Guerra civil siria, Estado Islámico y la batalla por Kobane

¡Defender a Siria contra el imperialismo! ¡Por una posición de independencia de clase en la guerra civil!

Por Icaro Kaleb

[Éste artículo fue originalmente escrito entre junio y julio del 2015. Debido a dificultades internas, no puede ser publicado y se acabó desactualizando parcialmente debido a la rapidez de los acontecimientos en la guerra civil siria. No obstante, todavía responde a una serie de cuestiones políticas que permanecen centrales en ese complejo conflicto y también leída con las posiciones problemáticas de ciertas organizaciones que se reivindican trotskistas. Por eso, decidimos publicarlo acrecentando algunos comentarios entre corchetes en enero del 2016. Adiciones y pequeñas correcciones posteriores han sido hechas en agosto del 2016.]

Durante los últimos años, la población Siria estaba sumergida en un conflicto sangriento entre una dictadura de décadas, por un lado, y un conjunto de fuerzas burguesas que querían formar un nuevo régimen nacional, por otro. Más recientemente ella también se ha visto delante del avance territorial de los fundamentalistas del Estado Islámico y de ataques militares efectuados en el país por los Estados Unidos y otras potencias imperialistas. Dedicamos éste texto profundizando algunas cuestiones ya abordadas hace algún tiempo, en nuestro artículo de septiembre del 2012 (El Conflicto Sirio y las Tareas de los Revolucionarios) y a actualizar ciertos aspectos, llevando en cuenta esos nuevos acontecimientos.

Una vez más, frisamos aquello que la mayor parte de la izquierda, inclusive muchos grupos que se reivindican trotskistas, han dejado de lado al tratar sobre la situación en ese país: la necesidad de una línea de independencia de clase delante de las varias fuerzas burguesas que en el momento disputan el poder en la región. Los marxistas no acreditan en el mito de una “revolución” supuestamente incorporada y liderada por los ejércitos “rebeldes” que combaten el gobierno circunscritas a los intereses de fracciones de la burguesía. Los rumbos de la guerra civil, sin embargo no han sido decididos después de casi cuatro años, y apuntan a la necesidad de formar una fuerza de la clase trabajadora, opuesta tanto al gobierno Assad como a las fuerzas reaccionarias que quieren derrumbarlo para su propia ventaja. El mismo dilema de la necesidad de independencia de clase también está centralmente colocado en la actual situación política en Kobane.

El carácter de las principales fuerzas competidoras en Siria

El régimen Assad es un régimen capitalista de partido único de dos décadas, que gobierna una nación pobre confinada al orden mundial del imperialismo. De todas las violaciones a los derechos humanos que acontecieron desde el comienzo de la guerra, la mayoría vino de las manos del gobierno sirio. Tiene como aliado internacional a Rusia, con quien tiene acuerdos comerciales relevantes. De parte de la clase trabajadora, pero, tal régimen dictatorial no merece ningún apoyo político.

Ya la Coalición Nacional Siria (CNS) intenta administrar las diferentes unidades del Ejército Libre de Siria (ELS), que es una división de las fuerzas armadas del país. Desde el 2011, el ELS ganó importantes posiciones en el país, mas muchas fueron perdidas de vuelta para Assad o tomadas por el Estado Islámico. En nuestro artículo del 2012, nosotros explicamos la composición política y militar del CNS/ELS: las ligaciones de sus componentes principales con los imperialistas y su programa burgués. Desde entonces, el ELS fue poco a poco dominado por fuerzas de orientación religiosa (principalmente los líderes sunitas insatisfechos con los aspectos seculares del régimen alauita de Assad). El ELS también pasó a operar junto con otras fuerzas, tal cual el “Frente Islámico” que se originó en el 2014. A pesar de las ilusiones en la izquierda de que sus operaciones contra el régimen Assad constituían parte de la “revolución siria”, dejamos claro en aquel artículo que esos “rebeldes” no son una fuerza política que vaya a traer conquistas para los trabajadores sirios, menos todavía para las minorías nacionales del país.

