in Syria.

[4] Conferir descrição do Conselho Sírio de Negócios, em inglês, em:

[5] Intervenção militar na Síria será catastrófica. O Globo, 2 de junho de 2012.

[6] O que acontece na Síria é uma guerra civil? Disponível em:

[7] Líderes propõem órgão de transição na Síria, com governo e oposição. Disponível em:

[8] A Irmandade Muçulmana é a principal força política da oposição síria e o pior inimigo de Assad. Disponível em: http://m.noticias.uol.com.br/midiaglobal/lavanguardia/2012/04/05/a-irmandade-muculmana-e-a-principal-forca-politica-da-oposicao-siria-e-o-pior-inimigo-de-assad.htm

[9] Relatório de observadores da ONU relata que (…) a Comissão registrou um número crescente de incidentes nos quais as vítimas parecem ter sido alvos de ataques por seu grupo religioso”. Trecho disponível em:

[10] Família cristã expulsa de Homs apoia ditador. O Globo, 6 de junho.

[11] Kurdish opposition quits Syrian National Council. Disponível, em inglês, em:

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Movimento dirigido pela oposição burguesa ou “revolução democrática”?
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Segundo semestre de 2011

Material on the Case of Mumia Abu-Jamal

Material on the Case of Mumia Abu-Jamal

Contents

Letter to Governor Tom Ridge demanding release of Mumia Abu-Jamal (1995)

Sectarian Stupidity Will Not Free Mumia (1995)

Disagreebale Sectarians (1999)

No Faith in Capitalist Courts! Free Mumia Abu-Jamal (2000)

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Letter to Governor Tom Ridge demanding release of Mumia Abu-Jamal

[copied from http://www.bolshevik.org/Leaflets/LettertoTomRidge.html ]

1 July 1995
Bolshevik Tendency
PO Box 385
Cooper Station
New York, NY 10276

Governor Tom Ridge
225 Capitol Building
Harrisburg, Pennsylvania
17120
Fax: 717-772-3155

Governor Ridge:

We demand the immediate release of Mumia Abu-Jamal, a political prisoner on death row for 13 years, falsely convicted of killing a Philadelphia policeman. The case of Mumia exposes the fraud of the U.S. “human rights” campaign against the People’s Republic of China and other targets of U.S. imperialism, In fact, the U.S. has the largest prison population of any country in the world. The “land of opportunity” and the “American Dream” is in reality a land of mass poverty and degrading racial oppression where thousands of poor, black and white, are driven into petty crime out of desperation, while the capitalist class loots with impunity.

The most exploited, especially blacks and other minorities, have few illusions in the “American Dream.” Lives of daily racist insults and discrimination, desperation, grinding poverty, junk-food diets and junk-food jobs make it hard for blacks to accept the lies at face value. The lack of social justice is all too obvious! Where ideology doesn’t work, the capitalists must resort to repression through the judicial system, the police, FBI, and National Guard to maintain the day-to-day “law and order” necessary to guarantee profits with a minimum of disruption.

The planned execution of Mumia Abu-Jamal, if carried out, can never silence the “Voice of the Voiceless!” Instead, it would create a martyr whose stature would tower more and more with the passage of time like Joe Hill, Sacco and Vanzetti, the Rosenbergs, and Malcolm X. Were Mumia to be legally murdered, his memory would become a wellspring of inspiration for all those who work to end this system of misery and exploitation.

For each activist you strike down, ten will arise to take his or her place. The decline of U.S. capitalism guarantees that all attempts by the state to stifle the class struggle are ultimately futile. We cannot foresee the timing and circumstances of a working-class counteroffensive. But we know that the chaos and irrationality of the capitalist New World Order generates its own nemesis from within: out of the ranks of the working class, whose labor is the source of all capitalist profits, shall arise new leaders to pick up the torches carried by those struck down.

Free Mumia Abu-Jamal!!!

For the Bolshevik Tendency,

James Cullen

Ron Miller

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Letter to Workers Vanguard

Sectarian Stupidity Will Not Free Mumia

[Copied from http://www.bolshevik.org/Leaflets/Letter%20to%20WV%20Mumia.html ]

New York,

10 August, 1995

To the Editor of Workers Vanguard:

Monday’s stay of execution was vital to the battle for the life of Mumia Abu-Jamal. Its achievement is a crucial tactical victory, which can open the way to the more profound victory we need—getting him off death row and freeing him.

This tactical victory was a result of mobilization by thousands of leftists, trade unionists and blacks throughout the world. The more profound victory will be possible only through the mobilization of even broader layers, and in larger activities. With the consistent application of united-front methods, Mumia Abu-Jamal will be freed.

The Spartacist League and the Partisan Defense Committee have done an admirable job in publicizing Mumia’s case and mobilizing in his defense. But your recent article, “Anti-Communist Smear Targets Jamal Campaign”(Workers Vanguard, 28 July) can only undermine the effort required to save Mumia from the executioner’s needle. Supposedly a response to attempts to sabotage the fight for Mumia’s freedom, it in fact resorts to Stalinist-style cop baiting to further the narrow organizational interests of the Spartacist League.

In the article you claim that the polemics of the Bolshevik Tendency exposing your cult-like internal regime are really aimed at sabotaging the fight for Mumia and bringing down state repression on your heads. You write that “defamatory ravings about the SL as a ‘cult’ feed into the Wall Street Journal’s vintage redbaiting, which is aimed atspiking the necessary mass protest that is essential in fighting for Jamal’s freedom” (emphasis in original). You write further that the BT “has always sought to be the instrument of bigger forces with its provocative slurs and slanders against the Spartacist League,” insinuating that we (along with the other left groups mentioned in your article) are in league with sinister forces (like the FBI, maybe?) to “get” the SL.

You find particularly sinister the WSJ article’s mention of the fact that we “deride [our] old party as ‘Jimstown,’ a takeoff on Jonestown.” What the WSJ reporter didn’t know, however, is that the term “Jimstown” (from our article, “The Road to Jimstown,” published ten years ago) was only indirectly derived from Jonestown. Its immediate antecedent was your characterization of Jack Barnes’ Socialist Workers Party as “Barnestown”. You also fail to mention that for years you have publicly labeled the Healyites, the Revolutionary Workers League, the Freedom Socialist Party and other left groups “cults.” When, during the Gulf War, you pointed to the years-long role of David North’s Workers League as paid publicists for Saddam Hussein’s regime in Iraq, and as apologists for the murder of members of the Iraqi Communist Party, the Workers League responded to these charges in exactly the same way that you respond to ours: they claimed you were attempting to set them up for government repression. Was the SL seeking to become “the instrument of bigger forces” against these other groups? Your accusations against them are no less a matter of public record than our claims about the SL, and are no less accessible to the Wall Street Journalor any other bourgeois newspaper. Or what about your remark in German-language Spartacist (Winter 1989-90) that we have “similar appetites” to those of the Mossad (Israeli secret police)? Did you think that such an insinuation posed no danger to our German comrades, in light of the resurgence of anti-Semitism in that country? The Spartacist League evidently believes it has a right to say anything about other left groups, but goes into a frenzy the minute it gets a taste of its own medicine.

Even more appalling is the fact that you explicitly equate any criticism of yourselves with an attack on Mumia Abu-Jamal. You are hardly the only group active in the fight for his freedom. We, along with yourselves and others, have participated in demonstrations for Mumia in every part of the world where we have comrades, including the San Francisco Bay Area, Berlin, Hamburg and London. An English supporter got a resolution for freeing Mumia passed in the Birmingham Trades Council. Our New Zealand section has initiated two demonstrations calling to free Mumia, the first in 1990. A New York comrade got his union (Local 2110, UAW) to send a protest letter to the Governor of Pennsylvania on Mumia’s behalf. Our Toronto group has helped to build two demonstrations for Mumia so far, and is now participating alongside your members in efforts for another mobilization on 14 August. Our name appears on the PDC poster for this rally as one of the endorsers.

According to your logic, Trotskyists in the 1930s, by pointing to the bureaucratic internal regime of the U.S. Communist Party and its cult of Stalin, were sabotaging the campaign to defend the Scottsboro Boys. The Stalinists themselves seized every opportunity to make this point. But Trotskyist exposures of Stalinist betrayals from Germany to Spain, or their condemnations of the Moscow Trials, never prevented them from defending the Soviet Union against imperialism, or from defending American Stalinists from McCarthyite witchhunts. Similarly, our knowledge of the cult-like practices of the SL leadership does not prevent us from seeking united fronts to defend Mumia, nor from defending the SL against repression by the state.

For many years the Spartacist League and Partisan Defense Committee, to their credit, campaigned for Mumia’s freedom before many were familiar with the case. More became involved when Mumia’s death warrant was signed, including many of the SL’s competitors on the left. Rather than welcoming these organizations to the fight, your reflex has been to defend your turf in truly sectarian fashion, writing that other leftists’ “venomous hatred of the Trotskyist Spartacist League far outweighs their professed defense of Jamal” (emphasis added). In other words, you are Mumia’s only real defenders on the socialist left. Some of your members even went so far as to claim that our protest letter to Pennsylvania’s Governor Ridge, which states that “For each activist you strike down, ten will arise to take his or her place,” means that we somehow conceive of Mumia’s murder as a positive development!

In the wake of your recent altercation with the International Socialist Organization, you write “that their ‘support’ to the campaign for Jamal isn’t worth the paper it’s printed on,” and that “united-front action[s] are completely alien to the ISO, which has been noticeably absent (or represented by token teams) at recent demonstrations for Jamal.” Yet at one major recent demonstration for Jamal in New York City (Saturday, July 22), where approximately 400 showed up, the ISO had many times more members than the SL, who turned up with fewer than ten people. In a city where you could have mobilized 50 of your own members at the very least (not to mention your periphery), this is truly shameful. Could this lack of enthusiasm be explained by the fact that the demonstration was called by the Free Mumia Abu-Jamal Coalition, and not the SL or PDC? It would seem that united-front actions are somewhat “alien” to the SL as well. The SL, in fact, rarely engages in united fronts it does not initiate and unilaterally control. While there has been an unevenness in your methods internationally, on the whole your approach has been more reminiscent of the Third Period Stalinist “united front from below” which allowed Hitler to take power in Germany, than to the Trotskyist approach of negotiations among as many organizations as possible to mobilize the maximum forces in united action.

The campaign to save Mumia places the Spartacist leadership in a particular bind. On the one hand, it wants to maintain the SL’s reputation as Mumia’s best defenders, and build a broad campaign on his behalf. On the other hand, the leadership is uncomfortable about the fact that such a campaign will inevitably bring SL members into wider contact with other leftists—a development the SL leadership tries to avoid for fear that the rank and file may begin to question the leadership’s claims to infallibility. Hence the reluctance to participate in non-SL events and the need for cop-baiting attacks in the pages of Workers Vanguard.

It is this kind of sectarian behavior, and not the fact that we and others dare to criticize the Spartacist League, that truly sabotages the fight for Mumia’s freedom. Yet we insist that one need not be a fan of the SL leadership to keep working with the SL and anyone else who is willing to fight for the life of Mumia Abu-Jamal.

On behalf of the International Bolshevik Tendency,

David Eastman

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Open Letter to Workers Vanguard

Disagreeable Sectarians

[Reprinted in 1917 #21, 1999. Copied from http://www.bolshevik.org/1917/no21/No21mum3.pdf ] 

The following is an open letter to Workers Vanguard, newspaper of the Spartacist League/U.S.:

25 April 1999

Comrades:

 As we have occasionally pointed out in the past, the Spartacist League / Partisan Defense Committee (SL/PDC) deserves credit for its pioneering work in publicizing the case of Mumia Abu-Jamal and organizing for his freedom. Since 1995 Mumia Abu-Jamal has won ever broader support within the left and labor movement internationally. Regrettably you have not seen this as an opportunity to engage in common work and political struggle with activists from other organizations. Instead you have tended to allow petty sectarian organizational considerations to take precedence over principled unite-front activity to free Mumia.

The 16 April Workers Vanguard (WV) commentary on recent events in Mumia’s defense campaign is a case in point. The article headlined “Mobilize the Power of Labor! Free Mumia Now!” treats in an extremely cursory manner the exceptionally important work-stoppage by the International Longshore and Warehouse Union (ILWU) on 24 April.Every port from San Diego to Bellingham Washington was shut down for the day in solidarity with Mumia! It is hard to overstate the importance of such an event – particularly in this period in which organized labor has been on the defensive. Yet this actual, living, mobilization of the “Power of Labor” to free Mumia is dismissed with a single paragraph buried in the text. You claim that it was organized so as “to minimize the cost to the company,” but Saturday can be one of the busiest days on the docks. You also mistakenly report that the work stoppage was only for two hours, rather than for the entire day shift.

 You grudgingly admit that it was, “a powerful statement of the social power” of labor to win Mumia’s freedom. The ILWU’s coastwide shutdown for Mumia was an action that, to our knowledge, is unprecedented in the history of U.S. labor for at least 50 years. Of course we look forward to the hypothetical “broader actions” that you project for the future, but this event was of historic  importance, something you are clearly loathe to admit.

You reported that “the ILWU” had called for the action, but did not inform your readers that it had been initiated by Jack Heyman, a former SL supporter, who is currently on the executive board of the ILWU’s San Francisco local, and is also active in the Labor Action Committee to Free Mumia (LAC), along with IBT comrades, former SL trade-union supporters and many others. Many LAC participants played an active role in building the historic 1984 labor boycott of apartheid cargo in San Francisco. This boycott established an important precedent for the ILWU’s recent action in defense of Mumia. The SL’s shameful sectarianism in 1984 was thoroughly documented by three former Spartacist trade-union activists in “Third Period Robertsonism at Pier 80,” published in the Bulletin of the External Tendency of the iSt, No. 4, May 1985.

 Brother Heyman is introduced in the WV article as someone “who postures as the left wing of the ILWU Local 10 executive board” and roundly denounced for having the temerity to ask the “non-sectarian” PDC for a list of union endorsements gathered in the past for Mumia. WV admits that these endorsements were all a matter of public record, but still smears Heyman as someone whose real aim:

 “is to go after the reads, in the service of the labor bureaucracy (whose seats Heyman et al. desire to fill) and of concealing the true nature of the capitalist state.”

WV denounces the Labor Action Committee as a “veritable rogues’ gallery” whose “visceral hatred” of Spartacist League has led them to try to give a “labor facade to the class-collaborationist politics that define the ‘Millions for Mumia’ protests.” The fact that Heyman (and the other comrades working in the LAC), through a combination of hard work and political skill made a vital contribution to sparking the most powerful act of labor solidarity in Mumia’s defense to date, is completely ignored by WV which claims of the LAC:

 “obscures the class nature of the capitalist state, deep-sixes any mention of the Democratic Party and completely obviates the centrality of the fight for black liberation to the cause of emancipation of all of labor.”

The willingness to employ such brainless slanders has a great deal to do with why the contemporary Spartacist League is so widely reviled on the left and has so little influence in the labor movement.

WV wraps up its denunciation of the Labor Action Committee with a condemnation of its appeal for labor organizations to:

“join the ILWU at the head of the demonstration whose whole premise is not the cause of mobilizing the social power of multiracial working class for Jamal’s freedom but rather one which appeals to the agencies of the class enemy for ‘justice’.”

The SL did not organize a contingent in either the San Francisco or Philadelphia “Millions for Mumia” demonstrations on 24 April and it is clear that you opposed  mobilizing the labor movement (or anyone else) for these events. The ostensible reason for this sectarianism is that you disagree with one of the main slogans of the rallies (i.e., for a “New Trial” for Mumia). You prefer to call for “Free Mumia!” So do we. Nonetheless we do not see this as a reason to abstain from participating in the national events that are many times larger than any rallies the SL/PDC have been able to organize. Of course we participate in these demonstrations with our slogans, including the call to “Free Mumia1”.

We recall that during the Vietnam War the SL marched in many demonstrations organized around clearly social pacifist slogans, but carried its own placards calling for victory to the Indochinese Revolution. The ILWU contingent, which headed the 24 April demonstration in San Francisco, raised the call to “Free Mumia!” It did not, to my knowledge, call for a “New Trial.”

WV approvingly quoted the remarks of a participant in an SL meeting last February who asked:

“How about somebody telling the truth, that there’s no way that Mumia’s going to get justice in the courts. It’s going to be exactly the same frame-up bullshit that happened the first.”

 It is not impossible that a new trial could result in an acquittal. To assert otherwise is fake ultra-leftism. Fake, because the SL doesn’t truly believe it. If a new trial can  only  result in “exactly the same frame-up bullshit,” why is the PDC’s Rachel Wolkenstein still participating in Mumia’s defense team which has been pursuing every possible legal avenue, including trying to win a retrial? Furthermore, in the 1970’s, the SL itself launched successful court challenges against infringements of the democratic rights by both the U.S. Secret Service and the Federal Bureau of Investigation.

 The SL’s abstentionism was not fundamentally dictated by the choice of slogans by the “Millions for Mumia” organizers. This is proved by the fact that both the London and Toronto unite-front events held in conjunction with the Philadelphia and San Francisco rallies were organized on the basis of the call to “Free Mumia!”. Yet in both cases, the Spartacist League’s co-thinkers refused to endorse or help build the events. In London, where a solidarity night organized by the “Mumia Must Live!” coalition drew over 100 people, the SL did not send even a single supporter.

 In Toronto, a united-front demonstration was held involving many of the same groups that had organized a successful 14 November 1998 protest to demand Mumia’s freedom. On that occasion the Trotskyist League (the SL’s Canadian sister section) had been an active in the united front. But although it was invited, it refused to attend the planning meetings for the 24 April demonstration. At one of those meetings, a proposal was floated to change the basis of unity from “Free Mumia!” to a call for a new trial. Our comrades, and others, argued against making such a change and the proposal was shelved.

 In Toronto, 150 people turned out to demonstrate for Mumia’s freedom across the street from the U.S. consulate. Among the participants were ten TL supporters. Speakers from the endorsing organizations addressed the crowd, including representatives of the United Secretariat, the International Socialists, Socialist Resistance (formerly Labor Militant), the Black Action Defense Committee, New Socialists, Friends of MOVE, Nation of Islam and ourselves. TL members marched in the picket line, carried their own placards and raised their own chants. Two TL supporters stood in front of the rally with a large banner featuring a picture of Mumia and virtually identical slogans to those the demonstration had been organized around. The absurdity of the TL’s posture was widely commented on at the demonstration – they agreed with the slogans, turned out and participated in the event, but for some inexplicable reason refused to endorse or build it.

 Such “tactics” are not likely to win many converts among the left. Most political activists regard the SL as a slightly ridiculous, frequently hysterical and generally disagreeable sect. The only purpose of the SL’s leadership’s semi-abstention from the campaign to free Mumia can be to seal off their membership from excessive exposure to other leftists and social reality in general. In the process, the SL/PDC has managed to squander the political credibility it gained from its important early work in the fight for Mumia’s freedom.

Samuel T. [Trachtenberg]

for the International Bolshevik Tendency

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No Faith in Capitalist Courts!

Free Mumia Abu-Jamal!

[First prinetd in 1917 #21, 2000. Copied from  http://www.bolshevik.org/1917/no22/Fmumia.htm ]

The struggle to save Mumia Abu-Jamal, America’s most famous political prisoner, is moving toward a climax. Mumia, a former Black Panther, has been behind bars since 1982 when he was framed for the killing of Daniel Faulkner, a Philadelphia cop.

On 22 April 1999, Mumia’s legal team filed a writ of certiorari before the U.S. Supreme Court, which was tossed out on 4 October when the court announced that it would not hear the appeal. Nine days later, on 13 October 1999, Governor Tom Ridge signed a second death warrant for Mumia. The first one in 1995 was nullified when Mumia was granted a stay following a wave of international protests. The second warrant was also stayed when Federal Judge William H. Yohn Jr. agreed to consider Mumia’s request for an evidentiary hearing on a petition for a writ of habeas corpus. If granted, this will permit Mumia’s defense team to introduce a wealth of new evidence that has been painstakingly excavated since 1982. It will also provide an opportunity to demonstrate how Mumia’s constitutional rights were violated in his original trial. Every attempt by his attorneys to present evidence in 1995 during the Post-Conviction Relief hearings was blocked by extremely prejudicial rulings from presiding judge Albert Sabo, the “King of Death Row,” who had conducted the original frame-up.

During the prosecution’s closing summation at the original trial, the district attorney assured the jurors: “If you find the Defendant guilty of course there would be appeal after appeal and perhaps there could be a reversal of the case, or whatever, so that may not be final” (cited in L. Weinglass, Race for Justice). U.S. courts have previously established that urging a jury to find a defendant guilty, while suggesting that their decision may later be reversed, is, in itself, sufficient grounds for throwing out the conviction. Like many arguments presented by the defense, however, this has been repeatedly dismissed out of hand by the Pennsylvania judiciary.

The district attorney’s argument is all the more macabre since the appeals process has been short-circuited by Bill Clinton’s “Anti-Terrorism and Effective Death Penalty Act,” which was pushed through in the wake of the deranged rightist bombing of the Oklahoma federal building in 1995. This act guts federal habeas corpus by discouraging federal courts from examining state convictions, thereby speeding up the machinery of death. An evidentiary hearing before Judge Yohn would not only be Mumia’s first real opportunity to officially present new evidence, it is likely to be his only chance. In terms of legal options, a great deal depends on whether or not Mumia is granted the hearing he has requested.

Ultimately, the legal proceedings in the courthouse will be shaped by political considerations—especially the numbers and level of activity of Mumia’s supporters, particularly within the labor movement. The only reason that Mumia was not executed in 1995 was because of the scope of the protests in the U.S. and internationally.

Comrades of the International Bolshevik Tendency (IBT) have regularly participated in the campaign to save Mumia in the localities where we exist. In the San Francisco Bay Area, our comrades have worked with the Labor Action Committee to Free Mumia (LAC), which has done valuable work in bringing the campaign into the labor movement, and which helped initiate the International Longshore and Warehouse Union’s (ILWU) historic one-day West Coast port shutdown in April 1999 in solidarity with Mumia. The LAC has held public forums on the case, provided speakers for union meetings and organized labor contingents in demonstrations for Mumia.

A fund-raising “Party for Mumia” held by the LAC on 14 February was forced to change venues twice as a result of police intimidation. Originally scheduled for “Sweet Jimmy’s,” a black nightclub in Oakland frequented by longshore and postal workers, the event had to be moved when the owner canceled the booking after receiving threatening phone calls from the police. In a gesture of solidarity, the “Open World Conference in Defense of Trade Union Independence” offered the LAC space they had previously booked for a social at the Bay View Boat Club. But, at the last minute, the boat club also backed out. The ILWU saved the day by providing Local 10’s View Room for the party, which succeeded in raising $2,000 for Mumia’s defense.

Our German comrades in the Gruppe Spartakus (GS) participated in a major demonstration for Mumia in Berlin on 5 February, which drew 8,000 people from across Germany, the Netherlands and Denmark. On 10 March the GS sponsored a successful united-front demonstration in Mönchengladbach with Blockbuster/Youth Against Racism , the Party of Democratic Socialism (the successor to the former East German ruling party) and other anti-fascist groups.

In Britain, our comrades have played a central role, along with anarchist militants, in organizing “Mumia Must Live!” (MML) — a united front launched in February 1999 on the basis of two slogans: “Free Mumia Abu-Jamal” and “Abolish the Racist Death Penalty.” Mumia Must Live! has sponsored a number of significant events in London, including an emergency response rally last October following Ridge’s signing of the second death warrant, and a 150-person rally the next month to protest the circulation of anti-Mumia disinformation in the capitalist media. On 4 March, MML sponsored a demonstration that drew 1,000 people to Trafalgar Square, in the largest Mumia defense rally in Britain so far.

In the course of building the March demonstration there were several intense discussions within Mumia Must Live!, particularly after the British Socialist Workers Party (SWP) joined. The SWP contributed significant resources, and has given MML a much higher profile. At the same time, SWPers have made several attempts to include, as part of MML’s basis of unity, a demand for the U.S. courts to retry Mumia. Our comrades and some of the anarchists were opposed to including this demand, and after some to-ing and fro-ing, the SWP relented, and agreed to only raise it in their own name.

The SWP is not alone among Mumia’s supporters in attempting to make a new trial the focus of the defense campaign. In the 1960s and early 70s, there was a wave of demonstrations in the U.S. in defense of the chairman of the Black Panther Party, Huey P. Newton. Anyone who had raised a call for giving Newton a “New Trial” at one of these “Free Huey” rallies would have been regarded as either extremely dubious or insane. Today, some of the same “revolutionary” groups who called for freeing Huey are advocating a “new trial” for Mumia. They rationalize this adaptation to liberalism as a tactic to enhance the campaign’s mainstream appeal and thus make it easier to obtain celebrity endorsements from ephemeral glitterati.

We take a different approach, and recall Leon Trotsky’s injunction to “speak the truth to the masses.” And the truth is that the U.S. judicial system is shot through with racism and class bias. While every possible legal avenue must be pursued in the campaign to save Mumia’s life, the best way to protect him is not to pander to liberal illusions in the impartiality of the courts, but to use his frame-up to expose the whole corrupt system of racist capitalist injustice, and thus help win a new generation of youth to the program of socialist revolution.

The IBT published the following statement on 28 February:

The campaign to free Mumia Abu-Jamal, a former Black Panther framed for the 1981 killing of a policeman, is reaching a critical stage. Over the past 18 years, as Mumia has sat on death row in Pennsylvania, his case has won worldwide attention and the campaign to save his life has steadily gained momentum. Trade unionists around the world, from Brazil, to South Africa and New Zealand have taken up his case. In the U.S., the longshore union shut down all the ports on the Pacific Coast for a day last April as a gesture of solidarity with this class-war prisoner.

Mumia was a founding member of the Philadelphia branch of the Black Panther Party in the 1960s. He subsequently won a reputation as the “Voice of the Voiceless” for his work as a reporter and his fearless criticisms of police brutality and racist persecution. The Philly cops knew him and hated him—his FBI file alone is over 700 pages.

He was convicted in a farcical trial presided over by Judge Albert Sabo, a life-long supporter of the Fraternal Order of Police (FOP), and a well-known “hanging judge.” Sabo also handled Mumia’s 1995 appeal for “post-conviction relief” where he ruled in favor of his original decision.

In January of this year, federal judge William Yohn in Philadelphia agreed to hear challenges to Sabo’s “findings of fact” in the case. Mumia’s attorneys have documented 29 separate claims of constitutional violations in a petition for a federal writ of habeas corpus to overturn his conviction. (A copy of the defense memorandum can be found on the internet at mojo.calyx.net/~refuse/mumia/court.html).

Judge Yohn is scheduled to begin considering defense arguments in April. This hearing, at the federal district court level, is Mumia’s only opportunity to introduce new evidence into the official record. Subsequent appeals in higher federal courts are bound to only review evidence heard in the district court. The defense is seeking to present new evidence, including statements from key prosecution witnesses at Mumia’s original trial, that their testimony had been coerced by the Philly police. Sabo refused to admit these admissions on the bizarre grounds that these witnesses, who had provided the “evidence” for Mumia’s original conviction, were no longer “credible.”

The outcome of these hearings is impossible to predict. In a memo issued in late January, C. Clark Kissinger, who is close to Mumia’s legal team, outlined a series of possibilities. The judge could permit new evidence to be heard and then overturn the conviction. But he could also deny an evidentiary hearing and uphold Sabo’s decision. He could also let the guilty verdict stand, but ask the Pennsylvania courts to reconsider whether the sentence should be execution or life imprisonment. He could also rule that Mumia’s conviction was unconstitutional without hearing any new evidence. In that case, the state would likely appeal, thus setting the stage for a subsequent decision on the basis of the “facts” established by Sabo’s kangaroo court.

“Free Mumia” or “Re-Try Mumia”?

Mumia’s case is at bottom about politics—not legalities. The reason that he was not executed after his death warrant was signed in 1995 is because there was a groundswell of popular political protest that exposed the racist vendetta by the Philly cops and courts. In November 1999 the national conference of the FOP, the largest police organization in the U.S., called for “boycotting” anyone who spoke out for Mumia, and singled out popular entertainers like Sting and Rage Against the Machine. The capitalist media has ignored the sinister implications of this unprecedented campaign of police intimidation. But it is a powerful confirmation of the fundamentally political character of this case.

Within the movement to defend Mumia an important disagreement has arisen over the political direction of the campaign. Some who once called for “freeing” Mumia are now calling for him to be re-tried. While it is necessary to pursue every possible legal avenue, the demand for winning freedom for Mumia must remain the political focus of the defense campaign.

Every fair-minded person who investigates this case can see that it is a classic frame-up. Every activist in his defense campaign knows that Mumia is innocent— which is why the prosecutors had to coerce witnesses and suppress evidence at his original trial. Why then should we focus on a call for the same racist state to re-try him?

In January 1927 when the International Labor Defense (ILD) campaigned in defense of Sacco and Vanzetti, two Italian anarchist immigrants framed for a murder they did not commit, James P. Cannon, National Secretary of the ILD at the time, wrote:

 “One policy is the policy of class struggle. It puts the center of gravity in the protest movement of the workers of America and the world. It puts all faith in the power of the masses and no faith whatever in the justice of the courts. While favoring all possible legal proceedings, it calls for agitation, publicity, demonstrations….This is what has prevented the execution of Sacco and Vanzetti so far. Its goal is nothing less than their triumphant vindication and liberation.

 “The other policy is the policy of ‘respectability,’ of the ‘soft pedal’ and of ridiculous illusions about ‘justice’ from the courts of the enemy….It tries to represent the martyrdom of Sacco and Vanzetti as an ‘unfortunate’ error which can be rectified by the ‘right’ people proceeding in the ‘right’ way.”

 — “Who Can Save Sacco and Vanzetti?,” reprinted in Notebook of an Agitator 

If Mumia’s conviction is overturned, the prosecutors are likely to demand a new round of legal hearings. What will the “revolutionaries” who are now calling for a new trial say then?

Rubin “Hurricane” Carter, subject of a recently released film, was targeted by the FBI and local police after he advocated black self-defense against racist cop terror. He was convicted of murder in 1967 on the testimony of two petty crooks whom the prosecutors paid $10,500. In 1976, after the state’s “witnesses” recanted their testimony, Carter was granted a new trial only to have it turn into a re-run of the original frame-up. In 1985, after 18 years in jail, a federal court judge granted his habeas corpus petition and released him. The prosecution initially threatened to try him yet again, but ultimately decided not to.

In 1997, when Geronimo Pratt, former Black Panther Party Deputy Minister of Defense, was finally released from jail after serving 27 years on a bogus murder charge, the prosecutors talked of forcing him to face a re-trial. In Pratt’s case, the FBI’s own wiretaps and surveillance logs proved that he had been 500 miles away when the murder was committed. His real “crime,” like that of Mumia and Hurricane Carter, was that the cops and state authorities considered him their enemy.

Liberals, civil libertarians and others who have confidence in the integrity of capitalist legality may view Mumia’s case as a product of collusion between a few corrupt cops, an over-zealous district attorney and a racist judge. Such people may indeed be more comfortable with a campaign which sets as its goal a new trial for Mumia, but they are also likely to accept the result, including a second guilty verdict.

Arquivo Histórico: A Liga Espartaquista e a Guerra do Afeganistão

A Liga Comunista Internacional (LCI) sobre a Guerra do Afeganistão

A seguir estão reproduzidas duas intervenções realizadas por Samuel Trachtenberg quando era membro da Tendência Bolchevique Internacional em reuniões públicas convocadas pela Liga Espartaquista (SL) dos Estados Unidos (seção da Liga Comunista Internacional) em 2002. Os fóruns discutiram a guerra imperialista lançada contra o Afeganistão em 2001. A SL justificou em seu jornal (Workers Vanguard) a sua posição de não chamar pela derrota militar dos Estados Unidos, afirmando que:

“Desde uma perspectiva marxista, entretanto, não existe forma de ‘derrotar’ o inevitável avanço dos capitalistas em direção à guerra, a não ser que eles sejam expulsos do poder através de uma revolução operária vitoriosa…”.

― Workers Vanguard No. 767, 26 de outubro de 2001.

Duas semanas depois, em uma polêmica com o Grupo Internacionalista (IG), que nessa ocasião levantou corretamente a bandeira pela derrota militar dos Estados Unidos, a SL sustentou que:

“(…) Assim, o chamado pela derrota militar dos EUA é, nesse momento, ilusório e a mais pura demagogia e ladainha ‘revolucionária’ – e que deriva do abandono da perspectiva de mobilização do proletariado dos EUA com o objetivo de conquistar o poder de Estado.”

“Diferente do IG, a SL está comprometida em romper a classe trabalhadora norte-americana e os oprimidos da sua ligação de colaboração de classes com o Partido Democrata, e a forjar um partido revolucionário de trabalhadores para derrubar o imperialismo norte-americano através de uma revolução socialista…”.

― Workers Vanguard No. 768, 9 de novembro de 2001.

Em ambas as reuniões onde foram feitas as intervenções, os líderes espartaquistas não responderam politicamente às polêmicas direcionadas ao fato de que estes se recusaram a chamar pela derrota militar dos EUA, criando uma falsa contraposição entre essa demanda principista e a perspectiva da luta de classes nos Estados Unidos. Tal artimanha já havia sido utilizada anteriormente por outras organizações revisionistas, como a Workers League (hoje SEP) de David North, da qual Samuel Trachtenberg havia sido membro e com a qual rompeu em razão de uma recusa semelhante dessa organização em chamar pela derrota dos EUA na Guerra do Golfo, lançada contra o Iraque no início dos anos 1990. As intervenções buscaram fazer um paralelo entre essas posições.

As intervenções foram reimpressas no Boletim Trotskista #8, “Afeganistão e a Esquerda”. A tradução para língua portuguesa foi realizada pelo Reagrupamento Revolucionário em 2012 com base na versão disponível em http://bolshevik.org/TB/tb8contents.html.
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LCI no Afeganistão: Healyistas de segunda-mão?

[A seguir está uma reconstrução, a partir de anotações, da intervenção de Samuel Trachtenberg em um fórum da Liga Espartaquista (SL) na cidade de Nova Iorque em 9 de fevereiro de 2002. Trachtenberg fez um paralelo entre a recusa da SL em chamar pela derrota do imperialismo dos EUA no ataque contra o Afeganistão em 2001 e a posição adotada pela Workers League de David North uma década antes, quando o Iraque estava sob ataque].

Eu falo em nome da Tendência Bolchevique Internacional. Muitos camaradas nesta sala tem acompanhado as trocas de polêmicas entre nós, o Grupo Internacionalista e a SL com relação ao recente abandono da SL da política de derrotismo revolucionário no Afeganistão – quer dizer, a sua recusa em chamar pela derrota do imperialismo dos EUA. Para muitos camaradas mais jovens, os argumentos da SL em defesa dessa nova linha podem soar novos e originais, mas para mim eles não parecem muito originais.

Durante o período da Guerra do Golfo, eu era um membro adolescente da Workers League de David North [WL – hoje Partido da Igualdade Socialista (SEP)]. Na época, os seguidores de North também decidiram abandonar o chamado pela derrota do imperialismo norte-americano [a WL tinha inicialmente chamado pela derrota dos Estados Unidos antes do início dos conflitos, mas abandonou o slogan quando o ataque começou]. Eu gostaria de ler algumas citações do livro em que eles defendem a sua posição [contra as críticas de outros fragmentos do antigo “Comitê Internacional” de Gerry Healy]:

“Derrotismo revolucionário não é nem um slogan agitativo e nem uma tática especial para obter a derrota militar de sua ‘própria’ burguesia, mas a continuação, em tempo de guerra, da perspectiva pela qual o partido revolucionário luta sob todas as condições…”.

“Ambos Pottins e Athow rejeitam essa perspectiva. Eles substituem a mobilização da classe trabalhadora por ações de outras forças de classe – no caso de Pottins e [Cliff] Slaughter, o movimento dos protestos da classe média; no caso de [Sheila] Torrance e Athow, o regime burguês de Saddam Hussein.”
“A retórica de Athow sobre a possibilidade de uma vitória militar iraquiana foi criminosamente irresponsável. Uma derrota militar completa da coalizão dominada pelos EUA não era apenas improvável, mas virtualmente impossível, dado que o Iraque, uma nação de 17 milhões de pessoas, estava isolada e sob bloqueio, enquanto se via diante de uma coalizão de todos os principais países imperialistas, equipados com um poder aéreo inconteste e um vasto arsenal de armas nucleares. Enquanto a luta permanecesse sendo puramente militar, o seu resultado não poderia estar em dúvida. Apenas a intervenção da classe trabalhadora nos Estados Unidos e internacionalmente poderia ter evitado a derrota avassaladora do Iraque, que aconteceu entre 16 de janeiro e 28 de fevereiro.”

— Desert Slaughter: The Imperialist War Against Iraq, Labor Publications, 1991, pp. 370-72

David North respondeu de uma forma similar às críticas da SL e da Revolutionary Workers League:

“Derrotismo revolucionário não é algum tipo de ladainha radical. Não é sair por aí gritando de forma falida, vazia e completamente sem sentido, pela derrota militar do imperialismo norte-americano. Nós não confiamos a outros a tarefa que somente a classe trabalhadora, armada com uma liderança revolucionária, pode alcançar. Isto é, a nossa concepção de derrotismo revolucionário não é lutar até o último iraquiano. Não é agir como líderes-de-torcida para as forças militares de Saddam Hussein.”

― Idem, p. 474

Esses argumentos irão, é claro, soar muito familiares para aqueles que leram Workers Vanguard nos últimos meses.

Os camaradas nesta sala que estavam presentes nos anos 1960 também provavelmente vão se lembrar de muitos argumentos pseudo-ortodoxos similares usados pelo Socialist Workers Party como forma de encobrir a sua recusa em chamar pela vitória militar da FLN [Frente de Liberação Nacional] no Vietnã. Ao usar esse tipo de argumento, a SL está seguindo os passos de uma longa fileira de outras organizações que abandonaram o marxismo.

Há uma década, a SL me recrutou da Workers League ao me convencer completamente de que todos esses “argumentos” eram na realidade racionalizações para traições e para “impulsos de outras classes”. Uma década depois, a SL está usando essencialmente as mesmas racionalizações para as suas próprias traições.

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LCI no Afeganistão: Sabichões ‘Realistas’

[O texto a seguir é uma reconstrução, feita a partir de anotações, da intervenção realizada por Samuel Trachtenberg em um encontro do Spartacus Youth Clubs (SYC), o grupo de juventude da Liga Espartaquista dos Estados Unidos (SL), em Nova Iorque em 12 de fevereiro de 2002].

O camarada do SYC mencionou que a organização dele defende o Afeganistão, mas sem discutir porque, então, eles não chamam pela derrota do imperialismo dos EUA. O que significa defender o Afeganistão sem chamar pela derrota do imperialismo dos EUA? – que a SL “defende” o Afeganistão apenas buscando minimizar o dano infligido sobre esse país? Já que a SL afirma não chamar pela derrota dos EUA porque diz que a luta dos afegãos seria militarmente inútil, essa é a única conclusão que eu posso tirar.

Se nós aceitarmos a premissa que a SL adota sobre a inutilidade militar de qualquer luta dos afegãos, o que a SL sugere que eles façam? Permitam que os EUA tomem completamente o país?

Marx acreditava que os trabalhadores que lançaram a Comuna de Paris estavam condenados à derrota de um ponto de vista puramente militar; ainda assim ele chamou pela vitória deles [1].

Na atual edição de “1917”, nós citamos os comentários de Lenin em “O Socialismo e a Guerra”:

“ ‘Uma classe revolucionária não pode fazer nada além de desejar a derrota do seu governo em uma guerra reacionária, e não pode falhar em ver que o revés militar deste governo deve facilitar a sua derrubada’; e em uma guerra do Marrocos contra a França, ou da Índia contra a Grã-Bretanha, ‘qualquer socialista desejaria a vitória dos Estados oprimidos, dependentes ou em nível de desigualdadecontra as ‘grandes potências’ opressoras, escravizadoras e predatórias”. [ênfase adicionada]

Lenin chamou pela derrota do imperialismo em colônias tão subdesenvolvidas como o Afeganistão é hoje. A luta entre o imperialismo e o Terceiro Mundo sempre foi desigual, mas apenas os kautskistas mais miseráveis usam isso como um desculpa para se absterem de uma posição de derrotismo revolucionário, ao contraporem a isso à “luta de classes em casa” [2]. Ao levantar a questão nesses termos, a SL está apenas realizando uma evasiva oportunista. Quer seja o imperialismo forçado a se retirar pela resistência dos afegãos, pela classe trabalhadora dos EUA, ou como resultado da luta de classes em outras partes do mundo, uma derrota é uma derrota.

Sobre como, teoricamente, a “ralé fundamentalista” poderia expulsar os EUA “sem terem nem mesmo um exército”? Bom, o “Jihad Islâmico” expulsou os EUA do Líbano explodindo o quartel dos fuzileiros navais em 1983. É claro que, nesse caso, a SL covardemente recuou e negou que isso fosse um ataque militarmente apoiável contra o imperialismo.

Para concluir, eu gostaria de relatar uma conversa interessante que tive hoje com uma amiga que, nos anos da escola, também foi parte do grupo de juventude da organização dirigida por David North [os Young Socialists, afiliado à Workers League, hoje conhecido como Partido da Igualdade Socialista (SEP)]. Quando eu deixei o grupo de David North com base na recusa deles em chamar pela derrota do imperialismo dos EUA durante a Guerra do Golfo, ela e outro membro da juventude deixaram o grupo junto comigo. Infelizmente, ambos ficaram muito desgastados pela sua experiência com a versão de North do Healyismo para quererem continuar na política, mas eles foram assinantes de Workers Vanguard por mais alguns anos depois que eu entrei para o SYC/SL. Não tendo acompanhado a SL por muitos anos, minha amiga examinou essa nova posição sobre o Afeganistão e, lembrando-se da posição sobre derrotar o imperialismo dos EUA na época que ela deixou o grupo de North, comentou “Uau, parece que a SL realmente perdeu a cabeça”.

NOTAS

[1] Em 1907, Lenin escreveu o seguinte:

“Marx, em Setembro de 1870, seis meses antes da Comuna, tinha advertido francamente os trabalhadores franceses: a insurreição seria uma loucura, disse ele no famoso Manifesto da Internacional. Denunciou antecipadamente as ilusões nacionalistas sobre a possibilidade de um movimento no gênero do de 1792. Soube dizer, não depois dos acontecimentos, mas muitos meses antes: ‘Não se deve pegar em armas’.”

“E qual foi a posição de Marx quando esta empreitada desesperada, segundo a sua própria declaração de Setembro, começou a tomar corpo em março de 1871? Terá Marx aproveitado a ocasião (como Plekhanov em relação aos acontecimentos de dezembro) somente para ‘humilhar’ os seus adversários, os proudhonianos e os blanquistas que dirigiam a Comuna? Ter-se-á posto a rabujar como um bedel: ‘Bem vos tinha dito, bem vos tinha prevenido, aí tendes onde levam o vosso romantismo, os vossos delírios revolucionários’? Terá dirigido aos comunardos, como Plekhanov aos combatentes de dezembro, o seu sermão de filisteu satisfeito consigo mesmo: ‘Não se devia ter pegado em armas’?
“Oh! Como teriam, nessa altura, troçado de Marx os nossos ‘realistas’, os nossos sabichões do marxismo, que na Rússia de 1906-1907 vituperam contra o romantismo revolucionário! Como teriam troçado do materialista, do economista, do inimigo das utopias que admira a ‘tentativa’ de tomar o céu de assalto! Quantas lágrimas de compaixão ou risos condescendentes não teriam proferido estes homens esclerosados perante essas tendências revoltosas, esse utopismo, etc., etc...”.
“Na sua resposta a Marx, Kugelmann manifestou, provavelmente, algumas dúvidas, aludindo ao caráter desesperado da empreitada, ao realismo em oposição ao romantismo…”.

“Marx, imediatamente (em 17 de Abril de 1871), dá uma severa réplica a Kugelmann:”

“‘Seria, evidentemente, muito cômodo fazer a história universal, se somente com infalíveis probabilidades de êxito se travasse a luta.’”

“Marx também sabia ver que há momentos na História em que uma luta encarniçada das massas, mesmo por uma causa sem perspectiva, é indispensável para a educação ulterior dessas massas, para prepara-las para a luta seguinte.

Do “Prefacio à Tradução Russa das Cartas de K. Marx a L. Kugelmann”, Obras Completas.

[2] Lenin não tinha nada além de desprezo por aqueles autoproclamados socialistas que zombaram do Levante de Páscoa em Dublin (Irlanda), em 1916, como um “putsch” condenado ao fracasso em razão da força esmagadora do imperialismo britânico. Ele comentou:

“A dialética da história é tal que as pequenas nações, desprovidas de poder como um fator independente na luta contra o imperialismo, desempenham um papel como um dos fermentadores, um dos bacilos, que ajudam a verdadeira força anti-imperialista, o proletariado socialista, a aparecer em cena.”

― “Discussão sobre a Autodeterminação” (1916), Obras Completas.

A Frente de Belém (PSOL-PSTU-PCdoB) na Lógica do Morenismo

PSTU “justifica” seu bloco com PSOL e PCdoB
A Frente de Belém na Lógica do Morenismo

Por Rodolfo Kaleb, Agosto de 2012

Prevendo que a sua aliança eleitoral com o PCdoB seria rechaçada por setores da sua própria militância, a direção do PSTU escreveu uma nota tentando justificar a sua ação oportunista de se aliar com este partido e com o PSOL nas eleições para a prefeitura de Belém do Pará. O rompimento de quatro militantes do PSTU no Maranhão em cima disso, militantes que há cerca de um ano haviam rompido com o PSOL por condenar esse mesmo tipo de aliança mostra que o bloco com o PCdoB será um sapo difícil de engolir para a militância de um partido que tenta se passar pelo representante brasileiro do legado de Lenin e Trotsky.

O programa da frente de Belém

Em primeiro lugar, não pode haver dúvidas de que a frente eleitoral de Belém (“Belém nas Mãos do Povo”) é uma frente com um discurso reformista, que busca a colaboração de classes e se propõe a administrar do Estado dos patrões. Fica evidente, ao analisarmos seus representantes e seu programa, assim como a disposição dos seus líderes em receber apoio da burguesia, que essa frente deve ser caracterizada como uma frente popular embrionária, que apesar de não ter conseguido apoio de grandes partidos burgueses, está disposta a colaborar com os patrões e quer o seu apoio. Em outras palavras, uma frente popular “com a sombra da burguesia”.

Quem a encabeça é Edmilson Rodrigues do PSOL, que quando era do PT foi prefeito da cidade entre 1997 e 2005. Em uma entrevista que Edmilson deu ao blog Ponto de Pauta fica claro o seu projeto de governar em aliança com o empresariado “honesto”:

“P [Entrevistador do Ponto de Pauta]: O PSOL vai impor alguma restrição para o recebimento de doações de campanha. O partido não causa certo temor aos empresários?”

“R [Edmilson Rodrigues]: Não causa. O PSOL é um partido simpático. A Heloísa Helena é aquela mistura de religiosidade, honestidade, aguerrimento.”

“P: Mas isso se traduzirá em doações de campanha?”

“R: O PSOL é a referência da militância aguerrida que faz campanha sem precisar receber dinheiro e, ao mesmo tempo, é uma militância alegre, festiva. O PSOL é a expressão do movimento social, autêntico, combativo, mas se você conversa com o empresariado de Belém, pode ouvir ‘não sou PSOL, mas tenho respeito pelo Edmilson’. Agora se você me perguntar se vou aceitar todo tipo de apoio, eu digo que não. De multinacionais envolvidas com a destruição da Amazônia, não aceitaremos. De empresários bandidos, de forma alguma. Qualquer empresário que, dentro da lei, quiser fazer doações, está chamado a contribuir e será recebido de bom grado.” (Entrevista: Edmilson, candidato do PSOL à Prefeitura de Belém).

O programa de Edmilson não foge do projeto “democrático e popular” que o PT formulou por décadas e do qual o PSOL ainda vive: aliança com setores “honestos” da burguesia, manutenção das relações de propriedade capitalistas, ligações com o movimento social com objetivo de mantê-lo preso ao reformismo, busca de concessões mínimas por dentro do Estado burguês, estratégia centralmente eleitoral, etc. Além disso, a presença do PCdoB choca por ser um partido da base de apoio do governo Dilma, a que o PSTU diz se opor, e que há 10 anos ajuda diretamente a sustentar o capitalismo e os ataques à classe trabalhadora por dentro do Governo Federal. Mas para Edmilson não é nenhuma novidade, já que quando foi prefeito teve esse partido em seu governo. O PSOL também tentou fazer alianças com vários grandes partidos burgueses (PV, PTdoB, PTN e PSC), mas acabou fracassando porque estes não quiseram uma chapa conjunta. E não é a toa que o empresariado de Belém “tem respeito pelo Edmilson”, já que este o serviu muito bem por 8 anos na Prefeitura da cidade.

Lado a lado – Cléber Rabelo (PSTU), Edmilson Rodrigues
(PSOL) e Jorge Panzera (PCdoB) fazendo campanha
em bairro de Belém. (cleber16123.blogspot.com.br)

É essa frente dominada por um candidato “simpático”, que “não causa temor aos empresários”, e que ainda por cima “qualquer empresário que quiser fazer doações dentro da lei” será bem recebido, que o PSTU está compondo. Entre esse programa, que o PSTU está apoiando quando se une a Edmilson, e o programa do marxismo, a necessidade da democracia proletária e da expropriação da burguesia, há um verdadeiro abismo.


Os argumentos “ortodoxos” do PSTU

O PSTU fica entre a cruz e a espada ao tentar ao mesmo tempo reivindicar o legado de revolucionários marxistas e defender a sua posição oportunista nessa situação, avessa ao que aqueles representaram. O uso das citações é talvez a armação mais ousada que alguns dirigentes do PSTU aplicam. Como não poderia ser diferente, saem-se mal.

O PSTU começa cauteloso, nos dizendo que “Em primeiro lugar, é preciso dizer que os acordos, compromissos e concessões sempre fizeram parte da tradição revolucionária. Esse é um fato que não se pode negar”. Para isso cita Lenin:

“Não se pode renunciar à ideia dos compromissos. A questão está em saber conservar, fortalecer, forjar e desenvolver a tática e a organização revolucionária, a consciência revolucionária, a decisão e a preparação da classe operária e de sua vanguarda organizada, o partido comunista”.

Certamente em Esquerdismo, assim como em outros textos, Lenin discute a importância tática da participação dos comunistas nas eleições burguesas para propaganda revolucionária, a tática de frente única, e os compromissos em geral que os comunistas realizam em todas as lutas parciais, como as greves, onde só é possível atingir concretamente alguns objetivos limitados. Entretanto, a Internacional Comunista liderada por Lenin, ou a Oposição de Esquerda e a Quarta Internacional, dirigidas por Trotsky, não realizavam “compromissos” ou “acordos” que implicassem submeter-se programaticamente a partidos oportunistas de qualquer tipo, tampouco com partidos que estivessem sustentando um governo burguês, como é o caso do PCdoB, ou que querem fazê-lo, como o PSOL. Lenin se refere aqui aos compromissos nas lutas por objetivos práticos, e que não implicam nenhum compromisso político-programático por parte por partido revolucionário.

O PSTU reconhece que nem todos os compromissos são válidos: “Isso significa então que todos os acordos são permitidos? Que ‘os fins justificam os meios’, como diz o senso comum? Não, não significa.” Mas então qual é o critério? O PSTU citou os seguintes trechos esclarecedores de Trotsky:

“A regra mais importante, melhor estabelecida e mais inalterável a ser aplicada em qualquer manobra diz: você nunca deve se atrever a fundir, misturar ou combinar sua própria organização partidária com uma estranha, mesmo que esta pareça muito ‘simpática’ hoje. Não assumir tais passos que levem direta ou indiretamente, aberta ou mascaradamente, seu partido à subordinação a outros partidos ou organizações de outras classes, ou que restrinjam sua liberdade de ação, ou que o torne responsável, mesmo que em parte, pela linha política de outros partidos. Você nunca deve misturar as bandeiras, não deve ajoelhar-se perante outra bandeira”.
“Nenhuma plataforma comum com a socialdemocracia ou com os chefes dos sindicatos alemães, nenhuma edição, nenhuma bandeira, nenhum cartaz comum: marchar separadamente, lutar juntos. Acordo apenas nisto: como combater, quem combater e quando combater? Nisto pode-se entrar em acordo com o próprio diabo e sua avó. (…) Com uma condição: conservar as mãos livres”. (Por uma Frente Única Operária Contra o Fascismo. Leon Trotsky, 1931).

Para qualquer marxista, esses trechos são um combate ao tipo de aliança realizada pelo PSTU em Belém, onde tem cartazes comuns em cima da candidatura de Edmilson, onde tem uma plataforma comum em cima do seu programa burguês. Mas a partir dessa citação, inacreditavelmente, os dirigentes do PSTU concluem que:

“Por que fechamos então um acordo que inclui o PCdoB em Belém? Por uma razão muito simples: porque este acordo não amarra em nada nossas mãos, não diminui em nada a crítica que faremos ao governo Dilma, não nos obriga a baixar nem um pouco o tom crítico ao próprio PSOL ou Edmilson, sempre que considerarmos que sua política está errada. Isto para nós é o decisivo.”

A “independência política”, assim como a “liberdade de ação”,  são belas palavras de ordem, mas como elas podem existir ao mesmo tempo em que há um tipo de acordo onde há “bandeira comum”, “cartaz comum”, “programa comum”, assinados por PSOL-PSTU-PCdoB, como é o caso da Frente de Belém? O PSTU pode até levantar suas próprias consignas mais à esquerda que o PSOL e o PCdoB por si próprio, em sua imprensa
 e em seus círculos mais próximos dentro do movimento. Mas na Frente, que tem uma repercussão muito maior e que chegará a muito mais trabalhadores através dos materiais de campanha, propaganda de TV, etc., está assumindo um compromisso com um programa de colaboração de classes, como nós expusemos acima. O programa da frente, que é dominada pelo PSOL, é necessariamente uma expressão da sua composição social e política.

Dessa forma, o PSTU pode lançar materiais criticando o PSOL e o PCdoB, como forma de ficar com a consciência tranquila. Mas na prática cotidiana está andando de braços dados com o PSOL e o PCdoB, fazendo campanha conjunta e se adaptando ao programa da sua aliança eleitoral. O programa com o PSOL e o PCdoB não foi fruto de uma convergência destes dois partidos oportunistas com o programa do PSTU, e muito menos com o marxismo autêntico. Foi o PSTU que aceitou formar essa frente sob o programa dominante do PSOL, um programa de colaboração ode classes.

Os revolucionários realizam acordos práticos pontuais nas lutas (ou seja, frentes únicas) com partidos reformistas e sem deixar de deles se diferenciar em nenhum momento, com o objetivo de atrair os setores dos trabalhadores que por eles são influenciados para o programa revolucionário. Entre isso e um bloco frente populista, que busca as graças de setores do empresariado, há uma grande diferença. No mesmo artigo de Trotsky citado pelo PSTU, o revolucionário russo sabiamente apontou que:

“Acordos eleitorais, compromissos parlamentares concluídos entre os revolucionários e a socialdemocracia servem, como regra, para a vantagem da socialdemocracia. Acordos práticos para a ação de massas, para propósitos de luta, são sempre úteis para o partido revolucionário”.

A frente de Belém é vantajosa para o PSOL e o PCdoB, que terá militantes do PSTU defendendo, na prática, o seu programa frente-populista enquanto fazem campanha para eleger Edmilson. O PSTU deixou essa citação de Trotsky de lado não apenas agora, mas desde o momento em que começou a realizar seus blocos eleitorais com o PSOL.

A dinâmica de uma campanha conjunta impede o PSTU, na esmagadora maioria das oportunidades, de realizar seriamente qualquer crítica ou diferenciação aos seus companheiros de bloco. Isso para não mencionar que ele evidentemente assina um programa conjunto repleto de ideologia burguesa com seus aliados de Belém. O que o PSTU está fazendo com relação ao PSOL é levar “direta ou indiretamente, aberta ou mascaradamente, seu partido à subordinação a outros partidos” e assim ele está se tornando “responsável, mesmo que em parte, pela linha política de outros partidos”.

Perto do fim da sua “justificativa”, o PSTU decide usar um argumento demolidor:

“Por isso dizemos: participar ou não desse tipo de frente ou organismo é tático. O decisivo é a política que se leva lá dentro. Ou os revolucionários não participam dos parlamentos burgueses? Sim, participam. E o que são esses parlamentos, se não um covil de bandidos e ladrões? Então o que fazem os revolucionários lá quando se elegem? Lutam contra os bandidos e ladrões, transformam a vida deles num inferno.” (ênfase nossa).

A conclusão do PSTU é de que não existe a menor contradição em um partido “revolucionário” entrar em uma frente oportunista, um projeto para gerir o Estado burguês, porque isso seria algo “tático” desde que ele, “lá dentro” (atente-se para a escolha das palavras) defenda uma política principista. “Afinal”, diz o PSTU, “os revolucionários não participam dos parlamentos?”.

Não há dúvidas de que os parlamentos burgueses são covis de bandidos, mas neles os revolucionários devem entrar quando eleitos por uma plataforma revolucionária e a sua participação lá dentro se dá sem fazer nenhum acordo político-programático com os partidos da burguesia. A comparação, portanto, é falsa. O parlamento burguês não funciona segundo um programa comum, e é apenas em razão disso que os revolucionários consideram tático estar dentro deles para denunciar a burguesia e fazer propaganda revolucionária, como um acessório para as lutas de classes.

A frente eleitoral de Belém parte do princípio de que seus firmantes concordam com o programa de Edmilson e se comprometem em aplicá-lo. De acordo com o raciocínio do PSTU, não existiria nenhuma frente popular com a burguesia, que os “revolucionários” supostamente não poderiam participar desde que “lá dentro” defendessem a política “revolucionária”, enquanto na prática se comprometem com os capitalistas.

Ao adentrarem no parlamento, os revolucionários o usariam como palanque para falar diretamente com a classe trabalhadora, e mostrar na prática as limitações da democracia burguesa, denunciando-a sem piedade. Mas “lá dentro” do bloco eleitoral com o PSOL e com o PCdoB, a quem o PSTU está denunciando a democracia burguesa e o capitalismo? Aos mesmos senhores que querem estar ou já estão nas graças do empresariado de Belém?

Para a esmagadora maioria da classe trabalhadora de Belém, o PSTU aparece publicamente como parte de um bloco que propõe a colaboração de classes, e não são artigos no Opinião Socialista ou rodas de debates para os militantes mais próximos que vão alterar essa imagem pública que será criada pela campanha. De nada adianta defender a revolução e o socialismo dentro de auditórios e salas de reunião, se em cartazes e programas de TV o partido estará associado àqueles que desejam governar com o empresariado “honesto” e fazem questão de dizer que não assustam e não querem assustar a burguesia.

Edmilson Rodrigues (PSOL) e Cléber Rabelo (PSTU):
 abraçados na base do programa de Edmilson
(pstueleicoes.wordpress.com)

Esse argumento de defender o programa revolucionário “por dentro” de um bloco político de colaboração de classes não é novo, assim como tampouco é nova a formação de blocos do PSTU com partidos que ele próprio reconhece como traidores. Na sua declaração, o PSTU diz: “(…) não é a primeira vez que participamos ou apoiamos uma frente eleitoral com a qual não temos nenhum acordo.” É algo típico de um partido que quer parecer “ortodoxo” quando lhe convém (no programa formal e nos “dias de festa”) enquanto na prática o papel que representa é de auxiliar de esquerda dos partidos oportunistas e frentepopulistas, aos quais confere o seu apoio político. 


Em suma, não existe no discurso do PSTU a menor coerência sob um ponto de vista leninista. Todas as citações dos clássicos marxistas que ele indevidamente reivindica, contradizem a sua própria ação. Ao publicar uma tentativa de se mostrar como “ortodoxo”, ele está insultando a inteligência dos seus próprios membros e da vanguarda trotskista. O PSTU diz manter a “independência”, mas assina um programa que promete a colaboração de classes, como aqueles que ele diz “combater”. De um lado, diz que o programa de Edmilson “está errado”; no outro, repercute as trocas de elogios entre Edmilson e seu candidato a vereador no seu site de campanha, percorre abraçado com ele os bairros de Belém. A meta do PSTU na coligação com o PSOL e o PCdoB não é fazer propaganda da política revolucionária (que é o motivo pelo qual os autênticos revolucionários participam das eleições burguesas). Se o objetivo do PSTU fosse esse, como faria isso abraçado (literal e politicamente) ao PSOL?

O verdadeiro objetivo do PSTU na frente de Belém

Nem nos passa pela cabeça que os dirigentes do PSTU estejam, ao aceitar compor a frente de Belém, cometendo um erro despercebido, ingênuo. Em primeiro lugar, os dirigentes do PSTU tem experiência o suficiente para saber que estão aceitando perder uma grande parte da sua independência política ao apoiar uma chapa eleitoral com PSOL e o PCdoB. Também sabem que o PSOL e o PCdoB aceitam dinheiro e apoio de setores da burguesia e que assim se construirá a sua campanha e um possível governo. Além disso, a escolha das citações de Trotsky mostra que a Direção Nacional sabeque está realizando uma “tática” que não pertence à tradição do trotskismo.

Existe, entretanto, uma tradição à qual esse tipo de “tática” de subordinação política e colaboração de classes pertence – a tradição do revisionismo formulado por Nahuel Moreno ou “morenismo”. Moreno foi um dirigente argentino que reivindicou o trotskismo e construiu sua carreira política desde fins dos anos 40. Assim com outros antes dele, Moreno buscou entender o fracasso sucessivo de diversas revoluções em potencial apontando como solução, não o fortalecimento do partido revolucionário e do programa marxista entre as massas, mas sim a secundarização de ambos. Ele formulou no decorrer de sua vida política uma compreensão segundo a qual em nossa atual etapa histórica, os trotskistas devem colocar seus esforços na luta por “revoluções de fevereiro” (conceito baseado em uma analogia com a revolução russa de fevereiro de 1917). De acordo com Moreno:

“Por sua dinâmica de classe e do inimigo que enfrentam ambas [Fevereiro e Outubro] são revoluções socialistas. A diferença entre elas reside no nível diferente de consciência do movimento de massas e, principalmente, na relação do partido marxista com o movimento de massas e o processo revolucionário em curso. Colocado de forma sucinta, a Revolução de Fevereiro é inconscientemente socialista, enquanto Outubro o é conscientemente.”
― Atualização do Programa de Transição (1980), Tese XV.

“A Revolução de Fevereiro é completamente diferente da de Outubro no nível de consciência e à sua direção. A de Outubro é caracterizada por possuir à sua frente uma direção revolucionária marxista; a de Fevereiro é liderada pelos aparatos burocráticos e pequeno-burgueses do movimento de massas. (…).”
― Idem, Tese XV

Para os bolcheviques-leninistas, as mais diversas situações revolucionárias internacionais – da Espanha nos anos 30 ao Chile de 73, da França de 68 à África do Sul nos anos 80 – foram situações potencialmente revolucionárias traídas por direções frentepopulistas ou oportunistas. Para Moreno, tratavam-se de “Revoluções de Fevereiro”:

“Passados sessenta e três anos desde a sua vitória, devemos reconhecer que a Revolução de Outubro foi uma exceção até o momento neste século; não houve outra com suas características. Não só entre as triunfantes, mas mesmo entre os processos revolucionários derrotados não houve semelhante. A Revolução de Outubro é até agora uma exceção.”
― Idem, Tese IV (ênfase nossa).

Assim, Moreno definiu claramente que o papel das organizações morenistas era colaborar com as direções oportunistas para realizar uma “revolução socialista inconsciente”, onde o papel central seria desempenhado por “aparatos burocráticos e pequeno-burgueses do movimento de massas”. O papel do partido trotskista seria se adequar a essa direção oportunista e intervir na “revolução de fevereiro” para coloca-la no poder, prestando atenção especial para “não pular essa etapa”:

“Os nossos partidos devem reconhecer a existência de uma situação pré-revolucionária de Fevereiro, para usar as palavras de ordem democráticas adequadas à existência das direções pequeno-burguesas que controlam o movimento de massas e a necessidade de unidade de ação o mais rápido possível para fazer a Revolução de Fevereiro. Devemos entender que é inevitável fazê-lo e não tentar pular essa etapa, mas tomar todas as conclusões necessárias estratégicas e táticas, como a vanguarda da revolução de Fevereiro, sendo os campeões da intervenção nela.” (ênfase nossa).
― Idem, Tese XXVI

Dessa forma, Moreno buscava “ser o campeão” de uma “revolução” a ser liderada por aparatos oportunistas à frente do movimento de massas, aparatos esses que sempre buscam as graças da burguesia. Isso é absolutamente divergente dos objetivos dos trotskistas, cuja recusa em participar de frentes populares e o combate contra os partidos oportunistas possuíam um claro objetivo: ser a liderança proletária à frente de novas revoluções de outubro.

“A acusação capital que a IV Internacional lança contra as organizações tradicionais do proletariado é a de que elas não querem separar-se do semicadáver da burguesia.”
“De todos os partidos e organizações que se apoiam nos operários e nos camponeses falando em seu nome, nós exigimos que rompam politicamente com a burguesia e entrem no caminho da luta pelo governo operário e camponês.”
― Programa de Transição, setembro de 1938

A “crise de direção do proletariado” baseia-se no fato de que inexiste uma organização internacional com influência de massas que possa liderar os trabalhadores e outros setores oprimidos rumo às vitórias revolucionárias. Pelo contrário, as grandes organizações dos trabalhadores buscam “acordos” e “compromissos” oportunistas com a burguesia. Moreno, ao contrário, nos diz que as correntes oportunistas e burocráticas do movimento podem liderar uma “etapa inconsciente” a qual “nós não devemos tentar pular” da revolução socialista. Moreno formula um papel para o partido revolucionário em sua “revolução de fevereiro” que é de auxiliar os aparatos reformistas ou frentepopulistas. E para dar um caráter concreto, vejamos como isso se aplica na atual frente de Belém.

Em uma entrevista publicada no jornal do PSTU, Opinião Socialista, o candidato a vereador do partido, Cléber Rabelo, explicou da seguinte forma os objetivos do PSTU dentro da frente de Belém:

“Temos várias diferenças com o PSOL de Edmilson. Fomos contrários à presença do PCdoB na Frente porque é um partido traidor e da base de sustentação do governo Dilma. Mas avaliamos que dentro da Frente, e não fora dela, seria a melhor forma de apresentar um programa de transformação radical para os trabalhadores, exigir que Edmilson avance em seu programa para a ruptura com a burguesia, além de denunciar o que significa o PCdoB para o movimento de massas.” (ênfase nossa).
Opinião Socialista 445, julho de 2012.

O objetivo “estratégico” do PSTU é tentar empurrar o PSOL para que realize as tarefas revolucionárias. A frente de Belém nada mais é do que uma “tática” muito bem apropriada a esse objetivo utópico. É por isso que, para o PSTU, “participar ou não participar” dessa frente não é a questão.

Para os trotskistas autênticos, a não-participação em frentes populares é uma questão chave porque eles buscam construir o partido revolucionário que, contra a pressão das forças reformistas e burocráticas que dominam o movimento de massas atualmente, vai lutar pela revolução socialista. Para um partido trotskista autêntico, portanto, a demarcação política com o oportunismo e a recusa à colaboração de classes é um aspecto central.

Para um partido morenista, cujo objetivo é intervir na “revolução de fevereiro” a ser liderada por um partido oportunista ou pequeno-burguês – identificado claramente nesse caso com o PSOL – estar dentro ou não de um bloco frentepopulista com esse partido é algo “tático”, que vai depender das condições, para melhor tentar (em vão) empurrar esse partido até a revolução.

Obviamente a concepção morenista reveste os partidos oportunistas de ilusões sobre a sua capacidade revolucionária (ainda que nessa “etapa de fevereiro”), pois parte precisamente da premissa de que tais partidos podem cumprir um papel progressivo ao estarem à frente do movimento de massas. Na mesma entrevista, Rabelo apontou que:

“Também vamos exigir de Edmilson que não repita os erros de seu governo quando ele estava no PT (1997-2004) e dizer para os trabalhadores que um possível governo PSOL-PCdoB só poderá, de fato, governar para nossa classe se implementar um programa de ruptura com a burguesia.”
― Idem.

Isso é uma completa ilusão em Edmilson. Um partido reformista que busca realizar alianças com partidos burgueses, que quer o apoio político e financeiro do “empresariado honesto”, que busca administrar o Estado burguês em Belém, etc. jamais vai romper com o capitalismo. Ele depende material e politicamente da manutenção do capitalismo. Do PSOL só se pode esperar aspirações de eleger parlamentares e prefeitos “populares”, que vão manter o sistema de exploração com pequenas concessões. O PSTU está apostando a sorte do proletariado – e mais significativamente aquelas porções do proletariado sobre as quais ele tem influência – na capacidade do PSOL de liderar a “revolução de fevereiro” no Brasil. O mesmo princípio estava por trás da “tática” da frente com Heloísa Helena em 2006. O mesmo princípio estava por trás do apoio às candidaturas frentepopulistas do PT até 2002. Desta vez, assim como das anteriores, esse esforço morenista vai resultar em fracasso e confusão.

De Perón a Edmilson Rodrigues: a tradição de colaboração de classes do morenismo

O morenismo tem como uma das suas características elementares depositar a esperança da revolução socialista em partidos de outras classes ou oportunistas, como nós expusemos acima. Por isso não há, para o morenismo, nada de estranho em se submeter na prática ao programa burguês de Edmilson. Outro exemplo levantado pelo PSTU, no seu anseio de se justificar, é a citação de Nahuel Moreno nos dizendo que é “tático” votar em frentes populares, blocos dominados pela burguesia, como Moreno fez incontáveis vezes, e como o PSTU fez três vezes nas eleições presidenciais brasileiras entre 1989 e 2002 ao votar em Lula, sempre em alianças com grandes partidos burgueses.

PSTU chama voto em Lula – Capa do Opinião
Socialista 
em fins de 2002. Foi “tático” ajudar a

colocar um governo burguês no poder. (pstu.org.br)
“O que sim é uma traição” – diz Moreno – “é apoiar eleitoralmente uma frente popular ou um movimento nacionalista burguês sem denunciar que sua existência é uma traição ao movimento operário. Ou seja, o voto em si é para nós um problema tático e não principista; o que é principista é a política, e esta deve ser de denúncia implacável de qualquer frente popular ou nacionalista onde a classe operária esteja, como uma traição dos partidos operários reformistas que a promovem.” (Um Documento Escandaloso – Uma resposta a Germain, 1973).

A citação de Nahuel Moreno apresentada pelo PSTU foi produzida numa polêmica com os mandelistas do antigo Secretariado Unificado. Nos anos 60 e 70, Moreno era parte do SU junto com Ernest Mandel (Germain), com quem conviveu na mesma organização por mais de 15 anos, seguindo todas as suas traições, e contra quem rompeu depois. Moreno acusou os seguidores de Mandel de votarem em frentes populares. Os mandelistas replicaram dizendo que também os morenistas votavam ou entravam em frentes populares, como foi o caso do Frente Amplio uruguaio, no começo dos anos 70 e que por isso essas críticas eram aplicáveis a eles próprios. Foi por isso que Moreno, defendendo as decisões dos seus companheiros uruguaios, explicou que é “tático” apoiar frentes populares desde que “denunciando que são uma traição”. Moreno queria sustentar a sua própria política oportunista enquanto criticava quando isso era feito por seus adversários dentro do SU. No fundo, ambos capitularam à frente popular.

Essa justificativa incoerente para se diferenciar de outros oportunistas do seu tempo, o PSTU está repetindo numa tentativa vergonhosa de se diferenciar dos demais partidos oportunistas dos dias de hoje. A contradição é evidente. Em 2010, por exemplo, o PSTU criticou aqueles que votaram em Dilma, sucessora de Lula:

“Na verdade, a ‘tática’ do ‘mal menor’ faz um mal maior que é a não construção de uma alternativa independente dos trabalhadores. Sempre estaremos dependentes de um ‘setor’ progressista da burguesia”.
“É preferível apresentar de forma clara uma alternativa aos dois blocos, chamando o voto nulo. Um peso significativo do voto nulo enfraqueceria o novo governo eleito. Assim, estaríamos começando a preparar a luta contra eles (…)”. (Nem Serra, nem Dilma. Opinião Socialista 413, novembro de 2010).

Em outro artigo dessa época, o PSTU afirmou que os candidatos burgueses “Não serão eleitos em nosso nome.” (Site do PSTU, 5/10/2010). Muito correto, é verdade; mas isso perde totalmente a consistência quando o PSTU nos diz que isso foi apenas “tático”. Em outras palavras, se tivesse sido “tático” para o PSTU em 2010 votar em Dilma, como foi “tático” votar em Lula em 1989, 1994 e 2002 (e neste último podemos dizer que Lula foi eleito “em nome do PSTU”), ele o teria feito. Os militantes do PSTU que não desejam que governos burgueses “sejam eleitos em seu nome” devem estar atentos aos próximos desenvolvimentos em Belém, assim como para as próximas vezes em que for “tático” para os dirigentes morenistas votarem em frentes populares.

Contra isso, os verdadeiros trotskistas dizem que a frente popular não merece nenhum apoio político – nem nas ruas, nem nas urnas – em nenhuma ocasião. Para nós isso não é uma questão tática. Combater e denunciar, sem jogo duplo, os diversos setores da burguesia é uma questão estratégica para a vitória da classe trabalhadora. A tática é um componente da estratégia, e ainda que flexível, não pode estar em contradição com a primeira.

Sem dúvida Moreno realizou as mais oportunistas piruetas em sua história política, sempre dizendo que estava “mantendo a independência política”. Em 1955, por exemplo, seu grupo na Argentina fundiu com peronistas (populistas burgueses) “de esquerda” e formou o grupo “Movimiento de Agrupaciones Obreras” que publicava o jornal “Palabra Obrera”, que na capa definia a si próprio como um “Órgão do Peronismo Operário Revolucionário” que estava “Sob a Disciplina do General Perón e do Conselho Superior Peronista”. De certo que também desta vez os morenistas tinham sua “independência”… em suas cabeças e em nenhum outro lugar.

A independência de um autêntico partido leninista se faz recusando entrar nesses blocos podres com um programa burguês, assim como também recusando qualquer apoio “tático” eleitoral a frentes populares. A independência partidária se faz denunciando implacavelmente a classe dominante e aqueles que buscam o ninho do Estado burguês; os revolucionários fazem isso com o objetivo de ensinar aos trabalhadores os caminhos da independência de classe. A frente que os trotskistas reivindicam é aquela da unidade na luta, por um objetivo pontual, e dentro da qual eles se diferenciam claramente dos partidos oportunistas, sem assinar nenhum programa político conjunto. Em outras palavras, frente única ― bater juntos, marchar separados.

Palabra Obrera – Capa do órgão editado pelo
 grupo de Moreno na Argentina entre 1955
e 1963, “sob a disciplina do Gal. Perón”.

Um programa eleitoral é um compromisso programático entre os seus firmantes. No caso de Belém, com Edmilson/PSOL e o PCdoB, um compromisso de gerir o Estado dos patrões, e com alguma chance de ser bem sucedido. Para os morenistas, cujo objetivo é empurrar os oportunistas na esperança de que estes cumpram um papel revolucionário, a independência de classe perde grande parte do seu significado. Ela se torna meramente um detalhe “tático”.


Edmilson/PSOL lidera as pesquisas e tem uma boa chance de vencer as eleições para prefeito de Belém. Não há a menor dúvida de que, assim como sua chapa é uma chapa com o objetivo de gerir o Estado dos patrões, um governo seu seria um governo burguês. O que o PSTU fará então, se isto realmente se concretizar? Vai romper essa aliança, ou será que vai continuar combatendo as “ideias erradas” de Edmilson “lá dentro” do governo de Belém com o PSOL e o PCdoB? Talvez uma pressão da própria base ou do restante da esquerda o impeça de ir tão longe, mas a lógica da posição dos dirigentes do PSTU indica claramente que estaria tudo bem “combater a burguesia” estando à frente do próprio Estado burguês, desde que com o objetivo de levar o PSOL a “romper com a burguesia”. Não nos interessa aonde irão esses senhores, desde que a vanguarda que quer lutar honestamente pela construção de um partido revolucionário tenha clareza de que o lugar para fazer isso não é dentro da frente de Belém, e nem dentro do PSTU.

Piquete Estudantil na UFRJ: Ir Além dos “10% do PIB”!

O panfleto reproduzido a seguir (Download PDF) foi distribuído pelo Reagrupamento Revolucionário na assembleia dos estudantes da UFRJ em 13 de agosto. A assembleia discutiu as perspectivas da greve estudantil e ocorreu durante a realização de um piquete com ocupação do campus do Largo São Francisco, no Centro do Rio de Janeiro. 

O piquete, do qual o RR participou e ajudou a organizar junto com outras forças políticas e militantes independentes, foi organizado pelos estudantes em resposta a uma decisão de cúpula de alguns professores do campus de retornar às aulas apesar da manutenção da greve dos professores, funcionários e estudantes que já atingiu 100% dos Institutos Federais de Educação.

O panfleto buscou dialogar com os ativistas de outras correntes políticas, e aqueles que participam da greve estudantil em geral, sobre como avançar rumo a um  programa capaz de confrontar diretamente o projeto educacional do governo Dilma e a estrutura social capitalista que ele sustenta.

Para além dos “10% do PIB já”…
Uma forma radical exige um conteúdo radical!
A resistência estudantil e a luta pela manutenção da greve contra ambas as ameaças do governo Dilma e as tentativas de sabotagem dos fura- greves são uma demonstração de coragem e energia. Com a perspectiva de endurecimento do governo Dilma, já declarada abertamente, assim como a tentativa de setores fura-greves em retornar às aulas, uma radicalização do movimento se fará essencial para que a greve dos professores, funcionários e estudantes se mantenha viva e forte. Os trabalhadores e estudantes da UFRJ devem permanecer firmes na luta pelas suas reivindicações já aprovadas nas assembleias de base.

Nesse momento decisivo da greve, assim como nos anteriores, os estudantes certamente não poderão contar com os representantes de Dilma dentro do movimento estudantil, a direção majoritária da UNE (PCdoB e PT), cujos membros fingem servir a dois senhores, enquanto já demonstraram que estão mais preocupados em garantir a estabilidade do governo do que ir até o fim com a luta dos estudantes. Esse também é o momento de fazer uma coisa que o Comando Nacional de Greve (CNG) estudantil se mostrou incapaz de fazer até agora, desde o começo da greve: contrapor o projeto do governo Dilma para a educação com um projeto anticapitalista que atenda às verdadeiras necessidades dos trabalhadores e estudantes. O CNG é uma representação das forças políticas que tem mais influência na base nesse momento e estão dirigindo a greve, o PSOL e o PSTU. Ele se pauta por um programa que podemos caracterizar como “economicismo estudantil”, cuja demanda central é exigir que o governo Dilma invista “10% do PIB já” na educação pública.

Apesar de diferenças táticas entre PSOL e PSTU (como ocupar ou não a secretaria do MEC em Brasília) esse bloco se mantém firme na base política de centrar os objetivos da greve estudantil nessa demanda. Essa demanda pelos “10% do PIB já”, que é a base do bloco mantido entre o PSOL e o PSTU, possui limitações sérias. São elas: (1) não questiona frontalmente o projeto liberal de educação do governo, se limitando a pedir que haja mais verbas na sua aplicação; (2) não questiona o caráter extremamente EXCLUDENTE da universidade, deixando de lado a demanda histórica pelo livre acesso e fim do Vestibular/Enem; (3) não vai à raiz dos problemas no fato de a universidade estar inserida numa estrutura social capitalista de extrema desigualdade. Ou seja, não declara guerra à ilusão de que a educação pode ser completa e saudável sob um sistema social extremamente doente.

Numa sociedade onde a classe trabalhadora, à frente das outras classes oprimidas, é a única capaz de resolver essas contradições a favor de uma educação plena, a luta dos estudantes e trabalhadores da educação deve apontar para uma forma de sociedade alternativa, controlada pelos trabalhadores e rumo ao fim da desigualdade social. A estratégia dos estudantes nessa greve deve apontar esse objetivo, buscando fazer uma ponte entre as reivindicações setoriais e específicas e a necessidade de lutar pelo socialismo. Assim, as lutas e as conquistas devem se constituir não como um fim em si mesmas, mas como um meio para um objetivo maior.

O bloco do PSOL/PSTU à frente do CNG, apesar de sua declaração de oposição ao governo Dilma e de suas reivindicações do marxismo, tem claramente mantido a luta dos estudantes num beco sem saída. Enquanto o “10% do PIB já” é uma demanda apoiável, ela não entra em choque com o capitalismo. Mesmo que os 10% do PIB sejam conquistados como investimento do governo na educação pública (e nada indica que esse valor seja suficiente para dar conta da demanda de recursos da educação), não serão os estudantes e trabalhadores a decidir sobre a sua aplicação, o que implica que pode continuar havendo uma maioria de investimentos que não correspondem ao interesse dos estudantes e trabalhadores da universidade (inclusive em fundações/cursos privados). Aestrutura de poder da universidade permaneceria, assim como permaneceria inalterada a estrutura da sociedade como um todo.

É hora de os estudantes formularem em debates desde a base um programa para a educação pública de enfrentamento direto ao capitalismo. Componente essencial desse programa deverá ser a luta pelo fim do Vestibular/Enem, e assim o acesso universal à educação pública superior. Essa demanda, se agitada corretamente, ganhará a adesão de milhões de estudantes que temem não conseguir passar pelo funil social e racial da universidade, assim como os estudantes obrigados a pagar altíssimas mensalidades para os tubarões do ensino privado, os quais foram tão beneficiados por Dilma e Lula nos últimos 10 anos.

Outra demanda capaz de alavancar o movimento é a de transporte, moradia e alimentação gratuitos para os estudantes conforme a demanda. A dificuldade dos jovens em conseguir empregos, o fato de que são sempre empurrados para os trabalhos pior remunerados, faz com que muitos oriundos da classe trabalhadora tenham dificuldades ou se sacrifiquem para arcar com os custos altíssimos do ensino, mesmo aqueles da universidade pública. Essa demanda vai de encontro a isso. Para as estudantes e trabalhadoras mães, o mesmo se aplica às creches e outras necessidades das crianças: devem ser disponibilizados gratuitamente pelas universidades conforme a demanda.

Junto a isso, a privatização da educação pública deve ser combatida com o programa de expropriação sob o controledos estudantes e trabalhadores das universidades privadas (para que se tornem públicas) e de fim da terceirização do trabalho, dando imediatamenteaos terceirizados estabilidade, condições e salários iguais aos dos efetivos. Essa luta precisa, inclusive passar por cima da legislação draconiana mantida pelo governo Dilma, que conduz à contratação de trabalhadores, em maioria mulheres e negros, sob um regime precário para trabalhar na universidade.


Do ponto de vista do CNG (PSOL/PSTU) essas demandas ficam em segundo plano diante dos “10% do PIB já”. Mas os “10% do PIB” cobrados do governo Dilma de forma nenhuma garantem a aplicação dessas demandas. Em todas as manifestações públicas do CNG, os “10% do PIB já” aparecem, não como uma demanda parcial aliada a reivindicações mais avançadas, mas como uma barreira, como “substituto” de um programa de confronto aberto com o capitalismo e com o governo Dilma. As demandas que apresentamos são apenas um esboço, que deve ser debatido e enriquecido através de discussões na base do movimento, para forjar, aliado à coragem e disposição de luta dos estudantes e trabalhadores, um programa para derrotar o governo Dilma e conseguir as conquistas mais avançadas possíveis, ao mesmo tempo em que orienta os grevistas sobre qual deve ser o seu objetivo estratégico.

Arquivo Histórico: Posadas, Cannon e Mandel

Queremos chamar a atenção de nossos leitores para três artigos postados na seção de Documentos Históricos em espanhol de nosso site. Os seguintes artigos foram escritos pela então revolucionária Liga Espartaquista dos Estados Unidos, nos anos 60 e 70. Eles fazem uma análise política crítica de três dirigentes históricos do trotskismo: J. Posadas, James P. Cannon e Ernest Mandel.
Leia também os artigos criticando o legado político de Nahuel Moreno.

Where is Pablo going?

Where is Pablo going?

by Bleibtreu-Favre, June 1951

[First posted online at http://www.marxists.org/history/etol/document/fi/1950-1953/ic-issplit/04.htm ]

[Revolutionary Regroupment note: While expressing confusion on Yugoslvia and China, the document’s more general critique of Pablo, who looked to the Stalinists to act as substitutes for the working class and it’s Trotskyist vanguard, was key in laying the groundwork for the 1953 split.]

……………………………………………………………………

Introduction by La Verite

The document we are serializing appeared at the beginning of June 1951 under the title ‘Where is Comrade Pablo Going?’ Its publication has been postponed for several months at the request of a member of the International Secretariat—Comrade Germain, the author of ‘Ten Theses’ (see issues 300-304 of La Verite)— who warned the leadership of the Parti Communiste Internationaliste (PCI) against ‘the trap Pablo has laid for destroying the French section.

