La OCI resucita el Buró de Londres
Traducido de Workers Vanguard no. 95, 6 de febrero de 1976. Esta versión fue impresa en Spartacist en español No. 4, mayo de 1977.
La encarnación internacional de la Organisation Communiste Internacionaliste (OCI) francesa ha proclamado orgullosamente el abandono de sus antiguas pretensiones mínimas de mantener como base de su existencia política el programa trotskista. Los grupos latinoamericanos afiliados a la OCI han proclamado con bombos y platillos su llamado reciente a una conferencia “para organizar la unidad antiimperialista”, que sería abierta a todas las tendencias latinoamericanas que reconocen “la independencia de clase de las masas trabajadoras”; y en su propio terreno francés la OCI se ha involucrado en un romance floreciente con la organización castigada por Trotsky como la expresión acabada del centrismo, el POUM español.
En un comunicado del 6 de noviembre de 1975 se informó de los resultados de la Segunda Conferencia Latinoamericana, que se realizó entre el 1º y el 6 de noviembre, bajo el auspicio del Comité de Organización por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (CORCI), encabezado por la OCI. El comunicado proclamó que se había llegado a un “acuerdo global” refiriéndose a “las tareas que implica el combate por la construcción de partidos revolucionarios en cada país, integrados a la lucha por la reconstrucción de la Cuarta Internacional”.
Mas lo que en realidad están haciendo el CORCI y sus adherentes latinoamericanos (el POR boliviano, Política Obrera de Argentina, la LOM mexicana, el POMR peruano, el POMR chileno y un grupo venezolano), no es reforjar la Cuarta Internacional sino la inauguración de otro “Buró de Londres” ― un bloque podrido del mismo tipo que Trotsky combatió en los años 30, considerándolo el impedimento centrista más peligroso en la lucha por la Cuarta Internacional.
El verdadero eje de esta Conferencia Latinoamericana se presenta en la enumeración en este comunicado dé las condiciones políticas proyectadas para una conferencia futura “de todas las organizaciones, tendencias y corrientes que en América Latina se pronuncian por los tres puntos siguientes”:
“1) Por la organización de la unidad antiimperialista;
“2) Por la independencia de clase de las masas trabajadoras y de las organizaciones obreras;
“3) Por la organización de las luchas antiimperialistas y anticapitalistas, de acuerdo con la divisa de la Internacional Obrera [de Marx): ‘La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos’.”
― Correo Internacional, diciembre de 1975
Lo que aquí se propone no es otra cosa que un Kuomintang a escala internacional, simplemente una versión más fraudulenta de las alianzas “antiimperialistas” de colaboración de clases con nacionalistas burgueses y pequeñoburgueses que constantemente enarbolan los estalinistas, sean seguidores de Mao, Castro o Brezhnev.
Pero las fuerzas burguesas evidentemente no estarán de acuerdo con “la independencia de clase de las masas trabajadoras y las organizaciones obreras,” nos respondería sin duda la OCI. Por el contrario los demagogos burgueses de izquierda no sólo están dispuestos a firmar tales declaraciones, sobre todo si no están en el poder, sino que uno de ellos, el General Juan José Torres, ex presidente de Bolivia, ya ha sobrepasado a la OCI al firmar un documento llamando por la “hegemonía del proletariado”.
Fue en la declaración del Frente Revolucionario Antiimperialista (FRA), del cual la OCI se debe acordar pues escribió refiriéndose al FRA que, “Aún Chiang Kai-shek y el Kuomintang se integraron a la Tercera Internacional” (La Vérité no. 557, julio de 1972). A esa época la OCI criticaba implícitamente las alabanzas del POR boliviano a las virtudes trascendentales del FRA; no obstante, hoy en día la OCI está a la caza de sus propios Torres y Chiang y evidentemente ya ha contratado al MIR venezolano.
La Conferencia Latinoamericana ha puesto de acuerdo la retórica de la OCI con su práctica oportunista, terminando con sus antiguas pretensiones verbales de ortodoxia trotskista. Anteriormente la OCI insistía con razón (pese a su formalismo) que el Programa de Transición es primordial. Luego de romper con su antiguo compinche británico Gerry Healy, en 1971, la OCI puso énfasis en la necesidad de:
“cimentar estos elementos, grupos y organizaciones auténticamente trotskistas, por pocos que sean…. Al mismo tiempo sabemos que no es cosa fácil lograr un reagrupamiento organizacional en el campo de los principios… pero precisamente por ser difícil sólo debe ser emprendido con aquellos [trotskistas] que quieren continuar fieles al programa y no temen romper con el liquidacionismo pablista.”
