¿Pedimos de la burguesía que proscriba al fascismo?

¿Pedimos de la burguesía que proscriba al fascismo?

[Originalmente publicado en Workers Vanguard no. 27, 17 de agosto de 1973. Traducido en Cuadernos Marxistas No. 3.]

En el artículo “Falla un golpe de las derechas en Chile” se pide “la proscripción y el desarme de todas las organizaciones fascistas”. La línea política general del artículo es claramente una de lucha de clases sin compromisos, reclamando la distribución de armas a los obreros; la formación de milicias obreras basadas en los sindicatos; la abolición del ejército oficial y el cuerpo de oficiales y la organización de las tropas en comités de soldados aliados a los sindicatos; la formación de un comité central de las milicias obreras, los consejos de soldados y las organizaciones obreras (sindicatos y partidos). Sin embargo, aún en este contexto pedir al estado burgués(aún con un gobierno de frente popular como el de Allende) qué proscriba y desarme a los fascistas es sembrar ilusiones en las masas. Solamente la clase obrera puede aplastar el fascismo, a través de la revolución proletaria. El fascismo es otra forma de gobierno del capitalismo del que echa mano la burguesía si otras formas más democráticas se demuestran incapaces de reprimir al movimiento obrero. Por lo tanto los sectores decisivos de la clase capitalista no pueden permitir a su gobierno que elimine esta arma crucial en potencia.

Aunque el ex-trotskista Socialist Workers Party se concentró durante las recientes demostraciones en defensa de la Ligue Communiste en el eslogan “a la cárcel los fascistas, no la Ligue”, Trotsky mismo rechazó tales consignas que fueron elevadas por los estalinistas en Francia. Cuando Cachin, un líder del PC, exhortó a un bloque con los radicales socialistas de Daladier en 1934, uno de sus argumentos era que los radicales habían pedido el desarme de los fascistas. Trotsky replicó:

“Ciertamente, los radicales se declararan en favor de desarmar a todo el mundo-incluyendo las organizaciones obreras. Ciertamente, en las manos de un estado bonapartista; una medida semejante sería dirigida especialmente contra los obreros. Ciertamente, los ‘desarmados’ fascistas recibirían en el futuro sus armas, no sin la ayuda de la policía”

— “¿Adónde va Francia?”, noviembre de 1934

Trotsky contrapuso el desarme de los fascistas por las milicias obreras. En un sentido programático trató de la cuestión en la tesis “La guerra y la Cuarta Internacional” (1934) que declaraba:

“Volverse hacia el estado, esto es, al capital, con la demanda de que desarme a los fascistas significa sembrar las peores ilusiones democráticas, adormecer la vigilancia del proletariado, desmoralizar su voluntad.”

En un sentido más inmediato, el pedir al estado burgués que desarme y proscriba a los fascistas es una invitación a la burguesía a que apruebe leyes que proscriban a “grupos armados extra-legales tanto de la izquierda como de la derecha”. Una ley semejante fue promulgada en Francia durante el período del frente popular de 1936-38 y fue utilizada exclusivamente en contra de los trotskistas. Allende apoya un decreto similar hoy, y aunque el lenguaje suene imparcial, si se implementa con efectividad colocaría armas sólo en las manos del ejército burgués, dejando la clase obrera totalmente desarmada; y en la práctica se está utilizando exclusivamente contra los sindicatos y las organizaciones obreras, mientras que las organizaciones fascistas como Patria y Libertad continúan asando armas en cantidades ingentes.

Cuba exporta la traición estalinista

Lugarteniente del Kremlin en África

Cuba exporta la traición estalinista

Traducido de Workers Vanguard No. 219, 17 de noviembre de 1978. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 07, junio de 1979.

“La derrota del imperialismo en Angola es el golpe más fuerte por él sufrido en Occidente en toda la historia”, dijo el conocido novelista colombiano Gabriel García Márquez, dándoles el mérito a los dirigentes cubanos, a quienes elogió por “la velocidad y tranquilidad con que actuaron, dándose perfecta cuenta de las consecuencias”. Aun permitiendo la exageración literaria, la evaluación histórica es desproporcionada. Pero el entusiasmo de García Márquez por la “misión revolucionaria” de Castro en África es característico de toda una gama de izquierdistas, en búsqueda de una causa popular desde la terminación de la guerra de Vietnam.

Aunque esta reacción era más bien típica de los nacionalistas “tercermundistas” y los filoestalinistas, también se manifestó entre aquellos que reclaman la herencia revolucionaria del trotskismo. Entre los dirigentes del mal llamado “Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional” (SU) de Ernest Mandel, el más atrevido fue el locuaz guerrillero de salón Livio Maitan quien proclamó que “el compromiso decisivo de Cuba con una crucial batalla antiimperialista tiene pocos precedentes en la historia de décadas pasadas…” (Inprecor, 18 de marzo de 1976).

Pero aún el ala, socialdemócrata y reformista del SU, encabezada por el Socialist Workers Party (SWP) de los Estados Unidos, corrió al lado de Castro. En las páginas centrales del Militant del 28 de julio de 1978, la introducción a un importante artículo por el veterano dirigente del SWP Joe Hansen —“Cuba y África”— declaraba que algo que no había cambiado durante los 20 años transcurridos desde la Revolución Cubana era “el apoyo de la dirección castrista a las luchas antiimperialistas alrededor del mundo.”

El artículo de Hansen sirve hoy día de introducción a un libro recopilando sus escritos sobre Cuba. Dynamics of the Cuban Revolution (New York, Pathfinder Press, 1978). Aquí Hansen caracteriza el último giro en la política exterior de Castro como una confirmación impresionante de su caracterización ya consagrada (tanto por él como el SU) de Cuba como un estado obrero sano y no estalinista, y de Castro como un marxista revolucionario. Hansen hace la pregunta:

“¿Qué demuestra la creciente influencia de La Habana en los asuntos africanos acerca del estado actual de la Revolución Cubana? ¿Se ha enquistado una casta parásita en Cuba? ¿Se ha degenerado la revolución hasta el punto de que hoy deba decirse que un régimen estalinista ha usurpado el poder? ¿Juzgando a posteriori debe reconocerse ahora que la Revolución Cubana tuvo una dirección estalinista desde el comienzo? ¿O es que los nuevos sucesos indican otra cosa, la continuación de una política de extender la revolución internacionalmente, de esta manera yendo en contra de la política estalinista de ‘coexistencia pacífica’ con las potencias imperialistas y el sistema capitalista?”

Su respuesta:

“Pero en África, las actividades cubanas han aumentado considerablemente la instabilidad a costa de las potencias imperialistas. Castro ha seguido un camino que cerraba, en vez de invitar, la posibilidad de un arreglo con el imperialismo norteamericano. Este solo hecho es prueba decisiva contra la aseveración de que los eventos en África significan que una casta burocrática endurecida se ha apoderado de Cuba.”

Algunos de los argumentos de Hansen son francamente ridículos, como su intento de atribuirle a Castro una independencia de iniciativa en África alegando que el Kremlin podría haber utilizado mejor letones, polacos o checos, siendo que “Cuba queda más distante del escenario”. Otros son descaradamente antimarxistas, como su “crítica fraternal” instando a Castro y Cía. a “ir hasta el final” en vez de limitar la política externa cubana al “antiimperialismo”:

“Los cubanos parecen estar principalmente interesados en reforzar los aspectos antiimperialistas de los trastornos en estas zonas [Angola y Etiopía]. Pero hacer caso omiso de la lucha por las metas socialistas sólo puede ser contraproducente.”

Esta distinción absoluta entre las metas antiimperialistas y socialistas es una expresión directa del desacreditado dogma estalinista de “revolución por etapas”. La teoría trotskista de la revolución permanente sostiene que en la época actual la lucha contra el imperialismo es imposible sin desafiar directamente el dominio capitalista.

Para poder proclamar que sus análisis a comienzos de los 60 habían resistido la prueba del tiempo, Hansen se ve obligado a falsificar abiertamente las posiciones anteriores del SU. De acuerdo con el “abandono del guerrillerismo” por el SWP a partir de 1969 (recientemente compartido por la mayoría mandelista del SU), en su introducción Hansen critica la línea guevarista de guerra de guerrillas a escala continental por “basarse en una apreciación equivocada de la experiencia cubana y las posibilidades de su repetición”:

“La conclusión general a sacar de este viraje es que para conducir la lucha por el socialismo se necesitan medios más efectivos que una simple banda guerrillera.”

Pero allá en 1963, cuando la primera ola de entusiasmo radical pequeñoburgués por el castrismo, el SU se fundó sobre la base del apoyo al guerrillerismo. Una de las principales lecciones a sacar de las experiencias china y cubana, escribió el SWP en el documento de fundación del SU, es que “la guerra de guerrillas conducida por campesinos sin tierra y fuerzas semiproletarias… puede jugar un papel decisivo en socavar y precipitar la caída de un poder colonial o semicolonial” (“Por la pronta reunificación del movimiento trotskista mundial”). Otro documento del congreso de reunificación del SU hablaba de la posibilidad de “tomar el poder aún con un instrumento desafilado” en los países atrasados.

Esta revisión de la historia no es casual, ya que para presentar la política exterior de Castro como “antiimperialista” el SU ha deformado y disimulado sistemáticamente la verdadera política de La Habana. Así, para responder a la apología “trotskista” del castrismo por Joseph Hansen, es necesario examinar los hechos. El primer período de 1961 a 1965 se analiza en nuestro artículo, “Castro en busca de la distensión hemisférica” (en este número). Aquí, al repasar el zigzagueo de la política exterior cubana desde el “periodo heroico” del guevarismo a mediados de los 60, mostraremos que a pesar de un matiz a menudo más militante, consecuencia de su condición de isla asediada, la política castrista siempre ha sido fundamentalmente nacionalista, circunscrita (cuando no dictada directamente) por la política de distensión de sus hermanos mayores de la burocracia del Kremlin.

De la Tricontinental a la OLAS

Hansen alega que en los primeros años el gobierno cubano apoyó “tanto política como materialmente” los intentos de extender la lucha guerrillera revolucionaria a lo largo y ancho de América Latina, culminando en la conferencia de la OLAS de 1967. Otros dirigentes del SU han alabado en forma similar las tesis de Guevara sobre una revolución continental:

“… este concepto, que es esencialmente trotskista y contrapuesto a la falsa teoría del ‘socialismo en un solo país’, ha sido adoptado por la dirección fidelista de la Revolución Cubana. El llamamiento en la Segunda Declaración de La Habana y la resolución del Congreso Tricontinental [1966] instando a las masas latinoamericanas a tomar el poder político son ejemplos de esto.”

— Hugo González Moscoso, “The Cuban Revolution and its Lessons”, en Ernest Mandel, Fifty Years of Revolutions, 1917-1967

Para comenzar,  las tesis de la Tricontinental no respaldan la revolución permanente como tampoco lo hizo la “Segunda Declaración de La Habana” con su llamado a la unidad con “las capas más progresistas de la burguesía”.

Las consignas más “avanzadas” en la declaración general de la Conferencia Tricontinental eran:

“… el derecho al control nacional de los recursos básicos a la nacionalización de los bancos y las empresas vitales, al control estatal del comercio exterior y del cambio, al crecimiento del sector público, a la reconsideración y repudio de las deudas espurias y antinacionales… a la realización de una verdadera reforma agraria que elimine la propiedad feudal y semifeudal…”

Tricontinental No. 3, noviembre-diciembre de 1967

No hay absolutamente nada en esta declaración que “socialistas africanos”, generales nacionalistas latinoamericanos u otros populistas y demagogos “tercermundistas” no pudieran aprobar —y buen número de ellos firmaron, entre ellos Sékou Toure de Guinea y Cheddi Jagan de Guayana. Entre los participantes de la conferencia también se incluyó varios de los partidos comunistas más derechistas de América Latina, y por un voto de 31 a 9 se respaldó la línea soviética de “coexistencia pacífica” (Adolfo Gilly, “A Conference Without Glory and Without Program”, Monthly Review, abril de 1966).

La afirmación más dramática del carácter estalinista de la dirección cubana en la Conferencia Tricontinental fue el ataque virulento de Castro al trotskismo. Su invectiva se dirigió contra la tendencia posadista —una escisión histérica del SU que después de década y media de una existencia marginal se ha fracturado y disuelto en los límites oscuros de la izquierda latinoamericana— denunciando la aseveración posadista de que Castro había aplastado una fracción guevarista y “eliminado” al “Che”. El “jefe máximo” sacó las viejas calumnias de que los trotskistas “están al servicio del imperialismo yanqui, igual que la Cuarta Internacional”. Y atacó virulentamente al MR-13 guatemalteco, que tenía vínculos con los posadistas y llamaron a la revolución socialista, mientras elogió a su rival, las FAR, orientadas por los estalinistas guatemaltecos, quienes sólo se pronunciaron por la revolución “democrática”.

La respuesta de Hansen (“Adolfo Gilly, Fidel Castro and the Fourth International”, reproducido en Dynamics of the Cuban Revolution) fue regañar amablemente a Castro por “repetir” calumnias estalinistas, expresando la esperanza de que su ataque al trotskismo fuera tan sólo “un episódico paso atrás”, y gastando la mayor parte del artículo ajustando cuentas con los posadistas, entre otras cosas por la insistencia de estos de que Cuba apoyaba la coexistencia pacífica estilo Kremlin. (A comienzos de los años 60, cuando Castro encarceló a los trotskistas cubanos y se destrozaron en la imprenta las planchas para el libro de Trotsky, La revolución traicionada, Hansen y Cía. mantuvieron un silencio criminal.) Solamente cuando el estalinista de vieja guardia Blas Roca (el “Earl Browder cubano”) se sumó a la campaña difamatoria antitrotskista es que Hansen por fin abrió fuego, pero aún entonces lo hizo con mucha cautela para evitar que sus comentarios pudieran interpretarse como un ataque al “equipo de Castro”, que por supuesto incluía a los Blas Roca.

De la Tricontinental emergieron dos organizaciones internacionales dirigidas por Cuba: la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAL) y la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). Pronto se vio que la OSPAAL había nacido muerta y no hizo nada más que publicar su revista. Pero los cubanos al principio hicieron un esfuerzo de construir la OLAS, incluso formando comités nacionales. (El presidente del comité chileno de la OLAS fue Salvador Allende.) También se llevó a cabo una conferencia en 1967 aclamado por Hansen como “una realización alentadora y un paso hacia la revolución mundial.” Dos años más tarde, un congreso del seudotrotskista SU votó que su trabajo latinoamericano se basaría sobre todo en: “integrarse en la corriente revolucionaria histórica representada por la revolución cubana y la OLAS” (“Resolution on Latin America”, Intercontinental Press, 14 de julio de 1969).

Por esa época Hansen ya se había distanciado del guerrillerismo guevarista y se opuso a la resolución de la mayoría mandelista. Pero no fue esa la posición que él defendió en 1967. En un informe entusiasta (“The OLAS Conference: Tactics and Strategy of a Continental Revolution”, que también se incluye en el libro de Hansen), trató de congraciarse con Castro al “explicar” la andanada antitrotskista de éste en la Tricontinental. De acuerdo con la repugnante apología por el dirigente del SWP, ésta “fue interpretada por todos los elementos de vanguardia con algún conocimiento real del movimiento trotskista como una posible identificación equivocada del trotskismo con la extraña secta de Posadas o, en el peor de los casos, un simple eco tardío de las viejas calumnias estalinistas, cuyo propósito quedaba completamente oscuro.” Procedió a embellecer a la conferencia misma:

“… el significado político de la conferencia de la OLAS está totalmente claro. Marcó la diferenciación fundamental entre la Revolución Cubana y los viejos partidos comunistas y su política colaboracionista de clases.”

Para justificar esta interpretación, exageró el ataque de Castro al Partido Comunista venezolano. Convirtiéndolo en una ruptura con “todos los PC derechistas”. En primer lugar. Castro no rompió con todos los PC derechistas: con la excepción de los PC de Argentina y Brasil, todos los demás partidos pro-Moscú de América Latina asistieron a la conferencia de la OLAS. Y en cuanto al delito de los venezolanos, el líder cubano solamente les exigió que volvieran a sus posiciones de 1962-65, de apoyo a la guerrilla del MIR.

Luego Hansen postula que “Así la cuestión de la lucha armada fue considerada en la conferencia de la OLAS como la línea divisoria decisiva separando a los revolucionarios de los reformistas a escala continental. En este sentido recordaba la tradición bolchevique.” ¡Tonterías! Los bolcheviques consideraban a los narodniki y anarquistas rusos (quienes ciertamente creían en “la lucha armada”) como “liberales disfrazados”. Y un sinnúmero de movimientos populistas, nacionalistas y reformistas han estado dispuestos en determinadas circunstancias a embarcarse en la guerra de guerrillas. ¡El mismo J.V. Stalin no se distinguía precisamente por su reticencia a “empuñar el fusil”! La argumentación de Hansen es simple y llanamente contrabando Mao-castrista, una disculpa para el estalinismo “tercermundista”.

Bolivia-Praga: Castro gira a la derecha

Más aun, poco después de la conferencia de la OLAS el mismo régimen cubano bajó las armas, aunque fuera temporalmente. La catastrófica aventura del “Che” Guevara en Bolivia, aunque testimonia la dedicación del valeroso destacamento vilmente asesinado por la CIA y sus lacayos bolivianos, constituyó un fiasco político-militar desde todo punto de vista. En un emotivo discurso ante una multitud reunida en la Plaza de la Revolución, Castro responsabilizó al PC boliviano por no haber suministrado el respaldo prometido. Pero fue la dirección cubana la que decidió apoyarse en los agentes bolivianos del Kremlin —quienes sólo cumplieron con su papel de siempre— del mismo modo que constituyó las conferencias de la Tricontinental y de la OLAS sobre la base de la participación de los PC latinoamericanos, y rompió rotundamente con el grupo guerrillero guatemalteco MR-13 por su negativa a aceptar la dominación estalinista.

Tomada en conjunto con la aniquilación de los grupos guerrilleros castristas y maoístas en el Perú, así como la situación difícil de las FALN venezolanas y las FAR guatemaltecas, era evidente, aún para torpes empiristas que toda la estrategia guevarista de la guerrilla campesina era un fracaso. (Esta comprensión, sin embargo, no se extendió al SU cuyos apetitos seguidistas son tan fuertes como para cegarlos, no sólo a los principios marxistas sino también a los meros hechos. En 1969 proclamaron a la guerra de guerrillas rural como eje de las luchas, en América Latina por todo un período; cuando no ocurrió ni una sola de tales luchas, concluyeron en 1974 que “la lucha armada” debería incluir también a las guerrillas urbanas; y cuando éstas a su vez desaparecieron, en 1977 concluyen que habían malinterpretado el ritmo de los eventos. ¡Qué perspicacia! Aparentemente el régimen cubano concluyó que los masivos programas de contrainsurgencia del Pentágono y de la CIA habían dado resultado, y consecuentemente suprimió el exiguo suministro de armas a las aisladas bandas de sus partidarios perdidos en las faldas de los Andes.

Aún bajo una presión considerable por parte del coloso imperialista yanqui del norte (Castro una vez remarcó que los políticos norteamericanos se ponen histéricos porque Cuba está a solo 90 millas de Florida; deberían apreciar, dijo, como se sentía él con el estado imperialista más poderoso del mundo a escasas 90 millas de La Habana), los cubanos aparentemente decidieron mejorar sus relaciones con Moscú a cambio de un incremento en la ayuda militar y económica. Así, cuando el 23 de agosto de 1968 los tanques soviéticos entraron a Praga, Castro hizo un importante discurso radiodifundido para apoyar la invasión del Kremlin a Checoslovaquia. Su discurso fue una ducha fría para muchos castristas latinoamericanos y debió haber remecido aún al SU. Pero tanto se habían acostumbrado estos ex-trotskistas a excusar lo inexcusable que Joe Hansen escribió un largo artículo (“Fidel Castro and the Events in Czechoslovakia”, reproducido en su libro) en el cual “lamenta” de paso que Castro no haya visto la invasión checa como uno de los peores crímenes del Kremlin… ¡y a continuación dedica páginas enteras a elogiar las críticas de Castro a la coexistencia pacífica!

Salvo la introducción, el artículo más reciente en Dynamics of the Cuban Revolution data de 1970. De esa manera, más de media década de la política exterior cubana ni siquiera se menciona en el libro de Hansen. No es casual que éste sea el período en que fueron cometidos algunos de los más notorios actos oportunistas de Castro, traiciones que al SU le gustaría escamotear. Durante este tiempo Castro se acercó a cuanto populista aun medianamente nacionalista hubo en América Latina, con preferencia especial por los regímenes militares, alabando sus credenciales “revolucionarias” y “antiimperialistas”. Entretanto, los guerrilleros restantes fueron abandonados a su suerte. Douglas Bravo, dirigente de las FALN venezolanas, al romper con La Habana en 1970 denunció a los cubanos por “concentrarse exclusivamente en fortalecer su economía, suspendiendo toda ayuda a los movimientos revolucionarios latinoamericanos” (Le Monde, 15 de enero de 1970).

El gobierno peruano del General Juan Velasco Alvarado fue el favorito de Castro durante los primeros años de esta década. En 1969 saludó a la junta militar izquierdista en Lima como un “fenómeno nuevo”, es decir, “un grupo de oficiales progresistas jugando un papel revolucionario” (citado por Carmelo Mesa-Lago, Cuba in the 1970’s: Pragmatism and Institutionalization, 1974]). Otro de estos “progresistas pistoleros” fue el General Omar Torrijos del Panamá, que el año pasado hizo sensación al negociar con Jimmy Carter un nuevo tratado sobre el Canal de Panamá, permitiendo a los Estados Unidos mantener el control de la Zona del Canal hasta el año 2000, y otorgándole a partir de entonces un derecho ilimitado de invasión siempre y cuando afirme la existencia de una amenaza contra las operaciones del canal. Además de hacer pasar por revolucionario a este bonaparte entrenado en el ejército estadounidense, Castro le aconsejó a Torrijos tener paciencia, recordándole que los EE.UU. aún controlaba la base naval de Guantánamo y añadiendo, “no tenemos prisa” en recuperarla (New York Times, 13 de enero de 1976).

En otras partes del Caribe, los cubanos han estado cortejando al primer ministro jamaicano Michael Manley. Manley acompañó a Castro a la conferencia de países “no alineados” en Argelia en 1973, apoyó la intervención cubana contra el ataque imperialista de Sudáfrica y la CIA en Angola, y según informes tiene unidades policiales pretorianas entrenadas por La Habana (véase “Political Gang Warfare Escalates in Jamaica,” WV No. 118, 16 de julio de 1976). Y para demostrar que “lo pasado, pasado está”, en los últimos dos años Cuba ha mantenido relaciones de las más amistosas con el primer ministro de Guayana, Forbes Burnham. Este es el mismo individuo que en 1964 desalojó del poder al amigo de Castro, Cheddi Jagan ¡con la ayuda de la CIA!

Pero la mayor traición de todas fue el apoyo político dado por el dirigente cubano al gobierno de la Unidad Popular (UP) de Salvador Allende en Chile. Los dirigentes del SU bañaron en alabanzas a Castro por su denuncia en 1967, del PC venezolano que propiciaba una “vía pacífica” de la revolución; pero cuando tres años más tarde e frente popular chileno llegó al gobierno a través de las urnas, el protagonista histórico de la guerra de guerrillas no pronunció sino elogios a la UP de Allende. En electo cuando Castro visitó a Chile en noviembre de 1971 dijo en un discurso ante la federación sindical CUT: “… nunca hubo contradicción alguna entre los conceptos de la revolución cubana y el camino seguido por el movimiento de izquierda y los partidos obreros en Chile” (Fidel in Chile [1972]). Castro habría expresado críticas “confidenciales” a Allende sobre la falta de movilización de las masas, pero mientras tanto el gobierno frentepopulista, públicamente aclamado por el líder cubano, iba desarmando políticamente a los trabajadores al solicitarles depositar su confianza en el ejército “constitucionalista” y la burguesía “democrática”. El saldo de esta traición: más de 30.000 muertos, 500.000 exilados, una oportunidad revolucionaria aplastada.

Cuba en África

En forma similar a China durante el período anterior al giro en la política exterior de Nixon en 1971, los gobernantes del estado obrero deformado cubano han seguido una política exterior relativamente más agresiva que la de sus mentores del Kremlin, sin dejar de basarse en las estrechas consideraciones nacionalistas de toda burocracia estalinista. “Reformismo bajo el fusil”, lo calificábamos en el caso de los maoístas. Y cuando se presentó una oportunidad de recuperar la aureola de la combatividad revolucionaria y al mismo tiempo hacerle un favor a Brezhnev, Castro y Cía. la aprovecharon en seguida. La coyuntura fue la batalla por Angola a partir de la terminación del dominio colonial portugués a fines de 1975.

Es el nuevo papel de Cuba en África lo que ha motivado los panegíricos de todos los cansados izquierdistas de ayer, ahora personas respetables pero aún dispuestas a apoyar una causa buena. Mientras Washington discute si Castro es un simple peón de los rusos, los seudo marxistas hacen lo mismo. El novelista Gabriel García Márquez, quien cuando se aventura en política se muestra un servil adulador de “Fidel”, ha publicado una extensa entrevista con su “comandante supremo” en la que describe cómo Cuba decidió, independientemente, ayudar al MPLA angoleño contra el asalto de Sudáfrica y la CIA. Hansen también concluye que “el régimen de Castro ejerció cierta iniciativa al introducir la influencia cubana…” Quizás sí, pero obviamente no pudo haber actuado sin el visto bueno soviético (todo el armamento y gran parte del transporte de las tropas cubanas a Angola y Etiopía fueron suministrados por los rusos).

Para apoyar su premisa de que Cuba es un estado obrero no burocratizado con una dirección revolucionaria (aunque tal vez un poco torpe; se olvidan de que Castro ha sido un “trotskista inconsciente” durante casi 20 años, de acuerdo con el SU), Hansen trata de argumentar que la política de Castro consiste en “extender la revolución internacionalmente, oponiéndose de esa forma a la política estalinista de ‘coexistencia pacífica’ con las potencias imperialistas…”.Aquí sí que ha metido la pata pues los cubanos sostienen con insistencia que su política en África cabe dentro del marco de la distensión. Por cierto, en el primer (¡!) congreso del Partido Comunista de Cuba, celebrado en diciembre de 1975 mientras los combates en Angola se libraban con toda fuerza y miles de soldados cubanos se encontraban a bordo de transportes en medio del Atlántico, la dirección castrista se pronunció formalmente por la distensión como política oficial del partido.

¿Por qué se muestra el SWP tan interesado en apoyar las aventuras cubanas en África? Sin duda hay varios motivos. Uno se desprende de la curiosa observación de Hansen: “Un nuevo aspecto de esta intervención es su legalidad… En respuesta al llamamiento [del MPLA], los cubanos actuaron de acuerdo con la ley internacional.” Contrariamente a la afirmación de Hansen antes citada, un importante sector de la burguesía norteamericana vio la influencia cubana como una fuerza estabilizadora en África. No deseando atar los intereses estadounidenses al destino del condenado régimen rodesiano ni a la odiada Sudáfrica, vieron en las tropas cubanas un factor que impedía una guerra civil sangrienta e inconclusa en Angola y refrenaba al voluble demagogo Mengistu en Etiopía. Así, el embajador norteamericano ante las Naciones Unidas, Andrew Young, declaró, en una entrevista televisada que “en un sentido los cubanos introducen cierta estabilidad y orden en Angola” (New York Times, 3 de febrero de 1977). Hansen tiene presente los tiempos cuando el SWP formó un bloque político sobre Vietnam con el ala derrotista del Partido Demócrata.

Ciertamente otro motivo es ocultar su infame neutralidad en el momento de la invasión sudafricana contra Angola en 1975-76. En ese entonces el SWP rehusó tomar partido por el MPLA, respaldado por la URSS-Cuba, contra el FNLA financiado por la CIA y el UNITA ayudado por Sudáfrica. En un informe al Comité Nacional del SWP publicado en el Militant del 23 de enero de 1976 (Sudáfrica lanzó la invasión a finales de octubre de 1975), Tony Thomas conjeturaba:

“Si la intervención imperialista aumenta, como parece altamente probable podríamos, por razones tácticas, decidirnos a favorecer la victoria de uno u otro de los grupos, pero por supuesto sin darle ningún respaldo político.”

En realidad, el SWP nunca llegó a ajustar su línea durante los combates, provocando cierto escándalo dentro del SU.

Los ex-socios latinoamericanos de Hansen (en la lucha fraccional de casi diez años dentro del SU), dirigidos por el camaleón Nahuel Moreno, condenaron al SWP por no haber apoyado al MPLA en este momento crucial y luego haber tratado de tergiversar los hechos para encubrir su posición. El SWP llegó a publicar una “versión final corregida” del informe de Thomas al Comité Nacional (en el libro Angola: The Hidden History of Washington’s War [1976]) en la cual omitieron sus apologías al FNLA y UNITA y añadieron, ex post, su línea revisada de que la invasión imperialista cambió el carácter de la guerra. Después de este escamoteo se atrevieron a publicar un documento interno deshonesto (Doug Jenness y Tony Thomas, “The SWP’s Policy in Relation to Angola: ‘Historic Error’ or a Record to Be Proud Of?”, SWP Discussion Bulletin, 1971) pretendiendo indignarse por la acusación morenista.

Últimamente el SWP fue criticado por la ex-mayoría mandelista (ahora formalmente disuelta, pero aun contando con su propia publicación internacional), que después de ocho años como castristas ligeramente disfrazados de repente descubre unas críticas “trotskistas” de la política exterior cubana en África. El mismo número de Inprecor (21 de septiembre de 1978) que publica una traducción de la introducción de Hansen presenta un contra-artículo del “experto” mandelista en asuntos Africanos Claude Gabriel sobre “El papel de Cuba en África”. Después de fustigar a Cuba por la brutal represión contra la izquierda por parte de sus aliados en Angola y Etiopía (un hecho que Hansen solo menciona de pasada), Gabriel anota:

“Seria, por consiguiente, erróneo concluir mecánicamente que debido a la existencia de conflictos entre Cuba y el imperialismo en África la dirección castrista está fuera del marco de la coexistencia pacífica.”

Los dos ataques a Hansen son, en lo fundamental, racionalizaciones a posteriori. Por su parte, los morenistas son verdaderos expertos en ocultamiento y falsificaciones (conferir sus repetidas autojustificaciones cínicas de su escandaloso apoyo político al gobierno peronista de Argentina en 1974-75) y simplemente quieren un garrote fraccional contra el SWP. Por otro lado, los mandelistas más extremos pasan su gota amarga luego de haberse quemado en su bravuconada guerrillerista.

A diferencia del SWP, cuya capitulación reformista ante los liberales imperialistas los condujo a adoptar una “neutralidad” en favor del FNLA y UNITA durante el asalto imperialista contra Angola en 1975-76, y a diferencia del ala mandelista del SU, que apoyó al MPLA en la riña nacionalista antes de que la invasión sudafricana cambiara el carácter de la guerra civil, la tendencia espartaquista ha mantenido una política principista de independencia política del proletariado con respecto a todos los rivales nacionalistas, a la vez que propugnábamos la victoria militar del MPLA (respaldado por Cuba y la URSS) contra la agresión imperialista (véase “Smash Imperialist Power Play in Angola”. Workers Vanguard No. 84, 14 de noviembre de 1975).

Hansen y Cía. se ven forzados a distorsionar sistemáticamente la política cubana y a reinterpretar solapadamente la propia porque ya hace rato que abandonaron el programa trotskista para ponerse a la cola del estalinismo “tercermundista” y posteriormente de su “propia” burguesía. La tendencia espartaquista ha sido única en sostener que el estado obrero cubano fue, desde sus comienzos, cualitativamente burocráticamente deformado. Aunque una casta burocrática endurecida no se había consolidado al principio, la prepotencia de una dirección bonapartista en la ausencia de formas soviéticas de democracia obrera fue decisiva, como escribimos hace más de 15 años (véase “Hacia el renacimiento de la Cuarta Internacional”, Cuadernos Marxistas No. 1), para determinar el carácter estalinista del régimen de Castro.

Llamando por la defensa combativa de la revolución cubana contra el ataque imperialista, señalábamos al mismo tiempo que la burocracia en vías de consolidación era programáticamente incapaz de dirigir la lucha antiimperialista que a lo largo constituye su única esperanza de victoria: tendrá que ser depuesta a través de una revolución política proletaria. En la medida en que Castro se ha visto cada vez, más enredado en las maniobras globales del Kremlin, abandonando a sus seguidores guerrilleristas, alabando a generales “antiimperialistas” y demás, nuestro análisis marxista se ha visto confirmado una y otra vez. La tentativa de Hansen de inventarle un imaginario papel revolucionario a Castro —cuyas intervenciones en África son simplemente parte del esfuerzo soviético a escala global por ganarse un poco más de espacio para maniobrar dentro del marco de la distensión— es factualmente inexacto, teóricamente fatal y políticamente liquidacionista.

Y no explica la política cubana, ni en África ni en ninguna parte.

“La Pasionaria”: ¿Voz de resistencia o eco de traición?

“La Pasionaria”:
¿Voz de resistencia o eco de traición?

Traducido de Workers Vanguard No. 161, 10 de junio de 1977. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 5, Octubre de 1977. * Todas las citas seguidas de un asterisco han sido traducidas de una transcripción en inglés o francés, y pueden no coincidir con el original.

El 13 de mayo Dolores Ibárruri, la oradora estalinista conocida como “La Pasionaria”, regresó a España después de 38 años de exilio en la Unión Soviética. Esposa de un minero asturiano, ella durante la guerra civil llegó a ser una dirigente del Partido Comunista Español (PCE); y fue nombrada presidente del partido durante los años de exilio. Su regreso a España ocurre un mes después de la legalización del PCE por el primer ministro Suárez. Ibárruri encabezará las listas del partido en Asturias en las elecciones parlamentarias de junio.

Ibárruri entró al país discretamente. Los militantes del partido recibieron instrucciones de no asistir al aeropuerto de Madrid para celebrar su llegada, y tan pronto como el avión aterrizó, fue trasladada sin ceremonias a un lugar desconocido. De acuerdo con el New York Times del 14 de mayo, el PCE había realizado lo que un representante llamó “un acuerdo de caballeros” con Suárez de no darle una bienvenida tumultuosa que podría “ofender” a los “franquistas atrincherados en la burocracia y el ejército”. Así, igual como durante la Guerra Civil Española los estalinistas lucharon para mantener la “legalidad republicana” (es decir, el orden capitalista), hoy el PCE mantiene la “tranquilidad” de la monarquía franquista “reformada”.

Pero si el PCE ha restado importancia al retornó de Ibárruri la prensa burguesa extranjera le ha puesto en primera plana. El New York Times, por ejemplo, anunció en tono sensacionalista el regreso de “una leyenda comunista viviente”. Estos mismos “demócratas imperialistas” que encabezaron la oposición al envío de armas a la República y luego apoyaron al régimen asesino de Franco por décadas, desean ahora limpiar sus nombres con un gesto vacío de “amnistía” periodística. Así, ahora se muestran hipócritamente nostálgicos por los buenos días del pasado cuando la ardiente voz de “La Pasionaria” era transmitida por altavoces a través de Madrid instando a la resistencia contra los fascistas. Con el retorno de Ibárruri y la legalización del PCE los liberales buscan pulir la imagen de “reforma” de Suárez, gravemente empañada cuando la policía reprimió brutalmente las manifestaciones del Primero de Mayo hiriendo a centenares en todo el país.

Para aquellos que vivieron las angustiosas semanas y meses del sitio de Madrid, y para el proletariado del mundo entero que compartió desde lejos la angustia de los mártires caídos, la memoria de aquella batalla heroica fue y continuará siendo una inspiración a la lucha. Lejos de los trotskistas estaría el denigrar el ardiente grito de desafío de “La Pasionaria”, “¡No pasarán!” Captada para la historia en el documental “Morir en Madrid”, la voz de Ibárruri resonando a través de la capital urgiendo a las mujeres de España a verter aceite hirviendo sobre el ejército invasor franquista no se olvidará. Pero detrás de la imagen de la elocuente “Pasionaria”, ahora tan cuidadosamente cultivada, se encuentra la otra faz de su papel que también debe ser recordada: aquella de verdugo perverso estalinista y rabioso lacayo anticomunista que no desperdició ocasión para calumniar y denunciar a todos aquellos que proclamaban la necesidad de una revolución para ganar la Guerra Civil.

Calumnia y asesinato de obreros barceloneses

Citando al revolucionario campesino mexicano, Emiliano Zapata, Ibárruri gritó en su famoso discurso, “¡Es mejor morir de pie que vivir de rodillas!” No obstante los fascistas pasaron para ahogar a los obreros españoles en ríos de sangre, y fueron los estalinistas quienes les abrieron la puerta. Con su negativa a formar milicias obreras unidas, sus llamadas de confianza en el ejército burgués, bajo los oficiales “leales”, muchos de los cuales pronto pasaron al lado de Franco, entregando ciudades enteras a los fascistas, el PCE preparó al proletariado para la derrota.

Desde el momento inicial de la sublevación del ejército, el Frente Popular, con la participación del Partido Comunista inició su labor de sabotaje de la resistencia obrera. Sólo el día anterior al discurso durante el cual “La Pasionaria” lanzó la consigna “¡No pasarán!” el 17 de julio de 1936 cuando Franco estaba a punto de sublevarse en el Marruecos español, ¡el gobierno del Frente Popular suprimía las noticias de la invasión como excusa para rehusar las demandas de miles de obreros que habían marchado al palacio presidencial a pedir armas! Cuando, aproximadamente un año después, durante las Jornadas de Mayo de 1937, el proletariado de Barcelona intentaba romper las cadenas del gobierno burgués ―que había guardado los fusiles bajo llave y había privado de materiales a las fábricas de municiones― fue únicamente el pequeño grupo trotskista, la sección Bolchevique-Leninista de España, y los “Amigos de Durruti”, anarquistas de izquierda, quienes pelearon hasta el final al lado de los obreros.

En ese tiempo una política revolucionaria habría movilizado las masas de obreros y campesinos en una enorme lucha social contra la explotación capitalista; tal política revolucionaria habría dividido el ejército de Franco en sus componentes de clase y dejado a los generales fascistas sin soldados. Pero el PCE y su componente catalán, el PSUC, leales a la garantía dada por Stalin a sus aliados burgueses del que no habría revolución social en España, se echaron al lado del gobierno para aplastar la sublevación. En su autobiografía escrita 30 años más tarde, Ibárruri trata de minimizar la acción nefasta del PCE en aplastar el levantamiento de Barcelona:

“Durante mis largos años de exilio, muchos camaradas me han preguntado con frecuencia: ¿Pudo el Partido Comunista haber tomado el poder en España? Y si pudo hacerlo, ¿por qué no lo hizo?…

“Si en un momento dado de la guerra, por ejemplo en 1937 cuando el gobierno de Largo Caballero estaba en crisis, ciertas condiciones existieron que habrían permitido la toma del poder, los comunistas no lo hicimos (aunque muchos de nuestros combatientes así lo deseaban) por una razón básica: ni la situación nacional ni la internacional eran favorables para el cambio.” *

― Dolores Ibárruri, They Shall Not Pass!, 1966

En retrospectiva Ibárruri adopta un tono blando. Este es un sonido muy distinto a la infamia y la calumnia que desató en su época contra los obreros revolucionarios y los trotskistas, y que ha sido conservado para la historia en su informe al Comité Central, presentado en Madrid el 23 de mayo de 1938:

“Fueron ellos, los criminales trotskistas quienes constantemente han soplado el fuego del desacuerdo entre las fuerzas antifascistas. Fueron ellos quienes organizaron el golpe contrarrevolucionario en mayo de 1937, con el fin de apuñalar a los defensores heroicos de Euskadi (la región vasca) por la espalda, cuando el enemigo había lanzado su brutal ataque contra ellos….

“Fueron ellos quienes han, figurado en el liderazgo del mayor número de organizaciones del espionaje fascista descubiertas hasta el presente por las autoridades de la República….

“Fueron ellos quienes, en aquellos pocos lugares donde pudieron engañar a unos pocos obreros, por Gerona, por ejemplo, los incitaron a conducir huelgas y así impedirle a la población la obtención de refugios para protegerse contra las agresiones desde el aire….

“No debe permitirse vacilación de ninguna clase, ni sentimentalismos en presencia de esta banda de criminales. Uno de los objetivos de la unidad total del pueblo debe ser aplastarlos de una vez por todas.” *

Pero los estalinistas hicieron más que calumniar a los obreros barceloneses. Un funcionario del PCE dirigió la unidad de Guardias de Asalto republicana que precipitó el levantamiento de las Jornadas de Mayo al intentar tomar posesión de la Telefónica de Barcelona de las manos del comité obrero dirigido por los anarquistas. Mientras la CNT (central obrera anarquista) se rehusó a apoyar la resistencia obrera, el centrista POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) peleó por varios días en las barricadas junto a los obreros barceloneses, hasta qué sus líderes asustados ordenaron a los militantes del POUM entregar sus armas. La traición de la dirección del POUM no protegió a sus militantes de ser el objeto de una persecución asesina, lanzada por los estalinistas, que eventualmente resultó en el asesinato del dirigente del POUM Andrés Nin, un ex-trotskista.

Hoy, el líder del PCE Santiago Carrillo quiere lavarse las manos del asesinato de Nin, llamando a éste en su libroEurocomunismo y Estado “un acto abominable e injustificable”, pero Carrillo estaba a la cabeza de la organización de la juventud estalinista en ese entonces, y Dolores Ibárruri era miembro del Buró Político del PCE. Su postura de Poncio Pilatos contradice la historia. En su libro, Yo fui ministro de Stalin, el ministro de educación del PCE en el gobierno republicano de Caballero y Negrín, Jesús Hernández, nos informa de la siguiente respuesta de “La Pasionaria” a una pregunta sobre quién ordenó el arresto de Nin: “Nosotros, como no era cuestión de molestarse por cosa tan intranscendente… ¿Qué importancia puede tener la detención por la policía de un puñado de provocadores y espías?”

El gobierno de la victoria

Además de su llamada “¡No pasarán!” Ibárruri se recuerda ante todo por haber inventado la frase “el Gobierno de la Victoria”, con referencia al gobierno de Negrín, y por su discurso a la salida de la Brigadas Internacionales de España. En ambas ocasiones sus ardientes palabras enmascaraban crímenes horrorosos perpetrados por los estalinistas contra los obreros de España.

El gobierno de Negrín (basado en sus famosos “13 puntos” garantizando protección de la propiedad capitalista, fin a la toma de tierras y retirada de todos los ejércitos extranjeros) se formó como resultado de la decisión del PCE de sustraer su apoyo del previo régimen, encabezado por el socialista Largo Caballero. Después del levantamiento de Barcelona los estalinistas habían decidido que no se podía confiar en Caballero para llevar a cabo la represión de la izquierda que ahora estaba a la orden del día. “El 9 de mayo de 1937” escribe Ibárruri en su autobiografía, “luego de que Largo Caballero se rehusara a castigar a aquellos que le estaban haciendo el juego al enemigo” (es decir, a lanzar una redada contra los dirigentes anarquistas y los del POUM) el PCE se rehusó a participar en el gobierno a menos que él dimisionara. Caballero aceptó y fue reemplazado por Juan Negrín López. Fue con ocasión de la formación del nuevo gabinete que Ibárruri bautizó al régimen de Negrín “el Gobierno de la Victoria” Este luego procedió a aplastar todo residuo de la rebelión obrera y a preparar la rendición final a Franco.

A finales de 1938 las Brigadas Internacionales fueron retiradas de España, una decisión resultante del deseo de Stalin de acordar el pacto Stalin-Hitler. Después de la capitulación de las potencias occidentales ante Hitler en Múnich, Stalin, viendo la futilidad de un acuerdo con las democracias imperialistas, cambió su orientación internacional y decidió entregar España a Franco. Fue en la última marcha de las Brigadas Internacionales, al salir de España, cuando Ibárruri pronunció el discurso ahora tan cariñosamente recordado por los liberales: “Os podéis ir con orgullo”, dijo a las Brigadas que estaban abandonando al proletariado español a su suerte. “Sois historia”, dijo “Sois leyenda, sois un ejemplo heroico de la solidaridad y universalidad democrática.” *

Así como casi 35 años más tarde, el Frente Popular chileno preparó el camino para el golpe pinochetista del 11 de septiembre de 1973, predicando la confianza en los cuerpos de oficiales “constitucionalistas” ― en España a principios de 1939, el coronel republicano Segismundo Casado, quien contaba con la confianza del PCE, realizó un golpe de estado en Madrid a fin de deponer al gobierno de Negrín quien todavía apoyaba, aunque débilmente, la resistencia armada contra Franco. El Partido Comunista que había colaborado con Casado en toda la línea fue desorientado profundamente por su “traición”. En sus memorias Ibárruri escribe que, “La formación de la junta de Casado con el propósito de entregar la república nos sorprendió debido a nuestra confianza mal merecida”. Ella describe un encuentro con Casado pocos días antes del golpe en el cual ella le pide su colaboración para el almacenaje de algunos embarques de alimentos que el PCE había recibido de una organización femenina antifascista en el exterior:

“Casado no solamente estaba deseoso de ayudarnos, se mostró incluso entusiasta con nuestros planes. Siguió hablando sobre la dificultad en conseguir alimentos para la población…

“Nuestra conversación fue tan cordial que antes de irme insistió en que yo viera a su hijito, y llamó a uno de los sirvientes de la casa para que trajera al niño, quien realmente era, como todo niño sano de dos años, un hermoso bebé…

“Que lejos estaba yo de imaginar que este hombre había hecho ya planes para traicionar a la República y entregar el pueblo al fascismo.” *

Sin embargo, incluso en este momento tardío la lucha todavía no estaba necesariamente perdida. En su libro LaGuerra Civil Española, Hugh Thomas escribe que en los días finales, mientras Casado estaba negociando los términos de la rendición con Franco, fuerzas dirigidas por los comunistas permanecían en control de Madrid y su fuerza durante este período era tal que, si el partido lo hubiera ordenado, el PCE podría haber derrotado fácilmente a las fuerzas de Casado e impedido la consolidación de la junta. Pero el Comité Central, profundamente desorientado por el golpe, se rehusó a ofrecer cualquier directivo a los generales.

Al conocer las órdenes de Casado de arrestar a los comunistas, el Comité Central ―incluida Ibárruri― se las arregló para escapar a una pequeña base aérea. Esperando frente a un avión la dirección partidaria recibió la noticia que Casado se negaba a una reconciliación con Negrín. Los miembros del Comité Central simplemente abordaron el avión y volaron a Francia dejando el ejército sin instrucciones. Así, los comandantes comunistas que tenían el control militar de la ciudad, ¡simplemente esperaron la derrota!

Hoy día, mientras asume una posición “ceremonial” como presidente del PCE “eurocomunista” de Carrillo, Dolores Ibárruri ha continuado alabando la “madre patria socialista” de Brezhnev y Stalin. Los trotskistas defienden incondicionalmente al estado obrero degenerado soviético contra el ataque imperialista, algo que es cada vez más dudoso que lo harían Carrillo y Cía. Pero continuamos denunciando los crímenes de la burocracia estalinista, que ordenó el asesinato de Nin y de Trotsky y que continúa suprimiendo la democracia proletaria en la Unión Soviética.

El New York Times informa que en la primera reunión pública de “La Pasionaria”, una manifestación en el País Vasco, un pequeño grupo (supuestamente trotskista) entre los asistentes gritó que Dolores Ibárruri debía ser enviada a un instituto siquiátrico ― una alusión a la práctica de la burocracia del Kremlin de encerrar disidentes, especialmente socialistas declarados, en los hospitales mentales. No creemos que los crímenes de Dolores Ibárruri contra el proletariado internacional sean una aberración mental, ni estamos dispuestos, como ella pide, a “olvidar esas pequeñas historias” de la Guerra Civil Española. Nosotros exigimos la formación de una comisión de investigación obrera para revelar los verdaderos hechos sobre los asesinatos viles llevados a cabo por los estalinistas, de trotskistas españoles y militantes anarquistas y del POUM, empezando con Nin. Sobretodo exigimos que se nos entregue ese hombre, Ramón Mercader, el asesino de León Trotsky, quien hasta estos días sigue siendo miembro del Partido Comunista Español. ¡Nosotros sabremos qué hacer con él!

La Revolución Cubana y la teoría marxista

La Revolución Cubana y la teoría marxista

[Originalmente publicado en Marxist Bulletin 8. Esta versión fue impresa en Cuadernos Marxistas No.2. Documento sometido al Pleno del Comité Central del Socialist Workers Party [SWP – Partido Socialista de los Trabajadores] de enero de 1961).

La Revolución Cubana, tal y como se ha desarrollado en los últimos 19 meses, plantea algunos problemas teóricos difíciles para los marxistas. Por supuesto estos son problemas que nos deben llenar de alegría, porque nacen del hecho de que la Revolución Cubana ha llegado más lejos, más de prisa y a más profundidad que cualquiera de nosotros había anticipado, de hecho se ha convertido en una profunda revolución social. Sin embargo las paradojas y los problemas continúan y hasta pueden plantear ciertos peligros para nosotros.

Lo que es sorprendente de Cuba es ésto: el hecho de que es un movimiento revolucionario naciente de la clase media urbana y había conseguido el apoyo del campesinado, que subió al poder cuando los Estados Unidos dejaron caer finalmente a su antiguo títere, Batista, y que procedió, una vez en el poder, a seguir un curso auténticamente revolucionario. Desarmó al antiguo ejército y a las fuerzas de la policía y armó a los obreros y campesinos pobres, expropió las mayores posesiones económicas del capital estadounidense, rompió con los lideres políticos representativos de la burguesía liberal cubana. ¡Y todo ésto sin la existencia (por no hablar de la intervención) de un partido socialista revolucionario y sin ninguna acción autónoma de la clase obrera!

Es evidente la contradicción de todo ésto con lo que debíamos esperar de la Teoría de la Revolución Permanente. Si estamos en lo cierto de que toda revolución en nuestro tiempo debe ir más allá de los limites “democrático-burgueses” para llegar a un éxito real, y si podemos hallar plena comprobación de esta faceta de la teoría en la Revolución Cubana, también hemos creído que este proceso ¡solamente puede tener lugar bajo el liderato de la clase obrera y bajó la dirección del partido marxista!

Algunos camaradas han intentado hacer desaparecer esta dificultad aplicando a la Revolución Cubana un concepto prefabricado. Cuba, nos dicen, se ha convertido en un “estado obrero” o, si se quiere, es regido por “un gobierno obrero y campesino”. Desgraciadamente el sustituir un sistema de categorías prefabricadas por el análisis marxista en vez de resolver cualquier problema teórico, simplemente los generaliza, les da una urgencia y una importancia que abarca mucho más allá de su estado presente. ¿Debe llamarse a Cuba “un estado obrero”? ¿No es pues necesario resolver el problema general de cuales son las condiciones bajo las que podemos esperar el éxito derevoluciones proletarias bajo la dirección de la clase media y sin siquiera la participación de la clase obrera o de un partido de la clase obrera? ¿Es el régimen de Castro “un gobierno obrero y campesino”? ¿Y cual es entonces la naturaleza del estado cubano? En todo caso, la composición social del aparato del estado, de las fuerzas armadas y de la milicia, es más proletaria que la del gobierno – y así volvemos a nuestro previo problema. ¡Aunque pudiéramos evitar este problema inevitable, todavía estaríamos enfrentados con un bicho raro – un gobierno obrero y campesino en el cual no hay obreros ni campesinos, ni representantes de partidos independientes de obreros y campesinos! Desde luego ni el Cuarto Congreso de la Internacional Comunista (IC), ni el Programa de Transición previeron dicho fenómeno.

No contribuiremos en nada a la teoría marxista o a comprender la Revolución Cubana si partirnos de la base de que antes de que podamos apoyar una revolución debemos bautizarla como “proletaria” o si buscamos atajos no proletarios hacia la revolución socialista. Por encima de todo debemos rechazar la tendencia a pensar con conceptos abstractos, a buscar antes que nada un nicho ideológico en el cual embutir una realidad indomable. Toda teoría científica está perpetuamente en juicio ante los hechos y todo error en predecir y explicar correctamente los hechos sugiere la posibilidad de algo inadecuado en la teoría. Específicamente, si en ciertos determinados países en la presente coyuntura concreta, nuestras perspectivas teóricas sobre la necesidad  de una dirección proletaria para conseguir los fines de la revolución democrático-burguesa son rebatidas por la realidad, debemos reconocer que, aunque ésto no requiere una revisión general de la teoría, desde luego requiere examinar de nuevo y modernizar estos aspectos concretos de la teoría.

En este breve articulo no intentaremos llevar a cabo un tal reexamen, ni tenemos la intención de presentar aquí un análisis teórico desarrollado de la Revolución Cubana; lo que en realidad intentaremos es exponer un esquema teórico con el cual ese tipo de análisis podrá ser finalmente desarrollado.

Nuestro punto de partida debe ser la tarea histórica inmediata que tiene ante sí la Revolución Cubana: vencer el atraso y pobreza de las masas impuestos por siglos de colonialismo y más particularmente por los pasados cincuenta años de monocultura azucarera inspirados por, y que benefician sólo a los capitalistas estadounidenses. El hacer ésto requería una condición previa absoluta – una reforma agraria radical. Pero como las grandes plantaciones de azúcar y los ingenios estaban principalmente en manos de los capitalistas estadounidenses, no se podía emprender ninguna acción sin chocar inmediatamente con el imperialismo norteamericano y no se podía levar a cabo ninguna reforma profunda sin acabar con la dominación económica de los Estados Unidos en la isla.

Ahora bien, estos fines – modernización, reforma agraria, independencia nacional – desde luego no son reformassocialistas. Simplemente sientan las bases sobre las cuales será construida la Cuba del futuro. ¿Pero esa Cuba será capitalista o socialista? El plantear esta cuestión indica un aspecto esencial del problema cubano – el que la respuesta no será encontrada en Cuba. Una Cuba socialista independiente, aislada, sola frente al enorme poder de los Estados Unidos es un absurdo evidente. Pero no menos absurda es la idea de un desarrollo independiente del capitalismo cubano. Es por lo tanto falso argumentar que Cuba debe ser o bien un “estado capitalista” o “un estado obrero”; o bien “un gobierno capitalista” o “un gobierno obrero y campesino”. Estamos aquí ante un proceso extremadamente dinámico y contradictorio cuyo destino está unido con él de la revolución latinoamericana en su totalidad.

El Departamento de Estado de los Estados Unidos, brutalmente ciego durante tanto tiempo en su política hacia Latinoamérica, se ha dado cuenta de repente de este hecho. El cambio brusco en 1959 de una línea pro-Castro a una línea violentamente anti-Castro no se debió precisamente a consideraciones limitadas a Cuba: lo esencial era que al expropiar bienes norte-americanos y, sobre todo, al reorientar su comercio de los Estados Unidos hacia el bloque soviético, Cuba había adquirido un papel decisivo a la cabeza de la revolución latinoamericana y estaba conduciéndola en una dirección extremadamente peligrosa.

Los fines de la política estadounidense han quedado finalmemte perfectamente claros: apuntalar, a cualquier coste, los regímenes burgueses más o menos “democráticos” mientras gradualmente liquida las dictaduras estilo antiguo; y al mismo tiempo intensificar hasta el punto máximo las presiones económicas sobre Cuba. Después de un cierto tiempo el régimen de Castro, por pura necesidad económica, sería forzado a venir a términos con el Departamento de Estado. La alternativa de una completa dependencia económica del bloque soviético no da de “hecho” una alternativa; como dice el New York Times en un reciente editorial, “Castro está en peligro de volverse un peón de Rusia y debería recordar que el destino de los peones es normalmente el de ser sacrificados”. ¿Quién puede dudar que Cuba estará sobre la mesa de negociaciones en una futura Conferencia Cumbre?

Esto no es una estrategia inverosímil; lejos de ello. Solamente una cosa la podría trastornar – una extensión dramática de la agitación revolucionaria que quebrantase la solidaridad de la burguesía latinoamericana con el imperialismo de los Estados Unidos y abriese una perspectiva para Cuba. Aunque revoluciones de tipo castrista siguen siendo una posibilidad en los países más retrasados, como Guatemala y Paraguay, países decisivos de Latinoamerica son aquellos que ya han experimentado el crecimiento inicial del capitalismo y en los que ya existe un contingente de la clase obrera industrial considerable: Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Venezuela, y México. En estos países una revolución “popular” (que pretende superar las contradicciones de clase) es imposible – el peso de la dirección está ya sobre los hombros del proletariado. Así vemos las dos posibilidades abiertas a la revolución cubana – volver a un estado subordinado del hemisferio occidental dominado por el capitalismo di los EE.UU., o ser asimilada y llevada hacia adelante por una revolución socialista latinoamericana.

En este contexto ¿podemos decir algo concreto sobre la naturaleza del gobierno y estado cubanos? Desde luego, es demasiado pronto para contestar en términos de categorías determinadas, porque la naturaleza misma de la revolución no ha sido decidida aún por la historia. Dado el enorme prestigio de Fidel Castro y la influencia de los estalinistas cubanos dentro del gobierno, un trato entre Castro y Kennedy / Nixon con la bendición tácita de Krushchev, no requeriría que hubiera una contrarrevolución política en Cuba. Igualmente, si estallaran revoluciones proletarias triunfantes en los principales países de Latinoamérica no se necesitaría contrarrevolución para llevar a Cuba a una federación socialista cíe las Américas.

Debemos pues insistir en el carácter transicional y abierto de la Revolución Cubana. El estado cubano es un estado en desarrollo, escasamente de más de un año de duración: su carácter de clase será determinado por el desarrollo de la revolución. El gobierno cubano es un régimen democrático de la clase media basado sobre, y presionado constantemente por, los obreros y campesinos. ¿Es esta descripción, evidente en si misma, menos útil que el rótulo abstracto, arbitrario y falso de “gobierno obrero y campesino”?

Es precisamente porque el gobierno de Castro no es claramente un gobierno obrero por lo que es importante no calificarlo apresuradamente como un “estado obrero”. Si un partido obrero estuviera en el poder importaría poco la rapidez con que se procediera a la nacionalización de la industria. En la presente fluida situación la dirección pequeño-burguesa, de la revolución presenta el mayor peligro interno para el avance de la revolución. Esto hace perentorio que nosotros preconicemos hoy la creación de un genuino partido obrero revolucionario en Cuba.

Si decimos que la decisión final sobre la Revolución Cubana se hará a escala latinoamericana, ésto no quiere decir que aconsejemos pasividad a los marxistas cubanos. La Revolución Cubana tiene todavía mucho campo para progresar hacia el establecimiento de una auténtica democracia, con sus propias formas institucionales de poder obrero y campesino y con un sistema eficiente de control de producción por los obreros a todos los niveles.

Es evidente que existen en el presente fuertes tendencias hacia el autoritarismo, paternalismo, burocratización y por lo tanto burguesificación final; la posición de los estalinistas en el gobierno y los sindicatos, la sugestión de la necesidad de restringir el derecho a huelga, son signos amenazantes.

Como marxistas norteamericanos, nuestra obligación, como los defensores más abiertos y militantes de la Revolución Cubana contra nuestra propia clase dirigente, es en todo momento el discutirla clara y críticamente, sin fetichismos.

17 de agosto de 1960

Shane Mage

Tim Wohlforth

James Robertson

Informe de Spartacist a la Conferencia de Londres

Informe de Spartacist a la Conferencia de Londres (1966) del Comité Internacional

[Observaciones hechas durante la discusión del informe político de Cliff Slaughter a la Conferencia del Comité Internacional por el camarada Robertsan, el 6 de abril de 1966, en nombre de la delegación de Spartacist (con correcciones de menor importancia) Primera impresión en marxistas Cuadernos n º 1]

En nombre del grupo Spartacist, saludo a esta conferencia convocada por el Comité Internacional. Es ésta la primera participación internacional de nuestra tendencia; estamos profundamente agradecidos de la oportunidad de oír e intercambiar puntos de vista con camaradas del movimiento mundial.

Por consiguiente, consideramos que tenemos la responsabilidad de presentarles nuestros puntos de vista específicos en lo que tienen de relevante y distintivo, sin adaptarlos o m:x:lificarlos en razón de una falsa unanimidad que nos perjudicaria a todos, ya que tenemos, en nuestra opinión, valiosos puntos de vista que ofrecer.

Estamos presentes en esta conferencia sobre la base de nuestra concordancia fundamental con la resolución internacional del Comité Internacional; más aún, el informe del camarada Slaughter ha sido por nosotros sólidamente comunista, unificado íntegramente por una determinación revolucionaria.

1. ¿QUE ES EL PABLlSMO?

El punto central de la conferencia es “la reconstrucción de la Cuarta Internacional, destruida por el pablismo.” Por lo tanto, es lógico que la cuestión, “¿Qué es el pablismo?” ha sido discutida a fondo. No estamos de acuerdo con que el pablismo no sea sino la expresión de corrientes orgánicas de reformismo y estalinismo, sin ralees dentro de nuestro movimiento. También estamos en desacuerdo con la opinión de Voix Ouvriere de que el pablismo puede ser explicado Simplemente en referencia a la composición social pequeñoburguesa de la Cuarta Internacional, como tampoco podriá explicarse la naturaleza especifica de una enfermedad en referencia únicamente al debilitamiento del cuerpo en el que se han establecido particulares microbios.

El pablismo es una respuesta revisionista a nuevos problemas planteados por la expansión estalinista posterior a 1943. Y el pablismo ha sido atacado dentro del movimiento por una mala “ortodoxia” representada, hasta en los últimos años, por el ejemplo de Cannon. Debemos responder a los nuevos desafíos de una maneraverdaderamente ortodoxa: como lo expresa Gramsci, debemos desarrollar la doctrina marxista por medio de su extensión, no buscando absorciones eclécticas de nuevos elementos ajenos, como lo ha hecho el pablismo.

La presión que produjo el pablismo comenzó en 1943, después del fracaso de la perspectiva de León Trotsky de la desintegración de la burocracia soviética y de nuevas revoluciones en la postguerra: esta falla resultó de la incapacidad de forjar partidos revolucionarios. Después de 1950 el pablismo dominó la Cuarta Internacional. Solamente cuando los frutos del pablismo se revelaron claramente es que se llegó a separar una sección de la Cuarta Internacional. En nuestra opinión, el movimiento ortodoxo todavía tiene que enfrentarse a los nuevos problemas teóricos que lo hicieron susceptible al pablismo en 1943-50, y que dió origen a una escisión desigual y parcial en 1952-54.

Lucha inevitable

La lucha contra el pablismo es la forma histórica específica de una lucha necesariamente continua contra el revisionismo, que no puede ser “finalmente” resuelta dentro del marco del capitalismo. Bernstein, Bujarin y Pablo, por ejemplo, han sido nuestros antagonistas en fases particulares de esta lucha, que es, a la vez, necesaria e inevitable y que no puede ser “resuelta”.

Estas son algunas de nuestras opiniones sobre el pablismo; no son exhaustivos, porque están conformadas por los aspectos particulares del pablismo que han tenido una importancia especial en nuestra propia lucha contra él.

Discrepamos con la noción de que la presente crisis del capitalismo es tan aguda y profunda que el revisionismo trotskista es necesario para domar a los trabajadores en forma comparable a la degeneración de las Segundas y Terceras Internacionales. Una tan errónea apreciación tendría como punto de partida una sobrestimación enorme de nuestro significado actual, y por consiguiente sería desorientadora.

Es necesario concentrarnos en lo que dijo Lenín con relación a las varias crisis omnipresentes que asedian al imperialismo (un sistema esencialmente en crisis desde antes de 1914). Lenin indicó que no hay situaciones imposibles para la burguesía; es necesario echarla. De lo contrario, las crisis son acontecimientos cotidianos para los mecanismos y agencias del imperialismo aturdiendo de año en año. Justamente ahora, de hecho, su tarea es más fácil después del terrible destrozo del movimiento obrero indonés; añádase a esto los otros reveces que exponen la dependencia de los revisionistas de estratos pequeñoburgueses burocráticos, tal como la putrefacción creciente de la URSS, el aislamiento de China, el sojuzgamiento de India, la estabilización nítida de África, y Castro hecho cautivo de Rusia y los EE. UU. La lección central de estos episodios es la necesidad de construir partidos revolucionarios obreros, o sea, nuestra capacidad de intervenir en la lucha.

2. TACTICAS ANTIPABLISTAS

Un camarada francés lo expresó bien: “no hay familia del trotskismo”. Solamente existe el pro grama correcto del marxismo revolucionario, que no es una sombrilla. Sin embargo, existen hoy cuatro corrientes internacionales organizadas que se reclaman todas ser “trotskistas” y a las cuales se refieren, en un sentido convencional, cornil trotskistas. Esta .situación debe resolverse por medio de escisiones y fusiones. La razón de la .presente apariencia de una “familia” es que cada una de las cuatro tendencias – el “Secretariado Unificado”, la “Tendencia Revolucionaria Marxista” del propio Pablo, la “Cuarta Internacional” de Posadas y el Comité Internacional – cuenta, en algunos países, con el único grupo reclamándose de la bandera del trotskismo. De ahí que en sus áreas atraen a todos los trotskistas ostensibles y suprimen la polarización; no hay lucha y diferenciación, ganando a unos y obligando los otros a abandonar sus pretenciones de revolucionarios y trotskistas. Así, cuando varios camaradas de Spartacist visitaron a Cuba, encontramos que el grupo trotskista allá, parte de la “internacional” de Posadas, consistió en su mayoría por excelentes camaradas que luchaban con valor en condiciones difíciles. Los discursos aquí de los camaradas daneses y ceilaneses, representando secciones de izquierda del Secretariado Unificado, reflejan tales problemas.

La desintegración parcial y el resultante desnudo vergonzoso de las fuerzas del Secretariado Unificando la expulsión de Pablo, la traición ceilanesa, la línea de colaboración de clases del SWP en cuanto a la guerra vietnamita, el arrastramiento de Mandel ante la herencia social demócrata de Bélgica – prueban que ha pasado el tiempo cuando la lucha contra el pablismo podría librarse en un plano internacional dentro de un marco organizativo común. Y la experiencia particular de nuestros grupos en los EE.UU., que fueron expulsados simplemente por las opiniones que sostenían, sin derecho de apelación, demuestra que el Secretariado Unificado miente cuando reclama de integrar todos los trotskistas.

Debemos hacerlo mejor 

Hasta ahora no hemos tenido mucho éxito en aplastar a los pablistas, creemos; el impacto de los solos acontecimientos, no importa lo favorables que sean objetivamente o devastadores para las doctrinas revisionistas, no logrará derrótalos. En los EE.UU., la división del ala izquierda del SWP durante su historia de cinco años ha sido un gran regalo a la dirección revisionista del SWP.

Actualmente nuestra lucha con los pablistas debe ser preponderantemente desde afuera de sus organizaciones; sin embargo, en muchos países sigue siendo necesario un periodo de frentes unidos y de penetración organizativa en los grupos revisionistas, con el fin de consumar la lucha por la verdadera reconstrucción de la Cuarta Internacional, culminado en un congreso mundial para fundarla nuevamente.

3. CLARIFICACION TEORICA

Las experiencias de las luchas argelinas y cubanas, cada una desde su propio lado, san muy importantes por la luz que arrojan sobre la distinción decisiva entre obtener la independencia nacional sobre una base burguesa y las revoluciones del tipo chino que conducen a un real rompimiento. con el capitalismo, aunque confinados dentro de los limites de un estrato gobernante burocrático.

Dos elementos decisivos han sido comunes a la serie de levantamientos bajo lideratos de tipo estalinista, como en Yugoeslavia, China y Vietnam: 1) una guerra civil de guerrillas campesinas que, primero,’ Saca al movimiento campesino del control inmediato del imperialismo y sustituye una dirección pequeñoburguesa; y, después, si resulta victoriosa, toma los centros urbanos y de por su propia trayectoria aplasta las relaciones de propiedad capitalista, nacionalizando la industria bajo una dirección bonapartista recientemente consolidada; 2) la ausencia de la clase trabajadora como competidor por el poder social, y en particular la ausencia de BU vanguardia revolucionaria. Esto permite un papel excepcionalmente independiente para secciones pequeñohurgueses de la sociedad, impidiendo así la “polarización que ocurrió en la Revolución de Octubre en la que la mayoría de las secciones militantes de la pequeña burguesía fueron arrastrad.as en pos de la clase obrera revolucionaria.

Revolución politica

Sin embargo, está claro que se necesita una revolución política suplementaria para abrir el camino al desarrollosocialista o en las primeras etapas (como en Vietnam de hoy), la activa intervención de la clase trabajadora para tomar la hegemonía de la lucha nacional-social. Solamente aquellos que como los pablistas, creen que las burocracias estalinistas (o al menos algunos, por ejemplo Yugoeslavia, China o Cuba) pueden ser una dirección revolucionaria socialista, deben ver en este entendimiento una negación de la base proletaria de la revolución social.

Por el contrario, precisamente, es que el campesinado pequeñoburgués bajo las más favorables circunstancias históricas concebibles no pudo lograr una tercera vía, ni capitalista, ni obrera. En cambio, lo que ha resultado en China y Cuba fue un estado de la misma orden del que salió de la contrarrevolución política de Stalin en la Unión Soviética, la degeneración de Octubre. Por eso es que definimos tales estados como estados obreros deformados. Y la experiencia después de la Segunda Guerra Mundial, si se le entiende correctamente, no ofrece razones para el abandono revisionista de la perspectiva y la necesidad de un poder obrero revolucionario. Al• contrario, es una gran vindicación de la teoría y las conclusiones marxistas bajo circunstancias nuevas, no previamente esperadas.

Debilidad y confusión

Muchas declaraciones y posiciones del Comité Internacional muestran debilidades teóricas o confusión sobre esta cuestión. Así, la declaración del Comité Internacional sobre la caída de Ben Bella declara:

“Donde el estado toma’ una forma bonapartista en beneficio de una burguesía debilitada, como en Argelia o Cuba, entonces el tipo de ‘levantamiento! que ocurrió el 19-20 de junio en Argel está al orden del día.”

Newsletter, 26 de junio de 1965

Mientras las nacionalizaciones en Argelia encubren actualmente un 15 por ciento de la economía, la economía cubana está esencialmente completamente nacionalizada; China probablemente tiene más vestigios de su burguesía. Si de veras la burguesía cubana está “debilitada”, como lo afirma el Comité Internacional: sólo se puede observar que debe estar cansada de haber nadado el largo trayecto a Miami, Flórida.

En cambio, la corriente resolución del Comité Internacional, “Reconstruyendo la Cuarta Internacional”, 10 expresa muy bien:

“De la misma manera, la Internacional y sus partidos son la clave al problema de la lucha de clases en los países coloniales. Los lideres pequeñoburgueses nacionalistas y sus colaboradores estalinistas restringen la lucha al nivel de liberación nacional o, al extremo, a una versión de ‘socialismo en un solo país’, mantenida por la subordinación a las políticas de coexistencia de la burocracia soviética. De esta manera, todos los logros de la lucha obrera y campesina, no solamente en el mundo árabe, India, sureste de Asia, etc., sino también en China y Cuba [nuestro énfasis, Spartacist], se confinan dentro de los límites de la dominación imperialista, o son expuestas a la contra revolución (la coalición contra China, la crisis de los misiles en Cuba, la guerra de Vietnam, etc.).”

Aquí Cuba se iguala plenamente con China, no con Argelia.

El documento sobre la Revolución Cubana producido hace varios años por la sección francesa del Comité Internacional sufre, en nuestra opinión, de un desenfoque central. Considera la Revolución Cubana como análoga a la experiencia española de los años treinta. Esta analogía no es solamente defectuosa; pone la énfasis precisamente en lo que no es común entre las luchas en España y Cuba, es decir, una verdadera revolución obrera en España que fue aplastada por los estalinistas.

Superando un método malo

En nuestra, opinión, los pablistas han sido reforzados en contra de nosotros por este reflejo simplista del Comité Internacional, que en su afán de defender la validez y necesidad del movimiento revolucionario marxista tiene que negar la posibilidad de una transformación social dirigida por la pequeña burguesía. Este es un método malo: al fondo, dice que el estado obrero deformado equivale al camino hacia el socialismo; es el error pablista al revés y una profunda negación de la concepción trotskista de que la casta dirigente burocrática es un obstáculo que debe ser derribado por los obreros si van avanzar hacia adelante.

El análisis teórico de Spartacist acerca de las porciones atrasadas del mundo fortalece, en nuestra estimación, las posiciones programáticas que tenemos en común con los camaradas del Comité Internacional mundialmente.

4. CONSTRUYENDO UNA SECCION EN LOS EE.UU.

El principal aspecto de nuestra tarea que a los camaradas extranjeros puede parecer enigmático es la cuestiónnegra, una cuestión sin paralelo que tiene una importancia crítica e inmediata. Sin una conducta correcta hacia los jóvenes militantes y trabajadores negros, no estaremos en condiciones de traducir para las condiciones norteamericanas en enraizamiento de nuestra sección entre las masas.

Hemos luchado tenazmente para adquirir un entendimiento teórico en el curso de nuestra lucha dentro del SWP contra el nacionalismo negro, expresado por esquemas que desintegran una perspectiva revolucionaria. Hemos defendido la posición de que los negros en los EE.UU. constituyen una casta oprimida, definida por su raza y color y concentrada en su mayoría en la clase obrera como una capa superexplotada Teniendo en cuenta nuestro tamaño numérico restringido, y a pesar de una composición social que todavía no supera del 10 por ciento de negros, hemos adquirido una experiencia considerable. Tenemos un núcleo en Harlem, Nueva York. Intervenimos en varias maneras en las erupciones del ghetto negro durante los veranos de 1964 y 1965, adquiriendo experiencias valiosas.

[El resto del informe no fue escrito antes de la presentación; está redactado basándose en el borrador. Las cuestiones de propaganda y agitación no fueron tratadas detalladamente en el informe, pero aparecen en el proyecto del documento de Spartacist sobre tareas Concretas, copilado en la noche previa a la presentación del informe oral. Por tanto la sección mencionada de ese proyecto se cita a finales de este informe.]

 Nuestra resolución preliminar tratando de nuestro trabajo en el Sur destaca: “Tal vez nuestra realización más notable hasta la fecha ha sido la construcción de varios núcleos de la Spartacist League en el corazón de los estados sureños, sobre todo en Nueva Orleans. Este es un paso modesto en términos absolutos y nos provee no más que un trampolín para un trabajo sistemático. Lo que sí es notable es que ninguna otra organización reclamándose de revolucionaria tiene hoy una base en el corazón del Sur.”

Negro y blanco 

La cuestión racial en los EE.UU. se difiere de la de Inglaterra. En realidad se le puede ubicar entre la situación en Inglaterra y la de Sud África. Así que un 2 por ciento de la población británica es de color, en Sud África más de 2/3 de la población es negra. En los EE.UU. mientras un 20 por ciento de la población es negra o de habla español, en cambio en la clase obrera (dada la composición preponderantemente blanca de las clases altas) los no blancos cuentan un 25 o 30 por ciento. Esto significa que en Inglaterra la intensidad de explotación está distribuida desigualmente pero sin tropiezos agudos dentro de una clase obrera esencialmente homogénea. Al otro extremo, en Sud África, los obreros blancos tienen ingresos diez veces más grandes que los negros y viven en gran parte del trabajo de los negros. Esto levanta una barrera casi insuperable contra acciones de clase en común (el caso de las relaciones entre los trabajadores europeos y musulmanes en Argelia). En la clase obrera de los EE. UU. los negros llevan una carga cualitativamente más pesada. En tiempos tranquilos, de niveles de lucha de clases más bajos como ahora, tienden a ser separados de los obreros blancos. Por eso la juventud negra en Norteamérica hoy es la única contraparte a la juventud militante blanca de la clase obrera inglesa que se encuentra en la Young Socialists.

Uniendo la clase

Sin embargo, estamos conscientes de que a un cierto punto de la lucha de clases entrarán en la escena los principales destacamentos de los obreros, i.e., negros y blancos en organizaciones comunes de clase como los sindicatos. Toda huelga muestra esto. En preparación para las masivas luchas de clase en el futuro, hemos empezado a construir fracciones en ciertas secciones claves y accesibles de la clase obrera. Pero hoy el reclutamiento de militantes jóvenes negros es un atajo para adquirir cuadros proletarios; virtualmente todos aquellos militantes forman parte de la clase obrera.

Finalmente, sabemos que bajo ciertas condiciones en los EE.UU. para construir un verdadero partido revolucionario se requerirá la participación en sus filas y en su dirección de una grande proporción, tal vez una mayoría, de los más explotados y oprimidos, los obreros negros.

Un grupo de propaganda luchador

El proyecto de las tesis de Spartacist declara: “La meta táctica de la SL en el próximo período es de construir un grupo de propaganda suficientemente grande y capaz de intervención agitacional en cada lucha social de los EE.UU., como un paso necesario en la construcción del partido revolucionario. Para esta intervención buscamos un crecimiento de nuestras fuerzas de por lo menos diez veces. Partiendo de nuestras presentes fuerzas limitadas, alrededor de 100, avanzamos hacia nuestra meta sobre tres líneas paralelas de actividad: escisiones y fusiones con otros grupos, participación directa en las luchas de las masas, y fortalecimiento y educación de nuestra organización.

Prefacio (a Cuba y la Teoría Marxista)

Prefacio (a Cuba y la Teoría Marxista)

[Este Prefacio fueron extraídos del Marxist Bulletin No. 8 (en inglés) y traducidos en Cuadernos Marxistas No. 2]

Prefacio

Este  Cuaderno Marxista comienza con una reimpresión del documento que marca la primera expresión de lo que más tarde constituiría el ala izquierda revolucionaria del SWP [Socialist Workers Party de EE.UU.]. Shane Mage escribió el documento “Cuba y la teoría marxista” en el verano de 1960. Después fue mínimamente modificado y aumentado por Wohlforth y Robertson quienes también lo firmaron antes de entregarlo al SWP con la intención de que fuera esencialmente una mera protesta en contra de la línea capitulante hacia Castro que se estaba desarrollando en el SWP. Seis meses más tarde el liderato central del SWP forzó la situación en el curso de un pleno del Comité Nacional, desafiando a los críticos de izquierda a abandonar o defender sus posiciones. La lucha en el pleno endureció las líneas de división. Así, medio involuntariamente, se cristalizó una oposición de izquierda.

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Esta colección de documentos se concentra alrededor de esa corriente de pensamiento en el seno del ala izquierda original que pasó a caracterizar a la Revolución Cubana como una revolución que condujo a un estado obrero deformado. Las principales expresiones de otras opiniones anti-revisionistas son presentadas, más o menos explícitamente, en los siguientes documentos:

“Resolución sobre la cuestión cubana”, por Shane Mage, 29 de enero de 1961. Discussion Bulletin del SWP, Vol. 22, No 14. (El documento más importante del conjunto del ala izquierda para la Convención Nacional del SWP de junio de 1961, presentado, sin embargo, por la minoría, sin discutirlo substancialmente entre sus propios miembros, está basado sobre la visión de un “estado transicional”).

“Posición sobre la cuestión cubana”, por la sección francesa del Comité Internacional, diciembre de 1961.International Discussion Bulletin del SWP, abril de 1963. (Propone que Cuba es un estado “capitalista fantasma”).

“Trotskismo traicionado – El SWP acepta el método político del revisionismo pablista”, por el Comité Nacional de la Socialist Labour League, 21 de julio de 1962. Discussion Bulletin del SWP, Vol. 24, No. 1, enero de 1963. Y “Oportunismo y Empirismo – Respuesta del Comité Nacional del SLL a Joseph Hansen”, 23 de marzo de 1963. International Information Bulletin del SWP, julio de 1963. (Escritos desde el punto de vista de que Cuba es todavía capitalista.)

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Este cuaderno público es una extensión del boletín “Materias a discutir en la preconferencia de Spartacist”, noviembre de 1964, que consistía sólo del tercero y quinto de los documentos impresos aquí. La ininterrumpida importancia de la cuestión cubana y el general interés suscitado por nuestras opiniones fuera de la organización nos han llevado a extender significativamente lo que inicialmente iba a ser sólo una reimpresión del previo boletín de discusión.

11 de junio de 1966

Carta a la Liga Comunista de España

Carta a la Liga Comunista de España

Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 4, mayo de 1977. Carta enviada el 6 de junio de 1975.

En junio de 1975, la tendencia espartaquista internacional (TEI) envió la carta que reproducimos a continuación a la Liga Comunista de España (LCE), Una sección simpatizante del “Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional” (SU). La carta fue enviada a raíz de  la invitación cursada (en una reunión en febrero) por un miembro del buró político de la LCE, para iniciar una discusión por escrito de organización a organización. Nunca se recibió una respuesta, y entretanto la política de la LCE ha cambiado considerablemente. De cualquier manera, el documento retiene su valor como una polémica dirigida a sectores de izquierda dentro del SU.

La Liga Comunista se había alineado con la mal nombrada Fracción Leninista-Trotskista (FLT) del SU sobre la base de la fraseología seudoortodoxa que los líderes de esta última -el Socialist Workers Party norteamericano y el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) argentino- habían encontrado útil en sus polémicas con la Tendencia Mayoritaria Internacional (TMI). Los reformistas del SWP y el PST se encontraban profundamente envueltos en el colaboracionismo de clases en sus respectivos países, mientras criticaban abstractamente la capitulación de la TMI al frente popular en el extranjero. Sin embargo, en ese entonces, la LCE no sólo criticaba rigurosamente a los mandelistas franceses por rehusarse a caracterizar a la Unión de la Izquierda como un frente popular, sino también lanzaba un fuerte ataque dirigido a la otra sección simpatizante española del SU -la Liga Comunista Revolucionaria (LCR)-por practicar la política frentepopulista “en casa” donde las presiones para dicha capitulación eran más fuertes.

La LCE no fue el único grupo en la órbita del SU que fue encandilado por la supuesta ortodoxia de la FLT. En la LCR francesa la heterogénea Tendencia 4 incluía partidarios de la FLT -cuya política los colocaba a la  derecha de la TMI centrista- y supuestos oponentes de izquierda del liderato encabezado por Krivine. En Portugal, el Partido Revolucionario dos Trabalhadores (PRT)- todavía no afiliado formalmente al SU en ese entonces, pero políticamente cercano a la LCE, se rehusó a dar apoyo político al Movimiento de la Fuerzas Armadas (MFA) bonapartista en tanto que la Liga Comunista Internacionalista (LCI), relacionada con la TMI, apelaba a los “oficiales progresistas” de la MFA.

Así que encontrábamos en ese momento grupos de militantes de varios países europeos activamente en búsqueda del camino al trotskismo auténtico. Oponiéndose al mal disfrazado “nuevo izquierdismo” de la TMI, pero confundidos por la seudoortodoxia de la FLT. (En contraste, en los EE.UU., Canadá y Australia donde la política real de la FLT podía ser observada de cerca, la gran mayoría de los camaradas del SU reclutados por la TEI fueron en algún momento partidarios de la TMI.) Una tarea fundamental en la lucha por ganar dichos elementos para la TEI, por lo tanto, fue el revelar el abismo que separa la política actual del SWP y el PST del auténtico marxismo revolucionario.

Desde la época cuando esta carta fue escrita, la FLT se ha escindido en dos, pasando el PST a formar una tercera tendencia dentro del SU, la Tendencia Bolchevique. Esto origina una ruptura en la LCE española con la pérdida de algunos elementos a la LCR, la separación de un grupo de adictos al PST para formar la Liga Socialista Revolucionaria (LSR) y el resto quedando bajo el control firme del SWP. Aquellos líderes de la LCE que en 1975 se sentían incómodos con la llamada del SWP por tropas federales a Boston (¿llamada por la Guardia Civil a “proteger” los vascos en Bilbao?), o que sentían que el PST estaba yendo demasiado lejos al declarar su lealtad al criminal régimen peronista, se encuentran ahora publicando obras por Linda Jennes sobre el feminismo y arrastrándose a la cola de Mario Soares en Portugal.

Los sucesos en Portugal durante julio y agosto de 1975, y el debate que originaron al interior del SU, representaron un punto clave en el desarrollo dé la LCE. Sus artículos sobre Portugal en 1974 y a comienzos de 1975 enfatizan fuertemente la oposición al frente popular. En Combate no. 23 (julio de 1974), la LCE escribe:

“… esta confrontación entre la política frentepopulista de las direcciones estalinistas y la línea de frente único obrero por la que se han definido siempre los trotskistas trasciende el marco de las elecciones presidenciales francesas y de la formación del Gobierno Provisional en Portugal. Esta es la cuestión estratégica central que hoy tiene planteada en términos bien concretos el movimiento obrero europeo.”

Ya no. Hoy la LCE dice que el problema central en Portugal es “la lucha por la democracia”.

A mediados de 1975, el Partido Socialista (PS) portugués de Mario Soares encabezó una movilización anticomunista en el nombre de la “democracia” (burguesa), llevando a la cola a los pretendidos trotskistas del SWP norteamericano y la OCI francesa. Primero en el asunto República (véase “Fight MFA Suppression of Left Media in Portugal” Workers Vanguard No. 83, 31 de octubre de 1975) el SWP va más allá de la defensa de la libertad de prensa y procede a apoyar políticamente a Soares contra los trabajadores de la imprenta que habían tomado la planta del periódico pro-PS. Posteriormente, cuando Soares lanza el ataque contra el gobierno Gonçalves atacándolo por tolerar el “anarco populismo”, exigiendo el desarme de las milicias obreras y la destrucción de los órganos embrionarios del poder dual, justificando las acciones de las turbas reaccionarias envueltas en el incendio de los locales del Partido Comunista, el SWP declara que “El Partido Socialista se ha convertido cada vez más claramente en el núcleo directriz para las fuerzas en el movimiento obrero que se rehúsan a someterse a los estalinistas.”

En agosto de ese año, mientras las llamas envolvían las oficinas del PC en todo el norte portugués, la comisión coordinadora de la FLT se reunió a discutir el borrador de un documento preparado por la dirección del SWP sobre “Los problemas claves de la revolución portuguesa”. El gurú teórico del PST, Nahuel Moreno, había escrito al dirigente del SWP, Joseph Hansen, manifestándole una serie de puntos en el análisis de Portugal hecho por éste último con los cuales estaba en desacuerdo. Hansen responde (carta del 9 de agosto de 1975): “Me parece que el eje principal del curso político trotskista [en Portugal] debe ser la defensa de las conquistas democráticas” ([SWP]International Internal Discussion Bulletin. enero de 1976).

En las discusiones de la comisión coordinadora de la FLT no fueron los delegados del PST los críticos más fuertes del borrador del documento, sino la LCE. Una declaración del buró político de la LCE (“Concerning the Draft Resolution on Portugal”) criticaba el borrador por no caracterizar el gobierno como un frente popular y anotaba la caracterización parcial del Partido Socialista: “… no hay un análisis claro y confirmación de la naturaleza contrarrevolucionaria de su línea política.”

La crítica de la LCE concluía:

“No podemos limitarnos a centrar el programa en la defensa de los derechos democráticos, aun cuando en una situación concreta ella pudiera ser el eje

“Por otro lado, debemos enfatizar la necesidad de un programa concreto para desarrollar, transformar y consolidar los comités y comisiones [obreras], el cual es una de las tareas centrales para el avance de la independencia de clase del movimiento de masas.

“Finalmente, es necesario indicar claramente el papel central que tiene una consigna gubernamental como expresión de la independencia de clase y la necesidad de romper con la burguesía….” *

En lugar de luchar por el esclarecimiento de estas diferencias, sin embargo, los delegados del PST y de la LCE votaron a favor del borrador del SWP con  entendimiento de que la versión final sería corregida a la luz de sus críticas. No sucedió nada por el estilo. La versión corregida por el SWP fue publicada con el eje de “derechos democráticos” intacto y la apologética por Soares sin modificación. La FLT convirtió en el foco de su programa la defensa de la democracia (burguesa) en el mismo momento en que Soares (con el apoyo financiero de la CIA) encabezaba una ofensiva contra las comisiones obreras y los comités de soldados, ¡acusándoles de perturbar “el orden democrático”!

El PST de Moreno rompió con el SWP a raíz de ese documento, aun cuando tuvo enormes problemas para explicar su apoyo a posiciones similares anteriores de la FLT (no trató ni siquiera de acomodar su recién encontrada verborrea izquierdizante con sus propias declaraciones vergonzosas de apoyo al “proceso institucional” en Argentina contra las guerrillas de izquierda). Pero la LCE capituló miserablemente. La declaración de la Tendencia Bolchevique lo documenta:

“Las posiciones del SWP en Portugal fueron resistidas desde el principio por un 90 por ciento de la fracción. La cual al criticar el borrador de Problemas claves exigió que el problema de los órganos del poder fuera planteado. La oposición más clara y nítida vino de la dirección de la LCE española… Por razones que ignoramos, la dirección española de la LCE capituló completamente y aceptó la segunda versión de Problemas claves… que dice prácticamente lo mismo que la primera. Esto provocó una crisis en la fracción en España”. *

— [SWP] International Internal Discussion Bulletin, enero de 1977

Este lamentable giro derechista de la dirección de la LCE sobre Portugal se manifestó muy pronto en sus posiciones políticas en asuntos domésticos, en los cuales recurrió al arsenal reformista del SWP. Previamente, había sido la LCR la qué más descaradamente se entregó al nacionalismo pequeño burgués en España, a fin de unirse con el grupo nacionalista vasco ETA-VI. Ahora la LCE pide asambleas constituyentes separadas para Cataluña, las provincias vascas, Galicia, etc. Mas su desviación a la derecha ha sido expresada con mayor claridad en el movimiento sindical español. A la cola de Soares en Portugal, era muy lógico que la LCE se arrastrara tras el líder socialdemócrata Felipe González en España.

Anteriormente la LCE había insistido en el sometimiento incondicional a la disciplina de las comisiones obreras (CC.OO.) dominadas por los estalinistas, criticando fuertemente a la LCR por tratar de salir del marco de las CC.OO. en el punto álgido del movimiento huelguista en Pamplona en 1973. (Se critica el concepto de “frente único estratégico” de la LCE en la carta a continuación.) Pero a finales de 1976 la LCE cambia su posición, abandonando súbitamente las CC.OO., acusándolas de supresión de los derechos democráticos por el Partido Comunista (que fue siempre el caso en las CC.OO.) y uniéndose a la federación sindical social-democrática, la UGT. Pero al hacerlo permanecieron consecuentes con sus concepciones seguidistas de “unidad estratégica” con los líderes reformistas, como lo indica la siguiente declaración elaborada por los sindicalistas alineados con la LCE, al unirse a la UGT:

“Aceptamos los estatutos y las decisiones del Congreso de la UGT y no vamos a luchar por destruirla, sino a fortalecerla y a ser un sector de su izquierda que luche por la unidad y la sociedad socialista.”

Cambio 16, 18 de octubre de 1976

Debido al poco material con el que contamos, no podemos presentar aquí una crítica global de la política actual de la LCE en España. Pero con su lamentable capitulación ante Soares y la adopción de la política social democrática del SWP in toto, cualquier impulso subjetivamente revolucionario que haya quedado entre sus militantes sólo puede terminar en la frustración. Una política revolucionaria en España hoy requiere el abierto repudio al y la lucha contra el declarado revisionismo antitrotskista de la LCE.

*Todas las citas seguidas de un asterisco han sido traducidas de una transcripción en inglés y pueden no coincidir con el original.

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Estimados compañeros,

Aceptamos con mucho agrado la invitación del compañero M. para iniciar una correspondencia entre la tendencia espartaquista internacional y la Liga Comunista de España. Tenemos que destacar, sin embargo, que ignoramos vuestras posiciones políticas sobre temas importantes. Así que un propósito principal de la presente carta es determinar si existe una base para discusiones entre nuestras dos organizaciones.

Queremos dejar sentado desde el comienzo las razones por las que tomamos en serio esta oportunidad. La LCE nos parece uno de los grupos subjetivamente más serios y más a la izquierda dentro del pantano que se autodenomina “Secretariado Unificado” (SU). Al contrario de los radicales pequeñoburgueses de la Tendencia Mayoritaria Internacional (TMI), vuestra organización parece ser atraída por la pretendida (en realidad fraudulenta) ortodoxia marxista de la mal llamada “Fracción Leninista Trotskista” (FLT).

Pero un comunista no puede sentir sino un desprecio total por vuestros socios en bloque, los reformistas consumados del Socialist Workers Party (SWP) norteamericano y el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) argentino. El SWP y el PST son enemigos jurados de la revolución proletaria: detrás de las citas de Lenin y Trotsky que utilizan para refutar al guerrillerismo de la TMI se esconde un temor cobarde de molestar a sus propias burguesías.

Percibimos, sin embargo, una diferencia importante entre la LCE y el SWP/PST. Estos últimos son simplemente unos cínicos mentirosos que condenan la política frentepopulista de la TMI, mientras que practican una colaboración de clases aún más desvergonzada en su terreno nacional. En contraste, la Liga Comunista ha denunciado la política de frente popular no solamente cuando ha sido perpetrada por enemigos fraccionales en otros países, sino también en su propio país.

Aunque no menospreciamos esta distinción importante, también tomamos en serio el hecho de que la LCE es una organización simpatizante del “Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional”, que no es unificado ni tampoco es la Cuarta Internacional; y de que pertenece a la “Fracción Leninista-Trotskista”, que por supuesto no es leninista ni trotskista, ni siquiera una fracción. De este modo, la Liga Comunista se presenta frente al proletariado español como adherente de una falsa “Internacional” con otro afiliado local, la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), que es incapaz de trazar una línea de clase contra el frentepopulismo e incluso podría entrar en cualquier momento en el frente popular de la Asamblea de Cataluña. También debéis asumir la responsabilidad de las traiciones repugnantes de los principios socialistas por parte del SWP y del PST.

Tomando solamente dos ejemplos escandalosos de los últimos años, vosotros ciertamente conocéis las declaraciones del PST que efectivamente dan un “apoyo crítico” al régimen asesino de Perón en Argentina, y la llamada del SWP al envío de tropas federales a Boston. Ignoramos cualquier declaración de la LCE contra estas traicioneras expresiones de confianza en el estado capitalista emitidas por los dirigentes de la FLT. Sería absurdo esperar un desarrollo serio de discusiones entre nuestras dos organizaciones en ausencia de una condena por parte de la Liga Comunista de la llamada del SWP por tropas federales y del apoyo dado por el PST a la “continuidad” del gobierno argentino. Es obvio que para cualquier revolucionario serio, tal condena supondría romper con la política de la FLT.

No se puede realizar una tal ruptura al cambiar solamente unas pocas palabras. Se precisa una investigación seria de la verdadera política del SWP y del PST, y una evaluación franca de las causas de los errores de la LCE. Sabemos que en el pasado los dirigentes de la LCE han tratado de revisar seriamente algunas de sus posiciones previas. Cuando un representante de la TMI trató de cambiar la antigua política ultraizquierdista de la LCR frente a las comisiones obreras, la tendencia Encrucijada insistió en la necesidad de una discusión acerca de las fuentes de esta política. ¿Mostraríais la misma determinación ahora? Frente a los cientos de militantes de izquierda detenidos y asesinados por el gobierno cuya “continuidad” es apoyada por Coral y Cía., ¡“criticar” algunas “formulaciones” del PST no es suficiente!

¿Cómo se explica la misma adherencia de la Liga Comunista a la FLT? Actualmente no disponemos de la información necesaria para contestar esta pregunta. Pero, en caso de que vosotros hayáis aceptado como fidedignas las ocasionales palabras seudoortodoxas que aparecen en los documentos fraccionales de Joe Hansen, y que posiblemente no estéis familiarizados con la práctica del SWP y del PST, uno de los fines de la presente es demostrar la fraudulencia total de las pretensiones al trotskismo de estos charlatanes y exponer el origen de esta política oportunista: el pablismo. (También se discutirá el concepto que tiene la LCE del frente único “estratégico”.)

Un social demócrata y un camaleón

Las declaraciones del PST durante los últimos 15 meses han sido tan descaradamente colaboracionistas de clases que sólo un ciego podría ignorar el abismo que separa a estos socialdemócratas reformistas del trotskismo revolucionario. En una declaración común con el PC y seis partidos burgueses presentada al Gral. Perón el 21 de marzo de 1974, el PST prometió apoyar al “proceso institucional” y condenó a todos (es decir, a los comunistas) los que desean cambiarlo. Esta declaración apoya de una manera sumamente clara “la ley y el orden” capitalistas, aliándose, por lo menos implícitamente, con el gobierno y los partidos burgueses liberales contra los guerrilleros de izquierda, como el Ejército Revolucionario del Pueblo / Partido Revolucionario de los Trabajadores (ERP/PRT).

Esta consecuencia se manifiesta claramente en la declaración del dirigente del PST Juan Carlos Coral en una reunión “multisectorial” con la presidente Isabel Perón el 8 de octubre de 1974, en donde aquel falso socialista declaró que los guerrilleros eran la “réplica” de los escuadrones de muerte derechistas (la AAA). La exposición de Coral incluyó una frase que sólo puede interpretarse como una declaración de apoyo político al régimen peronista: “El socialismo de los trabajadores… luchará por la continuidad de este gobierno…” dijo el representante del PST “trotskista” (Avanzada Socialista, 10 y 15 de octubre de 1974).

Estas declaraciones de claudicación ante el gobierno peronista no tienen nada de nuevo. El “teórico” del PST, Nahuel Moreno, ha desarrollado la misma política desde hace décadas, y con la tolerancia del Secretariado Unificado durante una docena de años. Estos hechos no son secretos, y los hemos discutido en un artículo (“Argentina: La lucha contra el peronismo”, Workers Vanguard no. 24, 6 de julio de 1973) que enviamos junto a la presente. Es suficiente anotar que en los últimos años de la década del 50 y al principio del 60, Moreno publicaba una revista, Palabra Obrera, que se titulaba “órgano del peronismo obrero revolucionario” y reclamó ser emitida “bajo la disciplina del Gral. Perón y del Consejo Supremo Peronista”. Más recientemente, Coral/Moreno ofrecieron votar por los peronistas si el 80 por ciento de los candidatos justicialistas eran obreros (Avanzada Socialista, 22 de noviembre de 1972), y aseguraron al presidente Héctor Cámpora que él podría “contar con nuestra solidaridad proletaria” (Avanzada Socialista, 30 de mayo-6 de junio de 1973).

Si hoy día el PST claudica frente al gobierno peronista, no se puede echar la culpa a formulaciones equivocadas o a un supuesto cambio reciente. Ni son estas traiciones la responsabilidad solamente de Coral (que no es más que el socialdemócrata que siempre ha sido) y de Moreno (un camaleón político que simplemente juega su rol acostumbrado). La lucha por el principio marxista de la independencia de la clase obrera requiere romper con Hansen y Mandel, que desde años a tras han proveído un disfraz de izquierda para las maquinaciones de Moreno.

Por ejemplo: actualmente Moreno y Hansen atacan ferozmente al guevarismo de la TMI, pero durante los primeros años de la década del 60 ellos apoyaron plenamente la guerrilla campesina, por lo menos en sus documentos. En esa época Moreno era el más guerrillerista de todos. “La historia… ha dado un mentis a la teoría de que el proletariado, en los países atrasados, es la dirección revolucionaria”, escribió en 1961, de esta manera tirando a la basura el Programa de Transición y la teoría de la revolución permanente. Agregó que es necesario “sintetizar la teoría y el programa general correcto (trotskista) con la teoría y el programa particular correcto (maotsetunista o castrista)” (N. Moreno, La revolución latinoamericana).

Si un ala del Partido Revolucionario de los Trabajadores -sección argentina del Secretariado Unificado, fundado y “formado” por Moreno- subsiguientemente emprendió la guerrilla urbana y rural, saludando a “nuestro comandante principal, el Che Guevara” y recibiendo con alegría “las contribuciones que Trotsky, Kim Il Sung, Mao Tse-tun, Ho Chi Minh y el General Giap han hecho para la revolución” (Roberto Santucho, citado en el Intercontinental Press del 27 de noviembre de 1972), no se debe buscar la causa en la resolución sobre América Latina del “noveno congreso mundial”. Hansen y Moreno comparten la responsabilidad igualmente con Mandel, salvo que se muestran un poco más “cuidadosos” en la aplicación de sus palabras.

¿Queréis investigar los orígenes del guerrillerismo pequeñoburgués en el Secretariado Unificado? Entonces tenéis que rechazar el documento de fundación del Secretariado Unificado, “Hacia la pronta reunificación del movimiento trotskista mundial” (escrito por la mayoría del SWP en marzo de 1963), donde se declaró que “la guerra de guerrillas conducida por los campesinos sin tierra y las fuerzas semiproletarias, bajo una dirección que llega a comprometerse a conducir la revolución hasta su conclusión, puede jugar un rol decisivo en la destrucción de los soportes y la precipitación de la caída de un poder colonial y semicolonial.” La Tendencia Revolucionaria del SWP, el precursor de la Spartacist League/U.S., replicó: “… la guerra de guerrillas basada en los campesinos bajo una dirección pequeñoburguesa no puede llevar más allá de un régimen burocrático antiobrero…. La revolución puede tener un signo inequívocamente progresista sólo bajo una tal [marxista] dirección del proletariado revolucionario” (“Hacia el renacimiento de la Cuarta Internacional”, junio de 1963). ¡La oposición de Hansen al guerrillerismo es falsa!

No una Internacional sino un pacto de no-agresión

La fundación misma del Secretariado Unificado se basó en el rechazo de la teoría de la revolución permanente y del papel indispensable de la dirección de la clase obrera bajo su partido trotskista de vanguardia. Los patriarcas del antiguo Secretariado Internacional (Ernest Mandel, Livio Maitan, Pierre Frank) simplemente continuaron el liquidacionismo pablista que habían sostenido desde el comienzo de la década del 50. Del “entrismo profundo” de Pablo en los partidos estalinistas a los aplausos del SU para Castro, estos capituladores profesionales han disculpado a un dirigente vendido tras otro.

En los años 50, el SWP se opuso al programa pablista de liquidarse en los partidos reformistas, aunque fuese después de bastante vacilación. Pero después de los estragos del macartismo contra la izquierda norteamericana, el partido sucumbió ante las presiones del aislamiento. Cuando llegó la revolución cubana, Hansen declaró que el nuevo régimen era un estado obrero sano (¡“aunque faltando las formas de la democracia obrera”!), esperando de tal manera envolverse en su popularidad. Sólo la Tendencia Revolucionaria sostuvo que Cuba era un estado obrero cualitativamente deformado, que se necesitaba un partido trotskista independiente para dirigir una revolución política derrocando a la burocracia estalinista y estableciendo el domino de la democracia proletaria basada en órganos soviéticos.

La crisis dentro del Secretariado Unificado, que ya sobrepasa seis años de duración, es un resultado directo de su política pablista. No solamente no había una “vuelta” en el noveno congreso (salvo al pretender aplicar lo que antes fue un guerrillerismo exclusivamente verbal); si es que los “marxistas inconscientes” (referencia a Castro por el “ortodoxo” Joe Hansen) pueden reemplazar a los trotskistas, y si los “instrumentos embotados” (bandas guerrilleras campesinas) pueden llevar a cabo las tareas del partido leninista, ¿entonces por qué no deben incluirse dentro de la misma “Internacional” todo tipo de elementos socialdemócratas, semimaoistas y guevaristas?

Tal bloque podrido, un conglomerado federado de fuerzas extremadamente dispares, es orgánicamente incapaz de lograr la claridad marxista o la acción revolucionaria coherente, como ha sido ampliamente demostrado por el SU. Por ejemplo, ¿cuál es la posición del Secretariado “Unificado” sobre Chile? El SWP dice que la Unidad Popular allendista fue un frente popular, pero la TMI y el PST lo niegan. ¿Indochina? La TMI considera que los estalinistas vietnamitas son revolucionarios que acaban de lograr “la primera revolución permanente victoriosa” desde la de Cuba, mientras el SWP se negó a tomar partido en la guerra de clases en Indochina, ¡y actualmente sostiene que Vietnam del Sur sigue siendo capitalista!

¿Cuál es su apreciación del Movimiento de las Fuerzas Armadas portugués, de la Unión de la Izquierda francesa, de la “Revolución Cultural” china, de la guerra de guerrillas, del terrorismo individual? No hay posición común del SU sobre ninguna de estas cuestiones vitales; es más, consecuente con su concepción menchevique del centralismo democrático, posiciones contrarias son publicadas en la prensa de las secciones respectivas. No sorprende, entonces, que en todas partes donde existe un número significativo de partidarios de la FLT y de la TMI en el mismo país, han ocurrido escisiones y/o surgieron organizaciones distintas (Argentina, Australia, Canadá, España, México, Perú, Portugal y los Estados Unidos).

En el momento de la fundación del SU en 1963, su carácter sin principios de pacto de no-agresión fue demostrado cuando se ocultaron importantes diferencias sobre la escisión de 1953, China y otras cuestiones. Otro elemento de esta falsa “reunificación” fue un acuerdo tácito de los componentes de no denunciar sus respectivas traiciones para mantener la “unidad”. En una reciente polémica fraccional pública contra la mayoría del SU, el PST señaló bien este punto. ¿Por qué, dice, es que Mandel ataca al PST por emitir declaraciones conjuntas con políticos burgueses mientras guarda silencio sobre la coalición “antiguerra” del SWP con prominentes liberales del Partido Demócrata?