When the author of the ‘Ten Theses’ opposed their adoption by the PCI Central Committee, he left no room for doubt that he had renounced defending his ideas. He had capitulated, like Zinoviev and others had done before him, like Calas did recently before the French CP’s Central Committee. Trotsky had learned from experience that the rarest and most necessary quality for a revolutionary leader is ‘that little thing called character’!

The Trotskyist critique of the revisionist notions expressed by Pablo in ‘Where Are We Going?’ began with ‘Where Is Comrade Pablo Going?’ The reader can refer to the former document, which appeared in the February 1951 issue of the magazine Quatrieme Internationale. It is interesting to note that neither ‘Where is Pablo Going?’ nor any other political documents of the PCI were published in the international bulletins preparing for the World Congress.

‘Where Are We Going?’ was the ideological proclamation of Pabloism. To date, the split in France has been the main practical result. May it be the last!

Where is Comrade Pablo Going?

Clarity in a discussion arises from the presentation of opposing theses on the one hand and from polemics on the other; the two methods do not contradict each other but are instead complementary, in the strictest sense of the word.

To refrain from stating your theses, to stage a sort of guerrilla warfare of partial amendments when principles are at stake or, even worse, to restrict yourself to polemicizing against the weak points of the contested thesis is the distinguishing characteristic of tendencies that have neither principles nor any consciousness of their duty to our World Party of the Revolution.

As for us, we think that the method that guided the international discussion on the problems posed by the people’s democracies is the correct method; each thesis was fully presented by various comrades (we are speaking of the comrades of the majority who at the Second World Congress came out against the revisionist tendencies, which dissolved after having fought us with a series of indirect attacks [Hasten is the prototype in this regard—F.B.]).

In particular, we believe that Germain’s ‘Ten Theses: What Should Be Modified and What Should Be Maintained in the Theses of the Second World Congress of the Fourth International on the Question of Stalinism!’—we emphasize that we mean the ‘Ten Theses’ and not their bizarre foreword—is a positive and extremely timely document in the discussion preparing for the World Congress. Its clarity fully exempts it from the obligation to engage in a polemic against the points of view expressed on several occasions by Pablo. This is the way a healthy discussion should start. But to remain healthy, it can’t stop there. The points on which there is disagreement must be brought before the full light of day, which is something that only a polemic can accomplish.

The goal of this document, which is addressed to our entire International, especially to all our leading comrades in the International, is to tell them fraternally and frankly of the danger that a whole series of new positions represents for the program, the activities, and the very existence of our International. We say: be careful; the scratch may become infected, and then gangrene can set in.

We don’t pretend to be infallible, we don’t think our theses are exempt from a number of insufficiencies, we don’t feel we have the right to give lessons to any of our comrades; but we say to them ‘Look out, our ship has lost its course; it’s urgent that we take our bearings and change our course.’

In his document ‘Where Are We Going!’ Comrade Pablo brings into full daylight the revisionist tendencies that were included in the International Secretariat’s draft thesis but were disguised in the Ninth Plenum’s [November 1950!] compromise resolution.

Beginning with its opening lines, the violent tone of this document is surprising, all the more so since we don’t know which members of the International Executive Committee and the International Secretariat were being taken to task in … January 1951. We will undoubtedly never know the names of the people in question, those ‘people who despair of the fate of humanity,’ nor those who have written that ‘the thinking of the international seems out of joint,’ nor those who ‘cry bitter tears’ (which Pablo wants to believe are genuine), nor those who ‘tailor history to their own measure,’ nor of those Trotskyist careerists who ‘desire that the entire process of the transformation of capitalist society into socialism would be accomplished within the span of their brief lives so that they can be rewarded for their efforts on behalf of the Revolution.’ [Emphasis added.]

I. The Theory of ‘Blocs’ and ‘Camps’ Makes in Appearance in the International.

‘The history of all hitherto existing society is the history of class struggles, one reads in that dustbin known as the Communist Manifesto.

But it’s necessary to keep abreast of the times and to admit without hesitation along with Pablo that:

‘For our movement objective social reality consists essentially of the capitalist regime and the Stalinist world. [International Information Bulletin, March 1951, ‘Where Are We Going?’ p.2. Emphasis added.]

Dry your tears and listen: the very essence of social reality is composed of the capitalist regime (!) and the Stalinist (!) world (?).

We thought that social reality consisted in the contradiction between the fundamental classes: the proletariat and the bourgeoisie. Clearly an error, for from now on the capitalist regime, which encompasses precisely these two classes, becomes a totality that is counterposed …to the Stalinist world.

The term ‘world’ is quite obscure, you will say; but it offers some significant conveniences and permits classifying states and social groups according to the supreme criterion: their Stalinist or non-Stalinist ‘nature.’

Thus the state that arose from the Third Chinese Revolution (whose economy, let us recall, has retained a capitalist structure up to the present) is classified by Pablo as being in the Stalinist world. We will return to this question.

On the other hand,the Yugoslav workers state (where the economy is almost fully nationalized and planned) is expelled from the Stalinist world. And since it cannot remain outside the realm of objective social reality, it drifts objectively, though imperceptibly, into the enemy camp (along with its arms, bags and baggage, and dictatorship of the proletariat!).

In order to dispel any uncertainty as to his conception of contemporary history, Pablo continues:

‘Furthermore, whether we like it or not, these two elements (the capitalist regime and the Stalinist world) essentially constitute objective social reality, for the overwhelming majority of the forces opposing capitalism are tight now to be found under the leadership or influence of the Soviet bureaucracy.’ [‘Where Are We Going?,’ p.2. Emphasis added.]

Thus the sum total of Pablo’s ‘social’ criterion seems to be the political nature (Stalinist or non-Stalinist) of states and human groupings.

He gives us no details about the tiny remaining minority that is neither under the leadership nor influence of the bureaucracy. Let’s admit that it’s the exception that proves the rule. What then is this tiny minority of forces that are anticapitalist but non-Stalinist?

We don’t think it’s intended to include the millions of workers in the USA, England, Canada, Germany, etc., who are neither influenced nor led by Stalinism. We must then conclude that the proletariat in the most advanced countries of the world do not constitute ‘forces opposed to capitalism.’ They have been labelled and pigeonholed under the category ‘capitalist regime.’

It’s more difficult to pin this label on the massive liberation movements in North Africa, Black Africa, Madagascar, India, Ceylon, and Indonesia, a movement that cannot possibly be considered as either a tiny minority or belonging to the Stalinist world.

Thus, like it or not, classes, states, and nations must rush pell-mell into one camp or the other (capitalist regime or Stalinist world). Moreover, Pablo adds, the international relationship of social forces is, ‘to express it in a schematic way, the relationship of forces between the two blocs.’ [1] (p.5.)

What Pablo calls ‘expressing it in a schematic way’ in reality constitutes mixing and jumbling everything together, ending up with an incredible confusion. When analyzing situations it is impossible to abandon class lines even for an instant without ending up with such ‘schematic concepts’ and fruitless endeavors.

What? The international relationship of forces is the relationship of forces between the two blocs! Some progress.

Since contemporary social reality consists of the two blocs, the relationship of social forces is naturally .. .the relationship of forces between the two blocs! This logic is irreproachable, because it is a tautology.

We will be told that we have misinterpreted what Pablo is saying; he meant the international relationship of forces between the classes which, schematically, is the relationship between the blocs. But where is there any room here for the old-fashioned notion of classes? Where in Pablo’s document is there any serious analysis of the situation of the International proletariat? If he had tried to give any, he certainly wouldn’t have ended up with this astonishing notion of ‘blocs,’ nor would he have designated the international proletarian forces as the forces of this extraordinary ‘Stalinist world.

Furthermore, he explains what he means quite clearly when he talks about the respective roles of Stalin and the revolutionary proletariat within the very ‘Stalinist world.

According to him, ‘the revolutionary spirit of the masses directed against imperialism acts as an ADDITIONAL FORCE supplementing the material and technical forces raised against imperialism.’ (p.5 Emphasis added.)

In effect, he is making it quite clear that the revolutionary forces are the forces of the Stalinist world. But within this Stalinist world there are major forces: these are the material and technical forces—Soviet industry, the divisions of the Red Army; and there are supplementary forces, a sort of National Guard that is tacked on to these technical forces. The revolutionary spirit of 400 million Chinese workers, the Vietnamese, the Koreans, and all the working people in the ‘Stalinist world’ are the auxiliary forces of the socialist bastion led by Stalin.

Here you have the conclusion that necessarily emerges when the petty-bourgeois concept of a ‘bloc’ between states is substituted for a class analysis of world reality (an analysis of the contradiction between the international proletariat and the international imperialist bourgeoisie), that is, for the basic reality of the world we live in. Like it or not, on the basis of this concept the most one can do is provide more ammunition for Zhdanov, whose thesis rests on the following supreme postulate: the acid test for revolutionaries is their loyalty to the Soviet Union and to its leader Stalin. The petty-bourgeois concept of blocs necessarily leads to a choice between Stalin (with or without reservations) and Truman (with or without reservations).

The direction in which the choice is made depends solely on where the dominant pressure is coming from. In Central and Western Europe, the petty bourgeoisie tends to lean in a ‘neutralist’ direction, that is,to adapt to the Stalinist bureaucracy, which they see as having the prestige of power and of numerous ‘victories’ in Asia, in the buffer zone, etc.—and whose ‘material and technical forces’ are impressive by virtue of the fact that they are quite close at hand.

Marxists have been accustomed to starting out with the criterion of class. It was this class criterion that enabled Leon Trotsky and the Fourth International to take on the revisionists on the question of the USSR and to classify the degenerated workers state in the camp of the international proletariat. Today we are supposed to turn Marxism upside down, stand it on its Hegelian head, its legs waving toward the sky ‘of life’, of ‘objective social reality, in its essence’ (the worst of abstractions under the circumstances). And from this inconvenient position we are supposed to classify such-and-such section of a class, and such-and-such state, and such-and-such technical force in one or the other ‘bloc’, capitalist regime or Stalinist world.

II. The Beginning of a Revision on the Nature of the Bureaucracy

In Pablo’s article we discover the notion of a Soviet bureaucracy that will survive after the world revolution and then wither away by virtue of the development of productive forces. We read, in fact, that the Soviet bureaucracy will disappear in ‘two (contradictory) ways’:—’by the counterblows of the anti-capitalist victories in the world and even in the USSR, stimulating resistance of the masses to the bureaucracy’;

—’by elimination in the long run of the objective causes for the bureaucracy, for all bureaucracy, in direct proportion as the capitalist regime suffers setbacks and an ever increasing and economically more important sector escapes from capitalism and organizes itself on the basis of a state-ized and planned economy, thereby stimulating the growth of the productive forces.’ (p.5 Emphasis added.)

The second thesis, the idea that the bureaucracy will disappear through the development of the productive forces, contains as many errors as words:

(1) It establishes an amalgam between the Soviet bureaucracy and bureaucratism as it appeared in the USSR during Lenin’s lifetime.

(2) It begins with the notion of a slow and gradual decline (‘in direct proportion’) and of a slow accumulation of sectors in which a planned economy is installed. This is in flagrant contradiction with the perspective of a war that will be the final struggle between the classes, of a war that will determine the fate of world capitalism and that excludes capitalism’s being nibbled away over a lengthy period.

(3) Does Pablo—who believes, by the way, that a third world war is imminent—mean that in the very course of the war the development of the productive forces (which would be turned entirely toward the war effort at the expense of consumer goods for the masses) is capable of forcing a retreat in bourgeois norms of distribution? Or doesn’t he take seriously the notion that the third world war will be a final struggle, that is, does his perspective admit the possibility that the outcome of this war might be a new situation of equilibrium between the fundamental classes, with fewer bourgeois states coexisting with more numerous workers states?

Actually, the principal fault with the second thesis is the fact that it even exists, because it is equivalent to conceding that the Soviet bureaucracy can survive after the victory of the world revolution over imperialism. It is in direct contradiction with the first thesis (the traditional Trotskyist thesis), which is juxtaposed in an eclectic manner to the second thesis (Pablo’s thesis).

In the draft theses that Pablo presented to the Ninth Plenum of the IEC, whose relationship to his personal positions we have noted, the sole explanation given for the Soviet bureaucracy’s hostility to world revolution was the following vulgar economist explanation:

‘If (the bureaucracy) cannot capitulate to imperialism without undermining its existence as such in the USSR; on the other hand, it cannot base itself on the proletariat and the extension of the world revolution, which would remove, by organizing and developing the productive forces in the world, the objective reasons for its existence and above all(?) : for die omnipotence of any bureaucracy!’

The notion here is perfectly clear and is substituted for the Trotskyist notion of the bureaucracy’s incompatibility, not with planning and the development of productive forces, but with the revolutionary action of the masses, whose ‘first revolutionary victory in Europe,’ [2] Trotsky said, ‘will have the effect of an electric shock on the Soviet masses, awakening them, reviving the traditions of 1905 and 1917, weakening the position of the bureaucracy; it will have no less importance for the Fourth International than the victory of the October Revolution had for the Third International.’

The bureaucracy is not afraid of the development of productive forces. It is not holding back development in the USSR of its own will but rather through its incapacity. To the extent that its very character permits, it will try to increase development. Its slender results in relation to the great possibilities of planning both inside and outside the USSR don’t stem from a fear of disappearing following a growth in income sufficient to eradicate social inequality. [3] What the bureaucracy fears is not the growth of productive forces. What they fear is the awakening of the consciousness of the Soviet masses in contact with a revolution in another country.

The main danger in the explanation given by Pablo (even when juxtaposed with the discussion of another, correct explanation, the above one) is that it has the effect of masking the organically counterrevolutionary nature of the workers bureaucracy in the Soviet Union. This bureaucracy cannot be equated with the bureaucratism inherent in any society in which a scarcity in consumer goods exist. This bureaucracy is the result of nearly thirty years of the degeneration of a workers state. Politically, it has totally expropriated the Soviet proletariat. Contrary to what Pablo states, wherever it has been able to act bureaucratically or to maintain its bureaucratic control over the masses, the Soviet bureaucracy had tried to develop the productive forces (in the USSR and in the annexed or satellite territories) in order to strengthen the base of its own privileges and increase their extent. On the other hand, its liquidationist attitude toward the revolution that began in France in 1936; the way it brutally crushed the conscious cadres of the Spanish revolution; its complicity with Hitler in order to allow him to crush the Warsaw uprising; its Yalta policy against the interests of the revolution in Greece, Italy, Yugoslavia, and France; its blockade and military pressure against the Yugoslav workers state in the hope of delivering it bound hand and foot to imperialism (contrary to the interests of defending the USSR itself) unequivocally express the incompatibility between the Soviet bureaucracy and the development of the proletarian revolution. Such a revolution would represent a immediate and direct threat to the bureaucracy’s existence and it would do so even more sharply if it were to take place in an economically less backward country.

* * *

Leaving the door open, however timidly, to the hypothesis that the Thermidorian bureaucracy of the USSR could survive a third world war is to revise the Trotskyist analysis of the bureaucracy. First, as we have seen it calls into question the bureaucracy’s nature as a parasitic growth of the workers movement that lives off the advantage of the equilibrium between the fundamental classes. At the same time, this concept leaves the door open to the negation of its working-class nature. [4]

—Second, it overestimates the capacity of the USSR’s technical means when confronted with those of imperialism. —Third, it underestimates the breadth of the revolutionary movement in Asia and around the world. — Fourth, it accepts the notion that the Soviet bureaucracy can exist peacefully alongside a victorious revolution in the advanced countries.

— Above all, and here is where what Pablo really thinks comes in, it accepts the notion that the Soviet bureaucracy will not oppose the extension of the revolution but will even stimulate it.

In giving priority to ‘technical and material forces’ as opposed to the revolutionary struggle of the masses, however, Pablo does not go as far as the thesis of our comrades in Lyon. [5] This apparent superiority expresses a total incomprehension of the predominant role of the mass revolutionary struggle in the development and the outcome of a third world war.

The marked inferiority of the technical means at the disposal of the proletariat in the present world situation, a situation of ‘blocs,’ as Pablo puts it, becomes transformed into the proletariat’s superiority in direct proportion with its revolutionary mobilization, with an increase in its level of class consciousness and socialist consciousness, and with its revolutionary victories over imperialism. The military relationship of forces is politically determined. The Thermidorian bureaucracy in the USSR will play an even more emphatic counter-revolutionary role when it sees an upsurge in the revolution take shape, and when it sees mass socialist consciousness threatening its own domination in the USSR.

In its enormous struggle to smash the coalition of the imperialist bourgeoisie and its vast material means, the revolution will liquidate the Thermidorian bureaucracy in the USSR along the way. Otherwise the Thermidorian bureaucracy will impede, sabotage, and use military force against the revolutionary movement of the masses, paving the way for the victory of imperialist barbarism and for its own disappearance as a parasitic caste in the degenerated workers state.

All the experiences since 1933 have shown the role of the Soviet bureaucracy with increasing clarity and simply express its dual character—working-class and counter-revolutionary—its fundamentally contradictory nature, and its impasse. This bureaucracy will not survive a third world war, a war between the classes, a war whose outcome can only be world revolution or, failing that, a victory for imperialism that would liquidate all the conquests of the working class in both the USSR and the rest of the world.

III. From ‘Stalinist Ideology’ to the New ‘Bureaucratic Class’

Several times in the past the tendency to revise the Trotskyist concept of the Soviet bureaucracy has been expressed through the notion that Stalinism has its own ideology. Pablo seems to share this belief today when he speaks of the ‘co-leadership of the international Stalinist movement’ (our emphasis) by China and the Kremlin.

‘…China,’ he writes,’could not play the role of a mere satellite of the Kremlin but rather of a partner which henceforth imposes upon the Soviet bureaucracy a certain co-leadership of the international Stalinist movement. This co-leadership is, however, a disruptive element within Stalinism. …’ (‘Where Are We Going!’ p. 9. Emphasis added.)

What does this Russian-Chinese ‘co-leadership’ of the international Stalinist movement mean? Is there then a Chinese Stalinism alongside Russian Stalinism! What is the social base of this Chinese Stalinism? What then is its ideology? Is there really a Stalinist ideology?

We reply in the negative to all these questions.

The bureaucracy in the USSR has never even been capable of trying to define a new ideology, contrary to the way in which any historically necessary social formation, any class, operates. When you speak of the Stalinism of a Communist Party, you are nor speaking of a theory, of an overall programme, of definite and lasting concepts, but only of its leadership’s subordination to orders from the Kremlin bureaucracy. This is the Trotskyist conception. The ‘Stalinism’ of the international Stalinist movement is defined by this movement’s subordination to the bureaucracy of the USSR.

‘The Stalinist bureaucracy, however, not only has nothing in common with Marxism but is in general foreign to any doctrine or system whatsoever. Its ‘ideology’ is thoroughly permeated with police subjectivism, its practice is the empiricism of crude violence. In keeping with its essential interests the caste of usurpers is hostile to any theory: it can give an account of its social role neither to itself nor to anyone else. Stalin revises Marx and Lenin not with the theoretician’s pen but with the heel of the GPU.’ (Leon Trotsky: Stalinism and Bolshevism, New Park Publications, 1974, p.15.)

Would it be possible to have a Stalinist co-leadership, a dual subordination, one part of which would be .. .the Chinese revolution in full ascendancy? Is a modified version of Stalinist ideology supposed to have survived the victory of the revolutionary masses in China or is it supposed to have arisen in the course of the revolution?

But, Pablo adds, this co-leadership is a disruptive element for Stalinism. This clarification introduces a new confusion.

We are compelled on the contrary to state that the disruptive element in the ‘international Stalinist movement’ as such is the Chinese revolution and that this celebrated co-leadership, far from being a disruptive element, expresses an inherently temporary compromise between the counter-revolutionary bureaucracy of the USSR and its NEGATION, the Chinese revolution. This compromise reflects the lag between consciousness and reality, and more particularly the slowness with which China has begun to accomplish the tasks of the permanent revolution. We will return to this question.

The notion of co-leadership betrays a vast incomprehension of the irreducible character of the contradiction between the Soviet bureaucracy and a revolution in motion. Pablo has spoken several times of the victories ‘victories’ or ‘pseudo-victories’ of Stalinism when designating the development of the revolution in China, Asia, or elsewhere.

For Comrade Pablo, the most important lesson of the Yugoslav and Chinese revolutions is that it is important not to confuse them with ‘pure and simple victories (?) of the Soviet bureaucracy’!

For us, the lesson is that the development of the revolution is a defeat and a death threat for the bureaucracy, which does not evaluate the ‘revolution in all its forms’ from the same perspective as Comrade Pablo.

When this comrade adds that ‘the evolution of China can prove different from that of the Soviet bureaucracy,’ we have reached the height of confusion.(p.l2. Emphasis added.)

If someone can explain to us at what conjuncture, in what century, and on what planet the evolution of China could have even proved comparable to that of the Soviet bureaucracy—we’d like to hear about it.

This notion is only admissible if we accept beforehand Burnham’s thesis of the rapid formation (if not the pre-existence) of a bureaucracy of the Soviet type within the very course of a revolution.

In that case, this bureaucracy would not only have an ideology of international value, but we would have to accord it a historically progressive role. On the contrary, however, everything leads us to believe that the outcome of a revolution—even one that is isolated—will necessarily prove different and distinct from that of the USSR even if this revolution must degenerate because of its isolation and weakness. Trotsky has clearly demonstrated, in opposition to the revisionists, that the degeneration of the USSR has a specific historical character.

The Centuries of Transition

Are we compelled to revise Trotsky’s opinion on this point as well? Are the norms of the dictatorship of the proletariat, of the withering away of the state, outmoded and consigned to the rubbish bin by ‘life’ and by experience? Is the Soviet workers state really a degenerated workers state (a counter-revolutionary workers state, Trotsky said) [6] or, on the contrary, is it the prototype of what the transition between capitalism and socialism will be like after the victory of the world revolution? Although he doesn’t pronounce himself clearly in favour of one position over the other, and although his statements on this point are quite contradictory, Comrade Pablo does seem to lean toward the second response.

To those people-who-despair-of-die-fate-of-humanity, he replies that the transitional society between capitalism and socialism will last for several centuries (in oral discussion he has been more precise and has spoken of two or three centuries). [7] ‘… this transformation will probably take an entire historical period of several centuries and will in the meantime be filled with forms and regimes transitional between capitalism and socialism and necessarily deviating from ‘pure’ forms and norms.’ (‘Where Are We Going?’ p.13. Emphasis added.)

We are quite ready to engage in any struggle against purist utopians who subordinate reality to norms in order to reject reality. But we don’t see any sense in such a struggle at present, since we are unaware of any expression of this ‘purism’ within the international majority that emerged from the Second World Congress.

What we do see, on the other hand, is that the degenerated bureaucracy of the USSR has become the new norm, that Pablo is constructing a new utopia based on it, that the transitional society (‘several centuries …’) takes on a character of the sort that the Soviet-type bureaucracy (which is confused with all manifestations of bureaucratism that are inherent wherever you have a low level of the development of productive forces and a low level of culture) becomes a historically necessary evil, that is, a class.

What we see is that the bureaucratic caste of the USSR, which we consider to be the specific product of twenty-five years of degeneration of the first workers state, is supposed to be only the prefiguration of the ‘caste’ called on to lead the world for two or three centuries. So the notion of a ‘caste’ has been sent packing, and what’s really involved here is a class that was not foreseen by Marx, Engels, Lenin, or Trotsky.

As realists, we will have to revise Trotsky and his writings since the New Course because they are full of errors and misunderstandings on the historically progressive role of the bureaucracy. His explanation for the formation of the bureaucracy in the USSR is tainted from the start by its old-fashioned, utopian, and outmoded norms that have been contradicted by reality.

His attachment to these norms led him to consider the evolution of the USSR as a particular, exceptional, and specific violation of the norm.

‘In the bureaucratic degeneration of the Soviet state it is not the general laws of modern society from capitalism to socialism which finds expression but a special, exceptional, and temporary refraction of these laws under the conditions of a backward revolutionary country in a capitalist environment. (Leon Trotsky: ‘The USSR in ‘War’ in In Defence of Marxism, New Park Publications, 1971, p.8.)

What Trotsky calls degeneration is thus in reality the process that must begin after the victory of the world revolution and will last two or three centuries. And Trotsky put himself on the wrong side of the barricades when he wrote:

“The most honest or open-eyed of the ‘friends’ of the USSR console themselves with the thought that ‘a certain’ bureaucratic degeneration in the given conditions was historically inevitable. Even so! The resistance to this degeneration also has not fallen from the sky. A necessity has two ends: the reactionary and the progressive. History teaches us that persons and parties which drag at the opposite ends of a necessity turn out in the long run on opposite sides of the barricade.” (Leon Trotsky: ‘Socialism in One Country,’ in The Revolution Betrayed, New Park Publications, 1973, pp.307-8.)

He didn’t foresee that in the third world war the Soviet bureaucracy would be called on to carry out the function of gravedigger for world imperialism, to make an ‘international’ anti-capitalist revolution, or at least to co-operate with it. Neither Trotsky nor the Fourth International—a tragic misunderstanding—were aware of that up to this day.

Some Clarifications on an Incorrect Formulation

When we read in the Ninth Plenum resolution the following declaration on the defense of the Soviet Union: ‘The defence of the USSR constitutes the strategic line of the Fourth International, and its tactical application remains, as in the past, subordinated to unimpeded development of the mass movement in opposition to any attempt on the part of the Soviet bureaucracy, the Russian army, and the Stalinist leaderships to throttle and crush it. When we read this we are tempted to see no more than an incorrect formulation.

But we would be blind if we were to maintain this position after having studied the document in which the secretary of the International sets forth his perspective more fully, deriving it from the division of the world into the capitalist regime and the Stalinist world, a division considered as the essence of social reality in our epoch.

If we adopted this revisionist perspective it would seem to be necessary to go much further, to follow its logic to the end and to subordinate tactical application to the strategic line. It is precisely this principled attitude, this constant subordination of tactics to strategy, that distinguishes Marxism from opportunism of every stripe.

Pablo cannot remain there, straddling a fence. He must bring tactics into accord with not only strategy but also with a social analysis (his analysis) of the ‘present’ world.

If on the contrary we retain Marx, Lenin, and Trotsky’s analysis of society and their methodology, if we refuse to abandon the solid ground on which the foundations of our International rest, if we refuse to abandon this in favour of the quicksand of revisionism, our Third World Congress will of necessity return to the Trotskyist definition of the defence of the Soviet Union.

For Trotsky, the defence of the USSR did not constitute a ‘strategic line.’ The strategic line of the Fourth International is the world revolution.

Defence of the USSR against imperialism, like the defence of any workers state, is one of the tasks of this strategy, tasks that are entirely subordinated to the perspective of world revolution, to the strategy of the revolutionary mobilization of the masses.

Defence of the USSR cannot take the place of the strategic line of the World Party of Revolution—any more than the defence of the Yugoslav workers state or any other workers state could.

Therein lies the difference between Trotskyism and the Titoist and Stalinist varieties of centrism.

No unclarity can be allowed to remain in this discussion. Incorrect formulations on such questions are genuine errors of doctrine. No document of the International can today allow itself the slightest imprecision in defining the defence of the USSR and the place of this defence in our strategy. The defence of the USSR and of all the workers states constitutes a task of the Fourth International, a task that as such and in all its tactical applications must be entirely subordinated to the strategy of the struggle for the world revolution, to the unimpeded development of the masses, etc. [8]

Pablo Yields Ground to Martinet

This notion that the defense of the USSR (or of the ‘Stalinist world’) must be a strategic line has perhaps been most thoroughly developed by Gilles Martinet. Martinet is, in fact, the spokesman for the entire Stalinist intelligentsia in France. The Second World Congress correctly characterized his position as the Stalinist counterpart to Burnham’s revisionism.

The pro-Stalinist manifestation (a product of the Stalinist pressure in France) of this revisionism has been given its fullest form by Bettelheim, Martinet, & Co. in Revue Internationale. When they themselves apply the concepts mentioned above to the present world situation, they arrive at the following conclusions:

‘a) Owing to its lack of homogeneity and technical education, the working class will be obliged to pass through a stage of social differentiation and inequality after its conquest of power. Historic progress is assured by the privileged strata of the proletariat (the bureaucracy). It is the task of the state to defend these privileges.

‘b) During the epoch of decaying imperialism, the proletariat ceases to grow numerically and ideologically and instead retreats, witnessing the decline of its strength and the decay of its social structure. The failure of the ‘classic’ proletarian revolutions of 1918-23 is final. The Leninist strategy of the proletarian revolution is a thing of the past. In views of this incapacity of the proletariat to fulfill its historic mission, humanity has no other road to progress except to try to ‘participate’ in the stratification of the means of production by the Soviet bureaucracy on an ever larger scale,and to draw up a new minimum programme in order to attenuate the violent character of this process. …

‘There is no room for [these revisionist tendencies] in the revolutionary movement. But some of their features appear at the bottom of mistaken conceptions on the Russian question which have found expression in our own ranks. What is important is first of all to lay bare the inner logic of this incipient revisionism and make its proponents aware of its dangerous consequences to the whole of Marxism. [‘The USSR and Stalinism: Theses Adopted by the Second World Congress of the Fourth International, April 1948,’ in Fourth International, June 1948, p. 125.]

In ‘Where Are We Going?’ Pablo throws this analysis overboard, declaring:

‘Our fundamental (!) difference with certain neo-apologists for Stalinism, of the Gilles Martinet stripe in France, does not involve the fact that there are objective causes at work imposing transitional forms of the society and of the power succeeding capitalism, which are quite far from the ‘norms’ outlined by the classics of Marxism prior to the Russian Revolution. Our difference is over the fact that these neo-Stalinists present Stalinist policy as the expression of a consistent, realistic Marxism which, consciously and in full awareness of the goal, is marching toward socialism while taking into account the requirements of the situation.’ (p.8.)

Note first of all that contrary to the notion Pablo elaborated above, Martinet does not repudiate the Soviet bureaucracy; instead he considers it a necessary evil on which falls defacto the task of destroying imperialism, and which will be overturned historically by the development of productive forces. It is his servility when faced with an accomplished fact, his tendency to generalize on the basis of the degeneration of the first workers state in order to transform a specific historical fact into a general historical necessity, more than his evaluations of Stalin’s ‘Marxism’ that make Martinet the most agile theoretician of the Thermidorian counter-revolution. The definition Trotsky gave in ‘After Munich’ applies to him without qualification:

‘Only the overthrow of the Bonapartist Kremlin clique can make possible the regeneration of the military strength of the USSR. Only the liquidation of the ex-Comintern will clear the way for revolutionary internationalism. The struggle against war, imperialism, and fascism demands a ruthless struggle against Stalinism splotched with crimes. Whoever defends Stalinism directly or indirectly, whoever keeps silent about its betrayals or exaggerates its military strength is the worst enemy of the revolution, of socialism, and of the oppressed peoples. The sooner the Kremlin gang is overthrown by the armed offensive of the workers, the greater will be the chances for a socialist regeneration of the USSR, the closer and broader will be the perspectives of the international revolution.’ (Writings of Leon Trotsky: 1938-9, p.16.)

Such is the language we expected from the secretary of the International in regard to the wing of the petty bourgeoisie that has capitulated before Stalinism and its supposed ‘victories.’ In place of that we are supposed to accept an ambiguous definition (actually the absence of a definition) based on a stupid quarrel over Stalin’s merits as a theoretician.

The Chinese Comrades’ Error Corrected With Another Error

It would be useless to deny that the Chinese comrades’ error weighs very heavily on the present discussion. Not only does it explain in part the orientation presented by Pablo, but Comrade Pablo also uses it openly as an argument in defence of his thesis and in the hope of overwhelming his adversaries.

We are not overwhelmed and for a whole series of reasons, among them the following:

(1) In April 1950 one of us, Comrade Bleibtreu, spoke before a public meeting of the ‘Lenin Circle’ on the problems of the Chinese revolution. Vietnamese, Chinese, French, and Sinhalese comrades attended the meeting. It concluded with an analysis of the Chinese revolution and the Chinese Communist Party, and with the necessity for Trotskyists to enter the Chinese Communist Party and form its consistent Marxist wing, a wing capable of resolving in both theory and practice the tasks of the permanent revolution.

This led, among other things, to his being vigorously contradicted by a member of the International Secretariat.

(2) The Central Committee of the PCI [Parti Communiste Internationaliste—Internationalist Communist Party met December 2, 1950, and passed a resolution asking the International Secretariat to take a position on the Chinese events and on the errors of the Chinese comrades. To date we have had no response from the International Secretariat or the International Executive Committee. We hope that this document will see the light of day before the World Congress, because it would represent an essential element of clarification.

In the face of this persistent silence, we are compelled to take the initiative in a discussion that the international leadership should have begun.

What Was the Error in China?

According to Comrade Pablo, this error began ‘following the victory of Mao Tse-tung.’ (‘Where Are We Going?’ p. 17.) In our opinion, it predates this victory by quite a bit.

A revolution had been developing in China since 1946, a revolution in which the Trotskyists should have been an integral part. Abandoned by Stalin, whose advice aimed at forming a National Front government with Chiang Kai-shek they had rejected,and encircled by virtue of the fact that the Red Army had given up Manchuria to Chiang, the Chinese leaders had to confront the most powerful offensive the white troops ever launched against the Seventh Army. The only possibility that remained open to them (like the situation confronting the leaders of the Yugoslav Communist Party 1942-43) was the revolutionary mobilization of the masses. Rejecting their Stalinist course of the previous years, they adopted a limited programme of agrarian reform, which the masses greeted with immense enthusiasm. Mass peasant committees and resistance groups sprang up everywhere and organized themselves to defend and extend the agrarian reform and to crush Chiang, the representative of the landlords. The advances Mao’s army made were above all the product of the massive levy of the revolutionary peasantry, and of the parallel collapse of Chiang’s peasant army, which was contaminated by the revolution and the thirst for land. The Chinese CP itself underwent a change in its social composition. The literate sons of well-to-do peasants, who constituted the backbone of its cadres up to that time (and certain among whom tended to oppose the explosion of elementary violence set off by the turn their party had made), were submerged by an influx of new militants hardened on the forge of the revolution itself.

Thus:

(1) The birth of the Chinese revolution was the beginning of the end of the Chinese CP’s ‘Stalinism.’ [9]

(2) The Chinese CP stopped subordinating itself to directives from the Kremlin and became dependent on the masses and on their actions.

(3) Its social composition was actually modified.

(4) The Chinese CP stopped being a Stalinist party and became a centrist party advancing along with the revolution. This doesn’t mean that the Chinese CP became a revolutionary party ipso facto. It retained from its past a series of incorrect and bureaucratic concepts that came to be reflected in its actions:

—by the timid character of its agrarian reform;

—by its limiting itself to North China;

—by the Chinese CP’s conscious effort to keep the urban proletariat isolated from the revolution. [10] The dialectic of social reality has already partially withdrawn certain barriers, and there are reasons to hope that this course will continue.

In any event, it is absurd to speak of a Stalinist party in China, and still more absurd to foster belief in even the resemblance of a ‘victory of Stalinism in China.’

The Korean war temporarily presented Stalin with both the means to slow down the Chinese revolution’s progress toward the solution of the tasks of the permanent revolution and to re-establish partial control over the Chinese CP. This explains Stalin’s policy of ‘nonintervention’ at the time when the victorious march of the Korean armies could, with a minimum of support, have driven the imperialists into the sea. This also explains the scantiness of his present aid and his fear of a solution, especially of a solution in favour of the Korean revolution.

But when all is said and done, the reality of class struggle will prove more powerful than the Kremlin apparatus and its maneuvers.

The error of the two Chinese groups is precisely to have failed to grasp the social reality. They have identified the revolution with Stalinism, which means identifying Stalinism with its negation.

The Chinese comrades turned their backs on the revolutionary movement of the masses, fell back when confronted with its march forward, and finally ended up in Hong Kong. [11]

Their greatest error was not their failure to understand Stalinism; it was a different and much more serious lack of comprehension.

They didn’t recognize the very face of the revolution. They saw the advance of Mao’s revolutionary armies as a step forward for Stalinism. They failed to understand that it is the action of classes that is fundamental,that it is social classes and not the apparatuses that make history, and that once it gets going, the action of masses is more powerful than the strongest apparatus.

In many respects Comrade Pablo revives the analytical errors of the Chinese comrades, even if he draws conclusions that are contrary, though just as disastrous.

He makes the same error on the nature of the Chinese revolution, which he considers as a victory—not a ‘pure and simple victory’ but nevertheless a victory of Stalinism.

This error flows from the erroneous notion of the Stalinist world and is expressed in the notion of Russian-Chinese co-leadership of the international Stalinist movement.

He shares the same erroneous criteria concerning the ‘Stalinist’ nature of a Communist Party. The Stalinist nature of a CP is constituted by its direct and total dependence in respect to the interests and policy of the Kremlin. A refusal on the part of the Chinese CP to accept the legal existence of a Trotskyist tendency—either inside or outside its ranks—and even the repression against this tendency would in no way constitute a criterion that ‘demonstrates its bureaucratic and Stalinist character’ (Pablo), but solely its lack of understanding of the permanent revolution, a lack of understanding that is not specifically Stalinist. We have often been served up such absurdities to ‘prove’ the ‘Stalinist’ character of the Yugoslav CP, which petty-bourgeois idealists don’t hesitate to define as Stalinism without Stalin!

He shares the same lack of understanding of the relationships between the masses, the CP, and the Kremlin bureaucracy: Pablo places an equals-sign between the dual nature of the CPs and the dual nature of the Soviet bureaucracy.

Generally, we would not deny that 2=2. But combining two errors (for example, Comrade Pablo’s error and the Chinese comrades error) is not the equivalent of combining two correct statements(for example, the thesis of our Central Committee and Comrade Germain’s ‘Ten Theses’). Thus it’s not always true that 2=2.

The dual nature of the Soviet bureaucracy is both the reflection and the product of contradictions in Soviet society. It is expressed through the Bonapartism of Stalinism when it is confronted with social forces inside the Soviet Union and on a world scale. The policy of the bureaucracy is not dual but rather forms an integral whole throughout all its variations: it’s a policy of balancing between the basic classes.

The dual nature of the CP means something quite different and expresses a different contradiction because of the fact that a parasitic bureaucracy of the Soviet type doesn’t exist internationally. The duality, the contradiction of a CP stems from the fact that it is a workers party by virtue of its social base (a necessary base for the Kremlin’s balancing act) and a Stalinist party by virtue of its politics and its leadership (a leadership chosen from above on the basis of its total submission to the Kremlin’s orders).

The thing that defines a workers party as Stalinist.—as opposed to a revolutionary party or a social-democratic party (linked to the bourgeoisie) or any sort of a centrist party—is neither a Stalinist ideology (which doesn’t exist), nor bureaucratic methods (which exist in all kinds of parties), but rather its total and mechanical subordination to the Kremlin.

When for one reason or another this subordination ceases to exist, that party ceases to be Stalinist and expresses interests that are different from those of the bureaucratic caste in the USSR. This is what happened (because of the revolutionary action on the part of the masses) in Yugoslavia well before the break in relations; the break only made it official. This is what has already happened in China, and will inevitably be reflected by a break in relations no matter what course the Chinese revolution takes.

A break in relations or a gradual differentiation within the Chinese CP, an eventuality that flows first from the correct evaluation of the nature of the CPs (an evaluation we gave in some detail at the Fourth Congress of our party in 1947) that was developed by the Second World Congress, and then from the lessons of the Yugoslav experience, would have the effect of greatly stimulating the revolutionary struggle in Asia, Europe, and Africa. It would also facilitate revolutionary victories in a series of countries, diminish considerably imperialism’s capacity for resistance and counterattack, and increase the level of consciousness and the combativity of workers in the advanced industrial countries. At the same time, it would modify in a favourable way the relationship of forces within the workers movement, making it more receptive to the revolutionary programme and thus infinitely more effective in the class struggle. The Chinese CP’s declaration of its independence in regard to the Kremlin and its steps toward accomplishing the tasks of the permanent revolution both in China and internationally are events that will probably take place before imperialism can start a world war.

It is under this perspective—with the Chinese masses, with the Chinese CP, against Stalin—that the actions of our Chinese comrades must be corrected. In every country where a Stalinist party has an extensive working-class base, the International must work under this broader perspective of the independence of the workers movement and its communist vanguard with respect to the Kremlin’s policy.

Concerning our Tasks

Never before has the Fourth International had such possibilities for implanting itself as the leadership in a mass revolutionary struggle. Nor has it ever (and this is a corollary of the revolutionary upsurge around the world) had such possibilities for gaining the ear of Communist workers organized in the Stalinist parties. Never in the past (and this is a function of the very development of the worldwide revolutionary upsurge) have we witnessed so profound a worldwide crisis of Stalinism.

Despite the fact that they consider these things as Stalin’s ‘victories,’ as proof of ‘his revolutionary effectiveness,’ the most conscious Communist workers will not accept the notion advanced by their leaders that socialism will be installed by the Red Army. They are seeking the road of class action, of the emancipation of workers by the workers themselves. This concern of theirs actually touches upon a fundamental aspect of the proletarian revolution, an aspect that dominates the works of Marx and Lenin: that is, that the essence of a proletarian revolution is not this or that economic measure but rather the proletariat’s gaining of consciousness, its molecular mobilization, the formation of its consciousness as an active and dominant class. This notion of Marx and Lenin has been strikingly confirmed by the example of the buffer zone on the one hand and, inversely, by the Russian revolution [12] and partially by the revolution in Yugoslavia on the other. We are not talking about a priori norms but rather about the very essence of the proletarian revolution: the working class gaining a consciousness of itself and setting itself up as the ruling class,not only by taking power but also and above all by exercising the dictatorship of the proletariat and building socialism. And this latter task is not a mechanical phenomenon (the opposite of capitalist development) but requires the intervention of the proletariat as a conscious class. [13] This is the ABC. The experience of the USSR confirms it 100 per cent (relative stagnation domestically and a counter-revolutionary policy abroad), as does the Yugoslav experience, the Chinese experience and, in a negative way, the experience in the buffer zone.

No serious Communist worker criticizes Stalin for being afraid of world war, for refusing to declare the war-revolution or the revolution-war. On the contrary, what the best of them criticize him for is for subordinating the class struggle in other countries to the diplomatic and military needs of the USSR, subordinating the strategic line of the proletarian revolution to one of its tasks, the defence of one of the workers states.

In France the crisis of Stalinism, which has just manifested itself in the split among the mine workers, is fuelled continually by the ample proof that the French CP is an inadequate instrument for making a revolution:

— the ineffectiveness of its policy of supporting national fronts, of building ‘New Democracy’ (the politics of Yalta);

—the ineffectiveness of its policy of [parliamentary] opposition, of its leadership in the important class struggles since 1947 (the Zhdanov line);

—the incapacity of Stalinism to contribute toward uniting the proletarian forces.

All the strikes up to the present have reinforced the impression held by Communist workers that the French CP is not leading the proletariat toward revolution, but toward neutralization of the French bourgeoisie and a period of waiting for the war and the Red Army’s entry into it.

The Communist workers witnessed their struggle against the war in Vietnam—an undertaking the French CP had entered with a violence tainted with adventurism—subordinated to the campaign around the Stockholm appeal.

They witnessed their struggle against the eighteen months halted in mid-course and used as a springboard for the Sheffield-Warsaw appeal.

A great uneasiness spread among members of the French CP (and certainly among members of other CPs) in the fall of 1950, when the imperialist armies in Korea were within an inch of pulling out and a minimum of material support would have been sufficient to assure a success of immense scope for the entire Asian revolution. They saw that Stalin—applying the same policy of non-intervention he had used against the ascendant phase of the Spanish revolution—then allowed the imperialist armies to regain the offensive. This uneasiness was expressed so widely that the leadership of the French CP had to respond publicly—using Jeanette Vemersch as a mouthpiece—in the following way: Those who demand that the USSR intervene in Korea don’t understand what a world war would be like. This response disarmed the burgeoning opposition, because no Communist worker wanted a world war. What they were demanding wasn’t intervention but an end to the de facto embargo on arms that was strangling the Korean revolution.

It comes as no surprise that the Stalinist leaders are still inventive enough to pull the wool over the eyes of Communist workers. But what is surprising and inadmissible is that La Verite, through Comrade Pablo’s [14] articles, did nothing to take advantage of this crisis, although:

—it explained that it was difficult to make pronouncements about Stalin’s intentions;

— it remained silent about the meaning of his non-intervention;

—it did not wage a systematic and sustained campaign to publicize the demand the Communist workers were making on their leadership: Airplanes and artillery for Korea,

—worse yet, it adopted J. Vermersch’s evaluation of the situation as its own (aiding Korea means a world war), simply adding that if Stalin were a real revolutionary he wouldn’t be afraid of entering a world war (war-revolution, revolution-war).

Here we have a convincing application of the orientation Comrade Pablo refers to as ‘Closer to the Communist workers.’ It reminds us of the politics of the right-wing tendency that left our party. This tendenency also fought for the slogan ‘Closer to the Communist workers,’ which meant closer to Stalinist politics.

In the present case, La Verite was closer to Stalinist politics (it played the role of the MacArthur of the ‘Stalinist world’) but quite far removed from the concerns of the Communist workers; it didn’t help them find the correct response to their uneasiness.

By virtue of its methodology, perspectives, and application, this brand of politics is related to the most negative aspects of the history of our International. Through its impressionism and empiricism, its passive submission before accomplished facts and apparent ‘power,’ and through its abandonment of a class strategy, it revives all the errors of the right wing in the French party, of Hasten [15],” and of many other tendencies that followed a liquidationist course.

The Alarm Signal

We think that Comrade Pablo’s orientation is neither clear nor definitively set. We are convinced that he will correct his errors without too great a difficulty. But this isn’t the question. Comrade Pablo is also a leader of the International. This means that the positions he takes do not involve just him. His line has already been partially expressed in the Plenum resolution, which is a confused and contradictory document, the result of an unprincipled bloc between two lines, and the very model of an eclectic document.

But above all, a whole series of alarming signs have emerged as direct consequences of this theoretical hodgepodge.

On the one hand, a Stalinist tendency is rapidly developing in the International. Certainly Comrade Pablo can say, like the sorcerer’s apprentice, that this isn’t what he wanted. He can even apply a vigorous ‘self-criticism’ across the shoulders of politically weak comrades who tried to be more consistent than those who inspired them. But the remedy only disguises the disease and doesn’t heal it.

Similar destructive tendencies in the International have appeared on the editorial staff of our English comrades.

In France they cropped up among our comrades in Lyon, whose resolution we have cited.

They have appeared in our Central Committee, where Comrade Mestre stated her support for the Stalinist slogan of a struggle against German rearmament, manifestly subordinating the problem of the German and French proletariat’s gaining consciousness and taking up revolutionary struggle to the military defence of the USSR, seen in Stalinist terms as the number-one priority, the strategic line.

On the other hand, tendencies toward rejecting the defence of the USSR have already appeared and will inevitably develop. Some comrades who are troubled by the present tendency toward revisionism on the nature of the bureaucracy and on the Trotskyist concept of the defence of the USSR will inevitably break away from both Trotskyism and the defence of the USSR. We must seriously consider the defection of Natalia Trotsky, whose radically false concepts on the question of the USSR didn’t prevent the Second World Congress from placing her on its honorary presidium.

The orientation that has been outlined threatens to lead to the splintering of our International into a Stalinist tendency and a tendency that is defeatist toward the USSR.

We must react without delay and return to the Marxist method of analyzing society, return to the Leninist concept of the function of the working class, return to the Trotskyist analysis of the degeneration of the USSR and of the character of the bureaucracy, return to Trotsky’s fundamental statement that the crisis of humanity is and remains the crisis of revolutionary leadership, return to the revolutionary working-class line, that of the construction and the victory of the Fourth International, the World Party of the Socialist Revolution.

Footnotes

[1] Thus two camps have been formed in the world: on the one hand there is the imperialist and anti-democratic camp, whose basic goal is to establish American imperialism’s domination over the world and to crush democracy; on the other hand there is the anti-imperialist and democratic camp, whose basic goal consists in undermining imperialism, strengthening democracy, and liquidating the remnants of fascism.

‘The struggle between these two camps, between the imperialist and anti-imperialist camp, unfolds under conditions of a continued deepening of the overall crisis of capitalism, of a weakening of the forces of capitalism, and of the strengthening of the forces of socialism and democracy. (Zhdanov Theses, 1947, given to the first meeting of the Cominform in 1947.)

[2] So far as Europe is concerned, consider the bureaucracy’s policy in France (1936), Spain (1936-39), Poland (Warsaw uprising), Greece (1944-45), its efforts to prevent and overturn the Yugoslav revolution, its policy in France and Italy in the face of the revolutionary upsurge following the second world war.

[3] ‘…economic growth, while slowly bettering the situation of the toilers, promotes a swift formation of privileged strata,’ Trotsky said in the fundamental document defining the USSR (Revolution Betrayed, point D in the definition of the USSR, New Park Publications, 1973, p.255.)

[4] The draft theses presented by Pablo to the Ninth Plenum of the International Secretariat (point 2l, paragraph 3) spoke of the ‘conditions of economic exploitation’ of the Soviet proletariat by the bureaucracy. The idea of class exploitation no longer appears in the text adopted by the International Executive Committee, by the notion of historically necessary social layer (a class!) turns up again in Pablo’s document.

[5] “Once the war breaks out …the bureaucracy will no longer have any reason to oppose the development of mass revolutionary struggles in the imperialist camp. Quite the contrary the bureaucracy will have every interest in developing anything that will help undermine the military strength of the imperialist camp, including revolutionary movements of great scope. …’ (Thesis of the Lyons cell.)

The thesis as a whole comes down to this: up to the present the bureaucracy has been opposed to the revolution out of fear of military intervention by the imperialists. In the third world war the bureaucracy will no longer have this preoccupation and will become the leadership of the world revolution. This is much more consistent than Pablo’s thesis. The author of this resolution nevertheless was weak enough to renounce it in favour of Pablo’s position.

[6] Some voices cry out: “If we continue to recognize the USSR as a workers’ state, we will have to establish a new category: the counter-revolutionary workers’ state.” This argument attempts to shock our imagination by opposing a good programmatic norm to a miserable, mean, even repugnant reality. But haven’t we observed from day to day since 1923 how the Soviet state has played a more and more counter-revolutionary role on the international arena? Have we forgotten the experience of the Chinese Revolution, of the 1926 general strike in England and finally the very fresh experience of the Spanish Revolution? There are two completely counter-revolutionary workers’ internationals. These critics have apparently forgotten this “category.” The trade unions of France, Great Britain, the United States and other countries support completely the counter-revolutionary politics of the bourgeoisie. This does not prevent us from labelling them trade unions, from supporting their progressive steps and from defending them against the bourgeoisie. Why is it impossible to employ the same method with the counter-revolutionary workers’ state? In the last analysis a workers’ state is a trade union which has conquered power. The difference in attitude in these two cases is explainable by the simple fact that trade unions have a long history and we have been accustomed to consider them as realities and not simply as ‘categories’ in our programme. But, as regards the workers’ state there is being evinced an inability to learn to approach it as a real historical fact which has not subordinated itself to our programme. (Leon Trotsky:’Again and Once More Again on the Nature of the USSR,’ in In Defence of Marxism, New Park Publications 1971, pp.30-31)

[7] In 1651, three centuries ago, the bourgeoisie began to emerge in England.

In 1751, two centuries ago, it began to appear in France.

The two or three century transition period in which Pablo accords a necessary role to the bureaucracy would be longer than the period of bourgeois domination in the countries that developed the earliest, and three to six times longer than the worldwide domination of the capitalist bourgeoisie. It would therefore be difficult to find fault with applying the term class to the Soviet bureaucracy.

[8] In the Second World Congress theses there was already an unfortunate formulation, though it was appreciably different: ” ‘Defend what remains of the conquests of October’ is a (“a,” and not “the”) strategic line for the revolutionary party, and not alone a ‘slogan.’ ” [‘The USSR and Stalinism,’ Fourth International, June 1948, p. 114] It would have been more correct to say: ‘a strategic task’ or ‘a strategic orientation,’ formulations that are clearly opposed to the notion that the defense of the USSR is just a ‘slogan.’

‘The defence of the USSR coincides for us with the preparation of world revolution. Only those methods are permissible which do not conflict with the interests of the revolution. The defence of the USSR is related to the world socialist revolution as a tactical task is related to a strategic one. A tactic is subordinated to a strategic goal and in no case can be in contradiction to the latter.'(Leon Trotsky: ‘The USSR in War,’ in In Defence of Marxism, New Park Publications, 1971, p.ll.)

[9] A ‘Stalinism’ that was never very deeply entrenched at any given moment in the history of this party. Apart from the documents published by the Fourth International, a reading of the works of Mao Tse-tung (each page of which contains a more or less veiled attack on Stalin) is quite helpful in this regard.

[10] It is quite clear that the reasons for this stem from the difference between the proletariat’s aspirations and forms of action, and those of the peasantry. The peasantry desires bourgeois-democratic reforms and mobilizes spontaneously in the form of partisan armies. The proletariat has socialist aspirations and its revolutionary mobilization creates proletarian organs of power, both of which lead to a direct contradiction with the Stalinist bureaucracy right from the start.

[11] We request that the International Secretariat present its file of correspondence with the Chinese comrades to the World Congress,and in this way inform the congress of the directives that it had the right and the duty to give to the Chinese section.

[12] The Russian revolution unfolded in a way that was far removed from the ‘pure norms’; Lenin thought it was even further removed than any future revolution in an advanced country would be.

[13] ‘The primary political criterion for us is not the transformation of property relations in this or another area, however important these may be in themselves, but rather the change in the consciousness and organization of the world proletariat, the raising of their capacity for defending former conquests and accomplishing new ones. From this one, and the only decisive standpoint, the politics of Moscow taken as a whole, completely retains its reactionary character and remains the chief obstacle on the road to world revolution.'(Leon Trotsky: ‘The USSR in War,’ in In Defence of Marxism, p.23.)

[14] The Militant, the newspaper of the American Trotskyists, waged an excellent campaign around the revelations on this question. In France, where the basic cadres of the working class are organized in the CP, an extensive campaign should have been mounted around the theme: ‘Airplanes for Korea.’

[15] A reading of Hasten’s amendment to the World Congress is instructive: it is a timid outline of ‘Where Are We Going?”

Arquivo Histórico: A Quarta Internacional e a Juventude

A Conferência de Fundação da Quarta Internacional e sua “Resolução Sobre a Juventude”

O primeiro dos documentos a seguir foi escrito como uma introdução à Resolução Sobre a Juventude da Quarta Internacional (1938) e foi publicado na edição Nº 17 (maio/junho de 1973) de Revolutionary Communist Youth Newsletter (RCYN), jornal do então grupo de juventude da Liga Espartaquista dos Estados Unidos (SL). Sua tradução para o português foi realizada pelo Reagrupamento Revolucionário em julho de 2012. Logo após, publicamos a Resolução Sobre a Juventude adotada na Conferência de Fundação da Quarta Internacional (1938) e uma resolução adotada na Pré-Conferência da Juventude em 1936, ambas traduzidas também pelo Reagrupamento Revolucionário a partir das versões em inglês disponíveis em marxists.org.

Trotsky sempre teve plena consciência do que ele chamou de o problema de gerações. Ele iniciou o Novo Curso(1923), seu tiro de abertura na luta contra a degeneração burocrática da Revolução Russa, com uma discussão da “questão das gerações do partido” e, no documento mais importante entre as resoluções de fundação da Quarta Internacional (QI), A Agonia Mortal do Capitalismo e as Tarefas da Quarta Internacional: O Programa de Transição, Trotsky apresentou o problema das gerações da seguinte forma:

“Quando se gasta um programa ou uma organização, se gasta a geração que os carregou sobre seus ombros. A renovação do movimento faz-se pela juventude, livre de toda responsabilidade pelo passado… Apenas o fresco entusiasmo e o espirito ofensivo da juventude podem assegurar os primeiros sucessos na luta; apenas esses sucessos podem fazer voltar ao caminho da revolução os melhores elementos da velha geração.”
[da versão disponível em marxists.org]

Trotsky não esqueceu a lição do colapso da Segunda Internacional e da construção da Terceira. Quando os partidos líderes da Segunda Internacional capitularam ao chauvinismo nacional da Primeira Guerra Mundial, foram os militantes concentrados principalmente na juventude Socialista e nos grupos de mulheres (representando um estrato mais oprimido da classe trabalhadora do que a aristocracia operária privilegiada – o mais influente componente dos partidos Socialistas do Ocidente Europeu) que carregaram a bandeira do internacionalismo contra a maré de chauvinismo. Foram esses militantes que, sob o impacto do Outubro Russo, forneceram os preciosos quadros da nova Internacional Comunista (IC). Com a destruição da IC enquanto um partido revolucionário mundial a partir dos fortes ventos do fracasso da Revolução Alemã, da degeneração burocrática da Revolução Bolchevique, da ascensão do fascismo e da iminente renovação da guerra imperialista mundial, as tarefas de se criar uma nova internacional foram postas na ordem do dia. Trotsky, um dos fundadores da IC que assinou seu manifesto de fundação, se virou para a geração de jovens trabalhadores, não amedrontados pelas derrotas e traições do passado. Consequentemente, o manifesto de fundação da QI termina com um firme chamado para dar “Lugar à juventude! Lugar às mulheres trabalhadoras!”.

A seriedade com a qual os trotskistas empreenderam essa necessidade histórica de encontrar o caminho à nova geração de revolucionários estava evidente no fato de que – apesar da fundação da QI ter ocorrido sob as mais difíceis condições, demandando sigilo e uma preparação cuidadosa, em um momento em que os trotskistas tinham escassos recursos e estavam sendo caçados ao redor do mundo pela polícia e agentes de todas as alas da burguesia, dos fascistas aos mais “democráticos” e, com especial veemência, pela polícia secreta de Stalin – ainda assim a Fundação de Conferência foi seguida pela “Conferência Mundial de Juventude da Quarta Internacional”. Ambas as Conferência ocorreram em setembro de 1938; nessa compareceram 21 delegados representando 11 países, enquanto na Conferência de Juventude compareceram 19 delegados representando 7 países (Polônia, Áustria, Bélgica, Holanda, Inglaterra, Estados Unidos e França). Houve uma considerável sobreposição nas delegações e, além disso, o Birô Internacional da QI, eleito na Conferência do partido, enviou três delegados à Conferência de Juventude. Além de adotar a “Resolução Sobre a Juventude”, a Conferência Mundial de Juventude endossou o Programa de Transição e votou sua filiação como a seção oficial de juventude da QI.

Conforme relatou Nathan Gould, o delegado de juventude dos Estados Unidos, no órgão mensal do então revolucionário Partido dos Trabalhadores Socialistas (SWP), Socialist Appeal (22 de outubro de 1938):

“A resolução sobre as relações entre as Internacionais jovem e a adulta aceitou a clássica concepção leninista dessas relações. A Internacional de Juventude, que aceita a liderança revolucionária proletária internacional de seu órgão adulto será politicamente subordinada e organizativamente autônoma em relação à Quarta Internacional”

Gould declarou então que todas as decisões e resoluções na Conferência de Juventude, incluindo a “Resolução Sobre a Juventude”, derivaram “das demandas e estão subordinadas às teses sobre a Agonia Mortal do Capitalismo [O Programa de Transição]”. De fato, a agonia mortal do capitalismo evolui com tamanha rapidez e agudez que a “questão da juventude” logo foi substituída pela “questão militar”. As principais preocupações da juventude da classe trabalhadora na vida civil sob o capitalismo – a falta de trabalhos, educação e igualdade social, problemas com os quais a “Resolução Sobre a Juventude” estava centralmente preocupada – estavam para ser logo transcendidas enquanto a guerra imperialista dava a esses jovens os “empregos”, a “educação” e a “igualdade social” dos quartéis. Dentro do contexto do militarismo universal, os trotskistas se portaram com bravura exemplar, por exemplo, construindo células revolucionárias dentro do Exército Alemão. Mas as condições objetivas forçaram a QI a temporariamente abandonar as tarefas colocadas pela “Resolução Sobre a Juventude” e a luta por uma internacional trotskista de juventude.

Ascensão do Pablismo

Após a Segunda Guerra Mundial, o movimento trotskista, dizimado pelo fascismo e pelo stalinismo, tentou se reagrupar e reorientar. Entretanto, a destruição de uma geração inteira de quadros trotskistas, incluindo o próprio Trotsky, deixou a QI desarmada teoricamente e isolada da classe trabalhadora. Os inexperientes e não testados quadros que subiram à liderança da QI, personificada por Michel Pablo, foram passados para trás pelos levantes pré-revolucionários do pós-guerra cujos cursos suas fracas forças não podiam influenciar significativamente. Tais quadros foram posteriormente desorientados pela aparente estabilização do capitalismo de um lado, e pelo crescimento do stalinismo e da socialdemocracia de outro (confira A Gênese do Pablismo). O pablismo significou o abandono da luta pela construção de partidos trotskistas independentes e a liquidação dos quadros trotskistas dentro das já existentes formações stalinistas e socialdemocratas que eram vistas como destinadas a desempenhar um papel revolucionário sob o impacto do “processo objetivo”. O corolário para a juventude trotskista era a ordem de que ela deveria se enterrar nos grupos de juventude stalinistas e socialdemocratas e esperar pelo “processo objetivo” se desdobrar.

Assim, a “Resolução Sobre a Juventude” e as perspectivas para uma internacional trotskista de juventude foram abandonadas quando a QI sucumbiu ao pablismo. Apesar de muitas das demandas e consignas específicas da “Resolução Sobre a Juventude” estarem obviamente desatualizadas, a resolução apresenta muito mais do que um interesse histórico. O documento, especialmente na seção XIV, intitulada “O Programa Revolucionário”, é uma valiosa reafirmação do critério programático que governou o trabalho na juventude conforme Lenin, Trotsky e a IC e QI dos primórdios o concebiam. Tal reafirmação é de particular importância hoje em dia, quando tantas tendências políticas afirmando serem trotskistas apresentam as mais elementares confusões sobre essa questão. A IC e a Internacional Comunista da Juventude dos primórdios, e a Conferência de Fundação da QI e sua correspondente Conferência de Juventude eram explicitamente insistentes de que o grupo de juventude Leninista-Trotskista deveria ser uma seção do partido de vanguarda que materializa a continuidade, a liderança politicamente testada e a clareza programática desenvolvida do movimento revolucionário. O programa da seção de juventude deve ser desenvolvido dentro do quadro do programa do partido, conforme a “Resolução Sobre a Juventude” afirma: “É no quadro do programa de transição da Quarta Internacional que o presente programa deve ser desenvolvido e aplicado.”. “Juventude” não é uma classe, não há “programa da juventude” como tal. O programa que se dirige às necessidades objetivas e à opressão especial da juventude é parte e parcela do programa pelo poder proletário. “A luta por essas demandas não podem ser separadas da luta pelas demandas dos trabalhadores como um todo, tanto empregados quanto desempregados.”.

Vanguardismo Jovem: SWP e WL

Todos os diversos pretendentes à bandeira do trotskismo rejeitam a abordagem de classe de Trotsky sobre a questão da juventude – nomeadamente, que esta questão de opressão e necessidades especiais da juventude deve ser subordinada e integrada ao programa revolucionário da classe trabalhadora, o Programa de Transição. O pablismo moderno, materializado em organizações como o SWP [Partido dos Trabalhadores Socialistas dos Estados Unidos], o Grupo Marxista Internacional na Inglaterra, a Liga Comunista na França e personificado por “teóricos” como Ernest Mandel e “ativistas” como Tariq Ali [seções e membros do Secretariado Unificado], depois de anos de auto-internação em organizações reformistas, recuaram de seu entrismo e tentaram, de diversas maneiras próprias, pular no trem da “radicalização internacional da juventude”. Partindo da ideia de que nós vivemos não na era da decadência imperialista, mas na era do “neocapitalismo”, isto é, das crises capitalistas estabilizadas pela intervenção estatal na economia (expansão da dívida, por exemplo), eles chegam à conclusão de que, consequentemente, o “epicentro” da revolução mundial se deslocou dos países industriais para os coloniais, ou da classe trabalhadora industrial para “setores” mais periféricos da força de trabalho, como os trabalhadores engravatados e os “aprendizes” engravatados (isto é, os estudantes). Eles enxergam a classe trabalhadora industrial como perdidamente burocratizada e aburguesada, atingível apenas através das “periferias” na guerra de guerrilhas nos países coloniais e pelo vanguardismo jovem e pequeno-burguês nos países industriais. O SWP ultrapassou o pablismo ao adotar uma ideologia não-proletária. Ele levantou a consigna de “autonomia cultural” dos Austro-Marxistas e a aplicou ao presente, fazendo com que cada “setor” oprimido da população se “autodetermine” de forma independente, rumo àquele paraíso de pura liberdade que, obviamente, é alcançável apenas no conforto dourado do campus de faculdade. Cada “setor” da sociedade (estudantes, negros, chicanos [imigrantes mexicanos], mulheres e, sim, até mesmo a classe trabalhadora) recebe dos revisionistas seu próprio programa “transitório”.

Se afastando do trotskismo e da revolução proletária por outra estrada, uma estrada aparentada com o stalinismo do “terceiro período”, está a Liga Trabalhista Socialista [SLL britânica, seção líder do Comitê Internacional], sua gangue nos EUA, a Liga dos Trabalhadores [WL], e seus correspondentes grupos de juventude, ambos chamados de “Jovem Socialista”. Partindo de uma perspectiva radical – de que as forças produtivas do capitalismo já não podem se desenvolver e, consequentemente, o capitalismo já não é mais capaz de garantir reformas de longa duração – eles tiram uma conclusão reformista, isto é, de que a luta por tais reformas é intrinsicamente revolucionária. Na verdade, isso não passa de socialdemocracia invertida – que o socialismo só pode ser conquistado através de lutas graduais por reformas. O Programa de Transição, por outro lado, levanta demandas que derivam das reais necessidades objetivas do proletariado, mas também prepara e mobiliza os trabalhadores para a luta revolucionária pelo poder proletário.

A forma como a WL trata a questão da juventude é completamente oportunista: ignorando a composição socialmente heterogênea da juventude, a WL convoca os jovens (toda a juventude) a pressionar os burocratas sindicais a construírem um partido operário, e apresenta demandas transitórias para juventude, enquanto uma massa indiferenciada, levar adiante. A linha da WL materializa o vanguardismo jovem sem perspectiva de classe. A ironia das constantes exortações da WL aos “jovens” para que construam um partido operário, criem greves gerais, etc., é que na propaganda da WL para a classe trabalhadora, ela constantemente “esquece” de mencionar o partido operário, bem como outras demandas transitórias centrais, como a nacionalização da indústria sob o controle dos trabalhadores. Seu grupo de juventude, além disso, não possui vida política, sendo uma colateral manipulada pela WL.

A Juventude Comunista Revolucionária [RCY], enquanto a seção de juventude da Liga Espartaquista, dá continuidade às tradições da IC e da QI dos primórdios, às tradições de Lenin e Trotsky, de que a seção de juventude deve ser programaticamente ligada e unida ao partido de vanguarda (“politicamente subordinada e organizativamente autônoma”), de que as demandas especiais que lidam com os problemas da juventude devem derivar do Programa de Transição e devem ligar as lutas dos jovens à luta pelo poder proletário.

— Comitê Editorial da RCYN
Resolução Sobre a Juventude
O Impasse Capitalista

I) O capitalismo, seja ele autoritário ou liberal, não admite a capacidade de trazer o mínimo alívio para a miséria e o sofrimento da juventude da classe trabalhadora. Os jovens querem um emprego, e quando (muito raramente!) ele consente em dar-lhes um, é apenas para acorrenta-los melhor a uma máquina que amanhã irá parar de funcionar e os deixará morrendo de fome ao lado das riquezas que eles próprios produziram. Os jovens querem trabalhar, querem produzir com suas próprias mãos, querem usar suas forças, e o capitalismo lhes oferece a perspectiva do desemprego ou da “execução de trabalho em condições distintas das condições normais de produção”, de acordo com a definição excelentemente hipócrita da Liga das Nações [1] para os campos de trabalho, ou da produção de armamento, que engendra a destruição ao invés do melhoramento. Os jovens querem aprender, mas o caminho à cultura está barrado para eles. Os jovens querem viver, e o único futuro oferecido a eles é aquele da morte por fome ou por apodrecimento no arame farpado de uma nova guerra imperialista. Os jovens querem criar um novo mundo, e eles são permitidos apenas a manter ou consolidar um mundo em apodrecimento que está caindo aos pedaços. Os jovens querem saber como o amanhã será, e a única resposta do capitalismo a eles é “Hoje você tem que afivelar seu cinto ainda mais apertado; amanhã, nós veremos… Em todo caso, talvez você não venha a ter um amanhã”.

Dar Um Futuro à Juventude, Dar Um Futuro ao Mundo

II) É por isso que a juventude irá marchar sob a bandeira daqueles que a trouxerem um futuro. Apenas a Quarta Internacional, por representar os interesses históricos da única classe que pode organizar o mundo sobre novas bases, apenas os Bolcheviques-Leninistas [2], podem prometer aos jovens um futuro no qual eles possam usar suas habilidades em toda sua extensão. Apenas eles podem dizer aos jovens: “Junto a vocês, nós queremos criar um novo mundo, no qual todos trabalham e se orgulham de trabalharem bem, de conhecerem seu trabalho até nos menores detalhes; um mundo no qual todos comerão de acordo com sua fome, pois a produção será regulada de acordo com as necessidades dos trabalhadores, e não do lucro; um mundo no qual é preciso aprender constantemente, para melhor subordinar as forças da natureza à vontade do homem; um mundo no qual, por incessantemente expandir o domínio da aplicação da ciência, o conhecimento teórico da humanidade irá crescer diariamente; um novo mundo, um novo homem que pode tornar realidade todas as esperanças e poderes que traz consigo.” É sob a bandeira de um novo mundo e de uma nova humanidade que a Quarta Internacional e suas organizações de juventude devem marchar para conquistar a juventude da classe trabalhadora; é sob essa bandeira que eles irão conquistar essa juventude.

A Luta Por Um Futuro, a Luta Por Pão

III) A promessa de um futuro melhor seria apenas demagogia se os Bolchevique-Leninista não estivessem lutando por uma melhoria imediata na situação da juventude da classe trabalhadora, se eles não estivessem formulando as demandas imediatas da juventude, se eles não estivessem divulgando a necessidade da juventude da classe trabalhadora de batalhar através da luta de classes para a satisfação dessas demandas, e se, através dessa luta e da base da experiência adquirida nela, eles não demonstrassem para a juventude explorada que suas demandas poderiam ser finalmente satisfeitas apenas através do estabelecimento da ditadura do proletariado, que a luta por essas demandas precisa ser transformada em uma luta pelo poder através de uma luta pelo controle e administração do sistema econômico.

Nós Exigimos o Direito a Trabalhar!

IV) Para os trabalhadores jovens envolvidos na produção, os Bolcheviques-Leninistas levantam consignas com o objetivo de (a) medir o trabalho realizado pelos jovens, não de acordo com o desejo de tirar deles o máximo possível de lucro, mas, ao contrário, de acordo com o nível de desenvolvimento físico deles; (b) assegurar a eles um padrão de vida igual ao dos adultos, assegurando assim também sua independência econômica; (c) elevar suas qualificações técnicas o máximo possível; (d) contra a igual oportunidade de jovens e velhos de serem explorados pelo capitalismo, assegurando a eles direitos iguais.

Para os jovens abaixo dos vinte anos, eles também formulam as seguintes demandas:

Redução da jornada de trabalho, com horários que permitam aos trabalhadores jovens praticarem esportes ao ar livre;

Férias pagas de ao menos um mês por ano;

Organização, por fábricas, ou conjunto de fábricas, de cursos de treinamento, pago pelo lucro dos patrões e sob controle dos trabalhadores;

Horários de treinamento profissional subtraídos da jornada de trabalho, e pago de forma regular;

Aplicação do princípio “igual salário para igual trabalho” sob controle dos trabalhadores;

Estabelecimento de um salário mínimo vital para os trabalhadores jovens; estabelecimento dos salários dos trabalhadores jovens sob o controle dos trabalhadores como um todo;

Proibição do trabalho noturno, de tarefas extasiantes, insalubres ou perigosas; controle dos trabalhadores sobre o uso do trabalho jovem.

Igualdade Para a Juventude na Legislação Social

V) Para que tomem a defesa de suas demandas em suas próprias mãos, os trabalhadores jovens devem ter o direito de escolher seus próprios delegados, cujas tarefas são, sobretudo, chamar a atenção dos representantes adultos e dos trabalhadores em geral para as demandas específicas dos jovens, para amarrar a luta por essas demandas particulares com a luta pelas demandas gerais da classe trabalhadora. Da mesma forma, em todos os ramos das organizações sindicais, comissões sindicais de juventude devem ser criadas e impostas à burocracia sindical, cuja tarefa deve ser de estudar as demandas da juventude e recrutar e educar trabalhadores jovens. A tarefa dos Bolcheviques-Leninistas é de assumir papel de liderança na organização de tais comissões. Para abrir as portas dos sindicatos à juventude explorada, os Bolcheviques-Leninistas demandam o estabelecimento de quotizações reduzidas para os trabalhadores jovens.

Nós Queremos um Emprego!

VI) Na luta contra o desemprego, as consignas de aumentar a idade escolar, organizar a aprendizagem, só fazem sentido na extensão em que os gastos disso sejam pagos não pela classe trabalhadora, mas pelos grandes capitalistas. Logo, os Bolcheviques-Leninistas tem a tarefa de formular as demandas da juventude da classe trabalhadora nesse campo, tais como:

Prolongamento da idade escolar para 16 anos, com uma bolsa de apoio à família para famílias da classe trabalhadora e de pequenos fazendeiros;

Reorganização da escola em cooperação com a fábrica: a escola deve preparar as crianças para a vida e para o trabalho; ela deve ligar a juventude às gerações mais velhas; daí a demanda de controle das organizações dos trabalhadores sobre a educação técnica;

Redução do período de aprendizagem obrigatório para no máximo dois anos;

Proibição de todo o trabalho não conectado à aprendizagem;

Estabelecimento, à custa dos patrões, de escolas de aprendizes em conexão com todos os negócios ou conjunto de negócios envolvidos em manufatura, mineração ou comércio, com uma presença mínima de pelo menos 3 por cento do pessoal empregado no negócio ou conjunto de negócios;

Escolha dos instrutores pelos sindicatos;

Controle dessas escolas por comissões mistas de delegados trabalhadores e delegados dos próprios aprendizes.

Nós Exigimos o Direito a Viver!

VII) A tarefa de salvar a juventude desempregada da miséria, do desespero, e da demagogia fascista, de coloca-los de volta na produção e, consequentemente, liga-los de perto com a classe trabalhadora, é uma tarefa vital para o futuro do proletariado. Os revolucionários devem lutar para forçar o capitalismo a (a) tomar a tarefa de retornar ao trabalho produtivo a juventude desempregada, através da organização de ensino e orientação técnica; (b) colocar a juventude desempregada de volta à atividade produtiva imediatamente; (c) organizar tal tarefa, não de acordo com métodos semimilitares, mas na base de salários regulares: abaixo os campos de trabalho, sejam eles voluntários ou obrigatórios!; (d) fornecer à juventude que ele está jogando à miséria os meios necessários para viver. Consequentemente, os Bolcheviques-Leninistas levantam as seguintes demandas:

Seguro-desemprego equivalente ao dos adultos para todos os jovens desempregados, manual ou intelectualmente, imediatamente ao fim da escola;

Forçar os grandes patrões a abrirem centros de reeducação técnica sob controle dos trabalhadores;

Reeducação técnica organizada de acordo com as necessidades da produção, sob o controle geral dos sindicatos e dos congressos de delegados trabalhadores;

Reabertura das fábricas falidas;

Início de trabalhos públicos de larga escala (hospitais, escolas, projetos de moradia popular, campos de esportes, estádios, piscinas, estações de energia elétrica), pagos de acordo com as escalas sindicais e sob controle dos trabalhadores de cima abaixo.

Pelos Nossos Irmãos no Campo!

VIII) A miséria da juventude no campo não é menor que a da juventude na indústria. Para a juventude do campo os Bolcheviques-Leninistas formulam as seguintes demandas gerais:

Estrita aplicação de todas as leis e medida sociais acima citadas no campo tal qual na cidade;

Supressão da exploração doméstica de crianças jovens;

Estrita aplicação particularmente do princípio: “Igual salário para igual trabalho”;

Organização distrital [municipal] da educação técnica à custa do grande capital financeiro dos donos de terras;

Alimentação e moradia saudáveis para os jovens trabalhadores do campo morando nas dependências dos patrões;

Crédito barato para pequenos fazendeiros, e especialmente para pequenos fazendeiros com responsabilidades familiares.

Pelo Nosso Campo

IX) A juventude na indústria e no campo são as partes mais exploradas de toda a juventude da classe trabalhadora. As organizações de juventude da Quarta Internacional devem prestar atenção especial às seguintes demandas:

Estrita aplicação do princípio: “Igual salário para igual trabalho!”;

Um dia livre extra por mês;

Direito à maternidade voluntária;

Licença-maternidade de seis meses;

Subsídio-maternidade para as mães jovens.

Abram as Escolas e as Universidades!

X) Uma das condições necessárias ao progresso da humanidade é que largas camadas da juventude da classe trabalhadora devam ter acesso à cultura e à ciência. Os Bolcheviques-Leninistas levantam as seguintes consignas:

Abram as escolas e as universidades para todos os jovens que queiram estudar;

Educação gratuita e suporte aos filhos e filhas dos trabalhadores do campo e da cidade.

Pão, Livros, e Direitos Civis Para os Trabalhadores Imigrantes!

XI) Em países coloniais e semicoloniais, a juventude trabalhadora é vítima de uma dupla exploração – capitalista e patriarcal. Nesses e nos países imperialistas, a defesa das demandas dos jovens trabalhadores e camponeses coloniais é a primeira tarefa na luta contra o imperialismo. Essa luta é levada adiante através da seguinte consigna: Pelos mesmos direitos para a juventude colonial tal qual para a juventude das metrópoles imperialistas.

Organização da higiene e cuidados similares em todos os vilarejos;

Organização de moradias para os trabalhadores jovens, camponeses e “coolies” [imigrantes], sob o controle de organizações operárias e nacionalistas;

Escolas para as crianças nativas; ensino na língua nativa;

Abrir a administração para a língua nativa;

Abrir a administração para intelectuais nativos;

Tomar os créditos financeiros necessários do orçamento para guerra, da polícia e dos privilégios imperialistas.

XII) A burguesia reconhece o direito da juventude trabalhadora de ser explorada; mas recusa a ela o direito de dizer qualquer coisa sobre essa exploração, e a priva de todos os direitos políticos; em certos países ela até mesmo proíbe jovens abaixo de 18 anos de ter qualquer atividade política que seja. A classe trabalhadora responde a essas medidas dizendo: Quem quer que tenha o direito de ser explorado também tem o direito de lutar contra o sistema que o explora. Plenos direitos políticos para os trabalhadores e camponeses jovens!

Direito de voto começando aos 18, tanto para eleições legislativas e municipais quanto para eleições de delegados;

Abolição de leis especiais que proíbem a juventude de se envolver em atividades políticas.

 

Nós Demandamos o Nosso Direito à Felicidade!

 

XIII) A necessidade da juventude da classe trabalhadora pelo lazer é utilizada pela burguesia ou para torna-la estúpida, ou para fazê-la submissa à uma disciplina ainda mais rígida. A tarefa da classe trabalhadora é de ajudar a criar uma juventude que seja forte e capaz de jogar toda a sua força física e mental na luta contra o capitalismo; de ajudar nisso utilizando toda forma de lazer que o capitalismo oferece para aprender a entender o mundo melhor, no sentido de melhor poder muda-lo. Portanto, os Bolcheviques-Leninistas demandam:

Acesso gratuito a todos os campos de esportes, estádios, museus, bibliotecas, teatros e cinemas para todos os jovens trabalhadores e desempregados;

A ordenação do seu lazer pelos próprios jovens desempregados;

A utilização de jovens intelectuais desempregados para a organização de aulas e discussões, etc., sobre física, química, mecânica, matemática, economia política, histórias do movimento operário, arte, literatura, etc.;

O estabelecimento de casas abertas à juventude trabalhadora e desempregada, onde os jovens possam não só ter a oportunidade de se divertir e ser instruídos, mas também estudar por conta própria os problemas sociais que estes encaram; essas casas devem ser geridas pela própria juventude da classe trabalhadora sob a supervisão de organizações sindicais locais.

O Programa Revolucionário

XIV) A luta por essas demandas não pode ser separada da luta pelas demandas dos trabalhadores como um todo, tanto empregados quanto desempregados. O desaparecimento final do desemprego entre os jovens está intimamente ligado ao desaparecimento do desemprego como um todo. A luta para aumentar a idade escolar e por reeducação técnica compulsória está intimamente ligada com a luta pela redução da escala de trabalho sem redução de salários. A luta para arrancar do capitalismo aquelas reformas voltadas para o desenvolvimento de uma consciência de classe para a juventude dos trabalhadores está intimamente ligada com a luta pelo controle operário sobre a indústria e pelos comitês de fábrica. A luta por trabalhos públicos está intimamente ligada com a luta pela expropriação dos monopólios, pela nacionalização do crédito, dos bancos, e das empresas-chave. A luta para esmagar todos os esforços de militarização está intimamente ligada com a luta contra o desenvolvimento de tendências autoritárias de governo e contra o fascismo, a luta pela organização de milícias operárias. É no quadro do programa de transição da Quarta Internacional que o presente programa deve ser desenvolvido e aplicado. É sob a bandeira da luta proletária pelo poder que a Quarta Internacional vai conquistar as demandas da juventude explorada.

Conferência Mundial de Juventude da Quarta Internacional
Lausanne, 11 de setembro de 1938
Resolução Trotskista Sobre a Juventude (1936)

Tradução para o português realizada a partir da versão em inglês disponível em

A época do declínio imperialista não pode oferecer nada à enorme massa de jovens proletários além do desemprego permanente, da fome e da miséria, e, como resultado final, da destruição da vida de milhões de jovens proletários em uma nova chacina imperialista de massas [a Guerra Mundial]. Dentro do quadro do capitalismo não há salvação para essa geração. A revolução proletária, que sozinha, através de uma transformação política e econômica da sociedade, é capaz de deixar a juventude satisfazer seu direito à vida em sua plenitude, por isso mesmo é, consequentemente, não uma questão de perspectiva distante, mas um problema imediato de vida ou morte.

O caminho da revolução proletária, a estrada ao socialismo, é, entretanto, bloqueada pelas políticas oportunistas e traiçoeiras da Segunda e Terceira internacionais, que levaram o proletariado a derrota atrás de derrota, e pela ausência de uma liderança revolucionária enraizada nas massas. Essa é a razão básica pela qual as tremendas possibilidades revolucionárias dos anos recentes permaneceram inutilizadas, e pela qual a energia revolucionária das massas irrompeu várias vezes apenas para ser frustrada. Essas derrotas desmoralizantes, além disso, tiveram o efeito de que hoje as camadas da juventude proletária passaram a ser alienadas de sua própria classe, perderam a fé nas revoluções e ficam de lado ou mesmo fornecem material para as tropas de ação do fascismo, o inimigo mortal do proletariado.

As políticas da SYI [Internacional da Juventude Socialista], a seção de juventude da Segunda Internacional, não são menos fatais do que aquelas da própria Segunda Internacional. A burocracia SYI continua a proclamar sua fé na Liga das Nações (capitalistas), cujo papel lamentável tornou-se agora manifesto até mesmo para os mais recuados dos pequeno-burgueses. A SYI não se envergonha de chamar essa Liga das Nações prostituída a organizar a paz que é impossível em um regime capitalista, e de defender a enganadora consigna do desarmamento, no momento em que o rearmamento segue em um ritmo febril em todos os países, incluindo aqueles onde a Segunda Internacional está representada no governo. A burocracia da SYI demanda o abandono do uso da força na luta de classes (e até mesmo da luta de classes em si) no exato momento em que a burguesia em todo lugar está soltando suas terroristas tropas fascistas contra o movimento operário.

