Partido Obrero (Argentina) y la colaboración de clase con la burguesía
Partido Obrero (Argentina) y la colaboración de clase con la burguesía
Por Icaro Kaleb
El artículo que sigue fue originalmente publicado en portugués, el mes de febrero del 2013, como parte de una polémica sobre las incoherencias del Partido da Causa Operária (PCO, Brasil) al criticar a otras organizaciones brasileras por capitular a gobiernos y coligaciones electorales de colaboración de clases, al mismo tiempo en que reivindican como correcto el apoyo que ellos mismos dieron a la coligación encabezada por el Partido de los Trabajadores (PT, que gobernó el Brasil del 2003 hasta el golpe del 2016) en las elecciones presidenciales de 1989 y de 1994, la cual ya agregaba a algunos sectores significativos de la burguesía [1]. En esa polémica, apuntábamos las raíces de esa capitulación del PCO a la colaboración de clases en el legado programático del Partido Obrero de la Argentina, dirigido por Jorge Altamira, con el cual el PCO mantuvo relaciones por muchos años [2]. Pequeñas modificaciones fueron hechas para la publicación de ese texto como material separado del restante del original.
La cuestión del “frente popular” era, en la época de Leon Trotsky, la “cuestión principal de la estrategia de la clase proletaria en nuestra época” (palabras suyas, en Carta al RSAP holandés, mes de julio de 1936). Hoy, posee importancia equivalente, dado el papel que organizaciones “de izquierda” han cumplido mundo afuera, al direccionar a la clase trabajadora para el apoyo a gobiernos de colaboración de clases. Irónicamente, la mayor parte de las organizaciones surgidas después de la destrucción de la Cuarta Internacional por el revisionismo retrocedió a las mismas concepciones combatidas por Trotsky en su tiempo: identificar el “frente popular” (o coaliciones de colaboración de clases) con la clase trabajadora, defender el apoyo electoral como algo “táctico”, y tornarse parte integrante de algunas de ellas.
El Partido Obrero (Argentina) de Jorge Altamira posee un histórico de polémicas contra esa práctica de colaboración de clases. En varias ocasiones, denunció otras corrientes en la izquierda por capitular las coaliciones electorales de colaboración de clases, como fue el caso del efímero bloque entre las corrientes de Nahuel Moreno (liderada por el PST argentino) y Pierre Lambert (cuya sección principal era la OCI francesa). El “Comité Paritario / Comité Internacional” Moreno/Lambert (1980-81) recibió, dentro de otras, la siguiente crítica del Partido Obrero argentino a finales de la decada de 1990:
“La base política de su unificación fue el apoyo al frente popular, encabezado en Francia por Mitterrand. En este sentido, el ‘récord’ del Comité Internacional es verdaderamente impressionante… si se considera que apenas sobrevivió nueve meses: apoyo al frente popular francés encabezado por Mitterrand (del que la OCI decía que pretendía destruir la Va República, es decir, que le atribuía un objetivo revolucionario); apoyo al frente con la burguesía en Nicaragua; pidió el ingreso (del PST) a la ‘multipartidaria’ de los principales partidos patronales de la Argentina; el planteamiento de que la Constituyente peruana (es decir, el parlamento burgués —en el cual, un frente único que integraban los partidos del CI había sacado el 12% de los votos) tomara el poder para “resolver las contradicciones del pueblo explotado”. La lista sigue: Bolivia, El Salvador, Brasil…”.
La cuestión del programa, Luís Oviedo, EDM No. 16, marzo de 1997.
http://www.forocomunista.com/t9112p20-po-partido-obrero#116216
Todavía, como es común entre organizaciones centristas, la posición formal correcta ni siempre se traduce en práctica política. Así, a pesar de sus polémicas, la corriente de Jorge Altamira jamás fue consistente en defender una política de independencia de la clase trabajadora. Muchos años antes de las elecciones brasileras de 1989, el PO ya reivindicaba posiciones “frente populistas”, como aquella aplicada en 1971 por sus entonces socios internacionales del POR (Partido Obrero Revolucionario) boliviano, asociado al dirigente histórico Guillermo Lora. En la situación potencialmente revolucionaria en que vivía Bolivia en aquel momento, el partido de Lora realizó un bloque con la fracción burguesa dirigida por el General Torres, que había sido depuesto del cargo de presidente, bajo la fachada de un supuesto “frente revolucionario anti-imperialista”. Ese “frente revolucionario” con el “general patriótico” y ex-presidente del régimen burgués, aunque no fuese durante una disputa electoral, se trataba de un bloque de colaboración de clases. Ella sirvió para ilusionar a los trabajadores más avanzados sobre el carácter supuestamente “anti-imperialista” de ese sector de la burguesía boliviana. Esa política fue apoyada por el grupo argentino de Altamira, entonces llamado Política Obrera, que se reuniría con Lora en una “Conferencia Latino-americana” en el año siguiente. Los dos dirigentes sólo se separarían a fines de los años 1980.
