El trotskismo mundial se rearma
El trotskismo mundial se rearma (extracto)
[extracto de Spartacist (edición en inglés) No. 20, abril-mayo de 1971. En primer lugar tradujo en Spartacist (español) No. 11, diciembre de 1982]
El movimiento trotskista internacional se encuentra frente a una encrucijada definitiva. Las corrientes revisionistas que han dominado al trotskismo mundial en el período pasado están en crisis. Como resultado de desarrollos recientes, más particularmente la explosión de la clase obrera francesa de mayo/junio de 1968 que demostró en forma dramática y nueva la bancarrota de los impresionistas que habían abandonado la estrategia internacionalista proletaria de la revolución, los revisionistas son tan desafiados por el auténtico trotskismo como los maoístas y otras corrientes no marxistas. Aun los más dedicados revisores de la teoría trotskista ahora se ven obligados a discutir en el terreno del leninismo, carcomido y desfigurado en sus mentes por años de abuso, abandono y traición. Los conglomerados que durante años se han disfrazado como tendencias políticas internacionales se han visto forzados, quieran o no quieran, a reabrir los desacuerdos que, de común acuerdo, habían enterrado hace mucho. Nuevas corrientes andan en busca de respuestas a sus preguntas: ¿Qué le sucedió a la IV Internacional? ¿Cómo puede una auténtica política trotskista construirse sobre las cenizas teóricas del revisionismo? Tales corrientes están emergiendo aun en el seno mismo de las llamadas “internacionales” revisionistas.
Los archirevisionistas del Secretariado Unificado (que prefieren ser conocidos como “la IV Internacional”) ya han experimentado escisiones en sus secciones en Alemania, Inglaterra, Argentina, Ceilán y Bélgica. Pero aun más serio en sus términos es la guerra fraccional que se vio en su “IX Congreso Mundial”, celebrado a principios de 1969, oponiendo en primer lugar los grupos europeos (cuya mayor fuerza es la Liga Comunista francesa) a su asociado político en Estados Unidos, el Socialist Workers Party (SWP), una lucha entre el agresivo centrismo de la Liga y el profundo impulso reformista del SWP.
Livio: un “Che” de cafetin
La disputa principal en el Congreso se centró alrededor de un proyecto de resolución sobre América Latina, entregado por los europeos, cuyo eje fue que el Secretariado Unificado (S.U.) mismo busque manera de iniciar una guerra de guerrillas en un país seleccionado de América Latina. Esta proposición no fue sino la realización lógica de la capitulación política y teórica al castrismo, datando de mucho tiempo atrás, del S. U. Este sostiene que Cuba, después de haber roto con el capitalismo bajo el liderazgo de una formación radical pequeñoburguesa había establecido un estado obrero esencialmente sin deformaciones, a pesar de la falta de una intervención consciente por parte de la clase trabajadora cubana, como clase, y sin la dirección revolucionaria de un partido de vanguardia trotskista. Cuba era, de acuerdo al S.U., una dictadura del proletariado faltándole sólo las formas de la democracia obrera; y Castro era “un marxista inconsciente”. Los europeos proponen ahora extender este modelo al resto del “Tercer Mundo” y propusieron la guerra de guerrillas campesina como una nueva estrategia de la “IV Internacional”. Livio Maitan, el líder de la sección italiana y uno de los principales defensores de este viraje, se entusiasmó por las ventajas que le proporcionaría a la “IV Internacional” el tener su propio estado para darle relevancia y prestigio. Y tiene una lógica acabada. ¿Qué relevancia puede tener el trotskismo auténtico para estos revisionistas que en el fondo desesperan de una revolución proletaria?
Hansen: lider del ala derecha
Una minoría del Congreso, liderada por Joseph Hansen del SWP, se oponía al viraje propuesto. Pretendiendo redescubrir la “ortodoxia”, Hansen sostuvo que toda clase de lucha armada debe verse como una táctica subordinada a la construcción de un partido trotskista de vanguardia. Pero la iniciativa de Hansen y el SWP en la capitulación al castrismo del S.U. y la política colaboracionista de clases y nacionalista de “Tercer Mundo” en el terreno nacional del SWP, revelan el impulso reformista fundamental que lleva al SWP a oponerse a la línea de guerra de guerrillas en nombre de la ortodoxia. De la misma manera como los partidos comunistas rechazan las proposiciones confrontacionistas de los radicales pequeño burgueses impacientes citando a Lenin en contra del aventurerismo, no con el propósito de defender al leninismo sino para practicar el reformismo, así hoy día el SWP have uso de su tradición trotskista formal mientras se opone a sus adversarios fraccionales desde la derecha.
El S.U. europeo, que compite con los maoístas de izquierda y los sindicalistas radicales, en el medio europeo más radicalizado y consciente, va en forma impresionista a la caza de una línea más de izquierda. Pero el SWP se orienta hacia una audiencia diferente: una base de jóvenes de clase media reclutada en base al “éxito” del SWP en construir un frente popular reformista, con el solo punto de oposición a la guerra de Vietnam. A la larga los antagonistas del SWP son los demás supuestos trotskistas, ni los confrontacionistas maoístas y semi maoístas, sino el fantasma de la socialdemocracia norteamericana. La Young Socialist Alliance del SWP en realidad ocupa el espacio dejado por la SP/YPSL, no teniendo que soportar el peso del anticomunismo árido de la socialdemocracia oficial, que hoy en día perjudica más que ayuda a construir el partido reformista de masas de los Estados Unidos. Con tal perspectiva, reconocida más o menos conscientemente por al menos un sector de la dirección del SWP, ¿qué podría resultar más catastrófico que una amenaza a su preciosa legalidad y respetabilidad a raíz de la partipación en algo tan ilegal como la guerra de guerrillas?…