Los Estados Unidos no consiguieron una alianza duradera con la mayoría de los rebeldes, que no fueron considerados “moderados” lo suficiente. Washington ha tomado más cuidado con sus aliados desde la desastrosa experiencia en Libia, donde muchas de las armas enviadas acabaron cayendo en las manos de extremistas antiamericanos. Algunas unidades específicas del ELS, entre tanto, recibieron significativa ayuda militar de los Estados Unidos y, en ese momento, Obama ya comenzó a entrenar su propio “grupo rebelde”, el cual debe ser denunciado mientras sea una tropa terrestre del imperialismo.

[Enero 2016: La entrada de Rusia en el conflicto a partir de octubre del 2015, incluyendo tanto ataques aéreos como envío de grandes cantidades de tropas terrestres – inicialmente favoreciendo al Assad y posteriormente dando apoyo logístico y militar también a ciertas fuerzas rebeldes – complicó el escenario. Actualmente, todo apunta para la construcción de un gobierno de transición que contemple los intereses económicos tanto de Rusia como de EEUU, bastante distintos, es bueno que se diga, de los intereses de los trabajadores y del pueblo sirio.]

Otro competidor reaccionario en la guerra civil siria que ha ganado fuerza recientemente es el autodenominado Estado Islámico de Siria y del Levante (EI). Era antes parte de una misma operación militar fundamentalista con la Al-Qaeda en Siria (Frente Al-Nusra). Fue el Frente Al-Nusra quien rompió relaciones con EI en el inicio del 2014, afirmando que ellos eran “demasiado intransigentes”.

A esa altura, el EI ya había tomado importantes posiciones en Irak. Financiado largamente por barones del petróleo musulmán de los países que también estaban dando apoyo a los rebeldes, los llamados “Amigos de Siria” (Turquía, Catar y Arabia Saudita), el EI se benefició de sus ligaciones con la oposición siria para obtener armas y reclutar combatientes. Llegó al poder en importantes ciudades iraquís como punta de lanza de una revuelta sunita contra el gobierno xiita apoyado por los Estados Unidos. A partir de entonces, el EI controlaba un territorio mayor del que el Al-Qaeda jamás fue capaz. Muchas de las ciudades bajo su poder tienen una gran producción petrolífera, que el EI exporta para financiar su esfuerzo expansionista. Él está en guerra contra el gobierno iraquí (que recibe ayuda de tropas americanas en terreno) con la intención de construir un “Califato” bajo su rígido control. Alrededor de la misma época, el EI reforzó sus posiciones en Siria y tomó provincias en el desértico Este del país, y toda la región de frontera entre Irak y Siria. Él ha luchado al mismo tiempo contra Assad y fuerzas oposicionistas, especialmente unidades del ELS.

El EI parece ser la más bien entrenada y equipada de las fuerzas de oposición al gobierno. Cerca de 8 millones de personas viven en las ciudades que controla en los dos países y el grupo consiguió establecer un tipo de “economía de guerra” en la cual la población queda dependiente de ellos para obtener comida y otras necesidades, lo que hasta ahora garantizó una colaboración pasiva con su ocupación. Ellos han perseguido severamente minorías no-musulmanas (y también algunos grupos musulmanes) y se jactan de esclavizar y vender mujeres de otras religiones, así como de masacrar grupos de aldeanos no-musulmanes. El EI controla cerca de un tercio del territorio sirio, donde impusieron la Ley Islámica.

Consideramos el Estado Islámico una forma de reacción fundamentalista que busca eliminar los derechos políticos, sociales y seculares más básicos del pueblo. Si el EI fuera victorioso en todo el territorio sirio, eso significaría a caída de muchas minorías étnicas y religiosas en una condición de esclavitud, o su simple ejecución. Un partido revolucionario de trabajadores en Siria buscaría defender al pueblo oprimido y organizar a las masas trabajadoras de las ciudades y del campo contra esos bandidos crueles. Su derrota es esencial para los trabajadores. Pero, nuestro llamado para derrotar el EI no muda nuestra denuncia y oposición a la intervención aérea conducida por los Estados Unidos.