“Queremos recordarles [a la dirección de la TMI] que en los momentos álgidos del movimiento contra la guerra en los Estados Unidos, varias figuras pequeñoburguesas y aún burguesas buscaban compartir la plataforma en las manifestaciones gigantescas que ocurrieran en ese entonces. Los trotskistas en los Estados Unidos no se opusieron a esto. En realidad lo favorecieron.

“¡Pero como gritaban los ultraizquierdistas! Ellos consideraran esto como prueba positiva de que el Socialist Workers Party había formado un ‘bloque político interclasista’ con el ala liberal del Partido Demócrata, practicando así la ‘política’ socialdemócrata de colaboración de clases. Esta es una de las ‘pruebas’ principales, que todavía lanzan contra el SWP los ultraizquierdistas en los Estados Unidos (y en otras partes) para sostener la acusación de que el SWP ha ‘degenerado’, que se ha vuelto ‘reformista’, y que ha ‘traicionado’ la clase obrera.”

Intercontinental Press, 20 de enero de 1975

Claro que los “ultraizquierdistas” que han denunciado la colaboración de clases del SWP en las coaliciones contra la guerra fueron la Spartacist League; y los dirigentes del PST captan un punto importante al demostrar la inconsecuencia de la TMI. Pero Mandel entiende bien que acusar al SWP de colaboración de clases en su trabajo principal de media década, implica escindir irrevocablemente el SU y destruir sus pretensiones de ser la Cuarta Internacional.

Colaboración de clases y el movimiento contra la guerra

La política del Socialist Workers Party en el movimiento contra la guerra durante los últimos años de la década del 60 es, de hecho, un ejemplo clásico de su política reformista. La construcción de coaliciones sobre un solo punto (“single-issue”) contra la guerra en Vietnam dominó la actividad del SWP de 1965 a 1971 y reclutó la mayoría de sus miembros actuales. Fue en esta escuela de colaboración de clases que ellos fueron formados, y os podemos asegurar que aún entre los reformistas maoístas y los estalinistas pro-Moscú el SWP era notorio como el elemento “socialista” más derechista del movimiento contra la guerra. Los maoístas llamaron por la victoria del FLN (Frente de Liberación Nacional sudvietnamita), por lo menos hasta los acuerdos de “paz” en 1973, pero el SWP se negó consecuentemente a apoyar un lado en la guerra de clases en Indochina, alegando que la cuestión era solamente la de auto-determinación. El mismo Partido Comunista (PC) de los EE.UU. pudo aparecer a la izquierda del SWP al tratar de construir coaliciones sobre varios puntos, de las cuales la más notable fue la “Coalición Popular por la Paz y la Justicia” [PCPJ). El SWP atacaba al PCPJ por un supuesto “sectarismo” porque, dijo, podría asustar a potenciales adversarios de la guerra que no estaban de acuerdo sobre otros puntos.

La ausencia de la “estrategia” del SWP contra la guerra se expresó en un artículo del Militant (22 de noviembre de 1965) que reclamó “evitar diferencias sectarias para unificar y ayudar en la construcción de una organización nacional que podría englobar a cualquiera que esté dispuesto a oponerse a la injerencia de los EE.UU. en Vietnam, no importa su compromiso, o falta de esto, sobre otras cuestiones.” Lo que buscaban Hansen y Cía. era una organización con grupos burgueses y políticos capitalistas liberales que se pronunciaban contra la guerra aunque -y esto no sorprende- les “faltaba compromiso” para librar una lucha de la clase obrera en contra de la guerra.

Esta política no se limitó a lo escrito, como apetito oportunista sin realización. Ya en el otoño de 1965 el SWP funcionó como corredor para consolidar el “Fifth Avenue Peace Parade Committee” bajo la sola reivindicación “¡Alto a la guerra ya!” y una llamada por la retirada de “todas la tropas extranjeras” de Vietnam del Sur. Esto no solamente aprobaba la posición del gobierno norteamericano condenando “la agresión norvietnamita”, sino que también evitó la obligación fundamental de la solidaridad proletaria, es decir reclamar la victoria de la revolución vietnamita.

Una formación similar de colaboración de clases era la “National Peace Action Coalition” (NPAC) organizada por el SWP a fines de la década del 60. Lejos de ser un bloque “ad hoc” para organizar una manifestación, la NPAC era una organización estructurada con una línea política distinta y una junta directiva que incluía al senador del Partido Demócrata, Vance Hartke. Pero aún antes de la participación de Hartke, el carácter frentepopulista de la NPAC fue demostrado por su negativa a reivindicar más que la sola consigna “¡Fuera ya!” y su estrategia de centrar las manifestaciones sobre la participación de políticos burgueses (Hartke, el alcalde John Lindsay de Nueva York, los senadores George McGovern y Eugene McCarthy, etc.). No fue accidental que cada año en qué hubo elecciones parlamentarias y presidenciales (1966, 1968, 1970, 1972), cuando los liberales del Partido Demócrata desarrollaron sus candidaturas, el movimiento “independiente” de masas contra la guerra simplemente desapareció. La negativa del SWP a reivindicar la solidaridad con la revolución indochina aseguró que la NPAC se desharía en el momento en que la retirada de las tropas norteamericanas comenzase a gran escala.

En contraste, la Spartacist League luchó contra la guerra imperialista de los EE.UU. sobre una base de clase. Nuestras consignas incluyeron “Ningún orador burgués en las manifestaciones contra la guerra”, “Huelgas laborales políticas contra la guerra”, “Romper con los Demócratas y los Republicanos-Formar un partido obrero”, “Aplastemos el imperialismo-Ninguna confianza en los ‘líderes’ traidores, aquí y en el extranjero”. Una reivindicación que sin falta llenó de ira al servicio de orden del SWP en las manifestaciones fue “Toda Indochina debe ser comunista.”

Nuestra política fue completamente consecuente con el programa leninista, es decir que no se puede luchar contra la guerra imperialista sino con la lucha de clases revolucionaria. Comentando la conferencia de Zimmerwald, Lenin se refirió a “la idea fundamental de nuestra revolución, que la lucha por la paz sin una lucha revolucionaria no es nada más que ‘una frase vacía y falsa, que la única manera de poner un fin a los horrores de la guerra es a través de una lucha revolucionaria por el socialismo” (“El primer paso”, octubre de 1915). Pero se buscará en vano en los extensos artículos del SWP sobre la guerra de Vietnam y en las numerosas manifestaciones y reuniones de NPAC para encontrar la más mínima referencia a la lucha revolucionaria de clases.

Existe aquí un paralelo importante con las coaliciones contra la guerra animadas por el PC de los EE.UU. en los años 30. En un folleto publicado por el SWP, “El frente popular: La nueva traición”, James Burnham escribió en 1937:

“Lo que es más importante es la aplicación de la política del frente popular al ‘trabajo contra la guerra’, A través de un sinnúmero de organizaciones Pacifistas, y especialmente a través de la ‘Liga Norteamericana Contra la Guerra y el Fascismo’ que controlan directamente, los estalinistas aspiran crear ‘un frente popular amplio, sin distinción de clases de todos los que se oponen a la guerra’. El carácter colaboracionista de clases de la política del frente popular se revela notablemente en la actitud estalinista dentro de estas organizaciones. Ellos excluyen desde el principio al análisis marxista de que la guerra es un resultado necesario de los conflictos internos del capitalismo, y que por lo tanto, sólo puede ser verdaderamente combatida por la lucha revolucionaria de clases contra el orden capitalista: al contrario, ellos mantienen que todos, de cualquier grupo o clase social, sean o no sean adversarios del capitalismo, pueden ‘unirse’ para evitar la guerra.”

Esta es una descripción cabal de la acción del SWP dentro de la NPAC.

La expresión más dramática del carácter frentepopulista de la NPAC ocurrió en su conferencia de 1971 en Nueva York. Asistieron a la reunión el senador Hartke y Victor Reuther, uno de los vicepresidentes del United Auto Workers (sindicato de los obreros del auto) que participó en “la transferencia de dineros de la CIA a dirigentes sindicales anticomunistas en Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Una moción de la Spartacist League demandó que políticos burgueses como Hartke fueran excluidos de la conferencia; el presidente de la reunión, militante del SWP, rehusó permitir la votación sobre esta resolución. Más tarde, cuando Hartke y Reuther tomaron la palabra, fueron molestados verbalmente por los adherentes de la Spartacist League y del grupo Progressive Labor (PL). El SWP respondió movilizando al servicio de orden para atacar a los que protestaban, hiriendo a varios viciosamente. Al día siguiente los adherentes de la SL y de PI fueron excluidos de la conferencia (véase “SWP concretiza su alianza con la burguesía”, Workers Action no. 10. septiembre de 1971). ¡Unión con los patronos, exclusión de los comunistas! — esa fue la política “independiente” del SWP contra la guerra.

Estos falsos trotskistas reclamaron y formaron organizaciones para englobar “a cualquiera que esté dispuesto a oponerse a la injerencia de los EE.UU. en Vietnam, no importa su compromiso… en otras cuestiones.” Nosotros os preguntamos: ¿cómo clasifica la LCE a una organización compuesta de todos, no importa su pertenencia de clase, los que se oponen a la dictadura franquista? Y qué diría de los que animan tal coalición? Vuestra respuesta en España es clara: calificáis a la Asamblea de Cataluña un frente popular (o el embrión de un frente popular) y condenáis la colaboración de clases de los estalinistas que la construyen. ¿Qué decís sobre los EE.UU.?

¿Tropas federales o defensa laboral/negra?

Podríamos discutir extensamente la práctica antimarxista del SWP en cada área de su trabajo: su sectoralismo (partidos distintos para los negros, los chicanos: sus llamadas a la “autodeterminación” para todos, entre ellos los indios norteamericanos, los homosexuales, las mujeres, etc.); su apoyo a la burocracia laboral contra los militantes de base “perturbadores”; sus bloques con feministas burguesas en el movimiento para la liberación de las mujeres (y consecuentemente su negativa a reivindicar el aborto gratis); el apoyo abierto a rompehuelgas (la huelga de maestros de 1968 en Nueva York): sus reivindicaciones de “control comunal” (¡incluso de la policía!); su cretinismo electoral sin límites, etc.

Durante los últimos meses el SWP ha declarado cada vez más abiertamente sus ambiciones socialdemocráticas. En diciembre de 1974, para convencer a un juez liberal que no era necesaria una vigilancia del FBI sobre su grupo juvenil, la YSA, una declaración oficial del SWP al tribunal renunció categóricamente a “la violencia o cualquier actividad ilegal”. Poco después, el SWP lanzó su “campaña presidencial 1976” con un “Bill of Rights del pueblo trabajador”, ¡un truco reformista que equivale a reivindicar la extinción del capitalismo a través de enmiendas constitucionales!

Más tarde en una entrevista con el New York Times (21 de abril de 1975) el candidato presidencial del SWP, Peter Camejo, reclamó “reducir el presupuesto de guerra” (es decir, no eliminarlo), “terminar las actividades ilegales de la CIA y el hostigamiento por el FBI” (es decir, no tocar las actividades legales de estas policías anticomunistas especiales) y “oposición a la política exterior actual, que caracterizamos como imperialista”, propagando de este modo la ilusión reformista de que el imperialismo podría ser eliminado al elegir hombres de estado “pro paz”! Ni una sola de las cinco consignas mencionadas por Camejo incluye algo que no haya sido planteado por congresistas liberales de la izquierda del Partido Demócrata.

Pero en el último año, la lucha entre el programa marxista de la independencia de clase y el colaboracionismo de clases ha culminado en una cuestión muy específica: la llamada del SWP por “tropas federales a Boston”. Durante el curso de una movilización reaccionaria contra la integración racial por medio del transporte escolar (“busing”) decretado por los jueces, han ocurrido una serie de ataques viciosos de canallas racistas contra los escolares y los habitantes negros de los barrios de viviendas estatales en Boston. Y como reformista que es, ¡el SWP apela a las fuerzas armadas del estado capitalista -los verdugos de Indochina- para proteger a los negros!

Los revolucionarios debemos aconsejar a las masas trabajadoras que no confíen en el estado capitalista, demostrando que el estado defiende los intereses de la clase dominante capitalista y no los intereses de los explotados y los oprimidos. Es perfectamente correcto reivindicar la aplicación de una ley a favor dejos derechos democráticos (y es un hecho que la Spartacist League fue entre los primeros en llamar por la implementación del plan de “busing” decidido por los tribunales federales); pero pedir la intervención de las tropas federales expresa confianza en que éstos defenderían los intereses de los negros oprimidos. Al contrario de lo que dice el SWP, los marxistas debemos advertir a las masas trabajadoras que no pueden contar sino con sus propias fuerzas, y advertimos que si las tropas federales intervienen en Boston, será para aplastar todo intento de autodefensa de la población negra.

En Boston la Spartacist League reclamó la formación de destacamentos de defensa integrados por obreros blancos y negros (“una defensa laboral/negra”), para las escuelas, los escolares y las comunidades negras puestas en peligro por los merodeadores racistas. Esta política leninista llegó a la atención internacional con fotografías aparecidas en varios periódicos burgueses de nuestras pancartas y banderolas en las manifestaciones de Boston. También ha atraído el apoyo de varios militantes negros. El SWP respondió denunciando nuestra llamada por una defensa laboral/negra, alegando que era “ultraizquierdista”. “La reivindicación de destacamentos de defensa sindical no es realista en este momento,” dice Camejo en el Militant (1 de noviembre de 1974), “… esa consigna de destacamentos de defensa sindical es sacada del aire. No es una propuesta seria.”

Para sus lectores en el extranjero, Hansen ha embellecido la política del SWP durante la crisis de “busing” en Boston. En un largo artículo en Intercontinental Press (25 de noviembre de 1974) incluso clasificaba como “posición recomendable” la reivindicación de la SL por una defensa laboral/negra. Esto es solamente una pantalla para los que no están informados. El SWP nunca propugnó una tal consigna en Boston (o en cualquier otro lugar) durante el año pasado. Al contrario, durante la manifestación del 14 de diciembre de 1974 en Boston cuando los manifestantes de la SL gritaban “¡No a las tropas federales-Defensa laboral/negra!” el SWP, tratando de sofocar nuestras consignas, contestó con “¡Tropas federales a Boston!”

Una división aguda se presenta sobre la cuestión de tropas federales a Boston: los reformistas -el SWP y el PC- junto con los políticos negros del Partido Demócrata y el alcalde liberal Demócrata de Boston, reivindican la intervención de las fuerzas militares del estado capitalista; la Spartacist League exige la acción independiente de la clase obrera, es decir una defensa laboral/negra. Es la obligación internacionalista de todas las fuerzas que se autodenominan revolucionarias expresarse sobre esta cuestión. Hasta ahora, ni una sola sección nacional del Secretariado Unificado se ha opuesto públicamente al revisionismo abierto del SWP sobre la cuestión central del carácter de clase del estado y la actitud de los revolucionarios frente al estado burgués. ¿Cuál es la posición de la LCE?

Trotsky, al menos, avanzó una política revolucionaria. En “La guerra y la Cuarta Internacional” (1934) escribe:

“Dirigirse al estado, es decir al capital, reivindicando el desarme de los fascistas, significa sembrar las peores ilusiones democráticas, adormecer la vigilancia del proletariado, desmoralizar su voluntad…. Los socialdemócratas, aun los que estén más a la izquierda, es decir, aquellos que estén dispuestos a repetir las frases generales de la revolución y de la dictadura del proletariado, evitan cuidadosamente la cuestión del armamiento de los obreros, o declaran abiertamente que esta tarea es ‘quimérica’, ‘aventurista’, ‘romántica’, etc.”

Comentando esta cita, la Fracción Bolchevique-Leninista (cuyo cuadro principal fue expulsado hace poco del comité central de la Ligue Communiste Revolutionaire francesa) escribió: “‘Romántico’ dijeron los socialdemócratas de izquierda en 1933, ‘no realista’ Camejo nos dice; ¡los años pasan, pero el vocabulario de los socialdemócratas cambia poco!” (Spartacist [edición francesa] no. 9, 16 de mayo de 1975).

Enviamos junto a la presente artículos de nuestra prensa que tratan de la controversia sobre las tropas federales a Boston. Algunos de los más recientes tratan del carácter “realista” de la consigna de una defensa laboral/negra en forma concreta: informando de la formación de un comité de defensa para proteger la casa de un sindicalista negro contra ataques racistas. Esta acción, por el Local 6 del United Auto Workers (sindicato de los obreros del auto) en Chicago, resultó de una proposición del Labor Struggle Caucus de ese sindicato; además, el destacamento de defensa es encabezado por uno de los miembros de este Caucus. El Labor Struggle Caucus es una tendencia sindical de oposición con una política de lucha de clases, apoyada políticamente por la Spartacist League.

Frente unido: ¿Táctica o estrategia?

Hemos tratado de estudiar cuidadosamente la prensa de la Liga Comunista para formar un juicio ponderado de la política y la práctica de la LCE. Anotamos primero que vuestra prensa está muy centrada sobre la península ibérica, y en consecuencia desconocemos vuestros conceptos sobre varias cuestiones importantes (por ejemplo, Cuba, Irlanda, las guerras en el Cercano Oriente, el nacionalismo pequeñoburgués en varios países). Ya que no hemos logrado conseguir sino el primer tomo de las resoluciones de vuestro segundo congreso, apreciaríamos cualquier documentación adicional que haya disponible.

Gran parte de Combate y de los órganos provinciales de la LCE se dedica (con razón) al comentario de las luchas obreras y estudiantiles. Sobre la huelga general de 1973 en Pamplona; la serie de huelgas en el Bajo Llobregat en 1974 y otras huelgas importantes hemos tratado de comparar los informes publicados por la LCE, la LCR, la Organización Revolucionaria de los Trabajadores y los grupos maoístas en la medida en qué están a nuestro alcance. Aunque nos hemos formado algunas impresiones, varios asuntos importantes todavía no nos quedan aclarados, y de todas maneras siempre es arriesgado juzgar cuestiones tácticas de la lucha sindical desde el exterior. No obstante, queremos ofrecer algunos comentarios acerca de vuestro concepto de un “frente único estratégico” y, a un nivel muy general, la relación de esta palabra de orden con las tareas de los revolucionarios frente a las comisiones obreras.

En vuestra carta al comité central de la Ligue Communiste francesa (“En torno a las posiciones mantenidas por la Ligue Communiste en las elecciones legislativas de marzo de 1973”, junio de 1973, Boletín de Informaciones Internacionales no. 5, enero de 1974), la LCE:

“Exigía oponer a la línea estratégica de frente único con la burguesía de las direcciones traidoras, concretizada en aquel momento en una U.I. [Unión de Izquierda] incapaz incluso de combatir eficazmente a Pompidou, la estrategia revolucionaria del Frente Único de Clase, capaz de polarizar en torno al proletariado a las masas oprimidas de la ciudad y del campo,”

La misma idea se repite en otros documentos de la Liga Comunista en formas diferentes, refiriéndose generalmente a un “pacto de clase” como alternativa “opuesto en todos los niveles” al frente popular.

Como conocéis, el concepto de una “estrategia de frente único” ha sido lanzado por la Organisation Communiste Internationaliste (OCI) francesa para justificar su política seguidista tras la actual dirección reformista de la clase. La aplicación más asquerosa de esta línea de capitulación fue la consigna de la OCI de votar por Mitterrand, candidato único de la Unión de la Izquierda frentepopulista en las elecciones presidenciales del año pasado, No queremos hacer un amalgama igualando la política de la LCE con la de Lambert, y sabemos que vosotros habéis criticado dicha política como “una elevación de los métodos tácticos de F.U…. a un principio estratégico” (“La crisis de la LCR y la escisión En Marcha”, Boletín de Informaciones Internacionales, no. 5, enero de 1974).

Sin embargo, la línea de una “estrategia del frente único de clase” lleva en última instancia justamente a la conclusión sacada por la OCI. La alternativa global a la política de colaboración de clases de los reformistas no es un frente único que incluye todas las organizaciones que pretenden representar la clase obrera, ni tampoco un “pacto de clase” mítico, sino al contrario el programa marxista del partido leninista de vanguardia. Exigir que los estalinistas y los socialdemócratas rompan una coalición electoral con los partidos burgueses, exigir qué los reformistas luchen por reivindicaciones particulares que están en el interés de la clase, es tan necesario como consecuente con los principios revolucionarios; estas tácticas nos permiten demostrar gráficamente y en la práctica frente a las masas la realidad de que los dirigentes vendidos son enemigos de la revolución proletaria. Pero dar a entender que los agentes de la burguesía dentro del movimiento obrero son capaces de realizar por entero el programa revolucionario de los trotskistas significa confundir a las masas, camuflar el programa contrarrevolucionario de los reformistas y la necesidad absoluta de un partido trotskista independiente.

Somos conscientes de que la LCE denuncia las traiciones de los estalinistas y pone énfasis en la necesidad de un partido trotskista. (La OCI también hace esto de vez en cuando.) Pero si, como decís, el frente único resume todo el programa de la independencia de la clase obrera frente a la burguesía (en vez de ser una expresión de esto, en condiciones particulares); y si es que los estalinistas son capaces de realizar este frente único — entonces, por supuesto, ellos, cesan de ser reformistas dedicados a mantener el poder capitalista. Esto se da a entender definitivamente en vuestra “resolución estratégica” del segundo congreso de la LCE (“Hacia la república socialista — Por el partido de la IV Internacional”) donde lo siguiente se ofrece como respuesta imaginada a las acusaciones de los “aparatos” según las cuales el frente único es simplemente una maniobra:

“Si os pronunciaseis por el frente único y combatieseis consecuentemente en esa dirección, la clase obrera vería extraordinariamente facilitado su camino, cerraría filas en torno a sus organizaciones y multiplicaría el ímpetu de sus acometidas contra los capitalistas y su régimen. Entonces dejaríamos de juzgarlos según los hechos que se desprenden de vuestro terrible pasado y presente de traiciones. Nos atendríamos a los hechos nuevos.”

Compañeros, cuando Trotsky dijo que bajo circunstancias especiales los reformistas pueden ser forzados a ir más lejos de lo que desean, ¡nunca propuso que ellos podrían adoptar la totalidad del programa revolucionario! EraPablo quien dijo eso, consecuente con su “análisis” revisionista: no luchaba más para crear partidos trotskistas, sino que presionaba por reformar los partidos estalinistas. No creemos que esto represente la política de la Liga Comunista, pero es la conclusión lógica de vuestro concepto de una “estrategia del frente único de clase”.

Para comentarios adicionales sobre el concepto de la “estrategia de frente único”, ver el apartado que trata del frente único en nuestra carta a la OCI y su “Comité de Organización” (Spartacist [edición francesa] no. 4, octubre de 1974).

Esto va más allá de una mera cuestión terminológica. El voto por los partidos obreros de un frente popular (reivindicado por la OCI) se deriva de la concepción del “frente único estratégico.” La tendencia espartaquista, al contrario, se niega a apoyar electoralmente a cualquier partido de un frente popular; en cambio, llamamos por una oposición condicional a los partidos obreros de un frente popular, exigiendo que rompan con sus confederados burgueses como condición previa para un apoyo electoral. La lógica de nuestra posición es bien clara: el principio fundamental de la política marxista es el de la independencia del proletariado frente al enemigo de clase; si un partido obrero, incluso un partido reformista tan podrido como el Partido Laboral británico, presenta independientemente sus propios candidatos, podemos aconsejar a los obreros que voten por este partido como un intento elemental de trazar la línea de clase. ¡Pero si un partido obrero forma parte de un frente popular, llamar a los obreros a votar por este partido es reivindicar la instalación de una formación política burguesa en el gobierno!

La LCE también propugnó el votar por los partidos obreros del frente popular en el segundo turno de las elecciones parlamentarias francesas de 1973. Argumentáis que la abstención es una política pasiva. Si se trata de abstenerse como cuestión de principios, tenéis razón; pero la tendencia espartaquista no aboga por tal concepto. En las elecciones francesas de 1973 propugnamos el votar por los candidatos de la OCI y de Lutte Ouvriere que, al negarse a votar por los Radicales de Izquierda, presentaban, de una manera distorsionada y muy parcial, una oposición de clase al frente popular. También exigíamos del PC y del PS que rompieran con los Radicales de Izquierda, diciendo que cualquier apoyo electoral a sus candidatos dependería de una ruptura con el partido burgués.

Nos interesaría co.no.cer vuestra posición en las elecciones francesas de 1974 cuando Mitterrand fue el candidato único del frente popular. Si llamáis a un voto por Mitterrand, no se puede pretender que se rechaza votar por una parte del frente; vuestro consejo concreto a los obreros seria el mismo que el de los dirigentes de la Unión de la Izquierda. También nos interesa saber cuál era vuestra posición sobre las elecciones portuguesas del 25 de abril de 1975. El Partido Revolucionario dos Trabalhadores portugués (PRT), que parece estar generalmente de acuerdo con los puntos de vista de la LCE, se negó a apoyar a cualquier partido que hubiera firmado el pacto con el Movimiento de la Fuerzas Armadas. No estamos de acuerdo con el apoyo electoral que dio el PRT a la Liga Comunista Internacionalista (LCI) -apoyo que, al menos públicamente, fue dado sin crítica alguna- porque desde nuestro punto de vista la línea política de la LCI es comparable a un “apoyo crítico” al “ala progresista” del MFA, en vez de una oposición intransigente de clase. Pero es correcta la posición del PRT de no votar por el PC, porque estaba formalmente comprometido en la colaboración de clases a través de su participación en el régimen bonapartista burgués dominado por el MFA. ¿Discrepáis de esta posición?

Comisiones obreras y la “Huelga General Revolucionaria”

Vuestras declaraciones sobre las comisiones obreras (CC.OO.) también nos parecen reflejar el concepto erróneo de una “estrategia de frente único.” Escribís que: “Es en Comisiones Obreras donde ciframos los trotskistas la base orgánica fundamental del Frente Único del proletariado militante” (La crisis de la LCR y la escisión ‘En Marcha”‘). En la “resolución estratégica” del II Congreso de la LCE agregáis: “El impulso de la acción generalizada de las masas, y la centralización de la voluntad de combate de amplísimas franjas militantes hacen cada día más necesario que las CC.OO. rompan con los obstáculos opuestos al desarrollo de su vocación de formas democráticas de frente único de la vanguardia amplia del proletariado.

¿Qué queréis decir con las frases “la base orgánica fundamental del Frente Único” y la “vocación de formas democráticas de frente único de la vanguardia amplia del proletariado”? Si se quiere decir que las comisiones obreras han agrupado a muchos de los militantes obreros más combativos, que es necesario luchar dentro de las CC.OO. para derrotar a los estalinistas y a otros reformistas que actualmente conducen a estos militantes por el camino de la colaboración de clases, que sería estúpido y peligrosamente sectario tratar a las CC.OO. como organizaciones opositoras al partido revolucionario identificando tácitamente la base con la dirección, entonces podemos estar de acuerdo. Pero evidentemente lo que deseáis indicar sobrepasa esto.

Discutir la “vocación” de una institución particular en la lucha de clases es metafísico. ¿Cuál es la “vocación’; de los sindicatos: defender los intereses de los obreros contra los patronos (imposible en esta época sin una dirección revolucionaria) o servir los intereses de los patronos (como es el caso casi universal)? Podéis decir que la política sindical actual, es decir la colaboración de clases, es una deformación del propósito básico del sindicalismo. Pero en ese caso Lenin se equivocó cuando insistió en que se necesitaba un partido de vanguardia independiente para llevar la clase obrera a la conciencia socialista, y que la conciencia tradeunionista es conciencia burguesa.

¿Y qué se puede decir de los soviets rusos desde febrero hasta septiembre de 1917: es que su “vocación” era de servir como estructura organizativa para la creación de un estado obrero? En ese caso Lenin se habría equivocado cuando retiró la consigna de “todo el poder a los soviets” durante la represión contrarrevolucionaria feroz desencadenada por Kerensky después de las jornadas de julio. ¿No deberían haberse limitado los bolcheviques a luchar por una mayoría dentro de los soviets, sometiéndose incondicionalmente a la disciplina de la mayoría soviética? No lo hicieron… y tuvieron razón.

La función de una institución particular en la lucha de clases es determinada por la constelación de fuerzas políticas de clase que deciden su política. Por ejemplo, los consejos obreros alemanes de 1918 estuvieron dominados por los socialdemócratas mayoritarios y ratificaron el establecimiento de una república parlamentaria burguesa. Podemos hablar del papel real desempeñado por tal o cual institución, o también de la capacidad que tiene un organismo particular para cumplir otras funciones.

Desde nuestro punto de vista el verdadero papel jugado por las CC.OO. españolas ha sido el de sindicatos ilegales. Cierto que de vez en cuando las CC.OO. han dirigido movilizaciones de masas que han sobrepasado los límites de una categoría gremial particular. Pero lo ha hecho también la federación minera boliviana, que durante muchos años mantuvo milicias obreras armadas. Además hacéis una distinción entre las comisiones obreras y los “comités elegidos y revocables en las asambleas.” Esto no es mero formalismo. En el momento actual, según nuestras informaciones, la mayoría de la CC.OO. no son elegidas, están dominadas por los dirigentes reformistas vendidos e incluso han expulsado a aquellos militantes que deseaban llevarla cabo una política de lucha de clases.

¿Cuáles son las capacidades de las comisiones obreras? Andrés Nin se equivocó al plantear que la confederación sindical encabezada por los anarquistas, la CNT, podría reemplazar a los soviets. No hizo caso del hecho de que aún estos sindicatos combativos estuvieron dominados por una burocracia y estaban estructurados de tal manera que demoraron o reprimieron la expresión directa de la voluntad de las masas. Las CC.OO., al contrario, son mucho más fluidas, incompletamente coordinadas y les faltan el peso oneroso de una burocracia masiva tal como surge en los sindicatos bajo condiciones de la legalidad burguesa. Por lo tanto es posible que la CC.OO. pudieran sertransformadas en consejos obreros democráticos durante el fervor de un levantamiento de masas. De manera similar, los consejos de “shop stewards” (delegados sindicales) habrían podido ser transformados en comités de fábrica durante el curso de la huelga general de 1926 en Gran Bretaña.

En los Estados U nidos hemos luchado contra tendencias anarcosindicalistas que ven en los sindicatos enemigos de los trabajadores, a causa de la política traicionera de sus dirigentes vendidos. En Gran Bretaña durante la huelga minera de 1973 exigimos una huelga general organizada por los consejos de “shop stewards”, y criticamos el carácter utópico de la llamada del International Marxist Group por “consejos de acción” careciendo de cualquier relación con el actual movimiento obrero organizado. Un partido no puede simplemente romper la disciplina de acción sindical cada vez qué está en desacuerdo con la política escogida; antes de la erupción de levantamientos obreros de masas, el partido necesariamente tendrá que enfocar sus esfuerzos sobre la lucha por la dirección de estas instituciones. Pero no nos sometemos incondicionalmente a la disciplina de cualquier institución fuera del partido porque su “vocación” servirá como “la base orgánica del frente único”. Tenemos que estar dispuestos aromper un frente unido para llevar adelante la lucha una vez que los reformistas empiecen a traicionar.

La “Huelga General Revolucionaria”

La Liga Comunista se refiere con frecuencia a la “Huelga  General Revolucionaria para derrocar la dictadura franquista”. Evidentemente queréis contrastar la “HGR” con la consigna del PC por una “huelga nacional”; que ellos consideran como un acto de reconciliación nacional. De manera similar, el “pacto de clase” propuesto por la LCE intenta evidentemente contrastar con el “pacto por la libertad” del PC. Por supuesto, es necesario formular nuestras consignas de la manera que más eficazmente contraponga el programa de independencia de la clase a la política reformista de colaboración de clases. Pero hay que cuidarse de no simplificar de tal manera que se distorsioné el contenido fundamental.

Por un lado, la consigna de la huelga general revolucionaria parece ser excesivamente específica en cuanto a la forma de un levantamiento revolucionario contra el régimen franquista. El levantamiento de 1934 en Asturias, por ejemplo, inmediatamente tomó el carácter de una insurrección. Bajo este aspecto, la consigna de la “HGR” tiene más o menos la naturaleza de un “mito social” a lo Sorel. La consigna anarcosindicalista durante la Primera Guerra Mundial de una huelga general contra la guerra fue otro ejemplo similar. (Por supuesto, es muy posible que sea una huelga general la que derribe la dictadura bonapartista.)

Pero, aún más fundamentalmente, no estamos seguros del sentido que tiene para vosotros la consigna del gobierno obrero y su relación a la huelga general. Por un lado, vuestra “resolución estratégica” se refiere a “la fórmula de un gobierno de los trabajadores basado en los órganos de la huelga general”. Consideramos esto un eslogan correcto en caso de una huelga general; claramente la tarea de los revolucionarios sería no solamente formar un comité central de huelga pero también darle carácter soviético, transformándolo en órgano de una dualidad del poder y luchando por imponer el dominio de un gobierno basado sobre la expresión democrática de este órgano unitario representativo del movimiento obrero independiente. Tal fórmula contrasta drásticamente con la consigna reciente de la Liga Comunista Internacional portuguesa por “la imposición de un gobierno obrero dentro del sistema de un estado capitalista”.

Por otro lado, escribís de la LCR que: “Resulta cada vez más difícil ver en sus escritos si realmente distinguen el derrocamiento de la dictadura del derrocamiento del capitalismo. El rechazo de la conquista de una verdadera Asamblea constituyente, así como el uso ideológico del control obrero, educan a los militantes en la ilusión de que la extensión de comités democráticos, más aún, incluso el surgimiento de soviets, significan que las posiciones revolucionarias han derrotado ya la influencia de las alternativas reformistas. La consigna transitoria del Gobierno de los trabajadores se confunde cada vez más, entonces, con la dictadura del proletariado” (“La crisis en la LCR…”).

No tenemos una documentación extensiva de los escritos de la LCR a los que se refiere. Claro está que nos oponemos al abandono de la consigna de una asamblea constituyente en el contexto español (en Portugal, durante el año después del derrocamiento de Caetano reivindicamos con frecuencia una asamblea constituyente democráticamente elegida). Pero no concebimos la consigna de una asamblea constituyente como representante de una etapa intermedia de la revolución; en una situación prerrevolucionaria debemos exigir simultáneamente a la formación de un órgano unitario de tipo soviético, representativo de todos los obreros organizados. Lanzamos la consigna de un gobierno obrero dándole el contenido de la dictadura del proletariado.

Es posible que un gobierno obrero surja en una situación de dualidad de poderes que sería transicional en el sentido de no haber todavía impuesto un solo poder estatal proletario. Pero prevenimos enfáticamente contra todo intento de cambiar el significado de la consigna del gobierno obrero en una llamada a los partidos obreros de administrar el estado capitalista (como lo hacen tanto la mayoría como la minoría del SU) bajo el pretexto de ser una aplicación táctica de una consigna algebraica. Particularmente en una situación de huelga general, la tarea del gobierno obrero debe ser la supresión del aparato estatal capitalista. Todo intento de apoderarse de éste (como ocurrió en Alemania en noviembre de 1918, cuando el gobierno del SPD-USPD ocupó el estado burgués con el “apoyo” de los consejos obreros dominados por los reformistas), significará la supresión sangrienta de los obreros en las calles. Aunque en los hechos sí puede ocurrir una separación de tiempo entre el derrocamiento de la dictadura franquista y el derrocamiento del capitalismo, los comunistas siempre debemos avanzar la consigna del derrocamiento del capitalismo en vez de un concepto etapista (primero el derrocamiento de la dictadura franquista a través de una huelga general, después una lucha contra el poder capitalista).

“El control democrático del ejército”

En cuanto a esto, nos parece ser peligrosamente equívoca la consigna, aparecida en varias publicaciones de la LCE, del “control democrático del ejército” como tarea de un gobierno obrero. En algunos casos habéis formulado esto como “el control democrático por los comités de soldados”, pero en ambos casos se desprende una tendencia a identificar la actividad del aparato estatal con la producción industrial en las fábricas. Mas no reivindicamos el control obrero del aparato estatal burgués, ni mucho menos el control democrático; al contrario, nuestra tarea es aplastarlo. Igualmente, la tarea de los comités de soldados es destruir, no controlar, el ejército burgués.

Durante la guerra civil en España, Trotsky criticó de forma tajante este punto de vista peligroso en una polémica contra “los trece puntos para la victoria” del POUM:

“El cuarto punto proclama: ‘Por la creación de un ejército controlado por la clase obrera.’ El ejército es un arma dela clase dominante y no puede ser ninguna otra cosa. El ejército es controlado por quienes lo mandan, es decir por los que tienen el poder estatal. El proletariado no puede controlar un ejército creado por la burguesía y sus lacayos reformistas. El partido revolucionario puede y debe construir sus células en tal ejército, preparando para que los sectores avanzados del ejército pasen al lado de los obreros.”

— “¿Es posible la victoria?” abril de 1937

Hacia el renacimiento de la Cuarta Internacional

Hemos tratado de presentar brevemente nuestra política sobre temas donde nos parece que existen áreas de mayores desacuerdos entre la tendencia espartaquista internacional y la Liga Comunista de España. Naturalmente no podemos abarcar todas las cuestiones claves de la revolución en una sola carta. Para obtener una presentación más completa de nuestro concepto sobre asuntos fundamentales para el movimiento obrero, os referimos a los documentos reunidos en Cuadernos Marxistas no. 1. También solicitamos una respuesta a la presente.

Al luchar por el renacimiento de la Cuarta Internacional, la tendencia espartaquista internacional no sólo rechaza las pretensiones fraudulentas de los varios hipócritas que hoy día pretenden ser la Cuarta Internacional. Contraponemos una concepción fundamentalmente diferente de cómo construir el partido mundial de la revolución socialista, contrastando con el “Comité Internacional” de Healy, cuya seudodialéctica sólo sirve para disfrazar una línea política que cambia constantemente y cuyo único principio es la sumisión incondicional al principio del Führer; también con el “Comité de Organización” de la OCI, cuya base programática se restringe al aceptar en abstracto el Programa de Transición y al declararse de acuerdo con que el “Comité de Organización” sea portador de “La Continuidad”; y especialmente con el Secretariado “Unificado”, que parece tener como único criterio de afiliación la afirmación del mito de que el SU es la Cuarta Internacional.

Es porque luchamos por cristalizar una tendencia internacional auténticamente trotskista, políticamente homogénea y democráticamente centralizada, que Mandel acusa a la tendencia espartaquista de tratar de construir una Internacional “monolítica” (como lo dijo en Australia, el septiembre pasado). Alain Krivine nos acusa de igualar el centralismo democrático con “cascos y palos” (durante un discurso en Toronto en julio de 1974). Señalamos, no obstante, que los Mandel, Hansen y Krivine han expulsado repetidamente a los oposicionistas de izquierda quienes han librado un lucha de principios, mientras el SU oculta las traiciones de sus socios fraccionales (el caso de Bala Tampoe, por ejemplo). Desde luego, nuestra tendencia no es “monolítica” — pero si se forja sobre una base de principios y de la congruencia programática.

El pantano del “Secretariado Unificado” no puede ser reformado. Desde el principio su programa se ha basado en el revisionismo pablista, comprometido a correr tras un sinnúmero de dirigentes pequeñoburgueses. Mientras este bloque putrefacto se descompone a un ritmo acelerado en alas que quieren, sea capitular ante la juventud guevarista o hacerse la corriente central socialdemócrata de su país, la tarea de los trotskistas consecuentes no esbuscar la unidad de todos los que están opuestos a las tendencias dominantes del SU. La bancarrota que representa este enfoque fue demostrada gráficamente por la malograda “Tercer Tendencia” que no pudo convenirse en un documento común sino hasta pocos días antes del “Décimo Congreso Mundial”, y que inmediatamente después se descompuso. Al contrario, sólo la lucha por construir una tendencia internacional auténticamente trotskista basada sobre un verdadero acuerdo político puede reforjar la Cuarta Internacional.

PUERTO RICO SOCIALISTA y el Nacionalismo

PUERTO RICO SOCIALISTA

y el Nacionalismo

Publicado en ESPARTACO Vol. 1 No. 1, por la Spartacist League de los EE.UU. en octubre de 1966. 

Muchas personas apoyan la independencia de Puerto Rico. Nosotros apoyamos la lucha del proletariado boricua por su independencia. Pero no concordamos con muchos de los que aparentemente dicen querer lo mismo. Estos señores no explican al proletariado puertorriqueño lo que quieren decir por independencia. Este es un término muy confuso en la mentalidad pequeña burguesa pero muy claro para los revolucionarios. Independencia para quién? ¿Es que la actual sociedad burguesa no contiene clases que existen en permanente contradicción? ¿Para los comerciantes, caudillos y mercaderes portorriqueños? ¿O para el proletariado?

Los dirigentes nacionalistas nos tratan de vender el mito de que todos los puertorriqueños pertenecemos a una sola clase. Esto no es verdad. Este no es el caso de ninguna de las naciones latinoamericanas. La mayoría de éstas no son “colonias” legalmente y se llaman “independientes”. Pero la clase obrera en estas naciones no es la que manda y el campesinado es brutalmente explotado por las burguesías nacionales.

Aún sin los imperialistas yanquis Puerto Rico tendría una clase local de “ricos” que explotan a la clase obrera y al campesinado. El nacionalismo no explica esto y naturalmente no lo resuelve. El nacionalismo es un substituto incompleto para la dictadura del proletariado.

El repetir slogans no resuelve la ausencia de un programa forjado y definido por las luchas del proletariado portorriqueño. Esta falta de teoría revolucionaria confunde a la clase obrera, la envanece en estupideces chovinistas y le impide evaluar científicamente su pasado y presente revolucionario. Con esta clase de activismo ultra-nacionalista nada es avanzado, la lucha se estanca en un lodazal de fraseología calcada del jacobinismo francés de 1789.

Debemos de recordarles a los líderes nacionalistas que el proletariado no es un cretino al que se le debe de educar por “etapas”, o sea, primero “independencia” y después socialismo. Peor es evadir el problema con la simplista ecuación independencia = socialismo, como hacen Corretjer y su séquito en la Liga Socialista de Puerto Rico. Sin explicación concreta de lo que se quiere decir esta ecuación es usada por los políticamente estériles. Semejante ecuación es puesta de pies sólo cuando el proletariado es el agente directo de la revolución-independencia. El proletariado puede tener aliados que pertenecen a las otras clases (como la pequeña burguesía urbana y el campesinado). Pero es el proletariado el que debe de llevar a la revolución en sus hombros. No un bloque o “frente” de clases en el cual ninguna clase es distinguida de las otras (para ventaja de los oportunistas).

Un Puerto Rico socialista debería de tratar de formar una confederación de estados socialistas en el Caribe. Esto incluiría a Haití y a la República Dominicana, además de otras islas en la región. Cuba estaría incluida naturalmente, aunque es difícil de predecir qué será de la burocracia de Castro cuando los obreros tomen el poder en el Caribe.

Esto es lo que queremos decir cuando decimos lucha socialista. Esto trascende los confines geográficos impuestos por el capitalismo mundial y trascende los estrechos confines mentales de los propagandistas del nacionalismo “socialista.” El proletariado no tiene patria.

La revolución nacionalista terminará en las manos de la burguesía portorriqueña si es que no se transforma en una revolución socialista. Una vez en las manos de estos líderes “patriotas” Puerto Rico volverá indirectamente al tentáculo imperialista pues éste controla el mercado mundial. Esto significa que la lucha contra la explotación deberá de continuar adentro de Puerto Rico aunque el imperialismo en persona haya sido arrojado. Debemos arrojar de Puerto Rico a los dos, al imperialismo y a sus lacayos, al mismo tiempo.

Para la mayoría de los portorriqueños, ya sean obreros o campesinos, la revolución nacionalista no garantiza verdadera democracia. Sólo si los obreros controlan su propia revolución a través de medios políticos creados por ellos (como comités obreros) Puerto Rico obtendrá independencia política y económica. Sólo si la clase obrera de Puerto Rico se alía con las clases obreras revolucionarias latinoamericanas y mundiales podrá un Puerto Rico socialista sostenerse en contra de las presiones militares y económicas del imperialismo yanqui.

La victoria nacionalista de 1897, la lucha heroica de Ponce en 1937 y la revolución de 1950 deben de ser sobrepasadas. La revolución socialista debe de ser una realidad en Puerto Rico como lo debe de ser en los E.E.U.U., Latinoamérica y el mundo entero.

No al silencio público sobre la traición del LSSP

Carta de 1960 de James Robertson al Comité Político del SWP

No al silencio público sobre la traición del LSSP

Nueva York

8 de agosto de 1960

Al Comité Político

Estimados camaradas:

Me dirijo a ustedes con respecto al silencio público de nuestro partido acerca de la reciente y continua traición contra la clase obrera ceilanesa y el movimiento trotskista mundial perpetrada por el Lanka Sama Samaja Party. Me refiero, desde luego, a la participación de ese partido en un pacto electoral de “Frente Popular” con el partido estalinista y el partido burgués nacionalista de izquierda representado por la viuda Bandaranaike.

Al plantear este asunto en privado con varios miembros de su órgano, me han dicho que se han enviado cartas a los ceilaneses y que ustedes creen que por ahora los marxistas revolucionarios en el LSSP pueden lograr una mayor ventaja si nos quedamos callados públicamente. Debo disentir y los insto a reconsiderar.

Cuando leí en el NY Times sobre el pacto electoral, más tarde sobre la elección y finalmente sobre el apoyo que continúa dándole el LSSP al nuevo gobierno capitalista, mi preocupación sobre esta capitulación clásicamente socialdemócrata se vio mitigada por dos reflexiones: 1) primero, que la construcción de un genuino partido trotskista para la isla tal vez podría realizarse sobre las ruinas y, 2) que ahora podríamos arrinconar realmente a Pablo, no por un voto oscuro de sus partidarios en una reunión provincial del Partido Laborista británico, sino por un acto claro de proporciones históricas de un partido importante, un acto en torno al cual los órganos centrales mundiales de la CI [IV Internacional] deberían tomar una posición, la cual se basaría en estar a favor o en contra de los principios revolucionarios elementales.

Pero el silencio en el Militant debilita ambas esperanzas. En Ceilán nuestro silencio, aunque pueda mantener temporalmente nuestra “respetabilidad” en boca de los dirigentes, también les proporciona un arma formidable contra cualquier militante que confronten: “Incluso los estadounidenses sólo están molestos en privado y están abordando esto como un asunto entre camaradas”. Y por lo que respecta a la situación de Pablo ante el movimiento mundial, cada día de retraso le permite decir en los hechos: “Tú eres otro maniobrero al subordinar los principios a la táctica”.

Camaradas, de que ustedes condenan a los ex trotskistas ceilaneses no tengo duda alguna; pero el que no lo planteen públicamente y con gran seriedad sólo daña al movimiento internacionalmente.

Saludos camaraderiles,

James Robertson

[Copiado de http://www.icl-fi.org/espanol/spe/37/let-lssp.html ]

Carta abierta a los trotskistas de todo el mundo

Carta abierta a los trotskistas de todo el mundo

[Copiado de http://www.wsws.org/es/articles/2009/sep2009/es-1953.shtml ]

16 de noviembre, 1953

Camaradas:

En el 25º aniversario de la fundación de movimiento trotskista en los Estados Unidos, el Pleno del Comité Nacional del Socialist Workers Party envía sus saludos socialistas revolucionarios a los trotskistas ortodoxos de todo el mundo.

Aún cuando el Socialist Workers Party, debido a las leyes anti democráticas establecidas por Demócratas y Republicanos, ha dejado de integrarse a la Cuarta Internacional—Partido Mundial de la Revolución Socialista fundado por León Trostky para continuar y cumplir con el Programa que la Segunda Internacional que los socialdemócratas y la Tercera Internacional de los estalinistas traicionaron—a nosotros nos interesa el bienestar de la organización mundial creada bajo la dirigencia de nuestro martirizado líder.

Como ya bien se sabe, hace 25 años que los pioneros trotskistas de Estados Unidos llevaron el programa de Trotsky, suprimido por el Kremlin, a la atención de la opinión pública mundial. Esta acción fue decisiva para quebrar el aislamiento que la burocracia estalinista le había impuesto a Trotsky y echar las bases de la Cuarta Internacional. Poco tiempo después, Trotsky inició, desde su exilio, una íntima y confiada colaboración con la dirigencia del SWP que duró hasta el día de su muerte.

La colaboración incluyó esfuerzos en conjunto para organizar partidos revolucionarios en varios países. Esto culminó, como Uds. saben, en al lanzamiento de la Cuarta Internacional en 1938. Trotsky escribió el Programa de Transición, que sigue siendo la piedra angular del programa del movimiento trotskista mundial, en colaboración con los dirigentes del SWP, quienes, a instancia de Trotsky, se lo presentaron al Congreso de Fundación para que éste lo adoptara.

La intimidad y meticulosidad de la colaboración entre Trotsky y la dirigencia del SWP se pueden juzgar por los datos que existen acerca de la lucha en defensa de los principios trotskistas ortodoxos en 1939-1940 contra la oposición pequeñoburguesa dirigida por Burnham y Schachtman. Esa historia ha ejercido una profunda influencia en la trayectoria de la Cuarta Internacional durante los últimos trece años.

Luego del asesinato de Trotsky por un agente de la policía secreta de Stalin, el SWP asumió la dirección de la defensa y diseminación de sus enseñanzas. Nosotros asumimos esa dirección no por elección sino por necesidad; la Segunda Guerra Mundial obligó a los trotskistas ortodoxos a pasar a la clandestinidad en muchos países, especialmente en Europa bajo los nazis. Junto con los trotskistas de América Latina, Canadá, Inglaterra, Ceilán, India, Australia y otros sitios, hicimos lo que pudimos por levantar la bandera del trotskismo ortodoxo durante los difíciles años bélicos.

Al acabar la guerra, nos sentimos gratificados cuando los trotskistas en Europa salieron de la clandestinidad y asumieron la restauración organizacional de la Cuarta Internacional. Puesto que leyes reaccionarias nos prohibían pertenecer a ésta, pusimos aún mayores esperanzas en que apareciera una dirigencia capaz de continuar la gran tradición legada por Trotsky a nuestro movimiento mundial. Éramos de la opinión que a la nueva dirigencia joven de la Cuarta Internacional en Europa se le debería brindar confianza y apoyo totales. Cuando, por iniciativa de los propios camaradas, se corrigieron serios errores, nosotros fuimos de la opinión que nuestro curso tenía amplia justificación.

Sin embargo, ahora tenemos que admitir que la ausencia de una crítica severa que nosotros, en colaboración con otros, acordamos designarle a esta dirigencia, contribuyó a abrirle paso a la consolidación de una facción fuera de control, secreta y personalista en la administración de la Cuarta Internacional que ha abandonado el programa básico del trotskismo.

Esta facción, centrada en torno a Pablo, funciona ahora consciente y deliberadamente para trastornar, dividir y desbaratar los cuadros que el trotskismo ha formado durante su historia en los diferentes países, y liquidar a la Cuarta Internacional.

El programa del trotskismo

Para mostrar con precisión lo que está en juego, replanteemos los principios fundamentales que constituyen las bases sobre las cuales se ha establecido el movimiento trotskista mundial:

1. La agonía mortal del sistema capitalista amenaza con destruir la civilización al hacer cada vez peores las depresiones, las guerras mundiales y las manifestaciones de barbarie tales como el fascismo. El desarrollo de las armas atómicas pone en relieve el peligro del modo más grave posible.

2. La caída al abismo se puede evitar sólo reemplazando al capitalismo con la economía planificada socialista a nivel mundial y reanudando la espiral de progreso iniciada por el capitalismo en sus épocas tempranas.

3. Esto sólo se puede lograr bajo la dirigencia de la clase obrera de la sociedad. Pero la misma clase obrera se enfrenta a una crisis de dirección, a pesar de que las relaciones mundiales de las fuerzas sociales nunca fueron tan favorables como hoy para que los obreros emprendan el rumbo al poder.

4. Para organizarse a sí misma con el fin de cumplir esta misión histórica mundial, la clase obrera de cada país tiene que establecer un Partido Socialista Revolucionario basado en los criterios desarrollados por Lenín; es decir, un partido de combate capaz de combinar dialécticamente la democracia y el centralismo: democracia para tomar decisiones, centralismo para cumplirlas. Ha de ser una dirigencia bajo el control de su militancia y capaz de avanzar disciplinadamente bajo fuego.

5. El obstáculo principal a esto es el estalinismo, el cual explota el prestigio de la Revolución Rusa de 1917 para atraer a los obreros y luego traicionar su confianza, lanzándolos ya sea en los brazos de la socialdemocracia, de la apatía o a la renovación de ilusiones en el capitalismo. Las consecuencias de estas traiciones las paga la clase obrera con la consolidación de las fuerzas fascistas o monárquicas y nuevas explosiones de guerras fomentadas y preparadas por el capitalismo. Desde sus inicios, la Cuarta Internacional se planteó la derrota revolucionaria del estalinismo dentro y fuera de la URSS como una de sus misiones principales.

6. La necesidad de tácticas flexibles que afrontan muchas secciones de la Cuarta Internacional —y los partidos o grupos que simpatizan con su programa— hacen más imperante que, sin capitular al estalinismo, sepan cómo luchar contra el imperialismo y todos sus agentes pequeñoburgueses (tales como las tendencias nacionalistas o las burocracias sindicalistas); y, a la inversa, sepan cómo derrotar al estalinismo (que, a fin de cuentas es un agente pequeñoburgués del imperialismo) sin capitular ante el imperialismo.

En la política mundial de hoy, la cual es cada vez más compleja y cambia constantemente, estos principios fundamentales establecidos por León Trotsky conservan absoluta validez. Es sólo ahora que, de hecho y tal como Trotsky lo previera, las situaciones revolucionarias que se presentan por doquier le dan absoluta concreción a lo que alguna vez pudo haberse parecido a abstracciones remotas que no se vinculan íntimamente a la viviente realidad de la época. Lo cierto es que estos principios hoy se muestran cada vez con más fuerza tanto en el análisis político como en la determinación de la trayectoria de la acción práctica.

El revisionismo de Pablo

Pablo ha abandonado estos principios. Considera que, en vez de hacer resaltar el peligro de una nueva barbarie, el camino al socialismo es “irreversible”; sin embargo, no cree que el socialismo sea producto de esta generación o de las venideras. Al contrario; ha desarrollado el concepto de una ola “avasalladora” de revoluciones que sólo dan origen a estados obreros “deformados”; es decir, de tipo estalinista que durarán por “siglos”.

Esto revela el mayor pesimismo en cuanto a la capacidad de la clase obrera; pesimismo totalmente acorde con la manera en que él ridiculiza la lucha por establecer partidos socialistas revolucionarios independientes. En vez de seguir la línea principal de establecer partidos revolucionarios independientes valiéndose de todas las tácticas posibles, Pablo considera que el estalinismo —o uno de sus sectores decisivos— es capaz de cambiar bajo la presión de las masas hasta llegar a aceptar las “ideas” y el “programa” del trotskismo. Ahora oculta las traiciones del estalinismo con el pretexto de la diplomacia que ciertas maniobras tácticas requieren para acercarse a los obreros bajo la influencia del estalinismo en países tales como Francia.

Esta línea ya ha conducido a serias deserciones de las bases del trotskismo al campo estalinista. La escisión pro estalinista en el partido ceilanés es una advertencia a los trotskistas de todas partes acerca de como las ilusiones que el pablismo promueve acerca del estalinismo causan trágicas consecuencias.

En otro documento sometemos a juicio un detallado análisis del revisionismo de Pablo. En esta carta nos limitaremos a algunas pruebas recientes que muestran en el plano decisivo de la acción hasta dónde ha llegado Pablo en su conciliación con el estalinismo y cuán grave es el peligro a la existencia de la Cuarta Internacional.

Con la muerte de Stalin, el Kremlin anunció una serie de concesiones en la URSS, ninguna de ellas de carácter político. En vez de caracterizarlas como parte de una simple maniobra para cementar a la burocracia usurpadora aún más y constar de gestiones para preparar a un burócrata dirigente a asumir el cargo de Stalin, la facción pablista consideró que tales concesiones eran de buena fe y las presentó como concesiones políticas. Incluso planteó la posibilidad de los estalinistas “compartir el poder” con los trabajadores (“Cuarta Internacional,” enero-febrero, 1953).

Este concepto de “compartir el poder”, expresado de la manera más burda por Clarke —entre los sumos sacerdotes del culto a Pablo—, fue proclamado indirectamente como dogma por el mismo Pablo en una pregunta a la que no contesta pero que obviamente insinúa la respuesta: ¿Tomará la liquidación del régimen estalinista la forma de “luchas inter burocráticas violentas entre los elementos que lucharán para defender el status quo —sino exactamente para regresar al pasado— y aquellos elementos, cada vez más numerosos, que se ven arrastrados por la poderosa presión de las masas? ” (“Cuarta Internacional”, marzo-abril, 1953).

Esta línea le da un nuevo contenido al programa trotskista de la revolución política contra la burocracia del Kremlin: simplemente que la postura revisionista de que las “ideas” y el “programa” del trotskismo van a filtrarse y penetrar a la burocracia, o a uno de sus sectores decisivos, “derribando” así al estalinismo de manera inesperada.

En junio, los trabajadores de Alemania Oriental se sublevaron contra el gobierno dominado por el estalinismo en una de las mayores manifestaciones en la historia de Alemania. Esta fue la primera rebelión proletaria de las masas en contra del estalinismo desde que éste usurpara y consolidara su poder en la Unión Soviética. ¿Cómo reaccionó Pablo a este acontecimiento histórico?

En vez de expresar claramente las aspiraciones políticas revolucionarias de los obreros insurgentes de Alemania Oriental, Pablo encubrió a los sátrapas contrarrevolucionarios estalinistas que movilizaron a las tropas soviéticas para aplastar la rebelión (“…los dirigentes soviéticos, los de las varias ‘democracias populares’ y los Partidos Comunistas no podían seguir falsificando o ignorando el profundo significado de estos acontecimientos. Se han visto obligados a seguir por el camino de verdaderas concesiones aún más generosas para evitar el peligro de enajenarse para siempre del apoyo de las masas y no provocar explosiones aún más enérgicas. A partir de ahora ya no van a poder detenerse a mitad de camino. Se verán obligados a repartir concesiones para evitar explosiones más graves en el futuro inmediato y, si es posible, efectuar una transición “fría” de la situación del momento a una más soportable para las masas”). (Declaración de la Cuarta Internacional publicada en The Militant, 6 de julio.)

En vez de exigir el retiro de las tropas soviéticas —la única fuerza que sostiene al gobierno estalinista—, Pablo promovió la ilusión que los galeotes del Kremlin estaban prestos a ofrecer “verdaderas concesiones de mayor alcance”. ¿Podría Moscú haber pedido una mejor ayuda a medida que procedía con la monstruosa falsificación del profundo significado de esos hechos, llamando “fascistas” y “agentes del imperialismo estadounidense” a los obreros sublevados e iniciando una ola de represión salvaje contra ellos?

La huelga general en Francia

En Francia, la mayor huelga general de su historia estalló en agosto. Había sido, puesta en movimiento por los propios trabajadores en contra de la voluntad de su dirigencia oficial, y presentó una de las oportunidades más favorables en la historia de la clase obrera al desarrollo de la verdadera lucha por el poder. Además de los obreros, los campesinos franceses se sumaron con manifestaciones e indicaron así su profunda insatisfacción con el gobierno capitalista.

La dirigencia oficial, tanto socialdemócrata como estalinista, traicionó al movimiento e hizo todo lo posible para limitarlo y prevenir el peligro al capitalismo francés. Si tomamos en cuenta la oportunidad que se ofrecía, sería difícil encontrar en la historia una traición más abominable.

¿Cómo reaccionó la facción de Pablo a este acontecimiento tan enorme? Tildó la acción de los socialdemócratas como traición, pero por razones incorrectas. Puntualizó que la traición había consistido en conducir negociaciones con el gobierno a espaldas de los estalinistas. Pero esta traición fue totalmente secundaria, consecuencia de su crimen principal: la negativa en emprender el camino hacia la toma del poder.

En cuanto a los estalinistas, los pablistas encubrieron su traición y se convirtieron en cómplices. La crítica más severa que fueron capaces de expresar contra las actividades contrarrevolucionarias del estalinismo fue acusarlos de “carecer” de política.

Esto fue falso. Los estalinistas no “carecían” de política, la cual era mantener los intereses de la política exterior del Kremlin en la situación y así ayudar a sostener al tambaleante capitalismo francés.

Pero eso no fue todo. Incluso con la educación interna de los trotskistas franceses, Pablo se negó a catalogar como traición el papel del estalinismo. Señaló “el papel de frenadores que hasta cierto punto habían jugado los dirigentes de las organizaciones tradicionales” —¡una traición es simplemente un “freno”!—, “así como también lo fue su capacidad —especialmente de la dirigencia estalinista— para ceder ante la presión de las masas cuando esta presión se vuelve tan poderosa como lo fue en estas huelgas”. (Nota Política No. 1)

Podría suponerse que esto ya representa suficiente conciliación con el estalinismo para un dirigente que ha abandonado el trotskismo ortodoxo pero que todavía busca guarecerse en la Cuarta Internacional. Pero no; Pablo se fue todavía más allá.

El volante infame

Sus partidarios emitieron un volante dirigido a los trabajadores de la fábrica Renault en París. Éste declaraba que, durante la huelga general, la dirigencia estalinista del CGT (máxima central sindicalista francesa) “tenía la razón en no introducir demandas que no fueran las que exigían los trabajadores”. ¡Esto en medio de los trabajadores exigiendo con sus acciones un gobierno obrero y campesino!

Al separar arbitrariamente del Partido Comunista a los sindicatos dirigidos por los estalinistas mismos ?¿evidenciando esta movida el pensamiento más mecánico o un intento deliberado para encubrir a los estalinistas??, los pablistas declararon en su volante que, en cuanto al significado de la huelga y sus perspectivas se refiere, “este punto, según los sindicatos, era de segunda importancia. La crítica que se le debe hacer a este punto de vista no se refiere a la CGT, que es una organización sindicalista que ante todo debe actuar como tal, sino, en primer lugar y ante todo, a los partidos, cuyo papel debió haber sido mostrar el profundo significado político de este movimiento y su consecuencias”. (Volante: “A las organizaciones obreras y a los trabajadores de Renault”, 3 de Septiembre, 1953; firmado por Frank, Mestre y Privas).

Estas declaraciones muestran como se abandonó por completo todo lo que Trotsky nos enseñó acerca del papel y las responsabilidades de los sindicatos en la época de agonía mortal del capitalismo.

Luego el volante pablista “critica” al Partido Comunista francés porque “carece de una línea política”, por situarse simplemente “a nivel del movimiento sindicalista en vez de explicarle a los trabajadores que esta huelga era una importante etapa de la crisis de la sociedad francesa; el prólogo a una vasta lucha de clases en la que la cuestión del poder obrero se plantearía para salvar al país de las estafas del capitalismo y abrirle paso al socialismo”.

Si los trabajadores de Renault le hubieran creído a los pablistas, de lo único que fueron culpables los pérfidos burócratas estalinistas franceses fue de exhibir características sindicalistas, no que intencionalmente traicionaron la mayor huelga general en la historia de Francia.

Apenas se puede creer que Pablo aprobara la política de la dirigencia de la CGT, pero es un hecho ineludible que salta a la vista. En la mayor huelga general jamás vista en Francia, Pablo insípidamente caracteriza como “correcta” la versión francesa de la política burguesa de Gompers: mantener a los sindicatos fuera de la política. ¡Y esto en 1953!

Si es erróneo que la CGT plantee demandas políticas en línea con las necesidades objetivas, inclusive el establecimiento de un gobierno obrero y campesino, ¿por qué entonces el SWP le exige a los Gompers de hoy día, que dirigen el movimiento sindicalista de Estados Unidos, que organicen un Partido Laborista cuyo objetivo sería llevar a los obreros y campesinos al poder en los Estados Unidos?

La aprobación de Pablo, rutinaria y sin cuestionamientos, aparece todavía más extraña si recordamos que la dirigencia de la CGT sucede ser sumamente política. Al menor ademán del Kremlin, está dispuesta a embarcar a los trabajadores en la más descabellada aventura política. Recordemos, por ejemplo, su papel en los acontecimientos iniciados por las manifestaciones en contra de Ridway del año pasado. Estos dirigentes sindicalistas estalinistas no titubearon en llamar a huelgas para protestar el arresto de Duclos, uno de los líderes del Partido Comunista.

El hecho es que la dirigencia de la CGT reveló una vez más su gran carácter político en huelgas generales. Con toda la capacidad para la perfidia y la duplicidad que desarrollara durante años, intencionalmente intentó desviar a los trabajadores, sofocar su iniciativa e impedir que lograran sus demandas políticas. La traición de la dirigencia sindicalista estalinista fue un acto consciente. Y esta es la trayectoria de traiciones que Pablo llama “correcta”.

Pero ni siquiera esto completa la historia de los sucesos. Uno de los principales objetivos del volante pablista es lanzar acusaciones acérrimas contra los trotskistas franceses, quiénes se comportaron como verdaderos revolucionarios en la fábrica Renault durante la huelga. El volante nombra específicamente a dos camaradas que “fueron expulsados de la Cuarta Internacional y su sección francesa hace más de un año”. Declara que “este grupo ha sido expulsado por razones de indisciplina; y el camino que éste ha seguido, sobre todo durante el último movimiento huelguista, se opone a la que realmente el PCI (sección francesa de la Cuarta Internacional) defiende”. La alusión al “grupo” en realidad se refiere a la mayoría de la sección francesa de la Cuarta Internacional, que Pablo había expulsado arbitraria e injustamente. [6]

¿Ha el movimiento trotskista mundial alguna vez presenciado un escándalo semejante en que a militantes trotskistas oficialmente se les critica ferozmente ante los estalinistas y se ofrecen razones para justificar la abominable traición estalinista?

Hay que tomar en cuenta que la feroz crítica pablista de estos camaradas ante los estalinistas sigue los pasos de un veredicto emitido por un tribunal obrero que exonera a los trotskistas de la fábrica Renault de las calumnias que los estalinistas le lanzaron.

Los pablistas estadounidenses

En nuestra opinión, la prueba que ofrecen estos acontecimientos mundiales es suficiente para mostrar lo profunda que es la conciliación pablista con el estalinismo. Pero nos gustaría presentar para la inspección del movimiento trotskista internacional algunos hechos adicionales.

Durante más de un año y medio, el Socialist Workers Party ha estado luchando contra una tendencia revisionista encabezada por Cochran y Clark. La lucha contra esa tendencia ha sido una de las más severas en la historia de nuestro partido. En el fondo, se trataba de las mismas cuestiones fundamentales que nos dividieron del grupo de Schachtman y Burham y de Morrow y Goldman a principios y a finales de la Segunda Guerra Mundial. Es otro intento para revisar y abandonar nuestro programa básico: la perspectiva de la revolución en los Estados Unidos; el carácter y el papel del partido revolucionario y sus métodos de organización; y las perspectivas del movimiento trotskista mundial.

Durante el periodo de post-guerra, una poderosa burocracia se consolidó en el movimiento obrero de los Estados Unidos. Esta burocracia se apoya de una gran capa de obreros privilegiados y conservadores “ablandados” por las condiciones de prosperidad ocasionadas por la guerra. Esta nueva capa privilegiada fue reclutada, en gran medida, de las bases de aquellos sectores ex militantes de la clase obrera y de la misma generación que fundara la CIO.

La seguridad y estabilidad relativas de sus condiciones de vida han paralizado temporalmente la iniciativa y el espíritu de combate de aquellos trabajadores que antes estuvieron a la cabeza de todas las acciones militantes clasistas.

El cochranismo es la manifestación de las presión que ejerce esta nueva aristocracia obrera, con su ideología pequeñoburguesa, sobre la vanguardia proletaria. Los caprichos y propensiones de la capa de obreros pasivos y relativamente satisfechos actúan como poderoso mecanismo que transmite presiones ajenas a nuestro propio movimiento. La consigna de los cochranistas (“A la basura con el viejo trotskismo”) expresa ese sentimiento.

La tendencia cochranista considera que el poderoso potencial revolucionario de la clase obrera estadounidense es asunto de un lejano futuro. Acusan de “sectario” el análisis marxista que revela los procesos moleculares que forman los nuevos regimientos combatientes del proletariado estadounidense.

En la medida que existen tendencias progresistas en la clase obrera de los Estados Unidos, ellos sólo las ven en las bases o en las periferias del estalinismo y entre los políticos sindicalistas “sofisticados”. Al resto de la clase la consideran tan irremediablemente aletargada que sólo el impacto de la guerra atómica puede despertarla.

En pocas palabras, su postura revela que han perdido la confianza en toda perspectiva en cuanto a la revolución estadounidense se refiere y en el papel del partido revolucionario en general y del Socialist Workers Party en particular.

Las características del cochranismo

Como todas las secciones del movimiento internacional bien saben de sus duras y difíciles experiencias, existen presiones mucho mayores que la prosperidad creada por la guerra y la ola de reacción que se ha abalanzado sobre nosotros en los Estados Unidos. Pero el factor que sostiene a los cuadros bajo las circunstancias más difíciles es la convicción ardiente en lo correcto de la teoría de nuestro movimiento; que saben que ellos son los medios vivientes para llevar adelante la misión histórica de la clase obrera; que comprenden que en alguna medida u otra el destino de la humanidad depende de lo que ellos hagan; que firmemente creen que sean cual sean las circunstancias del momento, la línea principal de desarrollo histórico exige la creación de partidos leninistas de combate que resolverán la crisis de la humanidad a través de una revolución socialista victoriosa.

El cochranismo sustituye las perspectivas mundiales del trotskismo ortodoxo con el escepticismo, las improvisaciones teóricas y las especulaciones periodísticas. Esto es lo que ha hecho irreconciliable la lucha en el SWP, en el mismo sentido que la lucha contra la oposición pequeñoburguesa en 1939-40 fue irreconciliable.

Los cochranistas han mostrado las siguientes características en el transcurso de la lucha:

1. Una falta de respeto a las tradiciones y a la misión histórica del partido. Los cochranistas casi nunca pierden la oportunidad para denigrar, ridiculizar y predicar el desprecio a las tradiciones del trotskismo estadounidense durante sus 25 años.

2. Una tendencia a reemplazar la política principista marxista con combinaciones sin principios en contra del “régimen” del partido. La facción cochranista por ende consiste de un bloque de elementos contradictorios. Un grupo, centrado principalmente en Nueva York, favorece cierto tipo de táctica “de entrada” en el movimiento estalinista estadounidense.

Otro grupo, que consiste elementos sindicalistas tornados conservadores, se agrupa principalmente en Detroit y considera que hay poco provecho en virarse hacia los estalinistas. Basa su perspectiva revisionista en una sobrevaloración de la estabilidad y el poder duradero de la nueva burocracia laborista.

También se ven atraídos al cochranismo individuos que se han cansado, que ya no pueden ya soportar las presiones causadas por las presentes condiciones adversas y que buscan una justificación plausible para retirarse a la inactividad.

El cemento que une a este bloque sin principios es la hostilidad que tienen en común hacia el trotskismo ortodoxo.

3. Una tendencia a alejar al partido de lo que debe ser nuestro principal campo de lucha en Estados Unidos: los obreros en las industrias de fábrica en serie que todavía no se han despertado políticamente. Los cochranistas, en efecto, eliminaron el programa de lemas y demandas transicionales que el SWP ha usado para vincularse a estos obreros, y han sostenido que la mayoría, al continuar esta trayectoria, se adaptaba al retraso de los trabajadores.

4. Una fuerte creencia en que habría que descartar toda posibilidad de que la clase obrera estadounidense llegue a oponerse radicalmente al imperialismo estadounidense antes de la Tercera Guerra Mundial.

5. Una manera de teorizar burda y experimental acerca del estalinismo “izquierdista” que se reduce a una confianza extravagante en que los estalinistas “ya no pueden traicionar”; que el estalinismo posee un aspecto revolucionario que les facilita dirigir la revolución en los Estados Unidos durante cuyo proceso absorberían las “ideas” trotskistas y la revolución eventualmente “se corregiría a sí misma”.

6. Una adaptación al estalinismo ante los nuevos acontecimientos. Apoyan y defienden la conciliación con el estalinismo que aparece en la interpretación de Pablo acerca de la caída de Beria, así como también y las purgas que luego barrieron con la URSS. Repiten todos los argumentos pablistas que encubren el papel contrarrevolucionario del estalinismo en la gran sublevación de los obreros de Alemania Oriental y en la huelga general de Francia. Hasta han llegado a interpretar el giro del estalinismo estadounidense hacia el Partido Demócrata como una mera “oscilación derechista” dentro de una “vuelta hacia la izquierda”.

7. Un desprecio a las tradiciones leninistas en cuestiones de organización. Durante cierto tiempo intentaron poner en práctica un “gobierno doble” en el partido. Cuando una abrumadora mayoría del partido los rechazó en el Pleno de mayo de 1953, aceptaron por escrito obedecer el mandato de la mayoría y la línea política según la decisión del Pleno. Posteriormente rompieron con el acuerdo y reanudaron el sabotaje faccioso de las actividades del partido más febril e histéricamente que nunca.

El cochranismo, cuyas principales características hemos señalado más arriba, nunca fue más que una débil minoría en el partido. Nunca habría llegado a ser más de lo que fue —una expresión débil y enfermiza del pesimismo— si no hubiera sido por la ayuda y el estímulo que Pablo le brindó a espaldas de la dirigencia del partido.

El ánimo y apoyo secretos que Pablo les brindó fueron desenmascarados pronto después de nuestro Pleno de mayo, y desde ese entonces Pablo ha ido colaborando abiertamente con la facción revisionista de nuestro partido, inspirando su campaña para sabotear las finanzas del partido, trastornando las labores de éste y preparando la escisión.

La facción Pablo-Cochran finalmente concluyó esta trayectoria de deslealtad organizando un boicot contra la celebración del 25º aniversario del partido, que se realizó en Nueva York en conjunto con un mitin de despedida a la campaña para las elecciones municipales de la ciudad.

La acción traidora y rompehuelgas fue en efecto una manifestación organizada contra la lucha que el trotskismo estadounidense había llevado a cabo durante 25 años, y fue al mismo tiempo un acto que objetivamente ayudó a los estalinistas, quienes en 1928 habían expulsado al núcleo que inició el trotskismo estadounidense.

El boicot organizado en contra de este mitin fue, en efecto, una protesta contra la campaña del Socialist Workers Party en las elecciones municipales de Nueva York.

Todos los que participaron en esta acción traidora y anti partidista evidentemente consumaron la escisión que habían estado preparando durante mucho tiempo, y perdieron el derecho a ser militantes de nuestro partido.

El pleno del 25º aniversario del SWP formalmente hizo constar este hecho en sus actas, suspendió a los integrantes del Comité Nacional que organizaron el boicot, y declaró que todos los militantes de la facción Pablo-Cochran que participaron en esa acción traidora y rompehuelguista o que se negaron a repudiarla, de hecho se habían ubicado fuera de las bases del SWP.

Los métodos de la Comintern

La duplicidad de Pablo al presentarle una cara a la dirigencia del SWP mientras colaboraba secretamente con la tendencia revisionista de Cochran es un método totalmente ajeno a la tradición del trotskismo. Pero hay una tradición a la que sí pertenece: el estalinismo. Tales artimañas, de los cuales se vale el Kremlin, fueron decisivas en corromper la Comunista Internacional. Muchos tuvimos experiencias personales con todo esto durante el periodo entre 1923 y 1928.

La evidencia es ahora decisiva: esta forma de actuar no es una aberración aislada por parte de Pablo. Aparentemente sigue un patrón sistemático.

Por ejemplo, en una de las principales secciones europeas de la Cuarta Internacional, un destacado dirigente del partido recibió una orden de Pablo para que se condujera como persona “que defiende la línea y disciplina mayoritarias de la Cuarta Internacional, hasta que se celebre el Cuarto Congreso Mundial”. Además de este ultimátum, Pablo amenazó con represalias si no se obedecían sus órdenes.

La “mayoría” a la que Pablo se refiere es simplemente la modesta etiqueta con la que él se auto denomina y a la pequeña minoría hipnotizada por sus innovaciones revisionistas. La nueva línea de Pablo representa una violenta contradicción al programa básico del trotskismo. Recién comienza a debatirse en muchas partes del movimiento trotskista mundial. Puesto que ni una sola organización trotskista la ha apoyado, no constituye la línea oficial aprobada por la Cuarta Internacional.

Los primeros informes que hemos recibido muestran la indignación que ha provocado su intento arbitrario de imponerle a la organización mundial a la fuerza sus conceptos revisionistas, sin que haya debate o voto. Ya tenemos suficiente información para declarar que una mayoría aplastante de la Cuarta Internacional va a rechazar decididamente la línea de Pablo.

Que Pablo le exigiera autocráticamente a un dirigente de una de las secciones de la Cuarta Internacional que se abstuviera de criticar la línea política revisionista de Pablo ya es bastante dañino. Pero Pablo no se detuvo ahí. Mientras trataba de amordazar a ese dirigente e impedirle participar en un debate del cual la militancia podía aprender de su experiencia, conocimiento y perspicacia, Pablo procedió a intervenir organizativamente para concretar una facción revisionista minoritaria que entablara guerra contra la dirigencia de la sección.

Esta manera de proceder es típica de la asquerosa tradición de la Cominterm a medida que la influencia del estalinismo la llevaba a la degeneración. Si éste fuera el único problema, aún sería necesario luchar contra el pablismo hasta el final para salvar a la Cuarta Internacional de la corrupción interna.

Semejantes tácticas tienen un propósito evidente. Forman parte de la preparación para un golpe por parte de la minoría pablista. Valiéndose del control administrativo que Pablo ejerce, ésta espera imponerle a la Cuarta Internacional su línea revisionista y provocar escisiones y expulsiones donde quiera que se le resista.

El método organizacional estalinista empezó, como se ve ahora claramente, con el abuso bestial del control administrativo del cual Pablo se valió hace más de año y medio en su campaña perjudicial contra la mayoría de la sección francesa de la Cuarta Internacional.

Por orden del Secretariado Internacional, se le prohibió a la mayoría electa de la sección francesa ejercer sus derechos para conducir la labor política y propagandista del partido. Más bien, el Buró Político y la prensa fueron puestos bajo el control de una minoría a través de una “comisión paritaria”.

Incluso en aquel tiempo, nosotros nos encontramos en profundo desacuerdo con esta acción arbitraria por medio de la cual se usó a una minoría para derrocar arbitrariamente a una mayoría. Apenas no enteramos de eso, comunicamos nuestra protesta a Pablo. Sin embargo, tenemos que admitir que cometimos un error al no emprender una acción más vigorosa. Este error se debió a que no apreciábamos lo suficiente las verdaderas dificultades que estaban en juego. Pensábamos que las diferencias entre Pablo y la sección francesa eran tácticas, y esto nos llevó a apoyar a Pablo, a pesar de nuestra desconfianza en su manera de conducir el proceso organizacional, cuando, luego de meses de una revoltosa lucha fraccional, la mayoría fue expulsada.

Pero en el fondo, las diferencias eran de carácter programático. El hecho es que los camaradas franceses en la mayoría vieron lo que sucedía más claramente que nosotros. El 8vo Congreso de su partido declaró que “un grave peligro amenaza el futuro e incluso la existencia de la Cuarta Internacional…Conceptos revisionistas, producto de la cobardía y el impresionismo pequeñoburgués, han aparecido en la dirigencia. Las grandes flaquezas que todavía existen en la Cuarta Internacional, aislada de la existencia cotidiana de sus secciones, ha facilitado momentáneamente la iniciación de un sistema de administración personalista que se basa a sí mismo y a sus métodos antidemocráticos en el revisionismo del programa trotskista y el abandono del método marxista” (La Verité,18 de Setiembre, 1952).

Hay que analizar toda la situación francesa a raíz de los sucesos posteriores. El papel que la mayoría de la sección francesa jugó en la huelga general reciente mostró, de la manera más decisiva, que ésta sabía cómo defender los principios fundamentales del trotskismo ortodoxo. La sección francesa de la Cuarta Internacional fue injustamente expulsada. Los militantes de la mayoría francesa, agrupada en torno al periódico La Verité, son los verdaderos trotskistas de Francia, y el SWP los considera públicamente como tales.

Especialmente repugnante es la infame calumnia de Pablo en cuanto a la postura política de la sección china de la Cuarta Internacional. La facción pablista la ha pintado de “sectaria” y como “fugitiva de la revolución”.

Contrario a la impresión que la facción de Pablo ha creado deliberadamente, los trotskistas chinos actuaron como verdaderos representantes del proletariado chino. Así como Stalin escogió a toda una generación de bolcheviques leninistas en la URSS para ejecutarlos —de la misma manera en los Noskes y Scheidemanns señalaron a los Luxemburgs y Liebknechts de la Revolución de 1918 para ejecutarlos— el régimen de Mao los ha victimado. Pero la línea de Pablo de conciliación con el estalinismo lo llevará inexorablemente a tratar de darle un matiz color rosa al régimen maoísta y, a la misma vez, darle un matiz gris a la postura principista de nuestros camaradas chinos.

Lo que se debe hacer

En resumen: La brecha que separa al revisionismo pablista del trotskismo ortodoxo es tan profunda que no existe la menor posibilidad de un acuerdo político u organizacional. La facción de Pablo ha mostrado que no permitirá que se llegue a decisiones democráticas que verdaderamente reflejen la opinión de la mayoría. Exige que ésta se doblegue totalmente a su política criminal. Está decidida a eliminar de la Cuarta Internacional a todos los trotskistas ortodoxos; a amordazarlos y esposarles.

Han conspirado con inyectar su conciliación con el estalinismo gota a gota y, de la misma forma, deshacerse de aquellos que lleguen a reconocer lo que sucede y que plantean objeciones. Esa es la explicación de la extraña ambigüedad acerca de muchas de las formulaciones y evasiones diplomáticas de los pablistas.

Hasta ahora, la facción de Pablo ha tenido cierto éxito en sus maniobras maquiavélicas y carentes de principios. Pero se ha llegado al punto de cambio cualitativo. Las cuestiones políticas se han impuesto a las maniobras y la lucha ahora se ha convertido en un enfrentamiento final.

Si se nos permite darle un consejo a las secciones de la Cuarta Internacional desde la posición que hemos sido forzados a adoptar fuera de las bases, consideramos que ha llegado el momento de actuar resueltamente. Ha llegado el momento para la mayoría ortodoxa de la Cuarta Internacional reafirmar su voluntad contra la usurpación de autoridad por parte de Pablo.

Además, deberían proteger la administración de los asuntos de la Cuarta Internacional destituyendo a Pablo y a sus agentes de sus cargos y reemplazándolos con cuadros que han probado con sus acciones que saben como defender el trotskismo ortodoxo y mantener al movimiento en una trayectoria política y organizacional correcta.

Saludos trotskistas fraternales,

Comité Nacional del SWP.

El “asunto Arlete” en Portugal

El “asunto Arlete” en Portugal

El PC en apuros en las elecciones portuguesas

Extracto de Workers Vanguard No. 116, 2 de julio de 1976. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 11, diciembre 1982.

Lo que sí podría alterar el curso de los sucesos políticos en Portugal en forma drástica, es la construcción de un partido trotskista basado en un claro programa de independencia de clase, que rompa con todas las alas de la burguesía, inclusive con los demagógicos oficiales izquierdizantes. Gran parte del apoyo a Carvalho viene de obreros desilusionados con el apoyo abierto del Partido Socialista y la cobarde capitulación del Partido Comunista ante Eanes, detrás de cuyas gafas oscuras se discierne un monóculo. Un candidato que llamara a la ruptura con el colaboracionismo de clases del PS y del PCP, que rechaza toda confianza en el ejército capitalista, que aboga por la unificación de las comisiones obreras en una asamblea obrera nacional, señalaría el camino hacia la ruptura del círculo vicioso de la “democracia parlamentaria estabilizadora” versus el “poder popular” bajo dominio militar.

Durante el último año, las dos principales organizaciones supuestamente trotskistas en Portugal, ambas afiliadas con el mal llamado Secretariado “Unificado” de la IV Internacional (S.U.), han ido a la cola del PS y del PC. La LCI (Liga Comunista Internacionalista, aliada con la mayoría centrista del S.U. dirigida por Ernest Mandel) formó parte, en septiembre del año pasado, del “Frente Unido Revolucionario” (FUR) que respaldó al Quinto Gobierno frentepopulista de Vasco Gonçalves y que incluyó inicialmente al Partido Comunista. Al mismo tiempo, mientras el Partido Socialista lanzaba una movilización anticomunista reaccionaria, el PRT (Partido Revolucionario dos Trabalhadores, aliado con la minoría reformista del S.U. y, durante los últimos meses, específicamente con el PST [Partido Socialista de los Trabajadores] argentino) lanzó la consigna desvergonzada por un gobierno Soares.

En las elecciones presidenciales, sin embargo, al principio ni los comunistas ni los socialistas presentaron un candidato propio (la candidatura de Pato fue el resultado del fracaso del PCP en encontrar un general que pudiera apoyar). En consecuencia, a falta de alguien a quien podrían cazar, la LCI y el PRT decidieron presentar un candidato presidencial conjunto. Esto formó parte también de las interrumpidas discusiones de “unidad” entre los dos grupos simpatizantes del S.U.

La candidata elegida fue una tal Arlete Vieira da Silva, cuya foto fue publicada en volantes sobre el título: “Arlete, una mujer, una trabajadora, una revolucionaria”. Un esbozo biográfico proclamaba que ella había sido miembro del PCP durante 16 años y había sido arrestada cinco veces, siendo encarcelada por más de tres años durante una de ellas. Una nota publicada en el órgano internacional de S. U., lnprecor (27 de mayo de 1976), daba los detalles de su tortura (“las señales pueden todavía verse en sus muñecas rotas”). Luego de la caída de Caetano, decía, ella renunció del PCP en oposición a la colaboración de clases y el rompehuelguismo estalinista.

Tres semanas después del lanzamiento de la candidatura del PRT/LCI, sin embargo, y luego de que las 7.500 firmas necesarias para registrarla como candidata habían sido reunidas y en vísperas de la fecha límite para la registración, ambos grupos retiraron de repente su apoyo. ¿Qué pasó? Los lectores de Combate Socialista (2 de junio de 1976) del PRT no recibieron ninguna explicación salvo una nota en las páginas interiores bajo el título lacónico “¡Dejó de existir la única candidatura de independencia de clases!”. En ella la única respuesta a las muchas “interrogantes levantadas” por el repentino retiro de su apoyo, fue referir los lectores a “nuestros comunicados” sobre el tema, los cuales no eran reproducidos. “Arlete Vieira da Silva nos proporcionó datos sobre su pasado político que no correspondían a la verdad,” dice, “por lo tanto poniendo serias dudas sobre su idoneidad moral y política que un partido revolucionario debe exigir a fin de apoyar una candidatura clasista…”.

Unos días antes, la LCI había retirado su apoyo a “Arlete” declarando que ella “no tenía ni el pasado, ni las mínimas condiciones que le permitirían ser una defensora intransigente de un programa de unidad e independencia del movimiento obrero”. Poniendo la mayor parte de la culpa sobre el PRT (que la había nombrado también en las elecciones parlamentarias de abril), la LCI admitía avergonzadamente que sólo había investigado los antecedentes de su “candidato revolucionario” muy tardíamente, y tampoco dijo nada sobre lo que había encontrado (Luta Proletaria, 2 de junio de 1976).

La prensa burguesa fue más reveladora. Expresso (29 de mayo) informaba que se había enterado de fuentes en el PRT que sus averiguaciones no habían producido la más mínima evidencia de que su candidata hubiera sido arrestada nunca bajo cargos políticos. De hecho, el único juicio de Arlete Vieira da Silva se debía a la “falta de pago y desfalco de varios artículos electrodomésticos”! En Francia, el diario Rouge (30 de mayo), periódico de la Ligue Communiste Révolutionnaire (LCR), preguntaba en su titular si “Arlete” era una “¿Tergiversadora o provocadora?”

Con la información a nuestra disposición es imposible decidir si el “caso Ariete” fue, como sugieren la LCI y el PRT, una provocación estalinista. Cierto que el PCP no presentó sino hasta muy tarde aquella información en su poder concerniente al carácter dudoso de un ex miembro (cuyo esposo es, aparentemente, un militante del Partido Comunista), al mismo tiempo que propalaba rumores. Más aun, Cunhal y Cía. ya están, sin duda, tratando de usar el incidente para diseminar sus calumnias de siempre de que los trotskistas son agentes provocadores. Lo que sí demuestra el asunto, y en forma concluyente, sin embargo, es que en su seguidismo congénito tras los reformistas, los liquidadores pablistas demuestran una falta fundamental de seriedad política que los lleva a agarrar cualquier desconocido como candidato presidencial simplemente porque ella podía servir como maniobra publicitaria para atraer votos del Partido Comunista. Sus glándulas salivales son más desarrolladas que sus cerebros, y está muy claro que al presentar a Arlete Vieira da Silva como candidata en las elecciones, el PRT y la LCI no pensaron en absoluto en presentar una dirección seria a las masas trabajadoras….

Carta al CORCI y a la OCI

Carta al CORCI y a la OCI

[Traducido en Spartacist No. 4, mayo de 1977]

15 de enero de 1973

Comité de Organización por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional y Organización Comunista Internacionalista:

Estimados compañeros,

En la Tercera Conferencia Nacional de la Spartacist League/EE.UU., se llevó a cabo una discusión importante sobre el Comité de Organización por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (CORCI), partiendo de nuestras traducciones de los documentos fundamentales y las discusiones de su conferencia internacional de julio de 1972, publicados en la Correspondance Internationale de octubre de 1972. También hemos tomado en cuenta los informes de nuestros camaradas Sharpe y Foster sobre sus discusiones con el compañero De M. de la OCI el verano pasado.

Hemos prestado seria atención al CORCI porque anotamos que ha dado ciertos pasos que se dirigen hacia una salida del callejón en el cual se encontraban las relaciones entre la Spartacist League/EE.UU. y el Comité Internacional (CI) desde noviembre de 1962, y también hacia una resolución de la hostilidad aguda entre nosotros a partir de la Conferencia de Londres del CI celebrada en abril de 1966. Estamos de acuerdo con el objetivo declarado del CORCI de luchar sobre la base del programa de la Cuarta Internacional por la reconstrucción de un partido mundial democrático-centralista, y actualmente de proseguir este fin mediante una discusión política ordenada, en un boletín internacional de discusión, culminado en una conferencia internacional. Hacemos notar que en este sentido su conferencia de julio representó una ruptura con la práctica de bloques federativos perpetrada por el antiguo Comité Internacional, y abarcó una discusión seria y vigorosa, la cual hizo falta en la Tercera Conferencia del CI (Londres, 1966). Así que nos parece a primera vista que el CORCI posee una de las cualidades imprescindibles para la lucha por comprobar el auténtico programa trotskista, y por medir con dicho programa la práctica política, en el curso de su desarrollo, de los grupos nacionales participantes en la discusión. Por lo tanto, la SL/EE.UU. ha llegado a la conclusión de que nos incumbe, como parte de nuestro deber internacionalista, esforzarnos por participar en esta discusión.

Constamos que cumplimos plenamente con los requisitos formales para entrar en su proceso de discusión, conforme a la resolución “Sobre las tareas de la reconstrucción de la Cuarta Internacional”: es decir, “[declaramos nuestra] voluntad de luchar sobre la base del programa de la Cuarta Internacional para reconstruir el centro dirigente, reconociendo que éste aún no existe” (véase nuestra resolución del año 1963, “Hacia el renacimiento de la Cuarta Internacional” y documentos subsiguientes). Sólo estamos en condición de solicitar la participación en la discusión, en vez de adhesión al Comité de Organización, debido a diferencias programáticas con ciertas posiciones defendidas por los integrantes del Comité de Organización, en otros casos por falta de conocimiento o de claridad acerca de las mismas. Siendo que el Comité de Organización también se propone emprender la construcción de secciones nacionales de la Cuarta Internacional, la existencia de estas ambigüedades programáticas nos impide participar en tales actividades.

Es nuestra opinión que el propósito preliminar de una discusión, como la prevista por el Comité de Organización, debe ser la cristalización de una serie de consignas programáticas, específicas y decisivas, análogas a los puntos concretos, delimitando los principios marxistas revolucionarios, planteados por Trotsky en el período 1929-33 como base sobre la cual reunir las fuerzas dispersas, y políticamente diversas de los comunistas de la oposición.

Por lo tanto quisiéramos enumerar ciertos temas sobre los cuales nos parece que hay divergencias o ambigüedades centrales entre nuestras posiciones políticas y aquellas expresadas por el Comité de Organización o las que ha planteado la OCI. La importancia que concedemos a estas cuestiones se debe a que, de no ser resueltas, pondrían en peligro la cristalización de un movimiento trotskista mundial auténtico y disciplinado, tanto como su dirección. A nuestro entender actual, creemos que estos son temas que merecen una discusión detallada.

(1) Frente unido: Discrepamos de la concepción del “frente único estratégico” como lo utiliza la OCI y como se plantea en “Por la reconstrucción de la Cuarta Internacional” (sobre todo en la sección IX, “Lucha por el poder, frente único de clase, partidos revolucionarios”) en el número 545 de La Verité (octubre de 1969) y en la resolución política general del CORCI. Con respecto a la práctica de la OCI en Francia, nuestro criterio ha sido expresado en el número 11 de Workers Vanguard (septiembre de 1972). Creemos compartir la posición tomada por los primeros cuatro congresos de la Internacional Comunista de que el frente unido es esencialmente una táctica empleada por los revolucionarios para “poner las bases contra las cúpulas” en aquellas condiciones excepcionales y oportunidades decisivas en que el curso de la vida política proletaria se ha salido de sus cauces normales. El camarada Trotsky elaboró extensamente este concepto con respecto a la crisis alemana de 1929-33, así como en sus conversaciones con los dirigentes del SWP en 1940 sobre su táctica con respecto al Partido Comunista de los EE.UU.

El frente unido no es más que un medio, una táctica, por el cual el partido revolucionario, es decir su programa y autoridad, en tiempos de crisis puede movilizar y atraer a las masas (que en dicho momento se encuentran adheridas a otros partidos) por medio de demandas concretas para acciones conjuntas dirigidas a las organizaciones reformistas. Cualquier otra interpretación se basarla necesariamente, en una supuesta capacidad latente de vanguardia revolucionaria existente en los partidos reformistas o estalinistas – lo que constituye una proposición central del pablismo.

El objetivo del frente unido debe ser el enraizar del programa revolucionario al seno de las masas. De la misma manera, en los soviets – la expresión máxima del frente unido – la ascendencia del programa revolucionario es la condición para su conquista del poder. Cualquier tipo de fetichismo hacia la mera forma de los frentes unidos o soviets (igualmente hacia los sindicatos y comités de fábrica) significa abdicar como revolucionarios porque constituye, en el fondo, la liquidación del partido de vanguardia en la clase, al sustituir el papel del partido revolucionario por tales formas (¡y otra política!). Esto no es leninismo sino, en el mejor de los casos, una variante del luxemburgismo. Unos de los mayores logros de Lenin al contraponer la vanguardia revolucionaria a los reformistas, fue el superar la idea kautskyana del “partido de la clase en su conjunto”. Anteponer una formación de masas al partido de vanguardia sería regresar a la concepción kautskyana.

Cuando las fuerzas que se proclaman revolucionarias son cualitativamente débiles en comparación con los partidos reformistas o estalinistas de masas, es igualmente ilusorio, en circunstancias ordinarias, tanto el hacer llamados por la formación de un “frente unido” con las formaciones de gran tamaño, como reivindicar alianzas de tales fuerzas. (Cuando Trotsky exigió la formación de un frente unido entre el SPD y el KPD alemanes, creía que este último todavía tenía un potencial revolucionario.)

Ciertamente la táctica conveniente a un partido revolucionario desarrollado no puede ser mecánicamente transferida a una agrupación que carece cualitativamente de la capacidad de luchar por la dirección de la clase. Sin embargo, las diferencias en el modo de acción van en el sentido opuesto a las proyectadas por la OCI. En la medida que la tendencia revolucionaria se ve obligada a actuar como grupo de propaganda, tanto más deberá insistir en presentar su programa en su totalidad. Como señaló Trotsky, en primera instancia el bolchevismo descansa sobre cimientos de granito, y las maniobras pueden realizarse de manera principista solamente al basarse en dichos cimientos. El frente unido de la clase obrera es, por supuesto, la maniobra llevada a cabo en gran escala.

(2) El Partido Obrero Revolucionario (POR) boliviano: No creemos que la participación del POR en el Frente Revolucionario Antimperialista (FRA) salió de la nada. Estamos de acuerdo con la resolución de la OCI y del CORCI en el sentido de que el FRA – formado poco después del golpe de estado del general de derecha [Hugo] Banzer, e incorporando elementos de la “burguesía nacional” incluyendo al general Torres – es un frente popular y no la continuación de la Asamblea Popular, la cual pudo haber poseído los requisitos formales necesarios para ser un polo proletario soviético en oposición al régimen anterior del general de izquierda [José] Torres. A nuestro ver, lo mejor que puede decirse del POR durante el período del régimen de Torres es que subordinó el desarrollo del partido de vanguardia al de la Asamblea Popular; esto es, subordinó el programa revolucionario a una colección vacilante y mal definida de prejuicios políticos estalinistas y nacionalistas de izquierda. Dada esta carencia de revolucionarios, la Asamblea Popular se caracterizó necesaria y concretamente por su nudo de sumisión menchevique ante la “burguesía nacional”. Para mayor detalle véase el no. 3 de Workers Vanguard. Consideramos que la política anterior del POR, enérgicamente apoyada por el CORCI, es una expresión de la concepción errónea del “frente único estratégico”, y que demuestra la consecuente subordinación de la organización de vanguardia a una organización de masas, en este caso la Asamblea Popular. Los períodos prolongados de represión han limitado severamente nuestro contacto con y conocimiento del POR boliviano; no obstante, basándonos en los indicios disponibles, nos parece que ésta organización ha desempeñado un papel típicamente centrista por lo menos desde la oleada revolucionaria de 1952.

(3) Estalinismo: Hacemos notar que en el pasado la OCI ha tendido a igualar la lucha contra el imperialismo con aquella contra el estalinismo, por ejemplo en las consignas lanzadas en la conferencia celebrada en Essen en 1971. La resolución política general propuesta por la OCI y adoptada por el CORCI leva esta igualación un paso más lejos al negar el “carácter dual” de la burocracia estalinista, calificándola simplemente como “el organismo de la burguesía dentro del movimiento de la clase obrera.” Quizás la OCI ha llegado a esta fórmula errónea al extender, en forma simplista, la idea cierta y valiosa de que las luchas de clases de los obreros no están restringidas por la “Cortina de Hierro”.

Para nosotros, y creemos que también para Trotsky, la burocracia estalinista tiene un carácter contradictorio. Así, en 1939, concilió con Hitler socavando la defensa de la Unión Soviética. Pero a partir de 1941 luchó (pésimamente) contra la invasión hitleriana. Nuestra política durante la guerra fue, entonces, la defensa revolucionaria de la Unión Soviética, es decir luchar contra el invasor imperialista y derribar la burocracia mediante la revolución política – no siendo, en lo absoluto, la menor de las metas el derribar el terrible impedimento burocrático a esa lucha. En la guerra de Indochina, el papel de la burocracia de Hanói y nuestra actitud hacia ella, así como las tareas del proletariado vietnamita, son esencialmente las mismas.

En 1953, en la lucha fraccional al interior del SWP, la fracción mayoritaria de Cannon-Dobbs trató de defenderse contra la minoría pablista de Cochran-Clarke, asumiendo la posición (similar a la del CORCI) de que la burocracia estalinista era “contrarrevolucionaria de punto al cabo y hasta el meollo”. Como ésta es una posibilidad verdaderamente aplicable sólo a elementos restauracionistas capitalistas – en sus formas extremas, fascistas o agentes de la CIA – la mayoría del SWP se vio obligada a cometer una serie de errores políticos con el fin de mantener su posición; y de hecho, esta posición junto con la defensa por Cannon de un internacionalismo federativo representaron desviaciones del curso trotskista que ayudaron a minar la fibra revolucionaria del SWP.

En este aspecto, hacemos notar el análisis de Cuba aparecido en La Verité no. 557 (julio de 1972). La negativa de la OCI a sacar la conclusión de su análisis – hasta ese punto paralelo al nuestro – de que Cuba es, cualitativamente, un estado obrero deformado, indica un posible alejamiento de la teoría leninista del estado en favor de un concepción burguesa lineal análoga a un termómetro que simple y gradualmente pasa de “estado burgués” a “estado obrero” por medio de incrementos pequeños sin un cambio cualitativo. Tal metodología constituye uno de los pilares del pablismo. De acuerdo con esta concepción, es de suponer que el proceso inverso, de pasar de “estado obrero” a “burgués” mediante pequeños incrementos, sería asimismo posible. Trotsky denunció correctamente esta última idea como “desenrollar la película del reformismo al revés.” Hacemos notar, sin embargo, que la OCI parece ser inconsecuente en su caracterización del estado cubano; “Las tareas de la reconstrucción de la Cuarta Internacional” (en La Correspondance Internationale, junio de 1972, pág. 20) reclama “la defensa incondicional de la Unión Soviética, China, Cuba, las conquistas obreras de Europa Oriental, la guerra revolucionaria en Vietnam…”.

(4) Acerca de la juventud: Hacemos notar que la relación dé la OCI en la Alliance des Jeunes pour le Socialisme no tiene precedentes en la historia de la práctica leninista, y representa, de hecho, una capitulación al sentimiento pequeñoburgués de la “dualidad de vanguardias” en el medio estudiantil. Nos oponemos, también, al concepto anexo de una “Internacional Revolucionaria de la Juventud” no trotskista, propuesta en la conferencia de Essen en julio de 1971. El movimiento revolucionario de jóvenes debe ser programáticamente subordinado y organizativamente ligado (formalmente) al partido de vanguardia que engloba la experiencia histórica del proletariado. De otra manera, los militantes juveniles y estudiantiles jamás superarán el radicalismo pequeñoburgués que en momentos cruciales está en directa oposición a la vanguardia proletaria.

(5) Violencia y la línea de clase: Nos oponemos firmemente a la disposición de la OCI de usar el aparato estatal burgués – los tribunales – para resolver las disputas del movimiento de la clase obrera. Además la SL/EE.UU. se opone de manera inalterable al uso de la fuerza física para suprimir las opiniones de otras tendencias de la clase obrera, donde esto es la cuestión clave; por ejemplo, el impedimento físico por parte de la OCI de la distribución de panfletos de la IKD en la Conferencia de Essen de julio de 1971. No somos pacifistas, y reconocemos plenamente nuestro derecho de autodefensa, así como aquel de cualquier integrante de los movimientos socialista y obrero, para defender reuniones y manifestaciones ante asaltos físicos y proteger militantes individuales de ataques terroristas. Considerado en su conjunto, nuestro punto de vista se deriva de la proposición de que la máxima libertad en el intercambio de ideas al interior del movimiento obrero fortalece la posición de los revolucionarios y aumenta la posibilidad de acciones unidas de la clase. A la inversa, son los reformistas y estalinistas – “los tenientes laborales del capital” – quienes característicamente emplean la violencia y la victimización dentro del movimiento.

(6) El Comité Internacional: La resolución del CORCI, “Sobre las tareas de la reconstrucción de la Cuarta Internacional”, declara que a partir de 1966 la Socialist Labour League (SLL) “sigue el mismo camino tomado previamente por el SWP.” Pero luego, la resolución lamenta el “estallido del Comité Internacional causada por la SLL,” sobre la base de que la última ruptura “agrava la dispersión” que empezó en 1952. Nosotros consideramos que las formas organizativas deben corresponder a las realidades políticas. Nos opusimos firmemente a la ruptura con la SLL (“Comité Internacional”) en 1962 debido a su carácter aparentemente puramente organizativo. Sólo después de la aguda ruptura en la Conferencia de Londres en 1966, y especialmente en los años siguientes cuando la SLL acumuló una serie de divergencias políticas graves con nosotros, es que pudimos apreciar que el deseo de la SLL en 1962 de intentar un acercamiento al SWP (ante lo que estuvimos dispuestos a someternos, pero nunca a dar nuestra aprobación) era una expresión de una diferencia política fundamental.

La ruptura de la SLL con nosotros en 1962 fue, sin embargo, parte de una lucha real al interior del grupo norteamericano. La ruptura entre la SLL y la OCI ocurrida en 1971 parece haber sido la separación de socios de bloque, sin repercusiones evidentes al interior de ninguno de los dos grupos – y por tanto sin lucha, aún confusa.

En el fondo las diferentes apreciaciones sobre la escisión del Comité Internacional posiblemente reflejan la divergencia, lingüísticamente ligera pero no obstante real, entre las consignas “por la reconstrucción de la Cuarta Internacional” de la OCI y “por el renacimiento de la Cuarta Internacional” de la SL/EE.UU. Nuestra consigna implica la necesidad de pasar por un proceso fundamental; no es posible tan sólo encajar unos cuantos pedazos, picarlos un poco quizás, y con ellos reconstruir el edificio.

Como la SL/EE.UU. tiene diez años de experiencia con el Comité Internacional, no podemos simplemente abordar las discusiones del CORCI como si esta experiencia previa entre nosotros y principales elementos del CORCI, anteriormente integrantes del CI, no existiera. Por lo tanto debemos repasar la experiencia previa, en tanto que ella condiciona nuestro modo de abordar el CORCI.

