Mario Muñoz: Minero, dirigente obrero, exilado perseguido

Por el Comité de Defensa de los Prisioneros Obreros y Marinos en Chile

Extraído del Suplemento en Español (abril de 1976), publicado en Workers Vanguard n. 108, de 7 de mayo de 1976.

Mario Muñoz Salas, nació el 8 de junio de 1939. Comienza a trabajar en las minas a los 14 años. Ya en ese entonces los obreros “pirquineros” eran explotados por los “latifundistas” mineros del país, con la complicidad de jueces, abogados, parlamentarios y presidentes de la república. La intervención del imperialismo yanqui era directa, en las agencias de compra de minerales, para arrancar a los pirquineros el fruto de años de trabajo. Mario Muñoz es de los primeros en rebelarse, empujando la organización y consolidación de sindicatos que defiendan los derechos obreros. Esta no es tarea fácil porque el 90 por ciento de los pirquineros eran analfabetos, azotados también por la silicosis, mueren por miles en la miseria más atroz.

Es así que en 1968 se constituye el Sindicato Interprovincial de Obreros “Pirquineros” de las Provincias de Valparaíso, Aconcagua y Santiago. Su fundador y dirigente es Mario Muñoz. Este sindicato se plantea un cambio cualitativo de las luchas tradicionales fundamentalmente reivindicativas o economicistas para darle proyecciones políticas. El programa contemplaba una profunda reforma del Código de Minería que terminara con la propiedad privada de las minas y estas pasaran a propiedad exclusiva del estado.

Desde años atrás ya Mario Muñoz pertenecía al Partido Comunista (PC) de Chile y en 1968 pasa a ser dirigente regional. Pese a la oposición de su partido dirige la toma de minas, en principio de las que no eran trabajadas por sus propietarios. La primera mina en poder de los trabajadores fue la llamada “Los Maquis de Pedernales” que pasó a llamarse “La Rebelión”. A ésta le sucedieron muchas otras. Cuando le tocó el turno a una mina de propiedad extranjera la toma fue reprimida, pero las tropas enviadas debieron retirarse ante la firmeza minera y el consecuente apoyo campesino. En esas provincias, bajo la dirección de Muñoz, se dio una verdadera alianza obrero-campesina, pues también los mineros apoyaban las tomas de fundos (grandes estancias) que realizaban los campesinos del lugar.

A través de estas movilizaciones del sindicato, que fueron muy conocidas, su dirigente participó en una entrevista del canal 4 de televisión. Esto motivó la ira del entonces ministro de minería que llamo a Muñoz buscando amedrentarlo, amenazándolo con el empleo de la fuerza pública si continuaba esa actividad. Este respondió que sería la primera masacre de “pacos” (policía chilena) que se produciría si el ministro llevaba a cabo su amenaza.

Ante la negativa del PC a apoyar su política sindical, Muñoz renuncio a este. Rompió el carnet del partido delante de una concentración minera y todos los presentes siguieron su ejemplo.

La toma del gobierno por parte de la Unidad Popular (UP) de Allende en septiembre de 1970 no hizo cejar a los pirquineros en su accionar revolucionario. Muñoz desde tribunas públicas obligó a los dirigentes del frente popular a no oponerse a la toma de las minas. En 1971 Muñoz ingreso al Partido Socialista (PS) de Chile. Esto lo levó de inmediato a dirigir una oposición de izquierda en dicho partido contra Allende y sus personeros en los altos cargos.

Una marcha de pirquineros de Cabildo a Valparaíso se realizó en marzo del mismo año, a la cual se opusó el PC cerrando el local del sindicato del Cemento Melón, en la ciudad de Calera, donde la marcha debía alimentarse y reposar. Las consignas de esta marcha que encabezaba Muñoz eran expropiación sin pago de los yacimientos mineros y defensa armada del gobierno contra el posible ataque imperialista. La manifestación obrera se cerró con un discurso desde la Intendencia de Valparaiso. Allí Mario Muñoz denunció la conciliación de clases señalando al propio intendente, de Partido Radical (PR), que se encontraba a su lado, como representante de la burguesía.

Posteriormente la UP materializó su oposición a las tomas. El primer enfrentamiento importante se produjo con la ocupación por parte de los pirquineros de la planta Bella Vista, cuyos propietarios eran del PR, lo mismo que el ministro de minería. El Sr. Cantuarias, que ese era su nombre, trató de tramitar a los mineros. Muñoz tomó la palabra para denunciar los negociados del gobierno, llamando a Cantuarias ladrón al servicio de los patrones. Por supuesto esta reunión tuvo un final violento.