Luego, Altamira daría un ejemplo de cómo sería un “frente anti-imperialista” en su propio terreno nacional. Durante la redemocratización argentina al inicio de los años 1980, el PO hizo un llamado recurrente por la formación de un “frente anti-imperialista de toda la izquierda” para las elecciones de 1983. Ese frente incluiría, además del partido stalinista pro-moscú, del partido socialdemócrata y de corrientes maoístas, también a “ala de izquierda” del movimiento peronista (nacionalista burgués). Esa “izquierda peronista” incluía personajes y partidos históricamente comprometidos con la clase dominante y con la manutención del capitalismo. Ese frente no llegó a realizarse porque ninguno de esos sectores quiso entrar en negociaciones con Altamira y lanzaron sus propios frentes electorales burgueses. Mas eso dejó claro que, incluso antes del apoyo a la coligación petista de 1989, el PO ya visaba aplicar una política de conciliación de clases. Política que recibió nuevos ejemplos prácticos a lo largo de los años siguientes, como el apoyo electoral, en el 2005, al Movimiento al Socialismo de Evo Morales en Bolivia. A seguir detallamos esas capitulaciones del PO.
La asociación al POR boliviano y su “frente revolucionario anti-imperialista” (1971)
El POR boliviano y la entonces Política Obrera argentina se agruparon en julio de 1972, a través de una “Conferencia Latino-americana”, que reunió el agrupamiento internacional dirigido por Pierre Lambert y su OCI (Organisation Communiste Internationaliste) francesa. Una de las bases de la formación de ese agrupamiento fue el apoyo de esas corrientes a la política adoptada por el POR boliviano en 1971. Inclusive la OCI, que antes tenía críticas a la línea del POR, las dejó de lado con el objetivo de formar una “Internacional” con bases políticas extremamente oportunistas. ¿Y cuál fue la política del POR boliviano que sirvió de base a esa fusión?
En 1971, el entonces presidente de Bolivia, el general “patriótico” J. J. Torres, fue derrumbado por un golpe militar reaccionario. Durante la organización de la resistencia al golpe, el POR (una de las pocas organizaciones trotskistas que tuvo influencia de masas) desempeñaba un papel de destaque en la izquierda boliviana. Sin embargo, su política no fue de denuncia implacable de la burguesía nacional (incluyendo Torres) y de sus aliados reformistas, como el partido stalinista. Al contrario de adoptar tal política principista, Lora y sus compañeros formaron un bloque con los reformistas — un frente popular que subordinaba la resistencia proletaria al ex-presidente burgués, disfrazada bajo el apodo de “frente revolucionario anti-imperialista”.
Incluso antes del golpe, el POR apoyó la perspectiva de criar un gobierno “anti-imperialista” con el general Torres. Eso fue una expresión de típico etapismo menchevique/stalinista de criar un gobierno reuniendo todas las clases supuestamente “progresivas” y “anti-imperialistas” (incluyendo la burguesía nacional) como un requisito previo a la lucha por el socialismo. En un conjunto de tesis aprobadas por la COB (principal central sindical de los trabajadores bolivianos) antes del golpe, escritas por los propios dirigentes del POR y en las cuales el partido votó, está escrito que:
“Con el fin de alcanzar el socialismo, parece necesario, sobre todo, hacer una unidad de todas las fuerzas revolucionarias antiimperialistas. La revolución popular antiimperialista está ligada a la lucha por el socialismo. El Frente Popular es una alianza de clases relacionadas, y el instrumento de unidad para hacer la revolución. La expulsión del imperialismo y el logro de las tareas nacionales y democráticas harán posible la revolución socialista.”
