El trotskismo contra la LCR

El trotskismo contra la LCR

Primera impresión en Spartacist No. 10, febrero de 1982.

La resolución de luchar por la independencia política de la clase obrera, por la indispensable vanguardia comunista, ha separado el trotskismo de toda clase de reformismos desde la época de la Oposición de Izquierda, organizada contra la usurpación estalinista de la Internacional Comunista. León Trotsky señaló en el Programa de Transición: “La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria.” Sólo un partido leninista, aferrado al programa cuartainternacionalista y forjado en la lucha contra la claudicación reformista y centrista, será capaz de llevar el proletariado a la victoria.

Poco hay de trotskista entonces en la desvergonzada llamada de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) española por un amorfo “Partido de los Revolucionarios”:

“Nuestra conclusión es que ese partido puede y debe ser el resultado del reagrupamiento de todas las corrientes políticas que hoy luchan prácticamente por la revolución socialista:… para unificar en él a’ los sectores dispersos de la vanguardia obrera. Juvenil, feminista, ecologista, etc.”

Resoluciones del VI Congreso de la Liga Comunista Revolucionaria (enero de 1981)

Este intento de aglutinar una multiplicidad de “vanguardias” sectoriales es el eje de la política revisionista de la LCR, siguiendo las pautas de su mentor Ernest Mandel. Y naturalmente ha caracterizado su postura frente a la corriente “prosoviética” del PSUC. Así, la LCR proponía:

” … abrir un proceso de convergencia política entre esa corriente: nuestro partido. MC [Movimiento Comunista] y otros sectores revolucionarios ligados a la revista ‘Mientras Tanto’ o a sectores del nacionalismo radical. para valorar la posibilidad de construir juntos un partido de los revolucionarios.”

Combate, 4-11 de noviembre de 1981

Lo que implica pasar por alto toda una serie de diferencias de fondo en cuestiones estratégicas.

Los mismos mandelistas no se esfuerzan por esconder su oportunismo político-al contrario, hacen de ello una virtud. En un artículo aparecido en Diario de Barcelona (8 de agosto de 1981), un dirigente de la LCR, Joan Font, después de elogiar los “críticos de izquierda” del PSUC como “auténtico elemento renovador” por su supuesto rechazo de la “subordinación a los pactos con la burguesía”, hace notar que “no compartimos algunas de las posiciones de esa corriente…. ” ¡¿Algunas de la posiciones?! Los “afganos” no quieren criticar la (necesaria) intervención de la U RSS en Afganistán, mientras la LCR se pronunció contra la “invasión soviética” e incluso instó a Moscú a “preparar la retirada de sus tropas” (comunicado de prensa, enero de 19’80). Hoy día los “prosoviéticos” “aceptan la decisión del Gobierno polaco” (Quim Boix en Diario de Barcelona, 16 de diciembre de 1981). mientras la LCR declara su “Solidaridad con Solidarnosc (y así también con Ronald Reagan).

Pero el colmo es que estos antitrotskistas, que en la práctica nunca defienden a la URSS y al bloque soviético contra el imperialismo, previamente se arrastraron desvergonzadamente ante los eurocomunistas. El mismo Mandel sostuvo, en una controvertida entrevista en Topo Viejo (noviembre y diciembre de 1976) que “el eurocomunismo es una política de transición, aunque nadie sabe hacia dónde o hacia qué.” Entre las posibilidades menciona “la reabsorción de los partidos comunistas por parte de la socialdemocracia” juzgado “poco probable”) y “¿por qué no?” una transición “hacia un reencuentro con el marxismo revolucionario, con el leninismo”. En cuanto a “los compañeros dirigentes del Partido Comunista (español)”, dice que “espero y confío” que “vuelvan a la senda del marxismo revolucionario”. Y esta no fue una afición pasajera. Antes del X Congreso del PCE, los “eurotrotskistas” de la LCR prestaron su periódico Combatecomo tribuna para la publicación de las tesis de los ultraeurocomunistas “renovadores”. Y hoy proponen una “convergencia” con los prosoviéticos. ¡Qué vergüenza!

Además de ser sin principios, el reagrupamiento que preconizan estos seudotrotskistas es completamente irreal. En la región vasca, por ejemplo buscan: “estrechar lazos con las corrientes de izquierda revolucionaria que se forman en EE [Euzkadiko Ezquerra, que apoyaba a ET A político-militar], en HB [Herri Batasuna, partidarios de ETA militar] o en los mismos sindicatos [es decir UGT, dirigida por el PSOE,  y CC.OO., controladas por el EPK carrillista] … y también LAIA [el sindicato ‘abertzal’ dominado por los nacionalistas burgueses del PNV y por EE]” (Combate. 18-24 de septiembre de 1981). Semejante engendro jamás verá la luz del día. Si se encontraran en el mismo lugar todos los grupos mencionados, el resultado sería un tiroteo. En cuanto al nacionalismo radical catalán. una publicación de los “afganos”. El Comunista, se destaca por ser escrita en lengua castellana (reflejando la extracción andaluza de gran parte de los obreros del cinturón industrial de Barcelona).

La caza tras “vanguardias” feministas, ecologistas nacionalistas, etc. refleja la política multisectorial de los antitrotskistas mandelistas. El bolchevismo, en cambio, afirmó la necesidad de una vanguardia comunista que como tribuna del pueblo actuaría de caudillo de todas las capas oprimidas de la sociedad capitalista. Por lo tanto su lucha por la liberación de la mujer y por la emancipación nacional fue dirigida en parte contra las ideologías burguesas del feminismo y nacionalismo. Para los elementos combativos entre los “afganos” del PS UC. Que realmente quieren ser comunistas “sin calificativos desnaturalizadores”, no se trata simplemente de sumarse al sinnúmero de sectores pequeñoburgueses “en lucha”. Una vanguardia bolchevique en España sólo puede ser forjada en base al retorno al programa internacionalista de Lenin y Trotsky. en combate contra el revisionismo nacional-reformista del estalinismo y su hijo, el eurocomunismo. Esta es la tarea que se pone la tendencia espartaquista internacional, luchando por el renacimiento de la IV Internacional trotskista.