Nuestras opiniones con respecto al desarrollo del Comité Internacional desde 1966 han sido expuestas enSpartacist no. 6 (junio-julio de 1966), que se refiere a la Conferencia de Londres de 1966 y a nuestra expulsión; en el artículo sobre la corriente Healy-Wohlforth en Spartacist no. 17-18 (agosto-septiembre de 1970); en Spartacistno. 20 (abril-mayo de 1971) que es un resumen de los acontecimientos políticos y organizativos desde 1966; y enWorkers Vanguard no. 3 (diciembre de 1971) referente a la ruptura entre la SLL y la OCI. Como notarán a partir de este material, protestamos la falta de centralismo democrático en el Comité Internacional desde la primera vez que nos dimos cuenta de ello en la Conferencia de Londres.

Nosotros creemos que una de las pruebas necesarias para auténticos revolucionarios es de mostrar la capacidad de autocrítica, incluso en forma despiadada. El “Comité Internacional” dominado por el SWP en el período 1954-63 y por la SLL durante 1963-71, siempre fue parcialmente ficticio y en parte la formalización de bloques de conveniencia por organizaciones esencialmente nacionales. Esto requiere ser explicado por aquellos que no están dispuestos a simplemente repetir su experiencia anterior. No basta pasar por sobre los últimos dieciocho años con la promesa de que de ahora en adelante las cosas se harán de manera diferente.

Fuimos expulsados definitivamente del conglomerado internacional healyista en 1966 en el momento mismo que, el CORCI señala como el principio del deslizamiento de la SLL. Creemos ver en eso una relación. Evidentemente como parte del intento de la OCI de permanecer en un bloque común con la SLL, y quizá en parte debido a ignorancia de nuestras verdaderas posiciones, en el decurso de los años la OCI ha imputado a la SL/EE.UU. una serie de posiciones. No sólo no sostenemos, ni hemos sostenido nunca estas posiciones, sino que más aún la mayoría de ellas son exactamente lo contrario de nuestro punto de vista real. Por ejemplo, la OCI declaró que nosotros creíamos en “la familia del trotskismo” aún, cuando en la Conferencia de Londres de 1966, nuestra delegación fue impresionada por lo acertado de la declaración de un representante de la OCI de que “no hay una familia del trotskismo”; nuestro portavoz citó esta observación en forma aprobatoria, como fue reportado enSpartacist no. 6 y varias otras veces desde entonces. En la “Declaración de la OCI” de 1967 con respecto al Comité Internacional, se hace repetida referencia a un “bloque VO-Robertson” y se sacó la conclusión general de que “la lucha contra Robertson está plenamente identificada con la lucha contra el pablismo. Sus posiciones se unen a las del SWP y el Secretariado Unificado cuando no son las de Pablo.” La OCI se disculpó en términos similares a la SLL por haber invitado a un observador de la SL/EE.UU. a la conferencia de Essen.

La SL/EE.UU se dió cuenta desde 1962 que la corriente que representa la OCI no debía ser igualada con la SLL, y luego de nuestra expulsión de la Conferencia de Londres hemos seguido notando la diferencia (por ejemplo en Spartacist no. 17-18, al discutir el intento de Healy de acercamiento al Secretariado Unificado, nos referimos al grupo Healy-Banda “y sus aliados franceses políticamente muy superiores pero internacionalmente inactivos, el grupo Lambert”). También nos enterábamos a través de fuentes privadas que por lo menos desde 1967 el grupo de Wohlforth había dirigido una vigorosa campaña interna para desacreditar a la OCI.

Nuestra caracterización de la OCI como políticamente superior a la SLL estuvo basada en una serie de posiciones políticas comunes de nuestras dos organizaciones que estaban en directa oposición con los puntos de vista de la SLL. Las polémicas recientes de la OCI contra la SLL (véase La Verité, no. 556) hacen notar la objeción por la OCI contra ciertas posiciones claves de la SLL a las que nosotros también nos habíamos opuesto: el uso deliberado por parte de la SLL de “la dialéctica” como mistificación para ocultar cuestiones políticas; el seguidismo crónico por la SLL al estalinismo en Vietnam; el entusiasmo de la SLL con respecto a los “guardias rojos” chinos; la idea de la SLL de una “revolución árabe” sin contenido de clase; la inescrupulosa tentativa de acercamiento al Secretariado Unificado-SWP que la SLL hizo en 1970. También consideramos importante la objeción de la OCI contra la posición de la SLL de que el revisionismo pablista no había destruido organizativamente la Cuarta Internacional. La posición de la OCI en este aspecto parece corresponder a la opinión que hemos sostenido en forma consistente y sobre lo que insistimos en la Conferencia de Londres de 1966.

Además, siempre hemos sostenido una actitud muy seria hacia la OCI, no debido a su tamaño, sino debido a sus cuadros experimentados y su continuidad en el movimiento mundial. En esta carta nos hemos centrado en las supuestas diferencias entre nosotros y la OCI, pero los puntos fuertes de la OCI también se han reflejado en posiciones políticas específicas, de algunas de las cuales hemos aprendido – por ejemplo la insistencia de la OCI con respecto a la unidad fundamental de clase en toda Europa a pesar de la “Cortina de Hierro”. Otras posiciones, como hemos mencionado arriba, han sido desarrolladas de forma independiente pero paralela. Sobre todo respetamos a la OCI por su intento firme de dar vida a su internacionalismo.

Es por eso que esperamos pacientemente cuando no teníamos otra opción con respecto a la OCI, y en cuanto hemos tenido la oportunidad hemos buscado la discusión en forma persistente. Pensamos sobre todo en la OCI cuando, en la conclusión de nuestra declaración después de ser excluidos de la Conferencia de Londres de 1966, declaramos: “Si los camaradas siguen con la intención de excluirnos de esta conferencia, pedimos sólo lo que hemos pedido anteriormente – estudien nuestros documentos, incluyendo nuestra proyecto de trabajo en los EE.UU. presentado ante ustedes ahora, así como nuestro trabajo en los meses y años por venir. Nosotros haremos lo mismo, y una unificación de las fuerzas trotskistas apropiadas será lograda, a pesar de este trágico revés.”

Recientemente, en el documento “Sobre las tareas de la reconstrucción de la Cuarta Internacional” (cuya introducción en la edición en inglés declara ser “central a la discusión internacional”), la OCI caracterizó a la SL de la Conferencia de 1966 como “centrista” o “centrista-sectaria”. Así que en lugar de seguir nuestros documentos y trabajo actual como pedimos en 1966, la OCI ha seguido repitiendo la avalancha de falsedades producida por la SLL con el fin de acabarnos políticamente. A la luz de los puntos anteriores, el momento actual nos parece muy apropiado a que la OCI junto con el CORCI procedan a un estudio detallado de la política de la SL.

No esperamos y no tendríamos confianza en un simple revocamiento del juicio sobre la SL/EE.UU. por parte de la OCI. Las apreciaciones acerca de la SL/EE.UU. por los grupos componentes del CORCI deben guiarse por dos consideraciones. La primera trata de las cuestiones programáticas y políticas de carácter general que ya hemos abordado. Naturalmente creemos tener la razón con respecto a ellas, pero debido a que nuestras posiciones han sido elaboradas en el marco del movimiento trotskista norteamericano (y durante un período de aislamiento nacional forzado), debemos admitir que ellos pueden ser parciales y, esto en formas que necesariamente desconocemos en el momento actual. Como fue declarado en el principal informe político a nuestra reciente Conferencia Nacional: “La SL/EE.UU. requiere urgentemente la subordinación disciplinada a una dirección internacional que no esté sujeta a las presiones deformadoras de nuestra situación nacional particular” (véaseWorkers Vanguard no. 15, enero de 1973). Fue con este espíritu que publicamos nuestro artículo “Génesis del pablismo” (Cuadernos Marxistas no. 1) que contenía esencialmente la totalidad de nuestra comprehensión actual del pablismo.

La otra cuestión – de carácter subordinado pero de gran importancia dentro del marco del acuerdo programático fundamental, y que podría contribuir a alcanzar dicho acuerdo – es el problema de la comprehensión por parte de los camaradas al nivel internacional de la realidad concreta del movimiento socialista en los EE.UU. en el contexto del desarrollo del movimiento laboral norteamericano y de la configuración específica de las relaciones de clases en este país. Hay una remarcable falta de correspondencia entre las divisiones existentes en el seno de los movimientos ostensiblemente marxistas en Europa y Norteamérica, de manera que todo intento de superponer los grupos europeos sobre grupos norteamericanos “similares” es inapropiado. La estadía de seis meses en Francia del camarada Sharpe fue extremadamente útil para aclararnos este punto. Ayudaría muchísimo al proceso de esclarecimiento si, por ejemplo, un representante de la OCI viniera a este país por un tiempo prolongado, para examinar, por ejemplo, no sólo a la SL/EE.UU. en su trabajo concreto, sino también corrientes tales como la del “Vanguard Newsletter” de Turner-Fender, que parece ser formalmente la más cerca a la OCI; como los International Socialists que consideran a Lutte Ouvriere como sus amigos más próximos en Francia, pero que incluyen en sus filas simpatizantes de la OCI; y el resto de las tendencias dentro del movimiento radical norteamericano. Además, sería necesario examinar los sindicatos tal como se han desarrollado aquí, en las oficinas sindicales así como en los piquetes de huelga. En un sentido más amplio, deberían investigarse las universidades características y la realidad de la Asociación Nacional Estudiantil.

Tomamos nuestro compromiso como internacionalistas en forma muy seria, como condición para nuestra supervivencia como revolucionarios marxistas; y con esto no entendemos los pactos diplomáticos de no-agresión con grupos en otros países, ni la exportación a la Healy de serviles grupos que no son más que pequeños transplantes de la SLL. Como un resultado de lo que para nosotros representa un precipitado crecimiento doméstico, estamos adquiriendo por primera vez los recursos humanos y materiales para llevar a cabo nuestras obligaciones internacionales en forma sostenida.

Es en el contexto de la necesidad por una internacional disciplinada, y nuestro compromiso firme de luchar con el fin de obtener el acuerdo programático que es la única base posible para dicha internacional, que queremos participar en la discusión iniciada por el CORCI.

Adjuntamos a la presente copias de todos los documentos a los que hacemos referencia en esta carta. De ser aceptados en la discusión organizada por el CORCI, con el fin de familiarizar a los camaradas al nivel internacional con nuestras posiciones, nosotros desearíamos entregar tres documentos para la discusión: (1) esta carta, (2) las observaciones de nuestra delegación a la Conferencia de Londres de 1966, y (3) nuestra declaración de principios.

Fraternalmente,

Buró Político de la Spartacist League/EE.UU.

CC.: Spartacist League/Australia-Nova Zelandia

Leon Trotsky, el posadismo y ‘Espartaco’

Leon Trotsky, el posadismo y ‘Espartaco’

La Liga Spartacist refuta los ataques histéricos de J. Posadas hechos en ‘Frente Obrero’ y aprovecha otra oportunidad para mostrar la esencia revisionista del posadismo en Latinoamérica.

[Esto fue publicado originalmente como un boletín especial en español de Espartaco de la Spartacist League en agosto de 1967. Las notas constan en el final del documento.]

ESPARTACO Y POSADAS

Criticamos hace algunos meses la línea ultimista que seguían Posadas y su grupo en el MR-13 guatemalteco (ver “El MR-13 y el criticismo histérico-marxista” en Espartaco de diciembre 1966, vol. 1, no. 2, y “Posadas in the MR-13” en Spartacist de enero-febrero 1967, no. 9). Los eventos que culminaron con la expulsión de los camaradas posadistas del MR-13, en abril de 1966, comprobaron una vez más que las tareas de los marxistas-leninistas latinoamericanos pueden ser desarrolladas sólo si arraigados firmemente en la clase obrera latinoamericana y no en aventuras guerrilleristas y populistas.

Pero el revisionista Posadas no halló manera de concordar con esto. Es más, nuestros criticismos le enfurecieron tanto que se vio forzado a lanzar excremento encima de excremento sobre la teoría revolucionaria con el fin de desviar nuestros criticismos (ver Frente Obrero de marzo 2, 1967). Dicha reacción no hizo sino resaltar más el carácter oportunista de Posadas. A nuestros puntos específicos contestó con calumnias de lo más bajas y absurdas (como lo de “agente imperialista”) y a nuestros puntos teóricos generales contestó con un vulgar revisionismo que hacía resaltar la irremediable alienación del posadismo con respecto a Marx, Engels, Lenin y Trotsky. No hubo punto del marxismo que Posadas no haya atacado: el concepto del partido obrero, el Programa de Transición, la necesidad del socialismo (al que substituye con “guerra atómica inevitable”), el análisis sobre la ideología pequeñoburguesa del campesinado (al que considera “base social” del proletariado), la necesidad de la vanguardia leninista (a la que intercambia con direcciones  “centristas”) y la teoría de la revolución permanente (a la que confunde con lo de “masas en ascenso”). Se hace necesario, entonces, reafirmar los principios del marxismo, atacados frontalmente por Posadas, y a la vez, desenmascarar los revisionismos posadistas que, al tildarse falsamente “trotskistas”, obstaculizan el desarrollo del trotskismo en ciertos países de América Latina.

El trotskismo latinoamericano no tiene ningún futuro si no se libra de todos los agregados revisionistas que ―a través de años― se han depositado descaradamente sobre la teoría revolucionaria. Tan crítica es la situación que una “vuelta” al “¿Qué Hacer?” de Lenin sería uno de los primeros pasos de cualquier grupo de marxistas serios en América Latina. Pero para siquiera levantar un pie para dar tal paso, es necesario empezar a machacar, con el tacón, el revisionismo con todas sus caras: castrismo, guevarismo, maoísmo, estalinismo y posadismo.

EL POSADISMO Y LA AUTOLIQUIDACIÓN

La principal concepción posadista es la de disolver su organización en otras, usualmente también pequeñoburguesas. [1] Claro que este resultado “práctico” ultimista no es ensalzado teóricamente por Posadas. En sus escritos, Posadas usualmente se limita a elogiar movimientos pequeñoburgueses de todo tipo (como el MR-13, el peronismo, el brizolismo, etc.), diciendo que dichas organizaciones “son influidas por la Revolución Mundial”. Sin embargo, las entradas de lleno en dichas organizaciones se efectúan calladamente cuando surge la oportunidad. Al mismo tiempo que implícitamente Posadas desea frentes populares con la pequeñoburguesía, él insiste burocráticamente sobre la necesidad de su partido: irónicamente, el lema de la publicación posadista Red Flag es: “Sin el partido, no somos nada. Con el partido, somos todo.” Este centrismo, que confunde a sus cuadros, contiene tensiones oportunistas que buscarán soltarse en los momentos más cruciales de la lucha de clases. No es posible insistir sobre la necesidad del partido y al mismo tiempo rendir homenaje a cualquier mercachifle que aparece a la vuelta de la esquina llamándose “socialista” y “revolucionario”. Posadas no considera el partido leninista comoindispensable, sino como algo “útil” o que “no está mal” si se lo tiene, pero no como la piedra angular de la organización proletaria. [2]

Claro que el posadismo no es el único revisionismo del trotskismo que trata de disolverse dentro de organizacionesque no tienen nada de proletarias. La Liga Obrera Marxista mexicana (LOM), inspirada por el pabloísta “Secretariado Unificado”, ha pedido permiso a la burocracia cubana para “entrar” como buena sirviente en la OLAS. [3] El pabloísmo parece llevar en su sangre ―que es 100% pequeñoburguesa― la necesidad irresistible e intrínseca de entregarse cuerpo y “alma” a pequeñoburgueses “más fuertes” (y qué mejor si son gobernantes) como Perón, Cárdenas, Brizola, Nasser, Castro, Mao, etc., con la intención de hallar al fin descanso a su propia postración política.

En Ceilán, esta necesidad irresistible, patológica, de la pequeño burguesía pabloísta, fue satisfecha en los brazos del partido burgués Sri Lanka, entonces al timón del gobierno. El partido “trotskista” Lanka Sama Samaja, fruto del pabloísmo y su política entreguista, entró en 1964 en coalición con dicho gobierno, traicionando así los intereses de los obreros y campesinos cingaleses. El mismo Pablo entró de oficial en el gobierno nacionalista de Ben Bella en Argelia. Acerca de Guatemala, ya hemos discutido el rol oportunista de Posadas en el MR-13 (ver Spartacist No. 9, enero-febrero 1967). Ahí decimos: “El rol de la Internacional [de Posadas] dentro del MR-13 demuestra innegablemente que Posadas y sus seguidores abandonaron la clase obrera guatemalteca ―al proletariado urbano y los trabajadores de las plantaciones bananeras― a cambio de un nicho pasajero en los altos Círculos del MR-13. Esta acción, además de fracasar en desarrollar la conciencia revolucionaria de los obreros guatemaltecos al mismo tiempo que descartaba la necesidad que tiene dicho proletariado de un partido, aisló el Buró de Posadas, transformándolo en poco más que una estéril secta con tendencias populistas.”

En Posadas esta desmedida tendencia a la autoliquidación se centraliza en el maoísmo. Así, nos dice en Revista Marxista Latinoamericana, No. 11-12: “Si hoy los chinos organizaran una Internacional Comunista de Masas, nosotros estaríamos ahí como fracción. Ingresaríamos inmediatamente, y entrando sin condiciones pero con el derecho de poder, dentro de la Internacional Comunista de Masas, discutir como tendencia revolucionaria de la IV Internacional. ¡Entramos!” He aquí al trotskismo considerado como “tendencia” del estalinismo chino. “Discutir” es lo único que pide el claudicante oportunista, nada más. Quién no tiene convicción de sus propias fuerzas, de su programa y de su misión independiente en la historia, buscará otras fuerzas sociales, usualmente opuestas al programa que dice defender, para que le “hagan” el trabajo. [4]

Las derrotas del proletariado mundial, a manos del estalinismo, son bien conocidas. El maoísmo, como el mismo Mao afirma, es otra variedad (“agraria”) del estalinismo. Ya que el maoísmo fue y es una respuesta de la pequeñoburguesía “radicalizada” y chovinista a las presiones periódicas que creaba el imperialismo sobre ciertos estratos nacionalistas de China, es de esperar que el maoísmo hallará siempre maneras de arreglárselas con el imperialismo. La actitud de Mao no puede ser sino puramente impresionista, y depende su hostilidad al imperialismo del grado de hostilidad que éste le presente. No es, por tanto, una política internacionalista sino oportunista, defensiva en el sentido más obtuso. La burocracia china es políticamente responsable de la horrible matanza ocurrida contra el PKI indonesio, partido pro-chino que pagó con la sangre de cientos de miles de obreros y campesinos la traidora política coalicionista de Mao, Aidit y Sukarno. [5] Internamente, son los obreros y campesinos chinos los que sufren la ineptitud burocrática del cesarismo maoísta. En la presente “revolución cultural”, los obreros de Cantón y Shangai y campesinos de Sinkiang han sido brutalmente aplastados por el ejército de Mao. Recientemente, obreros industriales de Wuhan han chocado con los guardias rojos y el ejército, lanzándose a huelgas. El hecho que Mao les ataque demuestra la hostilidad y terror del burócrata contra los obreros, a la vez que refleja la profunda insatisfacción, todavía inconsciente, de los obreros para con la ineptitud social de la burocracia.

Posadas, es verdad, no “olvida” que Mao asesinó a miles de trotskistas; el jefe posadista no deja pasar oportunidad para derramar lágrimas de caimán. Pero al mismo tiempo expresa absoluta devoción al Bonaparte chino: “revolucionario honrado” lo llama en Época de octubre 28 de 1966. ¿Acaso tomará en cuenta Posadas que el pasado mayo, en una circular titulada “Un gran documento histórico”, publicada en Pekín, toda la vieja guardia bolchevique (Trotsky, Bujarin, Zinóviev, Kaménev, etc.) es rabiosamente atacada, y la “revolución cultural” es comparada a las purgas estalinistas de 1936-38 que masacraron a toda la vieja guardia? [6]

El poder obrero en China, al igual que el partido independiente trotskista, es algo que no le da ni frío ni calor a Posadas. En Época de octubre 29,1966, declara: “Eso es correcto [¡los dazibao!] y lo apoyamos. Es ingenuo, reiteramos, porque todavía no es la expresión de lo mejor que puede hacerse. Es preferible [¡!?] el control obrero directo.” (Subrayado nuestro.) Leed de nuevo lo que nos dice: “Es preferible.” Eso y nada más. Así, es “preferible” tener control obrero “directo”, pero si no se puede… lástima. “Después de todo, qué más da.” Entonces, que venga lo que es un “poquito” inferior: control obrero “indirecto”, o sea, los dazibao y los Mao Tse-tung y los Lin Biao. Más bien, dejemos que la pequeñoburguesía empuje a los obreros, dejemos que la burocracia cesarista “exprese” los deseos de las “torpes” masas obreras, incapaces de obtener control obrero “directamente”, por sus propios medios. Posadas comete el mismo crimen que los maoístas “oficiales”: capitulan al “jefe”, al “líder todopoderoso” que es el que despóticamente señala ―desde arriba― lo que las masas deben de hacer, ya sea besar las estatuas y los calcetines del “líder” o lanzarse a las calles al grito ―muy controlado por los burócratas― de “revolución cultural”.

Si es que debido a diferentes factores de las relaciones internacionales entre la burocracia china, la rusa y el imperialismo yanqui, Mao y los suyos (o cualquier ala de la burocracia) deciden consolidar una “internacional” sin duda alguna ésta será usada para extender y asegurar posiciones “jugosas” para la burocracia china a cambio de aquellas secciones de las masas de otros países que entren en dicha organización internacional. Las traiciones de la III Internacional en Alemania, Francia, China, etc., sólo hallarían de esta manera su vínculo maoísta en la cadena de las derrotas del proletariado internacional. Cualquier organización internacional controlada por las burocracias estalinistas (el actual PSP de Castro no es excepción) será simplemente un vil instrumento estupefaciente contra las masas. Sin duda, las burocracias siempre hallarán colecciones enteras de falsarios y tenderos de la revolución en todos los países. A través de ellos (y del dinero que reciben) las masas revolucionarias podrán ser “excitadas” o no según convenga a los intereses diplomáticos nacionalistas de Moscú, Pekín y La Habana. En lo que respecta a China, su prácticamente insuficiente ayuda a Norvietnam contra el imperialismo yanqui y los ríos infestados de cadáveres decapitados de comunistas del PKI indonesio son la mejor expresión de su capacidad “internacionalista”. Trotsky, que jamás dejó de basar su política en los intereses históricos del proletariado internacional, dijo una vez: “Nosotros no somos un partido del gobierno. Somos el partido de la oposición irreconciliable.” [7]

Lenin y Trotsky no dejaron nunca de repetir el principio marxista que dice que en los países coloniales y semicoloniales es el proletariado la única clase que puede tomar exitosamente la responsabilidad de la independencia nacional sin parar de ahí a la revolución socialista. Es decir, una revolución ininterrumpida que se extiende genuinamente en la arena internacional después de haber alcanzado la independencia nacional con elproletariado ya a la cabeza de las masas revolucionarias. El posadismo ha falsificado este principio marxista y cree que cualquier oportunista (aunque “honrado”) puede substituir a la clase obrera en la revolución. Tal aberración ha ocurrido, pero lo que ha resultado en China y Cuba no es el socialismo. Son estados obreros profundamente deformados y limitados nacionalmente por castas reaccionarias y bonapartistas que tratan de convivir con el imperialismo a la vez que creen posible desarrollar el socialismo en un solo país. Huelga decir que esta utopía reaccionaria es absolutamente imposible de realizar en nuestra etapa del imperialismo agónico que todo lo cubre económicamente y todo lo amenaza constantemente. China y Cuba, por ejemplo, avanzarán sólo si sus proletariados despedazan totalmente a todas las alas de la burocracia, tomando el poder político de sus estados, y si la revolución se extiende en la arena internacional. “Aconsejar” a las burocracias china y cubana, vicio posadista, sólo coloca al posadismo en el ala “izquierda” de dichas burocracias pero no ayuda ―más bien entorpece― las tareas independientes del proletariado en esos países.

El futuro autoliquidador del posadismo se encuentra desde hace tiempo grabado en la pared. Para leer tal mensaje, no hace falta consultar a un Daniel. Basta leer los escritos de Posadas.

EL POSADISMO Y EL PARTIDO OBRERO

Debido a que no entiende la importancia histórica de la intervención del partido trotskista para luchar y expresar los intereses políticos y revolucionarios del proletariado, Posadas confunde la cuestión del partido obrero con la del propio partido trotskista: “Por eso esta gente [Spartacist] deja de aplicar a Trotsky en los Estados Unidos, que propuso, que analizó, demostró la necesidad del Partido Obrero Basado en los Sindicatos. Hoy sigue siendo válida esta necesidad, pero este grupo Spartacist ignora, como el SWP, el padre de este grupo lo ignoraba. [8] Y seguidamente, Posadas nos dice: “[Hay que unir la lucha] por la escala móvil de salario y escala móvil de horas de trabajo; por la jornada semanal de 40 y 36 horas de trabajo, que es generalizar las conquistas de los obreros gráficos por 36 horas de trabajo.” Posadas no sabe que la actual demanda, adoptada por la Liga Spartacist, es de30 horas de trabajo que sean pagadas por los capitalistas como si fuesen 40. [9] Pero la pedantería de Posadas no se limita a exhibir su ignorancia (¡40 Y 36 horas!) sino que se atreve a decir lo siguiente: “Hay que hacer una campaña por el Partido Obrero Basado en los Sindicatos explicando que se deben designar direcciones, grupos, delegados de los sindicatos para organizar las bases de este partido, discutir en el seno del movimiento obrero.” [10]

Pues bien, todo a su tiempo. Explicaremos con paciencia a Posadas que Trotsky jamás dijo que la necesidad del partido obrero era una tarea central. Tarea central era y es preparar el partido trotskista, la vanguardia leninista, que no es lo mismo, que no puede ser nunca lo mismo, que el partido obrero salido de los sindicatos. Trotsky consideraba que nuestra intervención dentro de tal partido se basaría en que éste sería una “arena en la cual actuaremos como un partido comunista absolutamente independiente.” [11] Pero Posadas confunde aquí esto y reduce la táctica de entrada en tal partido a la categoría de “tarea central”. No es eso sólo un dogmatismo propio de un cretino que no sabe pensar, sino de un cretino que falsifica lo que sabe leer. Leamos lo que decía Trotsky acerca del partido obrero: “Un largo período de confusión en la Comintern llevó a muchos a olvidar el muy simple pero absolutamente irrevocable principio que dice que un marxista, un revolucionario proletario, no puede presentarse ante la clase obrera con dos estandartes. Él no puede decir en una reunión de obreros: Tengo boletos para un partido de primera clase y otros boletos más baratos para los estúpidos. Si soy un comunista debo luchar por el partido comunista.” Y ante la posibilidad de la creación de un partido obrero al estilo del Partido Laborista británico, Trotsky advirtió: “Alguien puede afirmar que en las condiciones estadunidenses un ‘partido obrero’ en el sentido británico [o sea, basado en los sindicatos] sería un paso progresista. Al reconocerlo y enunciarlo así nosotros, ayudaríamos, aunque indirectamente, a establecer tal partido. Pero aquélla es precisamente la razón por la que yo no asumiré jamás la responsabilidad de afirmar, abstracta y dogmáticamente, que la creación de ‘un partido obrero’ sería un ‘paso progresista’ aun en los EE.UU., debido a que yo no sé en qué circunstancias, bajo qué dirección y con qué propósitos sería creado ese partido. Me parece más probable que especialmente en los Estados Unidos, donde no existe ninguna tradición importante de acción política independiente de la clase obrera (como, por ejemplo el Cartismo en Inglaterra) y donde la burocracia de los sindicatos es más reaccionaria y corrompida que la británica durante la plenitud del imperio británico, la creación de un ‘partido obrero’ en los Estados Unidos sería causada sólo por una poderosa presión revolucionaria de las masas obreras y por la creciente amenaza del comunismo. Es absolutamente claro que bajo estas condiciones el partido obrero significaría no un paso progresista sino que significaría un obstáculo para la evolución progresista de la clase obrera.” [12]

Cuando Trotsky hablaba acerca de la formación de un partido obrero se refería específicamente a las condiciones objetivas y concretas de la lucha de clases en este país. Es decir, no transformaba este argumento en un fetiche, cosa que a Posadas le encanta hacer. Trotsky, en 1938, sostenía que debido a que en ese momento el partido de los trotskistas norteamericanos (el SWP) era muy pequeño a la vez que enfrentaba grandes convulsiones económicas de las masas, era necesario llamar a la formación de un partido obrero independiente salido de los sindicatos, con el fin de ayudar a las masas a liberarse de los dos partidos burgueses y del reformismo de la aristocracia laborista. Esta sigue siendo una demanda táctica que nos permitiría agitar en favor de nuestroprograma y nuestro partido. “El primero [slogan] por el partido obrero independiente, prepara la arena para nuestro partido. El primer slogan prepara y ayuda a los obreros a avanzar y prepara el camino para nuestro partido. Este es el sentido de nuestro slogan.” [13]

Es obvio para cualquiera que lo que Posadas pide es disolución de nuestras fuerzas dentro de su fetiche sindicalista, al servicio de la burocracia. La lucha contra la burocracia laborista es olvidada por Posadas. Para el, lo práctico sería entrar a formar parte de la burocracia para dizque “empujar” a los burócratas que son oportunamente llamados solo “centristas” por Posadas. [14] La perspectiva de tomar poder estatal requiere precisamente que la burocracia laborista sea echa a un lado y que los obreros se liberen totalmente de su influencia. Presintiendo que nace un tonto cada instante, Trotsky aclaró terminantemente: “La disolución de nuestra organización está absolutamente excluida. De manera absoluta aclaramos que tenemos nuestra organización, nuestra prensa, etc., etc.” [15]

EL POSADISMO Y LOS ESTADOS OBREROS DEFORMADOS

El posadismo no pudo comprender los desarrollos ocurridos en la Europa Oriental a raíz de la II Guerra Mundial. Para Posadas, los estados obreros deformados creados en esa región “demostraban” que la burocracia estalinista podía ser revolucionaria “pese” a su carácter social claudicante y pequeñoburgués. Es decir, Posadas abandonaba de esta manera un análisis marxista y sucumbía ante un impresionismo revisionista, pasivo, que no podía sino terminar desarrollando en el entreguismo hacia los burócratas estalinistas de Pekín, Moscú y La Habana.

Para los marxistas, los desarrollos de Polonia, Checoslovaquia, Hungría, etc., tuvieron y tienen un carácter dual que a la larga sólo puede ser un “impasse” reaccionario si es que el proletariado de esos países, y el de Rusia, no derrocan a las burocracias estalinistas y toman el poder por cuenta propia en todo el bloque soviético. No es posible olvidar que aunque Stalin eliminó parcialmente a las tremendamente debilitadas burguesías de esos países, lo hizo de manera puramente burocrática y defensiva contra el imperialismo que en ese entonces ocupaba Europa occidental. Aún más importante es el hecho innegable que el verdugo termidoriano masacró por completo en esos países a las vanguardias proletarias que podían haber tomado el poder de los años cruciales de 1944-49. Por tanto, aunque el estalinismo destruyó la influencia capitalista en esos países, también destruyó a las únicas fuerzas subjetivas que, históricamente, podían avanzar y hacer uso consistente y revolucionario de lo que estaba haciendo deforme y disgregadamente la burocracia.

Sin la intervención consciente del proletariado y su vanguardia, todo lo que la burocracia haga se vuelve en la última instancia definitivamente reaccionario. Las dislocaciones económicas de Yugoslavia, la falsa “revolución” cultural maoísta y las reformas libermanescas dentro del bloque soviético son serios síntomas de lo que la burocracia seguirá haciendo mientras el proletariado de esos países no se vuelva la fuerza subjetiva de la historia en vez de ser un mero peón objetivo ―un factor pasivo― de las reacciones burocráticas del estalinismo. Es decir, el proletariado tiene que volverse la fuerza activa histórica en esos estados para que lo que es progresivo en ellos deje de tener aquel carácter contradictorio crónico que permite la existencia parasitaria de las burocracias. No puede haber tregua entre las burocracias estalinistas y los obreros que ellas oprimen. Tampoco es posible hablar acerca de “las presiones en ascenso” de las masas sobre las burocracias. La revolución húngara de 1956 prueba que una vez decididos los obreros a tomar el poder estatal por su cuenta, la burocracia reaccionará tan brutalmente como cualquier burguesía amenazada.

Posadas, ya sabemos, considera esta perspectiva como “imperialista”. El, al igual que todos los estalinistas, no puede pensar como marxista sino como un dogmático pequeñoburgués. “El que ataca a Stalin ataca a la Unión Soviética,” rugían los apologistas estalinistas de antaño. Ahora, en 1967, Posadas dice: “El llamado de este ‘Spartacist’ a derrocar a Mao Tse Tung y a Fidel Castro es aliarse objetiva, directa y materialmente al imperialismo yanqui, tal como antes se aliaron sus padres del SWP contra la revolución nacionalista en América Latina.” [16] ¡Sin duda alguna, otra “perla” del pensar posadista! Posadas, deshonestamente, oculta nuestras posiciones sobre China y Cuba. Confunde, como ya veis, el concepto leninista del estado con el del gobierno. Al contrario, nosotros no llamamos a la destrucción de los estados obreros deformados de China y Cuba, sino que llamamos a su consolidación revolucionaria e internacionalista por medio de una revolución política efectuada por los proletariados chino y cubano contra los bonapartistas burocráticos y parasitarios en los gobiernos de esos estados. Defendemos incondicionalmente la victoria militar de esas burocracias cuando atacadas por el imperialismo, pero no cejamos de atacar políticamente ―en ningún instante― a esas mismas burocracias porque en la práctica dichas castas sólo traicionan y traicionarán los intereses de las masas que dicen defender. Apoyamos a los estados chino y cubano, y sus nacionalizaciones, medidas sociales radicales, control del comercio exterior, etc. Para los Castro, los Kosyguin, los Mao, los Tito, etc., es decir, para los gobiernos despóticos y bonapartistas de esos estados, reservamos nuestra oposición irreconciliable y proletaria.

La incapacidad política de Posadas le hizo sucumbir, como ya hemos visto, de manera impresionista ante los eventos de posguerra y la creación de la República Popular China en 1949. Para él, el estalinismo era “revolucionario” debido a las presiones “incontenibles” de las masas, que, “objetivamente”, avanzaban hacia el “socialismo”. [17] Tomó los desarrollos de China, las comunas, por ejemplo, como si fuesen grandes momentos históricos. Pero no pudo criticar nada ya que según él toda crítica es “imperialista”. Es tan cerrado que todavía habla maravillas sobre las comunas cuando Mao Tse-tung decidió hace tiempo que habían sido un fracaso rotundo y ordenó su terminación en 1961.

De la misma manera, Posadas cree que la Revolución Cubana de 1959 no hubiese triunfado a no ser por “las luchas constantes” del proletariado y la huelga de diciembre de 1958. Esto es totalmente falso. Si el proletariado cubano actuó contra Batista, lo hizo contenido por su dirección laborista, confundido por la falta de coordinación en las ciudades, disciplinado criminalmente por el mujalismo. Si se opuso a Batista, lo hizo esporádicamente dentro de una especie de frente popular burgués, en donde su potencia se diluyó, disgregó y perdió todo carácter independiente. La huelga de abril de 1958 fracasó miserablemente en Cuba, pero Posadas “olvida” este detalle. Castro tomó el poder no a través de “las luchas constantes” del proletariado sino debido a la momentánea incapacidad coyuntural del gobierno de Batista y del imperialismo. El M-26 pudo polarizar una lucha paramilitar contra Batista debido a ausencia de organizaciones proletarias revolucionarias y a la ineptitud orgánica de la burguesía cubana para deshacerse exitosamente dé Batista de otra manera. Fueron circunstancias que no llegaron en 1959 a una lucha abierta de clases sino a una cura neo-parlamentaria-guerrillerista de la crisis de la burguesía cubana. El proletariado cubano, sin dirección propia, traicionado innumerables veces por los Roca, Peña y Rodríguez, reaccionó con pasividad frente los desarrollos de 1958-59. No hay nada de “irresponsable” por parte del proletariado cubano en esto ni nada que niegue la capacidad revolucionaria del mismo. Ahora, el PC cubano y Fidel Castro han tratado, pese a lo que dice Posadas, de falsificar el rol del proletariado cubano. Rinden culto a su actuación al igual que Posadas, pero los dos lo hacen desde el punto de vista del frente popular; es decir, alaban el rol del proletariado cubano como un miembro más de las “masas revolucionarias-democráticas”. El rol independiente del proletariado, actuando con su propia dirección y a la vanguardia de las masas revolucionarias, es algo que asusta terriblemente a los Castro y los Posadas. La próxima jornada de la Revolución Cubana pertenece a los obreros cubanos. ¡Que tiemblen Castro y Posadas!

LA GUERRA ATOMICA

La “inevitabilidad” de la guerra atómica constituye otra contraseña del posadismo. Las innumerables uniones que surgirán entre el posadismo y organizaciones pequeñoburguesas de diverso cuño traerán, sin duda alguna, reacciones de desagrado y confusión entre muchos cuadros de Posadas. ¿Qué puede ser más útil, entonces, que excusar toda clase de maniobra, todo manipuleo debajo de la mesa, aludiendo a la tal “guerra atómica inevitable”? Con esa linda excusa todo queda arreglado: ya que la guerra atómica está tan cerca, hay que hacer “frente único” con todas las “tendencias” que dizque son antiimperialistas. La preparación del partido queda, ipso facto, relegada a un segundo plano si es que no es echada al tarro de basura de una vez (como pasó en el caso del MR-13).

Pero examinemos también las formulaciones “teóricas” de Posadas sobre la guerra atómica: “Comprendemos que va a ser tremendo el daño que van a causar el imperialismo y la burocracia soviética. Pero es el pago [¡!] que debe hacer la humanidad [¡!] para avanzar [¡!]. Así se ha hecho la historia [¡!]. No tenemos la fuerza para impedirlo. El socialismo es inevitable; pero este es el costo de la historia. De la misma manera como los otros progresos de la historia costaron, como costó la aparición del capitalismo.” [18] Y él que se oponga a este reaccionario dogma recibe el siguiente castigo: “Decir que la guerra atómica no es inevitable es basarse sobre las perspectivas de poder convivir con el régimen capitalista, de la coexistencia pacífica. Esta es la política del imperialismo, de la burocracia soviética, de la pequeñoburguesía radicalizada impotente para comprender el partido bolchevique y comprender la guerra atómica tal como es.” [19]

En realidad, uno no sabe cómo empezar a refutar semejante babosada. Posadas dizque el socialismo es inevitable, pero vemos que considera, al mismo tiempo, que la guerra atómica es también inevitable. ¿Hay una contradicción en dicha fórmula? Para un marxista, sí. Para un loco, no. Por primera vez en la historia de las ideas políticas, Posadas ha combinado, con el deus ex machina de la guerra atómica, la idea que contiene, en una cápsula, la venida del socialismo y el barbarismo. ¡La guerra atómica, que sería la prueba concluyente del fracaso del proletariado en tomar el poder del sistema burgués para evitar precisamente el barbarismo, es considerada por Posadas como el socialismo en persona!

Pero no nos dejemos impresionar por lo de “pequeñoburguesía… impotente para… comprender la guerra atómica tal como es.” Muchas sectas religiosas chillan en nombre de la mesiánica guerra atómica; muchos clubes existencialistas, histéricos consumidores de “la decadencia”, seguidores de Nietzsche, Schopenhauer y Spengler, también creen que el apocalipsis atómico es “inevitable”. Pero estos señores y estas sectas, al igual que Posadas, se encuentran bastante alejados del marxismo. Están bien apegados a un misticismo muy común en nuestra época de reacción y desintegración social. [20]

El socialismo, como lo comprendían Marx, Engels, Lenin, Luxemburgo, Liebknecht, Trotsky y muchos otros luchadores proletarios, no tenía el carácter inevitable mecanicista que Posadas le da. Para ellos, el socialismo era inevitable sólo si nuestras luchas conscientes, arduas y fructíferas lo hacían realidad inevitable a través de la lucha de clases. El barbarismo, era, de la misma manera, inevitable si es que las luchas del proletariado fracasaban en transformar la necesidad histórica del socialismo en realidad inevitable. La intervención activa y consciente de las masas obreras y sus auténticos partidos de vanguardia es imprescindible para lograr esto. Como se ve, esta posición está en completa contradicción con el mecanicismo contemplativo del posadismo. En la manera que Posadas se entrega a cuanta corriente “en ascenso” pequeñoburguesa aparece, en esa manera obstaculiza el desarrollo de la conciencia proletaria independiente, y ayuda objetivamente a perpetuar la crisis de dirección obrera. Bajo este punto de vista, el posadismo es un agente de la ideología burguesa en el seno del movimiento obrero latinoamericano. Esto, señores, sí es una manera activa de ayudar al desencadenamiento inevitable del barbarismo.

CONCLUSIÓN

A primera vista, el posadismo ofrece una impresión contradictoria. Su énfasis mesiánico sobre las masas en “ascenso”, que todo lo curan, que todo lo resuelven inevitablemente al empujar a sus direcciones oportunistas y estalinistas, constituye la primera impresión. La segunda, aunque parece tener un carácter opuesto a la primera, no contiene en verdad nada contradictorio. Esta es la reaccionaria tendencia a entregarse en la práctica a aquellos estratos de las direcciones “centristas”, oportunistas, estalinistas, etc., que parecen ser “empujados” por las masas. Si es que Posadas en verdad cree que las masas son invencibles y que su “ascenso” es inevitable, ¿por qué entonces no trata de ganárselas independientemente? Es decir, ¿por qué no trata Posadas de dirigir a las masas a través de su grupo, por qué no prepara a su “internacional” para que se ponga en la cabeza de las masas con el fin de que el programa del trotskismo pueda ser desenvuelto en la lucha de clases?

¿La respuesta? Muy sencilla ―el posadismo en verdad no cree posible que las masas puedan desarrollar suspropias vanguardias ni liberarse por sus propias manos. Posadas acepta el fait accompli de que “existen” otras direcciones de masas en un momento dado, y oculta sus orígenes, su composición clasista, sus programas, etc. Al entregarse a estas direcciones, el posadismo demuestra que no tiene la menor convicción en la potencia revolucionaria independiente del proletariado. Proceder diferentemente implicaría preparar arduamente a sus cuadros con la convicción de su lugar irremplazable en la vanguardia del proletariado. En fin, significaría prepararpartidos leninistas en la tradición bolchevique, conscientes de su propia importancia y celosos de resguardar irreconciliablemente las conquistas históricas del proletariado internacional.

Posadas no puede hacer esto; hace tiempo que ha abandonado cualquier perspectiva marxista. Por tanto, claudicar ante la pequeñoburguesía nacionalista y las burocracias estalinistas no tiene nada de extraño: es el resultado lógico de la incapacidad posadista. Como él no puede formar partidos capaces de luchar por sí mismos, ha decidido subastar su grupo a cualquier organización pequeñoburguesa que se halle en esos momentos con posibilidad de engañar exitosamente a mayores números de las masas revolucionarias.

Las dos caras de la medalla posadista, entonces, no poseen ningún carácter contradictorio. Es una vulgar excusa para evitar construir partidos de vanguardia. La catálisis de la guerra atómica retoca un poco el revisionismo posadista: provee el raciocinio para reafirmar la negación del partido leninista. Ya que la guerra atómica es “inminente”, ¿para qué darse la molestia de preparar partidos leninistas? Posadas recalca esta idea sobre la “inminencia” repetidas veces en su prensa con el fin de “preparar” a sus cuadros en el arte del ultimismo y la desaparición en grupos más grandes. Los pabloístas y Posadas han hallado manera de contraer matrimonio con el estalinismo a la par que “afirman” su lealtad al programa revolucionario. Lo que ha resultado son productos bastardos. Los revolucionarios legítimos no pueden sino mirar con asco y desprecio los productos ideológicos surgidos como reacción a las tremendas derrotas sufridas por el proletariado a lo largo de 40 años. ¡Lo que son las ironías! Al revisar el marxismo, el estalinismo contribuyó a las derrotas del proletariado internacional desde 1924 hasta nuestros días. Los pabloístas y Posadas, decepcionados cínicamente por estas derrotas, han revisado también el marxismo y han ido a parar en el estalinismo. Una vez así políticamente castrados, estos señores serán incapaces de prepararse para las nuevas oleadas revolucionarias del proletariado en la próxima etapa histórica.

Finalmente, ¿qué posibilidad de cambio existe para el posadismo? Es decir, nos referimos a otra alternativa que la de la autoliquidación. Por desgracia, la máquina burocrática del posadismo niega toda posibilidad de regeneración.

El posadismo sólo puede sobrevivir mientras se mantenga estructuralmente como “internacional”. Pero aun esto es artificialmente espoleado por Posadas ya que la autoliquidación se impondrá al fin y al cabo. Políticamente, el posadismo es un aborto salido del pabloísmo. El posadismo no ha desarrollado teoría marxista de igual manera que sus progenitores, el Secretariado de Michel Pablo, tampoco han hecho. Ellos más bien revisaron todos los puntos fundamentales del marxismo. Así, se podían mantener sólo gracias a la maquinaria del partido, a la organización. Y ya que ésta misma era enormemente debilitada debido a la insolvencia teórica y política de su dirección, su propia desintegración podía ser evitada sólo usando métodos estalinistas. Esta tendencia a volverse un cadáver político a la vez que el sudario de la organización se volvía más rígido y despótico, apareció como cualidad común de los pabloístas; Posadas la heredó por completo.

Debido a que su existencia depende, en la última instancia, de su burocrático estilo de organización, Posadas no contestó nuestros criticismos de una manera política sino que se limitó a señalar que no nos habíamos doblegado ante el dogma posadista, que no habíamos aceptado la reaccionaria ideología posadista. Esto es lo que molestó a Posadas y no la substancia teórica de nuestros criticismos.

Cuando Posadas salió del Secretariado de Pablo en 1962, no publicó ningún documento que explique y clarifique la razón de tal ruptura. Mas esto obedece también a designios burocráticos posadistas. Es de esperar, por tanto, que Posadas nunca abandona la idea de volver a Pablo o de consolidar unificaciones con cualquier otro “reconstructor” de la IV Internacional, ya se llame Frank, Germain, Hansen, Healy, Moreno, o lo que sea. Sin duda alguna, tales “reunificaciones” no obedecerán principios leninistas sino que serán hechas debido a los intereses burocráticos partidistas de los revisionistas.

Todo esto, naturalmente, es efectuado por Posadas sin prestar la más mínima atención a la opinión de sus cuadros. Ellos se enteran de lo ocurrido sólo cuando Posadas así lo decide. Por eso nadie más puede escribir en su prensa, y todos los artículos son firmados por él. Lo que ocurre en el mundo real no llega a los cuadros de Posadas por medio de su prensa. Si se enteran de algo que contradiga la mitología posadista, es debido a que el ímpetu de los hechos forza a veces a algunos individuos a mirar la realidad. Giros a la izquierda, giros a la derecha, cambios totales de línea, retiradas bruscas, etc., todo esto no es explicado a los cuadros. Simplemente aparecen de repente en las páginas de su prensa. Aclaremos que aunque Posadas cambia de línea muchas veces, estos cambios no son presentados como tales sino que aparecen como lo usual, como que la “Revolución Mundial” avanza al igual que siempre.

El estilo burocrático no halla límites. Peor en semidioses. Tan despótica es la estructura burocrática posadista que se filtra hasta a las páginas de su prensa como cosa cotidiana: “Estos errores [gime el Comité de Redacción de Voz Obrera (julio 1966) en una de sus confesiones “a nuestros lectores”] revelan superficialidad política y falta de conciencia sobre la importancia de este documento del Cda. J. Posadas.” En Voz Proletaria (marzo 13, 1966) tenemos la oportunidad de leer: “El Buró Político ha discutido que este no es un error de imprenta o de diagramación, sino que esto es un serio error político que tiene su base en la todavía insuficiente comprensión del rol de los documentos del cda. J. Posadas (…). Los otros errores como la equivocación en la fecha (aparece como siendo un documento del año 1965) y la ausencia de la firma del cda. Posadas en la página central reconocen como causa la misma limitación política…. El Buró Político afirma su decisión de superar rápidamente estas fallas.”

Este es el estilo posadista. Es apolítico y confía solamente en el despotismo burocrático estalinista. ¿Es posible desarrollar cuadros de esta manera? [21] Claro que no. Posadas sólo se mantendrá por medio de engaños [22] y de amenazas a sus cuadros. De esta manera los convertirá en monigotes dispuestos a las peores amalgamas y entreguismos, capaces de traicionar a las masas obreras a cambio de aventuras exitistas.

No dudamos que hay muchos trotskistas honestos y serios dentro del grupo de Posadas. El número de muertos que tienen prueba eso. La culpa es, naturalmente, del aventurerismo burocrático y putschista de Posadas y no de los que murieron valientemente, luchando por lo que ellos creían era el trotskismo.

Sólo un lucha despiadada contra el Stalincito de Montevideo libertará a muchos de los que ahora se encuentran atrapados en su engaño revisionista; sólo un análisis teórico profundo del revisionismo en general ayudará a la tarea de preparar partidos leninistas en América Latina. El futuro del marxismo latinoamericano radica en eso, y en la capacidad de organizar partidos basados orgánicamente en el proletariado urbano de América Latina.

NOTAS

[1] Las organizaciones que Posadas escoge para “influir” en realidad son organizaciones que se volverán contra el proletariado cuando flujos y reflujos de la lucha clasista así lo requieran. Aunque Posadas tiende a ver en todo grupo pequeñoburgués “algo socialista” (¡hasta los provos son echados en el saco de la “Revolución Mundial”!), es necesario reiterar que es la base clasista proletaria lo fundamental para que el programa marxista sea desarrollado independientemente y con posibilidad de éxito. Si se disuelven los cuadros en grupos que son pequeñoburgueses-nacionalistas, las tareas propias se confunden y se disgregan; el programa proletario pierde su independencia y se amarra a un estrato que ―a la menor presión― sucumbirá a la burguesía y el imperialismo a costa de los obreros y los campesinos.

[2] Esto es comprobado cuando Posadas escribe: “Podrán matarnos a todos nosotros. Podrán lograrlo. Pero no lograrán jamás detener el curso en ascenso de la revolución mundial, porque el marxismo ya está en la cabeza de la humanidad Es aún un instrumento no consciente para las masas, pero emplean y se basan en las conclusiones fundamentales del marxismo.” (Frente Obrero, mayo 5 1966). En otra ocasión, dice: “… el proceso concentrado y centralizado de la revolución permite inmediatamente traspasar, desarrollar la influencia de un país al otro y de un continente al otro de una revolución a otra y de un país al otro sin interrupciones, rápido, rápido, sin partido. La base de este proceso concentrado y centralizado, es que las masas acogen el proceso de avance de la revoluciónsin tener partido ni sindicatos que se los trasmita, sin vida política, sin periódico, sin resoluciones y sin direcciones. Lo hacen las masas.” (Subrayado nuestro. Voz Obrera, octubre 1966).

[3] Esto es lo que los “trotskistas” de la LOM piden: “Las secciones latinoamericanas de la IV Internacional han manifestado repetidas veces [¡fijaos en su insistencia!] su solidaridad con la Tricontinental y con la OLAS. Su férrea organización y funcionamiento disciplinado bajo las normas del centralismo democrático leninista le colocan como valiosas entidades para aportar a la tarea de consolidar a la OLAS.” (Perspectiva Mundial, No. 18, abril 16, 1967.) Cómo corrompen estos señores los principios del centralismo democrático, ¡como si Lenin hubiese “aportado” su partido a la “conferencia de los pueblos y razas subyugadas”, por ejemplo, celebrada en junio de 1910 por “representantes” nacionalistas! La Tricontinental no es sino una repetición de esas reuniones seudo-revolucionarias celebradas por caudillos y faquires nacionalistas de Latinoamérica, Asia y África. Cada vez que el imperialismo roba “en demasía” las migajas que usualmente paga a esos mismos nacionalistas con el fin de que controlen a sus masas trabajadoras, ellos se enojan.

[4] En Revista Marxista Latinoamericana, No. 11-12, Posadas se vende al maoísmo bastante descaradamente: “Son vividores [los maoístas uruguayos, argentinos, peruanos, etc.] que no tienen ningún valor político ni entienden absolutamente nada. Los chinos deben romper con esa gente, y al contrario, apoyar a las organizaciones revolucionarias que luchan por el programa de la revolución fusil en mano, como ellos llaman. No es esa gente la que lucha, sino nosotros, los trotskistas. Los llamamos a que nos apoyen a nosotros.” ¡Ah! Pero, ¿será el “luchador” Posadas el que ponga las condiciones a la burocracia maoísta? No, en ningún momento. Lo que Posadas pide ahí es simplemente venderse al mejor postor. De esta manera el posadismo se ofrece a sí mismo con el fin de extender las traiciones de Mao y Cía. El maoísmo, ya sabemos, entregará “apoyo” en metálico a Posadas como ya hizo con el PKI. Y Posadas, ¿qué ofrece? Simplemente venderse, vía Pekín, a su propia burguesía nacionalista como hizo el PKI. Le diremos a Posadas que La Habana, como la LOM ya lo sabe, está más cerca que Pekín.

[5] Recientemente la hipocresía maoísta ha responsabilizado a la burocracia rusa por la destrucción del PKI. ¡Como si la intromisión papelesca de un segundo gánster redimiese las culpas del primer gánster! Tales son los caprichosos devaneos que Posadas tanto admira en Pekín Informa.

[6] Peking Review (Pekín Informa) No. 21, mayo 19,1967, “comenta” sobre tal documento.

[7] Trad. del inglés de En Defensa Del Marxismo, Nueva York, 1965, pág. 17. Posadas no sólo desea ansiosamente ser algún día un “partido del gobierno estalinista” sino que trata de extender esa traición a una “internacional” del gobierno maoísta.

[8] Frente Obrero, marzo 2, 1967. El lector interesado en saber si es que es verdad que hemos “ignorado” esta demanda, puede referirse a los siguientes números de nuestras publicaciones, en donde llamamos a la formación de un partido obrero independiente: Spartacist: No. 2, julio-agosto de 1964, pág. 5; No. 4, mayo-junio de 1965, pág. 5; No. 8, noviembre-diciembre de 1966, pág. 4; No. 10, mayo-junio de 1967, pág. 5. Spartacist West: Vol. 1, No. 4, abril 29, 1967, pág. 4; Vol. 1, No. 7, agosto 29, 1966, pág. 3; Vol. 1, No. 8, septiembre 30, 1966, pág. 3. Espartaco: Vol. 1, No. 2, diciembre de 1966, pág. 7, etc., etc. Lo nombrado es suficiente para desmentir esta calumnia posadista.

[9] Fundamentalmente, el sentido de las demandas transicionales es el de preparar a las masas obreras para la toma del poder. La demanda posadista de 40 y 36 no es sino reformista ya que pide que se “generalicen” las conquistas de los obreros gráficos. Si esto es hecho por la burguesía, extendiendo paulatinamente 40 y 36 a otras industrias, los problemas del racismo, el desempleo, etc., todavía quedarían sin resolverse. La cuestión en este caso es de exigir a la burguesía que satisfaga una demanda que ella no puede aceptar; es decir, 40 y 30, para que toda la clase obrera encuentre empleo y se rompan las barreras del racismo. Esto traería a la orden del día numerosas otras medidas que abrirían más posibilidades para las luchas de los obreros, tanto de los sindicatos como los no organizados en ellos. En fin, es una verdadera demanda transicional. Es doloroso tener que explicar esto a un “trotskista”, que ha adoptado una posición economista al abandonar el Programa de Transición.

[10] Frente Obrero, marzo 2, 1967.

[11] Trad. del inglés de El Partido Obrero en América, Toronto, pág. 5.

[12] Ibídem, pág. 2.

[13] Ibídem, pág. 28.

[14] “Esta declaración de Reuther [referente a sus disputas con la AFL-CIO] la realiza en pleno auge del proceso de la revolución política en China…” nos dice Posadas en Frente Obrero de marzo 2, 1967. Así, Reuther, el Torquemada anticomunista de los sindicatos industriales, “avanza” presionado por las masas chinas.

[15] El partido Obrero en América, pág. 20. Basta conocer la actuación posadista en el MR-13. La fracción ce Posadas dejó de publicar su propia prensa y se dedicó, al contrario, a publicar Revolución Socialista, órgano oficial del MR-13. Ahí aparecían artículos escritos por Posadas, pero la publicación no era del partido posadista. ¡Un típico ejemplo de mimetismo!

[16] Frente Obrero, marzo 2, 1967.

[17] El ruso L. Leóntiev, académico estalinista y autor de textos “oficiales” sobre economía política, concuerda con el posadismo al repetir el reaccionario idealismo “objetivista”: “Cada día es mayor el número de países que emprende la vía de desarrollo no capitalista, la vía socialista. La humanidad en su conjunto atraviesa ahora por el período de tránsito del capitalismo a un régimen social más elevado, el comunismo.” (Fundamentos de la Economía política marxista, pág. 95.) Esta palabrería, que transforma la comprensión marxista en una contemplación académica, olvida recalcar el papel fundamental e imprescindible de la vanguardia proletaria, la clase proletaria y su partido leninista. Como no, mientras esto sea “olvidado” por los Leóntiev, Deutscher, Pablo y Posadas, el duro trabajo de la preparación proletaria es abandonado en favor de lo “inevitable” y lo comodón. En la práctica, esto es realizado a través de aventuras “objetivas” con la pequeñoburguesía nacionalista y las burocracias estalinistas.

[18] Frente Obrero, febrero 19, 1966. ¡Qué coincidencia! En 1932-33, excusando su traidora postración ante Hitler, Thaelmann y los otros estalinistas del KPD alemán, se consolaban diciendo que el nazismo triunfante “era el pago” que debían hacer las masas obreras alemanas para alcanzar después el socialismo.

[19] Frente Obrero, marzo 2,1967.

[20] Este es el esquema atómico de Posadas: “En poco tiempo, como enseña la experiencia de la reconstrucción después de la segunda guerra mundial, se pueden conseguir saltos económicos inmensos y superar los niveles actuales de producción, cualquiera que sea el grado de destrucción provocado por el imperialismo, y esos saltos serán mucho mayores si se apoyan en la conciencia comunista de las masas [¿?] dirigiendo la reconstrucción, y libre de cualquier traba burocrática.” (Frente Obrero, febrero 19, 1966.) Mas Posadas olvida que el Plan Marshall del imperialismo ayudó en mucho a la “reconstrucción” europea y que ningún plan similar “comunista” será posible después de una guerra atómica. En lo que se refiere a la “conciencia comunista” de las masas, las espantosas experiencias sufridas por las masas de Hiroshima, Nagasaki, Tokio, Berlín, Dresden, Essen, etc., demuestran que sólo un arrebatado puede imaginar esos delirios. Uno de los principales obstáculos psicológicos para cualquier reorganización pública durante un bombardeo convencional es precisamente la falta de interés de las masas. El golpe es tan horroroso que la mayoría de la población se sume en “shock”, volviéndose histérica o totalmente pasiva. Otro obstáculo, de naturaleza “técnica”, es el fenómeno de la tormenta de fuego, ocurrido en Hamburgo durante la II guerra y que impedía todo intento de rescate o reconstrucción por días y semanas enteras. ¡Imaginemos las tormentas de fuego causadas por explosiones nucleares, a más de las radiaciones que sepultarán ciudades enteras! Huelga decir que la guerra atómica destruirá por completo, sin posibilidad de recuperación, enormes masas proletarias y valiosísimos centros industriales. Estas consideraciones no molestan en absoluto a Posadas. El procede como toda cabeza de una secta: hace miles de planes, compone sistemas enteros, complicadísimos castillos de arena; pero nada trasciende jamás los confines de su cráneo. ¡Y todo esto es hecho “en nombre” del marxismo!

[21] En Revista Marxista Latinoamericana, No. 11-12, págs. 153-154, vemos que los cuadros posadistas son tratados de igual manera que los burós políticos: “El documento a que se refiere el camarada Posadas fue presentado en una conferencia del POR (trotskista), sección brasileña de la IV Internacional, por un grupo de cinco camaradas, sin discusión previa. Ese documento gráfico defendía una concepción democrática de organización del Partido y atacaba la forma de funcionamiento centralizada [léase burocratizada] de la Internacional. El documento fue rechazado por la Conferencia [léase Posadas], que resolvió retirarlo de la circulación y que se disolviese [¡!] el grupo de sus autores. Esta resolución fue aplicada inmediatamente.” ¡Ay de los vencidos!

[22] En Sobre la revolución socialista en Cuba, son incluidos dos documentos sobre el desarrollo revolucionario cubano en 1934, aparecidos en la revista Comunismo, de la Sección Española de la Oposición Comunista Internacional. Según la presentación, dichos documentos fueron escritos por Posadas. Claro está que tales documentos presentan posiciones marxistas, en contraste a las banalidades de Posadas incluidas en la primera parte del libro. Lo extraño es que Posadas diga que él escribió dichos documentos, cuando nada hay que así lo pruebe. Camaradas españoles ahora en exilio, y que formaban parte de la sección española sabiendo más que nadie quién era y no era, dudan seriamente que Posadas haya escrito en la revista Comunismo.

La discusión acerca de Cuba dentro de la TR

Apuntes sobre la discusión acerca de Cuba dentro de la Tendencia Revolucionaria

por James Robertson

30 de abril de 1963

(Resumen de los comentarios hechos en la discusión oral. Versión corregida para ser usada en la clase sobre “La cuestión rusa―de Octubre a Cuba”, 24 de noviembre de 1964. Originalmente publicado en Marxist Bulletin 8. Esta versión fue impresa en Cuadernos Marxistas No.2.

(1) El florecimiento desde 1943 de toda una serie de estados anticapitalistas en varias de las zonas más atrasadas del mundo ha clavado al movimiento trotskista en la cruz de varios dilemas. El callejón sin salida teórico y la crisis política para el movimiento nacen de la ausencia aparente tanto de una base proletaria como de una dirección bolchevique de las guerras civiles revolucionarias llevadas a cabo en Yugoeslavia, China, Indochina y Cuba. Consideración aparte merece la Revolución Cubana, cuya dirección victoriosa no fue estalinista en sus orígenes.

Los trotskistas han reaccionado de cuatro maneras diferentes al medir el desarrollo de estos veinte años y adjudicarle signos negativos o positivos desde el punto de vista de la vía al socialismo: (1) Algunos, como actualmente Swabeck [del SWP] sobre China, han llegado a convencerse de que las revoluciones en cuestión son claramente proletarias y, con una dirección marxista-leninista a juego. Esta posición se elimina a sí misma continuamente a causa de la defección del movimiento de los que la apoyan y en realidad no es más que un claro rechazo de la auténtica lucha revolucionaria de la clase obrera de la que el trotskismo no representa más que el firme programa en su profundidad histórica; (2) La mayoría del SWP y los pablistas europeos han llegado, en general, y sin tomar en cuenta ciertas pretensiones formalistas hacia lo contrario, a ver estas revoluciones como básicamente sanas, pero atribuyendo la responsabilidad de los fallos presentes a los lideratos que son insuficientes, inconscientes, o no existen. (Una vez que los que defienden ese punto de vista se dan cuenta de que estos lideratos se han vuelto suficientes, conscientes y existentes, el centrismo se convierte en un revisionismo galopante abandonando rápidamente el terreno del pretendido trotskismo.) (3) Aquellos que mantienen el punto de vista expresado en estas notas ven estas revoluciones como fundamentalmente defectuosas, limitadas, y aún más, con lideratos a juego; (4) Finalmente aquellos que comparten la opinión de la SLL como está expresada en “Trotskyism Betrayed” [“Trotskismo Traído”] dan lugar a un punto de vista que en gran parte o bien niega que se ha producido en absoluto una revolución social, sólida o defectuosa, y correspondientemente que los líderes son capitalistas bonapartistas; o bien dejan sin explicación la transformación fundamental ya admitida, como en el caso de China.

Varios comentarios sobre este panorama de opiniones son evidentes. (a) La simetría entre las posiciones de Swabeck y nuestras surge de que ambos vemos las revoluciones y sus direcciones en consonancia una con otra. (b) La base para una posición común entre nosotros y aquellos como la SLL existen en esta coyuntura porque los mismos puntos programáticos se deducen de cada punto de vista. (c) La posición del grupo francés del CI está a caballo de los dos últimos puntos de vista básicos ― de ahí la vaguedad de estados “capitalistas fantasmas” o “transicionales”.

(2) Más específicamente, la posición de los miembros franceses del CI padece de la debilidad central de que la Revolución Cubana es para ellos análoga a la experiencia dé España en los años 30 en la cual las fuerzas estalinistas apuntalaron al “gobierno leal” ―un régimen capitalista sin substancia― frente a una revolución proletaria en auge y aplastaron esta revolución por medio de la represión y el terror. Esta analogía no es simplemente defectuosa ―resalta exactamente lo que no es común a España y Cuba― ¡una verdadera revolución obrera!

Aún más, los camaradas franceses niegan a lo largo y a lo ancho el significado y la aplicabilidad de todos los elementos de la situación cubana que pudieran haber conducido a una ruptura fundamental y decisiva con el capitalismo nativo y mundial. Pero la profundidad y el alcance de estas negaciones son demasiado grandes. La Revolución China, verdaderamente análoga a la cubana, entra también dentro de esta negación. Así esta interpretación abarca demasiado; esto es, no refleja adecuadamente la verdadera estructura de la realidad.

La expresión “asimilación estructural” y las nebulosas pero “mágicas” cualidades que se le atribuyen por algunos trotskistas no tienen nada que ver con la discusión sobre Cuba. La expresión fue, para el movimiento trotskista, una manera de convencerse a sí mismo de que, después de la victoria del ejército soviético en Europa Oriental, el Kremlin en ciertos casos fue en verdad lo suficientemente contrario al capitalismo como para consolidar su poder económico y estatal en la estela de su conquista militar. Lo que estamos discutiendo ahora es la creación de aquellos estados que han aparecido esencialmente con independencia de la influencia inmediata o directa de la Unión Soviética.

(3) Toda la estructura del punto de vista teórico de los miembros franceses del CI proviene de la premisa inicial, que se considera axiomática, de que cualquier tipo de estado obrero debe originarse en una revolución obrera.

De ahí que (a) la naturaleza de clase del estado que surgió de la Revolución Cubana no viene determinada por sucesos internos ―y lo mismo para China, Yugoslavia, Indochina― ya que evidentemente la clase obrera no estuvo esencialmente envuelta en los procesos revolucionarios domésticos.

Y (b) “la asimilación estructural” es la manera en que les ha sido transmitida a estos estados la cualidad de estado obrero nacida de la única revolución obrera aún en existencia, el Octubre Ruso de hace 45 años.

Y (c) la prueba de que “la asimilación estructural” es el eslabón decisivo en el cambio de carácter de clase de estos nuevos regímenes es el hecho de que se han vuelto en todos los aspectos idénticos en esencia a la Unión Soviética, y por lo tanto deben haber sido “asimilados estructuralmente”.

Y como observación al margen, (d) se dice que hay estados capitalistas (Birmania, Egipto, etc.) que tienen una estructura económica formal casi igual a la de los regímenes anticapitalistas en formación, pero a los que les falta el vital compartir en el “bien original” ruso y por tanto no pueden transcender el capitalismo de estado.

Es triste decir que este ejemplo de puro escolasticismo es el núcleo central de una visión teórica tal. Una manera crítica de exponer su contenido es sugerir que desdé este punto de vista ¡“el carácter de clase de un estado viene dado por su política exterior”!

(4) En la presente discusión hemos propuesto basar nuestra posición sobre nuestro “Resolución preliminar sobre la revolución cubana”, un documento de tres páginas del YSA impreso en Young Socialist Forum No. 15, diciembre de 1961 [ver “La Revolución Cubana” por Shane Mage en la p.18 del presente cuaderno]. La crítica más seria a este documento proviene precisamente de que es excelente en muchos puntos. Tal como se presenta, la resolución sólo tiene sentido en el contexto de que ve a Cuba como un estado obrero deformado; pero sin embargó, esta caracterización no se expresa abiertamente. Con el paso de otro año y medio ¡ya va siendo hora de expresarla! Por ejemplo, todos los defectos y debilidades de la Revolución Cubana tal como se citan en la resolución y todas las medidas y demandas propuestas para combatirlos son consistentes solamente con una visión de Cuba como una variedad de estado obrero deformado. ¡En la Resolución Preliminar no se sugiere en ningún momento que todavía se necesite eliminar el capitalismo de Cuba! (Exceptuando esa consideración básica común a todo el bloque soviético de que una capa dirigente burocrática es en sí misma un reflejo del imperialismo capitalista en el mundo.)

(5) No hay necesidad entre aquellos que defienden el concepto de estado obrero deformado de ser excesivamente modestos en la defensa de esta posición. A veces nos encontramos con que existe la impresión de que esta opinión es quizá la mejor ― pero la mejor de entre muchas malas. Esencialmente esta censura proviene de la circunstancia de que esta teoría explica sucesos profundamente desagradables para los genuinos trotskistas ―direcciones no proletarias y bases en luchas de masas― y parte de estos sentimientos son contagiosas. Pero las insatisfacciones y las ambigüedades se centran en las realidades del intervalo desde la Segunda Guerra Mundial, no en una interpretación teórica y guía para la acción adecuadas ahora. La teoría tiene los necesarios valores de ser sencillahasta el punto en que la realidad permite, de ser capaz de predecir (así el conocer cómo el movimiento debe intervenir en situaciones coloniales para destruir las formaciones militares basadas en los campesinos por un proceso de polarización a través de la actividad de la clase obrera y en oposición directa a ellas, por ejemplo en la sección 13 del documento de la mayoría del SWP “For the Early Reunification of the Fourth International” [“Por la Rápida Reunificación de la Cuarta Internacional”]); y de ser un afilado instrumento para el análisis histórico, por ejemplo cuando reconoce los puntos decisivos en la cronología de la degeneración de la Revolución Rusa, o sea, haciendo hincapié en el punto central al final del año 1923 de quién gobernaba, para qué y cómo.

(6) El mejor y más completo documento de que disponemos que analice la Revolución Cubana como un fenómeno conducente a un estado obrero deformado es el borrador de Wohlforth de julio de 1961, “Cuba y los estados obreros deformados” [ver p. 9 del presente cuaderno].

Este documento se divide en seis secciones:

1. Su método y el nuestro.

2. La evolución de Cuba.

3. Estados obreros y estados obreros deformados.

4. El estado en transición.

5. El papel de la clase obrera.

6. La revolución política.

De los temas tratados en estas secciones, hay dos puntos sobre los cuales se deben tener ciertas reservas. La sección 4, “El estado en transición”, tiene a todo lo largo una cualidad bastante superficial. En ciertos momentos Wohlforth se vio reducido a buscar refugio en una dudosa “dialéctica” para escaparse de ciertas dificultades en sus explicaciones. Estas dificultades habían surgido por no haber prestado suficiente atención a la historia y la naturaleza de los nuevos estados victoriosos, geográficamente separados, que habían triunfado en situaciones de doble poder, o sea, guerras civiles.

En la sección 6, “La revolución política en Cuba” se pide “que nosotros preconicemos una revolución política en Cuba”. Sin embargo, se afirma que es una “revolución política que se podría consumar sin organizar “una insurrección armada”; así, según él, todavía hay esperanza de “una revolución política no violenta”. Especialmente en lo referente a Cuba esta posición táctica embrolla las cosas. Las razones para la adopción de esta posición parecen provenir en gran medida de dudosas definiciones formales que contrastan a Cuba con la Unión Soviética de antes de 1933.

No se debe permitir que esta crítica obscurezca lo que es generalmente correcto y claro en este documento que presenta sistemáticamente el concepto de la Cuba contemporánea como un estado obrero deformado.

(7) La delineación de un enfoque más estudiado dé la revolución política en Cuba y un resumen útil para el conjunto de estas notas se encuentran en la carta del 24 de febrero de 1963 de J. Robertson a D. Martin, en la que se propone formalmente abrir una discusión de toda la tendencia sobre la cuestión de Cuba en preparación para la convención del Partido:

“Como probablemente sabes, mantengo que Cuba es un ‘estado obrero deformado’, que yo expreso más precisamente como ‘un estado obrero de segunda categoría’, o para decirlo más empíricamente, como ‘un estado resultante del mismo tipo de proceso revolucionario que triunfó en Yugoeslavia y China’. Aún más, creo que al programa de la revolución política en Cuba debería dársele una formulación transicional (por ejemplo, ‘Hacer a los ministros del gobierno responsables ante, y revocables por organizaciones democráticas de obreros y campesinos’). No sólo ha nacido el régimen cubano de una revolución como la de China y Yugoeslavia (y diferente de la Rusia de Stalin que fue creada por una contrarrevolución política), sino que además en Cuba la falta de un partido burocrático y de un sistema de gobierno formados previamente, o sea, una práctica estalinista en plena marcha, hizo posible que, el innegable gobierno desde arriba fuera inicialmente más ‘abierto’. Aunque esta ventaja para la intervención proletaria es, o mejor dicho fue, transitoria, no se debe simplemente olvidar sino que se debe poner a prueba mediante la agitación práctica como los trotskistas cubanos del BLA estaban haciendo en su periódico antes de que fuera cerrado.”

(8) Por lo tanto mantengo que la Tendencia Revolucionaria debe adoptar la línea general del punto de vista desarrollado en “Cuba y los estados obreros deformados”.

Declaración de los Comunistas Internacionalistas de Buchenwald

Declaración de los comunistas internacionalistas de Buchenwald (IVº Internacional)

[Declaración de la célula trotskista del campo de exterminio nazi de Buchenwald, 20 de abril de 1945. Copiado dehttp://grupgerminal.org/?q=node/352 ]      

1. La situación internacional del capitalismo

Al acabar la Segunda Guerra Mundial, Italia, Alemania y Japón han perdido su posición como grandes potencias imperialistas, mientras que Francia ha sido vapuleada gravemente.

Las contradicciones y los conflictos imperialistas entre los EE.UU y Gran Bretaña dominan las zonas tempestuosas de la política imperialista mundial. Desde el principio de esta Guerra Mundial, Rusia salió de su aislamiento y se encuentra actualmente ante el problema de realizar política y militarmente sus éxitos militares contra las aspiraciones de las potencias imperialistas victoriosas. China, a pesar de sus grandes esfuerzos, sigue siendo el objeto de las grandes potencias imperialistas, lo que es una consecuencia necesaria de la victoria de la burguesía china sobre el proletariado chino.

La unanimidad afirmada concluyentemente en las conferencias imperialistas internacionales de paz debe ocultar a las masas las contradicciones inmanentes de las potencias capitalistas. Los intereses militares concordantes contra Alemania no pueden, sin embargo, impedir el estallido de las contradicciones en el campo aliado. A estas contradicciones se añaden las crisis inevitables y las convulsiones sociales del modo de producción capitalista en declive. Un análisis exacto de la situación internacional que aplique los métodos del marxismoleninismo es la condición indispensable para una política revolucionaria que corone con éxito.

2. La situación internacional de la clase obrera

Esta evolución da al proletariado alemán la posibilidad de levantarse a corto plazo de su derrota más profunda y de ponerse de nuevo a la cabeza del proletariado europeo en la lucha por derribar el capitalismo. La revolución rusa, aislada por el fracaso de la revolución en Europa, tomó una evolución que la alejó cada vez más de los intereses del proletariado europeo e internacional. La política del “socialismo en un único país” representó en primer lugar únicamente los intereses de la casta burocrática dominante y conduce actualmente el Estado ruso a una política de nacionalismo mano a mano con las potencias imperialistas. Cualquiera que sea la evolución en Rusia, el proletariado internacional debe liberarse de toda ilusión relativa a este Estado y llegar por un análisis marxista claro a la constatación de que la casta de burócratas y militares actualmente en el poder defiende exclusivamente sus propios intereses y que la revolución internacional debe renunciar a todo apoyo por parte de este Gobierno.

El completo derrumbe militar, político y económico de la burguesía alemana abre para el proletariado alemán la vía de su liberación. Para impedir el renacimiento de la burguesía alemán favorecido por las contradicciones imperialistas, la clase obrera debe llevar su lucha revolucionaria en cada país contra su propia burguesía. La clase obrera ha sido privada de su dirección revolucionaria por la política de las dos organizaciones obreras internacionales que han combatido activamente y saboteado la revolución proletaria; ellas solas hubieran podido impedir esta guerra. La II Internacional es un instrumento de la burguesía. La III Internacional se convirtió, desde la muerte de Lenin, en una agencia de la política exterior de la burocracia rusa. Ambas han participado activamente en la preparación y la dirección de esta guerra imperialista por lo que son corresponsables de ella. Aquellos que quieren hacer responsable o corresponsable de esta guerra a la clase obrera simplemente siguen sirviendo a la burguesía.

El proletariado sólo puede realizar su tarea histórica bajo la dirección de un nuevo partido mundial revolucionario. La construcción de este partido es la tarea inmediata de todos los elementos más avanzados de la clase obrera. En la lucha contra el capitalismo y sus agentes reformistas y estalinistas, algunos cuadros revolucionarios internacionales ya se han reunido para la construcción de este partido mundial. Para realizar esta tarea difícil, no es posible una vuelta a la consigna conciliadora por una nueva Internacional 2 ½ . Tal formación intermedia impide la clarificación ideológica necesaria y frena la eficacia revolucionaria.

3. ¡Más que nunca un 9 de noviembre de 1918!

En el período prerrevolucionario inminente, hay que movilizar a las masas trabajadoras en la lucha contra la burguesía y preparar la construcción de una nueva Internacional revolucionaria que realizará la unión de la clase obrera en la acción revolucionaria.

Todas las teorías e ilusiones relativas a un “Estado popular”, “Democracia popular”, ha conducido a la clase obrera durante las luchas de clases bajo la sociedad capitalista a las derrotas más sangrientas. Sólo la lucha intransigente contra el Estado capitalista hasta su destrucción y la instauración del Estado de los consejos obreros y campesinos puede impedir otras derrotas. La burguesía y la pequeña burguesía desarraigada llevaron el fascismo al poder. El fascismo es una creación del capitalismo. Sólo la acción independiente y victoriosa de la clase obrera contra el capitalismo puede destruir el mal del fascismo con sus raíces. En esta lucha, la pequeña burguesía vacilante seguirá al proletariado revolucionario en su empuje, como la historia de las grandes revoluciones nos lo ha enseñado.

Para vencer en las luchas de clases por venir, la clase obrera alemana debe luchar por la realización de las siguientes reivindicaciones:

¡Libertad de organización, reunión y prensa!

¡Libertad de asociación y restablecimiento inmediato de todas las conquistas sociales de antes de 1933!

¡Supresión completa de todas las organizaciones fascistas! ¡Utilización de sus fortunas en favor de las víctimas del fascismo! ¡Todos los representantes del Estado fascista deben ser juzgados por tribunales populares libremente elegidos!

¡Disolución del Wehrmacht (Ejército alemán) y su sustitución por milicias obreras!

¡Elecciones inmediatas y libres de consejos obreros y campesinos en toda Alemania y convocatoria de un congreso general de los consejos!

¡Hay que mantener y ampliar los consejos mientras se utilizan todas las instituciones parlamentarias de la burguesía para la propaganda revolucionaria!

¡Expropiación de los bancos, de la industria pesada y los propietarios latifundistas! ¡Control de la producción por los sindicatos y los consejos obreros!

¡Ni un hombre, ni una moneda para las deudas de guerra y reparaciones de la burguesía! ¡Que pague la burguesía!

¡Por la revolución socialista en toda Alemania, contra la desmembración de Alemania!

¡Fraternización revolucionaria con los proletarios de los ejércitos de ocupación! ¡Por la Alemania de los consejos en una Europa de los consejos! ¡Por la revolución proletaria mundial!

Los comunistas internacionalistas de Buchenwald (IV° Internacional),

el 20 de abril de 1945

Las Tareas en Alemania

Revolución democrática nacional o revolución proletaria: las tareas en Alemania

por Ted Grant

[Copiado de OBRAS COMPLETAS DE TED GRANT · VOLUMEN I. Impreso por primera vez en Workers’ International News, Enero de 1947.]

Los compañeros del IKD (sección de los trotskistas alemanes emigrados) han respondido a nuestra crítica de susTres tesis con un artículo titulado Dos balances, publicado en octubre de 1946 en Workers Internacional News.

Aunque, aparentemente corrigen ciertos errores, a saber: su pretensión de que ‘la opresión nacional ha continuado y que sólo han cambiado los uniformes de los opresores’, en cambio, refuerzan su corrección esencial que está incluida en la afirmación de que en Europa no nos enfrentamos, y aparentemente no lo es, a una revolución proletaria, sino a guerras de liberación nacional y a una revolución ‘que básicamente equivale a una revolución democrática’. Ignorando la cuestión principal, el carácter de clase de la revolución, sarcásticamente repiten que la revolución proletaria, que ha sido anticipada con confianza por la Cuarta internacional, no se ha materializado.

Es cierto que no se ha materializado. Pero puede y debe ser necesaria una discusión instructiva sobre las razones del fracaso del proletariado en la toma del poder durante la primera ola revolucionaria que siguió a la Segunda Guerra Mundial. Pero esto no invalida la actitud marxista ortodoxa hacia la lucha de clases en Europa hoy, como tampoco lo hizo el fracaso similar del proletariado en la conquista del poder en otros lugares aparte de Rusia después de la Primera Guerra Mundial. Lenin y Trotsky explicaron este fracaso por la traición de la Segunda Internacional, es decir, de la socialdemocracia.

Hoy, las masas son engañadas por dos ‘internacionales’ traidoras, la reformista y la estalinista, esta última con una autoridad mucho más formidable usurpada de la Revolución de Octubre, con una base más fuerte que la que ha tenido jamás la socialdemocracia. Este factor pone unas dificultades excepcionales en el camino del proletariado. Los estalinistas, por el momento, han conseguido con éxito desviar el movimiento de masas de la revolución proletaria hacia los canales de la ‘revolución popular’, es decir, hacia los canales de la democracia burguesa, como hicieron los socialdemócratas tras la última guerra.

Nuestros compañeros alemanes del IKD deberían recordar la experiencia de Weimar. Si cualquier pequeñoburgués escéptico reprochara con desprecio a Lenin y Trotsky por lo dicho en 1920 y preguntara donde estaba la prometida revolución en Europa, habrían recibido una respuesta apropiada pero difícilmente amable. Nuestra respuesta no puede ser diferente. La tesis básica del IKD, que nuestros compañeros mantienen sin ningún intento real de defenderse contra las críticas, es que el “retroceso” capitalista hace necesario en Europa dar un rodeo por lo que ellos definen como lo ‘que básicamente equivale a una revolución democrática’.

Como base de esto citaremos otra vez el original de Tres tesis:

“Las prisiones, los nuevos guetos, el trabajo forzoso e incluso los campos de concentración y de prisioneros de guerra, no son sólo establecimientos político-militares transicionales, sino que son formas de una nueva explotación económica que acompaña el desarrollo hacia un Estado esclavista moderno y tiene la intención de ser el destino permanente de un porcentaje considerable de la humanidad moderna”.

Esta valoración impresionista, escrita en el punto álgido de la guerra, está siendo refutada por los acontecimientos.

Esta teoría del “retroceso” capitalista se desarrolló aún más sobre la base del surgimiento temporal durante la guerra de pequeñas fábricas, lo que demuestra un regreso al ‘Estado esclavista’, a la Edad Media y al amanecer del capitalismo. Las características temporales provocadas por las necesidades de la guerra se transforman de este modo en características permanentes de la época actual. Arrojando por la borda la teoría marxista de la concentración de la gran industria a expensas de la pequeña, de la sustitución de mano de obra por maquinaria y el desarrollo del trabajador ‘libre’ a expensas del trabajador siervo y esclavo del pasado.

La sabiduría política de los compañeros del IKD se resume de la siguiente manera:

“A diferencia del uso de maquinaria complicada y a diferencia de la concentración y sobredesarrollo de una industria adaptada sólo para propósitos bélicos, existe el trabajo forzoso, es decir, el uso en masa de trabajo manual que es más barato que el trabajo mecanizado, la fundación y extensión de formas pequeñas y medianas debido a la escasez de bienes de consumo, la restauración del trabajo manual, la disipación y la ruina del sistema monetario… La situación política en estos países sistemáticamente explotados (bajo el dominio nazi) se caracterizaba sobre todo por la destrucción de los partidos obreros y burgueses no fascistas.

“Paso a paso los sindicatos, las sociedades políticas y culturales de todo tipo, las organizaciones religiosas, etc., están siendo liquidadas de acuerdo con el modelo alemán, cambiadas o de alguna manera puestas bajo el control directo fascista. Con ciertas excepciones, donde este proceso todavía no se ha completado, ya no existen movimientos burgueses tradicionales independientes ni movimientos políticos proletarios o de trabajadores, en estos países (especialmente en Polonia y Checoslovaquia) incluso ‘la burguesía nacional cada vez está más aplastada por métodos como la ‘arianización’, las ventas forzosas y la expulsión directa.

“Todo lo que hoy queda de los antiguos ‘movimientos’ organizados no es nada excepto círculos ilegales que tienen poca conexión entre sí y que de ninguna manera pueden actuar como una entidad… Como si fueran empujados hasta ese límite que los acerca diariamente por este enemigo, los iguala y todos toman una dirección que se podría describir sólo como de ‘empuje por la libertad nacional’. En unos cuantos países (Yugoslavia, Checoslovaquia, en parte de Polonia, etc.,) este empuje ha cruzado el límite y se ha convertido en un movimiento popular real. En él participan todas las clases y estratos de los trabajadores, asalariados, campesinos, pequeña burguesía urbana (comerciantes y artesanos, es decir, junto con los campesinos, aquellas clases que a pesar de su gran número son remanentes de los modos precapitalistas de producción), funcionarios, sacerdotes, intelectuales y generales.

“Si en la Europa dominada por Alemania no existe desde hace tiempo un movimiento obrero activo y organizado, e incluso las organizaciones burguesas están descolocadas, tampoco se puede hablar de la existencia de verdaderas organizaciones revolucionarias, en cuanto se entienden como estructuras unidas que, incluso ilegales, estarían dispuestas y serían capaces de influir en el proceso por medio, al menos, de la agitación y la propaganda correctas… Sin embargo se ve, la transición del fascismo al socialismo sigue siendo una utopía sin una etapa intermedia, que básicamente es equivalente a una revolución democrática”

(Tres Tesis).

Con pequeños cambios, Dimitrov y Stalin podrían haber subscrito este análisis. ¡Así que el movimiento obrero todavía no existe! Todo lo contrario, el movimiento obrero en Europa Occidental lejos de haber sido destruido ha salido de la guerra más fuerte que como entró. Es verdad que los seguidores de Tres Tesis han intentado sortear esta pequeña dificultad sentenciando que, como el movimiento obrero no está dirigido por marxistas, entonces no es un movimiento de los trabajadores. Pero si este fuera el caso entonces no habría existido movimiento obrero en Europa desde 1923.

¡Decir a los trabajadores de Francia que sus sindicatos y partidos políticos no constituyen un movimiento de trabajadores provocaría la respuesta que se merece! Por supuesto, el IKD ha descubierto esta formulación recientemente. Antes del resurgimiento del movimiento obrero en Europa Occidental, describían al Partido Laborista británico y al movimiento sindical como el único movimiento de trabajadores que quedaba en Europa. El Partido Laborista británico difícilmente puede ser descrito como “marxista” o consciente de la misión histórica del proletariado.

El resurgimiento del movimiento obrero en todos los países de Europa revela que toda la teoría del “retroceso” incluida en Tres Tesis estaba básicamente equivocada. Debajo de la cobertura totalitaria del fascismo la lucha de clases continuaba en ebullición. Si se hubiera realizado la revolución socialista sólo podría haber estado dirigida por la clase obrera como clase, al frente de las masas de la población luchando contra la opresión extranjera y sus agencias nacionales en el interior, es decir, la burguesía nacional y sus apéndices.

El proletariado puede ser arrastrado tras la cola de la burguesía por “el movimiento popular de todos” (como hizo sistemáticamente el estalinismo en Europa Occidental), o se puede ganar a la masa de la pequeña burguesía para el programa de la revolución proletaria sobre la base de una política proletaria revolucionaria. No existía camino intermedio. O con la burguesía o con el proletariado. Esa es la única alternativa en la época actual.

Nosotros preguntamos a los compañeros del IKD después de reflexionar sobre el desarrollo de Europa desde la caída de los nazis ¿qué ha surgido? No un movimiento popular de todas las clases, sino una división de alineamientos políticos de acuerdo con la división básica de clases en la sociedad; una polarización donde los partidos de la clase obrera están a un lado y la reacción al otro, con la pequeña burguesía inquieta se equilibra en el “centro” con partidos demócrata cristianos, una situación que no puede mantener de manera indefinida. O gira a la derecha en una reacción neofascista o será ganada para la revolución proletaria bajo la dirección del proletariado.

EL PAPEL DEL EAM EN GRECIA

Los compañeros del IKD en Dos Balances dicen lo siguiente: “Los errores, si no son analizados francamente y corregidos, por necesidad se repiten y se agravan con la repetición. Así lo atestiguan la sección británica y la lucha en Grecia. Esto se produce después de que el PCR elaborara una resolución sobre la cuestión nacional, en el punto 5 de la misma afirma que ‘todos los movimientos de resistencia nacional son agencias de uno u otro grupo de potencias imperialistas’.

“Esto también se aplica al EAM (Frente Nacional de Liberación), por tanto, el PCR tendría que haber elaborado con Churchill su posición contra el EAM, ya que él estaba tan ciego que no podía saber que era su propia agencia. Pero no lo hizo y Socialist Appeal apareció apoyando plenamente al EAM, claro que difícilmente podía ser de otra manera. Pero ¿qué pasa con la resolución que habían aprobado cuando se enfrentó a la realidad? ¿Fue revisada? No, la que sufrió la revisión fue la realidad. La rebelión en Grecia fue ascendida al rango de revolución proletaria. Este valioso apoyo, desgraciadamente, no pudo impedir la derrota de la rebelión, en la que, una vez más sin ningún análisis, se descubrió que el EAM después de todo era sólo un movimiento de resistencia, y Grecia es presentada como un ejemplo de los resultados devastadores que puede tener apoyar a un movimiento nacional.

Aunque lo que aquí se ‘apoya’, ignorando hasta donde ha llegado la insurrección y después siendo aclamada como una revolución proletaria, es ciertamente correcto”.

En la cita anterior, la posición del PCR es algo distorsionada por los compañeros del IKD. Para dar una imagen clara de la actitud del PCR hacia el movimiento de resistencia, permitirnos citar los párrafos más relevantes de la resolución sobre la cuestión nacional en Europa:

“1. El Partido Comunista Revolucionario condena y lucha contra la opresión nacional de una nación por otra, apoya el derecho de total autodeterminación y secesión política de todo pueblo oprimido a escala nacional.

“2. En la época del imperialismo y su fase actual de guerra imperialista, todas las condiciones objetivas exigidas para una genuina lucha de liberación nacional deben estar vinculadas al programa de la revolución socialista y la lucha por los Estados Unidos Socialistas de Europa”.

Al mismo tiempo que condena la opresión nazi, la resolución igualmente condena la opresión nacional realizada por los Aliados y define de la siguiente manera la actitud de los revolucionarios ante los movimientos de resistencia:

“4. El papel de las clases dominantes europeas es evidente. Colaboraron como clase con el opresor extranjero nazi y ahora buscan jugar el mismo papel como agentes de los vencedores militares, el imperialismo anglo-estadounidense y el Kremlin. Sin el apoyo activo del stalinismo y la socialdemocracia, los capitalistas habrían perdido hace tiempo todo atisbo de apoyo entre los trabajadores y campesinos. Subordinando la clase obrera y sus organizaciones a la dirección de la burguesía y al programa del imperialismo anglo-estadounidense y el estalinismo, los partidos socialdemócratas y estalinistas juegan un papel contrarrevolucionario. El deber de los revolucionarios, al mismo tiempo que en todas las etapas de la lucha intentan ganar a la base para la bandera del trotskismo, es oponerse y desenmascarar el papel de estos partidos y sus organizaciones auxiliares.

“5. A pesar del apoyo indudable de muchos miles de los mejores combatientes proletarios que ven en los movimientos de resistencia no un instrumento para la sustitución de un maestro por otro, sino más bien el instrumento para el derrocamiento del capitalismo y la emancipación de la clase obrera, estos movimientos de resistencia nacional en Europa hoy son agencias de uno u otro grupo de potencias imperialistas. Como movimientos son incapaces de luchar genuinamente por la libertad nacional”.

Esa caracterización pasa la prueba de los acontecimientos y no necesita rectificación. Es claramente aplicable también al EAM. Durante la guerra imperialista el EAM estuvo al lado del imperialismo anglo-estadounidense frente al imperialismo alemán. El PCR no adopta una posición ultraizquierdista en la cuestión de la liberación nacional. Defiende por los cuatro costados la liberación nacional de los pueblos de Europa para liberarse del grillete del imperialismo alemán. Pero no nos equivocamos al advertir que la dirección del EAM y otros movimientos de resistencia eran agentes del imperialismo.

Nuestras advertencias fueron confirmadas por los acontecimientos. El EAM hizo lo que pudo para llegar a un compromiso con el imperialismo e intentó desarmar a la clase obrera frente a la reacción fascista-monárquica y sus partidarios imperialistas. Si el EAM entró en conflicto con Churchill y los imperialistas fue consecuencia del temor de estos últimos a que el EAM no fuera capaz de ser un instrumento fiable para impedir la revolución socialista, y que a través del EAM, Grecia pudiera caer bajo el dominio de Stalin y, de este modo, poner fin a su control de la península balcánica.

La burla sobre Churchill: ‘estaba tan ciego que no podía saber que era su propia agencia’, se corresponde con el nivel de los demás argumentos. A ellos se les podría preguntar: ¿Por qué los trotskistas apoyaron a la república española frente a Franco, una república que diseñaron como agencia del imperialismo anglo-francés y el estalinismo? ¿O por casualidad ahora los compañeros niegan esto y en retrospectiva descubren que en España lo que teníamos también era un ‘movimiento popular’?

Esta caracterización no evitó que los trotskistas describieran los acontecimientos en España como un intento de revolución proletaria por parte de las masas, a pesar del contenido que dieron la burguesía y los estalinistas. El movimiento en España era una revolución proletaria que fue desviada hacia un ‘movimiento democrático popular burgués’ contra el fascismo, en una alianza con la ‘sombra de la burguesía’ mientras que la propia burguesía estaba al lado de Franco.

Así ocurrió también con el EAM en Grecia. Las masas apoyaban al EAM. La burguesía estaba con Churchill mientras que la ‘sombra de la burguesía’ estaba unida a la dirección estalinista y, de este modo, distorsionó el movimiento de masas hacia una dirección burguesa. A pesar del intento estalinista de ‘unidad nacional’, la lucha de clases estalló a través del ‘movimiento popular nacional’ Esto llevó a una guerra civil dentro del movimiento de resistencia entre el ala campesina pobre y proletaria y el ala burguesa, incluso mientras Grecia estaba aún bajo el dominio de los nazis.

Después de la llamada “liberación”, de facto, el poder pasó a manos de la clase obrera, como en España tras la insurrección de los trabajadores en Barcelona, Valencia y Madrid en los primeros días de la sublevación militar. La dirección del EAM frustró el movimiento de masas, renunció a las armas e intentó llegar a un acuerdo con los imperialistas. A pesar de sus intentos de capitulación ante los imperialistas, la guerra civil estalló debido al movimiento de las masas. Si los miembros del IKD niegan que la rebelión en Grecia fuera un intento de tomar el poder por parte del proletariado, ¿entonces cómo caracterizan este movimiento? ¿Un ‘movimiento popular’?

La rebelión comenzó como un movimiento espontáneo de las masas, a pesar de todos los intentos del EAM de evitar su estallido. La chispa que encendió la mecha fue el clásico que en una atmósfera sobrecargada puede provocar una revolución. Los disparos contra una manifestación desarmada por parte de los Batallones de Seguridad monárquico-fascistas, fue similar a los disparos de las tropas del zar en la manifestación encabezada por el padre Gapón ante el Palacio de Invierno en San Petersburgo en 1905. ¿En lugar de exigir la independencia del proletariado Lenin debería haber defendido la fusión del movimiento obrero en un movimiento popular de todas las clases? Simplemente con formular la pregunta se obtiene la respuesta.

Los disparos en la Plaza de la Constitución de Atenas, como comprendió incluso el periódico burgués Times, sembraron las semillas de la guerra civil. ¿Guerra civil entre qué clases y con qué objetivos? ¿Por la “revolución popular” o por la conquista del poder por el proletariado? El EAM era un ejemplo clásico de un Frente Popular traicionando la revolución proletaria. Si hubiera triunfado el EAM, el régimen que habría surgido de esa lucha sólo podría haber sido un régimen burgués. Toda la palabrería sobre “revolución democrática”, “revolución nacional”, “movimiento popular de todas las clases”, etc., en última instancia, sólo puede ser una versión renovada del frentepopulismo.

No puede existir una “revolución democrática” suspendida en medio del aire. La “revolución popular” tiene una base de clase. Y llegamos al punto donde empezamos. ¡Definir el contenido de clase de tu revolución para saber en que punto te encuentras!

¿CUÁL ES EL OBJETIVO DE LA ‘REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA’?

Al tratar la cuestión escurridiza de la ‘revolución democrática’, que no es ni proletaria ni burguesa, el IKD intenta evadirse de la confusión inseparable que conlleva definir la cuestión de la siguiente manera:

“[Grant está] luchando contra molinos de viento. Por ejemplo, la revolución democrática que nosotros [IKD] suponemos sustituye a la revolución proletaria considerando que, en realidad, dijimos que la revolución democrática en nuestra época, ‘puede realizarse sólo con la destrucción de la estructura del capitalismo” (Dos Balances, el subrayado es nuestro).

¡Confusión tres veces maldita! Nos satisface aprender de estos compañeros que la ‘revolución popular democrática’ que ellos dicen necesaria en nuestra época no se puede conseguir mediante la democracia burguesa. Ahora‘pretenden’ que algo sustituye a la revolución proletaria. ¿Entonces qué están sustituyendo por la revolución proletaria? ¿Defienden en serio que todas las clases, incluida la burguesía oprimida en el movimiento popular, van a ‘destruir la estructura del capitalismo’?

¿Hay otra revolución, aparte de la revolución proletaria, que pueda destruir la estructura del capitalismo? Cuando los compañeros se topan con las definiciones marxistas, se puede ver cómo oscilan de un lado a otro y que susTesis no tienen ningún tipo de sentido. ¿Entonces cuál es la diferencia entre la revolución democrática y la revolución proletaria? La respuesta real es que los compañeros hablan de cosas diferentes en momentos distintos, algunas veces la identifican como revolución proletaria, otras como una nueva etapa y el resto ¡no se sabe qué!

LAS TAREAS EN ALEMANIA

Igual que ellos agrupan indiscriminadamente a las diferentes clases en Europa bajo el dominio de los nazis, ahora lo hacen también con relación a Alemania, mezclan todas las clases oprimidas por los Aliados, para unirlas en una ‘revolución democrática nacional que abarque a todas las clases’. Alemania, por supuesto, tiene que realizar una lucha de liberación nacional contra sus opresores, igual que los países oprimidos por Alemania se enfrentaron al mismo problema. Pero el punto crucial del problema está en cómo se llevará a cabo la lucha de liberación nacional.

La respuesta de la Cuarta Internacional es que la liberación nacional se puede conseguir sólo con el proletariado a la cabeza de ese movimiento. Esa debería ser la idea central que deben plantear los marxistas alemanes. Lejos de desfigurar las líneas de clase, éstas se acentuarán. Sólo con una lucha de clases clara se puede ganar a la pequeña burguesía para el programa de la revolución socialista, que está indisolublemente unida a la lucha contra los opresores aliados. Esta lucha sólo se puede realizar a través de la lucha de clases.

Pero los compañeros del IKD, una vez más utilizan formulaciones vagas, dejan la puerta bien abierta para el oportunismo más vergonzoso e incluso para la capitulación ante la reacción. Ellos dicen lo siguiente:

“A menos que la Cuarta Internacional apoye a todos los movimientos de liberación nacional de acuerdo con Tres Tesis, que debe ser el punto principal en su programa para Alemania, no será capaz de ofrecer a las masas nada más allá del programa de los reformistas, ni siquiera algo distinto a lo que representan las autoridades de la ocupación, ya que éstas han expropiado a los capitalistas alemanes (¡sin compensación!) y los ha metido además en la cárcel, sólo hace falta ver las medidas del gobierno militar británico contra los propietarios del carbón en el Ruhr…” (Dos Balances).

Los trabajadores alemanes, podemos estar seguros, no derramarán lagrimas por el destino de los barones del carbón del Ruhr, ni tampoco por el de la burguesía como un conjunto en los territorios ocupados por los rusos. Pero la reivindicación de los trotskistas alemanes en ambos lados de Alemania, debe ser la retirada de las tropas de ocupación y la administración y control de la industria alemana por parte de la clase obrera. ¿O acaso se imaginan que el problema de la economía alemana se puede separar de la cuestión de qué clase la controlará? Si es así están dando la espalda al marxismo. Sólo podremos penetrar en las filas de los socialdemócratas y los estalinistas si damos una alternativa de clase a la capitulación de sus dirigentes ante los Aliados.

La lucha para liberarse de la opresión nacional en Alemania se puede realizar siguiendo las líneas de Schlageter, el precursor reaccionario de los nazis, o se puede llevar a cabo siguiendo el método de Lenin y Trotsky, es decir, en líneas de clase. La pequeña burguesía está con la reacción burguesa o con el proletariado. En Rusia los bolcheviques realizaron una lucha despiadada contra aquellos que querían diluir la independencia de clase del proletariado en el ‘movimiento popular’ contra el zarismo. En Oriente denunciaron como la mayor de las traiciones, la subordinación del movimiento comunista al ‘movimiento popular’ burgués por la liberación nacional.

Sólo el proletariado, luchando por un programa de clase independiente, podría ganar a las masas de la pequeña burguesía para la lucha por la liberación nacional, y ésta sólo podría ser la lucha por el poder, es decir, por la dictadura del proletariado. Hay que plantear las reivindicaciones transicionales: asamblea constituyente, expulsión de las tropas ocupantes, pero éstas no deben ir separadas de la lucha por el poder. Un acontecimiento tras otro revela el modo de pensamiento pequeñoburgués e incluso el contenido reaccionario de las ideas de los compañeros del IKD.

Antes de ayer, como impresionistas, habían descartado la brújula de clase ante el espectáculo de la opresión nacional de Europa por los nazis. Después no supieron que decir con la conquista Aliada de Europa. Hoy, intentan encontrar su último escondrijo en Alemania. Pero Alemania revela de nuevo y de manera implacable que la estructura de clase de la sociedad da como resultado la división política entre las clases y, en absoluto, su unificación, incluso bajo el tacón del conquistador extranjero e incluso en un país altamente industrializado como Alemania cuya industria ha quedado parcialmente destruida.

En su actividad práctica en Alemania, los protagonistas de la posición del IKD miran hacia los estudiantes universitarios y distintas capas de la “juventud nacionalista”, sin referencia a la clase, para dirigir la ‘revolución nacional’ que, supuestamente, uniría a todas las clases en Alemania. Naturalmente, a partir de su concepción de una clase obrera destruida y, debido a ello, la incapacidad del proletariado para dotar de una dirección a la nación, vuelven la espalda a las genuinas fuerzas del renacimiento nacional alemán. Rechazan la idea de la Cuarta Internacional y se concentran en la clase obrera organizada de nuevo bajo la bandera de la socialdemocracia y el estalinismo.

Estos, según estos escépticos, representaban sólo a los “viejos” con la memoria en el pasado. La ‘juventud nacionalista’ era la fuerza que dirigiría la lucha por una “revolución democrático nacional que abarque a todos”. Se acaban de celebrar elecciones en Alemania y ¿qué han revelado? La terca división de Alemania en líneas de clase. La clase media, como en los demás países de Europa Occidental, se ha agrupado alrededor de la bandera reaccionaria de la Democracia Cristiana y, de este modo, se convierte en un contrapeso de la burguesía frente al proletariado.

Pero los trabajadores, a pesar de todo, a pesar de los pesimistas del IKD, se han aferrado tenazmente a sus tradiciones de clase y votaron a los partidos obreros. El maravilloso poder de recuperación de la clase obrera, sus aspiraciones para conseguir la revolución socialista, su instinto de clase, se pueden ver en el hecho de que a pesar de las terribles traiciones, las organizaciones obreras recibieron un porcentaje mayor de votos que antes de la llegada al poder de los nazis. No existía ningún partido revolucionario marxista alternativo, pero las elecciones demostraron precisamente las posibilidades para una genuina corriente marxista basada en un programa internacionalista de clase.

La lucha por la liberación nacional no puede impedir la inevitable diferenciación de la población en líneas de clase. Y no podría ser de otra manera. La opresión nacional no elimina la explotación de clase, sino que simplemente la agrava. La crítica revolucionaria de la política del estalinismo y la socialdemocracia y la lucha de clases realizada en las líneas tradicionales del marxismo-leninismo, ofrecen hoy mayores posibilidades para la Cuarta Internacional en Alemania. Incluso los socialdemócratas van más allá que el IKD.

