El peronismo cavó la vía

Golpe militar en la Argentina (extracto)

[Traducido de Workers Vanguard No. 103, 2 de abril de 1976. Publicado (apenas partes del original) en “Suplemento en Español”, de la  edición No. 108, 7 de mayo de 1976.]

30 DE MARZO – Cuando los tanques estratégicamente emplazados comenzaron a aproximarse a la Casa Rosada y las tropas asumieron las posiciones designadas en el centro de Buenos Aires, llego dentro de pocos minutos el fin del gobierno de Isabel Perón. No se disparo ni un solo tiro, y la única sorprendida por el golpe parece ser la misma presidente. Alrededor de la medianoche un helicóptero, en vez de llevar la presidente a su casa como debió de hacer, la depositó en el sector militar del aeropuerto metropolitano. Ahí ella fue detenida a punto de fusil y pronto trasladada a una residencia oficial aislada en la provincia andina de Neuquén.

EI golpe de estado del 23 de marzo fue sin duda una de las “conspiraciones” mas precisamente ejecutadas y públicamente preparadas de toda la historia. “Mas alemán que argentina” era el juicio aprobador de un estanciero bonarense. Al contrario, el verdadero significado del hecho de que el comandante del ejercito, el teniente general Jorge Videla, podia preparar sus planes tan abiertamente – no ocultando ni la fecha prevista – no se ubica en las características nacionales, sino en el aislamiento y la impotencia total del gobierno peronista.

EI golpe sin derrame de sangre revelo la parálisis política del movimiento laboral mas poderoso de todo el continente sudamericano. Arrastrado ante los gorilas por causa de los pérfidos lideres populistas-burgueses peronistas de los sindicatos. Desde hace muchos anos los falsos revolucionarios – del Partido Comunista brejneviano y el PRT / ERP castrista hasta los pretendidos trotskistas – han capitulado frente a los populistas burgueses, de modo que la clase obrera argentina no vislumbraba una alternativa revolucionaria. No se ha reportado ninguna resistencia al golpe.

El que este putsch reaccionario parece anticlimático no disminuye el peligro que representa. EI nuevo régimen se esfuerza de darse una imagen reconciliadora. El discurso a la nación pronunciado por Videla habla de un “proceso curativo”, mientras que las agencias de noticias publican fotos de los soldados dando de comer a las palomas en la Plaza de Mayo. Pero detrás de esta imagen “moderada” de la junta militar – compuesta por Videla, el jefe de la marina (el vice-almirante Emilio Massera), y el comandante de la fuerza aerea (el teniente general Orlando Agosti) – se esconden los numerosos “duros”, quienes exigen una carnicería espantosa.

No obstante la palabrería cínica de reconciliación nacional, es evidente que los generales han tomado el poder para aplastar al movimiento obrero. El programa de Videla para los obreros argentinos sera lo mismo que el remedio de Pinochet para Chile. En la medida en que esta “moderación” rígidamente aplicada sea incapaz de romper la espina del movimiento obrero – que tendrá que pagar el precio de la bancarrota del capitalismo argentino – los gorilas se preparan para ahogar a los barrios obreros en ríos de sangre […]

Restablecer los “valores esenciales”

La junta desato su “reorganización nacional” en las primeras horas de miércoles, jurando que su “objetivo fundamental sera restablecer los valores esenciales que guían al estado”. Los antiguos administradores civiles serán reemplazados por oficiales militares en todas las instituciones importantes. Y el aparato estatal sera purgado de arriba a abajo. Una serie de comunicados bruscos disolvieron al congreso, a las asambleas provinciales y los consejos municipales; expulsaron a las autoridades judiciales, y suspendieron toda actividad política. Ademas, fueron proscritos seis partidos de izquierda, entre ellos los autodenominados trotskistas del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y Política Obrera. (Grupos guerrilleristas como el PRT/ERP ya fueron proscritos bajo el régimen anterior.)

