Joseph Hansen: un revisionista sincero

“La hipocresía es el homenaje que rinde el vicio a la virtud”

Joseph Hansen: un revisionista sincero

Primera impresión en Spartacist No. 4, mayo de 1977

Reproducimos a continuación una octavilla distribuida por el London Spartacist Group ante una reunión en Londres (el 14 de enero de 1977) convocada para protestar las calumnias lanzadas por la banda de estafadores anti-trotskistas dirigida por Gerry Healy, inculpando a Joseph Hansen y George Novack, conocidos dirigentes del Socialist Workers Party norteamericano, de cómplices de la KGB estalinista en el asesinato de Trotsky. La octavilla de la tendencia espartaquista internacional rechaza terminantemente las acusaciones healyistas. Y al mismo tiempo critica las fraudulentas pretensiones de defensa de la democracia obrera por parte de los pablistas que organizaron la reunión en defensa de Hansen/Novack.

Entre los oradores anunciados para el mitin de esta noche predominan celebres canallas con quienes nosotros de la tendencia espartaquista internacional (TEI) preferimos no mezclarnos. Pero Trotsky nos ha enseñado que si es justa la meta, uno se puede aliar hasta “con el diablo y su abuelita” (dando plena consideración al dicho popular que “cuando se cena con el diablo, debe utilizarse una cuchara larga”). Pero el supuesto motivo de esta reunión – protestar y desenmascarar las calumnias infames lanzadas por Gerry Healy y su Workers Revolutionary Party contra Joseph Hansen y George Novack del Socialist Workers Party (SWP) de los EE.UU. – no es su único objetivo. Los oradores comparten otro denominador común sobresaliente: son todos, sin excepción, revisionistas y destructores del movimiento trotskista; no solamente se tratan con una diplomacia de guante blanco, cerrando los ojos a sus respectivas traiciones al marxismo, sino que buscan activamente nuevas combinaciones y configuraciones del revisionismo (ya que las presiones de un auge en la lucha de clases internacionalmente han socavado profundamente sus viejas alianzas).

Sólo en lo abstracto es repugnante pensar en compartir la misma tribuna con un Pierre Lambert, por ejemplo, cuya organización continúa usando sin cesar la violencia física contra los “vargistas” [seguidores de Michel Varga] en las calles de París; o con un Tim Wohlforth servil, quien durante 15 años fue un traficante destacado en la calumnia y la violencia tipo Healy, y quien ahora habla en nombre del descaradamente reformista SWP; o, peor aún, con un Michel Pablo (el archienemigo esporádico de los dos últimos), quien personalmente ha hecho tanto como cualquier otro ser humano para destruir desde dentro el movimiento trotskista y convertir el “trotskismo” en una letrina.

Sin embargo, una reunión “por la democracia obrera” y “contra incriminaciones falsas y calumnias” –aunque incluyeran elementos tales como ros arriba mencionados– podría ser algo bueno, siempre que fuera una reunión franca y con plena libertad de crítica. Desgraciadamente, este no es el caso, como se puede desprender de la lista de los oradores. Las omisiones los descubren. Por ejemplo, cuando Intercontinental Press (6 de septiembre de 1976) de Hansen publicó la declaración “Una infamia descarada”, firmada por una lista larga de individuos y organizaciones, la IP en su análisis de las centenas de firmantes identificó sólo a 16 como “trotskistas internacionalmente conocidos”. De éstos, once eran partidarios del Secretariado Unificado (SU), dos eran de la Organisation Communiste Internationaliste (OCI) de Pierre Lambert, dos de Lutte Ouvriere y uno de la TEI. Pero sólo hablarán esta noche algunos dirigentes del SU, Lambert de la OCI (hoy día tan rastrero frente al SU) y aquel maestro de intriga, el mismo Pablo. Particularmente intragable para los organizadores de este mitin sería un portavoz de la TEI – el grupo que al nivel de la democracia obrera fue el primero en protestar contra las calumnias de Healy (movilizándonos bajo la consigna “¿Quién le dio su acreditación de seguridad a Healy?”) y que ayudó a iniciar la imparcial Comisión de Investigación en el asunto del altamente dudoso Varga vs. la calumniadora OCI.

No es suficiente describir a Healy como paranoico, como hace Hansen. El conducto de la organización de Healy exige una explicación política. La combinación tipo Healy del oportunismo tosco con una farsa del trotskismo “ortodoxo” ha sido repetidamente vencida por los estafadores más hábiles del SU, en cuyo seno pelean las dos alas encabezadas por J. Hansen y E. Mandel. En su campaña de calumnias, Healy sin duda cree haber sobrepasado a V.I. Lenin. Lenin desenmascaró a Karl Kautsky como revisionista mediante un análisis meticuloso e implacable. Por lo tanto, hubiera sido inconcebible que Lenin, como marxista, hubiera sustituido la acusación falsa y gratuita –y tan simplista– que Kautsky era un agente del Kaiser. Healy no puede seguir esta política principista respecto a los revisionistas del SU, porque un análisis semejante le condenaría por su propia conducta. Recurre a una calumnia despreciable que sólo desacredita todos los que pretenden luchar contra el revisionismo pablista. Como siempre, Healy es el ejemplo espantoso que Hansen aprovecha para sus propios fines – en este caso, una tentativa de “reagrupamiento” internacional sin principios disfrazada como una reunión por la democracia obrera.