Para ganar el apoyo del proletariado alemán, los dirigentes socialdemócratas están haciendo discursos pseudocentristas de izquierda. La consecuencia es el apoyo del grueso de la juventud, particularmente de la juventud de la clase obrera que se agrupa instintivamente y mira hacia la revolución socialista como la única salida. La tarea de los trotskistas alemanes será exigir que los dirigentes socialdemócratas emparejen sus palabras con los hechos. Hay, por supuesto, partidos a la derecha de los Demócrata Cristianos, jugando con la ideología del nacionalismo. En cada uno de los casos son neofascistas o representan a alguna variedad de reacción extrema.

No sin motivo Trotsky censuró a los estalinistas por su flirteo con la demagogia nacionalista y con consignas que entraban en competencia con las denuncias demagógicas de los nazis en el Tratado de Versalles. Este método no puede hacer avanzar ni un solo ápice la lucha. Sólo puede hacer el juego a la reacción. La lucha por la liberación nacional debe tener un eje de clase y no se puede separar de la revolución socialista. La pequeña burguesía no puede ser ganada para la revolución socialista con el proletariado adoptando un programa pequeñoburgués ‘democrático nacional’. Eso significaría simplemente que el proletariado se arrastraría tras los faldones de la pequeña burguesía y, de este modo, de la gran burguesía.

La pequeña burguesía sólo puede ser ganada a la lucha contra la opresión nacional bajo la bandera de la lucha contra el capitalismo. De otra manera, una vez más se convertiría en una herramienta de la reacción, en su forma más espantosa. Alemania no pasará por el “rodeo necesario” de la revolución democrática nacional en cualquiera de sus formas o maneras. Nos basamos en las tradiciones de 1918, no en las tradiciones de 1913. ¡No puede haber revolución democrática en Alemania aparte de la conseguida por los Aliados!

En realidad, la restauración de la industria en Alemania, incluso parcialmente, que han iniciado los Aliados, también servirá para que el proletariado alemán recupere su confianza, su carácter ya se ha visto en toda una serie de maravillosas protestas y huelgas dirigidas contra los “nacionalistas” (que han arrojado bombas contra el gobierno militar norteamericano) y las huelgas de protesta contra la liberación de Papen, Schacht y otros nazis. Las manifestaciones se hicieron para demostrar que el proletariado alemán no permitirá nunca más que la reacción alemana tome el poder sin una lucha feroz.

Rápida o prolongada, encabezada por reivindicaciones económicas y transicionales democráticas, por una Alemania unida o por una asamblea constituyente abarcando toda Alemania libre de ocupación Aliada, cualquiera que sean las reivindicaciones que se planteen, estas sólo son parte de la lucha por la revolución proletaria durante la cual se pueden crear sóviets y comités obreros.

Aparte de esto, sólo puede haber una contrarrevolución burguesa en forma fascista o democrática, contrarrevolución democrática que será apoyada por los estalinistas y los socialdemócratas, en unas condiciones de insurrección de masas, como los socialdemócratas lo apoyaron en 1918. Si la vanguardia del proletariado alemán aceptara la postura del IKD, el proletariado alemán caería en una trampa mortal que conllevaría nuevas desgracias y derrotas para la clase obrera.

Cacería de brujas en Alemania Federal

Secuestro Schleyer

Cacería de brujas en Alemania Federal

Traducido de Workers Vanguard No. 178, 21 de octubre de 1977. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 6, julio de 1978.

Luego de los asesinatos del procurador general de la República Federal Alemana Siegfried Buback y del director del Dresdner Bank, Jürgen Ponto, los círculos gobernantes de Bonn están aprovechándose del secuestro del presidente de la asociación de fabricantes, el ex-oficial de la SS Hanns Martin Schleyer, como otro pretexto para la represión de la izquierda, así como para dictar medidas conducentes a “secar el pantano intelectual de los anarquistas: la universidad”. Con tal objeto, el gobierno ha creado un ambiente de guerra civil ―incluso con sacos de arena, alambradas y tanques de la policía fronteriza “protegiendo” los ministerios y las casas de políticos prominentes― como si se tratara de la defensa a ultranza del Palacio de Invierno o contra el asalto ruso a Berlín en 1945. Simultáneamente se intenta convencer al “Sr. ciudadano medio” de que él mismo podría ser la víctima del próximo ataque o secuestro, “igual que Schleyer”.

Mientras los propagandistas burgueses intentan inundar al país mediante la prensa escrita, la radio y la televisión con oleadas de la basura del moralismo burgués, el estado entra en acción: la mordaza parcial de las noticias sobre el secuestro de Schleyer, una forma de censura velada, no es sino el comienzo. El gobierno está preparado en efecto a declarar nulas y caducas sus propias leyes, cuando se trata de suprimir una posición a la izquierda (como dijo eufemísticamente el canciller federal Helmut Schmidt: “iremos hasta el límite de lo permitido y dictado por las normas legales”). La coalición gobernante Socialdemócrata/Demócrata Libre (SPD/FPD) intenta aumentar su popularidad presentándose como un pelo más “respetable” que las sugerencias más extremas de la oposición democristiana (CDU/CSU), cada día más descarada en sus demandas. Recientemente, la fracción de la CDU en el Bundestag (cámara baja del parlamento) introdujo una propuesta para declarar ilegales a las principales organizaciones maoístas de Alemania Federal.

A Schmidt le gusta claramente su rol de administrador de crisis “antiterrorista” (en vez de su rol de administrador de la crisis económica). Luego del secuestro de Schleyer, el estado ha prohibido todo contacto de los prisioneros pertenecientes a la Fracción Ejército Rojo (RAF ― identificada frecuentemente en la prensa burguesa como la “Banda Baader-Meinhof”) con sus abogados, y en el futuro pretende encarcelar a todo militante de izquierda sospechado de terrorista (“detención preventiva”). Ya está en discusión la detención preventiva de individuos condenados por una sola ofensa criminal y se está excluyendo a todo abogado con convicciones políticas declaradas de la defensa de prisioneros políticos de izquierda. El último éxito de la justicia de clase burguesa es la ley que prohíbe todo contacto de los prisioneros de izquierda entre sí y con el mundo exterior (abogados y parientes) a fin de aislarlos completamente. Como decía el titular del Spiegel: “El estado asume posiciones de batalla.”

La “insistencia de la ciudadanía en la seguridad corporal” (como pontificó el dirigente de la CDU Helmut Kohl ante el Bundestag el 6 de septiembre) se está cumpliendo mediante la expansión masiva de la red gubernamental de espionaje; el mejoramiento del arsenal de la policía y de la “Guardia Federal Fronteriza” (Bundesgrenzschutz), la cual lógicamente debía llamarse “Policía Federal”, ya que de otra forma toda Alemania Federal se ha convertido en una “región fronteriza”; mediante la legalización del tirar a matar; mediante centenares de Berufsverbote (las listas negras excluyen a “radicales” de puestos en la función pública); mediante la limitación drástica de los derechos de los abogados, defensores, y el fortalecimiento de las leyes de control de armas.

La burguesía está organizando su terror con la ayuda de millones de marcos y miles de policías adicionales. Por ahora el gobierno Federal ha rechazado la introducción de la pena de muerte (exigida por los demócratas cristianos). También se prescindió del uso del ejército contra los “terroristas”, pero sólo porque se consideran adecuadas la policía y la guardia fronteriza para la cacería montada contra “criminales violentos”. En todo caso, los sacos de arena y las alambradas, las metralletas y los tanques no son un signo de que Schmidt y Cía. estén temblando ante la posibilidad de un ataque feroz por el puñado de la RAF. El verdadero propósito de tal despliegue de poder de parte del aparato represivo del estado burgués es de intimidar a sus verdaderos adversarios, el proletariado y aquellos que lo puedan conducir en la lucha contra el sistema capitalista.

Hasta ahora han tenido bastante éxito en lograr sus fines. A diferencia de 1966 cuando la izquierda y los sindicatos salieron a la calle para manifestar su oposición a las “leyes de emergencia” (legislación autorizando la suspensión de los derechos constitucionales durante un “estado de emergencia”), hoy día no se encuentra ninguna movilización contra este armamento del “estado fuerte”. Por el contrario, los corpulentos burócratas sindicales colaboran celosamente con las medidas represivas de “su” gobierno, y la izquierda de Alemania Occidental se está replegando en todo el frente. Los oportunistas de la izquierda, desde la DKP (pro-Moscú) y la KPD maoísta (que condena a la RAF por ser “gánsteres”) hasta el seudotrotskista GIM (“No son sólo las ‘masas engañadas’ quienes ya no entienden lo que está pasando ― nosotros tampoco”), se arrastran ante la ira de su burguesía. También ellos han dado su visto bueno a la cacería de la RAF, o en el mejor de los casos se han negado a defender a las víctimas de esta persecución reaccionaria.

Defender a la izquierda contra la represión burguesa

La tendencia espartaquista internacional (TEI) no vacila en su posición principista de defensa de la RAF contra la furia de la represión burguesa. Mientras rechazamos resueltamente el terror individual como lo que es: la estrategia política de desesperación, y lo combatimos como una de muchas manifestaciones de la frustración pequeño burguesa resultante de la crisis internacional de dirección del proletariado, al mismo tiempo, la TEI defiende a toda la izquierda contra los ataques del estado burgués.

El secuestro de Schleyer, así como los asesinatos de Ponto y Buback, no pueden ser aprobados por los revolucionarios marxistas y militantes conscientes en los sindicatos. Dichos actos de terror individual contra representantes de la burguesía no contribuyen al derrocamiento del sistema capitalista. Por el contrario, sirven de pretexto para el inicio de ataques contra la izquierda por parte del estado capitalista, y en lugar de incitar al proletariado a la lucha militante en defensa de sus intereses de clase, la política del terror individual relega a las masas, en el mejor de los casos, al papel de meros espectadores pasivos.

Declaramos claramente que la RAF no representa los intereses históricos del proletariado, y sin embargo no negamos nuestra solidaridad con el odio del imperialismo que profesan y que les induce a golpear a ciegas. En tanto buscan eliminar la opresión social engendrada por el capitalismo, nuestras aspiraciones son similares. Pero las acciones de la RAF no están en el camino al socialismo ― están contrapuestas al camino socialista proletario.

De hecho la RAF tiene más de una característica siniestra. Aun cuando es un producto de descomposición de la Nueva Izquierda, no es simplemente una copia al carbón de los Weathermen norteamericanos, cuyos lazos políticos eran con los cubanos y los norvietnamitas. Los estalinistas cubanos y norvietnamitas, por ejempló, no toleran los secuestros de aviones. Según informes, la RAF está políticamente enlazada con los nacionalistas pequeñoburgueses del PFLP [Frente Popular por la Liberación de Palestina] y el “Ejército Rojo Japonés” cuyos métodos espantosos para resolver diferencias internas (fusilamientos y tortura hasta la muerte de disidentes) son conocidos. Si estuviera en el poder esta corriente, sin duda dejaría una estela de sangre rivalizadora con la de Idi Amin. Y en un estado obrero revolucionario, serían reprimidos por su terrorismo criminal indiscriminado contra trabajadores inocentes.

Dado el carácter nefasto del estado burgués que persigue a la RAF, y el tratamiento horrible de los supuestos miembros de la RAF encarcelados, exigimos su libertad inmediata. Pero bajo condiciones de extrema terrorización e intimidación estatal de la población, gran parte de la izquierda alemana ha caído en la doble trampa de darles la espalda o de solidarizarse políticamente con ellos. Aun cuando no podemos considerar a la RAF como nuestros camaradas, no huimos de nuestra obligación de defenderlos contra el estado capitalista.

Es repugnante ver a casi toda la izquierda abandonar cualquier vestigio de defensa de la RAF en el asunto Schleyer (quien en 1938 escribió: “Soy un antiguo nacionalsocialista y líder de la SS”). Este no es un caso de terror ciego contra personas inocentes, como en el caso de la toma de rehenes por “Septiembre Negro” en las Olimpíadas de Múnich en 1972, o el último atraco de un avión por el “Ejército Rojo Japonés”. El rapto de Schleyer, no importa cuán insensato, políticamente equivocado y contraproducente, no fue un acto de terrorismo indiscriminado contra personas inocentes que merezca la condena por toda la izquierda y que ponga en duda el carácter de clase de la RAF.

No cabe duda que las acciones de la RAF son una expresión de oposición al sistema imperialista de explotación, miseria y represión. Opinar que la “nueva” RAF no tiene nada que ver con la “antigua” (una fórmula con la que juega actualmente el seudotrotskista GIM) a causa del hecho de que últimamente la RAF apenas se expresa políticamente, es una coartada demasiado transparente para ser tomada en serio. En respuesta a la afirmación de que la RAF ya no forma parte de la izquierda, el periódico conservador Neue Zürcher Zeitung (18-19 de septiembre) anota (naturalmente con el objeto de denunciar a la izquierda, pero a pesar de todo correctamente): “¿No son ellos realmente [parte de la izquierda] aun dado su origen?… ¿Cuándo fue, la ruptura?” En realidad no ha habido ninguna ruptura, aunque la RAF perdió a su dirigente político Ulrike Meinhof (quien murió en la cárcel de Stammheim bajo circunstancias sospechosas en agosto de 1976).

La posición leninista hacia dichos actos de desesperación fue elaborada por la Internacional Comunista en 1921 en el caso de Max Hölz, quien fue condenado a cadena perpetua por los tribunales capitalistas debido a su actividad de líder de las bandas guerrilleras proletarias en Alemania Central luego de la derrota de la malhadada “Acción de Marzo”:

“La Internacional Comunista se opone al terror individual y actos de sabotaje que no sirven, en forma directa, para alcanzar objetivos de batalla en una guerra civil. Se opone a la guerra irregular llevada a cabo por bandas guerrilleras independientes de la dirección política del proletariado revolucionario. Pero la Internacional Comunista ve en Max Hölz a un rebelde valiente en lucha contra la sociedad capitalista, donde la moralidad se enseña en las penitenciarías y el orden es impuesto por los desmanes de las bestias del orden. Sus acciones fueron inadecuadas para la obtención de su objetivo: el terror blanco sólo puede ser destruido por la sublevación de las masas, las únicas capaces de realizar el triunfo del proletariado. Pero sus actos nacieron de su amor por el proletariado y su odio a la burguesía.”

No el terrorismo pequeñoburgués sino revolución proletaria

Aunque los métodos de la RAF son similares a los del anarquismo clásico, su ideología es nuevo izquierdismo fosilizado ― un conglomerado de populismo bakuninista y concepciones maoístas basado en la falta de confianza en la capacidad revolucionaria del proletariado. Su política se deriva de la doctrina de Lin Piao de rodear las ciudades (los estados imperialistas) con el campo (el “Tercer Mundo”). La RAF se considera una fuerza auxiliar a uno u otro grupo estalinista/nacionalista en lucha contra el imperialismo en el “Tercer Mundo” ― como “guerrillas urbanas” y un “destacamento partisano tras las líneas enemigas” (de una entrevista con Andreas Baader, Ulrike Meinhof, Gudrun Ensslin y Jean Carl Raspe en Der Spiegel número 4 en 1975).

La política de las guerrillas urbanas, desde los Tupamaros hasta la RAF, es substitucionista hasta la médula. Mientras proclama sus simpatías por los “desgraciados de la tierra” la RAF ve a la clase obrera de los países imperialistas como una aristocracia laboral vendida, irremediablemente atrapada en la “sociedad de consumo”. Consiguientemente sus acciones no son sino gestos moralizadores (incendio de un almacén, ataque a un club de oficiales del ejército norteamericano, secuestros, asesinatos de líderes burgueses prominentes). Por cada Buback, Ponto o Schleyer “ajusticiado”, otro tomará su lugar, sólo subirá el nivel de represión. Los leninistas, por el contrario, comprendemos que el imperialismo sólo será barrido por la clase obrera internacional bajo la dirección del partido revolucionario de vanguardia cuya actividad educa y prepara al proletariado para cumplir con su tarea histórica.

La RAF repite los errores de los populistas del Narodnaya Volya en la Rusia zarista: luchadores heroicos que buscaron derrocar al régimen de terror autocrático mediante actos de contraterror individual. Pero el punto máximo de la actividad de los narodniki ocurrió una generación antes de la aparición de un movimiento obrero organizado en Rusia, cuando las fuerzas capaces de liberar al país estaban todavía en su infancia. La RAF, en cambio, le da la espalda al poderoso movimiento obrero alemán (e internacional) porque son demasiado impacientes para participar en la lucha por educar a la clase. De esta manera rechazan toda la historia del movimiento marxista, y en particular la herencia de la Revolución de Octubre.

La izquierda alemana de rodillas ante la histeria burguesa

Durante los últimos cinco años, la izquierda alemana participó y/o organizó en numerosas ocasiones, manifestaciones de solidaridad con la RAF contra la represión brutal por el aparato estatal. Muchos grupos incluso extendieron su apoyo político a los terroristas de Nueva Izquierda. El año pasado, miles de personas marcharon en una manifestación en Berlín con motivo del entierro de Ulrike Meinhof; allí, “liberales” como el teólogo Helmut Gollwitzer y “socialistas” como el ex-líder de la Nueva Izquierda Rudi Dutschke dieron elogios. Pero ahora que la RAF ha disipado la última gota de su popularidad, ahora que ha desaparecido la “comprensión de sus motivos” por la “opinión pública liberal”, virtualmente toda la izquierda (y aquí chamos, una vez más, al malicioso Neue Zürcher Zeitung) “abandona a los terroristas como a una brasa ardiente, declarando no tener, ni haber tenido, relación alguna con ellos.” Quienes glorifican acciones como las de la RAF, en tanto se lleven a cabo en otra parte ―España, Argentina, Palestina― no pierden tiempo en declarar en voz alta su “respetabilidad” cuando se encuentran súbitamente enfrentados por su propia burguesía.

En 1974 fuimos la única organización de toda la izquierda que marchó junto con el partido pro-Pekín KPD (Kommunistische Partei Deutschlands) ―claro que bajo nuestras propias banderas― hasta la cárcel de Moabit en Berlín (donde estuvieron presos Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht durante la Primera Guerra Mundial) para protestar contra el terror de clase del estado burgués desplegado contra los miembros encarcelados de la RAF. Hoy día el KPD compite con el DKP (pro-Moscú) por el rol del lacayo ideológico más repugnante de la burguesía al interior del movimiento obrero. Comparando el ataque en Köln con las acciones de un Al Capone, el periódico del KPD, Rote Fahne (7 de septiembre), califica al secuestro de Schleyer como “Una guerra de gángsters en las filas de la burguesía”. Con el oído al suelo, el KPD nos informa que “el pueblo” considera el rapto del dirigente industrial como simplemente un “asunto de la burguesía”. La RAF está compuesta por “los mimados y aburridos hijos e hijas de los ricos.”

Si se aplicara tal criterio al mismo KPD, es decir, jugando en base al origen de clase de sus líderes Semler y Horlemann, ello tendría indudablemente consecuencias fatales en la evaluación de la organización. Lo decisivo para el análisis de una organización no es, en primera instancia, su composición social sino su programa y su política. De acuerdo con estos criterios el KPD se muestra totalmente traidor: hace tres años defendía, mínimamente, a los prisioneros de la RAF; hoy día se lava las manos respecto a estas víctimas de la justicia de clase burguesa. Sin embargo, no es la tendencia agrupada alrededor de la RAF la que ha cambiado en estos últimos tres años, sino el KPD. Claro que este cambio no ha sido cualitativo, puesto que aún en ese entonces el KPD ya era una organización de oportunistas estalinistas con un programa menchevique. Pero en términos cuantitativos es impresionante el movimiento hacia la derecha de estos maoístas. Estos loros de la burocracia de Pekín, que compiten con el líder revanchista de la CSU, Franz Josef Strauss como los mejores “defensores de la patria” contra el “imperialismo soviético”, ahora añaden su voz a la cacería reaccionaria “antiterrorista”.

El Sozialistisches Büro (SB), socialdemócratas de izquierda, reaccionó “con horror” al “asesinato a sangre fría” de los policías protectores de Schleyer en una declaración publicada en la segunda página del Frankfurter Rundschau(13 de septiembre). A causa de este “asesinato colectivo” permanente, dice el SB, la “‘Fracción Ejército Rojo’ ha abandonado sus pretensiones socialistas.” “Con sólo unos cuantos tiros”, continúa el SB, “ellos [la RAF] han destruido mucho por lo que hemos luchado laboriosamente durante años.” ¿Les agradecerá la burguesía por estas apologéticas tan efusivas y engrandecedoras del terror estatal capitalista? Quizás el canciller Schmidt y el jefe del SPD Willy Brandt, las encarnaciones modernas de Noske y Ebert, encontrarán, algunos puestos de consejeros burocráticos para estos propagandistas contra el “fascismo rojo”.

Debe reconocerse, sin embargo, que el KPD manifiesta cierta consecuencia en sus difamaciones. Su rival principal maoísta, el KBW (Kommunistische Bund Westdeutschlands) pro-Pekín, no puede decir lo mismo. En 1974, el KBW polemizaba contra el KPD, que caracterizó de “contrarrevolucionario” el asesinato a tiros del juez Drenckman en Berlín. Citas de Lenin podrían mostrar, decía el KBW, que el asesinato de Drenckman fue “una acción totalmente incorrecta, basada en una estrategia y táctica falsas” pero no “contrarrevolucionaria” (Kommunistische Volkszeitung, 5 de diciembre de 1974). Hoy el KBW repite las mismas tonterías que el KPD sobre la supuesta “guerra de gángsters”.

Hace unos meses, el Kommunistische Volkszeitung (5 de mayo de 1977) denunciaba en forma totalmente repugnante “la vida lujosa de los miembros de la RAF” (¿se referían quizás a Holger Meins y a Ulrike Meinhof, quienes murieron en la cárcel?). El KBW pontificaba: “La RAF nunca se dedicó al terrorismo para conseguir una meta determinada. La RAF explotó bombas con el fin de llamar la atención. Era como si una parte de la burguesía quisiera convencer a la otra de que algo debía hacerse” (subrayado nuestro). Pero extrañamente resulta que la clase capitalista se rehúsa a reconocer como uno de los suyos a la RAF, que se especializa en secuestros y asesinatos de representantes destacados de la burguesía. Por alguna “razón inexplicable” el gobierno alemán persiste en su intento de eliminar a esta organización y a sus “simpatizantes”, así como de usar las acciones espectaculares de la RAF como un pretexto para la represión de todo comunista declarado (los así llamados “grupos-K”).

El SB, DKP, KPD Y KBW simplemente declararon a la RAF fuera de la izquierda, con el fin de huir de su obligación de llamar por la defensa del grupo ante la represión criminal por el estado alemán. El grupo maoísta “crítico” Kommunistische Bund (KB), en cambio, anuncia en el primer párrafo de una declaración en la primera plana de su periódico que no participará “en la histeria dentro de la izquierda por distanciarse [de la RAF], siguiendo las órdenes de Strauss, Schmidt y Cía.” Lamenta “la posición tomada por varias personalidades y organizaciones de la izquierda, que buscan insinuarse en las columnas de la prensa progubernamental con sus infames protestas de no estar involucrados” (Arbeiterkampf, 3 de octubre).

Sin embargo, los mal disimulados oportunistas del KB ya comienzan a presentar sus verdaderos rostros. Mientras que considera a la RAF como “camaradas”, no exige la libertad de los miembros encarcelados de la RAF. Tampoco explica por qué dejó de lanzar esta consigna. (Anteriormente había llamado por su libertad, aunque bajo la consigna liberal errónea de “libertad a todos los prisioneros políticos”, la cual habría incluido también a presos derechistas como Rudolf Hess.) La única explicación ofrecida por el KB de ésta omisión cobarde es que “en estos momentos” la izquierda no puede “sugerir nada respecto a la ‘liberación’ de los prisioneros políticos que sea moderadamente creíble con alguna posibilidad de éxito”. Esta excusa descaradamente objetivista (Kautsky y Bauer la hubieran aprobado de todo corazón) es presentada como una “expresión del balance de las fuerzas de clases” en Alemania Federal.

Por otro lado el KB se preocupa por el “aumento del número de ‘ataques armados’ individuales desesperados llevados a cabo por camaradas que, careciendo de confianza en el poder histórico del movimiento obrero, no son capaces de ver otra ‘salida’.” Esto es debido a que “la debilidad relativa de la izquierda alemana empeora la situación, ya que no puede ofrecer una alternativa real a corto plazo a los futuros ‘terroristas’.” Pero tal alternativa, a corto o largo plazo, sólo puede ser proporcionada por una perspectiva política, un programa político; y el KB le teme al programa como el diablo al agua bendita. “En realidad, es una tradición nuestra tratar muy poco de las llamadas ‘cuestiones programáticas’,” declaran con satisfacción. “y en cambio concentrarnos primariamente en cuestionesconcretas, prácticas de la lucha política” (Arbeiterkampf, 5 de septiembre). Así el KB demuestra que no proporcionará nunca esa alternativa, sea para los individuos desesperados o para la clase obrera en su  conjunto.

La llamada por la libertad de las víctimas del terror reaccionario de la burguesía es sólo un elemento en nuestro programa revolucionario, aunque un elemento indispensable. Plantearla sólo cuando tiene posibilidades de éxito es simplemente capitular ante la presión de la “opinión pública”. Particularmente, en el caso de camaradas proletarios en las fábricas, sometidos a tremendas presiones en períodos de histeria política, sólo serán capaces de resistir si su organización muestra la mayor claridad y dureza posibles. Aquellos que no aceptan la estratagema cínica de declarar a la RAF fuera de la izquierda, no pueden simplemente “olvidar” la demanda de su libertad. No importa cuán impopular, ésta debe ser proclamada incesantemente y a toda voz.

La capitulación cobarde del GIM

N o nos sorprendemos al ver a los burócratas aspirantes socialdemócratas ni a los maoístas defensores de la patria solidarizándose con la represión desatada por el estado burgués contra la “amenaza terrorista”. Pero aun cuando para estos reformistas desvergonzados su actitud rastrera ante el asunto Schleyer constituye un nuevo récord, la capitulación más asquerosa viene de parte del Gruppe Internationale Marxisten (GIM, sección alemana del Secretariado Unificado [SU] de Ernest Mandel). Estos oportunistas que hace algún tiempo alababan la “estrategia guerrillera” en América Latina, veneraban al “Che” Guevara y daban su apoyo “sin reservas” a la “ascensión imparable” del primer ministro español Carrero Blanco (como resultado de un ataque con bombas por los nacionalistas vascos), ahora corren a esconderse bajo la cama cuando se usan las mismas tácticas en casa y la burguesía amenaza con la represión.

Comenzando con su titular repugnante ―“¡El terror individual sólo ayuda a la derecha!”― el número del 15 de septiembre de Was Tun (No. 175) está lleno de retórica legalista, calumnias veladas contra las víctimas de la represión reaccionaria y excusas rastreras dirigidas al estado burgués. Y para coronar esta colección nauseabunda de evasiones socialdemocráticas, ¡el GIM presenta su propio programa antiterrorista! “Nuestro ‘programa contra el terror’ es un programa de acciones de masas contra el desempleo y la contaminación atómica, por la defensa conjunta de los derechos democráticos.”

¡Qué tergiversación del marxismo! El GIM no sólo se niega a defender a la RAF contra la cacería iniciada por el estado alemán occidental; no sólo se pliegan estos seudotrotskistas a la histeria “antiterrorista” gubernamental; no sólo rehúsan hacer la distinción elemental de clase entre el terror del estado capitalista y el de la RAF; sino además, estos aterrados oportunistas en plena huida a la derecha, declaran (tal como Schmidt le dice a Strauss) tener un programa mejor para combatir el terrorismo de izquierda. ¡Es una vergüenza! ¿Acaso ha “olvidado” el GIM el principio de la solidaridad de clase contra la represión burguesa? ¿Se ha olvidado del carácter de clase del estado?

Aparentemente sí, pues el notorio No. 175 de Was Tun declara:

“Los secuestradores de Schleyer, que proporcionan una excusa [para la represión estatal contra la izquierda], dan pruebas así de su actitud apolítica: simplemente siguen la lógica ‘militar’ de una guerra privada que carece totalmente de justificación. Sus demandas por la libertad de prisioneros tienen el único objetivo de [aumentar] su propia capacidad de acción. Sus métodos incluyen la muerte de la escolta de Schleyer.”

Luego de esta condena de la RAF que podría haber aparecido en cualquier periódico del SPD y es digna del SB, el GIM concluye:

“En el caso de grupos contemporáneos que siguen una política de terror individual, su pertenencia al movimiento obrero es altamente cuestionable… Actualmente estamos discutiendo al interior de nuestra organización las conclusiones políticas de largo alcance que se deben sacar de la reciente oleada del terrorismo individual.”

Es una denuncia poderosa de los pablistas, quienes cambian de posiciones con cada nueva brisa de la opinión pequeñoburguesa, el hecho de que la gente que durante el apogeo del furor guevarista llamaban a una estrategia de “guerra de guerrillas prolongada” en América Latina, ahora quieran declarar ajeno a la izquierda a todo grupo que emplee métodos terroristas.

De hecho, no hace mucho que la tendencia mayoritaria centrista del SU disculpaba incidentes de terror indiscriminado por grupos nacionalistas cuyas víctimas no eran representantes de la burguesía sino individuos inocentes. La masacre criminal de unos turistas baptistas puertorriqueños en el aeropuerto Lod de Israel, llevado a cabo por el “Ejército Rojo Japonés” en colaboración con el PFLP palestino, se calificó sólo como un error grave en el No. 6 de Was Tun. Y no nos olvidemos de la masacre de Múnich, cuando se asesinaron atletas israelíes como resultado de su secuestro insensato por nacionalistas palestinos del grupo Septiembre Negro; en ese entonces, el buró político de la sección francesa del SU escribió que “la acción de Septiembre Negro debe ser apoyada incondicionalmente” (Rouge, 30 de septiembre de 1972). Pero dejen que unos terroristas caseros ―y no los héroes exóticos “tercermundistas” que son dotados de un aura romántica y animados por los aplausos entusiastas de los guerrilleros de salón― rapten a un prominente industrial y ex-Nazi conocido, y el voluble GIM súbitamente se pregunta si la RAF pertenece a la izquierda.

Pero no termina aquí el descaro de los pablistas. ¡La primera reacción del GIM al atraco de Köln fue el lamentar la muerte de los policías! “No nos alegra el secuestro de Schleyer, no sólo porque resultó en la muerte de cuatro policías que no son, por supuesto, del todo ajenos al problema, pero que al menos no son personalmente culpables…” (Was Tun, 8 de septiembre). ¿No son los policías los pistoleros profesionales, el puño de hierro del estado burgués? Y sin embargo esta infamia no debería de sorprendernos en las bocas de adherentes de una “Internacional” cuya sección española llama al estado franquista a disolver a las bandas fascistas, cuyos partidarios “fraternales” norteamericanos llaman al ejército imperialista estadounidense a proteger a la población negra en Boston, y cuya sección francesa apoya la sindicalización de los policías. Quizás siguiendo la tradición del SWP norteamericano, que le envió un telegrama de condolencia a la viuda Kennedy en 1963, el GIM pronto publicará declaraciones de condolencia para con los deudos de los Buback, Ponto, Schleyer y sus “escoltas”.

¡Abajo la cacería “antiterrorista”!

El GIM trata de reforzar su capitulación con una cita de Trotsky, publicada en 1911 en Kampf, el periódico de la socialdemocracia austriaca. El No. 175 de Was Tun reproduce un pasaje en el cual Trotsky muestra como los terroristas con sus “acciones heroicas” echan las masas al lado, empujándolas hacia la pasividad política. Pero estos renegados cobardes del trotskismo se cuidan de [no] reproducir el final del artículo, ya que éste refleja un fuego revolucionario demasiado ardiente para las páginas de su hoja economicista.

“No importa lo que digan los eunucos y fariseos del moralismo, el deseo de venganza tiene sus derechos legítimos y da testimonio del altísimo honor moral de la clase obrera que es incapaz de observar simplemente con aburrida indiferencia, lo que pasa en éste el mejor de todos los mundos. La tarea de la socialdemocracia no es el extinguir la sed del proletariado por la venganza, sino, por el contrario, soplar constantemente sus llamas, alimentarlas, a fin de profundizarla y dirigirla contra las verdaderas causas de toda injusticia y depravación humana.

“Si rechazamos, no obstante, los actos terroristas, no es debido a que no reconozcamos el derecho a la venganza, sino porque tal venganza individual es insuficiente. La cuenta por arreglar con el orden capitalista mundial es demasiado grande como para presentársela a un vulgar funcionario gubernamental con el título de ministro. El entender todos los crímenes contra la humanidad y todas las desgracias a la dignidad humana como productos del sistema social, a fin de unir todas nuestras fuerzas en la lucha colectiva contra el sistema ― ése es el camino por el cual el deseo más ardiente de venganza podrá encontrar su satisfacción moral más noble.”

A diferencia del SU, la tendencia espartaquista internacional siempre se ha opuesto políticamente al guerrillerismo (ya sea rural o urbano) y al terrorismo como estrategias sin salida, de aventurerismo pequeñoburgués, sustitucionismo y desesperación, que no pueden llevar nunca al estado obrero revolucionario, basado en una democracia soviética, que es nuestra meta. Más aún, hemos distinguido constantemente entre la política falsa y peligrosa del terror individual y la práctica criminal del terrorismo indiscriminado. Cuando la sección francesa del SU calificaba la acción de Septiembre Negro en Múnich “un acto de violencia legítima de un pueblo al cual la reacción internacional y la traición de las burguesías árabes han dejado sin otra alternativa”, la tendencia espartaquista escribía:

“El furor terrorista pequeñoburgués indefendible manifiesto en Múnich, se origina en la evidente consolidación israelí de las victorias arrancadas del cuerpo vivo de los pueblos árabes…. el clamor burgués apenas toca el tema de las represalias mucho más sangrientas desatadas por el estado israelí…. Pero mientras se puede comprender cómo la miseria del pueblo palestino lleva a grupos como el PFLP y Septiembre Negro a actos rabiosos y desesperados, no obstante, no se pueden defender en absoluto los actos de terror masivo indiscriminado como en Múnich y Lydda.”

Workers Vanguard No. 13, noviembre de 1972

En el mismo artículo, mientras condenábamos al ataque criminal en Múnich, hicimos clara nuestra defensa consecuente de toda la izquierda contra el terror del estado capitalista: “El terror individual dirigido contra el enemigo de clase, no importa su sustitucionismo y contra productividad inevitables, es todavía un acto de odio de clase contra la opresión, y sus autores deben ser defendidos contra la represión burguesa.” A distinción de los inconstantes guerrilleristas de salón del SU, que ahora buscan cobardemente excusas para evitar la defensa de los prisioneros de la RAF, la tendencia espartaquista internacional no pide disculpas por su historia consecuente de defensa del movimiento obrero.

¡Libertad a los miembros encarcelados de la RAF!

¡Libertad a los militantes de izquierda en prisión!

¡Abajo la cacería “antiterrorista”! ¡Por la unidad de acción proletaria contra la amenazada proscripción de las “organizaciones comunistas”!

¡Abajo las leyes de emergencia! ¡Abajo la ley de “prohibición” de contacto! ¡Por la disolución de laBundesgrenzschutz y los comandos móviles de intervención!

¡Aplastar el Berufsverbote ― No a las listas negras en los sindicatos!

¡Por la justicia clasista proletaria de un gobierno obrero!

Juicio de los dirigentes estalinistas

Un discurso de James P. Cannon

Juicio de los dirigentes estalinistas

[Cannon pronunció el siguiente discurso en 6 de febrero de 1949 en una reunión convocada para protestar contra el primer juicio a los dirigentes del Partido Comunista, uno de los disparos de arranque de la cacería de brujas anticomunista que acompaño a la Guerra Fría en Estados Unidos. Este discurso de Cannon se ha traducido deMilitant (14 de febrero de 1949). Después fue publicado en inglés en Speeches for Socialism (Discursos por el socialismo, Nueva York: Pathfinder Press, 1971). Traducido en Spartacist No. 27, Diciembre de 1996]

Hay una impresión popular muy extendida de que los dirigentes del Partido Comunista en el banquillo de la corte federal en Foley Square son criminales y deben ser sometidos a juicio. En lo personal, estoy de acuerdo con ese sentimiento. Los dirigentes estalinistas son en efecto criminales, y deberían ser juzgados por sus crímenes. Pero no estamos de acuerdo con este juicio. Este es un caso de los criminales correctos acusados del crimen equivocado. Y están siendo juzgados en el tribunal equivocado.

Como el camarada Dobbs, yo podría testificar como un testigo experto sobre estas cuestiones. Por este medio ofrezco públicamente a los abogados de los estalinistas enjuiciados mis servicios en su defensa contra acusaciones falsas. Estoy calificado como tal experto, por lo siguiente:

Fui un miembro activo del Partido Comunista desde su fundación en 1919 hasta 1928, es decir, durante nueve años. Soy un estudiante de la teoría marxista y leninista que los estalinistas están falsamente acusados de enseñar. He sido un oponente activo del estalinismo durante 20 años.

Y, finalmente, estoy familiarizado con la sección sobre la libre expresión de la Constitución de los Estados Unidos que dispone que “El Congreso no aprobará ley alguna… que límite la libertad de expresión o de la prensa.” Aprendí esto en la escuela, y después tuve la oportunidad de leerlo de nuevo y pensar al respecto durante 13 meses en una universidad federal en la penitenciaría Sandstone.

Tres razones

Así que, armado con este currículum, rechazo la acusación contra los dirigentes del partido estalinista por tres razones:

l. El crimen de que se les acusa – que “conspiraron para llamar” por el derrocamiento del gobierno de los Estados Unidos mediante la fuerza y la violencia – no es un crimen en este país bajo la Constitución.

2. Los estalinistas ni siquiera son culpables de este crimen que no es crimen. No llaman por el derrocamiento del gobierno de los Estados Unidos mediante la fuerza y la violencia, ni mediante ninguna otra forma.

3. El tribunal federal del capitalismo estadounidense no tiene ningún derecho a juzgarlos, pues los crímenes del estalinismo no han sido dirigidos contra el sistema que este tribunal representa. Los dirigentes estalinistas deberían ser juzgados ante un tribunal de la clase obrera internacional por altos crímenes y delitos contra la clase obrera del mundo, y de este país también, durante un largo período de años; altos crímenes y delitos que van desde perversiones del marxismo hasta colaboración de clases y apoyo al gobierno imperialista de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, e incluyendo todo tipo de ofensas contra la ética del movimiento obrero, desde el falseamiento y la falsificación hasta el embuste y el asesinato.

Los estalinistas son culpables de estos crímenes. Los estalinistas son los más grandes criminales en la historia. Pero el juicio actual en el tribunal federal del Distrito Sur de Nueva York en Foley Square es un embuste contra ellos. No son culpables del cargo presentado contra ellos, de que llamaron por el derrocamiento del gobierno capitalista de los Estados Unidos.

Todo el curso del estalinismo, desde su nacimiento, ha servido para apoyar al capitalismo mundial y no para derrocarlo. El estalinismo empezó hace 25 años con la promulgación de su teoría básica del “socialismo en un solo país”, es decir, Rusia. Ello significó “nada de socialismo en ningún otro país”. Significó la renuncia a toda perspectiva de revolución internacional; una oferta de la burocracia soviética para comprometerse con el capitalismo mundial a costas del movimiento obrero internacional. Esa es la teoría de la que se originó el estalinismo.

Crímenes estalinistas

La práctica siguió a la teoría: la expulsión, los embustes y los asesinatos masivos de decenas de miles de bolcheviques que hicieron la revolución y que estaban, en realidad, por la revolución internacional contra todas las instituciones capitalistas; la conducta de los estalinistas en España, donde sostuvieron y apoyaron al gobierno burgués al precio de asesinatos masivos de revolucionarios españoles; la política del “frente popular” de colaboración con partidos capitalistas y participación en gobiernos capitalistas; el pacto nazi-soviético, en el que los estalinistas unieron sus manos con Hitler al iniciar la Segunda Guerra Mundial; el Pacto Anglo-soviético-americano, bajo el cual los estalinistas estadounidenses vendieron a la clase obrera norteamericana y se alinearon para apoyar la guerra.

Sí, el historial muestra claramente que los estalinistas son criminales. Pero los tribunales capitalistas non están calificados, por este historial de hechos conocidos y por la clara disposición de la Constitución de los Estados Unidos, e incluso por consideraciones de gratitud por servicios recibidos de los estalinistas, especialmente durante la guerra, para juzgarlos.

Por otro lado, a pesar del hecho de que acusamos formalmente a los estalinistas de criminales, nosotros y todas las demás organizaciones obreras, que no tenemos razón para sentir amor o agradecimiento hacia los estalinistas, tenemos un interés vital en protestar contra su proceso en este caso particular. Ese es el propósito de nuestra reunión esta noche.

Este no es un juicio criminal por presuntas acciones en violación de leyes constitucionales definidas. Este es un juicio político. La libertad de “llamar” por cualquier doctrina, incluyendo la revolución, es básica para la libre expresión y la democracia. Este juicio golpea las raíces mismas de estos derechos democráticos de todas las organizaciones obreras.

Precedente peligroso 

Debe tenerse en mente que la acusación contra los estalinistas no les levanta cargos ni por una sola acción contra el gobierno de los Estados Unidos. La única base para el juicio es que conspiraron para “llamar” por el derrocamiento del gobierno de los Estados Unidos. Es decir, conspiraron para hablar y escribir.

La disposición misma de la Constitución a la que me he referido fue diseñada específicamente para impedir que el Congreso aprobara leyes que proscribieran el “llamado” por cualquier doctrina. Pero esta acusación bajo la Ley Smith – la misma ley bajo la que nosotros fuimos procesados y convictos en Minneapolis – es una acusación contra el hablar y escribir. Ahora, una vez que se establece el precedente de que es posible proscribir un tipo de habla o “llamado”, se sienta la base para la supresión de cualquier otro tipo. Se legitima la supresión de la libertad de expresión y la libre prensa.

Desafortunadamente, nuestro juicio y convicción bajo la Ley Smith en Minneapolis y nuestro posterior encarcelamiento, y la negativa de la Corte Suprema a revisar el caso, han sentado ya un precedente. Ese fue un duro golpe contra la libertad de expresión y la democracia en este país, y los estalinistas en juicio están sufriendo ese precedente.

Los intereses propios del movimiento obrero

Es cierto, como lo señaló el camarada Dobbs, y como creo que todos ustedes saben, que los estalinistas hicieron todo lo que pudieron, de todas las sucias maneras que sabían, para ayudar a la fiscalía a ponernos en prisión. Hicieron todo lo que pudieron para mantenernos en prisión por la duración plena de nuestra condena. Es cierto que estos sinvergüenzas incluso trataron de sabotear y romper nuestro Comité de Defensa, de impedirle reunir fondos de organizaciones con simpatía por el caso para pagar a los abogados. De ser por los estalinistas, no habríamos podido emplear una defensa legal para implementar una defensa legal. Su vergonzosa conducta pavimentó el camino para su propio enjuiciamiento bajo la misma ley.

Todo eso es cierto, como ha sido relatado tan gráficamente esta noche por el camarada Dobbs. Pero eso no puede determinar la política de una organización revolucionaria, o de cualquier organización obrera, si a esas vamos. El puro interés en uno mismo, para nosotros y para cualquier organización obrera honesta, es más importante que cualquier sentimiento de revancha en este caso.

Si el precedente establecido en nuestro caso es reforzado por otra convicción, de los estalinistas en este caso, y sancionado por la opinión pública hasta que sea aceptado como una costumbre, las libertades tradicionales que el movimiento obrero necesita para el avance progresista, cederán ante nuevos abusos en toda la línea. La siniestra tendencia hacia el control del pensamiento bajo un estado policíaco será grandemente acelerada.

Esa es la cuestión mayor que transciende todas las demás consideraciones, en el juicio actual de los estalinistas. Es por ello que estamos tan preocupados y apelamos a todas las organizaciones obreras, especialmente a las que nos apoyaron en nuestro juicio, a protestar contra el juicio político contra los estalinistas. Creo que hemos dejado suficientemente claro que nuestro punto de vista en este caso no está motivado por el perdón cristiano o por la suavidad de pensamiento, y mucho menos por la conciliación política con el pérfido estalinismo. Nuestra posición se basa únicamente en nuestro concepto del más vital interés de la clase obrera y sus luchas futuras.

Una gran tradición

Solía darse por hecho en el movimiento obrero que a pesar de todas las diferencias y disputas entre distintos partidos, fracciones y grupos, todos se unirían y cooperarían cuando cualquier sector del movimiento obrero estuviera bajo ataque en los tribunales del enemigo de clase. Hemos recorrido un largo camino desde la vieja tradición de la solidaridad contra el enjuiciamiento y los embustes. Era una buena tradición y deberíamos tratar de restaurarla en cierta medida.

Algunas de las páginas más brillantes de la historia obrera estadounidense se escribieron en luchas unidas por la justicia y la libertad de expresión. El movimiento obrero de hoy en día, que no cayó del cielo, es el producto y fruto de muchas luchas en el pasado, y le debe mucho a estas luchas de frente unido por la libertad de expresión y la justicia y la libertad de organización.

Mi primer interés en el movimiento obrero y socialista surgió por el gran movimiento de protesta en favor de Moyer y Haywood en 1906. Fueron arrestados y llevados a juicio sobre falsos cargos de asesinato, pero su verdadera ofensa fueron sus actividades obreras, su combatividad e incorruptibilidad. No se les dejó solos para que se defendieran ellos mismos como mejor pudieran. Eran dirigentes de la Federación Occidental de Mineros, que entonces estaba afiliada al IWW [Trabajadores Industriales del Mundo]. No obstante, todos los sectores del movimiento obrero reconocieron la amenaza para sí y para todo su futuro en el intento de legitimar el embuste contra los dirigentes obreros.

Se construyó una tremenda maquinaria de protestas y defensa, de un extremo del país al otro, en la forma de “Conferencias Moyer-Haywood”. Todo tipo de organizaciones, representando todo sector del movimiento obrero y todos los puntos de vista, enviaron delegados a estas conferencias de frente unido. Sindicatos de la AFL [Federación Estadounidense del Trabajo] e independientes, el IWW, el Partido Socialista, el Partido Laborista Socialista, los grupos anarquistas y grupos de liberales, y gente de buena voluntad, todos marcharon juntos bajo las “Conferencias Moyer-Haywood” para hacer un movimiento poderoso en defensa de los acusados. La tierra tembló a su paso.

Los conspiradores que habían tratado de tomar las vidas de Moyer y Haywood fueron echados atrás. El embuste fue derrotado por la amenaza del movimiento obrero unido. El gran Bill Haywood, de queridos recuerdos, estaba en lo cierto cuando habló a la primera gran reunión de masas de 200 mil personas en Chicago, quienes lo felicitaron por su liberación de la cárcel, y dijo: “Le debemos nuestras vidas a su solidaridad.”

La misma solidaridad fue mostrada en defensa de Ettor y Giovanitti, dirigentes de la huelga de Lawrence en 1912; y en la defensa de Mooney y Billings. Fue cierto, a un grado considerable, en el caso de los líderes del IWW durante la Primera Guerra Mundial, y en los casos de Debs y de Sacco y Vanzetti. Todos los obreros con conciencia de clase sintieron que era una obligación elemental, como cosa de rutina, unirse contra los ataques del enemigo de clase.

El papel dela ILD

El mismo Partido Comunista fue una vez el defensor de esta orgullosa tradición de solidaridad. La International Labor Defense [Defensa Obrera Internacional], que fue formada en 1925 bajo la inspiración directa del Partido Comunista, estaba dedicada expresamente al principio de la defensa obrera no sectaria, a la defensa de cualquier miembro del movimiento obrero, sin tener en cuenta sus opiniones, que sufriera persecución por los tribunales capitalistas a causa de sus actividades u opiniones.

Yo puedo hablar con autoridad sobre ello porque yo participé en la planificación de la ILD, y fui su Secretario Nacional desde su incepción hasta que fuimos expulsados del Partido Comunista en 1928. La International Labor Defense realmente “nació en Moscú”; tengo que admitirlo, aunque fue estrictamente una institución estadounidense en sus métodos y prácticas. La ILD nació en Moscú en discusiones con Bill Haywood. El viejo luchador, quien fue exilado de Estados Unidos amenazado con una condena de 20 años [de prisión], estaba profundamente preocupado por la persecución de los obreros en los Estados Unidos. Él quería que se hiciera algo por los hombres casi olvidados que yacían en las cárceles a lo largo del país.

Había más de cien hombres – organizadores sindicales, dirigentes de huelgas y radicales – en las prisiones en ese tiempo en los Estados Unidos: miembros del IWW, anarquistas, Mooney y Billings, Sacco y Vanzetti, McNamara y Schmidt, los prisioneros de Centralia, etc. Durante discusiones ahí en Moscú en 1925 elaboramos el plan y la concepción de la International Labor Defense como un cuerpo no sectario que defendería a cualquier miembro del movimiento de la clase obrera, sin importar sus opiniones o afiliaciones, si sufriese persecución por la ley capitalista.

Nunca olvidaré esas reuniones con Bill Haywood. Cuando completamos los planes que más tarde se hicieron realidad con la formación de la ILD; y cuando yo le prometí que regresaría a Estados Unidos y aseguraría que los planes no quedasen solamente escritos en papel; que realmente íbamos a trabajar en serio e ir en ayuda de los hombres olvidados en las prisiones; los ojos del viejo león – es decir, su ojo único – brillaba con el viejo fuego. Dijo, “Ojalá pudiera regresar para echar una mano en ese trabajo.” No podía regresar porque era un proscrito en los Estados Unidos, no por haber cometido ningún crimen, sino por todas las cosas buenas que había hecho por la clase obrera norteamericana. Hasta el final de su vida siguió siendo un participante activo en el trabajo de la ILD por medio de la correspondencia.

Defensa no sectaria

Los planes para la International Labor Defense como una organización de defensa no sectaria, elaborados ahí en el cuarto de Bill Haywood en Moscú, fueron llevados a cabo durante sus primeros años de existencia. Había 106 prisioneros de la guerra de clases en los Estados Unidos: decenas de miembros del IWW condenados falsamente en California, Kansas, Utah y otros estados bajo las leyes contra el sindicalismo criminal. Localizamos a un par de anarquistas poco conocidos en Rhode Island; un grupo de mineros del carbón de la AFL en West Virginia; dos organizadores sindicales en Thomaston, Maine; aparte de los prisioneros más prominentes y mejor conocidos mencionados antes. Sumaban 106 personas en prisión en aquel tiempo en esta tierra de los hombres libres, por actividades en el movimiento obrero. No eran criminales para nada, sino dirigentes de huelgas, organizadores, agitadores, disidentes; nuestra propia clase de personas. ¡Ni siquiera una de estas 106 personas era miembro del Partido Comunista! Pero la ILO los defendió y ayudó a todos.

La ILD adoptó como su política el recordarlos y reunir dinero para ellos. Creamos un fondo para que todos los meses se mandaran cinco dólares a cada uno de los 106 prisioneros de la lucha de clases. Cada Navidad reuníamos un fondo especial para sus familias. El grupo de Centralia del IWW, medio olvidados durante años, fueron recordados, se le dio publicidad a su caso y se hicieron esfuerzos para ayudarles. Fue igual con todos los antiguos casos medio olvidados. La ILD fue el centro de organización del gran movimiento mundial de protesta para los anarquistas Sacco y Vanzetti. Todo este trabajo de solidaridad tuvo el respaldo y apoyo del Partido Comunista, pero eso fue antes de que éste quedara completamente estalinizado y expulsara a los revolucionarios honestos.

El principio de la International Labor Defense, que fue lo que la hizo tan popular y tan valorada entre los militantes, fue la defensa no sectaria libre de discriminación política. El principio fue la solidaridad. Cuando se considera todo esto y se compara con las prácticas posteriores de los estalinistas; cuando se recuerda lo que ha ocurrido en los últimos veintitantos años, se tiene que decir que los estalinistas han hecho más que nadie para deshonrar esta tradición de solidaridad. Ellos han hecho más que nadie para desorganizar la unidad para la defensa contra el enemigo de clase.

Pagando las consecuencias

Esa terrible corrupción en la falta de unidad ante el enemigo de clase también ha penetrado otras secciones del movimiento obrero. Los socialdemócratas dedican mucho tiempo a devotas prédicas sobre la moralidad de los estalinistas, pero su conducta no es mucho mejor, si es que es mejor en algún grado. Generalmente, no protestan contra la persecución de los estalinistas. Los funcionarios sindicales, tanto del CIO [Congreso de Organizaciones Industriales] como de la AFL, se mantienen al margen, y muchos incluso apoyan a la fiscalía.

Ellos piensan que no hay por qué preocuparse por la Ley Smith; eso sólo es para los estalinistas. Eso fue lo que pensaron los estalinistas cuando nosotros estábamos en juicio hace siete años – que esta ley maligna e inconstitucional era solamente para los trotskistas. Oí en San Francisco que un orador estalinista, acosado por un interrogador sobre la relación entre su juicio y el nuestro, dijo, “Este juicio es un error y un malentendido. La Ley Smith era para los trotskistas.” Pero los estalinistas pagaron las consecuencias de la Ley Smith, y la misma cosa puede pasarle a otros también.

Si los estalinistas son condenados, estableciendo otro precedente para reforzar el precedente de nuestro caso, la misma ley puede ser invocada contra otras organizaciones políticas, contra profesores universitarios, y hasta los pastores religiosos que quizás tengan opiniones contrarias a las de los poderes que mandan, y que tengan el coraje de expresarlas. Es un gran error, un terrible error, descuidar este juicio y negarse a protestar; un error por el que tendremos que pagar todos – ellos y nosotros, y todos nosotros – todos los que aspiran a través de cualquier medio, o a través de cualquier programa o doctrina, a un mundo mejor y más libre por medio de la solidaridad de los obreros. Todos tendremos que pagar si el fiscal federal gana este caso y lo hace efectivo con el apoyo de la opinión pública. Es por eso que nos gustaría ver todo esfuerzo posible, incluso ahora mientras se desarrolla el juicio, para invertir el sentido de la tendencia actual, para superar la pasividad y la indiferencia.

iUnanse en protesta!

Es, por supuesto, utópico esperar que un gran movimiento unido, colaborando lealmente como en los tiempos de antes, pueda ser formado con los estalinistas. Los estalinistas no pueden colaborar lealmente con nadie. Les ofrecimos un frente unido. Lo rechazaron. Incluso ahora, cuando la cacería de brujas y las purgas por deslealtad [a la patria] son dirigidas contra ellos, se niegan a decir una palabra en defensa de James Kutcher, el veterano sin piernas quien fue despedido de su trabajo en la Administración de Veteranos en Nueva Jersey por sus opiniones políticas como militante del Socialist Workers Party.

A causa de la actitud de los estalinistas, y también por otras consideraciones, sería utópico esperar un frente unido que incluya a todos. Pero los sindicatos y las organizaciones políticas antiestalinistas deberían unirse, por sus propias razones y en sus propios intereses, para protestar contra esta acusación. Nos uniríamos y le daríamos apoyo a tal esfuerzo. Pero en todo caso, aunque pueda ser cooperando o por separado, todos deben levantar sus voces en protesta contra el juicio político que está transcurriendo en Foley Square. No por el bien de la pandilla estalinista, sino por el bien de la libertad de expresión, por aquellos derechos democráticos que el movimiento obrero ha conseguido a gran costo y que necesita desesperadamente para llevar a cabo su lucha informada y consciente para alcanzar un terreno más alto.

¡Libertad para santiago Alegría!

Alto a la victimización del PORE

¡Libertad para santiago Alegría!

Traducido de Workers Vanguard No. 192, 10 de febrero de 1978. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 6, julio de 1978.

El 3 de enero Santiago Alegría Sánchez, un cabo del ejército español, fue arrestado por la policía militar y acusado de participación en un robo de armas y municiones en la base aérea El Paní donde cumplía su servicio militar. Alegría fue detenido junto con seis otros militantes de izquierda en relación con una alegada desaparición de armas el 27 de diciembre, pero luego se puso en libertad a los demás después de haber sido golpeados e “interrogados” brutalmente. Las autoridades militares franquistas se han negado a libertar a Alegría y aún se encuentra en sus manos, sin duda bajo tortura y en peligro de ser condenado por un proceso sumario en un consejo de guerra.

Mientras que las autoridades se aferran a las “pruebas” fabricadas contra Alegría, tanto los interrogatorios policiales como las informaciones aparecidas en la prensa burguesa revelan claramente  que el verdadero motivo de este proceso es la afiliación de Alegría con el Partido Obrero Revolucionario de España (PORE). Las acusaciones del tribunal militar contra el cabo detenido incluyen: “hay motivos para creer que Santiago Alegría pertenece al Comité Central del PORE, un partido ilegal cuyo propósito es la toma del poder … Los hechos arriba mencionados constituyen el crimen de asociación ilegal” (citado según Truth, 27 de enero de 1978).

Bajo el lema de la “democracia española” de Juan Carlos / Adolfo Suárez, el aparato estatal heredado intacto de la dictadura franquista ha aumentado la represión, dando como pretexto una campaña contra los supuestos “terroristas”. Esta campaña de provocación se ha dirigido sobre todo contra la federación sindical anarquista (la CNT), los grupos maoístas y el PORE. Durante una manifestación frente a la jefatura de la policía en Barcelona el 8 de enero para exigir la libertad de sus camaradas detenidos, se detuvo a cuatro otros militantes y simpatizantes del PORE quienes poco después fueron libertados. La semana siguiente, luego de una manifestación cenetista contra el Pacto de la Moncloa (un programa común entre el gobierno Suárez, la oposición parlamentaria y las principales federaciones sindicales) nueve militantes cenetistas fueron detenidos y acusados de un atentado terrorista contra una sala de fiestas (Le Monde, 19 de enero).

Alegría, un militante del PORE en la vida civil de acuerdo con una declaración de este partido, fue detenido cuando la policía afirmó haber encontrado un volante del PORE en una región montañosa por donde, según dicen, se transportaban las armas. Además de Alegría, en la redada policial detuvieron a Nuria Marti, Albert Marti y Antoni Ríus – todos militantes del PORE junto con tres otros militantes de izquierda. Estos últimos fueron soltados después de haberse determinado que no eran militantes del PORE. Los militantes del PORE, en cambio, informaron que habían sido libertados sólo después de ser torturados e interrogados acerca del comité central del partido (Truth, 27 de enero de 1978).

Este episodio de la detención de Alegría y de los otros seis militantes es sin duda una provocación. No hay prueba alguna que ligue al cabo con el robo de armas y él ha negado rotundamente toda participación. Evidentemente las autoridades cogieron a todo aquel conocido o sospechado de pertenecer al PORE en Tarrasa (la ciudad catalana cerca de la base militar) a raíz de un volante que dicen haber encontrado al lado de un camino. Los otros militantes del PORE fueron libertados sin cargos y según Nuria Mari la policía ni siquiera le interrogó acerca del robo de armas. El PORE sacó un Comunicado denunciando la provocación y oponiéndose al “terrorismo … [y] las acciones separadas de la movilización de las masas trabajadoras”.

El movimiento obrero en su conjunto debe exigir la libertad inmediata de Alegría Sánchez y la anulación de las acusaciones falsas contra él, además de exigir el fin a la persecución del PORE. Como en ocasiones anteriores denunciamos terminantemente la detención de los militantes del PORE, (véase “Free All Class-War Prisoners in Spain” Workers Vanguard No 113, 11 de junio de 1976). Sin embargo, debemos señalar la actuación irresponsable de la tendencia varguista (antiguamente la LIRQI, Liga Internacional Reconstruyendo la Cuarta Internacional, que ahora se proclama rimbombantemente la Cuarta Internacional y cuya sección española es el PORE) en cuanto a cuestiones de seguridad.

Así al punto máximo de la represión luego de la muerte del dictador Franco, los órganos de la LIRQI publicaron al pie de unas fotografías de una manifestación de obreros de la construcción en Barcelona: “En las primeras filas se pueden reconocer algunos dirigentes del PORE” (publicado en Truth. 1 de abril de 1976). Sin duda la policía española hizo todo lo posible para identificar a estos militantes entregados por sus propios camaradas. Del mismo modo, en el caso de Alegría los varguistas norteamericanos – la Trotskyist Organization USA al principio declararon orgullosamente que él era militante del PORE (Truth. 13 de enero) y luego en el número siguiente, insistieron en que Alegría era un ex-militante, ¡refiriéndose al intento de vincularle al PORE como parte de la provocación policíaca!

Los varguistas estadounidenses anunciaron la constitución de un Comité por la Libertad Inmediata de Santiago Alegría Sánchez para organizar los esfuerzos de defensa contra la victimización de los militantes del PORE. En una llamda telefónica a Workers Vanguard Jon Cohen, el secretario nacional de la Trotskyist Organization solicitó la participación de la Spartacist League en el Comité, una de cuyas consignas principales era “Libertad para todos los presos políticos en España!” La SL se opuso a esta consigna liberal que implicaría favorecer la libertad de fascistas encarcelados, por ejemplo varios fascistas de la AAA española detenidos por ser implicados en el atentado del septiembre pasado contra la revista satírica de izquierda barcelonesa El Papus, resultando en una persona muerta y doce heridas.

Anteriormente, en su prensa, La Aurora, el PORE había planteado en repetidas ocasiones la consigna “libertad para todos los presos políticos”, incluso hasta en el número del 16 de septiembre de 1977. El caso más descarado fue la campaña internacional de  los varguistas en 1975-76 exigiendo la “libertad de todos los prisioneros políticos” en la URSS y Europa Oriental. Mientras los verdaderos trotskistas denunciarnos la supresión estalinista de toda disidencia en los estados obreros degenerado y deformados, esta oposición está indisolublemente ligada a nuestra defensa de las conquistas proletarias en estos países y no incluye una llamada por la libertad de los fascistas georgianos y canalla contrarrevolucionaria semejante. Sin embargo, en una respuesta, evidente al atropello delPapus, el PORE ha cambiado recientemente su posición y ahora exige la “libertad inmediata para todos los presosantifranquistas” (La Aurora, 21 de octubre de 1977, subrayado nuestro).

El PORE nunca dio motivo para tal cambio de línea y aparentemente la organización fraterna norteamericana no estaba al tanto. Cuando se le informó al portavoz de la Trotskyist Organization que sus propios camaradas españoles ya no utilizaban la consigna liberal-reformista de libertar a todos los presos políticos, dio una media vuelta brusca y desconcertada. En el curso de la conversación, Cohen cambió las consignas del Comité para conformarlas a las del PORE y de la “Internacional Revolucionaria de la Juventud” de los varguistas (cuya principal distinción es su llamada por una manifestación a la frontera de Alemania Oriental bajo la consigna anticomunista “¡Abajo la muralla de Berlín!”).

La tendencia Espartaquista internacional exige la libertad inmediata de Alegría y el cese a la persecución del PORE. Esto exige una protesta internacional y en España estas consignas deberían plantearse como parte dc acciones de frente unido movilizando a las masas contra la represión franquista. Sin embargo, tal movilización requiere  un asalto directo al colaboracionismo de clases del Pacto de la Moncloa, en cuyo marco los partidos comunista y socialista se unen con Suárez al llamar por “la consolidación de la democracia y defensa frente a las agresiones de todo orden, especialmente las terroristas” – una petición velada para aumentar las medidas policíacas contra las organizaciones de izquierda y nacionalistas más combativas.

Además hay que exigir el fin de la ilegalización de hecho del PORE. El estado español, como muchos países latinoamericanos, se otorga el derecho de aprobar o ilegalizar  partidos políticos y sindicatos a través de un procedimiento de registro en el cual el ministerio del interior y los tribunales deciden a quien se le permite participar en las elecciones o negociar contratos laborales colectivos. Las organizaciones políticas están obligadas a entregar sus estatutos a las autoridades para ser aprobadas según criterios indefinidos.

Por lo menos hasta el otoño pasado, el gobierno Suárez se negaba a aprobar a todo partido que llamara abiertamente por una república en España, por la independencia de las varias nacionalidades oprimidas o por el derrocamiento revolucionario del régimen. Los reformistas y la mayoría de los centristas eliminaron servilmente de sus documentos básicos dichas cláusulas y fueron recompensados con el sello oficial a su debido tiempo. El PORE se negó a cambiar sus estatutos y hasta este momento no ha recibido su personería jurídica. En una rueda de prensa al principio de septiembre el ministro del interior Martín Villa declaró, según se informa:

“No se legalizarán los partidos que estén por conseguir  sus objetivos por medios armados. Este es el caso del Partido Obrero Revolucionario de España. Se exigirá para la legalización que no se atente contra la unidad de España, ni contra la monarquía ni contra el orden legal…”

– citado en La Aurora, 16 de septiembre de 1977.

Actualmente, mientras que el PORE no está formalmente prohibido y puede funcionar más o menos abiertamente (es decir, no está relegado a la semiclandestinidad. no tiene estado legal y por lo tanto su situación precaria (sobre todo dado que la gran mayoría de los partidos han sido aprobados) le deja sin defensa contra todo tipo de provocación. Los marxistas se oponen a toda forma de control por el estado burgués sobre las organizaciones políticas y sindicales de la clase obrera. Por consiguiente, nos oponemos a cualquier procedimiento de aprobación o registro de partidos políticos por el estado, que son medidas de represión antidemocráticas. Al mismo tiempo es preciso denunciar la negativa del gobierno a conceder al PORE el mismo estado legal que ha concedido a los demás partidos, lo que equivale a la ilegalización del PORE. [Después de la redacción de este artículo el congreso del PORE fue prohibido por el gobernador militar de Barcelona y se ha detenido al redactor de La Aurora, Miguel Saías, quien  se encuentra frente a un tribunal militar acusado de “presuntas injurias a los Ejércitos”.  La tendencia espartaquista denuncia estos nuevos ataques contra el PORE y exige el cese a las provocaciones contra este partido.]

¡Libertad para Santiago Alegría Sánchez! ¡Libertad para todas las víctimas de la represión franquista!

¡Alto a la victimización de los militantes del PORE! ¡Alto a la ilegalización del PORE y toda organización obrera y antifranquista!

¡Hacia una sección española de una Cuarta Internacional Reforjada! ¡Por una república obrera Española en una federación soviética ibérica y en unos estados unidos socialistas de Europa!

LCR pide al estado que aplaste a los fascistas

LCR pide al estado que aplaste a los fascistas

Seudotrotskistas abrazan la “democracia” franquista

[Traducido de Workers Vanguard No. 143, 4 de febrero de 1977, Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 05, octubre de 1977]

La actual crisis en España, teniendo su origen en una oleada de provocación derechista, plantea pruebas fundamentales a todos aquellos que hablan en nombre de la clase obrera. Si los asesinatos de Atocha subrayan el peligro mortal del terrorismo fascista que ahogaría a la izquierda en un río de sangre, la respuesta enfurecida de cientos de miles de manifestantes demuestra la tremenda combatividad del proletariado español..

Los estalinistas y socialdemócratas se unen al primer ministro franquista Suárez en llamar a los trabajadores a mantenerse “serenos” – es decir, a permitir que los carniceros fascistas y sus protectores policíacos imperen en las calles. Esto es nada menos que la continuación de su traidora política frentepopulista durante la Guerra Civil, cuando los reformistas prepararon el camino para la victoria de Franco al atar las masas a la “legalidad republicana” (o sea, burguesa).

¿Quién, entonces, conducirá al proletariado a aplastar a los matones falangistas y pistoleros fascistas derrumbando al estado capitalista que los nutre y protege? La crisis de la dirección revolucionaria es planteada a quemarropa en la España de hoy.

Elos últimos días la policía ha reaccionado a la campaña de provocación deteniendo a más de 200 izquierdistas sólo en Madrid. Según se informa, los detenidos pertenecen en su mayoría a grupos maosindicalistas. La respuesta de los auténticos comunistas a esto debe ser la movilización de los trabajadores en acciones militantes especialmente en las fábricas, donde se concentra su poder de clase – exigiendo que se detenga la represión derechista y que los izquierdistas detenidos en las incursiones policíacas sean puestos en libertad inmediatamente.

Sin embargo, en un ejemplo que es simultáneamente una traición a la clase obrera, una imbecilidad mortal y un acto de cobardía reformista, ¡la llamada “extrema izquierda” española ha solicitado la “protección” de liberales burgueses y del mismo estado franquista! Mientras los estalinistas y socialdemócratas firmaban junto con el jefe del gobierno un llamado a la serenidad, sus hinchas de “izquierda” sacaron un comunicado conjunto en Barcelona que abraza totalmente ilusiones reformistas en una “democracia” franquista a través de la auto reforma de la dictadura sanguinaria.

El comunicado de prensa – reproducido sin comentarios en Rouge (31 de enero), órgano de la sección francesa del seudótrotskista “Secretariado Unificado” (SU) dirigido por Ernest Mandel – condenó el asesinato de tres policías en Madrid (reclamados por el misterioso “GRAPO”) además del arresto de numerosos militantes de grupos de oposición, y exigirán del gobierno “acción inmediata contra … las organizaciones fascistas y parapoliciales”.

¡Qué imbéciles! Suplican a la Guardia Civil que reprima a los terroristas fascistas clericales, ¡la mayoría de los cuales son simplemente la misma Guardia Civil sin uniforme! Y el estado “acudió” a su llamada, decretando un estado de emergencia con el fin declarado de reprimir a los terroristas. Naturalmente, bajo la cubierta de este decreto lo que se llevó a cabo fue una represión severa contra la izquierda. He aquí el punto donde las ilusiones reformistas en la “neutralidad” del estado burgués se vuelven verdaderamente suicidas. Los marxistas, al contrario, llamamos por la formación de milicias obreras para defender al movimiento obrero y aplastar a los matones reaccionarios.

Hay más todavía: el documento afirma que el “restablecimiento de todas las libertades democráticas y nacionales, y en particular la amnistía sin restricción, permitirá avanzar hacia la democracia y un clima de tolerancia democrática”; y concluye con un llamamiento a la “unidad y responsabilidad de todo el pueblo en el marco de su declaración democrática”. Esta es la piedra angular del llamamiento del Partido Comunista español por una “ruptura negociada” – ¡un pacto con el gobierno para llevar a cabo una transición pacífica de la dictadura bonapartista a la democracia burguesa!

Entre los firmantes de esta declaración frentepopulista se encuentran no solamente la Esquerda Republicana, el Partido Carlista y la Assemblea de Catalunya – todas estas formaciones burguesas – sino también la mayor parte de la “extrema izquierda”, desde los mao-sindicalistas hasta la Liga Comunista Revolucionaria (LCR – una sección simpatizante del SU). Verdaderamente, estamos presenciando el “escarmiento” de los antiguos guerrilleritas feroces de la LCR. Pasados son los tiempos cuando la LCR declaraba su apoyo “total” a los nacionalistas vascos por el asesinato del primer ministro Carrero Blanco. Pasados también los tiempos en que la máxima (y casi única) reivindicación de la LCR era la mítica “HGR” – la Huelga General Revolucionaria que estallaría un buen día para derrocar al régimen franquista.

Pero los mandelistas españoles no se limitaron al abandono de sus mitos terroristas/espontaneístas. Cayeron en los aspectos más miserables del reformismo legalista de sus opositores dentro del SU. ¿Quién, entre los que han seguido la interminable riña en el Secretariado “Unificado”, no se acuerda de la vehemencia y del desdén con que la mayoría dirigida por Mandel condenó el PST argentino por el apoyo que éste prometió al “proceso institucional” del criminal régimen peronista? Ahora la mayoría sigue el ejemplo de la minoría.

El “Comunicado de Barcelona atestigua una vez más la completa incapacidad de estos revisionistas y renegados del trotskismo de resistir la prueba de turbulentas luchas dé clases. La patética claudicación de la LCR ante la primera provocación es una copia al carbón de la capitulación ignominiosa del PST ante Perón. Esta declaración abyecta – como la firma por la LCI portuguesa en 1975 de la declaración frentepopulista del “Frente Unido Revolucionario”, apoyando al Movimiento de las Fuerzas Armadas – da prueba una vez más de la urgencia de la lucha por reforjar la Cuarta Internacional. Sólo a través de la construcción de secciones de la tendencia espartaquista internacional en Portugal y España se podrá levantar la bandera del trotskismo revolucionario y podrá unirse el proletariado ibérico tras una dirección leninista.

El culto a la virgen María

El culto a la virgen María

Publicado por primera vez en Women and Revolution No. 15, verano de 1977. Traducido en Espartaco No. 35 junio de 2012. Copiado de  http://www.icl-fi.org/espanol/eo/35/virginmary.html

Los marxistas vemos en la religión contemporánea —en la que el miedo y la degradación conforman una liturgia que vuelve a los creyentes estúpidos e impotentes ante la divinidad de sus opresores— algo odioso. Entendemos, sin embargo, que lo que sostiene la filiación religiosa en la era científica no es tanto la convicción intelectual como la opresión social. Así pues, si bien el espíritu anticlerical que animaba el vivo deseo de Voltaire de “ahorcar al último rey…con las tripas del último cura” puede ser sincero e incluso justificado, semejante “guerra contra dios” no trasciende el idealismo pequeñoburgués. La religión desaparecerá sólo cuando haya sido destruida la sociedad que la hace necesaria.

Las revoluciones burguesas establecieron el principio de la separación entre la iglesia y el estado, pero, como señaló Marx, esto no produjo la libertad respecto de la religión. Tampoco el declive de la vitalidad de la religión organizada ha eliminado el sentimiento religioso.

Si bien en Estados Unidos nunca ha existido una religión de estado, la vinculación del prejuicio religioso con los movimientos nativistas de derecha es bien conocida, y el patriotismo, la religiosidad y la prosperidad han constituido a través del tiempo la trinidad de la política imperial estadounidense. Hoy entre 30 y 40 millones de estadounidenses se consideran a sí mismos “cristianos renacidos”, para no hablar de las sectas más tradicionales ni mucho menos del miserable misticismo que sirve de basurero para los despojos de la Nueva Izquierda que aún buscan adquirir la liberación personal a bajo costo.

El tono mojigato de la última campaña presidencial, y el hecho de que el santísimo Jimmy Carter (quien dice consultar las decisiones importantes con su hermana curandera) se alzara con la victoria, apuntan no tanto a un resurgimiento religioso serio como a la pasividad desesperante que se cierne sobre la clase obrera estadounidense. Una muestra de la relación que guarda la conversión religiosa con la derrota política es el crecimiento de la secta de los Musulmanes Negros, que lucra con la desesperanza y el cinismo que se apoderaron de los negros tras los fracasos políticos y la destrucción física del movimiento negro de los años sesenta.

No es sorprendente que las mujeres sean con frecuencia las devotas más fervientes de la religión. Aisladas de la producción y lucha sociales dentro de los sofocantes confines de la familia, las mujeres han sido en general las principales víctimas de los “gendarmes en sotana” y también sus más confiables instrumentos.

El mito de la virgen madre de dios

El libro de Marina Warner, Alone of All Her Sex, intenta explorar el mito religioso que más explícitamente se ha dirigido a moldear y deformar la conciencia femenina: el mito de la madre virgen de dios. Los rituales y complejidades de la teología católica son más comunes y mejor conocidos en Europa y los países latinos que en EE.UU., pero esa imagen en particular ciertamente está relacionada con estereotipos y modelos más generales de “la mujer ideal”.

¡Y vaya que ha sido un mito poderoso! Dante y Botticelli encontraron inspiración en él; las agujas y campanarios de Notre Dame y Chartres se edificaron supuestamente para celebrarlo; e incluso Isabel I de Inglaterra —que no era de las que dejan que los escrúpulos religiosos interfieran con los asuntos de estado— se permitió envolverse en la imaginería de la “Reina Virgen”.

Desde luego, el mito del dios/redentor nacido de una virgen no es exclusivo del cristianismo, sino que tiene raíces en las leyendas antiguas. El poema de William Butler Yeats, “Leda y el cisne” (1923) revive el encuentro mítico entre el dios Zeus y la mortal Leda:

“Un golpe súbito: bate las alas

sobre la chica hasta sentir sus muslos

bajo las patas, y le muerde el cuello

hasta que el seno inerme es ya su seno.

¿Cómo zafarse en su terror la mano

de la emplumada gloria entre los muslos?

¿Y cómo el cuerpo asido en blanco júbilo

puede ignorar el corazón ajeno?

Temblor del espinazo que concibe

el muro profanado y el saqueo,

la muerte del Atrida.

     Bajo el trance,

y sometida por la sangre etérea,

¿sumó la chica ciencia a ese poder

que abría ya su pico indiferente?”

Al describir el modo en que el culto a la madre virgen se extendió por Europa Occidental, Warner intenta explorar lo que plantea como una paradoja: “el que, en la celebración misma de la mujer humana perfecta, tanto lo humano como lo femenino sean sutilmente denigrados”. Unas 300 páginas después, presenta la siguiente hipótesis concluyente:

“La virgen María no es el arquetipo innato de la naturaleza femenina, el sueño encarnado; es un instrumento de la discusión dinámica de parte de la Iglesia Católica respecto a la estructura de la sociedad, presentado como un código de inspiración divina. Esta discusión cambia, según las contingencias…

“Gracias a su flexibilidad y su maña, la Iglesia Católica puede lograr adaptarla a las nuevas circunstancias de igualdad sexual, pero lo más probable es que la Virgen se convierta en leyenda… La leyenda de la virgen perdurará en todo su esplendor y lirismo, pero se habrá vaciado de contenido moral y por lo tanto habrá perdido los poderes reales que actualmente tiene para curar y para dañar”.

Sin embargo, lo que daña no es el mito, sino la realidad que éste mistifica, y no es mediante la renovación del mito como se va a “curar” a la mujer de su opresión. Marx y Engels citaron favorablemente el lema que encabezaba el semanario del republicano francés Loustalot:

“Los grandes nos parecen grandes

sólo porque estamos de rodillas.

¡Pongámonos de pie!”

Sin embargo, añadieron: “Pero para ponerse de pie no basta con levantarse mentalmente, y dejar que sobre la cabeza real y sensible penda el yugo real y sensible, que no podemos destruir por arte de magia a fuerza de ideas”.

Fundamentos del cristianismo

El cristianismo comenzó como la ideología de las masas judías pobres bajo el Imperio Romano. Dado que las relaciones económicas no permitían que la riqueza se multiplicara mediante el desarrollo de las fuerzas productivas, la única manera en que las clases poseedoras de Roma podían sostener su riqueza era mediante el continuo y siempre expansivo saqueo de las áreas conquistadas. El costo extremadamente bajo del trabajo esclavo que se obtenía de ese modo era lo único que hacía que las empresas a gran escala (generalmente agrarias y a veces mineras) fueran relativamente rentables en comparación con las de los pequeños campesinos. La riqueza acumulada a través del saqueo se destinaba básicamente al consumo, a la búsqueda de diversiones.

La causa fundamental de la decadencia del Imperio Romano fue la contradicción, inherente al creciente dispendio de las clases poseedoras, entre el aumento del valor excedente, por un lado, y el carácter estático del modo de producción, por el otro. Y es también en esta contradicción donde deben buscarse las raíces del cristianismo primitivo. Abraham Leon escribió:

“Pero aunque sea evidente que la mayoría de los judíos desempeña un papel comercial en el imperio romano, no debe creerse por ello que todos sean ricos comerciantes o empresarios; por el contrario, la mayoría de los judíos se compone realmente de personas de humilde condición, de las que una parte obtiene sus medios de vida, directa o indirectamente, del comercio: buhoneros, descargadores, artesanos, etc…. Esta multitud humilde es la primera a quien golpea la decadencia del imperio romano y la que más sufre por las exacciones. Concentrada en grandes masas en las ciudades, posee mayor capacidad de resistencia que los campesinos dispersos por la campiña; también es mucho más consciente de sus intereses.

“En las capas pobres de las grandes ciudades de la Diáspora es donde se expande el cristianismo… En la medida en que a las insurrecciones judías siguen insurrecciones de capas populares no judaicas, la religión comunista judía se extiende rápidamente entre las multitudes paganas”.

Como ideología de protesta por parte de los desposeídos y los indefensos, el cristianismo encarnó un vehemente sentimiento antiplutocrático. En el evangelio según Lucas, por ejemplo, se lee:

“Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados… Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre”.

La epístola de Santiago es igualmente explícita:

“¡Vamos ahora, oh ricos! Llorad y aullad por las miserias que os esperan… Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego”.

El “comunismo” del cristianismo primitivo no se basaba, ni podía basarse, en la comunalización de la capacidad productiva de la sociedad, sino en la comunalización del consumo: “comunismo por medio del saqueo al opulento”, como decía Karl Kautsky. Pero, conforme el cristianismo se extendió, sus líderes se esforzaron por mellar su filo antiplutocrático.

El proceso por el cual pasó la iglesia no se debió fundamentalmente a la codicia y la ambición personal de sus funcionarios; no fue simplemente una herramienta para engañar y despojar a las masas. El cristianismo se volvió la religión oficial del Imperio Romano bajo Constantino, al mismo tiempo en que la decadencia del imperio, basada en el parasitismo y el bandolerismo, llevaba a las reformas de Diocleciano y Constantino, las cuales intentaron apoyarlo en una economía natural. Como religión de la clase de los grandes propietarios en el origen de la economía feudal europea, el fuego antiplutocrático que el cristianismo tenía originalmente quedó reservado a los mercaderes y usureros.

Secularización y celibato

Warner plantea un vínculo interesante entre la creciente riqueza de la iglesia y su santificación del celibato (las escrituras mismas no mencionan jamás la “inmaculada concepción” y plantean muchas dudas sobre la virginidad de María). Bajo la ley romana, una mujer tenía derecho a heredar riqueza y disponer de ella de manera independiente a partir de cierta edad. Entre las familias romanas, era común criar a los hijos varones en la vieja religión y a las hijas en la nueva; además, en la época de la decadencia romana solía ocurrir que las familias se extinguieran por la línea masculina. Así, la vocación del celibato (que implicaba no tener herederos) para las cristianas vírgenes y viudas sin hijos resultaba de lo más rentable para la iglesia. Fue pues, según Warner, como parte del creciente poder secular de la iglesia que el culto a la virgen alcanzó prominencia por primera vez.

Agustín, que vivió en el siglo V, trazó una conexión explícita y literal entre el acto sexual y el pecado original: Cristo nació de una virgen porque sólo así pudo evitar contaminarse del pecado original. La percepción de la virginidad como un estado inherentemente santo y la identificación de la pureza espiritual con la abstinencia sexual siguen dominando la doctrina de la iglesia hasta la fecha.

La imagen de la madre de dios —prácticamente ignorada durante los primeros cuatro siglos del cristianismo— no era la humilde y sumisa chica de la anunciación, sino la triunfante reina del cielo, una imagen que también servía para simbolizar la ventaja de la iglesia sobre otros gobernantes temporales a lo largo de Europa y el imperio Bizantino. Esta imagen de María como reina del cielo se mantuvo esencialmente inalterada, excepto quizá por la creciente opulencia de su indumentaria, por muchos siglos, prestándole la autoridad de la sanción divina al concepto de monarquía.

Parte del tributo económico considerado digno de una reina —y la separación entre lo temporal y lo divino fue convenientemente oscurecida— puede verse en la extraordinaria ola de adulación que fue el pretexto para la construcción de 80 catedrales en Francia en un solo siglo.

La ley feudal francesa de los siglos XII y XIII permitía que las mujeres poseyeran rangos y propiedades por derecho propio; y en una sociedad donde la adquisición de tierra era una necesidad constante y urgente, las herederas podían llegar a tener un inmenso poder: Leonor de Aquitania (1122-1204) es la más célebre de ellas. Pero la consolidación de Francia y otros territorios como estados-nación entró en conflicto con las tendencias centrífugas de los patrones feudales de herencia. Con el tiempo, las mujeres perdieron muchos de los derechos económicos de los que habían gozado.

Parte de la batalla por la consolidación nacional de Francia se libró como una guerra santa por parte del papa y los señores feudales del norte de Francia por subyugar el sur, campo de cultivo de la popular herejía cátara. Ésta, una forma ascética del maniqueísmo, permitía la entrada de la mujer al clero y sostenía que el sexo casual y la sodomía eran menos reprensibles que el matrimonio, el cual había poblado el pestilente universo. El sur de Francia también era la patria de la poesía provenzal de los trovadores, que exaltaba el amor adúltero. Por ende, desde muchos puntos de vista, tanto los herejes como los trovadores eran anatema para la iglesia y para la dinastía de los Capeto en el norte. Las batallas que se libraron en el sur a partir del siglo XIII acabaron con medio millón de personas.

Fue la generación de la nieta de Leonor de Aquitania, Blanca de Castilla, la que, alentada por la iglesia y el estado, empezó a enfocar su ardor en María como virgen. Esta “nueva” María asumió gran parte del carácter y la función del personaje original de la poesía provenzal, pero sin la celebración del hedonismo y la permisibilidad. Todavía se le reconocía como una reina poderosa, pero solamente, según se enfatizaba, por gracia de su hijo, y no por derecho propio. Se le retrataba como la encarnación de la hermosura y el ardor divino, pero sobre todo, de la castidad.

Como señala Warner, el estatus especial que obtuvo la madre virgen de dios tenía como reverso el igualmente especial desprecio a la mujer ordinaria, no virginal, que se consideraba, como Eva, la “oportunidad del pecado”, una tentadora que distraía al hombre de dios para conducirlo a una perdición eterna.

Recoger las flores de la vida

El libro de Warner es una mezcla frecuentemente desenfocada de investigación histórica y sociológica con nostalgia y autoanálisis. Y es franca respecto a su ambivalencia:

“No puedo entrar en una iglesia sin que me duela toda la seguridad y belleza de la salvación a la que renuncié. Recuerdo cuando visité Notre Dame en París y, de pie en medio de la nave, comencé a llorar de rabia por ese viejo amor y su perdurable capacidad de conmoverme”.

No habiendo saldado satisfactoriamente las cuentas de su propia experiencia con el oscurantismo religioso, Warner explica el dominio de la iglesia sobre los creyentes en términos meramente sicológicos e ideológicos.

Ciertamente hay que reconocerle a la iglesia el “genio…con que se adueña de la psique de sus fieles”, como dice la reseña del Village Voice. De hecho, en los países donde la iglesia católica ha sido una influencia cultural y política dominante, ha lesionado y distorsionado hasta tal punto la psique de las masas, que incluso los manifestantes políticamente motivados han caído en orgías de anticlericalismo torcido. Por ejemplo, en 1909, cuando el gobierno español intentó movilizar a los reservistas para defender sus colonias marroquíes, la población respondió con una huelga general y una frenética protesta de cinco días que incluyó el desenterrar cadáveres de monjas y el bailar con ellos por las calles.

Al mismo tiempo, históricamente la iglesia ha impuesto la manipulación sicológica mediante una coerción altamente efectiva, tanto física como social. Cuando, en los primeros seis meses de la Guerra Civil Española, los obreros y campesinos quemaron 160 iglesias hasta los cimientos, no sólo estaban protestando contra la opresión sicológica, sino también contra una poderosa institución estatal fanáticamente comprometida con la preservación de la monarquía y con la reacción.

Al final, Warner rechaza al eunuco femenino de la iglesia católica, si bien con una extraña ambivalencia feminista:

“Si bien la Virgen María no puede ser un modelo para la Mujer Nueva, es mejor tener una diosa que no tenerla, pues el encorbatado mundo masculino de la religión protestante se parece demasiado a un club de caballeros en el que no se admiten damas salvo los días especiales”.

Y así, al final, la cuestión de la mitología religiosa sigue consistiendo en la deprimente elección entre una fantasía perniciosa y una realidad yerma y estéril.

Los marxistas insistimos en que éstas no son las únicas alternativas. La crítica marxista de la religión desmitifica la fantasía religiosa y demuestra que fue el hombre quien creó a los dioses y diosas, y no al revés, pero no para que las masas trabajadoras se vean privadas del consuelo, por pequeño que sea, que esas fantasías puedan aportar en un mundo cruel, sino para remplazar esas pobres ilusiones con una realidad mucho más rica y satisfactoria. Marx lo expresó con la mayor elocuencia:

“La miseria religiosa es, por una parte, la expresión de la miseria real, y por otra parte, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura agobiada por la desgracia, el alma de un mundo sin corazón, el espíritu de una época sin espíritu. Es el opio del pueblo.

“…Exigir que se renuncie a las ilusiones concernientes a nuestra propia situación, es exigir que se renuncie a una situación que necesita de ilusiones. La crítica de la religión es pues, en germen, la crítica de este valle de lágrimas, en el que la religión es una simple aureola.

“La crítica ha deshojado las flores imaginarias que cubrían la cadena de la religión, no para hacerla prosaica y desoladora, sino para que el hombre las sacuda y recoja las flores de la vida”.

OTR chilena fusiona con tendencia espartaquista

Oposición de clase al frentepopulismo – Clave del reagrupamiento revolucionario

OTR chilena fusiona con tendencia espartaquista

“En realidad, el Frente Popular es la cuestión principal de, la estrategia de clase proletaria de esta época. También ofrece el mejor criterio para distinguir entre el bolchevismo y el menchevismo.”

– León Trotsky

[Traducido de Workers Vanguard No. 172, 9 de septiembre de 1977. Extraído de Spartacist Español, 5 octubre de 1977]

El campo de verano europeo de 1977 de la tendencia espartaquista internacional (TEI) fue testigo de una fusión única en la historia de la TEI y de considerable interés y significado para aquellos que anhelan ser revolucionarios en todo el mundo. La Organización Trotskista Revolucionaria (OTR) de Chile se unió ala TEI y es ahora la sección simpatizante chilena de nuestra tendencia. Mientras nuestro tamaño, en ambos lados, es modesto, esta fusión representa la afirmación y confirmación resonante de la frase dicha por Trotsky en 1935: “En realidad, el Frente Popular es la cuestión principal de la estrategia de clase proletaria de esta época.” La OTR y la TEI se encontraron en el terreno común dé la oposición combatiente de clase al frentepopulismo burgués, y fue mediante la generalización de esta posición de independencia proletaria a todas las principales cuestiones internacionales que la unión de nuestras fuerzas se hizo posible y necesaria.

Para la TEI esta fusión constituye una extensión significativa de nuestra tendencia, ya que ésta es nuestra primera sección latinoamericana. Ella representa entonces la adición de un cuerpo de experiencia revolucionario importante a un movimiento previamente limitado a secciones en Norteamérica, Europa y Australasia. Para la OTR, significa la superación de su aislamiento nacional y la culminación de la ruptura con el pablismo iniciado algunos años antes. Manteniéndose firmes en su oposición al frentepopulismo, los camaradas chilenos han probado ser capaces de reevaluar intransigentemente sus posiciones pasadas a la luz de la experiencia internacional, requisito indispensable para la asimilación del leninismo auténtico. Para cualquiera familiarizado con la estrechez continental y el revisionismo desenfrenado del “trotskismo” latinoamericano, este es pues un logro extraordinario.

Pero el significado central de esta fusión entre la OTR y la TEI consiste en subrayar el análisis trotskista del frente popular, la atadura de las masas obreros a los capitalistas “progresistas” – o aun capitalistas “fantasmas” (abogados de provincias, etc.) cuando la verdadera burguesía en su totalidad, ha puesto en jugado su existencia, confiando en el triunfo de la reacción abierta – cuyo propósito es impedir el levantamiento proletario contra todas las alas del enemigo de clase burgués. Un artículo trágicamente profético en Spartacist de noviembre-diciembre de 1970 advertía que la coalición de Allende, la Unidad Popular (UP), era un frente popular como los de España y Francia (o de Chile) de los años treinta, al que los proletarios revolucionarios debían oponerse resueltamente. Cuando millones de chilenos y militantes de izquierda alrededor del mundo saludaban al “compañero presidente” y hablaban de una segunda Cuba, nosotros escribimos: “Cualquier ‘apoyo crítico’ a la coalición de Allende sería una traición a la clase, abriendo el camino para una derrota sangrienta del proletariado chileno cuando la reacción criolla, auxiliada por el imperialismo internacional, esté lista.”

En realidad, esta declaración, aparentemente profética, no era ni muy original, ni necesitó una bola de cristal. Repetíamos simplemente la lección de España, actuando como la memoria de la clase obrera, como corresponde a un partido leninista. Esto parecería ser el ABC del trotskismo, y sin embargo, todas las otras tendencias internacionales que se declaran herederas del mismo, se las arreglaron para oscurecer o directamente negar el carácter frentepopulista del régimen de Allende.

Al interior de Chile, los grupos a la izquierda de los partidos socialista y comunista, fueron desorientados por la victoria electoral de la UP en 1970. El caso más notorio fue el del grupo castrista MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionario), él cual zigzagueó desde la oposición guerrillerista contra la participación en las elecciones como principio (“¡Fusil, no elecciones!”) hasta apoyar “críticamente” a Allende. Aunque los que decían representar el trotskismo se conciliaron con la UP, calificando al nuevo gobierno de reformista. Pero hubo un grupo pequeño dentro de la órbita “trotskista” chilena, constituido fundamentalmente por cuadros sindicales, que guiados por su determinada defensa de los intereses obreros comprendieron que la UP era un frente popular clásico, al que debían oponerse resueltamente. Este fue el núcleo que luego se convirtió en la Organización Trotskista Revolucionaria y que en 1974 resumió las lecciones de la Unidad Popular como sigue:

“Decir que el carácter de la UP es reformista, significa ser cómplice de la traición cometida …. La UP se inscribe así en la lista de los viejos Frentes Populares, que fueron el modelo diseñado para traicionar a la clase obrera.”

– “Una derrota política y la Necesidad de un balance”

En suma, la fusión de la tendencia espartaquista internacional y la OTR chilena representa la unión de la corriente que desde lejos predijo de manera única y advirtió en contra del curso trágico del gobierno de Allende; con aquellos que enfrentados directamente con la popularidad de la UP (y experimentando sus consecuencias mortales) se rehusaron a comprometer o abandonar la defensa de su clase. Como el frente popular es, efectivamente, la cuestión central con que se enfrentan los leninistas en estos tiempos y Chile es el candente ejemplo reciente de las consecuencias nefastas del frentepopulismo, la unificación de nuestras organizaciones debe ser estudiada por lodos los marxistas serios.

La evolución de la OTR

A diferencia de las otras fusiones en la historia de la TEI, en este caso se trataba de la unión de dos tendencias que ya tenían los mismos postulados programáticos decisivos, en lugar de una corriente centrista que se separa de otra tendencia y fuera ganada a las posiciones de la TEI. La oposición proletaria revolucionaria de la OTR chilena al criminal frente popular de Allende ya era decisiva, pero dado que la OTR operaba en un medio político-cultural más restringido que la TEI, ella sentía la necesidad de llevar a cabo un examen cuidadoso de la arena internacional, para comprobar que las actividades traidoras de los representantes locales del “Secretariado Unificado” (SU) de Ernest Mandel y el “Comité de Organización por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional” (CORCI) de la OCI francesa y del POR boliviano eran características. Esta no fue una fusión fácil de llevar a cabo; por el contrario, aunque ya existían los requisitos, su consumación presentaba dificultades, en la medida que los dos lados, oriundos de terrenos políticos muy distintos, se ponían mutuamente en prueba, en muchas formas y ocasiones.

Para entender el proceso de fusión es necesario primero dirigir nuestra atención a la OTR tal como fue en Chile antes del golpe. El grupo se había formado al interior de la organización simpatizante del SU, la Tendencia Revolucionaria de Octubre (TRO), y comenzó esencialmente como una oposición “obrerista” al frente popular. También se oponía, aun cuando en forma empírica, a la vieja política de “entrismo profundo” en el Partido Socialista (PS) que seguía la TRO, y subsecuentemente retiró a sus partidarios del PS. La ruptura final ocurrió en torno a la fusión sin principios de la TRO con el grupo de L. Vitale para formar el Partido Socialista Revolucionario (PSR, la sección simpatizante, “oficial” –durante un tiempo – del SU). Por presentar un documento contra la fusión, el núcleo de la futura OTR fue expulsado de la nueva organización (y dicho documento suprimido).

Contando con militantes que habían sido dirigentes de la Federación Nacional Industrial del Cobre y el apoyo de otros dirigentes mineros, la tendencia que formó la OTR se opuso consecuentemente a la política criminal del gobierno de Allende de la “batalla por la producción” – una consigna cínica para encubrir la aceleración del ritmo del trabajo – porque el autoproclamado “gobierno popular” no cambiaba el hecho de que Chile era todavía un país capitalista. Cuando Allende lanzó la campaña rimbombante por la “participación obrera” – un esquema diseñado para inducir a los obreros a colaborar con su propia explotación – dirigentes obreros de la OTR en el sector minero del cobre nacionalizado le opusieron la consigna del control obrero, cuyo objetivo era destruir, no reformar, el estado burgués. Contrariamente el MIR y el ala izquierda del PS, incluyendo en particular sectores con una cierta aureola “trotskisante”, así como Fidel Castro apoyaron los proyectos de “participación” de la UP. (El mismo Michel Pablo hizo un viaje especial a Chile para alabar esta trampa, y le dedicó un libro sobre el tema a su amigo, el ministro socialista de economía, Pedro Vuskovic.)

Luego del sangriento golpe pinochetista, cuando los camaradas de la OTR se vieron obligados a huir a Europa o países vecinos, ellos buscaron profundizar su entendimiento del fraude chileno y ampliar su comprensión internacional mediante discusiones, primero con el SU y luego con el CORCI. Sin embargo, descubrieron pronto que las credenciales trotskistas de estas autoproclamadas “Cuartas Internacionales” eran falsas. El SU, que declaró explícitamente en forma póstuma, que la UP no era un frente popular y que ya cuenta con dos grupos simpatizantes chilenos, se rehusó a permitir la discusión sobre un balance del regime de Allende en su Décimo Congreso Mundial, dado que ambas fracciones internacionales no veían la razón de exponer la bancarrota de sus partidarios locales. Mientras el CORCI había llamado frente popular a la UP, sin embargo, sus grupos chilenos (¡también tenía dos!), o bien lo negaron, o acusaron al gobierno de Allende de traidor y “reformista”, en vez de a los partidos obreros en la coalición. Entretanto, en Francia la OCI llamaba a votar por el candidato presidencial del frente popular de la Unión de la Izquierda.

La OTR entró en contacto con la TEI por primera vez durante un acto de protesta del 11 de septiembre de 1974, en el aniversario del golpe. Leyeron Cuadernos Marxistas No. 3, (una compilación de artículos de Workers Vanguard Spartacist sobre “Chile: Lecciones del Frente Popular”, el cual fue publicado con el fin de llegar a los grupos de exilados chilenos en busca de un balance de la UP), y una semana más tarde declararon estar fundamentalmente de acuerdo con él análisis y las conclusiones programáticas de la TEI. Pero como internacionalistas, ambos lados acordaron en la necesidad de discutir todos los problemas fundamentales que se presentan a los marxistas revolucionarios. Además de rechazar al SU y al CORCI, rápidamente se llegó al acuerdo de que el POR boliviano de Guillermo Lora había actuado como centrista en las pruebas decisivas de 1952 y 1971, siendo fundamentalmente responsable por el descarrilamiento de una revolución; y que el veterano camaleón seudotrotskista argentino Nahuel Moreno (quien se había movido del peronismo al guevarismo y luego a la socialdemocracia) se había convertido definitivamente en reformista comprometido al mantenimiento del dominio burgués.

Del guevarismo al trotskismo

Varias cuestiones se convirtieron en temas de discusiones extensivas entre la TEI y la OTR, incluyendo Cuba, el guerrillerismo y la socialdemocracia. En particular con respecto a la primera, luego de estudiar Cuadernos MarxistasNo. 2, sobre “Cuba y la Teoría Marxista”, los camaradas de la OTR convinieron con el análisis espartaquista de esta aplicación clave del trotskismo sobre la “cuestión rusa” como se reflejó en la IV parte de la “Declaración de relaciones fraternales entre la tendencia espartaquista internacional y la Organización Trotskista Revolucionaria de Chile” (Spartacist [edición en español] No. 4, mayo de 1977).

La posición de la OTR de que los partidos socialdemócratas eran cualitativamente más burgueses que los estalinistas fue más difícil de resolver. Aquí jugó un papel importante el aislamiento nacional y continental del pretendido movimiento trotskista chileno – el cual era la responsabilidad de las falsas “Internacionales” que poco o nada hicieron para integrar o educar políticamente a sus varias “secciones”. Es un hecho que en Latinoamérica todos los partidos asociados con la Segunda Internacional son en efecto partidos burgueses (el Partido Radical chileno, la Acción Democrática venezolana, el APRA peruano, el PPD puertorriqueño, etc.), con algún ligero rasgo populista y generalmente una política exterior fuertemente pro-norteamericana. Sin embargo, luego de familiarizarse con los partidos laboristas y socialdemócratas de Europa occidental, y después de discusiones sobre las implicaciones tácticas derivadas de la caracterización de la socialdemocracia como “burguesa con una base obrera”, la OTR convino con la descripción de los partidos socialdemócratas de masas en los países capitalistas avanzados como reformistas, esto es refiriéndonos a las palabras de Lenin, “partidos obreros burgueses”.

El área de desacuerdo más difícil e importante fue la cuestión del guerrillerismo, porque aquí habían al principio diferencias profundas y era un problema relacionado directamente con los orígenes de la OTR. Una de las primeras acusaciones levantadas contra la dirección de la sección chilena del SU por la tendencia que luego se convirtió en la OTR fue la de la falta de implementación de las políticas guerrilleristas de la resolución sobre la lucha armada del Noveno Congreso Mundial (del SU). Como muchos pablistas, pensaron que Guevara personalmente había roto con el estalinismo, o que, eventualmente rompería, aunque sea tan sólo empíricamente. Aun cuando  la OTR rechazaba el foquismo guevarista y la guerrilla urbana al estilo tupamaro, ella insistía sin embargo en la necesidad de la “guerra irregular” llevada adelante por la clase obrera – en otras palabras, la adaptación del guerrillerismo al medio particular en el que operaba. La cuestión no era abstracta, pues la OTR contaba en sus filas con dirigentes mineros para quienes escaramuzas irregulares con el ejército y los carabineros ocurrían periódicamente, así como con ex-miristas y antiguos Tupamaros.

Por contraste, Spartacist había escrito en 1967 que: “El guerrillerismo de hoy día es una reacción pequeñoburguesa a la ausencia y demora de la revolución proletaria.”

Partiendo de estas dos posiciones marcadamente divergentes, varias discusiones largas se llevaron a cabo durante un período de varios meses, en el curso de las cualés la OTR rechazó su posición anterior. Hablar de guerra obrera irregular como una perspectiva estratégica es adaptarse a las concepciones “tradeunionistas” de una capa semiproletaria; los sectores claves de la clase obrera industrial no pueden abandonar las fábricas y grandes minas, yéndose a la montaña, sin perder su base de poder social y eventualmente arriesgarse a perder su carácter de clase proletario, a medida que degenera en bandolerismo y/o se combina con el campesinado (esto les sucedió a los cuadros del partido y obreros comunistas en China quienes huyeron de las ciudades costeñas para iniciar la guerrilla rural en 1927-31). El apoyo de Lenin a las tácticas partisanas en 1906-07 fue dado en el contexto de la derrota, que él creía transitoria, de la revolución de 1905; él nunca consideró a la guerrilla más que una medida defensiva – una forma de retirada estratégica – o accesoria a la guerra regular, y ciertamente no como estrategia para la revolución socialista.

Más aún, los bolcheviques trataron siempre de organizar la lucha militar a través de las organizaciones de masas de la clase obrera (los soviets, comités de fábrica) en las cuales el partido jugaba o trataba de jugar un papel dirigente, a diferencia de la concepción guevarista de llevar a cabo una lucha guerrillera a través de un partido/ejército “profesional” – así, por ejemplo, el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) argentino es el brazo armado del PRT guevarista.

Las concepciones guerrilleristas tenían una importancia social real en la “extrema izquierda” chilena, sobre todo por medio del MIR pero también entre los grupos seudotrotskistas que lo seguían. El MIR, por ejemplo, no llamó a los sindicatos o posteriormente a los cordones industriales (coordinadoras zonales de comités de fábricas) a armar a los obreros; en su lugar creó “comandos comunales” artificiales, subordinados en la práctica al MIR, los cuales supuestamente entrenarían a obreros seleccionados en el uso de armas.

Así, cuando vino el golpe del 11 de septiembre el proletariado industrial se encontró desarmado; muchos se reunieron en sus fábricas a fin de esperar por las armas ofrecidas por los burócratas sindicales comunistas y socialistas, las cuales nunca llegaron. A pesar de actos individuales de arrojo por parte de dirigentes del MIR, que solamente atrajeron ataques más fuertes contra los sectores más combativos de la clase obrera, su actitud fundamental fue el tratar al golpe militar como un paso inevitable que preparaba el camino a la guerra de guerrillas. La OTR – como las otras tendencias guerrilleristas, no vio ninguna posibilidad de resistir al golpe pinochetista; pero a diferencia, de aquellos que buscan reconstruir al diezmado MIR, o de la mayoría del SU que ahora está fundamentalmente preocupada en borrar sus huellas de apoyo total al guerrillerismo guevarista, la OTR ha sacado las lecciones de la terrible derrota representada por el 11 de septiembre y proclamó la bancarrota del guerrillerismo en todas sus variedades.