Versión traducida del periódico teórico de la OCI, La Vérité, de octubre de 1970. Citado en “Centrist Debacle in Bolivia”, Workers Vanguard No. 3, diciembre de 1971.
https://rr4i.milharal.org/2010/05/21/desastre-centrista-na-bolivia/.
Después del golpe, la COB (que era largamente influenciada por el POR) impulsó una “Asamblea Popular” que el POR consideró un embrión de doble poder soviético, lo que demuestra la gravedad de la situación. Mas la línea del POR era de colaboración con el presidente del régimen burgués depuesto, no de independencia de la clase trabajadora. En una declaración firmada juntamente con el Partido Comunista (stalinista), con los grupos nacionalistas de izquierda y por el propio general Torres, el POR declaró que:
“Por lo tanto, la necesidad es construir sin lugar a dudas una unidad de lucha de todas las fuerzas progresistas y democráticas para que la gran batalla pueda comenzar en condiciones de ofrecer una perspectiva real para un gobierno nacional y popular.
“Esta no es una batalla que se refiere a un solo sector de los explotados, o simplemente una clase, institución o partido (…). Cualquier forma de sectarismo es contrarrevolucionaria. Seamos dignos del sacrificio de los que caíran en 21 de agosto por la defensa de Bolivia.”
Idem.
En la lucha inconsistente contra el frente populista del bloque Moreno-Lambert (montado después que la OCI lambertista se separó de Lora y Altamira a finales de los años 70), Altamira reivindicó la política del POR en 1971 como si no significase una subordinación a la burguesía nacional y el POR no hubiera realizado “ninguna concesión” que comprometiese la lucha revolucionaria de las masas. Al mismo tiempo, dijo que un partido revolucionario no debería de forma alguna llamar a las masas para romper con “las fuerzas frentistas aliadas”:
“Pero lo que no es puramente ocasional es la táctica del Frente Único Antiimperialista, dirigido a todas las organizaciones que se encuentran bajo la presión de las masas, con vistas a una lucha revolucionaria común.
“El comando político de la COB (octubre 1970) duró tres meses, y el POR planteó que, vista la radicalización de las masas, estaba agotado, que debía lanzarse la consigna soviética de la Asamblea Popular.
“La oportunidad de la táctica del FUA está relacionada con una situación en que el inmovilismo de las masas ya ha sido sacudido, y por ello, se ha abierto la perspectiva, con alzas y retrocesos, de una prolongada lucha antiimperialista.
“En el Frente Antiimperialista, el partido obrero debe mantener por entero su independencia política. No puede hacer ninguna concesión que comprometa la lucha revolucionaria de las masas, sólo por mantener a los aliados en el frente común. El partido revolucionario no entra al Frente en calidad de secta sino de partido, por eso no tiene por finalidad la escisión, ni se empeña tampoco en una campaña para que las masas rompan con las fuerzas frentistas aliadas (como propugnan las tesis para escamotear su frentepopulismo). La vigencia de una forma determinada del Frente Antiimperialista (por ejemplo bloque de partidos dirigiendo una lucha de masas o una campaña electoral) y su pasaje a otras (soviets de obreros, campesinos, soldados y nacionalidades oprimidas) incluidas las escisiones, dependen de la experiencia de las masas mismas y de los cambios de conjunto en la situación política.”
Las ‘tesis’ del Comité Internacional, por Jorge Altamira e Júlio N. Magri, Internacionalismo No. 3, agosto de 1981. Reproducido en No fue un martes negro más, pg. 343.
https://ia802702.us.archive.org/9/items/poYElPeronismolaRevolucinBoliviana2003-2006noFueUnMartes/AltamiraJorge-NoFueUnMartesNegroMas.pdf
Es chocante lo cuán distante del trotskismo son estas posiciones. Trotsky llegó a afirmar que “No hay mayor crimen del que una coalición con la burguesía en un período de revolución socialista” (Trotskyism and the PSOP, julio de 1939). El revolucionario ruso explicó detalladamente la política de los bolcheviques con relación a ese tipo de frente popular en una situación revolucionaria:
“Porque suele olvidarse que no existe ejemplo histórico de Frente Popular más grande que la revolución de febrero de 1917. Desde febrero hasta octubre, los mencheviques y los social-revolucionarios, que presentan un excelente paralelo con los “comunistas” y socialdemócratas, mantuvieron una alianza estrechísima y una coalición permanente con el partido burgués de los Cadetes, con quienes integraron una serie de gobiernos de coalición. Bajo el signo de este Frente Popular se agrupaba la masa popular en su conjunto, incluidos los soviets de obreros, campesinos y soldados. Es cierto que los bolcheviques participaron en los soviets. Pero no le hicieron la menor concesión al Frente Popular. Su consigna era romper el Frente Popular, destruir la alianza con los Cadetes e instaurar un auténtico gobierno obrero y campesino.”
