El golpe de Estado en Paraguay (2012)
El golpe de Estado en Paraguay
Originalmente publicado en portugués en julio del 2012, como “Acerca de los recientes eventos en Paraguay”.
ERRATUM (04/03/2017): A pesar de la posición fundamentalmente correcta de oponerse a la destitución de Fernando Lugo (por ser un movimiento reaccionario de la burguesía paraguaya) sin dar ningún apoyo político al entonces presidente del gobierno, o al movimiento por su regreso al poder, nuestro texto es un poco vago acerca de la caracterización del proceso. Al igual que hicimos inicialmente en el juicio político de Dilma Rousseff en Brasil en 2016, no caracterizamos la medida como un golpe de Estado, porque hemos considerado erróneamente que esto implicaba necesariamente un movimiento de las fuerzas armadas (tal como se expresa en el texto).
Recientemente hemos corregido esta posición (ver la Declaración de relaciones fraternas entre el Reagrupamiento Revolucionario y el grupo Qué Hacer?, septiembre de 2016), cuando compreendemos que los golpes pueden ser realizadas por otras instituciones del Estado burgués además de los militares, y que no necesariamente implican un cambio cualitativo de régimen. Por lo tanto, afirmamos que, a pesar de la disposición constitucional del juicio político, las razones dadas por el Congreso de Paraguay en 2012 eran sólo una fachada para una investida reaccionaria contra los trabajadores y campesinos, pasando por encima del presidente electo y la Constitución, consistiendo, por lo tanto, un golpe de Estado. A pesar de la ausencia de dicha caracterización en este artículo, vemos que todavía fornece respuestas correctas para muchas cuestiones planteadas por la lucha de clases.
En el último día 22 de junio, el entonces Presidente de Paraguay, Fernando Lugo, fue destituido de su cargo a través de un proceso “relámpago” de impeachment votado por el Congreso por mayoría absoluta. La acusación: “mal desempeño de sus funciones”. A pesar de haber ocurrido el proceso sin faltar el respeto formalmente a la Constitución del país, sus características muestran la forma con la cual la burguesía paraguaya conduce su Estado. Los eventos se desarrollaron en aproximadamente 30 horas, mientras un impeachment acostumbra demorar mínimo algunas semanas para que haya tiempo para que la defensa se prepare y también para que sean presentadas pruebas contra el acusado. Diversos movimientos sociales y hasta los gobiernos de países vecinos se opusieran al proceso por considerar su conducción sumaria.
Lugo fue electo Presidente en el 2008 a través de la coalición Alianza Patriótica para el Cambio (APC en español). La APC fue un frente de oposición con el objetivo de derrotar el Partido Colorado, que dirigió una sangrienta dictadura militar por más de tres décadas (1954-89) y todavía hoy es la mayor leyenda del país, habiendo permanecido por más de 60 años en el poder. El principal partido de la APC, y que indicó el vice de Lugo, fue el PLRA (Partido Liberal Radical Auténtico), segunda mayor leyenda de Paraguay y también representante de la burguesía. También integraban la coalición con menor poder de decisión y de forma políticamente subordinada, algunos movimientos y partidos campesinos y proletarios – practicantes de la colaboración de clases.
Durante su campaña electoral Lugo prometió realizar una amplia reforma agraria. La distribución de la tierra es una tarea urgente teniendo en vista que apenas el 2% de la población paraguaya es propietaria del 85% de todas las tierras del país. Debido a la alta concentración fundiaria, esa fue una promesa recibida con gran entusiasmo por los “carperos” (como se llaman los sin-tierra paraguayos), que traban una lucha encarnizada con los latifundistas a través de la ocupación de tierras y creación de asentamientos.
Mas durante sus aproximados tres años y medio de duración, el gobierno burgués de Lugo no realizó avances significativos de reforma agraria, abandonando sus promesas luego de las primeras semanas de gobierno. Ningún resultado diferente podría ser esperado si llevamos en cuenta que Lugo, a pesar de ser electo por el voto de los carperos y trabajadores urbanos, fue financiado y se coligó con sus enemigos ― los partidos de los latifundistas y empresarios ― y dependió de ellos todo el tempo.
