Introducción a la serie Polémica Marxista
Introducción a la serie Polémica Marxista
Diciembre de 2008
En 1938, en la conferencia fundacional del estadounidense Partido de los Trabajadores Socialistas (SWP), después de haber ganado para el trotskismo revolucionario de manera exitosa una gran parte de miembros del reformista Partido Socialista (SP) – incluyendo a la mayoría de su juventud –, James P. Cannon explicó que:
“Toda la experiencia de la lucha de clases a escala mundial, y especialmente la experiencia de los últimos 20 años, enseñan una lección por sobre todas las otras; una lección resumida en una única posición: el problema más importante de la clase trabajadora es el problema del partido. El éxito o el fracaso en ese ámbito es la diferencia entre la victoria y la derrota en todos los casos. A la lucha por el partido, el esfuerzo incesante para construir una nueva organización política de vanguardia sobre las ruinas de la vieja concentra, en sí misma, los más vitales y progresivos elementos de la lucha de clases como un todo…”
“La reconstrucción del Movimiento Obrero Revolucionario en la forma de un partido político no es un proceso simple. En medio de dificultades sin precedentes, complicaciones y contradicciones, el trabajo continúa, como en todos los movimientos sociales, en una línea zigzagueante. El nuevo movimiento toma forma a través de una serie de rachas y fusiones que se deben parecer a ‘las damas chinas’ para el observador superficial. Sin embargo, ¿cómo podría ser de otra forma? La aterradora desintegración de los movimientos antiguos, en un escenario de protesta mundial, desorientó y dispersó a los militantes revolucionarios en todas las direcciones. Ellos no pueden hallar su camino solos, ni llegar a las mismas conclusiones básicas del día para la noche.”
“Un Nuevo Partido es creado” (1938)
En el mismo discurso, Cannon, un dirigente histórico del trotskismo en los Estados Unidos, también comentó sobre los sectarios “anti-sectarios” de su tiempo. Como hoy, el pequeño movimiento trotskista era cuestionado por su énfasis en luchar por la claridad ideológica y programática dentro de la extrema izquierda del movimiento obrero. Contra esto, muchos afirmaban una falsa y aventurera “orientación para las masas”. A los “anti-sectarios” que denunciaban a los trotskistas como “primariamente un círculo de teóricos aislados y detallistas”, Cannon los caracterizaba como centristas que maniobran todo el tiempo con inexistentes ‘movimientos de masas’ en el vacío…” Mientras los revolucionarios confían en una clase trabajadora políticamente conciente y aliada con todas las masas explotadas y oprimidas como la única capaz de destruir al capitalismo en una escala mundial, y no pueden buscar actuar como un sustituto de ella, Cannon explicó que “el camino para las masas es a través de la vanguardia y no por encima de su cabeza.” (La Historia del Trotskismo Americano).
Por el contrario, los verdaderos sectarios (y en general, también oportunistas) son aquellas tendencias que intentan engañar a su público al que se niegan siquiera a mencionar o reconocer la existencia de todos los otros grupos en sus publicaciones; o – por presión en sus filas y periferia – previenen para que no entren en contacto libre con militantes de otras corrientes o lean sus textos. Sin embargo, la victoria de las políticas correctas sobre las incorrectas sólo puede triunfar bajo circunstancias de debate libre y honesto entre todos. Las organizaciones que se abstienen – mediante la presión en sus filas y periferia –, de participar en estos debates están proclamando la falta de confianza en su política, así como en su base. De esta forma, estas organizaciones no merecen la confianza de éstos, ni de la clase trabajadora como un todo.
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La serie Polémica Marxista es producida por el Reagrupamiento Revolucionario y cada número será dedicado a un tema político específico. El público al cual dirigimos esta serie son los grupos y militantes subjetivamente revolucionarios alrededor del mundo que, “debido a la desintegración de los movimientos antiguos”, están en este momento “desorientados y divididos”.
También se espera que estos documentos tengan éxito en iluminar e introducir cuestiones centrales para aquellos que desde hace poco se interesan en la política revolucionaria. Una investigación seria de las organizaciones actualmente existentes es crucial para decidir que tipo de grupo se debe ayudar a construir, o en cual de ellos permanecer. Como viene siendo frecuentemente demostrado por muchos, se pueden perder muchos años de vida si esto no es hecho.