― Correspondance Internationale, junio de 1972
Acercamiento OCI-SWP
Es divertido constatar que, según el acta de una reunión entre la OCI y el Socialist Workers Party (SWP) norteamericano en octubre de 1974, Pierre Lambert (de la OCI) habría declarado:
“Si no hubieran lazos con la Cuarta Internacional fundada por Trotsky, cada uno de nosotros [es decir el CORCI y el Secretariado Unificado (SU) al cual el SWP está ligado políticamente] no seríamos más que unos Burós de Londres. Como reclamamos la autoridad de Trotsky, no somos Burós de Londres.”
Por supuesto invocar la autoridad de Trotsky es insuficiente como criterio para definir el trotskismo auténtico. Pero la Conferencia Latinoamericana ha formalizado la práctica sin principios de la OCI con una claridad sin precedentes. Ha sobrepasado sus vacilaciones y capitulaciones de antaño, abogando hoy francamente por un conglomerado de “antiimperialistas” sin siquiera referirse al trotskismo. Por sus propios criterios, entonces, el CORCI simplemente está promoviendo otro Buró de Londres.
La OCI suplantó su hostilidad de larga data contra el SWP, descubriendo súbitamente en 1973 que el SWP es “trotskista” y “no centrista”. La OCI se lanzó de cuerpo entero a correr tras Joseph Hansen y Cía., sin importarle las aspiraciones socialdemócratas en pleno florecimiento del SWP, que lo sitúan en el ala derecha del SU. En el período antes del Décimo Congreso del SU en 1974, la OCI aconsejó a sus partidarios presentes y/o futuros dentro del SU que se integren a la oposición derechista de la minoría encabezada por el SWP, la Fracción Leninista-Trotskista.
Aún antes del encuentro de octubre de 1974 entre el SWP y la OCI, el afiliado argentino de la OCI, Política Obrera (PO), declaró su disposición para entablar discusiones extensas con el PST argentino de Moreno/Coral, que estaba en ese entonces en pleno acuerdo con el SWP. Las relaciones entre PO y el PST parecen haber mejorado considerablemente; recientemente el PST propuso incluso una fusión entre las respectivas juventudes para el mes de marzo (Avanzada Socialista, 30 de diciembre de 1975).
Curiosamente, mientras que la OCI y el PST están en pleno noviazgo, noticias de desacuerdos entre el PST y el SWP, sobre Portugal y Angola, han circulado en Europa. Ahora estos han sido confirmados en cuanto a Angola: el Militant (23 de enero de 1976) del SWP dice que el PST está de acuerdo con la posición de la mayoría del SU de apoyo al MPLA, al contrario de la “neutralidad” del SWP. Si el reagrupamiento dentro del SU continua, la OCI ―que al principio sólo expresaba desprecio por el PST, mientras que adulaba de manera escandalosa al SWP― se vería en apuros.
La OCI corre detrás del POUM
La OCI ha pasado más de 20 años reclamándose del “trotskismo ortodoxo” y del “antirevisionismo”. No es por azar que su giro agudo a la derecha en el campo político francés ―apoyando al candidato del frente popular en las elecciones presidenciales de 1974― va de la mano con un giro internacional igualmente agudo a la derecha. La cuestión del frente popular es el eje alrededor del cual gira la degeneración creciente de la OCI.
En Europa, luego que la OCI perdió su grupo español en provecho del sedo de Varga, adoptó cada vez más posiciones políticas idénticas a las del POUM español (Partido Obrero de Unificación Marxista) ― organización que históricamente ha sido la quinta esencia de la capitulación al frente popular. En los últimos seis meses por lo menos, la OCI se ha limitado a levantar consignas centrales para España que son idénticas a las del POUM: “Abajo la monarquía”, “Viva la República”, “Por una asamblea constituyente”. Estas consignas encarnan la concepción menchevique de la revolución en dos etapas rígidamente separadas ― al fin y al cabo es una tentativa de justificar confianza política a la democracia burguesa en la llamada “primera” etapa.