El leninismo sobre la cuestión organizativa

En Chile la OTR carecía de normas organizativas leninistas: la definición de miembro era fluida, nunca tuvo una prensa partidaria, etc. Naturalmente esta práctica organizativa fue mantenida en el exilio, donde las presiones hacia un “espíritu de círculo” entre un grupo pequeño de sobrevivientes son enormes. Conforme la OTR evolucionaba hacia la tendencia espartaquista, esto, de manera igualmente natural, originó luchas internas y rupturas. Estas, sin embargo, son difíciles de resolver sin la asimilación y aplicación de las normas leninistas del centralismo democrático. Fueron problemas centrados alrededor de la cuestión organizativa los que bloquearon por algunos meses la perspectiva de fusión votada en mayo de 1976 y los que dominaron la actividad de la OTR durante el año pasado. Como dijo el camarada Ivan de la OTR en un informe al Comité Ejecutivo Internacional de la TEI durante el reciente campo de verano europeo:

“La OTR era una organización en el exilio y dispersa por varios continentes. Fundamentalmente hubieron dos cuestiones que impidieron la fusión el año pasado: una era debilidades organizativas de la OTR que en consecuencia nos llevaba a una concepción federativa del partido. Pero detrás de esto había un importante punto político y era que la OTR esperaba reunir a sus principales cuadros en Europa. Habían dificultades para llevar un desarrollo conjunto de todos sus cuadros, y el núcleo europeo no tenía una metodología leninista para resolver este problema.”

Las dificultades se centraban en la lucha por ganar a un miembro importante de la dirección que había llegado recientemente de América Latina. Encontrándose separado de su base y restringido por las limitaciones de un pequeño núcleo trotskista de propaganda, el camarada comenzó a elaborar planes a espaldas de la dirección; actos de indisciplina organizativa que pronto dieron origen a una ruptura política abierta, cuando se rehusó a defender el programa de la OTR en público, desoyendo instrucciones explícitas. Como dijo el portavoz de la OTR en la presentación ante el CEI:

“… en último análisis el cda. Bias presentó una perspectiva opuesta al trotskismo y a la concepción del partido de Lenin basado en que no podemos romper nuestros lazos con las masas, … y por lo tanto en la práctica él no pudo defender todo el programa comunista …

“Hace algunos días este proceso llegó a su fin y en un trabajo de amplia consultación con los camaradas de la internacional hemos formalizado la ruptura del cda. Bias con el programa trotskista. Para la OTR lo más importante de este proceso es que la ruptura con su vieja metodología abrió el camino hacia el verdadero leninismo.”

Una perspectiva de Iskra

La Organización Trotskista Revolucionaria de Chile se ve enfrentada hoy con oportunidades y responsabilidades tremendas. La junta militar bonapartista chilena, que carece de una base social de apoyo significativa y habiendo sido incapaz de atomizar al proletariado y eliminar a su dirección, no durará ni siquiera tanto tiempo como la dictadura militar brasileña. Entretanto, aquellos militantes de izquierda que sobrevivieron el baño de sangre se han concentrado en gran número en centros de exilio en Europa y América Latina. He aquí una tremenda oportunidad de llegar a decenas de miles de militantes comprometidos y desafiar a la izquierda a realizar un balance serio del régimen de Allende. Esto desde luego no se limita a los militantes chilenos, pues la experiencia chilena tiene importancia global y es decisiva en la formación de núcleos revolucionarios en los países claves de América Latina.

Entre aquellos que rechazan el frente popular, el estalinismo, la socialdemocracia y el guerrillerismo, podría ser iniciado un diálogo. Mediante el combate polémico, la superioridad del análisis trotskista y de su programa sería demostrado y el núcleo de un grupo auténticamente leninista de propaganda podría ser forjado y preparado políticamente para las tareas que enfrentará cuando caiga la sangrienta dictadura y comience en serio la batalla crucial por separar a la clase obrera del dominio reformista.

Un punto clave en esta perspectiva es la cuestión de la prensa. En el período que se avecina, la voz principal para la OTR será la edición en español de Spartacist, la cual será publicada tres veces al año y cuyo comité de redacción incluye ahora a miembros de la OTR. Spartacist en español será una publicación de tipo Iskra, publicando polémicas y análisis dirigidos primariamente al medio exilado latinoamericano y a militantes de izquierda en la península ibérica. Además, la OTR buscará iniciar su prensa propia, empezando con un formato modesto y con frecuencia irregular. Junto con la lucha por construir una organización sólida, programaticamente unida y políticamente homogénea en el exilio, vendrá naturalmente la tarea difícil de intentar hacer llegar esta prensa a las manos de militantes de la clase obrera chilena en todas partes donde se encuentren.

En todo esto, como miembro de una tendencia internacional democrático-centralista, la OTR contará con el apoyo político pleno y con toda asistencia material posible por parte de la TEI. Pero no se puede negar que las demandas son enormes y nuestros recursos totales cualitativamente inadecuados. Sin embargo, la OTR tiene un capital político importante que no puede ser minimizado: a diferencia de los seudotrotskistas, ella representa una línea política coherente y poderosa que fue comprobada trágicamente por la caída del criminal frente popular. Chile en 1970-73 ha tenido una importancia en el desarrollo político de la generación revolucionaria actual similar al impacto de la Guerra Civil Española a finales de los años treinta. Los trotskistas que advirtieron que el frente popular conducía a una derrota sangrienta deberían recordar sus advertencias para educar a aquellos que no las oyeron entonces pero desean evitar la repetición del holocausto. Y sin embargo, el SU de Mandel y el “Comité de Organización” de la OCI esconden a sus grupos chilenos en vez de destacarlos, y con buena razón: ellos no hicieron esas advertencias sino que disculparon al frente popular.

Somos todavía débiles como fuerza política, pero la fuerza y la promesa de la fusión de la OTR y la TEI lo que les permitió a estos militantes cruzar el tremendo abismo desde el pablismo, el obrerismo y el guevarismo al trotskismo – vienen del hecho que está construida sobre principios marxistas fundamentales:

“Mirar la realidad cara a cara; no buscar la línea de la menor resistencia; llamar a las cosas por su nombre; decir la verdad a las masas por amarga que ella sea; no temer los obstáculos. ser fiel en las pequeñas y las grandes cosas basar su programa en la lógica ‘le la lucha de clases: ser audaz cuando llegue la hora de la acción. tales son las reglas de la IV Internacional.”

El Programa de Transición

¡Condenamos el plebiscito pinochetista!

Reformistas cazan a los generales “democráticos” de la junta

¡Condenamos el plebiscito pinochetista!

Por la Organización Trotskista Revolucionaria de Chile, enero de 1978. Impreso en Spartacist en español No. 6, julio de 1978.

El plebiscito del 4 de enero instrumentado por el general Pinochet, el César bárbaro de la junta militar que durante los últimos cuatro años ha azotado a los trabajadores de Chile, es un claro signo del profundo aislamiento del régimen bonapartista y en particular de su hombre fuerte. Los resultados manipulados han sido descontados universalmente, hasta por el Departamento de Estado de los EE.UU. dada la absoluta imposibilidad de cualquier simulacro de una expresión de la voluntad popular bajo la condiciones imperantes en Chile hoy día. En vez de encubrir la dictadura con un velo de aprobación democrática, el “voto” fraudulento sólo logró recordar a otros regímenes plebiscitarios hediondos (desde Napoleón III, quien ordenó la “aprobación” de su golpe de estado de 1851 y el otorgamiento del título de emperador, hasta “consultas” parecidas ratificando actos de fuerza por los Nazis).

Sobre todo, el inútil intento de “legitimar” la dictadura pinochetista desató las primeras manifestaciones abiertamente dirigidas contra la junta desde que el sangriento golpe de 1973 forzó toda la oposición a sumergirse en la clandestinidad. En noviembre los mineros del cobre de la vasta mina de El Teniente salieron en huelga, logrando el pago de los bonos que les debía la administración estatal. Una semana después se juntaron 100 parientes de detenidos “desaparecidos” frente al Ministerio de Asuntos Exteriores. Luego, como respuesta al anuncio del plebiscito, durante cuatro días partidarios del Partido Demócrata Cristiano (DC) repartieron hojas volantes abogando por el voto de “no”, produciendo varias detenciones y pequeñas confrontaciones con la policía. Y el día 3 de enero aproximadamente 500 manifestantes de izquierda desfilaron por el centro de Santiago, haciendo un acto frente a la Moneda (el antiguo palacio presidencial).

La farsa de la “consulta nacional” del tirano Pinochet constituyó un revés para sus ambiciones personales y desacreditó a la junta militar como tal.  El ejercicio puso al desnudo la bancarrota de un régimen que se ha lanzado por la senda de un programa explícito de desindustrialización quizás el único país del mundo donde un gobierno ha provocado la muerte de hambre en gran escala entre los pobres como política consciente; de una dictadura que se inspira abiertamente por el Reich nazi, incluso con sus campos de concentración, en su política de exterminio de toda oposición de izquierda. Este fracaso para el gobierno animará a los opositores de la junta militar; los revolucionarios deben aprovecharse de esta situación para avanzar su trabajo de despertar y rearmar políticamente al proletariado chileno.

No obstante, lejos de despertar este gigante poderoso ― única fuerza social capaz de terminar con las dictaduras militares, los partidos reformistas, comunista (PCCh) y socialista (PS) están trabajando a un ritmo febril para forjar nuevas cadenas para atar a los obreros chilenos al enemigo de clase. Esta vez la alianza abarcará no sólo los radicales y demócratas cristianos disidentes, sino la DC misma e incluso al ex-presidente Frei quien desempeñó un papel fundamental en fomentar el golpe de 1973; y los “sectores democráticos” del cuerpo de oficiales; es decir cualquiera de los generales y almirantes carniceros dispuestos a abandonar a Pinochet, quien está por hundirse, y que concuerdan en una “liberalización” limitada del régimen, asemejándose al gobierno caetanista, continuador de la dictadura salazarista en Portugal.

Es nuestro deber como revolucionarios de la clase obrera advertirles a las enlutadas masas trabajadoras de Chile y al proletariado del mundo entero de la amenaza planteada por los proyectos de los reformistas. ¡Hablar de una “transición pacífica a la democracia” es una mentira engañosa! No se olviden a que tragedia condujo la llamada “vía pacífica al socialismo”: al 11 de septiembre de 1973 y a la masacre de millares de obreros sin armas ni dirección. La burguesía no va a regalar las libertades democráticas, tan ardientemente deseadas por las masas chilenas, porque teme ante todo al potencial revolucionario del despertar proletario. Es por eso que respaldó, en su abrumadora mayoría, al golpe de 1973 y que desatará otra matanza contrarrevolucionaria si fuese necesario para evitar que las masas “vayan más allá” de lo aceptable en el acto de derrumbar a la junta criminal. La consigna de los revolucionarios leninistas es y será: “¡Aplastemos a la junta sangrienta por la revolución obrera!”

Dictadura en apuros

La junta militar que gobierna Chile hoy día, constituida por representantes de las tres ramas de las FF.AA. y carabineros, ha asumido su rol a sangre y fuego como resultado de la política de colaboración de clases de las direcciones obreras tradicionales concretizada en el frente popular de Salvador Allende, la Unidad Popular (UP). El fracaso de la línea frentepopulista cristalizada en el programa de la llamada “vía chilena al socialismo”, que se demostró incapaz de cumplir su papel de dique de contención de la clase obrera ―unido a la incapacidad de los partidos políticos de la burguesía de solucionar la honda crisis existente― empujó al golpe de las FF.AA.

La junta militar que a través de un camino de sangre obrera y de la destrucción de las libertades democráticas y sindicales se ha instalado en el poder, cumple el objetivo de sacarle las castañas del fuego a la burguesía. Los estalinistas y socialdemócratas la califican erróneamente de “fascista” para disculpar sus frentes “antifascistas” con sectores de la burguesía. Sin embargo, aunque el golpe de septiembre fue avalado por los imperialistas y la burguesía criolla, y por importantes capas de la pequeña burguesía, el gobierno militar nunca ha gozado de una amplia base de apoyo social activa, al contrario de los movimientos fascistas que se alzaron al poder sobre la base de una movilización de pequeños burgueses enfurecidos. Asimismo la calificación de “gobierno gorila” ―aunque pretenda ser “popular” y “de más fácil comprensión”― significa esquivar el verdadero problema de dar una caracterización científica del régimen actual.

Para los marxistas la junta de Pinochet es un régimen bonapartista en el cual un grupo reducido o aún un solo individuo trata de alzarse por encima del tira y afloja normal de las clases en pugna, expresada a través de los mecanismos de la democracia burguesa, para imponerse como árbitro y protector supremo de los intereses de clase capitalistas. En este caso se distingue del caudillo latinoamericano tradicional (desde Rosas a los Somoza y Stroessner) por el hecho de que es el cuerpo de oficiales de las FF.AA. la “esencia misma del estado” ― que asume directamente la dirección gubernamental frente a la creciente agudización de los conflictos de clase.

Además, el modelo económico de la junta militar no corresponde en absoluto a los regímenes corporativistas de Italia y Alemania bajo el mando fascista. En nuestro país la política del gobierno bonapartista no ha logrado encontrar un camino viable para la solución de la crisis económica. El “tratamiento de shock” del premio Nobel Milton Friedman, basado sobre un liberalismo de “mercado libre” (el libre cambio y el empuje a las exportaciones, con las devaluaciones “minis” y otras), se ha mostrado incapaz de sobrepasar la inflación galopante y pese a las cifras optimistas del gobierno la deuda externa alcanza niveles impresionantes. En realidad todo se resume a volcar los déficits presupuestales sobre las espaldas de la clase obrera y la pequeña burguesía.

Aunque beneficia a unos pocos monopolios y por supuesto a las “multinacionales”, esta política ha conducido a un descenso alarmante en la producción industrial ya gran número de quiebras de empresas. Es así que la política del sector “duro” de la junta ―léase Pinochet― es contestada por importantes sectores de la burguesía y de los pequeños propietarios, y comerciantes. Irónicamente se trata de muchos de los mismos elementos que obraban activamente por el golpe de 1973 mediante la política de “desestabilización” (paros patronales de los camioneros, comerciantes, profesionales, etc.). La DC se ha propuesto acaudillar este movimiento y con el documento “Esta es mi Respuesta” Eduardo Frei se lanzó públicamente en el terreno de la oposición. Aún la organización criminal de ultraderecha: “Patria y Libertad” también se opone a la junta.

Dentro de la junta se reflejan las diferentes presiones, producto de la actual situación, y vemos a Pinochet realizando equilibrios en un trapecio ya bastante roído. Tanto el general Leigh como el almirante Merino se han pronunciado contra el plebiscito. Los motivos no son los mismos: Merino siempre ha actuado directamente respondiendo a los dictados del Pentágono y de la CIA, mientras que el comandante de la aviación ha sido el propulsor de una política corporativista, de dar más representación a los “gremios” en la búsqueda de un apoyo de masas, presentándose de esta manera como el abanderado de los fascistas de Pablo Rodríguez (dirigente de Patria y Libertad). Pinochet se resiste al cambio de rumbo y es en este marco que convoca la “consulta nacional” como desesperado intento de autodefensa.

La trágica farsa pinochetista

La resolución votada por las Naciones Unidas, que condena a Chile por la continua violación de los derechos humanos, “indignó”, según se informa, al presidente Pinochet. Este decidió responder con su plebiscito, luego rebautizado “consulta nacional”, según la cual cada ciudadano es convocado a declarar “si respalda al presidente de la república”, o si en cambio apoya a la pretensión de la ONU “de imponernos desde el exterior, nuestro destino futuro”.

Los militantes trotskistas no entregamos ningún gramo de confianza a la organización internacional de las burguesías ― donde además participan los representantes de las burocracias dirigentes de los estados obreros deformados y degenerado. Aún más, esta resolución de la ONU se plantea en el marco de la campaña de proyecciones anticomunistas de Jimmy Carter en defensa de “los derechos humanos”. El blanco principal de esta campaña es la Unión Soviética y sus satélites, y su propósito es de rearmar “moralmente” al imperialismo yanqui, debilitado después de su derrota humillante en Indochina. En este marco repudiamos las lágrimas de cocodrilo de uno de los principales responsables de la situación actual en Chile y la principal fuerza contrarrevolucionaria a escala mundial; y también el patriotismo del “prócer” Augusto Pinochet.

En el contexto de la “defensa de Chile” la papeleta de voto por el “sí” lleva los colores de la bandera nacional, y su significado es el siguiente:

“Frente a la agresión internacional desatada en contra del gobierno de nuestra patria, respaldo al presidente Pinochet en su defensa de la dignidad de Chile y reafirmo la legitimidad del gobierno de la república para encabezar soberanamente el proceso de institucionalización del país.”

La amordazada prensa chilena, enteramente adicta al gobierno a diferentes grados, fue inundada con la propaganda para un voto de “sí”. La amenaza de violencia contra los opositores al régimen fue apenas disfrazada. Para prevenirse contra un boicot masivo se declaró la obligación de votar. Al entregar la papeleta de voto, la cédula de identidad de cada individuo sería cortada y marcada con un sello especial; a los que no acudían a las urnas (donde se podría detener fácilmente los “elementos subversivos”) se les daba un plazo de ocho días para presentarse ante las autoridades con una explicación adecuada, o si no sus documentos quedarían invalidados.

Pinochet se lanzó al plebiscito sin siquiera consultar con los otros miembros de la junta y éstos reaccionaron mostrando su desacuerdo con esta medida. Su principal objeción era que Pinochet utilizaría este instrumento para apartarles aún más a los demás miembros del cuadrumvirato del ejercicio del poder. En una carta dirigida a Pinochet, Leigh se expresa en los siguientes términos:

“Rechazamos los referéndums de carácter de plebiscito, propios de gobiernos de tipo personal… Es por esta razón que el poder no reside en ninguno de nosotros, él reside en la Junta de Gobierno… Vuestra Excelencia ha organizado un referéndum pese a la oposición de dos miembros de la Junta.”

El otro miembro, de la junta al que se refiere Leigh es Merino. En su propia misiva a Pinochet, Merino se expresa en términos más duros, menos “elegantes”, que los de Leigh, e incluso afirma que:

“Las instrucciones dadas a los intendentes para que los votos nulos y en blanco sean considerados a favor, hará que el resultado de la elección pierda todo valor moral ante la opinión pública nacional y extranjera.”

Por otra parte la iglesia, representada por el comité permanente de la Conferencia Episcopal chilena, pidió a Pinochet que el plebiscito fuera postergado o suspendido hasta que las condiciones fueran más favorables. Aunque esta actitud fue ampliamente interpretada como oposición a la “consulta”, fundamentaron que desean colaborar en la unidad de todos los chilenos, calificando de positiva la consulta y de acuerdo con un ideario cristiano. Solicitaron la suspensión “por el prestigio de la Junta de Gobierno y de las FF.AA.”. De esta manera quisieron mostrar que sus preocupaciones de ninguna manera podrían ser consideradas como un desafío al régimen militar.

El contralor general Héctor Humeres que ha ocupado este cargo durante once años ―bajo las presidencias de Frei, Allende y Pinochet― rechazó el decreto del plebiscito aduciendo que este carecía de suficiente fundamentación legal. Claro que este rechazo la valió a Humeres su pronta jubilación, asumiendo el cargo el ministro del trabajo, Sergio Fernández, que por supuesto no tenía ninguna objeción al decreto plebiscitario.

La DC se pronunció contra el referéndum porque no es “claro, legítimo, ni representa la voluntad soberana del pueblo”. Frei declaró que la consulta no es clara porque se exige del electorado que responda a dos preguntas: si se respalda al presidente y si se reafirma la legitimidad del gobierno. Agregó que: “podría haber personas que contestaran afirmativamente a lo primero y negativamente a lo segundo.” Y además: “No se puede confundir la patria con un gobierno y mucho menos con una persona.” Así quiso sugerir que una mera reformulación de la pregunta habría legitimado al plebiscito.

En términos globales Frei recalcó, igual que los obispos, que no pensaba enfrentarse con la junta en sí. Más bien, probamente el paso de la DC a una oposición activa con motivo del plebiscito debe considerarse como parte integral de la oposición a la maniobra de Pinochet por parte de un sector de la junta militar. Y seguramente no fue ajena a las ocasionales notas de desagrado procedentes del Departamento de Estado. La imagen de una coalición en gestación que pasa desde los fascistas y el general Leigh hasta la DC no debe sorprender. Tanto Patria y Libertad como los Demócratas Cristianos han sido en el pasado los destinatarios de fabulosas sumas del gobierno estadounidense, y Frei (con otros dirigentes democristianos) lanzó su carrera política en la falange fascistoide. Durante el gobierno de Allende los lazos entre la DC y los gremios fortalecieron el terreno de encuentro entre estos entusiastas de la “Alianza para el Progreso”, la CIA y los fascistas

La izquierda y el plebiscito de Pinochet

Asimismo los partidos de la UP y el MIR se pronunciaron a varios niveles contra el plebiscito. Según las informaciones de prensa, el Partido Comunista, el MIR y el Partido Radical se pronunciaron por el voto de “no”, mientras el Partido Socialista llamó a un boicot del plebiscito. Una declaración conjunta de la UP (firmada por el PC, los radicales, MAPU ―Movimiento de Acción Popular Unitaria, una escisión “marxista-leninista” de la DC, la Izquierda Cristiana― un posterior escisión demócrata cristiana de la DC e independientes) denunció la votación como “una simple mascarada del más puro modelo franquista-hitleriano”. Sin embargo la UP, como Freí, hizo claro que su orientación fue dirigida hacia la oposición contra la maniobra de Pinochet dentro de la junta. “Las Fuerzas Armadas”, recalcó, “no pueden seguir avalando esta política demencial, que nos ha conducido a esta peligrosa situación… escogiendo la vía de un desafío provocativo a la comunidad internacional” (citado según Mundo Obrero[Madrid], 5-11 de enero de 1978).

El Partido Comunista llamó a la abstención o al voto de “no”. En una entrevista el secretario general del, PCCh, Luis Corvalán, declaró que:

“La mayoría de nuestros compatriotas se orienta a no concurrir a votar o a votar por el ‘no’. El pueblo sabrá descubrir y aplicar otras formas de protesta, las que estime convenientes y posibles.”

Excélsior [Madrid], 4 de enero

Pero la preocupación mayor de los estalinistas es de perseguir a Frei y otros sectores importantes de la burguesía para poder concretizar un “compromiso histórico” a la chilena. Pinochet no puede, dice Corvalán, detener “el proceso de entendimiento de las fuerzas democráticas antifascistas y no-fascistas” (subrayado nuestro). O sea ¡aboga por la formación de una alianza con las mismas fuerzas motrices del golpe de 1973!

No cabe duda que el plebiscito ha sido convocado unilateralmente por Pinochet y representa la última carta que éste juega para tratar de reafirmarse y superar la situación crítica en la que se encuentra. La “consulta” no es más que un monstruoso fraude y la clase obrera y demás sectores explotados de Chile no pueden menos que repudiar resueltamente esta mascarada, cuyo resultado, por supuesto, ya era conocido de antemano. Donde es posible, los revolucionarios buscarían expresar este rechazo al boicotear el plebiscito fraudulento. Pero el gobierno anunció que quien no participe en el referéndum anulará su carnet de identidad. Una consigna global de boicot podría entonces acarrear graves consecuencias de aislamiento de los centros de trabajo e incluso legalmente podría significar la prisión y/o deportación. Donde no es posible boicotear el plebiscito los trabajadores deber expresar su rechazo a la farsa pinochetista votando en blanco. En ningún caso podemos votar “no” porque esto significaría avalar el procedimiento electoral.

Es fundamentalmente la situación política y organizativa de la clase obrera que no permite, por ahora, avanzar más resueltamente en un cuadro de movilizaciones contra la junta. El proletariado se encuentra políticamente desorganizado como producto de la política traidora de las direcciones obreras cuyo objetivo es la alianza con la burguesía.

Frei y su cohorte estalinista

La política de los partidos reformistas de masas, el PC y PS, dentro de la concepción menchevique-estalinista de la revolución por etapas, se plantea como objetivo del período la lucha “antifascista”. Para cumplir con este objetivo su proyecto es la ampliación de la colaboración de clases a través de la alianza con la DC. Así frente al plebiscito han corcado a pies juntillas las mismas consignas demócrata-cristianas. Los traidores a la clase obrera miran a hurtadillas detrás de las sotanas de los curas el desarrollo de la lucha de clases y del movimiento obrero. De la misma manera han corrido tras las movilizaciones contra el plebiscito, que organizó la juventud falangista demócrata-cristiana de Frei.

El 12 de octubre la DC emitió su primera declaración de oposición formal a Pinochet, titulada “Patria para Todos”. Esta declaración reivindica un traspaso gradual de las riendas del poder a un gobierno civil, empezando con el levantamiento del estado de sitio. Rechaza toda “conspiración ilegal” contra el régimen y dice que una asamblea constitucional debería ser convocada dentro de un año para reformular la constitución de 1925. Luego se elegiría un nuevo gobierno para reemplazar la junta. Con otras palabras, ¡se reconocería como legítima la dictadura militar, que continuaría gobernando durante todo este período! La “asamblea constitucional” propuesta por Frei no tendrá más poder que las impotentes Dumas bajo el zar; cuando el régimen autocrático deja de tolerarla, esta asamblea hueca tendría que someterse o verse disuelta.

En respuesta a la declaración democristiana “Patria para Todos” Corvalán, en declaraciones realizadas en París en el mes de diciembre, planteó: “Queremos llegar con todos los demócratas, a un acuerdo para hoy día y para mañana, es decir, no solamente para derrotar al fascismo, sino también para reforjar el país y construir una democracia renovada.” Propuso en seguida: “un gobierno democrático, ampliamente representativo, sobre la base de un entendimiento, de una alianza entre la UP y la DC, y con la participación de los sectores democráticos de las FF.AA.” Esta es la misma línea traidora que estos señores ordenaron durante el gobierno de Allende, salvo que en ese entonces fueron los oficiales “constitucionalistas” quienes recibieron los elogios de los estalinistas; de entre ellos uno de los más destacados fue… un tal Augusto Pinochet.

La UP busca una alianza con Frei y el conjunto de la DC, pero el MIR que quiere seguir jugando al “izquierdismo” es también una pieza vital de este coro antiobrero. En el boletín del MIR de septiembre de 1977 vemos: “El secretariado interior del MIR… hace un nuevo llamado a los partidos de la UP y sectores democráticos del PDC, a realizar los mayores esfuerzos para que 1977 sea el año de la consolidación definitiva de la unidad del pueblo y de la resistencia.” Los castristas chilenos creen poder engañar al proletariado al mencionar a “los sectores democráticos” de la DC. ¿Es que acaso estos “demócratas” no participaron en la preparación del golpe militar, directa o indirectamente? Si no conociéramos la política de estos apéndices del estalinismo, podríamos creer en su ingenuidad pero ¡No! Compañeros del MIR, no se combate a la burguesía con un programa burgués; y este programa mínimo es el que Uds. han firmado en agosto de 1977 con la UP. Plegándose a la línea de la DC con su reivindicación de una Duma embellecida, esta plataforma conjunta hace caso omiso de la consigna democrático-revolucionaria de una asamblea constituyente.

El proletariado no puede dejarse arrastrar por el frentepopulismo. Las libertades democráticas no serán otorgadas graciosamente por la burguesía; deben ser arrancadas por la movilización conjunta de todos los explotados. Exigimos la libertad de todos los presos de la represión derechista y la legalización de las organizaciones obreras, políticas y sindicales, asimismo la libertad de volver a Chile, sin que pese ninguna acusación en su contra, para todos aquellos que han debido exilarse por la represión de la junta. Contra las adaptaciones reformistas al programa burgués, como trotskistas levantamos la consigna de una asamblea constituyente que tenga plenos poderes, elegida por sufragio universal igual, directo y secreto. Una verdadera asamblea constituyente por su naturaleza misma sólo puede ser convocada bajo condiciones de plenas libertades democráticas, que permitan la participación de todos los partidos de la clase obrera. Así requiere como prerrequisito el derrocamiento revolucionario de la junta, algo que la DC y los reformistas, a pesar de sus largas listas de consignas democráticas, olvidan mencionar.

No sólo de consignas democráticas…

El proletariado no desdeña a otros sectores sociales que quieran luchar a su lado. Pero levantamos las consignas democrático-revolucionarias en el marco de un programa de reivindicaciones transitorias que contemple las aspiraciones del campesinado y otras capas explotadas de la pequeña burguesía y que conduce a los objetivos históricos del proletariado: la destrucción del estado burgués por la toma del poder por los obreros y la instauración de la dictadura del proletariado.

Luchamos por el poder de los soviets, los consejos de obreros y campesinos. En Chile se proyectó embrionariamente este tipo de organización de clase en los Cordones Industriales que surgieron después de noviembre de 1972. Pero los cordones surgieron con el alza de la lucha obrera (y a pesar de las direcciones traidoras). La situación hoy día en Chile es muy distinta a los inicios del 73; vivimos los estragos de un régimen contrarrevolucionario. Donde están abolidas aún las más mínimas libertades democráticas. Bajo una de las más crueles dictaduras reaccionarias que la historia, haya conocido. La reorganización política de la clase obrera debe realizarse contra la burguesía enquistada en sus burocracias dirigentes.

Una prueba dramática de la imposibilidad de limitar la lucha contra la junta a las consignas democráticas fue proporcionada por la huelga de 12 días de los mineros de El Teniente en noviembre pasado. Esta huelga, que involucraba centenares de obreros, se desarrolló contra los esfuerzos de los dirigentes “sindicales” títeres impuestos por la junta militar. Al mismo tiempo que autorizó el pago de los bonos de productividad a los trabajadores, Pinochet exiló al lejano norte del país a varios de los dirigentes demócratas-cristianos de los sindicatos mineros. Hoy los reformistas y centristas elogian a la última huelga de El Teniente como símbolo de “la resistencia”. Sin embargo, los estalinistas y socialdemócratas no proponen consignas de lucha obrera, como por ejemplo una escala móvil de los salarios y horas de trabajo para protegerse contra la inflación y abrir empleos para los desocupados.

Cuando los obreros de El Teniente se declararon en huelga bajo el régimen de la UP (abril-mayo de 1973) en defensa de su escala móvil de salarios, los trotskistas de la tendencia espartaquista internacional (TEI) hemos sido una de las pocas organizaciones obreras que defendimos la justa lucha de los mineros para proteger esta conquista sindical, ganada de los antiguos patronos norteamericanos mediante duras luchas contra los proyectos anti-obreros de austeridad e intensificación del ritmo de trabajo impuestos por el frente popular (véase “Defendamos la huelga de los mineros”, Cuadernos Marxistas No. 3). Una dirección revolucionaria de los sindicatos habría extendido la huelga, exigiendo un gobierno obrero y la expropiación de todas las industrias. De esta manera habría frustrado rápidamente los intentos demagógicos de la derecha de utilizar la huelga para sus propios fines. Pero Allende condenó a los huelguistas, calificándolos de “privilegiados” mientras los estalinistas los calumniaron como “fascistas” y llamaron a sus militantes a romper la huelga. De manera que hoy día sólo los trotskistas estamos autorizados a aconsejarles a los mineros de El Teniente de no poner ninguna confianza en sus falsos dirigentes democristianos; los partidos de la UP y el MIR serían desdeñados con toda justificación como rompehuelgas.

Para los leninistas las consignas democráticas constituyen una parte subordinada del programa de la clase obrera. Como señaló Trotsky, refiriéndose al papel de las consignas democráticas en los países bajo el mando fascista: “Pero las fórmulas de la democracia (libertad de asociación, de prensa, etc.), no son para nosotros más que consignas pasajeras o episódicas en el movimiento independiente del proletariado, y no un nudo corredizo democrático pasado al cuello del proletariado por los agentes de la burguesía (¡España!)” (Programa de Transición). En los países de tradiciones democrático-burguesas y con una estructura social avanzada, la consigna de una asamblea constituyente no es un elemento fundamental del programa proletario. Así que después de la toma del poder por la junta militar la TEI no lanzó esta consigna. La levantamos hoy día como táctica, contra los esfuerzos de la burguesía, ayudada por sus agentes en el movimiento obrero, de pactar con sectores de las FF.AA. Intentamos de esta manera desenmascarar el miedo de la burguesía a la democracia revolucionaria.

Exigiendo una asamblea constituyente, los marxistas debemos advertir al mismo tiempo que la burguesía teme a esta consigna democrático-revolucionaria, buscando preferencialmente un arreglo con los generales “democráticos”; y que, aún si fuese convocada, los explotadores buscarían frustrar siquiera las medidas democráticas más fundamentales hasta que se rompa finalmente su dictadura de clase (véase, por ejemplo, la suerte de la reforma agraria portuguesa). Por lo tanto instamos al proletariado a luchar por la total extirpación del latifundio mediante una revolución agraria, expropiando a los fundos y otorgando la tierra a los campesinos pobres y trabajadores agrícolas; por la expropiación de la industria y la banca; por el control obrero de la producción; por un gobierno obrero soviético.

¡Construyamos un partido trotskista revolucionario chileno!

El proletariado no puede, espontáneamente, lograr estos objetivos; es preciso romper primero con las burocracias colaboracionistas de clases que son las responsables de la derrota, con aquellos que han entregado a la clase obrera atada de pies y manos a la burguesía. En la lucha por construir una verdadera dirección trotskista un obstáculo principal son los centristas, aquellos “críticos” a medias del frentepopulismo que constituyeron el furgón de cola de los traidores reformistas. Así que mientras el MIR se arrastró ante la UP, la Liga Comunista de Chile (LCCh ― un grupo sacado del aire por el Secretariado Unificado de Ernest Mandel) siguió tras el MIR. La LCCh se rehúsa calificar a la UP como frente popular (llamándola reformista), y sigue la línea de sus compañeros franceses, la LCR, que llamará a votar por candidatos de la Unión de la Izquierda en las elecciones de marzo. Los episódicos excesos aventureristas de los mandelistas chilenos, como el llamado en el período posterior al golpe por una “huelga general revolucionaria”, sólo sirve de pantalla para encubrir su claudicación política.

Por otra parte, los seudotrotskistas del difunto POMR, ahora “Comité de Enlace de los Militantes Trotskistas Chilenos” (del Comité por la Reconstrucción de la IV Internacional de Pierre Lambert) calificaron de frente popular a la UP… al mismo tiempo declarando que el voto por Allende en 1970 fue “un voto de clase contra clase”. En cierto sentido tienen razón: ¡fue un voto por la burguesía y contra la clase obrera! Los lambertistas chilenos actualmente centran su programa sobre las consignas democráticas en vez de enraizarlas en un programa de transición por el poder obrero. Y eligiendo los consejos de sus padrinos franceses, quieren hacer pasar la reorganización política del movimiento obrero chileno por el PS ― así conciben la “construcción del partido en la clase”. Son los defensores del partido/pantano que durante los últimos 40 años ha sido una de las principales fuerzas de la colaboración de clases en Chile.

Los leninistas chilenos luchamos por la aplicación de la teoría de Trotsky de la revolución permanente: sólo el proletariado dirigido por una dirección revolucionaria es capaz de cumplir los postulados democráticos y alcanzar el socialismo en un proceso ininterrumpido de lucha contra el capitalismo. La vanguardia revolucionaria de la clase obrera será construida arrancando al proletariado de entre las manos de las direcciones reformistas, no capitulando ante ellas como hacen los centristas. La consigna: “Romper con la burguesía” ―levantada en forma contradictoria por los cordones industriales en las últimas semanas antes del golpe― es un llamado a desprender la clase obrera de las garras criminales de los social-traidores para abrazar el programa de la revolución permanente.

¡No a la canallada electoral de Pinochet!

¡Por una asamblea constituyente, aplastemos la Junta por la revolución obrera!

¡Construyamos un partido trotskista revolucionario chileno!

¡Hacia el renacimiento de la Cuarta Internacional!

Enero de 1978

¡No al franquismo “reformado”!

¡No al franquismo “reformado”!

[Traducido de Workers Vanguard No. 161, 10 de junio de 1977. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 5, octubre de 1977.]

6 DE JUNIO ― La semana próxima se llevarán a cabo las primeras elecciones parlamentarias en 41 años en España. Estas elecciones, que son cualesquier cosas menos libres, coronan la “Democracia Española” del primer ministro Adolfo Suárez. Intentando consolidar un régimen semibonapartista de “estado fuerte” con una fachada de democracia parlamentaria, las “reformas Suárez” espetan ganar la aceptación por parte de la “Europa democrática” del régimen postfranquista, y al mismo tiempo fomentar ilusiones democráticas entre las masas trabajadoras españolas que semana tras semana, durante los últimos 18 meses, han demostrado su odio al estado autocrático legado del “Caudillo.”

La legalización del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y especialmente del Partido Comunista (PCE) ha contribuido, ciertamente a la deseada imagen gubernamental de democratizador de la incrustada estructura franquista. Al mismo tiempo, los ultras falangistas y sectores militares ultraconservadores presentaron fuerte resistencia contra esta medida crucial, la cual no se hubiera obtenido nunca a no ser por las huelgas y manifestaciones militantes de los trabajadores. Con un liderazgo proletario consecuente, esto habría servido para remecer el vagón del franquismo “reformado”, mediante un fuerte voto por los partidos obreros opositores al régimen. Pero lejos de desenmascarar los planes gubernamentales en su intento antidemocrático de apuntalar a la monarquía franquista, los dirigentes del PCE y del PSOE se han convertido en defensores acérrimos de Suárez.

Del “Bunker” al “eurocomunismo”

Suárez ha entrado a la campaña por las Cortes con la esperanza de construir un aparato político supuestamente del centro -en realidad, algo a la derecha de la Democracia Cristiana italiana o de los gaullistas franceses- que pueda contener las masas a través de una combinación de medidas policiales de mano fuerte, una retórica “democrática” y minireformas, mientras desmantela las arcaicas estructuras corporativas del orden franquista. Eligió como su vehículo electoral la Unión del Centro Democrático (UCD) fundada por los ex-ministros franquistas Areilza y Pío Cabanillas. En el tiempo transcurrido desde el anuncio de la candidatura de Suárez, estos dos han sido depuestos: el primero fuera de la UCD y el segundo a hacer campaña en la distante Galicia. Bajo Suárez, la UCD hace campaña para la Cortes proyectando una imagen que ha sido justamente apodada “eurofranquista.”

En tanto que Suárez trata de ocultar los orígenes franquistas de su gobierno, se ha visto desafiado por la Alianza Popular (AP) abiertamente franquista. Manuel Fraga Iribarne, ex-ministro del interior la formó al unirse con otros seis ex-ministros de la era franquista (cada uno con su partido político propio). Son llamados alternativamente “los siete magníficos” (por la extrema derecha) y los “sete jinetes del apocalipsis” por la izquierda). La AP ha atacado la legalización del PCE y otras concesiones similares, presentándose como los herederos de los “cuarenta años de paz franquista.”

Pero, aunque Fraga pueda tener mejor fundamento para reclamar las tradiciones azules, las fuerzas de Suárez no dejan de representar la faz del franquismo en estas elecciones. A pesar de su verborrea acerca de reformas democráticas, Suárez mantiene sus relaciones con el clerical-reaccionario Opus Dei, importantes industriales y representantes de los inversionistas extranjeros que constituyeron el esqueleto económico del régimen de Franco. Más aún, desde la ruptura con Fraga y la formación de la UCD, Suárez se ha concentrado en alistar a los funcionarios y jefes políticos de las administraciones locales, cuyo principal interés es gozar del respaldo del gobierno. Mientras en las ciudades principales el voto a la oposición será indudablemente alto, en el campo el mando franquista sigue intacto, con el dominio ininterrumpido de la Guardia Civil y los caciques locales. El New York Times (6 de junio de 1977) citaba a un residente de un pueblo en Badajoz, remarcando que luego de 40 años de dictadura, “hay miedo, hay miedo.”

De acuerdo con el esquema electoral actual, las zonas rurales tendrán hasta cuatro veces la representación de barrios con comparable número de habitantes ubicados en centros urbanos como Madrid. Por lo tanto, para que Suárez reciba una mayoría en las cortes, el caciquismo debe permanecer intacto. Poco se puede hablar de democracia, en tanto permanezca el privilegio establecido, la corrupción y las maquinaciones políticas que durante 40 años han sido inseparables del estado de terror policíaco de Franco.

La explosión vasca

Las reformas de Suárez tienen, ciertamente, muy poco peso en la región vasca (Euzkadi). El período electoral en esta región norteña llegó vestido en los mismos colores de antes: el gris sombrío de la policía armada y el verde olivo de la Guardia Civil. Las manifestaciones de masas exigiendo la amnistía y el levantamiento del estado de sitio policíaco han sido repetidamente atacadas por estos matones sangrientos de Suárez/Juan Carlos. Si esta represión feroz continúa, y quizás se intensifique con los desmanes de la policía especial, el rey “democrático” y su primer ministro “eurofranquista” se podrían ver enfrentados con un sólido boicot electoral vasco.

El terror policiaco omnipresente no ha conseguido disminuir el sentimiento abrumador de solidaridad y oposición al gobierno que ha arrastrado al País Vasco durante la primavera. En abril, el gobierno prohibió toda celebración del día nacional vasco, Aberri Eguna. Los manifestantes que se reunieron en la ciudad de Vitoria (sitio de la matanza de 1976) desafiando la prohibición fueron enfrentados por una fuerza de ocupación de 5.000 guardias civiles que llenaron la plaza central con humo y gases lacrimógenos, atacando luego viciosamente a cualquier civil que encontraron en las calles. A pesar de las balas de goma y el cañón de agua de la brigada antidisturbios, se construyeron barricadas y las manifestaciones persistieron.

En el curso de sólo cuatro días del mes pasado, cinco manifestantes vascos fueron muertos por balas policiales y más de 50 fueron heridos. Una ola huelguística masiva se desató en respuesta, culminando en una huelga general abarcando a 600.000 trabajadores, el 16 de mayo. Más aún, un ex-alcalde franquista de Bilbao y amigo personal de Juan Carlos, Javier de Yberra y Bergé, fue secuestrado -probablemente por nacionalistas de la ETA- como rehén para obtener la libertad de prisioneros políticos vascos. Cuando el período electoral estaba por abrirse el 24 de mayo, varias organizaciones políticas vascas -de izquierda y nacionalistas- anunciaron sus intenciones de boicotear los comicios, a menos que se pusiera alto al terror policíaco y fueran liberados el resto de los prisioneros políticos.

Con la esperanza de salvar las elecciones, el gobierno ha cedido, y ha liberado, hasta la fecha, a la mayoría abrumadora de los prisioneros políticos. Más aún, se han tomado medidas para que los acusados de “crímenes de sangre” -en su mayoría separatistas vascos- sean enviados al exilio. Entre aquellos enviados al extranjero están los cinco acusados del infame consejo de guerra de Burgos de 1970. Al momento de escribir este artículo, el número de prisioneros políticos vascos restantes, y el impacto del programa de deportaciones del gobierno sobre la posibilidad de un boicot electoral en la región, todavía no está claro.

Democracia y dictadura

Debido a la situación claramente prerrevolucionaria en España, la actividad política se está extendiendo a regiones y sectores de la población anteriormente pasivos. Las huelgas -las cuales, como Trotsky anotó en los años treinta, son la forma elemental del incipiente despertar político del proletariado- han aumentado enormemente. La actividad huelguística del año pasado -ilegal en su totalidad- fue mayor que aquella de los últimos diez años juntos. Aun la nueva planta Ford en Valencia, con su mano de obra cuidadosamente elegida, se ha visto obligada a recurrir a un cierre patronal de sus 7.000 trabajadores como respuesta a la continua agitación laboral. En el campo, los trabajadores agrícolas andaluces que desde la Guerra Civil se habían sometido a los caciques y a la Guardia Civil, organizaron una huelga de protesta contra la política económica del gobierno durante la primavera.

Sin embargo, la mayoría de las manifestaciones de masas han sido políticas. Como Trotsky observó con respecto a Italia bajo Mussolini en 1930:

“Si la crisis revolucionaria fuera a estallar… las mases de trabajadores, tanto obreros como campesinos, seguramente pondrían a continuación de sus demandas económicas, consignas democráticas (tales como libertad de reunión, de prensa, de organización sindical, representación democrática en el parlamento y en las municipalidades).”

― “Problemas de la Revolución Italiana”

Los marxistas no se quedan al margen de estas luchas, sino defienden activamente las demandas democráticas de las masas trabajadoras. Repetidamente hemos llamado por la abolición de los aparates represivos especiales del franquismo ― la Guardia Civil, la brigada antidisturbios, la policía armada, el Tribunal del Orden Público, la Brigada Político-Social, etc. Hemos exigido la libertad inmediata de todas las víctimas de la represión franquista reaccionaria. El pueblo español debe tener derecho de reunión y expresión libres, se le debe poner fin a la censura; la clase obrera debe arrancar las libertades sindicales  plenas y la abolición final del CNS (“sindicato” vertical franquista).

Una demanda democrática crucial hoy día en España, es el reconocimiento del derecho de la autodeterminación nacional de las nacionalidades oprimidas en España, especialmente los vascos y los catalanes. Exigimos el cese de las prohibiciones de partidos políticos por parte del gobierno, y el derecho de todos los partidos políticos a participar en las elecciones.

Como marxistas, hacemos notar que estas demandas democráticas no serán ganadas en conversaciones corteses con los dinosaurios franquistas en sus adornados salones estatales, sino mediante las luchas encarnizadas de la clase  obrera en las calles y fábricas. Así pues llamamos por la transformación de las jornadas de luchas esporádicas en una huelga general ilimitada para ganar las libertades democráticas, por las cuales el pueblo español ha luchado fervientemente; y por la construcción mediante tal huelga, de consejos obreros (soviets) que puedan unir las fuerzas del proletariado a fin de derribar el régimen franquista, reemplazándolo con un gobierno obrero, único capaz de garantizar dichos derechos a los explotados y oprimidos.

Pero, al mismo tiempo nos enfrentamos con una amenaza inmediata a la obtención de la democracia más completa para el pueblo trabajador, constituida por los intentos de los partidos burgueses y sus miserables colaboradores en el movimiento obrero, de “negociar” una reforma del franquismo. En tanto el aparato estatal permanezca intacto con las mismas fuerzas represivas y los mismos políticos autocráticos -aun cuando ligeramente disfrazados con vestiduras “democráticas”- el franquismo “reformado” servirá únicamente para prolongar el “estado fuerte” que ha oprimido a la totalidad del pueblo español durante los últimos 40 años. La demanda “¡No al franquismo “reformado” ― por una asamblea constituyente democrática elegida por sufragio universal!” puede alinear grandes sectores de la pequeña burguesía tras la dirección de la clase obrera, así como también revelaría la naturaleza de las negociaciones traidoras de los demócratas burgueses y los reformistas, dispuestos a conservar una buena parte del aparato bonapartista, por miedo a las consecuencias de un levantamiento verdaderamente revolucionario.

Las elecciones franquistas no introducen un período de democracia burguesa en España. No sólo es el mecanismo electoral evidentemente antidemocrático (por ejemplo, el peso desproporcionado de las diferentes regiones), sino que además las Cortes se basan en la aceptación de la monarquía, el ejército y “la inviolabilidad del estado español.” El rey se reserva el derecho a nombrar hasta el 20 por ciento de ambas cámaras de las Cortes. El primer ministro es nombrado por el monarca y luego nombra al consejo de ministros ― que tiene el derecho de promulgar los decretos-leyes.

Todavía hay 67 partidos ilegales, a los cuales se les niega la participación en las elecciones. Estos abarcan desde los carlistas (los otros pretendientes a la corona, quienes lucharon al lado de Franco durante la Guerra Civil, pero hoy día se reclaman de un socialismo “autogestionario”) hasta los partidos de la “extrema izquierda.” (Varios candidatos de la “extrema izquierda,” no obstante, están presentándose a las elecciones cómo independientes.) El gobierno restringe, además, el acceso a la prensa y puede determinar, a través de los bancos, los fondos disponibles para la campaña de cada partido.

Las elecciones no representan, entonces, un canal democrático para la expresión y ejecución de la voluntad política del pueblo español. Un partido revolucionario de masas buscaría acabar con esta abominación de seudoparlamento, luchando por una asamblea constituyente plenamente democrática. En el caso necesario y si el sentimiento popular fuera tal como para asegurar un gran impacto, los comunistas llamaríamos por un boicot activo de elecciones como las del 15 de junio.

La dirección reformista actual, sin embargo, ha asegurado que, en la ausencia de cambios drásticos en la situación política y con la posible excepción del País Vasco, las masas trabajadoras votarán en las elecciones franquistas. El llamar a la abstención por parte de un pequeño grupo propagandístico trotskista sería un ejercicio inútil de autoaislacionismo. Si los revolucionarios no son lo suficientemente fuertes como para prevenir el llevar a cabo estas elecciones manipuladas, o por lo menos despojarlas de cualquier significado posible, deben entonces usarlas como tribuna de propaganda.

“Platajunta” y las elecciones

A lo largo de la situación prerrevolucionaria en España, el PCE y el PSOE han demostrado ampliamente su compromiso fundamental con la política de colaboración de clases. Ambos formaron alianzas frentepopulistas con fuerzas burguesas abarcando desde nacionalistas y demócratas cristianos (incluyendo al carnicero de la insurrección minera en Asturias en 1934: José María Gil Robles) hasta los monarquitas carlistas y elementos ligados a los Borbón. Para el PCE ella fue la Junta Democrática, y para el PSOE la Plataforma de Convergencia Democrática.

Durante la campaña por su legalización, ninguno de los dos partidos intentó movilizar al proletariado con el fin de extraer derechos democráticos del estado franquista: por el contrario, ambos buscaron organizar formaciones frentepopulistas cada vez mayores. En marzo de 1976 la Junta Democrática y la Plataforma de Convergencia Democrática se unieron para formar Coordinación Democrática, mejor conocida como la “Platajunta”. En este organismo cumbre se encontraban las tres federaciones sindicales importantes, las organizaciones maoístas-sindicalistas, nacionalistas de todo pelaje, fuerzas burguesas y por supuesto, los socialistas de la corona (los carlistas). Lo que une a estas fuerzas dispares es un compromiso común a mantener el dominio de la clase burguesa en la España postfranquista, y a la “negociación” por la “democracia” con los herederos del Caudillo. La “Platajunta” alcanzó su culminación política en enero luego de la liberación de Santiago Carrillo cuando la “Comisión de los 10” fue llamada para discusiones conjuntas con Suárez acerca de la aplicación de la “democracia” franquista.

Desde entonces, y particularmente luego de la legalización de 156 asociaciones políticas, Coordinación Democrática ha caído en desuso. Con la excepción del frente popular autóctono de Cataluña, la Assemblea de Catalunya, los partidos legalizados han llevado a cabo campañas electorales formalmente independientes pero explícitamente dedicadas a la continuación de la colaboración de clases.

Luego de una pizca de bravatas izquierdistas momentáneas, cuando el ala “histórica” rival de la socialdemocracia fue legalizada, el PSOE se ha contentado con maniobrar entre los franquistas. En una reunión pública reciente en honor de François Mitterrand y Mario Soares, el dirigente del PSOE Felipe González compartió la plataforma con el dirigente depuesto de la UCD y exministro de relaciones exteriores Areilza. Insistentemente se repiten los rumores de una coalición Suárez-González de “centro-izquierda” si la AP logra impedirle a Suárez el ganar una mayoría “del centro” en las Cortes.

De la traición a la claudicación abierta

Más dramática ha sido la capitulación y prostración abierta del Partido Comunista a los pies de los franquistas. Durante los últimos dos años, desde las manifestaciones masivas cuando la muerte de Franco y la ejecución de los cinco prisioneros nacionalistas vascos, hemos denunciado la política del PCE de contener toda lucha popular en su búsqueda de la “respetabilidad” burguesa. El PCE ha boicoteado y traicionado repetidamente sus propias manifestaciones a fin de agradar al gobierno actual.

Primero hubo el frustrado “otoño caliente” de la lucha de clases en octubre-noviembre de 1976: esto terminó en nada cuando el PCE no movilizó ni siquiera a los trabajadores bajo su dirección para su propia huelga general en noviembre. Luego del asesinato de cinco simpatizantes comunistas por pistoleros fascistas en enero, ocurrido en el local de Comisiones Obreras (sindicatos dominados por el PCE) situado en la calle Atocha de Madrid, el PCE aprovechó la ocasión para cerrar filas tras Suárez. En tanto, cientos de miles de trabajadores ocupaban las calles de Madrid y Barcelona, y el PCE intentaba sabotear la protesta e incluso firmó una declaración conjunta con Suárez, el PSOE y otros representantes de la “Platajunta”, predicando la “serenidad” frente a los ataques fascistas. El dirigente del PCE Simón Sánchez Montero trató de probar la responsabilidad de su partido gritando “¡Viva España!” en un salón lleno de periodistas asombrados.

El PCE de nuevo se rehusó a movilizar al proletariado en apoyo de las manifestaciones por el 1º de Mayo que él mismo había convocado. Además, cuando el partido fue legalizado el 10 de abril, aun cuando los miembros habían preparado una caravana de automóviles y una concentración de masas para celebrar el evento, todas las manifestaciones fueron canceladas. Como en el caso de las protestas luego de los asesinatos en Atocha, la excusa fue la amenaza de un golpe de estado militar. Frente a este peligro Santiago Carrillo dio la respuesta reformista clásica: no hacer nada, no molestar a la derecha. Su labor de desmovilización de los trabajadores continúa.

Pero la traición dramática más reciente ocurrió en respuesta a la huelga general vasca del 16 de mayo. En Madrid decenas de miles de obreros atendieron la llamada por la solidaridad con la manifestación vasca contra el gobierno. Sin embargo, esta vez el PCE abiertamente se rehusó a apoyar ninguna huelga de solidaridad y más bien instó a los vascos a regresar al trabajo a fin de no “poner en peligro las elecciones.” Los máximos dirigentes de las CC.OO. llamaron a los trabajadores vascos a “no agravar más la situación en España.” Mientras miles de policías antidisturbios y guardias civiles descargaban balas sobre las masas de manifestaciones y daban órdenes de “¡Tirad a matar!”, los dirigentes del PCE y las Comisiones Obreras se preocupaban tan sólo de que “las elecciones se desarrollaran lo más libremente posible en un clima de paz” (Le Monde, 18 de mayo).

El rompimiento de huelgas en el servicio de Suarez no ha sido el único ejemplo de la traición del PCE. En beneficio de su nueva imagen “democrática” el PCE ha eliminado ciertos gravámenes del pasado. Entre ellos están (por supuesto) cualquier referencia a la dictadura del proletariado y ahora incluso el saludo de puño cerrado (el cual, según Carrillo, recuerda demasiado a la Guerra Civil). En su lugar, el partido ha aceptado la bandera monarquita rojo-amarilla -que los republicanos llaman la bandera de “sangre y oro”- como “la suya” y la de “todos los españoles.”

También ha sido eliminada cualquier oposición a la monarquía franquista. Ahora el comité central del PCE declara “si la monarquía continúa su avance en el camino del restablecimiento de la libertad y la democracia, los comunistas sentados en las próximas Cortes podrán considerar la corona como el régimen constitucional” (Rouge, 18 de abril de 1977).

Eliminada también está la oposición a las bases americanas en España y a la OTAN, así como la oposición a la entrada en el Mercado Común. En su lugar, Carrillo se imagina la cabeza del principal partido “eurocomunista” proimperialista ― partido que hizo constar sus agradecimientos a Jimmy Carter por ser legalizado.

Ahora ya no hay ni siquiera vestigios de oposición a Suárez y Juan Carlos por parte del PCE. El New York Times (17 de mayo) comentaba:

“Curiosamente, uno de los aliados tácticos más fuertes del Sr. Suárez es Santiago Carrillo, el secretario general del Partido Comunista, de 62 años de edad. Agradecido al primer ministro por legalizar su partido, el veterano político fustiga regularmente a la Alianza Popular.”

Para disipar la última pizca de “curiosidad”, Carrillo en una conferencia de prensa dijo: “No sólo no soy neutral con respecto a Suárez, sino que soy pro-Suárez.”

Oposición condicional al PCE y PSOE

Faltándole la fuerza para boicotear y aplastar las elecciones franquistas mediante poderosas luchas de clases, un grupo trotskista de propaganda en España trataría de librar una batalla contra el franquismo “reformado” lanzando candidatos propios o, si ello no fuera posible, dando apoyo crítico a candidatos de otro partido obrero. Sin embargo, las candidaturas del PSOE y del PCE son la continuación directa de la política frentepopulista que preparó el camino para la toma de poder de Franco. Los marxistas defienden el principio de la independencia de clase del proletariado y por lo tanto no pueden dar apoyo electoral a partidos envueltos en alianzas frentepopulistas. La caída en desuso de Coordinación Democrática durante el período electoral no cambia el carácter fundamental de las listas del PCE y el PSOE.

En 1975, la tendencia espartaquista internacional se rehusó a dar apoyo crítico al Partido Comunista Portugués, tanto por sus alianzas colaboracionistas de clases y por su apoyo explícito al dominio bonapartista por el MFA del aparato estatal. En Portugal, como hoy día en España, no sólo la independencia organizativa, sino también una campaña dirigida contra el gobierno en ejercicio debe ser un requisito para el apoyo crítico electoral.

Como resultado de las coaliciones frentepopulistas (aunque esporádicas) y del apoyo al gobierno franquista por parte del PCE y el PSOE, los marxistas deben permanecer en oposición condicional a ambos partidos reformistas. Llamamos a las filas proletarias de estos partidos a forzar a sus dirigentes a romper con sus aliados frentepopulistas burgueses y particularmente a romper con el gobierno Suárez como condición para cualquier apoyo electoral.

Elecciones en Euzkadi

Las elecciones del 15 de junio además de todas sus otras limitaciones e inconvenientes, no están siendo llevadas a cabo en condiciones de democracia burguesa. En respuesta a las manifestaciones y movilizaciones de masas, las odiadas escuadras de las policías especiales han desatado un terror equiparable a aquél bajo el mismo Franco. En aquellas zonas donde el nivel de terror oficial es tan intenso como para prevenir cualquier aproximación a elecciones libres, o donde partidos representando una proporción sustancial de la clase obrera son ilegales, las elecciones pueden tomar el carácter de un plebiscito franquista. Los trotskistas, en dichas condiciones, se unirían con las masas de los trabajadores en un boicot activo de las elecciones fraudulentas. Este puede ser el rumbo de los eventos en el país vasco y quizás también en las Canarias.

No tiene sentido llamar a un boicot a menos que haya una posibilidad real de éxito. Sin embargo, en Euzkadi bajo los peores ataques policiales vistos en años, el pueblo vasco se ha mantenido y defendido. Pueblo tras pueblo fue sobrepasado por invasiones policiales. Manifestaciones pacíficas fueron reprimidas con balas de goma primero y munición real luego. Pero la resolución a luchar no ha disminuido. EI mes pasado se levantaron barricadas en Vitoria, Rentería, San Sebastián y Bilbao. Las huelgas continúan hasta la fecha.

Como fue admitido por un político burgués importante: “aquí en Euzkadi no estamos en una atmósfera electoral. Aquellos que voten lo harán en un estado de miedo” (New York Times, 21 de mayo). Aun cuando muchos militantes vascos han sido liberados, parece que hay todavía bastantes encarcelados y que los partidos más importantes de la región todavía planean boicotear los comicios.

Un boicot efectivo de las elecciones en Euzkadi podría debilitar significativamente las pretensiones democráticas de Suárez y Juan Carlos. Las súplicas traidoras de los estalinistas y socialdemócratas por elecciones pacíficas para producir otras Cortes franquistas (pero con su participación) deben ser combatidas. Las masas trabajadoras deben ser movilizadas para demandar una asamblea constituyente genuinamente democrática y la abolición de la legislación antidemocrática y de los órganos represivos especiales del régimen franquista. A través de la movilización de la clase obrera, como en Euskadi, pueden ser sentadas las bases para la formación de los soviets y consejos obreros a escala regional y nacional. Sólo la democracia del poder soviético enterrará finalmente al reino del terror franquista y liberará al proletariado de dos generaciones de opresión brutal.

― ¡No al franquismo “reformado”! ¡Abajo la monarquía franquista! ¡Por una asamblea constituyente democráticamente elegida!

― ¡Ningún voto a los partidos del frente popular! ¡PCE y PSOE, romped con Coordinación Democrática y el régimen franquista!

― ¡Por un partido trotskista en España, sección de una Cuarta Internacional reforjada!

― ¡Por una república obrera en España! ¡Adelante hacia los Estados Unidos Socialistas de Europa!

¡Apoyo a los obreros chilenos!

Suplemento del 24 de septiembre de 1973 del Beacon, publicación del Militant-Solidarity Caucus del NMU

Esta versión fue impresa en Cuadernos Marxistas no. 3 por la Spartacist League de los EE.UU. en 1975.

(El Militant-Solidarity Caucus es un grupo de oposición dentro del principal sindicato marítimo de los EE.UU., el National Maritime Union. Coincidimos con los argumentos y la resolución que fue presentada a la reunión del Puerto de Nueva York.)

El reciente golpe en Chile ha constituido un grave revés para todos los obreros del mundo. Los obreros de Chile querían tomar el poder estatal y dirigir la economía en su propio interés. Su victoria hubiera conferido un tremendo impulso hacia delante a todos los trabajadores. Las traiciones de sus líderes condujeron trágicamente a una inevitable derrota sangrienta. Aunque dirigido ostensiblemente contra el gobierno de Allende, este golpe tenía como objetivo a los sindicatos, a los partidos y organizaciones de la clase obrera y de los campesinos pobres. La junta militar ha anunciado planes para juzgar a más de 5.000 ciudadanos detenidos en estos últimos días. Incluidos están no sólo gran parte de los lideres de los partidos obreros así como militantes individuales que se resistieron ante el golpe militar, sino también un gran número de refugiados políticos que habían buscado asilo en Chile. Muchos de éstos eran representantes da los movimientos laborales y de izquierda de otros países de Latinoamérica que habían entrado en Chile huyendo de la persecución en su propio país. Ahora se enfrentan al peligro de ser deportados y con certeza encarcelados, o de ser tratados brutalmente a manos de la junta chilena.

El gobierno de los EE.UU., como parte de su estrategia para asegurar continuos beneficios a los hombres de negocios estadounidenses, apoya firmemente este golpe. La mayor parte de la ayuda norteamericana a Chile durante los recientes meses ha sido ayuda militar. Los generales chilenos han sido los más fieles defensores de los patronos yanquis y de sus socios menores en Chile. El fallo más importante de Allende fue el crear ilusiones en los oficiales militares y en los partidos del capital – hasta manteniendo lazos con ellos. El Militant-Solidarity Caucus del NMU ha puesto siempre de relieve la necesidad de que los trabajadores cuenten con sus propias fuerzas. Allende destruyó la única posibilidad de una victoria de la clase obrera y hasta de su propia defensa cuando accedió a la demanda de los legisladores capitalistas de permitir el embargo de las armas de los obreros, ¡cuando lo que debía haber estado haciendo es armar a los obreros! Sus intentos de parecer “respetable” al confiar en el ejército prepararon esta derrota. Los marineros norteamericanos, y los miembros del NMU en particular, se han dado cuenta de la disminución de los viajes a Valparaíso en Chile, al llevar a cabo los Estados Unidos un virtual embargo para sabotear la economía chilena. Con el establecimiento de una junta militar mucho más abiertamente favorable a los intereses de los negocios norteamericanos, sin duda alguna pronto se restablecerán las relaciones comerciales.

Los marineros estadounidenses deben oponerse a este plan de los patronos. Los obreros han demostrado tradicionalmente su apoyo a las luchas de los obreros de otros países. El principio de solidaridad internacional es particularmente importante para los trabajadores marítimos. El Militant-Solidarity Caucus pide la construcción de un sindicato marítimo internacional único como parte de la lucha para crear un contingente de lucha más efectivo contra los conglomerados internacionales. Con el tremendo aumento de la matriculación en el extranjero de barcos nacionales, cualquier organización laboral que no se extienda para unirse con los obreros sindicados, incluyendo los no organizados, de otros países está condenada a ver la decadencia del nivel de sus propios miembros. El NMU es testigo de esto ahora mismo.

Lo mismo que los obreros apoyan a otros obreros en huelga iniciando huelgas de solidaridad, así han tradicionalmente demostrado su apoyo los obreros por sus compañeros de la clase obrera víctimas de la toma de poder de fascistas y militares. Las sangrientas luchas en Chile hoy son la continuación de las luchas entre la clase obrera y los capitalistas por otros medios que los habituales métodos económicos y sindicales. La solidaridad obrera es tan apropiada ahora aquí como si los obreros chilenos estuvieran en huelga. Pero la situación es mucho más crítica que una huelga: ¡los líderes de la clase obrera están siendo encarcelados, torturados y asesinados, y todas las organizaciones obreras están siendo sistemáticamente destruidas! Es el deber de los obreros norteamericanos y de sus organizaciones el denunciar el golpe militar en Chile, y el ayudar a los trabajadores chilenos combatientes. Medidas adoptadas incluyen las demostraciones de protesta, los boicots de productos chilenos, la ayuda a los refugiados políticos y donaciones de comida, medicamentos, y otros materiales necesarios para luchar más efectivamente contra los patronos chilenos y sus oficiales militares.

En el pasado, como después de la toma de poder de los nazis y sobre todo durante la Guerra Civil Española, los obreros norteamericanos y sus organizaciones han ayudado de esta manera a los obreros extranjeros en lucha. Loa marineros, a causa de su posición vital en la economía, pueden jugar un importante papel al dirigir los boicots y al transportar material para los obreros en el extranjero. Y el NMU, a pesar de las pretensiones de los presentes líderes de que la política no tiene ningún lugar en los sindicatos, ha tomado en el pasado posiciones claras sobre estos puntos. Durante la Guerra Civil Española el Pilot daba parte frecuentemente de resoluciones de apoyo tomadas a bordo o en puerto. Por ejemplo, el 3 de febrero de 1939 el Pilot informó sobre una reunión en la Oficina Central del Departamento de Stewards en la que se hizo una colecta para España y se pidió la terminación del embargo de armas, que estaba mutilando a las fuerzas antifranquistas.

Era perfectamente correcto que el NMU considerara que el problema de la Guerra Civil Española era pertinente a los asuntos del sindicato. Sin embargo, los líderes del NMU tenían, aún entonces, una visión errada de cómo mejor ayudar a sus compañeros españoles. Hicieron una llamada para presionar al gobierno, pidiendo que rehusara reconocer al asesino Franco. Lo absurdo de esta demanda fue puesto de manifiesto cuando el Presidente Franklin Roosevelt reconoció el régimen de Franco sólo cuatro días después de la caída de Madrid ante los fascistas en marzo de 1939. Hoy, la gente equivocadamente apremia al gobierno estadounidense para que no reconozca a la junta militar chilena, o pide a las Naciones Unidas (un arma de los poderes capitalistas) que intervenga. A pesar de sus pretensiones de apoyar a la “democracia”, los intereses del gobierno de los EE.UU., bajo liberales como Roosevelt o conservadores como Nixon, se cifran en aplastar el movimiento obrero. El contar con el gobierno de los EE.UU. para oponerse a los fascistas en España o a los gorilas en Chile es un callejón sin salida, y conduce a la creación de ilusiones falsas sobre el estado capitalista. Los obreros deben contar con su propia fuerza organizada y no con la “buena voluntad” de su enemigo de clase.

Resolución del NMU Militant-Solidarity Caucus

Visto que el reciente golpe militar en Chile ha sido un tremendo revés para el movimiento obrero internacional, y

Visto que es el deber de los miembros del NMU el demostrar nuestra solidaridad con los trabajadores chilenos en nuestra lucha común contra los intereses de los negocios en todos los países, y

Visto que la clase obrera no puede buscar el enderezar la situación apelando al gobierno de los Estados Unidos o a las Naciones Unidas, por lo tanto

Se decide que los miembros del NMU en esta reunión de septiembre en el Puerto de N.Y., declaran su apoyo a los obreros chilenos en contra de la junta militar, a través de medidas apropiadas tales como ayuda económica y de otra índole para las organizaciones obreras chilenas y los refugiados políticos, y un boicot a los puertos chilenos.

24 de septiembre de 1973

La contestación del IBT

EN DEFENSA DEL PROGRAMA TROTSKISTA

[Copiado de http://www.bolshevik.org]

Introducción

Por el Trotskismo

La carta del MICR 

Mayo 5 de 1988

Estimados Camaradas: Les agradecemos por su extensa critica de nuestra declaración programática POR EL TROTSKISMO“. Apreciamos también la oportunidad que nos permitió elaborar algunos de las cuestiones más importantes programáticas y metodológicas que separan centrismo del trotskismo. Desafortunadamente, nos ha llevado más tiempo de lo que anticipamos para producir una respuesta adecuada a su carta.

Nosotros rechazamos vuestra consideración que nuestra caracterización de Poder Obrero como centrista sea un ejemplo de “la utilización de epítetos como un método de polemizar típico de los Espartaquistas”. Nosotros notamos que Uds. no tienen dificultad alguna de etiquetar nuestras posiciones como “sectarias”, una designación la cual, como Trotsky observó, puede generalmente ser tomado como un cumplido cuando viene de un centrista.

Durante nuestros debates en Oakland, en el otoño de 1986, quedó claro que nosotros teníamos diferencias programáticas fundamentales. En esos tiempos nosotros verbalmente caracterizamos vuestra posición como centristas. Sin embargo nos sorprendió cuando unos meses más tarde, nosotros nos anoticiamos de su propuesta de incluirnos en un ” bloque contra el centrismo”, el cual intentaban lanzar junto con el Grupo Obrero Revolucionario Italiano (GOR) a la pretendida conferencia internacional proyectada por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (WRP).

De acuerdo con Trotsky:

” Centrismo es el nombre aplicado a aquella política la cual es oportunista en sustancia y que procura aparecer como revolucionaria en la forma. Oportunismo consiste en la adaptación pasiva a la clase gobernante y al régimen existente. Incluyendo, por supuesto, las prebendas estatales. Centrismo comparte completamente el trato del oportunismo, pero adaptándose a sí mismo a los obreros insatisfechos, el centrismo se cubre con comentarios radicales(1)

La critica elaborada en su carta del 2 de abril provee un caso de estudio del centrismo en nuestros tiempos: un repudio a los principios trotskistas, junto con la evasiva de muchas de las cuestiones centrales en disputa. Sin embargo fetichizando la táctica del frente único, desde Khomeini hasta Galtieri, borrando la línea demarcatoria entre nacionalismo y Marxismo, o defendiendo a los restauradores del capitalismo en Polonia, Poder Obrero consiste solamente en un intento de tapar con comentarios radicales su adaptación oportunista de la conciencia burguesa presente entre las masas.

ESPARTAQUISMO Y LA CONTINUIDAD REVOLUCIONARIA

Su “visión total” de nuestra política es que ella: ” esta basada en el método sectario heredara de la Liga Esparaquista”. Nuestro grupo fue fundado por camaradas provenientes de la Tendencia Espartaquista (T.E.) del estadounidense Partido Socialista de los Trabajadores (PST), como un vínculo importante en la cadena de la continuidad trotskista. La tendencia espartaquista, virtualmente sola entre las organizaciones ostensiblemente trotskistas, correctamente analizó el fenómeno de la Revolución Cubana en ese tiempo. Reconoció que mientras el Movimiento 26 de Julio, de Castro, lideró la destrucción del capitalismo en Cuba, era incapaz de establecer otra cosa que un Estado Obrero deformado en dicha isla.

Como hicimos notar en nuestro documento, “Nosotros nos apoyamos en las posiciones trotskistas defendidas y elaboradas por la revolucionaria Liga Espartaquista” de los años ´60 y ´70. Es por ello, que nosotros estamos orgullosos de dicha herencia. La L.E. luchó por la perspectiva revolucionaria en todas las cuestiones internacionales más significativas que existió en dicho período. Hoy, sin embargo, la Tendencia Internacional Espartaquista (TIE) no es más una organización revolucionaria, sino un culto de cinismo político y bandido ( ver el “Camino a Jimstown, Boletín de la Tendencia Externa de la TEI Nº 4).

Nosotros rechazamos vuestra noción que la degeneración de la TIE haya que buscarla en las posiciones programáticas fundamentales. Aplicar dicha formula a la degeneración del Partido Bolchevique, uno podría arribar a la conclusión familiar de : ” El leninismo condujo al estalinismo”. Seguramente Uds. concordaran que el estrangulamiento burocrático del Partido Comunista de la URSS estaba bastante avanzado cuando Stalin enunció su teoría del “Socialismo En Un Solo País”. Para comprender la degeneración del grupo Espartaquista, es necesario comprender la relación dialéctica entre las posiciones programáticas formales y la formación ostensiblemente leninista, y su actual actividad en el mundo- incluyendo las condiciones deL régimen interno ( que están condicionadas por un número de factores objetivos). En el tiempo las dos deben inevitablemente converger , pero esto no significa que haya una correspondencia una por una en cada paso del desarrollo de la organización ( o degeneración).

Su aseveración unilateral que: “los regímenes son el producto de las políticas definitivas, programas definitivos” es un argumento el cual Roberston y sus seguidores llevaron por años. Ellos proclamaban que su brutal, deshonesta y cínica conducta interna solamente podría ser tomada como una evidencia de un mal régimen, si en las páginas de la prensa del grupo había evidencia de revisionismo en la cuestión Rusa, la cuestión nacional, etc. En el caso del grupo Espartaquista, el culto y la altamente burocratizada evolución de su propio régimen interno, es en sí mismo un abandono programático del Trotskismo, preparando la salida de una serie de otras cuestiones programáticas desde la tradición revolucionaria de la organización. Nosotros hemos documentados una buena cantidad de las cuestiones más revisionistas del liderazgo de Roberston, desde su defensa social-patriótica de los Marinos de los EEUU en Líbano hasta vivando a Andropov, el carnicero estalinista de la Revolución Húngara.

LA ESCICION DE 1951-53

Nuestras diferencias en la cuestión de la continuidad revolucionaria no simplemente envuelve una aseveración de la Tendencia Espartaquista. Uds. aseveran de que no hubo un temario significativo de principios en el rompimiento de la Cuarta Internacional en 1951-53. Como hacemos notar en “Por el Trotskismo” nosotros estamos por la lucha de las organizaciones que conformaron el Comité Internacional(CI), mientras reconocían que dicha lucha era defectuosa en términos políticos y de ejecución.

Cada uno de los componentes de lo que seria el C.I. exhibió impulso diferenciados y ajenos al trotskismo. Los argumentos de Cannon en favor de una internacional de carácter federativo era completamente erróneo, y la actividad del grupo de Healy en el Partido Laborista era sin principio y una variante no muy diferenciado de la propuesta de Pablo para el resto de la Internacional. Los grupos de la C.I. también compartían una desorientación temprana con relación a los casos de Yugoslavia y China.

Sin embargo, a pesar de dichos problemas, la línea básica es que en la lucha de 1951/1953, las secciones más importantes de la C.I. se oponían al proyecto de Pablo de liquidar a las corrientes trotskistas en el interior del estalinismo y la socialdemocracia. Para los revolucionarios esto es una cuestión de principio. Las secciones que se constituyeron a sí mismas como el C.I. rechazaron las conclusiones pesimistas de que la fracción de Pablo provendrían de un fenómeno de la expansión de post guerra del estalinismo: En el sentido que en la “Nueva Realidad Mundial” el trotskismo no tendría necesariamente un rol histórico. Las concepciones objetivistas de Pablo, y su concomitante negación del factor subjetivo en la historia, fue capturado en ” Adonde Vamos? Cuando se asevera que, ” el proceso objetivo es el único factor determinante en el análisis final, sobrellevando todas los obstáculos de orden subjetivo”(2)

El Partido Socialista de los Trabajadores, equivocadamente suscribió este y otros documentos producidos por el liderazgo de Pablo en la Internacional – mientras buscaban de evitar las consecuencias prácticas, como argumentado una forma de “excepcionalidad americana” y una internacional de carácter federativo. Esta fue una evidencia que el borde revolucionario del PST de los EEUU estaba lidiando bajo las tremendas presiones del macartismo. Todavía cuando se hallaron frente a los requerimientos prácticos del curso liquidacionista demandado por Pablo en su propio terreno nacional, los trotskistas americanos plantearon la necesidad histórica de un liderazgo consciente trotskista en la lucha por la revolución socialista.

Por contraste, los Pablistas americanos, liderados por Bert Cochran, llamaron por: ” arrojar a los trastes viejos con el viejo trotskismo”, y , después de abandonar el PST, rápidamente se disolvieron en un circulo literario socialdemócrata. El PST en los ´50 estaba aislado y acosado, con camaradas de edad, y sin prospecto de crecimiento significativo en un futuro cercano. Estaba visiblemente girando hacia la derecha. Sin embargo, a pesar de su creciente desorientación política, se asió formalmente a posiciones ortodoxas en las cuestiones programáticas más importantes. Fue sin embargo, a diferencia del grupo Cochranista, una organización que poseía la capacidad de su propia regeneración política.-

LA CARTA ABIERTA DEL PST

Nosotros encontramos vuestra actitud hacia la conformación del C.I. muy liviana. Vuestra manifestación que ” en todo lo esencial ellos (C.I.) concordaban con el (Pablo)” esta seguido por el comentario que: ” las criticas de las posiciones del S.I. en la huelga general y en los eventos de Alemania Oriental formulados por el PST en dicha carta abierta de 1953 son correctas”. Pero camaradas, este fue el documento fundacional del C.I. La huelga general Francesa y la revuelta de Alemania Oriental fueros los eventos políticos más críticos en Europa en ese año, y el PST correctamente aseveró, demostrando la irreversibilidad revisionista y el carácter anti- trotskista de la corriente de Pablo.

En la carta de noviembre de 1953, el PST señaló:

 “En junio en Alemania Oriental, los obreros se levantaron contra el gobierno dominado por los estalinistas en una de las demostraciones más grandes de la historia de Alemania. Este fue el primer levantamiento proletario contra el estalinismo desde que usurpó y consolidó su poder en la Unión Soviética. ¿ Cómo respondió Pablo a este evento?”

 “En vez de clarificar las aspiraciones políticas y revolucionarias de los obreros insurgentes de Alemania Oriental, Pablo encubrió a los sátrapas contrarrevolucionarios estalinistas que mobilizaron a las tropas soviéticas para derrotar al levantamiento…”

Una divergencia similar se evidenció en la orientación de las dos tendencias con respecto a la huelga general francesa.

 “En el mes de agosto, en Francia, la huelga general más grandiosa estalló en dicho país. Puesta en movimiento por los propios obreros contra la voluntad de sus propias direcciones , presentó una de los momentos más favorables de la clase obrera para el desarrollo de la verdadera lucha del poder…”

“La dirección oficial, ambas socialdemócratas y estalinistas , traicionaron dicho movimiento , haciendo todo lo posible para restringir y aventar el peligro al capitalismo francés. En la historia de traiciones sería muy dificultoso encontrar la más abominable ,teniendo en cuenta la oportunidad en que se presentó.

    “¿ Cómo hizo la fracción de Pablo para responder este evento colosal?

    …..

“Como para los estalinistas , los Pablistas encubrieron su traición. Pero compartieron la traición de los estalinistas.”(3)

Los Pablistas respondieron que los levantamientos de Alemania Oriental y la huelga general de Francia no era accidental. Esto reflejó las profundas diferencias políticas sobre la naturaleza del estalinismo y la relevancia del “viejo Trotskismo” el cual los Pablistas estaban muy presurosos de “desechar”. Pablo lo dejo en claro en Diciembre de 1953 cuando respondió la “Carta Abierta” del PST.

 “Ellos( el agrupamiento de Cannon) se mantienen en el esquema y en la genuina fe ” ortodoxa” de la política de 1938… Ellos preservan la misma actitud hacia las organizaciones y movimientos estalinistas, y la Unión Soviética como en 1938…La totalidad de los ensambles y pronósticos y políticos correctos , se han dado vuelta de abajo hacia arriba, por un curso totalmente diferente de la historia.”(4)

No fue por accidente que, al momento del rompimiento, el C.I. estaba en lo correcto contra el S.I., en toda cuestión importante. La fracción de Pablo generalizó el fenómeno de la expansión estalinista de post-guerra y consideraba que el Trotskismo no tenía ninguna función histórica. Mientras tanto los Pablistas periódicamente recolocaban el epicentro de la revolución mundial ( desde los PC estalinistas de Europa Occidental al FLN de Argelia, el castrista Movimiento 26 de julio, la “Nueva izquierda”, ” La Nueva Vanguardia de Masas”, la Revolución Islámica de Khomeini, etc.)el impulso fundamentalmente liquidacionsista de su metodología objetivista se ha mantenido constante.

El defecto del C.I. fue su apresuramiento y la lucha superficial contra esta corriente liquidacionista, y el subsecuente fracaso del intento de reestablecer una organización internacional centralista- democrática trotskista. Pero en política , como en muchos otros campos, es vital tener un sentido de proporción . A pesar de los defectos , el C.I., al tiempo de la ruptura, sostuvo las propuestas más fundamentales del Leninismo – la necesidad de la vanguardia marxista consciente a la cabeza del proletariado , como el único sujeto capaz de liderar una transformación socialista exitosa. El PST lo expresó muy bien en su ” Carta Abierta”.

 ” El factor que mantiene al núcleo en las circunstancias más dificultosas es la convicción de la corrección teórica de nuestro movimiento , el conocimiento que ellos son los medios vivientes para avanzar en la misión histórica de la clase obrera, la compresión de que el destino de la humanidad depende de lo que hacen, el firme convencimiento de que en cualquiera de las circunstancias momentáneas pueden ser, la principal línea del desarrollo histórico que demanda la creación de partidos Leninistas de combate que resolverán la crisis de la humanidad a través de una victoriosa Revolución Socialista”.

Los hechos respectivos en Francia y Alemania Oriental en 1953 demostraron en la vida la gran distancia política de estas dos corrientes. Esto es porque , a pesar de nuestras críticas , nosotros consideramos al CI como cuantitativamente superior al SI, y porque creemos firmemente que los auténticos Trotskistas hoy tienen un lugar en dicha lucha. Francamente , encontramos la idea de que no hubo trotskistas en este planeta por dos décadas y media – desde 1951 hasta su propia concepción inmaculada del anti-soviético ” Tercer campo ” de Tony Cliff lanzada a mediados de los ´70- como muy difícil de tomarla seriamente.

EL SLL Y LA ” REUNIFICACION PABLISTA DE 1963.

Encontramos vuestras criticas al documento de la Liga Laborista Socialista (SLL en inglés) llamado ” La Perspectiva Mundial Para el Socialismo” ( un documento fundamental que jugo un rol importante en la cristalización de la Tendencia Revolucionaria en el interior del PST) esencialmente trivial. El SLL, inclusive en su mejor período , fue imperfecto y Uds. están en lo correcto al criticar la caracterización de Mao y Tito como centristas . Un error consecuente de la insistencia de Healy que Cuba era aún capitalistas incluso después de las expropiaciones de 1960. Sin embargo cuando el PST se estaba moviendo rápidamente hacia la derecha a la ” unificación” con los pablistas sobre la base de compartir el entusiasmo por Castro, este documento sin ambigüedades aseveró el rol del factor consciente en la historia- la necesidad de una vanguardia trotskista como sujeto de la revolución proletaria. Esto fue ilustrado en la crítica de la vergonzosa actitud de Mandel de jugar el papel de pata izquierda para los sindicatos de “izquierda” en la huelga general de Bélgica de 1961:

” En el nivel más general los eventos belgas enseñan que la necesidad primaria es construir un núcleo revolucionario. Esta tarea no puede evadirse bajo consideración alguna de un éxito inmediato de carácter táctico o ganar la aprobación de los centristas y de otras tendencias. No se puede comenzar si las cuestiones teóricas mas importantes no son llevadas adelantes para su discusión o si los esfuerzos son hecho para conformar una combinación en los cuales las cuestiones de principios son colocadas a un lado. No puede comenzar por el apoyo de personalidades centristas o relaciones del establishment que envuelven concesiones en los principios”.

El hecho de que los autores de dicho documento hayan degenerados en porristas de la “Revolución Árabe”, de los estalinistas vietnamitas, los Guardia Rojos de Mao y finalmente la Revolución Verde de Kadaffy, no niega el rol positivo que jugaron en rearmar al núcleo trotskista para la batalla política en la lucha contra la reunificación revisionista que creó el Secretariado Unificado en 1963. Nosotros estamos en la tradición de la TR y la revolucionaria LE, y procuramos llevar adelante esta lucha, y haciendo ello, jugamos por nuestra parte en el reagrupamiento de los revolucionarios los cuales podrán reestablecer una vez más al trotskismo “ortodoxo” como una corriente importante entre la clase obrera internacional.

¿QUE PROGRAMA PARA LOS SINDICATOS?

Uds. toman la excepción a nuestro llamamiento de corrientes programáticamente basadas en los sindicatos, alegando que esto implícitamente es opuesto a la construcción de “frente únicos en las organizaciones de bases” . Esto, que Uds. reclaman , es rechazo en la tradición de la Internacional Comunista revolucionaria en el campo de los sindicatos . “Por supuesto ” Uds. se apresuran a manifestar , “nosotros estamos a favor de la construcción de fracciones comunistas , pero no la contraponemos con los frentes únicos”. Si esto es ciertamente caso , nosotros nos preguntamos por que Uds. afirman que nuestro llamamiento por fracciones fundamentadas programáticamente ” pueden significar solamente… la exclusión de otras formas organizativas en el interior de los sindicatos.”

El ejemplo hipotético el cual citan de un ” movimiento de base” emergiendo “como el resultado de las contradicciones entre los intereses materiales de la base y aquellos de la burocracia” hace poco para clarificar vuestra perspectiva de fracciones comunistas que supuestamente están a favor. Uds. preguntan retóricamente si nosotros deberíamos:

” Ignorar tales obreros hasta que se conviertan en comunistas o deberíamos intentar organizarlos sobre la base de su primer paso hacia una alternativa a la burocracia reformista? El movimiento de base es el puente entre estos trabajadores y las fracciones comunistas. Esto es particularmente necesario en aquellos lugares en que los comunistas son una minoría minúscula en los sindicatos… La Tendencia Bolchevique es una organización pequeña. Contentarse solamente con fracciones comunistas en los sindicatos es condenarse al aislamiento de las grandes masas obreras de los EEUU.

No estamos familiarizados con el trabajo en los sindicatos llevados acabo por Poder Obrero. Sin embargo Uds. hablan de “frente único de las organizaciones de bases” y su manifestación de que no tendríamos que “contentarnos” con fracciones comunistas sugieren que Uds. comparten las nociones mas oportunistas de la mayoría de los centristas: por ej. Ahora es el tiempo de construir el más el común denominador más bajo de las “fracciones de bases” con burócratas de izquierda basados en un programa reformista, y solamente más tarde si es apropiado, avanzar a un programa revolucionario. Nosotros rechazamos estas concepciones etapistas.

El puente entre la presente conciencia de las masas y la necesidad objetiva del poder estatal proletariado es el programa de transición. Su complacencia de adscribir el rol de ” puente” a un no todavía existente ” frente único de los movimientos de base”- el cual aparentemente conciben como un bloque entre varios burócratas de izquierda- es una prescripción del economicismo liquidacionsista.

Es una proposición elemental del Leninismo que los trabajadores avanzados solo pueden ser ganados para el comunismo a través de la intervención activa de la lucha revolucionaria para el programa Marxista. La lucha por la claridad programática distingue Leninismo de todas las formas de oportunismos y espontaneismos en los sindicatos- como en cualquier otra arena. La consolidación del núcleo revolucionario en los sindicatos es el primer requisito para crear una ala de izquierda en la lucha de clases del proletariado. La Internacional Comunista fue muy claro al respecto. Por ejemplo las “Tesis sobre Tácticas” adoptada por el Tercer (1921) Congreso expresaba que:

 ” Por varias razones históricas no hubo un movimiento revolucionario mayor en los EEUU al periodo anterior a la guerra e incluso ahora los comunistas se mantiene todavía en la fase elemental de crear el núcleo partidario y establecer vínculos con la clase obrera”(5)

Uno puede mirar el punto 9 de las famosas 21 ” condiciones de Admisión en la Internacional Comunista”:

” Todo partido que desee pertenecer a la Internacional Comunista debe sistemáticamente y persistentemente desarrollar actividades Comunistas en el interior de los sindicatos, consejos obreros y de trabajo , las cooperativas de consumidores y otras organizaciones de masas de los trabajadores. Dentro de estas organizaciones es necesario organizar células Comunistas con el objetivo de ganar sindicatos etc. para la causa del Comunismo a través de un trabajo incesante y persistente . En el trabajo cotidiano las células tienen la obligación de exponer en todos lados la traición de los social-patriotas y las vacilaciones de los “centristas”. Las células Comunistas deben estar completamente subordinadas al partido como un todo”(6).

El frente único es una de las variedades tácticas en los cuales las formaciones comunistas puede usar para expandir su influencia en la lucha política contra la conciencia burguesa del proletariado. Como táctica es necesaria que estén subordinadas al imperativo estratégico de crear alas revolucionarias con conciencia de clase en el interior de los sindicatos. El frente único no es una alternativa a las fracciones clasistas organizadas sobre la base del Programa de Transición, pero un medio en el cual los revolucionarios de tales formaciones pueden expandir su influencia. Es por ende, sin sentido hablar de contraponer uno al otro.

En documento de Trotsky de 1922 llamado” Sobre el Frente Unico” establece las relaciones de la siguiente manera:

” Participamos en el frente único pero no nos disolvemos en él. Funcionamos en un frente único como un destacamento independiente. Es preciso en el curso de la lucha que las amplias masas aprendan de la experiencia de que nosotros luchamos mejor que los otros, que vemos las cosas más claramente que los otros , que somos más audaces y resolutivos. De esta manera , estaremos más cercano de la hora del frente único revolucionario bajo el liderazgo indiscutido de los Comunistas.”(7)

¿ Cómo pueden los revolucionarios funcionar en frentes únicos como un destacamento independiente si no están primeramente organizados y definida su adhesión a un conjunto particular de ideas ( por ejemplo el programa)? Solamente sobre esta base es posible demostrar la seriedad comunista en las luchas cotidianas, mientras simultáneamente exponen la bancarrota programática de los centristas y reformistas en el frente único.

La Liga Espartaquista llego a la conclusión a principios de los ´70 que el PST revolucionario de los ´30 organizaron el trabajo sindical basados totalmente en el Programa de Transición. Estas fracciones no son antagónicas al trabajo de frente único, sino más bien, es una condición sine qua non. Polemizando contra esta orientación, Ud. cita una instrucción del Comité Internacional en su IVº Congreso a la sección británica en 1922. Cita la observación de Lovosky a la delegación británica:

 ” En tanto concierne a Bretaña, vemos claramente que sería desastroso si el partido se contentara solamente con organizar las fuerzas solamente dentro del núcleo partidario. El deseo debe ser crear una oposición mucho más numerosa en el movimiento sindical.”

Pero Lovosky no esta debatiendo contra la existencia independiente del núcleo partidario como Ud. sugiere. Las próximas citas , que omitió , lo hace obvio:

” Nuestro deseo debe ser que nuestros grupos Comunistas actúen hasta tal punto de cristalización, que los elementos opositores se concentren . El deseo debe ser de crear ,de ordenar, de integrar las fuerzas de oposición , y que el Partido Comunista crezca concurrentemente con el crecimiento de la oposición.”(8)

El objetivo de la Internacional Comunista era la formación de un movimiento de izquierda en los sindicatos bajo hegemonía comunista . La conferencia fundacional del Movimiento Nacional Minoritario (NMM) en agosto de 1924 abiertamente declaró que la búsqueda era:

 ” organizar a las masas obreras de Gran Bretaña para derrocar al capitalismo, la emancipación de los obreros de los opresores y explotadores , y el establecimiento del Commonwealth Socialista , llevar a cabo una amplia agitación y propaganda por los principios del clasismo revolucionario… y contra la tendencia presente hacia la paz social y la colaboración de clases…”(9)

Levantar un programa que llame por un gobierno obrero, era culpable también el NMM , ante sus ojos, de ” ser estar en contra del puente organizacional” ¿ qué imagina Ud. que sería necesario para introducir las ideas revolucionarias a los obreros de base?

En los EEUU el primer punto del programa de 1922 de La Liga Sindical Educativa (TUEL) , el ala de izquierda del Partido Comunista en los sindicatos y análoga a la NMM , llamaban por ” la abolición del capitalismo y el establecimiento de una república obrera” Otros puntos abogaban por una política clasista , repudiando el doble sindicalismo, llamaba a apoyar a la Revolución Rusa , y llamaba por una acción independiente de los trabajadores. Sobre esta base , el TUEL, entro en varios frentes únicos y ofreció apoyo electoral crítico a sindicalistas que apoyaban un programa que rompían, en algunas cuestiones cruciales con el sindicalismo empresario.

En Bretaña y EEUU nuestras tareas practicas hoy, son mas bien modestas que aquellas que desarrollaron los comunistas en los ´20. La menor cantidad de militantes sindicales clasistas alineados con organizaciones de propaganda trotskistas puede mostrarles por ejemplo como se gana victorias. Tácticas como el frente único ( o apoyo crítico en las elecciones) ,deben ser empleadas por una pequeña vanguardia para alcanzar una audiencia superior de obreros. Pero en los sindicatos , como en cualquier lado, la organización política de aquellos que concuerdan con el programa comunista es la precondición necesaria para ingresar a bloques más amplios.

Las ” Tesis sobre las Tácticas de la Internacional Comunista” adoptada por el IVº Congreso explícitamente repudian los “intentos de la IIº Internacional de absorber a las organizaciones obreras mas lejana de la izquierda y llaman a este frente único ” como” otra oportunidad de los líderes socialdemócratas de traicionar alas nuevas masas de trabajadores a la burguesía ” Las tesis vuelve a explicar que :

 ” La táctica del frente único es simplemente una iniciativa en donde los comunistas proponen unirse con todos los obreros pertenecientes a otros partidos y grupos , y trabajadores independientes en una lucha común para defender los intereses básicos inmediatos de la clase obrera contra la burguesía….

 ” Es particularmente importante señalar que cuando se utiliza la táctica del frente único se trata de obtener no soloresultados agitacionales sino también organizativos. Toda oportunidad debe ser usada para dar paso firmes organizativamente entre la clase obrera( comités de fábrica, comisiones de supervisión de los obreros de todos los partidos y obreros independientes, comités de acción etc..)(10)

En esto, como en prácticamente en todos los documentos de la Internacional Comunista en los días de Lenin y Trotsky , es clara la concepción de frente único – aunque sea basado en una sola cosa o en la forma de comité de fábrica o soviets- es la premisa para la existencia de formaciones comunistas independientes . Para atacar nuestra propuesta de” construir fracciones programáticas en los sindicatos ” Uds. deberían mirar a otro lado y no a la tradición de la Internacional Comunista revolucionaria.-

EL CRITERIO PROGRAMATICO PARA EL APOYO CRITICO

El frente único en los sindicatos o en cualquier otro lugar, esta estrechamente vinculado a la aplicación del criterio de la denominada táctica de apoyo crítico. Uds. rechazan la idea de que el apoyo crítico a reformistas tenga algo que ver con ” el programa que apoyamos” y nos dicen acerca de ello, ” Ambos Trotsky y Lenin dejaron en claro que el propósito del llamado revolucionario de votar por reformistas fue, que si ellos tienen el apoyo de las masas entonces deben ponerlo a la prueba de la oficina”.

Este no el caso como Trotsky se aproximó a la cuestión del apoyo crítico. El entendió de que era necesario tener un cierto punto de conjunción programática con los reformistas para que dicha táctica fuera aplicable. En los ´30 el PST (SWP EEUU) estaba muy identificado con los sindicatos “progresistas” de Roosevelt. Trotsky sostuvo que los trotskistas americanos deberían acercarse a los obreros estalinistas. Con el pacto Hitler- Stalin en 1939, el P.C. golpeó con una postura ” anti-imperialista” y comenzó a propagandizar contra el New Deal. Este cambio político permitió un llamado a los obreros estalinistas. Aquí es como Trotsky propone al PST que intervenga:

 “Lo que yo propongo es un manifiesto a los obreros estalinistas, que diga de que por cinco años estuvieron con Roosevelt, entonces cambiaron. Este cambio va hacia la dirección correcta. ¿ Uds. continuaran y desarrollaran esta política, o no? ¿Permitirán que sus direcciones cambien o no?¿ La continuaran y desarrollaran, o no? Si Uds. se mantienen firmes nosotros los apoyaremos. En este manifiesto podemos decir que si poseen un programa filoso para su candidato, entonces lo votaremos” (11)

El PCUSA no era un partido de masas en 1939, pero era mucho más grande que el PST, y proclamaban que poseían 100.000 afiliados(12) Cuando se trata con partidos de masas reformistas como lo es el Partido Laborista Británico , el mismo criterio programático es aplicable , pero opera en un nivel diferente de los estalinistas americano en 1939. La contradicción programática a ser explotada en el P.L. es entre su programa formal burgués (reformistas) y el hecho de su propia existencia, el Partido Laborista representa una versión deformada de la independencia política de la clase obrera. Esta contradicción lleva a los revolucionarios a considerar el apoyo crítico para dichos “partidos burgueses-obreros”- dependiendo de la coyuntura particular de la lucha de clases en ese momento. Cuando llamamos a votar por los reformistas es para exponer a los falsos laboristas en el test de la oficina, por ej. Exponerlos en la falsedad de sus pretensiones de que apoyan los intereses de la clase obrera. En esta manera los revolucionarios avanzan en la lucha por fraccionar la base de las alturas.

En 1974 en las elecciones generales en Gran Bretaña , los Tories llevaron a cabo una campaña abierta de destrucción de los sindicatos, mientras que la dirección laborista se posicionaban como los defensores de los obreros. En este caso era claramente necesario llamar a votar por los socialdemócratas mientras advertíamos que Callagham / Wilson solo podían traicionar, por ej. El apoyo crítico al partido laborista. Pero cuando un partido de masas de la clase obrera se presenta junto a un partido burgués (ej. El pacto liberal- laborista) o en su record de ataques salvajes a la clase obrera, como lo hizo el partido laborista en 1979, no sirve a los revolucionarios llamar a votar a los traidores laboristas, a pesar de que un gran número de obreros continúen apoyándolos . En estos casos la táctica correcta sería la de no apoyo condicional, esto es, la condición de llamar a votar a un candidato laborista dependerá de que el/ella rompan decisivamente con la política particular de traición de clase.

TACTICAS COMUNISTAS Y FRENTE POPULAR

Poder Obrero llaman por un apoyo electoral a los candidatos de un frente popular paralelamente a su posición de frente único. Ambos ciertamente contiene la misma amalgama de amnesia estratégica y una alta dosis de fetichismo táctico. En nuestro documento citamos la observación de Trotsky que:

 “La cuestión de las cuestiones en el presente es el Frente Popular. La izquierda centrista procura presentar esta cuestión como una maniobra táctica e inclusive técnica, para así poder traficar sus mercancías en las sombras del Frente Popular(13)

Una de las ideas centristas el cual Poder Obrero se halla ocupada en fomentar es la noción de que el frente popular es esencialmente lo mismo que el partido obrero- burgués social- demócrata. El Camarada Hoskisson acuerda que un voto por un candidato de un frente popular es un voto para poner en la oficina a un político de una formación burguesa; pero su aseveración se dirige a que, ” incluso si un miembro de un partido obrero reformista se basa en la formación de una gobierno puramente social- demócrata, ello continuaran siendo representantes de una formación burguesa”. El rechazo de que hay diferencias fundamentales entre partidos basado en las organizaciones de la clase obrera y coaliciones de colaboración de clases de los partidos obreros reformistas con partidos burgueses, es una revisión a los principios del trotskismo: la centralidad de la independencia política de la clase obrera. Como es usual en la historia del movimiento marxista, esta pieza particular de revisionismo no cayó del cielo. Esta designada para justificar votar a los candidatos del frente popular.

En 1936 Max Shachtman, escribiendo para el PST revolucionario, explicó claramente la dinámica electoral de la colaboración de la clase en un ataque a los partidos obreros que firmaron con el Frente Popular Español:

 ” Lo que es inexcusablemente criminal de parte del Partido Socialista, el Partido Comunista, y el partido de Maurin-Nin de Unificación Marxista es que no solo escribieron un programa común con los desprestigiados partidos burgueses- que era bastante malo- , y ello , hablando políticamente , aparecían frente a las masas como un solo partido con la burguesía, pero el programa común fue dictado y escrito por la burguesía , y con respecto al partido común – bajo el seudónimo de Frente Popular- fue dominado por la burguesía.

” La burguesía “republicana” estaba tan desprestigiada a los ojos de las masas que requirió de una cubierta de protección. En el frente único no fueron usados por los partidos obreros, pero los partidos obreros fueron usados por aquel. No fueron llevados a remolque por los socialistas y comunistas – y fueron como resultado de ello un estorbo …

” No es tanto que los obreros precisan del apoyo de los políticos burgueses, como los políticos burgueses quienes precisan urgentemente el apoyo y protección de los trabajadores. Ellos reciben como resultado de esto, la completa subordinación de los partidos obreros a los partidos burgueses en el Frente Popular”. (14)

Cuando un ” partido obrero- burgués” aparece ante las masas en un partido único con la burguesía , explícitamente renuncia a cualquier reclamo y lucha por la independencia política de los obreros. Por la duración del bloque, la contradicción latente existente en dicha formación es suprimida. Un voto para el componente “obrero” de un frente popular es votar por “un partido” de la burguesía.

Pero para Uds. la cuestión del apoyo critico es simplemente si los reformistas ” tienen apoyo de las masas”. Esta adaptación al atraso presente de” las masas” es la marca del centrismo. En 1935 Trotsky preguntaba:

“Cual son las tareas de los Marxistas, sino es el de elevar el factor subjetivo al nivel del objetivo y llevar la conciencia de las masas más cerca de la compresión de la necesidad histórica – en términos simples- , a explicar a las masas sus propios intereses, los cuales todavía no comprenden? (15)

Uds. se quejan que nuestro rechazo de votar por los reformistas en el frente popular es ” defectuoso” y “negativo”. Sin embargo la táctica de Trotsky de ” patear a la burguesía fuera del frente popular” – que Uds. aplauden- es precisamente nuestra posición ” negativa” . En España, en 1931, Trotsky abogaba por la táctica Bolchevique de romper la coalición reformista con la burguesía y haciéndolo asumir el poder en su propio nombre:

“La vanguardia proletaria esta totalmente interesada en empujar a los Socialistas españoles a que tomen el poder en sus manos. Para que ello suceda, es necesario romper la coalición. La tarea presente es la lucha para llevar a los ministros de la burguesía fuera de la coalición”(16)

Si los reformistas rompen con el frente popular, y como consecuencia destruyen su ” partido único”, entonces, y solamente entonces , los revolucionarios pueden considerar la táctica de apoyo critico . Esto es el significado total de la insistencia de Lenin a que los Mencheviques y el S.R. rompieran con los ministros capitalistas en el gobierno provisional de Kerensky en 1917, como una precondición de cualquier apoyo crítico por parte de los Bolcheviques.

TROTSKY Y EL POB : APOYO CRITICO A LA COALICION?

En su carta, Uds. sugieren que, al menos en Bélgica, Trotsky fue indiferente a la cuestión de la coalición:

“Es así que previo a los eventos en Francia en 1936 Trotsky argumentó por el apoyo crítico del partido social- demócrata belga, el POB, alrededor de la consigna, “POB al poder”, a pesar de que dicho partido declaró su intención de gobernar en una coalición con los monárquicos. El apoyo crítico en estas circunstancias, fue alrededor de “romper con la burguesía”

Esto pareciera ser el caso de Poder Obrero adscribiendo a Trotsky su propia política de apoyo critico “incondicional” a las direcciones reformistas del proletariado. El MRCI procuran a través de la consigna ” romper con la burguesía” buscar una cubierta por izquierda de su propia política de apoyo crítico ” incondicional a los reformistas en el frente popular”. Para Trotsky esta relación era al revés – cualquier apoyo al POB era condicional a su rompimiento con la burguesía . Las consecuencias inmediatas de las huelga francesas en Junio de 1935, el escribió:

” El primer paso a una alianza con la pequeña- burguesía., es el rompimiento del bloque con los radicales burgueses en Francia y España, el bloque con los Católicos y Liberales en Bélgica, etc. Es necesario explicar esta verdad, sobre la base de la experiencia de todo obrero socialista y comunista . Esta es la tarea central en este momento. La lucha contra el reformismo y el estalinismo es en la presente fase una lucha por sobre toda las cosas contra el bloque con la burguesía . Por una unidad honesta de los obreros, contra la unidad deshonesta con los explotadores! Burgueses fuera del Frente Popular abajo con los ministros capitalistas!(17)

Hemos releído las aseveraciones de Trotsky sobre el POB en el período presente y a la traición de las huelgas de Junio de 1936, y no encontramos nada sustancioso que proclame que él haya abogado por un apoyo electoral al POB mientras estaba en la coalición con el partido burgués. Poder Obrero pudo haberse llevado una impresión equivocada de la carta fechada el 9 de enero de 1934, intitulada: ” Revisionismo y Planificación” donde Trotsky defendió la consigna de ” Dejen la Partido Laborista Belga( POB) tomar el poder “. Pero avanzando, esta consigna no es lo mismo que un llamamiento para votar a los social- demócratas en una coalición. En 1934, el líder del POB Henrik de Man estaba hablando de imponer una ” planificación” en el mercado. Dada la hegemonía política del POB dentro de la clase obrera, Trotsky dijo: “toda la situación debe sugerir al proletariado el pensamiento del gobierno social demócrata” Al llamado de que el POb tomara el poder, Trotsky estaba bien advertido que la dirección del partido:

” temen el poder fuera de la coalición , es por ello de la necesidad de aliados burgueses que sean capaces de rechazar las demandas de los obreros.