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Al criticar las diferentes tendencias políticas, no nos limitaremos a las más grandes de hoy en día. Muchos grupos internacionales, aunque todavía pequeños son, no obstante, más jóvenes y por ello menos burocratizados, y menos apegados a las tradiciones y ortodoxias revisionistas que los grupos de los cuales se escindieron. En la actualidad, tendencias socialistas menores a menudo poseen miembros más comprometidos y mejor formados en la teoría (y en algunas circunstancias – dependiendo de sus historias -, también en su liderazgo) que las organizaciones más grandes. De este modo, ellos irán probablemente a desempeñar un papel de alta importancia en las fases iniciales de construcción de un partido revolucionario.
En respuesta a quienes argumentaban que los trotskistas alemanes prestaban atención insuficiente al Partido Comunista, que poseía una cantidad maciza de miembros en relación a otros grupos, León Trotsky respondió:
Puede parecer extraño que dediquemos un trabajo relativamente tan extenso a una organización tan pequeña. Pero el nudo de la cuestión reside en el hecho de que el problema que involucran las relaciones con el SAP es mucho mayor que el SAP mismo. En última instancia, está en juego la política correcta hacia las tendencias centristas que ahora se presentan en el movimiento obrero con todos los colores del arco iris. ¡Hay que evitar que los conservadores aparatos centristas heredados del pasado controlen el desarrollo revolucionario de la vanguardia proletaria; ése es el objetivo!
¿Alquimia centrista o marxismo?
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Los pablistas y otros oportunistas objetivistas generalmente confían en el desarrollo orgánico del proceso histórico para resolver el problema del reagrupamiento revolucionario (y, de ese modo, la crisis del liderazgo revolucionario también). Para ellos, la simple existencia de un movimiento de masas popular, cualquiera sea su liderazgo y su política, expresa, por sí solo, la solución para ese problema. Todos aquellos que no se comportan como ovejas siguiendo a un pastor e intentan exponer a los falsos líderes son denunciados de ser ultra-izquierdistas y “sectarios sin solución”.
A pesar que se quejan frecuentemente de las divisiones en las fuerzas revolucionarias, el problema que está en la raíz de la confusión y de la desorientación política no les interesa. Ellos esperan que los liderazgos no revolucionarios del movimiento de masas del momento sean obligados por la fuerza de los hechos a volverse una “espada sin filo” para el socialismo; cualesquiera que sean sus intenciones verdaderas y/o iniciales, mucho menos consideran cualquier posible confusión o desorientación política por parte de los otros. La historia de la derrotas de la clase obrera (que incluyen muchas situaciones potencialmente revolucionarias) que inevitablemente acontecieron bajo la conducción de esos líderes desleales, – de España a Chile, al bloque soviético -, es en general aceptada formalmente, mas sus lecciones son repetidamente ignoradas para la lucha en los tiempos que corren. Esto prepara el terreno para la repetición de esas derrotas.
Hoy esa actitud es bien expresada por las profundas ilusiones de muchos – que afirman ser marxistas – en la capacidad de Hugo Chávez de liderar a Venezuela en dirección a una revolución socialista. Tal posición no está en conflicto tan sólo con el entendimiento del marxismo sobre la necesidad de un programa y de un liderazgo revolucionario, sino también con el entendimiento sobre la imposibilidad de reformar el Estado capitalista y con la oposición a la colaboración de clases. Esta también presupone, de forma explícita o implícita, una estrategia similarmente reformista a nivel internacional.
Otras tendencias, o explícitamente no tienen interés en el reagrupamiento revolucionario, o inconcientemente sabotean todas las oportunidades posibles para tal. El reclutamiento numéricamente significativo de camaradas con experiencia y gran fuerza de voluntad presenta un potencial desafío para la habilidad de los líderes autoritarios de controlar a sus sectas. Dicha actitud sectaria no es un reflejo de algún tipo de sinceridad juvenil o de un rígido ultra-izquierdismo, sino de miedo burocrático. La existencia de sus organizaciones es transformada en un fin en sí mismo y para ellos mismos, en vez de un vehículo para construir una dirección revolucionaria de masas. Los liderazgos de tales grupos generalmente dejaron de creer hace mucho en las políticas y objetivos formales que ellos profesan, haciendo esencialmente el mismo papel que el “socialismo de los días de fiesta” de la Segunda Internacional, enmascarando la realidad de sus objetivos y posiciones verdaderos. Ellos prefieren que sus grupos permanezcan pequeños, volviéndolos más fáciles de controlar.
En contraste, la actitud de Trotsky no era ni objetivista ni sectaria.