Sob tais circunstâncias um papel ainda mais pernicioso é desempenhado pelos assim chamados líderes “de esquerda” da SYI (Godefroid, Chochoy, etc.), que hoje sob a pressão dos enormes movimentos de massas nos países do Oeste Europeu adotaram uma fraseologia revolucionária, mas na realidade apoiam por completo as políticas contrarrevolucionárias dos partidos reformistas de seus países. Nas palavras, esses líderes “de esquerda” da SYI defendem a revolução, a insurreição armada, a transformação da guerra imperialista em guerra civil, etc., mas ao mesmo tempo, através das suas políticas cotidianas, eles levam ou pedem aos jovens proletários para darem sua confiança aos ministros socialistas [socialdemocratas], que, tal qual Vandervelde, utilizam gás lacrimogênio contra os trabalhadores em greve, ou tal qual Leon Blum, utilizam o aparato policial burguês para perseguir os revolucionários proletários. Que as diferenças entre os líderes “de direita” e “de esquerda” da SYI não possuam nenhum caráter irreconciliável, mas apenas diferenças pontuais entre oportunistas de diferentes cores nacionais, também é indicado pelo plano ridículo de Godefroid e Cia. (hoje mais ou menos abandonado!) que dividiria a SYI entre seções “políticas” e “culturais” e, consequentemente, estabelece as diferenças em uma base puramente administrativa e burocrática. Para juventude proletária, não é uma questão de trabalho “político” ou “cultural”, mas de traição social contra revolução social, um conflito que não permite solução conciliadora. Entretanto, isso Godefroid e Chochoy não podem admitir, pois recusam, a todo custo, romper com os socialpatriotas [3] e social-traidores, Vandervelde e Man, Blum e Salengro. A tarefa dos revolucionários proletários é expor o verdadeiro papel dos líderes “de esquerda” da SYI, que empregam uma fraseologia revolucionária, mas em última análise encobrem com sua autoridade “revolucionária” o social patriotismo de Blums e de Vanderveldes, a política contrarrevolucionária da Segunda Internacional.

A Internacional da Juventude Comunista (CYI) cujo oportunismo se revelou ao ponto em que permite até mesmo aos “esquerdistas” da SYI de reivindicarem com impunidade Lenin e Luxemburgo, inquestionavelmente desempenha hoje uma grande influencia desmoralizante sobre a nova geração. A burocracia stalinista conseguiu estrangular por completo o espírito e entusiasmo revolucionários que animavam a CYI em seus primeiros anos. O último congresso mundial da CYI, que ocorreu em conexão com o Sétimo Congresso Mundial da IC [Internacional Comunista] (agosto de 1935), colocou para todas as seções a tarefa de se “despolitizar” e construir amplas organizações de massas acima dos partidos e acima das classes. Em outras palavras, a CYI recebeu a tarefa de levar a juventude proletária nos países aliados à URSS (e naqueles cuja política externa está de uma forma ou de outra direcionada contra o Japão ou a Alemanha) a estabelecer relações amigáveis com a juventude burguesa desses países e, assim, garantir a unidade nacional frente à guerra que se aproxima.

Na França, onde atualmente todos os desenvolvimentos políticos assumem a forma mais clara devido ao extraordinário acirramento dos antagonismos de classe, a CYI levou sua sem-vergonhice ao ponto de estender sua mão de reconciliação às organizações da juventude fascista e denunciar a guerra civil como o maior de todos os males. A traição stalinista atinge seu clímax na organização do “movimento mundial da juventude pela paz, pela liberdade e pelo progresso”. Aqui os stalinistas se combinam a organizações de jovens nacionalistas e religiosas com o propósito de construir congressos-passeatas “pela paz” (Bruxelas, Genebra) sob a proteção dos reacionários clérigos e políticos imperialistas falidos tais como Lorde Cecil e outros. O objetivo e o resultado desses congressos de paz stalinistas não é a organização da paz entre os povos, que dentro do quadro do capitalismo é simplesmente uma utopia reacionária, mas ao contrário, a santa aliança entre as classes das nações imperialistas em que a guerra imperialista é possível. A Internacional da Juventude Comunista, que chegou a estar na luta contra o social imperialismo (socialismo em palavras e imperialismo em fatos) da Segunda Internacional ao longo da última guerra mundial, hoje se prepara para levar a nova geração proletária ao matadouro imperialista. O movimento da juventude proletária não tem hoje pior inimigo, dentro das suas próprias fileiras, do que o stalinismo.

De nenhuma importância particular prática é o “Birô Internacional de Organizações Revolucionárias da Juventude”, a seção de juventude do assim chamado “Birô de Londres” [ou “Internacional de Londres”, “Internacional 2½”], essa réplica em miniatura da Internacional Dois e Meio (SAP, ILP, etc.). Esse Birô de Juventude concebe como a sua razão de ser o agir enquanto capacho do stalinismo. Em um Manifesto (conjunto) à juventude trabalhadora alemã, a seção alemã desse Birô de Juventude (a juventude do SAP) declara que os stalinistas (que na verdade fizeram mais pelo triunfo de Hitler do que o próprio Hitler) iluminaram corretamente o proletariado alemão no que tange “a forma, a essência e a tarefa do fascismo”. Quanto ao resto, as seções de juventude do Birô de Londres participam, até aonde seus meios limitados as permitem, dos congressos de paz-entre-classes dos stalinistas para a preparação da guerra imperialista.

A seção de juventude da Quarta Internacional só pode ser construída na mais firme batalha no campo da juventude proletária contra as tendências e concepções acima descritas, que a longo prazo só podem levar a nova geração, de pés e mãos atadas, às garras do capitalismo internacional, do fascismo e da guerra. Apenas através de uma intransigente política revolucionária, que condene da maneira mais firme todas as concessões aos conceitos do social-imperialismo e do social-pacifismo, e que persiga com audácia e determinação o objetivo da revolução proletária, irá obter sucesso em reunir novamente as massas da juventude proletária sob a bandeira vermelha da revolução social. Apenas as organizações da Quarta Internacional, reorganizando os revolucionários ao seu redor, pode e irá seguir este caminho, e apenas elas obterão sucesso em libertar a classe trabalhadora do pântano do oportunismo, da traição e da estratégia derrotista da Segunda e Terceira Internacionais.

A degeneração da Segunda e Terceira Internacionais resultou na exaustão em uma extensão considerável das energias da geração proletária mais velha. A construção da Quarta Internacional está indissoluvelmente ligada com o despertar político da nova camada proletária e, acima de tudo, do jovem geração proletária. É, portanto, de tremenda importância, que os quadros da Quarta Internacional dentro do movimento da juventude proletária devam se mover firmemente para frente. Na França e na Holanda já existem organizações jovens independentes que são pela Quarta Internacional. Na Bélgica a ala verdadeiramente revolucionária, que se agrupa em torno do jornal Ação Socialista Revolucionária, foi expulsa da Jovem Guarda Socialista através da iniciativa de Vandervelde e Cia. e com a assistência direta de Godefroid, que provou dessa forma que prefere a unidade com os socialistas da aliança sagrada. Ela está madura para se tornar uma liga independente. Dentro da Liga Jovem Unida da Espanha (a fusão das ligas de juventude dos socialistas e dos stalinistas), dentro da Jovem Liga Trabalhista Britânica, da organização polonesa “Zunkunft”, da Liga Socialista de Jovens (Yipsels) nos Estados Unidos, na Suíça, na Áustria, no Canadá, e em diversos outros países, existem frações, grupos e tendências pela Quarta Internacional. Todos esses elementos do movimento da juventude proletária baseando-se na Quarta Internacional irão, sem negligenciar as condições específicas de seus países e de suas atividades, encontrar caminhos e maneiras de trocar e compartilhar suas experiências, de aprender uns com os outros, e de conjuntamente marchar em direção a novas vitórias. Rumo à construção das seções de juventude da Quarta Internacional!

Adotada pela Pré-Conferência da Juventude, 1º de agosto de 1936.

Notas da tradução

[1] A Liga das Nações (ou Sociedade das Nações) foi fundada após a Primeira Guerra Mundial e dissolvida em 1942. Em 1946 seria fundada a Organização das Nações Unidas (ONU), com o objetivo de preencher seu lugar.

[2] “Bolchevique-Leninistas” era como os trotskistas se nomeavam originalmente.

[3] “Socialpatriotas” é como ficaram conhecidos entre seus críticos aqueles Socialdemocratas que optaram por defender sua “própria” burguesia nacional durante a Primeira Guerra Mundial. Também chamados de “social-chauvinistas” ou “social-nacionalistas”.

EL POPULISMO, ¿MARXISMO?

EL POPULISMO, ¿MARXISMO?

Originalmente publicado en ESPARTACO Vol. I, No. 3, Febrero-Marzo 1967 

NOTA — En el número anterior, prometimos “Fidelismo y Guevarismo en Guatemala” para la presente edición. Por diferentes razones, publicamos el artículo en la edición no. 9 de Spartacist, nuestro órgano en inglés, aplazando el artículo en español para la próxima edición de Espartaco. En esta edición publicamos un análisis que creemos requisito teórico antes de publicar nuestro estudio sobre el MR-13 en Guatemala, en el cual analizaremos al fidelismo, guevarismo y a la Internacional de Juan Posadas.

ORÍGENES

La burguesía latinoamericana siempre ha sido adepta a inventarse nombres “autóctonos,” inspirados en el pasado colonial o proyectados a un futuro absolutamente irreal. Así, el hispanismo, la sandez de la “raza cósmica” y otras creaciones similares forman la imagen que la burguesía trata de construir de sí misma. Pero qué alejada de la realidad se encuentra; su total emasculación económica, su entreguismo al imperialismo yanqui, son la cruda veracidad de la situación. El escapismo ideológico sirve para cerrar los ojos a la realidad social, tratando de “compensar” la miseria y la explotación por medio de supersticiones y fantásticas idealizaciones.

Esta tendencia idealizadora, escapista, halla tierra fértil en los dislocados círculos “rebeldes” universitarios e intelectuales de la pequeñoburguesía. Ellos también tratan de escapar, imaginando utopías en donde un tribunal social armónico (v.g., el negocio pequeñoburgués) cubre a todas las clases sociales limitadas por una entidad (también pequeñoburguesa) llamada “patria.” Y ésta debe de ser una patria libre de la bancarrota permanente producida por la burguesía nacional y su amo, el imperialismo.

Pero la pequeñoburguesía, para solucionar este callejón sin salida creado por el imperialismo, no puede imaginar otra solución que una lucha “democrática” para lograr la “liberación nacional” y restaurar un sistema utópico-agrario de libre competencia, inspirado en un cierto indigenismo populista. Pero como las necesidades económicas contemporáneas de cualquier país latinoamericano exigen relaciones totalmente opuestas al capitalismo (aun el pequeñoburgués), nuestros pequeñoburgueses se ven obligados a tomar medidas socialistas y abandonar sus utopías prerrevolucionarias si es que se apoderan del gobierno, aunque instituyéndose despótica y burocráticamente sobre los obreros en el estado. Éste es el caso de Cuba socialista, la cual avanzará y se consolidará sólo si los obreros cubanos derrocan a la burocracia chovinista castrense y se apoderancompletamente del gobierno socialista.

PERSPECTIVAS

Con razón Mariátegui decía: “No queremos que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica.” El subjetivismo idealista de semejante dicho suena típico; la pequeñoburguesía cree que con sólo desear o “no querer” algo, (¡en este caso un fenómeno social!) todo es posible. El socialismo en Latinoamérica es una necesidad histórica que sólo puede ser alcanzada continentalmente por el proletariado y su dictadura. Esto en sí connota un programa y tácticas definidas, no al “libre albedrío,” sino basados en los requerimientos revolucionarios concretos del proletariado latinoamericano. La cuestión de que no debe de ser calco y copia es una banalidad que no viene al caso.

La realidad social, siempre cambiante, requiere un estudio extenuante, especialmente en Latinoamérica. Pero los marxistas hacemos este estudio combinándolo con una firme finalidad: instituir la dictadura del proletariado en el continente y en el mundo. Semejante finalidad nos lleva a la conclusión que un desarrollo similar (no “copiado”) al proceso ocurrido en Rusia en Octubre de 1917, donde los obreros y su partido tomaron el poder, apoyándose en las grandes masas rurales, es posible también en la gran mayoría de los países latinoamericanos. Y además de posible, es absolutamente inapelable si nuestro programa, siendo marxista, requiere el mandato directo del proletariado sobre sus estados, la división de la labor industrial continental y la solución final del problema agrario en la tierra.

La Revolución Rusa nos sirve de modelo metodológico aunque nos damos perfecta cuenta que social y económicamente, Latinoamérica tiene enormes diferencias con la Rusia de 1917. Pero estas diferencias no son de substancia; no niegan que es el proletariado la única clase capaz de tomar continentalmente el poder en Latinoamérica. Esto es negado solamente por la pequeñoburguesía “rebelde.”

Latinoamérica no ha escapado de las leyes del desarrollo capitalista descubiertas por Marx y Lenin. Aunque el caso de Latinoamérica es un caso especial, como lo es cada continente, cada país, cada región, etc., existen generalidades definitivas que atan el desarrollo económico-político latinoamericano al resto del mundo, determinándolo, y más aún, siendo determinadas por él en estos momentos. Los modos productivos precolombinos y la explotación mercantilista colonial europea crearon una situación social propicia para la subsiguiente explotación semicolonial por parte del imperialismo europeo y finalmente, el norteamericano.

El proletariado latinoamericano, creado en el proceso, numerando más de quince millones en veinte países, es una clase que no puede ser relegada a un segundo plano. El futuro socialista en la América Latina lo decidirá definitivamente sólo el proletariado sostenido revolucionariamente por las grandes masas oprimidas rurales y urbanas del continente. Esto, y sólo esto, es posible, ya que el desarrollo económico y social del continente ha creado una situación de desbordamiento revolucionario definido fundamentalmente por la lucha de clases (entre el proletariado y la burguesía) y que política, y a la vez socialmente, puede ser solucionado sólo si el proletariado se apodera de los medios productivos y ordena la sociedad latinoamericana. Esto no puede ser hecho por las burguesías nacionales ya que se encuentran íntimamente ligadas, siendo consolidadas estructuralmente, por el imperialismo yanqui. El campesinado, aunque más numeroso que el proletariado, es incapaz de tener relevancia política alguna continentalmente considerado por sí solo, ya que juega, como clase, un papel externo al proceso formativo actual que se presenta y que define a la sociedad latinoamericana en términos marxistas.

LOS TEÓRICOS

El subjetivismo “tacticista” pequeñoburgués es iluminado por Luis de la Puente Uceda, del MIR peruano: “El plan de la Revolución de Octubre, centralizado en la ciudad, no es aplicable a nuestra realidad ya que el poder oligarca se encuentra aquí fuerte y no en descomposición como era el caso durante aquel suceso histórico; el hecho que este plan siga siendo considerado puede ser sólo atribuido al dogmatismo de ciertos trotskistas ortodoxos y a una tendencia general de interpretar todo en términos de planes prestados del extranjero.” (Traducido de Monthly Review, noviembre 1965.)

Pero veamos cómo el MIR, además de no comprender a la Revolución Bolchevique, solucionó el problema, adaptándose a “nuestra realidad.” Su programa decía: “… es esencial unir a los sectores explotados: campesinos, obreros, pequeñoburguesía y sectores progresistas de la burguesía nacional…” y añadía: “El proceso… comenzado por el MIR… [es] una revolución… destinada a establecer un gobierno democrático y las fundaciones para la construcción del socialismo en nuestro país.” (Ibíd.) Este “plan,” ya que Uceda sólo hablaba de “planes,” es el vulgar “bloque de cuatro clases” maoísta. Tal bloque ocurrió en China después que el mismo estalinismo ayudó tácticamente a masacrar los obreros chinos en las matanzas infames de 1925-27, determinando en gran parte el escapismo populista de Mao Tse-tung que sin quererlo se vio obligado a tomar el poder en 1949 después que Chiang Kai-shek repetidamente rechazó sus avances coalicionistas. Todo esto no existe para Uceda. Es de añadir que por “socialismo” el MIR presentaba la siguiente falsificación: “Protección de la industria nacional, comercio nacional y clase media…” (Edición Extraordinaria del órgano del MR-13 guatemalteco, en artículo fraterno, julio 1965, No. 16, año II.)

Germán Lairet, venezolano, otro “teórico” del inconsciente oportunismo pequeñoburgués, nos dice: “Pero no basamos ya nuestra acción fundamental en la posibilidad de esta crisis [insurrecciones urbanas], aunque tratamos de aprovecharla al máximo, sino que construimos un ejército en las montañas… [con posibilidad] más segura y más cierta de victoria…” (Desafío, septiembre 13, 1966.) El proletariado, entonces, es un “brazo auxiliar” del aventurismo pequeñoburgués, a su servicio y a su merced. Ciertamente que el proletariado venezolano no necesita de tales “aliados” que lo consideran un mero objeto “táctico.”

El ELN colombiano, en su Manifiesto de Simacota, repite otra creación “autóctona”: “Los pequeños y medianos productores, tanto del campo como de la ciudad, ven arruinadas su economía ante la cruel competencia y acaparamiento de los créditos por parte del capital extranjero y sus secuaces vende-patrias… [que también arruinan] a… los comerciantes honestos.” (Desafío, cotizador de variados revisionismos, en su edición de julio 26, 1966.) Y estos son programas “socialistas.”

En México, donde el oportunismo no ha formado guerrillas ni milicias, se ha mezclado con el populismo, imaginándose también “autóctono.” Veamos lo que dice el señor Alfonso Garzón, secretario general de la Confederación Campesina Independiente, en una entrevista: “… por nuestra parte pensamos que la coexistencia es posible. Pero debemos tener autoridad suficiente para presionar cambios… y hablar de igual a igual… Nuestro método fundamental requiere necesariamente que, para alcanzar verdadero progreso, participemos en el manejo del poder.” (Traducido de Revolution, Vol.1, No.10.) El señor Garzón, honestamente, nos descubre el rol esencial del campesinado bajo la hegemonía burguesa: absoluto entreguismo político, a regañadientes heroicos, pero entreguismo aún. Y el hecho que sea organizado en milicias o en guerrillas no diluye su posición social bajo el modo productivo capitalista.

Aun así, otro profeta, Juan A. Corretjer, añade: “Sin un ejército campesino no hay revolución posible en América Latina…. El hecho revolucionario en que Mariátegui dio papel estelar a los campesinos ya no es profecía. Es decir, es profecía cumplida.” (Desafío, abril 5, 1966.)

Las teorías oportunistas de la pequeñoburguesía latinoamericana tienden a repetir las acciones de los populistas narodniques rusos, calzando además en el reformismo estalinista con las variedades guerrilleras del fidelismo y el guevarismo. Particularmente dividen teoría y práctica, pero por desgracia para ellos esta actitud sólo lleva a repetir, inconscientemente, los viejos vicios programáticos que la pequeñoburguesía “rebelde” resucita en  cada generación bajo el sistema capitalista.

Los narodniques, al preocuparse sólo de “planes, tácticas,” etc., continuaban prácticamente los que teóricamente eran métodos pequeñoburgueses, aceptables por el zarismo, ya que el populismo ruso no podía atacar ni cercenar las bases de la propiedad privada sino “renovarlas” utópicamente. Los populistas latinoamericanos tienen aún menos razón de existir que los narodniques del siglo pasado. La realidad histórica en Latinoamérica ha sobrepasado el momento en que el populismo hubiese sido comprensible o tal vez necesario históricamente. Su desarrollo económico pone a la orden del día la participación directriz del proletariado, hecho que aún en 1929, cuando Mariátegui murió, tenía relevancia continental.

¿UNA INTERNACIONAL PEQUEÑOBURGUESA?

Es imposible crear una “Internacional Campesina,” tan ridículo que la Tricontinental misma no se atreve a titularse así, aunque ésa es su finalidad objetiva. A veces, la pequeñoburguesía atenta copiar ciertas prácticas del proletariado (su internacionalismo, por ejemplo) y trata de aplicarlas demagógicamente al campesinado. Pero el internacionalismo obrero se basa en la posición social mundial del proletariado dentro el modo productivo capitalista, contra el cual irresistiblemente entra en total contradicción, y por lo tanto tiene bases concretas para existir. El campesinado, por más que los anti-históricos pequeñoburgueses pujen, no tiene la cohesión de clase propia del proletariado y por lo mismo no puede crear su propio “internacionalismo.” Históricamente la posición económica de la producción individual campesina está condenada; no tiene razón de existir pues no puede satisfacer las necesidades reproductivas que el capitalismo ha desencadenado sobre la tierra.

El campesinado latinoamericano, fundamentalmente fuera del desarrollo económico continental, fuera de los mercados comerciales, fuera de la “vida nacional,” no puede, y esto es innegable, sin la guía del proletariado, meterse a “renovador” social. El oportunismo populista, al retirarse al campo, se condena un aislamiento político y económico, siendo absolutamente impotente para remediar la situación por sí solo. Hablar de una “Internacional Campesina” o del “Poder Dual en el campo,” en donde no existe razón de ser, revela sólo la extrema ignorancia de la pequeñoburguesía “rebelde,” a la vez que deja traslucir su intrínseco desprecio y desconfianza en la capacidadpermanente del proletariado para luchar despiadada y totalmente contra toda opresión de clase.

Sindicalistas y revolucionarios

Sindicalistas y revolucionarios

11 de mayo de 1953

Este discurso de James P. Cannon discute el carácter conservador de muchos de los miembros de la tendencia Cochran-Clarke, la fracción del SWP que en 1953 colaboró con el revisionismo de Michel Pablo. Fue traducido de la revista teórica del SWP, Fourth International (primavera de 1954). Posteriormente fue publicado en inglés enSpeeches to the Party. Esta versión fue impresa en Spartacist en español no. 27, Diciembre de 1996..

Por varios meses hemos estado discutiendo las propuestas en contraste de los dos bandos en el conflicto interno de nuestro partido. Es tiempo ya, considero yo, de que vayamos un paso más allá; de llevar la discusión hacia un examen de las causas fundamentales de la lucha. Recordarán ustedes que esto es lo que hizo Trotsky durante la pelea con Burnham y Shachtman en 1939-40. En cierto estadio de esa lucha, después de que las posiciones de ambos lados quedaron claras -no únicamente lo que tenían que decir, sino lo que no decían, la manera como se comportaban, la atmósfera de la pelea y todo lo demás- cuando se vio bien qué es lo que realmente estaba en juego Trotsky escribió su artículo “Una oposición pequeñoburguesa dentro del Socialist Workers Party”.

Ese artículo resumía su evaluación de la fracción de Burnham y Shachtman tal como se reveló en el fragor de la lucha; cuando había quedado claro que no se trataba, como ocurre algunas veces, de una simple diferencia de opinión entre correligionarios sobre una o dos cuestiones que pudieran resolverse mediante la discusión y el debate fraternales. Burnham y sus seguidores -y aquellos a quienes ha embaucado- estaban impulsados por una profunda compulsión interna a romper con la doctrina y la tradición del partido. Llevaron su revuelta contra el partido al punto del frenesí, como hacen siempre los fraccionalistas pequeñoburgueses. Ya no atendían a ningún argumento, y Trotsky se encargó de explicar la base social de su fracción y su frenesí fraccionalista. Nosotros debemos hacer lo mismo ahora otra vez.

Los agrupamientos sociales en la oposición actual no son exactamente los mismos que en 1940. En esa lucha se trataba de unos cuantos intelectuales desmoralizados cuya base era una composición social pequeñoburguesa genuina de un sector del partido, especialmente en Nueva York, pero también en Chicago y algunos otros lugares del país; una concentración pequeñoburguesa que se rebelaba contra la línea proletaria del partido.

La composición social del partido en la actualidad es mucho mejor y ofrece una base de apoyo mucho más estrecha para una fracción oportunista. Como resultado de la escisión con los burnhamistas y nuestra concentración deliberada sobre el trabajo en los sindicatos, el partido hoy día es mucho más proletario en su composición, especialmente fuera de Nueva York. A pesar de todo eso, la verdadera composición social del partido no es de ninguna manera uniforme; refleja algunos de los cambios que se han operado dentro de la clase obrera estadounidense. Esto ha sido demostrado claramente por el alineamiento de los camaradas que se dedican a la labor dentro de los sindicatos en nuestra lucha fraccional. Los revolucionarios entre ellos -una gran mayoría- por un lado, y los elementos impulsados al conservadurismo –una pequeña minoría- por el otro, han escogido bandos diferentes de forma instintiva y casi automática.

Desde la consolidación de los sindicatos del CIO y el período de 13 años de auge durante la guerra y la posguerra, se ha dado una nueva estratificación dentro de la clase obrera estadounidense y en particular y conspicuamente dentro de los sindicatos del CIO. Nuestro partido, que está arraigado en los sindicatos, refleja también esa estratificación. El obrero que ha absorbido la atmósfera general de la prosperidad prolongada y ha empezado a vivir y pensar como un pequeñoburgués es una figura familiar en todo el país. Ha aparecido inclusive dentro del Socialist Workers Party como recluta hecho a la medida para una fracción oportunista.

En la resolución de nuestra convención de 1952, explicábamos la situación dentro de la clase obrera estadounidense en su conjunto en dos secciones: “Las causas del conservadurismo sindical y las premisas para una nueva radicalización” y “Perspectivas de una nueva radicalización”. En mi informe ante la convención nacional me referí a esas dos secciones como “la médula de la resolución” y enfoqué mi informe en torno a ellas.

Ahora me parece, a la luz del conflicto en el partido y sus verdaderas causas, que ahora son evidentes, que aquellas secciones de la resolución de la convención que tratan sobre la clase en su conjunto necesitan ampliarse y explicarse más detalladamente. Se requiere un examen más preciso de las estratificaciones dentro de la clase obrera, que ahí apenas si se tocan, y de la proyección de esas estratificaciones en la composición de los sindicatos, en las varias tendencias dentro de los sindicatos, e inclusive dentro de nuestro propio partido. Esto, me parece, es la clave para entender el enigma de otra manera inexplicable de por qué una sección proletaria del partido, aunque es una pequeña minoría, apoya a una fracción oportunista capituladora en contra de la línea proletario-revolucionaria y la dirección del partido.

Ejemplos de la historia

Esta contradicción aparente -esta división de las fuerzas proletarias- en la lucha fraccional del partido no es nueva. En las luchas fraccionales clásicas de nuestro movimiento internacional desde la época de Marx y Engels siempre hubo una división dentro del partido mismo entre los varios estratos de obreros.  El ala izquierda proletaria nunca incluyó a todos los obreros y el ala oportunista pequeñoburguesa nunca careció de apoyo obrero, es decir obrero en el sentido técnico de obrero asalariado. Los intelectuales revisionistas y los oportunistas sindicales siempre anidaron juntos en el ala derecha del partido. En el SWP en la actualidad, tenemos una repetición del alineamiento clásico que caracterizó la lucha entre la izquierda y la derecha dentro de la Segunda Internacional antes de la Primera Guerra Mundial.

Trotsky nos dijo durante una de las visitas que le hicimos -creo que también lo escribió en alguna parte- que existía una verdadera división social entre las dos fracciones del Partido Socialdemócrata de Rusia original, que más tarde se convirtieron en dos partidos separados. Los mencheviques, afirmaba, tenían a casi todos los intelectuales. Con unas cuantas excepciones, los únicos intelectuales que tenía Lenin eran aquellos que el partido había entrenado, en gran medida similares a nuestros obreros-intelectuales en su mayoría. El intelectual -me refiero al intelectual profesional del tipo de Burnham, el tipo de la cátedra profesoral, de las universidades- era una rareza en el bando de Lenin, mientras que los mencheviques tenían montones de ellos.

Además, los mencheviques tenían a la mayoría de los obreros calificados, que son siempre los obreros privilegiados. El sindicato de los trabajadores de la imprenta fue menchevique incluso durante la revolución. La burocracia de los obreros ferrocarrileros trató de paralizar la revolución; los bolcheviques sólo pudieron impedir que la burocracia menchevique e los trabajadores ferrocarrileros utilizara su posición estratégica en contra de la revolución mediante la fuerza militar y el apoyo de una minoría.

Según Trotsky los mencheviques tenían de su lado también a la mayoría de los obreros más viejos. La edad, como ustedes saben, está asociada con el conservadurismo. (Esto es en términos generales, pero no siempre; existen excepciones a la regla. Hay dos maneras diferentes de medir la edad. En la vida diaria se mide con el calendario, pero en política revolucionaria se mide por la mente, la voluntad y el espíritu; y no siempre se obtiene el mismo resultado).

Por otra parte, mientras que los obreros más viejos, los calificados y los privilegiados, estaban con los mencheviques, los obreros no calificados y los jóvenes -es decir, aquellos que estaban politizados- estaban con los bolcheviques. Esa era la línea divisoria entre las fracciones. No era meramente una cuestión de los argumentos y el programa; eran los impulsos sociales, pequeñoburgueses por un lado, proletarios por el otro, los que determinaban su lealtad.

El mismo alineamiento se dio en Alemania. La socialdemocracia alemana de la preguerra durante su apogeo contaba con un poderoso bloque de parlamentarios oportunistas, marxólogos que utilizaban su entrenamiento académico y su habilidad para citar extensamente a Marx para justificar una política oportunista. Recibían el apoyo no únicamente de los pequeños comerciantes, de los que había muchos, y de los burócratas sindicales. Contaban también con una sólida base de apoyo en el estrato privilegiado de la aristocracia obrera de Alemania. Los oportunistas sindicales dentro del Partido Socialdemócrata alemán apoyaron el revisionismo de Bernstein sin molestarse en leer sus artículos. No tenían necesidad de leerlos; sencillamente era eso lo que sentían. Los hechos más interesantes sobre esta cuestión los cita Peter Gay en su libro sobre Bernstein y su movimiento revisionista, titulado The Dilemma of Democratic Socialism: Eduard Bernstein Challenge to Karl Marx [El dilema del socialismo democrático: El desafío de Eduard Bernstein a Karl Marx].

Durante toda la disputa de la preguerra sobre el revisionismo, después durante la guerra y la posguerra, durante 1923 y 1933, los sindicalistas calificados privilegiados constituyeron la sólida base de apoyo de los líderes socialdemócratas oportunistas; en tanto que los revolucionarios comunistas, desde los tiempos de Liebknecht y Luxemburg hasta la catástrofe fascista en 1933, fueron los jóvenes, los desempleados, los obreros no calificados y menos privilegiados.

Si vuelven a leer a Lenin de nuevo, en caso de que lo hayan olvidado, verán cómo él explicaba que la degeneración de la Segunda Internacional, y su traición final durante la Primera Guerra Mundial, se debió precisamente a su oportunismo basado en la adaptación del partido a las demandas e impulsos conservadores de la burocracia y la aristocracia obreras.

Lo mismo sucedió en los Estados Unidos, aunque aquí nunca tuvimos una socialdemocracia en el sentido europeo y la clase obrera aquí nunca estuvo organizada políticamente como allá. El movimiento obrero organizado, hasta los años 30, estaba en gran medida restringido a una aristocracia obrera privilegiada -como solían llamarla Debs y De Leon- de obreros de oficio calificados que percibían mejores salarios y ocupaban puestos de preferencia, “monopolizaban” los puestos de trabajo, etc. El principal representante de este estrato conservador privilegiado en los sindicatos de obreros calificados fue Gompers.

Por otro lado, existía una gran masa de obreros rasos, los no calificados y semicalificados, los obreros de las líneas de producción masiva, los nacidos en el extranjero y los jóvenes sin empleo. Ellos no estaban sindicalizados, carecían de privilegios, eran los parias de la sociedad. No era por nada que eran más radicales que los otros. Nadie les prestaba atención excepto los revolucionarios y los radicales. Únicamente el IWW de Haywood y St. John, Debs y los socialistas de izquierda se hacían eco de sus amargas quejas, realizaban labor organizativa, y dirigían las huelgas de los obreros de las líneas de producción masiva en ese entonces. Si la burocracia oficial de los sindicatos intervenía en las huelgas espontáneas de los no sindicalizados era usualmente para romperlas y traicionarlas.

Los burócratas de los sindicatos de obreros calificados no veían con buenos ojos el gran ascenso de los obreros no sindicalizados en los años 30. Pero no podían impedirlo. Cuando las huelgas espontáneas y las campañas de sindicalización no podían ya ser ignoradas, la AFL empezó a asignar “organizadores” en las diferentes industrias: siderúrgica, del caucho, automotriz, etc. Se les enviaba, sin embargo, no para liderar a los obreros en la lucha sino para controlarlos, para impedir la consolidación de sindicatos industriales independientes. De hecho no les permitieron a los obreros del automóvil en convención elegir a sus propios funcionarios, insistiendo que fueran asignados “provisionalmente” por la AFL. Lo mismo ocurrió con los trabajadores del caucho y otros sindicatos industriales.

Estos nuevos sindicatos tuvieron que escindirse de los conservadores falsos líderes sindicales de la AFL antes de poder consolidarse en forma independiente. La fuerza motriz que impulsó el auge de 1934-37 fueron las quejas amargas e irreconciliables de los obreros; su protesta contra los maltratos, la aceleración del ritmo de trabajo, la inseguridad; la revuelta de los parias contra el status de parias.

Esta revuelta, que ninguna burocracia podía contener, fue encabezada por gente nueva: los jóvenes obreros de las líneas de producción masiva, los nuevos militantes jóvenes sobre los que nadie había oído nunca. Ellos fueron los verdaderos creadores del CIO. Esta revuelta de los “parias” alcanzó su punto más alto durante las huelgas con tomas de fábricas de 1937. El triunfo de los obreros en estas batallas estableció al CIO en forma definitiva y garantizó la estabilidad de los nuevos sindicatos a través de la cláusula de antigüedad.

Influencias conservadurizantes

Han pasado ya 16 años desde que las huelgas con tomas de fábricas aseguraron la existencia de los sindicatos del CIO mediante la cláusula de antigüedad. Estos 16 años de seguridad sindical, y los 13 años de prosperidad ininterrumpida de la guerra y la posguerra, han causado una gran transformación entre los obreros sin privilegios que crearon el CIO.

La cláusula de antigüedad, como todo lo demás en la vida, ha revelado una cualidad contradictoria. Al regular el derecho al trabajo mediante el tiempo de servicio en el empleo, protege al activista sindical contra la discriminación arbitraria y los despidos. Es una necesidad absoluta para la seguridad del sindicato. Este es el aspecto positivo de la cláusula de antigüedad. Pero, al mismo tiempo, crea también gradualmente una especie de interés creado en la forma de empleo más constante para aquellos sindicalistas que han permanecido por más tiempo en la fábrica. Ese es el aspecto negativo.

Con el tiempo, con la ampliación de sus derechos de antigüedad y su ascenso a mejores puestos, se ha operado un proceso de transformación en el status de los activistas sindicales originales. En el curso de 16 años, se han asegurado el empleo más o menos constante, incluso en épocas cuando escasea el trabajo. Son, de acuerdo al reglamento, los últimos en ser despedidos y los primeros en ser llamados para que vuelvan a trabajar. Y en la mayoría de los casos, tienen mejores puestos que los recién llegados a la fábrica. Todo esto, aunado a la prosperidad de la guerra y la posguerra, ha cambiado su posición material y, en cierta medida, su status social.

Los pioneros combativos de los sindicatos del CIO son 16 años más viejos que en 1937. Viven mejor que los harapientos y hambrientos huelguistas de las tomas de fábricas de 1937; y muchos de ellos son 16 veces más blandos y conservadores. Este sector privilegiado de los sindicatos, que en otro tiempo constituyó la columna vertebral del ala izquierda, es ahora la principal base social de la burocracia conservadora de Reuther. Lo que los convence no es tanto la hábil demagogia de Reuther sino el hecho de que él verdaderamente expresa su estado de ánimo y patrón de pensamiento conservador.

Pero estos antiguos activistas conservadurizados son solo una parte de la militancia del CIO, y me parece que nuestra resolución de la convención no trata este hecho en forma suficiente y específica. En estas industrias de producción masiva, que son verdaderos infiernos esclavizadores. Existen muchos otros. Hay una masa de obreros jóvenes que no gozan de ninguna de estas prestaciones y privilegios y no tienen interés personal alguno en el cúmulo de derechos de antigüedad. Ellos son el material humano para la nueva radicalización. El partido revolucionario, mirando hacia el futuro, debe dirigir su atención principalmente hacia ellos.

Si nosotros, contando con una nueva ola de descontento en el movimiento obrero, echamos una mirada a quienes fueron sus líderes hace 16 años, podríamos realmente sacar conclusiones desalentadoras. No solamente carecen hoy de ánimo radical, sino que no están en ninguna disposición de encabezar una nueva radicalización. Eso requiere gente joven y hambrienta y harapienta y muy descontenta con todas las condiciones de su existencia.

Debemos recurrir a la gente nueva si, como creo yo, lo que tenemos en mente es la próxima revolución estadounidense y no limitamos nuestra visión a la perspectiva de una nueva sacudida dentro de la burocracia y a alianzas con astutos falsos líderes “progresistas” para el logro de metas pequeñas.

Esta nueva estratificación en los nuevos sindicatos es un aspecto que el partido ya no puede ignorar. Más aun ahora que lo vemos reflejado directamente dentro de nuestro partido. Algunos miembros del partido en el sindicato automotriz pertenecen a este estrato privilegiado. Es lo primero que debe reconocerse. Algunos de los mejores activistas, los más firmes del partido en los viejos tiempos, han sido afectados por el cambio en las condiciones en que viven y el nuevo medio en el que se desenvuelven.

Ven a los viejos activistas en los sindicatos, quienes antes cooperaban con ellos, volverse más lentos, más satisfechos, más conservadores. Todavía se encuentran en reuniones sociales con estos antiguos activistas y son infectados por ellos. Adquieren una perspectiva pesimista de las reacciones que ven por todos lados de estos veteranos, y, sin darse cuenta, contraen un elemento de ese mismo conservadurismo.

En mi opinión, esa es la razón por la que apoyan a una tendencia vulgarmente conservadora, pesimista y capituladora en nuestra lucha fraccional interna. Me temo que esto no es una falta de comprensión de su parte. Ojalá lo fuera, porque en ese caso nuestra tarea sería fácil. Los miserables argumentos de los cochranistas no resisten la crítica marxista, siempre que se acepten los criterios del marxismo revolucionario.

Pero esa es la dificultad. Nuestros sindicalistas conservadurizados ya no aceptan estos criterios. Como muchos otros, que “solían ellos mismos ser radicales”, están empezando a referirse a nuestras “Tesis sobre la revolución estadounidense” como una “locura”. Ellos no se “sienten” de esa manera, y nadie va a convencerlos de que cambien su forma de sentir.

Esa -y tal vez una conciencia culpable- es la verdadera explicación de su subjetividad, su rudeza y arrebato fraccional, cuando uno trata de discutir con ellos desde el punto de vista principista del “viejo trotskismo”. No siguen a Cochran porque lo admiren excepcionalmente a nivel personal, porque conocen a Cochran. Sencillamente reconocen en Cochran, con su derrotismo capitulador y su programa de retirada de la arena de lucha en favor del círculo de propaganda, al vocero genuino de su propio estado de ánimo de retiro y abandono.

De la misma manera que los sindicalistas más viejos, más calificados y privilegiados de Alemania apoyaron a la derecha contra la izquierda, y así como sus homólogos rusos apoyaron a los mencheviques contra los bolcheviques, los “sindicalistas profesionales” en nuestro partido apoyan al cochranismo en nuestra disputa. Y por las mismas razones fundamentales.

Yo, por mi parte, debo admitir francamente que no reconocí la amplitud del problema al principio de la lucha. Yo preví que alguna gente cansada y pesimista, que buscaba una especie de racionalización para reducir su participación o salirse de la lucha, apoyaría cualquier oposición fraccional que apareciera. Eso sucede en toda lucha fraccional. Pero no contaba con el surgimiento de un estrato obrero conservadurizado que serviría como grupo organizado y base social de una fracción oportunista en el partido.

Mucho menos esperaba ver a dicho grupo pavonearse por el partido exigiendo consideraciones especiales porque son “sindicalistas”. ¿Qué tiene eso de excepcional? Existen quince millones de sindicalistas en este país, pero no tantos revolucionarios. Pero los revolucionarios son los que cuentan para nosotros.

Perdiendo la fe en el partido

El movimiento revolucionario, bajo las mejores condiciones, es una lucha dura, y desgasta mucho material humano. No por nada se ha dicho miles de veces en el pasado: “La revolución es una devoradora de hombres.” El movimiento en este, el país más rico y más conservador del mundo, es quizá el más voraz de todos.

No es fácil persistir en la lucha, perseverar, mantenerse firme y pelear año tras año sin triunfar; e incluso, en épocas como la actual, sin ningún progreso tangible. Eso requiere convicción teórica y perspectiva histórica además de carácter. Y aparte de eso se requiere asociarse con otros en un partido común.

El modo más seguro de perder la fe en la lucha es sucumbir al medio ambiente inmediato de uno; ver las cosas solo como son y no como están cambiando y deben de cambiar; ver únicamente lo que se tiene frente a los ojos e imaginar que eso es permanente. Esa es la suerte maldita del sindicalista que se separa del partido revolucionario. En tiempos normales, el sindicato, por su naturaleza misma, es un caldo de cultivo del oportunismo. Ningún sindicalista, abrumado por las preocupaciones mezquinas y objetivos limitados del día, puede retener su visión de las cuestiones más amplias y la voluntad de luchar por ellas sin el partido.

El partido revolucionario puede cometer errores, y los ha cometido, pero nunca se equivoca en la lucha contra los que viven quejándose de todo, que tratan de culpar al partido por sus propias debilidades, por su cansancio, su falta de visión, su impulso por dimitir y capitular. El partido no se equivoca ahora cuando llama a esta tendencia por su verdadero nombre.

La gente con frecuencia actúa en forma diferente como individuos, y da distintas explicaciones por sus actos, que cuando actúan y hablan como grupos. Cuando un individuo se cansa y desea dimitir, usualmente dice que está cansado y dimite; o se retira sin decir absolutamente nada, y ahí acaba la cosa. Eso ha estado sucediendo en nuestro movimiento internacional durante 100 años.

Pero cuando el mismo tipo de gente decide como grupo salirse de la línea de fuego abandonando el partido, necesitan la cubierta de una fracción y una posición “política” autojustificadora. Cualquier explicación “política” sirve, y de cualquier modo es bastante seguro que será una explicación falsa. Eso también ha venido ocurriendo desde hace cerca de 100 años.

El caso actual de los sindicalistas cochranistas no es ninguna excepción a la regla. De pronto escuchamos que ciertos “sindicalistas profesionales” repentinamente se vuelven en contra nuestra porque somos “estalinofobos”, y ellos están fuertemente a favor de una orientación hacia el estalinismo. ¡Esa es la mayor tontería que he escuchado jamás! Nunca tuvieron esa idea en la cabeza sino hasta que se inició esta pelea. ¿Y cómo podía ser de otro modo? Los estalinistas se han aislado dentro del movimiento obrero, y es veneno tocarlos. Andar buscando a los estalinistas es apartarse del movimiento obrero, y estos “sindicalistas” del partido no lo desean hacer.

La gente de Michigan que está exigiendo a gritos que nos orientemos hacia los estalinistas no tiene tal orientación en su propia área. Y están perfectamente en lo correcto a ese respecto. No niego que gente como Clarke, Bartell y Frankel han oído voces y visto visiones de una mina de oro oculta en los cerros estalinistas -ya discutiré esta alucinación en otra ocasión- pero los sindicalistas cochranistas no tienen la más mínima intención de ir a extraer minerales ahí. Ni siquiera dirigen la mirada en esa dirección. Lo sorprendente es la insinceridad de su apoyo a la orientación hacia los estalinistas. Eso es completamente artificial, para propósitos fraccionales. No, se tiene que decir que la orientación hacia el estalinismo, por lo que concierne a los sindicalistas de Michigan, es una farsa.

¿Qué es lo que oímos después de esto? Que tienen montones de “quejas” contra el “régimen” del partido. Yo siempre sospecho cuando escucho hablar sobre quejas, especialmente cuando provienen de personas que no se habían quejado antes. Cuando veo gente rebelarse contra el partido a causa de que han sido tratados mal por el terrible régimen de nuestro partido -que es en realidad el régimen más justo, más democrático y tolerante en la historia de la humanidad- siempre me acuerdo de las palabras de J. Pierpont Morgan. Decía él: “Todo el mundo tiene por lo menos dos razones para hacer lo que hace: una buena razón y la verdadera razón.” Ellos han dado una buena razón para su oposición. Ahora quisiera saber yo cuál demonios es la verdadera razón.

No puede ser la hostilidad del partido hacia el estalinismo -como afirman ellos- porque los sindicalistas cochranistas por nada del mundo se les acercarían a los estalinistas, ni aunque alguien estuviera detrás de ellos con bayonetas y les prendiera cohetes en la cola del abrigo.

No puede ser debido al “Tercer Congreso Mundial” sobre el cual de repente se encuentran tan indignados. Estos camaradas de Michigan poseen muchas cualidades admirables, como se ha visto en el pasado, pero de ningún modo son la sección más internacionalista del partido; ni de lejos. No son la sección del partido que más se interesa en las cuestiones teóricas. El comité local de Detroit, es triste decirlo, ha sido el más remiso en la enseñanza y el estudio de la teoría marxista, y ahora está pagando por ello un precio terrible. Este comité local no está teniendo ni una sola clase; ninguna clase sobre marxismo, ninguna clase sobre la historia del partido, ninguna clase sobre el Congreso Mundial o sobre ninguna otra cosa.

De tal suerte que cuando de pronto irrumpen con la exigencia de que el partido enarbole la bandera del Tercer Congreso Mundial, a mi me parece que esa es otra “buena” razón, pero igualmente falsa.

La verdadera razón es que se rebelan contra el partido sin saber plenamente por qué. Para el militante joven, el partido es una necesidad valorada por encima de cualquier otra cosa. El partido era la vida misma de estos activistas cuando eran jóvenes y verdaderamente combativos. No les importaba el empleo; no les asustaban los peligros. Como todos los demás revolucionarios de primera, estaban dispuestos a abandonar el trabajo en seguida si el partido quería enviarlos a otra ciudad, o que hicieran esto o aquello. El partido era siempre primero.

El partido es la mayor recompensa para el joven sindicalista que se hace revolucionario, la niña de sus ojos. Pero para el revolucionario que se transforma en sindicalista -todos hemos visto ocurrir esto más de una vez- el partido no es ninguna recompensa en absoluto. El simple sindicalista, que piensa en términos de “política sindical” y “bloques de poder” y pequeñas alianzas con pequeños falsos líderes obreros para ganar algún pequeño puesto, promoviendo sus intereses personales aquí y allá, ¿por qué va a pertenecer a un partido revolucionario? Para tal individuo el partido es una cruz a cuestas, que interfiere con su éxito como político sindical “práctico”. Y en la actual situación política del país es un peligro: en el sindicato, en la fábrica y en la vida en general.

La gran mayoría de los sindicalistas del partido comprenden todo esto tan bien como nosotros. El llamamiento “sindicalista” vulgar de los cochranistas sólo los repele, porque ellos se consideran en primer lugar revolucionarios y en segundo lugar sindicalistas. En otras palabras, son gente de partido, como lo son todos los revolucionarios.

Considero que constituye un gran tributo a nuestra tradición, a nuestros cuadros, a la dirección de nuestro partido, el que hayamos logrado aislar al cochranismo a un estrecho sector de la militancia del partido. Es una gran satisfacción, en estos tiempos conflictivos y difíciles, ver a la gran mayoría del partido mantenerse firme contra todas las presiones. En el curso futuro de la discusión, asestaremos golpes aún más duros y nos desprenderemos de algunos cuantos más aquí y allá. No deseamos que nadie abandone el partido si está en nuestras manos impedirlo.

Pero salvar almas no es nuestra ocupación principal. Estamos decididos a proteger nuestro partido de la desmoralización, y lo vamos a hacer. Nos preocupan los individuos únicamente dentro de este marco. El rescate de desmoralizados políticos se lo dejamos al Ejército de Salvación. Para nosotros el partido es primero, y a nadie le permitiremos que lo desorganice.

Esta lucha es de importancia muy decisiva porque la perspectiva ante nuestro partido es la perspectiva de la guerra y todo lo que ello implica. Vemos los peligros y las dificultades -y también las grandes oportunidades- que nos esperan más adelante, y precisamente por eso queremos preparar al partido antes de que los peores golpes nos caigan encima.

La línea y las perspectivas del partido, y la dirigencia partidista, serán decididas en esta lucha para un largo periodo futuro. Cuando lleguen tiempos más difíciles, y cuando nuevas oportunidades se presenten, no queremos que quede ninguna duda en las mentes de los camaradas respecto a cuál es la línea del partido y quiénes sus dirigentes. Estas cuestiones serán resueltas en esta lucha.

El Socialist Workers Party tiene el derecho, por su programa y su historial, a aspirar a un gran futuro. Esa es mi opinión. Esa era la opinión de Trotsky. Hay una línea en el documento de los cochranistas que se mofa de la convención del SWP de 1946 y de las “Tesis sobre la revolución estadounidense” adoptadas en ella. Dice así: “Habíamos nacido con un gran destino, al menos en nuestras propias mentes.” En esa burla de la aspiración del partido, está contenida toda la ideología capituladora y pesimista del cochranismo.

En 1929, cuando Trotsky fue deportado a Constantinopla, el triunfo del estalinismo era total, y él se encontraba aislado y casi solo. Fuera de la Unión Soviética, habían apenas 200 personas en todo el mundo que lo apoyaban, y la mitad de ellas eran las fuerzas que nosotros habíamos organizado en los Estados Unidos. Trotsky nos escribió una carta en ese entonces en la cual elogiaba nuestro movimiento en Estados Unidos. Decía que nuestra labor era de importancia histórico-mundial porque, a fin de cuentas, todos los problemas de la época serían resueltos en tierra estadounidense. Decía que no sabía si una revolución llegaría aquí antes que a otros lugares, pero de cualquier manera era necesario prepararse organizando el núcleo del partido de la revolución futura.

Esa es la línea por la que se ha encaminado nuestra labor. Nuestros cuadros han sido formados con esa doctrina. Cuando leí en el documento de Cochran esa desestimación cínica de nuestras aspiraciones revolucionarias, recordé un discurso que pronuncié ante nuestros camaradas jóvenes en Chicago hace trece años. La ocasión era nuestra Conferencia de Activistas Obreros, celebrada precisamente un mes o algo así después de la muerte de El Viejo [León Trotsky], cuando todo el mundo se sentía despojado; cuando la pregunta en las mentes de todos, aquí y en todo el mundo, era si el movimiento podría sobrevivir sin Trotsky.

Al final de la conferencia, pronuncié un discurso y dije a los jóvenes activistas ahí presentes: “Ustedes son los verdaderos hombres con un gran destino, porque sólo ustedes representan el futuro.” Incluimos el mismo concepto en las tesis de la convención de 1946.

Esa ha sido la posición de todos nuestros militantes que permanecen unidos a través de esta larga y dura batalla. Un joven camarada en California, uno de los principales activistas del partido, me señaló la burla de los cochranistas y dijo: “¿Qué te parece? Si yo no pensara que nuestro partido tiene un gran futuro, ¿por qué iba a estar dispuesto a dedicar mi vida y todo lo que tengo al partido?” Cualquiera que minimiza al partido y duda de su futuro debía preguntarse a sí mismo qué es lo que hace en el partido. ¿Está ahí de visita? El partido exige mucho, y no puede darse mucho y arriesgar todo al menos que se piense que el partido vale la pena.

El partido vale la pena, porque es el partido del futuro. Y a este partido del futuro le está tocando de nuevo su parte de buena suerte histórica. Una vez más, como en 1939-40, tiene la oportunidad de resolver un conflicto fundamental en discusión abierta antes de una guerra, en la víspera de una guerra.

Antes de la Segunda Guerra Mundial el partido fue confrontado por una fracción que amenazaba su programa y por lo tanto su derecho a existir. No tuvimos que saltar en la guerra inmediatamente antes de que la cuestión se resolviera. Realizábamos nuestra labor abiertamente mientras que el resto de nuestros camaradas en Europa estaban en la clandestinidad o en campos de concentración. Nosotros aquí en Estados Unidos tuvimos el privilegio de conducir un debate para toda la Internacional durante un período de siete meses.

Lo mismo está ocurriendo ahora de nuevo. Debemos reconocer esta suerte histórica y sacarle ventaja. La mejor manera de hacer esto es extendiendo y ampliando la discusión. Repetiré lo que dijo el camarada Dobbs, que nuestro objetivo no es escindir el partido sino desbaratar la escisión y salvar al partido. Trataremos de evitar una escisión mediante una lucha política que golpee a la oposición en forma tan dura que no pueda tener ninguna perspectiva en una escisión. Si no podemos impedir una escisión, la reduciremos al tamaño más pequeño posible.

Entre tanto, desarrollaremos la labor del partido en todos los frentes. Ninguna labor del partido va a ser saboteada. Si se hace el intento, movilizaremos nuestras fuerzas en todas partes y tomaremos el control. No permitiremos que se desorganice al partido mediante el sabotaje o que sea descarrilado por una escisión, como no lo permitimos en 1940. Hemos comenzado bien y no pararemos hasta lograr una victoria total en la lucha por un partido revolucionario.

A Tendência Bolchevique Internacional “Explica” sua Falência

Raciocínio de Avestruz e Tentativa de Intimidação
A Tendência Bolchevique Internacional “Explica” sua Falência
Originalmente publicado em inglês em março de 2012


Três décadas desde a sua primeira declaração pública (From New York To Sri Lanka: It Is Desperately Necessary To Fight!, de outubro de 1982) o grupo que hoje é a Tendência Bolchevique Internacional está visivelmente menor do que nunca, mais isolado do que nunca, e mais envelhecido do que nunca. Também ela, assim como outros grupos que no passado lutaram para reconstruir o movimento revolucionário sob difíceis condições de muitas décadas sem sucesso, perdeu o seu propósito revolucionário e se degenerou. Mais especificamente, ela se transformou em uma organização qualitativamente similar ao grupo com o qual rompeu há todas essas décadas atrás, a atualmente corrupta e burocratizada organização conhecida como Liga Espartaquista (SL).

Aqueles que lutaram sem sucesso contra a degeneração do Partido dos Trabalhadores Socialistas (SWP) nos anos 1960 analisaram circunstâncias similares que hoje também afetam a TBI:
 
“O SWP se tornou uma organização muito envelhecida em sua liderança. De 1928 até o presente – 34 anos – ele tem sido liderado pelo mesmo grupo de pessoas contínuo e com poucas mudanças. Assim, ele é a organização mais velha que se reivindica revolucionária na história. O seu atual Comitê Nacional deve possuir uma das mais altas médias de idade na história do movimento comunista em todos os tempos.”
 
“Enquanto a liderança é velha, muitos dos quadros de liderança do partido no nível dos núcleos locais são de meia idade e são trabalhadores qualificados confortavelmente posicionados com muitos anos de estabilidade e casa própria.”
 
The Centrism of the SWP and the Tasks of the Minority
J. Robertson & L. Ireland, 6/9/1962.
 
“Contra este histórico de derrotas e de isolamento da luta de classes direta, a decadência política de uma liderança partidária que envelhecia, à qual faltava toda uma nova geração, era inevitável.”
 
“Não tendo experimentado, durante um período razoável, nem mesmo pequenas vitórias, vendo a classe rejeitá-los e girar rumo a uma relativa passividade ou mesmo reação, a velha liderança do Partido, apoiada por elementos mais jovens treinados em um ambiente político pequeno-burguês, perdeu a confiança na classe e na sua própria habilidade de atingir a vitória.”
 
The Tendency and the Party
Geoffrey White, 10/10/1962
 
A degeneração da TBI não é simplesmente devido a condições objetivas. As muitas políticas erradas da liderança também inevitavelmente tiveram um efeito negativo. Em particular muitas práticas organizativas que ela herdou da SL, mas falhou em superar, inevitavelmente criaram vida própria dentro da organização conforme a existência do grupo se separou cada vez mais do seu propósito revolucionário inicial, até ele se transformar em um fim em si mesmo. As pressões para burocratização sob tais circunstâncias são obviamente bastante fortes conforme a base e os quadros ficam cada vez mais passivos e despolitizados, enquanto o poder desmedido da liderança e seu controle sobre o grupo crescem aos saltos. Leon Trotsky se referiu a esse processo como uma “reação termidoriana”. James P. Cannon resumiu o fenômeno em todas as suas várias manifestações históricas desta forma:
 
“Não há nada revolucionário a respeito dos burocratas. Eles temem as massas e desconfiam delas e são sempre arrastados e postos de lado durante períodos de levante. Apenas quando as massas se aquietam é que os burocratas têm a sua vez — os homens cinzentos de uma maré-baixa. Você vê isso manifestar-se em todas as organizações dos trabalhadores, em todas as mutações da luta de classes, de greves a revoluções, e de sindicatos a órgãos do poder de Estado.”
 
The Road to Peace
James P. Cannon (1951)
 
Logo após uma série de dissidências e rompimentos públicos (e muitos não-públicos) e os resultantes rompimentos de relações com vários grupos e simpatizantes – para não mencionar a perda do seu núcleo de Ruhr, na Alemanha, a TBI, após um longo período de silêncio tumular sobre o assunto, decidiu usar o recém-publicado balanço da sua Conferência Internacional como uma oportunidade de reconhecer parcialmente e racionalizar a sua profunda crise para um público de esquerda agora já bastante ciente (junto a uma tentativa explícita de intimidar nossa organização ao silêncio). São poucos aqueles iludidos o suficiente na periferia do grupo que poderiam esperar qualquer tentativa honesta de analisar seriamente os problemas e as condições por trás deles (nós estimamos que desde nossa saída a TBI possua cerca de 20 pessoas, depois de perder cerca de um terço de seus membros). Ao invés disso, o “líder” absoluto da TBI (Tom Riley) e os capatazes sem caráter que protegem cada movimento que ele realiza, resolveram declarar o seguinte:
 
“Ao avaliar o nosso trabalho desde a nossa conferência de 2008, observamos que, apesar de alguns sucessos limitados (por exemplo, ganhamos adeptos na França e na Polônia), ainda temos de fazer grandes avanços a nível internacional e, de fato, sofremos alguns reveses. Em 2010, um companheiro recém-recrutado deixou a TBI para se tornar um anarquista em sequência aos protestos explosivos contra o G-20 em Toronto. Mais significativamente, não conseguimos ganhar os membros do Coletivo Lenin (CL), no Rio de Janeiro, alguns dos quais eventualmente se alinharam com Sam T., um talentoso, porém problemático, antigo membro da TBI, que partiu em setembro de 2008, após decidir que ele não estava mais preparado para seguir as diretrizes da organização. A nossa incapacidade para ganhar os camaradas brasileiros veio como o culminar decepcionante de vários anos de esforço e representou a perda do que parecia ser uma oportunidade promissora para começar trabalhos em uma parte extremamente importante do mundo.”
 
1917 nº34, 2012
 
E isto é tudo, já que a maior parte do resto do balanço da TBI consistia de alguns elogios muito pouco merecidos a ela própria.
 
Nós podemos comentar mais amplamente este “balanço” da conferência da TBI em um artigo futuro, mas por enquanto vamos nos limitar a discutir as explicações de avestruz (como quem se esconde enfiando a cabeça na areia) que ela ofereceu nesse trecho, ao tentar livrar a própria cara.
 
“Difamando Quem Faz as Críticas”
 
Em 25 de setembro de 2008, Samuel Trachtenberg rompeu com a Tendência Bolchevique Internacional com a sua carta de ruptura (A Estrada para Fora de Rileyville) que descreve alguns dos pontos chave na história da degeneração burocrática da TBI e anuncia a sua intenção de continuar lutando para reconstruir um grupo revolucionário que possa desempenhar um papel em ajudar na reconstrução da Quarta Internacional. Assim como admite o balanço da TBI, desmentindo as expectativas de tal grupo por um fracasso rápido, essa intenção de Samuel eventualmente conseguiu algum sucesso limitado, porém real, à custa da TBI. Essa expectativa inicial é a razão de a TBI ter decidido não informar a seus leitores sobre o rompimento público no balanço da sua Quinta Conferência Internacional, escrito pouco depois do racha.
 
Ao invés de reiterar cada argumento já exposto, nós convidamos o leitor a verificar por si próprio esta carta de ruptura e confirmar que não houve a menor tentativa por parte da TBI de lidar com as questões levantadas na descrição que ela fez dos eventos. A razão para isso é bastante simples. Uma tentativa de negar qualquer argumento levantado na carta de rompimento (ou em polêmicas subsequentes) nos forçaria a tomar o devido tempo para dar ainda mais provas e fortalecer nossas afirmações, indo cada vez mais fundo nos escandalosos e vergonhosos detalhes dos anos de abuso burocrático e manipulações desonestas com outras organizações de esquerda realizadas pelo “líder” absoluto da TBI, Tom Riley. Como Riley gosta de dizer, o silêncio às vezes é a melhor resposta.
 
Ao invés de tentar qualquer resposta, o balanço tenta continuar publicamente uma campanha interna de rotular as descrições feitas por Trachtenberg de corrupção burocrática na TBI como um mero produto de uma suposta condição “problemática”. A carta de rompimento de Trachtenberg apontou:
 
“No entanto, quando eu levantei essa questão (junto com várias outras similares), os camaradas deram a mesma resposta que Seymour, combinada com uma grosseira campanha para me convencer de que minhas críticas provinham de ‘problemas mentais’. Apesar de possuir um histórico de depressão, não sou insano e sou perfeitamente capaz de reconhecer a realidade e as tentativas da liderança de usar os mesmos mecanismos comigo que foram usados com outros críticos.”
 
“O termo para esse tipo de prática é ‘gaslighting’ (manipulação mental) e eu pediria aos camaradas que fizessem uma busca no Google sobre isso. O fato de que Bill Logan, um ‘profissional’ de saúde mental, usou suas credenciais para tais propósitos nojentos só aumenta a corrupção envolvida.”
 
A carta de rompimento também aponta que o uso de tais técnicas contra críticos internos também é feito por outras seitas burocráticas dominadas por líderes absolutos, tais quais a Revolutionary Workers League dos Estados Unidos (RWL). Jason Wright, o membro da TBI atualmente sendo cotado como eventual sucessor da coroa de lama de Riley, ele próprio um ex-membro da RWL, descreveu ter sofrido um tratamento semelhante como resposta às suas críticas políticas (veja Letter (circa 1998) by the IBT’s Jason Wright documenting his leaving the Revolutionary Workers League). Na época, Wright apontou que “esse tipo de coisa não corresponde ao funcionamento saudável de uma organização revolucionária e, por si só (sem nem mesmo entrar no leque de desvios programáticos da RWL) é suficiente para mostrar que ela não tem direito de reivindicar o legado do trotskismo”. Com isso, ao menos, nós estamos de pleno acordo.
 
É claro que a liderança da TBI, contra a sua vontade, já está queimada aos olhos do público em razão da forma como eles procuram lidar com aqueles que lhes fazem críticas: veja Abuso Burocrático na Tendência Bolchevique Internacional – que nós fortemente recomendamos aos leitores. Este documento, entre outras coisas, relata a tentativa de provocar, em um crítico interno da seção neozelandesa da TBI (o PRG), “a reação de violência física de um rato encurralado, que teria sido útil ao PRG para causar descrédito a Peter em sua provável futura carreira de ‘especialista’ anti-PRG”. Bill Logan (o segundo no comando da TBI) respondeu a alguns camaradas que não gostaram de suas tentativas de difamar e conspirar contra um membro crítico de seus métodos burocráticos dizendo que “Minha sensação pessoal é que os camaradas estão sendo um pouco críticos demais de mim, um pouco escrupulosos demais sobre a maneira apropriada com a qual a luta política deve ser conduzida”. Qualquer que seja a acusação que alguém possa fazer contra a TBI, certamente, ter escrúpulos demais não é uma delas.
 
Nenhuma destas práticas é nova. Em anos melhores, a TBI descreveu métodos similares utilizados pela Liga Espartaquista para não responder às suas críticas.
 
“Nós prevemos que vocês não irão publicar esta carta na sua totalidade. Fazer isto significaria confirmar ou negar por escrito as acusações acima; fazer qualquer uma das duas coisas iria ser igualmente desastroso para a reputação da liderança da SL. Negá-las iria contradizer a experiência de cada membro da SL ou simpatizante que viu a foto de Jaruzelski [chefe da burocracia stalinista na Polônia] (em exposição por meses no departamento de manutenção da sua sede nova-iorquina), que contribuíram para comprar a casa de Robertson, que perderam muitas horas construindo a sua sala de recreação ou instalando a sua banheira. Uma negação direta iria expor a sua liderança como mentirosos cínicos e sem escrúpulos diante de todos os membros e simpatizantes.”
 
“Se, por outro lado, vocês confirmarem essas alegações, e disserem que, como cabeça de uma suposta organização marxista, Robertson tem todo o direito de desfrutar de um estilo de vida com privilégios materiais à custa dos seus membros, e que Jaruzelski merece um lugar de honra nas suas paredes, vocês deixariam para sempre de poder ser levados a sério em sua reivindicação de ser uma organização trotskista, e revelariam a si próprios ao mundo como a seita personalista degenerada que se tornaram. Seria então bastante improvável que qualquer ser humano racional algum dia fosse querer apoiar a Liga Espartaquista.”
 
“Vocês, portanto, vão se esconder atrás da única brecha possível nesse momento: desviar a atenção das acusações criando confusão e difamando quem faz as críticas. Um gangster qualquer pode tentar impugnar a reputação de uma testemunha contrária a ele dizendo que é um estuprador ou viciado em drogas; vocês respondem ao testemunho da Tendência Bolchevique com uma bateria de epítetos especificamente elaborados para nos descreditar aos olhos de militantes da esquerda e dos trotskistas: renegados antissoviéticos, burocratas sindicais, racistas, agentes provocadores, etc. E somente para o caso de estes termos específicos não terem o efeito desejado, mais algumas acusações – por exemplo, ‘pequenos bandidos’ – a são lançadas para este propósito. Estas táticas – todas na pior tradição de Gerry Healy e David North – deveriam lavar os leitores mais atentos de Workers Vanguard [jornal da SL] a se perguntarem: ‘Por que alguém deveria acreditar em James Robertson?’”.
 
1917 nº8, 1990
 
Um documento ainda mais antigo descrevia uma tentativa da SL de conspirar contra um membro fundador da TBI para desacreditá-lo:
 
“O longo histórico de [Bob] Mandel como um proeminente militante de esquerda na Área da Baía de São Francisco foi um grande trunfo para a regional da SL por todos os anos em que ele foi apoiador do grupo. Hoje, entretanto, ele é uma ameaça para Robertson e companhia, e, portanto, se tornou um alvo de alguns ataques particularmente desagradáveis por parte da liderança da SL.”
 
“Na época, Mandel estava em meio a uma crise pessoal/financeira decorrente de seus longos anos na lista negra do ILWU [sindicato de trabalhadores do porto]. Ele também estava perturbado e bastante abalado pela perspectiva de sair da tendência política à qual havia devotado sua vida. Mandel fez tudo o que pôde para provar sua lealdade à organização. Foi-lhe apresentada uma declaração, escrita por Al Nelson. A declaração parecia com uma confissão estilo FBI. Ela começava dizendo ‘Eu, de livre e espontânea vontade, admito as seguintes declarações como sendo verdades e compreendo que elas serão arquivadas como declarações confidenciais pelo Comitê Central da Liga Espartaquista… ’. Essa ‘confissão’ ridícula era composta de algumas alegações bastante bizarras, assim como várias outras declarações, algumas das quais eram verdade, e foi feita com a intenção de ser usada para descreditar Mandel publicamente no futuro. Ao assiná-la, ele encontrou-se numa situação sem saída que desde então a liderança da SL tem buscado explorar. Mandel certamente cometeu um grande erro ao assinar cegamente tal ‘confissão’, mas o incidente como um todo lança uma luz desagradável sobre as práticas rotineiras da liderança da SL.”
 
Bulletin of the External Tendency of the iSt nº3, 3/5/1984
 
Sam quem?
 
De forma interessante, o balanço também prefere não mencionar nem o “Reagrupamento Revolucionário” e nem “Samuel Trachtenberg” pelos seus nomes, termos que iriam facilmente levar a respostas em sites de busca. Ao invés disso, o balanço só se refere a “Sam T.”.
 
Pelas circunstâncias, a TBI é forçada a reconhecer a nossa existência para aqueles que já nos conhecem, enquanto ao mesmo tempo tenta fazê-lo de uma maneira que obscurece a identidade de nosso grupo para os leitores, para o caso de estes serem curiosos o suficiente para desejar ler o que nós dizemos a respeito disso tudo. Essa é a compreensão que Tom Riley tem de “esperteza tática”. Um antigo associado da TBI notou que sem dúvida o gatuno multimilionário Bernie Maddoff caracterizou o que fez usando termos similares. Tais jogadas óbvias, combinadas com uma personalidade cínica exageradamente transparente, são indicações do porquê de o líder absoluto da TBI ter sido chamado, entre aqueles que o conheceram, de “vendedor de carros usados do trotskismo”.
 
Intimidação
 
O outro propósito da acusação de ser “problemático” é uma tentativa de fazer uma intimidação implícita para forçar o Reagrupamento Revolucionário ao silêncio a respeito da corrupção antisocialista da liderança da TBI, sob a pena de forçar a discussão de áreas sensíveis da vida pessoal de Trachtenberg. Isso foi previamente tentado em uma carta escrita em 9 de fevereiro de 2011 enviada ao Coletivo Lenin e a Trachtenberg logo após o CL romper relações com a Tendência Bolchevique Internacional e estabelecer relações com o Reagrupamento Revolucionário (veja a declaração de dezembro de 2010).
 
“Nós não havíamos informado anteriormente a vocês sobre a saída de Sam da TBI, ou da sua tentativa de projetar a si próprio como uma ‘organização adversária’ (através do seu website), porque nós consideramos isso praticamente um evento sem importância e buscamos evitar discussões públicas dos severos problemas pessoais que nós acreditamos que acompanham a trajetória política dele.”
 
“Nós não fazemos a menor ideia do que poderia levar vocês a imaginar que Sam foi ‘escorraçado’, ou que a sua condição de membro foi ‘transformada em uma ficção’. Nunca houve tentativas de explorar os problemas pessoais/psicológicos que tornam impossível para ele ter um emprego, sair de casa ou fazer várias outras coisas que são normais para pessoas com trinta e poucos anos. Nós tentamos ajuda-lo até onde pudemos, mas não há dúvida de que problemas de saúde/mentais impactavam o seu funcionamento no grupo, como ele próprio admitiu em várias ocasiões.”
 
“Sam nos apresentou o difícil problema de tentar lidar com um quadro talentoso que desenvolveu diferenças políticas/organizativas que são, ao menos em parte, um resultado de sua própria frágil condição mental/emocional.”
 
Nós acreditamos que isto deixa bem claro que tais tentativas de explorar esta questão realmente ocorreram, durante e depois. Isto seria especialmente escandaloso para a TBI, tendo em vista o bem conhecido histórico de Bill Logan como um ex-dirigente espartaquista que está repleto do uso exploratório de tais detalhes das vidas pessoais de camaradas – que incluíram levar um membro de base dos espartaquistas à tentativa de suicídio. Como demonstra um documento previamente citado (Abuso Burocrático na Tendência Bolchevique Internacional), nada disso mudou qualitativamente apesar das afirmações de Logan de ser uma pessoa diferente depois de entrar na TBI. Logan e seu ventríloquo Riley obviamente compartilham esse e muitos outros traços com burocratas corruptos de períodos passados.
 
Nós vamos esclarecer estas questões.
 
Como previamente notado, Sam Trachtenberg sofre de depressão há muitos anos. Isto não faz dele insano, “problemático”, nem incapaz de reconhecer a realidade e fazer julgamentos políticos racionais. A TBI não teria considerado ele um membro de alto nível, que também escreveu muitos dos seus documentos por vários anos, se isso fosse verdade. A liderança da TBI também não teria permitido que muitos membros da TBI, que também tem um histórico de depressão (e que já sabem o que esperar se algum dia no futuro levantarem divergências), permanecessem dentro da organização se ela realmente acreditasse nisso. A realidade é que eles não acreditam nessas acusações, mas estão simplesmente usando-as como uma ferramenta de intimidação e de guerra psicológica.
 
Há vários anos, Sam Trachtenberg também foi forçado a deixar seu trabalho e a abandonar a faculdade depois de ficar doente, ao adquirir uma condição médica rara e possivelmente fatal se não tratada e que não foi diagnosticada por muitos anos. Nós não acreditamos que uma condição de invalidez e de desemprego faça com que alguém não seja capaz de ser um revolucionário ou que não seja capaz de fazer escolhas políticas racionais e inteligentes. Nós acreditamos que o restante da esquerda também compartilhe de nossa opinião.
 
Sam Trachtenberg, como alguns que o conhecem na esquerda já sabem, também tem um progenitor que é severamente doente desde que ele era jovem.
 
Enquanto discutir forçosamente detalhes sensíveis da vida pessoal de alguém diante do público é desconfortável, nenhuma dessas coisas é, sob qualquer aspecto, escandalosa ou antiética, ao contrário de muitos aspectos da vida pessoal (para não mencionar política/organizativa) dos dirigentes da TBI.
 
Já que nós estamos no assunto, nós gostaríamos de perguntar qual tipo de emprego a liderança da TBI acha que Trachtenberg deveria ter ou ter tido (e antes de se tornar doente ele teve vários). Seria como o emprego que Jason Wright (nome de partido) teve por alguns anos trabalhando numa posição administrativa para o Departamento de Segurança Nacional no estado de Nova York? Aquele que ele foi encorajado por Riley a aceitar e que a liderança da TBI via como uma posição temporária útil para subir na escala do serviço público e que também deveria ser mantida em segredo do público de esquerda? Não, nem Sam Trachtenberg nem nenhum outro membro presente ou futuro do Reagrupamento Revolucionário nunca teve ou vai ter um emprego como esse.
 
As tentativas da TBI de nos silenciar não vão dar certo!
 
Crise em Toronto
 
O balanço da TBI faz menção a um proeminente camarada de Toronto que deixou o grupo para se tornar um ativista anarquista em um grupo plataformista local. Ele, entretanto, não faz nenhuma menção às razões por trás da sua decisão de deixar o grupo (veja “Brandon Gray’s Resignation Letter” 17/7/2010). Enquanto os pontos em cima do quais ele imediatamente rompeu eram relacionadas a questões táticas envolvendo os protestos contra o G-20 em 2010 (questões essas sobre as quais nós não estamos em posição de tomar partido devido à nossa distância) fica claro, através da sua carta de ruptura, que essas questões foram apenas o estopim relacionado a uma crítica mais ampla que se desenvolvia a respeito da degeneração da TBI. Isto inclui uma atitude aristocrática e esnobe de desprezo com relação a jovens militantes por parte da liderança da TBI, e que busca na Academia elementos mais respeitáveis (e também mais organizativamente passivos diante de intimidação burocrática). (Um bom exemplo disso é a Platypus Affiliated Society, pela qual a TBI recentemente cruzou os Estados Unidos para poder palestrar em seus painéis). Como muitos que testemunharam a corrupção burocrática em seitas pseudo-leninistas, Brandon Gray acabou concluindo incorretamente que as raízes da burocratização da TBI estão em sua reivindicação do bolchevismo.
 
Também está claro que a sua decisão de deixar a TBI foi provocada por testemunhar o tipo de corrupção que é descrita na carta de rompimento de Sam Trachtenberg. Aqui citaremos longamente trechos que descrevem a situação interna:
 
“Eu entrei formalmente na TBI na primavera de 2009, depois de ter sido um simpatizante e trabalhado com o grupo por dois anos em Toronto. O alto nível de formação programática ganhou minha confiança e respeito apesar do pequeno tamanho do grupo em comparação com outros. Entretanto, quando a carta de rompimento de Sam Trachtenberg em Nova Iorque chegou até mim, eu tomei algum tempo para investigar esse caso e atrasei minha decisão de me tornar um membro pleno. As críticas políticas levantadas por Sam nunca me foram explicadas. Ao invés disso, ataques pessoais foram feitos contra a credibilidade dele. A sua saúde pessoal foi brutalmente explorada e distorcida para poder descreditá-lo e para evitar responder qualquer uma de suas críticas. Incapaz de reconhecer estes ataques como o que eram na época, eu resolvi pedir para tornar-me membro e, depois de ser aceito, eu informei o fato de que tinha dado uma boa olhada no caso de Sam antes de tomar minha decisão de entrar. Disseram-me que ele era paranoico e delirante, e que tinha sido uma boa ideia ele ter saído, já que a liderança teria tido um trabalho muito maior tendo que pô-lo para fora. Eu lamento não ter decidido entrar em contato com Sam na época para ouvir o seu lado da história sobre o rompimento, mas, em minha defesa, meus laços pessoais com os camaradas mais jovens do TBT [núcleo de Toronto da TBI] me influenciaram a deixar esta questão para trás, apesar de eu manter minhas suspeitas no fundo da mente para um dia em que mais informações viessem a tona.”
 
“Em uma reunião do núcleo em 15 de abril de 2010, foi sugerido que um camarada mais ou menos com o meu perfil em termos de pouco relacionamento com Sam se tornasse ‘amigo’ dele em uma rede de relacionamento na internet, com o objetivo de monitorá-lo e repassar informação para a liderança. Eu fui a única pessoa a comentar sobre esse ponto, declarando que eu, de fato, fosse talvez o mais indicado para esse trabalho, mas que não me sentia confortável para tal; que isso soava como desonesto e errado. Riley meramente deu de ombros e descartou minhas objeções dizendo que não era algo tão ruim e que eu não deveria ter problemas com isso. Este foi outro lado estranho da organização ao qual eu respondi com receio. Poderia Samuel Trachtenberg estar descrevendo precisamente o funcionamento interno do meu grupo? O fundamento deste caso havia crescido com o tempo e agora um exemplo concreto de práticas de liderança pouco saudáveis me havia sido demonstrado. Eu devo hoje concluir que uma campanha nojenta de mentiras e calúnias foi usada contra Sam com o objetivo de jogá-lo para fora do grupo depois de ele ter feito várias críticas corretas à liderança. Eu hoje concordo com as críticas de Sam e estimulo aos camaradas para que olhem para estas críticas de olhos abertos.”
 
“Como todos na TBI sabem, a quantidade de membros tem caído continuamente desde que Sam, de Nova York, deixou o grupo. A saída de vários apoiadores de longa data, como L. em Nova York, e a rejeição da tentativa de W. de se transferir para o nosso núcleo, foram simplesmente ignoradas porque eles eram ‘velhos’ e ‘inúteis’. Uma explicação política apropriada não foi dada. Nosso núcleo de Londres é constantemente atacado por razões que não me parecem justas. Mais recentemente, foi-nos anunciado que nós deveríamos esperar a ‘provável’ perda de A. na Irlanda, que é uma camarada experiente do grupo e provavelmente um dos mais ativos em termos de se adaptar a realidades táticas e de funcionar de forma proativa. Eu reconheci na época que não era acidente que outro dos nossos camaradas mais ativos, engajados e menos abstencionistas, que estava operando longe da supervisão direta de Riley ou de Logan, havia se tornado um alvo para ser posto para fora. O único valor de deste camarada, de acordo com o nosso líder local e internacional, era que ele era um dos poucos camaradas que podiam manter o site, e portanto, ele seria mantido enquanto fosse conveniente. Também não é coincidência que ele foi o único que apoiou-me quando levantei minhas críticas.”
 
“Depois de recrutar um par de membros nos anos recentes, em grande parte devido a intervenções dos seus camaradas mais jovens, o núcleo de Toronto está agora regredindo em tamanho e em toda a parte nosso número de membros continua a diminuir sob o fardo de uma liderança burocrática. Inúmeras discussões com contatos cessaram depois de terem inicialmente se mostrado promissoras e parece haver pouca expectativa de ganhar militantes de esquerda em Toronto para o grupo num futuro previsível. Nossa performance durante os protestos do G-20 só tornaram nossas perspectivas ainda piores.”
 
“Algum tempo depois, quando foi indicado que discussões de fusão com um grupo de contatos na América Latina [o Coletivo Lenin] provavelmente não iriam dar certo porque os contatos haviam exigido que fizéssemos o que nossa liderança descreveu como ‘entrismo em organizações como a OCAP’ [organização assistencialista que atua em Toronto], eu tive minhas dúvidas se isso era inevitável. Como um membro de base da TBI, eu nunca tive acesso a discussões com estes camaradas, e novidades sobre o nosso progresso com eles só vinham através dos nossos membros mais velhos, que constantemente os descreviam menos como revolucionários dedicados e mais como crianças ingênuas com ideias bobas em suas cabeças, apesar do fato de que eles operavam sob condições muito mais difíceis que as nossas. Isso é uma repetição ainda mais burocrática da forma com a qual a nossa liderança estragou oportunidades de fusão como essa no passado.”
 
“É incrível o quanto da carta de rompimento com a Liga Espartaquista, de Howard K., um de nossos camaradas mais antigos, se aplica bem a essa situação:”
 
“‘Por quase um ano eu tenho me aproximado da conclusão de que distorções na liderança das seções, núcleos e colaterais se desenvolveram e amadureceram – ao menos em parte devido a uma vida interna caracterizada por um regime defensivo e hierárquico, combinado com um método personalista jesuítico, de discussão e debate interno. Esse processo foi elevado na SL/SYL [juventude da Liga Espartaquista] ao ponto em que os seus membros são ‘verdadeiros crentes’ ou cínicos. Eu suspeito que os incidentes de incompetência política e tática na SL estão conectados com essa deterioração da vida interna. Eu acredito que a liderança central conscientemente e cinicamente concluiu que os membros da SL são politicamente e pessoalmente fracos demais para permitir mesmo a menor discordância com a liderança. Há uma equação aritmética implícita: desacordo com a liderança é igual a hostilidade à liderança, que é igual a deslealdade, que é igual a traição. Se levada adiante, essas tendências farão a SL vir a se parecer menos com uma organização proletária principista e combativa, e mais uma seita política hierárquica e teocrática.’

‘Quando críticos internos, lutando para criticar construtivamente e para melhorar a organização, são marcados como traidores, e calúnias apolíticas são usadas para desacreditá-los, revolucionários honestos não podem permanecer em silêncio.’”
(…)
 
“Se a história se repete, na primeira vez como tragédia e na segunda como farsa, então o que podemos dizer da terceira ou quarta vez? No mínimo há um padrão nocivo ocorrendo que e se estende da TBI à SL. Líderes vitalícios e permanentes se elevam para dominar as organizações que eles criaram e às quais eles querem carregam com eles para o túmulo. Este é um problema que não pode ser simplesmente remediado criando uma nova cópia do velho grupo.”
 
“Tristemente, nosso desenvolvimento como uma organização saída da escola partidária de Robertson seguiu o mesmo trajeto conforme cada desafio potencial à liderança de Riley e Logan caiu nas últimas décadas. Enquanto Robertson tinha seu estilo, seus rebentos carregam a tradição de manipulação e manobras desleais com o seu próprio estilo pessoal de ‘sanções informais’ e armações por trás dos panos contra seus oponentes para manter o controle sobre o grupo. Enquanto o grupo de Robertson tentou parcialmente romper sua marginalização no início dos anos 1970, o nosso grupo em si não o fez e, depois de quase 3 décadas, as nossas publicações estão amaldiçoadas com o mesmo intervalo e atraso que eram comuns nos primeiros anos da Liga Espartaquista, conforme o controle e monopólio pela liderança até mesmo dos menores detalhes da vida organizativa sufocou e asfixiou a habilidade de novos camaradas de aprender e se desenvolver.”
 
“Já passou muito o tempo de cada camarada honesto levantar a voz contra essa degeneração organizativa dentro da Tendência Bolchevique Internacional. Eu espero que eu não seja o último a fazê-lo.”
 
Brincando de Espião
 
Um elemento da degeneração da TBI que é levado em consideração na carta de Brandon está enraizado na compreensão distorcida da Liga Espartaquista sobre reagrupamento revolucionário e a luta contra o revisionismo, baseada parcialmente em um entendimento distorcido e exagerado da experiência do “giro francês” (ou entrismo). Essa orientação se resume em uma política de guerra/espionagem com relação a todos os outros grupos na esquerda:
 
“Em uma reunião do núcleo em 15 de abril de 2010, foi sugerido que um camarada mais ou menos com o meu perfil em termos de pouco relacionamento com Sam se tornasse ‘amigo’ dele em uma rede de relacionamento na internet, com o objetivo de monitorá-lo e repassar informação para a liderança…”.
 
Nossa compreensão de reagrupamento revolucionário é que, junto com fusões, muitos elementos dele também irão incluir rachas baseados em lutas por clareza programática. No que diz respeito à SL e a TBI, entretanto, suas práticas foram descritas por outros, como o grupo Workers Power:
 
“Há duas distorções do conceito de grupo de propaganda combativo aqui. Primeiro, o grupo de propaganda é descrito como um estágio durante o qual a principal tarefa é ‘destruir’ outros grupos. Perceba a escolha de palavras. Os espartaquistas não buscam ganhar centristas girando à esquerda para o comunismo, mas destruí-los. Essa perspectiva leva caracteristicamente a manobras politicamente desleais e a provocações.”
 
 
As provocações desleais envolvem, dentre outras coisas, mandar agentes se infiltrarem em outras organizações (diferente de abertamente entrar em grupos que permitam várias tendências, como em um entrismo) e usar uma variedade de fraudes para arrancar informação ou confundir para rachar seus oponentes. Uma vez que, em períodos de isolamento, como descrito por Marx e Engels [1], infelizmente tais práticas tendem a florescer na esquerda, a TBI e a SL não são os únicos grupos a fazer esse tipo de coisas. Isso nos leva a desenvolver algumas demarcações em cima de linhas organizativas ao invés de programáticas, já que pessoas na esquerda se sentem incapazes de confiar umas nas outras e isso impede que discussões e debates aconteçam. Isso destrói, ao invés de ajudar a criar possibilidades de reagrupamento em torno de importantes questões programáticas. Isso faz com que surjam relações espetaculares entre grupos na esquerda, que se relacionam como na tirinha cômica “Espião contra espião” (“Spy vs. Spy”) da Mad Magazine. Isso também tende a se generalizar quando as lideranças desses grupos inevitavelmente usam os mesmos métodos internamente para manter o controle. Isso também aconteceu amplamente dentro da SL e da TBI.
 