Los imperialistas no presentan una alternativa de mejoría de vida para el pueblo sirio y ya fueron capaces de acciones decenas de veces más crueles que las del EI. El crecimiento del EI es, en última instancia, un subproducto de la desastrosa ocupación americana de Irak, apenas para dar un ejemplo. Mientras el gobierno y los grandes medios de comunicación americana exponen las crueldades del Estado Islámico, esconden los actos de terror cometidos por los aliados de los imperialistas en Siria, que también incluyen muchas atrocidades (sin mencionar el alto número de víctimas y heridas provocados por la muerte que cae del cielo en la forma de bombardeos).

Nosotros no tenemos ninguna pena por las derrotas que los imperialistas sufren en Irak y en Siria. No nos olvidamos de los crímenes cometidos por los imperialistas en Irak (incluyendo las muertes de cerca de 120.000 civiles iraquís) y consideramos su expulsión del Oriente Medio, así como la derrota de sus “tropas terrestres”, como una prioridad. Mas a pesar del hecho de que el EI ha sido el albo de los bombardeos imperialistas, su conquista de ciudades iraquís y sirias con objetivo de establecer regímenes de terror no es ninguna forma de “lucha anti-imperialista” y sí una acción reaccionaria.

Las “buenas intenciones” de Obama en bombardear el EI para supuestamente salvar minorías en Siria son mentirosas. La intervención americana tiene el propósito único de garantizar su poder sobre el país. Cualquier uno que dude de las intenciones de los EUA (y de otras grandes potencias) en Siria debería mirar para los “grandes experimentos de democracia” que se tornaron a Libia y a Irak. Los bombardeos americanos tienen la intención de ganar tiempo y contener el EI (al mismo tiempo en que lo usa para cansar el régimen Assad) mientras Washington organiza mejor las fuerzas leales a si en el territorio sirio.

[Enero 2016: Actualmente, ese parágrafo parece haberse desactualizado ante la aparente decisión de los EEUU, Francia y Gran-Bretaña de destruir el EI, presionados por los bombardeos rusos en defensa de Assad y por la alarma mundial con relación a los fundamentalistas. Pero, a la altura en que ese texto fue escrito, todo indicaba que la estrategia de los EEUU giraba en torno de “administrar” la situación, dejando el EI debilitar el Assad y buscando fortalecer las posiciones de los rebeldes más “moderados”.]

Además de llevar en cuenta las amenazas de los imperialistas de un lado y del Estado Islámico de otro, no se puede perder de vista que una revolución proletaria en Siria sólo puede vencer por encima del cadáver muerto de la brutal dictadura de Assad. El dictador y su partido impusieran el orden capitalista sobre la clase trabajadora por décadas, con los más brutales métodos. Sería prioritario organizar auto defensas entre los trabajadores, especialmente de las minorías perseguidas contra los varios ejércitos en disputa, garantizando así un polo políticamente independiente de las fuerzas reaccionarias que luchan por el poder.

[Agosto 2016: Todas las grandes fuerzas vinculadas son enemigas de los intereses de los trabajadores, mas nosotros reconocemos que no tiene el mismo calibre. Siria está en un pantano de confrontaciones entre lazados y combinaciones de fuerzas en constante mudanza, de forma que no es fácil tomar una posición táctica militar en cada momento específico. Los revolucionarios que están distantes del terreno tienen todavía más dificultad en seguir todos los eventos. Sería contra productivo emitir una posición táctica general para los diferentes escenarios y disputas que ocurren en la guerra. Pero, hay algunos principios generales que los marxistas deben seguir. El más importante es que nos oponemos a la intervención de los imperialistas y sus ‘tropas terrestres’ como una prioridad. Eso significa que, en principio, tomaríamos el mismo lado militar con el régimen Assad o grupos jihadistas en ocasiones en que ellos se confrontasen con fuerzas imperialistas. En segundo lugar, nos oponemos a los avances del EI y buscaríamos defender a la clase trabajadora y las minorías religiosas y étnicas oprimidas por su ataque. En tercer lugar, nos oponemos a ambos lados en la guerra entre el régimen de Assad y los rebeldes no alineados con los imperialistas.]

SU y Morenistas: colaboración de clases en el campo de batalla

Los grupos en la izquierda que afirman defender la victoria de una inexistente “revolución siria” contra Assad usan la ausencia de un proceso como ese como fachada para apoyar a los esfuerzos del Ejército Libre de Siria. El argumento principal es que muchas de las unidades que en participan no son subordinadas a la Coalición Nacional Siria. Serían, en vez de eso, fuerzas populares emergiendo de las calles y de las protestas de la Primavera Árabe.