En una situación de guerra civil, el movimiento obrero debe dar apoyo militar a la democracia burguesa contra la reacción bonapartista y fascista (de este modo los bolcheviques lucharon al lado de Kerensky contra Kornilov). Pero el proletariado nunca subordina sus organizaciones y su programa independiente a tales bloques militares, porque no da ninguna confianza política a la burguesía. Las consignas del POUM/OCI para España hoy día son abiertamente reformistas. Una cosa era luchar en el campo de la república española amenazada por el golpe de estado de los generales franquistas, y otra muy distinta abogar por la formación de una república burguesa.
El POUM: un historial de la traición
En 1936 Trotsky rompió con la Izquierda Comunista de Andrés Nin a causa de la unificación de ésta con el Bloque Obrero y Campesino de Maurín que dio origen al POUM. Los acontecimientos subsiguientes confirmaron con rapidez la evaluación que hacía Trotsky del POUM como obstáculo centrista a la revolución proletaria. En el crisol de la situación revolucionaria, el POUM abdicó a favor de los malos dirigentes reformistas, permitiendo en última instancia que la burguesía recuperara el control político a través del frente popular, asegurando objetivamente de esta manera la derrota de la revolución española y la victoria de las fuerzas franquistas.
De una manera típicamente centrista, después de meses de propaganda contra cualquier coalición con la burguesía española, de un día para otro, el POUM ingresó en la coalición electoral de febrero de 1936 en Cataluña. Por supuesto, luego de las elecciones renunciaría a la coalición. No obstante, en la víspera misma de la guerra civil, el POUM volvía a capitular al llamar por un “auténtico gobierno del Frente Popular con la participación directa de los partidos Comunista y Socialista” (La Batalla, 17 de julio de 1936). En lugar de reivindicar que los reformistas asumieran el poder gubernamental sin la participación de sus socios burgueses (tal la consigna bolchevique de junio de 1917, “abajo los diez ministros capitalistas”), en el momento crítico el POUM se demostró incapaz de concretar su oposición verbal periódica al frente popular.
El 7 de septiembre de 1936 Nin pronunció un discurso criticando la coalición de Madrid con la burguesía, avanzando la consigna de “abajo los ministros burgueses”. Sin embargo el 18 de septiembre La Batalla publicó una resolución que declaraba:
“El Comité Central, ahora al igual de siempre, cree que este gobierno debe estar integrado exclusivamente por representantes de los partidos obreros y las organizaciones sindicales. Pero si esta posición no es compartida por las demás organizaciones obreras, queremos dejar el problema abierto a la discusión.”
El 26 de septiembre de 1936, el POUM demostró lo que realmente entendía por “dejar el problema abierto” ― ¡entró al gobierno burgués de Cataluña!
La capitulación política del POUM al coalicionismo frentepopulista fue la confirmación decisiva de la justicia de la amarga lucha de Trotsky. El eje central de la desorientación del POUM, que lo tornó impotente frente a la necesidad de proveer una dirección revolucionaria, fue esta misma incapacidad de levantar un programa proletario dirigido a la movilización independiente de la clase obrera opuesta al aparato del estado burgués. En la práctica el POUM se opuso a la tarea central que enfrentan los revolucionarios en una situación incipiente de doble poder: la creación de los soviets.
En las fuerzas armadas, el POUM prohibió la elección de comités de soldados y consintió los decretos de militarización y movilización de septiembre y octubre de 1936 que traían aparejado la conscripción de regimientos regulares bajo el antiguo código militar. El 27 de octubre de 1936 La Batalla publicó sin comentarios el decreto del estado burgués que desarmó a los obreros.
Nin justificó explícitamente el abandono de la concepción leninista de los soviets al referirse a la ausencia de tradiciones democráticas en Rusia. “Sin embargo, nuestro proletariado tenía sus sindicatos, sus partidos, sus propias organizaciones. Por esta razón los soviets no han surgido entre nosotros” (La Batalla, 27 de abril de 1937). Lo que se reflejaba en esta declaración era el prolongado rechazo de Nin de competir con la burocracia anarquista-reformista de la CNT por la dirección de los obreros organizados. Cuando la CNT se integró al frente popular, el POUM lo hizo también. Cuando la CNT llamó a los obreros a que entregaran las armas frente a la feroz represión burguesa y estalinista, el POUM hizo otro tanto.