Brandon teve princípios para rejeitar tal tipo de serviço sujo. Outros na TBI não tiveram. Um exemplo um pouco mais público disso na história da TBI se relaciona com o recrutamento do Grupo de Educação Marxista (MEG) de Albany, Estados Unidos, em 1998, e que foi descrito com grande alarde. O balanço da sua Segunda Conferência Internacional da TBI (em uma seção intitulada “Dois, Três, Muitos MEGs!”) descreveu o processo da seguinte forma:
 
“No começo de 1998 o MEG contatou ambos a TBI e o Grupo Internacionalista (liderado pelo antigo líder e editor da SL, Jan Norden). Isso levou a uma série de discussões com ambos os grupos de forma verbal e escrita, com foco na questão russa, a questão da greve geral, e a história da degeneração política da SL. No fim, os camaradas concluíram que a TBI era a mais consistente representante da herança programática revolucionária da TR e da antiga SL.”
 
1917 n°21, 1999
 
Também em um boletim especial dedicado ao Grupo Internacionalista [2]:
 
“Inicialmente os camaradas do MEG pensavam que a TBI e o IG discordavam meramente sobre a cronologia precisa da degeneração da SL, mas eles gradualmente passaram a ver que questões mais substanciais estavam envolvidas.”
 
Set. 1999
 
O problema com essa descrição aparentemente inocente é que ela é mentirosa. O que realmente aconteceu foi que o MEG foi primeiramente recrutado para a TBI e depois se aproximou do IG fingindo ser um grupo “independente” querendo investigar as diferenças entre a TBI e o IG. Durante todo o tempo, Riley estava vangloriando-se com bastante brilho sobre “enganar Norden como um patinho”. É duvidoso que o IG tenha sido ingênuo o bastante para não saber o que a TBI estava fazendo. Também está claro que quaisquer que fossem as possibilidades de fusão que existissem, foram destruídas por tais “táticas espertas”.
 
No fim, isso deu à TBI alguma publicidade fracional por ter um grupo de independentes escolhendo-a depois de investigar seriamente ela e o IG. Isso foi parcialmente verdade, exceto pelo fato de que o grupo fez essa investigação e escolheu a TBI antes de contatar o IG como agentes da TBI fingindo ser “independentes”.
 
Tais práticas foram anteriormente descritas pela SL enquanto discutia o grupo britânico de Gerry Healy, como uma forma de:
 
“usar a lealdade dos membros aos ideais professados de socialismo para torna-los cúmplices em crimes contra seus próprios camaradas e os camaradas de outros grupos.”
 
 
Aqueles que aceitam serem cúmplices se prendem muito mais firmemente àquele por quem se está cometendo o crime, na prática se queimando com os outros grupos na esquerda ao usar tais métodos. Não é acidental que o trotskismo jamais teve nada além de desprezo pelos infiltrados da GPU que os stalinistas usavam contra eles.
 
O Sr. “Esperteza Tática” ataca novamente
 
O balanço da TBI não dá a menor explicação sobre o porquê de ela ter perdido talvez a sua melhor oportunidade de reagrupamento em anos em um país importante como o Brasil, exceto por algum tipo de conexão com o fato de Samuel Trachtenberg ser “problemático”. Nós sugerimos aos leitores a declaração do Coletivo Leninà época para uma explicação profunda sobre como, depois de três anos de manobras e manipulações, o CL finalmente enxergou através da “esperteza tática” da TBI.
 
Tragicamente, após três anos tentando uma fusão com um grupo que eles tinham considerado ser sinceramente revolucionário, mas descobriram ser o contrário, alguns membros do CL deixaram o grupo enquanto outros que permaneceram se desmoralizaram e se deixaram levar com a conclusão de um membro antigo de que o burocratismo e desonestidade da TBI estavam enraizados na sua reivindicação de trotskismo. Um documento da fração majoritária que surgiu depois do racha com a TBI declarou:
 
“Nos próximos capítulos, mostraremos que é impossível formular uma estratégia certa para a revolução mundial sem uma análise correta da decadência do capitalismo, e que essa estratégia é bem diferente da concepção leninista-trotskista de pequeno grupo que se torna, combatendo o reformismo das direções traidoras, um partido de quadros que mobiliza as massas através de reivindicações transitórias rumo ao poder. Ao mesmo tempo, veremos como a Quarta Internacional foi destruída, não pelo revisionismo pablista, mas sim pela sua incapacidade de superar a herança da estratégia leninista e sua visão sobre a revolução mundial iminente.”
 
 
Mais uma vez a TBI conseguiu ajudar a desacreditar o trotskismo com as suas práticas.
 
Aqueles membros do CL que foram primariamente responsáveis pela declaração estabelecendo relações fraternais com o Reagrupamento Revolucionário lutaram contra esta degeneração e são hoje o grupo do Reagrupamento Revolucionário no Brasil.
 
O que a não-explicação do balanço trás à mente é a última vez em que a TBI destruiu as suas oportunidades de reagrupamento na América Latina, mais uma vez devido à incontrolável inclinação do líder absoluto da TBI, Tom Riley, de exercitar a sua “esperteza tática”. Uma não-explicação de avestruz semelhante foi dada quando o balanço da Quarta Conferência Internacional da TBI relatou o fracasso em recrutar um grupo de promissores camaradas argentinos:
 
“Um recuo menos público, porém mais significativo, foi nossa falha em conseguir fundir com um grupo de camaradas argentinos que aparentaram estar programaticamente muito próximos de nós. Isso se deveu parcialmente a dificuldades linguísticas, mas um fator mais importante era a distância em termos de cultura política expressa por eles acerca das tarefas e prioridades de um microgrupo de propaganda. Em retrospectiva, nós concluímos: ‘Dadas as nossas capacidades e recursos muito limitados não há, obviamente, muito mais que nós pudéssemos ter feito para avançar com essa colaboração, mas ela representa uma oportunidade perdida’.”
 
1917 nº28, 2006
 
Na realidade, não houve diferenças “acerca das tarefas e prioridades de um microgrupo de propaganda”. Já que o grupo argentino por essa época já havia deixado de existir, a TBI se sentiu segura na sua mentira descarada, esperando que ninguém fosse contradizê-la. As verdadeiras questões envolvidas eram menos “políticas”.
 
Os camaradas argentinos que estabeleceram relações com a TBI (e traduziram a maior parte dos documentos da TBI disponíveis em espanhol) foram formalmente convidados a participar da vida interna da TBI através da participação na sua lista de discussão interna. Isso foi concebido como uma forma de acelerar o processo de fusão. O que os gênios táticos da TBI decidiram nunca informar aos argentinos foi que todos os membros da TBI foram postos sob disciplina para não responderem a nada que eles escrevessem, e que, ao invés disso, a liderança iria responder depois de se reunirem coletivamente. Supostamente estes camaradas seriam estúpidos o bastante e não perceberiam que, enquanto as postagens de membros da TBI rapidamente recebiam comentários de resposta, ninguém respondia aos posts deles a não ser Bill Logan muitos dias depois, depois de consultar o restante da liderança e dando o que parecia muito mais uma declaração formal do que uma resposta informal como todos os outros na lista recebiam. Aqueles, como Sam Trachtenberg, que perceberam a crescente insatisfação dos argentinos, foram repreendidos por responder aos seus postse a liderança insistiu que eles não tinham a menor ideia do que estava acontecendo, apesar das suas exigências de que ou recebessem acesso pleno à sua vida interna, como prometido, ou ao menos lhes dissessem a verdade sobre a situação. Como previsto, os camaradas decidiram anunciar abruptamente a sua decisão de romper todas as relações com a TBI sem apresentar nenhuma razão. O que eles poderiam dizer afinal? Se eles apresentassem suas razões, as respostas não iriam dizer nada sobre o que acontecia de fato e sim que eles estavam sendo paranoicos. Isso teria simplesmente tornado o racha mais feio e raivoso depois de os argentinos terem tido as suas inteligências insultadas. Eles preferiram deixar a situação com alguma dignidade.
 

Nós queremos indicar aos poucos elementos subjetivamente revolucionários na TBI que este recente histórico aponta que, ao invés de serem gênios de “esperteza tática”, os líderes da TBI são na verdade imbecis táticos. Que os seus métodos burocráticos de brincar de espião efetivamente transformaram o que foi certa vez um grupo promissor, em uma seita burocratizada, organizada desta vez em torno de Tom Riley ao invés de Jim Robertson, Gerry Healy, Jack Barnes ou Bob Avakian, etc. Uma liderança com tal criminosa ficha organizativa merece ser expulsa e repudiada ao invés de ser ostentada acriticamente (ou sequer tolerada de má vontade, por sinal). Se na realidade não existe nenhum mecanismo (quaisquer que sejam as formalidades) entre o que hoje são os quadros mais velhos, passivos e despolitizados para expulsar essa liderança, então chegou a hora de reconstruir. O Reagrupamento Revolucionário está determinado a fazer precisamente isso.

Apêndice: James Cannon sobre Jay Lovestone


[Nota do RR — Jay Lovestone foi um dirigente do Partido Comunista dos Estados Unidos. Alinhado com a oposição de direita de Bukharin (então associada a Stalin) na Internacional Comunista, Lovestone esteve à frente das expulsões dos trotskistas nos anos 1920, inclusive de James Cannon. Posteriormente, com a virada do “Terceiro Período” stalinista e a perseguição à oposição de direita, os apoiadores de Lovestone também sofreram as perseguições burocráticas que haviam inaugurado no PC/EUA. A tradução foi realizada a partir da versão disponível em inglês em http://www.marxists.org]


Era opinião de todos que Lovestone era inescrupuloso em suas maquinações e intrigas sem fim; e em minha opinião todos estavam certos nesse ponto, embora a palavra “inescrupuloso” pareça de alguma forma um pouco branda para descrever as operações dele. Lovestone era completamente desonesto – como Foster, mas de um jeito diferente. Foster era parte do movimento dos trabalhadores e tinha uma noção de responsabilidade para com ele; e ele podia ser moderadamente honesto quando não havia necessidade de enganar ou mentir. A desonestidade de Foster era propositiva e utilitária, da qual uma pitada era acionada sem preocupação para atingir um objetivo. Lovestone, o sinistro estranho em nosso meio, parecia praticar maliciosamente fraudes para o seu próprio prazer.


Foi uma estranha virada do destino que trouxe esse personagem perverso para o nosso movimento dedicado ao serviço do nobre ideal das relações humanas. Nunca houve um homem mais destrutivamente estranho à nossa causa, na qual ele buscava uma carreira; ele era como uma célula anárquica de câncer penetrando no organismo do partido. O partido tem significado e justificação somente como a expressão consciente do austero processo da história, na qual a classe trabalhadora luta por sua emancipação, com todas as severas obrigações morais que tal missão impõe a seus membros. Mas Lovestone parecia ver o partido como um objeto de manipulação em um jogo pessoal que ele estava jogando, com um instinto não-natural para estragar as coisas.


Nesse jogo, que ele jogava com um frenesi quase patológico, ele não era impedido por nenhuma norma reconhecida de conduta das relações humanas, para não mencionar os efeitos que os seus métodos poderiam ter na moral e na solidariedade do movimento dos trabalhadores. Para ele a luta de classes dos trabalhadores, com seu incrível significado para o futuro da espécie humana, era na melhor das hipóteses um conceito intelectual; a luta fracional pelo “controle” do partido era a verdadeira questão, as verdadeiras razões da vida. O seu inimigo principal era sempre seu oponente fracional no partido ao invés de a classe capitalista e o sistema de exploração que ela representava.


O método fracional e a prática de Lovestone eram a sistemática deseducação do partido; cochichos de fofoca para colocar camaradas uns contra os outros; falsa interpretação e distorção das posições dos oponentes; demagogia desenfreada e incitação dos apoiadores fracionais até estes não saberem se estavam indo ou vindo. Ele tinha outros truques, mas eles eram todos da mesma ordem.


As opiniões dos líderes do partido uns sobre os outros naqueles dias variavam amplamente e nem sempre eram complementares, mas no fundo, apesar da dureza dos conflitos, eu acho que eles respeitavam uns aos outros como camaradas em uma causa comum, apesar de tudo. Lovestone, entretanto, não era confiável para ninguém e sua devoção à causa era amplamente posta em dúvida. Em círculos mais fechados, Foster apontou mais de uma vez que se Lovestone não fosse judeu, ele era o candidato mais provável para liderança de um movimento fascista. Essa era uma opinião bastante comum.

 
NOTAS
 
[1] “Peço-lhe ainda para ter algum cuidado com todas as pessoas que estão em ligação com Bakunin. É uma propriedade de todas as seitas manterem-se firmemente unidas e intrigarem: pode estar certo de que tudo o que v. lhes comunicar segue imediatamente para Bakunin. Um dos seus princípios fundamentais é que cumprir promessas e outras coisas do gênero são preconceitos puramente burgueses que o verdadeiro revolucionário tem de tratar sempre com desprezo no interesse da causa. Na Rússia, ele diz isto abertamente, na Europa ocidental é uma doutrina secreta.” (Carta de Engels a Theodor Cuno, 24 de Janeiro de 1872).
 
[2] O IG de Jan Norden dirige a organização internacional da qual faz parte a Liga Quarta-Internacionalista do Brasil (LQB).

Arquivo Histórico: A Posição Trotskista na Palestina

A posição trotskista na Palestina
Contra a Corrente
O presente documento foi traduzido para o português pelo Reagrupamento Revolucionário em 2012 a partir da versão publicada em inglês na revista Fourth International em maio de 1948, que está disponível em marxists.org/history/etol/newspape/fi/vol09/no03/kolhamaad.htm.

Editor de Fourth International O artigo a seguir foi originalmente publicado como editorial do Kol Ham’amad (Voz da Classe), órgão em língua hebraica da Liga Comunista Revolucionária da Palestina, seção da Quarta Internacional. Ele expõe o caráter reacionário do plano de partilha da ONU, que sufoca a maré crescente de luta de classes na Palestina, confunde as linhas de classe e cria uma atmosfera de “unidade nacional” antagônica em ambas as comunidades nacionais na Palestina.


Como nós podemos ler no editorial, o stalinista Partido Comunista da Palestina não escapou da histeria nacionalista nos dois campos, e rachou em dois partidos nacionais. Apenas os trotskistas palestinos mantiveram a posição socialista ao chamarem os trabalhadores árabes e judeus a romperem com os inimigos de classe nas suas colunas e conduzirem a sua luta independente contra o imperialismo. Apesar da alta maré de chauvinismo que acompanha o novo Estado “hebreu” estabelecido pelas armas da Haganah de um lado, e a invasão do exército de “Liberação” árabe do outro, somente o programa proletário internacionalista levantado pelos trotskistas pode prover os meios de resolver o problema da Palestina.

***

Políticos e diplomatas ainda estão tentando encontrar uma fórmula para a situação desastrosa na qual a Palestina foi mergulhada pela decisão da ONU sobre a partilha. Será isso uma “violação da paz internacional” ou nós estamos lidando meramente com “atos de hostilidade”? Para nós não existe distinção. Nós estamos testemunhando diariamente a matança ou mutilação de homens e mulheres, velhos e jovens, judeus ou árabes. Como sempre, as massas trabalhadoras e pobres sofrem mais.

Não faz muito tempo os trabalhadores árabes e judeus se uniam em greves contra o opressor estrangeiro. Essa luta comum acabou. Hoje os trabalhadores estão sendo incitados a matar uns aos outros. Os provocadores venceram.

“Os britânicos querem frustrar a partilha pelos meios do terrorismo árabe”, falam os sionistas. Como se o ataque conjunto não fosse o próprio instrumento pelo qual a partilha se faz realidade! Foi fácil para os imperialistas prever isso e eles devem estar realmente satisfeitos com o curso dos eventos.

QUE SAPO BEVIN-CHURCHILL VÃO TER QUE ENGOLIR?

A Grã-Bretanha foi uma perdedora na última guerra mundial. Ela perdeu a maior parte dos seus espólios estrangeiros. A sua indústria está ficando para trás. A reconstrução do seu aparato produtivo requer dólares e mão-de-obra.

“Manter a ordem” na Palestina custa para a Inglaterra mais de 35 milhões de libras esterlinas por ano, um montante que excede o lucro que ela pode extrair deste país. A partilha vai libertá-la das obrigações financeiras, permitir que ela empregue seus soldados no processo produtivo enquanto a sua fonte de recursos vai permanecer intacta. Mas isso não é tudo. Com a partilha, uma divisão é criada entre o trabalhador árabe e judeu. O Estado sionista com as suas provocadoras linhas de demarcação vai trazer o desabrochar de movimentos de vingança de ambos os lados, haverá luta por uma “Palestina árabe” e por um Estado judeu nas fronteiras históricas de “Eretz Israel” (Terra de Israel). Como um resultado da atmosfera chauvinista que foi criada, o mundo árabe no Oriente Médio será contaminado e isso vai estrangular a luta anti-imperialista das massas, enquanto os sionistas e feudalistas árabes vão disputar a preferência imperialista.

O preço que a Grã-Bretanha tem que pagar pelas vantagens ganhas com a partilha da Palestina é renunciar ao seu monopólio de dominação sobre este país. Por outro lado, Wall Street deve vir à tona cumprir com a sua parte no negócio sujo de salvaguardar as posições imperialistas. Isto, é claro, suja a reputação “democrática” do país do dólar enquanto ao mesmo tempo aumenta o prestígio da Grã-Bretanha. A partilha da Palestina, portanto, é um compromisso entre os ladrões imperialistas que surge de uma balança de poder modificada.

A FUNÇÃO DA ONU

Se os imperialistas anglo-americanos tivessem forçado esta “solução” na Palestina eles próprios, o jogo sujo teria ficado evidente em todo o Oriente árabe. Entretanto, eles se esquivaram – o problema foi passado para a ONU. A função da ONU foi adocicar o gosto amargo e repugnante da cozinha imperialista ao fantasia-la com tolices sobre, nas palavras de Bevin [1], “a consciência sã de um mundo que passou na prova”. E os diplomatas dos países menores dançaram no ritmo do dólar, reiterando “a opinião pública mundial”. E o elenco peculiar desta performance teatral permite à Grã-Bretanha flutuar como o Anjo da Guarda transbordando de simpatia dos dois lados.

E a União Soviética? Por que a sua representante não declarou que o jogo da ONU era a enganação que é? Aparentemente a atual política estrangeira da URSS não está preocupada com a luta das massas coloniais. E como a questão da Palestina é um assunto secundário para os “Grandes”, os diplomatas soviéticos acharam bom se apegar ao que disse Stálin sobre o fato de “a União Soviética estar pronta para ir de encontro aos Estados Unidos e à Grã-Bretanha, apesar das diferenças econômicas e sociais”.

Foi assim que a ONU “resolveu” o problema palestino. No entanto, é o mesmo prato repugnante que está sendo servido para Índia, Grécia e Indochina.

O QUE OS JUDEUS TEM A GANHAR COM A PARTILHA?

Os sionistas ficaram extasiados com um sentimento de triunfo quando lhes ofereceram o osso do jantar da ONU. “Nosso trabalho, nossa justa causa venceu… diante do fórum das nações”.

Os sionistas tem tido o hábito de pedir “justiça” aos inimigos do povo judeu desde Herzl [2]: do Czar ao Kaiser alemão, os imperialistas britânicos, Wall Street. Agora eles viram sua chance. Wall Street está distribuindo empréstimos e “independência política”. É claro, não de graça. O preço tem que ser pago em sangue.

O Estado judeu, este presente de Truman e Bevin, dá à economia capitalista dos sionistas um fôlego extra. Esta economia descansa sobre fundações muito inconsistentes. Os seus produtos não podem competir no mercado mundial. A sua única esperança é o mercado interno no qual os produtos árabes foram excluídos. Então o problema da imigração judia tornou-se um problema de vida ou morte. O fluxo contínuo de imigrantes que chegariam com o que sobrou dos seus pertences pode aumentar a circulação de mercadorias, permitindo aos proprietários burgueses se desfazerem dos seus caros produtos manufaturados. A imigração de massa também seria bastante útil como uma forma de forçar para baixo os salários que “pesam tanto” na indústria judaica. Um Estado envolvido invariavelmente em conflitos militares significaria encomendas para o “Exército Hebreu”, uma fonte de “lucros hebreus” que jamais iriam cair. Um Estado significaria milhares de leitos confortáveis para os veteranos funcionários sionistas.

QUEM VAI PAGAR A CONTA?

Os trabalhadores e os pobres. Eles terão que pagar o preço salgado que virá com a proibição dos produtos árabes. Eles irão desabar sob o bolo de impostos sem fim, diretos e indiretos. Eles terão que cobrir o déficit do Estado judeu. Eles estão vivendo ao relento, sem ter nenhum teto sobre sua cabeça, enquanto as instituições tem “coisas mais importantes” para se preocupar.

O trabalhador judeu foi separado do seu camarada árabe e impedido de lutar uma luta de classe comum, e estará à mercê dos seus inimigos de classe, o imperialismo e a burguesia sionista. Será fácil instiga-lo contra o seu aliado proletário, o trabalhador árabe “que está roubando os seus empregos e rebaixando o valor dos salários” (um método de propaganda que não falhou no passado). Não foi em vão que Weitzmann [3] disse que “o Estado judeu vai conter a influência comunista”. Como compensação, o trabalhador judeu receberá o privilégio de ser sacrificado como herói no altar de morte do Estado judeu.

E que promessas mantem o Estado judeu? Ele realmente significa um passo à frente rumo à solução do problema judeu?

A partilha da Palestina não teve a intenção de resolver a miséria dos judeus e nem provavelmente irá. Este Estado anão que é pequeno demais para absorver as massas judias e não pode nem mesmo resolver os problemas dos seus próprios cidadãos. O Estado hebreu só pode conseguir infestar o Oriente árabe com antissemitismo e pode muito bem acabar sendo – como Trotsky disse – uma armadilha sangrenta para centenas de milhares de judeus.

A PARTILHA DA PALESTINA É LENHA NA FOGUEIRA DOS REACIONÁRIOS ÁRABES

Os líderes da Liga Árabe reagiram à decisão da partilha com discursos cheios de ameaças e entusiasmo. De fato, um Estado sionista é para eles uma benção de Alá. Chamar o trabalhador e o fellah (camponês) para a “guerra santa para salvar a Palestina” pretende sufocar os seus lamentos por pão, terra e liberdade. É outro método honrado de desviar um povo enraivecido a ir contra os judeus e o perigo comunista.

Na Palestina o poder feudal começou tardiamente a perder espaço. Durante a guerra, a classe trabalhadora árabe cresceu em números e em consciência política. Trabalhadores árabes e judeus se colocaram contra o opressor estrangeiro, contra o qual eles entraram em greve de forma unida. Uma poderosa central sindical de esquerda passou a existir; e a “Associação Trabalhista dos Árabes da Palestina” estava a caminho de se libertar da influência dos seguidores de Hussein. O assassinato de seu líder, Sami Taha [4], cometido por mercenários do Alto Comitê Árabe não pôde impedir esta transformação. Mas onde os seguidores de Hussein falharam, a decisão da agência imperialista, a ONU, foi bem sucedida. A decisão sobre a partilha sufocou a luta de classes dos trabalhadores palestinos. A previsão de estarem nas mãos dos “conquistadores da terra e do trabalho” sionistas está causando medo e ansiedade entre os trabalhadores e fellah árabes. Slogans de guerra nacionalistas caem em um solo fértil. E os assassinos feudalistas veem a sua chance. Assim a política da partilha permite aos feudalistas girar as rodas da história para trás.

UM PRIMEIRO RESUMO

Os primeiros frutos da política da partilha: judeus e árabes foram mergulhados num mar de entusiasmo chauvinista. Triunfo de um lado, raiva e desespero do outro. Comunistas estão sendo assassinados. Pogroms entre judeus estão sendo instigados. Olho por olho nos assassinatos e na provocação. As “expedições” da Haganah [5] são óleo na máquina de propaganda dos patriotas árabes na sua campanha para alistar as massas para mais banho de sangue. O conflito militar e a desintegração em pedaços do movimento dos trabalhadores são uma benção para os extremistas chauvinistas em ambos os campos.

E QUANTO AOS “COMUNISTAS” JUDEUS?

A onda patriótica faz com que seja desconfortável ficar em cima do muro. Os partidos “socialistas” sionistas logo “corrigiram” suas frases anti-imperialistas e sua teimosa “resistência” contra “cortar o país em pedaços” e deram lugar ao um pleno e entusiasmado apoio à política imperialista da partilha. Isto foi uma questão trivial, uma questão de meramente mudar as táticas sionistas.

No entanto, podia-se esperar do stalinista Partido Comunista da Palestina tomar uma posição diferente. Eles não alertaram repetidamente contra os resultados fatais que viriam junto com o estabelecimento de um Estado judeu? “A partilha necessariamente é desastrosa para ambos judeus e árabes… a partilha é um esquema imperialista com a intenção de dar ao domínio britânico mais um sopro de vida” (testemunho dado pelo PCP diante da comissão de inquérito anglo-americana em 25 de março de 1946). O secretário do partido lealmente se manteve nessa atitude até meados de julho de 1947, quando ele disse diante da comissão da ONU: “Nós recusamos o esquema da partilha e ponto final, uma vez que este esquema vai contra os interesses dos dois povos”. Entretanto, depois que este esquema foi ampliado com o apoio dos representantes soviéticos, Kol Ha’Am (o órgão central stalinista) apressadamente declarou que “a democracia e a justiça ganharam o dia (!)”. E do dia para a noite surgiu um partido recém-batizado: o nome de Partido Comunista da Palestina foi mudado para Partido Comunista de Eretz Israel (Partido Comunista da Terra Hebraica). Assim, mesmo o menor vestígio de contato com a população árabe foi rompido. O vão que ainda os separava do sionismo foi finalmente ultrapassado. Ao invés de ser a vanguarda da luta anti-imperialista das massas de árabes e judeus, o Partido Comunista da Palestina se tornou o seguidor “comunista” dos sionistas “de esquerda”. Precisamente em uma hora em que o sionismo mostra a todos a sua face contrarrevolucionária, o seu servilismo aberto ao imperialismo, então o próprio Partido Comunista leva ao ridículo toda a sua exposição anterior das fraudes imperialista e sionista.

POR QUE ELES FORAM À BANCARROTA?

Falta à política do Partido Comunista Palestino uma linha contínua. A política do PCP reflete ambas as pressões que derivam da luta de classes dos trabalhadores judeus e as necessidades da política externa soviética. As necessidades da guerra de classes, entretanto, exigem uma consistente política internacional, a negação do sionismo, da sua discriminação entre árabes e judeus. Porém, o PCP tem a necessidade de ajustar a linha do partido às manobras diplomáticas da URSS em seus chamados por uma política “mais flexível”, à qual falta qualquer firmeza. Como resultado, nós encontramos claras hesitações e um ziguezague, que atrelaram o PCP ao carro sionista. São a quinta roda!

E OS “COMUNISTAS” ÁRABES?

Os stalinistas árabes, a “Liga pela Liberação Nacional”, não se portou melhor que os seus camaradas judeus. Eles ficaram numa tremenda dificuldade ao ter que justificar o apoio russo ao Estado judeu. Não podiam esperar que os trabalhadores árabes aceitassem esta linha. Nem mesmo à força. Eles sabiam o que a mediação da diplomacia soviética significava: quebrar a unidade dos trabalhadores palestinos e um ataque traiçoeiro. Depois da declaração de Zarapkin [6] a favor da partilha, os membros da Liga pela Liberação Nacional se encontraram cercados de desprezo e de hostilidade.

A política da União Soviética destruiu a autoridade da Liga entre os trabalhadores árabes. Assim ela abriu a porta para a campanha reacionária, chauvinista contra o “perigo vermelho”. Atualmente, a Liga pela Liberação Nacional se posiciona pela paz e está ocupada expondo o papel provocativo desempenhado pelo governo britânico. Mas desde que ela chamava por “unidade nacional” (com os feudalistas seguidores de Hussein, os instigadores da guerra nos anos anteriores), a sua atitude é incapaz de convencer. Mas a Liga pela Liberação Nacional conseguiu convencer os trabalhadores árabes de uma coisa: que a força motora por trás da sua política não é o interesse do proletariado palestino, mas aquele do Kremlin.

UMA GUERRA DEFENSIVA?

Os dois campos hoje mobilizam as massas sob a máscara da “autodefesa”. “Nós fomos atacados, deixem que nos defendamos!” dizem os sionistas. “Deixem que nos livremos do perigo de uma conquista dos judeus!” declara o Alto Comitê Árabe. Onde está a verdade?

A guerra é a continuação da política por outros meios. A guerra liderada pelos feudalistas árabes não é nada além da continuação da sua guerra reacionária contra o trabalhador e camponês que estão lutando para acabar com a opressão e a exploração. Para os mestres feudalistas, a “Salvação da Palestina” significa salvaguardar os seus domínios à custa do fellahin (campesinato), mantendo o seu poder autocrático em uma cidade ou país, esmagando as organizações do proletariado e a solidariedade internacional de classe.

A guerra travada pelos sionistas é a continuação da sua política expansionista baseada na discriminação entre dois povos: eles defendem kibbush avoda (expulsar os trabalhadores árabes), kibbush adama (expulsar o camponês árabe), boicotar os produtos árabes, “Poder Judeu”. O conflito militar é um resultado direto das ações dos conquistadores sionistas.

Nesta guerra nenhum dos lados se aproxima de um caráter progressivo. A guerra não libera as forças produtivas e nem se livra de obstáculos políticos ou econômicos no caminho para o desenvolvimento das duas nações. Justamente o oposto. Ela leva ao obscurecimento do antagonismo de classe e abre o portão para excessos nacionalistas. Ela enfraquece o proletariado e reforça o imperialismo em ambos os campos.

O QUE FAZER?

Cada lado é “anti-imperialista” até a medula, ocupado em deter os reacionários… do lado oposto. E o imperialismo sempre é visto… ajudando o outro lado. Mas este tipo de exposição é querosene para a fogueira imperialista. A política de bajulação do imperialismo se baseia em agentes a agências dentro dos dois campos. Portanto, nós dizemos ao povo palestino em resposta aos propagandistas patrióticos: Façam desta guerra entre judeus e árabes, que serve aos interesses do imperialismo, uma guerra comum de ambas as nações contra o imperialismo!

Esta é a única solução para garantir uma verdadeira paz. Este deve ser o nosso objetivo, que deve ser alcançado sem concessões ao clima de chauvinismo que prevalece atualmente entre as massas.

Como isto pode ser alcançado?

“O inimigo principal está em casa” – isto era o que Karl Liebknecht tinha a dizer aos trabalhadores quando os imperialistas e também os socialdemocratas os incitavam a matar os seus irmãos trabalhadores nos outros países. É nesse espírito que nós dizemos aos trabalhadores judeus e árabes: o inimigo principal está no seu próprio campo!
  • Trabalhadores judeus: livrem-se dos provocadores sionistas que dizem a vocês para se sacrificarem no altar do Estado!
  • Trabalhadores e camponeses árabes: livrem-se dos provocadores chauvinistas que estão lançando vocês num mar de sangue para o próprio bem-estar e enriquecimento deles.
  • Trabalhadores dos dois povos: unam-se numa frente comum contra o imperialismo e os seus agentes!
O problema que preocupa a todos nestes dias é o da segurança. Os trabalhadores judeus perguntam: “Como proteger nossas vidas? Nós não devemos apoiar a Haganah?” E os trabalhadores árabes e fellahin perguntam: “Nós não devemos nos juntar à Najada, Futuwa [7] para nos defendermos contra os ataques dos sionistas?”.

Uma distinção deve ser feita entre os lados político e prático desta questão. Nós não podemos impedir mobilizações e, portanto, não dizemos aos trabalhadores para se recusarem a mobilizar-se. Mas é nosso dever denunciar o caráter reacionário das organizações chauvinistas, mesmo no seu próprio lar. O único caminho para a paz entre os dois povos deste país está em virar as armas contra os instigadores de assassinatos em ambos os lados.

Ao invés de um discurso abstrato “anti-imperialista” dos social-patriotas que encobrem o seu servilismo ao imperialismo, nós estamos mostrando uma forma prática de lutar contra o opressor estrangeiro: desmascarar os agentes locais, minar a sua influência; de forma que o trabalhador árabe e fellahirão entender que a campanha militar contra os judeus ajuda a desencadear a partilha e ajuda apenas os reacionários e imperialistas, enquanto ela é travada pelas suas costas e paga com o seu sangue; para que o trabalhador judeu reconheça finalmente suas ilusões no sionismo e entenda que ele não estará livre e seguro enquanto não terminar a discriminação nacional, o isolamento e a lealdade ao imperialismo.

Nós temos que manter o contato entre os trabalhadores de ambos os povo em qualquer local de trabalho onde isso ainda possa ser feito para prevenir ações provocativas e para proteger as vidas dos trabalhadores no trabalho e nas ruas. Vamos forjar quadros revolucionários. Neste inferno incandescente de chauvinismo nós temos que nos agarrar à bandeira da irmandade internacional dos trabalhadores.

CONTRA A CORRENTE!

Estando o capitalismo mundial na sua decadência, ele tenta resistir inflando imaginários conflitos nacionais, passando por cima das pessoas e brutalizando-as. Em longo prazo, este paliativo vai falhar. As massas terão aprendido suas lições através do sofrimento. Elas vão então conhecer o seu inimigo: o capitalismo monopolista que se esconde por trás da sua agência dominante local. Com a luta de classes ficando mais intensa ao redor do mundo, e particularmente nos países árabes, o fim da guerra fratricida neste país está próximo.

A onda patriótica hoje arrasta do chão a todos que não possuem os princípios do comunismo internacional. A atividade revolucionária nesta conjuntura exige paciência, persistência e visão de longo prazo. É um caminho cheio de perigo e de dificuldades. Mas esse é o único caminho para longe deste pântano patriótico. Nós devemos lembrar bem as palavras de Lenin que, ditas numa situação semelhante, se aplicam também a nós:

“Nós não somos charlatães… Nós devemos nos basear na consciência das massas. Se for necessário permanecer uma minoria, nós o faremos. Nós não devemos ter medo de estar em minoria. Nós realizaremos o trabalho da crítica para livrar as massas dos seus enganos… A nossa linha irá provar que tem razão… Todos os oprimidos virão até nós. Eles não tem nenhum outro caminho.”

NOTAS

[1] Ernest Bevin (1881-1951). Político do Partido Trabalhista britânico e Secretário de Estado para Assuntos Estrangeiros entre 1945 e 1951.

[2] Theodore Herzl (1860-1904). Jornalista judeu húngaro e fundador do pensamento e do movimento sionista.

[3] David Weitzmann, (1898-1987). Congressista britânico de origem judia.

[4] Sami Taha (1906-1947). Dirigente sindical e principal líder do movimento operário na Palestina durante o período da dominação britânica.

[5] Haganah (do hebraico “a defesa”) era uma organização judaica paramilitar que existia na Palestina desde o período do domínio britânico (1920-1948), e que depois se tornou o núcleo das forças armadas israelitas.

[6] Semion Zarapkin. Embaixador soviético na Palestina. Assinou em novembro de 1947 o acordo da ONU que previa a política da partilha.

[7] Organizações islâmicas paramilitares de recrutamento da juventude.

Sobre os Recentes Eventos do Paraguai

Sobre os Recentes Eventos  do Paraguai

Julho de 2012 

ERRATA (04/03/2017): Apesar do posicionamento fundamentalmente correto de se opor ao impeachment de Fernando Lugo (por ter sido um movimento reacionário da burguesia paraguaia) sem dar nenhum apoio político ao governo do então presidente, nem ao movimento por seu retorno ao poder, esse nosso texto é um pouco vago ao caracterizar o processo. Assim como fizemos inicialmente no impeachment de Dilma Rousseff no Brasil, em 2016, nós não caracterizamos a medida como um golpe de Estado, pois considerávamos equivocadamente que isso envolvia necessariamente um movimento das forças armadas (conforme expresso no texto).

Recentemente corrigimos essa posição (ver Declaração de relações fraternas entre o Reagrupamento Revolucionário e O Que Fazer?, setembro de 2016), encarando que golpes de Estado podem ser realizados por outras instituições do Estado burguês além das forças armadas, e não necessariamente envolvem uma mudança qualitativa do regime. Portanto, afirmamos que, apesar da previsão constitucional para um impeachment, as razões apresentadas pelo Congresso paraguaio em 2012 foram apenas uma fachada para a sua empreitada reacionária contra os trabalhadores e camponeses, passando por cima do presidente eleito e da Constituição, configurando, portanto, um golpe de Estado. Apesar da ausência dessa caracterização no presente artigo, encaramos que ele ainda responde corretamente a muitas questões colocadas pela luta de classes.

No último dia 22 de junho, o então Presidente do Paraguai, Fernando Lugo, foi destituído de seu cargo através de um processo “relâmpago” de impeachment votado pelo Congresso por maioria absoluta. A acusação: “mal desempenho de suas funções”. Apesar de o processo ter ocorrido sem desrespeitar formalmente a Constituição do país, as suas características mostram a forma com a qual a burguesia paraguaia conduz seu Estado. Os eventos se desenrolaram em cerca de 30 horas, enquanto um impeachment costuma levar no mínimo algumas semanas para que haja tempo para que a defesa se prepare e também para que sejam apresentadas provas contra o acusado. Diversos movimentos sociais e mesmo governos de países vizinhos se opuseram ao processo por considerarem sua condução sumária.

Lugo foi eleito Presidente em 2008 através da coalizão Aliança Patriótica para a Mudança (APC em espanhol). A APC foi uma frente de oposição com o objetivo de derrotar o Partido Colorado, que dirigiu uma sangrenta ditadura militar por mais de três décadas (1954-89) e ainda hoje é a maior legenda do país, tendo ficado por mais de 60 anos no poder. O principal partido da APC, e que indicou o vice de Lugo, foi o PLRA(Partido Liberal Radical Autêntico), segunda maior legenda do Paraguai e também representante da burguesia. Também integravam a coalizão, com menor poder de decisão e de forma politicamente subordinada, alguns movimentos e partidos camponeses e proletários – praticantes da colaboração de classes.
 
Durante sua campanha eleitoral Lugo prometeu realizar uma ampla reforma agrária. A distribuição da terra é uma tarefa urgente tendo em vista que apenas 2% da população paraguaia é proprietária de 85% de todas as terras do país [1]. Devido à alta concentração fundiária, essa foi uma promessa recebida com grande entusiasmo pelos “carperos” (como se chamam os sem-terra paraguaios), que travam uma luta encarniçada com os latifundiários através da ocupação de terras e criação de assentamentos.
 
Mas durante seus aproximados três anos e meio de duração, o governo burguês de Lugo não realizou avanços significativos de reforma agrária, abandonando suas promessas logo nas primeiras semanas de governo. Nenhum resultado diferente poderia ser esperado se levarmos em conta que Lugo, apesar de eleito pelo voto dos carperos e trabalhadores urbanos, foi financiado e coligou-se com seus inimigos ― os partidos dos latifundiários e empresários ― e dependeu deles todo o tempo.
 
Assim, o governo de Lugo foi marcado por um recorrente discurso que visava obter a simpatia da classe trabalhadora e dos camponeses pobres, ao mesmo tempo em que na realidade governava para satisfazer os interesses da burguesia nacional e imperialista. E além de tal discurso demagógico e populesco de Lugo, também cumpriu um papel central na manutenção da ordem burguesa a sua proximidade com setores dos movimentos sociais, cooptando as lideranças traidoras como forma de convencer as massas de carperos, trabalhadores e a camponeses para não irem contra seu governo e conterem suas lutas. Esta dinâmica serviu bem à burguesia paraguaia durante certo tempo.
 
Com a radicalização das lutas pela terra este ano (e o consequente aumento da influência de grupos guerrilheiros como o Exército do Povo Paraguaio) essa política mostrou seus limites e os principais setores da burguesia viram necessidade de uma postura mais enérgica. Em 15 de junho deste ano, uma fazenda adquirida ilegalmente por um ex-senador colorado e ocupada por cerca de 150 carperos foi palco de um massacre que terminou na morte de 11 trabalhadores sem-terra, assassinados pelas forças policiais enviadas ao local. Tal desenlace foi resultado de um confronto armado, que demonstra o crescimento da radicalização e da preparação militar dos carperos. 6 policiais caíram mortos de um total de 300 homens enviados para reprimir a ocupação [2].
 
Carperos armados de facões e porretes em 
Ñacunday, onde enfrentam sojeiros brasiguaios 
e seus jagunços (Michel Filho / Agêncio O Globo)

O massacre de Curuguaty, como ficou conhecido, foi um caso extremo, mas não isolado. Outros conflitos já vinham ocorrendo em diversas regiões do país entre proprietários (armados com seus jagunços) e carperos em luta, também resultando em mortes. Um dos que mais atingiu notoriedade e que continua a ocorrer é o de Ñacunday, onde mais de cinco mil famílias ocuparam terras pertencentes a “brasiguaios” ― proprietários brasileiros que migraram para o país vizinho nos anos 60 e tomaram ilegalmente terras então desocupadas.

 
Com a intensificação dos conflitos por terras, a coalizão de Lugo entrou em crise e a oposição de direita a seu governo se fortaleceu. O primeiro resultado dessa querela entre setores da burguesia paraguaia foi a queda do Ministro de Interior de Lugo, alvo de críticas pela oposição de direita, e que foi substituído por um membro do Partido Colorado, Rubén Candia, figura mais propensa a empregar com ainda mais vigor os métodos repressivos. Posteriormente, sob a forte pressão da luta de classes no interior do país, o PLRA abandonou a coalizão de Lugo e somou forças no Congresso ao Partido Colorado.
 
A oposição burguesa do Partido Colorado em aliança com o PLRA decidiu ir além e fazer do próprio Lugo seu alvo. Como juntos os dois partidos passaram a controlar a maioria absoluta no Congresso, não foi tarefa difícil remover da presidência o extremamente isolado Lugo e abrir caminho para o controle do Executivo através do vice do PLRA, Frederico Franco. Um processo de impeachment foi aprovando na Câmara dos Deputados no dia 21 de junho e a destituição de Lugo deu-se através de uma votação no Senado no dia seguinte, por uma vantagem de 39 votos contra 4.
 
Um documento da Embaixada dos Estados Unidos no Paraguai, datado de 2009 e vazado pelo WikiLeaks, deixa claro que esse plano já vinha há muito sendo considerado, e esperava-se o momento propício para remover Lugo do poder, abrindo assim caminho para que o PLRA assumisse a presidência e os colorados indicassem o novo vice a partir da sua supremacia no Congresso [3].
 
Tendo em vista o programa político e a história dos partidos envolvidos nessa sórdida jogada, não é surpreendente que o “impeachment” tenha sido realizado às pressas. Uma vez aprovada a acusação na Câmara, o “tribunal” composto por senadores foi estabelecido e o processo julgado em menos de dois dias. A pressa se explica principalmente pelo temor dos congressistas em dar tempo para que os apoiadores de Lugo nos movimentos sociais tomassem as ruas em protestos, e principalmente que caravanas de carperos fossem até a capital defendê-lo.
 
A caracterização do processo e a posição revolucionária 

A queda de Lugo e a ascensão de Franco à presidência foi diferente dos golpes de Estado que aconteceram no Haiti em 2004 ou em Honduras em 2009. Claro que coberturas “legais” são sempre utilizadas por agentes da burguesia para disfarçar suas medidas ilegais ou antidemocráticas. Mas o centro do que comumente se considera um golpe de Estado, ou seja, um atentado armado contra a democracia burguesa a partir da mobilização dos aparatos repressivos (e que por vezes coloca estes no centro do poder), esteve em grande parte ausente nessa situação.
 
Alguns grupos na esquerda tem caracterizado o processo como um “golpe de Estado” puro e simples. Outros estão sendo mais cuidadosos e utilizando termos como “golpe branco” ou “golpe institucional”. Nomenclaturas à parte é importante atentarmos para os limites da própria democracia burguesa do Paraguai, que deu respaldo para que Franco e o PLRA subissem ao poder embasados na própria Constituição do país [4].
 
Mas, diferente dos comentaristas liberais, não pautamos nossas posições pelo “respeito à lei”. Como marxistas, enxergamos a lei como produto da luta de classes, criada para ordenar a dominação da burguesia sobre o proletariado e também estabelecer algumas regras entre as próprias disputas internas da burguesia. Temos clareza de que a própria Constituição paraguaia permitiu a destituição sumária de Lugo porque a intensidade dos conflitos políticos historicamente existentes nesse país exigiu da burguesia se armar com esse tipo de instrumento legal.
 
Atirador de elite protege sede do Congresso
durante a votação do impeachment 
(Cesar Olmedo/AP)

E apesar de reconhecermos que não houve uma ruptura institucional da democracia burguesa (característica principal em um golpe de Estado), encaramos que a jogada realizada pelo PLRA, pelo Partido Colorado e por outros setores da oposição burguesa à Lugo possuiu um caráter intrinsicamente reacionário eantidemocrático. E tal caráter não deriva meramente da “ruptura do processo democrático”, como diplomatas de países vizinhos têm afirmado, mas sim do fato de ser um movimento contra a classe trabalhadora e os camponeses – os verdadeiros alvos, ainda que indiretos – buscando estabelecer bases mais favoráveis à repressão de suas lutas e à proteção dos interesses da burguesia.

 
Assim como esses setores exigiram a nomeação de um reacionário do Partido Colorado para o cargo de Ministro do Interior com o objetivo de reprimir com maior firmeza as ocupações de terra, os mesmos também resolveram cortar os laços entre governo e lideranças pelegas dos movimentos sociais, com a clara intenção de deixar de lado a cooptação política e priorizar o método dos cassetetes e fuzis. Basta reparamos na justificativa para a destituição de Lugo: este não estava “cumprindo seu dever” na contenção dos sem-terra. Certamente esses senhores do PLRA e do Partido Colorado encaram que o erro de Lugo e de seu ex-ministro do Interior em Curuguaty não foi o de ter reprimido e assassinado os carperos em luta, mas sim de ter demorado em fazer isso e ter dado tempo para que estes se fortalecessem e criassem condições para resistir aos policiais, chegando a heroicamente derrubar alguns deles.
 
Portanto, nos opomos firmemente à manobra desses senhores do PLRA, do Partido Colorado e companhia e à subida de Franco à Presidência. Isso não significa, entretanto, que apoiamos politicamente Lugo e seus aliados. Pelo contrário, foi o próprio governo Lugo que, pelo seu projeto de conciliação de classes e seus ataques à classe trabalhadora e aos camponeses pobres, permitiu o fortalecimento daqueles que o tiraram do poder e garantiu as condições do seu triunfo. Lembramos que o próprio Lugo aceitou a entrada do Partido Colorado em seu gabinete na importante posição de Ministro do Interior. Também não vamos nos esquecer de que o massacre de Curuguaty ocorreu não sob o governo de Franco, mas sim sob o governo do próprio Lugo.
 
Nesse sentido, a melhor maneira prática de impedir a jogada suja do PLRA e de seus aliados sem comprometer a independência de classe do proletariado, era atacando a propriedade privada, através da intensificação das invasões de terra no campo e da construção de greves políticas nas cidades. Essa medida não só enfraqueceria a oposição burguesa à Lugo e poderia fazê-la recuar em sua investida como também enfraqueceria o próprio Lugo e seu projeto de manutenção do capitalismo, cimentando o caminho para uma verdadeira situação revolucionária que desembocasse em um governo direto do proletariado em aliança com seus irmãos camponeses.
 
Lugo governou parae com a burguesia e tem sangue nas suas mãos assim como todos os outros defensores dos latifundiários, independente das suas diferenças em termos de que métodos utilizar para preservar o capitalismo e enfraquecer a luta pela terra. Para nós, Lugo deveria ter sido tirado do poder, mas não pelos latifundiários reacionários que ele buscou proteger, e sim pelos carperos e proletários que ele trabalhou para oprimir e explorar. Frente a exigências ou ilusões de que Lugo deveria retornar ao poder, devemos dizer abertamente que ele não merece a mínima confiança ou apoio da classe trabalhadora e dos camponeses pobres!
 
Diante da destituição de Fernando Lugo, a tarefa de construir um enfrentamento feroz com a burguesia reacionária está em dia. Protestos contra o “golpe palaciano” do PLRA têm ocorrido em diversas regiões do país. E mesmo que em grande parte os manifestantes não estejam simplesmente se opondo à manobra palaciana, mas também apoiando Lugo politicamente e exigindo seu retorno à presidência, cabe aos revolucionários intervirem neles com seu programa próprio. É fundamental disputar a consciência dos companheiros em luta para romperem politicamente com Lugo e adotarem um programa classista e revolucionário.
Um dos vários protestos que têm ocorrido 
contra a posse de Franco e a destituição
de Lugo (Jorge Adorno/Reuters)


Com o crescimento desses protestos, pode ser que os representantes do Partido Colorado e seus novos velhos amigos do PLRA apelem para a violência brutal que foi desnecessária em um primeiro momento, devido à falta de resistência por parte de Lugo e seus apoiadores. É fundamental, portanto, educar os trabalhadores no caminho da autodefesa e utilizar o calor das mobilizações para construir milícias populares e impedir novos Curuguaty perpetrados pela burguesia reacionária.
 
O eixo central da luta contra a manobra da direita paraguaia deve ser a independência de classe dos trabalhadores e a ação direta, em aliança com os camponeses pobres. As tarefas do proletariado paraguaio frente à atual situação são ocupar terras no campo, realizar greves políticas nas cidades contra o novo governo e construir autodefesas contra possíveis ataques da burguesia, rejeitando toda e qualquer confiança ou apoio a Lugo, assim como a mediação de organismos burgueses internacionais, como a UNASUL.
 
Cabe aos trabalhadores nos outros países adotar uma atitude internacionalista com relação aos seus irmãos de classe. Devemos tomar as ruas e realizar greves de apoio aos proletários e carperos paraguaios em sua luta contra o governo de Franco ou de qualquer outro peão da burguesia. Desde o Brasil, devemos rechaçar firmemente o posicionamento dos proprietários “brasiguaios” (de apoio a Franco) e auxiliar nossos irmãos de classe no Paraguai a responderem esses senhores com a expropriação imediata de suas terras.
 
Ao realizar tais ações de solidariedade ao mesmo tempo em que também se colocam contra as próprias burguesias e seus governos, as greves, protestos e outras ações proletárias mostrarão o verdadeiro caminho internacionalista dos trabalhadores contra as classes dominantes que os exploram e oprimem.

 

NOTAS

 

[1] Números fornecidos no artigo Os mortos de Curuguaty e o julgamento político de Lugo:

http://www.ihu.unisinos.br/noticias/510780-os-mortos-de-curuguaty-e-o-julgamento-politico-de-lugo

 

[2] Números fornecidos em matéria da Carta Maior:

http://www.cartamaior.com.br/templates/materiaMostrar.cfm?materia_id=20446

 

[3] O documento pode ser acessado através do seguinte link, contendo tradução em português:

http://www.contrafcut.org.br/noticias.asp?CodNoticia=31070

 

[4] A Constituição paraguaia prevê a possibilidade de um impeachment, porém não estabelece um regimento para como ele deve ser realizado. Dessa forma, após o Congresso aprovar o início do julgamento, coube a ele próprio decidir as regras com as quais proceder.

State Repression & the Left

Lessons from Working-Class History:

State Repression & the Left

[First printed in 1917 #25, 2003. Copied from http://www.bolshevik.org/1917/no25/state_repression.html ]

The aggressive neo-colonial wars being waged by the Bush administration are accompanied by a massive reorganization and expansion of the domestic security bureaucracy and heightened activity by America’s political police. The “war on terror” has made major incursions on democratic rights and constitutional protections of all U.S. residents, particularly for immigrants, Arab-Americans and critics of government policy. It is no accident that the U.S. Border Patrol has recently set up rotating checkpoints in the Detroit area, home to 350,000 Arab-Americans, the largest concentration in the country.

In a 15 November 2002 Salon.com article, Dave Lindorff reported that the assistant legal director of the left-liberal Center for Constitutional Rights, Barbara Olshansky, discovered her name is on a list maintained by the new post-9/11 “Transportation Security Administration” (TSA) of people subject to intensive investigation any time they attempt to board an airplane. It is unclear how many others are on the list with Olshansky, but authorities admit maintaining another list of 1,000 people who are deemed “threats to aviation” and not allowed to fly at all.

David Steigman, of the TSA, who told Salon that U.S. federal intelligence agencies (the Federal Bureau of Investigation, Central Intelligence Agency and National Security Agency) supply names for the list, admitted that there are no legal avenues through which to launch an appeal. According to Lindorff, so far the feds are “netting mostly priests, elderly nuns, Green Party campaign operatives, left-wing journalists, right-wing activists and people affiliated with Arab or Arab-American groups.”

The ostensibly revolutionary left, weak as it is, will automatically be a prime target of all new police-state measures, as the manufactured terror scare is used as justification for going after any and all opponents of the American ruling class. The fact that most of America’s supposed Marxists are pursuing a strategy that combines pacifist bleating with appeals to the imperialists to behave more humanely will not spare them the attention of the architects of a rightist security state.

The Marxist movement has confronted the issue of political repression under bourgeois-democratic regimes many times in the past. The right of socialist organizations to advocate revolutionary views, won through the struggles of earlier generations of militants, must be energetically defended today. The successful defense of the legal status and democratic rights of the left requires both political courage and tactical intelligence. In some cases, Marxist organizations have been forced to make important adjustments in the presentation of their ideas as a result of bourgeois repression.

Russian Revolutionaries vs. Czarist Repression

The Russian revolutionary movement of the late 19th and early 20th centuries, developed under a regime of constant police repression, and was forced to produce much of its literature underground. This increased organizational overheads, limited circulation and resulted in the imprisonment of hundreds of militants involved in the printing, transportation and distribution of illegal publications. Where possible, the revolutionaries therefore attempted to publish their materials legally. This required certain terminological accommodations to the sensibilities of the censors. Georgi Plekhanov’s classic, The Development of the Monist View of History, written in 1895 as a polemic against the Russian Narodniks (populists), was published under a pseudonym (N. Beltov) and given an “intentionally clumsy” title by the author to get by the czarist censors who prohibited “materialist” (i.e., Marxist) works. The defensive formulations employed by Plekhanov throughout the book permitted its legal publication and ensured broader distribution, but did not change the content of his arguments.

In the preface to Imperialism, the Highest Stage of Capitalism, Lenin noted:

“This pamphlet was written with an eye to the tsarist censorship. Hence, I was not only forced to confine myself strictly to an exclusively theoretical, specifically economic analysis of facts, but to formulate the few necessary observations on politics with extreme caution, by hints, in an allegorical language—in that accursed Aesopian language—to which tsarism compelled all revolutionaries to have recourse whenever they took up the pen to write a ‘legal’ work.

“…In order to show the reader, in a guise acceptable to the censors, how shamelessly untruthful the capitalists and the social-chauvinists who have deserted to their side (and whom Kautsky opposes so inconsistently) are on the question of annexations; in order to show how shamelessly they screen the annexations of their capitalists, I was forced to quote as an example—Japan!”

The opportunist wing of the Russian socialist movement, the Mensheviks, who had also been forced underground by police repression, were inclined to adapt politically to the requirements of the censors, and gradually abandoned all illegal activity. This tendency was characterized as “liquidationism” by the Bolsheviks, who maintained an underground apparatus while attempting to maximize the opportunities for legal activity. In a speech in New York in November 1942, when the American Trotskyist movement was facing considerable government persecution, James P. Cannon described how prior to World War I the Bolsheviks managed to elect six deputies to the Duma (the czar’s pseudo-parliament) and published several daily newspapers:

“The daily paper of the Bolsheviks was published in what you call the Aesopian language….They called themselves ‘consistent democrats.’ And the paper did not espouse the cause of the Bolshevik party and did not propound its whole program. It did this only by implication. It wrote in parables. It modified its language to get through the tsarist censorship. But they managed to do it skillfully enough so that around that paper the Bolshevik party was organized. So that when the time came, more favorable conditions, and the chance to break out in the open, the Bolsheviks had previously created a wide sentiment for their basic ideas among the advanced workers of Moscow.

“All this time, however, they maintained the underground party. They did not confine themselves to this limited Aesopian legalistic propaganda; that was a supplement of the illegal program of the party. In the underground circles of the party they talked frankly about everything, clarified their program, and through it were able to maintain control over this vast network of legal activities.”

—”On Legal and Semilegal Work,” 19 November 1942

Sometimes the Bolsheviks were able to get around the censors by publishing important statements as signed discussion articles instead of official party decisions. In other cases, newspapers declared formal independence from the party. In their legal activity, the Bolsheviks could only convey parts of the Marxist program, and generally chose to avoid subjects that would not pass the censors. When possible, they attempted to find other ways to comment on such issues; when not, they remained silent rather than revise or repudiate the Marxist position.

Marx, Engels & the German Social Democracy  

The Social Democratic Party of Germany (SPD), the leading section of the Socialist (or Second) International, with a membership in excess of one million at the outbreak of World War I in 1914, was consistently to the right of the Russian Bolsheviks. One index of the SPD’s non-revolutionary character was its tendency to put the “defense of the party” (and its assets) ahead of Marxist principle. Rosa Luxemburg, the leader of the SPD’s Marxist left wing, was critical of the party’s refusal to raise the demand for a German republic, i.e., abolition of the monarchy. Karl Kautsky, who was a collaborator of Frederick Engels and widely regarded as the leading exponent of Marxism in the Second International, rejected Luxemburg’s proposal to introduce this plank into the party’s program on the grounds that it was too dangerous. Kautsky claimed to be upholding the position of Marx and Engels on the question:

“‘…the [1875] Gotha Program said nothing of a republic, and Marx, as much as he condemned this program, acknowledged in his letter that it wouldn’t do to openly demand a republic (Neue Zeit, IX, 1, p. 573). Engels spoke on the same matter regarding the [1891] Erfurt Program (Neue Zeit, XX, 1, p. 11).

“‘I don’t have time to set forth to you the grounds which Marx and Engels, Bebel and Liebknecht acknowledged to be sound. Enough, that what you want is an entirely new agitation which until now has always been rejected. This new agitation, however, is the sort we have no business discussing so openly….We cannot and will not proceed in this manner. A single personality, however high she may stand, cannot pull off a fait accompli on her own hook which can have unforeseeable consequences for the party.’”

—quoted by Rosa Luxemburg in Theory and Practice (1980)

Luxemburg responded that the “entirely new agitation” amounted to a call for universal adult suffrage and a democratic republic, and was aimed at the monarchy as the “visible head of the reigning reaction.” She pointed out that in his critique of the Erfurt Program, Engels made an “allusion to the ‘opportunism prevalent in a great part of the Social Democratic press,’” and asserted:

“‘But the fact that one cannot even draw up an openly republican party program in Germany proves how colossal the illusion is, that we can genially, peacefully install a republic there–and not only a republic, but communist society.

“‘…On all these subjects, not much can be said in the program. I call this to your attention chiefly to characterize both the situation in Germany, where it will not do to say such things, and the self-delusion that would transform this situation into a communist society by legal means.’”

—Ibid.

Luxemburg also cited Marx’s comment in the “Critique of the Gotha Program” that if it were impossible to openly advocate a democratic republic in Germany, it would be absurd to put forward other, derivative, democratic demands:

“‘Since you do not feel yourselves in the position…to demand a democratic republic as the French workers’ programs did under Louis Philippe and Louis Napoleon, you should not have tried to hide behind the…dodge [the dots are substituted for a boisterous adjective of Marx’s–R.L.] of demanding things which only make sense in a democratic republic, from a state which is nothing but a military despotism embellished with parliamentary forms, alloyed with a feudal admixture, obviously influenced by the bourgeoisie, shored up with a bureaucracy and watched over by the police.’”

—Ibid.

The difference between the revolutionary intransigence of Luxemburg and the Bolsheviks and the cringing legalism of Kautsky and the “orthodox” Marxists of the SPD foreshadowed their subsequent divergence over “defense of the fatherland” in World War I, and their respective responses to the collapse of the Romanov and Hohenzollern dynasties. After the overthrow of the czar, the Bolsheviks, who had refused to support the imperial war effort, went on to win a majority in the workers’ councils (soviets) based on a program of ending the war, distributing the landed estates to the peasantry and expropriating the capitalists. On 9 November 1918, the Kaiser was forced to abdicate as a result of a revolt by German workers and soldiers who formed revolutionary councils in every major center across the country. Luxemburg and a small group of revolutionaries, who would soon found the German Communist Party, proposed to establish a new state power based on the rule of these councils. But the SPD’s rightist leadership, supported by Kautsky’s centrist bloc, formed a provisional government, thereby saving the capitalist state and derailing the German Revolution.

Trotskyists in World War II: ‘Socialism on Trial’

The question of revolutionary legality was posed quite sharply for the Trotskyist movement during World War II. In the U.S., the Socialist Workers Party (SWP—the leading section of the international Trotskyist movement at the time) anticipated that America’s entry into the war would be accompanied by severe repression. James P. Cannon, the party’s leader, predicted that: “During the war, especially the first stages, there is nobody going to be talking against the war without being in the jug the next hour. You can’t do it in the paper or in private conversation.” North of the border, in Canada, the Trotskyist organization had been outlawed as soon as war was declared in September 1939. Shortly afterwards, one young Trotskyist, Frank Watson, was arrested when he dared to speak against the inter-imperialist slaughter on a soapbox in downtown Toronto. Watson’s comrades did what they could to publicize his case, but he was quickly tried and convicted, and after losing a subsequent appeal, was sent to jail for six months.

On 15 July 1941, 28 prominent members of the SWP and the militant Minneapolis Teamsters union they led, were indicted by a grand jury for violating the reactionary Smith Act, passed a year earlier, which outlawed “seditious” ideas. They were also charged under an 1861 law with conspiracy to overthrow the government. At a special conference in October 1941, the SWP passed the following resolution as a directive to the comrades facing trial:

“The policy of the party in defending itself in court, obligatory for all party members under indictment, can only be one that is worthy of our movement and our tradition; no attempt to water down or evade our revolutionary doctrine, but, on the contrary, to defend it militantly. At the same time we maintain that we have legal right under the Bill of Rights to propagate our principles.”

—Defense Policy in the Minneapolis Trial

During their trial, the SWP defendants argued that they were being persecuted for exercising their constitutional rights to free speech and free assembly. The defense presented testimony on a wide variety of issues, including the question of expropriation of the capitalist minority, and the likelihood that during the revolutionary transition from capitalism to a socialist regime, the old ruling class would attempt to initiate violence. The national media paid close attention to the trial proceedings, which in Cannon’s view presented:

“the opportunity, for the first time, to speak to the masses—to the people of the United States. We seized upon the opportunity and made the most of it, and applied in practice without a serious fault the basic principles which had been assimilated in a long preparatory period.”

—Ibid.

Cannon characterized the trial as “by far our greatest propaganda success” and noted with pride that “even those workers who disagree with our program, have approved and applauded our conduct in court as worthy of people who take their principles seriously.” The party published Cannon’s testimony at the trial and the closing statement of SWP attorney Albert Goldman (who was also one of the defendants) as pamphlets for use in educating new recruits.

The SWP cadres refused to renounce their principles and offered a political defense of their party, while at the same time employing “defensive formulations.” At points during their testimony, the defendants missed opportunities to take the offensive against their persecutors, but on the whole the SWP’s defense strategy in this trial provides a model for revolutionaries.

Grandizo Munis’ Critique

Grandizo Munis, a Spanish Trotskyist exiled in Mexico, criticized the way the SWP defendants conducted themselves during the trial; he felt they missed an opportunity in:

“replying to the political accusations—struggle against the war, advocacy of violence, overthrow of the government by force—where it was necessary to have raised the tone and turn the tables, accuse the government and the bourgeoisie of a reactionary conspiracy; of permanent violence against the majority of the population, physical, economic, moral, educative violence; of launching the population into a slaughter also by means of violence in order to defend the Sixty Families.”
—Ibid.

Cannon responded that a distinction had to be made “between ‘maneuvers’ which serve principle and those which contradict it” and explained:

“we planned to conduct our defense in court not as a ‘criminal’ defense but as a propaganda offensive. Without foolishly disregarding or provoking the jury or needlessly helping the prosecutor, it was our aim to use the courtroom as a forum to popularize the principles of our movement. We saw in this second proposition our main duty and opportunity and never for a moment intended to let purely legalistic considerations take precedence over it.”
—Ibid.

Cannon’s testimony at the trial was an excellent exposition of the Marxist attitude toward violence. In his reply to Munis, he summarized his remarks as follows:

“1) The Marxists prefer a peaceful transition. ‘The position of the Marxists is that the most economical and preferable, the most desirable method of social transformation, by all means, is to have it done peacefully.’

“2) ‘It is the opinion of all Marxists that it will be accompanied by violence.’

“3) That opinion ‘is based, like all Marxist doctrine, on a study of history, the historical experiences of mankind in the numerous changes of society from one form to another, the revolutions which accompanied it, and the resistance which the outlived classes invariably put up against the new order. Their attempt to defend themselves against the new order, or to suppress by violence the movement for the new order, has resulted in every important social transformation up to now being accompanied by violence.’

“4) The ruling class always initiates the violence, ‘always the ruling class; always the outlived class that doesn’t want to leave the stage when the time has come. They want to hang onto their privileges, to reinforce them by violent measures, against the rising majority and they run up against the mass violence of the new class, which history has ordained shall come to power.’

“5) That is our prediction. But of course, we don’t limit ourselves simply to that prediction. We go further, and advise the workers to bear this in mind and prepare themselves not to permit the reactionary outlived minority to frustrate the will of the majority.’”

—Ibid.

As Cannon observed: “That is all any Marxist really needs to say on the question of violence in a capitalist court….It tells the truth, conforms to principle, and protects the legal position of the party.” He rejected Munis’ suggestion that the defendants should have raised their voices to: “call upon the workers to organize their own violence against the reactionary violence” as neither necessary nor advisable. Cannon cited Lenin and Trotsky on the advantages of using defensive formulations, and explained that his testimony had been intended “for the benefit of the uninitiated worker” who:

“is by no means waiting impatiently for our call to violent action. Quite the contrary, he ardently believes in the so-called democracy, and the first question he will ask, if he becomes interested in socialism, is: ‘Why can’t we get it peacefully, by the ballot?’ It is necessary to patiently explain to him that, while we would prefer it that way, the bosses will not permit it, will resort to violence against the majority, and that the workers must defend themselves and their right to change things. Our defensive formula is not only legally unassailable….It is also the best formula for effective propaganda.”

—Ibid.

During cross-examination, the prosecutor asked Cannon if the May 1934 “Battle of Bulls Run” in Minneapolis, when strikers routed thousands of police and special deputies, was “Trotskyism demonstrating itself.” Cannon replied: “I am mighty proud of the fact that Trotskyism had some part in influencing the workers to protect themselves against that sort of violence.” The cops and deputies had been organized to drive the workers off the street, and: “They got a dose of their own medicine. I think the workers have a right to defend themselves. If that is treason, you can make the most of it.”

While the Trotskyists’ role in leading the Minneapolis Teamsters to victory gave them a working-class base in that city and resulted in an important regroupment with A.J. Muste’s left-centrist American Workers Party, small revolutionary propaganda groups rarely have the opportunity to demonstrate the superiority of their ideas through leading mass struggles. Munis all but ignored this and derided the emphasis the SWP defendants placed on winning a majority for socialism through education and propaganda:

“But we are a party of revolutionary action—economic, political and educative—in essence and potentially, because our propaganda itself can tend only to action and only through action will we conquer the majority of the exploited and educate them for the taking of power.”

Cannon responded:

“The bourgeoisie has always tried to picture communism as a ‘criminal conspiracy’ in order to alienate the workers who are profoundly democratic in their sentiments. That was the aim once again in the Minneapolis trial. It was our task at the trial to go out of our way to refute this misrepresentation and emphasize the democratic basis of our program; not in order to placate our enemies and persecutors, as is assumed, but in order to reveal the truth to our friends, the American workers.”

—Ibid.

One weak formulation in Cannon’s testimony came when he suggested: “The reason we do not support a declaration of war by American arms, is because we do not believe the American capitalists can defeat Hitler and fascism.” Munis observed that this implied: “we would support it if we believed in that defeat.” Cannon might better have responded by pointing to the enthusiasm with which major sections of the U.S. capitalist class greeted both Mussolini and Hitler as bulwarks against the spread of Bolshevism.

Cannon made no claim to perfection, and commented, “we did only the best we could within the narrow limits prescribed by the court.” He forthrightly defended the SWP’s position of refusing to support either the Axis or Allied imperialists, and in response to a question from Goldman about whether the war was essentially a struggle between democracy and fascism, he responded: “It is absolutely true that Hitler wants to dominate the world, but we think it is equally true that the ruling group of American capitalists has the same idea, and we are not in favor of either of them.” Later, during cross-examination by the prosecutor, Cannon solidarized with the revolutionary position of the Fourth International:

“Q: Now, on June 29, 1940, the Socialist Appeal published this from the report of the Manifesto of the Fourth International: ‘Independently of the course of the war, we fulfill our basic task: We explain to the workers the irreconcilability between their interests and the interest of blood-thirsty capitalism; we mobilize the toilers against imperialism; we propagate the unity of the workers in all warring and neutral countries; we call for the fraternization of workers and soldiers within each country, and of soldiers with soldiers on the opposite side of the battlefront; we mobilize the women and youth against the war; we carry on constant, persistent, tireless preparation of the revolution—in the factories, in the mills, in the villages, in the barracks, at the front and in the fleet.’ You want the soldiers to do that, don’t you?

“A: Yes, I think that is a summation of the idea, for the soldiers and everybody to do that. That is the way to put an end to this slaughter.”
—Socialism On Trial

The prosecution introduced as evidence large quantities of SWP literature, as well as writings by Marx, Engels, Lenin and Trotsky. In his summation to the court, Albert Goldman said that, as he sat listening to the prosecution the day before:

“my thoughts drifted far afield. What are we on trial for, I asked myself? Certain men wrote books many years ago, and we are on trial because these men had ideas and wrote about them. We are on trial because a man by the name of Marx spent most of his lifetime in the library of the British Museum, digging into statistics, statistics concerned with economics and with politics. We are on trial because this man, after reading the mass of statistics…formulated general laws—laws that he thought, and laws that we think, operate in the social system.”
—In Defense of Socialism

Goldman also addressed the question of “violence” upon which the prosecution had laid heavy emphasis:

“Everywhere in society there is violence of one sort or another, culminating in the dreadful violence which sacrifices millions of human beings upon the altar of war. It is this violence which we hate that drives us into a movement which has as its ideal the creation of a world free from violence, where human beings will cooperate in the production of goods to satisfy their needs, where peace and security will prevail.

“We are, of course, not pacifists. We do not believe with Gandhi that it is wrong for three hundred million people in India to use violence to drive out the British oppressors who claim to be fighting a war for democracy. As much as we hate the violence that exists in society, we see no alternative to the necessity of destroying the violence of the minority with the violence of the majority. But to accuse us of wanting and advocating violence is to accuse us of something that is revolting to our very nature.”
—Ibid.

The charge of conspiring to overthrow the American government was thrown out, but on 8 December 1941, the day the U.S. declared war on Japan, 18 of the defendants were convicted under the Smith Act of conspiring to advocate the overthrow of the government, and sentenced to jail terms ranging from 12 to 16 months.

An Injury to One…

The SWP immediately organized a Civil Rights Defense Committee, which was chaired by James T. Farrell, a popular novelist and SWP supporter, with John Dos Passos (another famous author) and Carlo Tresca (a prominent anarchist) as co-chairs. Other well-known figures who signed on as official sponsors were John Dewey, W.E.B. DuBois, Mary McCarthy, A.J. Muste, Adam Clayton Powell, Max Shachtman and Edmund Wilson. The defense committee ran a vigorous and effective campaign that won support from the American Civil Liberties Union, much of the organized left, and over 100 local and national union bodies representing millions of workers. The rabidly anti-Trotskyist Communist Party (CP), at that time the largest and most influential organization on the left, stood virtually alone in applauding the prosecution of the SWP. Ironically, the government’s successful use of the Smith Act against the Trotskyists provided a precedent for its use in the subsequent persecution of scores of CP cadres beginning in 1949. The SWP, to its credit, was one of only a few groups in the workers’ movement to defend the Stalinists against the witchhunters.

The Smith Act was eventually declared unconstitutional and struck down, as were various other mechanisms used by the McCarthyites. One victory in this struggle was won through the efforts of Max Shachtman’s rightward-moving Workers Party which, in 1948, launched a legal campaign challenging its inclusion on the U.S. Attorney General’s list of subversive organizations. It was ten years before the Shachtmanites were finally successful, and in the meantime, they had devolved from ostensible Leninists to State Department socialists. But regardless of their political trajectory, the Shachtmanite campaign played a central role in the eventual decision by the U.S. Justice Department to scrap its infamous list.

A more recent case involved the degenerating Spartacist League (SL) which, in 1981, filed suit against California’s right-wing Republican Attorney General George Deukmejian for including it on a 1979 list of “terrorist” groups. Labeling leftist groups as “terrorist” creates an atmosphere conducive to wholesale repression of anyone who dares mobilize the workers and oppressed in defense of their own interests. The Spartacist League’s vigorous response to Deukmejian’s smear was supported by many civil liberties advocates and even black Democratic politicians. They created enough of a stir that in December 1981, the state Attorney General’s office issued a formal retraction of its allegation. This was a small but significant victory for the Spartacist League and the entire workers’ movement.

The persecution of leftist political dissidents typically begins with the malicious and deliberate misrepresentation of their aims and objectives. The intent is to isolate those who are courageous enough to resist the manifest injustices of the imperialist world order by depicting them as violent crazies and/or terrorists. In response to attempts to frame-up any members of the left and workers’ movement, it is incumbent on all to offer their active solidarity. For, in the words of the pioneers of the American labor movement, “An injury to one is an injury to all!” 

Frente popular en Chile

Frente popular en Chile

[Primera impresión en Spartacist no. 19, noviembre-diciembre de 1970. Traducción al español impreso enCuadernos Marxistas No. 3  ]

La victoria electoral de la coalición de frente popular del Dr. Salvador Allende en Chile plantea agudamente la cuestión de la revolución o la contrarrevolución. La crisis chilena es una expresión clásica y completa del intento del reformismo de hacer descarrilar la necesidad sentida por los obreros de obtener un gobierno propio que rija la sociedad en su propio interés. El deber revolucionario de todo marxista en Chile y en el mundo entero debe ser completamente claro. Por encima de todo, la experiencia de la Revolución Rusa y de la crítica de Trotsky de los gobiernos de frente popular en España y en Francia en 1936, esclarecen los objetivos que los revolucionarios deben tener en tales situaciones.

La candidatura del Dr. Allende, que ganó las elecciones, sin una mayoría absoluta, el 4 de septiembre, se basó en una coalición de partidos obreros reformistas y partidos burgueses liberales, incluyendo el Partido Comunista pro-Moscú; el Partido Socialista de Allende, algo más radical; el Partido Social Demócrata, muy de derechas; lo que queda del Partido Radical burgués-liberal; unos fragmentos de la Democracia Cristiana, etcétera. Para obtener la confirmación del Congreso, Allende accedió a una serie de enmiendas constitucionales bajo la insistencia del partido dominante, la Democracia Cristiana. Las más cruciales de estas enmiendas fueron la prohibición de las milicias privadas y la estipulación de que no se darían cargos a ningún oficial de la policía o el ejército que no se hubiera formado en las academias oficiales.

Con el mantenimiento de los fundamentos del orden capitalista asegurado, el Congreso eligió a Allende como presidente el 24 octubre. Y ahora ha anunciado el reparto del botín de su gabinete de quince personas: al PC le tocan los ministerios económicos; el PS de Allende se lleva los puestos claves del Interior y Asuntos Exteriores y el Ministerio de Defensa a un radical burgués. Esta es la respuesta del reformismo a todos los años de luchas de las masas chilenas y a sus tremendas esperanzas de que la elección de Allende les iba a proporcionar todo un nuevo modo de vida; pero la camisa de fuerza del frente popular burgués no será capaz de sujetarles durante mucho tiempo.

Es el deber más elemental de los marxistas revolucionarios el oponerse irreconciliablemente al frente popular en las elecciones y no tener absolutamente ninguna confianza en él una vez en el poder. Cualquier “apoyo crítico” a la coalición de Allende sería una traición a la clase, abriendo el camino para una derrota sangrienta del proletariado chileno cuando la reacción doméstica, auxiliada por el imperialismo internacional, esté lista. Por el momento los imperialistas estadounidenses han contemporizado -y no han tratado de dar inmediatamente un golpe de estado contrarrevolucionario, como es común en América Latina- debido a que habían anticipado las nacionalizaciones y habían amortiguado las pérdidas de antemano al obtener unos beneficios enormes durante varios años.

Hay una profunda contradicción dentro de los partidos obreros reformistas entre su base proletaria y su ideología formal por una parte, y los propósitos de colaboración de clases y las ambiciones personales de sus líderes por otra. Esta es la razón por la que los marxistas, cuando no están incorporados en un partido obrero de masas, dan un “apoyo crítico” a partidos reformistas -en contra de los evidentes agentes del Capital- tal que les sea posible intentar reagrupar a la base proletaria alrededor de un programa revolucionario. Pero cuando estos partidos entran en un gobierno de coalición con los partidos del capitalismo, cualquier “apoyo crítico” sería una traición porque la coalición ha resuelto la contradicción de clase a favor de la burguesía. Es nuestra tarea pues, el recrear una base de lucha dentro de tales partidos al exigir una ruptura con la coalición. Esta ruptura debe ser la condición preliminar imprescindible antes de dar aún el más crítico apoyo.

La posición de la izquierda ante Chile

El grupo conocido más a la izquierda en Chile, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, compuesto de guevaristas, semi-trotskistas, etc., ha mostrado una posición conciliadora hacia Allende durante la campaña, y el 4 de septiembre hizo una llamada a los obreros, estudiantes y campesinos para que apoyasen su victoria, reforzando así las ilusiones populares con su influencia.

Mientras que los maoístas chinos “revolucionarios” se han mantenido muy diplomáticamente reservados, Gus Hall, del Partido Comunista de los EE.UU. ha dicho que “las elecciones en Chile representan el mandato revolucionario y democrático del pueblo”. Y continua “¿No rebate esta experiencia la tesis de Debray [es decir, Guevara y Castro] y Mao? Claro que sí.” (Daily World, 17 de octubre). No menos entusiasta, el Granma, periódico de Castro, en el número del 13 de septiembre proclama la elección de Allende como “La victoria de la unidad del pueblo”, embarcándose así, quieras que no, en el furgón de Gus Hall y, una vez más, desenmascarando a todos los que predican confianza en el liderato cubano como los charlatanes políticos que son.

Trágicamente, casi todas las agrupaciones que pretenden ser los herederos de la Cuarta Internacional de Trotsky han tomado el mismo camino de desorientación o conciliación hacia el Frente Popular. En su Congreso Mundial de abril de 1969, la mayoría del Secretariado Unificado, alrededor de Livio Maitan, afirmó que la estrategia para América Latina era la “guerrilla rural” con una base campesina y cuadros provenientes de la pequeña burguesía (estudiantes), desposeyéndose así ellos mismos de toda importancia frente a los levantamientos urbanos en América Latina. ¿Y qué dijo la minoría del Secretariado Unificado agrupada alrededor del Socialist Workers Party [Partido de los Trabajadores Socialistas] de los EE.UU.? Su representante, Joe Hansen, mantuvo una supuesta ortodoxia trotskista, aparentemente descubriendo de nuevo la necesidad de construir partidos obreros revolucionarios como la clave para la revolución latinoamericana, pero esto fue sólo la hoja de parra que encubría el rebajamiento del SWP hacia un reformismo legalista. La primera respuesta de la Intercontinental Press de Hansen (el 14 de septiembre) fue agnóstica, concluyendo: “Sin duda alguna, el programa de Allende es más radical, sobre el papel, que el programa del Frente Popular de 1938. Pero queda aún por ver si sus aliados burgueses, presentes y futuros, le permitirán ponerlo en práctica.”

Atrás de este suave “no sé nada” del SWP se escondía su verdadera posición, apoyo crítico: “Seria un crimen el disculpar a la Unidad Popular. Pero el no reconocer sus elementos positivos, condenándola in toto basados en un dogmatismo sectario, significaría un aislamiento suicida” (Intercontinental Press, 5 de octubre de 1970). Desde luego, el SWP “no es tan tonto”. Después de todo, la candidatura de Allende era enormemente popular entre las masas chilenas, de modo que estos revisionistas decidieron alimentar las ilusiones que bloquean el camino hacia la revolución socialista y exponer a los obreros, en esta situación de gran polarización social, al peligro del triunfo de la reacción y al terror de la derecha.

El Pablismo de Healy

Los pretendidos anti-revisionistas de la “Cuarta Internacional” de Gerry Healy están sólo cuantitativamente a la izquierda del SWP; son sólo un poco más críticos sin salirse de un marco político similar. El Workers Press de Healy del 12 de septiembre concluye que “es necesario prepararse para una acción de clase unida para defender la victoria de Allende y sus programas electorales contra este peligro”. En los Estados Unidos la Workers League [Liga de los Trabajadores] afirma: “Sólo hay un camino y es el camino revolucionario de la Revolución de Octubre… Como un paso para llegar a comprender esto, los obreros deben hacer que Allende mantenga sus promesas…” (Bulletin, 21 de septiembre). ¡Invocando a la Revolución de Octubre, piden que las masas obliguen a un gobierno esencialmente burgués a que logre el socialismo!

No es sorprendente que, durante la Revolución de Febrero de 1917 en Rusia, los indecisos bolcheviques que estaban en Petrogrado (Stalin entre ellos) propusieran una fórmula que la Workers League ha redescubierto: apoyar al gobierno provisional “en la medida en que lucha contra la reacción y la contrarrevolución”. Lenin telegrafió su protesta desde el extranjero: “Nuestra táctica: desconfianza absoluta; ningún apoyo al nuevo gobierno; sospechar especialmente de Kerensky; el armamento del proletariado es la única garantía;… ningún acercamiento a otros partidos.” Sólo o que podríamos añadir hoy es repetir la conclusión fundamental de Trotsky sobre nuestra época, de que nunca ha sido más urgente que hoy la construcción de un partido internacional imbuido de las metas leninistas y con la determinación de Lenin.

Por uma Greve Geral de Verdade na Educação!

Por uma Greve Geral de Verdade na Educação!
Integrar os terceirizados! Unificar comandos de greve e pautas dos trabalhadores e estudantes!
  
Junho de 2012

Uma versão deste artigo com pequenas alterações tem sido utilizada como panfleto pelo Reagrupamento Revolucionário nos fóruns da greve na UFRJ. Faça aqui o Download (PDF) caso deseje ler a versão em panfleto.

A atual greve, que foi iniciada pelos docentes do ensino superior, já passa da marca de um mês e conta com mais de 50 Instituições Federais de Ensino (IFEs) sem aulas. Além da paralisação dos professores, cerca de 30 Institutos já contam com greves nas quais se somam estudantes e técnicos administrativos. Todo o movimento deve ter clareza de que, para além de demandas específicas de cada setor ou de cada universidade, existem causas nacionais e problemas gerais afetando a educação pública neste país.

O governo do PT em aliança com os empresários, latifundiários e banqueiros do país impôs à educação o REUNI. Enquanto prometia expandir o acesso da população às universidades públicas, precarizou brutalmente o ensino com a criação de novos cursos e aumento das vagas (ainda pequeno se comparado com a demanda), mas sem garantir o mínimo de estrutura para comportar essa expansão, muito menos recursos suficientes para assistência estudantil.


E isso ao mesmo tempo em que o PROUNI isentava e continua a isentar os tubarões do ensino privado de pagar impostos, o que na prática transfere verba pública para as universidades privadas. Um estudo realizado pela ANDES-SN (Sindicato Nacional dos Docentes das Instituições de Ensino Superior) demonstrou que o dinheiro que o governo deixa de receber das privadas para garantir uma vaga pelo PROUNI serviria para abrir três nas públicas! Isso é uma demonstração clara de que tais projetos buscam privatizar o ensino universitário cada vez mais.

E os ataques à educação pública não param por aí. Recentemente o governo passou uma medida que entrega a gestão dos Hospitais Universitários na mão de uma empresa pública, a EBSERH (Empresa Brasileira de Serviços Hospitalares). Essa medida facilita os planos do governo de privatização dos Hospitais Universitários, já que a gestão passa a ser centralizada não através de um órgão técnico, mas em uma empresa.

Por isso, a atual greve deve também ser uma resposta aos crescentes ataques do governo à educação pública. Dos três setores em lutas, o que tem apresentado pautas mais avançadas são os estudantes, que têm levantado demandas muito mais abrangentes que a pauta da ANDES (baseada nos eixos reajuste salarial, reestruturação no plano de carreira e melhoria das condições de trabalho). Mas também a greve estudantil, como parte do movimento grevista da educação pública, não superou muitas contradições.