Otros decretos cerraron las universidades, introducieron la pena de muerte por ataques contra instalaciones militares y sentencias de muerte o de encarcelamiento perpetuo por actos de sabotaje y ataques contra la policía o militares. También cerraron las fronteras y prohibieron huelgas o cualquier otra actividad que impidiera la producción. Los militares se apoderaron de todas las empresas del estado e impusieron la censura sobre la prensa. Aunque la junta no ha publicado las cifras, se calcula que unos 2.000 dirigentes peronistas y sindicales, comunistas y “subversivos sospechosos” han sido detenidos (Economist, 27 de marzo).

Incluso se ha observado el traslado de presos a dos barcos de transporte militar estacionados en el puerto de Buenos Aires. Se puede proyectar la profundización de esta represión para incluir una amplia capa de militantes sindicales y de izquierda de todos los partidos. Especialmente perjudicados son las decenas de miles de refugiados políticos de los países vecinos, para los cuales ya no existen otro sitio de refugio o fronteras para cruzar. Es tarea urgente del movimiento obrero internacional protestar la arrebatadora represión y exigir la libertad para todos los presos de guerra de clases en la Argentina.

Inmediatamente después del anuncio del golpe, un interventor militar se apodero de la Confederación General del Trabajo (CGT); todos los sindicatos fueron intervenidos y sus cuentas bancarias confiscadas. La sede del mas poderoso sindicato del país, la Unión de Obreros Metalúrgicos (UOM), actualmente esta ocupada por tropas armadas de guerra. Efectivamente, se decapito al movimiento obrero argentino con una sola bofetada. El jefe de la CGT, Casildo Herreras, no estaba presente en el país al momento del golpe […]

La cobarde dirección sindical, que solo tres días antes había fanfarroneado que todo intento de golpe seria impedido por una huelga general, se deshilo como un castillo de naipes. Atrapados entre sus bases – quienes rechazaron el congelamiento de salarios frente a una tasa anual de inflación de 424 por ciento que literalmente devastaba a sus sueldos – y el gobierno peronista que fortificaba sus poderes burocráticos, la única “contribución” de los jefes sindicales era la desmovilización de la clase obrera. Aunque durante las ultimas semanas habían sido cerradas por huelgas varias fabricas en Cordoba y en la zona de gran Buenos Aires, las luchas huelguistas quedaban localmente aisladas […]

Así que, en nombre de prevenir a un golpe militar, la burocracia sindical peronista puso el tapete rojo a fin que los generales pudieran caminar sin oposición alguna hacia la toma del poder. En 1955 el general Juan Perón aconsejo a sus partidarios a que no se movilizaran contra el peligro de un golpe militar. Ahora, una vez más, al predicar sermones de confianza en la benevolencia de los políticos populistas “amigos del trabajador”, el peronismo ató a las manos de 1a c1ase obrera así cavó el paso al golpe.

Fracaso del peronismo sin Perón

Durante los años 40, la burguesia argentina trató de utilizar el carismático Perón para desviar la amenaza de un despliegue obrero al canalizarlo hacia los sindicatos creados por el estado y controlados por el ministerio del trabajo. Sin embargo, a medida que procedió la organización de los obreros antes no sindicalizados, aun los sindicatos peronistas se pusieron reacios. Con las reservas de devisas extranjeras agotadas y enfrentado por el boicot de los capitalistas criollos, a principios de los años 50 el bonapartista Perón ataco a los sindicatos, aplastando varias huelgas importantes. En 1955 la clase obrera ya estaba suficientemente desmoralizada para que los generales echaran a Perón en una manombrada “revolución libertadora”. Durante los próximos 18 anõs el movimiento sindical argentino se vio sometido a una represión periódicamente severa, repetida intervención gubernamental y la semilegalidad. Los sueldos reales cayeron mas del 40 por ciento.

Mas durante los años 60 apareció una nueva generación de obreros, listos a luchar contra los dictadores militares y sus títeres civiles. Mientras la dirección peronista buscaba maniobrar entre las distintas fracciones militares, surgieron huelgas militantes entre los obreros azucareros de Tucuman. Luego estallo una huelga general con características de rebelión popular durante tres días en el centro industrial interior de Cordoba, en mayo de 1969. Del poderoso cordobazo en adelante, una situación prerrevolucionaria había existido en la Argentina.