Luego que la sección de Barcelona del POUM, que se encontraba a la izquierda dentro del partido, votó por la organización inmediata de soviets el 15 de abril de 1937, la dirección del POUM emprendió medidas represivas masivas y burocráticas contra su ala izquierda, incluyendo la expulsión de disidentes (acusados de ser trotskistas) que incluso fueron traídos del frente bajo custodia.
El último paso era previsible. Al comienzo del mes de mayo la clase obrera de Barcelona se tomó la ciudad en respuesta a la tentativa de inspiración estalinista por los Guardias de Asalto de la República de controlar por la fuerza los obreros de la Telefónica; entre todos los grupos de izquierda, sólo los trotskistas (la Sección Bolchevique-Leninista de España) y los anarquistas de izquierda “Amigos de Durruti”, sacaron volantes el 4 de mayo que exhortaban a la huelga general, al desarme de los Guardias de Asalto y a la formación de un frente proletario revolucionario. Mas La Batalla (6 de mayo de 1937) pidió a los obreros a “abandonar las calles”, aconsejando “volved al trabajo”. Siguiendo las instrucciones de su dirección, los militantes del POUM abandonaron las barricadas. Esta traición fue instrumental en la precipitación de la derrota del levantamiento heroico de las jornadas de mayo. Tales son las “diferencias” entre el verdadero bolchevismo y la traición centrista.
Los apologistas del POUM
A la época de su lucha intransigente contra el POUM centrista, Trotsky debió también combatir una tendencia considerable a la tolerancia frente a la línea política del POUM, incluso entre las organizaciones que se reclamaban formalmente del combate por la Cuarta Internacional.
En julio de 1936, Trotsky escribió una carta al RSAP holandés, atacando su actitud complaciente frente al POUM y su reticencia a tomar posición sobre el Buró de Londres, del cual el POUM era uno de los soportes principales. Trotsky escribía:
“No se lucha por la Cuarta Internacional al coquetear con aquellos [el POUM y sus aliados] a puertas cerradas, atendiéndoles, rindiéndoles visitas de salón. etc…. No, sólo se lucha por la Cuarta Internacional al denunciar despiadadamente estos señoritos y llamándolos por su verdadero nombre.”
En la misma carta Trotsky atacaba la política del POUM:
“La cuestión de cuestiones actualmente es el frente popular. Los centristas de izquierda buscan presentar esta cuestión como una maniobra táctica, o aún técnica, para poder realizar sus negociados a la sombra del frente popular. En realidad el frente popular es la cuestión principal de la estrategia de la clase proletaria en esta época. También ofrece el mejor criterio para diferenciar el bolchevismo del menchevismo…. Todos los frentes populares en Europa no son nada más que una pálida imitación y a menudo una caricatura del frente popular ruso de 1917….”
― Escritos, 1935-36
Después de la Segunda Guerra Mundial, el POUM jugó un papel importante en la “Internacional” shachtmanista, extraño reagrupamiento de todos los que rompieron con la Cuarta Internacional hacia la derecha. Además del grupo de Shachtman, que se había escindido del SWP en 1940 en oposición a la política trotskista de la defensa militar de la Unión Soviética, este pantano centrista Internacional englobaba al IKD alemán (los autores de “Las Tres Tesis” mencheviques de 1941 que abogaban por una revolución “democrática” contra el régimen de Hitler), la escisión del SWP en la posguerra de Goldman/Morrow, y la escisión de derecha del POI francés dirigido por Parisot y Demazière. Es a esta tradición histórica que vuelve la OCI.
La OCI reescribe la historia
No contenta solamente con abrazar al POUM, hoy día la OCI busca también embellecer el papel claudicante del POUM en los años 30. Pierre Broué, el conocido historiador de la OCI, en su reciente tomo de recopilación de los escritos de Trotsky sobre España, busca “explicar” (es decir, justificar) detalladamente en sus notas y en el prólogo, la política del POUM.