” Sabemos todo esto, pero también sabemos que no solamente el régimen capitalista como un todo, sino también la maquinaria estatal parlamentaria entró en una etapa de una aguda crisis que lleva en si misma la posibilidad rápida ( relativamente) de cambios de humor de las masas , como así también una rápida sucesión de combinaciones parlamentarias y gubernamentales”(18)

El llamado por un gobierno del POB fue desarrollado para tomar ventaja de las posibilidades de cambios rápidos en el humor de las masas para poner a las bases social demócratas contra la cuestión de la coalición de su dirección. Es importante recordar que Trotsky levantó esta demanda en una coyuntura histórica particular:

” Para salvarse asimismo de la ruina, la social- democracia precisa de un cierto movimiento de los obreros. Deben asustar a la burguesía para hacerla más acuerdista. Es ciertamente el miedo mortal que aquel movimiento puede ir por sobre su cabeza. Pero la absoluta insignificancia del KOMINTERN, la debilidad de los grupos revolucionarios y la impresión fresca de la experiencia alemana, la social democracia espera un peligro inmediato de la derecha y no de la izquierda. Sin estos prerrequisitos, la consigna ” Poder a la socialdemocracia carecerá en general de sentido”(19)

El llamado de poner al POB en el poder es la postura de” asustar a la burguesía” que es idénticamente similar en esencia cuando los bolcheviques realizaron el llamamiento a Kerensky, quienes reclamaban representar a los obreros a gobernar sin los ministros capitalistas. Esta es una demanda que los reformistas pongan su dinero donde sus boca están. Lejos de ser un llamado para votar a un partido a pesar de su coalición con el enemigo de clases , como Poder Obrero imagina, es un llamado designado a romper la alianza con la burguesía.

” Como de Mann no desea la lucha revolucionaria del proletariado…entonces el no desea y teme una lucha real de las masas pequeñas- burguesas.. En cambio, de Mann procura obtener aliados parlamentarios, demócratas, Católicos, parientes de sangre de la derecha que le son necesarios como freno contra posibles excesos revolucionarios del proletariado. Debemos saber como transmitir y clarificar este lado de la cuestión a los obreros reformistas en los hechos de la experiencia cotidiana. Para una estrecha unión revolucionaria del proletariado con la pequeña burguesía oprimida de la ciudad y el campo contra la coalición del gobierno con representantes políticos y traidores de las pequeña burguesía ( énfasis en original)(20)

La interpretación del Camarada Hoskinson del llamado de Trotsky de ” POB al poder” como un apoyo electoral a los reformistas a pesar (nuestro énfasis BT) que el partido declaro la intención de gobernar en una coalición con los monárquicos” parece positivamente una perversidad!

LENINISMO E INMIGRACION/EMIGRACION

Las denuncias histéricas de Poder Obrero acerca de nuestra posición Marxista sobre la inmigración/ emigración como “potencialmente reaccionaria” y basada en la “fantasía racista “, revela particularmente el sustrato de la moralidad pequeña-burguesa la cual subyace en muchas de las posiciones de la MRCI. En el interés de la claridad política nosotros jamás intentamos en desvirtuar los elementos claves de sus argumentos.

Primero, su declaración de que es una “fantasía racista” aseverar de que pueden haber casos donde el ” influjo de masas del pueblo de un país(sin especificar) a otro ( sin especificar)” puede arriesgar el derecho de auto- determinación de la populación hospedada es una verdadera calumnia . Cualquiera que se tome el trabajo de leer lo que actualmente escribimos, pueden ver que “especificamos” tres ejemplos de situaciones históricas , donde tales migraciones han en los hechos ocurridos: La inmigración sionista a Palestina en la década del ´30 y los ´40, los colonos franceses inmigrando a Nueva Caledonia en las últimas décadas y la inmigración Han a Tibet en la China Maoísta. Imaginar dichos escenarios en el futuro puedan repetirse no es ni fantástica ni racista . Es obvio que ese intento de etiquetarla como tal , surge de su inhabilidad política para comprender nuestra posición.

Segundo, Uds. alegan que nosotros rechazamos ” el derecho democrático del libre movimiento de trabajadores a través de todos los países” . Otra vez, si el camarada que cometió dicha estupidez se hubiera tomado la molestia de leer el documento, que esta polemizando en contra, él se habría anoticiado que es muy clara nuestra posición que apoyamos ” los derechos básicos democráticos de cualquier individuo de emigrar a cualquier país en el mundo”. Nosotros sostenemos el derecho democrático de emigración individual, mientras reconocemos que no es ni categórico ni absoluto . En algunos casos este puede atacar otros derechos democráticos , como los ejemplos citados más arriba o puede ser conflictivos con un principio más elevado, tal como la defensa de los Estados Obreros deformado y degenerado.

Finalmente , Uds. sugieren que debemos tomar posición “como la inmediata respuesta en luchar un aspecto particular de la política imperialista- controles racistas de inmigración – es la revolución. Otra vez debemos referirnos a lo escribimos actualmente:

“En los EEUU nosotros defendemos a los obreros Mejicanos aprehendidos por la MIGRA . Nosotros nos oponemos a todas cuotas de emigración, y todas las deportaciones de obreros inmigrantes . En los sindicatos luchamos por la inmediata e incondicional otorgamiento de ciudadanía para todos los obreros nacidos en el extranjero.”

Los Marxistas inequívocamente se oponen a todas las restricciones racistas y discriminatorias , y sostienen el derecho de la emigración individual, pero ello no implica apoyar la demanda utópica/liberal de ” fronteras abiertas” . La respuesta marxista a las desigualdades grotescas creadas por el imperialismo no es a través de la migración en masa, pero la creación de un orden mundial racional y socialista a través de la revolución proletaria. Mas bien que combatir las ilusiones liberales que subyace en el llamado de ” fronteras abiertas” y luchar para ganar a aquellos que levantan dicha consigna a una perspectiva Marxista, Poder Obrero ” va con la corriente y capitulan a su confusión.

KHOMEINI Y EL FRENTE UNICO “ANTI-IMPERIALISTA”

Una metodología similar se evidencia en su apoyo al movimiento de Khomeini en Irán en 1979. Uds. dijeron:

” Su posición sobre Irán y su rechazo de apoyar al movimiento anti- shah liderados por los mulahs , es el fruto de su abandono del Leninismo. Uds. se mantuvieron neutrales ( y en la guerra de Malvinas) en un conflicto entre el movimiento nacional de una nación oprimida y sus opresores … Los Leninistas apoyan las luchas contra el imperialismo a pesar del rol reaccionario de la burguesía anti- imperialista”.

Uds. nos aseguran que no tienen ilusiones en Khomeini, pero apoyando su movimiento están implementando el Frente Unico Antiimperialista” . Pero el movimiento de Khomeini no fue en ningún sentido un movimiento nacional contra el imperialismo, fue un movimiento que buscó proteger y restaurar los privilegios y la autoridad de los gobernantes tradicionales de Irán contra el régimen anti-popular del ” modernizante” Shah . No hay necesariamente ni fundamentalmente ningún conflicto entre la teocracia y el imperialismo mundial.

Las raíces de su error sobre Irán no está localizada en el nivel de un error de mala interpretación del carácter de clase del fundamentalismo Islámico. Lo que Uds. exhiben es el clásico impulso centrista de seguidismo a los “movimientos de masas”. La tarea correcta y necesaria de los revolucionarios , la cual fue llevada a cabo según nuestro conocimiento solamente por la Tendencia Espartaquista ( la cual fuimos en ese entonces parte) , era advertir a los obreros Iraníes de las consecuencias inevitablemente reaccionarias de Khomeini en el poder , y procurar llevarlos a ellos a una oposición tanto hacia los mulahs como al Shah. El eje fundamental de esta orientación fue capturar la consigna: “Abajo con el Shah, Abajo con los mulahs, Obreros al Poder en Irán”.

Permítanos demostrarles como Uds. actualmente apoyan las ilusiones de las masas en Enero de 1979:

“La ideología Islámica es como la cara de Juno. Puede justificar anti-imperialismo, resistencia a los poderes extranjeros que buscan explotar o desmembrar los Estados de Medio Oriente. Pero pueden también justificar la reacción – la supresión de la clase obrera y el campesinado pobre. La conexión interna es que como todas las religiones defienden la propiedad privada. Mientras tanto las clases poseedoras de las naciones imperializadas sienten que la mayor amenaza a su propiedad es el vínculo con el imperialismo, y ellos pueden jugar un rol vigoroso en la lucha contra éstos. La ideología Islámica tendría una coloración y orientación progresiva y populista. Cuando la clase obrera y los pequeños campesinos se transforman en una amenaza seria no solo al imperialismo sino también a la gran burguesía nativa, pueden estos últimos transformarse en parte de la dictadura militar bonapartista…”(21)

Una noche centrista es cuando todas las vacas son negras. Podemos parafrasear su formula como sigue: La ideología Islámica ( preservación de los privilegios de la jerarquía clerical y de las clases poseedoras, esclavitud social de las mujeres , exterminación de los homosexuales y la erradicación de la izquierda, etc.) puede tener una orientación progresiva y anti-imperialista hasta que el estrato plebeyo movilizado detrás de ello, comiencen a amenazar la jerarquía social – con lo cual asume un carácter reaccionario- El Irán de Khomeini ha probado que la ideología islámica es un vehículo para la subordinación social de los obreros y el campesinado pobre a los ” grandes propietarios nativos” . Su política de “apoyo al movimiento anti- shah liderados por los mulahs” es completamente anti- trotskista. La lección diseñada por Trotsky de la postración del Partido Comunista Chino y su postración ante el Kuomintang es aplicable en toda su fuerza a su posición con respecto del movimiento teocrático de los mulahs:

“El curso falso del Comintern estuvo basado en la declaración que el yugo del imperialismo internacional esta obligando a todas las clases ” progresivas” a ir juntas. En otras palabras, de acuerdo con la teoría del Comintern estalinista, el yugo imperialista cambiará en cierta forma las leyes de la lucha de clases “(22)

Khomeini no tuvo ningún secreto con respecto a sus intenciones – ya en 1941 el estaba proclamando por el establecimiento de un ” gobierno Islámico” en Irán:

” Si tuviera que implantarse un solo artículo de la Constitución, tendría que especificar que todas las leyes contrarias a la sharia son inválidas, y todos en el país se unirían en armonía….

“Sabemos que todo esto es inaceptable para aquellos que crecieron en la traición, música y en el baile, y otras miles de variedades de corrupción. Por supuesto , ellos sostienen que la civilización y el avance de un país es dependiente sobre que las mujeres vayan desnudas por las calles, o de citar su propias palabras idiotas , modificando la mitad de la población en obreros… Ellos no acuerdan que el país sea administrado racionalmente y en concordancia con las leyes de Dios”(23)

En 1963 Khomeini estaba realizando campañas contra el régimen del Shah , pero imaginamos que ello será dificultoso, incluso para Uds., encontrar una ” coloración progresiva” en comentarios como los siguientes:

“Yo, repetidamente puntualice que este gobierno tiene intenciones diabólicas y es opositor a las ordenanzas del Islam. Una por una, las pruebas de su enemistad son cada vez más claras. El ministro de justicia ha manifestado claramente su oposición a las ordenanzas del Islam a través de varias medidas , como la abolición de los requerimientos que los Jueces sean hombres y musulmanes, es así que Judíos, cristianos, y enemigos del Islam y de los Musulmanes decidirán los asuntos concernientes al honor y a las personas de los Musulmanes “(24)

La victoria del movimiento islámico de Khomeini significó la masacre de cientos de miles de personas , y la sustitución para las masas iraníes de una forma de esclavitud capitalista por otra. Sin embargo Poder Obrero insiste lo que en realidad sucedía era ” un verdadero conflicto entre el movimiento nacional de una nación oprimida y sus opresores”

La capitulación a la ” Revolución Islámica ” fue continuada con la política de apoyo militar al régimen de Khomeini cuando estalló la guerra de Irán- Irak. El récord vergonzoso no se borra por el hecho de que Poder Obrero haya retirado sus apoyo a la guerra santa de Khomeini ( en compañía con la mayoría de las corrientes ostensiblemente Trotskistas que habían promocionado la ” dinámica revolucionaria” de los mulhas en los días de las movilizaciones de masas )

LA GUERRA DE MALVINAS/FALKLAND

Su apoyo al supuesto anti-imperialismo de Khomeini encuentra analogía en el respaldo a la aventura de Galtieri en el Atlántico Sur en 1982. La apuesta de Galtieri en Malvinas fue una intención deliberada de desviar las poderosas movilizaciones de la clase obrera con una orgía de social- patriotismo. Fue lanzada tres días después de una amenazante huelga general. Apoyar la Argentina en este conflicto escuálido no expresa ” anti- imperialismo”, pero sí confianza política en un régimen bonapartista y extremadamente represivo. Para los obreros Argentinos, como también para los Británicos, el enemigo principal estaba en casa.

Uds. defienden su defensismo Argentino en el conflicto Malvinas/Falkland proclamando:

” Llevando a cabo esta política estamos siguiendo exactamente la metodología elaborada por Trotsky con relación a Etiopía, pero también, mas pertinentemente , la que él utilizó con relación a Brasil cuando ante el peligro de guerra entre dicho país y Gran Bretaña era evidente. El argumentó que a pesar del régimen reaccionario un victoria de aquel contra el imperialismo británico significaría que cada comunista trabajaría por, y por la esperanza. Camaradas, como pueden sostener en la tierra su abstencionismo miserable sin ninguna de las enseñanzas de Trotsky? Cítenos sus referencias”.

Cualquiera que observo lo que Trotsky escribió, podrá ver la cuestión clave en ambas: la guerra Italiana- Etíope , y el proyectado conflicto entre Brasil y Gran Bretaña, era por la defensa de la independencia de países sub-desarrollados contra la conquista británica . Por ejemplo, en una nota corta nota intitulada ” El conflicto Italo- Etiope”, publicado el 17 de julio de 1935, Trotsky expresó: ” Cuando hay guerra, para nosotros no es cuestión de quien es mejor, el Negus o Mussolini; más bien, es la cuestión de la relación de clases y la lucha por la independencia de la nación sub-desarrollada contra el imperialismo ( negritas nuestras). En ” La Cuarta Internacional y la Unión Soviética”, 8 de julio de 1936, él escribió.” Si, por ejemplo, ellos ( ej. Los cuarta internacionalistas) apoyarán a Etiopía , a pesar de la esclavitud que continúa prevaleciendo allí y el régimen político barbárico, ello es, en primer lugar , porque un nación independiente representa una estadio progresivo para un país pre-capitalista…”(25)

Años más tarde, discutiendo el prospecto de una guerra entre Gran Bretaña y Brasil, Trotsky utilizó un criterio similar:

” Yo estaría del lado del `Brasil fascista` contra la `democrática Gran Bretaña. ¿Por qué? Porque en un conflicto entre ellos la cuestión no será democracia o fascismo. Si Inglaterra sale victorioso, ella pondrá otra fascista en Río de Janeiro y colocará doble cadenas al Brasil”(26)

Si la soberanía Argentina hubiere estado en peligro en el conflicto Falklands/ Malvinas, entonces nosotros tendríamos una posición de defensismo argentino. Pero esto no fue la cuestión en el conflicto del Atlántico Sur. Ninguno pensó por un solo instante que la victoria Británica resultaría en la instalación de un régimen títere pro- Thatcher en Buenos Aires.

En 1916, Lenin hizo una distinción pertinente entre las legítimas luchas populares contra la opresión nacional y los variados y ” sórdidos pendencieros nacionalistas” introducidas por las burguesías de las naciones oprimidas . En dichos casos . ” el criticismo de los Marxistas Revolucionarios debe ir directamente no contra el movimiento nacional, pero contra su degradación , vulgarización , y contra la tendencia de reducir todo a una pequeña pendencia “. Él continúa:

” No debemos apoyar la farsa republicana , el principado de Mónaco, o el aventurerismo republicano de generales de pequeños Estados Sud Americanos o de alguna isla del Pacífico. Pero ello no significa que sea permitido abandonar la consigna republicana para los movimientos democráticos y socialistas serios. Nosotros debemos, y lo haremos, es ridiculizar las sórdidas disputas nacionales y de regateos en Rusia y Austria. Pero no significa que sea permitido negar apoyo a los levantamientos nacionales o luchas populares serias contra la opresión nacional(27)

Uds. intentan moverse alrededor de la cuestión crítica de la soberanía de Argentina con la aseveración que : ” Su soberanía sobre las islas – robadas por los Británicos- estaba muy amenazada “. Los Marxistas no son revanchistas. Nosotros no reconocemos el ” derecho ” de Argentina de gobernar a unos pocos miles de pastores, Ingleses parlantes sobre el terreno que la Argentina tuvo por un breve lapso la posesión de las Malvinas por una docena de años en el 1820 y 1830. El hecho es que en un siglo y medio no ha habido allí presencia Argentina en esas islas. La población de las Falklands no tienen conexión histórica con la Argentina, y no evidencia particular deseo de tornarse Argentinos.

Los obreros Argentinos no tienen interés en la guerra de la junta militar – su principal enemigo- , y la agencia de su opresión por el imperialismo, está en casa. Por lo tanto, los revolucionarios llaman a los obreros Argentinos a dar vuelta sus fusiles. Por supuesto nosotros hacemos el mismo llamamiento a los obreros Británicos. Es completamente ilógico aseverar , como lo hacen Uds., que: ” El necesario derrotismo de Gran Bretaña es apoyo a la Argentina”. No hubo un lado justo en esta contienda sobre esos desolados trozos de tierra del Atlántico Sur y consecuentemente no hay razón para llamar a los obreros Argentinos a derramar su sangre en la aventura militar de Galtieri.

LOS REGIMENES DE ISRAEL Y ARABES

En su carta a nosotros, intenta asaltar la posición histórica de los Espartaquistas en el Medio Oriente como colocando a Israel: El gendarme indiscutible del imperialismo en la región, que se mantiene a flote por los millones de dólares” en ” una paridad con las semi- colonias Árabes “. Israel mientras que se halla considerablemente más avanzado que sus vecinos árabes, es una economía capitalista débil. Es dependiente de las manos llenas de dinero de los EEUU y del mundo sionista para mantener artificialmente un alto estándar de vida. Esther Howard en un artículo en 1983 en REPORTS MERIP catalogó algunas características de su economía:

“Una constante declinación en la paridad cambiaria de la libra Israelí ( hoy el shekel Israelí) contra el dólar , una constante suba del costo de vida , una gran presión tributaria , una balanza negativa del comercio, un alto índice de la deuda externa , déficit recurrentes en el presupuesto estatal , y , en años recientes un índice inflacionario que promedia por sobre el 100% . Todo estos síntomas es la raíz de la debilidad del sector industrial Israelí” ( 28)

Israel es el recipiente mayor a nivel mundial de ayuda militar del imperialismo de los EEUU ($1.8 billones este año) , y ha aspirado por extensión jugar el rol del “gendarme ” en la región. Pero Egipto . que aspira a jugar el mismo rol, es el segundo más grande recipiente . Esta por recibir $1.3 billones ayuda militar de los EEUU este año(29) .

En 1981, los EEUU equipó a los Sauditas con aviones de alta tecnología como los AWACS, a pesar de los aullidos de protesta de los Israelí. Fue quizás una recompensa por el ¿ anti-imperialismo del gobierno Saudita?. Las semi- colonias del Medio Oriente pueden avanzar económicamente y socialmente por la lucha social que destruya los regímenes de los sheiks y sultanes, los coroneles del Baath y los autócratas religiosos .Las contradicciones episódicas que dichos regímenes pueden tener con el imperialismo están subordinadas a su relación esencial de socios en la explotación de sus pueblos.

El reconocimiento de esta relación es el núcleo central de la teoría trotskista de la Revolución Permanente. El Kuomintang chino de los ´20 fue mucho más “anti- imperialista” que los regímenes Árabes de hoy en día , incluso Trotsky reconoció que las contradicciones entre éstos y el imperialismo era mucho menos profundas que las contradicciones entre la burguesía China y las masas plebeyas.

“Sería una gran ingenuidad creer que existe un abismo entre la llamada burguesía compradora, que es la agencia política y económica del capital externo en China, y la llamada burguesía nacional. No , estas dos secciones se encuentran incomparablemente cercana la una de la otra , que la burguesía y las masas de obreros y campesinos…

“La lucha revolucionaria contra el imperialismo no se debilita, sino más bien que refuerza las diferenciaciones políticas de las clases. Imperialismo es una alta y poderosa fuerza en las relaciones internas de China. La principal fuente de esta fuerza no son los buques de guerras en las aguas del Yangtze Kiang, ellos son solo medios auxiliares, pero sí el vínculo económico y político entre el capital externo y la burguesía nativa” (29).

Israel es hoy un sociedad capitalista racista, chovinista, de diferenciación de clases, y profundamente teocrática con todas las contradicciones sociales. El Sionismo no defiende el interés histórico de los obreros Hebreo parlantes de Israel. el Estado Sionista amenaza en convertirse en una trampa mortal para los Judíos, como Trotsky predijo. Nuestra estrategia es que explote el Estado Sionista desde adentro a través de la construcción de un partido obrero Bi-nacional Palestino/ Israelí basado en el programa de la Revolución Permanente siendo los campeones de la emancipación social y nacional de los Palestinos a través de la lucha de clases contra el Estado Sionista y Hachemita.

LAS GUERRAS ARABES- ISRAELI

Uds., nos atacan por lo que caracterizan como una “neutralidad desgraciada” en las guerras entre los regímenes Árabes y el estado Sionista , una neutralidad que es …nada menos que una capitulación al sionismo”. En primer lugar, como lo aclaramos en ” Por el Trotskismo” nosotros tuvimos una posición defensista de Egipto en la guerra de 1956. El imperialismo Francés y Británico controlaban unos de los puntos más importantes de la económica Egipcia, y era un obstáculo real para cualquier prospecto de desarrollo nacional y un infligimiento flagrante a la soberanía Egipcia. Nosotros defendimos la nacionalización de Nasser del Suez, como un acto anti imperialista, y dimos apoyo militar a Egipto en su conflicto con Gran Bretaña, Francia e Israel.

Las guerras de 1948, 1967 y 1973 tuvieron un carácter diferente. Permítanos recordarle que nacionalidad oprimida en Israel son los Palestinos.¿ Qué rol jugaron ellos en algunos de dichos conflictos? En 1948, al tiempo que nacía el Estado Sionista – el cual nos oponemos- , esta bien establecido que hubo una colusión activa entre los gobernantes hachemitas de Jordania y los Sionista concerniendo al desmembramiento de Palestina. En un reciente racconto, Amnon Kapeliouk reporta: ” De acuerdo a los archivos ( en los Archivos del Estado Israelí) , había una suerte de entendimiento entre los líderes Judíos en Palestina y el Rey Abdalah de Jordania concerniente a la división del país entre ellos, a pesar de no haber un límite fronterizo preciso y definitivo que hubieran acordado”(31)

El tema en 1948 era como obtener la tierra del pueblo Palestino. Previo a la guerra, solamente el 5% de Palestina era propiedad de los colonos Judíos – pero cuando el armisticio fue finalmente firmado, Israel poseía alrededor del 80% del país(32). La mayoría de los que quedaron fueron a Jordania y una pequeña parte a Egipto. Apoyar a los ejércitos de cualquiera de los lados en la guerra de 1948, era apoyar la destrucción de Palestina! Si hubiera habido unas fuerzas armadas independientes de Palestina, nosotros por supuesto hubiéramos dado apoyo militar. La Cuarta Internacional correctamente tomó la posición de derrotismo revolucionario a ambos lados en este conflicto. Después de notar el carácter reaccionario de la campaña Sionista por el Estado Sionista, el 31 de Mayo de 1948 un artículo del periódico del PST- Militante- editorializaba contra la Liga Árabe:

” Ellos son , con su guerra anti- judía, están tratando de desviar la lucha contra el imperialismo y utilizando las aspiraciones de las masas Árabes por la independencia nacional, suavizando la oposición social a su dominio tiránico. Ello es porque esta guerra contra el Estado Judío carece de las características progresivas de una guerra nacional contra el imperialismo y no merecen el apoyo de la clase obrera conciente.” (33)

La Cuarta Internacional tomó la posición correcta en la guerra de 1948. En 1967 el ejercito Jordano , que 20 años atrás, como la Legión Árabe , fue dirigido por los Británicos ( el entonces poder imperialista dominante en la región) , dependía totalmente del imperialismo de EEUU. En la guerra de 1967, Jordania y Egipto estaban peleando por una re-división de las tierras robadas a los Palestinos en la guerra de 1948. ¿ Donde estaba el anti-imperialismo? La posición correcta en esta lucha sobre quien iba a oprimir a los Palestinos era, en 1948, el derrotismo revolucionario de ambos lados. El Secretariado Unificado Pablista justificó su apoyo a los regímenes Árabes en este conflicto caracterizando a los regímenes anti-obrero y bonapartistas de Siria y Egipto , como corporizando la supuesta ” Revolución Árabe”. Nosotros rechazamos tales nociones revisionistas.

En 1970, Egipto acepto la propuesta de los EEUU conocida como el “Plan Rogers”, el cual Israel se retiraría de los territorios ocupados a cambio de la supresión de la resistencia Palestina. Esto dio a Hussein la luz verde para masacrar alrededor de 20.000 Palestinos en Septiembre de 1970. En un sentido importante la guerra de 1973 fue una guerra por el favor del imperialismo de los EEUU. En el periodo precedente Egipto había desalojado a los Soviéticos y entro en una extensiva “des- Nasserización” como parte de un intento de atraer la inversión imperialista. Sadat apostó que una victoria militar no solo significaría reconquistar los territorios perdidos en 1967, sino también, demostrar la importancia estratégica de Egipto y presionar a los EEUU a estabilizar la región. La guerra fue también vista por la elite gobernante Egipcia como el medio de cooptación del sector social plebeyo, igual que Galtieri en su aventura en Malvinas en 1982 fue dictada por el aumento de la lucha de clases en la Argentina.

” la nueva política de confrontación fue también desarrollada con la esperanza de cooptar el sentimiento nacionalistas de las masas y de lucha de clases , que podría volverse contra el gobierno en cualquier momento…. Las universidades estaban previstas para abrirse a mediados de octubre , y había razones de creer que los estudiantes residentes y vocales podrían otra vez inflamar a las masas urbanas ya cansados de las restricciones y de la rampante inflación , características de la estadio común del desarrollo de Egipto. Entonces Egipto entro en guerra”(34)

LA CUESTION NACIONAL Y LA REVOLUCION PERMANENTE

En su critica otorgan más espacio en atacar nuestras posiciones acerca de la cuestión nacional que otro tópico. Uds. comienzan con la presunción de que reconocer ” que Marxismo y nacionalismo son puntos de vista contrapuestos” implica , como corolario táctico, ” una abstención virtual en inmiscuirse en las luchas nacionales progresivas”. Cualquiera que lee nuestros documentos puede ver de que claramente manifestamos que : ” los leninistas no son neutrales en los conflictos entre los oprimidos y el aparato estatal opresor . En Irlanda del Norte nosotros demandamos el retiro incondicional de las tropas Británicas…” Nosotros planteamos categóricamente de que nos ponemos del lado ante una voladura, con el pueblo oprimido ( en Irlanda del Norte con el IRA), contra el aparato estatal opresor.

Poder Obrero comienza diciendo que desde ” el conflicto entre la lucha nacional revolucionaria de los oprimidos y el imperialismo y sus agentes “. Los movimientos nacionalistas de los oprimidos , que se entran en la lucha contra los opresores , certifican el apoyo militar que deben otorgar los revolucionarios. Pero los trotskistas no adscriben automáticamente a los movimientos de la pequeña burguesía nacionalista como inherentemente revolucionario , a pesar del heroísmo de sus militantes y su voluntad de luchar contra la opresión. Los revolucionarios abarcan todas las cuestiones de opresión especial – sea nacional, racial o sexual- desde el punto de vista de clases.

Permítanos decirles: ” Los Leninistas apoyan las luchas contra el imperialismo a pesar del rol reaccionario de la `burguesía anti-imperialista´. Es verdad , pero a diferencia de los centristas , los Leninistas no aceptan acríticamente la retórica anti- imperialista de todo déspota del “Tercer Mundo” como una buena moneda. La falta de habilidad de Poder Obrero en hacer esta distinción elemental permitió fundamentalmente apoyar las movilizaciones anti- obreras de Khomeini y Galtieri.

Hoy no puede haber ” lucha nacional revolucionaria” separada y aparte de la lucha de clases en la sociedad en la cual tiene lugar. Solamente el proletariado , liderada por la vanguardia Marxista consciente , poniéndose a la cabeza del campesinado y de otros sectores , puede dar una expresión consistente al contenido progresivo de los movimientos de liberación . La burguesía nacional de los países semi-coloniales actúan primariamente como agencias del imperialismo dentro de sus propias naciones este es el significado de lo que remarcaba Trotsky , citado más arriba, que la ” principal” fuerza del imperialismo en el mundo colonial y semi- colonial no son los buques de guerra y los soldados, sino más bien ” el vínculo político y económico entre el capital extranjero y la burguesía nativa”. Esto fue claramente expresado en la Revolución Permanente:

” Con respecto a los países con un desarrollo burgués retrasado, especialmente los coloniales semi- coloniales , la teoría de la revolución permanente significa que la solución completa y genuina de las tareas en la obtención de democracia y de la emancipación nacional en concebible solamente a través de la dictadura del proletariado como el líder de la nación subyugada … Sin una alianza del proletariado con los campesinos las tarea de la revolución democrática no pueden resolverse , ni siquiera planteárselo seriamente. Pero la alianza de estas clases pude ser efectiva a través de la lucha irreconciliable contra la influencia de la burguesía nacional- liberal”(35)

Bajo la pretensión de “solidaridad”, Poder Obrero sistemáticamente capitula al nacionalismo de los oprimidos. Desde la política desastrosa de Stalin de postración ante la burguesía “antiimperialista” China a mediados de los ´20 , el eje de los Trotskistas en la cuestión nacional ha sido el planteamiento de la cuestión de clases en dichas luchas. La resolución de 1940 de la Cuarta Internacional, ” El Mundo Colonial y la Segunda Guerra Imperialista” hizo esto meridianamente claro:

” Las luchas nacionales abortivas en los países coloniales y semi-coloniales desde 1919 a 1931 fue liderada, como en la India y China por la burguesía nacional. Ello confirman otra vez, en forma negativa, que las revoluciones nacionales y democráticas en las colonias puedes satisfactoriamente llevarse a cabo por el proletariado en colaboración con los obreros de los países avanzados”(36)

Contra las posiciones históricas de la Cuarta Internacional bajo Trotsky, Uds. citan la ” Cuestión de Oriente” del Cuarto Congreso del Cominterm en 1922. Aquí Uds. nos dicen que: ” las tareas de los comunistas en los países opresores están claramente explicadas .Ellos pueden sumarse en una palabra – solidaridad. Este documento fue escrito previamente a la experiencia histórica del Kuomitang en China el cual clarifica una vez por todas las relaciones con la burguesía “progresiva” en la revolución colonial . Incluso, mientras el llamamiento a los comunistas en las colonias para que participen activamente en la lucha contra la tiranía imperialista, las tesis claramente manifestaban : ” Las tareas objetivas de la revolución colonial va más allá de los límites de la democracia burguesa “, e insistía que: ” Solamente cuando su( movimiento obrero) importancia como un factor independiente es reconocido y su completa autonomía política asegurada puede suceder que acuerdos temporarios con la democracia burguesa sea considerado permisible o necesario”(37) Esta es una la anticipación de las posiciones que subsecuentemente adoptada por la Cuarta Internacional.

“AUTODETERMINACION” Y PUEBLOS INTERPENETRADOS

La mayoría de la cuestión nacional del tiempo de Lenin había sido resuelto cuando las colonias de las potencias imperialistas habían generalmente obtenido una independencia política nominal, sin, por supuesto, haberse emancipado del mercado mundial imperialista, Mucha de las cuestiones nacionales que se mantienen, son particularmente complejas porque ellas involucran situaciones donde dos o más pueblos están Inter.- vinculados a través de un solo territorio ( ej. Irlanda del Norte, Chipre, Líbano, Palestina/Israel) . A diferencia de los caso clásicos de naciones oprimidas que Lenin hablaba , simplemente abogando por el derecho de auto- determinación , en aquellas situaciones no se resuelve el problema, porque dos ( o más) populaciones hostiles no pueden ejercer ambas la auto- determinación en el mismo pedazo de tierra . Bajo el capitalismo el legitimo ejercicio del derecho de auto- determinación por la populación puede solamente ser llevada a cabo a expensas de la otra. Tal “solución” puede resultar en el mantenimiento o en la inversión de las relaciones existentes de opresión: Para los nacionalistas esto no es un problema , ellos están preocupados con el derecho nacional de sus propios pueblos. Poder Obrero adopta un criterio similar , al aseverar que el derecho de auto- determinación se aplica solamente a los “buenos” (ello es, corrientemente los oprimidos) pueblos.

Los Leninistas nos oponemos a las transferencias forzosas de poblaciones y rechazamos la inversión de los términos de la opresión como una solución equitativa frente a los problemas aparentemente insolubles de los pueblos interpenetrados. Hay una cierta atadura romántica con la OLP y el IRA dentro del ámbito radical . Pero el empeño de otros pueblos interpenetrados en situaciones comparables reciben mucha menos atención . Nosotros estaríamos interesados, por ejemplo, en saber exactamente que propone Poder Obrero para resolver el conflicto laberíntico nacional/comunalista en Líbano. ¿ De que lado están?,¿ o en Chipre? En ese caso la relación de opresión comunalista serían revertidas, revelando la lógica anti- Marxista de simplemente abrazar el nacionalismo de los oprimidos en situaciones de pueblos entremezclados. Hasta 1974 los Turcos eran los oprimidos. Sin embargo las invasión del ejercito Turco ese mismo año resultó en la brutal expulsión de 200.000 Greco-Chipriotas de la porción norte de la isla , que efectivamente revirtió esta situación. Esta no fue bajo ningún punto de vista la solución de los problemas de la opresión comunalista.

Uds. citan a Lenin: ” El nacionalismo burgués de cualquier nación oprimida tiene u n contenido generalmente democrático que es dirigido contra la opresión y sus contenidos que nosotros apoyamos incondicionalmente.” Pero en la próxima sentencia Lenin continua : ” Al mismo tiempo debemos distinguir estrictamente esto de la tendencia hacia el exclusivismo nacional , nosotros luchamos contra la tendencia de la burguesía Polaca de oprimir a los Judíos, etc, etc,” (38) En ciertas y particulares ocasiones ( y no en Cataluña como suponen) donde los pueblos están estrechamente mezclados , el ejercicio del derecho de auto- determinación , la compactación dentro de un territorio para conformación de una nación –estado, puede significar una real cualidad genocida bajo la tendencia hacia el exclusivismo nacional. Testigo es el destino de los Palestinos en 1948 en la manos del Irgum

Decir esto, no es negar el derecho abstracto de autodeterminación en cuyo caso meramente para hacerlo notar , hay instancias en el cual el ejercicio de dicho derecho puede no ser del interés histórico del proletariado. Esto coincide exactamente como Lenin abracaba la cuestión:

” Las muchas demandas por democracia, incluyendo la auto-determinación, no son absoluta, pero solamente una pequeña parte del movimiento mundial de la democracia-general ( ahora: general-socialista) En casos individuales y concretos , la parte puede contradecir al todo, y por ende, debe ser rechazada”(39)

NACIONALISMO CATALAN Y PUEBLOS INTERPENETRADOS

Pareciera que Uds. no comprenden , o no quieren comprender, que queremos decir con la frase de pueblos ” entremezclados” o ” interpenetrados. Esto es evidente , cuando aseveran que Cataluña fue ” un caso de pueblos entremezclados ( donde) Trotsky fue capaz de identificar el carácter progresivo y reaccionario del nacionalismo de un particular pueblo entremezclado…” Pero los catalanes y los Españoles no son pueblos interpenetrados. En Belfast o Beirut las comunidades hostiles viven literalmente dentro de la misma piedra que se arrojan entre sí. Esta no es la situación de Cataluña( o Québec) En estos casos la nacionalidad oprimida nacionalmente es compactada en una separada y distintiva zona geográfica , y forzosamente incorporada dentro de un Estado imperialista dominada por una nación opresora. Consecuentemente , el reconocimiento del derecho de “auto-determinación” representa una solución genuina a los problemas de opresión nacional.

En tales casos el nacionalismo de los oprimidos no necesariamente contiene aspectos revolucionarios. Por cierto el rol progresivo histórico jugado por los movimientos nacionalistas en ciertas circunstancias no derivan de su ideología nacionalista, pero existe a su pesar. La cita de Trotsky por Uds. citadas en mayo de 1931 que dice: ” En el presente estadio de desarrollo, con una combinación dada de fuerzas clasistas, el nacionalismo catalán es un factor progresivo revolucionario; el nacionalismo Español es un factor reaccionario e imperialista” En medio del periodo turbulento de la lucha de clases en España, Trotsky argumentaba que el nacionalismo catalán tenía un aspecto revolucionario siempre y cuando fuera dirigido contra el poderío ” chovinista Español, la burguesía imperialista , y el burocratismo centralista” En el mismo artículo él explica que solamente siendo el campeón de los derechos de la auto- determinación para Cataluña y ” denunciando sin piedad la violencia de la burguesía de la nación opresora” podría ser posible a los revolucionarios ganar ” la confianza del proletariado de la nacionalidad oprimida” en orden de unificar el proletariado Español a través de los límites nacionales en la lucha por la revolución obrera” (40)

Trotsky retornó a la cuestión del nacionalismo Catalán dos meses más tarde:

” He escrito que la pequeña- burguesía nacionalista Catalana en el presente estadio es progresiva – pero solo bajo la condición , que desarrolle su actividad fuera de las filas el comunismo y siempre bajo la estrecha mirada crítica de los comunistas. Permitir al nacionalismo pequeño-burgués disfrazarse bajo las insignias del comunismo, significa , al mismo tiempo, llevar una actividad traicionera a la vanguardia proletaria y destruir el significado progresivo del nacionalismo pequeño-burgués” (41)

Los leninistas reconocen que las luchas llevadas a cabo por los movimientos nacionalistas pequeño- burgueses pueden sostener un carácter anti-imperialista. Pero esto no niega el hecho que su dirección tenga capacidad de traicionar a sus seguidores en la búsqueda de acomodamiento con el imperialismo y/o infligir opresión nacional a otros pueblos. En la época del imperialismo, cuando la liberación de la humanidad demanda el establecimiento de una economía socialista internacional, ninguna ideología nacionalista puede jugar un rol histórico consistente . Consecuentemente , contra todos los nacionalistas, los Leninistas dan la bienvenida y procuran promover la asimilación voluntaria de los pueblos.

TROTSKISMO Y LA CUESTION NACIONAL EN IRLANDA

Uds. expresan que nuestra posición en Irlanda esta dictada por la frustración de ser ” incapaz de descifrar el laberinto nacional”, basado en pueblos entremezclados , y caracterizan nuestra posición como una ” plaga en todos los acercamientos a las casas” Esto es un posición grotesca . Nosotros somos intransigentemente opuesto a la discriminación sistemática e institucionalizada contra los Católicos en la educación, viviendas y empleos, como así también, contra la opresión brutal por las fuerzas de la ” ley y orden” de la casta de Orange y sus creadores imperialistas contra la populación republicana.

Nuestro documento sin ambigüedades asevera que nosotros ” defendemos los ataques hechos por el Ejercito Republicano Irlandés(IRA) contra todo blanco imperialista, como el gobierno de Ulster, las fuerzas militares británicas, o un hotel lleno de miembros conservadores en Brighton”. Nosotros nos diferenciamos con Poder Obrero , porque distinguimos entre un ataque contra las fuerzas británicas de ocupación por un lado, y los ataques de terror comunalista a los civiles protestantes irlandeses ( o ingleses) por otro lado. Es por eso que caracterizamos a esto ultimo como actos anti-obreros.

El método del Poder Obrero de ” descifrar” el laberinto nacional creado por el imperialismo en lugares tales como Palestina/Israel, o Irlanda del Norte significa simplemente escoger lados en los conflictos inter- comunales . La tarea de los revolucionarios es ganar las direcciones de dichas luchas contra la opresión nacional de los nacionalistas pequeño-burgueses, sosteniendo demandas democráticas contra la opresión ( y privilegio) en el contexto de un programa ( ej. Transicional) revolucionario.

Mientras Uds. expresan que las presentes relaciones opresivas ” potencialmente puede significar el advenimiento de ciertas luchas nacionales” Uds. propone , en Irlanda del Norte, para resolver este dilema con un llamado a la auto-determinación para el “pueblo irlandés como un todo…” Pero el problema es que no hay un pueblo irlandés como un todo . La populación de los 32 condados se hallan divididas en dos pueblos hostiles entre sí. Irlanda no puede “unificarse” en este punto de la historia sin una sangrienta guerra civil entre estas dos poblaciones. A diferencia de Poder Obrero, nosotros pensamos que el movimiento obrero no ganaría nada con tal conflicto. Esta es la razón del porque avanzamos en la formula algebraica de una ” Republica Obrera Irlandesa en el marco de una federación socialista en las islas Británicas” Una de las llaves para quebrar a los obreros protestantes de la reacción de Orange es eliminar los temores de la incorporación forzosa a un Estado clerical reaccionario católico.

Como Uds. puntualizan , nuestro llamado” por una Republica Obrera irlandesa en el marco de una federación socialista en las islas Británicas” es contrapuesta con el llamado del IRA por una ” Irlanda ( capitalista) unida. Uds. preguntan si nosotros nos opondríamos a la creación de una Irlanda unida previa a la revolución socialista en las islas Británicas”. No tendríamos objeción a dicho desarrollo si pudiera obtener sin guerra inter- comunal y sin una masiva orgía sanguinaria . Pero pensar que ello pueda suceder es una utopía.

Uds. manifiestan que su llamado por una Irlanda unida es ” no condicional a la creación de una federación socialista” En otras palabras , uds, están preparados para apoyar el proyecto Provo de la unificación capitalista de Irlanda. Para ello no hay necesidades de promover ” el liderazgo de la clase obrera en la lucha nacional…” Gerry Adams , el principal vocero por el Sinn Fein, fue citado por el Irish Times en diciembre 10 de 1986, declarando que : ” socialismo no esta en la agenda”. En su libro ” Políticas para la Libertad irlandesa”, Adams dijo: ” La lucha republicana , no debe en este estadio de su desarrollo adoptar el estilo republicano socialista, porque ello implicaría que no hay lugar para los no- socialistas”(42)

El Marxismo tiene su propia lógica , como también el nacionalismo. Pero el centrismo no tiene lógica. Ya Trotsky lo caracterizó como ” confusión cristalizada”. Vuestra posición en Irlanda nos parece a nosotros que es el sillón del republicanismo con un toque “Marxista”. Si hay algún sentido en su llamamiento híbrido con relación al liderazgo proletario en la lucha nacionalista por una Irlanda unida, esto puede ser considerado como una posición previa o la primera fase en la lucha por revolución socialista.

MATERIALISMO Y LUCHA CONTRA LA IDEOLOGIA REACCIONARIA

Las implicaciones etapistas de vuestra teoría son evidente cuando Uds. llaman ganar a los obreros protestantes de Irlanda del Norte para que apoyen ” el derecho de auto-determinación para aquellos quienes están corrientemente en complicidad con la opresión nacional, Uds. Continúan:

” En la otra mano si no podemos romper a estos obreros relativamente privilegiados de su burguesía en la cuestión de la opresión nacional de un pueblo , si no podemos ganarlos a ellos para una democracia consistente, ganarlos para el socialismo será bastante dificultoso, no menos “

Si los obreros protestantes desearan el privilegio de participar en una clase de estudio de Poder Obrero sobre socialismo, ellos aparentemente deben en primer lugar acordar en apoyar en una “Irlanda (capitalista) unida” dominada por los católicos. Un acercamiento materialista de la lucha contra la conciencia atrasada entre los obreros , no comienza por un acuerdo a priori al renunciamiento de su malas ideas ( sea chovinismo nacional, racismo o sexismo) Los marxistas procuran intervenir en situaciones donde los intereses comunes de estos trabajadores entran en conflicto con su ideología atrasada . En Irlanda del Norte , donde el desempleo ha amargado a ambas comunidades ( pero manteniéndose desproporcionadamente alto entre los Católicos(43)), los revolucionarios deben avanzar en un programa que combine la lucha contra las políticas tradicionales de contratación anti- católicas, con demandas exigiendo el empleo total, por ejemplo una jornada laboral más corta sin pérdida salarial.

Eamonn McCann cuenta que en los primeros años del Movimiento de Derechos Civiles de la Nueva Izquierda Católica en Derry en 1968, se dio una indicación acerca de las posibilidades de tales aproximamientos:

“Durante los meses previos pudimos contactar con algunos protestantes de Fountain, una pequeña área obrera la cual lindaba con el pantano. Ellos también tenían problemas de vivienda, la mayoría concernientes con el levantamiento de un esquema de reurbanización, y unos pocos de ellos se nos acercaron y nos sugirieron que colocáramos algo de nuestra agitación a sus casos. Ello fue hecho , siendo nuestras intenciones no sectarias fueron aceptadas “(44)

El condado Armagh, limítrofe con la República de Irlanda , tiene una populación interpenetrada donde el 47% son Católicos y el 53% Protestantes. Uds. piensan que la mitad de la población en una zona rural deprimida es implemente una agencia para la perpetuación de la ” opresión de otro pueblo a nombre del imperialismo? Los obreros protestantes y las granjeros pobres del condado de Armagh no se beneficiaron del imperialismo, ellos son sus víctimas. La ideología reaccionaria de Orange los cuales muchos adhieren es una forma de falsa conciencia lo cual el deber de los revolucionarios es luchar contra ella. Los protestantes de Irlanda del Norte no son agentes del imperialismo Británico, como es por ejemplo la capa de los administradores coloniales , ni tampoco una casta cerrada por su color que se benefician en una manera directa y cualitativa por el sistema de discriminación, como sucede con los blancos en Sud Africa.

En EEUU , los Trotskistas, a diferencia de los pequeños- burgueses moralistas de la Nueva Izquierda, no demandan que los obreros blancos abandonen ” el privilegio de la piel blanca” como una precondición parar entrar en la lucha de clases militante . De hecho esto invertiría el proceso real de rompimiento de los obreros blancos de la ideología racista. En los sindicatos, los Marxistas luchan contra el racismo levantando reclamos para la igualdad negra en el contexto de un objetivo programático de mejoramiento de las condiciones de la clase como un todo. Los Trotskistas pueden sostener demandas en la lucha por la igualdad Católica , lo cual aclaramos que no estamos simplemente argumentando la redistribución de la miseria , sino por el mejoramiento de los estándares de vida de la clase obrera. Al mismo tiempo, es necesario dejar en claro que nos oponemos a la unificación forzada con la burguesía clericalista de Dublín.

En Irlanda y Palestina , nos acusan de preocuparnos con el estrato privilegiado de la clase obrera : Protestantes, Judíos. En ambos casos nuestra ” preocupación” es con la dirección proletaria de las luchas contra la opresión colonial. Las guardias de defensa de los obreros no sectarios , de ambas comunidades Católica y Protestantes pueden acabar con el vilipendio nacionalista y unir a la clase obrera contra las patronales de Oranges y los Verdes.

Es destino de una organización comunista que fracasa en luchar por la unidad de la clase obrera en una situación de guerra inter-comunal se demostró en Palestina. En 1928, el Consejo Supremo Musulmán organizó demostraciones en respuesta a la provocación de la extrema derecha sionista en el Muro de los lamentos. La demostración acabo en una matanza anti-judía. El PC Palestino vio que el Consejo Musulmán estaba utilizando este incidente para desviar la lucha nacional de un curso anti-imperialista a anti-judio. Joel Beinen describió la reacción inicial del PC:

” Bohumil Smeral, un enviado especial del Comiterm a Palestina , apoyo la resolución del Comité Central en las demostraciones y agrego que era importante enfatizar la dañina y destructiva influencia de elementos clericales en el Movimiento Nacional Arabe y subrayó especialmente que no es posible un acuerdo o frente unido con los hombres del Mufti” (45).

Pero el Comitern de Stalin volcó lo que Poder Obrero llama”neutralidad desgraciada” y dirigió al PC a abrazar al movimiento Arabe , a pesar de su dirección reaccionaria. Como Beinen concluye” Desde este punto de vista , las tendencias “Judía nacional vs. Arabe nacional en el PC palestino fueron un tema recurrente . El partido raramente fue capaz de estabilizarse en el curso del tiempo entre estos dos ” En otras palabras la escisión entre Judíos y Arabes , incapaces de unificar la clase contra el imperialismo Británico y la conquista de la tierra por los sionistas.

POR UNA “QUINTA COLUMNA ENTRE LOS SUDAFRICANOS BLANCOS”

Notamos con disgusto sus intentos de amalgamar nuestras posiciones sobre los blancos Sud Africanos con nuestra actitud hacia los obreros israelíes y protestantes. Nosotros explícitamente declaramos que los blancos Sud Africanos no pueden igualarse con dichas poblaciones porque ellos son ” una casta privilegiada/ y una aristocracia laboral dependiente de la superexplotación del trabajo indígena para mantener un estándar de vida cualitativamente más alto que las poblaciones oprimidas” A diferencia de los obreros protestantes en Irlanda del Norte , o del proletariado Hebreo parlante en Israel , los blancos Sud Africanos tienen una sustancial apuesta material en la preservación del sistema racista de casta en el Estado del apartheid.

Uds. toman la excepción de nuestras observaciones en 1917 que la actitud hacia la población blanca es ” una llave estratégica en la confrontación por el poder por parte de los obreros negros de Sud Africa” Pero Uds. tienen poco que decir acerca las reales consideraciones militares/estratégicas, la cual, desde ya , necesita de un programa no racista para la revolución Sud Africana.

Sud Africa no es Rhodesia. Hay alrededor de 5 millones de blancos , no meramente unos cientos de miles. Como escribimos en 1917:

” En este punto será virtualmente imposible para los obreros negros derrotar militarmente a las fuerzas del Estado del apartheid sin ganar , primeramente, una fracción de colaboradores activos entre los blancos y políticamente neutralizar a un gran sector de la población. Sin embargo la superioridad tecnológica/militar de la minoría blanca garantiza la capacidad de infligir perdidas devastadoras entre los insurgentes negros”(46)

Un partido revolucionario inteligente dentro de la fortaleza del apartheid no puede ignorar la potencialmente enorme importancia militar que tiene la actividad de una quinta columna operando dentro del laager en la lucha por destruir el apartheid. Además como hacemos notar en nuestro artículo, un prospecto realizable:

” Históricamente hubo elementos de luchadores anti-racistas serios entre los Sud Africanos blancos, desde los camaradas del PC de Sud Africa a Neil Aggett, un organizador blanco para un sindicato negro, que fue brutalmente asesinado por la policía de Botha en 1982…. Las demostraciones de los estudiantes blancos Sud Africanos opuestos al apartheid también sugiere que hay oportunidades para una dirección revolucionaria seria de reclutar una capa de blancos deseosos de tirar abajo al régimen junto a los obreros negros”.

El 12 de Diciembre de 1986 una carta enviada a los ex TIT, a nombre del MRCI, el camarada Hoskinsonn argumenta que las masas oprimidas de Sud Africa están siendo llevadas a “una acción revolucionaria”.

” las masas encontraran las armas ( los insurgentes de Irán capturaron una fabrica de ametralladoras ) La movilización revolucionaria de millones neutralizaron a los tanques Chieftan y los cazas- bombardeos. La misma puede ser verdad también en Sud Africa. Esto no significa ignorar la cuestión militar. Demandas relacionadas con esto deben ser formuladas ahora. Pero es una cuestión secundaria la cual puede resolverse sin – como condición de la victoria- ganar una sección de los blancos…..”

Tal vez no se le ha ocurrido al camarada Hoskinsonn que la razón que los tanques iraníes y los jets fueran neutralizados tiene algo que ver con el hecho que sus ocupantes salieron de la misma población que estaba participando de las movilizaciones de masas. Cuando los artilleros de dichos tanques miraban a los manifestantes, veían a sus hermanos, sus hermanas , sus primos y compañeros de escuela. Los soldados blancos en el apartheid confrontando con una insurgencia de la población negra, no harán automáticamente la misma identificación. La negativa de Poder Obrero de ganar un núcleo de colaboradores blancos como “condición de victoria” es simplemente un moralismo pequeño burgués enmascarado como ” solidaridad” con los oprimidos. Pero aún, es una estupidez que puesta en practica , puede abortar la lucha obrera por el poder.

SOLIDARIDAD: EL TEST ACIDO.-

El acogimiento de Poder Obrero a la contrarrevolución de Solidaridad en Polonia ofrece una metodología centrista de “emabarras de richesses”. Nosotros lidiamos con la sustancia de vuestra posición en Polonia recientemente cuando publicamos un panfleto llamado ” Solidaridad: Test Acido para los Trotskistas”. Cabe hacer notar particularmente la sección en la cual se demuestra que el movimiento auto-gestionario( la cual según vuestras cartas se refieren como una tendencia significativa hacia la planificación democrática centralizada) se identifica completamente con el apoyo al programa de la restauración capitalista adoptada por el Congreso de Solidaridad en 1981.

Sus posiciones respecto a Solidaridad plantean que si las masas tienen ilusiones en sus ejecutores, nosotros debemos apoyar dichas ilusiones. Esto es ampliamente ilustrado en sus comparaciones entre Polonia e Irán.

Vuestra táctica en Irán aumenta la postración ante el “movimiento de masas” y por ende a su dirección- esto es , la teocracia Islámica . En Polonia la táctica fue similar – defendiendo a la dirección anticomunista y clerical de Walesa porque tenía una base de masas. Si los Bolcheviques hubieran adoptado una distinción similar en 1917 entre el Gobierno Provisional de Kerensky y las ilusiones de las masas ( una ” táctica”, Stalin, entre otras abogadas en ese tiempo) , ellos se encontrarían defendiendo las nuevas libertades de Rusia contra el militarismo Prusiano en la Primera Guerra Mundial.

Acerca de Polonia, el camarada Hoskinsonn, comienza con la admisión que la dirección de Solidaridad estaba ” comprometida con políticas que objetivamente , reforzarían la restauración capitalista en Polonia”. En este sentido, nosotros estamos seguros, que ellos tienen la colaboración de la Iglesia y el mismísimo régimen estalinista, Pero al dar vuelta la página , se nos dicen que la restauración capitalista no era el tema, de hecho nunca fue un peligro. ” En realidad lo que estaba en juego era, o no, si los obreros polacos podrían tomar el camino de la revolución política antes de ser vendidos por la dirección comprometida o destruidos por el estalinismo”.

Contra un ejercito de decenas de miles de curas, los líderes pro-Occidentales de Solidaridad, y presumiblemente los restauracionistas estalinistas, nosotros aseguramos que: ” la base proletaria de Solidaridad prevenían la organización de una fuerza de masas para la restauración capitalista”. Pero los marxistas no juzgamos a los movimientos simplemente sobre la base de su composición social . Estamos interesados en la dirección, programa, y la dirección que toma su desarrollo.

Tomen por ejemplo el llamamiento de Solidaridad por “elecciones libres” y ” sindicatos libres”, ” gritados por los propios obreros” como Uds. imaginan. Estas demandas particulares fueron por primera vez levantadas por los social-demócratas y los anticomunistas de KOR. El uso de estas propagandas del ” mundo libre” reflejan la evolución hacia la derecha de la oposición intelectual Polaca, la cual a mediados de los ´70 fue ávidamente abrazada por la cruzada de Jimmy Carter por los ” derechos humanos”. Quien mejor para implementarla que un operativo de la CIA a través de la operación sindical de Irving Brown?

Uds. consideran ” risible” que nosotros sugiramos que la invitación a Brown y Kirkland fuera intencionadamente una declaración política pro-imperialista por parte de la dirección de Solidaridad. Uds. piensan que Walesa y todos ellos no estaban advertidos de sus actividades ampliamente documentadas en movimiento laboral Europeo? Tal vez, Uds. piensen que dichos nombres fueron elegidos al azar de una guía telefónica de los EEUU?

Dibujando las conclusiones obvias de las conexiones entre Solidaridad y los fondos de la CIA a través de los ” sindicatos libres” no es “culpable por asociación”, pero simplemente colocando la crisis de Polonia de 1981 dentro del contexto mundial de la renovada guerra fría. Uds. nos preguntan si nosotros a diferencia de la agitación de las demandas obreras por elecciones libres y sindicatos, agitamos por ” llamados por sindicatos no libres y elecciones no libres?”. Esta es la lógica del charlatán . Nosotros estamos a favor de la libertad , solamente ponemos como precondición en esto: ” los sindicatos libres” y las ” elecciones libres” solamente es aceptable dentro del contexto de defensa de la propiedad nacionalizada de los medios de producción. Este es el eje político por el cual debemos romper las bases de Solidaridad de su dirección contrarrevolucionaria. La ceguera de Poder Obrero a la realidad de que Solidaridad bajo la dirección de Walesa deriva de su ” táctica” de abrazar al movimiento de masas tal como es.

Mientras se admita que el programa de Solidaridad ” sugiere que el rol de la economía planificada debe disminuir y el rol del mercado debe aumentar” Poder Obrero esta interesado en comparar en la orientación hacia el mercado y de auto-gestión de Solidaridad con aquellos del estalinismo. Perdiendo de vista la apreciación del carácter contradictorio de la burocracia estalinista. Mientras la casta parasitaria refleja la presión del imperialismo en el interior del Estado Obrero, sus intereses son divergentes de aquellos kulaks y otros pequeños capitalistas, ya que los privilegios de la burocracia dependen de la existencia de la propiedad nacionalizada. La burocracia esta compelida episódicamente a defender las formas de propiedad proletaria contra los peligros de restauración capitalista. Esto va de la mano con sus propios métodos burocráticos y represivos anti-proletarios. El intento de Gorbachov de sobrellevar la irracionalidad burocrática con sus “reformas pro mercado de la perestroika representa una amenaza grave a los obreros Soviéticos y una concesión peligrosa al imperialismo. Al mismo tiempo, dichas reformas son un revolver en la cabeza de la burocracia misma.

A diferencia de la casta burocrática encabezada por Jaruzelski. Los nacionalistas clericales y pro- capitalistas que lideran Solidaridad no tienen un interés objetivo de defender la propiedad nacionalizada. La suya es una ” reforma” económica subordinada al programa del pluralismo de la burguesía política. Esto es porque, en la confrontación entre estos dos agrupamientos, aquellos que genuinamente sostienen la defensa de la propiedad colectivizada en Polonia deben hacer un bloque militar con los estalinistas.-

Para resolver la crisis histórica de la dirección proletaria, es necesario forjar partidos trotskistas revolucionarios, sobre la base de las adquisiciones programáticas históricas. La incapacidad orgánica de Poder Obrero de ” nadar contra la corriente” esta vinculada con su proclividad del acomodamiento político a las ilusiones prevalecientes que corrientemente se adaptan en el movimiento de masas. Una tendencia política que capitula al Laborismo Británico, al nacionalismo pequeño-burgués en Irlanda, a la reacción Islámica en Irán, y que defiende los ” movimientos de masas ” por la restauración capitalista en los Estado Obreros deformados, solo son un obstáculo en la lucha política para reforjar la Cuarta Internacional, y el Partido Mundial de la Revolución Socialista.

Fraternalmente

Tendencia Bolchevique

La carta del MICR 

EN DEFENSA DEL PROGRAMA TROTSKISTA

[Copiado de http://www.bolshevik.org/espanol/TB/BOLETIN_TROTSKISTA_N3_imirc.html ]

Introducción

Por el Trotskismo

La contestación del IBT

Movimiento para una Internacional Revolucionaria Comunista

Londres, Inglaterra

2 de Abril 1987

Queridos Camaradas:

Nosotros hemos estado esperando por el arribo de sus periódicos para comparar la versión final del documento de la fusión con la que nos dieron los camaradas D. y U. cuando ellos estaban en Gran Bretaña. Sin embargo, ustedes tampoco nos han mandado la última copia de 1917, o esta se ha extraviado en el correo. Nosotros decimos esto porque sabemos por el camarada M que ha estado saliendo una nueva edición de la revista. Sabemos también que en esa revista ustedes nos caracterizan como centristas. Naturalmente que ustedes tienen derecho a dar vuestra opinión y nosotros no nos sentimos heridos ni contrariados, en la forma de los centristas reales, cuando los grupos que nosotros caracterizaríamos como sectarios aplican el cargo de centristas contra nosotros. Sin embargo, nosotros hubiéramos pensado que dado el tiempo y el dinero invertido en discusiones con vuestras tendencias, ustedes pudieron habernos permitido actualmente saber que esta fue vuestra bien fundamentada caracterización de nosotros. Que nosotros estemos en guardia, ustedes no lo justifican en vuestra revista, como no sea en un apartado donde se hace una referencia pasiva a nuestro apoyo al IRA. Esta no es una forma de comenzar la conducción de una discusión entre camaradas. Esto tiene el sabor barato del llamado método de polémica, típico de los espartaquistas. No concuerda con nosotros el hecho de que ustedes estén emulando con los métodos de sus parientes políticos, pero esto es lo que menos nos sorprende. Esta carta es una respuesta a vuestro proyecto de fusión de documentos, los cuales ustedes nos dieron en Londres (la página 13 de la plataforma de fusión fue, como le informamos en ese momento, omitida de estos documentos). Nosotros les rogamos que nos envíen una copia de la de 1917 tan pronto como les sea posible, y que ustedes desplieguen un mayor grado de seriedad y principios en sus tratos con nosotros como han hecho con anterioridad respondiendo políticamente a esta misiva.

Por sobre todo, nuestra visión es que las políticas de la Tendencia Bolchevique están basadas en métodos sectarios heredados de la Liga Espartaco [LE]. El aspecto más grotesco del espartaquismo ha sido eliminado de sus políticas, pero en las cuestiones claves tales como Irán y Polonia no hay diferencias fundamentales entre sus políticas y las de L.E. Publicada vuestra crítica sobre el espartaquismo, está por completo relacionada con la cuestión del régimen. Ustedes tienen amplias críticas de los métodos organizacionales de L.E. y de Robertson en particular, pero ustedes no reexaminan críticamente las bases políticas del culto de Robertson. La cuestión del régimen es, como ustedes saben, una cuestión política, pero esto es así en el sentido de que los regímenes son el producto de políticas definidas, de programas definidos. Programas corrompidos de generaciones, de regímenes corrompidos también. Ustedes se acercan a la cuestión del régimen en la medida en que existió separadamente del programa de la L.E., hasta algunos puntos no especificados en los últimos años de la década de los años 70 o los primeros del 80, cuando Robertson salió del control. Estas políticas espartaquistas están manifiestas en los documentos de posición que ustedes nos han dado.

La plataforma de fusión. [Táctica Sindical]

Vuestra plataforma de fusión manifiesta un método sectario sobre todos los temas claves con que tratamos.

Con respecto a la cuestión sindical ustedes escriben: “Nuestra estrategia es arraigar el programa comunista en las clases trabajadoras a través de fracciones programáticamente basados en los sindicatos.”.

Esto puede solamente significar que ustedes favorezcan la construcción de fracciones comunistas en los sindicatos para la exclusión de cualquiera otra forma de organización dentro de los sindicatos. Esto implícitamente rechaza la idea de que sea posible hacer organizaciones de base de frente unido, en otras palabras, esto rechaza el método de un frente único laboral dentro de los sindicatos desarrollados por el Comintern Revolucionario en los primeros años de la década del `20. Esta interpretación de vuestra posición fue confirmada a nosotros por el camarada D. durante las discusiones sobre las cuestiones del sindicalismo, cuando él, explícitamente, rechazó la idea del movimiento de bases antiburocráticas en el país, que en las condiciones actuales tales movimientos inevitablemente caerían bajo la dirección de los burócratas de izquierda y por ende, se convertirían en un obstáculo para la construcción del partido. Este fatalismo actualmente conduce a la pasividad. El temor a la confrontación con los burócratas de izquierda descansa en su rechazo a apoyar un frente unido organizado, un movimiento de base con ellos, y más importante aún, sus defensores. De paso, estamos a favor de la construcción de fracciones comunistas, pero nosotros no los contraponemos con los cuerpos del frente unido. Tales cuerpos pueden emerger como resultado de las contradicciones entre los intereses materiales de las bases y los de la burocracia. Los trabajadores pueden ser lanzados a una batalla contra sus oficiales sin convertirse automáticamente en comunistas elegibles como miembros de la fracción comunista. ¿Nosotros ignoramos a tales trabajadores hasta tanto no se conviertan en comunistas o nosotros los organizamos sobre las bases de sus primeros pasos por una alternativa hacia la burocracia reformista?. El movimiento de base es el puente entre estos trabajadores y la fracción comunista. Esto es particularmente necesario donde los comunistas son una minoría en los sindicatos, sin embargo, si el movimiento de base sirve exitosamente como un puente es algo que se decidirá en la batalla. De paso, hay riesgo de que los burócratas de izquierda sean los que dominen, pero el potencial de tales movimientos esta lejos de sopesar los riesgos. Es este contenido potencial en cada golpe el punto de partida para los comunistas, los cuales quieren en estos momentos intervenir en la expansión de la influencia de las ideas revolucionarias entre las bases. Nosotros no podemos abstenernos en esta batalla hasta que no se nos especifique que la fuerza de la burocracia de izquierda ha menguado. Para hacer esto, habría que abstraerse de las batallas por la dirección. La Tendencia Bolchevique (TB)) es una pequeña organización. Votar ella misma por fracciones comunistas en los sindicatos es condenarse a sí misma al aislamiento de las grandes masas de trabajadores de EEUU. Esto es abandonar el método del Comintern como esquema del PC británico en el IV Congreso:

“Hasta donde concierne a los británicos, nosotros vemos claramente que sería desastroso si dentro de la organización del partido hubiera fuerzas solamente sin sus pequeños núcleos del partido. El auxilio tiene que originar la creación de un movimiento sindical de oposición más numeroso”.

Congreso Sindical de la International Comunista (IC) Abridged Report–CPGB [Communist Party of Great Britain] p. 226

En lugar del puente del movimiento de bases, ustedes colocan el ultimatum de la fracción comunista. Ustedes contraponen los dos en una forma totalmente enajenada a la comprensión revolucionaria de las relaciones entre el partido y los cuerpos del frente unido. En realidad ustedes usan métodos de programa máximo y mínimo en lugar de los métodos de programas transicionales. Ustedes declaran que en los sindicatos, nuestros camaradas lucharán por los principios básicos del sindicalismo, “tradiciones militantes de la solidaridad de clases” por una parte, mientras que por otra, ellos ganarán al pueblo bajo la frase “Una visión del mundo que trascienda la militancia parroquial de las unidades de producción ” ¿Cómo? Parece que ustedes están en contra del puente organizacional que una a los dos. No tiene Uds. mucha claridad de cómo lucharían en la práctica por las demandas transicionales como opositores de los principios del sindicalismo. El programa de Trotsky de 1938 aventaja al llamado programa de las organizaciones militantes independientes, como cuerpos capaces de luchar por demandas transicionales. En otras palabras, los cuerpos ampliados en su composición pudieran ser fracciones comunistas. Cuerpos en los cuales la aceptación del programa comunista en su totalidad no resulta un ultimatum, sino más bien algo con lo que el programa comunista podría ser más fructífero para la lucha. Nosotros no vemos diferencias reales entre vuestra posición en los sindicatos y la posición de la L.E.. De paso, diferencias tácticas deben existir, pero sobre el asunto fundamental del frente unido ustedes comparten su posición. Ustedes rechazan la creación de un movimiento de frente unido en favor de hechos únicos como consecuencia del frente unido (el mínimo) y la fracción comunista (el máximo).

El Conflicto de las Islas Falklands / Malvinas

Nosotros, más tarde, trataremos en detalle vuestra posición en la cuestión nacional en relación con vuestro documento. Sin embargo, vuestra plataforma de fusión revela la forma en que el sectarismo ha obligado a romper con las posiciones leninistas relacionadas con la lucha de las naciones oprimidas. Aplaudiendo la Tendencia Espartaquista Internacional (TEI), se niegan a tomar partido en 1982 cuando el imperialismo británico luchó con el ejército de la Argentina semicolonial en la Guerra de las Malvinas. Ustedes argumentan:

“Sin embargo los leninistas no pueden determinar automáticamente su posición con respecto a una guerra entre dos regímenes burgueses por su nivel relativo de desarrollo (o subdesarrollo). En la escuálida guerra de las Malvinas / Falklands, en 1982, donde la defensa de la soberanía Argentina nunca peligró, los leninistas llaman a los trabajadores británicos y los argentinos, de ” dar vuelta las armas- por el derrotismo revolucionario de ambas partes”.

Los verdaderos leninistas no hubieran argumentado tal posición en lo absoluto. Nosotros no determinamos nuestra posición sobre la base del nivel de desarrollo de países particulares. Esto es del todo una falsa forma de abordar la cuestión. Nosotros determinamos nuestra posición con respecto a la guerra entre estados capitalistas sobre la base de la caracterización de la naturaleza precisa de estos estados, ya sean naciones opresoras imperialistas o naciones imperializadas y oprimidas. No hay dudas de que Argentina, a pesar de su nivel de desarrollo, en comparación con otros países semicoloniales, está imperializada, es decir, dominada por el imperialismo. ¿Ustedes niegan esto?. Si es así, por favor, saquen a la vista pública la información económica que pruebe que Argentina ha hecho la transición de país semicolonial a nación imperialista. Por otra parte, no hay duda de que Gran Bretaña es una nación imperialista y que ésta participó en la guerra para ejercer la dominación imperialista sobre América Latina, un resultado de la guerra, siendo una enorme base militar Anglo-estadounidense en la puerta de paso de Argentina y Chile. En tal situación los comunistas están obligados a defender al país semicolonial, independientemente de la naturaleza o el motivo del régimen imperante en dicho país. No hay diferencia en lo absoluto entre el caso de Etiopía, al cual ustedes se refieren ratificándolo, y Argentina. El principio que encabezó Trotsky para que Etiopía resistiera contra el imperialismo italiano en la década de los años 30 es el mismo que nos guió para el caso de Argentina. Más aún, vuestra afirmación de que la soberanía Argentina no estaba en peligro está seriamente errada. Su soberanía sobre estas islas- robadas a Argentina por Gran Bretaña estuvo en juego. La guerra para la reclamación de estas islas –no obstante los motivos de Galtieri– fue una guerra justa. El leninismo es completamente claro en sus asuntos. En el caso de una guerra justa, la apoya por la parte cuya victoria sería un golpe al imperialismo, pero no está realmente justificado. Esto es obligatorio para los comunistas. La necesaria ayuda del defensismo en Gran Bretaña fue apoyada por Argentina. Llevando a cabo esta política, nosotros estamos siguiendo exactamente la metodología elaborada por Trotsky en relación con Etiopía, pero también, mas pertinentemente, la que él utilizó en relación con Brasil cuando se presumió el peligro de guerra entre Brasil y Gran Bretaña. Él argumentó que a pesar del régimen reaccionario de Brasil, una victoria de éste contra el imperialismo británico, resultado por el que cada comunista debe trabajar y poner sus esperanzas. ¿Camaradas, como es que sobre la tierra ustedes conforman su miserable abstencionismo sin ninguna de las enseñanzas de Trotsky? Cítennos vuestras referencias.

Inmigración y Emigración

Sobre inmigración y emigración vuestra posición es potencialmente reaccionaria. En circunstancias particulares, vuestra posición ante el lema “fronteras abiertas” pudiera conducirlos a una posición social chauvinista. En sus planteamientos iniciales la Tendencia Bolchevique (TB)) justificó su posición sobre la base de que existía el peligro real de flujo de población de un país (no especificado) en otro (tampoco especificado). Esta posición es una fantasía, una fantasía racista basada en la idea de que afuera hay millones de extranjeros precisamente esperando inundar “nuestro” país. No hay justificación para vuestro rechazo al lema “fronteras abiertas” en vuestra plataforma. ¿Esto indica que la Tendencia Bolchevique (TB) y los pioneros de la Tendencia Izquierdista del Trotskismo (TIT) están de acuerdo con este lema reaccionario, ellos todavía aceptan la fantasía racista establecida. La norma con la inmigración es para que la gente de las semicolonias entre en los países imperialistas que los dominan como se ha dicho históricamente, en investigaciones del trabajo, por ejemplo la entrada de pakistaníes e indios en Gran Bretaña, la entrada de mexicanos en Estados Unidos, de africanos del norte en Francia, o de turcos en Alemania Occidental. Seguramente ustedes no negarían que estos ejemplos son la norma y nos dicen mucho con respecto a las relaciones entre los países imperialistas y la semicolonia. Mientras nosotros no advoquemos por la inmigración / emigración en masa como una respuesta a la moliente pobreza sufrida por las masas en las semicolonias, nosotros no daremos al imperialismo rienda suelta en el control de los trabajadores para satisfacer sus necesidades. Tomamos como nuestro, el punto de partida en estas cuestiones el hecho de que los países imperialistas controlan la inmigración ampliamente reaccionaria, manera racista. Los controles de inmigración puestos por los países imperialistas son racistas y nosotros nos oponemos a ellos. Nosotros contraponemos para el control de la inmigración, los derechos democráticos por el movimiento libre de los obreros a través de todos los países. Ustedes rechazan su posición democrática básica en favor de la posición maximalista de que “revolución socialista mundial – no emigraciones en masa” es la respuesta para el pueblo de las semicolonias. Pero camaradas, tal como dicen los británicos, “fine words butter no parsnips”. Ya que cuando los comunistas plantean como respuesta inmediata para luchar un aspecto particular de la política imperialista – los controles racistas de inmigración- la revolución,. una vez más ustedes ponen de manifiesto el abismo entre vuestros métodos y los del Programa Transicional. Nosotros tenemos demandas democráticas y transicionales con respecto a esta cuestión que puede ayudar a sumarnos a la revolución socialista mundial. Uno de ello es la oposición a todos los controles de inmigración. los cuales significan apoyar las fronteras abiertas.

Ustedes tratan de cubrir el contenido reaccionario –y potencialmente chauvinista– de su rechazo al lema “fronteras abiertas”, con la declaración de que ustedes están por “los derechos individuales” de las personas a emigración / inmigración. Esto solamente muestra confusión sobre la cuestión. ¿Cómo son individuales, quizás unos cuantos de ellos actúen simultáneamente y provengan del mismo país, y queriendo entrar en Éste para ejercer su derecho si no hay fronteras abiertas, si los estados imperialistas ponen ataduras, controles racistas sobre el movimiento de la población? Ustedes necesitan ser claros, camaradas, porque en estos momentos vuestra posición es profundamente confusa. Si ustedes están contra el lema de “fronteras abiertas”, digan por qué y digan qué forma de controles de inmigración ustedes prefieren para conservar cerradas las fronteras. ¿Si no les favorece ningún control de inmigración (los cuales hasta el momento serían necesariamente impuestos por los estados capitalistas) cómo ustedes conjugan los mismos con su rechazo a los derechos democráticos por el libre movimiento laboral? Para evitar la trampa del chauvinismo social, camaradas, ustedes tendrán que echar mercancías al mar conjuntamente con esta pieza particular de equipaje traído con ustedes de SL.

Nuestra posición con respecto a las mujeres y las cuestiones de los negros tanto en el diseño de la plataforma de fusión como en el articulado por los camaradas que estaban en Gran Bretaña muestran la misma negligencia para los métodos del frente unido así como vuestra posición en las cuestiones de los sindicatos, y por tanto, pudieran aplicarse las mismas críticas.

Partidos Obreros Reformistas y del Frente Popular

En vuestra posición de apoyo crítico por los trabajadores reformistas aparecen el oportunismo y el abstencionismo sectario. Ustedes buscan evadir por completo un planteamiento de cuando ustedes considerarían votar por un partido obrero reformista. Esta omisión indica justamente lo incompleto de vuestra plataforma política y también lo poco que tienen ustedes que decir acerca del reformismo. Sin embargo, dado que ustedes tampoco expresan una posición en las cuestiones del partido laboral esto nos lleva a concluir que ustedes no tienen tácticas serias encaminadas al reformismo. Todo lo que tienen ustedes en este asunto es un punto sectario de honor de que ustedes no votarán por los reformistas, los cuales participan en un frente popular. Esta posición, negativa por si misma, es un resquebrajamiento, ignorando la táctica de Trotsky, en Francia, de patear a la burguesía del frente popular, no simplemente desmembrándola y dejando a las masas a merced del Frente Popular. Previo a los hechos de Francia en 1936, Trotsky se había pronunciado en apoyo crítico por el Partido Social Democrático de Bélgica, PDSB, alrededor del lema, PDSB al poder, a pesar de las intenciones de las declaraciones del partido del gobierno en coalición con la monarquía. El apoyo crítico en estas circunstancias estuvo unido al lema Romper con la burguesía.

Vuestro error oportunista en el asunto del reformismo está tomando cuerpo en vuestras sugerencias de que de algún modo un partido reformista sólo en el gobierno es cualitativamente diferente a un partido reformista en una coalición del frente popular. Ustedes escriben: “Un miembro de un partido obrero reformista que se pronuncia en la boleta de elección por una coalición colaboracionista de clase (o frente popular) está en realidad fungiendo como un representante de una formación política burguesa”

Camaradas, ni siquiera si un miembro de un partido reformista se pronuncia en su boleta por la creación de un gobierno puramente social demócrata, ellos descansan en representantes de una formación burguesa, un partido obrero-burgués. La social democracia en la oficina es igual a un gobierno burgués. Vuestra distinción implica que el fundamento de los revolucionarios pidiendo el apoyo crítico electoral para los reformistas es hacerlo con el programa que ellos proclaman.

Este no es el caso. Tanto Trotsky como Lenin dejaron en claro que el único propósito de los revolucionarios clamando por un voto por los reformistas, fue que si ellos tienen el apoyo de las masas, tienen que ser puestos en las oficinas. Esta táctica puede ser aplicada si el partido reformista es o no un bloque abierto (Frente Popular) o conciliador (Gobierno Democrático Social) con la burguesía. Los criterios decisivos son las relaciones del partido con las masas. Nosotros no disfrazamos la realidad al votar por los reformistas. Hay circunstancias en que el apoyo crítico sería inapropiado -donde la social democracia estaba en conflicto con las luchas obreras y fue abiertamente a una votación con el fin de aplastar la lucha, por ejemplo. Pero nosotros no hacemos fetiches ni votamos por los reformistas en la forma en que ustedes lo hacen. Vuestra plataforma nos deja una interrogante sobre este asunto ¿Cuándo considerarían ustedes que deben votar por los reformistas?

  

Continuidad Revolucionaria y la IV Internacional

Nosotros trataremos con vuestra posición con respecto al stalinismo en el caso de Polonia más adelante. El más alto criticismo final que tenemos de vuestra plataforma de fusión concierne a vuestra posición en la IV Internacional [CI]. Nuestra disputa con Uds. no es sobre números. Se refiere a la cuestión si hay o no Cuarta Internacional o una tendencia representante de la continuidad en su período revolucionario. Ustedes creen que hay tal continuidad a través del CI [Comité Internacional de la IV Internacional], la RT [Tendencia Revolucionaria] y la LE. Esta continuidad ahora expresa de por sí en ustedes mismos -los verdaderos continuadores de la LE. Nosotros rechazamos por completo tal posición. La continuidad no es un concepto místico. Si esta existe, entonces nosotros tenemos que ser capaces de localizarla en posiciones adoptadas en la mayoría de los asuntos de las luchas de clases, posiciones expresadas en documentos y programas. Ustedes aceptan que la IV Internacional fue destruida por el pablismo, pero agregan la bandera fue conservada en alto por el CI. Ustedes aceptan que la forma en la cual el Comité Internacional conservó la bandera en alto fue una falta, pero arguyen:

“No obstante, en los análisis finales el impulso del Comité Internacional a resistir la disolución del cuadro de oficiales trotskistas dentro de los partidos stalinistas y social-demócratas (como fue propuesto por Pablo) en defensa de la necesidad del factor conciencia en la historia fue cualitativamente superior al liquidacionismo del SI [Secretariado Internacional de la IV Internacional]”.

Este punto de partida es totalmente falso. El hecho es que a pesar del llamado de Pablo por el entrismo sui generis generalizado, él no propuso la disolución organizacional de la IV Internacional en 1953. El hecho de que él mantuviera organizacionalmente la IV Internacional mientras que sus más fuertes apoyos, como Clarke, Lawrence y otros, la disolvían dentro del stalinismo, mostraría claramente a cualquiera con ojos para ver, que el resultado decisivo era la política, la liquidación programática de la IV Internacional, que estuvo realmente en peligro. De paso, el Comité Internacional no pudo librar una batalla comunista contra la política liquidacionista de Pablo, ya que en todo momento estuvieron de acuerdo con él. En este sentido es difícil saber cuáles Comités Internacionales están actualmente tratando acerca de esta cuestión aquí. Nosotros podemos decir categóricamente que los criticismos de las posiciones de IS en relación con la huelga general francesa y de Alemania Oriental, hechos llevados a discusión por la SWP en su carta abierta de 1953, fue correcto. Nosotros nos hubiéramos favorecido tomando aquellas criticas a cada sección de la IV Internacional, no escapando de la lucha de la forma que lo hizo el Comité Internacional, sobre las instrucciones dadas por el SWP. No obstante las criticas hechas en la carta abierta engloban una alternativa revolucionaria frente al Secretariado Internacional. Ellos no estaban preparados para una apertura. Las criticas fueron rápidamente detenidas al tratar con el revisionismo fundamental, codificado en el Tercer Congreso en 1951, que condujo al colapso de la IV Internacional como un todo dentro del centrismo en aquel congreso. La razón de este fracaso de tratar con las premisas de las posiciones de Pablo sobre Alemania Oriental y Francia fue que todas las secciones del Comité Internacional estuvieron de acuerdo con el contenido de las posiciones revisionistas adoptadas en 1951 sobre Yugoslavia, sobre el stalinismo, etc. Todas las secciones del Comité Internacional habían aportado elementos de aquel revisionismo dentro de sus propios programas y práctica. La restauración inicial del entrismo sui generis en el Partido Laborista Británico. El estaba con Bevan en un bloque corrompido, en la elaboración del periódico centrista Socialist Outlook y arguyendo en Labor Review por una versión del camino parlamentario hacia al socialismo (ver nuestros artículos en la SLL).

Si esto no fue una liquidación de la peor suerte, entonces nosotros no sabemos qué fue. Los franceses deben haber resistido la liquidación dentro del stalinismo en Francia, pero, como el SWP, ellos estuvieron a favor de esto en China. Los franceses argumentaron que los trotskistas chinos eran sectarios, porque ellos fracasaron al disolverse dentro del Partido Comunista Chino Centrista de Mao. A la sazón, la SWP estaba ocupada repitiendo sus errores oportunistas sobre la guerra por no haber insistido en una condena de la guerra de Corea y un llamado por el retiro de las tropas de los Estados Unidos. El defensismo no fue encontrado en las páginas de los militantes en aquel momento. La oposición del Comité Internacional al Secretariado Internacional no fue simplemente resquebrajada. Esta fue totalmente inadecuada, fue puramente para servir los propósitos de una facción y compartió las premisas políticas básicas del liquidacionismo del Secretariado Internacional. Más aún, la “lucha” del Comité Internacional contra el pablismo fue una bella impostura. Después de 1953 reinó el silencio, mientras que a lo lejos, las escenas de Cannon urgían a la reunificación con el Secretariado Internacional. Solamente cuatro años después de 1953 los británicos elaboraron una crítica al pablismo, y ello fue un documento interno con circulación limitada –condenado por la SWP por haber sido publicado en su totalidad. El Comité Internacional operó como un cuerpo completamente federal. Su primera conferencia no fue hasta 1958 y fue uno de los grandes acontecimientos, únicos en la historia, de degenerar el trotskismo. Lo que las posiciones comunes del Comité Internacional desarrollaron fue la corrupción hasta la médula -particularmente llamando a Ho Chi Minh como el gran y glorioso líder de la Revolución Vietnamita y el apoyo no crítico extendido al inconsistente nacionalista Messali Hadj, que decía ser el precursor de un partido proletario en Argelia.

A la luz de esto, nosotros estamos claramente seguros de que el hilo de la continuidad revolucionaria fue definitivamente roto in 1951. En 1953 el Comité Internacional no solamente dejó de ocuparse de restablecer la continuidad. Ellos evitaron una confrontación política con Pablo al impedir el Congreso Mundial. La historia del Comité Internacional es realmente la historia de sus secciones individuales, ya que no existía aún como una tendencia internacional democrático centralista. ¿El RT/LE restablecieron la continuidad? Nosotros pensamos que no. En sus comienzos, esta agrupación estaba muy ocupada en la cuestión de Cuba. Su creencia de que un gobierno pequeño burgués en el poder significaba que el estado no estaba en condiciones de defender las relaciones de propiedad capitalistas era una profunda revisión del marxismo (por una completa crítica de la posición de TR con respecto a Cuba, ver La Revolución Degenerada). También, la TR/LE se identificó completamente con la tradición del Comité Internacional. Hasta hoy, los espartaquistas claman por el documento del SLL (emitido en 1961) “El Prospecto Mundial para el Socialismo”, un documento que repite los errores en los fundamentos de la IV Internacional en la cuestión del stalinismo arguyendo que Tito y Mao, muy parecidos, eran centristas, no stalinistas. Que ninguno de estos stalinistas expresaran ni la más ligera vacilación centrista hacia el marxismo revolucionario no abruma a los teóricos del SLL. Las implicaciones prácticas de la adhesión a esta visión errada del stalinismo condujo al Comité Internacional a continuar su apoyo sin crítica al Partido Comunista de Viet Nam (PCV) y estar junto a Mao durante la revolución cultural. Identificarse con estas políticas, como Robertson hizo en 1966 significa la incorporación del error dentro de vuestras propias políticas. Y las implicaciones prácticas de estas políticas por TEI fueron eventualmente manifestadas en la grosera stalinofilia mostrada sobre Afganistán cuando surgió el lema “Bienvenido el Ejército Rojo” -un explícito abandono de la misión del proletariado revolucionario a la burocracia stalinista. Hay un continuidad entre los fragmentos degenerados de hoy de la IV Internacional y 1951. Esta es la continuidad del centrismo –puesta la misma de manifiesto en formas sectarias u oportunistas.

Para nosotros, una Internacional Revolucionaria tiene que ser refundada en un nuevo programa revolucionario, que se base en el programa transicional de 1938. Tal Internacional no puede ser refundada sobre la base de los errores centristas que dan al traste con las tradiciones del Secretariado Internacional y del Comité Internacional. Ni puede ésta ser refundada sobre las base de aquellos fragmentos que parecían “la Edad de Oro” ni a partir de ninguna de las dos corrientes mayores.

La cuestión nacional

Vuestra visión de la cuestión nacional, particularmente con Irlanda del Norte y Palestina, es abstracta. La misma no parte del conflicto entre la lucha nacional revolucionaria de los oprimidos y el imperialismo, o sus agentes, con la afirmación unilateral de que el marxismo y el nacionalismo son visiones contrapuestas del mundo. En el nivel de la estrategia –de metas– y por tanto, en el nivel de ideología política y de programa esto es cierto, pero no puede ser trasladado dentro de las tácticas como una abstención virtual a involucrarse en las luchas nacionales progresivas. Las luchas nacionales progresivas son aquellas contra la opresión y la explotación del imperialismo. La dialéctica de las luchas nacionales en la época imperialista son suficientes y el hecho de que los marxistas estén obligatoriamente unidos al apoyo y participen en las luchas de los nacionalistas en ciertas circunstancias (y no solamente de defenderlos contra el imperialismo como ustedes dicen), son dejadas a un lado teniendo en cuenta vuestros análisis. Así, ustedes se acercan a la lucha nacional (Irlanda del Norte y Palestina), como lo principal que les concierne, con el objeto de distanciarse ustedes mismos del nacionalismo de los oprimidos. Nos parece que el propósito de esto está basado en la idea de que la llave para la victoria revolucionaria en lugares como Irlanda del Norte, Palestina/Israel y África del Sur, es ganar a la sección más privilegiada del proletariado en cada uno de los países. ¿Qué pudo haber conducido a la Tendencia Bolchevique en vuestras revistas “1917”, declarar que la cuestión blanca era la “llave” en la revolución de África del Sur? Así la preocupación con los privilegiados es un punto de partida equivocado en la aproximación de la lucha nacional contra el imperialismo. Nuestro punto de partida es el leninismo tradicional, lo cual no es una simple contraposición del nacionalismo de los oprimidos al marxismo, pero establece inequívocamente:

“El nacionalismo burgués de cualquier nación oprimida tiene un contenido democrático general que está directamente contra la opresión, y esto es el contenido que nosotros incondicionalmente apoyamos”

– Lenin

Y en las Tesis del Comité sobre la Cuestión de Oriente, adoptadas en 1922, donde las misiones de los comunistas en los países opresores están especificadas claramente. Ellos pueden estar agrupados en una palabra -solidaridad. A pesar del hecho de que los métodos de los nacionalistas no son los mismos que los de los comunistas, el Comintern, muy distintamente a la Tendencia Bolchevique, no creyó necesario hacer énfasis en la necesidad de condenar como “criminales” ( vuestras tesis en la cuestión nacional) o como “actos de cobardía”, acciones terroristas preparadas por luchadores nacionalistas en los documentos principales de esta materia.

Vuestras tesis arguyen que hay diferencias entre los días de Lenin y los actuales, lo que nos obliga a alejarnos de su posición en la cuestión nacional. Ustedes citan el hecho de que “la “burguesía de los antimperialistas” juega un “papel reaccionario en incremento”. De aquí que nosotros no podemos extender el apoyo a todos los movimientos nacionales contra el imperialismo. Vuestra posición con respecto a Irán y vuestro rechazo al apoyo del movimiento anti-Shah conducido por los mullahs es el fruto de su abandono del leninismo. Ustedes permanecen neutrales en este aspecto (y en la Guerra de las Malvinas) en un conflicto real entre un movimiento nacional de una nación oprimida y sus opresores (¿Quien puede negar que el Shah fue el fiel sirviente del imperialismo en Irán?). Los leninistas apoyan la lucha contra el imperialismo a pesar del papel reaccionario de la “burguesía antimperialista”. En realidad este papel no es algo que ellos hayan adquirido recientemente. Fue definitivamente revelado por la masacre de comunistas por Ataturk en Turquía a principios de la década de los años `20 y la masacre de Chiang Kai Shek contra la clase trabajadora en China en 1927.

Lenin fue cauto ante el primer ejemplo, Trotsky ante los dos. Todavía ninguno de ellos había cambiado su posición con respecto a la cuestión nacional. Ellos se aproximaron a la cuestión dialécticamente y con sus ojos muy abiertos. Ellos no se hicieron ilusiones con respecto a los líderes de la burguesía nacional así como nosotros tampoco nos hacemos ilusiones con respecto a Khomeini o Arafat, los sandinistas o los Sinn Fein. Y por tanto cuando estos líderes fueron puestos contra el imperialismo, nosotros simplemente no nos declaramos neutrales. Nosotros nos pusimos del lado de la lucha utilizando la táctica del Frente Unico Antiimperialista, nosotros tratamos de desvirtuar la dirección de la lucha nacional a partir de los líderes nacionalistas para dirigir la batalla hacia las misiones de la Revolución Permanente. Esto no tiene nada en común con la teoría del doble escenario menchevique de la Revolución. Esto tiene que ver con la lucha para superar las ilusiones de las masas en la democracia burguesa, en particular en burguesías o pequeñas burguesías nacionalistas. Contraponiendo el marxismo con la Revolución Socialista Mundial, en resumen, es no sustituir las tácticas desarrolladas por Lenin, el Comintern Revolucionario y Trotsky a pesar de la creación a lo largo y ancho, de semicolonias en lugar de colonias, el principio fundamental de la posición de Lenin es válida. En particular la demanda por la auto- determinación mantiene su validez. Como en la mayoría de las cuestiones, vuestra posición mantiene un firme contraste con la de Trotsky. El no tuvo ninguno de vuestros temores sectarios en la cuestión nacional ni en los movimientos nacionales.

Pueblos interpenetrados.

Ustedes arguyen que la existencia de los pueblos interpenetrados justifican el echar mercancías en el mar de las demandas democráticas por la autodeterminación, o al menos, complica tales demandas. En particular ustedes ejercen el derecho de autodeterminación condicional ejercido en una forma socialista. Así ustedes arguyen en una forma maximalista, que “la cuestión nacional en la mayoría de los casos no puede ser resuelta fuera del esquema de la revolución internacional”. Este rechazo a defender el derecho de autodeterminación de las naciones oprimidas en los lugares en que los pueblos se mezclan es reminiscente a la posición de Bauer y los Austro-Marxistas. Como estos reformistas, ustedes están frustrados por la situación que el imperialismo ha traído al respecto, incapaces de soltar las riendas nacionales, adoptan una plaga que se acerca a sus casas. La razón de este maximalismo es porque para ustedes el punto de apertura en el caso de los pueblos mezclados existe el eterno peligro de que la autodeterminación conducirá a revertir la opresión. Temerosos de este resultado de la lucha nacional- y nosotros admitimos que es una salida potencial de ciertas luchas nacionales, aunque tenemos diferentes medios para evitar este peligro- ustedes terminan abandonando por completo el uso revolucionario de las demandas democráticas. Los pueblos interpenetrados no existen en el vacío, ellos no son accidentes históricos, sino producto del imperialismo, y sirven a propósitos muy definidos por este. La existencia de este fenómeno es tan vieja como el imperialismo mismo, encontrando una temprana expresión en los Balcanes. La balcanización es el proceso por el cual los pueblos se mezclan dentro de las fronteras de un estado específico. Al aproximarnos a tales situaciones, sin embargo, nosotros no partimos de una especulación acerca de las posibilidades de la reversión futura de la opresión, pero con los hechos concretos, como si un pueblo dado fuera oprimido por el imperialismo, si un pueblo está oprimiendo a otro en favor del imperialismo o, y esto ocurrió en los Balcanes y está ocurriendo a en muchos países, como en Chipre y partes de África, por ejemplo, si los pueblos están comprometidos con la opresión de otros, dependientes de un balance militar y político específico de fuerzas. Estas son la cuestiones decisivas que necesitan ser tratadas en los casos de pueblos mezclados. Ustedes ni tienen en cuenta tales cuestiones. Ustedes están meramente interesados en seleccionar una serie de ejemplos y usarlos como justificaciones para vuestro rechazo a la autodeterminación. Ustedes están ciegos ante el hecho de que la autodeterminación puede ser un medio para resolver estos ejemplos de la cuestión nacional, prefiriendo, en lugar de plantar vuestra bandera en el mástil de aquellos pueblos, en Irlanda y Palestina -sobre lo cual tratan vuestras tesis- los cuales están perpetrando la opresión de otros pueblos en favor del imperialismo. Esto es lo que se llama un rechazo a utilizar el lema democrático de autodeterminación para el progreso en ambos casos. El papel actual de los protestantes en el norte de Irlanda o secciones de la población judía en Israel y no el temor de una opresión inversa futura es lo primero que concierne a los revolucionarios de hoy y da la justificación para el llamado por la autodeterminación donde el imperialismo está negando los derechos a una nacionalidad (la irlandesa o la palestina). Al equivocarse en el derecho a la nacionalidad del pueblo irlandés como un todo o del pueblo palestino es repetir los errores que Lenin criticó desde 1914. Al abandonar el llamado a la autodeterminación, o como ustedes hacen, elaborarlos condicionados a los logros del socialismo “donde las minorías oprimidas tienen que ser enteramente protegidas en el seno de la Federación Socialista” es dar un peligroso paso hacia la economía imperialista. Una vez más nosotros encontramos muchos cierres a la metodología desarrollada por Trostky sobre esta cuestión. Lejos de desesperarse ante el problema de la cuestión nacional en el caso de los pueblos mezclados, Trotsky fue capaz de identificar el carácter progresivo y reaccionario del nacionalismo de los pueblos particulares mezclados y distinguir entre los dos. Estamos haciendo referencia al caso de España. Trotsky estaba totalmente en lo cierto en la diferencia entre el nacionalismo catalán y el nacionalismo Español. El no partió de la abstracción de que ambos vivieran dentro del mismo estado -España. El partió del estado actual de lucha y trató de identificarse con el nacionalismo, lo que fue un factor progresivo en aquella lucha. Así , escribió:

“En el actual estadio de desarrollo, con las combinaciones existentes de fuerzas de clases, el nacionalismo catalán es un factor revolucionario progresivo, el nacionalismo español es un factor imperialista reaccionario. Los comunistas españoles, los cuales no comprenden esta diferencia, la ignoran, no avanzan al frente, pero contrariamente oculta su significación el riesgo de convertirse en un agente inconsciente de la burguesía española y estar perdidos en la causa de la revolución proletaria”.

–Trotsky, [The Spanish Revolution (1931-39)], p. 110

Por las mismos camaradas señalados, vuestra insuficiencia para reconocer el carácter progresivo del nacionalismo palestino en relación con el estado sionista y el nacionalismo irlandés en relación con el de Gran Bretaña / Estado de Orange los deja expuestos al mismo riesgo.

En las luchas nacionales, la dirección de las clases trabajadoras solamente puede prevenir la revolución en las semicolonias, siendo vacilante tras las huellas de la burguesía nacional, pequeñas burguesías nacionales o , verdaderamente estalinista.

Cada dirección puede solamente prevenir el peligro de la opresión inversa desde afuera. Para lograr tal dirección nosotros adelantamos un programa transicional adicional de demandas de clases, que no se contrapone a la demanda de autodeterminación en los casos donde la nacionalidad es negada a una nacionalidad oprimida. En otras palabras, nosotros aspiramos a ganar aquellos trabajadores corrientemente en bloque con el imperialismo o sus agentes- como la clase protestante en el norte de Irlanda o los trabajadores judíos en Palestina/Israel- para apoyar el derecho a la autodeterminación de aquellos cuyas opresiones nacionales generalmente está en complicidad. Ganar ellos tales demandas significa decisivamente un rompimiento de ellos desde su propia burguesía. Engarzando sus bases para tal demanda a su propia lucha de clase sobre la base de demandas transicionales pueden crear las condiciones para una salida socialista revolucionaria a la crisis, tanto Irlanda como Palestina/Israel. Por otra parte si nosotros no podemos eliminar estos privilegios obreros relativa y corrientemente desde su burguesía. en la cuestión de la opresión nacional de un pueblo, si nosotros no podemos ganarle a la democracia consistente, entonces ganar ellos el socialismo será más difícil. Nosotros creemos que una sección- su tamaño no puede ser determinado como ventaja- de la clase obrera protestante y judía puede ser destruida en su propio bloque con la burguesía de sus respectivos países. Pero una defensa resoluta de los oprimidos nacionalmente, un democratismo consistente, combinado con un programa de acción de las clases dirigido, son los significados para alcanzar estos. Si los revolucionarios son solamente la indiferencia en la defensa de los oprimidos entonces los trabajadores relativamente privilegiados son remotos para ser inspirados a tomar su rumbo.

Ustedes no creen nada de esto. Vuestro punto de partida es la abstracción -los pueblos interpenetrados. Ustedes no establecen claramente que existe una diferencia fundamental entre los dos pueblos interpenetrados, Irlanda y Palestina/Israel. Por un lado de la división hay un pueblo oprimido / comunidad, y por otro están aquellos que ganan algo, y de aquí se alzan para la opresión nacional. Vuestra insuficiencia para partir con esta diferenciación los conduce a sugerir que esta es la lucha de los oprimidos por los derechos nacionales, su nacionalismo, que bloquea el camino al socialismo por lograrse en el camino de las clases unidas con los trabajadores desde la comunidad opresora/pueblo. La conciencia reaccionaria de los obreros palestinos y irlandés es causada, según ustedes, no por los privilegios materiales que les proporciona el imperialismo para sobornarlos y separarlos de sus hermanos de clase nacionalmente oprimidos, y por las tradiciones profundamente arraigadas de intolerancia que han sido inculcadas dentro de la conciencia de estos trabajadores por sus reglas para justificar la opresión a los palestinos o a los católicos. Para ustedes estas cosas son como la cerveza floja, que ni siquiera garantizan una mención en vuestros planteamientos con respecto a la cuestión nacional. La verdadera razón por la que los trabajadores irlandeses y protestantes se adhieran al orangismo o al sionismo es que ellos son rechazados por el nacionalismo de las clases trabajadoras porque esto obstaculiza la unidad de las clases. De aquí que los trabajadores judíos no puedan ser ganados por la causa Palestina, porque los palestinos no son comunistas, pero las burguesías nacionales dependen de otras burguesías árabes:

“Tal dependencia, complementada con el programa nacionalista y la acción de las OLP, ha socavado a fondo las luchas de clase unidas de judíos y árabes contra el sionismo y los regímenes árabes por dos décadas al menos”.

No solamente ustedes condenan al nacionalismo de la opresión por la Tendencia Izquierdista del Trotskismo (TIT) (reaccionarias) de los obreros protestantes o judíos, ustedes igualan el estado sionista con los regímenes árabes. El evidente gendarme del imperialismo en la región se mantenido a flote por miles de dólares de EEUU. está, para ustedes, en una igualdad con las semicolonias árabes. Este fue el punto de vista que guió a los espartaquistas en su vergonzosa neutralidad en las guerras entre los regímenes árabes y el estado sionista, una neutralidad que ustedes ahora defienden. Esto no es otra cosa que una capitulación al sionismo.

El mismo punto de vista que los guió a ustedes a cometer groseros errores sobre el IRA. Ustedes arguyen que acciones del IRA contra civiles “son hechas a favor de las burguesías inglesa y judía.”

Estas reglas ciertamente tienen una perversa forma de expresar su gran Tendencia Izquierdista del Trotskismo (TIT) al IRA por las acciones que este asumió en su favor. Ellos mantienen en prisión, torturan y matan a los miembros del IRA. Decir que las bombas civiles juegan en las manos de la burguesía es una cosa. Decir que esto es a favor de la burguesía es completamente otra cosa. Esto es una imitación burlesca de la verdad. Las bombas civiles -y nosotros asumimos que ustedes se están refiriendo primariamente a las colocadas en Gran Bretaña -son golpes dirigidos erradamente contra el imperialismo.

Dirigidos erradamente, porque están asentados sobre una igualdad del pueblo británico con el estado británico, un error común al nacionalismo. Pero ustedes se proyectan bajo un justificado criticismo de tales acciones. Ustedes apoyan sin reserva la condena al IRA. Para justificar vuestra escandalosa afirmación de que las bombas civiles del IRA son “actos de cobardía”- una cosa es decir, y otra hacer una acusación en contra de una organización, que a pesar de sus errores políticos, ha luchado heroicamente contra los progromistas de Orange y las tropas británicas por años y ganaron el apoyo de las masas como resultado, un vergonzoso insulto a la memoria de luchadores como Bobby Sands y Frankie Hughes, cuyo coraje fue inspiración para los comunistas- ustedes son indulgentes cuando se trata de hacer creer.

Al leer vuestros planteamientos, ustedes pensarán que el problema principal en el Sexto Encuentro fue un IRA infernal, con aplastamiento y despido de trabajadores protestantes ordinarios y lanzando unas cuantas bombas a los trabajadores británicos como buena medida. Este no es el caso. El IRA es siempre altamente culpable de asesinatos sectarios, o sea, el asesinato de protestantes porque son protestantes mayormente, porque ellos son miembros de los cuerpos de seguridad. Los asesinatos sectarios son en toda su extensión la protección de los paramilitares de Orange. Las bombas de IRA, más aún, son contra uno u otro blanco militar o blanco “económico” (tiendas, restaurantes, etc.), un estúpido método pequeño burgués de lucha basado en la idea de que usted pudiera traer la burguesía a sus pies destruyendo sus propiedades). Esta última categoría, bastante menos frecuente ahora tan previamente, fue obstinado y puso en riesgo a civiles. La visión de IRA minimiza tales riesgos y virtualmente siempre emite advertencias. Las bajas civiles fueron casi siempre el resultado de incompetencias en la actuación ante las advertencias por las autoridades. Camaradas, las bajas causadas por los trabajadores británicos y protestantes son pocas comparadas con las causadas por la población anti-unionista. ¿Entonces por qué dirigen el volumen de su fuego a aquellos luchando contra imperialismo, llamando erradas las tácticas criminales -terminología de la prensa burguesa y el estado- mientras que los progromistas de Orange y el estado imperialista, mucho mejor equipados para infligir terror, más que el IRA, librándose claramente en comparación. Nosotros no hemos visto en ustedes el uso de términos como “cobardía” en relación con las bandas de Orange.

Un punto final que deseamos tocar es el uso del lema de la Federación Socialista. Tal parece que ustedes contraponen este en relación con Irlanda, a la demanda de autodeterminación. Vuestro lema para Irlanda es: “Por una República Irlandesa de Trabajadores en el esquema de una Federación Socialista de las Islas Británicas”.