Frente a la oposición decidida y firme de los pirquineros y su dirigente, los partidos de la UP levantaron un seminario de mineros, a realizarse en la universidad Federico Santa Maria de Valparaíso, buscando a través de una campaña de desprestigio socavar el ascendiente de Muñoz sobre el proletariado chileno. De los 152 delegados que asistieron a ese seminario 25 eran del sindicato de pirquineros. También se invitó a los principales dirigentes de la Central Única de Trabajadores (CUT), del PC y del PS, pero ni estos ni la presencia del propio Allende pudieron acallar la voz de Mario Muñoz. Las resoluciones aprobadas en este seminario, que quedaron en manos de dirigentes de la UP, jamás fueron publicadas.

En este clima tenso el gobierno de S. Allende busca crear los Consejos Regionales Mineros de Chile como un organismo de asfixia burocrática de la clase obrera, a fines de 1972. El primer congreso se realizo en Copiapó, provincia de Atacama. Cuatro días antes que se celebrara este evento, ya Muñoz al frente de los mineros lo inauguraba con la ocupación de una mina en el Salado, propiedad del vice-presidente de la Empresa Nacional de Minería (ENAMI), Eduardo Matta. Nuevamente el discurso de Muñoz saludando la ocupación de la mina fue ovacionado por los obreros, y en votación unánime de los delegados fue nombrado presidente de los Consejos Regionales Mineros.

Esta nueva victoria del proletariado minero desata sobre Muñoz una vez más una campaña de calumnias (malversación de fondos, pertenecientes al sindicato, etc.) y/o la aplicación de medidas económicas (no cancel amiento de minerales, por ejemplo) tendientes a socavar el apoyo que le prestan los distintos sectores mineros. La reacción obrera no se hace esperar y los trabajadores de la cooperativa Bronco de Petorca deciden retener en la mina Pedro de Valdivia al jefe del Departamento de Minería y lo hacen trabajar en el carro (carro extractor de materiales). Frente a la negativa del gobierno a otorgar los títulos de la mina, Muñoz al frente de los pirquineros marcha hacia Santiago y toman el edificio central de ENAMI y el Ministerio de Minería. Por supuesto que lo que no se había conseguido en 9 meses, se obtuvo antes de una hora.

Poco antes del golpe se realizó una concentración minera en el edificio de los trabajadores UNCTAD, en el centro de la capital, en el cual Muñoz se entrevistó con Allende. Además de asegurarle el apoyo minero incondicional para la defensa del gobierno ante la proximidad del golpe reaccionario, le preguntó hasta cuando iba el (Allende) a continuar traicionando los intereses de los obreros en abierta conciliación con la burguesía. Algunos partidos de la UP, principalmente el PC, intentaron impedir la oratoria de Muñoz en esa concentración con matones al servicio de su política traidora. Los mineros defendieron con fuerza a la democracia obrera y a su dirigente, marchando posteriormente por el centro de Santiago, gritando a “Romper con la burguesía” y “Alto al Golpe Fascista”. Como consecuencia y reclamando la libertad de obreros y campesinos (del Pangal, por ejemplo) presos por el gobierno de la UP, Muñoz rompió con el socialpatriotismo del PS.

Debido a la violenta persecución en su contra, para fusilarlo en el acto, en ocasión del golpe de estado de Pinochet Muñoz debió atravesar la cordillera de los Andes para refugiarse en Argentina. Uno de sus hermanos fue asesinado a golpes por las fuerzas de la reacción.

Ya en Argentina se dedicó a organizar a los miles de obreros y campesinos chilenos, que también fueron obligados a dejar el país. El gobierno peronista dictó un decreto para expulsarlo de Argentina. En consecuencia debió permanecer en la clandestinidad hasta el nacimiento de un nuevo hijo que le abrió las posibilidades de acogerse a la ley de inmigración. También en este aspecto fue tramitado burocraticamente, hasta la llegada del golpe argentino. A pocas horas de asumir sus funciones los militares buscan a Mario Muñoz por cielo y tierra para fusilarlo. No se detienen ante nada; persiguen a toda su familia y se ensañan con su compañera y sus niños. La ONU no se responsabiliza por su vida y ésta pende de un hilo. Solo la solidaridad obrera internacional puede salvarlo.