Después de varias olas de actividad guerrillera y las mucho mas importantes huelgas de masas, que tomaban proporciones semiinsurreccionales a nivel local, el alto mando de las fuerzas armadas decidió apelar otra vez al “viejo”, esperando que el podría una vez mas descarrilar al movimiento obrero. Perón volvió de su exilio español firmemente comprometido a extirpar la “enfermedad marxista” de los sindicatos y a purgar a los izquierdistas del movimiento justicialista heterogéneo. Logró echar a varios gobernadores provinciales liberales y forzó un congelamiento de sueldos, pero murió antes de haber cumplido toda su tarea. Isabel Perón, su esposa y vicepresidente, se demostró ser insuficiente para la tarea y el movimiento peronista empelo a deshacerse en las costuras.

EI régimen de la antigua bailadora de cabaret, cuya entrada al poder fue su matrimonio, se mantenía en el poder mediante la imposición de un virtual estado de sitio. La única manera en que podía mantener la unidad del Frente espectáculo “lsabelita”. EI propósito evidente era derribar el mito del peronismo como “gran benefactor” de la clase obrera. La divisa implícita era: “que el peronismo se ahogue en sus propias contradicciones”. La eliminación ignominiosa de la presidente, trasladada secretamente durante la noche, y la amenaza de juzgarla por malversón de fondos, son parte integrante de la misma operación. Y, de veras, el peronismo ya se ha desacreditado a tal punto que hoy día se ha hecho añicos, quizás irremediablemente.

Con el pillaje extraordinario de los cofres gubernamentales, la imprenta de la tesorería estatal tenia que trabajar horas extras; junto con el sabotaje intencional de los altos capitalistas, el régimen peronista logró enterrar a la economía argentina. Aunque los generales lanzaron amenazas periódicamente y llamaron por una vuelta al orden, evidentemente no obstaculizaron los pasos tambaleantes del espectáculo “lsabelita”. EI propósito evidente era derribar el mito del peronismo como “gran benefactor” de la clase obrera. La divisa implícita era: “que el peronismo se ahogue en sus propias contradicciones”. La eliminación ignominiosa de la presidente, trasladada secretamente durante la noche, y la amenaza de juzgarla por malversón de fondos, son parte integrante de la misma operación. Y, de veras, el peronismo ya se ha desacreditado a tal punto que hoy día se ha hecho añicos, quizás irremediablemente.

La bancarrota del guerrillerismo

Mientras muchos antiguos peronistas de base y militantes sindicales seguramente estan desilucionados con los falsos líderes que les trayeron a este desastre, les hace falta la vanguardia marxista revolucionaria capaz de trazar las lecciones de la experiencia peronista. En los últimos anos, los mas conocidos entre aquellos que se reclaman de ser una dirección revolucionaria han sido los varios grupos guerrilleristas, desde los peronistas de izquierda (los Montoneros) hasta grupos autodenominados trotskistas. Los meses antes del golpe también demostraron la plena impotencia de los guerrilleros frente a toda acción seria de las FF.AA […]

Aún la mas espectacular acción guerrillera hasta este momento ,el ataque al arsenal de Quilmes a unos 15 kilometros al sur de Buenos Aires el pasado 24 de diciembre, reveló la bancarrota del guerrillerismo. Según se ha informado, la operación se centró en un ataque masivo por mas de 100 comandos en busqueda de armas y explosivos. Los detalles del evento todavía no están claros a raíz de las evidentes distorsiones propagandistas por parte de las FF.AA.; de cualquier modo se puede deducir que una combinación de errores militares y armamento inadecuado forzaron a los guerrilleros a retirarse. Aunque el arsenal de Quilmes se ubica en un barrio pobre, de donde se podría esperar simpatías para las fuerzas antigubernamentales, no hubo ninguna respuesta popular. Las tropas desencadenaron un fuego devastador sobre el barrio, matando a más de cien personas (y tal vez muchos mas de los que fueron reportados por la prensa) […]

¡Por un partido trotskista en la Argentina!