Así, el gobierno de Lugo fue marcado por un recurrente discurso que visaba obtener la simpatía de la clase trabajadora y de los campesinos pobres, al mismo tiempo en que en realidad gobernaba para satisfacer los intereses de la burguesía nacional e imperialista. Y además de tal discurso demagógico y popular de Lugo, también cumplió un papel central en la manutención del orden burgués a su proximidad con sectores de los movimientos sociales, cooptando las lideranzas traidoras como forma de convencer a las masas de carperos, trabajadores y a campesinos para que no fueran contra su gobierno y contuvieran sus luchas. Esta dinámica sirvió bien a la burguesía paraguaya durante cierto tiempo.
Con la radicalización de las luchas por la tierra este año (y el consecuente aumento de la influencia de grupos guerrilleros como el Ejército del Pueblo Paraguayo) esa política mostró sus límites y los principales sectores de la burguesía vieron la necesidad de una postura más enérgica. El 15 de junio de este año, una hacienda adquirida ilegalmente por un ex-senador colorado y ocupada por cerca de 150 carperos fue palco de una masacre que terminó con la muerte de 11 trabajadores sin-tierra, asesinados por las fuerzas policiales enviadas al local. Tal desenlace fue el resultado de una confrontación armada, que demuestra el crecimiento de la radicalización y de la preparación militar de los carperos. 6 policiales cayeron muertos de un total de 300 hombres enviados para reprimir la ocupación.
La masacre de Curuguaty, como fue conocido, fue un caso extremo, pero no aislado. Otros conflictos ya venían ocurriendo en diversas regiones del país entre propietarios (armados con sus secuaces) y carperos en la lucha, también resultando en muertes. Uno de los que más adquirió notoriedad y que continúa ocurriendo es el de Ñacunday, donde más de cinco mil familias ocuparon tierras pertenecientes a “brasiguayos” ― propietarios brasileros que migraron para el país vecino en los años 60 y tomaron ilegalmente tierras entonces desocupadas.
Con la intensificación de los conflictos por tierras, la coalición de Lugo entró en crisis y la oposición de derecha a su gobierno se fortaleció. El primero resultado de esa querella entre sectores de la burguesía paraguaya fue la caída del Ministro del Interior de Lugo, albo de críticas por la oposición de derecha, y que fue substituido por un miembro del Partido Colorado, Rubén Candia, figura más propensa a emplear con todavía más vigor los métodos represivos. Posteriormente, bajo la fuerte presión de la lucha de clases en el interior del país, el PLRA abandonó la coalición de Lugo y sumó fuerzas en el Congreso para el Partido Colorado.
La oposición burguesa del Partido Colorado en alianza con el PLRA decidió ir más allá y hacer del propio Lugo su albo. Como los dos partidos pasaron a controlar juntos la mayoría absoluta en el Congreso, no fue tarea difícil remover de la presidencia al extremamente aislado Lugo y abrir camino para el control del Ejecutivo a través del vice del PLRA, Frederico Franco. Un proceso de impeachment fue aprobado en la Cámara de Diputados el día 21 de junio y la destitución de Lugo se dio a través de una votación en el Senado al día siguiente, por una ventaja de 39 votos contra 4.
Un documento de la Embajada de los Estados Unidos en Paraguay, con fecha de 2009 y filtrado por el WikiLeaks, deja claro que ese plano ya venía siendo considerado hace mucho tiempo, y se esperaba el momento propicio para remover a Lugo del poder, abriendo así camino para que el PLRA asumiera la presidencia y los colorados indicaran el nuevo vice a partir de su supremacía en el Congreso.