Esa es la posición, por ejemplo, del Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional. En su sitio internacional, fue publicada una entrevista con un miembro de uno de esos grupos adherentes del ELS y que se reivindicaría marxista. Cuando fue preguntado sobre la cooperación con otras unidades del ELS, el combatiente respondió:

“Existe cooperación y coordinación, pero de forma limitada. Por un lado por causa de las diferentes visiones y objetivos, o disparidades entre posiciones debido a la localización geográfica donde los camaradas están luchando y la naturaleza de las otras organizaciones. Por otro lado, esas organizaciones en general no aceptan nadie más.”

–– “Our lack of weapons puts us in a position of weakness”, 18 Enero 2015. Leer en: http://tinyurl.com/nhjea3b.

No sorprende la dificultad de coordinación con las otras unidades del ELS, ya que muchas de ellas son lideradas por oficiales leales y subordinados al CNS. Eso para no mencionar aquellas unidades que mencionamos, que reciben entrenamiento y armas directamente de los imperialistas, o los varios grupos islámicos que también están bajo el techo del ELS. El ELS es ciertamente un ejército heterogéneo. Mas la pregunta que el sitio del SU no hizo a estos combatientes, y que debería ser el primer cuestionamiento es: por qué esa organización (que el SU considera “marxista revolucionaria”) está trabajando bajo la misma bandera que esos tipos? Por qué ellos, en vez de eso, y ya que afirman representar a la clase trabajadora siria, no organizan una brigada independiente de los elementos pro-imperialistas y reaccionarios?

De cierta forma, el dilema de esos combatientes es el mismo dilema del SU y de las demás corrientes que apoyan a los rebeldes contra Assad. No quieren defender una posición proletaria independiente del CNS y del ELS y sólo ven posibilidad inmediata de derrumbar el régimen junto con esas fuerzas reaccionarias. Por eso, abandonan cualquier pretensión de una política marxista y pasan a embellecer la naturaleza y el programa del ELS, todavía criticando su liderazgo.

Conclusión muy semejante es compartida por otros grupos que dicen reivindicar el trotskismo, como la corriente morenista Unidad Internacional de los Trabajadores (UIT), con la cual polemizamos de forma más extensa en el artículo de Octubre del 2012, o como por la también morenista Liga Internacional de los Trabajadores (LIT).

A pesar de la adherencia inevitable de elementos engañados por una ideología pretendidamente “democrática”, reafirmamos que el ELS es, en gran parte, controlado por oficiales del CNS y otras fuerzas burguesas. No hay nada para ser ganado para la clase trabajadora al ayudar ese ejército. Es como si el SU, UIT y el LIT creyeran en algún tipo de “dinámica” mágica que va a poner la clase trabajadora en el poder o en una posición mejor en el instante en que Assad caiga en manos de los rebeldes. Ya vimos esa película en Libia, en Ucrania y en muchas otras ocasiones en que tales grupos apoyaron el “movimiento de masas” con un liderazgo y propósitos reaccionarios.

La cuestión Kurda y la batalla por Kobane

En el escenario ya complejo que es la guerra civil en Siria, las cosas quedan todavía más densas al tomar en cuenta el elemento Kurdo. El Kurdistán es la mayor nación sin Estado en el mundo. Estamos hablando de cerca de 30 millones de personas divididas por el territorio de Turquía, Irán, Irak, Armenia y una pequeña región en el norte de Seria (Rojava). Tal orden de cosas es un legado de la práctica de “dividir para dominar” del imperialismo británico después de la caída del Imperio Otomano.

Los marxistas defienden los derechos nacionales de los Kurdos, incluyendo el derecho a la auto determinación, al uso del idioma en todas las esferas de la vida y están en contra de todas las formas de segregación. Pero eso no significa que consideramos la separación territorial de las regiones Kurdas como una “solución” para los problemas de los trabajadores de esa nacionalidad. Tomaríamos el lado Kurdo en una guerra por la independencia o por autonomía regional (incluyendo el apoyo militar) si ese fuera el deseo de ese pueblo en cualquier momento.