Broué se muestra particularmente positivo sobre la política sindical del ala de Maurín y sobre la fundación del POUM, a la cual Trotsky se opuso. Según Broué, el POUM se constituyó en el “combate común por el frente único obrero” entre el Bloque Obrero y Campesino (Maurín) y la Izquierda Comunista (Nin). Broué califica de “coherente” la explicación dada por Juan Andrade, dirigente del POUM, sobre su fundación y cita en extenso a Andrade y a otros dirigentes del POUM con aprobación, acerca de sus diferencias con Trotsky.
En el contexto de recopilar los escritos de Trotsky sobre España, Broué hizo lo posible, para un llamado trotskista (no puede, por supuesto, rechazar abiertamente el combate de Trotsky contra el POUM), para justificar el POUM contra Trotsky. Implícitamente solidariza con los vacilantes que, queriendo asociarse con el análisis tajante de Trotsky, se alejaban de la térrea necesidad de la lucha política despiadada contra los centristas. Broué, al pasar, anota que las polémicas (“a veces feroces”) de Trotsky contra el POUM fueron “a menudo consideradas excesivas incluso por muchos de los partidarios de Trotsky”.
Pero no se detuvo ahí. Por lo menos en un caso importante, el tomo de Broué trunca la sección de la carta de Trotsky al RSAP, referida a España, eliminando un elemento central de su polémica contra el POUM (en particular el pasaje citado más arriba), tratando de su capitulación al frente popular.
La evidente turbación de Broué frente a la lucha de Trotsky contra el POUM no fue compartida por la Cuarta Internacional, cuyo documento de fundación ―el Programa de Transición de 1938 (¡que la OCI no puede pretender desconocer!)― declara abiertamente:
“Las organizaciones intermedias, centristas, que se agrupan en torno al Buró de Londres, no son más que apéndices izquierdistas de la socialdemocracia y de la Tercera Internacional. Poniendo en evidencia su absoluta incapacidad para orientarse en una situación histórica y deducir conclusiones revolucionarias. Su punto culminante fue alcanzado por el POUM español, que frente a una situación revolucionaria resultó ser completamente incapaz de tener una política revolucionaria.”
El acercamiento de la OCI al POUM no puede ser considerado como un mero coqueteo, sino el pasar de las palabras a los hechos. La publicidad de su campaña pro-fondos a finales de 1975 (para la “solidaridad internacional” y la “reconstrucción de la Cuarta Internacional”), se centró sobre dos organizaciones: Política Obrera (que había perdido varios militantes encarcelados o muertos a manos del régimen peronista) y el POUM. A pesar de sus referencias fortuitas a las “divergencias” que tiene con el POUM, es evidente que la OCI cifra esperanzas en el POUM como elemento importante para su “Cuarta Internacional” reconstruida. Por lo tanto declara su apoyo al POUM que “ha combatido en la revolución española, soportando los golpes peores de la burguesía coaligada con el estalinismo (asesinato de Nin por la GPU) y que continúa esta lucha contra el régimen franquista en su agonía.” (Informations Ouvrieres, 10 de septiembre de 1975).
La colecta de fondos ha sido repetidamente presentada por la OCI como, “a través del apoyo al POUM, un acto de la solidaridad combatiente con el proletariado y el pueblo de España. Su combate es el nuestro” (Informations Ouvrieres, 6 de noviembre de 1975). Evidentemente la OCI presenta al POUM como a una sección española de su organización y como el canal para introducir su línea política. Para la dirección de la OCI, la traición del POUM en los días decisivos de 1936-37 se ha desvanecido. El POUM es presentado como merecedor de la plena confianza de los obreros españoles ― y concomitantemente de una tajada de los casi US$ 120.000 recolectados por la OCI.
Las pretensiones de la OCI de representar el trotskismo auténtico y la lucha por sostener el programa trotskista contra el revisionismo, son puestos al desnudo. Lejos de cumplir con la proclamada intención de encarnar un reagrupamiento de principios, el CORCI es un conglomerado sin principios de centristas inveterados, cuya organización dominante, la OCI, anhela con lujuria la consumación de sus relaciones con el SWP reformista. Es preciso reforjar la Cuarta Internacional como el partido mundial de la revolución proletaria, templada en la lucha de clases y probada en el combate político vital contra aquellos que quisieran refundar el Buró de Londres.