Teniendo en vista el programa político y la historia de los partidos envueltos en esa sórdida jugada, no es sorprendente que el “impeachment” haya sido realizado tan de prisa. Una vez aprobada la acusación en la Cámara, el “tribunal” compuesto por senadores fue establecido y el proceso juzgado en menos de dos días. La prisa se explica principalmente por el temor de los congresistas en dar tiempo para que los apoyadores de Lugo en los movimientos sociales tomasen las calles en protestas, y principalmente que caravanas de carperos fuesen hasta la capital a defenderlo.
La caracterización del proceso y la posición revolucionaria
La caída de Lugo y la ascensión de Franco a la presidencia fue diferente de los golpes de Estado que acontecieron en Haití en el 2004 o en Honduras en el 2009. Claro que coberturas “legales” son siempre utilizadas por agentes de la burguesía para disfrazar sus medidas ilegales o antidemocráticas. Mas el centro de lo que comúnmente se considera un golpe de Estado, o sea, un atentado armado contra la democracia burguesa a partir de la movilización de los aparatos represivos (y que a veces coloca estos en el centro del poder), estuvo en gran parte ausente en esa situación.
Algunos grupos en la izquierda han caracterizado el proceso como un “golpe de Estado” puro y simple. Otros están siendo más cuidadosos y utilizando términos como “golpe blanco” o “golpe institucional”. Nomenclaturas aparte es importante atenernos para los límites de la propia democracia burguesa de Paraguay, que dio respaldo para que Franco y el PLRA subieran al poder.
Mas, diferente de los comentaristas liberales, no pautamos nuestras posiciones por el “respeto a la ley”. Como marxistas, vemos a la ley como producto de la lucha de clases, creada para ordenar a dominación de la burguesía sobre el proletariado y también establecer algunas reglas entre las propias disputas internas de la burguesía. Tenemos claridad de que la propia Constitución paraguaya permitió la destitución sumaria de Lugo porque la intensidad de los conflictos políticos históricamente existentes en ese país exigió que la burguesía se armara con ese tipo de instrumento legal.
Y a pesar de reconocer que no hubo una ruptura institucional de la democracia burguesa (característica principal en un golpe de Estado), encaramos que la jugada realizada por el PLRA, por el Partido Colorado y por otros sectores de la oposición burguesa contra Lugo poseyó un carácter intrínsecamente reaccionario y antidemocrático. Y tal carácter no deriva meramente de la “ruptura del proceso democrático”, como diplómatas de países vecinos han afirmado, mas sí del hecho de ser un movimiento contra la clase trabajadora y los campesinos – los verdaderos albos, aunque indirectos – buscando establecer bases más favorables a la represión de sus luchas y a la protección de los intereses de la burguesía.
Así como esos sectores exigieron el nombramiento de un reaccionario del Partido Colorado para el cargo de Ministro del Interior con el objetivo de reprimir con mayor firmeza las ocupaciones de tierra, los mismos también resolvieron cortar los lazos entre gobierno y lideranzas subordinadas a los movimientos sociales, con la clara intención de dejar de lado la cooptación política y priorizar el método de lumas y fusiles. Basta percibir que la justificativa para la destitución de Lugo: este no estaba “cumpliendo su deber” en la contención de los sin-tierra. Ciertamente esos señores del PLRA y del Partido Colorado encaran que el error de Lugo y de su ex-ministro del Interior en Curuguaty no fue el de haber reprimido y asesinado a los carperos en la lucha, pero sí de haber demorado en hacer eso y haber dado tiempo para que estos se fortalecieran y crearan condiciones para resistir a los policiales, llegando a heroicamente derrumbar a algunos de ellos.
Por lo tanto, nos oponemos firmemente a la maniobra de eses señores del PLRA, del Partido Colorado y compañía y a la subida de Franco a la Presidencia. Eso no significa, sin embargo, que apoyamos políticamente a Lugo y a sus aliados. Por el contrario, fue el propio gobierno de Lugo que, por su proyecto de conciliación de clases y sus ataques a la clase trabajadora y a los campesinos pobres, permitió el fortalecimiento de aquellos que lo sacaron del poder y garantizó las condiciones de su triunfo. Recordamos que el propio Lugo aceptó la entrada del Partido Colorado en su gabinete en la importante posición de Ministro del Interior. Tampoco vamos a olvidarnos de que la masacre de Curuguaty ocurrió no bajo el gobierno de Franco, pero sí bajo el gobierno del propio Lugo.