A greve como um todo passa por dificuldades que precisamos compreender como pré-requisito para termos força suficiente para enfrentar o Governo — que até agora só tem enrolado os grevistas com o claro intuito de desgastar o movimento, ao cancelar duas vezes seguidas as mesas de negociação com os professores, por exemplo.

Por uma profunda aliança proletária-estudantil

O primeiro problema que se apresenta é a ausência de um Comando Nacional Unificado. A palavra de ordem “Greve geral em toda federal” tem ecoado nos mais diversos espaços da greve. Porém, sem um Comando que unifique os três setores em greve (estudantes, professores e técnicos administrativos), nós estaremos dispersando nossas forças em negociações separadas. Nossa unidade não pode se dar apenas nos atos de ruas ou em palavras, como tem ocorrido até agora. Precisamos garantir que cada setor defenda, além das suas próprias pautas, as pautas dos demais. Garantindo uma só mesa de negociação, estaremos concentrando nossas forças.

Os estudantes em greve, por exemplo, já têm declarado abertamente o seu apoio aos docentes. Mas esse apoio precisa se expressar na prática e também precisa ser recíproco, além de contemplar os técnicos administrativos. Sem um comando unificado, qual a garantia de que os professores ou técnicos administrativos não irão se retirar da luta caso se vejam contemplados (mesmo parcialmente) por propostas do governo, deixando os estudantes para trás, ou vice-versa? E não podemos ser ingênuos a ponto de pensar que nossos inimigos não usarão essa divisão como arma contra nossa greve. Desde cada Instituição, precisamos criar urgentemente Comandos Unificados e construir uma forte aliança entre os estudantes e os trabalhadores da educação para juntos enfrentarmos as Reitorias e o Governo.

Por uma greve combativa

A dinâmica da greve no presente momento é basicamente “superestrutural”. O movimento tem conseguido organizar atos de rua e assembleias gerais massivas e criar comandos de greve. Entretanto, quando olhamos de perto cada curso, centro ou instituto, vemos ainda uma forte desmobilização.

Em certos lugares essa dinâmica é decorrente de uma estrutura hegemonizada pelas burocracias sindicais e estudantis, pouco interessadas em uma luta forte o suficiente que possa tirá-las de sua zona de conforto perante os gestores das universidades e também os governantes.

Cabe aos grupos de oposição e aos setores mais avançados dos militantes independentes a tarefa de fazer a greve não ficar só no papel ou ser uma “greve de pijama”. Nas fileiras de greve, a burocracia não pode ter nenhum privilégio ou voz além da sua influência real na base. Garantimos isso lutando para que os comandos de greve, além de unificados entre trabalhadores e estudantes, sejam democráticos e sua representação seja proporcional à base que participa da greve em cada Centro ou Instituto, com representantes revogáveis a qualquer momento pelas assembleias que os elegeram.

Em muitas Universidades, os Centros de Tecnologia são setores com grande número de fura-greves. Neles é onde se dá a maior parte de atividades economicamente produtivas das universidades, gerando grande volume de dinheiro para a iniciativa privada e as empresas estatais. Por isso eles costumam também ter as melhores estruturas físicas, laboratórios e maior quantidade de recursos à sua disposição. Parar esses setores é dar um golpe fulminante no governo e nos empresários, além de questionar de forma aberta a privatização da universidade pública, uma vez que empresas usam nossas instalações e talentos para enriquecer aos seus donos.

Com ações como essa, atingiremos as bases dos três setores e fortaleceremos nossa greve. A partir de determinado ponto, teremos inclusive força suficiente para realizar piquetes expressivos. O piquete, ou bloqueio, é uma forma radicalizada de luta que deve ser utilizada se condições para tal surgirem — uma maioria disposta a todo custo a ganhar uma minoria que insiste em furar greve. O piquete deve funcionar através do convencimento onde for possível e mesmo chegar a bloquear fisicamente as entradas dos Institutos e Centros onde não for possível o convencimento. Uma perspectiva como essa nos permitiria expandir a greve para os setores menos mobilizados.

Pela integração dos trabalhadores terceirizados

Outra tarefa fundamental é que os sindicatos oficiais busquem defender os interesses dos trabalhadores terceirizados em toda a universidade e integrá-los à luta tanto quanto possível. A terceirização é uma forma de precarizar as condições de trabalho, e os terceirizados muitas vezes não possuem sindicatos que os defendam, ou então suas organizações não tem a menor tradição de luta. O PSOL e o PSTU, que são as organizações que tem dirigido a greve estudantil nacional na maioria das Instituições, praticamente nunca levantam as demandas para atingir os terceirizados das Universidades, muitos dos quais são os setores mais explorados, compostos por mulheres e negros. Estes grupos dizem combater o projeto de educação do PT como um todo, mas no fundo se limitam a demandas muito pontuais — como o aumento de verbas.

Por uma oposição consistente ao governo Dilma

Para além destas questões, uma compreensão política atrapalha muito a greve dos professores, estudantes e técnicos administrativos: é a ideia de que a meta do movimento por uma educação pública, gratuita e de qualidade vai ser conseguida através da pressão do movimento sobre o governo Dilma/PT. A demanda dos “10% do PIB para a educação” tem sido defendida de forma unânime por todas as correntes do movimento estudantil, inclusive o PCdoB/PT, diretores majoritários da UNE, que defendem que colaborando com o governo vamos conseguir essa meta.

Já o PSOL e o PSTU tentam dar a essa demanda uma roupagem mais radical, dizendo que é preciso pressionar o governo para conquistar os 10%. O PSTU, apesar da aparência combativa que tenta mostrar nessa greve, já deixou claro em outros momentos que o seu objetivo é “mudar radicalmente a política” do governo Dilma para que ele “pare de favorecer os patrões”:

“Dessa forma, os trabalhadores estão realmente numa situação sem saída. A não ser que lutemos por uma saída que nos favoreça e que, portanto, vai prejudicar o lucro dos patrões. (…) É claro que, para isso, o governo Dilma precisa mudar radicalmente sua política econômica e parar de favorecer os patrões. Por isso também devemos lutar!” (Site do PSTU, 1 de junho de 2012)


Isto é uma ilusão. Dilma e o PT estão há décadas comprometidos com um projeto que corresponde aos interesses dos patrões e banqueiros brasileiros, inclusive na educação. Ao invés disso, devemos ter em mente o caráter parcial de todas as vitórias enquanto o poder estiver com o Estado dos patrões, e nos prepararmos para, no futuro, substituí-lo por um governo direto dos trabalhadores.

Nesse trecho, por sinal, fica clara a perspectiva do PSTU, compartilhada por tantos outros grupos na esquerda, de utilizar os movimentos sociais como instrumento de pressão sobre o governo do PT. Essa perspectiva também pode ser vista se prestarmos atenção na insistente linha de tal organização em fazer “exigências” ao Governo Dilma, iludindo os trabalhadores e estudantes em luta quanto à possibilidade delas serem concretizadas dessa forma. Essas exigências vão além de pequenas reformas ou de mais verba para a educação, elas pedem que o governo capitalista pare de favorecer os patrões. Dessa forma, os trabalhadores e estudantes realmente ficam num beco sem saída.

Mas diferente da postura de todos esses grupos, é preciso declarar uma guerra à concepção de educação do governo. As concepções políticas variadas baseadas em simplesmente exigir mais verbas para o governo deixam os estudantes e trabalhadores desarmados politicamente para enfrentar seus inimigos. Isso só reforça a necessidade de que os grupos de oposição consequentes e os militantes independentes mais avançados tomem as rédeas dessa greve, garantindo que ela se fortaleça e seja vitoriosa. Além dos aspectos organizativos aqui apresentados, nós do Reagrupamento Revolucionário temos intervindo nas assembleias e comandos de greve com um programa anticapitalista, capaz de realmente fortalecer esta e tantas outras lutas que estão por vir com a intensificação da crise econômica. Para além de uma greve pelos “10% do PIB para educação pública”, também fazemos a defesa de demandas que apontam qual é o projeto de educação que corresponde ao interesse dos trabalhadores e estudantes:

  • Fim do Vestibular/Enem para garantir o livre acesso à educação superior!
  • Criação de um plano nacional de assistência estudantil como forma de assegurar a permanência na universidade! Bandejões, moradia e transporte gratuitos e de qualidade sob demanda!
  • Creches gratuitas em todas as universidades para as mães estudantes e trabalhadoras sob demanda!
  • Aumento do valor do auxílio aos estudantes cotistas e aos estudantes bolsistas para o valor de um salário mínimo, reajustado automaticamente conforme os aumentos do mesmo!
  • Integração dos trabalhadores terceirizados à luta, começando com a firme defesa de suas demandas pelos setores em greve! Fim da precarização do trabalho: pela efetivação imediata de todos trabalhadores e trabalhadoras terceirizados, com igual salário e direito dos trabalhadores efetivos!

    Socialism in One City

    Milwaukee’s Brand of Socialism

    Socialism in One City

    by James Boulton

    First printed in Fourth International, Vol.I No.7, December 1940. Copied from http://www.marxists.org/history/etol/newspape/fi/vol01/no07/boulton.htm

    We particularly recommend this 1940 Trotskyist polemic with US social democracy to supporters of groups historically associated with the late Ted Grant. To those familiar, the parallels in the politics critiqued are quite striking.

    1. A Tenor Sings Socialism Away

    The morning of April 3, 1940, broke dismally in the city of Milwaukee, heralding the defeat of Mayor Daniel W. Hoan and the return to capitalism. Dan, the Socialist mayor toward whom Norman Thomas could point with pride in every speech, the mayor whose treatise on City Government has now become a classic, who as City Attorney after the election of 1912 indicted and convicted hundreds of corrupt politicians and thereby ushered into office for over two decades the Milwaukee Socialist Party, its elected and appointed officials, and made the name of Milwaukee a star in international encyclopedias, the mayor, however, whose twenty-four years in office failed to produce any change in the life of Milwaukee’s proletariat.

    When the final count came in, the beer parties in the wards were already ebbing and the golden haired thrush, Mayor-elect Carl Zeidler, had decreed the abolition of socialism. The major setback was not felt among the more “stupid” proletariat, but it did forebode ill among the many party Gifte Shoppe, butcher, book, and barber shop, tavern keeper, insurance salesman, and law suite members. Panic reigned in the City Hall and other municipal buildings; and in the offices of the stunned comrades of Norman Thomas there swelled a wave of defeatism that rolled right through the heart of the party convention which took place right afterward.

    “What happened in Milwaukee?” was the paramount question put to delegates from the Cream City. Why had the workers cast their ballots for a tenor instead of for Dan?

    When the initial delirium subsided, there still lingered a feeling of strength: Police Chief Kluchesky and “the Force” remained firmly entrenched in municipal power. All is not lost so long as comrade Police Chief Kluchesky remains at the head of the Force.

    “Klooch,” as his comrades of the Socialist Party fondly call him, is expected to persist in waging the fight to liquidate the six mounted policemen, introduced by reactionaries to break the monotony of socialist civic life. Whole elections have been fought on this issue. The mounty funds, contend the Hoan men, could best be used in solving the problem of unemployment. Milwaukee Joe, when he is not busy “settling” strikes, will undoubtedly have something to say on this issue.

    2. History and Achievements of Milwaukee Socialism

    Pulling through the World War with very little to mar their record except the ride of Dan Hoan at the head of a Preparedness Day parade, the Milwaukee socialists continued on their march toward clean and efficient city government and a bigger and better convention city.

    The first political boss of the Milwaukee local of the Socialist Party was Congressman Berger, who shared the job with Hoan until his death. Hoan now shares it with Andy Biemiller, Progressive caucus chairman in the assembly and author of the famous plea: “We must give aid to the Allies, our comrades!” Otto Hauser, ex-preacher and Hoan’s secretary to the Mayor, helps manage the dwindling machine, although he is mainly preoccupied with selling real estate.

    “Old Vic” Berger merely bossed the party. Joe Kluchesky extended the practice of democracy against the general populace.

    Frank Zeidler, State Secretary of the Socialist Party and a Sunday school teacher, readily concedes that nothing much was done in socializing the means of production. Nevertheless by the time Hoan retired to law practice in 1940, Milwaukee was the proud possessor of a socialized sewage disposal plant and many publicly owned streets.

    Under the influence of comrade C.B. Whitnall, first elected in 1910 as City Treasurer, great strides were made in expanding the county parks; and today the Socialist county towers above the nation in quantity and quality of sweetheart’s rests.

    In the course of this development Ernest Unterman, who reminds everyone that he is the Editor of the Fourth German Edition of Capital, was appointed Director of the Washington Park Zoo. Besides painting murals and collecting ostrich eggs, Unterman has also produced a work called Lenin’s Maggot.

    In 1935, in a convention with eight other organizations, Milwaukee’s socialists gave birth to the Farmer-Labor Progressive Federation. The name was changed to Progressive Party Federation at the last convention when Comrade Hoan suggested that they should not give the impression of existing for farmers and workers alone. As a mass party the FLPF disappointed many. Some found it difficult to draw the line between the SP and the FLPF, the former usually meeting after the latter, often in the same hall or tavern as the case may be. A late comer was often heard questioning: “Is this the meeting of the SP or the FLPF?”

    In all fairness to the party it must be added that much has been accomplished in placing 500 salaried election booth clerks, winning aldermanic, supervisory, and assemblymanic seats, appointing many tried and true men to various civic committees, administrative boards, and executive offices.

    The achievements of the party culminated in the appointment of Joe Kluchesky and the completion of a really efficient police force, as the workers well may testify.

    3. A Socialist Police Chief

    Comrade Kluchesky is notable for his unique construing of the Constitution and the Bill of Rights and for his view that transients do not vote and consequently are of no value to a crime-free socialist city.

    The Socialist Party spent $10,000 for Norman Thomas’ New Jersey fight in which he contended handbill ordinances were undemocratic. But in the stronghold of Norman Thomas socialism, not a cent was spent to fight against such a handbill ordinance. As a matter of fact the Milwaukee comrades appreciated the ordinance’s value in keeping socialist streets litter-free and were inclined to favor it; so that, when the US Supreme Court invalidated that type of ordinance, comrade Kluchesky dissented and proposed an alternative ordinance to prevent the littering of public streets. The Milwaukee Young People’s Socialist League, at the instigation of a group who subsequently became Trotskyists, issued a statement to the press, repudiating the Police Chief’s action. The culprits were admonished before the SP’s Executive Board by Ed Knappe, who stated plainly: “The point is you cannot attack public officials.”

    Klooch demonstrated his socialist efficiency during the Allen-Bradley strike. A trade union leader and member of the Socialist Party testified before the Party’s County Central that, in a conference with himself, Klooch, and President Bradley of the struck corporation, Klooch said:

    “If law and order are not preserved I will have to put the police at the disposal of Mr. Bradley.”

    Another act for which Hoan’s appointee has been criticized by some people was, in reality, not as arbitrary as it may seem, but logically arose from the Kluchesky theory that people ought to at least vote if they would breath Cream City rarefied air. This act took place at the Catholic Worker Family House, a haven for underprivileged transients. On March 23, 1940, a police detail under orders from the Chief raided the house without warrant and arrested seventeen inmates, on charges, substantially, that they were non-voters, unemployed, transient, loiterers, and defiled by their presence the grand beauty of a fair city. During the raid some people were mishandled, insulted, questioned and searched in violation of constitutional rights which apply to transients as well as voters.

    When this act was brought (by those who later became Trotskyites) to the attention of the Party County Central with the pointer that under capitalism there is a fundamental antagonism between police and workers, and when the naively. indignant complainant vainly pressed for action, an Executive Board member objected to the use of Marxist formulas and windbagging, suggesting ejection of the disrupter.

    At present Comrade Kluchesky’s force is cooperating with the FBI in cataloguing Socialist Workers Party street corner speakers and Socialist Appeal salesmen, no doubt crushing Trotskyism before it breeds Stalinism.

    Recently there was a solemn ceremony, when 260 party members received “diplomas” for membership in the party of twenty-five years or more. One of those, grown gray in the service, was Comrade Police Chief Joe Kluchesky.

    Believe it or not, some of those old boys who hold those diplomas aren’t able to figure out why the party didn’t once more this year win the election!

    Reagrupamento Revolucionário n. 03

    Nessa página é possível baixar em formato PDF a revista Reagrupamento Revolucionário n. 03 (terceiro trimestre de 2012) ou ler os artigos dela online.

    Reagrupamento Revolucionário n. 03
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    Pela Emancipação dos Negros Através da Revolução Socialista!

    O que está acontecendo com o MNN?

    Polêmica com o Comitê Internacional (2007) 

    A Juventude e a Necessidade de um Partido Revolucionário

    Polêmica com a Direção Majoritária da ANEL

    A Morte de Kim Jong-il e o Futuro da Coréia do Norte

    Boletim do Movimento Hora de Lutar (UFRJ)

    Reproduzimos a seguir o primeiro boletim do extinto Movimento Hora de Lutar, construído na Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ) por militantes do Coletivo Lenin e simpatizantes ao longo do ano de 2010 e início de 2011. Após nosso racha com o Coletivo Lenin devido à consolidação de uma tendência revisionista com maioria dentro da organização (leia aqui nossa carta de ruptura), o Movimento Hora de Lutar foi “suspenso em razão da necessidade de reavaliar as bases que mantinham o grupo unido” (conforme publicado em julho de 2011). 

    O presente Boletim foi originalmente publicado em agosto de 2010 e faz uma análise das chapas (e seus respectivos grupos integrantes) que concorreram às eleições para o DCE da UFRJ. Ele apresenta também a Carta de Princípios na qual se baseava o MHL. Esta versão contém adições realizadas pelo MHL ao texto original e foi postada em seu blog em 19 de agosto de 2010. Algumas notas de esclarecimento (indicadas entre colchetes) foram acrescentadas pelo Reagrupamento Revolucionário.

    POR UM NOVO MOVIMENTO NA UFRJ 
    Todos ao Movimento Hora de Lutar!

    Uma avaliação das últimas eleições para o DCE 

    Nas últimas eleições do DCE [Diretório Central de Estudantes], nós do Coletivo Lenin chamamos voto crítico na Chapa 4 – Revida Minerva! Aqui, faremos uma avaliação do resultado e de como correram as eleições, como forma de apresentar nossa posição em relação às demais organizações estudantis e explicar o porquê de vermos necessidade de criar um novo movimento estudantil na UFRJ. Em primeiro lugar é preciso deixar claro nosso ponto de vista. Somos comunistas. Isso significa que acreditamos que os problemas centrais dos estudantes e trabalhadores só serão resolvidos quando os trabalhadores estiverem na gestão da sociedade, ou seja, o socialismo. Por isso, o Coletivo Lenin faz questão de estar presente nos Centros Acadêmicos, nas eleições do DCE, nas campanhas por bandejões e assistência estudantil; para chamar atenção para a importância e ao mesmo tempo a insuficiência das lutas por melhorias dentro do capitalismo. Enquanto vivermos no capitalismo, as melhorias estarão constantemente ameaçadas e podem ser retiradas com a mesma rapidez com que são conseguidas, assim que os estudantes e trabalhadores se desmobilizarem.


    Portanto, encaramos que nossa maior tarefa é criar uma ferramenta de mobilização permanente dos trabalhadores, um Partido Revolucionário, que possa liderar a imensa maioria dos trabalhadores (que não tem essa clareza) para uma luta pelo poder contra os capitalistas. Na construção desse partido devem entrar os melhores elementos, aqueles com maior clareza sobre quais são as tarefas para combater o capitalismo. Assim, um pequeno grupo como o Coletivo Lenin deve recrutar as pessoas de consciência de classe mais avançada no movimento sindical, no movimento estudantil, no movimento de trabalhadores desempregados e até mesmo intelectuais revolucionários.

    É com essa perspectiva que intervimos na UFRJ. Nosso pequeno Coletivo ainda não tinha condições de criar uma chapa própria nessas eleições. Porém, não podemos ignorar um evento importante como as eleições e nos abstermos de disputar a consciência dos estudantes. Uma vez que não éramos capazes de fazer propaganda sobre nossos objetivos da melhor maneira, que era tendo uma chapa, chamamos voto crítico numa outra chapa que concorria nas eleições. O objetivo dessa tática de voto crítico é mostrar o que achamos de positivo numa chapa (a razão de chamarmos voto nela) e, ao mesmo tempo, ter a liberdade de apontar as suas falhas. Fazemos isso porque não achamos que montar uma chapa seja congregar grupos de amigos ou grupos políticos que tem alguns pontos em comum. Achamos que participar das eleições do DCE não deve ser um fim em si mesmo, com o objetivo de mandar na entidade. Nosso objetivo a curto prazo é construir um movimento estudantil capaz de reunir ativistas independentes que, assim como nós, entendam a importância de ligar as lutas estudantis às lutas dos trabalhadores e que façam propaganda diária entre os estudantes da necessidade de uma luta revolucionária na Universidade, que deve incluir oposição ao governo de Lula em aliança com os empresários, integração dos estudantes com os trabalhadores, luta pelo fim do funil racial e social que é o vestibular, defesa de demandas para as estudantes (como creches e bandejões gratuitos e de qualidade em todos os campi), etc.

    Vemos as eleições como uma oportunidade de fazer propaganda do programa revolucionário. Assim, temos clareza: não entraríamos numa chapa com um grupo com o qual tivéssemos divergências marcantes. Assim, achamos uma traição os atos daqueles que formam chapas que não tem a mínima coesão e dentro da qual cada um acha algo diferente sobre o mesmo assunto. Esse foi o caso da Chapa 2 – A UFRJ que Queremos.Parte da chapa (Movimento Nós Não Vamos Pagar Nada [composto por militantes do Enlace/PSOL e simpatizantes]) considera que é preciso que o DCE esteja presente na União Nacional dos Estudantes e outra parte (que se organiza na ANEL – Assembleia Nacional dos Estudantes Livre [entidade que é dirigida pelo PSTU]), que era preciso romper com a entidade de massa dos estudantes brasileiros.

    Da mesma forma, não achamos que devemos diminuir nossas exigências e baixar o tom sobre aquilo que achamos fundamental que os estudantes reivindiquem, para assim conseguir ganhar mais votos. Muitos grupos, entretanto, esquecem seus objetivos para atrair aqueles que tem menor clareza sobre quais devem ser as bandeiras e os objetivos dos estudantes. Isso ocorreu, por exemplo, com a Chapa 3 – Correnteza: os membros do Movimento Correnteza [impulsionado pelo PCR e simpatizantes] tentaram a todo custo (sem sucesso) atrair o Coletivo Alojamento em Luta para dentro da chapa. Para isso, mudaram a sua demanda, que era o fim do vestibular, para passar a lutar apenas pelas cotas sociais e raciais, que são extremamente insuficientes para combater a exclusão elitista e racista da universidade. Por isso, o giro mais oportunista dessas eleições foi protagonizado pelo Movimento Correnteza. Na semana do protesto-almoção pelo bandejão do CT-CCMN, estavam dizendo ao estudantes que era fundamental lutar por bandejões gratuitos e de qualidade para todos e lutar pelo fim do vestibular. Duas semanas depois, nas eleições, faziam meramente a defesa das cotas e exigiam apenas o término das obras do atual bandejão. Um movimento só faz isso quando seu objetivo não é trazer os estudantes para uma luta integrada aos trabalhadores (uma luta que vai além do imediato), mas simplesmente ganhar a eleição, não pela superioridade de sua campanha e suas propostas, mas pela aglutinação de grupos heterogêneos.

    A razão de chamarmos voto crítico na Chapa 4 foi percebermos que ela foi a que congregou inúmeras demandas fundamentais para os estudantes da UFRJ, coisas pelas quais se comprometia a lutar caso fosse eleita, como por exemplo: a fundamental aliança entre os estudantes e trabalhadores da universidade; luta por bandejões gratuitos e abertos em tempo integral para todos os estudantes e trabalhadores; creches gratuitas e de qualidade para atender a todas as estudantes e trabalhadoras.Pudemos perceber, entretanto, que a maioria dessas demandas entrou na chapa por insistência de um dos grupos que a compunha, o Movimento A Plenos Pulmões [que era impulsionado pela LER-QI na UFRJ], enquanto os demais grupos, o Coletivo Alojamento em Luta e o Movimento Quem Vem Com Tudo Não Cansa [composto por militantes do Coletivo Marxista e simpatizantes], tinha uma formulação muito semelhante àquela apresentada pela Chapa 2 (ou seja, cotas, nenhuma palavra sobre aliança operário-estudantil e nenhuma linha sobre bandejões gratuitos).

    Isso ficou claro no final da campanha, quando os membros do Movimento A Plenos Pulmões não puderam estar presentes e o restante da chapa lançou um panfleto de boca de urna que poderia ser facilmente confundido com um panfleto da Chapa 2, não fosse o número no alto. Ao mesmo tempo, não temos nenhuma espécie de pena dos membros do Movimento A Plenos Pulmões. Os companheiros tem experiência suficiente para saber que é isso que ocorre quando se forma uma chapa com grupos de pensamento diferente. Os grupo maiores passam a perna nos menores. Isso para não citar as “adaptações” que tais companheiros fizeram para manter a chapa unida. Por exemplo, se “esqueceram” que eles próprios defendem disputar as bases da UNE, a entidade de massa dos estudantes (combatendo o governo onde estão os estudantes influenciados pelo governo) e que de fato constroem a ANEL, e integraram uma chapa que agita o rompimento sectário com ambas entidades. O mesmo pode ser visto na sua defesa de que devemos lutar ao mesmo tempo “por cotas e pelo fim do vestibular”. Não somos neutros diante das cotas. Achamos que são uma melhoria extremamente paliativa e insuficiente. Por isso, apoiaríamos a sua implementação de maneira crítica, apontando a necessidade do fim do vestibular, que é o acesso de todos os filhos da classe trabalhadora (inclusive os setores negros mais explorados) à educação superior.

    Não podemos deixar de citar o papel vergonhoso da Chapa 5 – A UFRJ Pode, cujo objetivo por trás do bonito panfleto era abandonar completamente a luta política do movimento estudantil e tornar o DCE um espaço de confraternização alienada. Também falamos com receio sobre o crescimento da Chapa 1 – Um Novo Enredo. A Chapa 1 congrega os setores que apoiam o governo Lula entre os estudantes. O crescimento desses grupos, que controlaram o DCE até 2007, tem duas principais razões. O primeiro fator é objetivo: o ano eleitoral faz com que os defensores do governo se beneficiem da imensa pressão social que os estudantes sofrem para votar pela frente popular (governo de organizações operárias e estudantis em comunhão com os empresários) de Lula. Os trabalhadores e estudantes em geral fazem isso porque não vêem outra alternativa e temem, com razão, o retorno da direita. Isso leva diretamente ao outro fator: o subjetivo. Não existe nesse momento uma força política de esquerda que mostre que é possível algo mais e melhor que o governo Lula, que rompa as dúvidas e incertezas dos estudantes. Na UFRJ, o melhor exemplo disso é a atual gestão do DCE, novamente hegemonizada pela Chapa 2, que não oferece essa alternativa aos estudantes.

    Primeiro, porque a Chapa 2 defende basicamente as mesmas propostas que os apoiadores do governo Lula: cotas, mais verbas para educação e, na prática, que “estudante é estudante e trabalhador é trabalhador”. Por isso, sua “luta” contra os projetos do governo (Reuni, Prouni) fica no vazio. Faltam propostas alternativas ao Reuni e ao Prouni e fica até parecendo que a Chapa 2 é contra o aumento de vagas na Universidade brasileira (poderia dizer claramente “Fim do Vestibular – Acesso universal!”). Segundo, porque combate o governo apenas em fóruns menores como a ANEL, sem integrar a UFRJ à luta contra o governo onde estão os estudantes que acreditam no governo – na UNE. Assim, a gestão acaba se fechando dentro do próprio umbigo, sem trazer os estudantes para luta. Ao invés de estar nos fóruns mais amplos possíveis defendendo um programa realista e avançado para combater o governo, a gestão do DCE se encastela num fórum reduzido defendendo propostas que em muito pouco se diferenciam daquelas proferidas pelos que querem empurrar o governo Lula para a esquerda, ou seja, empurrar o governo Lula para melhorar as universidades para o benefício de estudantes e trabalhadores: algo que ele nunca fará! Será que é essa a esperança por trás das propostas da Chapa 2?

    Para nós as eleições não representam um momento específico na existência dos grupos citados, mas sim um momento em que suas posições e práticas vêm à tona para todos que desejem ver. E, como deixamos claro nossa posição extremamente crítica em relação aos mesmos, consideramos a necessidade imediata de começar a organizar na UFRJ um movimento que cumpra determinadas tarefas que, como afirmamos, nenhum grupo cumpre atualmente de forma consequente: presença tanto dentro dos fóruns estudantis da ANEL quanto, principalmente, nos da UNE; aliança operário-estudantil já!; lutar por bandejão para todos os trabalhadores da universidade e para todos os estudantes em tempo integral; lutar pelo fim do vestibular e o acesso universal à educação – se necessário, que os lucros das empresas e fortunas sejam arrancados para bancar a educação dos filhos dos trabalhadores até que todos possam ir à universidade; creches gratuitas e de qualidade nos campi para todas as trabalhadoras e estudantes; além de inúmeras outras necessidades essenciais. A hora é de lutar, companheiros! 

    Fazemos, assim, um chamado a todos os militantes e demais ativistas independentes a se juntarem ao Coletivo Lenin na construção de uma nova ferramenta de luta dentro da UFRJ, uma realmente capaz de levar à frente a aliança operário-estudantil necessária para a transformação da sociedade em que vivemos.

    Vamos nos juntar nessa perspectiva de defesa revolucionária dos interesses dos estudantes! Todos ao Movimento Hora de Lutar! 

    ***
    CARTA DE PRINCÍPIOS DO MOVIMENTO HORA DE LUTAR 

    I) Nosso movimento tem como diretriz a aliança operário-estudantil. A maioria de nós estudantes nos tornaremos trabalhadores, ou já trabalhamos para pagar nossos estudos. Assim, sofreremos ou já sofremos dos mesmos problemas que a classe trabalhadora sofre atualmente. O próprio modelo de exploração de uma classe sobre a outra está presente no sistema de educação, que visa preparar desde cedo o estudante pra ser apenas mais um trabalhador disciplinado; 

    II) Somos contra qualquer meio ou medida que vise a superexploração da juventude, como estágios mal remunerados que não cumprem o papel de ensinar e como a exigência de um primeiro emprego, que tende a empurrar a juventude recém-formada para os cargos e categorias pior pagos do mercado; 

    III) Lutamos por uma educação realmente pública, o que compreende um plano de assistência estudantil que se estenda desde a alimentação, transporte, moradia e custeamento de materiais didáticos/paradidáticos até o lazer e a cultura do estudante, e permita que este não tenha que estudar e trabalhar ao mesmo tempo, o que prejudica sua formação acadêmica ou mesmo leva muitos a largar os estudos temporária ou permanentemente; 

    IV) Mas a educação só vai ser realmente pública com o livre acesso, portanto, lutamos pelo fim do vestibular. Também somos pela estatização das faculdades privadas, sob controle dos trabalhadores e estudantes e pela ampliação com qualidade da rede de faculdades públicas; 

    V) Sobre as medidas afirmativas, enxergamos o caráter progressivo das mesmas, porém reconhecemos sua insuficiência e lhes damos apenas apoio crítico. Entendemos que a adoção de cotas, por exemplo, não soluciona o principal problema gerado pelo vestibular de tornar a faculdade um ambiente elitizado e racista; 

    VI) Combatemos toda e qualquer forma de opressão, como o machismo e o racismo, que servem apenas pra dividir e dificultar a organização dos estudantes e trabalhadores, além de serem ferramentas usadas pelas classes dominantes para nos explorar ainda mais; 

    VII) Não depositamos nenhuma confiança no Estado e seus braços armados, como a polícia e o exército, que no fundo estão apenas a serviço das classes dominantes. Também denunciamos o papel que as Forças Armadas cumprem em outros países, como o exército brasileiro no Haiti, que mantém a repressão aos trabalhadores negros para garantir a ordem das classes proprietárias haitianas e estrangeiras.

    Pela Emancipação dos Negros Através da Revolução Socialista!

    O Marxismo e a Questão Negra no Brasil
    Pela Emancipação dos Negros Através da Revolução Socialista!
     
    Leandro Torres
    Maio de 2012 
     
    Desde a sua gênese o modo de produção capitalista sustenta as mais variadas formas de opressão, que possuem uma expressão para além da exploração direta de uma classe pela outra. Nós as chamamos de opressões especiais, que incluem opressões a nacionalidades, às mulheres, a minorias religiosas, às minorias sexuais, a grupos étnicos (“raciais”), etc. merecendo todas elas a devida atenção dos revolucionários. Cada uma dessas formas de opressão existentes sob o capitalismo possui uma origem histórica e uma dinâmica próprias, e nem todas surgiram na “era do capital”. Mas a sua sobrevivência é um indício de que são reproduzidas ao nível material, estando inseridas na lógica do sistema e a ela atendendo.


    É imperativo que os marxistas tratem destas opressões, já que a classe trabalhadora não pode jamais defender a si mesma de maneira efetiva sem levar a cabo o combate contra elas, e nem pode liderar uma revolução sem se tornar a protagonista na defesa de todos aqueles oprimidos pelo capitalismo. Em um de seus livros mais conhecidos (“O que Fazer?”), Lenin polemizou contra as correntes “economicistas” entre os socialistas do seu tempo, que tendiam a dar foco somente a questões da luta direta entre capital e trabalho. Neste livro, Lenin insistiu que os revolucionários deveriam ser “tribunos do povo” ao lutar pela liderança da classe na luta contra qualquer manifestação de opressão e injustiça.

    Opressão aos negros e a superexploração

    Nesse artigo focaremos na opressão aos negros e suas características sob o capitalismo brasileiro. Acreditamos que o racismo no Brasil possui um vínculo profundo com a dinâmica da acumulação de capital em nossa formação social, além de ser uma forma de opressão que afeta ampla camadas da população brasileira. Assim, combate-lo de forma efetiva possui uma considerável importância estratégica para aqueles interessados na construção do socialismo.

    A dinâmica de funcionamento do capitalismo leva naturalmente a uma tendência à queda da taxa de lucro. Apesar de tal tendência ser inerente ao funcionamento do sistema, a burguesia realiza uma procura incessante por formas de compensá-la parcialmente, buscando elementos no processo de produção que possam ter seus valores reduzidos, maximizando assim o lucro obtido. Um desses fatores é o salário; constituindo a força de trabalho do proletariado uma mercadoria à disposição da burguesia, esta sofre constantes ataques, diretos e indiretos, como forma de tentar compensar tal queda.

    Uma das formas mais tradicionais que a burguesia se utiliza para garantir um “arrocho” permanente dos salários é manter uma considerável parcela da força de trabalho disponível desempregada, o que é propiciado tanto pela automatização da produção quanto pela manutenção desnecessária, do ponto de vista técnico, de longas jornadas de trabalho para os operários empregados – já que estas poderiam ser melhor dividas entre o conjunto da mão-de-obra disponível. Essa massa de desempregados que ajuda a empurrar os salários para baixo devido ao aumento da competição por postos de trabalho é o que Marx nomeou “exército industrial de reserva”. E basta repararmos: toda vez que os índices de desemprego aumentam, a média salarial cai.

    Mas essa medida não é a única saída encontrada pela burguesia. Alguns tipos de opressões especiais também entram no arsenal usado para atacar os trabalhadores, servindo às vezes como um importante pilar de sustentação do sistema. No caso do racismo, assim como de outros tipos de opressão com uma dinâmica similar, a situação à que são submetidos os negros cumpre um duplo papel para a burguesia: permite a superexploração de parcelas da classe trabalhadora em termos de salários e condições de trabalho, e cria divisões em seu seio, dificultando assim a unidade de classe na hora das lutas.

    Toda e qualquer forma de opressão parte do princípio ideológico de que existem diferenças entre os indivíduos capazes de hierarquizá-los entre melhores e piores, inferiores e superiores. E na maior parte das vezes essa diferenciação é apontada como permanente, irreversível. Uma distorção da realidade tal como essa é muito útil para justificar a exploração do homem pelo homem, principalmente quando esta assume formas gritantes. 

    A escravidão é um exemplo clássico, e que muito nos interessa aqui: justificativas pseudocientíficas e também religiosas foram, durante muito tempo, empregadas para legitimar a escravização dos negros africanos (e de outras etnias), permitindo a larga utilização desse tipo de mão-de-obra na exploração das riquezas do “Novo Mundo”. E o legado ideológico e institucional deixado pela escravidão negra é de fato a raiz da opressão a qual estão submetidos os negros brasileiros. 

    Sob o capitalismo, tais hierarquizações socialmente construídas são muito úteis, pois quando aceitas em larga escala permitem o pagamento de salários menores, o preenchimento de postos de trabalho mais indesejados e a submissão a diversas formas de superexploração, como uma jornada de trabalho maior, piores condições de trabalho, direitos trabalhistas flexibilizados ou mesmo ausentes. Dizemos superexploração, pois esses métodos representam uma exploração de tipo especial, que não é aplicada a toda a classe trabalhadora, mas sim a parcelas específicas dela, e sempre com maior intensidade.

    Essa superexploração, quando assume proporções amplas, de caráter regional ou mesmo nacional, muitas vezes acaba por criar castas no proletariado, marcadas economicamente por tal condição de superexploração e identificadas enquanto grupo específico a partir das ideologias opressivas que legitimam tal exploração mais intensa. Os membros dessas castas são muitas vezes tratados como “cidadãos de segunda classe”, o que faz com que tenham demandas para além daquelas condicionadas à sua situação de classe econômica, derivadas da combinação da segregação material com a opressão a que são sistematicamente submetidos.

    É importante ressaltar que as opressões não afetam apenas o proletariado, atingindo também parcelas da burguesia e pequeno-burguesia. Entretanto, seu efeito sobre estas classes é diferenciado, uma vez que suas condições sociais e posições dentro do sistema de produção fazem com que o impacto das opressões seja bastante atenuado.

    Outra enorme utilidade que as opressões apresentam ao sistema capitalista é o enfraquecimento do proletariado enquanto classe. Pois as ideologias que justificam perante o conjunto da sociedade a superexploração de determinadas parcelas da classe trabalhadora também afetam os próprios trabalhadores, fazendo com que estes se dividam e se envolvam em conflitos entre si. É comum, por exemplo, encontrarmos trabalhadores machistas, racistas, xenófobos, etc. – posturas ideológicas que impedem que os trabalhadores se reconheçam enquanto um grupo específico com interesses estratégicos em comum, ou seja, de atingirem a necessária consciência de classe. E além de impedir uma união de todos estes enquanto classe, nos momentos de maior estabilidade econômica isto também contribui para manter os trabalhadores mais oprimidos em um estado de passividade, gerado pelo sentimento de fragilidade e de isolamento do restante da classe.
     
    Os números do racismo no Brasil

    A situação de opressão especial a qual estão submetidos os negros brasileiros fica evidente ao analisarmos a sua atual condição social em comparação ao restante da população. Os negros constituem 55,2% da população masculina do país e 49,7% da feminina [*]. Significativamente, 33,2% da população negra encontra-se abaixo do que se considera a “linha da pobreza”, enquanto para não-negros os números caem para menos da metade, 14,5% [1]. Os negros são maioria nas categorias mais precarizadas e com menores salários, sendo evidente que são as principais vítimas da terceirização, uma das faces mais agudas da precarização do trabalho: na cidade de Belo Horizonte, por exemplo, 4,6% dos negros atuam como trabalhadores terceirizados, enquanto entre os não-negros o número cai para 2,7%. [2]

    Uma pesquisa publicada pelo DIEESE (Departamento Intersindical de Estatística e Estudos Socieconômicos) em 2007 aponta que o número de negros cursando o ensino superior no país chega a ser cinco vezes menor do que o número de não-negros (caso de São Paulo). No que tange o desemprego, na cidade onde a diferença é maior (Porto Alegre), ela chega a 46%, sendo ainda significativa onde a mesma é menor (Recife): 17% a mais de negros desempregados.

    Outros dados do mundo do trabalho são tão significativos quanto: a vulnerabilidade no mercado de trabalho (classificada como “assalariados sem carteira de trabalho assinada, autônomos que trabalham para o público, trabalhadores familiares não remunerados e empregados domésticos”) chega a ser 50,8% maior entre as mulheres negras se comparada aos homens não-negros (Recife). A jornada de trabalho e os salários também comprovam uma nítida desigualdade racista imposta ao proletariado brasileiro: a diferença de horas trabalhadas é maior para negros em todas as metrópoles analisadas pelo DIEESE, chegando a ter uma diferença de 4 horas em Recife.

    Já no que diz respeito aos salários, os negros chegam a receber em média 52,9% do salário de um trabalhador não-negro (Salvador), diferença que vai para alarmantes 37,6% se cruzados com dados de sexo — sendo esta a porcentagem que recebe uma trabalhadora negra do salário de um trabalhador não-negro). [3] Dados do IPEA, baseados em pesquisas do IBGE apontam ainda que, se a diferença entre salários de negros e não-negros diminuiu entre 1993 e 2006 foi porque o salário dos últimos diminuiu, e não porque o salário dos negros aumentou!

    Também é possível verificar essa forte opressão em aspectos não-econômicos, como a repressão policial. Uma pesquisa da Fundação Perseu Abramo relatou que 51% dos negros declararam já ter sofrido discriminação por parte da polícia, enquanto entre os que se declararam da cor branca, esse número cai para 15%. [4]Da mesma forma também os assassinatos pela polícia são muito maiores entre os negros: de acordo com estudo do PNUD (Programa das Nações Unidas para o Desenvolvimento), no estado do Rio de Janeiro, onde os que se declaram “pretos” são 11,1% da população, eles totalizam 32,4% de todos os assassinatos cometidos pela polícia. [5]

    Os dados aqui apresentados, ainda que não deem conta de todos os aspectos materiais do racismo brasileiro, são suficientes para deixar claras as gritantes desigualdades racistas impostas aos trabalhadores e trabalhadoras negros. Eles são suficientes para derrubar por terra o mito do “Brasil Potência” com cada vez menos desigualdade social que o PT e seus aliados de governo vêm promovendo desde os mandatos de Lula: o slogan“Brasil Para Todos” não passa de mais uma ilusão criada pelos poderosos.

    Esses dados demonstram como o racismo é um dos pilares de sustentação do capitalismo brasileiro, pois sem a superexploração engendrada por ele as taxas de lucro da burguesia nacional seriam drasticamente alteradas, bem como aquelas das diversas burguesias imperialistas estrangeiras que se dominam no país via suas multinacionais. Da mesma forma, o machismo cumpre papel equivalente, o que fica claro pelos dados cruzados de cor e sexo que apresentamos, sendo sem dúvidas as mulheres negras o setor mais explorado do proletariado brasileiro.
     
    O racismo enquanto ideologia 

    Logo, as opressões especiais são um verdadeiro trunfo para a burguesia, funcionando como um óleo lubrificante que faz as engrenagens defeituosas de seu sistema funcionarem um pouco melhor por certo tempo, prolongando assim sua existência. Por esse motivo o capitalismo, enquanto sistema, permitiu a continuidade de ideologias opressivas anteriores a ele (como o machismo e tantos outros tipos de preconceitos) e também gerou novas formas de opressão, como o próprio racismo, produto da época capitalista. O trotskista norte-americano Richard Fraser, cujos trabalhos constituem um elemento chave para a nossa compreensão teórica da opressão contra os negros apontou que:
     
    “As revoluções [burguesas] na Grã-Bretanha, Estados Unidos e França lançaram fora o véu da religião de cima do conhecimento e iniciaram uma época de ciência e racionalismo. As relações sociais não poderiam mais ser explicadas com referências a Deus. Então uma falsa explicação ‘científica’ das relações sociais escravistas nasceu para justifica-las. Esta é a verdadeira origem da ciência da antropologia biológica.”
     
    “A própria escravidão [nos EUA] foi derrubada na Guerra Civil e na Reconstrução. Mas as necessidades dos capitalistas norte-americanos por trabalho agrícola compulsório no Sul permaneceu. Um novo modo de funcionamento semi-capitalista da agricultura cresceu, no qual a condição semiescrava dos negros libertos foi tornada permanente com o restabelecimento de relações sociais típicas da escravidão: discriminação com base na cor reforçada pela segregação e preconceito de raça.”
     
    “Raça se tornou então um fetiche do capitalismo norte-americano, um sistema especial de exploração baseado nas relações sociais e costumes de um modo de produção prévio, que tinha sido em si próprio uma abominação para a sociedade. Retirada a justificação científica, o que resta da raça? Raça é uma relação entre pessoas baseada nas necessidades da exploração capitalista. O conceito de raça na antropologia nasceu das relações sociais da escravidão. Ele foi mantido pela adaptação dessas relações sociais obsoletas às necessidades da produção capitalista.”
     
    A luta dos negros e a revolução proletária, Richard Fraser. Disponível em:
     
    Hoje crenças explícitas a respeito de inferioridade racial ligada a argumentos pseudocientíficos são amplamente consideradas descreditadas por todos, com exceção dos mais reacionários. A maioria daqueles que possuem as formas mais típicas de preconceito racial normalmente se referem a outras justificativas para suas crenças e frequentemente negam ter preconceitos. Assim, a opressão contra os negros permaneceu sob o capitalismo nos países que saíram da escravidão, mesmo que a justificativa ideológica inicial não seja mais comumente aceita.

    Essa permanência se explica, antes de tudo, pelo fato de mitos sobre inferioridade racial terem sido profundamente inseridos na cultura popular e na consciência da sociedade de muitas formas. E se não é mais socialmente aceitável para a maior parte dos políticos, da mídia e da educação burguesa sustentar abertamente o racismo simplesmente com base na cor da pele, na sua tentativa, por exemplo, de encontrar bodes expiatórios para a violência provocada pelo capitalismo, surgiram mil e uma justificativas para culpar ou associar os negros com a criminalidade, como forma de tentar justificar a brutalidade policial conhecida por todos.

    No geral, ao abandonar seu invólucro pseudocientífico, o racismo assumiu uma expressão diferente. O racismo adaptou-se como uma ideologia burguesa para a legitimação da condição social pauperizada em termos de renda, moradia e condições de vida de grande parte da população negra, associando a cor da pele com atitudes de ignorância, “malandragem” ou preguiça e degradação moral de forma geral. Os capitalistas buscam justificar mazelas que são inerentes ao capitalismo, como o desemprego, apontando como causa a “falta de interesse” que eles projetam sobre o componente mais segregado e oprimido do proletariado.
     
    Precedentes históricos da opressão racial no Brasil 

    O peso do racismo na atual realidade brasileira deriva em grande parte do passado da nossa formação social, que em determinado momento de sua época colonial passou a ter em escravos negros trazidos da África a sua principal fonte de mão-de-obra. Esse passado colonial e escravista é extremamente complexo e merece uma análise à parte. Entretanto, podemos afirmar que a atual situação dos negros em nossa sociedade está fortemente ligada à maneira como a escravidão chegou ao fim. 

    A escravidão não terminou como resultado de uma revolução completa, marcada pela ascensão ao poder de setores populares ou dos próprios escravos. Enquanto alguns destes setores, como a pequeno-burguesia urbana abolicionista e também os escravos (principalmente através do método de fugas) prestaram um papel na luta contra o sistema escravista, a transição para o capitalismo industrial não foi fruto da derrubada dos grandes proprietários de terras. Apenas no começo do século XX essas elites agrárias, de forma gradual e compactuada, passaram a repartir o poder com uma incipiente burguesia industrial brasileira que ainda estava a se desenvolver enquanto classe. 

    Os escravos que fugiam para quilombos ou mesmo para cidades distantes dos seus senhores afetavam apenas parcialmente o sistema de produção vigente, ao libertar sua própria força de trabalho. Assim, mesmo quando a escravidão deixou de existir em larga escala, o poder político e econômico dos antigos proprietários de terra se manteve, por ter se mantido a sua propriedade. A emancipação parcial e incompleta dos negros gerou uma contradição que permitiu que estes continuassem na condição de explorados por uma classe dominante branca e proprietária de terras – a mesma classe que tanto difundiu a ideologia racista para justificar a escravidão.

    A realidade do negro no campo após a escravidão assumiu diferentes formas, desde o trabalho assalariado até a obtenção de pequenas propriedades para plantio e subsistência. Nos centros urbanos, impedidos pela ideologia racista e pela falta de qualificação técnica de ocuparem diferentes postos de trabalho, muitos foram empurrados aos trabalhos pior pagos e com as mais árduas condições. Isso ainda se intensificou em algumas cidades onde o trabalhador imigrante europeu recebia a preferência, como São Paulo. E apesar de muitas transformações sociais desde então, essa condição de segregação sistemática dos negros se faz extremamente presente até hoje.
     
    O integracionismo reformista 

    Ficando evidente a presença e intensidade do racismo na sociedade brasileira e a segregação a ele ligada, cabe discutir a melhor estratégia para superar tal situação. Uma das propostas mais fortes hoje nos movimentos sociais é aquela defendida pelas correntes majoritárias do PT e pelo PCdoB, e que tem como pano de fundo a busca por melhorias para os negros por dentro do Estado e em colaboração com a burguesia brasileira.

    Esse tipo de programa é o que nós marxistas caracterizamos enquanto um integracionismo reformista, uma estratégia que lida com a questão negra sob a perspectiva de uma integração gradualdos negros às “condições plenas de cidadania”, ou seja, a busca da igualdade a longo prazo, com bastante paciência e negociação entre as classes e, claro, nos limites do capitalismo. E assim como o PT e o PCdoB, historicamente as organizações reformistas do movimento negro brasileiro têm reivindicado essa mesma estratégia, conscientemente ou não.

    A estratégia do integracionismo reformista, além de não ter conseguido nenhum avanço significativo após quase 10 anos de governo do PT, demonstrou seu fracasso quando um “Estatuto da Igualdade Racial” foi posto em discussão no Senado, espaço dominado pela burguesia e seus partidos. As poucas demandas minimamente significativas do projeto, que em si já eram totalmente ineficazes, foram rejeitadas durante o debate. [6] Isso foi mais uma demonstração clara de que a burguesia brasileira tem um interesse objetivo na manutenção do racismo, algo que o PT e PCdoB se recusam a reconhecer. Enquanto isso, estes partidos continuam trabalhando para sustentar o sistema que mantém os negros nas condições de superexploração e de repressão policial intensa.

    Para além desses dois partidos, uma das principais organizações do movimento negro e que não rompe com os marcos do capitalismo é o Movimento Negro Unificado (MNU), ainda que este tradicionalmente tenha adotado táticas e reivindicações mais radicais e que denuncie a farsa que é a política do governo do PT para a questão negra. O MNU não busca alianças políticas abertas com a burguesia brasileira, mas afirma que uma solução progressiva para os negros é possível sem uma ruptura revolucionária com o modo de produção capitalista:
     
    “A militância do MNU entende que após o I CONAPIR [Conferência Nacional de Promoção da Igualdade Racial, convocada e realizada pelo governo Lula em 2009], quase nada das demandas dos negros de todo o Brasil foi implementado; Que negras e negros devem se manifestar pela cobrança ao governo, do porque do não avanço de questões emergenciais como: A titulação das terras quilombolas, da lei 10.639; Na proteção da vida de nossa população e nossos jovens; No combate aos crimes religiosos; Nas garantias da mais ampla dignidade e cidadania, com investimentos do governo que proporcionem conforto às populações negras, indígenas e pobres (…)”.
     
    “O MNU, em seu XVI Congresso Nacional, decidiu que não é contra a ideia de um Estatuto da Igualdade, mas, CONTRA O TEXTO ATUAL, entendendo que o Estatuto da Igualdade Racial deve ser retirado da pauta do Congresso Nacional, até que, após ampla discussão por negros e negras de todo o Brasil, um novo projeto possa ser apresentado, definindo e unificando a posição da entidade nacionalmente, sobre o tema.”
     
    XVI Congresso Nacional do MNU, disponível em:
     
    Os limites do MNU estão no fato de que ele não busca uma intervenção protagonizada pela classe trabalhadora brasileira, a única com o peso e posição social para combater os capitalistas com sucesso. O movimento se propõe a criar uma “organização política negra” sem distinção de classe, obscurecendo o fato de que o racismo é uma necessidade do capitalismo brasileiro e que, portanto, só pode ser superado com uma revolução que derrube a burguesia brasileira.

    As estratégias reformistas para a questão negra, em todas as suas variantes, só fariam sentido se o racismo no Brasil não possuísse um caráter estrutural enraizado no capitalismo, e se as desigualdades que hoje existem fossem apenas resquícios do período escravista. Ou seja, o integracionismo reformista não ataca diretamente a classe, o Estado e o sistema econômico que reproduzem e mantém vivo o racismo.
     
    Altos e baixos do movimento negro brasileiro 

    A primeira organização de peso que propôs organizar a população negra no país, a Frente Negra Brasileira (FNB), foi fundada em São Paulo 1931. Defendendo medidas que trouxessem igualdade de direitos entre negros e brancos, a FNB constantemente vacilava entre uma organização assistencialista, baseada na promoção de atividades culturais e esportivas, e uma organização de reivindicações por dentro da “ordem”. Transformada em partido em 1933, a FNB foi proibida em 1937 junto aos outros agrupamentos partidários com o endurecimento do regime Vargas. Como demonstra o relato de um de seus antigos membros, sua existência cumpriu um papel positivo na organização e tomada de consciência por parte da população negra:
     
    “Existiam diversas entidades negras [em São Paulo]. Todas essas entidades cuidavam da parte recreativa e social, mas a Frente veio com um programa de luta para conquistar posições para o negro em todos os setores da vida brasileira. Um dos seus departamentos, inclusive, enveredou pela questão política, porque nós chegamos à conclusão de que, para conquistar o que desejávamos, teríamos de lutar no campo político, teríamos de ter um partido que verdadeiramente nos representasse.”
     
    Trecho extraído do depoimento de Francisco Lucrécio para o livro Frente Negra Brasileira. Disponível em
     
    Porém, colocadas fora dos marcos de classe, essas reivindicações por igualdade esbarram em muitas limitações, pois são niveladas segundo os interesses das camadas mais favorecidas dos negros, cujas demandas são mais facilmente assimiladas pelo sistema. E esse foi o caso marcante da FNB, dominada por pequenos proprietários e com forte cunho filantrópico.

    Já as características mais radicais do MNU têm origem no próprio contexto no qual o movimento surgiu. O MNU foi fundado em julho de 1978, após dois eventos que polarizaram a sociedade paulista por terem sido casos flagrantes de racismo, sendo um deles um ato de violência policial que terminou na morte de um homem negro. Dessa polarização resultou uma passeata que contou com milhares de manifestantes, realizada em plena ditadura e tendo como centro de suas demandas o fim da violência policial. O MNU teve nos seus primeiros anos de vida uma popularidade explosiva e foi um dos principais organizadores da passeata de dezenas de milhares de pessoas contra o racismo realizada no 13 de maio de 1988, marco de 100 anos do fim da escravidão, em São Paulo.

    No longo intervalo entre a extinção da FNB e o surgimento do MNU, o movimento negro sofreu um claro recuo, praticamente se limitando a iniciativas de cunho cultural ou assistencialista, como o conhecido Teatro Experimental do Negro, criado no Rio de Janeiro por Abdias do Nascimento (1944) ou a Associação Cultural do Negro (1954), situada em São Paulo. O MNU, portanto, pode ser visto como resultado explosivo do acúmulo de diversas contradições às quais a população negra vinha sendo submetida, sem ter uma alternativa organizada para canalizar suas demandas. [7]

    Com a atual perda de influência do MNU e suas próprias limitações programáticas, ainda hoje permanece ausente um instrumento desse tipo, capaz de atrair e organizar os negros em larga escala com um programa proletário e revolucionário. Essa ausência acaba dando origem às mais diversas formas de pequenos agrupamentos de cunho cultural, que têm como foco a afirmação da identidade negra contra o monopólio cultural imposto historicamente pelo racismo da imprensa e dos meios de comunicação e educação burgueses – o que representa uma postura defensiva frente à atual segregação sistemática e muitas vezes sem uma perspectiva política de luta pela igualdade para os negros.
     
    Trotskismo e a questão negra 

    Diferente do MNU, nós não acreditamos que a população negra pode algum dia obter igualdade sob o capitalismo. Nós defendemos e participamos em todas as lutas parciais contra as opressões que podem obter conquistas dentro do atual sistema social. Tais ações podem gerar algumas conquistas imediatas para a população negra, e não diminuímos a importância destas. Porém, como já deixamos claro, encaramos que o racismo é uma opressão reproduzida pelo capitalismo brasileiro, o que impõe barreiras estruturais à emancipação dos negros sob tal modo de produção. Uma estratégia que se mantenha nos marcos do sistema, sem propor sua superação revolucionária, será incapaz de atingir a plena emancipação da população negra.

    Desde cedo os comunistas entenderam o peso que as opressões especiais possuem na luta revolucionária. As camadas superexploradas do proletariado, devido às suas condições materiais pauperizadas, são mais propensas à radicalização do que aqueles setores com melhores salários e condições de trabalho, principalmente em tempos de crise, quando são as mais afetadas. Assim, organizar tais setores é fundamental, pois os mesmos não raro cumprirão um papel de vanguarda, potencializando enormemente as lutas anticapitalistas. Como já dissemos, as opressões dividem a classe e, portanto, sem combatê-las no dia a dia os revolucionários dificilmente serão capazes de transformar teoria em prática e tornar possível a união dos trabalhadores num interesse comum de derrubar o capitalismo e estabelecer o seu poder de classe. Como Leon Trotsky comentou certa vez debatendo com dirigentes da seção norte-americana da Quarta Internacional, o SWP:
     
    “Nós devemos dizer aos elementos conscientes dos negros que eles estão convocados pelo desenvolvimento histórico para se tornar a vanguarda da classe trabalhadora. O que funciona como freio para as camadas mais elevadas? São os privilégios, a comodidade que as impedem de se tornarem revolucionárias. Isto não existe para os negros. O que pode transformar um determinado estrato social, e torná-lo mais imbuído de coragem e sacrifício? Encontra-se concentrado entre os negros. Se acontece de nós do SWP não estarmos aptos a encontrar o caminho para este estrato, então nós não somos capazes de nada. A Revolução Permanente e todo o resto seriam apenas uma mentira. (…) É uma questão vital para o partido. É uma questão importante. É uma questão que determina se o partido está para se transformar em uma seita ou se é capaz de encontrar seu caminho até a porção mais oprimida da classe trabalhadora.”
     
    Planos para a organização do negro, abril de 1939. Disponível em:
     
    Como podemos ver, a questão negra foi muito importante para o SWP, principal seção da Quarta Internacional até que esta foi destruída pelo revisionismo pablista [8]. Encaramos que a questão do negro tem um peso ainda maior na luta pelo socialismo no Brasil. Não é uma exclusividade do trotskismo, entretanto, buscar organizar os negros. Como dissemos, desde cedo os comunistas entenderam a importância de combater as opressões especiais e de buscar com afinco organizar os setores superexplorados do proletariado. O relato de James P. Cannon, veterano da Internacional Comunista, que rompeu em 1928 para se unir ao movimento pela Quarta Internacional nos Estados Unidos, deixa isso claro:
     
    “(…) Ainda antes da Primeira Guerra Mundial e da Revolução Russa, Lenin e os bolcheviques se distinguiam de todas as outras tendências no movimento socialista e operário internacional por sua preocupação com os problemas das nações e minorias nacionais oprimidas, e seu apoio positivo às lutas destas pela liberdade, a independência e o direito da autodeterminação. Os bolcheviques davam este apoio a toda a ‘gente sem igualdade de direitos’, de uma forma sincera e honesta, mas não havia nada ‘filantrópico’ nesta posição. Reconheciam também o grande potencial revolucionário na situação dos povos e nações oprimidos, e os viam como aliados importantes da classe operária internacional na luta revolucionária contra o capitalismo.”
     
    A Revolução Russa e o Movimento Negro Norte-americano, James P. Cannon, 1959. Disponível em:
     
    Os Bolcheviques buscaram passar essas lições adiante através da Terceira Internacional, e foi assim que a questão negra passou a ser considerada como um aspecto relevante da revolução dentro do movimento comunista. Em outro trecho do mesmo texto, Cannon comenta:
     
    “As principais discussões sobre a questão do negro ocorreram em Moscou, e a nova forma de ver a questão foi elaborada lá. Já no Segundo Congresso da Comintern (Internacional Comunista), em 1920, ‘Os Negros na América’ foi um ponto na ordem do dia e uma discussão preliminar sobre esta questão foi levada a cabo. As investigações históricas comprovarão decisivamente que a política do PC sobre a questão do negro recebeu seu primeiro impulso de Moscou, e também que todas as seguintes elaborações desta política, incluindo a adoção da palavra-de-ordem de ‘autodeterminação’ em 1928, vieram de Moscou.”
     
    “(…) Os comunistas norte-americanos dos primeiros anos, sob a influência e pressão dos russos na Comintern, estavam aprendendo lenta e dolorosamente a mudar sua atitude[de não ver na questão negra nada que merecesse uma atenção especial, para além do programa revolucionário do proletariado em geral]; a assimilar a nova teoria da questão negra como uma questão especial de gente duplamente explorada e posta na situação de cidadãos de segunda classe, o que requeria um programa de reivindicações especiais como parte do programa geral – e a começar a fazer algo sobre esta questão.”
     
    Idem (ênfase nossa).
     
    Como aponta a resolução A Questão Negra, aprovada no IV Congresso da Internacional Comunista em 1922 [9], os comunistas compreenderam a potencialidade revolucionária dos negros oprimidos dos Estados Unidos e a necessidade estratégica de organizá-los e prestar atenção às suas demandas específicas. Apesar disso, cometeram um erro teórico que só veio a ser corrigido pela vanguarda revolucionária décadas depois: considerar os negros dos EUA uma nação oprimida. Essa consideração teórica levou à defesa da emancipação negra como se fosse uma questão nacional, uma perspectiva que não se adequou às necessidades dos negros em luta e, mais tarde (1928), já no período stalinista, assumiu a forma de demanda pela autoderminação, que é o direito de formar um Estado negro independente em separado.

    Esse erro foi fruto da generalização para a realidade norte-americana da experiência das nações oprimidas pelo Império Czarista russo. Como o movimento socialista anterior ao surgimento do PC/EUA no geral não dava atenção à opressão racista enquanto uma questão que merecia atenção especial, a iniciativa em lidar com tal assunto partiu da liderança internacional localizada em Moscou, com pouca contribuição dos próprios militantes norte-americanos.

    O que a opressão racista aos negros tinha em comum com a opressão nacional era que, assim como todas as outras formas de opressões especiais, ela não podia ser reduzida puramente à questão de classe. Tanto os negros norte-americanos quanto as nacionalidades oprimidas pelo czarismo sofriam com desigualdades chauvinistas. O problema-chave, entretanto, é que estas formas de desigualdade possuem origens e dinâmicas bastante diferentes.

    Os diversos agrupamentos nacionais sob o czarismo, tais como os ucranianos e poloneses, foram oprimidos devido à sua incorporação forçada ao território russo, e à subsequente tentativa de assimilá-los forçosamente através da supressão de sua língua, cultura, etc. Daí o caráter nacional da sua luta, que é a luta contra a “russificação” forçada – para o que a demanda pelo direito de autodeterminação foi central. Mas os revolucionários defenderam o direito das nações oprimidas de realizarem sua escolha, sem necessariamente defender um ponto de vista pró-separação. E, ao mesmo tempo em que se opuseram à opressão nacional, também se se opuseram ao nacionalismo, entendendo-o enquanto uma ideologia burguesa e visando derrotá-lo na disputa pela liderança das lutas contra a opressão nacional.

    Já a opressão racista aos negros, por outro lado, parte do oposto da tentativa de assimilação forçada à sociedade. A opressão aos negros se assemelhava mais à opressão dos judeus sob o czarismo, que Lenin descreveu como uma “segregação forçada em guetos”, ou seja, a tentativa de segregar ao invés de assimilar à força. A luta contra as várias faces dessa forma mais específica de opressão significou, para a maioria da população negra, a adoção de demandas por plena igualdade, e não por separação nacional. Este é o motivo de, mesmo possuindo certa identidade própria comum devido à sua situação de “cidadãos de segunda classe”, os negros norte-americanos (e brasileiros) não se identificarem através de marcos de nacionalidade e não levantarem a demanda por um Estado separado. Conforme Cannon notou:
     
    “(…) A expansão da influência comunista [stalinista] dentro do movimento negro durante os anos 30 ocorreu apesar do fato de que uma das novas palavras-de-ordem impostas ao partido pela Comintern nunca pareceu adequar-se à situação real. Esta foi a palavra-de-ordem da ‘autodeterminação’, sobre a qual se fez o maior alvoroço e se escreveu o maior número de teses e resoluções, sendo inclusive apregoada como a palavra-de-ordem principal. A palavra-de-ordem da ‘autodeterminação’ teve pouca ou nenhuma aceitação na comunidade negra. Depois do colapso do movimento separatista dirigido por Garvey [10], a tendência dos negros foi principalmente em direção à integração racial, com igualdade de direitos.”
     
    Idem (ênfase nossa).
     
    No geral, o SWP manteve as análises teóricas da Internacional Comunista sobre a questão negra, porém se adaptou melhor às demandas concretas da população negra norte-americana, respondendo a elas com um programa revolucionário mais adequado. A posição da Quarta Internacional sobre a questão específica da autodeterminação foi certa vez definida por Trotsky como “a escolha é deles”. Ou seja, o partido deveria lutar pela igualdade de direitos e condições, combatendo a opressão e unindo os trabalhadores negros e brancos na luta pelo socialismo, e ao mesmo tempo estar disposto a apoiar a autodeterminação apenas se as lutas dos negros estivessem direcionadas a este objetivo, sem, entretanto, tornar essa uma palavra de ordem do partido, como um carro chefe de sua política para os negros:
     
    “Não proponho ao partido que advogue, não proponho introduzir, mas somente proclamar nossa obrigação de apoiar a luta pela autodeterminação se os negros a quiserem. Esta não é uma questão dos nossos camaradas negros. É uma questão de treze ou quatorze milhões de negros. A maioria deles é muito atrasada. Eles não estão muito esclarecidos quanto ao que querem agora, e devemos dar-lhes um crédito para o futuro. Eles decidirão.”
     
    Autodeterminação para os negros americanos, abril de 1939. Disponível em:
     
    Uma resolução aprovada pelo SWP alguns meses depois da contribuição de Trotsky acima citada reafirma essa posição:
     
    “O SWP, ainda que proclamando sua disposição em apoiar o direito de autodeterminação em toda sua extensão, não irá, ele mesmo, no presente estágio, levantar a demanda de um Estado negro como faz o Partido Comunista dos EUA. A defesa do direito à autodeterminação não significa propor a palavra de ordem de autodeterminação. Autodeterminação para os negros significa que os próprios negros devem determinar seu próprio futuro.”
     
    O Direito à Autodeterminação e o Negro nos Estados Unidos da América, C.L.R. James, 11 de julho de 1939. Resoluções da Convenção de Nova York do SWP. Ênfase nossa. Disponível (em inglês) em:
     
    No espírito das lições tomadas da Revolução Russa, a mesma convenção que aprovou tal resolução, aprovou também um documento que encara os negros como a vanguarda da revolução socialista nos EUA. Esse outro documento, também escrito por C.L.R. James, afirma que os negros “estão designados por todo o seu passado histórico a ser, sob a devida liderança, a verdadeira vanguarda da revolução proletária” (O SWP e o Trabalho Negro).

    Mesmo com a fraqueza teórica do SWP e da Quarta Internacional como um todo face à situação da população negra norte-americana, essas resoluções apontam em si um potencial para reconhecer tal fraqueza, ao declarar que a questão será decidida pelo próprio desenvolvimento do movimento negro, e sua capacidade de se ligar à dinâmica das lutas da classe trabalhadora, entendendo que a principal demanda dos negros era a de integração via igualdade de direitos e condições. Portanto, diferente do PC/EUA então já dominado pela degeneração stalinista, os trotskistas norte-americanos souberam lidar com a realidade com que se deparavam levando em conta sua complexidade, sem recorrer assim a dogmatismos.

    Mais tarde, na década de 1950, o desenvolvimento da luta pelos direitos civis nos Estados Unidos mostrou de maneira clara que a vontade dos negros norte-americanos, o seu objetivo no atual período histórico, é uma integração plena através da igualdade de direitos sociais e democráticos. Foi Richard Fraser (Kirk), um quadro do SWP, quem realizou à época diversos estudos sobre a condição dos negros nos EUA e concluiu que estes não poderiam ser considerados nas atuais condições uma nacionalidade oprimida.

    Os estudos de Fraser foram absorvidos pela então Tendência Revolucionária do SWP, que veio a dar origem à Liga Espartaquista (SL) após ter sido expulsa do partido em 1963. Essa expulsão foi resultado do seu acertado combate à adaptação deste partido à forças não-proletárias do movimento (pablismo), inclusive à liderança reformista do Movimento pelos Direitos Civis nos Estados Unidos. Citamos a seguir o documento fundamental da Tendência Revolucionária do SWP sobre a questão negra:
     
    “(…) Kirk interpretou a questão negra como uma questão racial que, sob condições de catástrofe histórica (por exemplo, a vitória do fascismo) poderia se transformar numa questão nacional. Portanto, ele concordava com o apoio à autodeterminação se ela se tornasse uma exigência na luta dos negros, mas ele assumia que isso só poderia surgir sob condições vastamente alteradas. (…)”
     
    “(…) Nós concordamos [com a posição de Kirk] ao notar a ausência entre a população negra daquelas qualidades que poderiam criar uma economia política separada, ainda que embrionária ou atrofiada. Essa ausência explica porque o impulso de massa pela liberdade do negro por mais de cem anos tem sido na direção de esmagar as barreiras para uma integração igualitária e plena. Mas integração em que tipo de estrutura social? Obviamente apenas em uma que possa sustentar essa integração. Essa é a contribuição recíproca poderosa da luta dos negros para a luta de classes em geral.”
     
    Por um Trotskismo Negro, documento interno da Tendência Revolucionária do SWP, julho de 1963. Disponível em:
     
    Daí vem o legado teórico que defendemos, desenvolvido posteriormente pela Liga Espartaquista, bem como os princípios programáticos dele derivados e que se aplicam à realidade brasileira pela forma equivalente que a questão negra assume em nosso país.
     
    LER-QI: os negros brasileiros são uma nação oprimida? [**]

    A Liga Estratégia Revolucionária – Quarta Internacional (LER-QI), seção brasileira da Fração Trotskista, é um dos grupos na esquerda que tem recentemente realizado esforços buscando compreender melhor e atuar sobre a questão negra no Brasil. Em um pequeno texto de maio de 2009, intitulado 121 anos depois da abolição, esse grupo afirma corretamente a necessidade de combater o capitalismo como única forma de atingir a completa emancipação dos negros no Brasil:
     
    “O combate ao racismo (…) só pode se dar num enfrentamento direto aos interesses das empresas, ou seja, dos capitalistas. (…) Por isso lutamos para que os trabalhadores tomem, defendam e lutem pelas demandas do povo negro, combatendo o racismo que se expressa na vida material da população negra, além de toda expressão ideológica reproduzida inclusive entre os próprios trabalhadores. (…) O povo negro está convocado a se colocar na linha de frente na luta pela emancipação do nosso povo, que não poderá se conciliar com projetos de humanização da burguesia e do capitalismo.”
     
    121 anos depois da abolição, de maio de 2009. Disponível em:
     
    Apesar de esta ser aparentemente uma perspectiva correta para a questão negra e sua relação com a luta de classes em geral, a posição da LER-QI contém um erro teórico e político grave. Em um artigo publicado em comemoração ao último Dia da Consciência Negra (22 de novembro), a LER-QI explica em maiores detalhes sua análise teórica. Em uma sessão final intitulada “Opressão nacional e revolução”, esta declara que os negros constituem uma nação oprimidadistinta do restante da população brasileira:
     
    “A luta contra a opressão nacional, ou melhor, a afirmação do povo negro enquanto tal, como norte da luta, está intimamente ligada à própria luta de classes, não é algo estático.”
    (…)
    “Em muitos aspectos, o Brasil está mais próximo da África do Sul do que dos Estados Unidos. A população brasileira é de maioria negra e a burguesia é uma casta branca. Hoje, ainda sob os efeitos, cada vez menores, de décadas de reação, grande parte da população negra não se reconhece enquanto tal.
     
    As origens da questão negra e seu papel em nossa revolução, de novembro de 2011. Ênfase nossa. Disponível em:
     
    Esta análise contém um profundo equívoco teórico. O mecanismo utilizado pela LER-QI para lidar com a ausência de uma identidade nacional na população negra é afirmar que apesar de supostamente serem uma nação, os negros não teriam consciência disso. Tal declaração é feita a partir da citação de um texto de Trotsky sobre a África do Sul e o direito das nacionalidades oprimidas à autodeterminação. Mas o caso da África do Sul, onde os negros eram uma nação oprimida por uma elite branca de origem semiestrangeira é bastante diferente do caso brasileiro.

    Para que haja consciência nacional, é necessário que uma população atravesse um processo subjetivo de construção identitária, produzido historicamente. Ela é, portanto, um fenômeno largamente subjetivo. A consciência nacional não uma “essência inata” que certos grupos com algumas características comuns “carregariam consigo” independente de terem consciência disso. Não basta enumerar características comuns a um grupo populacional (como por exemplo, o fato de os negros no Brasil serem “maioria, assim como na África do Sul”) para que se considere, por amálgama, que este grupo constitui uma nação distinta.

    Historicamente, a opressão nacional surgiu com base numa população cujo território independente foi subjugado pelo colonialismo de uma potência estrangeira, que passou a buscar assimilar forçosamente a nação oprimida. Este foi o caso dos negros na África do Sul, cuja independência foi suprimida pelo imperialismo europeu. Já a opressão histórica dos negros brasileiros, apesar destes comporem uma maioria da população, se deu de forma bastante diferente.

    As raízes históricas dos negros brasileiros são de diferentes povos, que por mais de cem anos foram trazidos, de forma dispersa, a este território por fluxos de transporte de escravos. A maioria da população negra não manteve relações diretas com as nações africanas onde alguns dos seus antepassados viveram. Os escravos trazidos para o território do atual Brasil, por sua vez, não se unificaram em termos identitários e menos ainda se concentraram em um território próprio posteriormente tomado por um Estado estrangeiro, ou seja, não foram vítimas de uma opressão de tipo nacional, mas de uma opressão distinta, associada com a forma com a qual se deu a escravidão.

    A atual segregação dos negros brasileiros está baseada no fato de que, após o fim das relações sociais escravistas, os negros foram empurrados aos setores mais explorados e com piores condições da população brasileira. A dinâmica dessa segregação, novamente, não gerou o surgimento de uma consciência nacional. A opressão com base na cor, herdada da escravidão, serviu como arcabouço para a exclusão dos negros de vários dos aspectos da vida social. Por isso, os negros brasileiros, que se concentraram em grande maioria no proletariado, constituíram não uma nação, mas uma casta racial mais explorada e oprimida dessa classe.

    Não à toa, a luta dos negros contra a sua forma de opressão tem se dado através de demandadas por igualdade e contra a sua exclusão de muitos aspectos da sociedade brasileira. Isso, por sua vez, também se refletiu na sua identidade e em suas aspirações políticas, que não foram centradas ao redor da luta por um Estado em separado. Nesse sentido, é muito significativo que o objetivo dos movimentos negros que obtiveram maior apoio de massas nos momentos de luta, como a FNB e o MNU, ou mesmo experiências como a impulsionada por Abdias do Nascimento, tenham tido um nítido caráter integracionista (ainda que a sua limitação ao reformismo impeça esse objetivo de ser alcançado).

    Tanto nos momentos de calmaria da luta de classes, assim como nas suas principais explosões, a saída buscada pelos negros brasileiros foi a luta pela integração, que acabou traída pelas direções reformistas e pela ausência de uma estratégia revolucionária. Essas lutas não foram permeadas por um auto-reconhecimento dos negros enquanto um povo, que é o que a LER-QI parece indicar que aconteceria.

    Os marxistas não ignoram que a consciência nacional pode surgir de outras formas não convencionais. Porém, isso exigiria uma transformação de proporções históricas na relação dos negros com o restante dos brasileiros, que levasse a uma situação de catástrofe histórica (tal qual a vitória do fascismo) e, consequentemente, de desespero ante as possibilidades de no futuro atingir plena igualdade.

    Em decorrência de seu erro teórico, a LER-QI formula um programa errado para a questão negra no Brasil. No artigo já citado, afirma-se que “A autodeterminação do povo negro, sob os métodos da luta de classes, será um dos golpes finais da dominação burguesa.”. Da mesma forma, no post de inauguração do blog do coletivo Juventude Às Ruas, impulsionado pela LER-QI, é defendida “a necessidade de intervir na Semana da Consciência Negra defendendo a autodeterminação do povo negro e o combate a repressão do Estado” (ênfase nossa).

    Como vimos, o programa da Quarta Internacional também apresentava uma análise incorreta da situação do negro nos EUA, reivindicando que estes eram uma nação. Porém, esta reconheceu que não fazia sentido levantar a demanda da autodeterminação se não surgisse uma consciência nacional na luta dos negros, e criticou o uso dessa demanda então feita de forma dogmática pelos stalinistas do PC/EUA. Dessa forma, a questão ficava em aberto para que o movimento negro mostrasse a sua natureza nas lutas. Os trotskistas encontrariam, então, a melhor forma de direcionar este movimento a favor das lutas gerais do proletariado e pela revolução socialista.

    Já a LER-QI, ao tomar como certo que os negros brasileiros seriam uma nação, tem levantado ativamente a demanda pela autodeterminação, ignorando que ela não corresponde ao sentimento de massa entre os negros nem à sua luta por integração, tornando-se algo artificial. No futuro, isto só poderá levar a uma incompreensão das necessidades de um dos setores mais oprimidos da população e, consequentemente, a uma confusão na hora de relacioná-las com as tarefas do proletariado na revolução, pois leva a um foco incorreto na luta pela plena integração dos negros à sociedade brasileira.

    Mas se faltam aos negros brasileiros todos os fatores históricos para que estes sejam considerados uma nação, o que leva a LER-QI a insistir que eles ainda assim constituem um “povo”? Um trecho do artigo já mencionado nos dá a pista:
     
    “Porém, apesar de importantes críticas à [ideologia da] democracia racial (…) todos os [seus] críticos se adaptam a [seu formulador, Gilberto] Freyre ao não considerarem a questão negra como uma opressão nacional. (…) O próprio Florestan Fernandes (…) não superou a visão segundo a qual o negro faz e sempre [fez] parte [da] ordem brasileira. Em parte essa afirmação é correta, o problema surge quando a unilateralização dessa visão subvaloriza a opressão nacional sofrida pelo povo negro, e atrela mecanicamente, no caso dos reformistas, os destinos do povo negro à melhora do sistema capitalista.”
     
    Idem.
     
    Parece-nos, por esse trecho e pelo artigo como um todo, que a LER-QI não vê alternativa entre considerar os negros uma nacionalidade oprimida e lutar por sua “autodeterminação” ou considera-los “parte da ordem brasileira” e cair no reformismo. De acordo com a LER-QI, considerar os negros como parte da mesma nação que o restante dos brasileiros tenderia necessariamente a cair na ideologia da “democracia racial” e no integracionismo reformista. Ou seja, os companheiros da LER-QI se pautam por uma lógicabinária e não enxergam a possibilidade da luta por um integracionismo que seja revolucionário, não tendo, assim, encontrado a resposta correta para a questão negra no Brasil.
     
    A luta pelo integracionismo revolucionário 

    Como explicamos, o fim do racismo no Brasil, a plena integração do negro à sociedade, não é possível sem o fim do capitalismo. Mas esta não é uma relação de mão única: a luta da população negra contra sua forma de opressão também contribuirá para fortalecer a luta de classes do proletariado em geral. Logo, é necessário combinar as demandas da população negra contra a opressão, principalmente seu setor majoritário que se encontra no proletariado, com as demandas objetivas do conjunto da classe trabalhadora e sua luta pelo socialismo. É disso que se trata o integracionismo revolucionário.

    É necessário que os revolucionários lutem dentro do movimento dos trabalhadores para que os sindicatos defendam os direitos dos negros. Isto não é importante apenas para as massas negras, mas particularmente para os próprios sindicatos e para a classe trabalhadora. A unidade de toda a classe não é simplesmente um princípio moral, mas uma necessidade prática para o movimento proletário.

    Mas na medida em que os sindicatos, sob as suas atuais lideranças burocráticas traidoras, falham em fazer isto (além de muito da opressão contra os negros não se restringir ao local de trabalho), também é necessário que os revolucionários construam organizações transitórias de luta contra o racismo. Para que os trabalhadores negros se sintam seguros para lutarem em tempos de calmaria, é necessário que a vanguarda revolucionária combata as opressões no dia a dia de sua atuação, e que levante demandas por igualdade de condições e direitos através de colaterais organizadas dentro do movimento operário e popular, assim como dentro de movimentos negros de massa, para dar conta de tal tarefa.

    Essas organizações transitórias, que chamamos de colaterais, são frentes politicamente subordinadas ao partido revolucionário e que lutam pelos direitos dos negros, sob um programa classista e transitório, aproximando o partido dos elementos mais avançados do proletariado negro que concordem com o programa da colateral. Essas colaterais, para serem capazes de mobilizar os trabalhadores negros, devem lutar pela igualdade não em sentido abstrato, mas nas reivindicações cotidianamente levantadas contra os patrões, governos e também contra burocracias sindicais, com o objetivo final de impor estas demandas através dos métodos de luta da classe trabalhadora.

    Elas devem ser organizadas dentro de cada empresa, fábrica, universidade e bairro onde o partido revolucionário possua atuação, para o que é necessário que a questão negra possua sempre papel de destaque na agitação cotidiana. Se não haverá fim do racismo no Brasil sem que haja socialismo, também não existirá revolução sem os trabalhadores e trabalhadoras negras, pois sem eles o partido estará restrito a uma minoria privilegiada da classe e não será capaz de cumprir sua tarefa histórica de organizar o proletariado para a tomada do poder.

    Um programa transitório para a questão negra é aquele capaz de ligar os problemas enfrentados hoje pelos negros com soluções de caráter profundo, que aja como uma ponte para uma perspectiva anticapitalista, de forma que as porções negras do proletariado atinjam durante as lutas a necessária consciência de classe sobre quais são os seus objetivos, para que rompam com as amarras do reformismo e de outras ideologias burguesas e, consequentemente, tomem parte na luta pelo fim do capitalismo.

    Nesse sentido, o programa de tais colaterais vai variar de acordo com o local de atuação e a conjuntura vigente, buscando dialogar com as demandas concretas da população negra e do proletariado e tendo por objetivo estratégico criar uma ponte entre estas e a luta pelo socialismo. Ainda assim, existem algumas demandas transitórias que podemos desde já destacar, tendo em vista a realidade dos grandes centros urbanos brasileiros e o caráter mais geral das mesmas, que lidam com alguns dos grandes problemas enfrentados pelos negros brasileiros.

    Conforme comentamos, a precarização imposta pela terceirização é uma das formas mais eficientes que a burguesia brasileira tem utilizado para aprofundar a exploração do proletariado, com destaque para sua fração negra e feminina. Assim, onde quer que haja trabalho terceirizado devemos exigir a efetivação sem barreiras de todos os terceirizados, com iguais direitos e salários dos demais funcionários. Através de uma medida como essa, milhões de negros se libertariam de péssimas condições salariais e de trabalho, para não falar da ausência de direitos trabalhistas. Pelo mesmo motivo, defendemos que os sindicatos dos trabalhadores efetivos defendam os direitos dos terceirizados em seus locais de trabalho.

    Demandas transitórias como essa interessam a toda classe trabalhadora, pois elevariam consideravelmente seus padrões de vida, e lidam com problemas muito fáceis de perceber no dia a dia. Porém, algumas delas beneficiariam especialmente os negros, ao anular em parte as suas condições de superexploração. Algumas outras medidas importantes para fazer avançar a emancipação dos negros brasileiros envolvem ainda questões relativas à moradia e transporte, já que muitos vivem nas periferias sem acesso a recursos básicos de infraestrutura.

    Para que possamos levar à frente lutas concretas por demandas realmente avançadas, é crucial que os revolucionários organizem e auxiliem a luta dos negros contra as forças policiais da burguesia. Por isso é absolutamente importante ensinar aos proletários, sobretudo aos negros, a não confiarem na polícia e nas outras forças repressoras do Estado, educando-os no caminho da autodefesa proletária sempre que surgirem condições favoráveis para resistir, seja pontualmente ou de forma generalizada. E isso vai da organização de comitês de autodefesa desde casos locais de ameaça racista até a organização em maior escala contra a violência policial. [11]

    O caminho até a verdadeira emancipação dos negros pode parecer árduo, mas não existe nenhuma saída mais fácil capaz de realmente dar conta dessa questão. É com essa convicção que lutamos para reconstruir o instrumento fundamental para revolução socialista – a Quarta Internacional. Os trabalhadores negros do Brasil vão identificar este partido como o seu próprio, e junto com seus outros irmãos trabalhadores, lutar através dele para conseguir de uma vez por todas a sua emancipação como raça e como classe social!
     