La sección holandesa y la Internacional, julio de 1936.
http://www.ceipleontrotsky.org/La-seccion-holandesa-y-la-Internacional.
Desde esa época, el “frente revolucionario anti-imperialista” (o “frente único anti-imperialista”) se tornó uno de los hilos conductores, casi como un guía, de la política de las corrientes de Lora y de Altamira. El significado de esa política es nada menos que la traición “frente populista” a la independencia de la clase trabajadora, la barra del proletariado a un proyecto de manutención del orden burgués capitalista.
El llamado por la construcción de un “frente popular” en Argentina (1983)
La vitalidad de esa posición oportunista puede ser vista en el hecho de que, en las elecciones argentinas de 1983 y todavía después de su término, la principal demanda del Partido Obrero fue por la formación de un “frente anti-imperialista de toda la izquierda”, que tenía el objetivo de reunir el PO con los stalinistas, social demócrata y principalmente con la “izquierda peronista”:
“La cuestión más importante de todo esto es que lo que está ocurriendo sea denunciado a los trabajadores; que se ponga en evidencia la conexión política reaccionaria de la cúpula peronista, y que así lo comprenda la izquierda peronista. Para esa tarea es fundamental que se estructure en el país un frente antiimperialista de toda la izquierda.”
El Partido Obrero y el Peronismo”, Edições Prensa Obrera, setembro de 1983, pg. 117.
https://ia802702.us.archive.org/9/items/poYElPeronismolaRevolucinBoliviana2003-2006noFueUnMartes/PoYElPeronismo.pdf
El Partido Obrero también explicitó cuáles organizaciones componían la “izquierda” la cual se direccionaba el “frente anti-imperialista”:
“Las cosas son claras: los electores peronistas son llamados a votar por dos colaboradores de la dictadura. Tanto el uno como el otro gozan del favor del imperialismo y del clero (este último en particular). La Intransigencia Peronista, la tendencia en la que militaba Cambiaso y tantos otros, es llamada a votar por los colaboracionistas y encobridores del sistema y del aparato de los asesinos de Cambiaso y de esos otros. El Partido Intransigente, el PC, los socialistas auténticos y populares, los partidos de Trabajo y de la Nueva Democracia – todos los cuales han prometido votar por el peronismo o por la primera minoría en el colegio electoral – son llamados a votar por los candidatos del imperialismo y del Vaticano. Y han dicho que lo harán. Hay que apurar el veneno hasta la última gota.
“Las posiciones políticas de la mayoría de los partidos de izquierda son claras, pero comportan una contradicción. (…) La posición de la mayoría de la izquiérda refleja la posición de la pequeña burguesía que busca evitar el pasaje a una lucha revolucionaria junto al proletariado, y que sigue soñando con poner de pie el sistema democrático sobre las bases tradicionales del régimen capitalista.
El llamado a un frente antiimperialista de toda la izquierda, efectuado por el Partido Obrero, tiende a luchar contra esa confusión política y, significativamente, ha tenido una gran repercusión entre los activistas de la izquierda.”
Idem, pg. 120 y 121.
Es necesario esclarecer quiénes son esos grupos con los cuales el Partido Obrero deseaba hacer un frente común “de izquierda”. La fracción “Intransigencia Peronista”, dirigida por Vicente Saadi, era parte del Partido Justicialista (peronista). Saadi fue senador y gobernador de la provincia de Catamarca, en la cual su familia dominó la política por décadas. Cuando Saadi fue electo senador en la redemocratización en 1983, lideró los peronistas en el Congreso. Ya el Partido Intransigente (un cachorro de la Unión Cívica Radical) había sido fundado una década antes de las elecciones de 1983 por Oscar Alende, un político burgués de larga trayectoria que colaboró con varios gobiernos militares. Durante la dictadura burguesa argentina de 1955-58, por ejemplo, Oscar Alende fue parte de una “Junta Consultiva Nacional” para asesorar a los militares en el poder. El PC stalinista dispensa presentaciones delante de los ríos de sangre que separan el stalinismo del trotskismo.