La crisis de la dirección proletaria no se puede superar, desde luego, mediante una fórmula abstracta. Se trata de un proceso extremadamente prolongado. Pero no de un proceso puramente “histórico”, es decir, de las premisas objetivas de la actividad consciente, sino de una cadena ininterrumpida de medidas ideológicas, políticas y organizativas con el propósito de unir a los mejores elementos, los más conscientes, del proletariado mundial bajo una bandera inmaculada, elementos cuyo número y confianza en sí mismos deben fortalecerse constantemente, cuya ligazón a sectores más amplios del proletariado debe desarrollarse y profundizarse; en una palabra, devolverle al proletariado, bajo condiciones nuevas y sumamente difíciles y onerosas, su dirección histórica.
Luxemburgo y la Cuarta Internacional: Observaciones superficiales sobre un tema importante
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La resolución de 1961 de la Liga Laborista Socialista (SLL) británica, que estaba liderando el Comité Internacional en la época, argumentaba que:
“La Cuarta Internacional, como organización mundial fundada por León Trotsky en 1938, no existe más. Ella fue destruida por el pablismo.”
“La Perspectiva Mundial para el Socialismo” (invierno de 1961), página 127.
Mientras que el CI subsecuentemente cambió y, con deshonestidad apagó esa posición en el curso de su degeneración política, el documento de la SLL cumplió un importante papel en la formación de la Tendencia Revolucionaria dentro del Partido de los Trabajadores Socialistas (TR / SWP).
En un fragmento de un documento fundamental contra el giro del SWP hacia el pablismo, la TR afirmó:
“En los últimos quince años, el movimiento fundado por León Trotsky sufrió una profunda crisis teórica, política y organizativa. La manifestación superficial de esa crisis fue la desaparición de la Cuarta Internacional como una estructura significativa. El movimiento consecuentemente fue reducido a un gran número de pequeños grupos, formalmente afiliados a tres tendencias: el ‘Comité Internacional’, el ‘Secretariado Internacional’ de Pablo y el ‘Secretariado Internacional’ de Posadas. Políticos superficiales esperan superar la crisis mediante una fórmula organizativa, – la ‘unidad’ de todos los pequeños grupos que se quisieran unir en torno a un programa con denominador común. Esa propuesta oscurece y, en verdad, agrava las causas políticas y teóricas fundamentales de dicha crisis.”
“Hacia el Renacimiento de la Cuarta Internacional”(1963)
Si la “desintegración de los movimientos antiguos […] que desorientó y dividió a los militantes revolucionarios en todas las direcciones” tornó complejas las tareas de los trotskistas en 1938, la desintegración de la Cuarta Internacional en tres tendencias internacionales, en una situación de continuidad de la separación y confusión preexistentes, las volvió sustancialmente más difíciles y complejas en 1963. Hoy existen, no apenas tres organizaciones reivindicando el trotskismo, sino muchas. De esta manera, las conclusiones organizativas propuestas por la TR mantienen su validez aún hoy.
“La tarea del movimiento marxista revolucionario internacional hoy es establecer su propia existencia real. Hablar de la conquista de las masas como una guía general internacional es una exageración cualitativa. Por eso, las tareas de la mayoría de las secciones trotskistas y grupos actuales parten de la necesidad de clarificación política en la lucha contra el revisionismo, en el contexto de un nivel de trabajo de una naturaleza general preparatoria y propagandista.”
Para muchos militantes, la actividad más estricta impuesta por la situación, comprensiblemente, no parce atrayente. Entretanto, este crucial trabajo preparatorio es hoy una precondición para liderar luchas de masas de manera exitosa el día de mañana. Trotsky argumentó:
“Una tendencia revolucionaria no puede contar con victorias relámpago en un tiempo en el que el proletariado, como un todo, está sufriendo las mayores derrotas. No obstante, esto no es una justificación para quedarse de brazos cruzados. Precisamente en los períodos de reflujo revolucionario es que se forman y desarrollan los cuadros que más tarde serán llamados a liderar a las masas en una nueva embestida”
“Es necesario construir Partidos Comunistas y una Nueva Internacional” (1933)
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El Reagrupamiento Revolucionario está determinado a no doblegarse delante de la dificultad de la situación, ni a hacer de ella una virtud permanente como otros antes lo hicieron. Como previamente hemos declarado, nosotros seguimos:
“[…] convencidos de la necesidad y de la posibilidad de derrumbar la sociedad capitalista, pero esa posibilidad sólo puede alcanzarse a través del reagrupamiento de los subjetivamente revolucionarios por el mundo en una base programáticamente saneada por la reconstrucción de la Cuarta Internacional.”
“El camino hacia fuera de Rileyville” (Septiembre de 2008).