Las verdaderas cuestiones políticas que ponen todos estos elementos en pugno, traficantes de calumnias y propensos a la violencia a un lado y a la TEI al otro, son planteados actualmente por dos consideraciones decisivas: el frente popular y la Cuarta Internacional. Claro que, como en los años 30, cuando el centrista Buró de Londres zigzagueó por el laberinto entre el trotskismo y los partidos reformistas de masas, hoy día hay más grupos efímeros de izquierda, quienes buscan balancearse con una pierna en el camino revolucionario y la otra en la claudicación común a todos los oradores de esta noche. La característica predominante de estos grupos es negativa: el no luchar por un programa internacional coherente y común, sino fanfarronear contra aquellos (como los oradores de esta noche) cuyas traiciones se han vuelto demasiado abiertas. Así por ejemplo el bloque de la “Iniciativa Internacional Necesaria” (el cual incluye a un tal Roberto de Italia; la recién escindida International-Communist League de Sean. Matgamna, el Spartacusbund alemán que está por desintegrarse, y quizás a alguien más). Aparte de su propia tendencia a claudicar bajo las presiones del frentepopulismo, no hay casi ningún punto en común entre sus fracciones e individuos componentes, salvo su objeción al revisionismo evidente del SU (y a la intransigencia “sectaria” de la TEI).

Con el resurgimiento internacional de una enorme turbulencia proletaria, el frente popular está otra vez de moda. Y todos los revisionistas deben tratar, a su manera, de claudicar en la cuestión clave de la colaboración de clases y de preparar el terreno para nuevas traiciones con sus “nuevas vanguardias de masas” o sus descripciones autojustificantes de los partidos reformistas como simples “partidos obreros”. En mayor medida que sus herederos políticos de hoy día, los centristas de los años 30 del Buró de Londres, condenados por Trotsky, tuvieron que separarse del frente popular, aunque fuese sólo al nivel de palabras:

“El frente popular practicado por las Segunda y Tercera Internacionales es una forma de colaboración de clases sobre una base capitalista entre el proletariado y la burguesía liberal (y la pequeña burguesía que depende de ésta última), que subordina y sacrifica los intereses de clase del proletariado y de la pequeña burguesía a los del capitalismo monopolista… En consecuencia, el Movimiento Socialista Revolucionario rechaza al frente popular como absolutamente contrario a los intereses históricos de la clase obrera. Al capitalismo oponemos el socialismo. Al frente popular debemos oponer el Frente Obrero Unido.”

— Resolución aprobada en el “Congreso Socialista Revolucionario” del Buró lie Londres, febrero de 1938.

Así que a pesar de su liquidación anti-trotskista de la necesidad del partido de vanguardia proletario, el Buró de Londres se vió forzado a asumir una oposición categórica y de clase al frente popular no esperando (como lo hacen sus secuaces) que los partidos reformistas y estalinistas se transformaran de alguna manera en sus contrarios. Pero en vez de, y en oposición a, la lucha dura e incansable de los trotskistas por la Cuarta Internacional, esos centristas contrapusieron al reformismo su fantasma impotente e inocuo, “el Movimiento Socialista Revolucionario”. Es por esto que las organizaciones del Buró de Londres, aunque disponiendo de fuerzas nominalmente cien veces más grandes que las de los trotskistas, son hoy día una referencia histórica apenas conocida, cuyos descendientes deben disfrazarse como trotskistas.

Las duras lecciones de la victoriosa Revolución de Octubre conservan plena vigencia en nuestro planeta. Lenin y Trotsky ni entraron ni siguieron al gobierno provisional de los socialistas y liberales – lo derrocaron basándose en el poder de los soviets. Hoy la tendencia espartaquista internacional se basa sobre la Tercera Internacional de Lenin y la Cuarta Internacional de Trotsky, al insistir no solamente en que la cuestión del poder estatal es una de clase contra clase, sino además en que sin la lucha por la creación de una Cuarta Internacional disciplinada y programáticamente unida, los obreros serán abandonados frente a cada nueva trampa del capital – y, como en los años 30, con la complicidad de sus pretendidos “dirigentes” revisionistas.

14 de enero de 1977

— tendencia espartaquista internacional

— Organización Trotskista Revolucionaria de Chile

— Fracción Trotskista (expulsada) del Spartacusbund