La separación nacional es, para los marxistas, un interés subordinado a la lucha proletaria. Hay cuestiones políticas de mayor prioridad, como la independencia de clase de los trabajadores y la defensa de las naciones oprimidas contra los ataques imperialistas. Aquí un ejemplo ilustrativo. En el 2003, cuando los EEUU atacaron a Irak, los líderes nacionalistas burgueses del Kurdistán iraquí apoyaron la invasión imperialista contra el régimen de Saddam Hussein, en búsqueda de promesas de mayor autonomía regional.

Defendemos todo y cualquier ganancia de autonomía para la población Kurda. Pero cuando el Peshmerga (el ejército de los Kurdos iraquís) estaba luchando bajo comando del ejército americano, no era una fuerza por la independencia Kurda contra Bagdad, pero era un brazo del proyecto imperialista de subyugar toda la región. Así, nos opondríamos a los esfuerzos de los capitalistas kurdos para apoyar la invasión imperialista, al mismo tiempo en que seguiríamos defendiendo los derechos nacionales kurdos.

Hoy, una situación parecida resurge en Irak, con la coalición liderada por los EEUU contra el Estado Islámico. Los principales partidos políticos kurdos en el territorio iraquí, KPD (Partido Democrático Kurdo) y PUK (Unión Patriótica del Kurdistán), a pesar de su supuesta rivalidad, usan su posición frente al gobierno regional en el norte de Irak para apoyar a los imperialistas.

Pero mientras en el Kurdistán iraquí la escena es dominada por los imperialistas, en Siria la fuerza política más influyente entre la población curda es actualmente el Partido de la Unión Democrática (PYD), que es el asociado sirio del antes maoísta Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que opera en Turquía. En el 2012, las tropas leales a Assad se retiraron completamente de las regiones curdas, el territorio conocido como Rojava. No está claro si debido a limitaciones militares o como una tentativa demagógica de ganar apoyo de los curdos, o ambos casos. Y desde entonces Rojava básicamente quedó bajo control del PYD. A través de su organización militar, las Unidades de Protección Popular (YPG), el PYD entró en confrontaciones con ambos, el régimen Assad y la oposición, en diferentes ocasiones. Pero desde que comenzó el avance del Estado Islámico en el norte, el YPG ha entrado consistentemente en choque con él.

Las participaciones del EI en el territorio sirio lo pusieron en conflicto con los curdos en Julio del 2014 en Kobane (uno de los tres rincones situados bajo el gobierno del PYD próximos de la frontera con Turquía). Eso llamó la atención mundial y la resistencia curda ganó basta simpatía, quedando conocidos como los “revolucionarios que enfrentan el Estado Islámico”. El EI finalmente fue derrotado en la región al comienzo del 2015 a través de una combinación de lucha incansable de los curdos (que estuvieron siempre en inferioridad técnica) y bombardeos imperialistas. Kobane quedó sitiada por meses, durante los cuales muchos grupos en la izquierda (especialmente algunos anarquistas) hablaban de un carácter revolucionario de resistencia curda.

El PYD es un partido fundado en el 2003 por activistas simpatizantes del PKK en Siria. Era considerado por el gobierno sirio como un factor de inestabilidad debido a su apoyo popular y por operaciones clandestinas en las regiones curdas. Su principal fuente de orientación ideológica es el PKK, que fue creado en 1978 como un grupo maoísta dedicado a la resistencia armada contra la opresión de la población curda en Turquía y que tiene una larga historia de resistencia contra el gobierno.

Mas, aparentemente, el PKK no es más un adherente del maoísmo, con sus prácticas stalinistas de persecución a opositores internos y a un programa de “guerra popular” inestable entre un programa democrático burgués de “Nueva Democracia” y la perspectiva de reproducir un régimen burocrático de economía nacionalizada, como la China de Mao. De acuerdo con muchos relatos, desde la prisión de Abdullah Ocalan (su líder histórico) en 1999, el PKK ha pasado por una transformación programática rumbo al que es descrito por el propio Ocalan como “Confederalismo Democrático”. Ese es un punto de vista inspirado por autores libertarios, que buscan la construcción de “autogobiernos populares” sin Estado, en pequeñas localidades.