    NOTAS
     
    [*] Alguns levantamentos censitários, como os realizados pelo IBGE, apontam para um número muito reduzido de “pretos” na população brasileira. Isso ocorre porque estes trabalham com uma categoria intermediária, o “pardo”. Para efeitos de análise, optamos por considerar “pardos” e “pretos” como constituindo o negro brasileiro, uma vez que ambas as categorias sofrem forte segregação baseada em sua cor e não chegam a constituir grupos distintos no campo do reconhecimento ideológico.

    [**] [Nota inserida em março de 2015] Pouco depois de termos publicado esse texto , a LER-QI organizou discussões internas para reavaliar sua posição sobre a questão negra no Brasil. Não sabemos se nossa polêmica influiu de alguma forma, mas fato é que desde então houve uma clara mudança em sua linha pública sobre o assunto, que não mais trata os negros brasileiros como uma nação oprimida e se encontra hoje muito mais próxima do que defendemos aqui (ver Questão negra, marxismo e classe operária no Brasil, coletânea publicada pela LER-QI em 2013 como fruto de tais discussões). Cabe notar também que essa mudança não acompanhou uma autocrítica pública da posição anterior, o que teria sido o mais honesto a se fazer.

    [1] Dados divulgados pelo IPEA (Instituto de Pesquisa Econômica Aplicada) a partir de pesquisas realizadas pelo IBGE/Pnad entre 1993 e 2006. Disponíveis em:
     
    [2] Dados levantados pelo DIEESE, disponíveis em:
     
    [3] Escolaridade e Trabalho: desafios para a população negra nos mercados de trabalho metropolitanos. Revista Estudos e Pesquisas, Ano 3, nº 37 – novembro de 2007. Disponível para download em:
     
    [4] Metade dos negros que tiveram contato com a polícia já se sentiu descriminada, de maio de 2006. Disponível em:
     
    [5] Negro é vítima maior de crimes e polícia, de novembro de 2005. Disponível em:
    Quanto ao pequeno número de negros declarados que constam na pesquisa, ressaltamos a observação realizada na nota [*].
     
    [6] Senado aprova Estatuto da Igualdade Racial, mas retira cotas – Portal G1, junho de 2010. Disponível em:
     
    [7] Para um breve relato da história do MNU, conferir Nos 120 Anos da Abolição, 30 Anos de MNU (2008), disponível em:
     
    [8] Para saber mais sobre o SWP e o pablismo, a forma de revisionismo que acabou por destruir a Quarta Internacional, confira A Gênese do Pablismo, de 1972. Disponível em nosso blog.
     
    [9] Disponível em:
     
    [10] Movimento “Back to Africa” (De Volta Para a África), fundado por Marcus Garvey após a Primeira Guerra Mundial. Representou uma resposta defensiva à onda de supremacismo branco chefiada pela Ku Klux Klan que tomou lugar no pós-guerra, e defendia que a integração social era impossível e que a saída era os negros norte-americanos “voltarem” para a África, onde viveriam como uma nação.
     
    [11] Sugerimos ao leitor o pequeno artigo da Liga Espartaquista, Regional do UAW Organiza Autodefesa Negra e Operária (de abril de 1975), como um exemplo de auto-organização proletária e como uma amostra em pequena escala de seus potenciais. Disponível em nosso blog:

    Arquivo Histórico: Trotskistas Franceses Contra o Pablismo

    Documento dos Trotskistas Franceses

    Este documento foi escrito em outubro de 1953 pelos trotskistas franceses que compunham a maioria do Partido Comunista Internacionalista (PCI) em oposição a Michel Pablo. Posteriormente ele foi publicado em inglês no primeiro Boletim do Comitê Internacional, em 1954. A tradução para o português foi realizada pelo Reagrupamento Revolucionário em maio de 2012 a partir da versão disponível em marxists.org

    Os sucessivos estágios do revisionismo pablista

    1. Com o Terceiro Congresso Mundial, a Quarta Internacional entrou em uma crise que tem piorado constantemente e hoje ameaça a sua própria existência. A raiz dessa crise se encontra na penetração, dentro da liderança da Internacional, de uma ideologia alheia ao trotskismo: o pablismo revisionista e liquidacionista.

    2. As principais ideias teóricas do pablismo foram formuladas por Pablo como contribuições pessoais durante o curso da discussão sobre a zona intermediária [1] (1949-50). Desorientado pela transformação das relações de produção nos países da zona intermediária, atribuindo, além disso, a vitória da revolução na Iugoslávia e na China sob a liderança de partidos centristas de origem stalinista às próprias características do stalinismo, Pablo, usando os erros sectários dos trotskistas chineses como pretexto, iniciou uma revisão fundamental das nossas perspectivas históricas. No lugar da concepção de revolução proletária, ele colocou a de séculos de transição entre o capitalismo e o socialismo sob domínio burocrático; ele introduziu a ideia de que a ação militar-burocrática da burocracia stalinista é uma força histórica independente, capaz de tomar o lugar da ação das massas exploradas para completar as suas tarefas históricas; ele declarou que o stalinismo estava lutando objetivamente pela revolução proletária em países capitalistas e que na URSS e nos países da zona intermediária, ele só podia ser repreendido por causar um sofrimento que era historicamente desnecessário às massas; enquanto isso, a necessidade histórica da Quarta Internacional está no fato de que o stalinismo “definitivamente passou para o lado da ordem burguesa” nos países capitalistas (quer dizer, que a burocracia stalinista não luta nem conscientemente e nem “inconscientemente” pela revolução proletária, mas busca primariamente manter o status quo em todas as esferas), e vai levar os Estados operários em direção à ruína na URSS e na zona intermediária se não for derrubada pelas massas.

    3. Foi em “Para onde vamos?” que Pablo desenvolveu estas premissas teóricas até as suas conclusões finais e onde começa a estabelecer as conclusões políticas e táticas para elas. A ação revolucionária das massas exploradas desde então são, para ele, nada mais do que uma força suplementar a ser adicionada às forças militares e técnicas da burocracia stalinista, cuja natureza e função histórica mudaram drasticamente; a História para Pablo não é mais uma de luta entre classes, mas uma de luta entre blocos, entre o regime capitalista e o mundo stalinista. Ele nega que o caráter do período separando-nos da guerra (considerada por ele como iminente) é um período histórico distinto envolvendo tarefas específicas para os trotskistas e, sob a designação de “guerra-revolução”, ele identifica uma guerra conduzida pela burocracia do Kremlin com a revolução proletária; ele substitui a perspectiva trotskista do derrubamento revolucionário da burocracia pela ideia de que a burocracia vai cumprir o papel de liderança “objetiva” da revolução, e de que a burocracia vai ter um desaparecimento gradual e subsequente com o desenvolvimento das forças produtivas. Dentro de tal perspectiva, a Quarta Internacional perde toda a sua necessidade histórica, e mesmo todo o seu significado.

    4. Graças à tática de manipulação burocrática, acompanhada por uma inteligente camuflagem, Pablo conseguiu introduzir suas ideias básicas de uma forma levemente velada nas teses da Nona Plenária do Comitê Executivo Internacional (subsequentemente adotadas pelo Terceiro Congresso Mundial) e assim atingiu um caráter eclético e contraditório. Reforçado pela maioria que então possuía, ele foi capaz de desenvolver, na Décima Plenária do CEI, as conclusões táticas da sua orientação liquidacionista. Ele previu que a política da burocracia do Kremlin e a dos partidos stalinistas iriam girar crescentemente à esquerda, enquanto as massas iriam se colar a eles; a partir disso ele deduziu uma tática de entrismo nos partidos stalinistas com capitulação política dos trotskistas, entrismo “sui generis”: estas ideias e esta tática liquidacionista foram depois estendidas aos partidos reformistas e para todas as organizações de massa sob liderança pequeno-burguesa (o MNR boliviano, o movimento peronista na Argentina, o movimento de Ibáñez no Chile, etc.).

    5.Entretanto, os eventos trouxeram refutação atrás de refutação para as previsões pablistas. Depois do 19º Congresso do PC da URSS, os partidos stalinistas ao redor do mundo orientaram suas políticas, não rumo à esquerda como Pablo havia previsto, mas rumo à direita. Com a política da Frente Única Nacional, a atual posição dos partidos stalinistas como o PC francês e o PC italiano está muito mais à direita do que em qualquer outro momento no passado. O levante revolucionário das massas, do qual a greve geral de agosto de 1953 na França é a mais alarmante manifestação até agora, elevou, sob estas condições, a crise do stalinismo a um nível superior, colocando os militantes comunistas em conflito direto com seus líderes, enquanto pela primeira vez na história, a radicalização das massas na França não está passando através das organizações stalinistas, que continuam perdendo seus membros. O papel decisivo do partido revolucionário independente, enquanto um polo para atrair e organizar os militantes comunistas que entram em conflito com a liderança stalinista, surge então de forma avassaladora.

    De forma igualmente avassaladora, parece que o levante revolucionário nos países capitalistas, longe de provocar a irrupção de uma “guerra suicida” pelo imperialismo, serve para atrasar o lançamento efetivo de guerra.

    Finalmente, a burocracia do Kremlin, situada num beco sem saída entre o imperialismo que marcha rumo a uma guerra contrarrevolucionária e a pressão das massas proletárias, que foram estimuladas pelo progresso da economia soviética e o levante revolucionário mundial, e vendo o equilíbrio de classes em escala mundial se quebrando, equilíbrio do qual ela nasceu e sob o qual se baseia o seu poder na URSS, entrou em um estado de agonia convulsiva que está se dividindo em tendências opostas; na verdade, contrariamente às declarações de Pablo, a burocracia é incapaz como um todo de se basear nas massas contra o imperialismo e contra as tendências restauracionistas potenciais na URSS (a orientação de Beria [2]); e ela é não menos incapaz como um todode se basear nas tendências potencialmente restauracionistas contra as massas (orientação de Malenkov-Khruschev). Acima de tudo, ela está mais preparada do que nunca para sacrificar os interesses das massas em países como a França e a Itália, por exemplo, como um preço por concessões limitadas da burguesia na política externa.

    6. Diante de tal fracasso completo em suas previsões, Pablo começou uma operação em larga escala de camuflagem e oscilação política, abandonando algumas das suas posições fundamentais e recuando deliberadamente para poder melhor manter o seu elemento básico: liquidação da independência política do trotskismo com relação à burocracia do Kremlin e aos aparatos burocráticos em geral.

    “Condições objetivas” ontem impuseram Estados operários deformados por séculos. Hoje, Pablo declara que nada deve interferir no futuro próximo para o estabelecimento da mais aberta democracia proletária. A guerra era iminente no Terceiro Congresso Mundial e o levante revolucionário só poderia impelir o imperialismo a uma “guerra suicida”. Hoje Pablo tem a audácia de escrever que a guerra “agora” se tornou “possível a qualquer momento” (mas ela já não era ontem?), seja imediatamente ou em “alguns anos”; que o levante revolucionário está atrasando a guerra e pode até impedi-la! E ele conclui friamente disso que “nossa tática” (desenvolvida pelo Terceiro Congresso Mundial e na Décima Plenária do CEI) “permanece (!) válida”.

    Enquanto Pablo se recusa, como exigiu especialmente a maioria da seção francesa, a incluir entre os slogans do Terceiro Congresso Mundial o tradicional slogan trotskista pela derrubada de Stalin, hoje ele corretamente declara que a luta para aproximar a derrubada da burocracia é uma das tarefas básicas da Internacional e fala com lágrimas na voz de “nossos irmãos soviéticos”, um assunto que era tabu há dois anos. Ontem a vitória de Mao Tse-Tung “não era exatamente uma vitória do stalinismo”; hoje Pablo corretamente indica o que a maioria do PCI tem ressaltado por três anos, que foi apenas o rompimento do Partido Comunista Chinês com o Kremlin que permitiu a vitória da revolução chinesa.

    7. Ao mesmo tempo, Pablo está reafirmando e desenvolvendo a sua orientação liquidacionista: insistência sobre um processo revolucionário objetivo que é automático e irresistível, e que subordina os aparatos burocráticos reformistas e stalinistas, alterando a sua natureza e função diante dos nossos olhos e que os transformaria cada vez mais em instrumento das vontades revolucionárias das massas. A análise de Pablo ganha corda ao considerar o problema da liderança revolucionária como “objetivamente resolvido”, e ignora o desenvolvimento desigual da revolução nos países atrasados e nos países avançados, enquanto é precisamente o atraso da revolução proletária nos países avançados que sublinha a importância, historicamente mais decisiva hoje do que nunca antes, do fator consciente para a vitória da revolução.

    Pablo ignora a pressão exercida pelo imperialismo sobre a burocracia do Kremlin e, acima de tudo, ignora o fato de que a pressão exercida pelas massas soviéticas, longe de transformar o papel da burocracia e compeli-la a entrar em um curso irreversível de fazer concessões cada vez maiores às massas, está, ao contrário, fortalecendo a sua vigilância contrarrevolucionária e a sua autoproteção. Ele prevê, contrariamente à evidência e alheio a princípios, uma codireção do movimento revolucionário mundial entre o Kremlin e as massas durante toda a época de transição. Ele não compreende que a política do Kremlin continuará a oscilar até o fim, até o seu desaparecimento, e põe o mesmo rótulo sobre a orientação de Beria, durante a qual a oligarquia dominante tentou encontrar apoio entre as massas contra forças restauracionistas e o imperialismo, e também a orientação Khruschev-Malenkov, no qual a oligarquia dominante está buscando apoio nas forças restauracionistas contra as massas.

    Para Pablo, a missão histórica da Quarta Internacional perdeu todo o seu significado. O “processo revolucionário objetivo”, sob a guisa do Kremlin, aliado às massas, está tomando suficientemente bem o seu lugar. É por isso que ele está impiedosamente se inclinando para liquidar as forças trotskistas, sob o pretexto de integrá-las ao “movimento de massas tal qual ele existe”.

    A salvação da Quarta Internacional exige imperativamente a imediata expulsão da liderança liquidacionista. Uma discussão democrática deve ser realizada com todo o movimento trotskista ao redor do mundo sobre todos os problemas que foram deixados suspensos, obscurecidos ou falsificados pela liderança pablista durante três anos. Dentro desta perspectiva, será indispensável para a saúde da Internacional que a maior autocrítica seja levada adiante em todas as fases e todas as causas do desenvolvimento da gangrena pablista.

    NOTAS DA TRADUÇÃO

    [1] Países da Europa Oriental ocupados por tropas da União Soviética durante a Segunda Guerra Mundial e compreendidos entre esta e os países imperialistas.

    [2] Lavrentiy Beria (1899-1953) foi um oficial da polícia secreta stalinista NKVD e político soviético. Bastante próximo a Stalin, disputou brevemente o poder após a morte deste em 1953, buscando obter a preferência das massas. Foi derrotado pela fração da burocracia liderada por Kruschev, preso e condenado à morte.

    DELANO – ¿TRIUNFO O DERROTA?

    DELANO –

    ¿TRIUNFO O DERROTA?

    Publicado en ESPARTACO Vol. 1 No. 1, por la Spartacist League de los EE.UU. en octubre de 1966.

    “Cuando una huelga entra en la etapa del boycot, está perdida”, dijo el asesinado unionista Dow Wilson (de la unión de Pintores) comentando acerca de la huelga en Delano.

    Desgraciadamente esto es generalmente cierto. Un boycot no va a ocasionar serios daños financieros a DiGiorgio. Pero existe otro camino, con más posibilidades de éxito que el del boycot. Este consiste en difundir la huelga; clausurar las numerosas plantas de DiGiorgio y S&W que continúan operando, además de las bodegas, plantas de conservas, destilerías y aún un aserradero. El hacerlo no es fácil, pero el clausurar siquiera la mitad dela producción total de DiGiorgio por dos semanas le causaría más daño a la corporación que dos años de boicot al consumo de sus productos.

    Obtener un contrato escrito de DiGiorgio significaría unionizar [sindicalizar] uno de los pocos talleres “abiertos” existentes en los EE.UU. La mayoría de las otras grandes industrias han aceptado uniones [sindicatos] desde hace 30 años y han “aprendido” a vivir con ellas, además de subyugarlas en muchos casos. ¿Por qué, entonces, la resistencia de DiGiorgio y otros agricultores?

    Aunque los costos laborales forman un pequeño porcentaje en los precios de los comestibles, la factura de los salarios es bastante grande en la industria total. Y una vez sólidamente organizados, los trabajadores agrícolas pedirían pronto artículos no comprendidos en su sueldo y que otros trabajadores reciben. Esto incluye seguro social, pólizas de seguro en caso de cesantía, primas de accidente, etc. Además, ganancias secundarias en renta de barriales y en contratación laboral serían eliminadas.

    Pero la verdadera razón de la resistencia de los agricultores es política: la unión de los trabajadores agrícolas es una amenaza a muchos de sus intereses políticos en la región. Por ejemplo, en Delano se han visto obligados a hacer uso de la brutalidad policial para enfrentar y provocar directamente a la organización de los trabajadores agrícolas. Temen también la pérdida de los privilegios obtenidos a través de Sacramento y Washington tras robar a la clase obrera en la región. Estos privilegios excluyen, naturalmente, leyes que protegen al trabajador.

    Otro factor que ha impedido el desarrollo de una unión de trabajadores agrícolas es el “pacto de caballeros” entre el liderato burocrático de las uniones de los trabajadores industriales y de las organizaciones de los agricultores. Ventajas para los trabajadores industriales han sido arregladas por los representantes agrícolas con la condición de que las uniones industriales sólo aparenten ayudar a los trabajadores agrícolas en su organización. La burocracia de las uniones industriales, entre ellas la de la unión de Camioneros, se ha limitado a aparentemente “defender” los sueldos de sus miembros en las plantas de conservas debido a la huelga de los trabajadores agrícolas. Un oficial de dicha unión se quejó: “Nadie autorizó a César Chávez para que organice a los trabajadores agrícolas.” Nadie, sino unos cuantos miles de trabajadores explotados.

    Esto nos lleva a una importante conclusión: la Asociación de Trabajadores Campesinos [ATC] no pudo haberse creado excepto fuera de las existentes tradeuniones [sindicatos], pero asimismo no puede sobrevivir sin su apoyo material y el de la clase obrera en general. A Chávez esto no parece interesarle, pues prefiere apoyarse en sectores de la población que tienen intereses no paralelos a los de los trabajadores agrícolas. El oportunismo, sin duda alguna, parece augurar malos momentos para los trabajadores de Delano y otras regiones de California.

    Consideremos, por ejemplo, la marcha a Sacramento. Parte básica de la política expresada durante la marcha consistió en asegurar que la marcha no era de protesta sino de “penitencia por los pecados cometidos por los huelguistas.” Los que repetían esta pía estupidez, sin considerar los pecados cometidos en contra de los huelguistas, buscaban congraciarse con sectores de la clase media en vez de dirigirse a los trabajadores.

    Los boycots han sido otro ejemplo de esta política insegura y hueca: boicots del movimiento obrero son raros y, si victoriosos, desconocidos. Esta táctica tiene posibilidades si es que la firma y sus productos trafican en un mercado limitado en donde la clase obrera tiene influencia. Pero el fracaso es usual debido a que se castiga a la etapa de la distribución, en donde la influencia obrera es débil, en vez de la de la producción, en donde el poder obrero está concentrado.

    Aunque circula la idea de que fue primordialmente el boicot lo que obligó a la Schenley a firmar el contrato con la ATC, no han aparecido datos, como figuras de ventas, que lo prueben. Es más, la Schenley no es una corporación agrícola típica de California, sino única. Su principal negocio es destilar y distribuir licor. Opera 26 destilerías en el medioeste. Por lo tanto, las destilerías y viñas que posee en California son sólo una pequeña porción de sus operaciones. Así, no le sería beneficioso el luchar largo por mantener su taller abierto en el negocio agrícola de California.

    Pero con los otros agricultores la situación es la contraria. El confiar que solamente un boicot contra DiGiorgio va a resultar en otro contrato es vivir en sueños. Sueños que sólo preludian derrota.

    Los agricultores, usando esquiroles, han recogido parte de la cosecha y la han enviado por camiones, trenes y barcos a las plantas de conservas, destilerías y bodegas. Esto ha sucedido aún bajo la vigorosa resistencia y piqueteo de los huelguistas.

    La estrategia adecuada en la presente situación sería la de extender la huelga a la etapa de procesamiento o producción industrial. Las dificultades son numerosas: problemas legales y desavenencias en las tradeuniones son lo primero. Pero los obstáculos no son insuperables.

    Una condición para la victoria seria la existencia de militantes socialistas en ciertas tradeuniones claves. Pero la creación de semejantes núcleos implica un elemento de consciencia clasista en la clase obrera. Esta consciencia obrera es negada repetidamente por los oportunistas de la “New Left” [“Nueva Izquierda”].

    Para dar un ejemplo específico de lo que un pequeño grupo (sin ser socialista) puede hacer en una unión clave, recordemos la actuación de un grupo de militantes dentro de la local de Camioneros en San Francisco. Trabajadores de la Unión Tipográfica Internacional piqueteaban las plantas que seguían operando con esquiroles durante un paro. Un grupo de camioneros sintió que la presencia de esquiroles en su ciudad era perniciosa para todos los trabajadores y llevaron su protesta a su local y a otras uniones. Después de algunos meses contaban con muchos compañeros en la local y aún con miembros de otras dos uniones, la de los Longshoremen y los Sailors [Estibadores e Marineros].

    Una mañana, al ir al trabajo, los esquiroles se enfrentaron con 500 trabajadores rodeando la fábrica decididos a enseñarles una lección acerca de los peligros de esquirolear. Y lo hicieron. Uno de los esquiroles fue depositado, en calzoncillos, en un tren con rumbo desconocido.

    El alcalde Jack Shelley decidió no arriesgar enemistad con los trabajadores de la ciudad (y sus votos) saliendo a la defensa de los esquiroles. Por eso la policía no actuó contra los trabajadores.

    De haber los trabajadores procedido en forma pacífica (como en huelgas sentadas) la policía los hubiese arrestado y anulado la acción con multas y otros impedimentos legales. Esto fue lo que pasó con el movimiento “sentado” (sit-ins) en San Francisco.

    Tal vez DiGiorgio considere firmar con la ATC si es que ésta consigue clausurar la planta de conservas de la S&W (bajo contrato de los camioneros) en Redwood, la bodega de la S&W en San Francisco (bajo contrato de la ILWU) y otros negocios más de DiGiorgio.

    Si es que la actual falta de solidaridad obrera no permite este plan de acción, es dudoso que la presente huelga obligue a los más grandes agricultores a firmar contratos.

    La presencia o ausencia de fuertes núcleos socialistas en muchas de las uniones tiene bastante que ver con la victoria o la derrota en la presente lucha. Y extendiendo esto, en todas las luchas obreras de California. Solamente tales núcleos permiten una perspectiva de cambio social en nuestra sociedad. Con movimientos de “masas” no se puede hacer mucho a menos que entendamos qué clases forman estos movimientos.

    La diferencia entre estas dos tácticas ilustra una vez más en práctica la bancarrota de la “Nueva Izquierda” o “New Left” en contraste a la verdadera acción revolucionaria. En vez de referirnos a términos vagos como “los pobres”, “la comunidad” o “el público” debemos de ver donde hay serias posibilidades de cambio social: la clase obrera.

    En vez de referirse a la clase obrera, la única clase que es capaz de ofrecer reales posibilidades de cambio social, los “nuevos izquierdistas” se dirigen a segmentos de la población que no existen sino en sus mentes. Por eso hablan acerca de “los pobres”, “la comunidad” o “el público”, términos por demás vagos. Los nuevos oportunistas siempre se oponen a la lucha clasista y traicionan a la clase obrera que muchas veces se encuentra incluida en “las masas” que dirigen los oportunistas.

    Arquivo Histórico: Morenismo

    Gostaríamos de chamar a atenção de nossos leitores para atualizações em nosso Arquivo Histórico em Espanhol. Destacamos a publicação de documentos, produzidos pela então revolucionária Liga Espartaquista nos anos 70 e início dos anos 80, combatendo as posições políticas de Nahuel Moreno e de seus seguidores. Devido à difusão das ideias revisionistas de Moreno no Brasil através de grupos como o PSTU, CST (PSOL) e MR, estes artigos são de grande interesse para aqueles que desejam analisar de forma crítica o legado da corrente morenista. Dificuldades com o idioma espanhol podem ser resolvidas com a ajuda de um tradutor eletrônico. Essa lista de artigos será expandida conforme adicionarmos mais documentos sobre o tema na seção de documentos históricos.

    Guevarismo vs. socialdemocracia en el S.U. (1973) / La lucha contra el peronismo (1973) / El PST atrapado con las manos en la masa (1974) / El SWP “traduce” a Coral (1975) / Carta a la Liga Comunista de España (1975) / Estallido de la minoría del Secretariado Unificado (1976) / Empate mexicano (1976) / ¡EE.UU. fuera de Panamá ahora! (1978) / La revolución en Nicaragua y la izquierda (1979) / OCI/Moreno: Nicaragua ocasiona um noviazgo de conveniencia (1979) / La careta de izquierda de Moreno (1979) / Bloques podridos hacen añicos al Secretariado Unificado (1979) / Irán: La historia se venga (Introducción) (1979-80) / Hijo de Perón cohabita con hijo de Miterrand (1980) / Morenistas llaman por contrarrevolución en la URSS (1980) / El espectro del trotskismo en Nicaragua (1981) / Hijo de Perón abandona a hijo de Miterrand (1982).

    Stalinismo e a política do “Terceiro Período”

    A Fantasia Stalinista do MLP (EUA)
    O Mito do “Terceiro Período”

    Este artigo foi originalmente publicado em 1917 No. 3 (1987) pela Tendência Bolchevique Internacional.

    No verão anterior às eleições de 1984 [nos Estados Unidos] que levaram Ronald Reagan à Casa Branca para o seu segundo mandato, Michael Harrington e Irving Howe, dois proeminentes socialdemocratas norte-americanos, comentaram na Revista New York Times que “hoje em dia, praticamente todo mundo na esquerda concorda que o Partido Democrata, com todos os seus problemas, deve ser a nossa principal arena política.” Eles exageraram – mas não muito. 

    A maioria das organizações que se reivindicam revolucionárias nos Estados Unidos hoje estão de fato se orientando para os Democratas. Alguns, como o Workers World Party [1], abertamente se jogam na “Coalizão Arco-íris” do enganador Jesse Jackson. Os ex-trotskistas da Liga Espartaquista, por outro lado, respondem à atração gravitacional dos Democratas de forma mais incomum – com, por exemplo, uma oferta ridícula para “proteger” a convenção de 1984 do Partido Democrata em São Francisco contra o perigo imaginário alucinante de um ataque Nazista/Republicano.

    O ex-maoísta Partido Marxista-Leninista (MLP), é uma das poucas exceções a esta tendência à direita. O MLP foi fundado há 18 anos como a filial norte-americana da seita reformista de Hardial Bains, o nacionalista Partido Comunista do Canadá (Marxista-Leninista) [CPC-ML]. O MLP acompanhou o CPC-ML para longe da legião de apoiadores de Mao Tsé-Tung em meados dos anos 1970, mas logo entrou em conflito com Bains e deu um giro à esquerda. Em uma tentativa de entender as origens do revisionismo no campo maoísta e ex-maoísta desde a sua origem, o MLP iniciou um estudo crítico da história do movimento comunista internacional. Até agora ele rastreou as raízes da degeneração até 1935, quando o Sétimo Congresso da Internacional Comunista (Comintern) proclamou que dali em diante o dever da vanguarda da classe trabalhadora era entrar em coalizões (ou “frentes populares”) com suas próprias burguesias para conter o perigo do fascismo.

    A Crítica do MLP à Frente Popular

    A edição de 1º de outubro de 1986 da revista teórica do MLP (o Workers Advocate Supplement) contém uma crítica contundente dos resultados da estratégia de frente popular na Espanha durante a guerra civil nos anos 1930. O texto argumenta que a orientação do Partido Comunista Espanhol (PCE) e da Comintern era “terrivelmente errada” e critica especificamente a supressão dos anarquistas e do POUM (Partido Operário da Unificação Marxista – cujos líderes incluíam alguns ex-trotskistas) como parte de uma “campanha de violência – apoiada com medidas policiais – contra qualquer coisa que se aproximasse do espírito da luta de classes e do socialismo ou que criticasse os liberais capitalistas ou a República”. O artigo conclui que:

    “Onde quer que as massas estivessem em luta contra a reação, o legado espanhol era desenterrado para justificar a capitulação diante dos capitalistas liberais em nome de uma ‘unidade ampla’, enquanto se combatia o ‘grande perigo’ das ideias supostamente ‘ultraesquerdistas’ sobre a independência política da classe trabalhadora, a luta de classes, a revolução proletária e o socialismo.”

    Isto é algo bastante sério vindo de uma organização com um legado stalinista. E não é simplesmente uma questão de artigos teóricos em um debate escrito. O impulso à esquerda do MLP está refletido nas suas atuais posições em questões internacionais, da Nicarágua (onde ele é crítico das tentativas dos sandinistas de se ajustarem à burguesia) até a África do Sul. Mas enquanto o MLP exibe uma atração subjetiva à orientação de classe-contra-classe da Comintern dirigida por Lenin, o movimento à esquerda do MLP é parcial, confuso e contraditório.

    O MLP e o Espectro do Trotskismo

    O rompimento do MLP com a política da frente popular é falho pela sua timidez em confrontar o legado do trotskismo. Para parafrasear Marx, o resíduo da herança stalinista assombra como um fantasma a mente do departamento político do MLP. Mesmo nessas questões históricas onde ele foi mais longe, por exemplo, na Guerra Civil Espanhola, ele está, na melhor das hipóteses, apenas redescobrindo posições que foram defendidas de forma mais clara e menos ambígua cinquenta anos antes por Leon Trotsky e a Oposição de Esquerda. (Membros céticos do MLP podem facilmente verificar isto eles próprios ao dar uma lida em qualquer dos grandes escritos de Trotsky sobre a Espanha, como por exemplo, o seu ensaio de dezembro de 1937, “As Lições da Espanha: O Último Aviso”). O reflexo anti-trotskista intrínseco do MLP é um obstáculo para que ele realize uma investigação materialista séria sobre as origens do revisionismo no movimento comunista. A sua crítica ao Sétimo Congresso [da Comintern] é permeada de idealismo. Políticas corretas se tornam incorretas como resultado de um “pensamento mecânico”:

    “O Sétimo Congresso… simplesmente culpou o esquerdismo e o sectarismo para justificar o abandono dos princípios leninistas fundamentais que foram defendidos no período do Sexto Congresso. Ele não corrigiu nenhuma rigidez, apenas deu um giro à direita – de fato, ele levou o pensamento mecânico mais além e solidificou-o com visões de direita.”
    —    “Entre o Sexto e o Sétimo Congressos”, Workers Advocate Supplement, 15 de julho de 1986.

    Isto não explica nada. Até Mao Tsé-Tung sabia que “ideias corretas [e incorretas, pode-se acrescentar] não caem do céu”. A adoção da linha de frente popular em 1935 não foi mais do que o resultado de uma aplicação “rígida” das mesmas ideias que fazem com que muitos na esquerda norte-americana rastejem diante dos Democratas, devido a uma incapacidade de compreender Lenin.

    O giro do Sétimo Congresso, ao qual o MLP investe tanto significado, foi um evento de importância primariamente simbólica. Significativamente, ele já tinha sido assinalado um ano antes pela entrada da União Soviética na Liga das Nações em busca de aliados “pacifistas” contra Hitler. Em maio de 1935, dois meses antes da abertura do Congresso, Stalin tinha negociado o infame “Pacto Laval” com o imperialismo francês como uma barreira contra a insurgente Alemanha. O comunicado final do acordo anunciou: “O Sr. Stalin entende e aprova inteiramente a política de defesa nacional exercida pela França com o objetivo de manter o seu poder bélico no nível de segurança”. Quando o Sétimo Congresso se reuniu, a sua tarefa foi ratificar o repúdio ao leninismo sob o argumento de um “anti-fascismo” que ultrapassava as divisões de classe.

    Dimitrov falou sobre as implicações do giro no seu discurso de encerramento ao Congresso: “Mesmo alguns dos grandes Estados capitalistas, com medo de perder com uma redivisão do mundo, estão, no presente momento, interessados em evitar a guerra”. A frente popular tinha o objetivo de forjar um bloco com aqueles “pacíficos” ladrões imperialistas que estavam satisfeitos com a divisão do mundo que foi definida em Versalhes em 1919.

    “O que havia de novo em 1934 e 1935 era o reconhecimento de que a defesa da URSS poderia ser garantida através do apoio, não de partidos comunistas estrangeiros, fracos demais para derrubar, ou mesmo complicar seriamente os governos nacionais, mas com a ajuda de governos dos países capitalistas expostos à mesma ameaça externa que a URSS, e que o melhor serviço que aqueles partidos podiam prestar seria encorajar os governos a prover este apoio.”
    —    E. H. Carr, O Crepúsculo da Internacional Comunista 1930-1935

    A frente popular foi ditada não pelas exigências do proletariado internacional, mas com o propósito de salvaguardar o “socialismo em um só país”. Quando os socialdemocratas votaram a favor dos créditos de guerra em agosto de 1914 [no início da Primeira Guerra Mundial], isto significou que eles colocavam a preservação das suas organizações acima da solidariedade internacional da classe trabalhadora. De modo similar, o “socialismo em um só país” contrapôs a vitória parcial conseguida na Rússia aos interesses da revolução internacional. Em ambos os casos a defesa de avanços limitados conseguidos pelos trabalhadores, dos quais os respectivos burocratas tiravam os seus privilégios, ficou à frente dos objetivos gerais do movimento.

    O Sétimo Congresso não foi o começo dos desvios políticos da Comintern para longe do leninismo, mas a conclusão de um processo que estava em curso por cerca de doze anos. Entre o Quinto e o Sexto congressos, a liderança “pragmática” de Stalin já havia tentado diversos experimentos desastrosos de colaboração de classes. O Sétimo Congresso marcou a transformação formal da Comintern em uma agência reformista que não era qualitativamente diferente da socialdemocracia. Em agosto de 1935, mesmo antes de os delegados terem completado suas deliberações, Trotsky comentou: “Mesmo se todos os participantes hoje negarem o fato, eles estão todos… comprometidos, na prática, com a liquidação do programa, princípios e métodos táticos estabelecidos por Lenin, e estão preparando a completa abolição da Comintern como uma organização independente.” (“O Congresso de Liquidação da Comintern”).

    Oito anos depois, Stalin dissolveu a Comintern num gesto de boa fé para com os seus aliados imperialistas “democráticos”. Quem precisava de uma internacional proletária em uma época de coexistência pacífica entre as classes? A declaração de 22 de maio de 1943 que anunciou a dissolução declarou que: “Nos países da coalizão anti-hitlerista, o dever sagrado das mais amplas massas do povo, e em primeiro lugar dos trabalhadores, consiste em ajudar por todos os meios os esforços militares dos governos desses países…”. A política da frente popular em tempos de paz inevitavelmente se transfigura em socialpatriotismo quando a guerra irrompe. Nós nos perguntamos como o MLP se posiciona na Segunda Guerra Mundial: com o apelo por “unidade nacional” e nada de greves, feito por Stalin, Browder e os socialdemocratas, ou com o derrotismo revolucionário (e defesa da União Soviética) de Trotsky e da Quarta Internacional?

    As Raízes da Frente Popular: “Socialismo em um só País”

    Para entender a degeneração da Internacional Comunista é necessário entender a degeneração da revolução que lhe deu vida. O fracasso da onda revolucionária que se seguiu à Primeira Guerra Mundial em levar os trabalhadores ao poder em qualquer lugar fora da URSS, a exaustão da população soviética após sete anos de guerra e um colapso virtual da economia tinham, em 1921, exigido um recuo temporário da liderança Bolchevique. Esta política, conhecida como Nova Política Econômica (NEP), envolvia centralmente fazer concessões a forças de mercado para reviver a produção e prevenir a fome em massa.

    A NEP foi bem sucedida, mas ao fazer isso ela criou uma camada privilegiada de pequenos capitalistas no campo e nas cidades (kulaks e nepmen). Estes elementos constituíram uma base social conservadora para o rápido desenvolvimento de uma camada administrativa/burocrática dentro do próprio Partido Bolchevique. O fracasso dos Comunistas alemães em explorar uma situação potencialmente revolucionária em 1923 tornou aparente que a Revolução Russa iria permanecer isolada por algum tempo. Isto também consolidou a posição ascendente da tendência burocrático-conservadora dirigida por Stalin. Pelos cinco anos seguintes, os “pragmatistas” como eles chamavam a si mesmos, realizaram uma política consistentemente à direita em casa e no exterior sob a bandeira do “Socialismo em um só País”. Em 1925, o Kremlin iniciou um bloco sem princípios com a liderança do Congresso dos Sindicatos Britânicos (TUC). Supostamente organizado para se opor à intervenção britânica contra a URSS, o “Comitê Sindical Anglo-Russo” não estabelecia nenhuma obrigação para os dirigentes do TUC, enquanto lhes permitia se vangloriarem com a autoridade da revolução russa. A greve geral britânica de 1926, que surgiu no meio de uma poderosa greve de mineiros, revelou que o TUC não havia se transformado no “centro organizador que engloba as forças internacionais do proletariado para a luta” como antecipado, mas permanecia uma agência da ordem capitalista.

    A ajuda [financeira] mandada pelos mineiros soviéticos para os seus camaradas britânicos em luta foi rejeitada com indignação pelos burocratas sindicais, que anunciaram que eles “não queriam ouro russo”. Os covardes burocratas chamaram pelo fim da greve geral depois de nove dias, justo quando ela estava começando a surtir efeito. Trotsky exigiu que os soviéticos rompessem com os líderes traidores do TUC e criticassem fortemente a traição destes, mas o Comintern decidiu manter a sua posição de solidariedade acrítica com os destruidores da greve. Um ano depois, quando os burocratas britânicos perceberam que não precisavam mais de uma cobertura pela esquerda, eles simplesmente se retiraram do Comitê.

    Colaboração de Classes e Desastre Sangrento na China

    Na China, os resultados do curso direitista do Kremlin foram ainda mais desastrosos. Lá a Comintern adotou a “estratégia” de liquidar o crescente movimento comunista no partido nacionalista burguês Kuomintang (KMT). Em 1925 Stalin explicou as tarefas dos Comunistas na China na forma como se segue:

    “Em tais países como o Egito e a China (…), os comunistas não podem mais fazer do seu objetivo formar uma frente única contra o imperialismo. Em tais países, os comunistas devem passar da política de frente única nacional para a politica de um bloco revolucionário dos trabalhadores e da pequeno-burguesia. Em tais países, este bloco pode assumir a forma de um só partido de trabalhadores e camponeses, como o Kuomintang (…).”
    — “As Tarefas Políticas da Escola do Leste”, citado em Walter Laqueur, Communism and Nationalism in the Middle East.

    De julho de 1926 a março de 1927, a China foi arrastada por um massivo levante revolucionário. Em meio a isso, os comunistas chineses receberam a ordem de Moscou para não organizar sovietes e para prestar atenção às suas atividades nas mobilizações camponesas de forma a manter boas relações com a burguesia nacional. Trotsky se opôs de forma aguda a essa linha direitista liquidacionista diante do KMT e notou que:

    “Todas essas receitas e mesmo a forma com a qual elas são formuladas são cruelmente reminiscências da velha cozinha menchevique. A saída é estabelecer a linha organizativa que seja o pré-requisito necessário para uma política independente, mantendo a atenção, não na esquerda do Kuomintang, mas acima de tudo nos trabalhadores despertos… Quanto mais cedo a política do Partido Comunista Chinês for corrigida, melhor para a revolução chinesa.”
    — “O Partido Comunista Chinês e o Kuomintang”, 1926.

    Mas o principal interesse de Stalin na China nesse período estava em estabelecer uma aliança diplomática com o regime burguês. Para promover isto, o KMT foi admitido na Internacional Comunista como um partido em relações fraternais. Trotsky, sozinho entre os líderes soviéticos, votou contra esta deformação do leninismo. Como o MLP teria votado?

    Na Primavera de 1927, conforme a liderança do KMT se movimentava para decapitar a vanguarda do proletariado chinês, a Comintern ordenou aos comunistas que largassem suas armas para não “provocar” os aliados burgueses. O resultado da colaboração de classes na China nos anos 1920 foi o mesmo que da Espanha nos anos 1930: dezenas de milhares dos melhores militantes foram exterminados e o movimento dos trabalhadores foi destruído.

    Stalin gira à esquerda: o Terceiro Período

    O giro à direita da política externa soviética após o Quinto Congresso teve seu reflexo domesticamente na orientação para os camponeses ricos. O aliado fracional de Stalin, Bukharin, disse a eles: “Enriqueçam!” e propôs ir rumo ao socialismo na União Soviética com “passo de tartaruga”. Mas os kulaks (camponeses ricos) não tinham interesse em socialismo em nenhuma velocidade e em 1927-28 eles estavam se mobilizando abertamente pela contrarrevolução. Stalin provou responder muito mais prontamente às ameaças ao seu próprio regime do que aos reveses do movimento internacional. Entre a primavera e o outono de 1928, ele mudou desde uma posição de que “a expropriação dos Kulaks seria uma tolice” para declarar que “Nós devemos quebrar a resistência dessa classe através de uma luta aberta” (Problemas do Leninismo). O resultado foi um giro abrupto para a esquerda no Sexto Congresso da Comintern em 1928. (O fato de que a Internacional não havia sido convocada por quatro anos – sob Lenin ela havia se reunido anualmente mesmo durante a Guerra Civil – indica a baixa importância que ela recebia pela liderança insular, nacionalista de Stalin). Ao contrário do que diz o MLP, as decisões do Sexto Congresso não representaram a continuidade ininterrupta dos “princípios fundamentais do leninismo”, mas ao invés disso o desvio simétrico da capitulação anterior ao KMT e aos burocratas sindicais britânicos. Da prostração diante de forças não-proletárias, a “linha geral” se tornou uma rejeição insípida da possibilidade de unidade de ação com qualquer um que não estivesse pronto para aceitar a liderança comunista.

    O giro de 180 graus na linha política foi “explicado” pela proclamação de que a luta de classes havia supostamente entrado no “Terceiro Período” da história do pós-guerra, caracterizado pela crise final do capitalismo e pelo sucesso inevitável de levantes revolucionários em toda parte. O “Terceiro Período” era, na frase astuta de Trotsky, “uma combinação de burocratismo stalinista com metafísica bukharinista”, que não tinha nenhuma relação com a realidade da luta de classes no período. De 1928 a 1932, nenhum partido comunista no planeta estava numa posição em que pudesse seriamente desafiar o poder de sua burguesia. A teoria do “Terceiro Período” era simplesmente uma cobertura “histórico-mundial” para os ziguezagues do Kremlin.

    As políticas do Terceiro Período eram um repudio direto dos princípios e táticas cuidadosamente elaborados nos primeiros quatro congressos da Internacional. A política leninista de lutar para construir lideranças comunistas nas organizações de massa dos trabalhadores que já existiam foi substituída por um separatismo sectário de “sindicatos vermelhos”. Incontáveis pequenos “sindicatos” comunistas, muitos sendo pouco mais do que organizações fantasmas que só existiam no papel, foram criados e combinados em federações sindicais paralelas. Com esta tática – explicitamente denunciada por Lenin em “Esquerdismo: Doença Infantil do Comunismo” como “um erro tão imperdoável que é com certeza um dos maiores serviços que os comunistas poderiam prestar à burguesia” – o Partido Comunista dos Estados Unidos conseguiu de uma só vez o que os burocratas sindicais e capitalistas não tinham conseguido fazer durante todo o período da histeria anti-Bolchevique no pós-guerra. Ele tirou os comunistas dos sindicatos e dessa forma abandonou as massas de trabalhadores à influência dos sindicalistas reacionários da Federação Americana do Trabalho [AFL].

    Resultados do “Terceiro Período”: Hitler Esmaga o KPD

    Os resultados mais desastrosos do “Terceiro Período” ocorreram na Alemanha onde o Partido Comunista (KPD) rotulou o Partido Socialdemocrata (SPD) como “social-fascista”. Stalin afirmou que “A socialdemocracia, falando objetivamente, é a ala moderada do fascismo”. Isto efetivamente impossibilitou qualquer aproximação aos líderes do SPD para uma frente única contra o movimento nazista que crescia rapidamente. Ao invés disso, o KPD chamou por “frentes únicas pela base”, ou seja, para que os trabalhadores socialdemocratas se “unissem” com os comunistas sob a liderança do KPD. Isso naturalmente teve pouco impacto nos milhões de trabalhadores socialdemocratas que não estavam prontos a admitir que eles fossem “moderados” ou “social-fascistas”. O KPD perdeu a oportunidade de explorar profundamente as contradições entre os socialdemocratas e os fascistas:

    “A socialdemocracia não pode ter influência sem as organizações de massa dos trabalhadores. O fascismo não pode se entrincheirar no poder sem aniquilar as organizações dos trabalhadores. O parlamento é a principal arena da socialdemocracia. O sistema fascista é baseado na destruição do parlamentarismo. Para a burguesia monopolista, os regimes parlamentarista e fascista representam somente diferentes formas de dominação; ela recorreu a um ou a outro, dependendo das condições históricas. Mas para ambos os socialdemocratas e os fascistas, a escolha de uma forma ou da outra tem um significado independente; mais do que isso, para eles isto é uma questão de vida ou morte.”
    — Trotsky, “E agora?”.

    Em agosto de 1917, os bolcheviques exploraram uma contradição comparável a esta entre Kerensky, o pseudo-socialista que estava à frente do Governo Provisório pró-imperialista, e Kornilov, o general de direita que desejava derrubá-lo. Lenin não perdeu seu tempo chamando os trabalhadores e soldados que ainda tinham ilusões em Kerensky para se unirem sob a bandeira do bolchevismo, mas ao invés disso propôs uma frente única aos mencheviques e socialistas-revolucionários e a criação de organizações conjuntas de autodefesa contra um inimigo comum. Dessa forma os bolcheviques mobilizaram as maiores forças possíveis para esmagar Kornilov enquanto ao mesmo tempo ganhavam muitos trabalhadores de base entre os apoiadores de Kerensky, que viam que os comunistas eram os mais determinados oponentes da contrarrevolução.

    Trotsky recomendou que o KPD propusesse ao SPD um bloco militar semelhante contra o terror fascista. Ele explicou como os militantes do KPD deveriam motivar a frente única com os trabalhadores de base do SPD:

    “O bolchevique não pede ao socialdemocrata que altere de imediato a opinião que tem do bolchevismo e da imprensa bolchevique. Mais do que isso, ele não exige que o socialdemocrata assine um contrato pela duração do acordo prometendo manter silêncio da sua opinião sobre os comunistas. Tal demanda seria absolutamente indesculpável. ‘Enquanto’, deve dizer o comunista, ‘eu não convencer você ou você não me convencer, nós devemos nos criticar um ao outro com total liberdade, cada um usando os argumentos e expressões que achar necessário. Mas quando o fascista quiser colocar uma mordaça em nossa garganta, nós iremos repeli-lo juntos!’. Pode algum trabalhador socialdemocrata inteligente responder a essa proposta com uma recusa?”
    — “A Frente Única para Defesa”, 1933.

    Ao invés disso, o KPD apelou à base do SPD com denúncias estéreis, ultimatos vazios e vangloriando-se sem sentido. Um líder do KPD declarou no parlamento alemão: “Deixem Hitler assumir o poder – ele logo irá à bancarrota, e então será a nossa vez”. O sectarismo criminoso do KPD foi talvez exposto de maneira mais explícita na Prússia em 1931, quando ele apoiou um referendum organizado pelos fascistas para remover o governo estadual liderado pelo SPD. Imaginem o impacto que o espetáculo de uma campanha conjunta realizada pelo KPD e pelos nazistas teve nos trabalhadores socialdemocratas! Ainda assim, o MLP caracteriza essas táticas literalmente suicidas como “uma linha marxista-leninista correta no geral”.

    Marxismo e Fatalismo

    No seu principal documento lidando com o Terceiro Período (“Entre o Sexto e o Sétimo Congressos”), o MLP conclui que: “A IC e seus partidos fizeram avanços no seu trabalho nesse período… A consolidação dos partidos nesse período provavelmente teve muito a ver com os sucessos subsequentes”. Quais “sucessos subsequentes” – as frentes populares? O MLP descreve o período das maiores derrotas já sofridas pela classe trabalhadora como um de “avanços” e “consolidação” em razão do seu apego irracional ao Terceiro Período.

    O artigo continua, reconhecendo que “Ao mesmo tempo, houve o severo revés da chegada ao poder de Hitler na Alemanha, pela qual, no entanto, não se pode culpar os erros do PC alemão” (ênfase adicionada). Então a quem ela deve ser atribuída? A vitória dos fascistas sobre o movimento proletário mais poderoso do mundo e o maior e mais forte partido comunista [fora da União Soviética] era inevitável? Ou será que o MLP acredita que o triunfo da reação fascista só pode ser revertido em situações onde os traidores de classe profissionais da Segunda Internacional estejam preparados para oferecer uma liderança revolucionária?

    As táticas do KPD eram falsas do começo ao fim. Dada a profunda covardia e traição dos líderes socialdemocratas, que capitularam a cada passo ao invés de lutar, o sectarismo impotente da liderança do KPD levou ao desastre na Alemanha da mesma forma como a estratégia de frente popular do Partido Comunista Espanhol preparou a vitória de Franco meia dúzia de anos depois.

    A afirmação de que a destruição do poderoso movimento dos trabalhadores alemães, sem um tiro ter sido disparado, não pode ser atribuída aos erros da sua liderança histórica é ao mesmo tempo objetivista e profundamente pessimista. Assim, já que o KPD não cometeu nenhum erro estratégico grave, a única conclusão é que a vitória de Hitler era inevitável. Trotsky poderia muito bem ter o MLP em mente quando apontou que “Como regra, os vulgarizadores de Marx, gravitando em torno do fatalismo, nada observam na arena política, a não ser as causas objetivas”. O otimismo fatalista de “Após Hitler, será nossa vez” do Terceiro Período é transformado pelo MLP em um pessimismo fatalista.

    O MLP pode não entender a conexão orgânica entre o “esquerdismo” do Sexto Congresso e a capitulação do Sétimo, mas Trotsky entendeu. Quatro anos antes do discurso de Dimitrov, ele alertou:

    “Aproxima-se o momento, um desses momentos decisivos na história, em que a IC, depois de ter cometido grandes erros, que não passavam, entretanto, de erros ‘parciais’, embora abalassem ou destruíssem as suas próprias forças acumuladas nos cinco primeiros anos de sua existência, se arrisca a cometer um erro fundamental, fatal, que pode arrastar nas suas consequências a própria IC, apagando-a como fator revolucionário do mapa político, durante todo um período histórico. (…) Nada a calar, nada a atenuar. É preciso dizer clara, energicamente, aos operários avançados: Depois do ‘terceiro período’ de aventura e fanfarronada, começará o ‘quarto período’, o período do pânico e das capitulações”.
    — “Está na Alemanha a Chave da Situação Internacional”, novembro de 1931.

    O “erro fundamental, fatal” do qual ele falava era o desastre na Alemanha. Este levou diretamente à frente popular, que de fato “apagou a IC do mapa político”. A liderança do MLP não realizou um estudo sério das lições da derrota na Alemanha, pela mesma razão pela qual ela ignora as lições da liquidação do PC chinês em 1927 – porque fazer isso iria abalar o mito da “época dourada” da Comintern stalinista antes do Sétimo Congresso. Isto, por sua vez, iria leva-los a ter de encarar de frente a luta da Oposição de Esquerda contra os erros de direita que se seguiram ao Quinto Congresso e o desastroso “esquerdismo” do Terceiro Período, que precedeu e condicionou a capitulação covarde da frente popular.

    Um dos mecanismos usados pelo MLP para se esquivar de uma apreciação política de Trotsky – o líder da única oposição comunista à destruição política da Internacional de Lenin – tem sido citar as traições de uma variedade de pretendentes revisionistas do trotskismo. Muitas destas críticas são substancialmente corretas, mas elas não constituem uma crítica ao trotskismo, da mesma forma como uma lista de críticas equivalentes contra o Partido Comunista [pró-Moscou] não iria refutar o leninismo. Marx certa vez explicou para Weitling que a ignorância nunca fez bem a ninguém. Nesse espírito, militantes sérios no MLP devem eles mesmos tirar as suas vendas e ler Trotsky. Aqueles que o fizerem vão descobrir que o manto da autêntica continuidade comunista depois de Lenin passa pela Oposição de Esquerda e por ela sozinha.

    NOTA

    [1] Workers World Party (Partido Mundial dos Trabalhadores), foi fundado por Sam Marcy em 1959 após seu rompimento com o então trotskista SWP norte-americano. O motivo principal do rompimento foi seu apoio à supressão da revolução política dos trabalhadores húngaros pelo exército soviético em 1956. O grupo de Marcy apoiou sucessivamente vários regimes stalinistas e cometeu inúmeras capitulações a líderes stalinistas ao longo da sua história.

    Critical Electoral Support to the SpAD

    STATEMENT OF THE GRUPPE SPARTAKUS ON THE BUNDESTAG ELECTIONS:

    No Vote to the SPD/No Vote to the PDS
    Critical Electoral Support to the SpAD

    [The following 11/17/90 statement by the German supporters of the International Bolshevik Tendency was originally translated and reprinted in the Spartacist League’s “Hate Trotskyism, Hate the Spartacist League” series (#6)]

    The SPD has carried out an openly pro-imperialist unification policy in the West and the East. In the election campaign, Lafontaine is fanning the anti-foreigner backlash and seeking to give himself a distinctive image with the necessity of tax increases: The working class is expected to pay for capitalist reunification! The PDS, in contrast, is trying to play the classic social-democratic card as the party of the “socially weak.” However, the capitulation of the PDS leadership to the latest attacks by the state apparatus gives yet another confirmation: the last remnants of the formerly ruling Stalinist bureaucracy are seeking a cozy spot within bourgeois democracy, even at the cost of the sacrifice of Pohl/Langnitschke. This stance is only the continuation of the SED-PDS policy of handing over the DDR to German imperialism without a fight. That historic betrayal and the rightward evolution of the PDS rule out critical electoral support.

    Why vote for the Spartakist-Arbeiterpartei Deutschlands (SpAD)?

    Many militant workers and leftists rightly despise the SpAD for its sectarianism and its arrogant attitude as “savior of the working class.” But in contrast to the pro-capitalist practice of the SPD and PDS, the program of the SpAD in large part can be characterized formally as Leninist-Trotskyist. The SpAD calls, among other things, for independent working-class actions, for workers councils to achieve control over the plants. It is for workers strikes against the intervention of German imperialism in the Near East and for the mobilization of the workers against the fascists.

    On the basis of this schematic but formally Trotskyist program the Gruppe Spartakus is giving critical support to the SpAD in these elections. Thereby we wish to express the principle “class against class.” At the same time we warn against the illusion that this sectarian, pseudo-Trotskyist group, bureaucratically degenerated and deformed to the highest degree, can play any real role whatsoever in working-class struggles. The SpAD is an obstacle to the building of the revolutionary Trotskyist workers party. Many of its newly acquired members, who were attracted by the SpAD’s revolutionary affectations, have been spat out because of the development of political differences, or repelled by the undemocratic and repressive internal life, the parody of a Leninist-Trotskyist party. While we have lots of political differences with the SpAD and the ICL led by the guru Robertson, we particularly consider two. aspects of its present propaganda to be confused and dangerously disorienting.

    The SpAD and the “Fourth Reich”

    Especially since the Anschluss, the BRD has been termed the “Fourth Reich” and Kohl the chancellor of the “Fourth Reich” in SpAD propaganda. It appears the SpAD has taken over the petty-bourgeois theory of the growing “fascisization” of Germany, that the state functionaries are (secret?) fascists and that the repressive apparatus of the police and the Verfassungsschutz [Office for the Protection of the Constitution] constitute independent fascist formations. The SpAD’s propaganda thereby feeds into the impressionist view that the reactionary reunification of Germany has called forth an abrupt change from a bourgeois parliamentary democracy to a fascist dictatorship that is destroying all workers organizations and already setting up its concentration camps.

    Of course, the leaders of the SpAD know only too well that at this point in time the German capitalists see no necessity for handing over the state apparatus to the fascists as they did in 1933. The SpAD is thus using the fascisization theory for its brand of catastrophe-mongering: This is the last chance! Only a mass vote for the SpAD can stop fascism! Join the SpAD to fight the Fourth Reich!

    A small revolutionary party can play an important role in organizing working-class actions to smash fascism. But the SpAD is disarming the working class by creating the impression that we are already living under fascism. It thereby downplays the frightful reality of fascism in power, distracting attention from the necessity of smashing the fascist gangs while they are still small.

    The SpAD in search of an anti-imperialist wing of the Soviet bureaucracy

    The SpAD is one of the few ostensibly revolutionary groups advocating military defense of Iraq against the imperialist-led military and economic aggression. However, it fosters the illusion that a wing of the Soviet bureaucracy defends Iraq. In its election program as well as in an Open Letter to various embassies (with a copy to its favorite general Snetkov) the SpAD calls on the USSR to lift its arms embargo and ship arms to Iraq. Here the fact that all wings of the Soviet bureaucracy, including Ligachev and the military, are capitulating to Gorbachev’s open cooperation with imperialism against Iraq is consciously denied. In contrast, the Trotskyist analysis of the role of the ruling Stalinist caste leads to the position that the workers must not place confidence in any wing of the USSR bureaucracy to defend the collectivized property forms of the bureaucratically degenerated workers state.

    The SpAD creates yet further confusion when it invokes the memory of Lenin and Trotsky’s Red Army that drove the imperialists out of the oil fields of Baku in 1921. It suggests that the Soviet troops commanded by the bureaucracy can be equated with the revolutionary Red Army.

    Trotskyists, on the other hand, know that only the working class in revolt, as it attempts to establish its direct political rule, can also cause parts of the bureaucracy to split off and go over to the side of the workers.

    The demand that the Soviet bureaucracy lift the arms embargo is dangerously disorienting! Of course, it is not in principle wrong to place demands on the Stalinists. However, it makes sense only if they are at least pretending to support the oppressed against the imperialist oppressor. But when the Stalinists make clear that they stand on the side of the imperialists, as they have done since the beginning of the Gulf crisis, then such demands are absurd. This revision of Trotskyism by the SpAD is by no means surprising. In past years the ICL has grovelingly tailed after the most diverse Stalinist leaders, in search of a non-existent Leninist wing concealed somewhere in the top levels of the Stalinist state and party apparatus. The SpAD is incapable of building the Trotskyist workers party.

    Those leftists and revolutionaries who wish to draw the lessons of the SpAD election campaign and want to learn how the SpAD has discredited Trotskyism in the past should get in contact with us. Let’s discuss how Trotsky’s program must be applied by revolutionaries today!

    17 November 1990
    Gruppe Spartakus
    German Section of the International Bolshevik Tendency

    A Luta de Classes na França e a Frente Popular

    Passar por cima de burocratas e reformistas para derrotar Sarkozy!
    Os Caminhos da Luta de Classes na França

    Rodolfo Kaleb
    [Janeiro de 2011]

    O presente artigo foi originalmente escrito em janeiro de 2011 e publicado em fevereiro do mesmo ano pelo então revolucionário Coletivo Lenin. Decidimos publicar o mesmo na nossa seção de arquivos históricos frente à recente disputa eleitoral em curso na França, onde uma vitória nas urnas por parte de François Holland, candidato da frente popular encabeçada pelo PS (Partido Socialista) tem se mostrado como o cenário mais provável. A posição principista apresentada neste artigo em relação à frente popular (que é de nenhum voto, total desconfiança e oposição) foi abandonada pelo próprio CL no curso de seu giro revisionista. Conforme comentamos em nossa carta de rupturacom essa organização, dentre as posições da tendência revisionista que se apoderou do Coletivo Lenin estava a:

    Compreensão de que Frentes Populares eleitorais (blocos entre partidos de base operária e setores burgueses, como a candidatura Dilma) podem ser utilizadas para proteger o proletariado contra as alas fascistas ou reacionárias da burguesia:”

    “‘Sim, em algumas situações votar na frente popular, ao mesmo tempo em que se mantém a ação direta contra a direita, é uma tática para defender os trabalhadores contra o fascismo (…). Na França, em 36, os trabalhadores elegeram os socialistas contra a direita tradicional como forma de evitar a influência do fascismo europeu crescente no França através da direita eleita (…). Esses são alguns exemplos em que votar em Frente Popular é uma forma de ganhar tempo. (ênfase nossa) (E-mail interno de um membro da tendência de Paulo Araújo, 21 de junho de 2011).’”

    Em uma das reuniões voltadas para a discussão dos temas em revisão por Paulo, um dos membros da tendência revisionista chegou ao ponto de defender que a tarefa dos revolucionários na Alemanha dos anos 1920/30 seria a de criar uma frente popular eleitoral com o objetivo de ‘atrasar’ a chegada do Nazismo ao poder. Essa mesma política, entretanto, era um dos pilares do stalinismo que a Quarta Internacional tanto combateu.”

    Para fins de precisão, algumas adições entre colchetes foram feitas pelo Reagrupamento Revolucionário.

    ***

    Assim como seus irmãos gregos, os trabalhadores franceses protagonizaram no fim de 2010 um dos processos mais vivos da luta de classes no continente europeu [nos últimos anos]. Os Estados europeus apresentaram “planos de austeridade” para estabilizar as contas, após o rombo gerado pelo salvamento de empresas à beira da bancarrota. Isso despertou a classe trabalhadora para a ação, já que esses planos querem descontar nas costas dos trabalhadores o custo da crise. Com a crise de superprodução (exposta desde 2008) a concorrência entre as empresas derrubou a taxa de lucro. Por isso, as empresas demitem para diminuir os custos e diminuir o efeito dessa queda da taxa de lucro.

    Depois que o contingente de empregados chegou ao mínimo necessário, ainda são realizados outros ajustes para reduzir os custos da produção até que a taxa de lucro volte a subir. Aí entram o arrocho salarial e o aumento do tempo de trabalho, que poupam despesas dos patrões com reajuste salarial e novas contratações. No setor público, o Estado, que “esqueceu” o neoliberalismo ao dar fortunas para as empresas em crise, vai precisar arranjar dinheiro para equilibrar o seu orçamento – aumentando os impostos e cortando os serviços públicos. Dentre esses serviços, os que sofrem ataques são sempre aqueles socialmente necessários, como educação, saúde e transporte (incluindo os salários e aposentadorias dos funcionários [públicos]). Logicamente, não vai haver nenhum corte na polícia, no judiciário ou no parlamento. A Grécia foi o país em que estes ataques aos funcionários públicos recebeu resposta mais radical da classe trabalhadora, com exatamente sete greves gerais ao longo do ano passado.

    Na França o ataque principal lançado contra os trabalhadores se deu através da proposta do governo para aumentar a idade mínima da aposentadoria de 60 para 62 anos, ao mesmo tempo em que aumentava de 65 para 67 anos a idade para receber o valor integral da pensão. Essa reforma previdenciária, amparada pelo FMI e pelas potências europeias, encontrou o combate da classe trabalhadora francesa. Foram as organizações de massa da classe operária no país, acima de tudo as suas centrais sindicais, que organizaram as formas de resistência. Entretanto, menos de três meses depois da aprovação da medida na Câmara, o Senado também a aprovou. Depois disso o movimento dos trabalhadores, que durante setembro, outubro e começo de novembro esteve explosivo, caiu numa desmobilização frustrada diante da vitória da medida no campo parlamentar.

    É preciso entender o porquê desta derrota drástica para a classe operária francesa. Até porque as consequências da crise estão longe de acabar. Elas trarão novos ataques e sem dúvida nova resistência dos trabalhadores. Se as massas não estiverem alertas para os motivos da derrota no fim de 2010, essa situação pode se repetir indefinidamente até que o governo tenha descontado até o último centavo perdido com a crise através do sofrimento do povo.

    A Dinâmica do Movimento

    Setores estratégicos do proletariado francês estiveram à frente da luta contra o governo, configurando-se em verdadeira vanguarda do processo. Sobretudo se destacaram os setores de transporte e energia – os trabalhadores de refinarias de óleo e terminais de distribuição de combustível estiveram em greve por todo o período. Houve também greve dos trens, metrôs e aeroportos que deixou os transportes franceses debilitados. Por causa da greve no setor de transportes, o transporte de cargas foi reduzido a 10% do ritmo normal. Como resultado disso, enorme quantidade de indústrias ficou sem suprimentos.

    Como é muito comum, grande parte da mídia burguesa denunciou a “irresponsabilidade” dessas ações (assim como defendeu a “responsabilidade” dos planos de austeridade). Mas o apoio ao movimento grevista foi maciço. Uma pesquisa feita em 23 de outubro mostrou que 69% da população estava apoiando o movimento, ou seja, os trabalhadores estavam dispostos a lutar contra o ataque frontal que foi a reforma previdenciária, apesar da inconveniência da falta de combustível e da lentidão dos transportes. Os maiores protestos ocorreram na semana antes da medida ser votada no Senado, o que ocorreu no dia 20 de outubro. No dia 19, cerca de 3,5 milhões de trabalhadores foram às ruas por todo o país. Trabalhadores jovens compuseram a maior parte dos contingentes, o que faz muito sentido, já que a extensão da idade mínima para aposentadoria diminuirá a criação de novas vagas e aumentará a taxa de desemprego. Atualmente a taxa de desemprego na faixa etária entre 20 e 25 anos na França é de 23%.

    O governo conservador de Sarkozy, entretanto, não recuou. Manteve firme seu compromisso em tornar a burguesia francesa competitiva diante de seus rivais. A coalizão que levou Sarkozy ao poder estava firme em fazer passar a reforma no Congresso. Mas isso não seria o suficiente para manter a ordem. Era necessário para o governo garantir com sangue que a reforma seguisse em frente. Por isso centenas de policiais de tropas de choque foram acionados para dispersar com força bruta piquetes organizados em refinarias, depósitos e áreas industriais. Três dias após a lei passar no Senado, no dia 22 de outubro, enquanto muitas dessas manifestações radicalizadas persistiam, o governo deu carta branca para que a polícia as destruísse e restabelecesse a ordem.

    Mas para entender porquê a reação foi vitoriosa, é preciso compreender as debilidades no próprio movimento dos trabalhadores. Apesar da luta de classes acirrada e explícita entre dois campos opostos, havia alguns generais no campo dos proletários colaborando com o inimigo. Afinal, se todos os operários envolvidos fossem liderados corretamente, não haveria contingente policial capaz de vencer a investida. No entanto, a estratégia dos líderes do movimento caminhava a passos largos para a derrota.

    A Estratégia Derrotista dos Burocratas Sindicais

    Os principais organizadores dos protestos na França foram as grandes centrais sindicais. As principais são a CGT (Confederação Geral dos Trabalhadores), dirigida pelo Partido Comunista da França, a CFDT (Confederação Francesa Democrática do Trabalho), dirigida pelo Partido Socialista, e a FO (Força Operária), com uma direção supostamente “independente”. Assim que surgiram indícios das primeiras mobilizações, as lideranças dessas e de demais centrais se reuniram num fórum, chamado Intersindical, que “organizou” as mobilizações nacionais. A Intersindical foi apoiada mesmo por inúmeros setores e partidos que se colocam à esquerda do PS e do PCF, como o Novo Partido Anticapitalista (NPA).

    Acontece que a “organização” criada pelas lideranças das centrais foram oito “dias de ação”, que consistiram em protestos isolados em dias nos quais todos os grandes setores da economia entrariam em greve, mas voltariam ao trabalho no dia seguinte. Enquanto os trabalhadores de transporte e energia ficaram em greve durante quase todo o período, a maioria da classe operária só foi chamada à luta e às ruas em dias esporádicos, que não conseguiam colocar em cheque o governo Sarkozy.

    A Intersindical, uma coalizão de burocratas sindicais que “armou a derrota” desde o início das mobilizações, era vista por muitos trabalhadores como sinal de união, mas foi na verdade o meio encontrado para esfaquear os operários pelas costas. Além de só organizar protestos em dias isolados, as lideranças do PS e do PCF nas grandes centrais também colocaram bem menos peso nas mobilizações após a aprovação da medida no Senado, em 19 de outubro. Não por acaso, os “dias de ação” que vieram depois (28 de outubro e 6 de novembro) marcaram uma queda no número de grevistas e nos contingentes dos protestos.

    Por meses, muitos líderes sindicais insistiram que poderiam aceitar parte da reforma do governo ou uma medida paliativa em seu lugar. A liderança da CFDT reiterou diversas vezes sua disposição em aceitar negociar apenas o aumento da idade para receber o valor integral das pensões. Já a CGT disse que poderia negociar com o governo se, ao invés do aumento no tempo de trabalho, este quisesse aumentar o valor da arrecadação retirada dos salários para a previdência. Em declaração para o jornal parisiense Libération, o principal dirigente da CFDT, François Chérèque, afirmou que “Secretamente, muitos líderes da confederação não iriam ver com maus olhos um esgotamento do movimento”. Somado a isso, não é difícil ver que “dias de ação” isolados não eram suficientes. Várias iniciativas mais radicalizadas, como no setor de transportes e energia, ficaram sem apoio da massa operária e faltou um plano para integrar as lutas.

    Acontece que essa estratégia dos “dias de ação”, desenhada pelas lideranças sindicais do PCF e PS, serviu precisamente aos seus próprios interesses, enquanto foi diretamente contra os interesses dos operários em luta. Por sua própria base material, os burocratas sindicais são um setor da classe operária adaptado e comprometido com a ordem capitalista. Geralmente assentados sobre as frações mais bem pagas dos trabalhadores e ainda liberados da dureza do trabalho cotidiano, estes “representantes da ordem” estão acostumados a tomar parte nas mesas de negociação dos patrões e do Estado imperialista. Os burocratas se alimentam dessa condição superior, para a qual recebem quantias superiores às de qualquer operário. Por isso mesmo não é de se espantar que não queiram, através de sua estratégia derrotista, pôr em risco a estabilidade do Estado francês, como um levante arrebatador dos trabalhadores muito bem poderia ter feito. Pelo contrário, os burocratas fazem de tudo para garantir a estabilidade do sistema, sem o qual deixariam de ser os queridinhos da burguesia e do Estado dentro do movimento operário e, com isso, seriam obrigados a abandonar seus privilégios.

    Assim fica fácil entender que os burocratas a frente das centrais sindicais não estavam nem um pouco preocupados se a medida ia ou não ser aprovada. Na verdade, eles não serão afetados, não vão sofrer na pele mais dois anos de trabalho, pois tem privilégios que superam em muito os direitos tão atacados dos trabalhadores. Com a estratégia derrotista dos “dias de ação” eles não queriam combater a medida de ataque às pensões, mas garantir uma cadeira na mesa de negociação da burguesia, para que possam manter seus privilégios. E para isso usaram como barganha a mobilização honesta e heroica da classe operária. Depois da aprovação da reforma previdenciária no Senado, o momento era de colocar mais força nas mobilizações. Mas os burocratas, ao não quererem colocar em risco a legalidade burguesa do Congresso, preferiram deixar a poeira baixar enquanto são os trabalhadores que vão engolir em seco a reforma. Quando a polícia destruiu os piquetes dos trabalhadores das refinarias e do transporte público, o restante da classe não estava nas ruas para defender seus irmãos, mas com as mãos atadas graças aos burocratas.

    União na luta é algo central para os revolucionários, assim como para a classe trabalhadora. A divisão da França em inúmeras centrais sindicais competidoras, inclusive, é algo ruim. É fundamental lutar para que os setores de uma mesma indústria estejam reunidos num mesmo fórum, independente de sua posição política. Ao mesmo tempo, a união de lideranças sindicais para promover uma estratégia de sabotagem consciente ao movimento, como foi a Intersindical, deveria ser combatida. No seu lugar deveria ter sido levantada uma proposta que pudesse levar os trabalhadores até a vitória contra a medida do governo francês.

    Nessa situação, um partido revolucionário participaria dos “dias de ação” e, ao mesmo tempo tentaria organizar uma greve geral por tempo indeterminado para derrotar o governo. Junto com isso buscaria formar comitês de operários nos locais de trabalho para tomar decisões e agir independente do Congresso e dos compromissos dos burocratas com o governo. Ainda que começasse pequena, tal iniciativa poderia se multiplicar ao longo de um processo de luta. Mas nenhum dos partidos de esquerda da França com os recursos para cumprir tal tarefa trilhou esse caminho. Todos preferiram ficar presos às estratégias estabelecidas pela Intersindical e agir como uma “ala esquerda” dos burocratas, não um polo opositor ao seu plano de derrota anunciada. Só é possível derrotar o governo Sarkozy superando os burocratas e reformistas comprometidos com a estabilidade da economia capitalista.

    O Velho Truque da Frente Popular

    O projeto político da burocracia sindical entrincheirada na direção das grandes centrais não se limitou à simples desmobilização da classe operária. Os seus principais partidos se caracterizam pelo seu reformismo – a garantia de que não vão levar as lutas para além dos limites do capitalismo. Exatamente por isso buscam canalizar as lutas populares para a via das eleições burguesas. Tanto o PCF quanto o PS reconhecem que seu foco é enfraquecer a popularidade do governo Sarkozy, e não fazer o que for necessário para derrotar seu plano de ataque às aposentadorias. Enquanto os manifestantes estavam recebendo porrada da polícia, muito provavelmente os líderes dos do PS e do PCF estavam de olho nas próximas eleições presidenciais de 2012, pensando em como tirar vantagem da ira popular para ter benefícios eleitorais.

    Obviamente essa perda de popularidade de Sarkozy daria aos burocratas sindicais e seus partidos ótimas perspectivas na disputa pela presidência nas próximas eleições. O PS e o PCF são campeões históricos das frentes populares (governos que conciliam setores reformistas da classe trabalhadora e partidos da burguesia). Depois dessa onda de greves, os trabalhadores estão claramente irados com Sarkozy. Uma pesquisa mostrou que 70% da população reprova seu governo. Mas para que sentido essa raiva popular será direcionada? Existe o grande perigo de que os partidos reformistas façam dela a base de apoio para eleger um governo de frente popular, nos quais os partidos da esquerda reformista administram os negócios do Estado burguês.

    De fato, sabotar as lutas nas ruas para que sejam derrotadas e depois direcionar os descontentes para o pântano da política parlamentar é o objetivo por trás dos partidos reformistas. Estes servem como instrumento dos inimigos da classe trabalhadora, quando eles não sentem confiança em colocar seus representantes descarados (como Sarkozy) à frente do Estado. Então colocam os partidos reformistas para administrarem seus negócios e criarem a aparência de um “governo dos trabalhadores”, enquanto tal governo não muda em nada a estrutura de exploração da sociedade. A política parlamentar não é um campo possível para levar a luta dos trabalhadores para a vitória. A própria aprovação do aumento do tempo de trabalho pelas duas casas do “democrático” Congresso burguês, enquanto os trabalhadores gritavam em agonia contra a medida, demonstra isso.

    Talvez o Partido Socialista seja a face mais explícita dessa incapacidade de um governo de frente popular para resolver os problemas da classe operária. O principal concorrente para ser nomeado candidato do PS nas próximas eleições presidenciais é Dominique Strauss-Kahn, que hoje é presidente do Fundo Monetário Internacional. Mas o FMI apoiou desde o princípio a reforma previdenciária do governo francês. O compromisso dos partidos reformistas é com a manutenção da sociedade burguesa, seja qual for o custo. O Estado capitalista, seja administrado por partidos de direita ou esquerda, serve ao interesse da burguesia e age contra os trabalhadores e oprimidos. Além disso, uma frente popular faz muitas vezes com que os trabalhadores engulam medidas que encontrariam resistência caso um governo burguês comum estivesse no cargo.

    Não é preciso ir muito longe para perceber isso. Ao longo dos seus 8 anos, o governo de Lula/PT conseguiu façanhas para a burguesia brasileira – tanto é assim que os empresários recompensaram os bons serviços prestados pelo PT apoiando com muito dinheiro a eleição de Dilma. Só para dar um exemplo que dialoga com o caso francês, o governo Lula conseguiu aprovar em seu primeiro ano uma reforma previdenciária que faz os brasileiros trabalharem 5 anos a mais do que antes. O governo anterior [de Fernando Henrique Cardoso] tinha tentado por duas vezes aprovar tal medida, mas havia encontrado enorme resistência popular, inclusive das centrais sindicais. Ainda assim, os líderes da CUT insistem que o governo Lula é um “governo dos trabalhadores”.

    É por esse motivo que os revolucionários devem se opor a estes blocos, que prendem os trabalhadores dirigidos pelos reformistas aos seus inimigos de classe. Historicamente as frentes populares francesas serviram para desmobilizar as lutas, incluindo muitas situações pré-revolucionárias, como em 1936, 1945 e 1968, e fazer uma etapa preparatória para que os trabalhadores fossem, logo em seguida, esmagados por algum representante mais direto da burguesia.

    Os governos de frente popular geralmente não retomam da burguesia o que ela tirou durante um governo de direita – afinal, seu papel é simplesmente apagar o fogo da classe trabalhadora. Depois de chegar ao governo, Lula não desfez as privatizações das quais ele tanto reclamou durante os anos 90. Pelo contrário, avançou nas privatizações de muitos setores, como o Pré-Sal e os bancos estaduais federalizados. Somente a luta radicalizada faz com que esses traidores da classe sejam forçados a tomar medidas que tragam algum benefício aos proletários. E quando o fazem, os reformistas tentam com isso comprar os trabalhadores, nunca melhorar suas condições de vida.

    NPA: Franja dos Reformistas e Oportunidade Tática

    Se os maiores partidos reformistas estavam preocupados não em derrotar o governo, mas sim nas eleições presidenciais, o NPA não ficou para trás. O principal dirigente do partido, Olivier Besancenot, declarou em agosto de 2010 que “Muito do resultado de 2012 está em jogo na luta pelas pensões. É agora que nós devemos enfraquecer o governo e a direita”. O Novo Partido Anticapitalista foi fundado em 2009 a partir da iniciativa da antiga Liga Comunista Revolucionária (LCR), seção francesa do Secretariado Unificado da Quarta Internacional, corrente que já havia abandonado há muito tempo qualquer semelhança prática com o bolchevismo. Mas ao fundar o NPA, a LCR renunciou abertamente a qualquer perspectiva de criar um partido leninista. Ela se dissolveu num partido sem programa definido, onde as mais diversas tendências poderiam expor e praticar sua linha sem compromisso com o restante do partido, em clara oposição ao centralismo-democrático bolchevique.

    O NPA chamou a atenção da esquerda em toda a Europa ao protagonizar os protestos radicalizados ocorridos em maio de 2009, inclusive participando em alguns dos atos em que os trabalhadores prenderam os patrões nas fábricas até que houvesse revogação das demissões anunciadas no período. Ao mesmo tempo, o NPA sempre deixou claro seu foco em ser uma força eleitoral. Nos princípios fundacionais do NPA está declarada de maneira “politicamente correta” [do ponto de vista do NPA] a sua vontade em participar de um governo burguês: “Nós vamos contribuir para a implementação de medidas progressivas se os eleitores nos derem tal responsabilidade”.

    Ainda que o NPA não participe da frente popular que os peixes grandes do reformismo estão armando para 2012, ele com certeza será cúmplice dessa manobra para iludir os trabalhadores. Afinal, a LCR nunca teve pudor em votar pelo “menos pior” do capitalismo, se esquecendo que o “menos pior” é uma manobra para ganhar tempo enquanto a burguesia recupera suas forças ou para passar medidas que um governo de direita não conseguiria. A LCR votou por décadas em coalizões de frente popular encabeçadas pelo PS (de François Mitterand em 1981 a Ségolène Royal em 2007). Assim, o NPA não terá problemas em votar por um candidato do PS, inclusive se for Dominique Strauss-Kahn, e contribuir para a enganação que é a frente popular. Ao menos dessa forma o NPA é consistente com os objetivos da LCR, que apesar de ter sido dissolvida ainda é a essência do novo partido. Uma frase para resumir a esses objetivos – reformar o capitalismo. Mas o NPA tenta reformar o irreformável, um sistema baseado na exploração dos trabalhadores, opressão aos imigrantes e guerra imperialista.

    Apesar do seu compromisso com o reformismo, o NPA tem atraído grandes setores radicalizados dos trabalhadores e da juventude na França. A participação dele em alguns eventos radicalizados (não por sua iniciativa) em 2009 e suas posições à esquerda do PCF tem atraído militantes com aspirações revolucionárias, muito mais avançados que a própria direção do partido. Nos atos de 2009, o NPA não deixou de demonstrar o seu papel traidor e sua vacilação, ao diminuir sua atividade junto com o “calendário oficial” da direção da CGT e demais centrais. No entanto, muitos militantes subjetivamente revolucionários tem se juntado ao NPA, que possui inúmeras tendências com discursos [supostamente] revolucionários.

    O NPA está repleto de militantes evoluindo para a esquerda, que uma hora vão se chocar com a direção do partido, que move a passos largos para a direita. Além disso, sua frouxa base de unidade permite que qualquer tendência de esquerda faça parte dele e tenha acesso a essa camada de militantes. Os diversos fatores da equação indicam que seria uma excelente tática para um pequeno núcleo revolucionário adentrar o NPA como uma tendência. Isso permitiria estar frequentemente em unidade de ação com os setores radicais que o partido ainda está atraindo. Isso não muda o fato de que esse “entrismo” nas colunas do NPA é uma tática – permaneceria a tarefa dos revolucionários denunciar as traições da direção do partido. Somado a isso, um núcleo revolucionário dentro do NPA deveria buscar clareza ideológica com as várias correntes centristas no seu interior, muitas das quais deixam de denunciar a direção apenas por fazer parte dele e passam a valorizar a “unidade”. Algo muito parecido ocorre com as inúmeras correntes centristas que estão hoje dentro do PSOL, adaptadas a ser sua “ala esquerda” enquanto colocam enorme esforço em manter o partido unido.

    Os revolucionários só entram em partidos reformistas como uma tática e não valorizam unidade com aqueles líderes que são os maiores traidores dos operários. Ao mesmo tempo, é necessário aproveitar a oportunidade aberta para ganhar vários militantes inconscientes da incapacidade do NPA de oferecer uma alternativa revolucionária. Diferente daqueles que prezam pela unidade, seria preciso adentrar o partido com o objetivo de causar um racha de esquerda nele, arrancando do seu interior o maior número possível de militantes revolucionários para construir uma corrente genuinamente trotskista na França.

    Ao mesmo tempo em que deveria ter habilidade de encontrar o momento certo de realizar tal racha, um núcleo revolucionário infiltrado no NPA deve ter clareza de que entrar em partidos reformistas não é um princípio, mas uma tática localizada num período histórico determinado e, portanto, limitada. Esse “giro francês” (como foi feito pelos trotskistas franceses da Liga Comunista dentro do PS em 1934) no NPA é uma sugestão simplesmente pelas características recentes da formação do novo partido, que não ocorrem em geral na esquerda reformista. Assim, esse entrismo seria apenas um [possível] passo, não uma regra, para o objetivo de construir um partido revolucionário na França, capaz de passar por cima das cabeças dos reformistas e colocar o Estado capitalista contra a parede.

    Partido, Programa e Defensiva Histórica

    É necessário desde já trabalhar para construir um partido revolucionário de trabalhadores na França. Esse partido deve participar das grandes centrais sindicais, sobretudo a CGT e a CFDT, para desmascarar as suas atuais lideranças oportunistas e que colaboram com os patrões e com o governo. Simbolicamente, o NPA recentemente negou boatos de que estivesse trabalhando para construir uma fração sindical na CGT, dirigida do Partido Comunista Francês. Somente rompendo o corporativismo sindical é possível romper também as correntes com as quais os reformistas arrastam os trabalhadores para a derrota.

    Contra os reformistas que negam a necessidade de violar as decisões do Congresso e a ordem capitalista, os revolucionários devem lutar para criar um partido que aponte com uma estratégia combativa a necessidade da revolução socialista. Esse partido agirá diferente dos centristas que aceitam as formulações e estratégias dos reformistas e as pintam de vermelho e dos eleitoreiros que se preocupam em ganhar espaço num campo essencialmente burguês, não em lutar pelas necessidades históricas dos trabalhadores e oprimidos. Uma organização revolucionária deve participar do movimento mostrando que se o capitalismo não é capaz de resolver os problemas que ele próprio criou em seu funcionamento anárquico, então deve ser destruído. Para isso é necessário ligar a atual baixa consciência dos operários com a necessidade da revolução proletária, precondição para a solução dos principais problemas da classe proletária.

    Essa tarefa só pode ser cumprida agitando um programa transitório para a questão dos empregos e da previdência. Isso é feito apontando necessidades que a primeiro plano parecem mínimas, mas que se chocam com os limites impostos pelo sistema capitalista para explorar os trabalhadores e alguns setores em especial. Exatamente por não ser capaz de resolver os problemas essenciais da classe, o capitalismo deve ser exposto diante dos olhos dos proletários enquanto eles lutam por soluções verdadeiras para esses problemas.

