Revolución socialista: La solución a la cuestión del cambio climático

Protesta contra la construcción de Dakota Access Pipeline, 2016

Reproducimos en seguida un pequeño panfleto sobre el cambio climático, distribuido en los EEUU en septiembre del 2017 para militantes que participaron en una reunión de la 350.org, una organización ambientalista burguesa a la cual los miembros del Socialist Action (“Acción Socialista”, grupo estadounidense ligado al Secretariado Unificado) se unieron en peso. A pesar de haber dominado la reunión, efectivamente conduciéndola, los miembros del Socialist Action en ningún momento defendieron la necesidad de la revolución socialista o la importancia de luchar por la construcción de un partido marxista de vanguardia. En notorio contraste con muchos de la izquierda, entendemos que seguidismo a movimientos ambientalistas liberales y tentativas de reformar sus organizaciones es una estrategia fracasada para combatir el cambio climático. Será necesaria una revolución socialista para resolver permanentemente esta cuestión.

Desde un punto de vista marxista revolucionario, solo hay una solución permanente para la continua destrucción del medio ambiente y para el cambio climático que la acompaña: la revolución socialista internacional. Una economía socialista planeada, sin preocupación con los lucros de los capitalistas, sería capaz de realizar extensiva investigación científica y permitir el desarrollo libre de tecnologías que puedan ser usadas para proveer energía limpia para todos. Cualquier estrategia alejada a esto irá a fracasar, lo que solo puede servir para desorientar a los subjetivamente revolucionarios.

Muchas organizaciones activistas más amplias, generalmente centradas alrededor de un único tema, afirman luchar contra muchas de las realidades brutales del sistema capitalista, sea el racismo, el sexismo, el cambio climático, la homofobia, etc. Sin embargo, cuando estas organizaciones son dirigidas por miembros de la clase dominante o sus representantes ideológicos, tal hecho garantiza que permanezcan una de las muchas formas por las cuales aquellos que se preocupan genuinamente con la opresión y la explotación son mantenidos dentro de los límites de la respetabilidad burguesa. En los Estados Unidos, el método principal de hacer esto es conduciendo a los activistas y militantes en potencial al cementerio de los movimientos sociales, el Partido Demócrata (u otros vehículos igualmente ineficaces para el cambio revolucionario, como el Partido Verde). Los miembros de esas organizaciones no pueden, y nunca podrán, enfrentar fundamentalmente la cuestión del cambio climático mientras estén presos a esos falsos líderes burgueses, siendo la prisión tales organizaciones cuyo programa para los cambios confía en concesiones de la clase dominante. Estrategias con el fin de poner presión sobre el Estado burgués sonen la mejor de las hipótesis, limitadas a las reformas moderadas que no cohíben el poder de la clase capitalista. Activistas bien intencionados que participan en esas organizaciones deben comprender que la cuestión del cambio climático no puede ser resuelta separadamente de la lucha contra el capitalismo.

Eventos como el Acuerdo de París han sido saludados por muchos ambientalistas. Sin embargo, aunque proporcione algo “bueno”, el impacto será mínimo y, más importante, fue sancionado por la amplia mayoría de la clase dominante, lo que significa que cualquier “progreso” que cree será en su propios términos. Esa solución no es de hecho una solución. Mientras los cientistas continúen diciéndonos que nosotros ya pasamos del punto sin retorno, para impedir los daños causados por el cambio climático global, una revisión rápida e inmediata de la producción mundial de energía está completamente fuera de cuestión, mientras reine el capitalismo. Ese camino lento, aprobado por la burguesía, rumbo a una Tierra “verde”, está matándonos. Que algunos capitalistas, viendo un potencial negocio exitoso en la energía limpia, hayan invertido pequeñas cantidades de dinero en eso, no significa que ellos puedan ofrecer una solución genuina a la crisis climática. En los límites hasta donde la tecnología de la “energía verde” fue desarrollada, eso fue hecho con el interés en el lucro. De hecho, muchas de las compañías tras las actuales fuentes de energía “sucia” – petróleo, carbón, etc. – estas mismas están invirtiendo en fuentes de energía limpia.

La cuestión del cambio climático no puede ser separada de la lucha general por la liberación humana. La sección “ambientalmente preocupada” de la burguesía (y sus organizaciones) están del mismo lado de la lucha de clases que las compañías petrolíferas. Luchas relacionadas al medio ambiente, tal cual a la Reserva Sioux en Standing Rock, o a las luchas de los trabajadores operarios de las industrias de energía – sea esta energía “limpia” o “sucia” – apuntan a la necesidad de la revolución socialista. Sea como fuera producida la energía, la continuidad del capitalismo significa que la opresión y la explotación permanecen. Todos los esfuerzos contra el cambio climático que no sean parte de la lucha para derrotar al capitalismo de una vez por todas solo pueden ayudar a fortalecer y mantener el actual orden mundial.

Como marxistas, comprendemos que el capitalismo, a pesar de sus grandes avances sobre el feudalismo pre-industrial, hoy restringe, en vez de promover, el máximo del potencial humano debido a la primaa de los lucros sobre los intereses de la humanidad. El camino a su derrumbe por la revolución socialista comienza, por encima de todo, con la construcción de un partido de vanguardia, que, reuniendo los elementos más avanzados de la clase trabajadora, lideraría las luchas cotidianas de los oprimidos y mostraría, dando el ejemplo, el camino a la victoria. Sin embargo, como tal partido no existe hoy, un primer paso en dirección a su creación es el reagrupamiento de revolucionarios con base en un programa que rechace la colaboración de clases, se oponga al oportunismo sin límites de la izquierda actual y saque de la historia las lecciones que le permitirán a los revolucionarios, luchar de la forma s efectiva por un mundo comunista.