El PKK todavía es considerado por el OTAN y por el gobierno turco como una “organización terrorista” y los marxistas por todo el mundo tienen el deber imperativo de defender el grupo contra todos los ataques viniendo del brutal régimen de Erdogan. Con excepción de algunos breves períodos de tregua (el último de los cuales vienen desde el 2013), el PKK ha luchado continuamente contra el régimen turco por autonomía para las regiones Kurdas. Sin embargo sea difícil decir cuan consolidado es ese giro (el PKK sigue siendo una organización clandestina), parece haber mudado definitivamente la característica del grupo.

Para los trotskistas, los trabajadores y campesinos precisan construir un poder basado en sus propias fuerzas, para aplastar la dominación militar, política y económica de la burguesía e impedir sus tentativas de retornar al poder después de una insurrección victoriosa. Ese auténtico “gobierno de trabajadores” debe comprender todo el territorio y basarse en representantes electos democráticamente por los proletarios y campesinos (y revocables por las asambleas que los eligieron). Esa es la fórmula capaz de equilibrar la naturaleza local de la gestión democrática directa con los intereses de gran escala de la clase trabajadora en todas las áreas.

Por último, pero no menos importante, ese gobierno debe dar apoyo internacional y soporte material y político a los proletarios de los otros países en las luchas para derrotar a “sus” burguesías. El socialismo no puede ser alcanzado en bases nacionales y, en última instancia, ningún gobierno de trabajadores puede sobrevivir aislado en un mundo dominado por el imperialismo. El programa político del PKK/PYD parece pasar por encima de la necesidad de construir esa “dictadura proletaria” basada en una economía colectivizada y en el poder militar centralizado de los trabajadores.

Como fue mencionado, el PYD tiene el control militar de la región de Rojava. Adoptó una “Carta del Contrato Social de Rojava” en el inicio del 2014 y ese documento constitucional no hace ninguna mención al socialismo, control colectivo de los medios de producción o democracia operaria. Se trata de una combinación confusa de participación comunitaria y manutención de la propiedad privada. El articulo 41 asegura que “Todos tienen el derecho de poseer propiedades y la pose personal es garantizada”, mientras que el artículo 42 dice que el sistema económico busca “garantizar la economía participativa mientras promueve la competición de acuerdo con el principio de la gestión democrática ‘A cada uno, de acuerdo con su trabajo’.”

[Enero 2016: Con la derrota del EI, el PYD se estableció en una región donde todos los partidos y gobiernos burgueses habían sido derrotados o retirados. No es un partido burgués, pero es una organización basada en la movilización de trabajadores y campesinos de la región. Las condiciones son las más propicias para el establecimiento de un gobierno proletario, con control democrático de los trabajadores y campesinos sobre los medios de producción, la política y el ejército. A pesar de eso, vemos que el PYD no tiene claridad sobre la naturaleza del régimen que quiere construir. Mientras tenga un discurso democrático, la manutención de la propiedad capitalista pone límites claros de desigualdad y de democracia en la sociedad. Ante lo acontecido hasta el momento, parece que el gobierno del PYD no romperá con la burguesía de forma definitiva. Los luchadores de la región deben luchar por una dirección revolucionaria y combatir las vacilaciones de la actual.]

Durante y después de la batalla contra el Estado Islámico en Kobane, el PYD también propagó peligrosas ilusiones en las unidades Peshmerga del gobierno regional curdo en Irak (de las cuales recibió armas) y en la intervención aérea de los EEUU. Ellos divulgaron una declaración pública “agradeciendo” a ambos por su lucha contra el EI, durante la cual el PYD le dio a los EEUU consejos militares tácticos (donde realizar los bombardeos). Un líder del PYD, Saleh Muslim, expresó esa postura en varias declaraciones a la prensa.

Acreditamos que los marxistas deberían defender Kobane contra el avance de los reaccionarios fundamentalistas del EI. Lo que los trabajadores y militantes con intenciones revolucionarias en Rojava precisan urgentemente es de una orientación política que sus líderes no han ofrecido: la construcción de un poder directo de los trabajadores. Más importante, es preciso garantizar que no se desarrollen expectativas o ilusiones en el carácter de los gobiernos burgueses del Kurdistán iraquí o en los bombardeos americanos.