Era con esos señores (y más algunos otros), en razón de la popularidad que tenían en el movimiento de masas, que el Partido Obrero quería un “frente anti-imperialista de toda la izquierda”. Es hasta innecesario argumentar sobre el carácter reaccionario de individuos y grupos con esa ficha política. ¿Cómo el PO pretendía “poner en evidencia la conexión política reaccionaria de la cúpula peronista” estando aliado con algunos miembros “de izquierda” de esa cúpula (como Saadi) y algunos otros partidos “democráticos” enterrados hasta el último hilo de cabello en la lama del Estado burgués? Lo más irónico de toda esa historia es que el PO contraponga su “frente anti-imperialista” a otras iniciativas de colaboración de clases:
“El PI [Partido Intransigente] aparece claramente como un pivote de un futuro ‘frente popular’ (frente patronal de conciliación con el imperialismo), que somete a la clase obrera a través de um sector de la burocracia y del PC. Pero es precisamente por la existencia de una tendencia hacia el frentepopulismo que hay que plantear el frente antiimperialista revolucionario, para oponer a la ‘unidad antiimperialista’ dirigida por la burguesía (de conciliación con el imperialismo y de subordinación de la clase obrera), la unidad anti-imperialista que permita la lucha consecuente contra la opresión nacional y que facilite a la clase obrera la conquista de la hegemonía de la revolución.
Idem, pág. 153.
Parece que, con ese juego de palabras, todo muda del agua para el vino; basta adicionar alguna retórica “revolucionaria” y, es claro, incluir el Partido Obrero. En ese esquema, un frente con partidos de la burguesía podría ser tanto un “frente popular” nocivo al movimiento de los trabajadores, cuanto una que permitiese una “lucha consecuente” del proletariado.
Trotsky combatió severamente la idea de que “acuerdos” o “combinaciones” con la burguesía podrían impedir que, en un frente como ese, la burguesía desempeñase el papel dominante. Un frente de colaboración de clases (aunque sea indebidamente rotulada de “anti-imperialista”) incluye formaciones que dependen de la manutención del orden burgués para su existencia (como era el caso del Partido Intransigente, de la Intransigencia Peronista y otros). Por eso, ningún frente como ese puede ayudar al proletariado a percibir la demagogia del Estado burgués, apenas intentar ilusionarlo a apoyar una u otra variante del régimen burgués. El proletariado no puede dominar un frente compuesto por los sus explotadores, ni quedarse en pie de igualdad. “Un hombree montado en un caballo no es un ‘bloque neutro’ entre el hombre y el caballo”, como defendió Trotsky (¿A dónde va Francia?, 1936). El proletariado sólo puede vencer si estuviera en oposición a todos los sectores que quieren mantenerlo como una clase explotada bajo un régimen de opresión. Mas esa lección fue “olvidada” por el Partido Obrero.
El llamado para votar en Evo Morales (2005)
Un ejemplo más reciente del apoyo a coaliciones burguesas fue cuando el PO defendió votar por Evo Morales en las elecciones bolivianas del 2005. Bolivia vivía nuevamente un momento de luchas de clase incandescentes, que había llevado a la caída de un presidente y a la convocación de elecciones anticipadas. En ese contexto, la candidatura del MAS (Movimiento al Socialismo) de Evo Morales cumplía un papel claro de contención social de los protestos del proletariado, de los campesinos pobres y pueblos indígenas, buscando mantener los límites del capitalismo al mismo tiempo en que sustentaba una retórica nacionalista/indigenista. La candidatura del MAS buscó el apoyo de sectores de la burguesía y reivindicó la construcción de un “capitalismo andino” con algunas reformas y nacionalizaciones dentro de los marcos capitalistas. Morales también se identificaba con los gobiernos burgueses de Lula (Brasil) y Kirchner (Argentina). A pesar de reconocer eso, el PO de Altamira defendió votar en Morales como una forma de supuestamente “golpear el imperialismo”. En la época de las elecciones bolivianas de diciembre del 2005, el Partido Obrero argentino afirmó que:
“El confuso programa del MAS es la expresión de su impasse política, o sea de la pretensión de amalgamar las violentas contradicciones sociales del país. Constituye un intento de la raquítica pequeña burguesía profesional, que tiende a ser cooptada por las multinacionales o sus dependencias secundarias, de imponerle su salida a las masas del Altiplano que viven en la miseria. En definitiva, no intenta más que teorizar un tránsito del período revolucionario a una etapa de características democratizantes, tutelada por las burguesías de los países vecinos y el imperialismo.”