    Um partido revolucionário deve dar prioridade em mobilizar as frações mais oprimidas dos trabalhadores de um país, que historicamente são as mais dispostas às lutas nos momentos decisivos. Na França, esses setores são todas as mulheres, os muçulmanos e os imigrantes, que também são aqueles grupos com menores salários e menos direitos na sociedade. Os revolucionários têm a obrigação de defendê-los contra a super-exploração, ou seja, lutar por direitos trabalhistas e salários iguais nivelados pelo mais alto entre empregados temporários ou fixos, franceses ou imigrantes, homens ou mulheres, independente de opção religiosa.

    A proposta de uma greve geral por tempo indeterminando não pode ser transformada em mais uma manobra nas mãos dos burocratas para enfraquecer o governo e colocar uma frente popular no poder. Exatamente por isso, ao levantar a bandeira organizativa da greve geral, não podem faltar bandeiras políticas que avancem a consciência dos trabalhadores. Essa é a função de um programa transitório. Para derrotar o ataque do governo Sarkozy, é preciso estimular uma resposta revolucionária ao desemprego que atinge principalmente os jovens e os imigrantes. Redução progressiva do tempo de trabalho para se aposentar – sem redução dos salários nem das pensões – com o objetivo de abrir novos postos até acabar com o desemprego! Hoje muitas mulheres só conseguem trabalhos de meio período, por estarem submetidas ao trabalho doméstico. Mudar essa realidade só será possível quando houver creches, lavanderias e restaurantes públicos gratuitos abertos todos os dias 24 horas!

    O Congresso francês também têm estigmatizado imigrantes muçulmanos do norte da África e a minoria muçulmana da França. Uma das medidas para fazer isso foi proibir o uso da burca (véu que cobre o corpo inteiro) em público. O uso da burca, por esconder o corpo da mulher, é frequentemente interpretado como machismo. Mas ao mesmo tempo, é considerado por muitas mulheres muçulmanas um símbolo da sua identidade. Por isso, quem deve decidir sobre o uso da burca são as próprias mulheres, sem nenhuma intervenção do Estado francês. Recentemente, Sarkozy também expulsou do país mais de mil trabalhadores búlgaros e romenos de origem cigana sob a acusação de participação no crime organizado.

    Essas questões são ainda mais importantes por causa do nacionalismo nojento que existe no movimento sindical. Geralmente os burocratas espalham entre os trabalhadores que “se tem de haver cortes e demissões, é melhor que os atingidos sejam os imigrantes”. Contra a burocracia sindical que é nacionalista por sua própria natureza, os revolucionários levantam a bandeira do internacionalismo e da igualdade de direitos entre os trabalhadores de todos os povos. Os imigrantes e muçulmanos só poderão ter empregos dignos quando não houver mais risco de deportações, prisões e preconceito. É por isso que também é preciso que todos os trabalhadores lutem nos sindicatos por cidadania plena e imediata para os imigrantes! Abaixo o preconceito religioso – usar a burca é um direito e uma decisão individual! Dessa forma é possível combater de frente a política racista do governo francês.

    Sabemos que o momento é de defensiva histórica. As últimas três décadas foram de muitas derrotas para os trabalhadores. Uma das mais sérias foi a destruição dos Estados operários deformados na URSS e no Leste Europeu. A ofensiva imperialista nesse período levou guerra e destruição, desemprego e miséria a muitos trabalhadores pelo mundo. Além disso, desmobilizou muitas organizações que reivindicavam o comunismo revolucionário e deixou a vanguarda proletária isolada, sem repercussão e à beira da míngua. Direitos trabalhistas foram removidos como nunca antes. Houve um verdadeiro desmonte das conquistas conseguidas pelo movimento operário na Europa nas décadas de 50 e 60. Mas as contradições do capitalismo e as crises inevitáveis que ele gera tratam de mudar essa situação, como um veneno que produz o antídoto.

    Se a correlação de forças tem sido contrária à classe trabalhadora, a reação aos efeitos da crise pode ser uma oportunidade de mudar essa maré. O ano de 2010 foi agitado por intensa luta de classes na Europa. Que esses ventos soprem para todos os continentes. Apenas no momento em que os trabalhadores passarem da defensiva para a ofensiva é que vitórias reais (mesmo a defesa de direitos ameaçados) poderão ser alcançadas. Da mesma forma, apenas num momento de ofensiva é possível unir e consolidar um número comprometido de revolucionários e construir um partido. Mas desde já, os primeiros núcleos revolucionários, marcados por um período de derrotas, precisam manter o vivo o programa e trabalhar para que, quando surgir a oportunidade, eles estejam prontos para dar um passo significativo nessa direção.

    The Brazilian MNN and the IC

    The Brazilian MNN and the International Committee (WSWS)

    By Rodolfo Kaleb

    April 2012

    This is an excerpt from an article entitled “What happened to the MNN?” originally written in Portuguese in April 2012, which discussed the MNN’s (Movimento Negação da Negação) change of position during the elections for the students’ movement leadership of the University of São Paulo. During the elections, the MNN decided to suspend their independent campaign and urged the students to vote for the slate organized around the Morenoite PSTU (Partido Socialista dos Trabalhadores Unificado – associated with the LIT/IWL) and the MES (an internal tendency of the PSOL – Partido Socialismo e Liberdade). They also started raising calls for the “unity” of all left groups active on campus under a common banner, dropping their previous criticisms of them. The MNN was previously publicly associated with David North’s International Committee, but was never its Brazilian section. Starting around the time this piece was published, the MNN silently distanced itself from the IC. We translated the parts of the article dealing with the MNN’s then obscure relationship with the IC.

    ***

    At the same time that the MNN was turning to the right on student politics, they were also distancing themselves from the American-based International Committee (ICFI), led by David North, and its World Socialist Web Site (WSWS). The MNN did most of the Portuguese translations posted on wsws.org. We noticed a gradual reduction of such translations in the recent period.

    The last article translated by the MNN (and posted on their own website) was about Putin’s election in Russia, dated March 11. But (curiously!) it wasn’t posted on the International Committee’s website, which last Portuguese article dates March 1st. Since the beginning of this project, in 2006, the MNN had never had such a long gap of translations from the group they claim represents the “continuity of Trotskyism”.

    Despite the fact that the MNN has been translating articles from WSWS for all these years, it has not become the Brazilian section of the International Committee, whose main section is the American SEP (Socialist Equality Party). If there are fraternal relations between the MNN and the IC, they are of an obscure and non-public nature.

    While the MNN states that the IC is the continuity of Trotskyism and has done a lot of propaganda about them in Brazil, the IC does not seem to share the same amount of enthusiasm for their Brazilian supporters. After a search on wsws.org, we found only one reference about the MNN. It is in a short article about the student struggles in the University of São Paulo in 2009:

    “The MNN (Movimento Negação da Negação, a socialist group which identifies itself with Trotskyism in Brazil) participated actively in the assemblies, pickets and demonstrations, defending the continuation of the strike without any negotiation with the rector Suely Vilela.”

    Brazil: students resist attacks by shock troops at University of Sao Paulo
    http://wsws.org/articles/2009/jul2009/braz-j11.shtml (our emphasis)

    It appears that for David North’s IC (at least publicly), the MNN isn’t more than just a “group which identifies itself with Trotskyism”. It is impossible for someone from the outside to say what exactly this vague comment means.

    While some members of our own group were part of the Coletivo Lenin (see our split statement), they went through a situation with the International Bolshevik Tendency (IBT) that, at least superficially, resembles this one. The situation was described in the document in which the Coletivo Lenin broke relations with the IBT (dated December 2010):

    “For almost three years, we used an adaptation of the IBT document ‘For Trotskyism!’ as our main programmatic statement. We regarded and publicly argued (until two months ago) that the IBT represented the programmatic continuity of Trotskyism on our website and in our activities in the workers’ and students’ movement. We translated all of the documents they used for the Portuguese language section of their web site. Despite this, the IBT refused to publicly acknowledge having any relations with us or even our existence. We considered their behavior strange since public recognition of fraternal relations is usually a first step for a future fusion perspective with another organization.”

    In this case, the “strange behavior” of the IBT was a way to avoid engaging the Coletivo Lenin and honestly debating the differences between the two groups as a way to proceed to a fusion. Instead, the IBT wanted to gain time and maneuver with the younger Brazilian comrades. While claiming to have a perspective of fusion with the entire CL, the IBT tried to split it. As the CL wrote at the time:

    The day after the conference, while still claiming to desire moving towards a fusion, the IBT secretly ‘invited’ a couple of comrades from the faction closer to it to resign from the CL and become the IBT’s representatives in BrazilWhile claiming to have close comradely fraternal relations with us, they were secretly maneuvering to split us, treating us in reality as a hostile enemy.”

    While we cannot assert what exactly is the relationship between the MNN and the IC like, we can certainly say that the MNN’s acknowledgment of the International Committee as a revolutionary organization is one-sided.

    Whither MNN?

    It won’t be a surprise if the political shift of the MNN on the students’ movement is related to a departure from their association with the IC. It is possible that, after years of stagnated discussions with the International Committee, the MNN leaders decided to take a new path. But instead of searching for an alternative to the left of the IC, they seem to be taking an easier and more attractive road of seeking opportunist “unity” with the rest of the Brazilian left. That’s what happened with the Coletivo Lenin: some members left the group while others who remained became demoralized and open to going along with a senior member’s conclusion that the IBT’s bureaucratism and dishonesty was rooted in Trotskyism.

    The International Committee defends some pretty degenerated political positions, some of which are discussed in an article we recently translated into Portuguese (Being determines consciousness). This document was written when we were still aligned with the IBT by a current member of Revolutionary Regroupment who is also a former supporter of the IC. The idea of translating this article to Portuguese was to warn the Brazilian public of how far the IC is from a perspective capable of building a revolutionary party and preparing the proletariat to successfully smash capitalism.

    Despite our historical differences with both the IC and the MNN, we believe that at least part of the MNN members may have been attracted to the positive aspects of the tradition of struggle against Pabloite revisionism that the IC claims to represent. We believe that the most important contributions of the MNN are related to their opposition to the historical role of Pabloism since the 1953 split of the Fourth International. For instance, The MNN was the group that translated James P. Cannon’s “Letter to Trotskyists throughout the World” into Portuguese. In our opinion, this document represents a correct and historically important (although late and very imperfect) struggle against the revisionism formulated by Pablo and Mandel, which dominated the Trotskyist movement in the beginning of the 1950s.

    Now, however, the MNN seems to be putting their criticisms against Pabloites and Morenoites under the rug in order to defend the politics of “unity” with them (without ever clarifying on what political basis). It seems that the MNN is now going through a process of ideological disintegration. Its dive away from the ICFI/WSWS is not leading the group towards a genuine critical review of David North’s group, but simply towards the swamp of opportunist politics.

    For those MNN members who understand the importance of the anti-Pabloite struggle held by the International Committee in its first years and want to build a revolutionary party in a successful manner, it is necessary to split from the politics represented by the WSWS, as well as from the MNN’s recent shift. Revolutionary Regroupment’s politics are based on the original struggle of the International Committee against Pabloism. We also learned from those who fought the IC’s degeneration under Gerry Healy’s leadership. Thus, we imagine that many MNN members, disoriented by the political turn of their organization, would benefit from studying some of the historical documents on our website.

    O que está acontecendo com o MNN?

    O que está acontecendo com o MNN?

    Rodolfo Kaleb
    Abril de 2012

    Esta versão contém pequenas modificações no texto original realizadas em 17 de abril.

    As eleições para o Diretório Central de Estudantes (DCE) da USP, maior universidade do país e também um dos principais redutos da esquerda brasileira, foi uma disputa que polarizou os estudantes após os conflitos contra a presença massiva da polícia militar na universidade no ano passado. Enquanto nós não estivemos presentes neste processo, que mereceria uma análise específica, um acontecimento envolvendo as eleições chamou nossa atenção.

    O Movimento Negação da Negação (MNN) se retirou da chapa “27 de outubro” (que ele compunha com outras organizações da oposição de esquerda ao DCE) para defender um “voto crítico” na chapa “Não vou me adaptar”, composta pelo MES (PSOL), PSTU e seus simpatizantes. Esta chapa, que terminou as eleições como vencedora, representa a continuidade da burocracia estudantil à frente do DCE, à qual até então o MNN havia se oposto politicamente em todas as eleições nos anos anteriores. De acordo com uma nota publicada no site do MNN:

    “Apesar das diversas críticas que temos à chapa ‘Não Vou me Adaptar’, consideramos ser a única no campo da esquerda, hoje, com chance real de vencer a chapa de direita, a ‘Reação’. Nessa situação, algumas centenas de votos podem ser decisivas. Por isso, votaremos criticamente na ‘Não Vou me Adaptar’ e convocaremos os estudantes para que o façam”.

    A esquerda nas eleições da USP

    O MNN também afirmou que o ideal seria uma “unidade entre todas as chapas da esquerda” para combater os setores políticos de direita da universidade, que eram representados pela chapa “Reação”.

    “Para nós, a existência de diversas chapas de esquerda neste momento somente enfraquece a luta maior dos estudantes – contra a PM e a Reitoria –, pois a esquerda passa a lutar entre si”.

    Junto a este, o MNN fez vários outros chamados pela “unidade da esquerda”. Mas qual poderia ser o significado disso?

    O fetiche com a unidade é uma desculpa que há muito tempo é usada por pablistas e morenistas (assim como oportunistas de outros gêneros) para defender líderes traidores em nome de supostamente “combater a direita”. Como sempre haverá uma oposição de direita a uma direção reformista, formular a necessidade de um bloco político com os líderes do momento (independente do seu papel político) é uma boa saída para aqueles que deixaram de lado a necessidade de disputar os trabalhadores e a juventude para um programa revolucionário, assim como de leva-los à conclusão de romper com os seus falsos líderes.

    As previsões do MNN sobre a possibilidade de vitória da direita eram absurdamente (e talvez deliberadamente) exageradas com o propósito de criar medo e facilitar a aceitação de uma posição que poderia ser potencialmente impopular (inclusive internamente). Isso foi feito quando o MNN, por exemplo, sugeriu (no mesmo documento) que:

    “Caso a direita (chapa ‘Reação’) vença as eleições, será um duro golpe desferido contra o movimento estudantil e dificultará em muito o trabalho político dos estudantes nos próximos anos. Se não fizermos esta política de unidade hoje, seremos obrigados a fazê-la amanhã, numa situação muito pior.”

    E também (como já citado) que:

    “Nessa situação, algumas centenas de votos podem ser decisivas. Por isso, votaremos criticamente na ‘Não Vou me Adaptar’ e convocaremos os estudantes para que o façam”.

    No fim, a chapa da direita foi derrotada com a diferença não de “centenas”, mas de muitos milhares de votos.

    O MNN diz ter dado um “voto crítico” na chapa do MES/PSTU. Os revolucionários dão apoio eleitoral crítico a líderes traidores da classe trabalhadora e dos estudantes como uma forma de expô-los à uma base que tem ilusões nas suas promessas de levar as lutas adiante, uma vez que quando eleitos eles fazem justamente o oposto.

    Ao prever estas traições de antemão e ao explicar o porquê da sua posição programática, os revolucionários estabelecem as bases para a construção de uma nova liderança para substituir estes falsos líderes e assim lutar para desenvolver uma consciência revolucionária entre os estudantes ou trabalhadores. Em eleições burguesas, isso também pode às vezes ser uma forma de dar um voto de classe em protesto contra os partidos capitalistas.

    Mas o apoio do MNN parece não ter tido a intenção de expor os dirigentes do DCE, que já se desmoralizaram diante de setores politicamente mais conscientes dos estudantes. O MNN viu de forma entusiasta a vitória da chapa do MES/PSTU como uma conquista política:

    “A vitória nas urnas da chapa ‘Não Vou Me Adaptar’ nestas eleições para o DCE da USP foi uma vitória política da esquerda que ultrapassou o âmbito universitário.”

    Estudantes da USP esmagam a chapa do reitor autoritário

    Paralelamente a isso, e revelando suas ilusões nos dirigentes do DCE (apesar das inúmeras demonstrações de oportunismo destes no processo de luta em 2011), o MNN foi agnóstico com relação ao caminho que a chapa recém-eleita vai tomar. Numa declaração publicada após o fim das eleições, escreveu que:

    “A ‘Não Vou Me Adaptar só tem duas opções: ser consequente com seu discurso, ser consequente na luta contra Rodas, ou, pelo contrário, pela via da conciliação, baixar o ânimo de luta dos estudantes e jogar fora esse novo e grande setor (…) que se mostra disposto a lutar.”

    “O DCE DE 2012 NÃO PODE REPETIR O DCE DE 2011, quando a gestão não chamou assembleias nem atos diante dos ataques sofridos pelos estudantes! Se optar por esfriar o ânimo dos estudantes abrirá necessariamente o caminho para a direita e terá que colher os frutos disso amanhã (o que pode ser catastrófico a médio prazo para toda a esquerda).”

    Depois de esmagada a chapa do Rodas, que fazer?

    Mas não foi exatamente isso (“abrir o caminho para a direita”) que fez o DCE de 2011, dirigido ou apoiado pelas mesmas forças políticas que compuseram a chapa “Não vou me adaptar”, apesar dos efeitos destrutivos que isto teve e tempara a esquerda e para o movimento estudantil? Não há “duas opções” para o DCE eleito! Os novos dirigentes que estarão à frente do DCE da USP vão trair e desarticular, pelas suas ilusões reformistas e pela sua adaptação à estrutura universitária, todas as lutas que há por vir.

    Pelo mesmo motivo, a “unidade” eleitoral proposta pelo MNN só poderia significar dissolver em um bloco comum qualquer oposição de esquerda que pudesse desafiar a direção do DCE. Isto porque uma chapa como esta só poderia chegar a umdenominador comum: o programa da própria chapa do MES/PSTU, grupos atualmente com maior peso e influência e que, em momentos decisivos, foram capazes de desarticular o movimento e impediram uma investida decisiva contra Grandino Rodas e a polícia militar. Uma oposição revolucionária aos erros e traições dos dirigentes do DCE da USP só pode triunfar demarcando claramente uma linha entre estes e ela própria.

    O MNN, ao não apontar isto com clareza, ao ser agnóstico, e ao prezar por uma unidade política com os dirigentes estudantis que atrapalharam todo o processo de luta em 2011 (ao dizer que o ideal seria que toda a esquerda se unisse a eles numa chapa conjunta) está acobertando-os ao invés de denunciá-los. Isto não é um “voto crítico” – é um apanhado de ilusões com o qual os líderes do MNN estão enganando a sua base e aos seus apoiadores.

    Devido à nossa referida ausência nesse processo político, vamos evitar considerar esta posição em todo o seu significado. O que podemos afirmar, entretanto, é que este movimento por parte do MNN (ainda que se tomado isoladamente não represente nenhuma traição histórica de grandes proporções) indica que este grupo está passando por uma mudança derradeira na sua orientação política. Essa mudança consiste em substituir descaradamente qualquer perspectiva de disputa pela consciência dos estudantes e trabalhadores por uma luta em prol do que é imediatamente possível e em pregar uma unidade política com forças comprovadamente traidoras.

    A relação do MNN com o Comitê Internacional

    Paralelamente ao que representa um giro à direita na sua política cotidiana, parece também estar ocorrendo um afastamento progressivo do MNN com relação ao Comitê Internacional/World Socialist Web Site, dirigido internacionalmente por David North. O MNN costumava realizar inúmeras traduções periódicas de artigos publicados pelo WSWS (wsws.org), site em inglês com publicações diárias do CI. Pudemos perceber lendo as edições digitais do jornal do MNN, uma redução crescente de traduções para o WSWS.

    A última tradução realizada foi a de um artigo sobre a eleição de Putin na Rússia de 11 de março, mas tal tradução não foi sequer postada no site do Comitê Internacional, cujo último artigo em português é de 1º de março deste ano. Para qualquer uma destas datas tomada como base, desde 2006 o MNN não ficava por um período tão longo sem traduzir os artigos da corrente que ele tem considerado a continuidade do trotskismo.

    Enquanto por uma quantidade considerável de anos o MNN tem traduzido os textos do WSWS, ele não é a seção brasileira do Comitê Internacional, que é liderado pelo SEP (Partido da Igualdade Socialista) norte-americano. Se há relações fraternais entre o MNN e o CI, elas tem uma natureza obscura e não declarada.

    Enquanto o MNN afirma que o WSWS é a continuidade do trotskismo e fez a maioria esmagadora das traduções para o português do Comitê Internacional, este não parece divulgar tão amplamente as atividades dos seus apoiadores brasileiros. Através de uma busca no WSWS, podemos verificar que a única referência feita ao MNN está no seguinte trecho, num artigo (originalmente em inglês) sobre lutas na USP em 2009:

    “O MNN (Movimento Negação da Negação, um grupo socialista que se identifica com o trotskismo no Brasil) participou ativamente das assembleias, piquetes e protestos, defendendo a continuação da greve sem negociações com a reitora Suely Vilela”.

    Brazil: students resist attacks by shock troops at University of Sao Paulo

    Parece então que para o CI de David North, o MNN não representa (ao menos publicamente) muito mais além de “um grupo que se identifica com o trotskismo”. É impossível para alguém fora de ambos os grupos afirmar exatamente no que consiste este comentário vago.

    Quando alguns dos atuais membros de nossa organização faziam parte do Coletivo Lenin (leia a carta de ruptura),passaram por uma experiência com a Tendência Bolchevique Internacional que, ao menos superficialmente, se assemelha um pouco com esta. A situação foi relatada no documento em que o Coletivo Lenin rompeu relações com a TBI (de dezembro de 2010):

    “Por cerca de três anos utilizamos uma adaptação do documento da IBT ‘Pelo Trotskismo’ enquanto nosso programa político formal. Nós considerávamos e declarávamos publicamente (até dois meses atrás) que a IBT representava a continuação programática do trotskismo, afirmação que podia ser constatada em nosso site e em materiais e intervenções apresentadas ao movimento operário e estudantil. Fomos nós que traduzimos todos os documentos presentes na seção em português do site deles. E apesar disso tudo, a IBT recusou declarar publicamente que mantinha relações conosco ou mesmo que existíamos (…). Nessa época, consideramos tal postura extremamente estranha, uma vez que a declaração pública de relações fraternais é o primeiro passo dentro de uma perspectiva de fusão com outra organização.”

    No caso da TBI, esta postura “estranha” encobria interesses de construir uma “Internacional” sob a completa subordinação e controle dos seus líderes burocráticos. Como nós apontamos:

    Naquele ponto começamos a desconfiar que a IBT, apesar de suas afirmações, não possuía interesse real em fundir com nossa organização. Que eles fundiriam apenas com grupos que abrissem mão de todas as suas diferenças e opiniões independentes. Tal tipo de ‘fusão’ exigiria que antes fôssemos psicologicamente destruídos, cessando assim a possibilidade de sermos genuínos revolucionários”.

    Enquanto não podemos afirmar o que exatamente está por trás do relacionamento entre o MNN e o WSWS, certamente podemos dizer que o reconhecimento feito pelo MNN do Comitê Internacional enquanto uma organização revolucionária é unilateral. A repentina ausência de novas traduções do WSWS em português faz apenas surgir mais perguntas sobre a natureza pouco saudável dessa relação.

    Para onde vai o MNN?
                       
    Não será uma surpresa se o giro do MNN no movimento estudantil e o seu distanciamento do WSWS estiverem relacionados. É possível que após anos infrutíferos de discussões com o Comitê Internacional, a resposta dos líderes do MNN tenha sido, ao invés procurar uma alternativa à esquerda do CI, escolher uma saída mais fácil e atraente de “unidade” da esquerda brasileira.

    O Comitê Internacional possui problemas políticos extremamente graves, alguns dos quais buscamos expor recentemente com a tradução para o português do artigo O Ser Determina a Consciência, que foi escrito quando nós ainda estávamos politicamente alinhados com a TBI por um antigo apoiador do Comitê Internacional que atualmente é membro do Reagrupamento Revolucionário. Buscamos demonstrar com a tradução deste artigo que o atual CI é uma organização cujo programa político passa longe de ser capaz de armar o proletariado para a sua vitória final.

    Apesar disso, acreditamos que ao menos uma parte dos militantes do MNN tenha sido atraída pelos pontos positivos da tradição histórica de combate ao revisionismo pablista que o CI diz representar (ao reivindicar a continuidade da luta correta iniciada contra o pablismo em 1953). Um exemplo disso está no fato de que o MNN foi o primeiro grupo a traduzir para o português o texto de James P. Cannon, Uma Carta Aberta aos Trotskistas do Mundo Inteiro. Este é um documento que para nós representa um combate correto e historicamente fundamental (ainda que tenha sido tardio e imperfeito) contra o revisionismo de Pablo e Mandel, que dominou o movimento trotskista no início dos anos 1950.

    O MNN (que também nunca foi isento de desvios políticos) parece também estar perdendo seu próprio potencial polêmico contra as tendências que antes ele reconhecia como revisionistas do trotskismo, e passa agora defender uma “unidade” com elas, sem deixar claro sob qual programa. Parece que o MNN está atualmente passando por um estado de desintegração ideológica. O seu aparente afastamento do CI/WSWS não parece estar levando ao um balanço genuinamente trotskista da corrente de David North, mas simplesmente levando-o à direita.

    Para aqueles membros do MNN que entendem a importância da luta anti-pablista travada pelo Comitê Internacional em seus primeiros anos e que desejam lutar de forma bem sucedida pela revolução socialista, é necessário romper com a política representada pelo WSWS, assim como com o giro à direita do MNN.

    Nós do Reagrupamento Revolucionário baseamos a nossa política na luta original do Comitê Internacional contra o pablismo. Nós também nos baseamos naqueles que lutaram contra a sua degeneração sob a liderança de Gerry Healy. Nós, portanto, imaginamos que muitos membros do MNN, desorientados pela mudança no rumo político da sua organização, se beneficiariam em estudar alguns documentos em nosso site. Os documentos seguintes são uma boa introdução para compreender algumas questões fundamentais da história do movimento trotskista depois de Trotsky.

        Polêmica com o Comitê Internacional

        Comitê Internacional Ltda.: Chegando ao Fundo do Poço
        O Ser Determina a Consciência

        Este artigo, escrito por Samuel Trachtenberg, foi originalmente publicado pela Tendência Bolchevique Internacional, em 1917 número 30 (2008). A tradução para o português foi feita pelo Reagrupamento Revolucionário em abril de 2012.

        Na primavera de 2007, o Partido da Igualdade Socialista/Comitê Internacional (SEP/CI) foi abalado por um escândalo público quando Scott Solomon, um enraivecido antigo membro, revelou que David North não é apenas o líder do SEP e do CI, mas também o executivo chefe da Grand River Printing & Imaging(GRPI), um negócio multimilionário em Michigan. A liderança do SEP (partido do Comitê Internacional nos Estados Unidos e sua principal seção) aparentemente preferia manter esta bem sucedida empreitada comercial em segredo, mas ela não pode negar os fatos.

        A GRPI evoluiu da prensa caseira que costumava produzir o Bulletin, o jornal da Workers League (Liga dos Trabalhadores – WL, organização que precedeu o SEP). Quando o WL/SEP suspendeu a publicação do Bulletin para produzir apenas uma publicação online diária no seu World Socialist Web Site (WSWS), a planta de impressão do partido foi aparentemente transformada discretamente em um negócio de mão cheia.

        Por volta da mesma época, a liderança do SEP/IC descartou a visão marxista tradicional de que os sindicatos são organizações defensivas da classe trabalhadora e declarou que eles haviam se tornado meras agências dos capitalistas. David North escreveu um longo documento sobre esse tema intitulado “A Globalização e os Sindicatos”, no qual ele anunciou a “transformação objetiva da AFL-CIO [maior central sindical norte-americana] em um instrumento das corporações e do Estado capitalista.” Nós polemizamos contra isto no número de 29 de 1917[publicação da TBI] (conferir SEP: Defeatist and Confusionist: The Class Nature of the Unions).

        Os seguidores de North recentemente comentaram sobre o sórdido acordo assinado pelo Sindicato dos Trabalhadores Automotivos Unidos (UAW) em outubro de 2007 com a General Motors, o qual permite que a compania se livre da responsabilidade pela cobertura de planos de saúde dos seus trabalhadores aposentados através de uma contribuição em dinheiro e papéis convertíveis em 4,4 bilhões de dólares (baseados no valor das ações da GM) para uma Associação Voluntária para Benefício dos Empregados (VEBA). O acordo beneficia os patrões ao reduzir maciçamente as suas obrigações, ao mesmo tempo em que dá aos burocratas do UAW, que administram o fundo, uma enorme nova fonte de renda e de influência. Os únicos prejudicados serão os trabalhadores automotivos aposentados, cujos benefícios serão reduzidos quando o poder de investimento da VEBA se mostrar insuficiente.

        Em uma declaração de 12 de outubro, o SEP escreveu:

        “A assim chamada ‘associação voluntária para benefício dos empregados’, ou VEBA, irá transformar o sindicato em uma empresa geradora de lucro e tornar os burocratas sindicais investidores plenos na exploração dos trabalhadores. A burocracia do UAW vai colocar as mãos em uma enorme bolada de dinheiro, incluindo fundos da GM, que vão garantir a sua renda mesmo enquanto ela conduz cortes cada vez mais profundos nos benefícios dos membros aposentados do sindicato”.
        — “The middle-class ‘left’ and the UAW-GM contract”

        Aparentemente ignorando o paralelo entre a relação da burocracia do UAW com a VEBA e a do SEP com a GRPI, os seguidores de North declararam: “A transformação aberta do UAW em um negócio não é um desenlace repentino ou inesperado”. Mas o sindicato dos trabalhadores automotivos não se transformou em uma empresa capitalista; o UAW permanece como parte do movimento dos trabalhadores, apesar da grotesca e crescente corrupção da sua atual liderança. Leon Trotsky descreveu a tendência da burocracia trabalhista nos países imperialistas a se transformarem de meros agentes da burguesia em “acionistas” nos negócios da classe dominante:

        “A um certo grau de intensificação das contradições de classe dentro e cada país, dos antagonismos entre um país e outro, o capitalismo imperialista não pode tolerar (ao menos por certo tempo) uma burocracia reformista, a não ser que esta lhe sirva diretamente como um pequeno, mas ativo acionista de suas empresas imperialistas, de seus planos e programas, tanto dentro do país como no plano mundial.”
        — “Os Sindicatos na Época da Decadência Imperialista” (1940)

        No entanto, Trotsky concluiu:

        “(…) apesar da degeneração progressiva dos sindicatos e de seus vínculos cada vez mais estreitos com o Estado imperialista, o trabalho neles não só não perdeu sua importância, como é ainda maior para todo partido revolucionário. Trata-se essencialmente de lutar para ganhar influência sobre a classe trabalhadora. Toda organização, todo partido, toda fração que se permita ter uma posição ultimatista com respeito aos sindicatos, o que implica voltar as costas à classe trabalhadora, somente por não estar de acordo com sua organização, está destinada a acabar. E é bom frisar que merece acabar.”

        Quando o CI anunciou originalmente que ele estava descartando os sindicatos, os nossos camaradas alemães projetaram que North e compania podiam um dia “se encontrar em um bloco político com os capitalistas em seus ataques contra as instituições do movimento dos trabalhadores” (1917 número 20, 1998). A declaração de outubro de 2007 do SEP faz exatamente isso quando ela afirma: “O Partido da Igualdade Socialista aconselha aos trabalhadores que se o UAW for aos seus locais de trabalho, que votem para mantê-lo fora”.

        Sem dúvida os administradores da GRPI também dariam o mesmo conselho a qualquer empregado que esteja pensando em se sindicalizar. Socialistas, entretanto, acreditam que os trabalhadores devem se organizar. Numa situação em que o vício presta homenagem à virtude, a declaração de 12 de janeiro de 2006 do SEP para as eleições de meio-período nos Estados Unidos reivindicou “o direito garantido dos trabalhadores de se unir a um sindicato e controlá-lo democraticamente; a proibição de táticas de ataque aos sindicatos e cortes salariais”. Isto foi acompanhado de uma peculiar demanda por “apoio do governo para médios e pequenos negócios”. Mesmo a esquerda reformista não tem historicamente o hábito de exigir financiamento público para capitalistas privados, mas pelo menos poucos nela algum dia possuíram “médios negócios”.

        Excepcionalidade do CI no Sri Lanka

        A declaração do SEP/CI de outubro de 2007 sobre o UAW deixa bastante claro que a sua posição anti-sindicato não se aplica somente à América do Norte:

        “Dois fatos demonstram que a transformação do UAW não é simplesmente o produto das características subjetivas de líderes corruptos ou políticas erradas, mas sim a expressão de processos objetivos fundamentais radicados na natureza das organizações sindicais e do impacto das grandes mudanças na estrutura do capitalismo mundial. O primeiro é o período prolongado, agora se estendendo por décadas, em que os sindicatos têm trabalhado abertamente para suprimir a luta de classes e impor cortes nos salários e direitos dos trabalhadores, juntamente com demissões em massa.”
        (…)

         “O segundo fato é a escala internacional da degeneração e transformação dos sindicatos. Este não é um fenômeno norte-americano, mas sim mundial, incluindo os sindicatos nos centros capitalistas avançados da América do Norte, Europa e Ásia, bem como aqueles nos chamados países ‘menos desenvolvidos’. Do UAW norte-americano e AFL-CIO ao Congresso de Organizações Sindicais britânico, à Federação Alemã de Sindicatos, até o Conselho Australiano de Sindicatos e o Congresso dos Sindicatos Sul-Africanos, os sindicatos adotaram uma política corporativista de ‘parceria’ na gestão e trabalharam para reduzir os custos trabalhistas, em detrimento dos empregos, salários e condições de trabalho dos seus membros”.

        “A força motriz por trás deste processo universal é a globalização da produção capitalista, que eclipsou a antiga primazia dos mercados nacionais, incluindo o mercado de trabalho, e permitiu às empresas transnacionais vasculhar a terra por fontes de força de trabalho cada vez mais baratas. Isso tornou os sindicatos, tendo em vista suas origens históricas e suas tendências para a colaboração de classes com o mercado nacional e com o Estado nacional, obsoletos e impotentes.”

        Parece, entretanto, que o Sri Lanka é uma exceção a esse “fenômeno mundial”. Talvez não seja coincidência que este seja o único país em que um membro da liderança de uma seção do CI também é presidente de um sindicato. Diferente do papel de North como chefe de uma empresa capitalista, o CI parece ter bastante orgulho das atividades do seu camarada do Sri Lanka. O relato do WSWS de 13 de novembro de 2007 a respeito de uma reunião pública em Colombo para denunciar a guerra em andamento contra os separatistas de origem Tâmil mencionou que um dos principais porta-vozes foi “K.B. Mavikumbura, membro do comitê central do SEP [do Sri Lanka] e presidente do Sindicato dos Trabalhadores do Banco Central (CBEU)”. O artigo cita extensamente a apreciação de Mavikumbura sobre suas recentes atividades sindicais:

        “Nós apresentamos uma resolução no CBEU chamando os trabalhadores a se unirem com base em políticas socialistas para acabar com a guerra. Apontamos que a campanha pela retirada dos militares do nordeste, que está de fato sob regime militar, é uma condição necessária para unir os trabalhadores (…)”

        “Recentemente eu participei de uma reunião sindical para organizar um piquete em apoio aos professores. O governo disse que não poderia aumentar os salários dos professores porque tinha que pagar a guerra. Levou a cabo uma ordem na Suprema Corte para intimidar os professores. Expliquei que os trabalhadores devem assumir uma luta política contra o governo. A questão central é se opor à guerra, mas os líderes dos sindicatos rejeitaram isto. Em vez disso, eles disseram que os trabalhadores devem formar uma aliança com o Partido Nacional Unido (UNP) de oposição, que é conhecido por atacar os direitos dos trabalhadores. Os trabalhadores precisam construir um movimento político independente com base em uma perspectiva socialista.”
        — “SEP holds public meeting in Colombo to oppose the war in Sri Lanka”

        Qualquer um na órbita política dos seguidores de North pode estar se perguntando como as atividades de Mavikumbura podem ser encaixadas com o ponto de vista de que os sindicatos são simplesmente agências dos patrões.

        ‘A Transformação em um Negócio’

        Será que a posição do CI sobre os sindicatos simplesmente reflete uma perda de confiança na capacidade da classe trabalhadora de expulsar os burocratas e ganhar o controle sobre as suas próprias organizações de massa? Ou ela é um reflexo das pressões sociais de gerir um negócio bem sucedido? Como Marx observou, o ser tende a determinar a consciência, e para North e compania, a crescente receita da GRPI poderia certamente prover uma base material para o crescimento de corrupção político-pessoal dentro da liderança do SEP/CI.

        Alex Steiner e Frank Brenner, antigos colaboradores próximos de North que continuam a se identificar politicamente com o SEP/CI, sugerem isto na conclusão de um extenso documento datado de 16 de dezembro de 2007 que relembra como Gerry Healy (o antigo chefe do CI) aceitou grandes quantias de dinheiro de vários regimes do Oriente Médio para agir como seu propagandista de esquerda:

        “Isto também foi uma das lições do racha do WRP [Partido Revolucionário dos Trabalhadores britânico] — que a ‘unanimidade’ da liderança do grupo de Healy mascarava todos os tipos de relações oportunistas baseadas em arranjos pessoais e financeiros. Nós não temos dúvidas de que o silêncio do resto da liderança do CI também é baseado, ao menos em parte, em considerações oportunistas de natureza pessoal ou financeira.”
        — “Marxism Without Its Head or Its Heart”

        O revisionismo do CI não começou com a transformação da planta de impressão da WL em um negócio, nem mesmo como Steiner e Brenner argumentam, quando North e outros abandonaram a luta contra o “pragmatismo”. A operação política mercenária de Gerry Healy (incluindo o seu satélite norte-americano inicialmente gerido por Tim Wohlforth e depois por North) era programaticamente muito distante do trotskismo muito antes de eles começarem a promover o Coronel Kadafi e outros déspotas dos Oriente Médio.

        Organizações de esquerda que obtém financiamento substancial de fontes externas ao seu campo de atividade política irão inevitavelmente tender a se tornar despolitizadas e sujeitas à pressão de outras classes. Trotsky discutiu sobre isso em uma carta de 8 de outubro de 1923 lidando com alguns sintomas da crescente burocratização do Partido Comunista da União Soviética:

        “Há sem sombra de dúvida uma conexão intrínseca entre o caráter separado e contido dos setores organizativos – cada vez mais independentes do partido – e a tendência rumo ao estabelecimento de um fundo de renda tão independente quanto possível do sucesso ou fracasso do trabalho coletivo de construção partidário.”
        — O Desafio da Oposição de Esquerda (1923-25)

        North afirmou basicamente a mesma coisa em sua principal declaração de 1986 renunciando ao legado de Healy:

        “Além do mais, elementos entre jornalistas, atores e atrizes que emergiram dos seus redutos para o Comitê Político do WRP, sem qualquer aprendizado na luta de classes, proporcionou um elo direto para recursos materiais que o partido jamais havia conhecido. À parte da luta cotidiana dos membros do partido na classe trabalhadora, grandes montantes de dinheiro foram conseguidos. A liderança central adquiriu assim uma independência dos membros de base que destruiu as bases do centralismo democrático”.
        (…)

        “A diplomacia secreta de Healy e o seu repentino acesso a vastos recursos materiais, baseado amplamente na sua utilização oportunista da [artista de cinema] Vanessa Redgrave como o chamariz do WRP no Oriente Médio, teve um efeito corrosivo na linha política do partido e na sua relação com a classe trabalhadora. Qualquer que tenha sido a intenção original, isso se tornou parte de um processo no qual o WRP se tornou politicamente refém de forças de classe externas. No momento exato em que era mais necessária uma correção na linha, o ‘sucesso’ do seu trabalho no Oriente Médio, ao qual desde o início faltava o mais básico ponto de referência proletário, tornou-o cada vez menos dependente da sua penetração na classe trabalhadora britânica e internacional.”
        — “How the Workers Revolutionary Party Betrayed Trotskyism”

        O sucesso comercial da GRPI hoje dá à liderança do SEP muito mais independência da sua base do que é normal no caso de grupos burocratizados da esquerda, onde a renda tende a estar estritamente ligada ao tamanho da base e à cotização. A atividade política do SEP, centrada na internet, exige uma coluna de quadros de escritores e editores talentosos, mas o fato de que o grupo conduz muito pouco trabalho político real significa que há poucas oportunidades para membros recém-recrutados se desenvolverem politicamente, a não ser em eventuais atividades internas. Com o tempo, nós esperamos que o fluxo de dinheiro gerado pela GRPI vai causar o mesmo efeito nas camadas mais altas do SEP/IC que a VEBA vai causar nos ocupantes dos cargos de chefia da Associação de Solidariedade.

        O seguinte comentário sobre o SEP/CI e a GRPI foi originalmente publicado no site da TBI em maio de 2007

        Nas últimas semanas vieram à tona relatos de que David North, líder da organização Partido da Igualdade Socialista (SEP) e do Comitê Internacional, que reivindica o trotskismo, também  atua (sob o nome de David W. Green) como executivo chefe da Grand River Printing & Imaging (GRPI), uma das maiores companias gráficas de Michigan, que registrou 25 milhões de dólares em transações no ano passado. Como outros leitores da publicação diária do SEP, nós esperávamos ver o que o World Socialist Web Site (WSWS) tem a dizer sobre a revelação envolvendo a GRPI. Parece que, pelo menos por hora, North e compania decidiram que a discrição é a alma do negócio, e estão mantendo um silêncio absoluto.

        A maioria dos comentários impressos abaixo foi escrita pelo camarada Samuel T., que foi recrutado para a Workers League (predecessora do SEP) durante a campanha de Fred Mazelis como candidato da organização para prefeito de Nova York em 1989. Sam deixou a WL em 1991 quando o grupo se recusou a chamar pela derrota militar do imperialismo dos EUA na primeira Guerra do Golfo (veja o Boletim Trotskista número 8).

        No fim de semana de 31 de março/1 de abril de 2007, Sam e outros membros a TBI foram a Ann Arbor, Michigan, para participar de uma conferência do SEP contra a guerra do Iraque, que foi propagandeada como “aberta a todos os leitores do WSWS”. Quando nossos camaradas chegaram, entretanto, eles descobriram que os apoiadores de outras organizações que não fossem o SEP não eram bem-vindos, e a liderança do SEP pareceu um pouco desconcertada com nossas críticas sobre a afirmação dela de que sindicatos não são mais organizações da classe trabalhadora (veja 1917 número 29).

        Gerry Healy, o líder fundador do Partido Revolucionário dos Trabalhadores britânico (WRP), que liderou o CI até meados dos anos 1980, tinha uma bem merecida reputação de um mercenário político cínico com um fetiche por abobrinhas pseudo-dialéticas e causador de crises. No fim dos anos 1960, junto com Ernest Mandel e os pablistas do “Secretariado Unificado” (SU), o CI apoiou vários bonapartistas do Oriente Médio como supostas manifestações de uma “revolução árabe” com colaboração de classes. O CI também compartilhou o entusiasmo dos pablistas pelos “Guardas Vermelhos” da fração de Mao Zedong durante a disputa massiva entre setores da burocracia chinesa que ficou conhecida com “Grande Revolução Cultural Proletária”. Hoje, em um desvio simétrico, o SEP de David North nega que a China algum dia tenha sido qualquer tipo de Estado operário.

        Por volta dos anos 1980, os líderes políticos vendidos do CI estavam agindo como propagandistas pagos para o ditador líbio Muammar Kadafi e outros déspotas árabes. O ato mais desprezível desses gangsteres políticos foi passar informações para o serviço de inteligência do regime de Saddam Hussein sobre membros emigrados na Grã-Bretanha do Partido Comunista Iraquiano. Quando o WRP/CI implodiu em 1985-86, antigos membros vieram a público e disseram que recebiam tarefas de tirar fotografias de exilados de esquerda em protestos, que logo em seguida a liderança do WRP repassava para a embaixada iraquiana.

        Depois da queda de Healy, a atual liderança do CI, encabeçada por David North, buscou ajustar a imagem do grupo a algo mais próximo da tradição do “trotskismo anti-pablista” que ele falsamente diz representar. No seu balanço pouco inocente sobre o seu tardio rompimento com Healy, intitulado “How the WRP Betrayed Trotskyism” [Como o WRP traiu o Trotskismo], a liderança da WL minimizou o seu histórico de anos de obediência serviçal a cada pronunciamento de Healy. A insistência de North e de seus aliados próximos de que eles não compartilham nenhuma responsabilidade política pelos crimes do CI, e de que tudo foi culpa de Healy, lembra a tentativa de Nikita Kruschev em 1956 de apagar os crimes da burocracia soviética [que havia sido chefiada por Stalin até a sua morte] ao culpar Stalin de tudo. Aqueles que olharem para trás e examinarem as edições do Bulletin [jornal produzido pela WL] verão por si próprios que a adulação acrítica da Workers League com relação à Kadafi e aos demais financiadores bonapartistas do CI era tão entusiasmada quanto a do WRP. Eles também verão que o SEP/CI, assim como o SU e quase todas as tendências pseudo-trotskistas, consistentemente apoiaram a contrarrevolução no antigo bloco soviético, do Solidariedade polonês de Lech Walesa em 1981 até o levante pró-imperialista de Iéltsin em Moscou uma década depois. Com a passagem do tempo, e o influxo de novos membros menos experientes, a liderança do SEP/CI tem tentado se distanciar da sua história inglória. O tom do WSWS hoje é bem menos histérico do que o Bulletin costumava ser, mas o programa que ele defende não é nem um centímetro menos distante de ser revolucionário.

        Alguns sugeriram que o papel dos líderes do SEP na GRPI pode estar conectado com o seu repúdio da análise trotskista sobre os sindicatos. Nós não afirmamos saber isto com certeza. Mas ficou claro em Ann Arbor que existe bastante confusão entre os membros do SEP a respeito da sua posição sobre os sindicatos. Muitos membros novos parecem desconfortáveis com essa linha, enquanto quadros antigos defendem-na apaixonadamente, mesmo havendo pouca consistência nos argumentos que eles usam, e apesar do fato de que nenhum deles é capaz de explicar como a AFL-CIO hoje é qualitativamente diferente do que era nos anos de 1960 e 70. Um membro veterano do SEP se aventurou a dizer que talvez a destruição da URSS tenha de alguma forma, transformado os sindicados nos Estado Unidos em meras ferramentas da burguesia, ao comentar: “Bom, o colapso da URSS mudou tudo, então por que não teria também transformado os sindicatos?”.

        ***

        Estes comentários são de discussões internas da Tendência Bolchevique Internacional

        Lenin fez um paralelo entre a traição de 4 de agosto de 1914 dos Socialdemocratas [ao votarem no parlamento alemão a favor dos créditos para a Primeira Guerra Mundial] e a posição social privilegiada de aristocracia operária que constituía a sua base social. Trotsky fez observações similares a respeito da burocracia stalinista, assim como também associou o abandono da defesa da União Soviética em 1940 por parte dos seguidores de Shachtman [um rompimento à direita com o então trotskista Partido dos Trabalhadores Socialista (SWP) norte-americano] com a sua composição social pequeno-burguesa. Em 1953, James P. Cannon argumentou que as políticas liquidacionistas dos seguidores de Cochran [outra tendência à direita no SWP, que se aliou com os pablistas] refletiam os efeitos conservadores da estabilidade econômica relativa de trabalhadores especializados de meia-idade. Em 1983, nós próprios apontamos que o giro da SL [Liga Espartaquista] em seu chamado para salvar as vidas dos fuzileiros navais norte-americanos no Líbano, e da sua oferta no ano seguinte de prover proteção militar para a convenção do Partido Democrata, estavam relacionados ao desejo do líder da SL, James Robertson, de cultivar uma imagem “respeitável” com elementos das classes dominantes.

        Pode ser perigoso para um pequeno grupo com inclinações de querer parecer muito maior do que realmente é (uma coisa que os seguidores de North sempre fizeram ao longo da sua história) acumular um espólio desproporcional ao seu verdadeiro peso social. Seria surpreendente se gerir uma grande empresa não afetasse a consciência política da liderança do SEP – como Marx ressaltou, “o ser determina a consciência”.


        ***

        Eu fiquei impressionado ao ler o seguinte trecho do programa eleitoral de 2006 do SEP:

        “Para estabelecer a base econômica para uma reorganização da vida social nos interesses da grande massa dos trabalhadores, defendemos a transformação de todas as corporações privadas industriais, manufatureiras e de tecnologia da informação avaliadas em 10 bilhões de dólares ou mais – as empresas que, se compreendidas, controlam a parte decisiva da economia dos Estados Unidos – em empresas de propriedade pública, com compensação integral para os pequenos acionistas e uma negociação pública dos termos da compensação para os grandes acionistas”.
        (…)

        “Os direitos de propriedade devem ser subordinados aos direitos sociais. Isso não significa a nacionalização de tudo, ou a abolição das empresas de pequeno e médio porte, que são elas próprias vítimas de grandes corporações e bancos. O estabelecimento de uma economia planejada dará a estas empresas acesso imediato ao crédito e condições de mercado mais estáveis​​, desde que elas ofereçam salários e condições de trabalho decentes.”
        “For a socialist alternative in the 2006 U.S. elections,” 12 January 2006 (ênfase nossa) 

        Quantas empresas de impressão nos Estados Unidos valem mais do que 10 bilhões? Eu lembro que Rupert Murdoch está oferecendo 5 bilhões de dólares pela Dow Jones (que inclui o Wall Street Journal). Será que o SEP consideraria isso uma “empresa de médio porte”?


        ***

        Quando eu era um membro, os militantes da WL ficavam exaustos com um ritmo impensado de atividade pública (cerca de 8 horas de vendas, etc.) Eu acho que talvez a mudança para longe da agitação de massa rumo a uma perspectiva mais realista de propaganda onde os militantes não são destruídos, explica porque o SEP hoje projeta uma imagem pública mais controlada e racional (um ambiente de extrema pressão não é bom para a sanidade de ninguém).

        Na antiga WL, ninguém deixava de ser duramente criticado nas reuniões internas (a não ser que fosse parte da liderança) por não vender jornais o bastante, por não se dedicar o suficiente, por não contatar um número suficiente de trabalhadores ou por não dar dinheiro suficiente ao partido – não havia tabela de cotização, ao invés disso os camaradas anunciavam o quanto eles dariam aqueles mês nas reuniões de núcleo e lá eles eram pressionados a dar mais.

        Eu tive a impressão de ter sido informado, quando eu era parte do grupo, que a organização financiava a si própria quase completamente através da contribuição dos militantes (que se sacrificavam e eram encorajados a coletar dinheiro nas ruas, ir de porta em porta, pedir emprestado de parentes, etc.). A outra fonte de renda seria a venda dos jornais (que seria a razão pela qual supostamente gritavam conosco regularmente por não vender o bastante).


        ***

        Eu lembro que certa vez, enquanto era membro, perguntei sobre o caráter de classe de Cuba. Quando não criticado por levantar esse tema para começo de conversa (sob o argumento de que ele refletia um potencial desejo de se adaptar ao castrismo), me ofereciam um amplo leque de explicações de diferentes camaradas veteranos. Alguns me deram uma versão do ‘capitalismo com a sombra da burguesia’ (uma posição lambertista que, como eu descobri depois, nunca foi adotada pelos healyistas). [Pierre Lambert, líder a Organização Comunista Internacionalista francesa (OCI), participou com Healy do Comitê Internacional até 1971, quando eles se separaram]. Outros membros da WL me disseram que apesar do que eu havia lido em livros e jornais, havia na verdade significativa propriedade privada em Cuba. Eles estavam todos improvisando, porque o CI/WL/SEP, no meu conhecimento, sempre evitou qualquer tentativa de explicar seriamente a sua posição por escrito. Membros que perguntassem demais sobre assuntos delicados como Cuba logo aprendiam a não fazê-lo, já que isso era entendido como uma vontade de abandonar a classe trabalhadora. Eu suspeito que uma reação similar esteja sendo usada hoje para aqueles que ousarem perguntar sobre a GRPI.

        ***

        Na discussão sobre a questão da GRPI numa rede de relacionamento na internet, um apoiador muito recente do SEP resumiu da seguinte forma a explicação que lhe deram:

        1. A GRPI não financia o SEP;
        2. A GRPI dá emprego para vários camaradas;
        3. Ninguém está ficando rico através do envolvimento com a GRPI;
        4. A GRPI é uma compania bem sucedida que ganhou vários prêmios por ser uma empregadora de qualidade

        Se eu fosse um membro, eu estaria me perguntando para que propósito serve a GRPI, já que ela nem serve aos interesses do SEP, nem enriquece ninguém. Eu também estaria curioso sobre quais camaradas do SEP conseguem empregos e como eles são selecionados. Eu suponho que seja bom ganhar prêmios, mas a maioria das pessoas iria preferir trabalhar em um lugar onde haja um sindicato que as defenda ao invés de ter que confiar na boa vontade dos gestores. (Eu acho que é seguro presumir que, já que “os sindicatos essencialmente completaram a sua degeneração”, eles não representam os trabalhadores da GRPI).


        ***

        Quando o SEP acabou com as suas publicações impressas para poder se dedicar apenas à publicação online, eles diziam que estavam fazendo isso por meramente reconhecer a realidade de que, na nova era da internet, material impresso estava se tornando obsoleto como uma forma de chegar às pessoas. Está claro que o SEP seguiu fazendo imensos investimentos para ter suas publicações online diárias. O WSWS, que em geral é bem escrito e cobre uma enorme variedade de tópicos sob uma perspectiva de esquerda, possivelmente tem um número de leitores maior do que qualquer outra publicação em inglês reivindicando o marxismo. Ele dá ao SEP uma influência no cyber-espaço que vai muito além do seu peso no mundo real.

        A existência da GRPI, e o tempo e energia que North e compania obviamente empregam nela, me fazem questionar que a verdadeira motivação para encerrar a produção de propaganda impressa talvez tenha sido permitir que a compania atingisse o seu potencial máximo. Quando eu era membro, nós tínhamos que comprar grandes quantidades do Bulletin semanal sob consignação – cada membro vendia algo em torno de 100 jornais por semana. O grupo também imprimia uma Young Socialist mensal, uma publicação mensal em espanhol para imigrantes, uma publicação mensal ou bimensal em francês vendida em Quebec e para os imigrantes haitianos em Nova York (entre os quais nós tínhamos uma quantidade significativa de leitores), um jornal canadense mensal, muitos panfletos, uma revista teórica trimensal e, na maioria dos meses, um livreto ou um livro. A descoberta de que papel impresso tinha se tornado obsoleto (embora aparentemente não para propósitos lucrativos) pode também ter sido o resultado da decisão de que cumprir metas de vendas indo de porta em porta, montando bancas na frente de supermercados e todas as outras coisas que nós costumávamos fazer, não era uma forma eficiente de usar o tempo político dos membros. É digno de nota que a mudança de papel impresso para a publicação online, e a transformação da velha planta de impressão do partido em um negócio empresarial de mão cheia, parece coincidir mais ou menos com a mudança na posição sobre os sindicatos. Isso pode ser um exemplo clássico de “programa gera teoria”.


        ***

        Os marxistas geralmente encaram o revisionismo como uma expressão de pressão de outras classes dentro do movimento dos trabalhadores. Pequenas organizações de propaganda, com pouca conexão orgânica com o movimento proletário, experimentam essa pressão de formas mais indiretas do que os partidos de massa. Em um pequeno grupo de esquerda, as características pessoais e os apetites políticos dos membros de liderança são ao menos tão importantes em determinar a linha e o caráter do regime interno quanto às forças sociais invisíveis que moldam a consciência de massa.

        Marx e Engels escreveram uma quantidade significativa de polêmicas contra o desenvolvimento de cultos de personalidade dentro de pequenas organizações socialistas, enquanto Lenin, Trotsky e Luxemburgo, que trabalharam em uma época em que as ideias socialistas eram parte do cotidiano do movimento operário, normalmente não prestaram atenção a este fenômeno.

        Ignorando o contexto histórico e aplicando uma caricatura de análise leninista/trotskista sobre as burocracias sindicais, socialdemocratas e stalinistas, o CI há muito denuncia todos os outros grupos na esquerda como “pequeno-burgueses” (enquanto a sua própria composição social não é muito diferente) e simultaneamente exigia dos críticos da sua organização altamente burocrática que estes demonstrassem sob que estrato social materialmente privilegiado a liderança do CI se baseava. A recente publicidade em torno da GRPI pode levar a liderança do CI a ser um pouco mais cuidadosa antes de acusar outros grupos de “pequeno-burgueses” por um tempo.


        ***

        Uma organização pequena e rigidamente hierárquica que se diz socialista, sem conexões significativas com o movimento dos trabalhadores ou qualquer outro movimento social de massa, que tem uma existência política em grande parte literária, com muito pouca atividade pública além de ocasionalmente lançar candidatos para as eleições burguesas, está propensa a desenvolver alguns desvios políticos peculiares. Se os líderes de tal organização também estão sujeitos às pressões sociais de gerir um negócio multimilionário, é pouco surpreendente que eles exibam indiferença quanto às lutas reais e as necessidades da classe trabalhadora, ou ao menos tenham dificuldade em conectar as lutas imediatas limitadas da classe com a necessidade da revolução socialista (ou seja, encontrar o tipo de “ponte” que Trotsky descreveu no Programa de Transição).

        Trotsky via como algo essencial para os revolucionários lutar pelo programa marxista dentro das organizações de massa existentes do proletariado, ou seja, os sindicatos. A liderança do SEP, em contraste, tende a se basear em um tipo abstrato de “socialismo dos dias de festa”, no qual a proposta operacional principal é frequentemente chamar “construa o SEP”.


        ***

        Por décadas o CI tendeu a se adaptar à consciência atrasada dos setores mais privilegiados da classe trabalhadora e mostrar pouco interesse em questões de opressão específica (tais como o machismo, o racismo ou a homofobia). Aqueles que insistem na importância de os marxistas discutirem essas questões são atacados por “odiarem a classe trabalhadora” ou de serem motivados por ideologias de outras classes, como o feminismo burguês ou o nacionalismo negro. Tim Wohlforth, enquanto ainda era líder da Workers League, descreveu isso no seu infame comentário de que “A classe trabalhadora odeia hippies, bichas e feministas, e nós também!” Enquanto esta tendência está bem menos crua hoje, a cobertura do WSWS sobre a destruição de New Orleans pelo Furacão Katrina, por exemplo, foi profundamente falha pela tendência a ignorar o racismo evidente que caracterizou a resposta da oficialidade capitalista à esta crise.


        ***

        Os quadros que produzem o WSWS podem certamente não ter culpa pela sua dedicação ao trabalho – é uma façanha impressionante para um grupo tão pequeno ter sustentado tal empreitada por tanto tempo. Mas o valor desse projeto, de um ponto de vista revolucionário, depende do programa político que ele divulga. O profundo revisionismo do SEP sobre as revoluções sociais que produziram os Estados operários deformados chinês e cubano, seu apoio às restaurações capitalistas no bloco soviético, a sua posição derrotista e reacionária sobre os sindicatos, a sua tendência histórica à indiferença a respeito de questões de opressão específica e o seu abandono da posição bolchevique de “derrotismo revolucionário” para as potências nas guerras imperialistas, anulam qualquer valor que o WSWS possa ter como instrumento de propaganda socialista.

        Joseph Hansen: un revisionista sincero

        “La hipocresía es el homenaje que rinde el vicio a la virtud”

        Joseph Hansen: un revisionista sincero

        Primera impresión en Spartacist No. 4, mayo de 1977

        Reproducimos a continuación una octavilla distribuida por el London Spartacist Group ante una reunión en Londres (el 14 de enero de 1977) convocada para protestar las calumnias lanzadas por la banda de estafadores anti-trotskistas dirigida por Gerry Healy, inculpando a Joseph Hansen y George Novack, conocidos dirigentes del Socialist Workers Party norteamericano, de cómplices de la KGB estalinista en el asesinato de Trotsky. La octavilla de la tendencia espartaquista internacional rechaza terminantemente las acusaciones healyistas. Y al mismo tiempo critica las fraudulentas pretensiones de defensa de la democracia obrera por parte de los pablistas que organizaron la reunión en defensa de Hansen/Novack.

        Entre los oradores anunciados para el mitin de esta noche predominan celebres canallas con quienes nosotros de la tendencia espartaquista internacional (TEI) preferimos no mezclarnos. Pero Trotsky nos ha enseñado que si es justa la meta, uno se puede aliar hasta “con el diablo y su abuelita” (dando plena consideración al dicho popular que “cuando se cena con el diablo, debe utilizarse una cuchara larga”). Pero el supuesto motivo de esta reunión – protestar y desenmascarar las calumnias infames lanzadas por Gerry Healy y su Workers Revolutionary Party contra Joseph Hansen y George Novack del Socialist Workers Party (SWP) de los EE.UU. – no es su único objetivo. Los oradores comparten otro denominador común sobresaliente: son todos, sin excepción, revisionistas y destructores del movimiento trotskista; no solamente se tratan con una diplomacia de guante blanco, cerrando los ojos a sus respectivas traiciones al marxismo, sino que buscan activamente nuevas combinaciones y configuraciones del revisionismo (ya que las presiones de un auge en la lucha de clases internacionalmente han socavado profundamente sus viejas alianzas).

        Sólo en lo abstracto es repugnante pensar en compartir la misma tribuna con un Pierre Lambert, por ejemplo, cuya organización continúa usando sin cesar la violencia física contra los “vargistas” [seguidores de Michel Varga] en las calles de París; o con un Tim Wohlforth servil, quien durante 15 años fue un traficante destacado en la calumnia y la violencia tipo Healy, y quien ahora habla en nombre del descaradamente reformista SWP; o, peor aún, con un Michel Pablo (el archienemigo esporádico de los dos últimos), quien personalmente ha hecho tanto como cualquier otro ser humano para destruir desde dentro el movimiento trotskista y convertir el “trotskismo” en una letrina.

        Sin embargo, una reunión “por la democracia obrera” y “contra incriminaciones falsas y calumnias” –aunque incluyeran elementos tales como ros arriba mencionados– podría ser algo bueno, siempre que fuera una reunión franca y con plena libertad de crítica. Desgraciadamente, este no es el caso, como se puede desprender de la lista de los oradores. Las omisiones los descubren. Por ejemplo, cuando Intercontinental Press (6 de septiembre de 1976) de Hansen publicó la declaración “Una infamia descarada”, firmada por una lista larga de individuos y organizaciones, la IP en su análisis de las centenas de firmantes identificó sólo a 16 como “trotskistas internacionalmente conocidos”. De éstos, once eran partidarios del Secretariado Unificado (SU), dos eran de la Organisation Communiste Internationaliste (OCI) de Pierre Lambert, dos de Lutte Ouvriere y uno de la TEI. Pero sólo hablarán esta noche algunos dirigentes del SU, Lambert de la OCI (hoy día tan rastrero frente al SU) y aquel maestro de intriga, el mismo Pablo. Particularmente intragable para los organizadores de este mitin sería un portavoz de la TEI – el grupo que al nivel de la democracia obrera fue el primero en protestar contra las calumnias de Healy (movilizándonos bajo la consigna “¿Quién le dio su acreditación de seguridad a Healy?”) y que ayudó a iniciar la imparcial Comisión de Investigación en el asunto del altamente dudoso Varga vs. la calumniadora OCI.

        No es suficiente describir a Healy como paranoico, como hace Hansen. El conducto de la organización de Healy exige una explicación política. La combinación tipo Healy del oportunismo tosco con una farsa del trotskismo “ortodoxo” ha sido repetidamente vencida por los estafadores más hábiles del SU, en cuyo seno pelean las dos alas encabezadas por J. Hansen y E. Mandel. En su campaña de calumnias, Healy sin duda cree haber sobrepasado a V.I. Lenin. Lenin desenmascaró a Karl Kautsky como revisionista mediante un análisis meticuloso e implacable. Por lo tanto, hubiera sido inconcebible que Lenin, como marxista, hubiera sustituido la acusación falsa y gratuita –y tan simplista– que Kautsky era un agente del Kaiser. Healy no puede seguir esta política principista respecto a los revisionistas del SU, porque un análisis semejante le condenaría por su propia conducta. Recurre a una calumnia despreciable que sólo desacredita todos los que pretenden luchar contra el revisionismo pablista. Como siempre, Healy es el ejemplo espantoso que Hansen aprovecha para sus propios fines – en este caso, una tentativa de “reagrupamiento” internacional sin principios disfrazada como una reunión por la democracia obrera.

        Las verdaderas cuestiones políticas que ponen todos estos elementos en pugno, traficantes de calumnias y propensos a la violencia a un lado y a la TEI al otro, son planteados actualmente por dos consideraciones decisivas: el frente popular y la Cuarta Internacional. Claro que, como en los años 30, cuando el centrista Buró de Londres zigzagueó por el laberinto entre el trotskismo y los partidos reformistas de masas, hoy día hay más grupos efímeros de izquierda, quienes buscan balancearse con una pierna en el camino revolucionario y la otra en la claudicación común a todos los oradores de esta noche. La característica predominante de estos grupos es negativa: el no luchar por un programa internacional coherente y común, sino fanfarronear contra aquellos (como los oradores de esta noche) cuyas traiciones se han vuelto demasiado abiertas. Así por ejemplo el bloque de la “Iniciativa Internacional Necesaria” (el cual incluye a un tal Roberto de Italia; la recién escindida International-Communist League de Sean. Matgamna, el Spartacusbund alemán que está por desintegrarse, y quizás a alguien más). Aparte de su propia tendencia a claudicar bajo las presiones del frentepopulismo, no hay casi ningún punto en común entre sus fracciones e individuos componentes, salvo su objeción al revisionismo evidente del SU (y a la intransigencia “sectaria” de la TEI).

        Con el resurgimiento internacional de una enorme turbulencia proletaria, el frente popular está otra vez de moda. Y todos los revisionistas deben tratar, a su manera, de claudicar en la cuestión clave de la colaboración de clases y de preparar el terreno para nuevas traiciones con sus “nuevas vanguardias de masas” o sus descripciones autojustificantes de los partidos reformistas como simples “partidos obreros”. En mayor medida que sus herederos políticos de hoy día, los centristas de los años 30 del Buró de Londres, condenados por Trotsky, tuvieron que separarse del frente popular, aunque fuese sólo al nivel de palabras:

        “El frente popular practicado por las Segunda y Tercera Internacionales es una forma de colaboración de clases sobre una base capitalista entre el proletariado y la burguesía liberal (y la pequeña burguesía que depende de ésta última), que subordina y sacrifica los intereses de clase del proletariado y de la pequeña burguesía a los del capitalismo monopolista… En consecuencia, el Movimiento Socialista Revolucionario rechaza al frente popular como absolutamente contrario a los intereses históricos de la clase obrera. Al capitalismo oponemos el socialismo. Al frente popular debemos oponer el Frente Obrero Unido.”

        — Resolución aprobada en el “Congreso Socialista Revolucionario” del Buró lie Londres, febrero de 1938.

        Así que a pesar de su liquidación anti-trotskista de la necesidad del partido de vanguardia proletario, el Buró de Londres se vió forzado a asumir una oposición categórica y de clase al frente popular no esperando (como lo hacen sus secuaces) que los partidos reformistas y estalinistas se transformaran de alguna manera en sus contrarios. Pero en vez de, y en oposición a, la lucha dura e incansable de los trotskistas por la Cuarta Internacional, esos centristas contrapusieron al reformismo su fantasma impotente e inocuo, “el Movimiento Socialista Revolucionario”. Es por esto que las organizaciones del Buró de Londres, aunque disponiendo de fuerzas nominalmente cien veces más grandes que las de los trotskistas, son hoy día una referencia histórica apenas conocida, cuyos descendientes deben disfrazarse como trotskistas.

        Las duras lecciones de la victoriosa Revolución de Octubre conservan plena vigencia en nuestro planeta. Lenin y Trotsky ni entraron ni siguieron al gobierno provisional de los socialistas y liberales – lo derrocaron basándose en el poder de los soviets. Hoy la tendencia espartaquista internacional se basa sobre la Tercera Internacional de Lenin y la Cuarta Internacional de Trotsky, al insistir no solamente en que la cuestión del poder estatal es una de clase contra clase, sino además en que sin la lucha por la creación de una Cuarta Internacional disciplinada y programáticamente unida, los obreros serán abandonados frente a cada nueva trampa del capital – y, como en los años 30, con la complicidad de sus pretendidos “dirigentes” revisionistas.

        14 de enero de 1977

        — tendencia espartaquista internacional

        — Organización Trotskista Revolucionaria de Chile

        — Fracción Trotskista (expulsada) del Spartacusbund

        Militant Longshoreman No. 3

        Militant Longshoreman

        No. #3, April 10, 1982

        Gibson Case — Golden Case — S.E.O. Injunction

        CAPITALIST COURTS. ATTACK UNION

        Coastwise unity of the Longshore Division is threatened by Local 10’s failure to pay our share of the Gibson Case costs. Increasingly in recent years longshore and clerk locals have been sued in the courts. In cases where these lawsuits threaten the union’s contractual rights over registra­tion, promotion, dispatch, and transfers the Longshore Caucus has authorized the Coast Conmittee to pro-rate the costs of defending these cases among all the locals on a man to man basis. Brothers may not know, for instance, that the successful defense of Local 10 and Local 34 in the Sguire Scott case were distributed coastwide. In that case Local 10 longshoremen who had -been working out of Local 34 as clerks for some time sued to be transferred as Class A clerks on the basis of “squatters rights” and without regard to seniority.

        Local 10 is the only local in the longshore division that, at the present time, is refusing to pay its share of the Gibson Case settlement. This refusal is based upon actions at two membership meetings where it was argued that Local 10 should not help defend any local charged with racial discrimination. Since then the Executive Board has had two lengthy dis­cussions on the Gibson Case, but the facts that came out there haven’t been fully reported to the membership.

        FACTS ON THE GIBSON CASE

        Because of the extreme and increasing danger of the capitalist courts intervention into internal longshore union affairs, this article will give a few of the background facts on the Gibson Case.

        1967: Gibson filed E.E.O.C. complaint against Local 40, Portland Ship Clerk’s Local — four black casuals originally involved — court later added ten more blacks to complaint — Gibson charged Local 40 with racial discrimination against him and against other blacks in dispatch as casual clerks — none had worked as casual clerks prior to 1966, none had applied for Class B Clerk registration.

        The case went to District Federal Court under Title Seven of the Civil Rights Act — District Court rejected the complaint — Case appealed by Gibson and other plaintiffs to 9th Circuit Court of Appeals — The Inter­national was also sued, along with PMA — the International tried to with­draw as a defendant, but the Court ruled that the International ILWU could be sued as a defendant because of Coast Committee contractual control of dispatch and registration.

        BRIDGES REFUSES GIBSON CASE SETTLEMENT

        Early on there was an attempt to settle the case out of court with registration of the plaintiffs, but Brother Bridges refused and joined Local 40 in defending the case in court.

        The Federal Appeals Court finally reversed the lower court and found Local 40, (and the International), guilty of racial discrimination in 1967. In 1981, the International, PMA, and Local 40 settled the case out of court to the tune of several hundred-thousand dollars. They figured that appeal and further litigation might run up the final cost of settlement to two or three million dollars

        In 1967 there was one black class A clerk in Local 40. During the fourteen years of the court suit Local 40 registered a number of black clerks, mostly through transfers from longshore.

        OTHER LOCALS AGREE TO SHARE COSTS OF GIBSON CASE

        In June, 1981, all locals were billed for costs of settling the Gibson Case. The July Longshore Caucus did not reverse or reject this pro-rata billing. Local 13, Wilmington, delayed paying their share until they got reassurance-that their cost of defending the union in several local cases would also be pro-rated coast-wide. They have now agreed to pay their share of the Gibson Case.

        GOLDEN CASE – COURT OVERRULES CONTRACT IN LOS ANGELES

        The anti-union lawsuit which most clearly shows the extreme danger to the union is the Golden Case, which was just settled in Los Angeles. In that lawsuit a number of women, most of whom had never worked on the water­front, went into court to block the transfer of 108 longshoremen to the clerks local. They were joined by a group of casual clerks who wanted also to block the transfers and get themselves registered on a new Clerk B list.

        The settlement put the Federal District Court in permanent control of all registration, transfer, promotion, and dispatch of clerks in Los Angeles. In addition; the court required the registration of,a number of women and casual clerks to longshore B list. The court further ordered that all future longshore and clerk registration contain 25 to 30% women.

        COURT ORDERS CLERK B LIST IN LOS ANGELES

        A clerk B list will be set up in Los Angeles containing a certain number of women and casual clerks. Finally all future transfers from longshore to clerk after the present 108 men will have to be mostly women.

        It is ironic that the court gained control over longshore registration in Los Angeles over sex discrimination charges, since Local 13 had probably the best record on the coast for bringing women into the work force. About 50 women are now registered and working as longshoremen in Los Angeles.

        HOW CAN WE DEFEND OUR UNION AGAINST THE CAPITALIST COURTS ?

        If any Local 10 brother had any illusions left that the courts were truly neutral where unions are concerned, these illusions should have finally ended when the Federal Court came down with an injunction pro­hibiting any action by Local 10 to protect hiring hall tractor and lift jobs against PMA’s S.E.O. men. Since anything in print could be used by the court against Local 10, the MILITANT LONGSHOREMAN is limited in what kind of union defense we can suggest.

        When any union local’s contractual rights over registration, promotion, transfer, or dispatch are threatened by court action every local must see this as an attack on our union and share in the costs of legal defense. But let’s not have any illusions; the velvet glove has come off the iron hand and the courts will increasingly be used by the capitalist state to weaken and restrict union action in defense of our jobs.

        Trade unions were built and defended not by relying solely on smart lawyers, (they have their use), but by working class unity in action.

        Guest Editorial

        My first reaction to the sharing by Local 10 of costs incurred in the Gibson Case was: hell no, I won’t pay! Having suffered the chilling, oppressive, and humiliating effects of racism personally, my reaction was predictable. I have lost job opportunities myself, exactly for what Local 40 was accused of doing — racial discrimination. We in Local 10 know that too few blacks have been selected As walking bosses, we are presently seeking to get more black representation. I reasoned: why should I pay for the privilege of Local 40 having discriminated against blacks?

        I soon, however, began to expand my thinking into holistic rather than personalistic areas. The Williams case where Local 10 B men were fired was I suppose, of no interest to Local 40, but they had to share in our lawsuit. The hard, practical, reality is that Local 10 cannot afford to become isolated from the coast-wide concept of unity with other locals. We will need their help and they will need ours.

        All ILWU Locals are reeling from the effects of automation, all suffer increasingly less work opportunities. The Steady Man system is a cancer that has the potential to destroy us all. We cannot afford the luxury of hating formerly all white Local 40 for their past practices pre-1967. We don’t have to love them, but we must work together, because our jobs, our very livelihoods are much more important to us in the long run, than getting even for past discriminatory practices. The black men who sued Local 40 are now A men and have been for many years. Local 8, their longshore component in Portland, dealt with their racial prob­lems by registering blacks in 1964, thus avoiding lawsuits.

        The above comments on both the Golden and Gibson cases by Brother Keylor clearly show the problems, (especially the Golden Case), which can beset a Local, when it is invaded by the Courts. The Courts are into almost all aspects of Local 13’s dispatch and hiring practices – ­it could happen to us. I strongly recommend that the members of Local 10 pursue a course that will strengthen the bonds between Local 40 and Local 10 and all other ILWU locals. Help them, so that they can help us — to fight the bosses and courts. A final comment: failure to abide by the constitution, which provides for pro-rata sharing of law­suits Coast-wide, could result in Local 10 being placed into monitorship or in being excluded from future  caucuses. The result would be more loss of control and isolation from other locals.

        Fredric Addison

        Class Struggle Candidate in San Francisco Printers Union

        Class Struggle Candidate in San Francisco Printers Union

        [First printed in 1917 # 10, Third Quarter 1991. Copied from http://www.bolshevik.org/1917/no10/no10prin.pdf ]

        Fred Ferguson, editor of Militant Printer, a union newsletter politically supported by the Bolshevik Tendency, ran as a candidate in the November 1990 elections of the San Francisco Bay Area Typographical Union (BATU). Running on a class-struggle program, Ferguson stood for the Local Executive Committee and Elected Scale (contract negotiating) Committee. His campaign was supported by a wide layer of the ranks of the union.

        The Typographical Union, now affiliated with the Communication Workers of America (CWA), was formerly known as the International Typographical Union. It is one of the oldest craft unions in North America. Over the last 25 years it has suffered the effects of a technological revolution in printing that has seen a huge increase in individual productivity. Work once done by highly skilled compositors is now done by less skilled (and lower paid) computer operators outside the traditional composing rooms of most of the country’s newspapers and commercial printing plants (see: ‘‘The Decline of the Printers Union,’’ 1917 No. 6).

        This process was aided and abetted by the cowardly union bureaucrats, who signed attrition agreements that ‘‘guaranteed’’ jobs for printers already on site, while allowing the employers to assign the work wherever it could be done cheapest. As a result, membership in the union has declined by nearly two-thirds in 20 years. For example, at the New York Times, the workforce has shrunk from over 1,000 to fewer than 300.

        In 1965 the New York Daily News employed more than 900 composing-room printers. In the recent strike at the Daily News, the printers were contractually required to cross the picket lines and act as strikebreakers against their fellow workers. The gutless union leadership refused to violate this rotten deal. The printers’ ‘‘reward’’ at the end of the strike was that 100 of them (half the total) were laid off.

        Union Control of Hiring Threatened

        Unlike workers in the rest of the industrialized world, American workers have never attained the class consciousness necessary to form a national political party of their own. Yet they have in many cases obtained control over hiring in the plants. In longshore, union-run hiring halls dispatch workers to the shipping companies, day by day, on a seniority basis. In the printing trades the control was restricted to new-hires in plants with a steady workforce.

        Whatever the method, the result was that the bosses were denied the right to pick and choose among the available workers. Employment applications, ‘‘security checks’’ and all the hat-in-hand humiliation of job hunting in North America was replaced by a fair and, in most cases, more dignified process. In the Typographical Union the system gradually evolved into a complicated method of mandatory hiring of substitutes whenever workers in the regular workforce were absent. The system even included a provision that forced the companies to hire a substitute worker every time the equivalent of a shift of overtime had been worked by a member in the regular workforce. The owners hated this arrangement and repeatedly tried to get rid of it. As the bureaucrats gradually weakened the union over the years, the union hiring system was eroded bit by bit. Today, it is fully in effect in only a few places on the West Coast.

        In BATU/CWA the system remained more or less intact until July 1989, when the bureaucrats negotiated a ten-year supplemental agreement to the main contract that retained nominal union control over who would be hired, but gave the companies the right to say when, or rather whether, they would be hired. In return, 18 substitute workers were added to the list of workers who were ‘‘guaranteed’’ employment for the rest of their working lives. This was only pushed through after a bitter internal union fight in which the labor bureaucrats used the bait of the ‘‘guaranteed’’ jobs to convince enough workers to approve the gutting of union-controlled hiring.

        Militant Printer’s Campaign

        The 1989 fight angered a substantial minority of union members, including many substitute workers. They have been looking for revenge against the bureaucrats ever since. For eight years, Militant Printer has campaigned against the givebacks and treacherous class-collaborationist policies of the union tops. Ferguson’s November 1990 election campaign, which drew wide support, was a continuation of this struggle.

        BATU/CWA is one of the more political unions in an area of the United States long noted for left-wing political activity. For many years, the leadership was dominated by a generation of supporters of the reformist Communist Party. Demoralized by the results of its own class-collaborationist policies, the entire leadership announced its retirement in early 1990. When nominations for union elections were held later that year, the majority caucus, which had dominated the political life of the union for 20 years, was so thoroughly discredited that it did not try to run a slate of candidates.

        Instead, individual supporters of the caucus nominated Charles Tobias, a former full-time Local 21 organizer, for president. Tobias then presented an ‘‘independent’’ slate to run on his ticket. George Williams, an unaffiliated candidate, was nominated by an ad hoc rank-and-file committee of shop-floor activists, some of whom had engaged in reformist community organizing projects for the elderly. The majority caucus (operating under a classic misnomer as ‘‘the Progressive Club’’) attempted to deny Williams a spot on the ballot on a technicality. At a subsequent union meeting, rank-and-file members rejected this bureaucratic maneuver and voted by a two-thirds majority to allow Williams to run.

        Militant Printer published its program early on and, in so doing, forced the other candidates to do the same. The election campaign took place in the midst of the Daily News strike and a hotly-contested round of contract negotiations at the major San Francisco area newspapers. The issues in these negotiations—job losses and declining real wages—became the central focus of the election campaign. It was clear from the beginning that the other candidates could offer only mushy platitudes and vague statements of ‘‘concern’’ over the predicament the union found itself in after 20 years of give-back, sell-out contracts. Both presidential candidates published programs full of vague generalities that avoided posing class-struggle solutions for the problems facing the BATU and the union movement. On the basis of their programs, neither candidate warranted even critical support.

        Ferguson traveled throughout the 3,000 square miles of the union’s geographical jurisdiction and visited virtually every concentration of more than a half-dozen members. Thousands of copies of three campaign issues of Militant Printer were distributed.

        When the votes were counted, it turned out that Ferguson had lost a very close election. He received 593 votes for Executive Committee, losing by a mere 13 votes. The top candidate of the five elected polled 758 out of a total of 1,005 votes cast. In the race for Scale Committee, Ferguson’s total of 584 was only 12 votes short of election. This was remarkable considering that in the presidential race, the ‘‘independent’’ candidate, covertly supported by the Stalinist-led ‘‘Progressive Club,’’ buried the unaffiliated reformist in a near two-to-one landslide (615 to 378).

        Militant Printer has a wide readership among the working printers, and is respected as a serious and sane political alternative to the bureaucrats, even by those workers who do not necessarily agree with parts of its program. For example, one of the younger members of the Stalinist caucus told Ferguson confidentially that he was going to vote for him because he thought the contract negotiating committee needed a ‘‘little yeast.’’ The nearly 600 workers who cast their ballots for the only class-struggle candidate represent a solid base for socialist politics in the union. One of the lessons of this campaign is that, even in a reactionary period, it is possible to raise the flag of class-struggle unionism and get a hearing.

        Militant Printer’s 1990 Election Program

        1. Break with the Strikebreaking Democratic and Republican Parties!

        The labor movement must have its own political party, a workers party based on the unions, committed to the fight for our interests, up to and including a workers government! Not a dime, not a vote for the strikebreaking, racist Democrats and Republicans! The Democrats and Republicans have taken us to war four times in this century and now threaten to do it again. It is our sons and daughters who will die in Saudi Arabia—No to Bush’s war for Big Oil!

        2. For a Four-Day, 30-Hour Workweek, With No Loss in Pay!

        The answer to unemployment, homelessness and poverty is not some phony ‘‘guaranteed job’’ that disappears when the individual named on a list retires (or the company goes bankrupt). The answer is a shorter work-week with no loss in pay. The right to a job should be the birthright of every worker!

        3. For a 100% Cost-of-Living Clause in Every Contract!

        The ‘‘Voodoo Economics’’ of the Carter/Reagan/ Bush administrations have resulted in a loss in real wages for the American worker. The real wages (after inflation) in the newspapers in Local 21 have declined more than $100 a week since 1975.

        4. For a Merger with the Guild and GCIU!

        The day of the print crafts is over. The employers we face today are multi-national conglomerates, and the crying need in this industry is for one big union of all communication and print workers, with company-wide and industry-wide contracts.

        5. For a Fight to Protect and Regain our Jurisdiction!

        In their haste to appease the employers, previous administrations signed contracts that gave away much of our jurisdiction on the spurious basis that it was ‘‘lost’’ to automation. In reality, much of the work was only moved to other departments and is still being done there. Page makeup, proofreading and typesetting is our work!

        6. Picket Lines Mean Don’t Cross!

        No crossing of picket lines for any reason. The last 15 years have seen a virtual orgy of union-busting with the employers using us and other unions to break strikes (Chicago, Washington D.C., etc.).

        7. For Union Action Against the Racist Skinhead Nazis and Klan!

        For a return to the days when the union movement in this country stood with the oppressed against the night riders and Hitler-loving thugs like the Nazis. For Labor/Black defense against Klan/Nazi terror!

        8. Organize the Unorganized!

        For a serious and aggressive organizing drive to get the hundreds of non-union printers in the Bay Area into this union! Anaggressive, fighting union that wins a few struggles will have the appeal to pull in the unorganized—who in turn will increase the union’s clout in future confrontations. Only by reversing the attrition of the union membership can we ensure that the industrial pension remains sound. Let’s not have tomorrow’s pensioners end up on welfare, as happened when the ITU Fraternal Pension went broke!

        9. No Lawsuits Against the Union!

        Every time a member sues the union, the courts and government use it as an excuse to gain just a little more control over our affairs! (Six years ago we had the ludicrous example of then-First Vice-President Robert McMichen and his fellow playmates in Colorado Springs dragging the union and each other into court over ‘‘election irregularities’’).