Los EEUU tenía la intención de contener el avance del EI en Kobane (en la frontera con Turquía) para sus propios propósitos reaccionarios, y no para “ayudar” el pueblo kurdo. Tampoco el gobierno americano está entre los defensores de la “democracia y la paz” en el mundo. No olvidemos que Washington es un gran aliado del régimen turco de Erdogan, que durante todo el tiempo hizo de todo para impedir que el PYD recibiera ayuda de las bases del PKK en Turquía. No condenamos el PYD por haber conseguido armas de cualquier fuente que las estuviera ofreciendo (sin imposición de condiciones). Y él ciertamente tenía el derecho de beneficiarse tácticamente del hecho de que el EI estaba siendo albo de los imperialistas, siempre que no se comprometiera con los intereses de los imperialistas.

[Agosto 2016: Desde enero del 2016, cuando este artículo fue publicado, este curso del PYD se profundizó. Al comienzo del año, cooperó con la fuerza aérea de los EEUU con el objetivo de expandirse para la región no-Kurda de Raqqa, uno de los reductos del EI. Ahora, está cooperando con Assad en el cerco de Aleppo y con las fuerzas imperialistas en Manbiji, ciudades que están siendo completamente destruidas, con un alto número de pérdidas civiles. Además de eso, con el objetivo de empujar el EI lejos de Rojava, el PYD unió fuerzas con varios otros partidos y organizaciones para formar las “Fuerzas Democráticas Sirias”, una coalición militar en la cual el YPG es la principal unidad, así como el “Consejo Democrático Sirio”, una entidad que dice luchar por una “Siria federada, democrática y secular” – claramente una posición de colaboración de clases. Si no fuese por la falta de confianza de los imperialistas en el PYD, la FDS/CDS sería probablemente un aliado bastante apropiado para ellos en el territorio sirio.]

Liga Espartaquista: sectarismo en Kobane

Algunos grupos en la izquierda se basaron en las posiciones oportunistas del liderazgo del PYD para justificar tomar el lado del Estado Islámico (!) en Kobane. Ese es el caso de la secta disipada (mal) disfrazada de organización trotskista que es la Liga Espartaquista de los EEUU. En una edición de su periódico, ellos expusieron sus razones:

“Fuerzas del gobierno iraquí y peshmerga Kurdos en Irak están nuevamente conduciendo operaciones militares conjuntas con los EEUU, como hicieron por años bajo la ocupación. Más recientemente, nacionalistas kurdos sirios también sellaron una alianza traicionera con los EEUU en la batalla por Kobane en el norte de Siria, actuando como auxiliares de bombardeos de los imperialistas y coordinando movimientos militares como un todo. El hecho de que todas esas fuerzas son ‘tropas terrestres’ para la intervención imperialista significa que los marxistas revolucionarios [sic] tienen su lado militar con el EI cuando ataquen los imperialistas y sus agentes, incluyendo los nacionalistas kurdos sirios, el peshmerga, el gobierno de Bagdad y sus milicias xiitas.”

Abajo la guerra de los EEUU contra el EI!, 31 de octubre del 2014. http://www.icl-fi.org/english/wv/1055/isis.html

En su inversión para conquistar Kobane, el Estado Islámico no estaba luchando contra un reducto imperialista, ya que no había tropas de los EEUU en el terreno. El YPG era la única fuerza combatiendo los fundamentalistas con armas en las manos en Kobane y, a pesar de las posiciones vacilantes de su dirección, no puede ser seriamente considerado una “tropa terrestre” de los imperialistas. El YPG resistió al cerco del EI en Kobane por muchos meses aunque antes que los imperialistas se integraran.

Los revolucionarios deben criticar las ilusiones propagadas por Muslim y por su “agradecimiento” lleno de ilusiones a la coalición internacional. Mas el que está en cuestión para determinar qué lado tomar en Kobane es si esas posiciones o la colaboración militar táctica con los imperialistas torna el PYD una fuerza subordinada a los EEUU en sus esfuerzos para subyugar a Siria.