Esto resulta explícitamente contrapuesto al llamado del IRA por una “Irlanda (capitalista) unida”. ¿Vuestras demandas por la federación significan que ustedes se opondrían a la creación de una Irlanda unida porque esto pueda probar la posible superioridad de una revolución socialista a través de las Islas Británicas? Ustedes verdaderamente dan a entender tal cosa por vuestro rechazo a la autodeterminación, como una demanda operativa en el contexto de los pueblos mezclados. ¿Significa esto que una República Judía de Trabajadores depende por su realización de una revolución en Gran Bretaña? Ustedes rechazan esta proposición en todas partes en vuestras tesis todavía vuestro lema operativo pudiera fácilmente implicar esto. La Federación no es algo que pueda ser impuesta o decretada en favor de la forma en que ustedes la empleen. Una república irlandesa de obreros podría cerrar sin que surja una federación inmediatamente. La desconfianza histórica de los irlandeses hacia la “pérfida Albión” es algo que tendrá que ser superado en el esquema de la colaboración voluntaria internacional, asumiendo que Gran Bretaña se ha convertido un estado de trabajadores también, no algo que nosotros colocaríamos como una condición para la república judía de obreros. En Gran Bretaña, al momento de implantarse la independencia judía en términos de una federación sería una trampa en la cuestión nacional, para favorecer el reaccionario nacionalismo británico.

Aún previo a la época imperialista y la brutal partición de Irlanda, Marx observando la cuestión de Irlanda más efectiva y democráticamente que ustedes, expresó:

“La cuestión ahora es la advertencia que nosotros debemos hacer a los trabajadores británicos. De acuerdo con mi parecer ellos tienen que anular la Unión [que aún se aplica al Sexto Encuentro-WP] un artículo de sus pronunciamientos. Esta es lo único legal y por lo tanto, la única forma posible para la emancipación irlandesa, que puede ser incluida en el programa de un partido inglés. La experiencia tiene que mostrar más tarde si una mera unión personal entre los dos pueblos podría continuar.

De Marx a Engels, 1867

Así, nosotros no elaboramos nuestro lema de autodeterminación condicional sobre la base de la creación de una Federación Socialista. Nosotros nos pronunciamos por la autodeterminación del pueblo irlandés como un todo, por una república irlandesa de trabajadores, por una Federación Socialista de Europa. Dicho de otra forma, sería una traición de la población antiunionista perpetrada por el imperialismo en el estado de Irlanda del Norte.

Polonia

Vuestras posiciones con respecto a Polonia y Solidaridad expresadas en vuestro esquema de tesis sobre Solidaridad revelan por lo claro que ustedes han hederado de la ” stalinofobia” de la L.E. La discusión que tuvimos con los camaradas D y U aclaró todas las dudas que pudimos haber tenido sobre este asunto. Distintamente a ustedes, nosotros no pensamos que Solidaridad experimentó un cambio cualitativo cuando este formalmente trazó un programa combinando tales elementos contradictorios como una llamada para la operación más completa en mecanismos de mercado, mayor apertura al mundo del mercado, obreros autodirigidos y una autodirección de la segunda cámara, y un respeto por el orden europeo de post-guerra. Su dirección fue predominantemente confiado a políticas que, objetivamente, habrían fortalecido la rehabilitación capitalista en Polonia. Pero también esto fue confiado al proyecto utópico de alcanzar estos metas a través de un proceso de reforma llevado a cabo en colaboración con el régimen y la Iglesia.

En realidad, los humildes proletarios de Solidaridad previnieron a la organización de convertirse en una fuerza de masas para la restauración capitalista. Nosotros rechazamos la posición de que un movimiento proletario de masas fundamentado pudiera en cualquier momento haberse convertido en el agente de la restauración capitalista. Solidaridad se mantuvo como un movimiento de masas contradictorio y casi siempre confuso en la clase obrera polaca, contra el privilegio burocrático y la represión política. La contradicción entre el humilde proletario y las políticas de la dirección de Solidaridad fue una vez más expresada durante el golpe de los mineros británicos. Los grupos de bases de Solidaridad en los campos de carbón polacos declararon su solidaridad con los mineros británicos y denunciaron la fachada del régimen de Jaruzelsky. Walesa y compañía permanecieron inflexibles a diferencia de esta posición con elogios a Thatcher (aunque estos reportes no dejaban dudas del embellecimiento por parte de la prensa británica).

Se expresaban en los esquemas de los programas de febrero y de septiembre las naturalezas contrarias de las ayudas y de las aspiraciones del movimiento. La idea de que este había de alguna manera enfrentado una transformación cualitativa en septiembre no es más que un pretexto para dirigir su apoyo a los estallidos de la burocracia estalinista. El esquema del programa de Walesa, verdaderamente sugiere que el papel del planeamiento centralizado disminuiría y que el papel del mercado incrementaría las relaciones entre las empresas más independientes -pero entonces, camaradas, eso también hacen los programas de Jaruzelsky y de Gorbachov. Hay un sentido real en los propósitos de Solidaridad en el cual el monopolio de negocios extranjeros sería indeterminado. Pero recordemos que fue Jaruzelsky quien estaba intentando ingresar al FMI antes de su golpe. Los libros de Polonia hubieran estado abiertos al capital financiero internacional, pero no a los trabajadores. Vuestra afirmación de que las invitaciones extendidas a Lane Kirkland e Irving Brown son como pruebas de la naturaleza reaccionaria de Solidaridad es realmente ridícula. Ellos aplauden el método de LE de declarar culpable por asociación a pesar de las circunstancias. El hecho es que Solidaridad tenía ilusiones crónicas y potencialmente tambaleantes en el sindicalismo occidental y una comprensible sospecha de sindicatos estalinistas falsos. La invitación lleva no más que a una expresión de aquellas ilusiones y una bofetada en la cara por las federaciones sindicales stalinistas. Estos dos dignatarios realmente no fueron invitados a Polonia para ser la avanzada de una fuerza imperialista expedicionaria con tendencia a la restauración el capitalismo en Polonia.

Nosotros hacemos particular excepción a vuestros presumidos planteamientos de que los lemas de “elecciones libres” y ” sindicatos libres”, voceados por los propios trabajadores, son los “lemas transicionales del imperialismo contra la revolución”. Aquí ustedes revelan por completo cómo es de infructuoso vuestro método sectario. Ustedes nunca enfocan el problema de cómo los comunistas hubieran relatado las ilusiones que el propio stalinismo había engendrado. La negación absoluta de los derechos políticos por los stalinistas, inevitablemente engendra un anhelo por la democracia política entre los trabajadores. Sin embargo, en Polonia, los stalinistas mantienen una farsa parlamentaria del gobierno por vía de Sejm. Los trabajadores demandaron genuinas elecciones para este cuerpo. Esto no es meramente una ilusión democrática, sino una contradicción potencial a la cual los revolucionarios pueden y tienen que referirse. En cuanto al llamado por los sindicatos libres, este llamado es completamente comprensible en el contexto político preparado de las típicos sindicatos de los regímenes stalinistas.

Esto representa un deseo de estar libre de la política, libre del aparato stalinista que suprime la organización de un lugar de trabajo. Ustedes interpretan la resistencia al stalinismo por parte de la clase trabajadora sobre estas salidas como restauracionista. Esto es fallido, camaradas. ¿Cómo relatarían ustedes estas demandas, las cuales, en el camino, fueron corrientes, así como en la crisis de Hungría en 1956, la cual ustedes disfrutaron, en contraposición con la Polonia de los años 1980-81 -por el llamado para elecciones y sindicatos libres? No, sin comprometer nuestra defensa de las relaciones de propiedad en lo más mínimo, nosotros podemos proporcionar un programa auxiliar de revolución política para alcanzar la genuina democracia soviética de la forma en que se cuentan las ilusiones democráticas de las masas, no en una forma en que simplemente sean una burla a las mismas como pro-imperialistas.

La clave de la cuestión en el caso de Polonia no fue la defensa de las relaciones de propiedad en el resumen. Ustedes tienen que discutir a fondo el “plan” de Solidaridad para tomar el poder (basado en el fulgor de doctorados dados por las autoridades stalinistas) en una manera ridícula de tratar y sugerir lo que esto fue. En realidad lo que fue, constituiría un peligro si los trabajadores polacos podrían tomar las riendas de la revolución política antes de venderse por su comprometida dirección o arruinados por el stalinismo. Vuestro parecer de concernimiento con respecto a la crisis polaca, se evidencia en el hecho de que ustedes no han comenzado a tratar firmemente los problemas de la revolución política en vuestras tesis. Hay tesis sobre cómo los burócratas stalinistas pueden eliminar mejor a Solidaridad, Sin embargo, muchos de ustedes debieran protestar, un llamado a los stalinistas para llevar a cabo la represión es la lógica de vuestra posición. Ustedes se refieren al Congreso de Septiembre como una vertiente, como el punto cuando Solidaridad se convirtió definitivamente en contrarrevolucionario. En este aspecto ustedes debieron haber llamado por su supresión. No haberlo hecho es una mera inconsistencia de vuestra parte. Ustedes intentan mostrar vuestro apoyo por la estratagema de Jaruzelsky, siendo extremadamente críticos cuando este se mostró no convincente. Vuestras tesis sugieren que aparte de ser una tardía llegada, la represión de los stalinistas fue quizás una pequeña burla también pesadamente manejada, y se pensó en la destrucción de las organizaciones de la clase obrera, lo que fue un mero costo altísimo de protección de las relaciones de propiedad. Vuestra posición se vuelve ridícula cuando ustedes explican que mientras que ustedes defienden a los dirigentes contrarrevolucionarios y están suprimiéndole apoyo, ustedes se oponen a la supresión de “encuentros de trabajadores anti restauracionistas.”

¿Qué encuentros son estos, camaradas? Nosotros sospechamos que ellos son producto de vuestra imaginación dirigida a proveer una hoja de parra por una posición que es fundamentalmente pro-stalinista. En el mundo real ustedes apoyan la destrucción de los elementos de la democracia de los trabajadores ganada por Solidarnosc en los intereses de defensa de las relaciones de propiedad que fueron más riesgosas en el periodo de Jaruzelsky que con Solidarnosc. Como con Irán, ustedes fracasan al no establecer distinción alguna entre los dirigentes de un movimiento de masas (los cuales eran reaccionarios en diferentes formas) y la base y al fracasar para hacer tal distinción, se quedan sin táctica alguna para defender a esos dirigentes.

Vuestra posición de apoyo indiferente a Jaruzelsky, mientras rechazan la responsabilidad por la brutal caída que él ocasionó, representa el dilema que ustedes encaran como una organización que no ha roto con el espartaquismo. Vuestras convicciones internas los guían hacia la demanda de la supresión de Solidaridad desde septiembre de 1981 -ver tesis 3- pero vuestro temor a ser catalogados como espartaquistas los lleva solamente a activar esta demanda en diciembre. En ningún evento esto ha sido una posición que los lleve a no considerar a la clase trabajadora como un factor revolucionario independiente. Esto los lleva a ver la burocracia stalinista actuando como la protectora de las relaciones de propiedad planeadas. En fin, esto lo que hace es alejarlos cada vez más del trotskismo revolucionario.

Nuestras críticas sobre las posiciones del BT en Nicaragua y África del Sur pueden estar fundadas en la carta que nosotros enviamos a la Tendencia Izquierdista del Trotskismo antes de las navidades. Nosotros no repetiremos la misma aquí. Nosotros estamos en espera de vuestra respuesta a esta carta.

Queda de usted, fraternalmente,

Mark Hoskisson (en nombre del Secretariado MRCI

EN DEFENSA DEL PROGRAMA TROTSKISTA

EN DEFENSA DEL PROGRAMA TROTSKISTA

[Copiado de http://www.bolshevik.org

Introducción

Este panfleto contiene tres documentos: el primero es “Por el Trotskismo”, la declaración programática de la Tendencia Bolchevique. Este documento (reimpresión de l917 N° 3, primavera de 1987) rescata las posiciones programáticas básicas sobre las cuales se fundó la IVº Internacional, y también se dirige a muchos de los asuntos que diferencian a los trotskistas genuínos de los pretendidos centristas en el movimiento obrero actual.

“Por el Trotskismo”, fue inicialmente diseñado en octubre 1986 bajo la dirección de la Tendencia Bolchevique (TB) como documento central para una fusión proyectada con la Tendencia Izquierdista del Trotskismo, una apertura izquierdista de la última sección americana de Nahuel Moreno, el Partido Obrero Internacional (POI). Previo a esta decisión eventual de fusionarse con la Tendencia Bolchevique (TB)), la Tendencia Izquierdista del Trotskismo (TIT)) entra en discusiones con el Poder Obrero, una organización británica centrista originada como una apertura de izquierda del Partido Obrero Socialista de los capitalistas de estado de Tony Cliff a mediados de la década de los años 70.

Después de una serie de intensas discusiones, y una considerable batalla política, particularmente sobre la cuestión de Solidaridad, la Tendencia Izquierdista del Trotskismo (TIT)) y la Tendencia Bolchevique (TB)) se fusionaron en noviembre de l986. Las consideraciones sobre esta fusión, así como los documentos principales sobre los cuales esta se basó (“Por el Trotskismo” y “Tesis sobre Solidaridad”) fueron publicados en la primavera de 1987 los que previamente se habían editado en 1917. Después de la fusión, Poder Obrero expresó un continuo interés en proseguir una discusión con la Tendencia Bolchevique (TB)), particularmente los ex-miembros de la Tendencia Izquierdista del Trotskismo (TIT) y nos invitaron a un encuentro de su tendencia internacional (el Movimiento por una Internacional Comunista Revolucionaria, MICR) en Londres, en enero de 1987.

El segundo aspecto de este documento, una extensa carta de Mark Hoskisson por el MICR, es una continuación a nuestra intervención en aquel encuentro. La carta del MICR constituye una crítica a las posiciones adoptadas en “Por el Trotskismo”, las cuales Hoskisson cataloga como “la fusión de la plataforma”. El asunto final en este intercambio es una extensa réplica por la Tendencia Bolchevique a los puntos políticos expuestos en la carta de Hoskisson.

En esta carta, el camarada Hoskisson expresa particulares desacuerdos con el claro defensismo soviético en nuestras “Tesis sobre Solidaridad”. (Esta posición está caracterizada, naturalmente como “stalinofilia” por los centristas del Poder Obrero). él especifica: “Las discusiones celebradas por los camaradas D.[de la antigua Tendencia Izquierdista del Trotskismo] y U. eliminan toda duda que pudiéramos haber tenido en este asunto”. Desafortunadamente, en el curso de los seis meses que siguieron a la conferencia del MICR, varios camaradas de la Tendencia Izquierdista del Trotskismo original Tendencia Izquierdista del Trotskismo (TIT)) comenzaron a retraerse de las duras posiciones trotskistas adoptadas en el período de la fusión, particularmente por Solidaridad. Estos camaradas, eventualmente llegaron a una posición tal en sus asuntos, que virtualmente no se podían distinguir la Tendencia Izquierdista del Trotskismo de las posiciones que toma Poder Obrero. Después de la conducción y la fracasada batalla para variar nuestra posición con respecto a Solidaridad, cuatro ex-miembros de la Tendencia Izquierdista del Trotskismo (TIT)) se separaron de la Tendencia Bolchevique (TB) en octubre de 1987. Solamente un ex-miembro de la Tendencia Izquierdista del Trotskismo (TIT) permaneció fiel a la solidaridad política con la Tendencia Bolchevique (TB) después de su resquebrajamiento.

Nosotros consideramos que la posición adoptada por los ex miembros de la Tendencia Izquierdista del Trotskismo (TIT) estuvo profundamente equivocada, pero reconocemos que sus posiciones fueron una apertura primaria para las diferencias que se desarrollaban alrededor de la cuestión rusa puestas fuera de la plataforma programática de la fusión original. Nuestros camaradas aprendieron algunas lecciones valiosas a partir de esta lucha acerca de los resultados implicados, y también acerca de la propia conducta de la batalla política en una organización democrática centralista.

El asunto debatido en nuestro intercambio polémico con el Poder Obrero es de importancia para los militantes no presentes y no asociados a organización alguna. En este período una de las responsabilidades esenciales de los trotskistas fue batallar, en un estilo inicial, para aclarar mejor las cuestiones programáticas y la forma para una realineación política del Movimiento Obrero Internacional.

Mayo 1988

    Por el Trotskismo

    La carta del MICR

    La contestación del IBT

Por el Trotskismo!

Por el Trotskismo!

[El siguiente documento fue adaptado en noviembre de 1986 por la conferencia de fusión de la Tendencia Bolchevique y la Tendencia Trotskista de Izquierda, como una codificación del acuerdo programático, al cual llegaron ambas organizaciones.]

Copiado de http://www.bolshevik.org/espanol/TB/BOLETIN_TROTSKISTA_N3_PeT.html             

1. Partido y programa

 “Los intereses de la clase (obrera) no pueden ser formulados de otra manera que no sea en forma de programa; el programa no puede ser defendido de otra manera que no sea el de crear un partido.

 “La clase, tomada por sí misma, es solamente material para la explotación. El proletariado asume unrol independiente solamente en aquel momento cuando pasa a ser de una clase en sí misma, a una clase por sí misma. Esto no puede suceder sino es a través de la existencia de un partido. El partido es aquel órgano histórico por el medio de la cual la clase se conscientiza sobre la clase.”

 -L. D. Trotsky, “¿Después qué?” 1932

La clase obrera es la única clase completamente revolucionaria en la sociedad moderna, la única clase con la capacidad de terminar con la demencia del régimen capitalista internacional. La tarea fundamental de la vanguardia comunista es la de inculcar a la clase (sobre todo a su componente más importante, el proletariado industrial) la conciencia de su rol histórico. Nosotros rechazamos explícitamente toda estratagema que sea presentada por centristas y reformistas, y sectorialistas, que ven en una u otra sección de la población no proletaria, un vehículo más viable para el progreso social.

La liberación del proletariado, y con eso, la eliminación del material de base de todas las formas de opresión social, depende del liderato. El armazón de lideratos “socialistas” potenciales, se puede reducir, en su análisis final, a dos programas: reforma o revolución. Mientras pretende ofrecer una estrategia “práctica” para el mejoramiento gradual de las injusticias de las clases sociales, el reformismo trata de reconciliar a la clase obrera con los requisitos del capital. En contraste, el marxismo revolucionario está basado en el antagonismo entre capital y trabajo, y la consiguiente necesidad de la expropiación de la burguesía, por parte del proletariado, como la precondición de cualquier progreso social de importancia.

La hegemonía de la ideología burguesa en sus formas varias en el proletariado, representa el baluarte más poderoso del régimen capitalista. Como escribiera James P. Cannon, el líder histórico del Thotskismo Americano en su libro” Los primeros diez años del Comunismo Americano”:

 “La fuerza del capitalismo no se encuentra en sí misma y en sus instituciones, sobrevive porque tiene bases de apoyo en las organizaciones de los trabajadores. Como lo vemos ahora nosotros, a la luz de lo que hemos aprendido de la Revolución Rusa y sus efectos, el noventa porciento de la lucha por el socialismo es la lucha contra la influencia de la burguesía en las organizaciones de los trabajadores, incluyendo al partido.”

La distinción clave entre una organización revolucionaria y una organización centrista o reformista se encuentra, no tanto en declaraciones de metas y objetivos finales, sino en las posiciones que presentan cada una en situaciones concretas planteadas por la lucha de clases. Los reformistas y centristas ajustan sus respuestas programáticas a cada nuevo evento, de acuerdo con las ilusiones y preconceptos de su audiencia. Pero el rol de un revolucionario es el de decirle a los obreros y a los oprimidos lo que no saben.

 “El programa debe expresar las tareas objetivas de la clase obrera antes que el retraso de los trabajadores. Debe de reflejar a la sociedad tal cual es, y no el retraso de la clase obrera. Es una herramienta para superar y vencer este retraso. No podemos aplazar la modificación de condiciones objetivas que no dependen de nosotros. No podemos garantizar que las masas resuelvan la crisis, pero nosotros debemos expresar la situación, tal cual es, y esa es la tarea del programa.”

 Trotsky, “El retraso político de los trabajadores Americanos,” 1938

Nosotros queremos arraigar el programa comunista en la clase obrera por medio de comités directivos en los sindicatos. Estas formaciones deben de participar activamente en las luchas por reformas y mejoras parciales de la situación del obrero. También deben de ser los defensores de las tradiciones militantes de la clase solidaria, por ejemplo, la proposición de que “Los piquetes son inviolables.” Al mismo tiempo deben de reclutar a los obreros de mayor conciencia política, y conscientizarlos a un punto de vista mundial que trascienda la militancia parroquial, y que aborde las preguntas políticas más importantes del día, de una manera tal que demuestre la necesidad de eliminar la anarquía de la producción con fines de lucro, y reemplazarla con una producción racional, planeada de acuerdo a la necesidad humana.

Nuestra intervención en las organizaciones de masa del proletariado está basada en el Programa de Transición adoptado por la convención fundadora de la Cuarta Internacional en 1938. En cierto sentido no puede existir algo como un “programa terminado” para los Marxistas. Es importante tomar en cuenta los desarrollos políticos en las últimas cinco décadas, y la necesidad de abordar problemas causados por luchas específicas de sectores de la clase y/o de los oprimidos, que no hayan sido tratados en la versión de 1938. Sin embargo en sus fundamentos, el programa sobre el cual se fundara la Cuarta Internacional, retiene su pertinencia porque formula soluciones socialistas a los problemas objetivos que afectan hoy a la clase obrera en el contexto de una necesidad incambiable del poder del proletariado.

2. La revolución permanente

Durante los pasados quinientos años, el capitalismo ha creado un sólo orden económico mundial, con una división internacional de trabajo. Vivimos en la época del imperialismo-la época de la decadencia capitalista. La experiencia en este siglo ha demostrado que la burguesía nacional del mundo neocolonialista, es incapaz de terminar la tarea histórica de la revolución democrática- burguesa. En general no hay un camino de desarrollo capitalista independiente abierto a esos países.

En los países neocolonialistas se pueden reproducir los logros de las revoluciones burguesas clásicas deshaciendo las relaciones de bienes capitalistas, cercenando los tentáculos del mercado mundial imperialista y estableciendo bienes de la clase obrera (por ejemplo: colectivizar), Unicamente una revolución socialista una revolución ejecutada contra la burguesía nacional y los grandes latifundistas puede llevar a una expansión cualitativa de las fuerzas productivas.

Nosotros rechazamos la estrategia “en dos etapas” (Stalin/Menchevique) de la subordinación del proletariado a los supuestos sectores “progresistas” de la burguesía. Nosotros creemos en la independencia política completa e incondicional del proletariado en todos los países. Sin excepción, las burguesías nacionales del “Tercer Mundo” actúan como agentes de la dominación imperialista cuyos intereses están, en un sentido histórico, mucho más ligados a los banqueros e industrialistas de la metrópolis que a su propio pueblo explotado.

Los trotskistas ofrecen apoyo militar, pero no político a los movimientos nacionalistas pequeño burgueses (incluso a regímenes burgueses), que entra en conflicto con el imperialismo en defensa de la soberanía nacional. En 1935, por ejemplo, los trotskistas apoyaron militarmente en Etiopía contra los invasores italianos. Sin embargo, los leninistas no pueden determinar automáticamente su posición en una guerra entre dos regímenes burgueses, desde su nivel de desarrollo relativo o subdesarrollo En la mezquina guerra de las Malvinas/Falklands de 1982. donde la soberanía de Argentina no fue en ningún momento el problema, los leninistas requirieron que los obreros “dieran vuelta sus armas” para lograr una derrota revolucionaria para ambas partes.

3. Guerillerismo

Nuestra estrategia revolucionaria es el levantamiento de la masa proletaria. Nosotros rechazamos el guerrillerismo como una estrategia de orientación (aunque reconocemos de que a veces puede tener un valor táctico suplementario) porque relega a la clase obrera, organizada y conciente políticamente, a un rol de espectador pasivo. Un movimiento guerrillero campesino, encabezado por intelectuales de la pequeña burguesía, no puede establecer poder político de la clase obrera, no importa cual sea la intención subjetiva de su liderato.

En varias ocasiones desde el final de la Segunda Guerra Mundial, se ha demostrado que, dadas circunstancias objetivas favorables, estos movimientos pueden extirpar bienes capitalistas exitosamente. Pero debido al hecho de que no están basadas en la movilización de la clase obrera organizada, el mejor resultado de esas luchas es el establecimiento de regímenes nacionalistas, burocráticos, cualitativamente idénticos al producto de la degeneración stalinista de la Revolución Rusa (por ej., Yugoslavia, Albania,Korea, Vietnam y Cuba). Estos “estados obreros deformados” requieren revoluciones políticas proletarias suplementarias, para abrir el camino al desarrollo socialista.

4. La opresión especial: el problema negro, el problema de la mujer

La clase obrera está profundamente dividida sobre temas como racismo, sexualidad, nacionalismo y otras líneas. Sin embargo racismo, chauvinismo nacional y sexismo son formas de comportamiento programados socialmente y no genéticamente. No importa cual sea su nivel de conciencia. Los trabajadores del mundo tienen una cosa crucial en común: no pueden mejorar fundamentalmente su situación, como clase, sin destruir la base social de toda opresión y explotacón de una vez por todas. Esta es la base material para la aserción marxista, de que el proletariado tiene como su misión histórica la eliminación de la sociedad de clases, y con eso, la extirpación de todas las formas de “especial.”

En los Estados Unidos, la lucha por el poder de los trabajadores está ligada inextricablemente a la lucha por la liberación negra. La división racial entre los trabajadores negros y blancos, ha sido históricamente el obstáculo primario a la conciencia de clase. Los negros Americanos no son una nación pero una casta de raza color segregada a la parte más inferior de la sociedad, y se concentran sobretodo en la clase obrera, particularmente en sectores estratégicos del proletariado industrial. Brutalizados, abusados y sistemáticamente sufriendo discriminación en el “país de los libres,” la población negra ha sido históricamente inmune al patriotismo racial imperialista, que ha envenenado a muchos del proletariado blanco. Los trabajadores negros han probado generalmente ser la sección de la clase más militante y combativa. La lucha por la liberación de los negros-contra la brutalidad del racismo cotidiano en la vida capitalista de América es central a la construcción de la vanguardia revolucionaria en el continente de América del Norte. La lucha contra la opresión especial de las otras minorías nacionales, lingüísticas y raciales, particularmente la creciente población latina, es un problema que será la llave a la revolución Americana.

La opresión de las mujeres está encastrada en la existencia de la familia nuclear: la unidad básica e indispensable de la organización social burguesa. La lucha por la igualdad social completa para la mujer es de una importancia estratégica en cada país del globo. Una forma de opresión especial es la que viven los homosexuales, quienes son perseguidos por no pertenecer al molde del rol sexual dictado por la familia nuclear “normal.” El asunto sobre la homosexualidad no tiene la importancia estratégica del de la mujer, pero la vanguardia comunista debe de proteger los derechos democráticos de los homosexuales y oponerse a cualquier discriminación dirigida hacia ellos.

En los sindicatos, los comunistas hacen campañas para lograr igual acceso a todos los trabajos, programas patrocinados por los sindicatos para reclutar y mejorar la situación de las mujeres y minorías en campos de trabajo “no tradicionales,” con igualdad de sueldo para el mismo tipo de trabajo para todos, y trabajo para todos. Al mismo tiempo defendemos el sistema de antigüedad como una adquisición del movimiento sindical y nos oponemos a disposiciones anti-sindicalistas, de despidos preferenciales. Es la responsabilidad histórica de la vanguardia comunista, luchar para unir la clase trabajadora con sus intereses de clase en común, atravesando divisiones artificiales promovidas en sociedades capitalistas. Hacer esto significa avanzar los intereses de los más explotados y oprimidos, y luchar constantemente contra toda manifestación de discriminación e injusticia.

Los sectores oprimidos de la población no pueden liberarse por sí mismos independientemente del proletariado revolucionario, por ejemplo, dentro del cuadro social que originó y perpetuó su opresión. Como dijera Lenin en Estado y Revolución”:

 ” Solamente el proletariado por el rol económico que juega en la producción a gran escala-es capaz de ser el líder de todas las masas explotadas, a la cual la burguesía, explota, oprime y aplasta a veces más que al proletariado, pero que son incapaces de librar una lucha independiente por su emancipación. “

Vivimos en una sociedad de clases y el programa de cada movimiento social debe, en su análisis final, representar los intereses de una de las dos clases con el potencial de gobernar a la sociedad: el proletariado o la burguesía. En los sindicatos, la ideología burguesa toma la forma de un economicismo estrecho; en el movimiento de los oprimidos se manifiesta como sectorialismo. Lo que tienen en común el nacionalismo negro, el feminismo y otras formas de ideología sectorialista, es el hecho de que todos tienen las raíces de la opresión en algo otro que el sistema capitalista de propiedad privada.

La orientación estratégica de la vanguardia marxista hacia organizaciones sectorialistas “independientes” (multi-clase) de los oprimidos, debe ser la de asistir en su diferenciación interna en sus componentes de clase. Esto implica la lucha de ganar la mayor cantidad de individuos posible a la perspectiva de la revolución proletaria y la necesidad consiguiente de un partido de vanguardia integrado.

5. La cuestión nacional y “Pueblos interpenetrados”

 “EI marxismo no puede ser reconciliado con el nacionalismo, ni siquiera en su forma “más justa,” “pura”, refinada y civilizada. En vez de hacer avanzar el nacionalismo, el marxismo avanza al internacionalismo.”

 -V.I. Lenin, “Comentarios críticos sobre la cuestión nacional”

Marxismo y nacionalismo son dos puntos de vista mundiales opuestos. Nosotros mantenemos el principio de la igualdad de las naciones, y nos oponemos a cualquier privilegio para cualquier nación. Al mismo tiempo los marxistas rechazan toda forma de ideología nacionalista, y en las palabras de Lenin, aceptamos “cualquier tipo de asimilación de naciones, excepto a la que está fundada en la fuerza y el privilegio.” El programa leninista sobre la cuestión nacional es primeramente negativa, diseñada a quitar la cuestión nacional del orden del día y disminuir el interés de los nacionalistas de la pequeña burguesía, a fin de proponer la cuestión de clase de una manera más rígida.

En casos “clásicos” de opresión nacional (Quebec, nosotros abogamos el derecho a la auto-determinación sin defender necesariamente su ejercicio. En los casos más complejos de dos pueblos entremezclados, o “interpenetrados” por medio de un territorio geográfico único (Chipre, Irlanda del Norte, Palestina/lsrael), el derecho abstracto de cada uno a la auto-deterterminación no puede realizarse equitativamente dentro del cuadro de relaciones de propiedad capitalista. Sin embargo en ninguno de estos casos se pueden equiparar al pueblo opresor con los blancos en Afrecha del Sur o las colonias francesas en Algeria, por ej. la clase colonizadora, la aristocracia dependiente de la sobre-explotación de la mano de obra indígena para mantener un nivel de vida cualitativo más alto que el de la población oprimida.

Ambos, los irlandeses protestantes y la población de habla hebrea en Israel son pueblos con diferencias de clase. Cada uno tiene una burguesía, una pequeña burguesía y una clase trabajadora. Contrariamente a moralistas de clase media, los leninistas no apoyan simplemente el nacionalismo de los oprimidos (o las formaciones pequeñas burguesas que la abrazan). Hacerlo simultáneamente excluye la posibilidad de las contradicciones de clase reales en los rangos de los pueblos opresores y cementa la dominación de los nacionalistas sobre los oprimidos. Los proletarios de los pueblos predominantes no pueden nunca ser convertidos a una perspectiva nacionalista simplemente invertiendo la relación de desigualdad corriente. Una sección importante de ellos puede ser convertida a un punto de vista anti-sectario, clase-contra-clase porque es en su interés objetivo.

La lógica de la capitulación al nacionalismo de la pequeña burguesía, llevó a una parte de la izquierda a apoyar los gobernantes árabes (la personificación de la así llamada “Revolución Árabe”) contra los israelíes en las guerras del Medio Oriente en 1948, 1967 Y 1973. Esencialmente, estas fueron guerras inter-capitalistas en las cuales los trabajadores y oprimidos de la región no tenían nada que ganar por la victoria de cualquiera de ambas partes. La posición leninista fue por lo tanto una de derrota en ambos lados. Tanto para los obreros árabes como hebreos, el principal enemigo se encontraba en su propio país. La guerra de 1956 fue distinta; en ella la clase obrera tenía una posición: con Nasser luchando contra los intentos de parte del imperialismo francés y británico (ayudado por los israelíes) de volverse a apropiar del Canal de Suez, recientemente nacionalizado.

Aunque opuestos al nacionalismo como principio, los leninistas no son neutrales en conflictos entre los pueblos oprimidos y la maquinaria opresora del estado. En Irlanda del Norte exigimos el retiro inmediato e incondicional de las tropas británicas y defendemos los ataques del Ejercito Republicano Irlandés, a objetivos imperialistas como a la Guardia Civil Real de Ulster, la armada británica o el hotel lleno de ministros del partido conservador en la ciudad de Brighton. De manera similar, nos ponemos militarmente del lado de la Organización de Liberación Palestina contra las fuerzas del Estado Israelita. No defendemos en ningún caso los actos terroristas contra las poblaciones de civiles, a pesar de que el terrorismo criminal sionista contra los palestinos, y el terrorismo de la armada británica y sus aliados protestantes.. contra los católicos de Irlanda del norte. son actos de terrorismo mucho mayores que los actos públicos de terrorismo por parte de los oprimidos.

6.inmigración / emigración

Los leninistas apoyan los derechos básicos democráticos de cualquier individuo de emigrar a cualquier país del mundo. Como en el caso de otros derechos democráticos, esto no es un tipo de imperativo categórico. Nosotros no favoreceríamos, por ejemplo, la emigración de cualquier individuo que pudiera causar peligro a la seguridad militar de un estado obrero degenerado o deforme. El derecho de la inmigración individual, si es ejercida a una escala suficientemente importante, puede entrar en conflicto con el derecho a la auto-determinación para una nación pequeña. Por 10 tanto los trotskistas no piden “fronteras abiertas” como una exigencia programática en general. En Palestina, durante los años 1930 Y 1940, por ejemplo, la inmigración masiva por parte de los sionistas estableció la base para una expulsión forzosa del pueblo palestino de su propio país. Nosotros no reconocemos el “derecho” de migraciones Han ilimitadas al Tibet, como tampoco de ciudadanos franceses a Nueva Caledonia.

La demanda de “fronteras abiertas” es generalmente abogada por atolondrados bien intencionados liberales/radicales, motivados por un deseo utópico de rectificar las desigualdades por el orden mundial imperialista. Pero una revolución socialista mundial-no migración masiva-es la solución marxista a la miseria Y destitución de la mayoría de la humanidad que sufre bajo el sistema capitalista.

En los Estados Unidos defendemos a los trabajadores mexicanos, aprehendidos por “La migra.” Nos oponemos a las cuotas de inmigración, a las redadas y a las deportaciones de los obreros inmigrantes. En los sindicatos peleamos por el derecho inmediato e incondicional de ciudadanía para todos los trabajadores nacidos en el extranjero.

7. Centralismo democrático

Una organización revolucionaria debe estar estrictamente centralizada, cuyas autoridades directivas deben de tener autoridad total para dirigir el trabajo de las distintas entidades y miembros. La organización debe de tener un monopolio político sobre las actividades políticas públicas de sus miembros. La membresía debe tener la garantía del derecho de una democracia faccionaria (el derecho de conducir luchas políticas internas para cambiar la línea y/o reemplazar a los dirigentes presentes). La democracia interna no es un adorno como tampoco una válvula de escape para aliviar las presiones-sino que es una necesidad indispensable y crítica para la vanguardia revolucionaria, si va a dominar los desarrollos complejos de la clase luchadora. Es también el medio más importante por el cual se crean los mandos revolucionarios. El derecho a una democracia faccionaria, el derecho a la lucha contra el revisionismo en la vanguardia, es, la única “garantía” contra la degeneración política de una organización revolucionaria.

Los intentos de quitar importancia a serios desacuerdos y confundir líneas de demarcación política internamente, solamente puede debilitar y desorientar a un partido revolucionario. Una organización adherida por diplomacia, el denominador común más bajo de consenso y la ambigüedad programática contrariamente solamente espera la primera prueba de la lucha de clases para deshacerse. También organizaciones en las cuales la expresión de diferencias es proscripta, ya sean formalmente como informalmente-están destinadas a osificarse en rígidas, jerárquicas sectas sin vida, divorciadas del movimiento vital de los trabajadores e incapaz de producir el mando necesario para ejecutar las tareas de la vanguardia revolucionaria.

8. Frentes populares

 “La cuestión de las cuestiones es presentemente el Frente Popular. Los del centro izquierda intentan plantear esta pregunta como una maniobra táctica y técnica, con el fin de vender sus mercancías a la sombra del Frente Popular. En realidad, el Frente Popular es la cuestión más importante de la estrategia de la clase proletaria en esta época. También ofrece el mejor criterio para las diferencias entre bolchevismo y menchevismo. ‘

 -Trotsky, “El POUM Y el Frente Popular,”1936

Frentismo popular (por ejemplo, bloques programáticos, generalmente para el poder del gobierno, entre organizaciones de trabajadores y representantes de la burguesía) es una traición de clase. Los revolucionarios no pueden apoyar a los participantes en los frentes populares, no importa cuan “crítica” sea la situación.

La táctica de apoyo electoral crítica, a partidos reformistas de trabajadores, tiene su premisa en la contradicción inherente en tales partidos, entre su programa burgués (reformista) y su base de clase obrera. Cuando un partido social-democrático o stalinista entra en una coalición o bloque electoral con formaciones burguesas o pequeño burguesas, esta contradicción pasa a ser efectivamente suprimida durante la vida de la coalición. Un miembro de un partido reformista que se presenta a elección con una plataforma de coalición de colaboración de clases (o frentes populares) se presenta en realidad como un representante de una formación política burguesa. Así se excluye la posibilidad de una aplicación de una táctica de apoyo crítico, porque la contradicción que intenta explotar, es suspendida. En vez, los revolucionarios deberían hacer como condición de apoyo electoral, el romper de las coaliciones: “¡Abajo con los Ministros Capitalistas!”

9. Frentes unidos y “la estrategia de los frentes unidos”

El frente unido es una táctica con la cual revolucionarios tratan de acceder a formadores reformistas o centristas en situaciones donde se siente una necesidad urgente para una acción unida de parte de los rangos. Es posible entrar en acuerdos de frentes unidos con la pequeña burguesía o formaciones burguesas donde hay un acuerdo episódico sobre un asunto en particular y cuando es en el interés de la clase obrera de actuar de esa manera (ej. el frente unido bolchevique con Kerensky contra Kornilov). El frente unido es una táctica que no está diseñada únicamente para cumplir un objetivo común pero también para demostrar en la práctica la superioridad del programa revolucionario y de esa manera ganar nueva influencia y adherentes para la organización de vanguardia.

Los revolucionarios nunca consignan la responsabilidad del liderato revolucionario a una alianza (o frente unido estratégico) con fuerzas centristas o reformistas. Los trotskistas nunca publican propaganda en común-declaraciones colectivas de perspectivas políticas–con revisionistas. Esta práctica es no solamente deshonesta sino que liquidacionista. El “frente unido estratégico” es uno de los favoritos de los oportunistas, quienes, desesperados por su poca influencia, tratan de compensar a través de una disolución a un bloque más amplio en un programa del menor denominador común. En “Centrismo y la Cuarta Internacional,” Trotsky explicaba que una organización revolucionaria se distingue de una centrista por sus “preocupaciones activas sobre la pureza de los principios, claridad de posición, consistencia política y perfección en su organización.” Es justamente esto que la estrategia del frente unido trata de destruir.

10. La democracia de los trabajadores

Los marxistas revolucionarios, que se distinguen por el hecho que les dicen a los obreros la verdad, solamente pueden beneficiar de confrontamientos políticos abiertos entre las distintas corrientes competitivas de la izquierda. Sucede de otra manera con los reformistas y centristas. Los stalinistas, social-demócratas, los burócratas gremiales y otros mentirosos de la clase trabajadora, se achican cuando se ven enfrentados a críticas revolucionarias e intentan anticiparse a la discusión y debate político con exclusiones y actitudes típicas de gangsters.

Nos oponemos a la violencia y exclusionismo que se encuentra en la izquierda y movimiento obrero. También nos oponemos al uso de la violencia del tipo de difamación, que va mano en mano con (o prepara el camino a) ataques físicos. Difamación y violencia dentro del movimiento obrero son completamente ajenos a las tradiciones del marxismo revolucionario, porque están deliberadamente diseñados para destruir la conscientización, que es la pre-condición para la liberación del proletariado.

11. El estado y la revolución

La cuestión del estado ocupa un lugar central en la teoría revolucionaria. El marxismo enseña que el estado capitalista (en su análisis final “cuerpos especiales de hombres armados” dedicados a defender la propiedad burguesa) no puede ser tomado en posesión y hacerlo servir a los intereses de la clase trabajadora. El mando de la clase obrera puede ser establecido únicamente a través de la destrucción de la maquinaria burguesa existente, y su reemplazo con instituciones comprometidas a la defensa de los bienes del proletariado.

Nos oponemos categóricamente a asimilar el estado burgués, no importa en que forma, a los asuntos del movimiento laboral. Los marxistas se oponen a todos aquellos sindicalistas “reformistas”, que traten de obtener compensación de la corrupción burocrática en las cortes capitalistas. Los laboristas deben limpiar su propia casa! También exigimos la expulsión de todos los policías y guardias de prisión del movimiento sindical.

El deber de los revolucionarios es el de enseñar a la clase obrera que el estado no es un árbitro imparcial entre intereses sociales que compiten, sino que es un arma empuñada contra ellos por los capitalistas. Los marxistas se oponen a los llamados reformistas/utópicos que dicen que el Estado burgués “prohíba” a los fascistas. Este tipo de leyes son usadas invariablemente con mucho mas agresión contra el movimiento obrero y la izquierda que contra la basura fascista, que constituye los tropas de choque de la reacción capitalista. La estrategia trotskista de luchar contra el fascismo, no es la de apelar al Estado burgués, pero la de movilizar el poder de la clase obrera y de los oprimidos, para una acción directa para aplastar los movimientos fascistas en su estado embrionario antes de que sean capaces de crecer. Como Trotsky observara en el “Programa de Transición,” “La lucha contra el fascismo no empieza en la oficina editorial liberal, sino en la fábrica-y termina en la calle.”

Los leninistas rechazan toda noción de que las tropas imperialistas tengan un rol progresivo en algún lugar: ya sea protegiendo” a niños negros es colares en el sur de los Estados Unidos, “protegiendo” la población católica en Irlanda del Norte o “manteniendo la paz” en el Medio Oriente. Tampoco presionamos a los imperialistas para que actúen de una forma “moral” despojando de o imponiendo sanciones en África del Sur. En vez, nosotros argumentamos que los poderes del “Mundo Libre” están fundamentalmente unidos con el régimen racista de apartheid, en defensa de la “derecha” para superexplotar a los obreros negros. Nuestra respuesta es movilizar el poder de la clase obrera internacional en actos de solidaridad de luchas de clase con los trabajadores negros de África del Sur.

12. La Cuestión Rusa

“¿Que es la Stalinofobia? Es el odio al stalinismo; miedo a la ‘sífilis de! movimiento laboral’ y un rechazo irreconciliable a tolerar cualquier manifestación de éste en e! partido? No, para nada…

 “¿Es la opinión de que el stalinismo no es el líder de la revolución internacional, pero su enemigo mortal? No, eso no es Stalinofobia; eso es lo que Trotsky nos enseñó, lo que nosotros aprendimos de nuestra experiencia del stalinismo, y lo que sentimos en nuestros huesos.

 “El sentimiento de odio y miedo al stalinismo; con sus estados policiales y sus esclavos en campos de trabajo, sus emboscadas y sus asesinatos de los adversarios de la clase obrera, es un sentimiento sano, natural, normal y progresista. Este sentimiento solamente se equivoca cuando nos lleva a una reconciliación con el imperialismo Americano, y a la tarea de luchar contra el stalinismo a ese mismo imperialismo. En el lenguaje de Trotsky, eso y nada más que eso es Stalinofobia.”

 -James P. Cannon “Conciliacionismo Stalinista y Stalinofobia,” 1953

Nosotros creemos en la defensa incondicional de las economías colectivizadas del estado obrero degenerado soviético y los estados obreros deformados de Europa del Este, Vietnam, Laos, Camboya, China, Corea del Norte y Cuba, contra la restauración del capitalismo. Pero no perdemos de vista ni por un momento el hecho de que solamente revoluciones políticas proletarias, que derrocan a los burócratas traicioneros, contra la clase obrera, que gobiernan estos estados, pueden garantizar las ganancias logradas hasta la fecha y abrir el camino al socialismo.

La victoria de la facción stalinista en la Unión Soviética en los años 1920 bajo la bandera “Socialismo en un solo país” fue coronada con la exterminación física de los dirigentes del partido leninista una década más tarde. La perspectiva de una rebelión proletaria a fin de volver a establecer un mando político directo de la clase trabajadora, está por lo tanto inextricablemente ligada a la defensa de las economías colectivizadas.

La cuestión rusa ha sido planteada más agudamente en los últimos años en relación con dos eventos: la supresión de Solidaridad en Polonia y la intervención por parte de la armada soviética en Afganistán. Nosotros estamos del lado de los stalinistas en cuanto se refiere a lo militar, contra ambos, los capitalistas-restauracionistas de Solidaridad y los feudalistas islámicos que luchan para mantener la esclavitud de la mujer en Afganistán. Esto no significa que los burócratas stalinistas tengan algún rol progresista histórico que jugar. Por el contrario. De todas maneras, defendemos esas acciones (como la supresión en diciembre de 1981 de Solidaridad) que se vieron obligados a tornar en defensa de las formas de bienes de la clase obrera.

13. Para el re-nacimiento de la Cuarta Internacional!

 “El trotskismo no es un movimiento nuevo, una nueva doctrina, pero la restauración, el renacimiento del marxismo genuino como fuera expuesto y practicado en la Revolución Rusa y en los primeros días de la Internacional Comunista.”

 -James P. Cannon, “La Historia del Trotskismo Americano”

El trotskismo es el marxismo revolucionario de nuestro tiempo-la teoría política derivada de la experiencia destilada de más de unsiglo y medio de comunismo de la clase obrera. Fue verificado, en un sentido positivo durante la Revolución de Octubre en 1971, el evento más importante de la historia contemporánea, y desde entonces, negativamente.

Después de la estrangulación burocrática del partido bolchevique y el Comintem por los stalinistas, la tradición del leninismo, la práctica y el programa de la Revolución Rusa fue llevada adelante solamente por la Oposición de Izquierda.

El movimiento trotskista nació en una lucha por un internacionalismo revolucionario contra el concepto reaccionario/utópico de “Socialismo en Un País.” La necesidad de organización revolucionaria a nivel internacional está derivada de la misma organización de la producción capitalista. Revolucionarios en cada terreno nacional, deben de ser guiados por una estrategia que sea internacional en su dimensión-y que pueda ser elaborada por medio de la construcción de un liderato internacional de la clase obrera. Al patriotismo de la burguesía y a sus lacayos socio-democráticos y stalinistas, los trotskistas les contestan de esta manera con el slogan inmortal de Karl Liebnecht: “El peor enemigo está en casa.” Nosotros apoyamos las posiciones programáticas básicas adoptadas por la conferencia fundadora en 1938 de la Cuarta Internacional y las tradiciones revolucionarias de Marx, Engels, Lenin, Luxemburg y Trotsky.

Los mandos de la Cuarta Internacional fuera de América del Norte fueron aniquilados en gran parte o dispersados durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. La Internacional fue definitivamente destruida políticamente por el revisionismo Pablista en los años SO. Nosotros no somos neutrales en la división que ocurrió entre 1951-53-nosotros estamos del lado del Comité Internacional (CI) contra el Secretariado Internacional Pablista (SI). La lucha el CI tenía fallas profundas tanto en su estructura política y su ejecución. Sin embargo, en el análisis final, el impulso del CI a resistir la disolución del mando trotskista a los partidos stalinistas y socio-democráticos (como fueran propuestas por Pablo) y su defensa de la necesidad de un conciencia del factor histórico, lo hicieron cualitativamente superior a los liquidacionistas del IS.

Dentro del CIO la sección más importante fue la del Socialist Workers Party Americano (SWP). También era la sección más fuerte en la época de la fundación de la Internacional. Se había beneficiado de la directa colaboración de Trotsky y tenía mandos de liderazgo que tenían su origen en los primeros años del Comintern. El colapso político del SWP como organización revolucionaria, señalada por su entusiasmo sobre el Castrismo en los años 60, y culminando en su defección a los Pablistas en 1963, fue un golpe enorme para los trotskistas.

Nosotros somos solidarios con la lucha de la Tendencia Revolucionaria del Swp, que defiende el programa revolucionario contra el objetivismo centrista de la mayoría. Nosotros nos basamos sobre las posiciones trotskistas defendidas y elaboradas por la Liga Espartaquista revolucionaria en los años subsiguientes. Sin embargo, bajo la presión de dos décadas de aislamiento y frustración, el SL ha ido degenerándose cualitativamente en un grupo grotescamente burocrático y un grupo de bandidos políticos, quienes a pesar de tener una capacidad residual a una pose literaria “ortodoxa,” han demostrado un impulso consistente a achicarse bajo presión. La “tendencia internacional espartaquista” hoy no es políticamente superior, en un sentido importante, a cualquiera de las docenas de falsostrotskistas “internacionales” que dicen ser parte de la Cuarta Internacional.

El astillamiento de varios de los pretendientes históricos de la continuidad trotskista, y las dificultades y movimientos hacia la derecha del resto, abren un período fértil para la reevaluación y re-alineamiento entre aquellos que no creen que el camino al socialismo se halla en el Partido Laborista Británico, Solidaridad capitalista/restauracionista de Lech Walesa o el frente popular chileno. Nosotros queremos urgentemente participar en un proceso de reagrupamiento internacional de mandos revolucionarios con una base programática de un trotskismo auténtico, como un paso hacia el renacimiento de la Cuarta Internacional, el Partido Mundial de la Revolución Socialista.

 “Basados en una larga experiencia histórica, se puede escribir como una ley, que los mandos revolucionarios que se rebelan contra su medio ambiente social y organizan partidos que llevan a una revolución, pueden-si la revolución es retrasada-degenerarse ellos mismos bajo la constante influencia y presiones de ese mismo medio ambiente…

 “Pero la misma experiencia histórica también demuestra que también hay excepciones a esta ley. Las excepciones son los marxistas que continúan siendo marxistas, los revolucionarios que son fieles a su bandera. Las ideas básicas del marxismo, la única forma de crear un partido revolucionario, son de aplicación continua y lo han sido así por 100 años. Las ideas del marxismo, que crean partidos revolucionarios, son más fuertes que los partidos que crean, y nunca fallan en sobrevivir su derrumbe. Nunca dejan de encontrar representantes en viejas organizaciones que serán líderes en el trabajo de reconstrucción.

 “Esto son los continuadores de la tradición, los defensores de la doctrina ortodoxa. La tarea de los revolucionarios no corruptos, obligados por circunstancias a trabajar en la reconstrucción de las organizaciones, nunca ha sido proclamada como una nueva revelación nunca han faltado estos mesías, y todos han sido perdidos en el barajamiento sino que el hecho de reinstalar el antiguo programa y ponerlo al día.”

-James P. Cannon, “Los Primeros Diez Años del Comunismo Americano”

El “Malfuncionamento más importante” del Challenger no es un desastre para la clase obrera

El “Malfuncionamento más importante” del Challenger no es un desastre para la clase obrera

Texto traducido del ingles, y que fuera publicado orginariamente en “1917” N°2, verano de 1986.

Copiado de http://www.bolshevik.org

  

El aborto espontáneo de la nave espacial Challenger el 28 de enero fue seguido de un sentimiento de pesar orquestado electrónicamente por el gobierno. Desde el Papa hasta la Reina, y una variedad de ‘líderes mundiales” no vacilaron en transmitir en sus discursos su sentimiento de pena. Hasta el jefe del Kremlin, Mikhail Gorbachev telegrafió a Reagan. “Nosotros compartimos el dolor de la trágica muerte de la tripulación.” Ninguno de estos notables fue lo suficientemente descortés de señalar que en esa ruina se encontraban las huellas de Reagan. Sin embargo la presión de la Casa Blanca de poner en órbita la 25ava misión espacial-a pesar de las terribles condiciones meteorológicas-justo a tiempo para el discurso de Reagan sobre el Estado de la Unión esa noche, fue llanamente la causa del “desastre.” Pero en vez de traer un “mensaje de arriba” esa noche del 28 de enero, las noticias estaban llenas de constantes repeticiones del desastre del Challenger.

Los medios de información hablaron mucho de las “tragedias personales” de las familias de los astronautas Mientras tanto las buenas noticias sobre la fracasada misión fue prácticamente ignorada, aún por la prensa de izquierda. Y las buenas noticias son, que conjuntamente con el objeto tan valioso de la flota de naves espaciales del Departamento de Defensa/NASA,la explosión destruyó la segunda unidad de cuatro proyectadas, de un Sistema Satélite de Rastreo y Retransmisión de Información (TDRSS).

La Fuerza Aérea intentó originalmente darle al TDRSS una fachada civil, pero como se informara en el ejemplar del 8 de noviembre de 1982 de la publicación Semana de la Aviación y Tecnología Espacial (AW&ST), la NASA rápidamente decidió “mover el programa de $2.2 billones a un sistema íntegramente del gobierno, sin ofrecer ningún tipo de servicios de comunicación comerciales.” También añadieron, que el “Departamento de Defensa podría beneficiarse del cambio. llenen planes de utilizar la capacidad del TDRSS de retransmitir de nave a nave para programas militares… La capacidad de retransmisión de la nave TDRSS elimina la necesidad de estaciones satélites de base, permitiendo casi un 100% de continuos contactos de comunicaciones entre vehículos en órbita.” El primer componente de este sistema (TDRS5-A) fue enviado a bordo del Challenger en abril de 1983. La segunda unidad TDRSS, cuyo lanzamiento estaba previsto para agosto de ese año, ha sido retrasado varias veces desde entonces.

En 1952 Charles Wilson, nombrado por el gabinete de Eisenhower, resumió el punto de vista mundial de esa administración con su observación inmortal: “‘lo que es bueno para G.M. es bueno para el país.” Los partidarios de Reagan enmendaron el texto que ahora lee: lo que es bueno para la maquinaria de guerra es bueno para el país. La revista Semana de la Aviación (3 de marzo) informó que el subsecretario de la Fuerza Aérea, Edward AJdrich, “dijo que la destrucción del Challenger fue equivalente a una emergencia nacional.”

En el ejemplar del 10 de febrero se informó que “el lanzamiento de un sistema de retransmisión de información para reemplazar el que fue destruido por el Challenger y hacer operativo el sistema TDRS, es una alta prioridad en todas las opciones manifestadas.” De acuerdo al ejemplar del 17 de marzo, el TDRSS es la prioridad máxima y debe ser incluido en el próximo lanzamiento (planeado para febrero de 1987).

AJdrich testificó delante de un subcomité de Ciencia y Tecnología “que las consecuencias militares de la explosión del 28 de enero…serían ‘relativamente de menor importancia’ si las tres existentes naves pudieran resumir sus vuelos dentro de los próximos seis meses” (New York TImes, 27 de febrero). Pero nadie espera que realmente salgan en ese período de tiempo. De acuerdo con AW&ST (17 de marzo) . Los gerentes e ingenieros de la NASA creen que es poco probable que se reanude el lanzamiento de naves espaciales antes de la mitad de 1987… ninguno de los gerentes pensó que el programa estaría en operación en febrero de 1987.”

Hay muchas cosas que no sabemos sobre el TDRSS imperialista del ‘Big Brother’ (y el resto de las redes de satélite de comunicaciones/ inteligencia), pero es razonable asumir que el “desastre” del 28 de enero representó un contratiempo importante para los militares de los EE.UU. y sus planes de guerra contra la USSR. Yeso es bueno.

La Liga Espartaquista: otra crisis, otro golpe

Para la ex-Trotskista liga Espartaquista (SL), echarse atrás en momentos de una gran “crisis nacional” (es decir, cuando realmente importa) se ha convertido prácticamente en un reflejo, como lo demuestra su reportaje sobre la explosión el 28 de enero. El primer artículo en el Workers Vanguard le presta escasa atención a la destrucción del satélite TDRSS abordo del Challenger y se aventura tímidamente a decir que “puede haber un pequeño beneficio en la muerte de éstas 7 personas, en el sentido que hace burla de Star Wars, en el cual un sistema increíblemente sofisticado debe de funcionar perfectamente sin ser probado.” Esto ignora el hecho de que el TDRSS puede funcionar independientemente de la terminación del resto del aparato de Star Wars. TDRS5-A está funcionando ahora. El tan esperado TDRSS-B estaría funcionando conjuntamente con el anterior “formando un sistema capaz de retransmitir comunicaciones desde la nave a otras naves espaciales durante un 85% de cada órbita terrestre” (AW&ST, 20 de enero), si la misión 51-L hubiera sido exitosa. El hecho de que hubo que rescatarla del fondo del Atlántico, en vez de estar circulando alrededor del globo sobre el centro del Pacífico, debe poder’ “caer como un “pequeño beneficio” para la clase obrera y sus aliados.

Siguiendo el ejemplo de “la cortina de humo” de “interés publico” empleada por los medios de información burgueses, el Workers Vanguard (WV) ofrece voluntariamente:

 “Lo que sentimos por]os astronautas no es más ni menos de ]0 que sentimos por cualquier persona que muere en circunstancias trágicas, como ser los nueve salvadoreños que murieron en un incendio en el sótano de un apartamento en Washington. D.e. dos días atrás.”

Pero por lo que vimos escrito en ]a prensa no puede haber mucha duda que esos “nueve pobres salvadoreños” eran refugiados de la pobreza desesperada (y muy probablemente de los escuadrones de muerte derechistas) de su país. La aseveración del WV de que no siente mas simpatía por esta gente que por unos pocos partidarios de Reagan que murieron en un intento de forjar un lazo más en el esfuerzo del imperialismo americano de lograr ser el primero en su capacidad de ataque contra la Unión Soviética, demuestra que la exTrotskista Uga Espartaquista ya no es capaz de distinguir la línea de clase.

¿Quién estaba a bordo del Challenger?

¿Quiénes “fueron” las victimas a bordo del Challenger? Entre ellas se encontraba prominentemente el teniente coronel de las Fuerzas Armadas Ellison Onizuka, que sin ninguna duda tenía un rol muy importante en el programa Star Wars. Onizuka era un especialista de la misión ultra secreta que fue lanzada en enero de 1985 por el Departamento de Defensa. Él fue identificado por AW&ST como el hombre “a cargo del despliegue del TDRSS” en la misión del 28 de enero. La revista TIme (10 de febrero) identificó al oficial comandante del Challenger, Francis Scobee, un ingeniero aeroespacial y piloto de la Fuerza Aérea que “encontró su verdadero potencial en los cielos… [donde él] voló en las misiones de combate en Viet Nam.”

Otro “héroe” de guerra y “victima” del Challenger fue Michael Smith. De acuerdo a la revista Time, Smith “logró su nombramiento para la Academia Naval de los Estados Unidos en Annapolis,” y “fue un piloto altamente condecorado durante la guerra de Vietnam,” volando 225 misiones de combate. El hombre a cargo de la carga, Gregory Jarvis, “fue reclutado por la Fuerza Aérea en 1969 y se especializó en comunicaciones tácticas de satélite…y fue promovido al rango de capitán.”

Ronald McNair, el único negro a bordo de la nave, “ayudó a desarrollar rayos láser especializados” en el Centro de Tecnología de Massachusetts. El Time cita a un ex-compañero de estudios de McNair, Jesse Jackson, del Partido Demócrata Negro, diciendo que McNair vio su participación en el programa espacial como “la mejor forma de contribuir al sistema que tanto le había dado:” Judith Resnick era un ingeniero electrónico que “había estado a cargo del control remoto del brazo de la nave” en una expedición anterior en 1984. Ella tenía que saber que estaba metida en el programa de Star Wars.

Christa McAuliffe, la maestra de New Hampshire que ganó una competencia entre 10,000 maestros para ser ‘1a primera ciudadana ordinaria en el espacio,” probablemente realmente creyó que “iba a tocar a las estrellas.” Ella si fue una victima. Pero la degenerada SL no hace distinción entre Onizuka, el guerrero del Star (que fue descrito como un japonés-americano budista de Hawai) y la prisionera de relaciones públicas, McAuliffe.

La falsa amalgama de la SL

Para confundir las cosas aún más el W.V. escribe,

“Aquellos que murieron (a bordo del Challenger) fueron las victimas de la campaña de guerra imperialista americana contra la Unión Soviética, como los 200 soldados de infantería de marina muertos en Beirut o los pasajeros de] avión espía KALOO7.”

Lo que tenemos acá es un intento de amalgamar tres situaciones muy diferentes con un poco de “mano política.”

Los pasajeros del KALOO7 fueron víctimas inocentes. No como los “especialistas de la misión” a bordo del Challenger, ellos fueron enviados a su muerte en un viaje de espionaje provocador y deliberado que intentó provocar la red de defensa soviética. A pesar de su posición de defensores de la USSR, cuando realmente importa, la Liga Espartaquista se echó para atrás. El Workers Vanguard (9 de septiembre de 1983) declaró que, si los rusos hubieran sabido que había pasajeros inocentes a bordo, entonces “a pesar del daño militar potencial de una aparente misión de espionaje,” disparar contra el KALOO7 hubiera sido “más que una atrocidad barbárica.” La SL defiende a la Unión Soviética mientras que las cosas no se pongan calientes, pero en medio de un ataque anti-soviético por parte de los medios de comunicación, la posición está sujeta a ajustes. ¡Qué defensismo “incondicional”!

El otro lado de la moneda de tirarse atrás con respecto a la cuestión rusa es el patriotismo social. Los 200 soldados de infantería marina que murieron en el atentado con bombas en Beirut en 1983, eran asesinos imperialistas, estableciendo una cabeza de playa para una presencia militar americana en el Oriente Medio. Los revolucionarios se oponen incondicionalmente a la intervención imperialista en cualquier lugar en el “tercer mundo,” y llaman para la eliminación de gendarmes coloniales, por cualquier medio necesario. No así la Liga Espartaquista, que, luego del atentado a las barracas pidió salvar a los sobrevivientes! Como dijimos en ese entonces:

 “La demolición del cuartel central de la infantería marina fue el golpe más duro al imperialismo americano desde Vietnam. Y a Reagan no le gustó nada. Puede parecer ‘no patriótico’ ser visto aplaudiendo ésta acción. Así que el liderato de la SL, a pesar de todo lo que resoplaron diciendo que iban a estar si llegara el momento, se tiraron atrás y ajustaron el programa de la organización de forma tal de hacerlo más aceptable para la burguesía. Un ‘perfil en cobardía’.”

 –Boletín de la Tendencia Externa del iST, enero de 1984

La SL trató de dar como coartada su rechazo a defender la demolición de las barracas de la infantería en el Líbano, dando como base el hecho de que no habían fuerzas luchando por una “causa justa” en Beirut. Pero el accidente espectacular del 28 de enero demostró que mismo un accidente puede traer como consecuencia un contratiempo para el imperialismo. Esos “revolucionarios” que no pueden enfrentarse a las masas y decirles la verdad sobre tales “tragedias nacionales” demuestran su ideología sub-sirviente al de su propia burguesía.

En lo que concierne a los “millones de americanos” que vieron el malfuncionamiento como “una tragedia que destroza al corazón,” solamente podemos observar que los medios informativos de la masa imperialista son un arma ideológica muy poderosa. Tal vez exponerse a la verdad les enseñara algún día a alguno de ellos, recibir los futuros contratiempos de la maquinaria de guerra imperialista con llamados de “Encore”

“Ustedes no pueden defender a la Unión Soviética con Yuri Andropovs”

Las polémicas 1982-83 con James Robertson de la Liga Espartaquista

“Ustedes no pueden defender a la Unión Soviética con Yuri Andropovs”

  

[Copiado de http://www.bolshevik.org]

13 de diciembre de 1982

Estimados Camaradas de la Liga Espartaquista:

Felicitaciones por su victoria del 27 de noviembre. Adjunto les enviamos un cheque por veinticinco dólares para compensar los gastos que incurrieron durante la exitosa movilización laboral/negra que logró detener al Klan. Esperamos sinceramente que como consecuencia de estos actos ganen muchos nuevos reclutas para el Trotskismo.

Sin embargo estamos un poco perturbados por el hecho de que eligieron nombrar a vuestro contingente de Nueva York el “Batallón Yuri Andropov.” Trotsky rompió finalmente y definitivamente con un Cominterm totalmente burocratizado y reformista, debido a la cobardía, bajeza y perfidia de los Yuri Andropovs de 1933, que permitió a los fascistas tomar poder en Alemania sin disparar un sólo tiro. Estamos seguros que ustedes están de acuerdo que los burócratas soviéticos de 1982 no son más revolucionarios, o están mejor equipados políticamente para librar una lucha contra el fascismo, que sus antepasados de medio siglo atrás. El “Batallón Yuri Andropov” nos parece una designación singularmente inapropiada para un contingente Trotskista en una movilización anti-fascista.

A un nivel general, Andropov y los burócratas que él representa, están en contra de todo por lo cual Trotsky ha luchado. ¿Es necesario que les recordemos que fue uno de los predecesores de Andropov, Stalin, el que asesinó a Trotsky? No es broma transformar la línea de sangre entre el Estalinismo y el Trotskismo en una línea borrosa.

Aunque los motivos en adoptar este nombre como una “mofa faccionaria” solamente son conocidos por ustedes, asumimos que ustedes están tratando de hacer algún tipo de ecuación entre el servilismo de Andropov y el defensismo soviético. Indudablemente la cuestión de la defensa de la USSR está planteada claramente por la campaña de la administración de Reagan hacia una Guerra Mundial III. Sin embargo la defensa exitosa del estado degenerado de trabajadores soviéticos está siendo continuamente minada por la política de Andropov y la casta que él representa. La expansión de la campaña de guerra de Reagan no puede ser combatida exitosamente con falsas “ofensivas de paz” y llamados para nuevas “discusiones sobre la limitación de armas.”

Lo que se ganó en octubre puede ser solamente asegurado de una manera definitiva cuando se expanda al planeta entero. Pero esto puede significar, entre otras cosas, el fin de la posición de privilegio de Andropov y Compañía. Por lo tanto no es casualidad que ellos intenten usar su influencia en la clase obrera internacional como algo con lo cual regatear en un intento vano de aplacar el deseo insaciable imperialista de “eliminar al comunismo.” Uno de los fundamentos del1rotskismo es que la defensa eficaz de la Unión Soviética está ligada de una manera inextricable con la necesidad de una revolución política del proletariado contra Andropov y su casta, y la renovación de la lucha por una revolución mundial. Parafraseando un eslogan popular espartaquista, “Ustedes no pueden defender a la Unión Soviética con Yuri Andropovs.”

Saludos con camaradería,

Miembros de la Tendencia Externa del iSt de Toronto

Correspondencia con Robertson

Miembros de la “Tendencia Externa” de Toronto Casilla de Correo 332, Adelaide Street Station Toronta, Ontario

10 de enero de 1983

Estimados Camaradas:

Gracias por su carta fechada 13 de diciembre de 1982 y por el cheque adjunto por $25 contribuyendo a nuestra exitosa, pero inevitablemente cara manifestación anti-Klan.

En la carta escriben que, “A un nivel general, Andropov y los burócratas que él representa, están en contra de todo por lo cual Trotsky ha luchado.” En la lucha faccionaria de 1952 en el SWP la mayor parte se encontró con que le encajaron “El Estalinismo es contrarrevolucionario por los cuatro costados y en su esencia total” -que es una versión más poética de vuestra posición. Pero Trotsky y los Trotskistas consistentes saben del rol dual de la burocracia soviética ya sea como desorganizadores económicos y sociales y como opresores políticos por un lado, y por otro lado interesados en su propia sobrevivencia a la cabeza de estados deformados de trabajadores, sobre los cuales ellos presiden. Adolf HitIer fue informando sobre este aspecto relacionado con el rol contradictorio.

En 1982 yen la capital del imperialismo americano la “Brigada Yuri AndropoV” no fue tomada por nadie (ni siquiera por ustedes) como un símbolo de una capitulación al imperialismo o a los opresores de los levantamientos del proletariado. ¿Tienen tan poco empatía con el pueblo negro de D.C., amenazados por todos los costados por una policía viciosa, que no son capaces de sentir el júbilo al enterarse de que la Brigada Yuri Andropov estaba por llegar a la ciudad? Es triste y de significancia el hecho de que sea necesario hacerles notar esto. Y ustedes deben de reflexionar sobre su tendencia al defensismo soviético, entre otras cosas.

Tengan la tranquilidad que ni el SL o la burocracia soviética tienen la concepción equivocada en cuanto a la división entre nosotros, sobre todo en lo que se refiere a la cuestión de la revolución política en la Unión Soviética y a través de los estados deformados de trabajadores. Nosotros por nuestra parte, vemos esto como algo inextricablemente ligado a la defensa militar incondicional de la Unión Soviética contra los americanos u otros imperialistas.

Tal vez ustedes entendieron mal nuestra intención. Por cierto Trotsky escribió, y fue verificado por la revolución húngara, que bajo el impacto de una revolución política, la ordinariamente rígida y despótica burocracia estratificada, no siendo una clase socio/económica, atravesará una profunda diferenciación – con algunos, los más corruptos y aburguesados, haciendo causa común con la contrarrevolución capitalista-imperialista; y en el otro extremo algunos haciendo causa común con los trabajadores en la democratización leninista soviética. Es poco probable que Yuri Andropov se encuentre en la cumbre de la burocracia soviética, entre éstos últimos. Pero permítanme asegurarles, camaradas, que es más factible imaginarlo a él en ese rol, que por ejemplo a Andre Sakharov, un partidario político del imperialismo de los EE.UU.

Puede ser iluminante para ustedes el hecho de considerar lo que dijo Trotsky en noviembre de 1935, “‘Referente a las Tácticas de los Trabajadores Americanos Durante la Guerra Japonesa-Soviética”:

“Supongamos que no sabemos donde van a parar las mercancías (de guerra), nosotros debemos confiar en los agentes del SU en América, que deberían de tener información. ya que el SU debería de tener agentes compradores para armamentos de guerra en los EE.UU. Nosotros necesitaríamos un frene unido con la burocracia del SU en este asunto. Si nosotros agitáramos contra la carga de mercaderías de guerra. comprada por el SU en América, tendríamos un frente unido no con los agentes del SU pero con los agentes japoneses, que estarían representados, sin duda alguna, en el movimiento de la clase obrera.” (nuestra énfasis JR´s»

Fraternalmente

J .M. Robertson para el SL/U.S. PB

P.D. 6 de agosto de 1983-Esta carta fue escrita hace varios meses como borrador. La envío ahora como parte de nuestra discusión pre-Conferencia. Lamento el retraso y les agradezco sus puntos de vista y el dinero. ]R.

La Tendencia Externa responde

28 de octubre de 1983

Estimado Camarada Robertson:

Gracias por su amabilidad de enviamos una copia de su respuesta a nuestra carta del 13 de diciembre de 1982. Por favor tenga la seguridad que le hemos dado nuestra consideración más cuidadosa.

Francamente estamos un poco desilusionados con su carta. Usted defiende tan categóricamente (pero muy pobremente) lo que es tan obviamente un error. Tal vez lo que sea un error es que usted siente alguna responsabilidad personal en este asunto. Nosotros simpatizamos con las dificultades inherentes de intentar de

desarrollar una defensa coherente sobre la “Brigada Yuri Andropov'” dentro de la estructura programática del Trotskismo, pero aun así, estamos desilusionados. Esperábamos de alguna manera más de usted.

Usted cita una línea de nuestra carta “A un nivel general, Andropov y los burócratas que él representa, están en contra de todo por lo cual Trotsky ha luchado.” Nosotros hubiéramos pensado que esto era una declaración inobjetable entre Trotskistas. León Trotsky a través de su vida peleó por la revolución proletaria internacional; Stalin fue el “sepulturero” de revoluciones”.

Pero luego de citar la frase arriba mencionada, usted elige no hacer nada con esto. En vez usted intenta substituir una posición que nosotros no tenemos, la cual usted nos asegura, es solamente una “versión más poética” de la misma cosa. Pero no es así Nosotros rechazamos la posición emSnea de la mayoría DobbsCannon SWP en 1952-53, la cual usted nos trata de poner encima (“‘El Estalinismo es contrarrevolucionario por los cuatro costados y en su esencia total”). Nosotros rechazamos adulaciones a Yuri Andropov por la misma razón-porque niega el carácter contradictoriode la burocracia Stalinista y por lo tanto constituye un alejamiento del Trostskismo. Por supuesto, desde su punto de vista, la posición tiene la ventaja de ser considerablemente más fácil de derribar-un atributo que comparte con otros hombres de paja.

Si todo lo que usted busca es una interpretación más lírica de la idea que nosotros tratamos de comunicar, tal vez considere el siguiente pasaje por Trotsky:

“El Estalinismo se originó no como una consecuencia orgánica del Bolchevismo, pero como una negación consumada en la sangre. El proceso de esta negación se ve reflejada muy gráficamente en la historia del Comité Central. El Estalinismo tuvo que exterminar primero políticamente y luego físicamente a los líderes del Bolchevismo, con el fin de convertirse en lo que es ahora: un aparato de los privilegiados, un freno al progreso histórico, una agencia del imperialismo mundial. El Estalinismo y el Bolchevismo son enemigos mortales.”

-“Una Historia Gráfica del Bolchevismo,” 7 de junio de 1939

No meramente “contra,” sino que “enemigos mortales!” Lo escribe de una manera tan agradable. Por supuesto que a pesar de esta apreciación Trotsky permaneció, lo mismo que nosotros, firme defensor soviético. Ambas posiciones son mutuamente exclusivas solamente en la mente de los calumniadores Estalinistas. ¿Por supuesto podríamos estar de acuerdo con que “a un nivel general” Glen Watts y Lane Kirkland están en contra de militantes de la lucha de clases en los gremios? ¿Sin embargo no es fácil imaginar situaciones en donde ambos nos encontráramos en un bloque militar con estos parásitos traicioneros? Es lo mismo.

Por supuesto que la burocracia soviética tiene una naturaleza dual. Pero su respuesta esquiva el punto clave que hacemos en nuestra carta original:”Ustedes no pueden defender a la Unión Soviética con Yuri Andropovs.” Ustedes dice que reconoce la “inextricable” conexión entre la defensa militar y la revolución política en la Unión Soviética. Pero aquellos que adulan a los herederos de Stalin actúan con el fin de minar la defensa de la Unión Soviética. Permítanos referimos una vez más al camarada Trotsky:

 “…Yo considero que la principal fuente de peligro en la USSR en la presente situación internacional es Stalin y la oligarquía encabezada por él. Una lucha abierta contra él, a la vista de la opinión pública mundial, está inseparablemente conectada para mi con la la defensa de la USSR.”

 -“Stalin Después de la Experiencia Finlandesa.,” 13 de marzo de 1940

Por supuesto, uno no puede descartar en teoría la posibilidad que usted plantea de que un Stalin o un Andropov puedan hacer causa común con el proletariado sublevado durante el transcurso de una revolución política. (Nosotros nos imaginamos que tal desarrollo es bastante menos probable que la perspectiva que usted declare por la Tendencia Externa). Evidentemente, elementos abiertamente pro-imperialistas, como Sakharov, apoyarán aún menos que Andropov, a los trabajadores. ¿Y que? La necesidad de “una lucha abierta contra” los oligarcas no es obvia da por eso.

¿En lo que concierne al júbilo hipotético experimentado por los negros en DC al oir de la llegada de la Brigada Yuri Andropov, hubieran estado menos felices si las Brigadas fueran ]ohn Brown, Frederick Douglass o León Trotsky? En realidad tenemos nuestras dudas si es que el “pueblo negro de DC”, realmente oyó hablar alguna vez de la Brigada Yuri Andropov. ¿Cómo pudieron enterarse–si no se encontraban entre los que endosaron la manifestación. Si alguno de la población negra de Washington sí se sintió jubiloso de escuchar ese nombre sobre un bus de Nueva York, ¡imagínese su placer si la Brigada Yuri Andropov se hubiera aventurado un poco mas allá de su escondite y marchara por la Avenida Pennsylvania en frente de la Casa Blanca levantando en alto retratos de su homónimo! Pero por supuesto que para hacer eso, la “semi-chistosa” semi-negación tendría que ser descartada y usted ya no sería el líder de una organización Trotskista.

Nosotros solamente nos podemos imaginar que la “iluminación” que nos tira para nuestro lado con respecto al frente unido con el Kremlin para el defensismo soviético, tiene como intención distraer la atención de los lectores poco sofisticados de su boletín interno. (Para ser absolutamente claros, déjenos asegurarle que estamos totalmente de acuerdo con el punto que Trotsky hace en el punto que usted cita.) ¿O es que usted está tal vez tratando de sugerir que desfilar por Washington como la “Brigada Yuri Andropov” podría constituir de alguna manera un bloque militar con el Kremlin por la defensa de la USSR? ¿Si es eso lo que quiere decir porque no lo dice de frente?

Fue un error llamarse la “Brigada Yuri Andropov.” Toda su experiencia política considerable como asimismo los talentos de los capaces y devotos Marxistas quienes producen WV no pueden cambiar eso. Si les aconsejáramos algo seria lo siguiente: no traten de defender lo que no se puede defender, solamente puede producir malos resultados.

Durante varias décadas usted jugó un papel crítico en conservar, defender y desarrollar el programa Trotskista. Pero no por eso usted adquirió sus derechos propietarios. La adulación de un burócrata Estalinista, no puede ser justificada con fidelidad al Trostskismo en general o al defensismo soviético en particular. Nosotros dudamos que usted lo hubiera intentado ni siquiera hace diez años.

El hecho de que usted tenga que prenderse a este error, en efecto el hecho de que pueda ocurrir en primer lugar, es evidencia que el liderato del SL/US, con usted a la cabeza, está perdiendo su orientación política. Esto puede ser únicamente la reflexión de la atrofia de la confianza en la posibilidad de crear un partido Bolchevique en masa, capaz de dirigir la toma de poder por la clase obrera.

Hay una relación necesaria y recíproca entre la pérdida del avance de los comunistas y. la destrucción de la democracia interna en una organización revolucionaria. Para una tendencia Bolchevique, especialmente un pequeño grupo de propaganda en condiciones de una democracia burguesa, una vida interna vigorosa y democrática no es una opción deseable sino que es una necesidad vital si es que la organización puede responder efectivamente a los desarrollos cambiantes de la lucha de clase. Desgraciadamente el SL/iSt ya no es una organización que tiene una vida interna saludable-un desarrollo del cual usted más que ningún otro es individuo es responsable.

Saludos Bolcheviques,

La Tendencia Externa del iSt.

Las elecciones dominicanas en la hora de El Salvador

Apoyo crítico a Unidad Socialista

Las elecciones dominicanas en la hora de El Salvador

Traducido de Workers Vanguard no. 306, 28 de mayo de 1982. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 14 (1984).

La elección de Salvador Jorge Blanco como presidente de la República Dominicana en la votación del 16 de mayo [de 1982] fue aclamada por los medios informativos estadounidenses como una “victoria para la democracia” en el Caribe. Saludando la concurrencia de “votantes alegres” que esperaban ante las urnas en largas colas, los comentaristas vinculaban los comicios dominicanos con el reciente show electoral montado por la junta militar salvadoreña respaldada por los EE.UU. Pero mientras que el voto en El Salvador puso al cabecilla de los escuadrones de la muerte D’Aubuisson a la cabeza de una “asamblea constituyente” fraudulenta, en este caso el victorioso Partido Revolucionario Dominicano (PRD) está afiliado a la Segunda Internacional socialdemócrata y Jorge Blanco, el próximo presidente es considerado (con bastante exageración) un “izquierdista moderado”.

Pero lo más notable en las elecciones dominicanas fue precisamente lo que no ocurrió. No hubo golpe. Hace cuatro años, cuando el candidato del PRD, Antonio Guzmán, ganó las presidenciales, el ejército se movilizó a las cuatro de la mañana a apoderarse de las urnas. Sólo un telefonazo del presidente norteamericano Jimmy Carter, ansioso por apuntalar su imagen de promotor de los “derechos humanos”, impidió que los militares se instalaran en el poder. En esta ocasión las tropas permanecieron en sus cuarteles. ¿Significa esto que el país ha “entrado definitivamente a la era de la libertad,” como dijo el dirigente perredeísta José Peña Gómez? ¿Acaso está dando resultado la tan cacareada iniciativa para la Cuenca del Caribe de Ronald Reagan, con la cual se propone atajar la revolución por medio de un “mini” Plan Marshall? Nada más erróneo.

Para los planes de guerra fría del imperialismo EE.UU., el que uno u otro político burgués anticomunista ocupe la silla presidencial de su protectorado dominicano no reviste importancia capital mientras se mantengan controladas a las masas. (Aún tienen en la memoria el alzamiento de abril de 1965 cuando necesitaron 42.000 marines norteamericanos para reimponer el orden y ahuyentar el fantasma de la revolución social.) Naturalmente que para algunos de los belicosos dementes en Washington, la perspectiva de una junta militar “autoritaria” a sólo unos cuantos kilómetros de Cuba era tentadora. Además, como escribió un columnista en Washington, el candidato del PRD tiene “varios partidarios con ‘pasados problemáticos’.” Por otra parte, a Jorge Blanco se le consideró “carente de las inclinaciones marxistas-leninistas que son fatales para cualquier extranjero en busca del favor de Reagan” (Washington Post, 11 de mayo de 1982).

Pero ante todo el gobierno norteamericano se encuentra por el momento demasiado atareado. Después del trabajo que le costó embellecer las “elecciones” salvadoreñas, éstas resultaron en la victoria del “Mayor Soplete” D’Aubuisson, quien ahora tienen que hacer aceptar por el Congreso estadounidense. Luego vino el “golpe por inspiración divina” [de Ríos Montt] en Guatemala: ante un fallido fraude electoral, optaron por un movimiento de “oficiales jóvenes” de las fuerzas armadas que inadvertidamente colocó a un estrafalario cristiano “renacido” como jefe de la junta militar. Y ahora la absurda y ridícula guerra por las Malvinas/Falklands, que ya le ha costado a Reagan la pérdida de su aliado anticomunista argentino, ha venido a dificultar los planes de Washington para una invasión contra la Nicaragua sandinista. Lo que menos necesitaba el Pentágono era una aventura militar innecesaria y posiblemente costosa en el Caribe. Sobre todo dado que en todas las cuestiones importantes, a nivel nacional e internacional, la política del PRD —como la mayoría de los comestibles en un colmado dominicano— es “made in U.S.A.”.

Hoy no hay golpe

Aun así, la amenaza de una intervención del ejército fue lo que dominó la campaña. En Santo Domingo la interrogante es siempre qué es lo que traman los generales y el Pentágono. El New York Times (21 de mayo de 1982) publicó un editorial sobre una “Nueva rutina dominicana”, señalando: “Antes de que Trujillo tomara el poder en 1930, Santo Domingo tuvo 123 jefes de gobierno; salvo cuatro, todos los jefes políticos después de la colonia fueron militares. Ningún presidente dejó su cargo por voluntad propia.” (El redactor omitió mencionar que fueron los EE.UU. quienes colocaron a Trujillo a la cabeza del ejército durante los ocho años que ocuparon la isla; que “El Benefactor” gobernó por tres décadas con respaldo norteamericano antes de que “el chivo” fuera asesinado en una operación fraguada por la CIA.) Como indicio de la creciente “cultura democrática” (¿de quién?) en la República Dominicana, el Times señala al golpe en cierne de 1978 que Carter “acomedidamente” desalentó y concluye: “En esta ocasión ni siquiera existió amenaza de golpe.”

Guzmán, el actual presidente perredeísta, declara que el principal logro de su régimen ha sido la “profesionalización de las fuerzas armadas”. Más durante meses esta oficialidad “profesional” ha estado amenazando con intervenir. En febrero [de 1982] una carta de uno de los integrantes del comando conjunto de las FF.AA. al ministro de defensa, divulgada extraoficialmente, acusaba al dirigente del PRD Peña Gómez de planear una revuelta armada si su partido no ganaba las elecciones. Poco después se arrestó a decenas de izquierdistas por pintar murales en las paredes, mientras el jefe de la Policía Nacional amenazaba con perseguir a los “vándalos dentro del PRD que andan causando desórdenes” (ver “Hands Off Dominican Leftists!” Workers Vanguard No. 301, 19 de marzo de 1982). Luego el 2 de abril, el columnista de Washington Jack Anderson reveló en la cadena de televisión ABC que se estaban despachando envíos de armas norteamericanas al ejército dominicano, supuestamente “para asegurar que las elecciones del 16 de mayo se realicen sin contratiempos.”

De hecho, informó Anderson, el General Lachapelle, jefe del estado mayor dominicano, consideraba al favorito en las elecciones, Jorge Blanco, un “comunista”, y “la gente de Lachapelle admite abiertamente que el general utilizará su armamento norteamericano para adueñarse del poder” e impedir un triunfo del PRD. La credibilidad del informe adquirió realce cuando el jefe del ejército hizo publicar comunicados de prensa en páginas enteras en todos los periódicos importantes para negar oficialmente que el ejército estuviera fraguando un golpe esa semana. Aparentemente esto no fue suficientemente convincente, por lo que dos semanas más tarde se publicó un segundo comunicado, esta vez refrendado con las firmas de los jefes de las cuatro ramas de las FF.AA., negando toda intención de “subvertir el orden constitucional”. El Gral. Lachapelle, mientras tanto, confirmaba en una entrevista de prensa (El Sol, 8 de abril de 1982) que las armas habían sido solicitadas, pero protestaba:

“He dicho siempre a los oficiales y alistados que el gobierno democrático que surja con el voto popular el Ejército lo apoyará. Ahora… si surge un gobierno que desee la destrucción de las Fuerzas Armadas, entonces tenemos derecho a la legítima defensa; los institutos armados estarán de frente a ese gobierno porque hay lo que se llama un instinto de conservación, es natural.”

En un informe posterior Anderson explicó qué es lo que al ejército dominicano le parece tan natural. Citaba una carta a Reagan de dos representantes de Lachapelle en Washington en la que afirman que tienen “pleno conocimiento, y poseen evidencia de infiltración comunista y armas que llegan por Haití [¡!] con el patrocinio de Cuba y la Unión Soviética.” La misiva solicitaba armamento suficiente “para equipar una brigada de infantería ligera antes de las elecciones de mayo.” En respuesta un “pequeño arsenal”, que incluía 1.200 rifles automáticos M-16, dos helicópteros de carga, tres aviones de ataque A-37 Bravo, un barco patrulla PTF-23 y piezas de repuesto, fue inmediatamente embarcado hacia la República Dominicana (El Sol, 23 de abril de 1982).

Pero el 16-17 de mayo no hubo movimientos de tropa. ¿Qué sucedió? Evidentemente Washington consideró sus posibilidades y dio órdenes de parar. A fines de abril el embajador norteamericano Robert Yost declaró que la posición de Washington en las elecciones dominicanas era “neutral”. Y el candidato del PRD jugó su rol, acentuando durante los últimos días previos a los comicios que fortalecería los vínculos económicos y políticos con los EE.UU., daría menos importancia a las relaciones con los países del bloque soviético, y no tocaría a la jerarquía ni al personal del cuerpo de oficiales. De tal modo que al final los poderes dominantes acataron la decisión: tan pronto concluida la votación, el ganador recibió las felicitaciones de la asociación de comerciantes, la Gulf & Western, Ronald Reagan y el comando conjunto dominicano, (recordándole que no intentara tocar al ejército).

La “semidemocracia” del gobierno del PRD

Jorge Blanco hizo campaña como representante de una “nueva generación” en contra de dos caudillos decrépitos. Sus principales adversarios eran el veterano Joaquín Balaguer, de 75 años y casi ciego, que fue el último presidente títere del dictador Rafael Trujillo; y su rival perenne, el chocho profesor Juan Bosch, cuyo momento de gloria fueron sus siete meses de reinado en que sirvió de testaferro de la “Alianza para el Progreso” de John Kennedy en 1963. En la retórica política dominicana, el PRD populista/liberal del acaudalado ranchero Guzmán y del abogado de la Shell Oil Jorge Blanco se autodenomina “revolucionario”. Los neotrujillistas de Balaguer constituyen el Partido “Reformista” (PR), y el populista burgués Juan Bosch, cuyo vehículo es el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), se proclama marxista a la vez que se alía con Balaguer.

En 1978 el partido capitalista liberal, el PRD, llegó al poder con la consigna de “cambio”. Después de 12 años del gobierno semibonapartista de Balaguer con sus elecciones fraudulentas y violentas medidas represivas, gran parte de los cinco y medio millones de gente que constituyen la población del país deseaban un cambio. Aunque sólo fuera para poner alto a las matanzas: durante el balaguerato, la policía, el ejército y las bandas paramilitares asesinaron a unos 1.200 jóvenes e izquierdistas.

No obstante su timidez, el populismo del PRO logró despertar esperanzas entre las masas. Esto se reflejó en varias luchas que alcanzaron su punto decisivo a mediados de 1979. El gobierno de Guzmán había decretado la “austeridad” y una “tregua” laboral unilateral por parte de los trabajadores. Y cuando los obreros del gran complejo industrial Falconbridge se declararon en huelga en abril, el gobierno envió al ejército contra el sindicato. Ese verano, cuando un aumento en el precio de la gasolina detonó una combativa huelga del transporte público en Santo Domingo, el régimen del PRD dio rienda suelta a la policía y a una pandilla de matones, la llamada Banda Blanca, para que la rompieran y envió tropas a ocupar los barrios obreros. El saldo: siete muertos, 20 heridos y 700 encarcelados. En otra huelga de los transportistas en 1980 hubo cinco muertos como resultado de la represión gubernamental. Bajo el PRD, como bajo Balaguer, toda lucha social seria ha conducido a situaciones semiinsurreccionales.

A nivel internacional también el “cambio” introducido por el régimen de Guzmán fue puramente superficial. A pesar de que el PRD populista/liberal se afilió a la Segunda Internacional (la IS) hace algunos años, su objetivo fundamental sigue siendo administrar su pequeño estado insular como vasallo leal del imperialismo norteamericano. Se ofrecen gustosos como anfitriones de “reuniones cumbres” socialdemócratas caribeñas en Santo Domingo e invitan a dirigentes de la IS como Mario Soares de Portugal y Carlos Andrés Pérez de Venezuela a que actúen como observadores (léase “rehenes”) cuando temen un golpe militar. Pero sobre la cuestión de Afganistán, Guzmán respaldó el boicot de Carter de las Olimpíadas de Moscú. Sobre El Salvador, la República Dominicana se unió a otros ocho aliados de Reagan en Latinoamérica —incluyendo a las juntas chilena y argentina— para condenar el comunicado franco-mexicano (reconociendo al FDR/FMLN) como una “injerencia” en los asuntos internos de otro país. Y el PRD se ha negado reiteradamente a dar reconocimiento diplomático a la Cuba de Castro. En todas las cuestiones fundamentales bailan al son de Washington.

Apoyo crítico al PCD

Aquellos sectores de las masas dominicanas que sí rompieron con el PRD buscando una alternativa de lucha se orientaron en gran medida hacia la figura de Juan Bosch, recordado aún como símbolo de 1965. Los mítines electorales de Bosch atrajeron a muchedumbres volátiles de los tugurios de Santo Domingo. Contrariamente a su reputación, el “líder máximo” del PLD no es un hombre de izquierda sino un caudillo populista que ha girado desenfrenadamente de uno a otro extremo del espectro político burgués.

En la reciente campaña el único punto de “izquierda” definible en el inexistente programa de Bosch fue un llamado a que se nacionalicen las tierras de la Gulf & Western (mas no sus lucrativas empresas fabriles y turísticas). Conforme se acercaba el día de las elecciones, Bosch ponía en claro su oposición a toda clase de sublevación popular, declarando que la revolución socialista no sería posible “por muchos años” y que si ganaba el poder no gobernaría con izquierdistas y que más probablemente lo haría con algunos derechistas. Aunque Bosch obtuvo el apoyo de muchos izquierdistas de antaño, la “alternativa” que ofrecía estaba firmemente encajada dentro de los estrechos límites del capitalismo atrasado dominicano sujeto al dominio imperialista norteamericano.

También participaban en los comicios de mayo dos listas electorales de izquierda, Izquierda Unida y Unidad Socialista. Izquierda Unida es un bloque de diez grupos de “extrema izquierda”, herederos de la izquierda guerrillera maoísta/guevarista de los años 60. En su plataforma electoral la IU convocaba a la formación de un “gobierno democrático, popular y revolucionario”. Pero mientras instaba a los obreros a no votar por los partidos que representaban a los capitalistas, Izquierda Unida admite haber realizado “muchos esfuerzos” por acercarse al PLD del populista burgués Bosch para participar en una lista conjunta (Unidad Marxista Leninista, 11 de marzo de 1982). De tal manera que IU era explícitamente frentepopulista, es decir, intentó establecer una alianza de “frente popular” (como en España durante la guerra civil de los años 30 o Chile bajo el régimen de Allende) con los llamados “sectores progresistas” de la clase explotadora.

En contraste con los frentepopulistas de IU, la lista de Unidad Socialista encabezada por el Partido Comunista Dominicano (PCD) llama por un “programa socialista y anticapitalista”. En su plataforma electoral dicen que: “Como somos un país capitalista, y el proletariado es la clase explotada fundamental, hoy no puede haber en República Dominicana otra revolución que no sea socialista.” Aliado con otras dos agrupaciones pequeñas, el Movimiento por el Socialismo (MPS) y el Movimiento por la Unidad Socialista (MUS), proclaman que “el socialismo es tarea de hoy”. Critica el programa “democrático” de los maoístas por abrirle “un espacio a la llamada revolución nacional democrática del PRD”. Esto representa un giro inusitado y altamente episódico para un partido reformista estalinista pro Moscú.

Evidentemente la demagogia populista del PRD ha obligado al PC dominicano a adoptar una postura de izquierda rechazando “los esquemas de alianzas con la socialdemocracia que podrían ser válidos para otras situaciones” (Narciso Isa Conde, “Comunismo vs. Socialdemocracia”, 1981). Yendo aún más lejos, el PCD ahora rechaza incluso el tradicional esquema estalinista de la revolución “por etapas” para la República Dominicana. Y no tan sólo allí. En una conferencia sobre las “Características Generales y Particulares de los Procesos Revolucionarios en América Latina y el Caribe” que se celebró recientemente en La Habana, el delegado del PCD declaró:

“De manera que no se puede establecer una separación forzada entre una revolución denominada democrática y antiimperialista y otra socialista, ya que en la América Latina de hoy esas medidas están estrechamente vinculadas, forman parte de un solo torrente revolucionario, cuyo norte final es el establecimiento del socialismo a nivel mundial.”

Hablan los Comunistas, 6-13 de mayo de 1982

Esto tiene consecuencias sobre una serie de cuestiones, tales como las luchas en Centroamérica, donde el dirigente del PCD Narciso Isa Conde condena a los socialdemócratas que enfatizan “salidas negociadas”.

Conforme el imperialismo norteamericano ha subido la presión de su campaña de guerra antisoviética, esto ha intensificado dramáticamente la crisis del estalinismo mundial, una crisis que se ha hecho sentir agudamente dentro del Partido Comunista Dominicano. Así, el PCD protestó en 1968 contra la intervención de las tropas del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia, y durante años fue conocido como un partido semieurocomunista. Pero en 1980 ante la ofensiva antisoviética de los “derechos humanos” de James Carter, el PCD se pronunció por la intervención rusa en Afganistán. Más recientemente el PC dominicano ha entrado en una profunda crisis a raíz de los sucesos en Polonia. El pasado diciembre [de 1981] tres miembros destacados del PCD dimitieron del partido con una declaración “No a la intervención soviética en Polonia”. La posición oficial del partido rehusaba criticar las medidas represivas de Jaruzelski contra Solidarnosc, agregando a la vez que “ni la prolongación del uso de la fuerza” ni un “desenlace violento y trágico de esa crisis conducen a soluciones favorables a la causa del pueblo y del socialismo polacos” (Hablan los Comunistas, 17-24 de diciembre de 1981).

Juzgando desde lejos, la lista encabezada por el Partido Comunista Dominicano parece ofrecer al menos una oposición rudimentaria y coyuntural al populismo burgués y al frentepopulismo, y por lo tanto los luchadores por la causa proletaria pudieron dar un apoyo crítico a los candidatos de Unidad Socialista en las elecciones del 16 de mayo. Al mismo tiempo, los revolucionarios comunistas auténticos deben denunciar las peligrosas contradicciones del programa del PCD/US. Con relación a EI Salvador y para diferenciarse de Peña Gómez, el dirigente del PCD Isa Conde puede criticar la predilección de los socialdemócratas por las “salidas negociadas” con el imperialismo y la oligarquía. Pero en la República Dominicana, ¿qué? Durante el alzamiento de 1965 el Partido Comunista (entonces el PSP) fue el único grupo de izquierda que junto con el PRD se sometió a las “negociaciones” dictadas por la presencia de 42.000 marines estadounidenses. Los elementos combativos del PCD deben confrontar sin escaramuzas el papel contrarrevolucionario desempeñado por su partido en esos acontecimientos críticos, porque lo que está en juego es el futuro de la revolución dominicana.

La propaganda “socialista” de la campaña del PCD/Unidad Socialista es ante todo electorera; recuerda la vieja línea kautskyana del programa mínimo y programa máximo de la socialdemocracia. El PCD habla de socialismo, pero, ¿dónde está su intervención en luchas de importancia vital (como las huelgas de 1979-80) con el propósito de convertirlas en una amplia ofensiva obrera contra las multinacionales, el ejército y el gobierno del PRD? Aunque denuncia las varias amenazas golpistas, el PCD no insta a las masas a movilizarse para defenderse contra la reacción armada; en su lugar pide la depuración de unos cuantos “ultras” del cuerpo de oficiales que es virulenta y necesariamente anticomunista. Tales llamamientos son tan traicioneros como las prédicas de Allende de confianza en los oficiales “constitucionalistas” en Chile antes del desenlace sangriento de septiembre de 1973.

Este electoralismo también se refleja en el llamado del PCD/US a quienes “por alguna razón crean que deben votar por los candidatos presidenciales de las opciones políticas que se mueven dentro del sistema” a depositar un voto fraccionado a favor de los candidatos a diputados y locales de Unidad Socialista. De tal suerte que mientras se hacía campaña contra los populistas del PRD y PLD, y se denunciaban los coqueteos de Izquierda Unida a la burguesía “democrática”, aquí le abren las puertas al colaboracionismo de clases… ¡para ganarse unos cuantos votos más para concejales municipales!

¡Por una federación socialista del Caribe!

Salvador Jorge Blanco ha sido elegido presidente de la República Dominicana; el PRD sigue en el gobierno con el consentimiento del estado mayor dominicano y del Departamento de Estado norteamericano porque se presta voluntariamente como instrumento del dominio burgués e imperialista. ¿Y qué obtienen a cambio de su lealtad? Ronald Reagan presentó su respuesta al comunismo del sur del Río Bravo con su Iniciativa para la Cuenca del Caribe, recordando la “Esfera de Coprosperidad” de Japón en Asia Oriental durante los años 30, según la cual todos estos miniestados serán vinculados al mercado norteamericano a través de preferencias arancelarias. Bajo este plan la República Dominicana recibiría 40 millones de dólares en ayuda estadounidense mientras que el déficit de su balanza comercial (debido al alto precio del petróleo y el bajo precio del azúcar) es de 400 millones de dólares anuales.

Además, poco antes de las votaciones del 16 de mayo, Washington dio un paso que expresa claramente cuál es la relación de estos diminutos estados avasallados con el imperialismo norteamericano, imponiendo nuevas cuotas a la importación de azúcar. La República Dominicana se enfrenta así a la pérdida de más de la mitad de sus exportaciones. También, desde mediados de los 70 el precio del azúcar en el mercado mundial ha caído de 64 a 9 centavos de dólar la libra. Este deterioro en los términos del intercambio comercial, expresión directa del dominio imperialista, ha tenido un efecto desastroso en la economía dominicana. Tan es así que el otoño pasado durante una visita del vicepresidente norteamericano Bush al país, el presidente de la Cámara de Diputados dominicana le ofreció la siguiente comparación: Cuba vende azúcar a los soviéticos a un precio constante de 40 centavos de dólar la libra y compra petróleo a la URSS a 12 dólares el barril; la República Dominicana vende azúcar a los EE.UU. a 12 centavos de dólar la libra y compra petróleo en el mercado mundial a 35 dólares el barril. O sea que si fueran un satélite soviético, ¡los dominicanos estarían en mejores condiciones!

Pero por supuesto que la conservadora burocracia estalinista del Kremlin no está interesada en tener más satélites en el Caribe. Cuba les resulta lo suficientemente cara, y junto con Castro no se cansan de repetir a los sandinistas que hagan cuanto puedan por mantenerse dentro de la zona dólar (en otras palabras, no tocar a los capitalistas). El único modo de romper las cadenas del imperialismo, el cual condena a las masas caribeñas a un futuro de miseria aniquiladora, es a través de la revolución socialista internacional. Y si en la Rusia de Stalin el dogma del “socialismo en un solo país” fue un mito para justificar políticas antiinternacionalistas, el “socialismo en media isla” es un absurdo patente. La revolución obrera en la República Dominicana debe también proponerse la tarea de liberar a las masas haitianas del yugo de la dictadura títere de Washington que las oprime. Y particularmente, dado el número de dominicanos que viven en EE.UU. (más de medio millón en la sola ciudad de Nueva York), la revolución dominicana se desarrollará en estrecha unión con la revolución norteamericana. A través de la lucha por la revolución socialista y la emancipación nacional de colonias como Puerto Rico y neocolonias como Jamaica, y por la revolución política para reemplazar a la burocracia estrechamente nacionalista en Cuba, debe apuntar hacia el establecimiento de una federación soviética del Caribe como parte integrante de unos Estados Unidos Socialistas de América Latina.

¡Por acción obrera contra la migra!

¡Alto a las deportaciones racistas de Reagan!

¡Por acción obrera contra la migra!

Traducido de Workers Vanguard No. 305, 14 de mayo de 1982. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 12, febrero de 1983.

Aproximadamente 6.000 trabajadores extranjeros fueron apresados la semana pasada durante una muy publicitada redada del Servicio de la Inmigración y Naturalización (INS) estadounidense en barrios latinos, fábricas y talleres en todo el país. Los detenidos, 87 por ciento de ellos de origen mexicano, fueron llevados en manada por agentes de la Policía Fronteriza (Border Patrol) y el INS a corrales especiales de detención donde no se les permitía comunicarse con abogados ni familiares ni nadie. Por medio de la intimidación se obligó a muchos a firmar declaraciones de “salida voluntaria”, y centenares fueron echados inmediatamente en autobuses y llevados al otro lado de la frontera. La campaña de detenciones masivas, que duró una semana, fue parte integrante de la racista y anticomunista política de inmigración de la administración Reagan para “resguardar las fronteras de los EE.UU.” Bajo la denominación grotesca de “Operación Empleos”, fue un claro intento de hacer de los “forasteros ilegales” el chivo expiatorio por el enorme aumento del desempleo ― a la fecha 12,5 por ciento (unos 13 millones), la tasa más alta desde antes de la Segunda Guerra Mundial.

Las redadas racistas de Reagan constituyeron un ataque contra la totalidad del movimiento obrero y era obligación imperiosa de los trabajadores protestar urgentemente este atropello. La Spartacist League (SL) llevó a cabo manifestaciones en San Francisco y Los Angeles el 27 de abril ―al día siguiente de iniciada la abatida― y en Nueva York el 30 de abril para exigir: “¡Alto a las redadas del INS! ¡Alto a las deportaciones! ¡Plenos derechos ciudadanos para todos los trabajadores extranjeros y sus familias! ¡Asilo para los refugiados del terror de la junta salvadoreña!” En San Francisco los voceros espartaquistas hicieron referencia al peligro que en particular se enfrentan los salvadoreños detenidos: para ellos la deportación significará sin duda alguna la tortura y la muerte. En Nueva York las protestas se enfocaron sobre la situación desesperada de los refugiados haitianos internados en los campos de concentración de Ronald Reagan para los negros “ilegales”.