        10. Take Back and Use the Strike Weapon!

        Local 21, the CWA and much of the rest of the labor movement have virtually abandoned the strike as a weapon. Most of the problems facing the union can be traced in the long run to this policy. Organizing unorganized workers, for example, can hardly succeed when the employers know that even in the unlikely event that there is a strike, the worst that will happen is an impotent consumer boycott (Chicago, Vallejo, etc.). The same is true in the fight for a shorter workweek, cost-of-living contracts, etc. The employers must know that we are able and that we have the will to strike. The strike, the only real weapon workers have, is essentially a political question. A strike, any strike, almost immediately becomes a confrontation with the city, state or national government when the employer asks for and gets police to bring scabs into the plant and a court injunction against pickets (PATCO, meatcutters, Greyhound, Eastern Airlines, etc., etc.). A militant leadership must be prepared to show active solidarity with other unions engaged in struggles with the corporate pirates. The problems we face as a union have been a long time in the making and there certainly are no overnight answers, but taking back the right to strike is the place to begin. Carefully prepared, militantly prosecuted strikes, with mass picket lines and a leadership committed to winning, are the key to putting this union back on its feet.

        Let’s get this union off its back!

        Más del Reagrupamiento Revolucionario en español

        Informamos a nuestros lectores que nuevos documentos del Reagrupamiento Revolucionario estan disponibles en español. Con ellos, también estamos publicando algunos documentos de interés histórico. Los documentos del RR ahora también en español son: 

        Carta de ruptura con la Tendencia Bolchevique Internacional

        El camino hacia fuera de Rileyville (Septiembre de 2008)

        Gadafi derrumbado por los imperialistas en Libia: 

        Combatir el gobierno del Consejo Nacional y de la OTAN! (Septiembre de 2011) 

        Para acceder a las publicaciones en español, haga clic aquí.

        A Continuidade Revolucionária e o Racha na Quarta Internacional

        A Continuidade Revolucionária e o Racha na Quarta Internacional

        A carta a seguir, que lida com o racha histórico do movimento trotskista no começo dos anos de 1950, foi escrita pela Tendência Bolchevique em 1989 e endereçada ao Grupo IV Internacional alemão (GIVI). Assim como a Tendência Bolchevique, o GIVI foi fundado por antigos quadros da Tendência Espartaquista Internacional (iSt). A carta é uma polêmica contra a igualação formulada pelo GIVI entre o revisionista Secretariado Internacional (SI) liderado por Michel Pablo e Ernest Mandel, e as forças organizadas no Comitê Internacional (CI) iniciado pelo Partido dos Trabalhadores Socialistas norte-americano (SWP). 

        A “reunificação” de 1963 entre o SWP e o Secretariado Internacional de Pablo, que produziu o Secretariado Unificado (SU), foi selado pela expulsão da Tendência Revolucionária do SWP (precursora da Liga Espartaquista – SL). A TR se opôs à reunificação e defendeu o racha original contra a corrente de Pablo como “essencial para a preservação de um movimento principista revolucionário”. A tradução para o português foi realizada pelo Reagrupamento Revolucionário em 2011. Pequenas notas explicativas foram adicionadas ao longo do texto, indicadas entre colchetes.

        14 de Março de 1989

        Camaradas:

        Nós discutimos o seu documento Continuidade ou Novo Programa – Uma Falsa Alternativa, e nós nos encontramos em acentuado desacordo com a sua conclusão de que o racha de 1951-53 foi, no essencial, politicamente inconsequente. Em nossa visão, isso representa um passo para longe da tradição da qual ambas as nossas organizações derivam. 

        Deixem-nos dizer logo de saída que o conhecimento da atividade política que nós temos das seções do CI fora da América do Norte nos anos 1950 é limitado. O que nós sabemos sobre a atividade delas não é impressionante, para dizer o mínimo. Nós estamos de certa forma mais familiarizados com os registros do Partido dos Trabalhadores Socialistas (SWP) nesse período, que mostram um consistente movimento à direita, incluindo o chamado ao exército imperialista dos EUA para agir como um instrumento de luta contra o racismo. 

        Nós consideramos “Gênese do Pablismo” [Spartacist número 21, 1972], o principal estudo da Liga Espartaquista sobre a crise do trotskismo no pós-guerra, um documento sofisticado. Como vocês apontam, ele é limitado a 1954 – e enquanto ele se refere à atividade do grupo de Healy dentro do Partido Trabalhista inglês como “arqui-pablista”, ele omite menção à adaptação política covarde do CI a Messali Hadj na Argélia ou a Perón na Argentina. “Gênese do Pablismo” também ignora o desastre boliviano de 1952 e o papel da liderança de Cannon ao encobrir o menchevismo do “apoio crítico” do POR [Partido Obrero Revolucionario] ao governo burguês nacionalista do MNR [Movimiento Nacionalista Revolucionario]. Essa é uma omissão particularmente significativa em razão da existência de uma tendência dentro da filial do SWP em Los Angeles (o grupo de Vern-Ryan) que criticou explicitamente essa política na época. A observação da SL de que é central para forjar uma corrente trotskista autentica a nível internacional “uma compreensão das características e causas do revisionismo pablista e da resposta falha dos anti-pablistas que lutaram, muito pouco e muito tarde, num terreno nacional, enquanto abandonavam na prática o movimento mundial”, é uma afirmação com a qual nós concordamos com toda sinceridade. Nós não criamos desculpas para o provincianismo nacional da liderança de Cannon, nem para a sua concepção de uma “Internacional” federada, nem para a sua abstenção de críticas ao oportunismo dos seus parceiros de bloco. Mas também nós não concordamos com a Política Militar Proletária, nem com as posições tomadas na Iugoslávia e na China [posições da Quarta Internacional antes de ser dominada pelos pablistas no Terceiro Congresso Mundial de 1951]. 

        Ao mesmo tempo, é necessário julgar correntes políticas na sua totalidade, levando em conta a sua história e a realidade social com a qual se confrontaram. O mundo após a Segunda Guerra Mundial era um lugar muito diferente daquele que Trotsky havia projetado. O SWP estava isolado socialmente, com seus quadros envelhecendo e sob tremenda pressão da caça às bruxas internamente [macartismo]. Ele ficou claramente muito desorientado pelos eventos do pós-guerra e pobremente equipado para entender ou lidar com eles teoricamente. A liderança de Cannon compartilhou largamente, ou no mínimo aceitou, o impressionismo de Pablo sobre a “nova realidade mundial” que levava inexoravelmente às conclusões de que muitas das lições do “velho trotskismo” não eram mais aplicáveis. Isso é evidenciado pelo apoio do SWP às decisões do Terceiro Congresso Mundial de 1951. 

        Mas conforme a luta com Cochran [adepto de Pablo nos Estados Unidos] revelou, seria um erro simplesmente igualar Cannon e Pablo. A liderança do SWP, enquanto estava escorregando gravemente, não estava definitivamente consolidada ao redor desse revisionismo. Quando confrontada com as implicações do curso liquidacionista dos pablistas no seu próprio terreno nacional, a liderança de Cannon resistiu. Nessa luta nós tomamos um lado, sem endossar a forma como a luta foi conduzida ou mesmo muitos argumentos usados pela maioria – por exemplo, a defesa de Hansen da proposição segundo a qual o stalinismo era, em toda a parte, “contrarrevolucionário de cabo a rabo”. Enquanto a direção da evolução dos Cochranistas era suficientemente clara na época da sua suspensão do SWP, ela ficou ainda mais estrondosa quando eles estabeleceram o seu próprio grupo. Seis meses após deixarem o SWP, eles declararam descaradamente que no período pós-guerra:

        “(…) tem havido um teste claro da habilidade do trotskismo de criar um movimento independente sobre um programa amplamente confirmado pelos novos desenvolvimentos revolucionários (…) a velha perspectiva trotskista caiu fora de moda. Como antes da guerra, a vanguarda busca realizar as suas aspirações revolucionárias dentro dos velhos partidos, não deixando espaço para uma nova organização revolucionária de massas. Assim, o movimento trotskista (…) estava fadado a permanecer isolado. O teste foi colocado para toda uma época histórica, ambos em períodos de reação e de revolução, e por isso é decisivo”.
        “Nossa Orientação”, reimpresso em Documentos do Secretariado Internacional 1951-54, volume 4.

        Nós acreditamos que a liderança do PCI [Parti Communiste Internationaliste, da França] estava certa em votar contra o documento principal da liderança do SI no Congresso de 1951. O fato de que o SWP não os apoiou nisso, ou que a liderança do PCI não levou essa luta até o fim, não nega o fato de que houve uma significativa diferenciação política, que claramente tinha um eixo esquerda/direita. Vocês admitem que “no documento Para onde vai o camarada Pablo? escrito por Favre-Bleibtreu em junho de 1951, eles tentaram defender o trotskismo”, mas concluem que porque eles “capitularam às manobras burocráticas dos pablistas dentro do PCI” e infelizmente retiraram a sua oposição anterior à linha adotada pelo Terceiro Congresso Mundial, os trotskistas franceses “selaram o seu destino”. Enquanto essa manobra obviamente enfraqueceu significativamente a oposição política deles ao novo revisionismo, o fato é que continuaram se opondo à liderança de Pablo e aos seus aderentes franceses. No ano seguinte, Bleibtreu concordou com Healy e um representante da seção suíça em “tomar juntos a defesa do trotskismo contra o revisionismo pablista e a luta contra a liquidação da Quarta Internacional” no futuro Quarto Congresso Mundial (Documentos do Comitê Internacional 1951-54, volume 2). Cannon e a liderança do SWP aparentemente abortaram tais planos com a sua “Carta Aberta”, publicada no mês seguinte.

        Está bastante correto apontar para as inconsistências e inadequações do PCI e do SWP, e a forma passiva e imprópria com a qual eles travaram a luta contra a liderança pablista. “Gênese do Pablismo” certamente não é acrítica a esse respeito:

        “Apesar de existir uma considerável mitologia que defende o contrário, tanto o PCI como o SWP vacilaram quando o revisionismo se manifestou na direção da Quarta Internacional, colocando obstáculos somente à sua aplicação em suas próprias seções. Ambos os grupos se comprometeram por sua inquieta conformidade (combinada, no caso do PCI, com resistência esporádica) a apoiar a política de Pablo, até que consequências organizativas suicidas para suas seções fizeram necessárias duras batalhas. Ambos abdicaram da responsabilidade de levar a luta contra o revisionismo em todas e cada uma das instâncias e seções da Quarta Internacional (…) O CI, desde o seu começo, era apenas o esqueleto de uma tendência internacional formada por grupos que já haviam se dividido entre ramificações pró-pablistas e ortodoxas.”


        Vocês observam que “O impulso político saudável de combater o pablismo, que havia sido desenvolvido por alguns componentes do CI, foi hesitante num sentido programático e um desastre no que diz respeito à sua prática política”. Verdade, mas apesar de a luta contra o pablismo ter sido profundamente falha, ela não foi sem substância política. As questões levantadas na Carta Aberta do SWP (o levante na Alemanha Oriental e a greve geral francesa) não foram inconsequentes. É, portanto, um erro igualar as posições adotadas pelas seções do CI nesses eventos com aquelas dos pablistas. Assim como na luta com Cochran, apesar das nossas críticas a Cannon como um todo, nós não podemos aceitar a posição de que era o caso de duas posições revisionistas “complementares” que eram qualitativamente similares. É por isso que o caminho rumo à “reunificação” com os pablistas em cima de uma capitulação compartilhada ao castrismo foi um desenvolvimento significativo, que assinalou a consolidação irreversível da liderança do SWP em torno do revisionismo, enquanto simultaneamente deu início à Tendência Revolucionária (TR).

        ***

        Nós consideramos a sua noção de “continuidade” unilateral. Vocês sugerem que “os expoentes da ‘continuidade’” a veem como “um desenvolvimento ininterrupto do trotskismo”. Essa seria uma posição fácil de combater, mas ela é uma simplificação que ignora a distinção crucial entre “desenvolver” o trotskismo e defendê-lo – mesmo que parcialmente e inadequadamente. Nós não vemos “continuidade” enquanto um tipo de verdade metafísica depositada em mãos capazes de garantir a sucessão apostólica do trotskismo autêntico. E tampouco ela consiste em simplesmente repetir as respostas dadas para os desafios de ontem diante dos novos problemas que surgem hoje.

        A luta contra o pablismo no SWP significou que, diferente da formação dos Cochranistas, o partido possuía a capacidade de uma regeneração política própria. Isso é confirmado pelo fato de que a demarcação política de 1951-53 foi o ponto de partida para a TR dentro do SWP oito anos mais tarde, quando este finalmente convergiu com a liderança do SI. De algumas formas importantes, a TR/SL representou um desenvolvimento positivo do trotskismo depois de Trotsky – algo que não é verdade para qualquer corrente internacional. Mas ela fez isso na base das lutas anteriores sobre as quais ela estava embasada, incluindo a luta contra o pablismo no início dos anos 1950, imperfeita e tardia como ela foi.

        É pelo menos abstratamente possível que uma corrente genuinamente proletária revolucionária possa surgir em algum lugar do mundo, que fosse capaz de desenvolver autonomamente as posições programáticas essenciais do trotskismo e aplicá-las a problemas tão difíceis como os povos interpenetrados na Palestina/Israel, a frente popular, opressão específica, a gênese de Cuba e dos outros Estados operários deformados, sem nunca ter sabido da existência da tendência Espartaquista, nem da TR, do CI, ou mesmo de Trotsky.

        Mas o fato é que a TR não foi seguida, dentro do nosso conhecimento, por nenhum outro grupo reivindicando o trotskismo internacionalmente. Nem mesmo qualquer das inumeráveis correntes resultantes do movimento da Nova Esquerda/Maoísmo, em suas várias permutações nacionais, se aproximou espontaneamente do programa do marxismo revolucionário defendido e desenvolvido pela TR/SL.

        É nesse sentido que a questão da continuidade tem significado. Ela tem muito a ver com responder como os revolucionários deveriam ter respondido aos vários difíceis problemas postos pela luta de classes internacional. O fato de que a TR se desenvolveu no SWP e não, por exemplo, na organização italiana do [líder pablista] Livio Maitan no início do anos 1960, não é uma completa casualidade. No seu documento de fundação “Em Defesa de uma Perspectiva Revolucionária”, a TR se colocou como a continuadora da luta contra o pablismo que começou em 1953.

        “Em 1953, o nosso partido, na ‘Carta Aberta’ [aos Trotskistas do Mundo Inteiro] (The Militant, 11 de setembro de 1953), declarou que ‘O abismo que separa o revisionismo pablista do trotskismo ortodoxo é tão profundo que nenhum compromisso político ou organizativo é possível’. A avaliação do pablismo como revisionismo está tão correta hoje como era então e deve ser a base para qualquer análise trotskista sobre tal tendência.”

        O documento fundador da TR fazia a acusação de que “a liderança do SWP aceitou a posição teórica central do revisionismo pablista”. A TR era crítica desde o início sobre a conduta da luta do CI contra os pablistas, assim como a tentativa de ganhar tempo e o excepcionalismo norte-americano do SWP [posição do SWP, entre 1951-52, de aceitar as posições liquidacionistas dos pablistas europeus e recorrer a um “excepcionalismo” para rejeitar a sua aplicação nos Estados Unidos]. No entanto, ela ficou do lado da declaração tardia do SWP sobre a sua intenção de “levar adiante uma luta política contra o pablismo em uma escala mundial, feita para manter a sua perspectiva revolucionária nacional”. Enquanto tomou o mesmo lado da luta contra Pablo no SWP em 1953, a TR não tomou a posição de que o CI era a simples continuação linear da Quarta Internacional. De fato, o grupo Espartaquista teve que lutar para restabelecer de maneira bem sucedida uma continuidade política revolucionária. Na sua resolução sobre o movimento mundial apresentada em 1963 na Convenção do SWP, em oposição ao documento da maioria motivando uma “reunificação” com o SI, a TR apontou o “desaparecimento da Quarta Internacional como uma estrutura significativa” ao mesmo tempo em que corretamente argumentava que a reunificação com os pablistas era “um passo que afastaria, ao invés de aproximar, o renascimento genuíno da Quarta Internacional”. Na Conferência de Londres em 1966, o grupo Espartaquista declarou sem rodeios que “o pablismo foi contraposto dentro do nosso movimento por uma má ‘ortodoxia’ representada até os últimos anos pelo exemplo de Cannon”. Robertson [representante do grupo Espartaquista na Conferência] posteriormente notou que:

        “Depois de 1950, o pablismo dominou a Quarta; apenas quando os frutos do pablismo já estavam maduros foi que uma seção da Quarta reagiu. Em nossa opinião, o movimento ‘ortodoxo’ ainda deve encarar os problemas teóricos novos que o tornaram suscetível ao pablismo em 1943-50 e deram origem a um racha parcial, imperfeito em 1952-54.”

        Nós vemos a nossa luta, em primeira instância, como uma luta para garantir que o precioso legado político da TR e da SL revolucionária não seja perdido com a queda irreversível da sua liderança no banditismo político. É claro que nós não argumentamos que apenas grupos emergindo da TR/SL podem ser revolucionários, mas nós acreditamos que os futuros revolucionários que estudem a história do movimento trotskista devem chegar à conclusão de que num sentido programático vital, a tradição da TR/SL, e ela sozinha, representou a autêntica continuidade da Oposição de Esquerda e da Quarta Internacional dirigida por Trotsky. E essa continuidade por si própria tem uma história, uma história que passa pelo racha “imperfeito” e “parcial” produzido pela “tendência internacional só no papel” que foi o CI.

        A atitude de vocês para com a tradição da TR/SL parece, para nós, ambígua. Por um lado, parece que vocês consideram que a nossa declaração na primeira edição do Boletim da Tendência Externa da iSt [publicação do grupo que viria a formar a Tendência Bolchevique] de que nós nos propomos a agir como um “farol do espartaquismo ortodoxo”, como questionável, e vêem nossa posição no racha de 1951-53 como um “vício hereditário”. Por outro lado, vocês dizem “levar em consideração a herança revolucionária (…) da iSt” sem necessariamente posicionar a si próprios perto demais dela. De fato, vocês consideram que a iSt continua sendo revolucionária, e entretanto, apesar de ela ser talvez cinquenta vezes maior que vocês, vocês não propõem unificação. Parece para nós que esse é um tipo peculiar de indiferença sobre a questão da continuidade revolucionária. Essa impressão é reforçada com a sua afirmação de que a análise de vocês:

        “sobre os pontos de ruptura no desenvolvimento do trotskismo, de forma nenhuma expressa neutralidade ou agnosticismo, ela apenas escapa do efeito ‘máquina do tempo’: Como nós teríamos agido se…? Esse método não é operacional.”

        Nós não conseguimos ver qualquer mérito em ‘escapar’ das questões postas no racha organizativo do movimento trotskista. O que parece ser pouco “operacional” é essa afirmação de que vocês não são agnósticos ou neutros, pelo menos no que diz respeito ao racha SI/CI. Se, de fato, os dois lados na luta de 1951-53 eram formas complementares de revisionismo, (ou “equivalentes centristas”), vocês deveriam ser neutros no seu desenlace [a “reunificação”], como nós somos neutros, por exemplo, no racha entre o bloco Moreno/Lambert há vários anos atrás.

        Fraternalmente, Tendência Bolchevique.

        Polêmicas com a Tendência Bolchevique Internacional

        Gostaríamos de chamar a atenção de nossos leitores para polêmicas travadas recentemente na seção em inglês de nosso site contra a Tendência Bolchevique Internacional (TBI).
         
        A primeira polêmica foi escrita em resposta à publicação do “balanço” que a TBI faz a cada 3 anos do seu trabalho. O balanço da TBI (em inglês) abordava de forma passageira a sua relação com o Coletivo Lenin, grupo que, após romper com esta, se aliou temporariamente ao Reagrupamento Revolucionário do camarada Sam Trachtenberg. O documento da TBI diz que:

        “Ao avaliar o nosso trabalho desde a nossa conferência de 2008 observamos que, apesar de alguns sucessos limitados (por exemplo, ganhamos adeptos na França e Polônia), ainda temos de fazer grandes avanços a nível internacional e, de fato sofremos alguns reveses. Em 2010, um companheiro recém-recrutado deixou a IBT para se tornar um anarquista em sequência aos protestos explosivos contra o G-20 em Toronto. Mais significativamente, não conseguimos ganhar os membros do Coletivo Lenin (CL) do Rio de Janeiro, alguns dos quais eventualmente se alinharam com Sam T., um ex-membro talentoso mas problemático da IBT, que partiu em setembro de 2008, após decidir que ele não estava mais preparado para seguir as diretrizes da organização. A nossa incapacidade para ganhar os camaradas brasileiros veio como o culminar decepcionante de vários anos de esforço e representou a perda do que parecia ser uma oportunidade promissora para realizar trabalhos em uma parte extremamente importante do mundo.

        Curiosamente, o balanço não faz nenhum cometário sobre o motivo do Coletivo Lenin para rejeitar a TBI e aliar-se com Sam Trachtenberg. Para conhecer melhor este desenvolvimento, recomendamos a declaração de ruptura das relações fraternais do CL com a TBI e o estabelecimento de relações fraternais com o RR.
         
        Posteriormente, o CL se dividiria entre uma maioria que aceitou acriticamente um programa abertamente revisionista e uma minoria que defendeu o programa revolucionário do trotskismo e se uniu definitivamente ao Reagrupamento Revolucionário, como relatamos em nossa carta de ruptura com o Coletivo Lenin.
        Embora tais polêmicas ainda não estejam disponíveis em português, queremos convidar os leitores interessados a realizar, por hora, uma leitura em inglês, que pode ser facilitada com a ferramenta de tradução do Google. Basta colar o link da página em inglês e clicar em “Traduzir” para receber a tradução automática em português.
        As  polêmicas produzidas até o momento estão disponíveis através dos seguintes links: 

        Polêmica com a Direção Majoritária da ANEL

        Este panfleto foi originalmente distribuído na Plenária Ampliada da ANEL/RJ, ocorrida em 21 de março. A versão aqui disponível contém pequenas correções na grafia e na formatação do texto.

        Tendo em vista a preparação para a plenária nacional da Assembleia Nacional dos Estudantes – Livre, encaramos como fundamental debater o rumo que a sua direção majoritária, eleita no último congresso e composta por membros de liderança do Partido Socialista dos Trabalhadores Unificado (PSTU) tem dado à organização estudantil. Com esta breve polêmica, temos o objetivo de iniciar uma reflexão e um debate com os estudantes da base da ANEL sobre quais os rumos corretos para garantir que a entidade vai cumprir os seus objetivos finais de garantir para os estudantes brasileiros uma educação pública, gratuita, laica e de qualidade. Acesse nosso blog ou fale com nossos militantes e vamos juntos lutar por um movimento estudantil realmente capaz de promover grandes mudanças!

        I

        Nossa primeira diferença com a direção majoritária da ANEL diz respeito aos apelos que a entidade tem sistematicamente feito para que Dilma (e o PT) defendam os trabalhadores e estudantes, revogando medidas de ataque à educação, pedindo mais verbas ou mesmo exigindo da presidenta que exproprie o terreno do Pinheirinho e o dê aos trabalhadores que de lá foram brutalmente expulsos pelo governo estadual do PSDB de Alckmin. Isso fica claro nos seguintes trechos publicados nos boletins e no site da ANEL:
          
        “Para garantir uma educação pública e de qualidade, precisamos exigir da Dilma que revogue os cortes no orçamento e garanta 10% do PIB para a educação já!”
        Chega de cortes na Educação! 10% do PIB JÁ!
          
        “Aproveitaremos a imprensa lá presente para divulgar nossas posições, além de exigir do governo mais verbas para a educação pública já.”
        ANEL participa de reunião com relator do PNE, em Brasília
          
        “Após a invasão do Pinheirinho, o governo Dilma afirmou que havia ocorrido uma ‘barbárie’. Porém, se Dilma acha realmente que o povo do Pinheirinho deve ter direito à moradia, por que não desapropria o terreno, já que tem pleno poder para isso? Devemos exigir que o governo federal faça jus às suas declarações e intervenha com a autoridade que tem em favor das famílias desabrigadas.”
        Boletim Especial da ANEL – Fevereiro/Março
          
        Estes exemplos mostram que a linha central da ANEL em diversas ocasiões e questões políticas variadas tem sido fazer apelos à Dilma para que resolva os problemas apontados. O fato de o governo do PT em aliança com o grosso da burguesia brasileira ter teoricamente “pleno poder” para dar um rumo diferente à educação e às ocupações de terra do país não muda o fato de que esse poder só pode ser usado na defesa dos interesses do grande capital, que possibilitou que Dilma fosse eleita e com o qual o PT tem estado de braços dados há décadas. A oposição que a ANEL tem feito contra o governo Dilma fica bastante enfraquecida com esses recorrentes chamados para que ela aja em favor dos estudantes e dos trabalhadores. Isto está muito errado e só serve para criar ilusões nos estudantes de que fazer pressão sobre o governo pode ser uma saída para resolver problemas tão agudos quanto a falta de verbas para educação ou a questão habitacional no Brasil.
          
        Ao invés de agir como instrumento de pressão sobre o governo, a ANEL deveria deixar claro nos seus boletins que o governo Dilma é comprometido com os empresários e banqueiros brasileiros e dos países imperialistas, e que nunca será capaz de defender as demandas dos estudantes, trabalhadores e oprimidos. Se compreendida como a principal linha da ANEL nessas questões, esta posição de “exigências” dá um viés claramente reformista à entidade, quando na verdade o movimento estudantil e dos trabalhadores tem potencial para ser muito mais do que instrumento de pressão sobre o governo do PT em aliança com os patrões. Nós defendemos uma virada para uma política consistente de oposição a Dilma e que, contra o seu governo de conciliação com a burguesia, contraponha uma alternativa de poder da classe trabalhadora e dos estudantes, como um objetivo a ser conquistado através das lutas de classe. “Façamos nós por nossas mãos tudo o que a nós diz respeito!”
          
        II

        A ANEL tem dado apoio às “greves” e movimentos de policiais civis e militares pelo Brasil, que são a favor das “melhorias de condições de trabalho e de salários”, além da PEC 300, que é um projeto de emenda à constituição para aumentar o piso salarial dos policiais brasileiros. Por exemplo, em uma nota da ANEL do Maranhão:
          
        “O aumento salarial de 30% e melhorias nas condições de trabalho [para os policiais] são mais que necessárias para que possam fazer o seu trabalho de proteção à população maranhense. Uma categoria que fica submissa aos mandos e desmandos do governo não pode deixar de lutar e garantir seus direitos! Contem com o apoio e solidariedade dos estudantes livres da Anel! Resistir é preciso! Nenhuma confiança no governo e em seus deputados! Todo apoio a luta dos PMs e Bombeiros do Maranhão!”
          
        Nós nos opomos fortemente a tal posição. Partimos da compreensão de que os policiais não são parte da classe trabalhadora. O fato de que os policiais são assalariados não pode obscurecer a realidade de que o seu “trabalho” fundamental é garantir a manutenção da ordem capitalista protegendo a propriedade privada. O trabalho dos policiais maranhenses ou de qualquer outro estado não é “defender a população” como quer fazer parecer esta nota escrita pela Direção Majoritária da ANEL. Pelo contrário, como demonstrado historicamente, o trabalho dos policiais é defender o Estado e os capitalistas contra quaisquer investidas, inclusive e principalmente a revolta das classes oprimidas. Perceber isso não exige nenhuma abstração muito grande: qualquer ativista estudantil que tenha enfrentado a repressão policial em um protesto ou qualquer trabalhador que viu a forma como a polícia age com as greves combativas dos verdadeiros trabalhadores é capaz de testemunhar o mesmo.
          
        Nós obviamente nos opomos à repressão do Estado desencadeada contra tais movimentos de policiais, pois elas podem facilmente se voltar contra as lutas dos trabalhadores e estudantes. Mas nós não podemos apoiar uma luta cujo objetivo é melhorar os salários e as “condições de trabalho” da polícia. Melhorar as condições de trabalho da polícia é melhorar as suas condições de reprimir os trabalhadores, o movimento estudantil e a esquerda em geral. Melhorar os salários dos policiais é fazer com que mais pessoas se sintam inclinadas a ingressar nas forças policiais. Isso é uma política suicida para uma organização de luta de qualquer tipo e ainda mais uma que se coloca em oposição ao governo. Em última instância, a vitória dessas lutas dos policiais levaria a um revés para os objetivos de um movimento que desejasse combater o poder do Estado capitalista. Para uma polêmica mais completa contra esta posição, sugerimos nosso documento O Vermelho Deles e o Nosso disponível em nosso blog. Policial não é trabalhador, é braço armado do explorador!

        III 

        Nós acreditamos que o combate contra as opressões racista, machista e homofóbica são um ponto essencial que deve ser levantado pela ANEL. Mas o programa que a Direção Majoritária da ANEL tem defendido sobre essa questão tem sido, senão incorreto, totalmente insuficiente.
          
        Sobre a questão da homofobia, por exemplo, a primeira coisa a se perceber é que também nesse campo a ANEL está fazendo chamados a Dilma para agir em defesa dos GLBTs. Mas o compromisso de Dilma com a bancada evangélica e com o Partido Progressista (PP) de Jair Bolsonaro, aliado do governo, a impedem de fazer isso. Outro ponto problemático é a insuficiência da defesa da lei que criminalizaria a homofobia (PLC 122). Embora a lei possa representar um avanço, ela seria aplicada pelo mesmo Estado burguês homofóbico, e não resolveria o problema. Por isso, ao lado de defender essa bandeira, que é a obrigação da ANEL, a entidade também deveria defender a formação de comitês de estudantes e trabalhadores nas universidades e escolas para vigilantemente defender os GLBT contra a opressão e ataques. Isso também iria mostrar que os GLBTs não precisam depender da polícia (que frequentemente também é bastante homofóbica) para se defenderem. Mas esta demanda fundamental está ausente da propaganda da Direção Majoritária da ANEL, assim como da sua prática.

        A Juventude e a Necessidade de um Partido Revolucionário

        A Juventude e a Necessidade de um Partido Revolucionário

        Leandro Torres
        Março de 2012

        O ano de 2011 foi bastante rico do ponto de vista político. Muitas lutas e mobilizações ocorreram em todo o mundo, ganharam grande repercussão na mídia e influenciaram o início de diversas outras ações. O ano passado mostrou ao mundo um ressurgimento militante na “Primavera Árabe” no Norte da África e no Oriente Médio, dezenas de greves gerais pela Europa, combativas lutas estudantis no Chile, o “Ocupe Wall Street”, dentre tantos outros. Todo esse fervor político pesa bastante na consciência dos trabalhadores e da juventude, que muitas vezes acabam assumindo uma posição mais crítica frente aos problemas sociais que enfrentam no seu cotidiano. No mundo inteiro, a perspectiva de que uma realidade diferente é possível começa a retomar as ruas.

        Essa onda de mobilizações e de grandes lutas também se fez sentir no Brasil. Aqui, ela tomou forma no levante dos trabalhadores do PAC, nos canteiros de obras de Pecém e Jirau, em algumas expressivas greves estaduais de trabalhadores da educação e em uma das mais fortes greves nacionais dos Correios nos últimos anos. Mais recentemente, ela também se fez presente em uma onda de ocupações de reitoria e, principalmente, na greve deflagrada por estudantes da USP após uma repressiva ação da PM, desocupando a reitoria com um aparato policial de mais de 400 homens invadindo um campus universitário. Apesar de serem processos diversificados, com bases sociais diferentes e que impõem à esquerda questões complexas (principalmente na “Primavera Árabe”), de certa forma todos eles possuem um fator em comum: são fortemente motivados pelos novos ataques à classe trabalhadora e à juventude em decorrência da crise econômica capitalista deflagrada em 2008.

        Tendo sido a mais profunda desde a “Grande Depressão” iniciada em 1929, a presente crise também teve início no coração do capitalismo internacional, o que fez com que atingisse todo o sistema de produção capitalista. Passada a quebradeira de bancos e empresas, agora os governos que esvaziaram seus cofres para socorrer os empresários e banqueiros fazem de tudo para impor à classe trabalhadora e a setores da juventude o ônus da crise. Por si só, isso já deixa claro o caráter de classe das estruturas estatais dos países capitalistas.

        Cortes profundos têm sido realizados no orçamento das áreas sociais, como educação e saúde. E junto aos cortes de verbas, também são sancionadas leis que retiram direitos históricos do proletariado, conquistas trabalhistas e previdenciárias, além é claro da repressão – desferida tanto pela via policial quanto pela via jurídica – às greves e mobilizações. Aqueles países que não implementaram de imediato os “pacotes de reformas” em benefício da burguesia, logo se viram forçados à fazê-lo como imposição do FMI e do Banco Mundial para emprestar dinheiro e “resgatar” a economia nacional. Isso tudo mostrou que os governos dos Estados burgueses, mesmo aqueles das variantes mais “populares”, não estão do lado da classe trabalhadora, mas do lado dos proprietários das grandes companhias, latifundiários e financistas. Os ataques contra o proletariado não são fruto de interesses particulares de um partido ou outro da burguesia, mas do Estado gerido e mantido pelos capitalistas para salvaguardar o seu sistema econômico em decadência.

        A juventude tem exercido papel importante em muitos processos de resistência e enfrentamento. Nas lutas contra regimes de tiranos no Egito e na Tunísia foram os jovens que mais se mobilizaram e tomaram as praças e ruas das principais cidades. O movimento “Ocupe Wall Street” foi nitidamente composto majoritariamente pela juventude, assim como os diversos outros “Ocupe” que vieram a surgir. O mesmo vale para os “Indignados” do Estado Espanhol, que precederam e inspiraram variados atos de ocupação de praças. Passamos assim, por um momento de clara radicalização da juventude.

        Todos estes movimentos buscaram alternativas aos problemas de uma sociedade onde educação, saúde, moradia, transporte e outros bens fundamentais estão submetidos à lógica do lucro, internacionalmente “regulamentada” por órgãos como os já citados FMI e Banco Mundial. A juventude é capaz de protagonizar ações de coragem e radicalismo. Isso se deve em grande parte ao seu desconforto com regras que não foram por ela estabelecidas, e à sua típica predisposição em questionar aquilo que os mais velhos muitas vezes tendem a tomar como “assim sempre foi e assim sempre será”. Tradicionalmente, a juventude esteve presente nos momentos de grandes transformações sociais, conferindo a eles renovação e energia. Na história do nosso próprio país, podemos ver como o movimento estudantil (forma mais comum da juventude se organizar) teve peso em diversas lutas sociais, tendo sido por vezes a alavanca que as impulsionou.

        Porém, as formas de luta empregadas pela juventude por si sós não tem como alterar drasticamente a realidade, pondo fim ao capitalismo. O exemplo da juventude arrasta, e isso a história nos prova constantemente. Mas é preciso ter em mente que a sua luta só atinge transformações profundas quando ataca o cerne dos problemas que nos cercam: o capitalismo – que se materializa principalmente na propriedade privada, no lucro e no poder de Estado. E para atingir a raiz do problema, a juventude só não basta. É necessário que o proletariado entre em cena.

        No Egito, centenas de milhares ocuparam a Praça da Libertação (Tahir) por quase dois meses, mas o ditador Hosni Mubarak só foi retirado do cargo quando trabalhadores do Canal de Suez e de outras bases importantes para a economia do país cruzaram os braços em uma forte greve geral em fevereiro de 2011. Entretanto, as ilusões desse movimento em setores dos oficiais do exército egípcio fizeram com que uma junta militar do exército substituísse Mubarak e mantivesse todas as condições de exploração, falta de democracia e os aparatos secretos de repressão e tortura do ditador.

        Da mesma forma, a luta dos estudantes chilenos por uma educação gratuita para todos (que se iniciou em agosto de 2011), mesmo que não tenha chegado à conquista dos seus objetivos, em muito se fortaleceu com a adesão de alguns setores operários. Nos próprios Estados Unidos, país bastião do capitalismo mundial, o “Ocupe” de Oakland (Califórnia) mostrou grande força quando os manifestantes deste movimento e muitos trabalhadores portuários se uniram para fechar as docas em resposta à repressão policial, o que provocou uma paralisação temporária das atividades do porto da cidade.

        Por mais que nem todos os exemplos de aliança com a classe trabalhadora tenham levado a conquistas definitivas, eles apontam o caminho e demonstram o quanto essa aliança potencializa uma luta. Isso ocorre porque os trabalhadores são os responsáveis pela produção de toda a riqueza e isso faz com que possam atacar diretamente os pilares do capitalismo. Portanto, uma das tarefas da juventude que se pretende revolucionária é que esta deve ter sempre como perspectiva combinar suas demandas específicas com aquelas do proletariado, buscando aliar ambos os setores em uma só luta.

        Em razão disso, nós criticamos os setores do movimento estudantil que tem ignorado a importante tarefa estratégica de buscar uma aliança com os trabalhadores e de defender os seus interesses. Tanto os camaradas que lideram o Partido Socialismo e Liberdade (PSOL) quanto os que estão à frente do Partido Socialista dos Trabalhadores Unificado (PSTU), que compõem a maioria da gestão do Diretório Central de Estudantes da UFRJ, não colocaram esta tarefa em pauta durante as eleições para a organização estudantil, nem durante a sua gestão, nem durante os principais processos de luta. [1] No caso do Centro Acadêmico do curso de História, isto é ainda mais evidente: a “Chapa 2 – A História Não Pára”, composta pelo PSTU e simpatizantes (que se organizam sob a bandeira da ANEL), e que venceu as eleições de 2011, nem sequer mencionava a palavra “trabalhador” em seus materiais de propaganda.

        Isto é uma adaptação à consciência atrasada de uma parcela dos estudantes, que não se identifica com os interesses da classe trabalhadora, e reflete que estes partidos estão dispostos a deixar de lado mesmo os pontos mais essenciais do programa marxista, que eles dizem reivindicar, para se limitarem a uma luta por melhorias na assistência estudantil. Está ausente dessa concepção uma estratégia de como os estudantes podem conseguir conquistas históricas e mesmo importantes vitórias imediatas. Para nós estas só podem ser conseguidas com uma aliança (cada vez mais) firme entre o movimento estudantil e o movimento dos trabalhadores, começando com os trabalhadores dentro da universidade, inclusive os terceirizados.

        Por sua vez, a UNE (União Nacional dos Estudantes), principal organização do movimento estudantil brasileiro, apoiou as eleições de Lula e Dilma e mantém até hoje a sua defesa política do governo do PT, que ataca sem tréguas os estudantes, entregando milhões às universidades privadas enquanto sucateia as universidades públicas, cortando milhões das verbas destinadas à educação. É o mesmo governo que ataca os salários dos trabalhadores, os seus direitos previdenciários e endurece com as greves de norte a sul do Brasil. Dirigida pelo PCdoB/UJS, aliados do governo do PT, a UNE foi se transformando cada vez mais em um obstáculo às lutas dos estudantes. Mais recentemente, os dirigentes estudantis da UJS (União da Juventude Socialista, ligada ao PCdoB), estabeleceram pactos políticos com os governos de Sérgio Cabral e Eduardo Paes (ambos do PMDB), que são inimigos mortais dos trabalhadores do Rio de Janeiro. Nenhuma luta legítima em defesa dos estudantes e trabalhadores é possível quando se está associado com os seus carrascos. A UJS não questiona nem mesmo da forma mais tímida o capitalismo e colabora abertamente com o governo do PT aliado aos latifundiários, financistas e empresários.

        Os problemas centrais impostos pelo capitalismo não podem ser solucionados através de reformas realizadas no marco do sistema. Por mais que algumas conquistas significativas possam ser temporariamente obtidas nos quadros da sociedade capitalista como fruto da luta das massas, a existência da propriedade privada, e do poder de Estado que garante militar e ideologicamente essa existência, são barreiras permanentes a avanços maiores. E mesmo aquelas conquistas arrancadas à força podem ser revertidas pela burguesia enquanto esta possuir o controle do Estado. A mobilização é passageira, o Estado não. Por isso, a correlação de forças não tem como ser permanentemente mantida contra a burguesia enquanto esta possuir o Estado e os meios de produção. A destruição desses pilares é uma tarefa que permanece atual.

        Muitos ativistas honestos do movimento estudantil, que lutam por uma educação de qualidade, desenvolvem uma repulsa contra os partidos em geral. Esse apego ao apartidarismo tem raízes variadas. A aversão dos jovens contra os partidos da burguesia, que através de canalhices legais e corruptas exploram os trabalhadores, é extremamente progressiva. A desconfiança com relação ao PT, ao PCdoB e seus aliados, com sua trajetória de traições e enganações aos estudantes, é também extremamente progressiva. Mas esse sentimento progressivo em relação a tais partidos não deve ser estendido a um partido revolucionário.

        O partido revolucionário é uma ferramenta indispensável para combater a influência dos inimigos da juventude e da classe trabalhadora. O seu papel é buscar desafiar a posição de domínio dos líderes traidores dos oprimidos, que ao buscar conciliação com os seus carrascos, são o maior obstáculo para uma luta bem sucedida. Sem o seu partido revolucionário, os trabalhadores e a juventude ficam entregues à passividade ou mesmo ao controle (frequentemente burocrático) dos partidos que servem (direta ou indiretamente) aos interesses dos capitalistas. Por isso, o ódio a “qualquer tipo de partido”, inclusive à construção de um partido revolucionário, é um tiro no pé de todos aqueles que desejam conscientemente a construção de uma sociedade radicalmente diferente.

        Na ausência do partido revolucionário, a burguesia e os defensores da ordem se colocarão à frente dos trabalhadores e jovens, impedindo vitórias, criando ilusões sobre quais devem ser seus objetivos e sobre quem são seus aliados e quem são seus inimigos. Todas as lutas que mencionamos aqui demonstraram o potencial transformador da juventude e dos trabalhadores. Porém, a ausência de uma direção revolucionária permitiu que estas se limitassem aos marcos do capitalismo, ou mesmo que buscassem a conciliação com seus carrascos.

        A saída para romper com as correntes políticas que mantém os jovens e trabalhadores submetidos às diversas formas de ideologias burguesas é a construção de um instrumento que seja a um só tempo uma ferramenta para intervir nas lutas e ajudá-las a se fortalecer e serem vitoriosas, e transmitir ao proletariado o programa da revolução socialista, construído através da análise das experiências históricas da luta de classes internacional. Um instrumento, portanto, para “explicar paciente e sistematicamente” ao proletariado e aos jovens a necessidade do socialismo, e mostrar através das lutas concretas a justeza dessa necessidade. Tal instrumento é o partido revolucionário, a ferramenta mais avançada que pode ser criada pelo proletariado, e pelos seus aliados, para a defesa dos seus interesses.

        NOTA

        [1] Em muitas das reuniões internas da entidade estudantil que dirigem (ANEL), assim como em alguns materiais específicos, os camaradas de liderança do PSTU costumam levantar corretamente as bandeiras pela aliança proletária-estudantil. Tal bandeira, entretanto, desaparece completamente quando tal partido realiza sua intervenção em fóruns mais amplos da universidade, em eleições estudantis e momentos de luta, sobretudo naqueles em que fazem blocos políticos com o PSOL.

        On the International Bolshevik Tendency’s Dodges and Evasions

        On the International Bolshevik Tendency’s Dodges and Evasions

        March 2012

        By Samuel Trachtenberg

        On March 23 we received the following communication from the International Bolshevik Tendency’s leader Tom Riley in response to our document “International Bolshevik Tendency ‘Explains’ Its Demise” posted 2 days earlier.

        To Sam T.:

        We have read your 21 March screed directed at us and note that it is largely a pastiche of distortions, falsifications and inventions as well as your previous criticisms. Given your troubled mental condition—which would appear to involve more than simply depression, and which we observed gradually worsen during your time in the IBT—it is difficult to know which of your misrepresentations are genuinely delusional and which are malicious. While we do not intend to comment on most of your allegations, we were struck by the claim that you “wrote many of their [IBT] documents for so many years.” Whether or not you actually believe this, it is simply not true. We tend to view this assertion as an example of how, at least in some instances, you are genuinely “incapable of recognizing reality.”

        A far more serious (and in fact slanderous) allegation is that Comrade Jason had a job “for several years working at a clerical position for the Dept. of Homeland Security.” This is absolutely untrue. It is not clear to us whether you are deliberately inventing this or have derived it from a confused recollection of the fact that Jason, who has long been a unionized state civil servant, was one of the clerks assigned to x-ray mail sent to members of the legislature for a period of time after “9-11.” This had nothing to do with the Department of Homeland Security. The IBT would never have any supporter employed by any police agency, including the Department of Homeland Security, and none of our supporters would ever entertain such a notion. If you are indeed still capable of “making rational political judgements,” we presume you will be anxious to immediately retract this false allegation. If we do not see a correction on your website within 24 hours (and a notification of the change on the Leftist Trainspotters list to which you posted a link to your article), we will have to conclude that you are deliberately promoting a vicious slander.

        Bolshevik greetings,

        Tom Riley

        for the International Bolshevik Tendency

        ****

        Since Tom Riley’s “demands” and diktats hold no water for those who are not IBT members, we were obviously not going to rush to respond to his “deadline” just to please him.

        While we are certainly willing to publically discuss the details of the IBT’s bureaucratic internal life when necessary, we will obviously not discuss those details which we feel may potentially pose security risks. Therefore, we were forced to be somewhat deliberately vague in our own description of Jason Wright’s (party name) job as “clerical position for the Dept. of Homeland Security on the docks in upstate New York”. We were initially unsure whether Riley’s letter, which discusses Jason’s job with a bit of more detail (“unionized state civil servant” and “one of the clerks assigned to x-ray mail sent to members of the legislature for a period of time after ‘9-11.’”), was intended to be reposted by us, or used as a trap to claim we published potentially sensitive correspondence. But the IBT’s public circulation of Riley’s letter themselves, with the following introductory comment, has made the job of responding significantly easier, allowing us to be less cryptic on many points than previously.

        ****

        24 March 2012

        Comrades,

        We are writing to alert you to a vicious slander of one of our supporters, Jason Wright, circulated by Sam Trachtenberg’s Revolutionary Regroupment website. The latest issue of our journal, 1917, contains a report on the IBT’s Sixth International Conference in which we noted our recent failure “to win over members of the Coletivo Lenin (CL) in Rio de Janeiro, some of whom eventually aligned themselves with Sam T., a talented but troubled former IBT member who departed in September 2008 after deciding he was no longer prepared to carry out the directives of the organization.”

        On 21 March, Sam posted an emotionally-charged and at times delusional critique of this report on www.regroupment.org in which he falsely asserted that comrade Jason “had for several years [been] working at a clerical position for the Dept. of Homeland Security.”

        Two days later, we wrote Sam a short letter (reprinted below) correcting this misinformation and requesting a retraction within 24 hours. Regrettably there has been no retraction, and we are therefore circulating our letter to expose this odious lie.

        Yours for workers’ democracy,

        Gary H.,

        for the International Bolshevik Tendency

        ****

        In this first installment, we will first deal with the nature of Jason Wright’s past employment, before more broadly responding to the other issues raised by Tom Riley’s letter.

        Due to its politically sensitive nature for the IBT, (as opposed to many other groups on the left who would simply view all those employed by the repressive arm of the capitalist state as part of the working class), Wright’s job was not widely discussed through distributed written correspondence within the IBT (thereby potentially leaving a paper trail). We will therefore give Gary H. the benefit of the doubt that he himself truly believes that what is involved is an “odious lie.” There was informal verbal discussion. Those inside the IBT who knew at the time included Riley, and others in the leadership, who approved of Wright applying for and accepting (not “assigned” as in Riley’s description, which deliberately implies something that was inadvertently forced on him) the transfer as a way of climbing up the ranks of the NY State civil service ladder. Others who knew at the time were at least those who worked more closely with Wright in North America, including myself. The job was recognized as being potentially embarrassing politically and the details therefore to be hidden from the left public.

        In hindsight I regret not giving the matter sufficient thought or probing at the time and therefore not protesting. I just assumed that the leadership was capable of making an intelligent decision on the matter based on looking at all the considerations. By the time I gradually started becoming uneasy after becoming more aware of the details, the decision was already a done deal and seemed to be too far in progress (I accepted that as a temporary expediency it would be finished with shortly anyway).

        At the time Wright’s options for climbing up the ranks of the state civil service through applying for promotions was limited due to his lack of the necessary educational credentials. Applying for this particular transfer, which did not require those educational credentials, was therefore one of the few positions immediately open which, if accepted, would allow him to be eligible for other positions he could otherwise not pursue. So while it was indeed intended as a “temporary” measure (as we had already noted), and that he was to transfer asap to another less politically odious and embarrassing position after he worked enough years to become eligible, Riley’s use of “assigned” and “for a period of time” deliberately clouds both the significantly more lengthy time period involved and once again the fact that Wright, with Riley’s and the IBT leadership’s full knowledge and approval , applied for and accepted the promotion rather than being bureaucratically assigned by the state bureaucracy against his will.

        Riley’s somewhat more detailed description of Wright’s job as “one of the clerks assigned to x-ray mail sent to members of the legislature for a period of time after “9-11” we think in and of itself indicates the claim that it “hadnothing to do with the Department of Homeland Security” as being false. It was not seen that way at the time either, which was why Riley was scared of others on the left finding out about it and Wright was instructed to start applying for transfers the moment he was eligible. It was seen as at best a highly uncomfortable grey area which should be done and forgotten about as quickly as possible.

        While we do not believe Wright’s paycheck was formally signed by the Dept. of Homeland Security, (he was as Riley described employed by NY State) his job obviously was connected with working for, or perhaps “under” if the IBT prefers (and which we will happily insert into our article with a link to this exchange) the Department of Homeland Security. We will make that partial correction, though we believe the significance here is more formal/technical, rather than real or political.

        That fact that Wright would not be an actual agent himself was obviously an additional factor which was seen as putting the job in a “grey area.” Our statement described his position as “clerical”, Riley’s letter gives a few more details describing it as “assigned to x-ray mail sent to members of the legislature for a period of time after ‘9-11.’” Not, for a communist, a comfortable job description any way you look at it.

        Wright himself felt, quite understandably, very miserable and anxious to transfer as soon as possible at the time since he was constantly surrounded by all manner of security personnel at work with whom he was forced to relate to on a friendly on-the-job basis. One anecdote he related was of being stopped by a cop for a traffic ticket. The cop recognized him from work (“Oh, hi Jason, I didn’t know it was you”) engaged in several minutes of friendly banter and allowed Wright to drive on. Since Wright had frequently and recently driven some political contact/s in that car, he was struck with visions of the disaster that would have occurred had they been with him at that moment, trying to explain to them what they just witnessed.

        While we would partially agree with the IBT’s view at the time that it was a “grey” area, the hue was of a sufficiently dark nature that it made the IBT feel very uncomfortable at the time, despite the attempt to now desperately try to paint it as a completely innocent affair. Dark enough in our view that it was not a position a communist should be working in, and that the leadership of a communist organization would not allow him to accept.

        Since the decision to accept would ultimately be determined by the leadership, of which Wright (whom we are not partial to) was not a member of at the time, the IBT’s leadership, and primarily in this case Tom Riley would bear the burden of political responsibility in the matter.

        While not quite putting them on the other side of the class line, for anyone familiar with the IBT’s public attitude towards these issues, it does indeed do much to politically discredit and compromise the IBT leadership’s political authority, which is why it was to be kept secret. The IBT itself would be a lot less generous in their assessment than we are being here if the shoe was on the foot of an organization other than theirs.

        We initially raised the issue of Wrights past employment in the context of the IBT attempts at silencing and discrediting us through exploiting and grossly distorting politically inconsequential details of my personal life, via slander and attempts at blackmail. Along with my depression being distorted to portray me as “troubled” in an all too transparent attempt to avoid publically responding to the specifics of the accusations involved, the issue of my unemployment due to disability was also seen as a legitimate tool for political attacks to try to discredit Revolutionary Regroupment’s criticisms of the IBT. In that context a discussion of at least the politically uncomfortable elements of the employment history of those leading the charge are certainly in order also. Those who live in glass houses should generally be the last people going around making attacks of such a nature. To quote an older IBT polemic against the SL

        “The Spartacist League evidently believes it has a right to say anything about other left groups, but goes into a frenzy the minute it gets a taste of its own medicine.”

        The difference is our description of Wrights and Riley’s history on this question, as inadvertently evidenced in Riley’s letter, is indeed true.

        (To Be Continued)

        The International Bolshevik Tendency “Explains” Its Demise

        Head in the Sand Rationalizations & Attempted Blackmail
        The International Bolshevik Tendency “Explains” Its Demise

        March 2012

        Three decades since its first public statement [FROM NEW YORK TO SRI LANKA: IT IS DESPERATELY NECESSARY TO FIGHT! October 1982] the group that is today the International Bolshevik tendency is visibly smaller than ever, more isolated than ever, and older than ever. It has also, like previous groups which had struggled to rebuild the revolutionary movement under difficult conditions of many decades without success, lost its revolutionary purpose and degenerated. More specifically, it has transformed itself into a qualitatively similar organization as the group it split from all those decades ago, the corrupt bureaucratized sect known as the Spartacist League.

        Those who struggled against the Socialist Workers Party’s degeneration without success in the 1960’s analyzed some of the similar circumstances which today affect the IBT.

        “The SWP in its leadership has become a very old party. From 1928 to the present–34 years–it has been led by the same continuous and little changing body of personnel. Thus it is the most long-lived, ostensibly revolutionary, organization in history. Its current National Committee must have one of the highest average ages of any communist movement ever.

        “While the leadership is old, many of the leading rank and file party stalwart at the local branch level are middle-aged and comfortably well off–skilled workers with many years’ seniority and homeowners to boot.
        The Centrism of the SWP and the Tasks of the Minority
        By Jim Robertson & Larry Ireland. September 6, 1962

        “Against this background of defeat and of isolation from the direct class struggle, the political decay of the aging leadership of the Party, from which a whole generation was missing, was inevitable.

        “Having no taste over a sustained period of even small victories, seeing the class reject them and turn to relative passivity or even reaction, the old leadership of the Party, aided by younger elements trained in a petty-bourgeois political milieu, lost confidence in the class and its own ability to achieve victory.”
        The Tendency and the Party
        by Geoffrey White, 10 October 1962

        The IBT’s degeneration is not simply due to objective conditions. The many wrong policies of the leadership also inevitably had a negative effect. In particular many organizational practices which it inherited from the SL but failed to transcend inevitably took on an independent life of their own as the group’s existence increasingly became divorced from its initial revolutionary purpose until becoming transformed into an ednd in itself. The pressures for bureaucratization under such circumstances are obviously quite strong as much of the rank and file grows passive and depoliticized while the leadership’s unchecked power and control in the group increases by leaps and bounds. Leon Trotsky referred to this process as a “Thermidorean reaction.”  James P. Cannon summed up the phenomenon in all its various historical manifestations in this way;

        “There is nothing revolutionary about the bureaucrats. They fear the masses and distrust them and are always swept aside during periods of upsurge. Only when the masses quiet down do the bureaucrats have their day—the gray people of the ebb tide. You see this manifested in all workers’ organizations in all mutations of the class struggle, from strikes to revolutions, and from trade unions to the organs of state power.
        The Road to Peace
        James P. Cannon (1951)

        In the aftermath of a series of very public (and many not public) resignations and splits (not to mention the loss of their Ruhr local in Germany), and the resulting breaking of relations of various groups and sympathizers, the IBT, after a lengthy period of radio silence on the matter, has decided to use its recently published International Conference report as an opportunity to partially acknowledge and rationalize its deep crisis to a by now largely already aware left public (combined with an explicit attempt to blackmail our organization into silence). For those few deluded enough in its periphery who possibly expected any honest attempt to seriously look at the problems (we estimate that since our exit the IBT is now down to around 20 people losing around a third of its people) and the conditions behind them, the IBT’s peerless “leader” (Tom Riley) and the spineless hacks who protect his every move choose to offer this instead;

        “In assessing our work since our 2008 conference, we noted that despite some limited successes (e.g., gaining supporters in France and Poland), we have yet to make any major breakthroughs internationally and have in fact suffered some reverses. In 2010, one recently-recruited comrade left the IBT to become an anarchist in the aftermath of the explosive protests against the G-20 in Toronto. More significantly, we failed to win over members of the Coletivo Lenin (CL) in Rio de Janeiro, some of whom eventually aligned themselves with Sam T., a talented but troubled former IBT member who departed in September 2008 after deciding he was no longer prepared to carry out the directives of the organization. Our failure to win the Brazilian comrades came as the disappointing culmination of several years of effort and represented the loss of what had appeared to be a promising opportunity to undertake work in an extremely important part of the world.
        Capitalist Crisis & Revolutionary Opportunity: Sixth International Conference of the IBT
        1917 #34, 2012

        That’s it, with much of the rest of the report consisting of some rather undeserved self-praise.

        We may choose to comment more broadly on the IBT’s conference “report” in a future article, but for now will limit ourselves to addressing the self-amnestying head-in the sand explanations offered above.

        “Defaming the Accuser”

        On Sept. 25 2008 Samuel Trachtenberg resigned from the International Bolshevik Tendency with his resignation letter (“The Road out of Rileyville”) describing some of the key points in the history of the IBT’s bureaucratic degeneration and announcing his intention to continue struggling to rebuild a revolutionary group that can play a role in helping rebuild the Fourth international. As the IBT’s report conveys, confounding their expectations of quick failure, that intention was eventually met with some limited but real success at the IBT’s expense. That initial expectation is why the IBT initially chose to inform its readers the public resignation in its Fifth International Conference Report written shortly after his split.

        Rather than re-iterating all the points made, we invite the reader to look over that resignation letter to see if there is any attempt to deal with the issues raised in the IBT’s description of events. There is none. The reason for this is rather simple. An attempt to deny the truth of any part of the resignation statement (and subsequent material) would force us to take the necessary time to give even more proof of our contentions by going into more, for IBT peerless leader Tom Riley, scandalous and embarrassing details on his years of bureaucratic abuse of his leadership position and dishonest manipulations of other left organizations. As Riley is fond of saying, silence is the better part of valor.

        Instead the report attempts to externally continue its previous internal campaign to label Trachtenberg’s descriptions of bureaucratic corruption as a product of being “troubled.” Trachtenberg’s resignation letter noted

        “Yet when I raised this issue (along with many other similar ones), comrades gave the same response Seymour did combined with a gross campaign to convince me that my criticisms stemmed from ―mental illness. While I do have a history of depression, I am not insane and am perfectly capable of recognizing reality and the leadership‘s attempts to use the same devices with me it‘s used with other critics..

        “The term for such practices is “gaslighting” and I’d urge comrades to do a Google search on it. The fact that Bill Logan, a mental health “professional‖, has used his credentials for such disgusting factional purposes magnifies the corruption involved…”

        The resignation letter also noted the use of similar techniques against internal critics by other bureaucratic leader cults such as the Revolutionary Workers League. Jason Wright, the IBTer currently being groomed as eventual successor to Tom Riley’s crown of shit, as a former RWL member himself described being given such treatment as a response to his criticisms (see “Letter (circa 1998) by the IBT’s Jason Wright documenting his leaving the Revolutionary Workers League”). At the time Wright noted “this sort of thing is not the healthy functioning of a revolutionary organization… and is enough alone (without even addressing the plethora of RWL programmatic deviations) to insure they have no right to claim the mantle of Trotskyism”. We are in full agreement at least on that much.

        Of course the IBT leadership is already (inadvertently) on public record on how they would seek to properly deal with external critics (see “Published and be Damned”) which we would also urge readers to look at. The piece, amongst other things, documents an attempt to provoke “a cornered rat reaction of physical violence which would have been useful to the PRG [former name of the New Zealand IBT section] in discrediting Peter in his probable future career of anti-PRG ‘expert’.” Bill Logan (IBT’s second in command) reprimanded some squeamish comrades about his attempts to frame up and slander a critic of his bureaucratism that “My own sense is that the comrades are being a little over-critical of me, a little too scrupulous about the proper mode in which political struggle is conducted.” Whatever else anyone would ever accuse the IBT leadership of, scrupulous would never be it.

        None of these practices are new. The IBT in better years described similar methods by the Spartacist League.

        “We predict that you will not print this letter in its entirety. To do so would mean confirming or denying the above charges in print; to do either would be equally damaging to the reputation of the SL leadership. To deny them would contradict the direct experience of every SL member and sympathizer who saw the picture of Jaruzelski (clearly on display for months in the maintenance department of your New York headquarters), who contributed to Robertson’s house, who spent many hours constructing the playroom and installing the hot tub. A direct denial would expose your leadership as cynical, unmitigated liars in the eyes of all these members and sympathizers.

        “If, on the other hand, you were to confirm these allegations, and say that, as head of a supposedly Marxist organization, Robertson is fully entitled to enjoy a materially privileged lifestyle at your members’ expense, and that Jaruzelski deserves a place of honor on your walls, you would forever forfeit any claim to be taken seriously as a Trotskyist organization, and reveal yourselves to the world as the degenerate personality cult you have become. It would then be highly improbable that any rational human being would ever want to support or join the Spartacist League.

        “You therefore resort to the only dodge available to a culprit on the spot: to divert attention from the accusations by sowing confusion and defaming the accuser. An ordinary gangster might attempt to impugn the reputation of a witness against him by calling the latter a rapist or a drug addict; you respond to the testimony of the Bolshevik Tendency with a battery of epithets specifically designed to discredit us in the eyes of leftists and Trotskyists: anti-Soviet renegades, trade-union bureaucrats, racists, agent-provocateurs, etc. And just in case these specifically leftist terms of opprobrium do not have the desired effect, a few more ordinary accusations—e.g., ‘‘petty criminal’’—are thrown in for good measure. These tactics—all in the worst traditions of Gerry Healy and David North—should prompt the more thoughtful readers of Workers Vanguard to ask themselves: ‘‘Why should anyone believe James Robertson?’’
        “Truth or Consequences”
        1917 #8, Summer 1990

        An earlier piece described a similar attempt to frame up and discredit a founding member of the IBT by the SL.

        “[Bob] Mandel’s long record as a prominent Bay Area leftist was a prime asset for the Bay Area SL for all the years he was an SL supporter. Today, however, it is a liability for Robertson & Co. so he has become the target of some particularly unpleasant attacks by the SL leadership….

        “At the time, Mandel was in the midst of a financial/personal crisis precipitated by his years-long blacklisting in the ILWU. He was also distraught and badly shaken by the prospect of separation from the political tendency to which he had devoted his life. Mandel did everything he could to prove his loyalty to the organization. He was presented with a statement penned by Al Nelson. The statement reads like an FBI-style confession. It begins: “I freely admit the following statements to be true and understand they are to be filed as a confidential statement with the Central Committee of the Spartacist League…”This bogus “confession,” composed of some pretty bizarre allegations, as well as various other statements, a few of which are true, was intended to be used to discredit Mandel publicly in the future. Having signed it, he found himself in a Catch-22 situation which the SL leadership has since sought to exploit. Mandel certainly made a big mistake in blindly signing such a “confession,” but the whole incident casts an unpleasant light on the routine practices of the SL leadership.
        “Warren Street: ‘Home of the Whoppers'”
        Bulletin of the External Tendency of the iSt #3,3, May 1984

        Sam who?

        The report also interestingly chooses not to mention either “Revolutionary Regroupment” nor “Samuel Trachtenberg” by name, which would easily show up on most search engines. Instead it refers to only “Sam T.”

        The IBT is forced by circumstances to acknowledge our existence for those who already know, while trying to do so in a manner that shields our groups identity for their readers who don’t in case they are curious enough to want to read what we may have to say on all this. This is the Tom Riley’s understanding of what he calls “tactical acuity.” A former IBT associate noted that no doubt Bernie Maddoff called what he did using similar terms. Such crude bluffs, combined with a grossly transparent gladhand personality, are indications why for many of those who have met him, the IBT’s peerless leader is referred to as the “used car salesman of ostensible Trotskyism”.

        Blackmail

        The other purpose of the “troubled” accusation is an attempt to engage in implicit blackmail to force Revolutionary Regroupment to keep quiet about the IBT leaderships anti-socialist corruption on penalty of discussing sensitive areas of Trachtenberg’s personal life in public. This was previously attempted in a February 9, 2011 letter sent to the Coletivo Lenin and Trachtenberg in the aftermath of the CL breaking relations with the International Bolshevik Tendency and establishing fraternal relations with Revolutionary Regroupment (see December 2010 statement).

        “We had not previously advised you of Sam’s September 2008 resignation from the IBT, or his attempt to project himself as a “competing organization” (via his website), because we considered it pretty much a non-event and we sought to avoid public discussion of the severe personal problems that we believe underlay his political trajectory…

        “We have no idea what could lead you to imagine that Sam was “driven out,” or that his membership was “transform[ed] into a fiction.” There was never any attempt to exploit the personal/psychological problems that make it impossible for him to hold a job, leave home or do many other things that are usual for people in their late 30s. We tried to help him to the extent we could, but there is no question that mental-health problems did impact his functioning in the group, as he himself admitted on several occasions.”

        “Sam presented us with the difficult problem of trying to deal with a valuable cadre who develops political/organizational differences that are, at least in part, a result of his own fragile mental/emotional condition.”

        We think this makes it pretty clear that such attempts at exploitation did indeed occur, during and after. This would be especially scandalous for the IBT in light of Bill Logan’s well known record as a former Spartacist leader which was rife with just such exploitation of the details of comrades’ personal lives, which included driving one rank and file Spartacist member attempt suicide. As a previously quoted document (“Published and Be Damned”) demonstrates, none of that has changed qualitatively despite Logan’s claims to be a changed person upon joining the IBT. Logan, and his puppetmaster Riley, of course also share this, and many other traits, with corrupt bureaucrats of past periods (see for example James P. Cannon’s evaluation of Jay Lovestone in the Appendix).

        We will clear the air on these matters.

        As previously noted Sam Trachtenberg has suffered from depression for many years. That does not make him crazy, “troubled” or incapable of recognizing reality and making rational political judgements. The IBT would not have had him as a high profile member who also wrote many of their documents for so many years if that was true. The IBT leadership would not also allow many present IBTers who also have a history of depression (and who will know what to expect if they were to ever raise any differences in the future) to be members if they truly believed that. The reality is they don’t believe these accusations but are simply using them as a tool for blackmail and psychological warfare.

        Sam Trachtenberg several years ago was also forced to leave work and drop out of graduate school after becoming ill with an ultimately fatal if untreated, rare medical condition which went undiagnosed for many years. We do not believe being disabled and unemployed makes one unfit to be a revolutionary or incapable of making rational and intelligent political choices. We don’t think most on the left do either.

        Sam Trachtenberg, as some who know him on the left already know, also has a parent who has been severely ill since he was a child.

        While being forced to discuss sensitive details of one’s personal life in front of the public is uncomfortable, none of these things are in any way scandalous or unethical, unlike many aspects of the IBT leaderships personal (not to mention political/organizational as already discussed) lives.

        While we are on the subject, we would like to ask just what kind job does the IBT leadership believe that Trachtenberg should have or had (and before getting ill he had various). Like the job Jason Wright (party name) had for several years working at a clerical position under the Dept. of Homeland Security on the docks in upstate New York? The one he was encouraged to take by Riley and the IBT leadership as a useful temporary position for climbing up the civil service ladder and which was to be kept strictly secret from the left public? No, neither Sam Trachtenberg nor any other present or future Revolutionary Regroupment member ever had or will have such a job.

        The IBT’s attempts to silence us will not succeed!

        [Note: See our exchange with the IBT on this section of the polemic]

        Turmoil in Toronto

        The IBT report makes mention of a prominent Toronto comrade who left to become an anarchist activist in a local Platformist group. It gives no mention of the reasons behind his decision to leave (see “Brandon Gray’s Resignation Letter” 7/1710). While the issues he initially left over were related to tactical questions over the 2010 G-20 protests, questions we are not in a position to take definite positions on from afar, it is clear from the letter these issues were the final straw related to a broader developing critique of the IBT’s degeneration, which included an aristocratic snob disdain for militant young activists in favour of pursuing more respectable (and organizationally passive in the face of bureaucratic intimidation) elements within academia. (The Platypus Affiliated Society, for whom the IBT has recently traveled all over the US to speak at their panels, being a good example). Like many who have witnessed bureaucratic corruption in pseudo-Leninist sects, he ultimately concluded the roots of the IBT’s bureaucratism lay with its claim to Bolshevism.

        It is also clear that his decision to leave the IBT were prompted by witnessing the sort of corruption described in Sam Trachtenberg’s resignation letter. Here are large excerpts which describe the internal situation.

        “I formally joined the IBT in the spring of 2009 after being a sympathizer working with the group for two years in Toronto. The high level of programmatic education earned my confidence and respect despite the small size of the group relative to others. However, when the resignation of Sam Trachtenberg in New York came to light I took some time to investigate his case and delayed applying for full-time membership. The political criticisms raised by Sam. were never explained to me. Instead, damning personal attacks were made against his credibility. Personal health issues were ruthlessly exploited and distorted in order to discredit him and avoid articulating any of his criticisms. Unable to recognize these attacks for what they were, I submitted my application and after being accepted, I brought up the fact that I had taken a good look at Sam’s case before finalizing my decision to join. I was told he was paranoid and delusional, and that it was a good thing he left so the leadership didn’t have to work even harder to push him out. I regret that I did not contact Sam, at the time to get his side of the split but in my defense, my personal ties to the younger comrades in the TBT local influenced me to leave the issue in the past though I kept my suspicions in the back of my mind for a day when more information would come to light.

        “At a 15 April 2010 local meeting it was suggested that a comrade who roughly fit my own description in terms of my limited relationship with Sam “befriend” him on a social media site in order to monitor him and relay information back to the leadership. I was the only person to comment on that point, stating that I would be the best candidate for such a job but that I don’t feel comfortable with it; that it felt dishonest and wrong. Riley merely shrugged and dismissed my objections by saying it wasn’t so bad and I shouldn’t have a problem with it. This was another weird side of the organization to which I responded with dismay. Could Samuel Trachtenberg be accurately describing the internal workings of my group? The validity of his case had grown with time and now a concrete example of unhealthy leadership practices had been demonstrated to me. I must now conclude that a disgusting campaign of lies and slander was used against Sam in order to push him out after he made various correct criticisms of the leadership. I now agree with Sam’s criticisms and urge comrades to look at them with open eyes.

        “As everyone in the IBT knows, membership has continued to decline since Sam in New York left the group. The dropping off of long-time supporters such as L. in NYC and the dismissal of W.’s attempt to transfer to our local was merely brushed aside because they were “old” and “useless.” An appropriate political explanation was not given. Our London local is constantly trashed for various reasons that seem unfair to me. More recently it has been announced that we should expect the “likely” loss of A. in Ireland who is a long-time comrade of the group and probably one of our most energetic members in terms of adapting to tactical realities and functioning with keen initiative. I recognized at the time that it was no accident that yet another of our most energetic, engaging and least abstentionist comrades who was working outside of the direct supervision of either Riley or Logan had become a target for being pushed out. The only value this comrade had according to our local and international leader was that he is one of our few comrades who can maintain the website, hence, he will be kept around as long as is convenient. It is also no coincidence that he was my only supporter when I raised my criticisms.

        “After recruiting a couple members in recent years, in large part due to the interventions of their youngest comrades, the TBT local is now shrinking back down in size and everywhere else our membership continues to contract under the burden of a bureaucratic leadership. Contact sessions have consistently broken down after initially showing promise and there seems to be little expectation of winning over Toronto leftists to the group in the foreseeable future. Our performance during the G20 protests has only made our prospects worse.

        “Some time ago, when it was indicated that the fusion talks with a group of contacts in Latin America were probably not going to work out because the contacts had demanded we do what our leadership described as “OCAP-type entry work” I was unsure if this was inevitable. As a rank and file member of the IBT I was never privy to any discussions with these comrades and news of our progress with them only came from our senior leaders who constantly portrayed them less as dedicated revolutionaries, and more as naïve children with silly ideas floating around in their heads, despite the fact that they were working under much harsher conditions than us. This is an even more bureaucratic repeat of the way our leadership botched similar fusion talks in the past.

        “It is amazing how much the 9/5/81 resignation letter to the Spartacist League by HK [3], our most senior comrade, applies to our situation

        “For about a year I have been moving toward the conclusion that distortions in the leadership of sections, locals, and fractions have developed and matured–at least in part from an internal life characterized by a defensive, hierarchical regime combined with a personalistic, Jesuitical method of internal argument and discussion. This process is advanced to the point where the S.L./S.Y.L. membership is increasingly composed of “true believers” or cynics. I suspect that the incidents of political and tactical incompetence in the S.L. are connected with this deterioration of internal life. I think the central leadership has consciously and cynically concluded that the membership of the S.L. is too weak politically and personally to allow even the slightest disagreement with the leadership. There is an implied arithmetical equation: disagreement with the leadership equals hostility to the leadership equals disloyalty equals betrayal. Carried further, these trends will see the S.L. come to resemble less a principled, proletarian combat organization than a theocratic, hierarchical, political cult.”

        “When internal critics struggling to give criticism in order to better build the organization are branded as traitors and apolitical slanders are used to discredit them, honest revolutionaries cannot continue to remain silent…..

        “If history repeats itself, the first time as tragedy, the second time as farce, then what do we say about the third and fourth time? At minimum there is an unhealthy pattern occurring that stretches back through the IBT and into the SL. Lifelong permanent leaders grow to dominate the organizations they create which they take down with them. This is a problem that cannot simply be remedied by creating a new copy of the old group.

        “Sadly, our own outgrowth from Robertson’s school of party building has followed the same path as each subsequent challenger to Riley and Logan’s leadership fell away over the past decades. While Robertson had his style, his protégées carry on the tradition of manipulation and maneuvering in their own personal style of “informal sanctions” and behind the scenes maneuvers against opponents to retain control of the group. While Robertson’s group managed to partially break out of their marginalization in the early 1970s, our own group has not and almost 3 decades later our publications have been plagued with the same sort of publication infrequency and delay found in the early years of the Spartacist League as the leadership control and monopoly of even the most minor detail of organizational life has suffocated and stifled the ability of new comrades to learn and develop.

        “It is far past due for every honest comrade to speak out against the organizational degeneration inside the International Bolshevik Tendency. I hope I will not be the last to do so.”

        “Spy vs. Spy”

        One element of the IBT’s degeneration which is touched on in Brandon’s letter has is rooted in the Spartacist League’s distorted understanding of revolutionary regroupment and fighting revisionism, based partially on a distorted and overgeneralized understanding of the “French Turn” experience. The orientation comes down to a scorched earth policy towards all other groups on the left.

        “At a 15 April 2010 local meeting it was suggested that a comrade who roughly fit my own description in terms of my limited relationship with Sam “befriend” him on a social media site in order to monitor him and relay information back to the leadership.”

        Our understanding of revolutionary regroupment is that along with fusions large elements of it will also include splits based on struggles for programmatic clarity. For the SL and IBT though, their practices have been well described by others, such as the Workers Power group,

        “There are two distortions of the concept of a fighting propaganda group here. First, the fighting propaganda group is portrayed as a stage during which the main task is to “destroy” other groups. Note the choice of words. The Spartacists seek not to win leftward moving centrists to communism, but to destroy them. This perspective leads characteristically to politically disloyal manoeuvres and provocations.
        “After the splits the splinters, 1961-1983”(1983)

        The disloyal provocations involve, amongst other things, sending agents to infiltrate other organizations (as opposed to openly joining a muti-tendency group as in an entry) and using a variety of unprincipled deceptions to either gather information or disrupt and split ones opponent. Since unfortunately in periods of isolation, as described by Marx and Engels (1), such practices tend to flourish on the left, the IBT and the SL are not the only groups to do this. This leads to drawing organizational rather than programmatic lines as people on the left feel incapable of trusting each other and prevents discussions and debates from happening. It destroys rather than helps build possibilities for regroupment around the important programmatic questions. This develops into the spectacle s of different left groups relating to each other in a manner similar to the “Spy vs. Spy” comic strip in Mad Magazine. It also tends to get generalized as the leaderships of such groups inevitably use the same methods internally that they use externally to maintain control. This is also largely what happened inside the SL and IBT.

        Brandon was principled enough to turn down such a dirty assignment. Others in the IBT have not been. A more publicized example of this in IBT history relates to the 1998 recruitment of Marxist Educational Group from Albany which was described with great fanfare. The report on its Second International Conference (with the section titled “Two, Three, Many MEGS!”) described it as

        “In early 1998 the MEG contacted both the IBT and Internationalist group (led by the SL’s former editor Jan Norden). This led to a series of discussions both written and verbal, with groups focusing on the Russian question, the genral strike, and the history of the SL’s political degenration. Ultimately the comrades concluded that the IBT was the most consistent representative of the revolutionary programmatic heritage of the RT and early SL.
        “Weathering the Storm”
        1917 #21, 1999

        Also in a special bulletin devoted to the Internationalist Group.

        “Initially the MEG comrades thought that the IBT and IG merely disagreed over the precise chronology of the SL’s degeneration, but they gradually came to see that more substantive issues were involved.
        Trotskyist Bulletin #6 September 1999

        The problem with this innocent enough sounding description is that it was untrue. What really happened was that the MEG was first recruited to the IBT and then approached the IG pretending to be “independents” trying to investigate the differences between the IBT and IG. During the entire time Riley was bragging with glee about “playing Norden like a fiddle.” It is doubtful the IG was naïve enough not to know that is what the IBT was doing. It is also clear that whatever minute possibilities for fusions existed were destroyed by such “acute tactics.”

        In the end it gave the IBT some good factional publicity about having an independent group choose the IBT after seriously investigating them and the IG. It was also partially true, except that they made that investigation and chose the IBT before approaching the IG as IBT agents pretending to be “independents.”

        Such practices have previously been described by the SL when discussing Gerry Healy’s group as

        “using their [members] loyalty to the professed ideals of socialism to make them complicit in crimes against their comrades and the comrades of other groups.’’
        quoted in “The Robertson School of Party Building”

        Those who make themselves complicit tie themselves that much more strongly to the one they are committing the crime for, in practice burning ones bridges to others on the left through such methods. It is not accidental Trotskyists have always had nothing but scorn for the GPU infiltrators the Stalinists used against them.

        Mr. “Tactical Acuity” Strikes Again

        The IBT report gives no explanation of why it lost perhaps its biggest regroupment opportunity in years in such an important country like Brazil, except for it somehow being connected to Samuel Trachtenberg being “troubled.” We would refer our readers to the Coletivo Lenin’s statement at the time for a thorough explanation of how after three years of being maneuverer and manipulated the CL finally saw through the IBT’s “acute tactics.”

        Tragically in the aftermath of three years of working for a fusion with a group they had taken to be sincerely revolutionary but discovering otherwise, some CL members left the group while others who remained became demoralized and open to going along with a senior members conclusions that the IBT’s bureaucratism and dishonesty was rooted in its Trotskyism. A document of the majority faction which arose after the split with the IBT declared

        “In the following chapters we will demonstrate that it is impossible to formulate a correct strategy for world revolution without a correct analysis of the decay of capitalism, and that this strategy is quite different from the strategies of small Trotskyist-Leninist groups which seek to struggle against the reformist misleaders by mobilizing the masses around transitional demands leading to the conequest of state power. We will also show why the Fourth International was not destroyed by Pabloite revisionism, but by its inability to overcome the Leninist legacy of basing ones strategy on imminent world revolution.”
        “The Theory of Decay and the Crisis of the Third and Fourth International” (2011)

        Once again the IBT succeeded in helping discredit Trotskyism with its practices.

        Those members who were primarily responsible for writing the statement establishing fraternal relations with Revolutionary Regroupment, struggled against this degeneration and are now the Revolutionary Regroupment group in Brazil.

        What the reports non-explanation does bring to mind is the previous time the IBT destroyed its regroupment opportunities in Latin America, once again due to IBT’s peerless leader Tom Riley’s uncontrollable penchant for exercising his “tactical acuity”. A similar dishonest head in the sand non-explanation was given in the IBT’s Fourth International Conference Report for its failure to recruit a group of promising Argentine comrades.

        “A less public, but more significant, setback was our failure to successfully regroup with a small circle of Argentine comrades who appeared to be rather close to us programmatically. This is partly attributable to language difficulties, but a more important factor was a gap in political culture manifested in differences over the tasks and priorities of a micro-propaganda group. In retrospect, we concluded: “Given our capacities and very limited resources there is not obviously a lot more we could have done to advance this collaboration, but it represents a lost opportunity.”
        “Swimming Against the Stream”
        1917 #28, 2006

        Actually there were no “differences over the tasks and priorities of a micro-propaganda group.” Since the Argentine group had by then gone out of existence the IBT felt safe in its blatant lying, expecting no one to contradict it. The real issues were less “political.”

        The Argentine comrades who established relations with the IBT (and translated most of the IBT’s current Spanish language material) were ostensibly invited to participate in the IBT’s internal life though participation in its discussion list. This was to speed up the fusion process. What the IBT tactical geniuses never chose to inform them of was that the entire IBT membership was put under discipline not to respond to anything they wrote, rather the leadership would do it after conferring amongst themselves collectively. Supposedly these comrades were to be too stupid and clueless to notice that while other posts had IBTers quickly responding with comments, no one responded to their posts except Bill Logan several day later, after conferring with the rest of leadership and giving what read more as a formal collective statement than an informal response as everyone else on the list receieved. Those, such as Sam Trachtenberg, who noted the Argentine comrades growing dissatisfaction were reprimanded for responding and assured that the Argentine comrades had no clue as to what was going on, despite his pleads that they either be truly given full access to our internal life as promised or at least told the truth about the situation. As predicted, the Argentine comrades chose to suddenly announce their decision to break all relations with the IBT without giving any reason. What were they to say after all? If they gave the true reason they would be told nothing of the sort was happening and that they were being paranoid. That would have simply made the break really ugly and angry after such an insult to their intelligence. They instead chose to leave the situation with some dignity.

        May we suggest to the few subjectively revolutionary elements around the IBT that this recent record indicates that rather than being “tactically acute” geniuses, the IBT leaders are actually tactical morons. That their bureaucratic “Spy vs. Spy” methods have effectively transformed what was at one time a promising group into bureaucratized sect organized this time around Tom Riley, rather than Jim Robertson, Gerry Healy, Jack Barnes or Bob Avakian etc. A leadership with such an organizationally criminal record deserves to be expelled and repudiated rather than uncritically championed (or even grudgingly tolerated for that matter). If in reality no mechanism (whatever the pure formalities) exist amongst what are now the mostly older, passive and depoliticized ranks for expelling them, it is time to rebuild. Revolutionary Regroupment is determined to do precisely that.

        Notes:

        1) “I would also ask you to be rather discreet with all people connected with Bakunin. It is in all sects to stick together and intrigue. You may rest assured that any information you give them will immediately be passed on to Bakunin. It is one of his fundamental principles that keeping promises and the like are merely bourgeois prejudices, which a true revolutionary must treat with disdain to help along the cause. In Russia they say this openly. In Western Europe it is secret lore…

        Engels to Cuno 1/24/72

        Appendix: Cannon on Jay Lovestone

        It was everybody’s opinion that Lovestone was unscrupulous in his ceaseless machinations and intrigues; and in my opinion everybody was right on that point, although the word “unscrupulous” somehow or other seems to be too mild a word to describe his operations. Lovestone was downright crooked, like Foster-but in a different way. Foster was in and of the workers’ movement and had a sense of responsibility to it; and he could be moderately honest when there was no need to cheat or lie. Foster’s crookedness was purposeful and utilitarian, nonchalantly resorted to in a pinch to serve an end. Lovestone, the sinister stranger in our midst, seemed to practice skulduggery maliciously, for its own sake.

        It was a queer twist of fate that brought such a perverse character into a movement dedicated to the service of the noblest ideal of human relationships. Never was a man more destructively alien to the cause in which he sought a career; he was like an anarchistic cancer cell running wild in the party organism. The party has meaning and justification only as the conscious expression of the austere process of history in which the working class strives for emancipation, with all the strict moral obligations such a mission imposes on its members. But Lovestone seemed to see the party as an object of manipulation in a personal game he was playing, with an unnatural instinct to foul things up.

        In this game, which he played with an almost pathological frenzy, he was not restrained by any recognized norms of conduct in human relations, to say nothing of the effects his methods might have on the morale and solidarity of the workers’ movement. For him the class struggle of the workers, with its awesome significance for the future of the human race, was at best an intellectual concept; the factional struggle for “control” of the party was the real thing, the real stuff of life. His chief enemy was always the factional opponent in the party rather than the capitalist class and the system of exploitation they represent.

        Lovestone’s factional method and practice were systematic miseducation of the party; whispered gossip to set comrades against each other; misrepresentation and distortion of opponents’ positions; unrestrained demagogy and incitement of factional supporters until they didn’t know whether they were coming or going. He had other tricks, but they were all on the same order.

        The party leaders’ opinions of each other in those days varied widely and were not always complimentary; but at bottom, despite the bitterness of the conflicts, I think they respected each other as comrades in a common cause, in spite of all. Lovestone, however, was distrusted and his devotion to the cause was widely doubted. In intimate circles Foster remarked more than once that if Lovestone were not a Jew, he would be the most likely candidate for leadership of a fascist movement. That was a fairly common opinion.
        http://www.marxists.org/archive/cannon/works/letters/spr56b.htm

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