Creemos que el ejército americano se aprovechó del conflicto en Kobane para bombardear el EI, pero no tenía la pretensión de usar el PYD, que todavía considera una organización terrorista, como una palanca para controlar el norte de Siria. Al final, terminada la batalla, los EEUU no fue capaz de tener cualquier control real sobre Rojava. El PYD, por su vez, estaba beneficiándose de los bombardeos de los EEUU, pero no está integrado y subordinado a los esfuerzos militares de los imperialistas en la región.

[Agosto del 2016: Para reforzar esa declaración, en la reciente tercera rodada de reuniones de paz patrocinadas por los imperialistas en Ginebra, ningún representante del PYD-Rojava fue convidado, debido a la falta de confianza en ellos de parte de los Estados Unidos, lo que llevó a los representantes del Consejo Democrático Sirio a recusar los convites que recibieron.]

Por lo tanto, la batalla por Kobane no consistió en agentes de los EEUU luchando contra el Estado Islámico (como quiere la Liga Espartaquista), mas sí una fuerza de resistencia kurda coordinada (pero no subordinada) con bombardeos americanos, luchando contra los reaccionarios fundamentalistas. En tal lucha, los revolucionarios tenían un lado – con el PYD/YPG contra el EI, mientras que al mismo tiempo le decían a los trabajadores y militantes en el kurdistán sirio a no confiar que los EEUU o el Peshmerga pudieran ser considerados, momentáneamente, sus “aliados”.

Lo que demuestra esa posición es que la Liga Espartaquista perdió completamente su censo de proporción (si es que tenía algún). La victoria del YPG en Rojava no es la misma cosa que la victoria de los rebeldes en Libia en el 2011. No se trató de una caída del gobierno orquestada por los imperialistas para poner una marioneta en su lugar. El resultado fue la manutención en el poder de un partido kurdo con bases populares que había subido al poder como fruto de la propia dinámica de la guerra civil. La resistencia victoriosa contra el EI fue un contrapunto importante para evitar el avance de la reacción fundamentalista.

Por resistencias proletarias en medio de la guerra civil

Ante el elemento de sectarismo religioso presente en las guerras que se desarrollan en Irak y en Siria (incorporando la rivalidad sunita/xiita) y el derrame de sangre de ambos lados, existe espacio para el surgimiento de una resistencia no-sectaria de la clase trabajadora contra esos crímenes. Si es acompañada del impulso revolucionario de expulsar a los imperialistas del Oriente Medio, impedir la victoria de los reaccionarios fundamentalistas y defender los kurdos y otras minorías étnicas, esa posición tiene potencial para desarrollarse rápidamente entre los trabajadores que no ven ninguna alternativa entre los competidores por el poder.

No existe en Siria ningún partido de masas de la clase trabajadora (ni tampoco reformista) debido a décadas de opresión del régimen de Assad sobre el país. La única federación sindical legalizada es enteramente sumisa a la estructura de Estado, controlada por el Partido Socialista Árabe Baath (el partido del régimen). Una posición de contraste con las que están puestas por la guerra iría inmediatamente a ganar simpatía de la clase trabajadora, aunque inicialmente sea representada apenas por un grupo pequeño de cuadros programáticamente sólidos y dedicados. Entre tanto, embellecer cualquiera de las fuerzas principales de la disputa sólo puede llevarla a desastres.

Acciones de solidaridad operaria sin fronteras son una piedra de toque del trotskismo y serían esenciales para preparar a los trabajadores y campesinos sirios, iraquís, turcos y kurdos contra “sus” respectivas clases dominantes y las maquinaciones feroces de los imperialismos. La única forma de asegurar una paz de largo plazo en la región es a través de revoluciones socialistas victoriosas que pongan fin a las rivalidades reaccionarias entre clanes capitalistas competidores y su constante dependencia de alianzas traicioneras con los imperialistas.

Además de eso, es preciso comenzar cuanto antes la construcción de un partido revolucionario de los trabajadores en Siria. Junto a un programa socialista completo de control operario sobre las principales industrias y revolución agraria en el campo, una organización trotskista en Siria también defendería un conjunto de demandas democráticas contra el régimen y sus adversarios reaccionarios. Eso demostraría el deseo sin compromisos de los revolucionarios en construir una democracia proletaria, en oposición a las falsas promesas “democráticas” de los imperialistas.