Además de alentar la xenofobia, otro propósito principal de las redadas era intimidar a los obreros indocumentados. En Los Angeles, mientras “la migra” caía en los lugares de trabajo muy de mañana, la numerosa población hispana no salía a la calle. Desde días antes, los rumores reportados en la televisión mexicana sobre la inminente abatida habían convertido al centro de Los Angeles en una ciudad abandonada. Las ventas en los grandes almacenes a lo largo de la Broadway, una avenida normalmente muy animada, se redujeron en un 40 a 80 por ciento. El nivel de ausentismo en las fábricas era tan alto que muchos fabricantes se vieron obligados a reducir e incluso parar la producción. El propietario de una cadena de teatros donde se exhiben películas en español informó que sus taquillas registraban una baja del 70 por ciento en la venta de entradas. Lo único que lograron las redadas fue “apresar gente de piel morena… e infundir miedo y dolor a toda la comunidad hispana” (Los Angeles Times, 5 de mayo). Un incidente ocurrido el sábado fue un indicio del terror que reinaba en Los Angeles, donde según datos oficiales un 27 por ciento de la población es procedente de otros países. Un grupo de maoístas tenía planeado desfilar por la Broadway en ocasión del 10 de mayo y la policía de Los Angeles cayó sobre ellos. La gente que andaba de compras, creyendo que la imponente presencia policial era una redada de la migra, de repente se esparció a los cuatro vientos. Un tendero comentó: “No lo podía creer. Algunos de ellos [los clientes] abandonaron simplemente sus paquetes de compras sobre mi mostrador y desaparecieron. Las madres dijeron ‘vengan niños’ y se los llevaban de la mano.”

¿Quién más haría este trabajo?

Todo el guión de la “Operación Empleos” fue elaborado para tener impacto político, supuestamente enfocándose sobre “trabajos de alta remuneración”, como programadores de computadoras, que “deberían pertenecer a los ciudadanos”. Pero resulta que no encontraron ninguno. Al final el INS informó que el salario promedio de los detenidos era de 4,75 dólares por hora. De modo que se abatió sobre la gente de siempre ―conductores de taxis “piratas” en Nueva York, limpiadores de pescado en bodegones del Medio Oeste, cocedores de calzado en los talleres de Los Angeles. En Chicago la lista de “oportunidades de trabajo” creadas como resultado de las redadas fue pasada a laOperación PUSH, organización de fomento del “capitalismo negro” del Rev. Jesse Jackson. Un comerciante en frutas y legumbres del Bronx que acusó a los agentes del INS de haber llegado “como la Gestapo”, informó pocos días más tarde que las “vacantes” habían sido llenadas por otros ilegales. “¿Quién más querría hacer este trabajo?” preguntó, señalando a los trabajadores que levantaban pesados bultos de papas y seleccionaban frutas y legumbres. “Nadie más, sólo esta gente.”

Los aproximadamente seis millones de trabajadores extranjeros indocumentados que hay en este país en la actualidad, están aquí porque el capitalismo norteamericano necesita de mano de obra barata, no sindicalizada y sin derechos legales, sometida a una sobreexplotación para mantener “competitivas” (léase rentables) a ciertas industrias. Durante los períodos de auge (“boom”) de la economía los patrones están complacidos de tenerlos para los trabajos agobiantes en el agro y de poder hacerlos sudar a cambio del salario mínimo (o por menos) para los capitalistas cucarachas de industrias en decadencia. El sufrimiento brutal e inhumano al que son sometidos los trabajadores agrícolas migrantes mexicanos y haitianos se dio a conocer en recientes procesos judiciales a “contratistas de mano de obra” en el Sur acusados de secuestro, servidumbre involuntaria, peonaje y esclavización. Pero cuando llega el “crac” del ciclo económico, la represión gubernamental a los trabajadores indocumentados sirve como una válvula de escape para el desasosiego potencialmente explosivo creado por el desempleo masivo. El año pasado el INS deportó, solamente a México, a 850.000 “ilegales”.

Con todo su histerismo por “cerrar las fronteras de los EE.U.U.” al comunismo “mojado” tratando de cruzar el Río Bravo, Ronald Reagan, vinculado desde hace mucho tiempo al capitalismo agrícola de California, está sobre todo interesado en controlar el flujo de trabajadores extranjeros. El proyecto de ley de inmigración que Reagan ha enviado al Congreso hace referencia a “trabajadores huéspedes” al estilo de los Gastarbeiter de Alemania Occidental. Lo que quiere la actual administración es el restablecimiento del programa bracero de a principios de los años 50, en el que la mano de obra de peones era suministrada por el gobierno mexicano. (Así se les puede confinar a barracas en el campo lejos de las ciudades donde podrían “causar problemas” y hacer uso de servicios sociales.) Pero con la recesión que siguió al fin de la guerra de Corea este programa fue cancelado, y con la “Operación Mojados” decenas de millares de trabajadores inmigrantes mexicanos fueron detenidos y metidos en campos de concentración a todo lo largo del Río Bravo. El cantante folklórico norteamericano Woody Guthrie captó la desesperanza de las víctimas sin rostro y sin nombre en su canción, “All They Will Call You Will Be, Deportee” (“Deportado”).

¡Defender al obrero inmigrante!

Desde los talleres de costura pasando por las minas de carbón de las Montañas Apalaches hasta las fábricas de acero y plantas automotrices del Medio Oeste, históricamente la industria norteamericana fue creada casi exclusivamente con la fuerza de trabajo de obreros inmigrantes. La defensa de los trabajadores de origen extranjero ha sido siempre una tarea clave para quienes se proponen organizar a la clase obrera en contra de los esfuerzos de los patrones por dividir para reinar. Sin embargo, en los primeros años de la lucha de los obreros por organizarse, cuando estaba en gran parte limitada a los oficios calificados, la AFL de Gompers y las organizaciones sindicales que la precedieron (a excepción de los Caballeros del Trabajo [Knights of Labor]) no querían tener nada que ver con los trabajadores inmigrantes y alentaron de la manera más pérfida el racismo de la “amenaza amarilla” (oriental).

En el período de la posguerra, el movimiento sindical norteamericano se ha mostrado desvergonzadamente indiferente ante la suerte de los trabajadores extranjeros. Y recientemente hasta los burócratas sindicales “progresistas” han empezado a impulsar lemas chauvinistas estilo “Norteamérica primero”. La respuesta del jerarca del sindicato de los obreros automotrices (UAW) Doug Fraser a la crisis de la industria automovilística es el veneno del proteccionismo anti-japonés. César Chávez del sindicato de los trabajadores agrícolas (UFW) ¡pidió a la Policía Fronteriza que hiciera redadas para acorralar trabajadores mexicanos indocumentados en los campos de California! En el Congreso estadounidense la confederación sindical AFL-CIO apoya el proyecto de ley Simpson-Mizzoli (S.2222) para que se haga más difícil a los patrones dar empleo a trabajadores extranjeros. Hay algunas excepciones. Después de confiar durante años en sus cantinelas patrioteras, el sindicato de la industria de la costura (ILGWU) ha comenzado por fin a organizar a los “ilegales”. Pero se necesita mucho más.

Los ataques de Reagan contra los obreros, del aplastamiento del sindicato de los controladores de tráfico aéreo (PATCO) a la deportación de trabajadores indocumentados, deben ser enfrentados con una defensa combativa que movilice el poder de la clase obrera. Los sindicatos debieron haber actuado para impedir la entrada de los agentes del INS a las fábricas y haber llamado a la huelga en contra de las redadas. Donde industrias enteras son afectadas, como la de la costura en Los Angeles, una dirección sindical combativa decretaría un paro total de esta rama ante un ataque de los polizontes del INS. (Y puesto que de cualquier modo miles se quedarían en sus casas por temor a “la migra”, esto podría ser una poderosa táctica para organizar industrias predominantemente no sindicalizadas.) Ya que las gavillas de los KKK y las bardas fascistas, que mañana serán utilizadas contra el movimiento sindical, tratan de reclutar a blancos desesperados mediante el terror racial, los sindicatos deben liderar movilizaciones de obreros y negros contra los ataques racistas. El movimiento sindical debe exigir plenos derechos ciudadanos para todos los trabajadores extranjeros y ponerse a la cabeza de protestas en contra de las deportaciones.

Desde los talleres de Nueva York hasta las regiones del sur y el suroeste del país donde se concentra la mayoría de los trabajadores indocumentados, es necesario que se inicie una combativa campaña para “organizar a los no organizados”. Y sólo podrá tener éxito si los sindicatos defienden a los “ilegales”. Como parte de la lucha por empleos para todos, las organizaciones sindicales deben exigir una semana laboral más corta sin reducción del salario. Pero dadas las crisis cíclicas del capitalismo, así como su dependencia de una reserva permanente de desempleados, esta demanda debe formar parte de una movilización revolucionaria de los trabajadores: Por un gobierno obrero que expropie a la burguesía y establezca la economía planificada, eliminando así el desempleo que es el azote de un sistema social arcaico.

Protesta clasista contra las redadas de la migra

Inmediatamente después del anuncio de la acometida racista, la Spartacist League/Spartacus Youth League (SL/SYL) y militantes sindicales combativos anunciaron acciones de protesta. El 27 de abril en Los Angeles, la noticia de una manifestación iniciada por la SL/SYL fue ampliamente difundida por los medios de comunicación, encontrando un eco de sentida indignación en esta ciudad que tiene la mayor concentración de mexicanos en los EE.UU. La protesta fue el acontecimiento principal en el noticiero vespertino del canal 5 de televisión; también se informó sobre la manifestación en el canal 13 y en la radioemisora KFWB. También en San Francisco, donde la manifestación fue anunciada en una conferencia de prensa contra las redadas convocada por el Local 2 del sindicato de empleados de hoteles y restaurantes (muchos de cuyos afiliados son extranjeros), los canales de televisión 2 y 14, así como varias radioemisoras dieron amplia información al respecto.

Además, en el sindicato de los obreros portuarios (ILWU) combativos oposicionistas clasistas del Militant Caucus emitieron un llamado por acción sindical contra las redadas. Una resolución del Caucus al consejo ejecutivo del Local 6 del sindicato decía:

“Las redadas ‘represivas’ del INS durante esta semana constituyen un intento racista por parte de la administración Reagan de culpar a los trabajadores extranjeros por el enorme aumento en el número de cesantes que es resultado directo de la política de desempleo de Reagan. Por esta razón la ILWU (1) tomará medidas para impedir que sus afiliados sean sacados de sus trabajos por las redadas del INS, y (2) la IL WU convocará a una manifestación ante las oficinas del INS este viernes al mediodía (30 de abril) para protestar contra estos ataques racistas.”

El presidente del Local 6 Keith Eickman suprimió esta moción con el argumento increíble de que “no podemos interferir con la ley.” (¡Si esto fuera cierto, el movimiento sindical de nuestros días nunca hubiese sido construido!) Como la indignación causada por las redadas continuó, la SYL organizó un mitin de protesta de frente unido en la San Francisco State University el 5 de mayo que contó con el apoyo de varias personas conocidas en el recinto universitario (el director del Centro de la Mujer, miembros de la Organización de Estudiantes Griegos y miembros de la organización hispana La Raza).

La vida para los trabajadores extranjeros indocumentados bajo la reacción racista de Reagan es horrible y brutal. Refugiados haitianos hacinados en la zahúrda de la Avenida Krome en Miami; pudriéndose tras los alambres de púas sobre el suelo pelado de Fort Allen, Puerto Rico; con el frío calándoles los huesos y en huelga de hambre en las “Siberias norteamericanas” de Lake Placid y Otisville, Nueva York. Refugiados salvadoreños mantenidos incomunicados en el campo de concentración de El Centro en el sur de California, pidiendo asilo mientras el gobierno norteamericano niega que corran peligro alguno si se les envía de regreso a su país para enfrentarse a los escuadrones de la muerte. Miles y miles de trabajadores mexicanos deportados después de la temporada de cosechas, detenidos en allanamientos de fábricas o en las calles en las redadas estilo Gestapo del INS. Pero no a todos los extranjeros se les cierran las puertas de la “tierra de la libertad”. Los renegados anticomunistas polacos son recibidos con brazos abiertos. Una portavoz de la Spartacist League, Diana Coleman, expresó en la protesta del 27 de abril en San Francisco:

“Para los refugiados salvadoreños y haitianos que huyen de las sanguinarias dictaduras que gobiernan sus países no hay asilo aquí. Pero sí hay asilo si se es un criminal de guerra nazi, sí hay asilo si se es un fascista croata. Si se es un torturador vietnamita, un mercenario nicaragüense o un gusano cubano, las puertas de los EE.UU. estarán siempre abiertas para uno.

“A esta abatida racista se le ha llamado ‘Operación Empleos’ y constituye el más grotesco intento por parte de la administración Reagan de culpar a los trabajadores mexicanos por el desempleo en este país. Pues bien. Los trabajadores mexicanos y salvadoreños no causaron la bancarrota de la Chrysler. No fueron los trabajadores mexicanos quienes hicieron que cerrara la planta de la General Motors en Fremont. No son ellos quienes han convertido a Detroit en un inmenso mar de cesantes. Es el capitalismo en crisis y la política de la administración Reagan.”

La lucha contra la victimización de los trabajadores extranjeros sólo puede tener éxito al integrarse en la lucha global por la revolución socialista.

¡Por plenos derechos ciudadanos para los obreros extranjeros!

¡Asilo para los refugiados del terror de la junta!

¡Triunfo militar a los insurgentes de izquierda!

El Salvador: ¡Por revolución obrera!

¡Triunfo militar a los insurgentes de izquierda!

  

Traducido de Workers Vanguard No. 304, 30 de abril de 1982. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 12, febrero de 1983.

Los varios liberales y radicales pequeñoburgueses que quieren “terminar la guerra” en El Salvador se enfrentan a un problema político imposible: cómo dar respuesta a la Spartacist League (SL), que lucha por que los izquierdistas salvadoreños ganen la guerra en contra del imperialismo estadounidense y de su junta militar. CISPES (Comité en Solidaridad con el Pueblo de El Salvador), PAM (Movilización Popular Antiguerra), los “palomas” del Partido Demócrata y los reformistas seudosocialistas han hecho lo imposible para aislar a los trotskistas de la SL. Se han cogido de los brazos, formando grupos grandes de matones para impedir nuestra participación en las marchas, y repetidamente han acudido a la policía en contra de la Fila Antiimperialista iniciada por la SL. Pero muchos de sus propios partidarios todavía no comprenden porqué los que levantan la bandera del “Triunfo militar a los insurgentes de izquierda” en El Salvador deben ser apartados de las protestas en torno a El Salvador. Sobre todo porque los rebeldes están ganando en el campo de batalla, y porque la reciente “victoria” en el simulacro de elecciones de los asesinos ultraderechistas convierte la palabrería sobre una “solución política” negociada en utopismo completo y nada menos que suicida.

Los radicales y liberales junto con los reformistas buscan defender lo indefendible, y esto los lleva al frenesí. Pretenden que el conflicto salvadoreño es simplemente una agresión norteamericana, es decir, no hay una guerracivil; y que no tiene nada que ver con la Guerra Fría de EE.UU. contra los soviéticos. Pero el Pentágono no ha hecho de El Salvador el tercer país en importancia como destinatario de la ayuda militar estadounidense, y no gasta U$ 52.300.000 millones en cohetes MX, bombarderos B-l y demás, simplemente para proteger las plantaciones de café de los hermanos Hill y para oprimir a los campesinos. Los intereses en juego en Centroamérica son de importancia mundial, y en el conflicto entre el imperialismo norteamericano y la Unión Soviética – sobre Polonia, Afganistán y otras partes – estos pacifistas de Guerra Fría se alínean no solamente con los Demócratas liberales pero también con Reagan/Haig. Quieren esconder este hecho básico, y es por eso que deben excluir a la Spartacist League que dice la verdad sin ambages. Nuestra demanda por un triunfo definitivo de los rebeldes en El Salvador y nuestra defensa del bloque soviético en contra del imperialismo entorpece sus intentos de acomodarse con la burguesía.

Asimismo estos sinvergüenzas vendidos, quienes piden y provocan la intervención de la policía capitalista para expulsar a los comunistas, recurren a calumniosas acusaciones contra la SL, tachándonos de policías. La misma gente que orgullosamente lee los saludos de Teddy Kennedy e invita a congresistas Demócratas como oradores oficiales en su manifestación en Washington el 27 de marzo nos acusa a nosotros, a los que llamamos por “Romper con los Demócratas – Por acción obrera para derribar a Reagan”, ¡de ser agentes dé los capitalistas! Pretenden que los “espartaquistas ayudan a Reagan – ¡a causa de nuestra llamada por la derrota del imperialismo norteamericano, por el triunfo militar de los guerrilleros del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) y por la revolución obrera en toda la región! Pero aun, aquellos que han sido bien entrenados en el método estalinista de la Gran Mentira encuentran dificultades en hacer aceptar esta línea, así que han inventado un nuevo truco. De repente los “palomas” que han preconizado un arreglo entre el Frente Democrático Revolucionario (FDR) opositor y la carnicera junta militar dicen: “¿Por qué este lío? ¿Acaso hay alguien que no apoye un triunfo militar izquierdista en El Salvador?”

El problema, según dicen, es que los “trotskos” (que hoy en día, se pronuncia “espartacos”) tienen el mal gusto de decirlo en alta voz. El comentarista Alexander Cockburn escribió en el Village Voice (6 de abril de 1982) que “la línea de la SL de triunfo al FDR/FMLN es irrecusable”, pero … “deberían dejar de comportarse como pendejos” dado que “es probable que la mayoría de los manifestantes en la marcha principal también favorecen el triunfo del FDR/ FMLN”. La semana siguiente este órgano de la opinión radical/liberal publicó en lugar destacado una carta que (después de un intento de justificar la masiva represión policíaca en contra de la SL el 27 de marzo con mentiras tales como que los espartaquistas anduvimos “armados con cachiporras”) pretende mañosamente que “Lo decimos oficialmente: CISPES se pronuncia por la autodeterminación salvadoreña por la vía del triunfo militar o por la negociación ….” Hasta el reformista Socialist Workers Party (SWP) está cantando esta música, afirmando que “el hecho de que un componente importante del nuevo movimiento antiguerra apoye conscientemente la victoria de las fuerzas rebeldes representa un factor positivo para este movimiento” (Perspectiva Mundial, 19 de abril de 1982).

Bueno, como remarcó cínicamente Stalin, el papel aceptará todo lo que se escribe sobre él. Es una autocondena elocuente: he aquí los “palomas” en torno a El Salvador apoyando el programa que repetidamente durante el último año han buscado silenciar. Atrapados entre la espada de la cuestión rusa y la pared del frente popular, que es siempre y en todas partes la cuestión de la revolución, se oponen a un triunfo militar de la izquierda en El Salvador porque sus padrinos, los Demócratas liberales, bien comprenden que esto abre la puerta a la revolución social en Centroamérica. Se niegan a defender a Cuba y la URSS porque se trata de revoluciones anteriores, no importa cuan degenerada o deformadas burocráticamente, cuya destrucción es buscada por todas las alas de la burguesía-tanto halcones como palomas. Y siendo que la exclusión y la calumnia no alcanzan a ocultar su claudicación, no hay más remedio que recurrir a la mentira.

Quién apoya el triunfo militar izquierdista

Clarifiquemos algunos hechos fundamentales. CISPES jamás ha llamado por el triunfo de los guerrilleros del FMLN en El Salvador. Al contrario, marchan bajo la bandera “Apoyar reconocimiento franco-mexicano del FDR”, que representa una movida diplomática por sectores imperialistas más clarividentes para atajar la revolución social en Centroamérica al negociar una componenda, la llamada “solución política”, entre los izquierdistas salvadoreños y la junta militar. El presidente socialista de Francia, Mitterrand detalló sus propósitos anticomunistas en una entrevista reciente: … los Estados Unidos deben comprender que al oponerse a las exigencias del pueblo crean oportunidades para Cuba y la Unión Soviética” (New York Times, 26 de abril de 1982). Si muchos de los manifestantes en Washington apoyaban una victoria rebelde, no se debe al CISPES, ni tampoco al SWP que no ha hecho mención previa de la cuestión, salvo en su condena de la posición de la SL como “ultraizquierdista”.

El SWP reformista está jugando un doble juego, como mínimo, sobre la cuestión de tomar partido por los insurgentes salvadoreños. Para el consumo internacional, Fred Feldman sostuvo en las páginas de Perspectiva Mundial que, “En un grado mucho mayor que durante la guerra de Vietnam, los manifestantes [el 27 de marzo] se identificaron con los revolucionarios salvadoreños que Washington busca aplastar.”. Ni siquiera se menciona la exclusión de la Fila Antiimperialista de la SL por los policías y los matones. En un artículo muy distinto destinado al consumo interno, sin embargo, Suzanne Haig escribe en el Militant (9 de abril de 1982) del SWP sobre la misma manifestación en Washington sin mencionar una sola palabra sobre el apoyo por la “victoria de las fuerzas rebeldes”. En cambio denuncia una pancarta espartaquista que dice “¡No a las negociaciones con el carnicero Duarte!”

La principal estratagema de defensa de los reformistas, sin embargo, es de esconderse tras el FDR/FMLN. El artículo del Militant sobre la marcha del 27 de marzo culpa a la SL de haber organizado una “contramanifestación … en contra de la dirección de las fuerzas salvadoreñas de liberación y de su llamado por la paz y las negociaciones …” y el represéntante del FDR Arnaldo Ramos dijo en Washington el 27 de marzo:

“En el plano militar, durante los últimos dos años las fuerzas del FMLN han contenido con éxito cada ofensiva importante contra sus zonas de control. Sin embargo, no nos enorgullecemos de nuestro accionar militar. Hemos hecho hincapié, tanto con la administración estadounidense como con el pueblo norteamericano, en que queremos la paz. Que estamos listos hoy, mañana, a sentarnos a negociar, a intentar impedir que esta guerra centroamericana se lleve a cabo.”

Anteriormente Zamora había dicto a Newsweek (15 de febrero de 1982), “Una victoria militar de los [rebeldes] encontrará a los EE.UU. completamente hostiles … y la gente del mundo de negocios y de las profesiones buscarían salir [de El Salvador]. Bajo estas circunstancias, ¿qué chances tiene el pluralismo?”

¿Es ésta la voz de las “fuerzas de liberación” salvadoreñas? Un artículo en el Los Angeles Times (15 de marzo de 1982) señala diferencias crecientes al interior de la coalición FDR/FMLN de cinco grupos guerrilleros con varios partidos burgueses y pequeñoburgueses marginales:

“[El jefe del FDR Guillermo] Ungo habla de la moderación y de la justicia social y económica …

“[Las Fuerzas Popular de Liberación] de Salvador Cayetano Carpio, quien rompió con los comunistas de El Salvador hace 20 años por creerlos demasiado moderados, habla no de la negociación sino de una larga guerra encarnizada y de una victoria militar.”

Sin embargo, Cayetano Carpio llama por un “gobierno democrático revolucionario, y no por un gobierno socialista”, que abarcaría toda la gama desde “grandes hombres de negocios hasta pequeños campesinos y comerciantes” (New York Times, 9 de febrero de 1982). Y parece que están creciendo las tensiones entre los combatientes en el campo y los políticos frentepopulares que recorren los circuitos de cócteles de Ciudad de México y Washington, D.C. El articulo del Los Angeles Times informa:

“Los rebeldes en el campo no quieren un cese de fuego, creyendo que daría al gobierno un descanso mientras se entrenan nuevas tropas en los Estados Unidos. Pero la organización política rebelde basada en México dice ahora que aceptaría un cese de fuego si empezaran las pláticas.”

Además de los Ungo y los Zamora, los Mitterrand y los López Portillo, también los liberales imperialistas norte-americanos se preocupan por la amenaza al “pluralismo” (es decir, al capitalismo) si los guerrilleros izquierdistas ganan la guerra en El Salvador. Un ayudante al representante Demócrata Michael Barnes, uno de los principales partidarios en el Congreso norteamericano de una “solución política”, dijo al Los Angeles Times:

“‘Si la izquierda gana un triunfo militar, sería dominado por los guerrilleros casi por definición. Echen una mirada a Nicaragua, donde de hecho dejamos a la izquierda ganar un triunfo militar – es decir, la extrema izquierda armada …’

“Johnson cree que los Estados Unidos deberían haber buscado una solución política en Nicaragua antes de que la izquierda ganara un triunfo militar. Una vez que los guerrilleros tomaron Managua, dijo, las cosas se pusieron difíciles para los moderados.

“‘Estos tipos (los sandinistas de Nicaragua) creen que son revolucionarios. Combatieron por la revolución, ganaron la revolución, son la vanguardia de la revolución’, dijo. ‘Ahora, están en el poder y no van a entregarlo. Así son los revolucionarios.’ …

“En El Salvador, dijo, los Estados Unidos deberían fomentar las negociaciones con gente de la izquierda moderada y democrática, como Ungo, que los radicales necesitan como mediadores …

“‘Así que pienso que la izquierda moderada rápidamente perdería la partida si hubiese un triunfo militar, y la izquierda más extrema consolidaría su poder’.”

Estos son los “palomas” respecto a El Salvador, apoyados por el CISPES y el SWP: astutos voceros imperialistas cuyos llamados por una “solución política” tienen como propósito mantener a la “extrema izquierda” fuera del poder.

La “institucionalidad” del ejército

¿En qué consistiría un tal “acuerdo negociado”’? Un largo artículo en el New York Times del 18 de marzo [de 1982] puntualizó los planes de la oposición salvadoreña en detalle. Según el corresponsal Alan Riding, éstos incluyen: un “gobierno provisional amplio que incluiría a representantes del ejército, partidos políticos conservadores y el sector privado además del FMLN y del FDR, sin que ningún grupo en particular ejerza el control”; realización del plan de reforma agraria iniciado por la junta militar; “respeto de las inversiones extranjeras existentes”; una “política extranjera no alineada, con especial énfasis en el mantenimiento de relaciones amistosas con los Estados Unidos”.

Sobre todo la clave es la “preservación de la ‘institucionalidad’ del ejército, que ‘se depuraría’ de oficiales culpados de la actual represión y que posteriormente incorporaría a elementos de los guerrilleros”. Riding cita un dirigente rebelde no identificado que dice, “Los sandinistas [nicaragüenses] ganaron una victoria absoluta porque la Guardia Nacional de Somoza se desgarró. Estamos dispuestos a hacer concesiones en una solución negociada antes de que se desgarre el ejército salvadoreño.” Roberto Roca, uno de los cinco principales comandantes del FMLN, también es citado: “La mejor garantía [para los Estados Unidos] es de evitar una derrota total del ejército.” Y otro dirigente del FMLN, Fermán Cienfuegos: “Vemos a la ofensiva como consolidando nuestra posición; militar para las negociaciones.” Para los marxistas, quienes comprendemos que el centro del poder estatal capitalista son las fuerzas armadas, y en particular la oficialidad, que no pueden ser transformadas en su opuesto sino que deben seraplastadas, tales propuestas liberales señalan un desastre sangriento.

“Preservar la institucionalidad del ejército” – ¿recuerda la frase? Claro, ¡Chile! Para obtener la confirmación del Congreso chileno como presidente del país en 1970, Salvador Allende Gossens, dirigente del frente popular de la Unidad Popular (UP), consintió a una demanda de los Demócratas Cristianos de que “se respeten las estructuras orgánicas y jerárquicas de las Fuerzas Armadas y del Cuerpo de Carabineros, etc.” (Alain Labrousse, El experimento chileno [1973]). El Estatuto de Garantías Constitucionales votado por la UP y firmado por Allende hizo anticonstitucional la formación de milicias obreras o el nombramiento de oficiales policiales o militares no entrenados en las respectivas academias. Igual que el FDR/FMLN salvadoreño, que alaba oficiales “progresistas” como el coronel Majano, la UP de Allende pregonaba la confianza en oficiales “constitucionalistas” tales como … el general Pinochet. El resultado: 30.000 asesinados en el golpe de 1973, 100.000 arrestados, casi un millón forzados al exilio.

Una componenda con la junta militar salvadoreña, igual que el acuerdo de Allende de respetar la “institucionalidad” de las fuerzas armadas, no “acabará con el derrame de sangre”. Por el contrario, sentará las bases para un baño de sangre estilo chileno para los obreros desarmados. Recuerden la conocida escena cuando los dirigentes rebeldes firman un acuerdo con el tirano, los insurgentes entregan sus armas y entonces empieza la massacre. Hoy el PC acusa a los espartaquistas de “urgir al pueblo salvadoreño a seguir la lucha armada hasta la última gota de sangre campesina” (Daily World, 30 de marzo de 1982). En Chile durante los últimos meses antes del golpe los estalinistas en forma parecida enarbolaban la consigna traicionera “¡No a la Guerra Civil!”. Frente a la guerra civil los que levantan las consignas pacifistas de “terminar la guerra” en vez de ganarla son los enemigos más peligrosos de la clase obrera. La única vía para terminar con las masacres, para terminar el derrame de la sangre campesina, es de barrer a los verdugos y carniceros mediante la revolución obrera. Este es el programa de los trotskistas; los frentepopulistas harán lo imposible para enterrarlo.

Antiimperialismo en el extranjero, lucha de clases en el propio país

La Spartacist League dice que El Salvador es el frente de la campaña de guerra antisoviética del imperialismo estadounidense. CISPES/PAM/SWP/PC/WWP y los pocos grupúsculos centristas saben y temen que las cosas son así. Esta comprensión alimenta la vehemencia hipócrita con que lo niegan. Arguyen que la intervención de Reagan no es justificada porque no intervienen los soviéticos. Por consiguiente, ¡una intervención soviética justificarla la intervención norteamericana! Esta es la premisa de los liberales estilo Kennedy que los radicales/liberales y reformistas también aceptan. Es por eso que levantan la consigna absurda “Alto a la guerra de EE.UU. en El Salvador” – pretendiendo que no hay una base interna para la contrarrevolución allá; pretendiendo que El Salvador no tiene nada que ver con la Guerra Fría.

Dicen los frentepopulistas, ¿con qué autoridad les decimos a “los salvadoreños” qué deben hacer? Preconizan la “autodeterminación mediante triunfo militar o negociaciones”, lo que quiera el profesor Ungo. Este es el sello del reformismo socialdemócrata. Los bolcheviques de Lenin no compartían, en ningún sentido, esta arrogancia liberal imperialista. He aquí las palabras de León Trotsky al respecto:

“Lo que caracteriza al bolchevismo en la cuestión nacional es que trata a las naciones oprimidas, incluso a las más atrasadas, no solamente como objetos, sino también como sujetos políticos. El bolchevismo no se limita a reconocerles ‘el derecho’ a la autodeterminación y a protestar en el parlamento contra la violación de este derecho. El bolchevismo penetra en las naciones oprimidas, las levanta contra sus opresores, liga su lucha a la del proletariado de los países capitalistas, enseña a los oprimidos, sean chinos, indios o árabes, el arte de la insurrección, y asume la plena responsabilidad de este trabajo ante los verdugos civilizados. Solamente ahí es donde comienza el bolchevismo, es decir, el marxismo revolucionario en acción.”

— León Trotsky, “Y ahora? Problemas vitalés del proletariado alemán” (enero de 1932), La lucha contra el fascismo(Editorial Fontamara).

El Salvador no es una excepción: Guatemala, 1954; Santo Domingo, 1965; Vietnam, 1945-1975 – en tanto persista el sistema imperialista habrán nuevos El Salvador, nuevos Vietnam. La fuerza clave para destruir al imperialismo es la clase obrera de los centros imperialistas. La SL lucha para que el movimiento obrero norteamericano boicotee todo cargamento militar a las dictaduras derechistas de América Central, para lanzar huelgas políticas en el caso de una intervención directa de los EE.UU. La solidaridad más concreta que se puede brindar a las revoluciones latinoamericanas es de construir un partido comunista para dirigir la revolución obrera “en las entrañas del monstruo”.

Un triunfo militar de la izquierda en El Salvador abre el camino a la revolución obrera en toda Centroamérica extendiéndose al poderoso proletariado de México. Plantea la necesidad urgente de una revolución socialista en los mismos Estados Unidos. Nosotros lo decimos. Ellos lo temen. Es por eso que quieren aplastar a los espartaquistas. Pero estas tareas se imponen implacablemente por la lucha contra Reagan y sus títeres. La única alternativa real es revolución o muerte, socialismo o barbarie a escala mundial. Aquellos que buscan evadir esta alternativa o son imbéciles o charlatanes, o ambos.

EEUU/DEA ¡Manos fuera de Centroamérica!

¡Defensa de Cuba y la URSS comienza en El Salvador!

¡Romper con el Partido Demócrata – Por acción obrera para derribar a Reagan!

(Importantes críticas adjunta)

“A lo largo de los años 80, la SL desarrolló una fuerte tendencia a reducir el trotskismo a la cuestión del defensismo soviético. Ese giro fue parcialmente reconocido en la época en que yo era miembro de la juventud de la Liga Espartaquista. Desde que pasó a ver la defensa de la URSS como la cuestión central en todos los lugares y ocasiones, desde Nicaragua hasta Alice Springs, Australia, surgió una tendencia para ver el mundo a partir del estrecho punto de vista de la pregunta ‘¿está bien así para Rusia?”  “Frecuentemente se escribía y se afirmaba internamente que la defensa de la URSS era la ‘brújula política’  de la SL, que iría a prevenir su degeneración, un tipo de talismán mágico para espantar los espíritus del antitrotskismo. En contraste, el Programa  de Transición declara que la Cuarta Internacional debe ‘basar su programa en la lógica de la lucha de clases’, lo cual es bien diferente a usar la defensa de la URSS como una brújula política.”

Grupo Internacionalista/ Liga por la IV Internacional:Aun dando vueltas en torno de una ‘explicación seria’

17 de agosto de 2010

Militantes telefonistas por acción obrera contra las deportaciones

Militantes telefonistas por acción obrera contra las deportaciones

Traducción de una hoja volante publicada por el Militant Action Caucus (MAC), tendencia opositora clasista dentro del Communications Workers of America (CWA – sindicato de la telefónica), en Los Angeles, California el 9 de marzo de 1982. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 12, febrero de 1982.  

La ofensiva racista de Reagan se está calentando. Reagan, a través del INS [U.S. Immigration and Naturalization Service – “la migra”], ha declarado la guerra contra los trabajadores sin documentos. Las cartas Silva, que durante un tiempo sembraron esperanzas de poder obtener la residencia legal, se han convertido en una lista de nombres para las redadas. Estas “barridas” masivas, que según el INS triplicarán el número de deportaciones, han sembrado elterror en los barrios latinos y asiáticos. Los allanamientos de fábricas y el aumento del patrullaje policial han llegado al punto de que ir al trabajo o llevar el niño a la escuela significa correr el riesgo de ser agarrado. Muchas familias están viviendo bajo el temor constante de ser deportadas. Para los salvadoreños en este país el ser deportados significa la muerte.

Los racistas de Sudáfrica, los carniceros de Turquía, América del Sur y Centroamérica y déspotas como Marcos [en las Filipinas] son los amigos de Reagan. Este deporta haitianos, salvadoreños y trabajadores mexicanos al mismo tiempo que recibe con los brazos abiertos a gusanos, somocistas y fanáticos anticomunistas polacos. Las “barridas” de la migra son un componente integral de esta ofensiva racista contra las minorías. Los ataques contra el derecho al voto, la eliminación de programas sociales, la exención de impuestos por gastos educativos para escuelas privadas racistas y el aumento en los asesinatos por la policía, como el de Ron Settles, no son una coincidencia. La reciente revelación de la existencia de esclavos indonesios al servicio de los ricos en Beverly Hills no es tampoco una casualidad en la América de Reagan. Reagan quiere que los obreros norteamericanos odien a los “extranjeros” para así alimentar su campaña de guerra antisoviética. Como lo prueba PATCO [el sindicato de los controladores del tráfico aéreo], para Reagan todo obrero es un “ilegal”, gente que debe ser tratada como criminal.

La comunidad latina no puede, por sí sola, parar las deportaciones como tampoco puede la comunidad negra aislada parar los asesinatos racistas policiales. A pesar del programa de los dirigentes vendidos de nuestro sindicato, a Reagan no se le derrota con Demócratas. El MAC [Militant Action Caucus] dice: derribar a Reagan mediante la acción obrera. Los Demócratas se preocupan más de ser relacionados con el liberal Hayden que con fascistas abiertos como Metzger. Y el matón del Ku Klux Klan, Tom Metzger, no hace sino seguir las indicaciones de Reagan en su campaña al Senado norteamericano para “impedir que las hordas morenas crucen” la frontera. Los burócratas “charros” de nuestro sindicato simplemente miran al otro lado y se han rehusado desde hace años a organizar y proporcionar contratos decentes para los obreros inmigrantes. Pero si los ataques de Reagan no son contrarrestados, si su tratamiento de PATCO, si sus ataques contra nuestros hermanos de clase en México y América Latina no son repelidos, nos tocará a nosotros. Reagan pretende echar a los “extranjeros” y destrozar los sindicatos para así poder imponer condiciones miserables de trabajo sobre todos los obreros. En lugar de permitirle a Reagan enfrentarnos los unos contra los otros, debemos luchar por plenos derechos ciudadanos para todos los trabajadores de origen extranjero.

Primero fue PATCO, luego el UAW [sindicato automovilístico] y ahora los obreros latinos perseguidos por la migra – ¡basta ya! El movimiento obrero tiene el poder para ponerle alto! Asiste a la reunión del sindicato y vota por la resolución del MAC llamando por una manifestación contra las deportaciones, convocada por los sindicatos! Los obreros tenemos el poder para parar a Reagan en seco, usémoslo.

1) Que nuestro sindicato local convoque a una manifestación el 10 de abril con las demandas:

¡Plenos derechos ciudadanos para todos los trabajadores de origen extranjero!

¡No a las deportaciones!

¡Asilo para los refugiados centroamericanos del terror de las juntas!

2) Que nuestro sindicato local exija del Consejo de los Sindicatos de Los Angeles que organice y movilice una manifestación de todo el movimiento obrero de Los Angeles conjuntamente con las masas latinas y negras.

3) Que esta resolución sea anunciada en todos los tableros sindicales y publicada en el boletín sindical y enviada alCWA News [revista del sindicato].

¿Y ahora qué en Polonia?

¡Por el trotskismo polaco!

¿Y ahora qué en Polonia?

— Traducido de Workers Vanguard No. 298, 5 de febrero de 1982. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 12, febrero de 1983.

Reagan llora por Solidarnosc contrarrevolucionaria

Con el golpe preventivo del 13 de diciembre, el gobierno polaco frustró la intentona contrarrevolucionaria de Solidarnosc. Previamente todo el mundo estaba de acuerdo en que únicamente la intervención militar rusa podía restablecer el orden — y que eso habría significado un baño de sangre. Y no obstante, fue el ejército polaco quien, con apenas algo más de una docena de muertes, contuvo a la Solidarnosc pro occidental.

El derramamiento de sangre fue mínimo debido a que la resistencia fue mínima. Los obreros embriagados con el fervor clerical-nacionalista de Solidarnosc han recibido una sacudida moderadora que les ha devuelto la sensatez. Muchos de ellos se preguntan en qué radicó la falla y se muestran ahora abiertos a nuevas soluciones. Esta situación representa una oportunidad crucial para la formación de los núcleos de un partido trotskista en Polonia, por medio de la creación de células clandestinas de carácter propagandístico y educativo.

El funcionario del Pentágono Richard Perle admitió que “les había tomado por sorpresa” que el gobierno polaco se haya mostrado capaz de “aplastar a Solidaridad”. Las esperanzas de Washington de aprovechar una invasion soviética para atizar el frenesí anticomunista se frustraron. Así que desde el 13 de diciembre [de 1981] los reaganistas han tratado de convencer al mundo de que son los rusos quienes realmente han tomado el control de Polonia. Sólo tienen la apariencia y el habla de polacos. Enfurecido por no ver la sangre de polacos y rusos corriendo por las calles de Varsovia y Gdansk, Reagan la emprende furiosamente con sanciones económicas contra Polonia y la URSS.

Los imperialistas yanquis no fueron los únicos sorprendidos con el ignominioso revés sufrido por su sindicato patronal polaco. Igualmente sorprendidos estuvieron los polacos… en ambos bandos. Un auxiliar del general Jaruzelski dijo en tono más bien triunfante a periodistas occidentales: “Lo que me ha sorprendido es que la cosa haya sido tan fácil. El ala radical de Solidaridad subestimó el sentir de la mayoría silenciosa” (New York Times, 6 de enero). Un vocero de Solidarnosc expresó algo muy parecido, sólo que en su caso en tono de congoja:

“Siempre supusimos que los soldados polacos no dispararían jamás contra los obreros polacos — y esto todavía es cierto, porque en realidad no lo han hecho. Pero lo diabólico del caso es que no les ha sido necesario hacerlo.”

New York Times, 1 de enero

A la burguesía occidental, que glorificó a Solidarnosc como una sublevación de la nación polaca entera, le resulta difícil explicar cómo es que se le suprimió tan fácilmente. Los periodistas señalan que la dirección de Solidarnosc se mostró demasiado confiada, y creyendo que el gobierno nunca se atrevería a utilizar fuerza contra ellos, no llevaron a cabo los preparativos para combatirle. Muchos se comportaban como si ya estuvieran en el poder.

Pero el delirio de grandeza en la cúpula no explica la pasividad en la base. Algunos periodistas occidentales atribuyen esto al temor a una intervención militar de los soviéticos; otros hablan del tradicional respeto de los polacos por el ejército. Tales explicaciones son en el mejor de los casos superficiales. La evidencia indica que la oleada de apoyo popular a Solidarnosc había empezado a disminuir desde antes del 13 de diciembre. La gente comenzó a darse cuenta que las interminables huelgas y manifestaciones no hacían sino empeorar la desesperada situación de la economía. En la famosa reunión del 3 de diciembre en Radom, donde los líderes de Solidarnosc planeaban el derrocamiento del gobierno, Karol Modzelewski insistía:

“El sindicato no se ha hecho más fuerte; se ha hecho más débil, mucho más débil. Y todos los militantes lo saben… Existen varias razones para esto: el agotamiento como resultado de la crisis, el agotamiento de la gente esperando en colas. Hay quienes nos culpan a nosotros por la prolongación de este estado de cosas y desean que negociemos un arreglo.”

Washington Post, 20 de diciembre de 1981

Según un colega que no fue detenido, el destacado disidente socialdemócrata Jacek Kuron pronosticó a principios de diciembre que se llevaría a cabo una represión exitosa:

“La gente, dijo él, se encuentra cansada, anhelando una tregua y se le podría intimidar eficazmente sin ninguna dificultad. [Dijo] literalmente: ‘La gente resistirá un poco y luego cejará’.”

Der Spiegel, 18 de enero

Y eso fue exactamente lo que sucedió.

Pero, ¿puede atribuirse al cansancio producido por 16 meses de crisis el hecho de que los obreros — y no muchos por cierto — lucharan en forma mínima por Solidarnosc para luego simplemente darla por perdida? La reacción pública ante la revelación por parte del gobierno polaco sobre el contenido de las cintas magnetofónicas de Radom apunta hacia otro factor importante. Todos los periodistas occidentales están de acuerdo en que esto fue un golpe propagandístico a favor del régimen de Jaruzelski. A muchos polacos les llenó de verdadero asombro oír a Walesa decir que “la confrontación es inevitable” y que “estamos derribando este sistema.” Luego vino el congreso de Solidarnosc de septiembre pasado con sus resoluciones provocadoras sobre “elecciones libres” y “sindicatos libres”. Un afiliado liberal del partido dijo que una operación militar contra Solidarnosc no habría tenido éxito un año atrás:

“Seis meses atrás, yo mismo habría entregado mi carnet [del partido]. Entonces no estaba claro que Solidaridad deseara una confrontación. Sólo los duros lo esperaban, sostenían que nos estábamos engañando. Por desgracia, demostraron estar en lo cierto en este punto. Insistían en que estamos confrontando a gente que no desea reformar el socialismo, gente que odia el socialismo.”

New York Times, 5 de enero

Aunque fueron millones los que se adhirieron a Solidarnosc como movimiento de oposición, muchos se negaron a apoyar su intento de tomar el poder. No confiaban en que Solidarnosc ofreciera una salida a la crisis. La organización se encontraba cada vez más inestable y dominada por el fraccionalismo. Dividida entre los llamados “radicales”, como Rulewski y Bujak, que querían una confrontación a toda costa, y los moderados, como Walesa y Kuron que esperaban tomar el poder gradualmente. Había división también entre los partidarios descarados de la restauración capitalista, como la Confederación por una Polonia Independiente (KPN), y los que encubrían sus apetitos proimperialistas con una retórica de “autogestión”. Millones de polacos deben haberse preguntado si en realidad un gobierno de Walesa, Rulewski y Cía. no haría sino perpetuar la anarquía social y el colapso económico.

Sin embargo, aunque un tanto desencantadas con Solidarnosc, las masas obreras polacas siguen siendo profundamente hostiles a la corrupta burocracia estalinista que es quien ha causado la ruina de la economía. Y el “estado de guerra” de Jaruzelski no va a hacer que los obreros polacos amen a sus gobernantes. Además, se informa que incluso a Moscú le empieza a inquietar un poco el gobierno militar en Polonia. El New York Times (2 de enero) observó:

“El Kremlin no ha ocultado su inquietud por la pérdida del poder efectivo por parte del partido a un consejo militar, la primera vez que un país de Europa Oriental se ha visto forzado a hacer a un lado al aparato comunista.”

Ya en ocasión de la imposición del régimen de mano dura advertíamos sobre el peligro del bonapartismo militar. Este fue uno de los aspectos más amenazadores de la “Revolución Cultural” china cuando el Ejército Popular de Liberación de Lin Piao tomó efectivamente el control de la administración del país. En ese entonces se incluyó en la constitución china una cláusula de sucesión que hacía aparecer la elección del papa como un ejemplo de democracia de base. Como escribimos en “Intentona frustrada en Polonia”, Spartacist (edición en español) No. 10, febrero de 1982:

“Los estalinistas sólo hacen referencias hipócritas a las formas socialistas, el homenaje que el vicio rinde a la virtud. Pero en comparación con el puño de hierro castrense, las formas son importantes.”

La supresión militar de Solidarnosc ha sido una ducha de agua fría para las masas polacas. La bancarrota de los burócratas estalinistas, responsables de la ruina económica del país, es patente. La embriaguez con el clerical-nacionalismo de Solidarnosc, que llevó a Polonia al borde de la contrarrevolución, está empezando a disiparse. Muchos buscan nuevas soluciones, y algunos se mostrarán receptivos al programa auténticamente comunista de los leninistas-trotskistas, los espartaquistas, que exigimos “¡Alto a la contrarrevolución de Solidarnosc!” luchando a la vez por una revolución política proletaria para expulsar a la burocracia parasita.

Polonia ha sufrido una sacudida político-sicológica tremenda. Repentinamente la sociedad polaca se ha visto bloqueada, simplemente parada. Pero la represión no ha sido tan profunda como para evitar el surgimiento de una oposición clandestina. Circulan abiertamente peticiones exigiendo el levantamiento de la ley marcial; conocidos disidentes conceden entrevistas a la prensa occidental; la radio estatal polemiza contra los manifiestos clandestinos de Solidarnosc. Ahora es la oportunidad de iniciar la formación de las células educativas y propagandísticas de una vanguardia trotskista que defienda y extienda las conquistas históricas de la propiedad socializada, hereda das de la Revolución de Octubre, expulsando a los usurpadores que las socavan y aplastando a aquellos que intentan destruirlas.

Rosa Luxemburg, la verdadera heroína revolucionaria polaca

La situación actual en Polonia sólo pudo desarrollarse en un vacío político que refleja la destrucción de las tradiciones del comunismo internacional en Polonia por medio de la persecución salvaje — por los pilsudskistas polacos, los nazis alemanes y los estalinistas. Los medios informativos occidentales presentan ahora la historia polaca a través del prisma distorsionador de Solidarnosc. Supuestamente el pueblo polaco es fanáticamente nacionalista, fervorosamente religioso, el pueblo anticomunista por excelencia. El régimen, por otra parte, relega la historia del movimiento obrero polaco de antes de 1945 al campo académico. La realidad es que Polonia tenía una de las tradiciones de socialismo proletario marxista más antiguas y fuertes de todos los países europeos. Una vanguardia genuinamente revolucionaria debe construirse sobre la base de esas tradiciones internacionalistas.

El primer partido obrero marxista en el imperio de los zares, el partido Proletario, se formó en Varsovia a principios de la década de 1880. Significativamente, el partido Proletario de Ludwik Warynski rechazó el programa radical polaco tradicional de una sublevación nacional y trabajó estrechamente con los populistas rusos por una revolución social en todo el imperio zarista. La tradición antinacionalista del partido Proletario fue asumida en la generación siguiente por la más destacada de todos los dirigentes revolucionarios proletarios polacos, Rosa Luxemburg. Luxemburg rechazó la lucha por una Polonia democrático-burguesa independiente y combatió por el derrocamiento del absolutismo zarista a través de la lucha conjunta de los obreros rusos y polacos:

“… la idea de convertir a una Polonia independiente en un parapeto para el Occidente contra el zarismo reaccionario ruso era irrealizable; el desarrollo del capitalismo, que había de sepultar esta idea desde el principio, creó en su lugar el movimiento revolucionario de clase del proletariado unido en Rusia y Polonia y con éste un aliado del Occidente mucho más resuelto, un aliado que no sólo protegería mecánicamente a Europa del absolutismo sino que él mismo lo socavaría y lo aplastaría.”

— Prólogo a la antología “The Polish Question and the Socialist Movement” (1905), The National Question: Selected Writings by Rosa Luxemburg (1976)

La lucha política entre la Social Democracia del Reino de Polonia y Lituania (SDKPiL) internacionalista de Luxemburg y Leo Jogiches y el Partido Socialista Polaco (PPS) nacionalista de Josef Pilsudski dominó el movimiento obrero polaco de antes de la Primera Guerra Mundial.

Como insistió Lenin, Luxemburg estaba equivocada al rechazar el derecho democrático-burgués a la autodeterminación nacional, o sea el derecho a un estado separado para Polonia. Su terquedad dogmática sobre esta cuestión le restó fuerza a su lucha correcta contra Pilsudski y las corrientes chauvinistas dentro de la clase obrera polaca. Pero ella estaba en lo correcto al insistir que la suerte de Polonia estaba inextricablemente ligada a la lucha de la clase proletaria en las naciones opresoras, Rusia y Alemania. La creación de un estado burgués polaco independiente en 1918 no fue el resultado de una sublevación nacional sino de la Revolución Bolchevique y la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial. Además, esa derrota fue en buen grado causada por el levantamiento de los obreros alemanes, hartos de la guerra, con Luxemburg como una de sus líderes. Es una de esas ironías de la historia que la actividad de Luxemburg en favor de la revolución en Rusia y Alemania haya contribuido más a la liberación nacional de Polonia que el movimiento legionario de Pilsudski.

Hoy día ambos lados en la crisis polaca desdeñan a Rosa Luxemburg, la más grande representante del socialismo proletario de Polonia. Los clerical-nacionalistas de Solidarnosc idealizan al archienemigo de Luxemburg, Pilsudski — y no en su papel previo a 1914 como socialista de derecha, sino en su posterior encarnación como militarista antisoviético y dictador fascistoide. Los estalinistas tampoco tienen nada que ver con el internacionalismo proletario y desesperadamente tratan de darse una coloración “patriótica”. El otoño pasado por primera vez el régimen de Jaruzelski celebró el aniversario de la fundación de la república burguesa polaca el 11 de noviembre de 1918. Este día de fiesta nacional es de hecho una conmemoración en honor de Pilsudski.

Pero la denigración estalinista de la gran revolucionaria Rosa Luxemburg no es algo peculiar del régimen de Jaruzelski. Como escribió Trotsky a principios de la década del 30:

“Sí, Stalin tiene suficientes razones para odiar a Rosa Luxemburg. Pero es por eso mucho más imperiosa nuestra obligación de proteger la memoria de Rosa contra la calumnia de Stalin, que ha sido acogida por los funcionarios mercenarios de ambos hemisferios, y transmitir esta imagen verdaderamente bella, heroica y trágica a las generaciones jóvenes del proletariado en toda su grandeza y fuerza inspiradora.”

— “Hands Off Rosa Luxemburg!” Writings [1932]

Otra razón por la que no se honra a Rosa Luxemburg en la Polonia de Stalin y Solidarnosc es porque era judía. Para los Walesa como para los Jaruzelski, un judío no es un “verdadero” polaco. Uno de los aspectos más repugnantes y grotescos de la presente crisis es el resurgimiento del antisemitismo en ambos bandos, a pesar de que casi todos los judíos polacos fueron asesinados por los nazis y las pocas decenas de miles restantes desterrados por los estalinistas en 1968. Mientras que los estalinistas no se atreven a atacar a la jerarquía eclesiástica del papa Wojtyla, la verdadera fuerza motriz de Solidarnosc, están sin embargo prestos a inventar “conspiraciones sionistas”. Un blanco favorito de la propaganda del gobierno es el disidente socialdemócrata judío Adam Michnik, una figura sin gran influencia en el presente alineamiento de Solidarnosc. Asimismo, un programa de radio del gobierno después de la imposición de la ley marcial el 13 de diciembre “reveló” el hecho de que el consejero de Solidarnosc Bronislaw Gemerek era hijo de un maestro de religión judía. Pero los antisemitas de línea dura se encuentran en el otro bando. Incluso el Wall Street Journal admite que la KPN de Leszek Moczulski, una fracción fuerte dentro de Solidarnosc, está “manchada por una historia de antisemitismo”. Y en octubre pasado el líder “radical” de Solidarnosc en Szczecin, Marion Jurczyk, declaró que tres cuartas partes de la dirección del partido comunista ¡eran en realidad judíos que se habían cambiado el nombre!

Antes del Holocausto los judíos jugaron un papel muy importante en la dirección del movimiento obrero revolucionario polaco, proveyendo mucho de su cosmopolitismo y elan internacionalista, sirviendo de barrera contra las influencias social patrióticas. Al “purificar” la nación polaca, en Auschwitz y otras partes, Adolf Hitler contribuyó indirectamente a la situación completamente miserable del estalinismo polaco de la posguerra, la enorme influencia de la iglesia católica y el ascenso del movimiento clerical-nacionalista de Solidarnosc.

La tragedia del Partido Comunista Polaco

El Partido Comunista Polaco se formó a fines de 1918 como una fusión entre la SDKPiL de Luxemburg y el Partido Socialista Polaco-Izquierda, un partido centrista numeroso que se había escindido de Pilsudski a raíz de la Revolución de 1905. La perspectiva que animaba a estos primeros comunistas polacos está bien descrita por Isaac Deutscher en su importante ensayo escrito en 1958 “The Tragedy of the Polish Communist Party” (reproducido en Marxism in Our Time [1973]):

“Las filas del partido se unieron todavía más por la aguda conciencia de su oposición común e indomable a la Polonia nacionalista y reformista, a la Polonia de los terratenientes y la pequeña nobleza.”

Esa oposición pronto iba a ponerse a prueba, y en la forma más severa. A principios de 1920 Pilsudski emprendió una guerra de conquista contra la Rusia Soviética. No había duda de que los comunistas polacos cumplirían con su deber internacionalista, como en efecto lo hicieron. Deutscher explica:

“El partido polaco trató esta guerra — y en esto tenía toda la razón — como una guerra de las clases poseedoras polacas (o de sus elementos decisivos) contra la Revolución Rusa, y como una parte integrante de la intervención de las potencias capitalistas en Rusia. El partido se sentía identificado con la Revolución Rusa y obligado a defenderla.”

A principios de los años 20 el partido comunista pro soviético era, a fin de cuentas, más fuerte dentro de la clase obrera polaca que los socialdemócratas pilsudskistas. Además, en el Comintern había un refrán: “El partido alemán es el más grande; el partido polaco es el mejor.” Fue en gran parte debido a sus raíces en el SDKPiL revolucionario de Luxemburg, que el partido polaco opuso más resistencia a la estalinización que cualquier otro partido grande del Comintern. En diciembre de 1923 su comité central envió una carta de protesta al partido ruso que declaraba: “… para nuestro partido, más aun, para toda la Comintern, para todo el proletariado revolucionario mundial el nombre del camarada Trotsky está indisolublemente ligado al triunfo de la Revolución Soviética, al Ejército Rojo, al comunismo” (citado en M.K. Dziewanowski, The Communist Party of Poland [1976]).

Esto no significa idealizar al Partido Comunista Polaco de los años 20 o el régimen de las “tres W” (Warski, Walecki, Wera Kostrzewa). En 1923 la dirección del Partido Comunista Polaco dejó pasar una situación potencialmente revolucionaria. Pocos años más tarde cometieron un error mucho más grave, esta vez por comisión. Mareado momentáneamente por el entusiasmo popular por el bonapartismo pilsudskista, Warski dio el respaldo de su partido al golpe del mariscal en mayo de 1926 (ver “Pilsudski and Counterrevolution in Poland”, Workers Vanguard No. 293, 20 de noviembre de 1981). Pero los comunistas polacos se repusieron pronto de su “error de mayo” y constituyeron la única oposición a la dictadura fascistizante en proceso de consolidación.

El prestigio político que el Partido Comunista Polaco adquirió en su heroica lucha contra la dictadura derechista fue rápidamente desperdiciado con el viraje de Stalin en 1929 hacia el aventurerismo del “tercer período”. Se prohibió al partido participar en acciones unidas con los partidos socialdemócratas y campesinos contra el creciente terror blanco. En 1931-32 surgió una oposición a este curso suicida encabezada por Isaac Deutscher. La oposición polaca lo fue ganada pronto al trotskismo, debido principalmente a la resuelta lucha de Trotsky por una defensa conjunta del proletariado alemán contra la amenaza del nazismo. Aunque el grupo de Deutscher fue expulsado del PC polaco en 1932, el historiador norteamericano de la Guerra Fría Dziewanowski observa que “Una subcorriente favorable a Trotsky continuó siendo un factor de alguna importancia hasta que el partido fue disuelto [en 1938], particularmente entre la militancia judía.”

Cuando Hitler llegó al poder a principios de 1933, el movimiento trotskista consideró la posibilidad de llamar al Ejército Rojo a que invadiera Alemania antes de que los nazis pudieran consolidar y rearmar su régimen. Esto forzosamente habría violado la soberanía nacional polaca, pero ello significaba una consideración menor en relación con los intereses históricos del proletariado mundial.

El aumento del terror blanco del “régimen de los coroneles” pilsudskista forzó a números cada vez mayores de comunistas polacos a refugiarse en la Unión Soviética. Muchos comunistas extranjeros fueron asesinados durante las grandes purgas de finales de los años 30, pero la Guerra de Stalin contra el partido polaco fue excepcional, más aun única. Prácticamente todos los comunistas polacos en el territorio soviético o fueron físicamente liquidados o fueron enviados a campos de concentración. A muchos comunistas polacos se les hizo regresar con engaños y pretextos. La dirección entera del partido — Warski, Walecki, Wera Kostrzewa, Unszlicht entre otros — fue asesinada. En 1938 en un acto sin precedentes Stalin disolvió a todo el partido polaco acusándolo de ser “un nido de trotskistas-pilsudskistas”. Deutscher trató de explicar el odio irracional de Stalin al comunismo polaco, su férrea decisión de exterminarlo de raíz:

“Stalin veía al PC polaco como la fortaleza del odiado luxemburguismo — la ‘variedad polaca del trotskismo’ — que ya lo había desafiado empezando en 1923; el partido en el que unos dirigentes eran cercanos a Bujarin y otros a Zinoviev; el partido de las herejías incurables, orgulloso de sus tradiciones y su heroísmo…”

Por el trotskismo polaco

Todos los comentarios están de acuerdo en un punto: los orígenes inmediatos de la crisis polaca actual se encuentran en la catastrófica mala administración económica del régimen de Gierek durante la última década. Se ve a todas luces también que el grado de corrupción y venalidad dentro de la burocracia es extremo incluso por comparación con el resto de los estados obreros deformados de Europa Oriental. Esto es un reflejo de la destrucción del Partido Comunista Polaco por Stalin, a consecuencia de la cual el aparato de gobierno instalado por el ejército soviético después de la Segunda Guerra Mundial no tenía ningún vínculo con un pasado revolucionario del cual deshacerse. De tal modo que la burocracia que desde entonces gobierna Polonia fue reclutada entre arribistas y oportunistas comunes. Pero a un nivel más profundo las raíces de la crisis polaca se encuentran en el estalinismo, el esfuerzo de una burocracia bonapartista por establecer un equilibrio entre el imperialismo y la clase obrera, expresado en el dogma del “socialismo en un solo país”.

Todos los problemas centrales que confronta Polonia se derivan de la restringida política nacionalista de la burocracia y principalmente de su conciliación y fortalecimiento de la base social para la contrarrevolución. La habilidad de los pequeños propietarios campesinos para extorsionar al país se debe al hecho de que la agricultura no ha sido colectivizada. La influencia clerical-nacionalista en Solidarnosc emana del esfuerzo del régimen por encontrar unmodus vivendi con la iglesia católica, la cual se encuentra arraigada entre el campesinado. El estallido producido por el aumento de los precios y que condujo a la huelga de Gdansk fue el resultado de hipotecar la economía polaca a los banqueros occidentales, que ahora exigen su pago. La solución no está en hacer más concesiones sino en una política verdaderamente revolucionaria, internacionalista. Y para esto se necesita expulsar a los parásitos estalinistas por medio de una revolución política proletaria, dirigida por una vanguardia trotskista.

En 1956, los obreros polacos respondieron al mandonismo del estado policíaco de la época de Stalin con la poderosa revuelta proletaria que se inició en Poznan (y coadyuvó a detonar la revolución obrera en Hungría ese mismo octubre). Esto forzó un intento por reformar el régimen con una especie de estalinismo liberal, incrementando el uso de incentivos individuales y aflojando las tuercas del aparato represivo. Esto también fracasó — en dos ocasiones. El proletariado polaco repudió a Gomulka en la sublevación obrera del Báltico en 1970 y echó fuera a Gierek con la huelga de los astilleros en 1980. Esto significó también el fin de las ilusiones en la reforma liberal, y ahora las fuerzas pro-occidentales dentro y en torno a Solidarnosc lograron ganarse el apoyo de las masas polacas. Pero su triunfo significaría una calamidad de proporciones inmensas, Gdansk se convertiría en un Detroit con sus colas de desocupados y ollas comunes.

Además, la contrarrevolución en los márgenes del Vístula no se limitaría a Polonia. Plantearía inmediatamente la reunificación capitalista de Alemania y una Guerra mundial termonuclear imperialista con el propósito de borrar del mapa al estado obrero degenerado soviético y las conquistas de la Revolución de Octubre de 1917 que aún perduran. Sólo los trotskistas tenemos un programa para desarraigar las fuentes de la contrarrevolución, retornando al comunismo auténtico de Lenin y Luxemburg. Elementos claves de tal programa para la movilización de la clase obrera polaca son entre otros:

¡Abajo el clericalismo! ¡Por la absoluta separación de la iglesia del estado! Como escribió Rosa Luxemburg en 1905: “El clero, al igual que la clase capitalista, vive del sudor del pueblo, se lucra con la degradación, la ignorancia y la opresión del pueblo” (“Socialismo y las iglesias”). Hoy el Vaticano sirve de instrumento clave del imperialismo occidental, una agencia central para la contrarrevolución capitalista. El eje de la dirección de Solidarnosc alrededor de Lech Walesa surgió de los círculos “disidentes” respaldados por la iglesia, y una de las famosas 21 demandas en la huelga de Gdansk fue la transmisión de la misa católica por la radio y la televisión estatales — estableciendo de hecho una iglesia oficial. Más aun, el ejército polaco es el único en Europa Oriental que cuenta con capellanes católicos.

Kuron y otros dirigentes de Solidarnosc han preconizado un gobierno tripartito que incluya a la jerarquía católica. Washington, Wall Street y la socialdemocracia, intentan restaurar la iglesia romana a su dominio medieval sobre la vida social polaca. Y tratando de ganarse la aprobación del papa Wojtyla, los estalinistas son capaces de adoptar algunos de sus reaccionarios programas sociales — tales como restringir o eliminar el derecho de las mujeres al aborto. La separación de la iglesia del estado es una conquista histórica de la revolución democrático-burguesa, y sin embargo hoy los trotskistas son los únicos que luchan por ella.

¡Por la colectivización de la agricultura! Durante décadas la economía polaca ha sido desgarrada por la contradicción entre una agricultura atrasada de pequeños propietarios campesinos y una industria en rápida expansión. El subsidio de los alimentos por el gobierno ha resultado en un costo cada vez mayor para la economía en su conjunto. Aun así, los intentos de Solidaridad Rural por eliminar la comercialización por el estado no sólo irían en contra de los intereses económicos inmediatos de la clase obrera, a través de una enorme alza de precios, sino que fortalecerían también el peligro de contrarrevolución. Una tarea clave inmediata para un gobierno obrero revolucionario en Polonia sería promover la colectivización de la agricultura.

¡Por sindicatos independientes del control burocrático y basados en la defensa de la propiedad socializada! Esto es una parte esencial del programa trotskista para la expulsión de la burocracia estalinista. Y no tiene nada en común con la consigna de “sindicatos libres”, que durante mucho tiempo ha sido el grito de batalla del imperialismo de la OTAN. Al inicio de la Guerra Fría, la fanáticamente anticomunista burocracia sindical norteamericana creó la Confederación Internacional de Sindicatos Libres en la más estrecha colaboración con la CIA. Los obreros polacos deben entender que un restringido sindicalismo economicista no es posible en una economía colectivizada. Toda redistribución del ingreso requiere arrancar el control de la administración económica a la burocracia estalinista. Y los obreros polacos deben oponerse implacablemente al “sindicalismo estilo AFL-CIA”, comprometiendo a sus organizaciones en la defensa de la propiedad socializada y del poder estatal proletario contra el imperialismo.

¡Anular la deuda imperialista! El pago de la enorme deuda de Polonia a los imperialistas significaría años de austeridad severa. Los dirigentes de Solidarnosc, sin embargo, llaman por la afiliación de Polonia al Fondo Monetario Internacional, el cártel de los banqueros occidentales. El FMI sangraría, a los obreros polacos con el mismo ensaño con que lo hace a los obreros del “tercer mundo”. Deseando mantener la paz social en su importante país aliado, el Kremlin, al menos indirectamente, ha dado sumas cada vez más cuantiosas para cubrir las deudas de Polonia a Wall Street. No es nuestra tarea como revolucionarios proletarios aconsejar a los burócratas de Varsovia sobre cómo salir del hoyo en que se han metido. Pero una dirección trotskista anularía inmediatamente la deuda imperialista y exhortaría a los obreros de Europa Occidental y de los EE.UU. a luchar contra la inevitable represalia imperialista.

¡Por la planificación económica socialista internacional! Los dirigentes de Solidarnosc han expresado su admiración por el capitalismo occidental y han pedido la reprivatización de un sector importante de la economía. Han exigido la abolición de la planificación central en favor de empresas “autogestionarias” autónomas que operen sobre la base de la competencia en el mercado. En las actuales condiciones económicas de Polonia, esto conduciría de inmediato a la bancarrota a centenares de empresas, lanzando a cientos de miles, si no es que millones, de obreros a la calle. Facilitaría también enormemente la penetración económica imperialista. La meta no debe ser el retorno a la anarquía del mercado sino entregar a la clase obrera el control democrático de la economía, que sólo es posible por medio de la planificación central por el poder soviético, con comités de fábrica que supervisen la producción y cooperativas de consumo que controlen la calidad y precio de las mercancías. Los obreros polacos deben cifrar sus esperanzas en unos Estados Unidos Socialistas de Europa en los cuales una Alemania soviética unificada será la fuerza motriz industrial.

¡Por la democracia soviética, no por el parlamentarismo burgués! ¡Por la revolución política proletaria! Apenas unas horas antes de la imposición de la ley marcial, Solidarnosc convocó a un referéndum para derrocar al gobierno comunista y remplazarlo con un gobierno basado en “elecciones libres”. En las actuales condiciones de Polonia tales elecciones habrían conducido a la victoria de un partido clerical-nacionalista que intentaría restaurar el capitalismo, o quizás habrían llevado a la anarquía. En cualquier caso, se habría planteado directamente la Guerra civil. La clase obrera polaca debe luchar por el gobierno de los soviets (consejos obreros) como en la Revolución Rusa de 1917. La democracia soviética debe incluir a todos aquellos partidos, escogidos por los obreros y sus aliados, que estén a favor del orden socialista y lo defiendan.

¡Defender a la URSS contra el imperialismo! ¡Por la unidad revolucionaria de los obreros polacos y soviéticos! Walesa y Cía. se veían a sí mismos acaudillando a la nación polaca entera, apoyados por el imperialismo occidental, contra el “comunismo ruso”. El “llamado” del congreso de Solidarnosc de septiembre pasado a los obreros soviéticos fue una provocadora declaración de solidaridad con el “mundo libre” de Reagan. Esto lo entendieron muy bien no sólo los burócratas del Kremlin sino también las masas obreras soviéticas. Todos los periodistas occidentales informan que el individuo común y corriente en la Unión Soviética no siente ninguna simpatía por Solidarnosc ni por lo que ésta representa.

La tradición revolucionaria de solidaridad obrera polaco-rusa simbolizada por Rosa Luxemburg es decisiva en el reforjamiento del trotskismo polaco. Una revolución política proletaria en Polonia debe extenderse a la URSS y al resto del bloque soviético o de lo contrario será aplastada. Pero los obreros polacos no podrán atraer a sus hermanos de clase soviéticos, que perdieron 20 millones de vidas combatiendo a los nazis en la Segunda Guerra Mundial (600.000 de éstas en Polonia), a menos que les aseguren que una Polonia obrera defenderá a la Unión Soviética contra el imperialismo. El pueblo soviético sabe que la ambición del imperialismo norteamericano es “echar atrás” al comunismo: la transformación de Europa Oriental en estados hostiles aliados al imperialismo, extendiendo la OTAN hasta la frontera soviética como preludio a la restauración capitalista en la misma URSS. ¡Un gobierno obrero polaco debe ser un bastión militar y contra la OTAN!

En su ensayo “La tragedia del Partido Comunista Polaco”, Isaac Deutscher destaca como su conclusión principal: “Si algo prueba la historia del PC polaco y de Polonia en general, es lo indestructible que es el vincula entre las revoluciones polaca y rusa”. Hoy en día es imperioso resucitar la tradición de Lenin y Luxemburg, de unidad revolucionaria del proletariado polaco y ruso. Hoy, esta unidad debe apuntar en contra de las burocracias estalinistas, en defensa de las economías colectivizadas y el poder estatal proletario contra el imperialismo. Esta tradición y este programa serán llevados adelante por una vanguardia trotskista polaca, sección de una IV Internacional renacida. Esahora el momento para sentar las bases de una vanguardia trotskista en Polonia.

Hijo de Perón abandona a hijo de Mitterrand

Moreno/Lambert: El bloque más podrido

Hijo de Perón abandona a hijo de Mitterrand

Traducido y amplificado de Workers Vanguard No. 298, 5 de febrero de 1982. Esta versión fue impresa en Spartacisten español No. 10, febrero de 1982.

Fue un matrimonio de conveniencia que simplemente dejó de ser conveniente. El conglomerado seudotrotskista autodenominado Comité Paritario y luego “Cuarta Internacional (Comité Internacional)” ― las comillas son de ellos ― ha dejado de existir al separarse a fines del año pasado el filibustero argentino Nahuel Moreno y el socialdemócrata francés Pierre Lambert. Los protagonistas declaran ahora su incompatibilidad sobre un sinnúmero de cuestiones. Los morenistas afirman que la Organisation Communiste Internationaliste (OCI) claudica en forma oportunista ante el gobierno de frente popular francés de François Mitterrand. Los lambertistas denuncian al Partido Socialista de los Trabajadores (PST) de Moreno por burlarse del centralismo democrático internacional al abrir un centro fraccional en París. ¿Quién puede negar estas acusaciones? ¿Y quién puede darse por asombrado? Como escribimos en un artículo encabezado “Hijo de Perón cohabita con hijo de Mitterrand”:

“… la OCI es una organización socialdemócrata sosa con un caso pronunciado de estalinofobia, mientras que Moreno es un aventurero buscando construir una internacional personal con el programa de infiltrar toda clase de régimen nacional-bonapartista ‘tercermundista’…. He aquí el bloque seudotrotskista más podrido de la historia.”

― “El bloque más podrido, primera parte”

Apenas dos años después, el Comité Paritario/Internacional simplemente se descosió, en una escisión fría entre la antigua Fracción Bolchevique de Moreno y el anterior Comité de Organización de Lambert. Pero no se puede enseñar nuevos trucos a viejos oportunistas. Así que en diciembre Lambert lanzó un “Comité de Reconstrucción Internacional” y proclamó a la OCI (que ha ido perdiendo militantes desde la instalación del gobierno Mitterrand) el Parti Communiste Internationaliste. Los morenistas franceses, mientras tanto, enviaron una carta a la Ligue Communiste Révolutionnaire (LCR ―sección del Secretariado Unificado (S.U.) de Ernest Mandel, del cual Moreno se separó en 1979― proponiendo “obrar en común a la construcción del partido revolucionario”.

No se necesitaba una bola de cristal, ni de ser marxista, para reconocer que Moreno-Lambert no era exactamente una pareja ideal. Pero para estos estafadores la clave del éxito era repetir afirmaciones cada vez más extravagantes, no importa cuán absurdas. En diciembre de 1980, cuando Moreno y Lambert se rebautizaron con el nombre Comité Internacional, el dirigente de la OCI fanfarroneaba:

“En un año hemos dado un salto adelante como jamás ha habido en la historia de la IV Internacional. El único salto adelante comparable en la historia del movimiento obrero internacional fue el que tuvo lugar con la formación de la III Internacional después de la victoria de la Revolución Rusa…”

― citado en Critique Communiste, diciembre de 1981

Las Tesis adoptadas durante este congreso fueron aclamadas con rimbombancia como “el documento más importante desde el Programa de Transición” de León Trotsky. Hoy día, sin embargo, Moreno nota tardíamente que carecen de una sección sobre la cuestión del frente popular ―definida por Trotsky como “la cuestión más importante de estrategia de clase proletaria para esta época”― y Lambert admite que su combinación nunca funcionó sobre la base del centralismo democrático. No fue sino, como lo expresábamos, una vuelta más del carrusel seudotrotskista. Y ahora la música vuelve a empezar.

Manipuladores oportunistas desbocados

Las cuestiones políticas supuestamente envueltas en la escisión de Moreno y Lambert son menos interesantes que las sucias maniobras organizativas. Los morenistas, al descubrir que “no estamos de acuerdo con la OCI sobre ninguna línea, más aún, ni siquiera sobre una consigna” (carta de Moreno al POSI español, 17 de octubre de 1981), propusieron abrir una oficina en París con un equipo de 10 miembros del PST para intervenir entre la militancia de la OCI y como si esto fuera poco, llamaron a la OCI a financiar su centro fraccional y suministrarles 1.000 ejemplares del número de octubre del periódico del “Comité Internacional” (que incluye una larga polémica de Moreno contra la política de la OCI hacia Mitterrand). La contraoferta morenista de tiempo igual, permitiendo a diez lambertistas visitar los locales clandestinos del PST hasta que la junta los agarre, es puro cinismo. Y mientras tanto el aventurero argentino proclama su amor eterno a Lambert, ¡“el dirigente trotskista más talentoso que he conocido”!

Como de costumbre, los lambertistas respondieron a esta provocación cínica con represión burocrática: prohibiendo a los militantes de la OCI la venta pública del notorio número de octubre de Correspondance Internationale; decretando que los lugartenientes de Moreno se habían “puesto fuera del marco” de su Comité Internacional ―es decir, son autoexpulsados. Ex miembros de la Fracción Bolchevique fueron arrojados sin más de la OCI. Cualquier pretexto serviría. Cuando un partidario de Moreno en el este de Francia dijo que Lambert era un revisionista y reformista, respondió una circular enviada a todos los comités locales: “No hay lugar a la discusión o las diferencias…. Ellos no tienen cabida en la OCI: ¡Fuera!” Otro morenista en las provincias fue expulsado por “intentar inducir al error [a un militante de la OCI]” (de la Correspondance Internationale No. 14, noviembre de 1981, publicada por Moreno).

La concepción que tiene Lambert de una “internacional” siempre ha sido la de un bloque federado podrido. Su anterior “Comité Internacional” (1963-72) con Gerry Healy nunca se puso de acuerdo sobre si era el CI de la IV Internacional o por su reconstrucción. Al primer desacuerdo sobre la política nacional de uno de los socios del bloque, en este caso del colega boliviano de Lambert, Lora, simplemente se separó en sus componentes inglés y francés (con sus respectivos satélites). El “Comité de Organización” (1972-77) también se escindió siguiendo las fronteras nacionales cuando la OCI discrepó con los partidarios argentinos de Lora sobre el peronismo. Y ahora el Comité Paritario/Internacional (1979-81) ha sufrido un destino idéntico al devolverle Moreno el favor a Lambert, utilizando la política de la OCI hacia Mitterrand como excusa. En lugar de luchar por forjar un partido internacional verdaderamente trotskista, tales amalgamas sin principios siempre se desgarran cuando un socio trata de entrometerse en el “coto privado” del otro. En lo que respecta a Moreno, nuestra descripción previa guarda todo su valor:

“Hacía tiempo ya que este bandolero político argentino había estado persiguiendo furtivamente a Mandel, corriendo a escondidas en el matorral y luego refugiándose tras las faldas de un grupo mayor, para luego romper con éste desde la ‘izquierda’ cuando se presenta una oportunidad propicia.”

― “Bloques podridos hacen añicos al Secretariado Unificado”, Spartacist (edición en español) No. 8, agosto de 1980

Apoyo al frente popular: “crítico” y no crítico

Moreno descubrió su oportunidad con la elección del líder del Partido Socialista, Mitterrand, como presidente francés el 10 de mayo pasado. Poco después en una carta a Lambert fechada el 13 de julio, denunció la política de la OCI como “un apoyo casi total, no crítico, al gobierno de frente popular”. Luego convirtieron la disputa en semipública en octubre al atacarse con epítetos y amenazas “anónimas”. Siguiendo las normas de los medios seudotrotskistas en los cuales se califica a una polémica pesada de acuerdo con los kilos de papel utilizado, “Miguel Capa” intervino en nombre del campo de Moreno con unas 15.700 palabras contra el oportunismo con respecto al frente popular. “François Forgue” respondió con 12.000 palabras defendiendo la política de la OCI, y Stéphane Just añadió otras 5.000 en justificación del apoyo a las nacionalizaciones de Mitterrand. En conjunto llenaron 20 páginas enteras de su órgano internacional… y en menos de un mes la “Cuarta Internacional (Comité Internacional)” dejó de existir.

Toda la verborrea confusionista no hacía sino probar lo probado, a saber que Lambert y Cía. no son en ningún sentido una oposición al actual gobierno francés, sino a lo más un grupo de presión y normalmente nada más quemitterrandistes trotskoides. La OCI rara vez ataca al gobierno como tal, incluso utilizando el tono más “moderado”. Y cuando lo hace, casi nunca llama al régimen Mitterrand/Mauroy un frente popular, es decir una coalición burguesa de colaboración de clases. Durante un mitin de la OCI el pasado octubre, Lambert resumió su política como sigue: “Sí, lo decimos: la mayoría PS-PCF [socialista-comunista] tiene los medios para hacer recular a los capitalistas y los banqueros… El gobierno tiene los medios. La mayoría PS-PCF en la Asamblea Nacional, tiene los medios” (Informations Ouvrieres, 24-31 de octubre de 1981). Llamar a esto cretinismo parlamentarista sería muy generoso. La actividad principal de los lambertistas estos días es sembrar ilusiones en el principal aliado antisoviético de Ronald Reagan en el continente europeo.

¿Qué hay de nuevo en esto? La OCI se ha arrastrado servilmente ante la socialdemocracia durante años. En 1975-76 Lambert redobló los tambores de guerra para los socialistas portugueses (respaldados por la CIA) cuando éstos servían de punta de lanza para una movilización contrarrevolucionaria contra el PC. Y el mejor ejemplo de la política de la OCI respecto a la coalición frentepopulista francesa actualmente en el gobierno lo fue su política electoral, llamando al voto por Mitterrand ya en la primera vuelta y denunciando con violencia al PCF como agentes de Moscú y Giscard por presentar un candidato propio. En las elecciones parlamentarias de junio, la OCI llamó por el apoyo a la mayoría frentepopulista, y saludó la elección de Mitterrand como nada menos que “la victoria política de la clase obrera” (Correspondencia Internacional No. 13, octubre de 1981). Sin embargo Moreno aclamó este apoyo electoral al frente popular como ¡”un ejemplo excelente” de la política trotskista! El pequeño grupo de morenistas en Los Angeles, por ejemplo, publicó un artículo alabando “La política revolucionaria de la OCI y las elecciones francesas” (El Bolchevique, agosto de 1981).

Es que antes de julio, Moreno iba de la mano con Lambert. Ahora descubre la capitulación de la OCI ante el frente popular. La OCI, por su parte, acusa a los morenistas de no comprender la diferencia “entre el momento en que el ‘choque’ con el gobierno es ‘indirecto’ y el momento en que es ‘directo’.” Los partidos obreros tradicionales deben ser desenmascarados “a través del movimiento práctico del proletariado”, escribe el portavoz de la OCI Forgue, en lugar de “mediante una simple denuncia o repitiendo calificativos”. “Miguel Capa” lo dice en forma poco distinta, pretendiendo que Trotsky “consideraba que al comienzo del gobierno frentepopulista, el principal enemigo era la burguesía y no el gobierno, que tenía la confianza de los obreros y la oposición de los burgueses.” Moreno/Capa también afirman que los frentes populares siempre son “consecuencia de un triunfo, electoral o revolucionario, de las masas”.

¿La crítica sólo “indirecta” del frente popular versus el “enemigo principal” es la burguesía, no el gobierno? Las diferencias entre morenistas y lambertistas sobre esta cuestión clave son, a lo más, las que “distinguen” los partidarios “críticos” de los incondicionales descarados de Mitterrand. La política bolchevique fue todo lo contrario. En sus famosas “Tesis de abril” Lenin atacó “directamente” al frente popular clásico de la Revolución Rusa:

“Ningún apoyo al Gobierno Provisional; explicar la completa falsedad de todas sus promesas…. Desenmascarar aeste gobierno, que es un gobierno de capitalistas, en vez de propugnar la inadmisible e ilusoria ‘exigencia’ de quedeje de ser imperialista.”

―  “Las tareas del proletariado en la presente revolución”, abril de 1917

En lo que a Trotsky se refiere, lejos de considerar la elección de un gobierno de frente popular como un “triunfo” de los obreros, él siempre denunció a tales bloques como una barrera a la revolución proletaria. Y desde luego que no trató a los burócratas con suavidad. Después de la elección del Frente Popular español a principios de 1936, Trotsky escribió que el deber principal de los revolucionarios en España era: “Condenar y denunciar implacablemente ante las masas la política de todos los jefes que forman parte del Frente Popular” (“¿Qué deben hacer los bolcheviques-leninistas en España? Carta a un amigo español”, abril de 1936).

Y, por supuesto, en su terreno propio Moreno y Cía. implementan una línea política tan reformista como la de la OCI ― al mismo tiempo confeccionando toda una “contribución” teórica para justificarla. En países capitalistas atrasados, escribe Moreno/Capa:

“Reflejando a las burguesías nacionalistas, en ciertas circunstancias, surgen combinaciones frentepopulistas con rasgos antiimperialistas. Salvador Allende fue un ejemplo.”

Y de hecho, en 1973 el portavoz del PST Ernesto González escribió que sería un “error imperdonable” considerar a la Unidad Popular de Allende como “análoga a los Frentes Populares que fueron formados en los países imperialistas” en los años 30 y 40. Igualando a la UP, una coalición burguesa, con sindicatos controlados por burócratas pro-capitalistas, González llamó a los militantes de izquierda a “trabajar dentro de este movimiento nacionalista” (International Socialist Review, octubre de 1973). Esto se tradujo en la práctica en que el destacado dirigente morenista Hugo Blanco, quien se encontraba en Chile durante los meses decisivos previos al golpe, no lanzara nunca, en más de una decena de artículos sobre conflictos políticos, luchas obreras y los cordones industriales (órganos embrionarios de poder dual) en Chile, la demanda clave por la ruptura con el frente popular.

Nacionalismo tercermundista y antisovietismo

Otra de las seudocontroversias que agitaba la combinación Moreno/Lambert trató de la cuestión de un “frente único antiimperialista”. Aquí las diferencias eran supuestamente tan agudas que impidieron la fusión en julio pasado de las dos secciones peruanas del “Comité Internacional”, el PST morenista y el POMR aliado con Lambert. Los lambertistas, como de costumbre, eran descaradamente reformistas. El portavoz de la OCI Luis Favre declaró abiertamente, sin restricciones, que “en los países coloniales y semicoloniales, el bloque con una fracción de la burguesía es posible…” (Correspondance Internationale, julio/agosto de 1981). ¿Qué clase de bloque? ― ¿militar, político? Los lambertistas precisan un poco más lo que para ellos representa el “FUA” en un texto del POMR. Rechazando la proposición de una camarada de la OST boliviana, sostienen: “No reducimos la cuestión del Frente Único Antiimperialista a la simple unidad de acción” (Boletín Interno POMR-PST, “Discusión sobre FUA y FUO”, julio de 1981). Quizás la expresión más concreta de esta peligrosa concepción del “frente antiimperialista” era la famosa “Moción Roja” del POMR presentada a la Asamblea Constituyente peruana en 1978, la cual llamaba a la mayoríaburguesa derechista a quitarles el poder a los generales (ver “Why a Revolutionary Constituent Assembly?” Workers Vanguard No. 221, 15 de diciembre de 1978). Esto no tiene, por supuesto, nada que ver con el trotskismo que se opone a la colaboración de clases, o sea, los bloques políticos con la burguesía.

Así que los morenistas pudieron ganar unos puntos fáciles. Pero resulta que poco antes de la programada conferencia de fusión del POMR y el PST, Moreno y Lambert se pusieron de acuerdo en una declaración conjunta que también hace referencia a un amplio “frente con el nacionalismo burgués o pequeñoburgués” (Revolución Proletaria [POMR], 27 de agosto de 1981). Además, los argumentos que Moreno esgrime sobre los frentes populares en países capitalistas atrasados se basan implícitamente (y casi explícitamente) en la noción estalinista de una “burguesía nacional antiimperialista”. Y cuando se trata de brindar apoyo político a nacionalistas burgueses, nuestro caudillo seudotrotskista no es tacaño. En 1974 el PST argentino declaró en una reunión con la presidente Isabel Perón que “luchará por la continuidad de este gobierno.” Este y otros muchos casos, de seguidismo tras el peronismo por Moreno son documentados en nuestro folleto La verdad sobre Moreno (de próxima aparición).

Bloque podrido antisoviético

La principal opción de Moreno y Lambert para construir un bloque podrido relativamente estable consistía en la elaboración de un programa basado en un antisovietismo a ultranza. Y pusieron manos a la obra con el ardor de un par de “combatientes por la libertad” oriundos de “naciones cautivas”. En respuesta a la cruzada de Guerra Fría de Jimmy Carter en torno a la intervención soviética en Afganistán, varios seudotrotskistas exigieron la retirada del Ejército Rojo. El “Comité Paritario” fue más allá, llamando por el apoyo militar a los reaccionarios islámicos respaldados por la CIA. Y en su éxtasis con el gobierno de los mulahs de Jomeini en Irán, ¡los morenistas llamaron por la extensión de esta contrarrevolución islámica a la Unión Soviética (ver Spartacist [edición en español] No. 8, agosto de 1980)! Para justificar esta traición recurrieron al mito lambertista de una “Santa Alianza Contrarrevolucionaria basada en el orden mundial establecido en Yalta y Potsdam.” De acuerdo con esta concepción del mundo demonológicamente estalinofóbica, se explica todo desde la Guerra Fría al eurocomunismo como producto de un complot del Kremlin y la Casa Blanca.

Luego vino Polonia. Naturalmente, Lambert y Moreno se convirtieron en partidarios entusiastas de Solidarnosc (en compañía de los mandelistas, socialdemócratas y otros tantos “amigos del trabajador” como el papa Wojtyla y Ronald Reagan). En una resolución sobre Polonia de la conferencia fundadora del “Comité Internacional” no había una sola referencia a la defensa de los estados obreros degenerado/deformados del bloque soviético contra el imperialismo. (“Naturalmente”, ya que si no hay conflicto entre los capitalistas y los burócratas estalinistas, entonces ¿defender qué…?) Hubo un pequeño desacuerdo sobre si el llamado por una asamblea constituyente debía ser la consigna central en Polonia. (Moreno: “¿[Llamar por] soviets? Pero entonces no habría ninguna posibilidad de dialogar con las masas.”) Y el congreso de Solidarnosc del septiembre pasado, con su llamado por “elecciones libres” y “sindicatos libres” por toda Europa del Este, fue aclamado como un clarín de batalla contra el totalitarismo estalinista.

Empero, ni siquiera el antisovietismo virulento los pudo mantener juntos. Hoy, luego de la supresión por los militares polacos de la intentona contrarrevolucionaria de Solidarnosc, tanto los morenistas como los lambertistas manifestaron en las calles junto con la burguesía imperialista (y emigrados ultraderechistas de Europa del Este). ¡He allí unaverdadera santa alianza contrarrevolucionaria! Y esta es la bandera bajo la cual fueron bautizados el PCI y el “Comité de Reconstrucción Internacional” de Lambert. Su informe en la reunión fundadora empezó con un saludo a Solidarnosc, Jacek Kuron y los dirigentes del KPN ― ¡una banda de pilsudskistas ultranacionalistas, antisemitas y anticomunistas! Una vez más, como en Portugal, la estalinofobia lambertista los lleva a actuar como lacayos de la CIA.

¿Y los morenistas? Informes de lugares tan distantes como San Francisco y Barcelona constatan que ellos ahora están trabajando estrechamente con los partidarios del altamente dudoso Michel Varga sobre Polonia. Incluso difunden un manifiesto del grupúsculo polaco de los varguistas que se pronuncia por un gobierno de “frente unido”, formado por el clerical-nacionalista Solidarnosc, los pequeños propietarios de Solidaridad Rural, los disidentes socialdemócratas de KOR, la KPN (arriba mencionada) y Polonia Joven, un grupo católico nacionalista de derecha. O sea que expresan en mil formas que quieren un gobierno contrarrevolucionario.

Una vez más el camaleón seudotrotskista Nahuel Moreno cambia de color y se disfraza de oposicionista de izquierda. Como ya hemos demostrado, esto es desmentido por toda su carrera. Sólo la tendencia espartaquista internacional (TEI) ha luchado consecuentemente por la política trotskista de oposición proletaria al frente popular y de defensa incondicional de las conquistas de la Revolución de Octubre. Confrontando ilusiones, ampliamente difundidas, la TEI fue única en llamar a no votar por Mitterrand en 1981 y no votar por Allende en 1970, advirtiendo que los obreros deben basarse en su propio poder de clase para derrotar a la reacción. Y mientras los seudo izquierdistas bailaban al ritmo de la música de Guerra Fría de Carter y Reagan, la TEI ha proclamado enérgicamente: “¡Viva Ejército Rojo en Afganistán!” y “¡Alto a la contrarrevolución de Solidarnosc!”

La puerta giratoria del Comité de Reconstrucción/Organización/ Internacional/Paritario de Lambert, los interminables disfraces de Moreno, el Secretariado perpetuamente des-Unificado de Mande ― todos son callejones sin salida. Combinaciones sin principios que repetidamente se deshacen a la menor prueba. La tendencia espartaquista internacional, en su lucha por los principios y el programa del bolchevismo-leninismo, busca reforjar la IV Internacional de Trotsky. ¡No a los bloques podridos oportunistas ― Por el partido mundial de la revolución socialista!

El trotskismo contra la LCR

El trotskismo contra la LCR

Primera impresión en Spartacist No. 10, febrero de 1982.

La resolución de luchar por la independencia política de la clase obrera, por la indispensable vanguardia comunista, ha separado el trotskismo de toda clase de reformismos desde la época de la Oposición de Izquierda, organizada contra la usurpación estalinista de la Internacional Comunista. León Trotsky señaló en el Programa de Transición: “La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria.” Sólo un partido leninista, aferrado al programa cuartainternacionalista y forjado en la lucha contra la claudicación reformista y centrista, será capaz de llevar el proletariado a la victoria.

Poco hay de trotskista entonces en la desvergonzada llamada de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) española por un amorfo “Partido de los Revolucionarios”:

“Nuestra conclusión es que ese partido puede y debe ser el resultado del reagrupamiento de todas las corrientes políticas que hoy luchan prácticamente por la revolución socialista:… para unificar en él a’ los sectores dispersos de la vanguardia obrera. Juvenil, feminista, ecologista, etc.”

Resoluciones del VI Congreso de la Liga Comunista Revolucionaria (enero de 1981)

Este intento de aglutinar una multiplicidad de “vanguardias” sectoriales es el eje de la política revisionista de la LCR, siguiendo las pautas de su mentor Ernest Mandel. Y naturalmente ha caracterizado su postura frente a la corriente “prosoviética” del PSUC. Así, la LCR proponía:

” … abrir un proceso de convergencia política entre esa corriente: nuestro partido. MC [Movimiento Comunista] y otros sectores revolucionarios ligados a la revista ‘Mientras Tanto’ o a sectores del nacionalismo radical. para valorar la posibilidad de construir juntos un partido de los revolucionarios.”

Combate, 4-11 de noviembre de 1981

Lo que implica pasar por alto toda una serie de diferencias de fondo en cuestiones estratégicas.

Los mismos mandelistas no se esfuerzan por esconder su oportunismo político-al contrario, hacen de ello una virtud. En un artículo aparecido en Diario de Barcelona (8 de agosto de 1981), un dirigente de la LCR, Joan Font, después de elogiar los “críticos de izquierda” del PSUC como “auténtico elemento renovador” por su supuesto rechazo de la “subordinación a los pactos con la burguesía”, hace notar que “no compartimos algunas de las posiciones de esa corriente…. ” ¡¿Algunas de la posiciones?! Los “afganos” no quieren criticar la (necesaria) intervención de la U RSS en Afganistán, mientras la LCR se pronunció contra la “invasión soviética” e incluso instó a Moscú a “preparar la retirada de sus tropas” (comunicado de prensa, enero de 19’80). Hoy día los “prosoviéticos” “aceptan la decisión del Gobierno polaco” (Quim Boix en Diario de Barcelona, 16 de diciembre de 1981). mientras la LCR declara su “Solidaridad con Solidarnosc (y así también con Ronald Reagan).

Pero el colmo es que estos antitrotskistas, que en la práctica nunca defienden a la URSS y al bloque soviético contra el imperialismo, previamente se arrastraron desvergonzadamente ante los eurocomunistas. El mismo Mandel sostuvo, en una controvertida entrevista en Topo Viejo (noviembre y diciembre de 1976) que “el eurocomunismo es una política de transición, aunque nadie sabe hacia dónde o hacia qué.” Entre las posibilidades menciona “la reabsorción de los partidos comunistas por parte de la socialdemocracia” juzgado “poco probable”) y “¿por qué no?” una transición “hacia un reencuentro con el marxismo revolucionario, con el leninismo”. En cuanto a “los compañeros dirigentes del Partido Comunista (español)”, dice que “espero y confío” que “vuelvan a la senda del marxismo revolucionario”. Y esta no fue una afición pasajera. Antes del X Congreso del PCE, los “eurotrotskistas” de la LCR prestaron su periódico Combatecomo tribuna para la publicación de las tesis de los ultraeurocomunistas “renovadores”. Y hoy proponen una “convergencia” con los prosoviéticos. ¡Qué vergüenza!

Además de ser sin principios, el reagrupamiento que preconizan estos seudotrotskistas es completamente irreal. En la región vasca, por ejemplo buscan: “estrechar lazos con las corrientes de izquierda revolucionaria que se forman en EE [Euzkadiko Ezquerra, que apoyaba a ET A político-militar], en HB [Herri Batasuna, partidarios de ETA militar] o en los mismos sindicatos [es decir UGT, dirigida por el PSOE,  y CC.OO., controladas por el EPK carrillista] … y también LAIA [el sindicato ‘abertzal’ dominado por los nacionalistas burgueses del PNV y por EE]” (Combate. 18-24 de septiembre de 1981). Semejante engendro jamás verá la luz del día. Si se encontraran en el mismo lugar todos los grupos mencionados, el resultado sería un tiroteo. En cuanto al nacionalismo radical catalán. una publicación de los “afganos”. El Comunista, se destaca por ser escrita en lengua castellana (reflejando la extracción andaluza de gran parte de los obreros del cinturón industrial de Barcelona).

La caza tras “vanguardias” feministas, ecologistas nacionalistas, etc. refleja la política multisectorial de los antitrotskistas mandelistas. El bolchevismo, en cambio, afirmó la necesidad de una vanguardia comunista que como tribuna del pueblo actuaría de caudillo de todas las capas oprimidas de la sociedad capitalista. Por lo tanto su lucha por la liberación de la mujer y por la emancipación nacional fue dirigida en parte contra las ideologías burguesas del feminismo y nacionalismo. Para los elementos combativos entre los “afganos” del PS UC. Que realmente quieren ser comunistas “sin calificativos desnaturalizadores”, no se trata simplemente de sumarse al sinnúmero de sectores pequeñoburgueses “en lucha”. Una vanguardia bolchevique en España sólo puede ser forjada en base al retorno al programa internacionalista de Lenin y Trotsky. en combate contra el revisionismo nacional-reformista del estalinismo y su hijo, el eurocomunismo. Esta es la tarea que se pone la tendencia espartaquista internacional, luchando por el renacimiento de la IV Internacional trotskista.

Los “afganos” y el 23-F

Los “afganos” y el 23-F

 

Primera impresión en Spartacist No. 10, febrero de 1982.

El tejerazo del 23 de febrero de 1981 representó un ensayo general del amenazado golpe militar que ha condicionado la “democracia española” durante los últimos años. Así representó una prueba para toda la izquierda del país. ¿Qué hicieron entonces los “afganos” catalanes y el PSUC del famoso V Congreso? Al principio, Comisiones Obreras llamó a una huelga general de 48 horas en Cataluña. Pero ya para la mañana del 24 (mientras las Cortes quedaban en manos de los golpistas), ésta había sido reducida a un paro de dos horas.

En el cinturón industrial de Barcelona — sobre todo el Baix Llobregat y Valles Occidental, baluartes de los “afganos”— sí hubo huelga total el día 24, abarcando a decenas de miles de trabajadores. Pero no hubo movilizaciones de masas en ninguna parte, y por la noche del 24 la dirección del PSUC se reunía en su sede de la Calle Ciutat. Expresaba así su confianza en las fuerzas burguesas del “orden público” para restablecer la “normalidad”. Nada de organizar milicias obreras, marchar sobre los cuarteles o cualquier cosa que recuerde a la respuesta obrera al 19 de julio de 1936.

Posteriormente, a fines de marzo, la “IV Conferencia Comarcal” del PSUC de Valles Occidental (controlado por los “afganos”) aprobó una resolución “Por la defensa de la democracia…”, llamando a la construcción de “una amplia corriente de opinión antifascista, que aísle a los golpistas y que exija que el peso de la Ley recaiga sobre ellos con todo el rigor que la defensa consecuente de la Constitución exige.” Con estas palabras los presuntos “comunistas y punto” del PSUC se dirigen al estado burgués para depurar los ultras a los cuales éste acudirá en momentos de crisis revolucionaria.

Igual que el PCE carrillista, el “PSUC-Comunista” ha probado que sólo es un “partido para la paz civil”. Hoy día, los trotskistas de la tendencia espartaquista internacional son los únicos en defender el programa leninista de movilización obrera para aplastar a los golpistas contrarrevolucionarios.

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“Afganos” a la deriva sobre Polonia

“Afganos” a la deriva sobre Polonia

Este artículo trata de la posición sobre la crisis en Polonia (1980-82) del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña) dónde sectores se oponían al giro eurocomunista del PCE (Partido Comunista Español). Primera impresión en Spartacist No. 10, febrero de 1982.

Con la imposición de la ley marcial en Polonia el 13 de diciembre (de 1981) se ha entonado una sinfonía imperialista a favor de Solidarnosc. Ronald Reagan y las burguesías europeas de la OTAN (y las aspirantes como la española), junto con socialdemócratas como François Mitterrand y Felipe González, tratan de azuzar el delirio antisoviético en torno al lema “libertad para Polonia”. Como sobre Afganistán, el PCE “eurocomunista” de Santiago Carrillo pronto se sumó a este coro contrarrevolucionario, haciendo causa común con el anticomunismo delirante del PC italiano de Enrico Berlinguer, quien declaró caduca la Revolución de Octubre. ¿Y los “afganos” del PSUC catalán? Durante todo el año precedente preferían callarse sobre los explosivos acontecimientos polacos. Pero finalmente tuvieron que pronunciarse. El número 36 de El Comunista (19 de diciembre), órgano del Comité Comarcal del Valles Occidental, declaró: “Ante la contrarrevolución: Por una Polonia socialista”.

El artículo constata que, “En esa dinámica antisocialista los asesores intelectuales de SOLIDARNOSC, como Jacek Kuron… apoyándose en la reacción clerical y los propietarios campesinos, intentan ir y llaman a la contrarrevolución ‘democrático-burguesa’.” Pero, salvo un comentario sobre la injerencia del imperialismo y la declaración hueca de que “los comunistas no podemos permanecer pasivos”, no aporta ni análisis ni programa para combatir el peligro de una restauración del capitalismo. Sólo cita dos párrafos de las Tesis del famoso V Congreso del PSUC (de enero del 81) que expresa el anhelo de que “las acciones obreras de Polonia pueden contribuir a hacer progresar la democracia socialista…”. Es curioso y altamente revelador notar que esta tesis fue escrita por la antigua dirección eurocomunista del PSUC. En sus 30 páginas de enmiendas propuestas por los “afganos”, ¡no hay una sola mención de Polonia!

Ahora el PCE ha publicado una larga resolución sobre Polonia (Mundo Obrero, 8-14 de enero de 1982) denunciando la represión manu militari de Solidarnosc. El tono de la resolución es bastante defensivo, tratando de justificarla política carrillista ante un público escéptico. Indica que la manipulación anticomunista por parte del imperialismo y “sectores” socialdemócratas de los sucesos en Polonia, “escandaliza y turba a no pocos comunistas y a trabajadores que, por instinto de clase, pueden verse tentados a adoptar posturas justificativas y defensivas.” Sobre la influencia clerical-nacionalista en Solidarnosc, señala el informe de Carrillo que esto provoca un desconcierto y “en nuestro país, la reacción del instinto de clase de no pocos trabajadores”.

El informe de Santiago Carrillo confirma que gran parte de los trabajadores españoles y de los militantes del partido mismo sienten una inquietud sobre la evolución reaccionaria de Solidarnosc y temen que la “tercera vía” del PCE les llevará directamente a los brazos del imperialismo. También los seudotrotskistas de la LCR se quejan de que para sectores de trabajadores en España “choca ver a líderes sindicales asistiendo a misa” y que “buscan elementos pro-capitalistas en Solidarnosc” (Combate, 16-23 de diciembre de 1981). Evidencian así que el instinto de clase de los obreros españoles es mucho más avanzado que la política de sus dirigentes vendidos y los lamentables “izquierdistas” de antaño.

Pero, ¿quién puede explicarles a estos obreros que sus inquietudes y temores son plenamente justificados, proponiéndoles un programa revolucionario para derrotar la ofensiva antisoviética en el Occidente y ganar los obreros polacos al auténtico comunismo de Lenin? No los “afganos” del PSUC. A pesar de la poderosa militancia obrera que reflejan, no ofrecen sino una repetición de los dogmas del “socialismo en un solo país”, el frente popular, la “reconciliación nacional” y otras tantas fuentes de la actual política ultrarreformista de Carrillo y Cía.

El silencio atronador de los “prosoviéticos” sobre Polonia durante el año pasado, tanto como la pobreza analítica y programática de sus últimos planteamientos, tienen un origen profundo: el estalinismo. ¿Cómo aclarar, por ejemplo, el hecho trágico de que una mayoría de los obreros polacos fueron ganados a un proyecto contrarrevolucionario? Esto no se explica, simplemente por referencias a los agentes y dineros de la CIA por muy reales que sean. Los orígenes remontan más allá de la catastrófica gestión económica de los años 70. La influencia clerical-reaccionaria sobre las masas trabajadoras sí es un elemento nuevo. Pero, ¿qué hay de los levantamientos obreros polacos contra sus gobernantes estalinistas en los años 56 y 70?

La tesis del V Congreso del PSUC se refiere a una burocracia que pretende actuar en nombre de los obreros polacos. Tal afirmación no será del agrado de los Brezhnev (ni sus secuaces lobotomizados como Líster). Pero, ¿cuál es la posición de clase de esta burocracia, y qué política deben tomar frente a ella los revolucionarios comunistas? No se puede aplastar políticamente a renegados como Carrillo, ni quitarles la base obrera a los contrarrevolucionarios de Solidarnosc, sin proponer un programa leninista coherente sobre la cuestión rusa.

Sólo los trotskistas hemos analizado la naturaleza parásita de la burocracia que ha acaparado el poder político en los países del bloque soviético (estados obreros degenerado/deformados). Y sobre Polonia hoy, sólo la tendencia espartaquista internacional proclamó la necesidad de parar la contrarrevolución de Solidarnosc para defender y extender las conquistas heredadas de la Revolución de Octubre. Es por eso que llamamos a una revolución política proletaria para echar a los estalinistas, los “grandes organizadores de derrotas” que tanto han hecho para desprestigiar al comunismo en los ojos de los obreros. La única fuente marxista para comprender el peligro representado por Walesa & Cía. es la colección de artículos de la prensa espartaquista, ¡Alto a la contrarrevolución de Solidarnosc! ¡Leedla!

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