[…] Durante el segundo régimen peronista – desde mayo de 1973 hasta marzo de 1976 – el Partido Comunista pro-Moscu (PCA) siguió al demagogo capitalista que en otro entonces habían denunciado como “Perónazi”. En las elecciones de septiembre de 1975 el PCA llamo sin critica a votar por el general Perón. Pese a su oposición formal al régimen, el PRT/ERP siempre distinguió entre funcionarios peronistas y las FF.AA., llamando por un frente popular contra los gorilas. Castro mismo alabó con entusiasmo cada frase hipócrita “antiimperialista” de Perón.

Al contrario de estas fuerzas estalinistas de colaboración de clases, la necesidad urgente de los trabajadores argentinos era – y sigue siendo – la formación de un partido trotskista capaz de romper a la clase obrera de sus malos dirigentes populistas y capaz de dirigirla en el camino de la independencia de clase. Tragicamente, dos décadas de traiciones pablistas han tornado su cuenta. La mayor organización argentina que se reclama del trotskismo, el PST, adoptó una política de “apoyo critico” de hecho al régimen peronista. (Esta fue una repetición de la política de su “teórico” principal, Nahuel Moreno, frente al peronismo durante los años 50.) Jurando su apoyo a la “institucionalización” (es decir, la ley y el orden burgués) y a la “continuidad” del gobierno de Isabel Perón, el PST social demócrata igualó a los guerrilleros de izquierda y los terroristas anticomunistas de la AAA.

Un partido trotskista en la Argentina hubiera advertido a la clase obrera contra el peligro mortal que representa el bonapartismo peronista. Una corriente política burguesa, esta variedad del populismo nacionalista no se basa en el movimiento obrero, como lo sugieren el PRT en la teoría y el PST en la practica. Al contrario de los reformistas laborales procapitalistas (social demócratas y estalinistas), los peronistas eran capaces de aplastar al movimiento sindical sin destruir su propia existencia. En realidad, ya se encontraban en el proceso de liquidar físicamente a todos los dirigentes sindicales independientes cuando los milicos emprendieron a llevar hasta el fin sus purgas terroristas.

[…] Un partido trotskista hubiera destacado al hecho de la formación de alianzas frentepopulistas con los capitalistas “progresistas” (como la Unidad Popular de Allende que conducía al sangriente golpe chileno) no es una respuesta a la junta militar, como tampoco es seguir detrás de los dirigentes engañadores peronistas. En alianza estrecha con los marxistas revolucionarios en países vecinos (Chile, Bolivia, Uruguay), y defendiendo resueltamente Justicialista de Liberacion (Frejuli) era a través de un terror difuso desatado por la llamada Alianza Anticomunista Argentina (AAA), un disfraz para las escuadras de muerte compuestas de gangsteres peronistas y la policía secreta vestida de civil. Las tenebrosas operaciones “noche y niebla” de las AAA fueron dirigidas por el secretario personal de la presidente, Jose Lopez Rega, el ministro del bienestar social y uno de los dirigentes de una pequeña ala fascista del movimiento peronista […]

Con el pillaje extraordinario de los cofres gubernamentales, la imprenta de la tesorería estatal tenia que trabajar horas extras; junto con el sabotaje intencional de los altos capitalistas, el régimen peronista logró enterrar a la economía argentina. Aunque los generales lanzaron amenazas periódicamente y llamaron por una vuelta al orden, evidentemente no obstaculizaron los pasos tambaleantes del al movimiento obrero y a todas las organizaciones y militantes de izquierda contra la represión gorila, la tarea debe ser la construcción del partido obrero revolucionario independiente, como parte de la lucha por el renacimiento de la Cuarta Internacional, para preparar la revolución obrera que aplastara a la junta asesina.