Llamamos a votar por Evo Morales y el MAS, El Obrero Internacional No. 4, dezembro de 2005. Reproducido em La Revolución Boliviana 2003-2006, pg. 40.
https://ia902702.us.archive.org/9/items/poYElPeronismolaRevolucinBoliviana2003-2006noFueUnMartes/bolivia.pdf
Tal caracterización, sin embargo, no impidió al PO y su “internacional”, el CRCI, de apoyar y conmemorar la victoria electoral del MAS y de decir, en el mismo texto, que su ascensión al Estado burgués sería un “golpe en el imperialismo”, al suponer que una victoria electoral de Morales fortalecería a las demás naciones oprimidas de América Latina contra las potencias internacionales:
“Una victoria del MAS sería un golpe al imperialismo, incluso si ese golpe está condicionado a las perspectivas que abre esa victoria. Llamamos a votar por el MAS. No amplía los márgenes de maniobra de gobiernos como los de Lula y de Kirchner, sino que los estrecha de cara a la lucha de los trabajadores de sus países. Ensancha el campo de la lucha de clases en América Latina. Reforzaría sí al gobierno de Chávez frente al imperialismo, porque Chávez se encuentra en un choque con el imperialismo, pero no lo fortalecería en su propósito de reducir la actividad política independiente de las masas venezolanas. Ante la amenaza de que esta victoria sea desconocida por medio de fraudes o golpes, llamamos al armamento de los trabajadores para defender el resultado electoral.”
Idem, pg. 41.
Es claro que la perspectiva del PO de una victoria de MAS que iría supuestamente “ensanchar el campo de lucha de clases en América Latina” se mostró absolutamente falsa. Esa victoria sólo sirvió para colocar en el poder a un gobierno que fue “cooptado por las multinacionales o sus dependencias secundarias” y que ciertamente fue el pivote de una “transición del período revolucionario a una etapa de características democratizantes, tutelada por las burguesías de los países vecinos y el imperialismo” y que engañó a las masas bolivianas. Eso fue demostrado tanto por el curso de los eventos como confirmado por el propio Partido Obrero en ocasiones posteriores. Mas, como es costumbre, eso no lo hizo reevaluar críticamente su posición en diciembre del 2005.
NOTAS
[1] El artículo original se llama “PCO, Partido Obrero e as frentes populares” (febrero del 2013), y se encuentra disponible (en portugués) en https://rr4i.milharal.org/2013/02/21/pco-partido-obrero-e-as-frentes-populares/. Es importante resaltar que, desde mediados del 2013, el PCO de Brasil pasó a capitular sistemáticamente al gobierno de Dilma Rousseff y del PT, conforme denunciamos en “Da histeria golpista à Copa do Mundo – As capitulações do PCO ao governismo” (julio del 2014), disponible (en portugués) en http://rr4i.milharal.org/2014/07/17/as-capitulacoes-do-pco-ao-governismo/
[2] El PCO integraba la “Coordinación por la Refundación de la Cuarta Internacional” (CRCI), agrupamiento internacional encabezado por el PO. Hasta hoy, ninguno de los dos grupos aclaró públicamente los motivos del alejamiento del PCO. Si existen razones político-organizativas relevantes para el fin de una relación internacional que duró por décadas, entonces cualquier grupo que afirme luchar para reconstruir la Cuarta Internacional en tantos países cuanto sea posible debe explicar por qué abandonó sus compañeros brasileros (en el caso de la CRCI y del PO) o el agrupamiento internacional del cual era parte (en el caso del PCO). Mas no: el CRCI lanzó su nuevo grupo brasilero (que publica el periódico “Tribuna Clasista”) sin explicar bien por qué abandonó sus viejos amigos. El PCO y el Partido Obrero hacen críticas de un a otro en varios momentos, mas ni siquiera mencionan su asociación previa. Sea cual haya sido la razón para el rompimiento, el silencio de ambos lados indica una fuerte tendencia a minimizar la importancia de la cuestión de la Internacional y de que el CRCI no es una “internacional” centralizada en torno de políticas concretas, pero sí, una federación de grupos reunidos por conveniencia.