En este sentido, la mejor manera práctica de impedir la jugada sucia del PLRA y de sus aliados sin comprometer la independencia de clase del proletariado, era atacando la propiedad privada, a través de la intensificación de las invasiones de tierra en el campo y de la construcción de huelgas políticas en las ciudades. Esa medida no sólo debilitaría a la oposición burguesa a la de Lugo y podría hacerla retroceder en su investida como también debilitaría el propio Lugo y su proyecto de manutención del capitalismo, cimentando el camino para una verdadera situación revolucionaria que desembocase en un gobierno directo del proletariado en alianza con sus hermanos campesinos.
Lugo gobernó para y con la burguesía, la cual tienen sangre en sus manos así como todos los otros defensores de los latifundios, independiente de sus diferencias en términos de qué métodos utilizar para preservar el capitalismo y debilitar la lucha por la tierra. Para nosotros, Lugo debería haber sido retirado del poder, pero no por los latifundistas reaccionarios que él buscó proteger, y sí por los carperos y proletarios que él trabajó para oprimir y explorar. Frente a las exigencias o ilusiones de que Lugo debería retornar al poder, debemos decir abiertamente que él no merece la mínima confianza o apoyo de la clase trabajadora, ni de los campesinos pobres!
Ante la destitución de Fernando Lugo, la tarea de construir un enfrentamiento feroz con la burguesía reaccionaria está en día. Protestas contra el “golpe palaciano” del PLRA han ocurrido en diversas regiones del país. Y aunque gran parte los manifestantes no estén simplemente oponiéndose a la maniobra palaciana, mas también apoyando a Lugo políticamente y exigiendo su retorno a la presidencia, cabe a los revolucionarios intervenir en ellos con su programa propio. Es fundamental disputar la consciencia de los compañeros en la lucha para romper políticamente con Lugo y adoptar un programa clasista y revolucionario.
Con el crecimiento de esas protestas, puede ser que los representantes del Partido Colorado y sus nuevos viejos amigos del PLRA apelen a la violencia brutal que fue innecesaria en un primer momento, debido a la falta de resistencia por parte de Lugo y sus apoyadores. Es fundamental, por lo tanto, educar a los trabajadores en el camino de la autodefensa y utilizar el calor de las movilizaciones para construir milicias populares e impedir nuevos Curuguaty perpetrados pela burguesía reaccionaria
O eje central de la lucha contra la maniobra de la derecha paraguaya debe ser la independencia de clase de los trabajadores y la acción directa, en alianza con los campesinos pobres. Las tareas del proletariado paraguayo frente a la actual situación son ocupar tierras en el campo, realizar huelgas políticas en las ciudades contra el nuevo gobierno y construir auto defensas contra posibles ataques de la burguesía, rechazando toda y cualquier confianza o apoyo a Lugo, así como la mediación de organismos burgueses internacionales, como la UNASUL.
Cabe a los trabajadores en los otros países adoptar una actitud internacionalista con relación a sus hermanos de clase. Debemos tomar las calles y realizar paros en apoyo a los proletarios y carperos paraguayos e su lucha contra el gobierno de Franco o de cualquier otro peón de la burguesía. Desde Brasil, debemos rechazar firmemente el posicionamiento de los propietarios “brasiguayos” (de apoyo a Franco) y auxiliar a nuestros hermanos de clase en Paraguay respondiendo a esos señores con la expropiación inmediata de sus tierras.
Al realizar tales acciones de solidaridad al mismo tiempo en que también se ponen contra las propias burguesías y sus gobiernos, las huelgas, protestas y otras acciones proletarias mostrarán el verdadero camino internacionalista de los trabajadores contra las clases dominantes que los explotan y oprimen.